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Sócrates sabe que odian sobre todo él ya que no se doblega ni ante el enojo de los
poderosos. No enseña por dinero, pero sabe demostrar lo valioso que es la sabiduría que
los hombres creen poseer; él no sabe nada, y lo admite , en eso consiste su virtud; pero
a los hombres no les gusta los presumidos cuando creen ser sabios y por esto son
enemigos suyos y se vengan dirigiéndole las acusaciones más extrañas.
Sócrates comienza su defensa dirigiéndose al jurado y a todos los atenienses, asegurando
ignorar la impresión, que lo dicho por sus acusadores, haya dejado en lo presentes y pidió
que le fuera permitido demostrar que nada de lo dicho se ajustaba a la realidad.
Los acusadores recientes, son aquellos que fueron persuadidos por los antiguos y ahora
quieren convencer a los otros. Fueron estos últimos quienes lo llevaron ante tribunales.
Sócrates continuó asegurando que la especia sabiduría que poseía era lo que lo había
llevado a ser objeto de un sin fin de acusaciones tan alejadas de la realidad, pero que su
sabiduría era completamente humana.
Al terminar con los políticos, fue a donde los poetas, y después con los artesanos, con
ambos la historia se repitió, al igual que los políticos, los poetas y los artesanos presumían
ser más sabios de lo que realmente eran, creían que por conocer y saber hacer bien su
oficio, creían que sabían todo, en todos los asuntos, algo que a Sócrates le parecía petulante
y obscurecía todo conocimiento que pudiesen poseer.
Tras aquella investigación, Sócrates se ganó un sin fin de enemigos, pero descubrió que el
dios decía la verdad, que él era más sabio que todos ellos porque era capaz de reconocer
que la verdad era que él no sabía nada.
Con respecto a que no creía en los dioses de la ciudad, Sócrates comprobó que creer en
genios y divinidades era creer en los dioses.
Sócrates fue declarado culpable y aseguró que no tenía miedo a la muerte, que, de hecho,
prefería morir que vivir sin poder hacer aquello para lo que los dioses le habían puesto ahí;
Sócrates defendió hasta el último momento que era un hombre justo y que prefería pagar el
peor de los castigos antes de ser infiel a sus pensamientos.