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La relación entre los conceptos de venganza y justicia en ‘Crónica de una muerte

anunciada’ de Gabriel García Márquez


¿Qué relación se puede establecer entre los conceptos de venganza y
justicia en ‘Crónica de una muerte anunciada’ de Gabriel García Márquez?

Cómputo de palabras: 3992


Lengua A: Lengua y Literatura

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Índice

CAPÍTULO I - EL HONOR, LA VENGANZA Y LA JUSTICIA……………………….. 3


CAPÍTULO II - UNA MUERTE Y MIL ANUNCIOS …………………………………… 5
CAPÍTULO III - LAS PERSPECTIVAS DE LA MUERTE …………………………….. 9
CAPÍTULO IV - LA RAZÓN A LOS HERMANOS …………………………………… 11
CONCLUSIÓN - LA VENGANZA COMO FORMA DE JUSTICIA ………………….. 12
BIBLIOGRAFÍA ………………………………………………………………………… 13

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CAPÍTULO I
EL HONOR, LA VENGANZA Y LA JUSTICIA

La venganza es un tema recurrente en la literatura; que en su obra un autor presente un


hecho que por un grupo social es considerado como ilegal o inapropiado y que, por ende,
decida hacer todo lo que le es posible con tal de reparar lo que le fue robado de manera
injusta no es una trama difícil de encontrar, especialmente en la literatura castellana. En
estos casos, quien lleva a cabo la venganza es, en la mayoría de los casos, una persona o un
grupo de personas para quien(es) aquello que les robaron les era de extrema importancia, y
por eso sienten que les es necesario recuperarlo. En cambio, aquel quien tiene la desgracia
de ser el objetivo de esa venganza siempre cree que lo que él o ella robó no tenía gran
valor.
Ahora bien, robar no necesariamente es algo material, sino cualquier acto mediante el cual
suprime algo de alguien sin su autorización. Entonces, el objetivo de una venganza no lo es,
necesariamente, por haber robado dinero o desapropiar la tierra de una familia, pero
también por destruir algo como el honor o el buen nombre. En las épocas de la Edad Media,
el honor y la honra eran conceptos tan importantes para la sociedad que las personas
estaban dispuestas a matar a otro con tal de conservar su honor, mientras que la persona que
moría en duelo, según el pensamiento de la época, moría con el honor de haber muerto
defendiendo su honor. Es confuso para el hombre moderno, pero para la cosmovisión que
se manejaba en aquel entonces y que dominaba completamente la vida y el pensamiento de
las personas tenía todo el sentido posible.
Sin embargo, ¿Qué tan nueva, o, mejor, tan vieja, es la concepción supranatural del honor?
Dependiendo de la geografía que se analice, el honor puede haber perdido su importancia
hace siglos, hace décadas, o hace años. En el Viejo Continente, por ejemplo, el honor
perdió su validez cuando los hombres dejaron de pensar en el “aquí” y comenzaron a
pensar en el “allá”. Es decir, cuando se hicieron los primeros viajes que guiaron a la
población europea hacía un nuevo lugar donde asentarse. Cristóbal Colón fue de las
personas que comenzaron el cambio de mentalidad en Europa. En Asia, el honor se acabó
cuando Gengis Khan destruyó el Imperio Chino y construyó uno más grande, desde las
costas del Océano Pacífico hasta el Mar Mediterráneo y Turquía. En África se perdió con
los procesos de colonización ocurridos en los Siglos XVIII y XIX por parte de las potencias
imperialistas europeas. En América, se perdió hace menos de un siglo.
El honor en América sobrevivió la Conquista y la Colonia, sobrevivió al Imperio Español,
al Portugués, y al Británico; sobrevivió a los procesos de Independencia desde la
Revolución Estadounidense, en 1776, hasta la Independencia de Belice, en 1981. El honor,
en países de América Latina, no murió hasta mediados del Siglo XX. Esto lo demuestran
varios autores latinoamericanos en sus obras, poniendo el honor como punto principal de su
narración e incluso motivo de varios hechos desafortunados de sus obras.

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Hechos desafortunados ocurridos con el móvil del honor pero llevados a cabo en forma de
venganza, la cual también es una fuerza recurrente en la literatura impulsada por penas de
amor, asesinatos de familiares o la desgracia del honor. “La venganza en la literatura
proviene de dos estirpes: la primera como elemento inspirador y artístico, para iluminar
zonas oscuras de la condición humana, y la otra, espuria, para saldar cuentas.” (Manrique
Sabogal, 2014). En el caso de la obra que se va a analizar a continuación, el tipo de
venganza presentado es el que el autor menciona de segundo. Y, en el contexto histórico en
el que se presentan los hechos de la obra, el acto de venganza no es solamente venganza,
sino un acto de justicia. Pero no de justicia tradicional, justicia estatal; sino de la justicia
del pueblo, la justicia de la victima hacia el victimario simplemente por “saldar cuentas”.
Gabriel García Márquez se encuentra entre los autores latinoamericanos del último siglo
que incorporan el concepto del honor a sus textos no en la forma de una historia ficticia
creada con la sola intención de entretener al lector, sino en casos de la vida real que él
mismo explica dentro de la novela de tal forma que incluye testimonios de las personas
relacionadas con el hecho, aunque no cita sus palabras en la obra. En ‘Crónica de una
muerte anunciada’, Gabriel García Márquez menciona el testimonio de la madre de
Santiago Nasar, quien tuvo la desdicha de ser el objetivo de la venganza de los hermanos
Vicario.

CAPÍTULO II
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UNA MUERTE Y MIL ANUNCIOS

‘Crónica de una muerte anunciada’, como objeto de análisis de este trabajo, será la mayor
fuente de información. No obstante, para analizar la relación entre el concepto ya explicado
de venganza y el de justicia, es necesario también referirse a documentos de análisis hechos
por otras personas sobre el mismo libro y al contexto social de Colombia durante la década
de 1950, durante la cual se infiere que ocurrieron los hechos narrados en la obra. Para
lograr este análisis, la pregunta de investigación alrededor de la cual se va a centrar el
trabajo es ¿qué relación se puede establecer entre los conceptos de venganza y justicia en
‘Crónica de una muerte anunciada’ escrita por Gabriel García Márquez?
“El día en que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5:30 de la mañana a esperar
el buque en el que llegaba el obispo” (García Márquez, 1981, p.6), así comienza la novela
latinoamericana que se parece más a un informe de noticias sobre el asesinato de un
hombre que a una novela literaria de un escritor galardonado un año después con el Premio
Nobel de Literatura. Cuenta también García Márquez que los hermanos Vicario le
anunciaron a todo el pueblo, a los pocos habitantes, que ese día iban a matar a Santiago
Nasar. ¿Y por qué? Porque él le había quitado la virginidad a Ángela Vicario, hermana de
Pedro y Pablo Vicario, antes del matrimonio, lo cual representa, al menos en la sociedad de
la época (aproximadamente la década de 1950), la deshonra, no sólo de la mujer sino de
toda la familia.
Como se dijo anteriormente, el honor tenía una gran relevancia en la vida social
latinoamericana y, en este caso, colombiana, que le permitía a la venganza por deshonra ser
más importante para el órgano judicial que el propio derecho a la vida. Como dice Liliana
Giraldo en su trabajo de Maestría en Literatura:
El crimen de honor que tiene por móvil el honor virgo es (…) condenado hoy en día. Sin
embargo, en 1951, cuando ocurrieron los hechos en los que se basa el relato de CMA, la
costumbre de matar por ofensa a este tipo de honor no se consideraba necesariamente un
delito. (Giraldo Aristizábal, 2013, p.6)

García Márquez presenta al honor de tal forma en la obra que Pedro Vicario, quien era el
más resuelto de los hermanos, está tan convencido que su crimen está justificado por la
deshonra que causó Santiago a la familia que llega a convencer a su hermano de esa idea.
“Pedro Vicario, según declaración propia, fue el que tomó la decisión de matar a Santiago
Nasar, y al principio su hermano no hizo más que seguirlo.” (García Márquez, 1981, p.27).
Otra cita que deja ver el nivel de importancia que tenía el concepto del honor en la sociedad
colombiana de mediados del Siglo XX se menciona cuando el autor narra los momentos
posteriores al asesinato, cuando los hermanos Vicario, perseguidos por un grupo de árabes
armados, le confiesan al padre Amador que habían cometido el crimen a conciencia, pero
que, aún entonces, eran inocentes.
Irrumpieron jadeando en la Casa Cural, perseguidos de cerca por un grupo de árabes
enardecidos (...). - Lo matamos a conciencia -dijo Pedro Vicario-, pero somos inocentes.

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-Tal vez ante Dios -dijo el padre Amador. - Ante Dios y ante los hombres -dijo Pablo
Vicario -. Fue un asunto de honor. (García Márquez, 1981, p.23)

Es por esto que ninguno de los dos hermanos en ningún momento, según el relato del autor,
muestra signos de arrepentimiento por sus actos, ni cuando se inculpan a sí mismos en la
Casa Cural, ni a lo largo de los tres años en los que estuvieron recluidos en el panóptico de
Riohacha. “En el panóptico de Riohacha, (…) los reclusos más antiguos los recordaban por
su buen carácter y su espíritu social, pero nunca advirtieron en ellos ningún indicio de
arrepentimiento.” (García Márquez, 1981, p.23).
Por otro lado, los hermanos Vicario hicieron hasta lo imposible por que la gente del pueblo
les impidiera asesinar a Santiago. Les avisaron a todos, de maneras diferentes, que su plan
era matar a Santiago Nasar el día de la llegada del obispo. En el mercado de carnes,
veintidós personas, según el texto, se enteraron de las intenciones de los hermanos a las
3:20 de la mañana, y el hecho ocurrió poco menos de cuatro horas después,
aproximadamente a las 7 en punto de la mañana.
Los primeros clientes eran escasos pero veintidós personas declararon haber oído cuanto
dijeron, y todas coincidían en la impresión de que lo habían dicho con el único propósito de
que los oyeran. Faustino Santos, (…) los vio entrar a las 3:20 cuando acababa de abrir su
mesa de vísceras (…). (García Márquez, 1981, p.24)

O, también se puede analizar el caso de Cristo Bedoya, a quien Pedro Vicario le habló
sobre sus planes de aquella mañana y Clotilde Armenta le recalcó.
-Cristóbal- gritó -: Dile a Santiago Nasar que aquí lo estamos esperando para matarlo. (...)
Clotilde Armenta apareció detrás de Pablo Vicario, y le gritó a Cristo Bedoya que se diera
prisa, porque en este pueblo de maricas solamente un hombre como él podía impedir la
tragedia. (García Márquez, 1981, p.45)

Sin embargo, la evidencia más directa de que los hermanos iban a asesinar a Santiago fue
una frase de Pablo Vicario cuando ya habían terminado de afilar los cuchillos que habían
sacado del depósito de la pocilga, como lo nombra el autor. Pablo Vicario lo anuncia a
todos quienes se encontraban en el mercado a tan tempranas horas de forma tan directa que
no había espacio para malas interpretaciones. “-Vamos a matar a Santiago Nasar- dijo.
Tenían tan bien fundada su reputación de gente buena, que nadie les hizo caso.” (García
Márquez, 1981, p.24).
Y literalmente nadie les hizo caso; ni Faustino Santos ni Clotilde Armenta, quienes se
enteraron de boca de los mismísimos hermanos, ni Don Rogelio de la Flor, el agente
Leandro Pornoy y mucho menos el coronel Lázaro Aponte, quienes por su actitud se
entiende que no sentían necesidad alguna de evitar el crimen. El autor escribe que, cuando
Leandro Pornoy le habló al coronel sobre las intenciones de los hermanos, este no se
inmutó en los más mínimo. Dice García Márquez que el coronel estaba tan cansado de
resolver problemas ajenos de la noche anterior que el hecho de tener que atender uno más
ni lo preocupo, ni lo perturbó, a pesar de que este tenía connotaciones mucho mayores.

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Otra evidencia de la inapetencia de los hermanos hacia el crimen que, en últimas,
cometieron, se encuentra poco después de la aparición del coronel en la tienda de Clotilde
Armenta:
Los hermanos Vicario les habían contado sus propósitos a más de doce personas que fueron
a comprar leche (...). Cuando bramó el buque del obispo, (...) éramos muy pocos quienes no
sabíamos que los gemelos Vicario estaban esperando a Santiago Nasar para matarlo, y se
conocía además el motivo con sus pormenores completos. (García Márquez, 1981, p.26)

Eran más que conocidas, como se muestra en este fragmento, las razones por la cuales los
hermanos iban a asesinar a Santiago, e incluso se conocían lo menos relevante de los
sucesos que llevaron a los hermanos, especialmente a Pedro Vicario, a decidirse por
quitarle la vida al hijo de Plácida Linero.
Entonces, ¿por qué no se logró evitar el crimen de Santiago Nasar? A decir verdad, no se
puede decir exactamente el por qué, la respuesta a esta pregunta, pero si se puede analizar
qué hechos llevaron a que Santiago Nasar, ya yendo para su casa después de que le
hubieran avisado que le iban a asesinar, no pudiera escapar de los hermanos Vicario.
El suceso principal fue que su madre, Plácida Linero, le cerrara la puerta principal de la
casa, por donde él iba a entrar. No obstante, este fue un acto inconsciente, pues ella creía
firmemente que, tal y como le había dicho Divina Flor, su hijo estaba en su cuarto, en el
segundo piso de la casa. Y ella, Divina Flor, por alguna razón creyó que quien fuera que
entró en la casa unos momentos antes de que Plácida Linero le preguntara por Santiago era
el propio hijo de la señora, pero esta confusión terminó por costarle la vida al protagonista.
Aún entonces, al mismo Santiago Nasar le contaron, a fin de cuentas, que los hermanos
Vicario lo buscaban para matarlo. En casa de su novia, Santiago tuvo un momento para
hablar con su padre, Nahir Miguel, y este le preguntó de la forma más directa posible si ya
sabía que los hermanos lo iban a matar.
Ya en este punto, Santiago sabía que, si no llegaba a su casa de inmediato, su muerte sería
segura, y por eso se esmeró en llegar a su destino. Pero la confusión de Divina Flor le
impidió salvarse de los hermanos Vicario, quienes lo apuñalaron en tantas partes de su
cuerpo que, según el reporte del padre Amador, a quien el alcalde obligó a llevar a cabo la
autopsia del cuerpo de Santiago, pudo haber muerto desangrado de cualquiera de las siete
heridas más profundas. “El informe concluía que la causa de muerte fue una hemorragia
masiva ocasionada por cualquiera de las siete heridas mayores.” (García Márquez, 1981,
p.33). Tan brutal había sido la muerte que no se había logrado establecer por cuál de las
siete heridas sangró Santiago Nasar de tal manera que murió desangrado.
Ahora bien, todo el pueblo le dijo, le gritó a Santiago Nasar que corriera, que se escondiera
de los hermanos Vicario antes de que ellos lo alcanzaran y lo mataran. Cuando salió de la
casa de su novia, después de que le preguntaran si sabía qué le iba a suceder, literalmente
todos en el pueblo lo miraban desde los balcones y las terrazas de las casas de la plaza. En
cierto momento, le comenzaron a gritar, todos al mismo tiempo y todos lo mismo, pero de
diferente manera. Aturdido, como lo describe el autor, Santiago notó que la puerta de la
plaza de su casa estaba abierta, y pensando que ésta estaba más cerca de él que la puerta

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trasera, corrió hacia ella mientras Pedro y Pablo Vicario lo perseguían con los cuchillos que
cometieron el crimen.
De todos lados empezaron a gritarle, y Santiago Nasar dio vueltas al revés y al derecho,
deslumbrado por tantas voces a la vez. Era evidente que se dirigía a la casa por la puerta de
la cocina, pero de pronto debió darse cuenta de que estaba abierta la puerta principal.
(García Márquez, 1981, p.47-48)

Al final, fue Clotilde Armenta, dueña de la tienda en la que estuvieron los hermanos todo el
día hasta que corrieron tras Santiago, quien le advirtió por última vez al protagonista que lo
iban a matar. “Entonces Clotilde Armenta (...) le gritó a Santiago Nasar que corriera porque
lo iban a matar.” (García Márquez, 1981, p.48).

CAPÍTULO III
LAS PERSPECTIVAS DE LA MUERTE

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De este modo, los hermanos Vicario vieron en su venganza un acto de justicia, pero no
todos en el pueblo lo vieron de la misma manera, lo que distorsiona la relación existente
entre estos dos conceptos a lo largo de la obra. En el caso de los hermanos Vicario, como
ya se dijo, se puede percibir el acto de venganza como un acto de justicia no porque en sí el
asesinato de Santiago Nasar sea justicia, sino porque para ellos sus acciones estaban más
que justificadas por el daño que Santiago le causó a la familia.
En el caso de la madre de Santiago Nasar, Plácida Linero, el asesinato de su hijo por parte
de los hermanos Vicario no tiene nada de justo, aun si él mancilló el honor y el buen
nombre tanto de Ángela Vicario como del resto de la familia. Para ella, los hechos no eran
más que la venganza injustificada y la desidia de dos hermanos quienes no tenían ningún
derecho de quitarle la vida a nadie por la deshonra que se le subiera causado. En el caso de
Plácida Linero, la venganza no representa una forma de justicia.
Por el contrario, el caso de la gente del pueblo es un poco más complejo de analizar, pues a
pesar de que nadie se atrevió expresamente a detener a los hermanos Vicario y prevenir la
muerte de Santiago Nasar, al final todos le gritaron, estando él en la plaza y los hermanos
Vicario en la tiendo de Clotilde Armenta, que corriera y que se escondiera para no morir a
manos de Pedro y Pablo Vicario. Dentro del pueblo se pueden encontrar personas, aunque
muy pocas, que están de acuerdo con los hermanos Vicario en que debía limpiarse el honor
y el buen nombre de la familia, y que la única manera de hacerlo era asesinando a quien
había causado tales males. La familia Vicario son los únicos que caben en este grupo.
Otro grupo en el cual se puede categorizar a las personas del pueblo es aquellos quienes no
lo consideraban algo injusto, como lo consideró la madre de Santiago, ni como algo que
estaba justificado. En este grupo caen la mayoría de los habitantes del pueblo, pues a pesar
de que no quisieran que Santiago fuera asesinado tampoco pensaban que, de cierta manera,
su muerte no era culpa de nadie más que de él mismo. Para ellos Santiago no debería morir,
pero tampoco tiene merecido el seguir vivo. En otras palabras, en este grupo entran todos
quienes se enteraron del plan de los hermanos Vicario pero que no hicieron el más mínimo
esfuerzo por avisarle a Santiago ni por detener a los hermanos.
El tercer grupo de los habitantes del pueblo es en el que califican personajes como Clotilde
Armenta o Faustino Santos, quienes, a pesar de que en un comienzo no creyeron lo que los
hermanos les decían, al final hicieron lo que les fue posible para evitar el asesinato, aun si
sus acciones no fueron de gran ayuda para Santiago Nasar. Clotilde Armenta, por ejemplo,
intentó detener a Pedro Vicario cuando este le avisó a su hermano que Santiago Nasar
estaba en la plaza.
-Ahí viene- dijo Pedro Vicario. Ambos lo habían visto al mismo tiempo. (…) Entonces,
Clotilde Armenta agarró a Pedro Vicario por la camisa y le gritó a Santiago Nasar que
corriera porque lo iban a matar. Fue un grito tan apremiante que apagó a los otros. (García
Márquez, 1981, p.48)
Al fin y al cabo, no fue capaz de tener mayor relevancia e incluso estuvo dispuesta a que
alguno de los hermanos, que a fin de cuentas fue Pedro Vicario, la lastimara si eso
implicaba salvar a Santiago. Sin embargo, Clotilde Armenta tuvo siempre la firme decisión

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de detener a los hermanos, desde el momento en que estos le contaron sus planes, a pesar
de que en un comienzo no la convencieron.
Clotilde Armenta los examinó en serio. Los conocía tan bien que podía distinguirlos, sobre
todo después de que Pedro Vicario regresó del cuartel. (…) , y se fue a despertar a su
marido para contrale lo que estaba pasando en la tienda. Don Rogelio de la Flor la escucho
medio dormido. -No seas pendeja- le dijo -, ésos no matan a nadie, y menos a un rico.
(García Márquez, 1981, p.25)

CAPÍTULO IV
LA RAZÓN A LOS HERMANOS
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Los hermanos Vicario, como se mostró anteriormente, estaban totalmente convencidos de
que su crimen, el asesinato de Santiago Nasar, estaba justificado por la deshonra que había
causado, y que, por ende, eran totalmente inocentes. Para lograr establecer la razón por la
cuál ellos pensaban de este modo, es necesario entender el contexto social del momento
histórico en el que se ubican los hechos narrados en ‘Crónica de una muerte anunciada’.
La historia colombiana ha estado marcada por la violencia, y más preponderantemente en
un periodo al que se le denomina “La Violencia”. Este periodo se ubica después del
llamado Bogotazo y, supuestamente, terminó en 1958, aunque hay quienes dicen que este
periodo continua hasta hoy en día. Esta época le dio un reavivamiento al concepto de
venganza y de justicia, más específicamente a la justicia del pueblo.
El magnicidio de Jorge Eliecer Gaitán, ocurrido el 9 de Abril de 1948, marcó el comienzo
de la violencia bipartidista en Colombia, que inició en el ámbito político y se expandió a los
social, lo económico y lo cultural. En el aspecto socio-cultural, que es el relevante para este
trabajo, se destaca que cualquier roce entre familias, por muy insignificantes que fueran las
razones del mismo, era motivo de asesinato para cualquiera de los dos. Es este escenario el
que se presenta en el pueblo de Riohacha, lugar donde acontecen los hechos narrados por
Gabriel García Márquez en ‘Crónica de una muerte anunciada’, a pesar de que las razones
de los acontecimiento no eran, en lo absoluto, insignificantes.
Entonces, al decidir los hermanos Vicario hacerse cargo de vengar el honor perdido, o,
mejor, robado, de su hermana, y tomarse la justicia por sus propias manos, están haciendo
uso de la justicia del pueblo, están saldando cuentas con alguien quien, a su parecer, sólo se
las puede saldar causándole la muerte, comparando e igualando así el honor (en este caso,
el honor virgo) con la vida de otra persona.
De este modo, y como lo establece Liliana Giraldo y se mencionó anteriormente, el
asesinato por causa de la deshonra no era un crimen que se penalizara muy comúnmente en
la década de 1950, y es por esto que, de cierto modo, los hermanos Vicario tenían razón en
creer que su crimen estaba lo suficientemente justificado como para que no se les pudiera
encarcelar.

CONCLUSIÓN
LA VENGANZA COMO FORMA DE JUSTICIA

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Teniendo en cuenta el análisis hecho anteriormente, se puede definir que, en el contexto
tanto literario como histórico en el que se ubica ‘Crónica de una muerte anunciada’, la
venganza sí es una forma de justicia, puesto que es mediante esta que se redime aquello que
ha sido robado de una persona, que vendría a ser Ángela Vicario, por parte de alguien
quien, mediante su robo, ha afectado no sólo a una persona, sino a toda una familia, lo cual,
como ya se explicó, era razón suficiente para causarle la muerte a una persona en el
momento histórico en el que se enmarcan los hechos narrados en la obra.
Por otro lado, la concepción de justicia puede variar, como se mostró al momento de
analizar las perspectivas de los personajes de la narración, dependiendo de la relación que
haya tenido cada personaje con los sucesos; por un lado los que consideran la venganza
como justicia plena (familia Vicario), por otro lado los que creen que la venganza en
ningún caso podrá reemplazar a la justicia ni es una forma de ejercerla (familia de Santiago
Nasar, entre otros) y, por último, los que consideran que, en ciertos casos, la justicia estatal,
la justicia tradicional, no es suficiente para satisfacer las necesidades del pueblo, lo cual
conlleva a la aplicación de la justicia por parte de las víctimas, transformándolo más en
venganza que en justicia (gente de Riohacha).
De esta manera, la relación existente entre los conceptos de venganza y de justicia,
exclusivamente dentro de la obra ‘Crónica de una muerte anunciada’, no tienen una
relación única sino, más bien, una relación ambigua, abierta a más de una interpretación por
parte del lector y que, probablemente, fue intencional por parte del autor de la obra.

BIBLIOGRAFÍA

12
García Márquez, G. (1981). Crónica de una muerte anunciada. Recuperado de:
http://biblio3.url.edu.gt/Libros/cromuerte.pdf
Giraldo Aristizábal, L. (2013). Crónica de una muerte anunciada: la farsa del honor y los
sueños de libertad (Tesis de maestría). Recuperado de:
https://repository.javeriana.edu.co/bitstream/handle/10554/13481/GiraldoAristizAb
alLiliana2013.pdf?sequence=1&isAllowed=y
Manrique Sabogal, W. (2014). Despecho, celos, venganza… y libros. El País. Recuperado
de: https://elpais.com/cultura/2014/10/29/actualidad/1414605613_125376.html

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