Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
de tradición mesoamericana.
Identidades, imágenes
y contextos
Francisca Zalaquett
Martha Ilia Nájera
Laura Sotelo
(editoras)
Imagen de portada: Trompeta en forma de caracol de cerámica, exhibida en la Sala Maya del
Museo Nacional de Antropología de Mexico.
ÍNDICE
Introducción
Francisca ZALAQUETT R., Martha Ilia NÁJERA C. y Laura Elena SOTELO S.
ARQUEOACÚSTICA
ETNOMUSICOLOGÍA
Francisca ZALAQUETT R.
Martha Ilia NÁJERA C.
Laura Elena SOTELO S.
__________
1 Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey.
2 Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.
ARQUEOACÚSTICA
EL SONIDO DE LA TIERRA.
CASCABELES DE OLIVA MEXICAS1
Adrián VELÁZQUEZ C.
Arnd Adje BOTH
Figura 1a. Vista arquitectónica y etapas constructivas del Templo Mayor de Tenochtitlan
(basada en González-Blanco, 1993: 41).
Figura 1b. Ubicación de las ofrendas donde han sido hallados pendientes de caracol del
género Oliva en el Templo Mayor y en sus edificaciones aledañas.
Figura 2. Siete pendientes de caracol del género Oliva procedentes de la ofrenda 58 del
Templo Mayor de Tenochtitlan.
Figura 3a. Vista del tercer nivel de excavación de la ofrenda 11 (1469-1481 d.C.) del Templo
Mayor de Tenochtitlan, donde se hallaron dos conjuntos de pendientes de caracol del género
Oliva, uno de ellos asociado a una máscara-cráneo y otro ubicado entre los abundantes
materiales marinos que componían dicho estrato (dibujo cortesía del fondo reservado del
Museo del Templo Mayor).
Figura 3b. Vista del tercer nivel de excavación de la ofrenda 98 (1469-1481 d.C.) del Templo
Mayor de Tenochtitlan, en ella los pendientes de Oliva rodeaban a una máscara-cráneo; en
este mismo estrato se encontraron una sonaja-bastón de madera (chicahuaztli), pendientes
de concha, efigies del dios Tláloc, máscaras antropomorfas y materiales marinos (dibujo
cortesía del fondo reservado del Museo del Templo Mayor).
Figura 4. Vistas del primer nivel de excavación de dos ofrendas del Templo Mayor de
Tenochtitlan, donde pendientes de caracol Oliva se asociaban a cuchillos de sacrificio: a)
ofrenda 83 (1469-1481 d.C.) y b) ofrenda 59 (1502-1520 d.C. (dibujos cortesía del fondo
reservado del Museo del Templo Mayor).
Figura 5. Pendientes de caracol Oliva asociados a la máscara-cráneo de un individuo juvenil
en la ofrenda 58 de Templo Mayor de Tenochtitlan (1469-1481 d.C.). Muy próxima se halló otra
máscara-cráneo a la que se relacionaban pendientes en forma de gota de concha y
elementos miniatura de alabastro (un chicahuaztli, un cetro serpentiforme y un cetro en forma
de cabeza de venado) (fotografía cortesía del fondo reservado del Museo del Templo Mayor).
Figura 6. Representaciones de divinidades acuáticas de las que brotan corrientes de agua
rematadas por caracoles Oliva y cuentas blancas:
a) Tláloc (Códice Telleriano Remensis, fol. 5v)
y b) Chalchiuhtlicue (Códice Telleriano Remensis, fol. 11v).
Figura 7a. Representación de Tlaltecuhtli, deidad de la tierra: cara inferior de una caja de
piedra en el Museo de Etnología de Hamburgo (basado en Seler, 1902-1923, vol. 2: 735, fig.
25).
Figura 7b. Representación de Tlaltecuhtli, deidad de la tierra: cara posterior del vaso Bilimek,
Museo de Etnología de Viena (basado en Seler, 1902-1923, vol. 2: 944, fig. 49).
Figura 8a. Vista posterior de la escultura de la gran Coatlicue, divinidad de la tierra. Museo
Nacional de Antropología, México (dibujo de Julio Romero).
Figura 8b. Escultura de la Coatlicue de Coxcatlán, Puebla, divinidad de la tierra. Museo
Nacional de Antropología, México (dibujo de Julio Romero).
Figura 8c. Escultura de Cihuatéotl, divinidad de la tierra. Museo Nacional de Antropología,
México (dibujo de Julio Romero).
Figura 9a. Representación pictórica de Cihuacóatl, diosa de la tierra (Códice Borbónico, fol.
23) (dibujo de Manuel Urdapilleta).
Figura 9b. Representación pictórica de Ilamatecuhtli, diosa de la tierra (basado en Seler, 1902-
1923, vol. 2: 831, fig. 25c).
Figura 9c. Representación pictórica de Itzpapálotl, diosa de la tierra (Códice Vaticano A, fol.
27v) (dibujo de Manuel Urdapilleta).
Figura 9d. Representación pictórica de Itzpapálotl, diosa de la tierra (Códice Telleriano
Remensis, fol. 18v, basado en Seler, 1902-1923, vol. 2: 831, fig. 25a).
Ataviábanla [a la diosa Ilama tecuhtli] con unas naoas blancas y un huipil blanco, y encima
de las naoas ponían otras naoas de cuero, cortadas y hechas correas por la parte de
abaxo, y de cada una de las correas llevaba un caracolito colgado. A estas naoas
llamábanla citlalli icue [“falda de estrellas”], y los caracolitos que llevaba colgados
llamábanlos cuechtli. Y cuando iba andando esta mujer con estos atavíos los caracolitos
tocábanse unos con otros, y hacían gran ruido, que se buía de lexos. (Sahagún, 2000:
257).
Adicionalmente, en once ofrendas (6, 11, 13, 17 20, 22, 24, 58, 64,
98 y CA), los cascabeles se asocian a máscaras-cráneo, que
posiblemente representaban al dios de la muerte o a divinidades
muertas (figuras 3a, 3b y 5) (Velázquez, 2000: 186-187). No es claro
si las piezas se ataban a las máscaras, pero las representaciones
iconográficas muestran a varias divinidades relacionadas con la
muerte y el inframundo portando máscaras-cráneo de las que los
cascabeles colgaban (figuras 7a, 8a, 9c y 9d, 10a y 10b).
Es probable que los pendientes de Oliva simbolizaran los poderes
generativos de la tierra, como lo sugiere su cercanía dentro de las
ofrendas con elementos de fertilidad, como son las representaciones
de chicahuaztli y los cetros serpentiformes de distintos materiales,
las orejeras de concha en forma de gota y las vasijas-efigie con
imágenes de divinidades de la fertilidad y la agricultura (figuras 2, 3a,
3b y 5). En este sentido, vale la pena comentar que en otras
ofrendas los pendientes de Oliva se hallaron en relación directa con
elementos vinculados con el sacrificio humano, como cráneos de
inmolados y cuchillos de pedernal (figura 4). Esto puede verse como
una expresión de la necesidad de alimentar a la tierra con sangre y
corazones humanos, sin lo cual Tlaltecuhtli se negaba a fructificar
(Velázquez, 2000: 187).3 Un patrón a veces observado es que, de los
conjuntos de pendientes de Oliva, uno de ellos se colocaba
cuidadosamente en la boca tanto de cráneos de sacrificados como
de máscaras-cráneo (figura 3b).
En tres ofrendas del lado norte del Templo Mayor, dedicado a
Tláloc (22, 24 y 58), un grupo de siete pendientes de Oliva estaba
relacionado con máscaras-cráneo de individuos juveniles (figura 5). El
número siete se consideraba afortunado y se asociaba a la divinidad
del maíz, Chicomecoatl. Así pues, en este contexto, los cascabeles
de caracol pueden haber representado semillas de maíz. La
proximidad de estos conjuntos a elementos de nacimiento y
renacimiento, como representaciones de cunas deformatorias de
cerámica y pendientes en forma de gota de concha, recuerda el
sacrificio de la imagen viva de Chicomecóatl, cuyo principal propósito
era regresar las capacidades germinativas del maíz a la tierra (López
Austin, 1994: 204; Velázquez, 2000: 187 y 190).
Regresando a la citlalli icue, resulta interesante que su nombre
signifique “falda de estrellas”, cuando en realidad es una prenda
constituida por pendientes de caracoles. Si “falda de estrellas” es
igual a “falda de caracoles”, entonces “estrella” puede ser
considerada sinónimo de “caracol”, al menos en algunos contextos.
Las estrellas eran las tzitzimime, criaturas monstruosas que
portaban la citlalli icue, las cuales descenderían del cielo para
devorar a los hombres al momento del fin del mundo (figura 10c), e
igualmente se les representaba con ojos desarticulados,
posiblemente de los guerreros sacrificados o muertos en batalla.
Tomando en consideración estas asociaciones, puede inferirse que
los pendientes hechos de caracoles marinos representaban a los
guerreros muertos como estrellas en el cielo nocturno. Esto ayuda a
entender pasajes de las fuentes documentales que relatan que los
hombres de armas usaban diferentes tipos de ornamentos hechos de
caracoles marinos (Velázquez, 2000: 190 y 192).
Otra asociación altamente metafórica se establecía entre la citlalli
icue y las serpientes de cascabel. En algunas representaciones, las
divinidades de la tierra y el inframundo, en lugar de la falda
compuesta de pendientes de Oliva, usan una prenda similar de
serpientes entrelazadas (posiblemente copulando), con las cabezas y
los crótalos mirando hacia abajo y ubicados en la posición que
tendría los caracoles (figura 7b y 8a y 8b); en algunos casos, ambos
atributos incluso se combinan (figuras 8a y 10c). La relación entre los
cascabeles de Oliva y los crótalos de los ofidios queda firmemente
establecida en el nombre de este último en náhuatl, coacuechtli, que
literalmente significa “serpiente-caracol” (Molina, 1970: 23r; Simeón,
1977: 130-131). Así, esta intercambiabilidad de prendas tiene una
equivalencia de términos. Se discutirá más adelante si esta
asociación tenía que ver con el sonido de alerta del crótalo de la
serpiente de cascabel y las implicaciones sonoras emanadas de ello,
que revelan la complejidad del pensamiento musical azteca.
Análisis acústico
En 2003 llevamos a cabo un proyecto interdisciplinario para
reconstruir las características sonoras de los cascabeles de caracol
Oliva. Puesto que las condiciones de conservación de los ejemplares
arqueológicos los hacían muy frágiles para este propósito, se
replicaron pendientes con especímenes biológicos modernos, usando
los procedimientos y herramientas descritos anteriormente. De esta
forma se reprodujeron nueve objetos, usando la especie más
comúnmente encontrada en las ofrendas tenochcas, la Oliva sayana.
Los especímenes, comprados en el puerto de Veracruz, medían
entre 4.6 y 5.3 cm de largo, 1.7 y 2.1 cm de ancho, y 1.5 a 1.8 cm
de alto. Las espiras fueron desgastadas con lajas de basalto,
dejando juntas las involuciones de las conchas en dos ejemplares y
separándolas en siete. Las perforaciones acanaladas se hicieron con
lascas de obsidiana. Las réplicas midieron entre 3.5 y 3.8 cm de
largo. Cada objeto se ató con un trozo de algodón (en lugar de una
tira de piel) y luego distintos números de ellos se amarraron a una
cuerda de maguey a distancias de aproximadamente un centímetro
(figura 13). El sonido de dos, cuatro, siete y nueve cascabeles fue
reproducido experimentalmente, entrechocándolos al agitarlos, en
primera instancia suave y lentamente y a continuación viva y
rápidamente.5
Como se había mencionado antes respecto a la acústica, uno de
los más importantes aspectos en la producción de los cascabeles de
caracol es la separación de las involuciones internas de las conchas
(figura 12). Esto los lleva a una adecuada resonancia, haciendo que
los pendientes suenen de forma más clara, fuerte y llena. El que casi
todos los cascabeles de Oliva de las ofrendas tenochcas presenten
esta modificación es un fuerte argumento sobre su función sonora.
Las diferencias de sonido entre dos conchas con las involuciones
juntas y otras tantas con éstas separadas pueden ser claramente
escuchadas en las grabaciones (track 16). Esto también se refleja en
los espectrogramas correspondientes (figura 14), demostrando que
el sonido de los caracoles con las involuciones separadas es más
fuerte y mucho más acentuado. Quizás lo más importante para
nuestra percepción es que puede notarse la producción de tonos
claramente distinguibles, cuya altura depende de la medida individual
de los resonadores. Cuando las involuciones de los caracoles se
dejan juntas, las diferencias de altura son más cercanas y no tan
distinguibles.
Figura 13. Reconstrucción de una hilera de cascabeles de caracol Oliva (fotografía realizada
por Adje Both).
Figura 14. Espectrogramas del sonido de dos cascabeles Oliva, con las involuciones juntas
(a) y separadas (b) (track 1).
Los espectrogramas también evidencian otras características del
sonido de los cascabeles de caracol Oliva. Puede observarse que se
generan fuertes clips cuando los caracoles chocan entre sí. Éstos
tienen duraciones de milisegundos y muestran un amplio rango de
bajas a altas frecuencias, de 16 y más KHz. Más aún, los tonos
fundamentales generados por las conchas individuales son
acompañados por un ruido de fondo, que instantáneamente se
desvanece después de cada clip.
Al sonar un conjunto de siete pendientes de caracol (tracks 2 y 3),
se genera un ruido de fondo, que tiene un rango de altas frecuencias
entre 3000 y 5000 Hz, así como múltiples clips, que parecen más o
menos caóticos (figura 15). De acuerdo con la medida individual de
los resonadores y la forma en que se agitan, se generan varios tonos
fundamentales y armónicos en un corto periodo de tiempo, creando
una sensación de sonido bastante compleja.
Un notable resultado del experimento acústico ha sido advertir que
una hilera de cascabeles compuesta por un pequeño número de
pendientes produce un sonido bastante claro y fuerte. Sin embargo,
debe considerarse que durante los rituales los pendientes tendrían un
cambio en intensidad y complejidad de ruido, con relación a los
distintos movimientos corporales realizados. Así, en una procesión
solemne, en la que se ejecutarían movimientos lentos (track 2, figura
15a), los cascabeles sonarían de manera diferente que en una danza
donde se agitaran con viveza (track 3, figura 15b). Otro resultado
obtenido es que hay una relación directa entre la cantidad de clips
generados y el número de cascabeles que suenen juntos en una
hilera.
Figura 15. Espectrogramas del sonido de siete cascabeles Oliva agitados suavemente (a,
track 2) y con viveza (b, track 3).
Simbolismo acústico
Con base en el rico corpus de información, el siguiente y último paso
es indagar el posible significado de los cascabeles de caracol Oliva
en el pensamiento musical mexica. Primeramente se recapitularán las
impresionantes asociaciones con el agua, la tierra, la serpiente de
cascabel y, detrás de todo ello, la tierra y la fertilidad. Crucial para el
entendimiento de estas complejas asociaciones es la información de
la terminología proporcionada por las fuentes del siglo XVI. De
acuerdo con los diccionarios náhuatl-español, el nombre cuechtli,
correspondiente a los caracoles Oliva, designaba también al crótalo
de la serpiente de cascabel (coacuechtli) (Molina, 1970: 27r;
Simeón, 1977: 130-131).7 Esta intercambiabilidad de los términos
también se expresa en las representaciones iconográficas. Por
ejemplo, si se observa con cuidado la falda de la famosa escultura
de Coatlicue (figura 8a), puede apreciarse que las cabezas y
crótalos de las sierpes se disponen en la misma hilera que los
cascabeles de caracol, formando lo que podría ser una gran “falda
de estrellas”. Tanto Coatlicue como Tlaltecuhtli, quienes usualmente
portan cascabeles de caracol, pueden llevar una falda en la que
éstos son sustituidos por cabezas de serpientes de cascabel
entrelazadas (figuras 7b, 8a y 8b). Las tzitzimime usaban faldas de
cascabeles de caracol de las que colgaba una serpiente de cascabel
(figura 10c).
Un interesante resultado del experimento acústico es que los
escuchas, aun cuando desconozcan el trasfondo cultural, asocian el
sonido de los cascabeles de caracol con “algo fresco y claro, como
agua corriente”, “precioso” y “puro”. No es posible saber si los
mexicas tenían percepciones similares, pero el murmullo del agua
tiene similitudes con el sonido de las piezas estudiadas, en términos
de rango de frecuencia y de la generación de múltiples clips. De
forma similar, es posible que las características sonoras de los
cascabeles de caracol se asociaran al sonido de alerta del crótalo de
la serpiente de cascabel. De hecho, los sonidos de este último y del
agua corriente generan múltiples clips en un corto periodo, lo que
implica que mientras más grande fuera la “falda de estrellas”,
mayores serían las similitudes con estos dos elementos. Es por
supuesto difícil saber si había una intención de imitar sonidos
naturales o si estas asociaciones se desarrollaron posteriormente a
la producción de los cascabeles de caracol.
Conclusiones
Los cascabeles de caracol Oliva del Templo Mayor de Tenochtitlan
constituyen artefactos sonoros fascinantes en términos de sus
contextos arqueológicos, su simbolismo y su bello sonido. Hasta
ahora estos instrumentos no se habían considerado en la
investigación arqueomusicológica, aunque su gran número en las
ofrendas evidencia su relevancia en los rituales mexicas. La
importancia de estos objetos puede reconstruirse a través de un
acercamiento multidisciplinario. Una cuidadosa interpretación indica
que se asociaban fuertemente con la fertilidad, ya que representaban
los poderes generativos del agua y la tierra. Sus relaciones con los
dioses de la muerte tenían que ver con el fin de los ciclos
temporales, eran indispensables para el inicio de nuevos periodos.
En el pensamiento mesoamericano esto era posible a través de la
guerra, la penitencia y el sacrificio. En determinadas circunstancias
los pendientes-cascabeles de caracol Oliva representaban semillas
de maíz, serpientes de cascabel, estrellas y guerreros muertos, o
bien todos estos elementos, altamente metafóricos, juntos.
La investigación conjunta de la arqueología experimental y la
arqueomusicología hizo posible obtener información precisa acerca
de las técnicas de manufactura y la acústica de los pendientes de
Oliva. Más aún, pudo demostrarse que existían complejas
asociaciones en el sonido de estos instrumentos. Las múltiples
concepciones y percepciones estaban íntimamente imbuidas en el
sistema de pensamiento religioso prehispánico y fuertemente
relacionadas con fenómenos del medio ambiente, lo cual demuestra
el alto nivel de abstracción alcanzado por este grupo indígena.
__________
1 Una versión anterior se publicó en inglés en la revista Studien zur Musikarchäologie VII en
2010.
2 Desde 1997 una gran cantidad de cascabeles de caracol han sido descubiertos en
excavaciones subsecuentes, los cuales están en proceso de investigación.
3 De acuerdo con el cronista Diego Durán, cuando Cihuacoatl tenía hambre —esto es,
cuando tenían que llevarse a cabo sacrificios—, sus sacerdotes enviaban a una mujer al
mercado, en donde abandonaba una cuna que contenía un cuchillo de sacrificio en su interior
(Durán, 1967: 275).
4 Las fuentes de información sobre las técnicas de manufactura son los hallazgos
arqueológicos, las fuentes documentales del siglo XVI y estudios previos sobre la producción
de objetos de concha (Suárez, 1977 y 1981).
5 La grabación de los sonidos se llevó a cabo en el Museo del Templo Mayor con una SONY
DAT portátil y un microscopio estéreo con ángulo de 360º, hecho por el constructor japonés
Koichi Okumura.
6 Las grabaciones mencionadas en este artículo pueden escucharse en Proyecto
Universos Sonoros Mayas, Entramadados sonoros de tradición mesoamericana:
<http://www.iifilologicas.unam.mx/universossonorosmayas/index.php?page=medios-del-
libro>.
7 De acuerdo con Simeón, cuechtli significa una “especie de gran concha”, “segmento de
crótalo” o “serpiente de cascabel”; cuech es una “especie de serpiente de cascabel no
argesiva”, y coacuechtli es “crótalo” o “segmento de crótalo”.
AERÓFONOS MAYAS PREHISPÁNICOS
CON MECANISMO ACÚSTICO POCO CONOCIDO
Vanessa RODENS
Gonzalo SÁNCHEZ
Características morfológicas
Las secciones que conforman en general a los aerófonos
generadores de ruido son: 1) entrada de aire o aeroducto; 2) cámara
principal o cámara de caos; 3) conexión hacia el resonador, y 4)
resonador o cámara globular. De acuerdo con Velázquez Cabrera
(2009a, 2009b), el mecanismo de funcionamiento inicia cuando el aire
ingresa a través de la cavidad bucal y luego pasa por el canal
superior. A la salida, el aire se expande, ya que la cámara principal
está abierta en el frente y tiene menor presión que en el interior del
canal inferior. Las ondas se dirigen al otro lado de la cámara principal
y hacia el bisel circular del canal inferior, generando reflexiones hacia
atrás. La parte más fuerte del flujo central de aire pasa a través del
canal inferior y va hacia la cavidad bucal o espacio sublingual que
actúa como un resonador de Helmholtz (véase figura 1); el tamaño
de éste se puede modificar con el movimiento de la lengua, variando
así la altura de frecuencia. En una fracción de segundo la
combinación de reflexiones, refracciones y expansiones de la
corriente de aire en ambas direcciones, con dos biseles circulares en
un espacio reducido, genera una explosión compleja, turbulenta y
dinámica de ondas y presiones en el aire, produciendo a la salida
sonidos con ondas de ruido y componentes de frecuencia muy
complejos. Velázquez Cabrera ha realizado por primera vez un
experimento para visualizar la dinámica del aire en un silbato bucal
(2009a, 2009b). Esta versión de los aerófonos generadores de ruido
fue la base para el desarrollo de instrumentos aún más complejos en
épocas posteriores. A mediados del siglo XX en México aún se
elaboraban silbatos bucales con una corcholata, que servían como
juguetes para los niños (figura 2). En una entrevista publicada en el
diario Excélsior (del Río, 1962), Franco comentó que se habían
documentado etnográficamente silbatos bucales entre los seris del
Golfo de California, los palikur del Amazonas y los cunas de Panamá.
Figura 2. Silbato bucal hecho con una corcholata (fotografía realizada por Gonzalo Sánchez
S.).
Figura 3. Generador de ruido tipo 1 procedente de Canta Rana, Santa Rosa, Costa Sur del
Guatemala. Colección Guillermo Mata Amado (fotografías realizadas por Guillermo Mata
Amado) (track 61).
Figura 5. Generador de ruido del tipo 3 (clarinete maya) proveniente de Jaina, Campeche.
Colección Ebnöther, Museum zu Allerheiligen, Schaffhausen, Suiza (fotografía realizada por J.
Fausch).
Figura 6. Generador de ruido tipo 3, variante 3b. Procede de Jaina, Campeche. Colección
Samuel Martí, Museo de las Culturas de Oaxaca: 1) aeroducto; 2) cámara principal o cámara
de caos; 3) resonador de Helmholtz; 4) cámara tubular de salida, y 5) orificio de
digitación(Dibujo y fotografía realizados por Gonzalo Sánchez S.) (track 8).
Figura 7. Generador de ruido tipo 3, variante 3a. Procede de la Costa Sur de Guatemala.
Colección Guillermo Mata Amado (fotografía realizada por Guillermo Mata Amado; radiografía
procedente del Museo Popol Vuh-Universidad Francisco Marroquín, Guatemala).
Figura 8. Espectrograma del generador de ruido tipo 3a. Colección Guillermo Mata Amado.
Figura 9. Espectrograma del generador de ruido tipo 3b. Colección Samuel Martí.
Figura 11. Espectrograma de un generador de ruido del tipo 4. Procede del sitio La Trinidad de
Nosotros, Petén, Guatemala.
Figura 12. Generador de ruido del tipo 5. Estructura 2A7-3, Complejo La Danta, El Mirador,
Petén, Guatemala (dibujo realizado por Hiro Iwamoto, cortesía del Proyecto Arqueológico
Cuenca Mirador).
Este parámetro nos sirvió para calificar qué tan potentes eran los
instrumentos musicales e inferir los posibles espacios en donde se
utilizaron. En los aerófonos del tipo 1 y 3b (clarinetes mayas)
notamos que son de baja potencia acústica en comparación con
otros instrumentos de la orquesta moderna, mas no así en el caso
del generador de ruido del tipo 3a (el que tiene la efigie del mono).
Estos datos nos permiten inferir que los generadores de ruido del
tipo 1 y 3b fueron diseñados para ser audibles en espacios cerrados
o a distancias no muy lejanas, posiblemente en ceremonias o rituales
al interior de los templos o las casas. En espacios abiertos son poco
perceptibles, ya que su potencia acústica no les permite equipararse
con otros instrumentos como las trompetas de caracol. En cambio, el
generador de ruido tipo 3a —con la efigie del mono— tiene las
cualidades para escucharse a distancias relativamente lejanas,
aunque no supera en potencia a los silbatos bucales manufacturados
en ilmenita procedentes del área olmeca (Velázquez Cabrera, 2009a)
y de la Mixteca Oaxaqueña (Sánchez Santiago, 2012).
Potencia acústica
Fuente de sonido
radiada (watts)
Orquesta de 75 profesores tocando a plena potencia 70
Bombo a plena potencia 25
Tubo de órgano a plena potencia 13
Trombón a plena potencia 6
Piano a plena potencia 0.4
Silbato bucal de Coixtlahuaca 0.316
Trompeta a plena potencia 0.3
Silbato bucal de ilmenita (olmeca) 0.1
Flautín a plena potencia 0.08
Silbato bucal de mármol de San Juan Raya, Pue. (popoloca) 0.063
Clarinete a plena potencia 0.05
Bajo cantando fortísimo 0.03
Silbato bucal CM90 H2-23 0.199
Tabla 1
* Los aerófonos de ruido del sitio El Mirador (ELM 400TT.02.264 y ELM 400VV.06.279) fueron
encontrados durante la temporada de campo de 2008 (López et al., 2009: 207-235).
Comentarios
Las efigies que decoran los generadores de ruido incluyen formas de
jaguares, aves, coati-mundi, venados y batracios. Estas
representaciones están estrechamente relacionadas con los
símbolos de poder empleados por las antiguas élites mayas. Esto
nos permite pensar que los instrumentos aquí presentados fueron
utilizados en ritos y ceremonias, posiblemente a nivel doméstico. En
ciertos casos, la relación entre el sonido y la iconografía van
estrechamente relacionadas; por ejemplo, en el caso del generador
de ruido con efigie de mono araña, donde es sorprendente la
capacidad de imitación de un sonidos animal a través un fenómenos
acústico. En la iconografía maya, el mono se relaciona con las artes,
la escritura, la sexualidad, la fertilidad y la fecundación (Rodens,
2007: 143). Hay otros generadores de ruido con la efigie de un ave
que tiene semejanza con la iconografía del Ave Principal (Principal
Bird Deity). Hellmuth (1986: 196) la identifica con un halcón de la
especie Herpetotheres cachinnans, cuyo grito está descrito en un
pasaje del Popol Vuh como “wa-ko, wa-ko” y era considerado como
un presagio de la temporada de lluvias. Es posible que los
generadores de ruido —con la efigie del ave— sólo tengan un orificio
de digitación, ya que con éste se podía imitar más fielmente el
sonido del halcón. Las representaciones del Ave Principal tanto en
estelas como en otros objetos de cerámica (por ejemplo los vasos
K3125, K7821 y K8636 del portafolio de imágenes de Justin Kerr),9
servían como símbolos de poder entre los nobles, quienes
pregonaban su capacidad de volar, trascender el mundo terrenal y
entablar comunicación con las entidades sagradas. En otros casos
se les asocia con el complejo de la deidad Itzamnaaj y con los
eventos míticos que sucedieron en una era anterior, tal como se
relata en el Popol Vuh.
Por otro lado, la manufactura de estos artefactos implicaba un
conocimiento no sólo de las técnicas cerámicas sino también de la
acústica y la organología. Esto nos hace suponer que dentro del
gremio de artesanos había individuos, posiblemente músicos, con
amplios conocimientos en el campo de la acústica musical y que sólo
ellos pudieron manufacturar instrumentos tan complejos.
Este estudio nos ha permitido elaborar una tipología tentativa para
los generadores de ruido mayas; investigaciones futuras podrán
verificar si existen otras variantes de los generadores de ruido en la
cultura maya y si éstas modifican lo que hemos propuesto en esta
presentación. La ampliación del corpus determinará si existe o no
una correlación entre la forma, la decoración y las características
acústicas.
Agradecimientos
Agradecemos a Guillermo Mata Amado, quien nos permitió
documentar dos piezas de su colección, a Oswaldo Chinchilla,
curador del Museo Popol Vuh, y a la Universidad Francisco
Marroquín de Guatemala, que nos facilitó la imagen de rayos X de un
generador de ruido y nos permitió realizar la sesión de grabaciones
de sonidos dentro de las instalaciones de dicho museo.
También agradecemos a los Proyectos Arqueológicos Pacbitun,
Motul de San José y Cuenca Mirador, pero en especial a Paul Healy,
director del Proyecto Pacbitun, a Antonia Foias, directora del
Proyecto Motul de San José, a Christina Halperin y a Matthew
Moriarty, integrantes del mismo proyecto, y a Richard D. Hansen y
Edgar Suyuc Ley, respectivos director y codirector del Proyecto
Arqueológico Cuenca Mirador, y a Francisco López y Carlos
Morales-Aguilar, del mismo proyecto, por su permiso para presentar
y discutir los generadores de ruido que se han encontrado en los
sitios mencionados. Además, a Werner Rutishauser, curador de la
Colección Ebnöther del Museo Schaffhausen de Suiza, por autorizar
el uso de las fotografías de un generador de ruido de su colección.
En México agradecemos a Marcus Winter, investigador del Centro
INAH Oaxaca, por permitirnos documentar materiales provenientes
de sus exploraciones en el Istmo de Tehuantepec. Asimismo, al
personal del Museo de las Culturas de Oaxaca, por su apoyo en el
registro del clarinete maya de la Colección Martí.
__________
1 Las grabaciones mencionadas en este artículo pueden escucharse en Proyecto
Universos Sonoros Mayas, Entramadados sonoros de tradición mesoamericana:
<http://www.iifilologicas.unam.mx/universossonorosmayas/index.php?page=medios-del-libro>.
2 Los generadores anteriormente descritos no los hemos examinado físicamente, nuestra
clasificación está basada en los dibujos publicados por Brainerd (1958). Por ello este hecho
no hemos podido realizar el análisis acústico para evaluar sus cualidades sonoras.
3 Este ejemplar no procede de una excavación sistemática y, por lo tanto, no podemos
conocer en qué tipo de contexto se halló; sin embargo, el estilo iconográfico parece indicar
que proviene de algún sitio de la Costa Sur de Guatemala.
4 Hasta el momento se han documentado físicamente 7 piezas. Además, los autores han
podido registrar otros ejemplares en colecciones de diversos museos y en varias
publicaciones; no obstante, dichas piezas nunca fueron examinados en el sentido
arqueomusicológico o acústico.
5 Los cinco ejemplares de los aerófonos de ruido (tipo 3b) fueron encontrado durante
excavaciones de la Estructura 2, BU 2-1 por Healy en 1986. Formaban parte de un ajuar
funerario que consistía en un total de 14 instrumentos sonoros (8 flautas vasculares con
orificios de digitación decorados con efigies antropomorfas y zoomorfas, 5 aerófonos de ruido
y un instrumento poliorgánico compuesto de una flauta transversal de soplo directo sin
aeroducto y una sonaja vascular). También se hallaron dentro de la tumba 20 recipientes de
cerámica finamente elaborados, joyería de jade y un cuchillo ceremonial de obsidiana. Se
supone que se trata del lote de instrumentos musicales más grande encontrado hasta la
fecha dentro de un asentamiento maya (Healy et al., 2008: 25).
6 El espécimen de Xunantunich fue encontrado en un entierro de un adulto probablemente
femenino ubicado en una pequeña plataforma frente la Estructura B-5 a una profundidad de
20 a 30 cm debajo de la superficie. El único artefacto asociado con el cuerpo humano era el
generador de ruido que fue depositado debajo de los pies del individuo. El instrumento de
ruido probablemente data del periodo Posclásico Medio o Tardío (Pendergast & Graham,
1981: 16-17, 19).
7 Este ejemplar se encuentra actualmente en la Colección Samuel Martí en el Museo de las
Culturas de Oaxaca.
8 El término silbatos de la muerte se refiere a otro tipo de generadores de ruido de la cultura
azteca, cuya superficie está adornada con la efigie de un cráneo y que producen un ruido más
fuerte, debido a que el especio entre los distintos elementos morfológicos en su interior es
más reducido (Velázquez Cabrera, 2009b). Estos y otros generadores de ruido han sido
investigados también por Both (2005a, 2005b).
9 El portafolio de imágenes de vasos mayas puede consultarse en la siguiente dirección
electrónica: <www.famsi.org>.
ESTUDIO ARQUEOACÚSTICO DE TROMPETAS DE CARACOL
PREHISPÁNICAS MAYAS
Francisca ZALAQUETT R.
Pablo PADILLA
Roberto CARBAJAL
Dulce S. ESPINO
Ramiro CHÁVEZ
Antecedentes
Las trompetas de caracol han sido encontradas en muchas
excavaciones arqueológicas en una variedad de asentamientos
mesoamericanos, tanto como instrumentos musicales o bien
representadas en pinturas murales, relieves de piedra y vasos
polícromos, entre otros. De los diversos sitios arqueológicos donde
se han ubicado, destaca específicamente Kaminaljuyu, donde se
hallaron 4 trompetas de concha pertenecientes a la especie
Pleuroploca princeps; éstas llevan incisiones y agujeros, y forman
parte de la ofrenda de la tumba A1 (Kidder, 1946: 147). Trompetas
similares fueron halladas en Uaxactún por Ricketson y Ricketson
(1937: 202), y también se encontraron en el distrito de Corozal, en
una ofrenda (Gann y Gann, 1939: 30), y en Santa Rita (Gann, 1918:
63). En Lubaantun fueron reportadas por Joyce, Cooper Clark y
Thompson (1927: 313).
En el Altiplano mexicano, en específico en Teotihuacan, durante el
periodo Clásico, las trompetas aparecen en la iconografía ataviadas
con plumas iridiscentes de quetzal sujetas en el canal anterior y en la
orilla del labio. Siempre se presentan con boquillas de copas grandes
aplicadas al ápex suprimido (Both, 2010: 183). Entre las deidades
relacionadas con estos instrumentos ceremoniales destacan las
diosas femeninas y Tláloc, dios de la lluvia. Se advierte su asociación
con las aves, principalmente el quetzal, y, en menor medida, con las
guacamayas. También hay representaciones de trompetas de
caracol que se transforman en zopilote rey, lo que revela una
vinculación con el Sol y la guerra. En la pintura mural de las fases
Xolalpan Temprano y Tardío (450-650 d.C.) se revela una asociación
de las trompetas con los felinos, los guerreros y los sacrificios
humanos (Both, 2010: 183), lo que apunta un posible cambio o
ampliación de significado.
En el entierro 32 de Tetitla se hallaron una trompeta cilíndrica con
campana y una trompeta en forma de caracol, ambas de cerámica.
Y en el Museo Nacional de Antropología de México se conservan dos
trompetas de caracol pintadas al fresco (Both, 2010: 187).
Recientemente, Saburo Sugiyama y Rubén Cabrera hallaron dos
trompetas de caracol en los entierros 3 y 5 de la Pirámide de la Luna
(Both, 2010: 188). La primera de ellas se elaboró en un gasterópodo
adulto de la especie Pleuroploca gigantea, el diámetro de la boquilla
es de 2 cm, proviene del entierro 3 depositado al norte de la fachada
septentrional de la cuarta etapa constructiva de la pirámide, fechada
alrededor del 300 d.C. El entierro contenía 4 personas sacrificadas,
con los brazos detrás de la espalda y las manos atadas (Both, 2010:
191). La trompeta se localizó atrás del individuo 3D, que no poseía
ornamentos, por lo cual se cree que era de un rango social menor,
sin saber con certeza su origen.
La segunda trompeta se ubicó en el entierro 5, perteneciente a la
sexta etapa constructiva de la Pirámide de la Luna, alrededor del 350
d.C. El entierro albergaba 3 individuos masculinos ricamente
ataviados y sentados en posición de loto, eran posibles
representantes de la elite maya (Both, 2010: 192).
Las trompetas de concha y de cerámica
Por sus características organológicas podemos definir a las trompe-
tas como aerófonos (los instrumentos en los que el generador del
sonido es el aire oscilante en su interior y exterior). En ellos es
importante considerar el mecanismo con el cual ponen a vibrar el aire
y la forma de su cámara de resonancia, ya que tales elementos
marcan la altura y el timbre del sonido. El ejecutante aplica a las
trompetas una fuerte presión sonora (explosión), lo que provoca una
vibración de los labios.
A veces estas trompetas llevan boquillas adaptables de hueso,
barro, calabazos y cera de abejas. Adje Both, en su estudio sobre
las trompetas de Teotihuacan, ha observado y experimentado la
posibilidad de que lleven boquillas con copas grandes aplicadas al
ápex suprimido, con aplicación de una orejera circular de piedra o
bien utilizando cera de abeja como aglutinante (Both, 2010: 194).
El diseño ergonómico de los caracoles en cerámica facilita y
optimiza su resonancia, siendo más cercano a un instrumento
musical. Las trompetas de cerámica son representaciones de las
conchas marinas de la especie Pleuroploca gigantea, las cuales
tienen una concha grande (de hasta 60 cm) fusiforme, con el interior
porcelanoso, ocho espiras (la última globosa), hombros amplios,
nódulos en las espiras, costillas envolventes y el canal sifonal largo y
doblado, rematada con una abertura grande. Este caracol se
distribuye en la Provincia Malacológica Caribeña; en México se le
encuentra a lo largo del Golfo de México desde Tamaulipas hasta
Yucatán, habita en aguas someras con pastos marinos, en bahías y
ensenadas, así como en lagunas litorales (García-Cubas Antonio y
Martha Reguero, 2004). El primer caracol cerámico está desgastado
de la superficie, no se observan sus costillas, pero sí los nodos en
las espiras, el hombro globoso, la apertura amplia y el sifón largo y
doblado (figura 1). El segundo ejemplar está más estilizado, pero
presenta las espiras amplias y globosas con nódulos (figura 3 y 4)
(Norma Valentín y Adrián Velázquez, comunicación personal).
Figura 1. Trompeta 1 en forma de caracol elaborada de cerámica, perteneciente a la Sala
Maya del Museo Nacional de Antropología de México. Radiografía tomada por la Dra. Josefina
Bautista, Museo Nacional de Antropología, México.
Figura 3. Trompeta 2 en forma de caracol de cerámica, exhibida en la Sala Maya del Museo
Nacional de Antropología de Mexico. Carece de contexto arqueológico, solamente posee
asociación cultural maya y datación cerámica para el periodo Clásico Tardío. En este caso se
encuentra restaurada.
Figura 4. Trompeta 2 interpretada por Roberto Carvajal, quien muestra la posición más
cómoda para tocarla. Fotografía de la especie cortesía de Norma Valentín y Adrián Velázquez,
Museo Templo Mayor.
Figura 5. Trompeta 3, proveniente de un rescate arqueológico en Jaina. Largo de la cámara de
resonancia: 13.4 cm, ancho: 13 cm; largo: 21.5 cm.
Radiografía tomada por la Dra. Josefina Bautista.
Figura 10. Distintos ejecutantes y escenas pintadas en vasijas donde están presentes las
trompetas. Dibujos realizados por Hugo Brizuela.
Los indios tienen recreaciones muy donosas y principalmente farsantes que representan
con mucho donaire, tanto que a estos alquilan los españoles para no más que vean los
chistes de las españolas que pasan con sus mozas, maridos o ellos propios sobre el
buen o mal servir, y después lo representan con tanto artificio como los españoles. Tienen
atabales pequeños que tañen con la mano, y otro atabal de palo hueco, de sonido pesado
y triste; táñenle con un palo larguillo, puesto al cabo cierta leche de un árbol y tienen
trompetas largas y delgadas de palos huecos, y al cabo unas largas y tuertas calabazas;
y tienen otro instrumento de toda la tortuga entera con sus conchas y, sacada la carne,
táñenle con la palma de las manos, y es un sonido lúgubre y triste. Tienen chiflatos de
huesos de cañas de venado y caracoles grandes y flautas de cañas; y con estos
instrumentos hacen son a los bailantes y tienen dos bailes muy de hombres y de ver. El
uno es un juego de cañas y así se llaman ellos Colomché que lo quiere decir; para jugarlo
se junta una gran rueda de bailadores con su música que les hacen son, y por su compás
salen dos de la rueda el uno con un manojo de bohordos y baila con ellos enhiesto; el otro
baile en cuclillas, ambos con compás de rueda; y el de los bohordos, con toda su fuerza
los tira al otro, el cual con gran destreza, con palo pequeño arrebátalos; acabado de tirar,
vuelve con su compás a la rueda y salen otros a hacer lo mismo. Otro baile hay que bailan
ochocientos y más y menos indios con banderas pequeñas, con son y paso largo de
guerra, entre los cuales no hay uno que salga de compás; y en sus bailes son pesados,
porque todo el día entero no cesan de bailar, porque les llevan ahí de comer y beber
(Landa, 1938: 37).
Pedro Sánchez de Aguilar, en el siglo XVIII, describe estas danzas:
Análisis acústico
Antes de entrar en aspectos más técnicos, nos parece importante
hacer algunos comentarios sobre la importancia de desarrollar un
estudio acústico integral que implique, además de la caracterización
acústica tradicional, la simulación computacional de los instrumentos
basada en la modelación física y matemática. Esta metodología
permite formular hipótesis arqueológicas razonables que pueden ser
puestas a prueba en las simulaciones. Por ejemplo, qué tan factible
es el hecho de que se haya buscado preservar las características
sonoras de los caracoles en otros materiales. ¿Es probable que la
elección del material tenga que ver con su funcionalidad acústica o
más bien nos encontramos con un objeto en el que el carácter
simbólico de la materia prima usada en su construcción es más
importante que sus características sonoras? Estas y otras preguntas
son claramente importantes y a la vez difíciles de contestar de
manera concluyente. Sin embargo, no puede pensarse en hacer un
progreso real sin el uso de estas herramientas metodológicas. La
finalidad de esta parte de la investigación consiste, pues, en poder
desarrollar una copia virtual de los instrumentos, junto con algunas
consideraciones sobre la acústica de los mismos. Para mayores
detalles sobre aspectos físicos y matemáticos del material que se
presenta a continuación, referimos al lector al libro clásico sobre la
teoría del sonido de Rayleigh (1945).
Inicialmente recordamos algunos aspectos bien conocidos sobre los
llamados resonadores de Helmholtz. Es claro que un caracol tiene
características acústicas mucho más complejas que éstos. Sin
embargo, como primera aproximación y a modo de poder fijar
algunos parámetros de referencia, es útil esta simplificación.
La razón principal para ello es que en los resonadores de Helmholtz
las vibraciones resonantes son excitadas por una frecuencia que
corresponde a la frecuencia natural del sistema, por lo que al menos
se puede tener una primera estimación teórica de la que debiera
corresponder a la frecuencia fundamental, la cual puede ser
determinada por analogía con un sistema mecánico. Incluimos los
aspectos más importantes de este análisis.
Los primeros resonadores de Helmholtz fueron construidos por H.
Von Helmholtz en 1860 y con ellos demostró que cualquier sonido
musical complejo puede ser considerado como una mezcla de la
frecuencia fundamental y sus armónicos con diferentes amplitudes. Si
la composición del sonido contiene una frecuencia igual o muy
próxima a la frecuencia resonante de la cavidad, ésta la amplifica
permitiendo percibirla aisladamente.
El ejemplo más típico de estos resonadores es cuando se sopla
transversalmente sobre el cuello de una botella. Consideremos una
botella con gran volumen V2 y un cuello estrecho de longitud L1 y
área A1. La botella está abierta a la atmósfera, que tiene densidad
ρ0 y presión p0. Suponemos que el aire en el cuello se mueve como
un pistón sólido, mientras que el aire en el volumen principal de la
botella se comprime y expande de manera alternativa como si fuera
un resorte. Si la masa de aire m en el interior del cuello se desplaza
en un cierto instante una distancia x hacia la derecha, la presión
interna desciende y como resultado se obtiene una fuerza que trata
de llevar a esta masa de aire a su posición de equilibrio (figuras 12 y
13).
Por ejemplo:
Si se tiene una botella abierta a la atmósfera
v≈340m/s
V=10-3m3
A=10-4m2
L=5x10-2m
Se tiene ωH≈477.15s-1 o sea f≈ 75.98 Hz
Figura 17. Perspectiva que muestra el volumen sólido de la estructura de la trompeta utilizado
para la modelación computacional de sus propiedades acústicas.
Figura 18. Señal de audio de la trompeta 3 (fig. 5) en el dominio del tiempo y el espectrograma
de la misma.
2) Bocina exponencial
3) Bocina catenoidal
Figura 23. La FFT aplicada a la señal de audio de la trompeta 1 (fig. 1), y la frecuencia
fundamental (474.9 Hz) y el rango dinámico (-33.23 dBFS) de la misma.
Figura 24. Señal de audio de la trompeta 1 (fig. 1) en el dominio del tiempo y el espectrograma
de la misma, soplido medio.
Figura 26. La FFT aplicada a la señal de audio de la trompeta 1 (fig. 1), y la frecuencia
fundamental (250.7 Hz) y el rango dinámico (-43.81 dBFS) de la misma.
Figura 27. Señal de audio de la trompeta 1 (fig. 1) en el dominio del tiempo y el espectrograma
de la misma, soplido fuerte.
Figura 29. La FFT aplicada a la señal de audio de la trompeta 1 (fig. 1), y la frecuencia
fundamental (439.3 Hz) y el rango dinámico (-33.44 dBFS) de la misma.
Figura 30. Señal de audio de la trompeta 2 (fig. 3) en el dominio del tiempo y el espectrograma
de la misma.
Figura 32. La FFT aplicada a la señal de audio de la trompeta 2 (fig. 3), así como también la
frecuencia fundamental (331.7 Hz) y el rango dinámico (-33.71 dBFS) de la misma.
Figura 33. Señal de audio de la trompeta 2 (fig. 3) en el dominio del tiempo y el espectrograma
de la misma, soplido medio.
Figura 35. La FFT aplicada a la señal de audio de la trompeta 2 (fig. 3), y la frecuencia
fundamental (331.6 Hz) y el rango dinámico (-32.66 dBFS) de la misma.
Conclusiones
Es importante mencionar que una vez contando con estas mallas
poligonales será posible resolver computacionalmente la ecuación de
onda, de tal forma que se pueda efectivamente tener una
reproducción virtual del instrumento original u otros análogos con
cierto grado de precisión. Más aún, ello permitiría hacer un estudio
comparativo con otro tipo de geometrías, ya sea de otros
instrumentos o de caracoles naturales, haciendo una reconstrucción
de alta resolución de sus estructuras internas, referenciadas a
radiografías en los tres planos axiales.
La modelación de trompetas de caracol utilizando una plataforma
computacional permitirá experimentar también las variaciones que
producirían la utilización de diferentes materiales en su confección,
establecer relaciones y diferencias entre las distintas posibilidades
sonoras y aportar elementos de juicio para entender las
características materiales y técnicas que fueron destacadas o
priorizadas en la construcción y uso de cada una, dentro del contexto
arqueológico en el que fueron localizadas, el manejo en la
manufactura de trompetas en cerámica y su posible intencionalidad
acústica.
Agradecimientos
A la dra. Diana Magaloni, directora del Museo Nacional de
Antropología; a la arqueóloga Federica Sodi, curadora Sala Maya del
Museo Nacional de Antropología; a la dra. Josefina Bautista, del área
de Antropología Física del Museo Nacional de Antropología. A todo
el personal del Museo Nacional de Antropología; a Marco Antonio
Carvajal y a la Bodega de Bienes Culturales de INAH Campeche. A
Norma Valentín y Adrián Velázquez, del Museo Templo Mayor.
LOS SONIDOS DEL TUNKUL.
CÓDIGOS ACÚSTICOS MAYAS DE LA PENÍNSULA DE YUCATÁN
Mi tío abuelo [Fidencio Pool] me lo enseñó y me contó su historia […] Él me contó cómo
se hizo este tunkul, que es el corazón de un árbol. Después de dejarlo secar cinco años,
se empieza a trabajar. Mi tío abuelo da la medida en cuartas […]
El músico es el que se encarga [de elaborarlo], [para ello] el mejor tronco es el de zapote,
siricote, granadillo, aguacate de montaña y el chakté. Se corta y se deja secar; a veces
también se usa el tronco seco ya caído, esos tienen sonidos más especiales, se van
golpeando y viendo los más propicios para cortarlos y para tocarlos. El árbol de aguacate,
cuando crece, se hace hueco y se va golpeando y se seleccionan los mejores lugares
para cortarlo.
a)
b)
Figura 6. Los diferentes tipos de baquetas utilizadas para tocar el tunkul: a) Sección derecha,
baquetas elaboradas con madera y recubiertas en un extremo. En la parte izquierda de la
misma imagen se aprecian otro par hecho con la penca de guano. b) Baquetas sin
recubrimiento.
Figura 8. Diagrama de tunkul y las secciones que son percutidas. En la mayoría de los casos
se golpean las secciones marcadas en rojo. Se propone que las secciones verdes pueden
servir como posibles áreas de contusión.
Tonos
Tunkul 10-488991, Frecuencia
occidentales Intervalos
Palacio Cantón fundamental
con cents
Lengüeta
derecha,
cerca de la Si2 + 61 Si2 a Do3
128.48
ranura cents (segunda)
Lengüeta
derecha, al Si2 + 75 Sol#2 a Si2
centro 129.69
cents (segunda mayor)
Superficie
distal,
lengüeta Fa#4 + 9
372.60
derecha cents
Superficie
p
proximal,
lengüeta Sol4 + 91
derecha 413.29
cents
derecha
Lengüeta
izquierda, 4 octavas en la lengüeta izquierda y
cerca de la Do3 + 82
137.24 superficie cercana (segunda, tercera, cuarta
ranura cents
y quinta octavas)
Lengüeta
izquierda, Sol#2 + 51
al centro 107.42
cents
Lengüeta
izquierda, al La4 + 34
final 449.86
cents
Superficie
distal,
lengüeta Re3 + 36
150.80
izquierda cents
Tabla 2. Tunkul 10-343059, expuesto en el Museo Fuerte San Miguel, Campeche. Data de
finales del siglo XIX (donado al museo).
Lengüeta
derecha,
cerca de Si2 + 79 Si2 + 83 Si2 + 7
129.33 129.58 129.13
la ranura cents cents cents
central
Lengüeta
Si2 + 72 Si2 + 91 Do3 +
derecha 128.78 130.17 131.71
cents cents cents
Lengüeta
derecha, Sol5 + 98 Sol5 + 92 Sol5 +
830.05 827.08 828.04
final cents cents cents
Distal
derecha, Re#4 + 64 Re#4 + 72 Re#4 +
al centro 323.12 324.57 324.11
cents cents cents
Distal
derecha, Sol#4 + 37 Re#4 + 34 Re#4 +
434.49 317.56 321.39
al final cents cents cents
Proximal
derecha,
ranura Re#4 + 58 Re#4 + 61 Re#4 +
321.94 322.45 320.10
central cents cents cents
Proximal
derecha, Re#4 + 57 Re#4 + 56 Re#4 +
al centro 321.84 321.50 323.21
cents cents cents
Proximal
derecha, Re#4 + 56 Re#4 + 70 Re#4 +
al final 321.5 322.5 321.5
cents cents cents
Lado
derecho,
Re#4 + 55 Re#4 + 57 Re#4 +
altura 321.50 321.77 319.24
cents cents cents
lengüeta
Lado
derecho, Sol#4 + 70 Re#4 + 84 Re#4 +
arriba 432.72 326.67 326.67
cents cents cents
Lengüeta
izquierda,
cerca de Re#3 + 18 Re#3 + 29 Re#3 +
157 26 158 28 160 15
la 157.26 158.28 160.15
cents cents cents
ranura
Lengüeta
izquierda, Re#3 + 40 Re#3 + 14 Re#3 +
159.34 156.87 160.15
al centro cents cents cents
Lengüeta
izquierda, Re#3 + 60 Re#3 + 64 Re#3 +
al final 161.44 161.54 161.54
cents cents cents
Distal
izquierda,
cerca
de la Re#4 + 73 Do#4 + 84 Re#4 +
324.72 289.4 325.25
ranura cents cents cents
central
Distal
izquierda, Re#4 + 78 Do#4 + 84 Re4 +
al centro 325.65 289.4 311.47
cents cents cents
Distal
izquierda, Fa5 + 2 Re#4 + 26 Fa5 +
699.37 316.1 700.50
al final cents cents cents
ranura
Proximal
izquierda, Re#4 + 67 Re#4 + 39 Re#4 +
al centro 323.61 318.52 322.16
cents cents cents
Proximal
izquierda, Fa#5 + 4 Fa5 + 99 Re#4 +
al final 742.12 739.79 318.27
cents cents cents
Lado
izquierdo,
altura Re#4 + 59 Re# 4 + 70 Re#4 +
322.13 324.26 319.80
lengüeta cents cents cents
Lado
izquierdo, Re#4 + 59 Re#4 + 70 Re#4 +
arriba 322.13 324.26 323.10
cents cents cents
Lado
izquierdo, Re#4 + 25 Re#4 + 22 Re#4 +
abajo 315.93 315.24 313.46
cents cents cents
Tabla 3. Tunkul etnográfico de Pomuch, ejecutado y resguardado por Jorge Pool (track 10).
Lengüeta
derecha,
cerca
Do#3 + 63 Do#3 + 41 Do#3 +
de la 143 142 142
cents cents cents
ranura
central
Lengüeta
derecha, Re#3 + 80 Do#3 + 63
163 143 565 Do#5
al final cents cents
Distal
derecha,
cerca
de la Re#3 + 80 Re3 + 59 Re#3 +
163 152 162
ranura cents cents cents
central
Distal
derecha, Re #3 + 80 Re 3 + 59 Re #3 + 80 Re #3 +
163 152
al centro cents cents cents cents
Distal
derecha, Re#3 + 80 Re#3 + 80
al final 163 163 154 Re 3
cents cents
Proximal
derecha,
ranura 223 La3 224 La3 233 La3
central
Proximal
derecha, Re#3 + 80 Re#3 +
al centro 163 157 Re#3 162
cents cents
Proximal
derecha Re#3 + 80 Re#3 + 80
al final 163 163 164 Re#3
cents cents
Lado
derecho,
200 Sol3 144 Do#3 144 Do#3
arriba
Lado
derecho, Do#3 + 41
158 Re#3 142 164 Re#3
abajo cents
Lengüeta
izquierda,
de la
121 La#2 123 La#2 122 La#2
cerca
ranura
Lengüeta
izquierda,
121 La#2 124 Si2 123 La#2
al centro
Lengüeta
izquierda,
al final 122 La#2 124 Si2 526 Do5
Distal
izquierda,
cerca
de la 153 Re3 157 Re#3 161 Re#3
ranura
central
Distal
izquierda, Re#3 + 80
163 158 Re#3 409 Sol4
al final cents
Proximal
izquierda,
224 La3 224 La3 224 La3
ranura
Proximal
izquierda,
al centro 523 Si4 164 Re#3 164 Re#3
Proximal
izquierda, Re#3 + 80 Re#3 + 80
al final 163 163 164 Re#3
cents cents
Lado
izquierdo,
altura Do#3 + 41 Do#3 + 41
142 142 165 Mi3
lengüeta cents cents
Lado
Lado
izquierdo, Re#3 +
arriba 156 Re#3 153 Re3 162
cents
Lado
izquierdo, Re#3 + 80 Re#3 +
163 164 Re#3 162
abajo cents cents
Tunkul
Tunkul
10-
10- Tunkul
343059,
488991, de
Museo Tunkul de Pedro Hernández,
Medidas Museo Jorge
Fuerte de Chenkú
Palacio Pool, en
San
Cantón, Pomuch
Miguel,
Mérida
Campeche
47.2
Largo 84.5 cm 80 cm 61.9 cm
cm
Largo de
la 15.2
33 cm 32.0 cm 22 cm
lengüeta cm
izquierda
Ancho
de la
19.3 cm 8.5 cm 6.5 cm 7.6 a 7.8 cm
lengüeta
izquierda
Espesor
de la
2.8 cm 2.2 cm 2.5 cm 2.0 cm
lengüeta
izquierda
Largo de
la 17.3
28 cm 27 cm 22.5 cm
lengüeta cm
derecha
Espesor
de la
2.8 cm 2.3 cm 2.5 cm 1.8 cm
lengüeta
derecha
Figura 11. Detalle de Vasija K3007, Archivo Justin Kerr (cortesía de FAMSI).
Figura 13. Detalle del incensario con forma de un personaje con un tunkul (modificado a partir
de Kidder et al., 1946).
Las evidencias antes señaladas permiten matizar las premisas
difusionistas que hasta el momento habían ubicado la presencia de
los tunkulo’ob en el área maya a partir del Posclásico, ya que
sugieren una mayor antigüedad en lo concerniente a la utilidad de
este instrumento musical. Sin embargo, es menester señalar que
todavía falta realizar una investigación más detallada de las
evidencias materiales en diversos contextos, con la finalidad de
resaltar un mayor número de variantes asociadas a los tunkulo’ob
precolombinos. De igual modo, es importante recalcar otra materia
pendiente por investigar en lo concerniente al tunkul: el
esclarecimiento de sus aspectos míticos y simbólicos. De este modo,
dichas premisas conforman la parte final del presente trabajo y, de
alguna manera, las directrices analíticas que hemos de seguir en
futuras investigaciones.
Conclusiones
Para los mayas, el tunkul no representaba un mero objeto, más bien
era considerado una entidad animada, con voluntad y voz propias. Su
canto, según parece, expresaba una estructura musical compleja que
desde tiempos milenarios conformó un elemento sustancial para la
expresión de la ritualidad y la reproducción cultural, y, debido a ello,
ha logrado trascender los embates del colonialismo hispano. De
hecho, sus significados y expresiones todavía se encuentran vigentes
en algunos pueblos indígenas de la Península de Yucatán.
Como se ha demostrado, existen aspectos organológicos y
estructurales compartidos por los tunkulo’ob (cavidad de resonancia,
posición y corte de las lengüetas, etcétera). Todas estas
características formales y estructurales son fundamentales para la
creación de sus tonalidades. Algunos tunkulo’ob tienen registros de
más de 8 tonos, y pueden llegar a oírse a más de 1 500 metros de
distancia. Asimismo, una nueva lectura de las evidencias
arqueológicas ha permitido entrever que durante el periodo Clásico
(250-900 d.C.) el tunkul ya estaba presente en el área maya. Todo lo
anterior denota la importancia que tuvo y que todavía conserva este
instrumento musical sagrado.
Agradecimientos
Al personal del INAH del Museo Fuerte San Miguel (Campeche) y del
Museo Palacio Cantón (Mérida, Yucatán). A Jorge Pool, Roger
Juárez Galera y Pedro Hernández.
__________
1 Es probable que el franciscano evitara escribir su nombre maya, por la estrecha relación
de este instrumento con el culto a los dioses nativos que él tanto había tratado de desterrar.
2 Diego de Landa emplea este término derivado del árabe, que significa “tambor”.
3 Además de las baquetas de guano, las baquetas sin recubrimiento correspoden a dos
varillas que generalmente son elaboradas con la misma madera con la que se talla el tunkul
(Hernández, 2012, comunicación personal).
4 Las grabaciones mencionadas en este artículo pueden escucharse en Proyecto
Universos Sonoros Mayas, Entramadados sonoros de tradición mesoamericana:
<http://www.iifilologicas.unam.mx/universossonorosmayas/index.php?page=medios-del-libro>.
5 AGN, Inquisición, vol. 629, exp. 4, Recopilación de testimonios indígenas por mandato del
comisario del Santo Oficio Antonio de Orta, Provincia de Yucatán, 1674, ff. 336r-390r.
6 Todos los archivos sonoros fueron grabados y editados en formato .wav a 48000 Hz, 16
bit, Mono. Editados en AVS Audio Editor 6.1. Los intérpretes fueron Alejandro Ramos y
Francisca Zalaquett.
7 Como resultado de los fenómenos de expansión y contracción de la madera, existe la
probabilidad de que, en los años subsecuentes, la proporción del “agrietamiento” pueda
extenderse hasta las secciones estructurales del instrumento propiciando de esta forma la
variación o incluso la pérdida de algunas de sus tonalidades.
8 AGN, Indios, vol. 100, Relación del cura Bartolomé del Granado Baeza, Yaxcabá, 1813.
9 Sobre la disparidad en el uso de esta medida, véase, por ejemplo, las referencias de “los
pueblos de indios que cada guardianía franciscana tenía por visita”, en AGI, Audiencia de
México, 369, Expedientes sobre los obispos de Yucatán, 1573-1699, especialmente la
respuesta del prelado Montaño (6 de enero de 1582) referente a los pueblos de Conkal, Motul,
Cizantún, Tecantó, Izamal, Maní, Tekax, Sisal, Tizimín, Campeche y Kalkiní (ff. 258r-265v); y
Relaciones histórico-geográficas de la gobernacion de Yucatán, 1984.
10 AGN, Indios, vol. 100, Relación del cura Bartolomé del Granado Baeza, Yaxcabá, 1813.
Las medidas coloniales pueden, en cierto sentido, equipararse proporcionalmente al sistema
métrico decimal. Sin embargo, es menester señalar que dichas equivalencias no determinan
valores homogéneos e inmutables, más bien representan aproximaciones que podían variar
considerablemente de una región a otra (Vera, 2007: 41). Un claro ejemplo de esto serían las
disposiciones que el gobierno colonial publicó a finales de la séptima década del siglo XVIII
(Garza, 2011) con la finalidad de propagar el uso de normas y pautas más estables para la
regulación de las distancias (especialmente las de mayor amplitud). Por otro lado, se puede
mencionar que de manera similar a lo que aconteció con los diversos tipos de legua, la vara
tampoco fue homogénea en el territorio novohispano. Sin embargo, por tratarse de una
medida de menor envergadura, diversos autores coinciden en señalar que su rango de
variabilidad era mucho menor (Vera, 2007: 41, 50; Gibson, 1991: 263).
11 En 1803, una década antes de la publicación del Informe del fraile Granado Baeza,
Humboldt llevó a cabo lo que podría considerarse como la “primera comparación entre la vara
mexicana y el metro”. El resultado de esta medición indicó que la vara se componía de 839.16
mm (83.9 cm), dato muy similar al referido por autores como Héctor Vera (2007: 41, 50) y
Gibson (1991).
12 Al parecer, la milpa maya colonial media aproximadamente un cuarto de legua (lub). Otra
acepción sobre la milpa, según fray Diego de Landa, es la que alude a una extensión de tierra
de veinte estadales o k’aanes (Landa, 1986: cap. XXIII; Barrera Vázquez, 1980: 375). En lo
que concierne a la legua (lub), esta se refería a la distancia que “un hombre podía recorrer
hasta cansarse” (Barrera Vázquez, 1980: 463; Álvarez, 1997, vol. I: 146). Otras variantes
relacionadas con este conceptos serían: wak lub o pentakah lub, que aluden a “una legua muy
grande”; y xel tu kap’el lub, que significa “legua y media” (Barrera Vázquez, 1980: 463, 647,
907).
PARÁMETROS DE UTILIDAD EN LA CARACTERIZACIÓN
ACÚSTICA DE ESPACIOS MESOAMERICANOS
Alejandro RAMOS
Andrés A. MEDINA
Teatros griegos
Pocas referencias escritas pueden hallarse sobre la construcción
orientada a la acústica en la antigüedad. Las más cercanas a
nuestra tradición occidental (Dowden, 1973: cap. 3), están
relacionadas con las antiguas construcciones griegas, en particular
con el teatro, mismo que se edificaba generalmente al lado de una
colina para reducir el ruido de fondo y para impedir que las cabezas
de la audiencia interfirieran con la transmisión directa del sonido.
Este espacio presentaba una forma semicircular para que el mayor
número de personas se pudiera sentar lo más cerca posible del
escenario, y una pared que reflejaba el sonido en la parte posterior
de éste para eliminar ruidos externos y reflejar las voces de los
actores al público. El éxito de estos teatros dependían tanto del
silencio absoluto como de las voces de los actores, quienes portaban
máscaras con megáfonos incorporados (Recuero, 2001: 4). Los
principios constructivos de dichas edificaciones, en lo que respecta al
campo sonoro, son fácilmente explicables con un breve análisis de
ciertos sonidos que hemos podido escuchar de fuentes lejanas en un
campo abierto, donde todas las perturbaciones de presión se
propagan en todas direcciones, y de las que podemos extraer las
siguientes conclusiones:
Figura 1. Vista aérea del Conjunto Gotas desde la cima del Cerro Cóporo, Guanajuato.
Fotografía cortesía del Archivo INAH.
Figura 2. El Conjunto Gotas: patio hundido. Fotografía cortesía del Archivo INAH.
Figura 3. Calibración del altavoz por miembros del equipo de arqueoacústica UNAM-ITESM
(CCM).
Figura 6. Método de rayos aplicado al Juego de Pelota por el investigador J. Cruz Calleja del
Instituto Politécnico Nacional.
Figura 7. Nivel de presión sonora directo en Patio Mediano, configuración D1. Gráfica para
micrófono 1.
Figura 8. Nivel de claridad C50 en Patio Mediano, configuración D1. Gráfica para micrófono 1.
Figura 9. Nivel de claridad C80 en Patio Mediano, configuración D1. Gráfica para micrófono 1.
Figura 10. Nivel STI en Patio Mediano, configuración D1. Gráfica para micrófono 1.
Conclusiones
En la ciencia, así como en muchas otras manifestaciones humanas
investigativas, es importante conocer nuestro punto de partida para
trazar desde ahí una ruta que, a medida que se avance, y pese a
que deberá sufrir ciertos cambios, ayudará, como una brújula, a
mantener un rumbo adecuado. Para el Equipo de Arqueoacústica
unam-itesm (ccm), el mencionar la necesidad de sistematizar los
estudios acústicos realizados en sitios arqueológicos se ha
convertido en una especie de “mantra” capaz de llevar nuestra
intención, motivación y finalmente nuestro trabajo hacia el presente.
El contexto de dicha sistematización está constituido, en un principio,
por el acomodo e interacción de las diversas disciplinas que
necesariamente deben ser consideradas en un estudio
arqueoacústico, mientras que su conjunto edifica el espíritu de las
investigaciones de este tipo.
En ese sentido, podría decirse que dentro de dicha estructura es la
ingeniería acústica la columna vertebral de la arqueoacústica, pues
son sus ejes metodológicos los que dan sustento esencial a las
líneas de investigación que se generan, y sus instrumentos son los
que permiten que la medición sea la base de interpretaciones y
conclusiones. Dentro del contexto de la investigación arqueoacústica,
resulta imprescindible el esclarecimiento de los mecanismos físicos
subyacentes en ellos, por lo que el incorporar aspectos cuantitativos,
tanto en la medición como la caracterización de espacios, materiales
constructivos e instrumentos musicales, es central en dicho esfuerzo.
La ingeniería acústica, encargada de sistematizar el estudio de todo
aspecto sonoro, proporciona tanto los instrumentos de medición y
emulación necesarios para desarrollar el proyecto de
arqueoacústica, como los lineamientos que éstos deben cumplir para
que los estudios sean considerados serios y reproducibles.
Tras la revisión de los trabajos y herramientas desarrolladas en el
mundo occidental para el aislamiento y tratamiento acústico de
recintos, se tiene ahora una idea más clara de las actividades
deseables a realizar como primeros pasos para la caracterización de
los espacios acústicos a trabajar, y de cuáles parámetros acústicos
podrían ser de mayor beneficio en la arqueoacústica
mesoamericana. Sin embargo, es de vital importancia recalcar que
ello no es más que el inicio, y no debe por ello saltarse a
conclusiones prematuras por la obtención de uno u otro resultado
cuantitativo, ya que debe hacerse una importante labor de validación
de los mismos a través de disciplinas paralelas como la arqueología,
la antropología física, la iconografía, la etnología comparada,
etcétera.
Asimismo, debe resaltarse que el uso de metodologías de
caracterización acústica occidentales podría representar un peligro
en caso de que no se apliquen ciertos criterios de validación en su
uso para el análisis de culturas no occidentales, y que para poder
ejercer correctamente dichos criterios será vital conocer a fondo los
distintos métodos y sus justificaciones.
Como conclusiones particulares del presente trabajo, se puede
decir que los parámetros acústicos de utilidad para la caracterización
de espacios y sitios arqueológicos mesoamericanos dependerán en
gran medida del espacio que se quiera caracterizar, y, por ello,
cualquier equipo que pretenda realizar dichos análisis deberá poseer
un abanico de posibilidades. Para el caso de los patios hundidos de
Guanajuato, la Teoría ondulatoria será importante, debido a que, por
su geometría, la extracción de los modos normales de vibración es
de fácil aplicabilidad. Sin embargo, uno de los problemas esenciales
que se encontrarán es que la mayoría de éstos sólo se aproxima a
un rectángulo, presentando muy a menudo una forma escalonada,
además de que los coeficientes de absorción no son siempre
conocidos, y el material reconstructivo presenta una mezcla de roca
y a menudo cemento. Sin embargo, para el análisis de espacios en
los que el campo sonoro no es homogéneo y se detecten
determinados aumentos o disminuciones de amplitud, como es el
caso del Juego de Pelota de Chichén Itzá, la construcción de una
malla permitirá aplicar el método de rayos y el de reconstrucción de
superficies reflectantes para calcular la trayectoria media entre dos
reflexiones consecutivas. El ejercicio de estudio del campo sonoro
con un sistema de fuentes imaginarias se debe llevar a cabo con la
intención de calcular la energía total en ciertos puntos de interés
particular, y en condiciones especiales de localización de la fuente.
Por otro lado, la investigación del tipo de instrumentos de la zona y
la clase de estilos musicales será esencial para hacer
verdaderamente útil al parámetro de claridad. Es posible que más
adelante sea deseable, asimismo, realizar estudios de claridad
específicos para instrumentos y manifestaciones musicales
autóctonas, ya que la evaluación subjetiva de los parámetros
psicoacústicos que determinan una buena audición podría presentar
numerosas problemáticas en caso de que una visión eurocéntrica se
adopte en la valoración sonora; también es necesario un análisis de
la direccionalidad de la radiación de los instrumentos. La revisión de
los tiempos óptimos de reverberación para la ejecución musical
debe, por fuerza, realizarse con miembros de comunidades aledañas
a los sitios arqueológicos de interés y usando música autóctona,
además de que el fenómeno de claridad deberá ser contrastado
contra el tipo de música ejecutada en la zona. Quizá un trabajo
todavía más sofisticado deberá ser el determinar coeficientes
experimentales del índice de pronunciación, ya que un estudio previo
debe realizarse sobre la lengua utilizada en los espacios en cuestión,
en el tiempo histórico en el que se coloca su edificación y uso,
utilizando tan sólo la información lingüística con la que se cuenta hoy
en día. A pesar de ello, consideramos que las técnicas de simulación
y modelación por computadora son, en cualquier caso, una
herramienta invaluable en el ahorro de tiempo y esfuerzo, así como
para la extracción veloz de resultados cuantitativos útiles. Finalmente,
el problema central es, y seguirá siendo, la interpretación de los
resultados para coadyuvar a la generación de conocimiento sobre las
culturas que habitaron originalmente los espacios.
__________
1 Los resultados extraídos por la resolución numérica de la ecuación de onda pueden
aproximarse tanto a la realidad dependiendo de cuán certeros sean los datos de las
condiciones de frontera y el coeficiente de absorción, y con qué tanto poder de cómputo se
cuente.
ETNOMUSICOLOGÍA
FORMAS DE “RITMO LIBRE” EN LA MÚSICA Y LA DANZA
INDÍGENAS DE GUATEMALA: DEL PRESENTE AL PASADO
Matthias STÖCKLI
Conclusiones
En vista de la muy poca evidencia directa y concreta de las normas y
prácticas musicales indígenas antes de la llegada de los españoles y
durante la Colonia, no es inusitado que los intentos de reconstrucción
a partir de datos etnomusicológicos e históricos del tipo que se
esbozó aquí no logren dejar atrás el campo de las hipótesis y arrojen
beneficios epistemológicos de dudoso valor. Sin embargo, donde las
fuentes no permiten una verificación (o refutación) de ciertas
hipótesis, tales reconstrucciones contribuyen, con la ponderación
cuidadosa de las probabilidades, a la formación de cierto saber
histórico. En otros términos y para el caso concreto, la posibilidad de
tal saber bien puede surgir de la construcción de un denso complejo
de narrativas —llegar a tal grado de densidad no era el objetivo
primordial del presente ensayo— tanto sobre los lazos que podrían
conectar el presente con el pasado prehispánico como sobre las
diferencias que podrían separarlos. Son narrativas que dificilmente
nos acercarán de manera directa a los hechos históricos, pero sí
enriquecerán nuestra busqueda de reflexión sobre tales hechos, en
este caso, las raíces prehispánicas de una organización particular del
tiempo y de los sonidos musicales.
__________
1 Para una discusión etnomusicológica y una representación gráfica de tales procesos
véase el famoso “modelo” propuesto por Merriam (1964: 32-33) y su apreciación crítica por
Rice (1987); para un análisis detallado de un caso concreto, véase Burckhardt Qureshi
(1987).
2 Para un análisis más detallado de las características rítmicas de la música de tambor y
chirimía en Guatemala véase Stöckli (1999). En su “Panorama fenomenológico de la
etnomúsica latinoamericana”, de 1975, Luis Felipe Ramón y Rivera ha dedicado a fenómenos
rítmicos similares varias definiciones, de las cuales la de melódica independiente, definida
como un “canto o toque libre [no sujeto a medida] ejecutado en unión de un acompañamiento
acompasado” (1975: 14), es la que más se acerca a las prácticas guatemaltecas, sin captar
por completo sus características en cuanto al trato flexible del pulso y la medida en ambos
elementos, en el “toque” melódico de la chirimía y el “acompañamiento” por parte del tambor.
Para una discusión teórica más general del fenómeno, véase a Clayton (1996), del que tomé
el término ritmo libre (free rhythm).
3 Es claro que los términos: “mestiza” y “de orígenes prehispánicos”, que a primera vista
parecen antitéticos, en realidad no lo son, y aun menos bajo las premisas de este breve
ensayo. En ambas danzas discutidas aquí: el Baile de la Conquista, catalogado por lo general
como “mestizo”, y el baile-drama Rabinal Achí, de “orígenes prehispánicos”, hay elementos
cuya relación con un pasado prehispánico y una historia colonial de “mestizaje” pueden
efectivamente comprobarse o, por lo menos, hipotetizarse; las diferencias a las que cada uno
de estos dos términos se refiere son de naturaleza gradual, no categórica. Basta pensar en
que las trompetas naturales que hoy en día acompañan el Rabinal Achí son hechas conforme
a modelos europeos, mientras que la existencia de danzas de guerra y conquista es
comprobada por lo menos para el Posclásico maya.
4 Carl Sapper, en su Volksmusik bei den Indianerstämmen des nördlichen Mittelamerika de
1897 [2006], describe y transcribe el modo en que dos chirimiteros y un tamborero k’iche’
acompañaron un Baile de Cortés, de una manera que se asemeja a las prácticas rítmicas de
los conjuntos de hoy en día.
5 Yurchenco publicó en 1985 una transcripción que había efectuado David Friedlander de un
fragmento muy breve de la música del Rabinal Achí grabada en 1945, pero, aunque dicha
transcripción represente la estructura métrica por medio de un 10/8 general, su análisis y la
grabación original revelan que tal medida no sólo no rige todos los elementos del fragmento,
sino que tampoco hay un pulso común y estable que sirva como referencia coordinadora para
las tres voces en todo momento.
6 Es difícil saber si la impresión de “horrísono y triste” que le dio al religioso Bartolomé
Resinos de Cabrera el sonido de unas trompetas “largas y retorcidas” acompañando unas
Danzas del Tun de la Costa Sur de Guatemala en las primeras décadas del siglo XVII (ver
Stöckli, 2009: 18) surgió únicamente de las cualidades sonoras de los instrumentos de ese
entonces, o también de la manera en que los músicos coordinaban o no tales sonidos a nivel
del tiempo.
DANZAR JUNTO A LOS ANTEPASADOS.
ESTUDIO Y REVISIÓN DE LA EJECUCIÓN
DEL RABINAL ACHÍ, GUATEMALA
Francisca ZALAQUETT R.
Sólo la muerte le espera al que no baila porque el mam nos quema los nombres en el
fuego del copal. Se queja ante nuestros antepasados los cuales nos ordenan llegarnos
hasta ellos. Así nos toca la muerte. Por esa razón mi pueblo teme. Por eso ellos se
esfuerzan en bailar aun siendo tan pobres. No tenemos qué comer, pero tenemos que
bailar. (McArthur, 1972: 498)
El baile del Tz’unum es llamado Baile del tun por los ladinos, y
muestra el descubrimiento de Dios (que se encontraba perdido en el
monte) por un colibrí. Su origen remonta hasta la “fundación de la
tierra, o quizás antes de que se hubiera formado la tierra”. Los
personajes son los siguientes: 2 cargadores, 3 mujeres (llamadas
Malinches), 4 españoles, 4 monos, un ancianito y 2 o 3 mexicanos.
Se traen músicos desde Chajul (Axil). Se usa el tun, una trompeta, y
la concha de tortuga como acompañamiento. Los cargadores, el
anciano y las mujeres son los únicos personajes que vocalizan, y
todo se escucha en mezcla de k’iche’, aguateco y español (McArthur,
1972: 495).
Otro baile es el Muxtec, que se ejecuta alrededor de un poste de
aproximadamente tres metros de alto, adornado con listones blancos
y azules. El poste es sostenido por dos “monos”. Los bailadores,
vestidos con trajes especiales, circundan el poste, toman los
extremos de los listones y con ellos tejen diseños complejos al bailar.
La forma de esta danza también se reconocía como netamente
indígena al principio de la época posterior a la conquista.
El baile es considerado una forma aceptada para ofrecer
anticipadamente un regalo por los favores de vida, salud y beneficios
materiales. El deseo de ganar estos favores les inspira a sacrificarse
de tal manera:
El baile nos da la vida, la existencia. Estamos alegres por poder bailar porque es la fuente
de nuestras vidas. Bailamos para prolongar la vida, porque el baile pertenece a nuestros
antepasados. (McArthur, 1972: 502)
He transcrito el original de este Baile del tun1, propiedad de nuestra ciudad de San Pablo
Rabinal, para dejar un recuerdo a mis descendientes, que perdure siempre con ellos. Así
sea. (Monterde, 1995: IX)
Figura 3. Los señores danzantes con su tocado y su cara cubierta (fotografía de la autora).
Figura 4. Danzante portando en la espalda dos águilas (fotografía de la autora).
¿Es ésa la mesa de tus manjares; es ésa la copa en que bebes? [...] ¡Pero si es el cráneo
de mi abuelo; ésa es la cabeza de mi padre, la que veo, la que contemplo! ¿No se podría
hacer lo mismo con los huesos de mi cabeza, con los huesos de mi cráneo; cincelar mi
boca, cincelar mi cara?
De ese modo, al salir de mis montañas, de mis valles, a cambiar cinco cargas de cacao
fino de mis montañas, mis niños, mis hijos dirán: “aquí está el cráneo de nuestro abuelo,
de nuestro padre. Está aquí, también, el hueso de mi brazo; está aquí el mango de la
calabaza de metales preciosos que resonará, que producirá estruendo, en los vastos
muros, en la vasta fortaleza. Está aquí, también, el hueso de mi pierna; está aquí la
baqueta del tambor grande, del tamboril, que harán palpitar el cielo, la tierra, en los vastos
muros, en la vasta fortaleza. (Monterde, 1995: 60)
Consideraciones finales
Se puede concluir que existen elementos cíclicos del tiempo en la
ejecución de esta representación, los cuales están reflejados en la
reiteración del baile cada año. En cuanto a las orientaciones, están
descritos los cuatro rumbos y las cuatro esquinas cuando los
danzantes se detienen para dar el grito de guerra en los cuatro
puntos, así como los lugares del pueblo donde deben danzar. Al
ejecutar distintas danzas en las esquinas de la plaza principal de
Rabinal, se produce un reflejo del espacio mítico en el terrestre, por
lo que los ancestros y los vivos coinciden en el mismo lugar,
igualmente sucede con la danza en el Calvario. Los instrumentos
anteriormente descritos para el época prehispánica y colonial se han
vuelto simbólicos, pues hoy en día se utilizan hachas de cartón,
pañuelos como bandera y platillos (que nos explicaron eran
escudos), como elementos que forman parte del culto, pero que
tienen uso solamente en ese contexto, dejando de ser herramientas
útiles para la guerra. Continúan las ofrendas a las deidades (que en
este caso será católica, a San Pablo), compuestas por incienso,
refrescos, aguardiente y comida, con la finalidad de agradar y
alcanzar a la divinidad. Los instrumentos musicales son considerados
divinos, y los encargados ejecutan su danza en varios lugares (plaza,
cementerio, zonas arqueológicas, etc.). En el caso prehispánico,
estos bailes se pudieron realizar, según las fuentes iconográficas, en
las plazas, los palacios y la plataforma superior de los templos; y
durante el periodo colonial, en algunas plazas, cuevas y templos. En
la actualidad observamos una extensión de los contextos, debido a la
integración de conceptos españoles en la configuración urbana.
El Rabinal Achí es una representación de situaciones pasadas, y
una parte de la población ya no se siente identificada con ella y la
observa con una distancia en cuanto a su temática, lo que refleja un
esfuerzo por parte de los ejecutantes por lograr que el pasado tenga
sentido en la situación de su presente colectivo particular. Esto
marca una línea de investigación sobre las razones por las que los
músicos y danzantes hacen este esfuerzo. Así, esta etnografía nos
permitió obtener los detalles de la preparación de los encargados
antes de ejecutar un ritual, la coreografía, el circuito espacial y la
música que los acompaña, elementos inmateriales que no se
encuentran en el contexto prehispánico.
__________
1 El tun es un idiófono de doble lengüeta (instrumento musical que se confunde y se le
llama muchas veces “tambor”).
2 Este video puede verse en Proyecto Universos Sonoros Mayas, Entramadados sonoros
de tradición mesoamericana:
<http://www.iifilologicas.unam.mx/universossonorosmayas/index.php?page=medios-del-libro>.
PATRIMONIO Y LEGISLACIÓN SONORA
LA INVESTIGACIÓN SOCIAL, EL DISCURSO PATRIMONIAL Y
LAS MÚSICAS COMUNITARIAS: UN DIÁLOGO NECESARIO Y
UNA CRÍTICA FUNDADA
Álvaro ALCÁNTARA
El pilón
En la citada Carta de México en defensa del patrimonio cultural de
1976 se planteaba una idea que en mi opinión sigue siendo una
premisa básica de la investigación social. Entre los firmantes de
aquella declaración se encontraban personajes como el maestro
Guillermo Bonfil Batalla, Darci Ribeiro, Gamal Mokhart, Stefanno
Varese, Alejandro Gertz Manero, Salomón Nahdmad o Martha
Massa.
Con el objeto de lograr una más adecuada y completa defensa del patrimonio cultural y en
garantía de su supervivencia y vitalidad, es de fundamental importancia la toma de
conciencia por parte de las propias comunidades del valor de su tradición cultural. Esto
sólo se puede obtener a través de un progresivo y siempre más hondo conocimiento del
carácter y de los elementos constitutivos del patrimonio mismo, mediante una
investigación continua que comprometa la participación de la propia población local. Es
también indispensable que esta documentación y sus resultados sean devueltos a la
comunidad como un instrumento de defensa y protección de su patrimonio (las cursivas
son mías).
La incorporación en los discursos de política pública del respeto a
la diversidad del patrimonio no significa que las amenazas sobre el
aniquilamiento a la diversidad de las prácticas y concepciones
culturales se hayan extinguido. Formas más sofisticadas de
apropiación, enajenación y destrucción son practicadas bajo las
mascaradas de la inclusión, el respeto y la transformación “dinámica”
del acervo cultural. Basta con revisar las condiciones de vida de
diversas colectividades a las que se les reconoce por su “riqueza
cultural”, para darse cuenta de que estas posturas “progresistas” son
incapaces de insertar la discusión patrimonial en una reflexión más
amplia sobre la generación y distribución de la riqueza, la igualdad
democrática y las luchas de poder.
En los años recientes diversos pensadores han subrayado la
necesaria superación del paradigma colonial que ha hecho concebir
la historia de los países tercermundistas en términos de “carencia” o
“insuficiencia” (Muyolema-Calle, 2007; Chakrabarty, 1999). Esta
metanarrativa de la incompletud, interiorizada y socializada más allá
de lo que podemos suponer, sigue alimentando un buen número de
políticas públicas que se empeñan en “modernizar” las tradiciones, a
fin de que éstas alcancen su verdadero potencial. Desde este lugar,
parece imposible cuestionar un lugar fundante del pensamiento
occidental que opone tradición a modernidad, tópico que niega a
dichas “tradiciones” y a sus portadores el derecho y capacidad de
transformar su cultura de manera selectiva y racional con arreglo a
fines (Alcántara López, 2011). Esto explica que ante la supuesta
incapacidad e insuficiencia de la población nativa deban ser agentes
externos quienes detonen y hagan posible la idealizada transición a la
modernidad. A esta visión habría que oponer una lectura más
compleja de la dinámica cultural mexicana en la que tradiciones
contemporáneas fungen como efectivos dispositivos de identidad y
cohesión social, pero también como generadoras de riqueza y
alegría.
La colaboración de investigadores, creadores culturales y sociedad
en general es hoy más que nunca necesaria, entre otras cosas, para
mostrar las estrategias de renovación desplegadas el interior de las
distintas tradiciones culturales de nuestro país en los últimos siglos.
Ya no desde los parámetros de “[…] las problemáticas planteadas
por esta narración de la transición, cuyos temas dominantes (aunque
a menudo implícitos) son los del desarrollo, la modernización, el
capitalismo […]”, sino desde una lectura postcolonial de los procesos
históricos capaz de formular una crítica a los valores del liberalismo y
a las narrativas surgidas de la legitimación del Estado-Nación como
actor central de la historia (Chakrabarty, 1999). Desde este nuevo
horizonte resulta menos complicado comprender cómo es que y
complejos festivos como el huapango, el mayapax, los sones de
costumbre, el son planeco, las vaquerías o las topadas de Sierra
Gorda, no sólo hayan perdurado sino que sigan cumpliendo funciones
vitales para amplios sectores de la sociedad.
En momentos de retos e incertidumbre conviene siempre hacer
memoria de los procesos (contradictorios, discontinuos) que nos han
llevado al punto en el que nos encontramos. En lo que atañe a la
relación entre patrimonio cultural, investigación social y políticas
públicas existen, para nuestra fortuna, una buena cantidad de
trabajos que permiten tener una visión de conjunto, crítica y analítica
de esta compleja historia (Arizpe, 2006; Peña, 2011; Florescano,
1993; Vázquez Valle, 1989; Bonfil Batalla, 2002).
En la necesaria revisión de los aportes que la investigación social ha
hecho a la defensa el patrimonio cultural surgen nombres tan
influyentes como el del maestro Guillermo Bonfil Batalla. Él y otros
muchos pensadores han respondido con compromiso, creatividad e
inteligencia a los desafíos sociales, económicos, políticos y culturales
que les tocó vivir. ¿Y a nosotros qué nos toca decir?
__________
1 En dicho documento se lee: “El patrimonio cultural de un pueblo comprende las obras de
sus artistas, arquitectos, músicos, escritores y sabios, así como las creaciones anónimas,
surgidas del alma popular, y el conjunto de valores que dan un sentido a la vida. Es decir, las
obras materiales y no materiales que expresan la creatividad de ese pueblo: la lengua, los
ritos, las creencias, los lugares y monumentos históricos, la literatura, las obras de arte y los
archivos y bibliotecas”. El texto íntegro puede consultarse en
<http://portal.unesco.org/pv_obj_cache/pv_obj_id_F6738ABFE74967624B9752C079285FA3817
80000/filename/mexico_sp.pdf>.
2 En lo sucesivo Convención Salvaguardia.
3 Este documento se puede consultar en <www.unesco.org/culture/ich/doc/src/01854-
ES.pdf>.
4 Algunos de los aportes más significativos de Nuestra diversidad creativa fueron proponer
el pluralismo y la diversidad como valores para la convivencia, reconocer el papel activo de
las colectividades en los procesos culturales creativos, así como llamar la atención al
necesario empoderamiento que debían experimentar las comunidades para mejorar sus
opciones de desarrollo humano. Este documento puede consultarse en
<unesdoc.unesco.org/images/0010/001055/105586sb.pdf>.
5 Aunque han transcurrido ya varias décadas de aquella Reunión Internacional sobre la
Defensa del Patrimonio Cultural vale la pena recordar el destacado papel que en este proceso
de reconocimiento de lo “inmaterial” de la cultura cumplió un destacado grupo de académicos
mexicanos entre los que destacan Guillermo Bonfil Batalla y Salomón Nahmad.
6 En realidad se trata de una problemática mayor que obliga e impone a individuos y
colectividades a aceptar las lógicas de las políticas culturales de los Estados-Nación, si se
quiere contar con el reconocimiento o apoyo (económico, político o social) de alguna de sus
instituciones. Las pretensiones universalistas de los postulados patrimoniales han sido poco
discutidas en el ámbito académico, especialmente cuando términos como patrimonio cultural
empiezan a borrar las nomenclaturas locales que dan cuenta de esa “formas de hacer,
pensar y sentir” que pueden tener lógicas distintas a las políticas “oficiales”.
7 En ese sentido, una asignatura pendiente en la agenta política de este país es el debate
público en torno a lo que ha dado en llamar patrimonio cultural, y sobre las responsabilidades
y funciones de las instancias ciudadanas, privadas y gubernamentales en su fortalecimiento,
promoción y difusión. Los criterios, saberes, concepciones o emociones que permiten
reconocer un conjunto de prácticas, hábitos o costumbres dignos de ser heredados de
generación en generación cambian según la colectividad que lo enuncia, por esta razón la
cuestión de “patrimonio según quién” no es un asunto baladí. Y en la resolución de dicha
agenda, el derecho de las comunidades a determinar libremente lo que consideran su cultura
constituye un aspecto central.
8 En este punto existe una controversia jurídica sobre la terminología que debiera emplearse
al hablar de los derechos culturales, resaltando en esta discusión las consecuencias
pragmáticas de emplear términos como acceso a la cultura o derecho a la cultura. Un estado
de la cuestión para el caso mexicano puede consultarse con mucho provecho en el trabajo de
Bolfy Cottom (Cottom, 2010).
9 Por ejemplo, la Ley para el Desarrollo Cultura de Veracruz de Ignacio de la Llave en su
artículo 1, capítulo I, asienta que “La presente ley es de orden público e interés social,
garantiza el ejercicio de los derechos culturales de la población veracruzana y regula el
acceso y disfrute de los bienes y servicios que presta el Estado en la materia, con una
perspectiva de respeto a la diversidad y sustentabilidad”. ¿Qué debe entenderse por “bienes y
servicios que presta el Estado en la materia”? El ciudadano deberá figurárselo porque en el
artículo 3 del citado capítulo, donde se establecen algunas definiciones operativas para
comprender dicha ley, el término no está explicitado.
10 En una ponencia presentada en la Fonoteca Nacional en el marco de la Semana del
Sonido (2011) intenté señalar la importancia de esta discusión al titular mi participación de la
siguiente manera: “¿Por qué han de hablar otros por mí? Los dilemas de la representación
social y las luchas por el patrimonio cultural”.
11 Quizá la mejor definición del término salvaguardia esté contenida en el documento
Preguntas y respuestas sobre el patrimonio cultural, en donde se asienta que salvaguardar
significa “garantizar la viabilidad del patrimonio cultural inmaterial, esto es, su recreación y
transmisión continuas. La salvaguardia consiste en la transmisión de conocimientos, técnicas
y significados, y se basa en los procesos por los que el patrimonio se transmite o se
comunica de generación en generación, y no en la producción de sus manifestaciones
concretas, como ejecución de danzas, cantos, instrumentos musicales u objetos de
artesanía”.
12 Aunque hasta el momento no se conozcan públicamente las bondades que ha producido
a las comunidades que recrean dichas manifestaciones culturales el formar parte de la Lista
representativa del patrimonio cultural inmaterial de la humanidad.
13 Vale la pena recordar que para ese entonces la carpeta del mariachi se encontraba e
proceso de evaluación por la propia UNESCO para ser integrada a la lista de patrimonio
representativo, cosa que ocurrió en los últimos meses de ese mismo año.
14 Llama la atención que la mayoría de estas expresiones hayan conformado la serie de
cápsulas culturales denominadas “Tradiciones Televisa”, con que dicha empresa pretendió
difundir las maravillas del patrimonio cultural de la nación.
15 Algunos hombres, por ejemplo, son los encargados de preparar la rellena; las mujeres, la
barbacoa y las “patitas de burro”, mientras que un contingente de hombres y mujeres se
encargan de refaccionar a los comuneros con bebida y comida al gusto. Un par de hombres
son designados especialmente para acompañar a las mujeres para mover las pailas del
fogón al piso, o de movilizar las cosas de gran peso.
SENDEROS PARA LA SALVAGUARDA DEL PATRIMONIO
MUSICAL
Amparo SEVILLA
[…] las medidas encaminadas a garantizar la viabilidad del patrimonio cultural inmaterial,
comprendidas la identificación, documentación, investigación, preservación, protección,
promoción, valorización, transmisión —básicamente a través de la enseñanza formal y no
formal— y revitalización de este patrimonio en sus distintos aspectos.
[…] las acciones abocadas al cuidado del patrimonio musical se han enfocado de manera
esencial a la conservación de los objetos, relegando a las personas y a las comunidades,
olvidando quiénes son los verdaderos sujetos sociales portadores del saber […] sobre
todo cuando se trata de las prácticas musicales correspondientes a las sociedades
orales.
__________
1 Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura:
http://unesdoc.unesco.org/images/0013/001325/132540s.pdf.
2 A manera de ejemplo pueden consultarse los artículos que integran los libros anotados en
la bibliografía como Varios (2006, 2010, 2011).
3 José Antonio Machuca (2010: 31) brinda una interesante reflexión sobre una de las causas
del desdibujamiento de la línea divisoria entre ambos términos.
4 Una reflexión interesante sobre las Declaratorias de Patrimonio Mundial por parte de la
UNESCO se encuentra en Néstor García Canclini (2011).
PATRIMONIO CULTURAL MUSICAL INTANGIBLE Y DERECHOS
DE AUTOR. EL PROBLEMA DE REGISTRAR LO INTANGIBLE.
TRADICIÓN MUSICAL VERSUS MÚSICA PROTEGIDA
Art. 159.- Es libre la utilización de las obras literarias, artísticas, de arte popular o
artesanal, protegidas por el presente capítulo, siempre que no se contravengan las
disposiciones del mismo.
El arte de la negación
Si se quiere examinar cómo se da la apropiación de la música
indígena para crear obras derivadas, tenemos que considerar las
relaciones entre cultura nacional, poder político y legal, etnicidad y
clase, todo ello por supuesto entramado con las dinámicas de género
que no quiero dejar de considerar (Born y Hesmondhalgh, 2000: 3).
Como cualquier conjunto humano, la reproducción social no es una
opción, esta fuerza social dinámica se refleja en los intercambios
entre grupos de distintas latitudes y de diferentes capacidades
económicas y políticas. Para regular estos intercambios surgen los
sistemas normativos que siempre están en tensión y entran en
conflicto, especialmente cuando uno de ellos busca ser reconocido
por otro que se ha apostado en una posición jerárquica superior.
Evidentemente, el Estado mexicano, como sistema supra, desde su
creación ha generado ideologías de negación de los sistemas
jurídicos de “usos y costumbres” indígenas (Correas, 2007: 127).
Esta ideología de la negación establece la normatividad donde se
realizan los intercambios musicales. Este orden normativo, conocido
como Derecho Intelectual (en sentido extenso), se justifica como
“moral y natural” o inherente al individuo. Con ello, la Propiedad
Intelectual protege el resultado de un “trabajo honesto e individual” y
condena la apropiación ilegal, como la piratería, el plagio y la copia
falsa no realizada mediante un contrato comercial con el creador.
En el marco legal de la Propiedad Intelectual y de los Derechos de
Autor, el conocimiento tradicional y las expresiones culturales de las
comunidades no son protegidos como la creación común, pero sí lo
es la creación de un solo individuo. Esto, por supuesto, violenta los
procesos sociales comunitarios y no respeta sus expresiones,
aunque se preceptúe en las mismas leyes que tienen derechos,
como lo establece el artículo 158 de la Ley Autoral.
De esta manera queda implícita la negación de la creatividad de la
comunidad y se convierte al individuo en centro de todo proceso
productivo y creativo, por lo que se subraya la incapacidad de la
comunidad para ser propietaria de sus creaciones. En esta ideología,
también se plasma la concepción de que hay que sacar al individuo
de las comunidades por ser incapaces de ofrecer protección a sus
creadores. Con ello, el Derecho Intelectual uniformiza y crea
estereotipos que fosilizan a las comunidades (Gibson, 2007: 87).
El principio racional del Derecho Intelectual es incentivar los
procesos de comercialización cuyas ganancias se expresan
planetariamente; por ende, se busca reivindicar la Propiedad
Intelectual como un resultado natural, sujeto de una retribución a los
procesos creativos de un solo individuo. Obviamente que, una vez
que la creación entra al dominio comercial, se pone a trabajar una
maquinaria en la que difícilmente el creador participa o controla. En
estos procesos incentivar la innovación significa mitigar los riesgos de
la inversión económica (Gibson, 2007: 87). Todo el proceso tiene que
ver con asegurar los mercados en una competencia en la que sólo
ganan los más fuertes y termina en monopolios comerciales.
En este sistema de valores jurídicos individualistas se apuesta a la
cultura como productora de una plusvalía que sólo las grandes
corporaciones pueden explotar. Otro aspecto importante de la
normativa intelectual es la carga moral e inexorable de comercializar.
El axioma básico es que alguien debe ser propietario de algo y tiene
la obligación “moral” de diseminar dicha propiedad siempre y cuando
sea a través de los mecanismos impuestos por la normatividad
creada al respecto. Al no distinguir una comunidad como propietaria
de un patrimonio se le da categoría de libre uso a sus creaciones y
manifestaciones populares, pues “no hay un autor identificable.”
La industria cultural
Cuando los artistas, intérpretes o ejecutantes, y los cantautores
buscan posicionar en el mercado comercial musical sus obras, están
en la necesidad de recurrir a las compañías que se dedican a ello.
No es necesario mencionar nombres y sólo se establecerá el
supuesto de que existen. Estas corporaciones firman con los autores
contratos en los que contraen mutuamente obligaciones y derechos
en una larga lista de principios como: consentimiento de revelación,
de confidencialidad, de participación de regalías, de buena fe, de
indemnización, de reparación de daño, de repartición de pérdidas y
ganancias, de reparto equitativo, de reciprocidad, entre muchos
otros.
Frente a esta gran variedad de derechos y obligaciones, los autores
no identificables, las comunidades, y sus creaciones no tienen más
protección que la simple denominación de ser culturas populares. Así
que se les niega el derecho a la confidencialidad de sus obras, en
otras palabras, no pueden prohibir que sean usadas como “materia
prima” para creaciones derivadas.
Esta preocupación ha sido perfectamente reconocida por los
pueblos originarios alrededor del planeta. Según la Declaración del
Mataatua (Nueva Guinea) de los derechos intelectuales y culturales
de los pueblos indígenas de 1993,8 las comunidades indígenas
deben establecer un cuerpo de conocimiento apropiado para:
El conocimiento y la determinación sobre el uso de los recursos para los indígenas son
colectivos e intergeneracionales. Ninguna persona, particular o colectivo, ni el gobierno
puede vender o ceder la propiedad de los recursos que son del grupo, pues cada
generación está obligada para con la siguiente.
La protección
Las ciencias sociales nacidas del período colonial del siglo XVIII
fueron parte del argumento que dio nacimiento a las leyes que
todavía controlan los destinos de los miles de millones de personas.
La propuesta por parte de diversos especialistas sobre el tema debe
incluir en su normatividad intelectual el reconocimiento de los
derechos colectivos. Por ejemplo, Johanna Gibson ha propuesto un
sistema sui generis para resolver el problema, y el cual tiene como
base el reconocimiento de la ley consuetudinaria local y los derechos
de los grupos indígenas a manejar sus recursos (Gibson, 2006). La
Propiedad Intelectual de los productos culturales, en este sistema sui
generis, se establece a través del lazo indisoluble entre la
comunidad, su conocimiento, los recursos a los que se les aplica ese
conocimiento y los productos que se derivan de esta unión, todos
ellos enmarcados en una tradición específica.
Según Johanna Gibson, se deben considerar tres intereses
comunes que vinculen a las comunidades indígenas y al Estado. El
primero se refiere a proteger la integridad política y económica a
nivel local y a nivel nacional. Segundo, evitar la explotación de los
conocimientos y los recursos por fuerzas del mercado externas,
extranjeras, que descontextualizan, agotan, eliminan y desintegran la
dignidad cultural y social de los países a nivel local y nacional. El
tercer punto de interés común establece que si se integran
adecuadamente los puntos anteriores, los productos que se obtienen
del conocimiento tradicional se convierten en bienes de valor
económico susceptibles de ser exportados, beneficiando
poblaciones, comunidades, territorios y, en su conjunto, al país
(Gibson, 2006: 59).
Respecto al cambio de dirección del sistema de Propiedad
Intelectual, basta con ponerlo en sentido positivo, no limitante y
excluyente, y bajo la categoría de las leyes de Propiedad Intelectual;
esto quiere decir romper con el dogma de una herencia compartida y
común, de un recurso de todos los mexicanos.
Una vez reconocido este derecho, se tendría que proponer la
imposibilidad de enajenar fuera de la comunidad el conocimiento
tradicional que, por supuesto, sería inalienable, imprescriptible e
inembargable respecto y en favor de terceros.
Los bienes obtenidos de la relación indisoluble comunidad-
conocimiento-recurso-territorio-medio ambiente entrarían
perfectamente al comercio si esto lo consideran apropiado las
comunidades, negando la posibilidad de comerciarlos si en su
momento así lo consideraran pertinente. Esto es ejercer todas las
prerrogativas que da el Derecho Intelectual. De esta manera, el
sentido primigenio de esos productos dejaría de estar en el libre uso
y en el dominio público.
En este sistema sui generis la comunidad es considerada como un
sujeto colectivo capaz de ser propietario de los derechos
patrimoniales de sus manifestaciones populares o culturales como
están definidos en las leyes de Propiedad Intelectual. Al respecto se
tendría la posibilidad de recibir regalías por las obras derivadas que
se han beneficiado del conocimiento tradicional primigenio de las
mismas comunidades.
Esto es importante, porque la aparición de infinidad de productos
derivados habla de que los procesos de globalización penetran a
todos los recovecos del conocimiento tradicional. En muchos casos
prefieren degradarlos y perderlos por las mismas presiones
comerciales monopólicas que buscan mantener controlado ese
mismo conocimiento para evitar en todo momento la competencia.
Además, la sobreexplotación de muchos de esos recursos una vez
que entran en poder de las grandes compañías provoca el exterminio
de los mismos recursos y de las mismas comunidades, así como
contaminación del medio ambiente y la descontextualización de las
manifestaciones culturales.
Esta descontextualización se ve reflejada en todas las
manifestaciones de la vida de las comunidades, como la migración
forzada o la pérdida de las lenguas y de las manifestaciones
populares, generando descontento social, alienación, consumo de
basura extranjera (gracias a la transferencia de “sofisticada”
tecnología), desigualdad social, desarraigo, violencia y pobreza.
Desintegración social en suma. El conocimiento tradicional sólo está
vivo si se mantiene en su contexto original. Y ese contexto se refiere
al fomento de su revitalización por medio de la transmisión entre
generaciones.
Como el Derecho de la Propiedad Intelectual mexicano está
homologado al internacional, tratar de cambiarlo a nivel local no
produciría grandes ventajas, esto se debe hacer a nivel global. Hace
mucho que las luchas de reivindicación social que vienen ejerciendo
las comunidades ya no se hacen en solitario o de forma aislada,
saben ellos que están condenadas al fracaso. El carácter multiétnico
de los pueblos alrededor del mundo no ha impedido su agrupación en
asociaciones internacionales. Así, se han presentado ante los
organismos de la ONU, la OEA y sus respectivas en los diferentes
continentes. Elaborar políticas en colaboración a través de
estrategias exige mucha creatividad y tenacidad. No es pelear
porque se les concedan derechos, es la lucha por la reivindicación de
sus derechos.12
Conclusiones y propuestas
La presente exposición tuvo como objetivo específico dar un
panorama general de todo lo que se está viviendo a nivel local y a
nivel internacional en relación a la Propiedad Intelectual, y todo ello
en relación con la música de las comunidades indígenas. Respecto al
beneficio que obtenemos los mexicanos, los pueblos originarios no
han dejado de ser más que un recurso humano explotable y no
renovable. La utilización de un patrimonio que por definición
pertenece a todos invalida la capacidad de sus creadores a poder
obtener beneficios directos.
Las redes de información entre los grupos humanos involucrados
permitirán hacer valer un derecho que no les ha sido reconocido. La
capacidad creadora de las comunidades perdura sólo el lapso en que
está viva la comunidad. El derecho a mantener en secreto su
información es tan válido como el de Coca Cola de no mostrar la
fórmula de su refresco.
Considero que podría ser posible iniciar la transformación del
sistema de Propiedad Intelectual con el dominio público pagante.
Entre 1956 y hasta 1993 se tenía que del ingreso total que produjera
la explotación de obras del dominio público se entregaría un dos por
ciento a la Secretaría de Educación Pública, y era La Dirección
General del Derecho de Autor de esta institución la que fomentaría
con ese dinero a los autores y a sus asociaciones. Entre las
iniciativas de reforma a la actual Ley Federal del Derecho de Autor,
modificada en julio del 2003, estaba la propuesta de volver al dominio
público pagante u oneroso, la cual no fue aprobada.13
Del párrafo anterior se puede ver que un cambio en la legislación
podría afectar al grueso del articulado respecto a la protección de
las manifestaciones populares. Ese 2% en beneficio de las
comunidades indígenas haría la diferencia.
Existe otra categoría legal en el Derecho de Propiedad Intelectual
conocida como droit de suite, o derecho de prosecución. La Ley
Autoral establece que los autores de obras de artes plásticas y
fotográficas tendrán derecho a percibir del vendedor una
participación en el precio de toda reventa que de las mismas se
realice en subasta pública, en establecimiento mercantil o con la
intervención de un comerciante o agente mercantil. Este derecho de
prosecución es irrenunciable y transmisible por sucesión mortis
causa. En este caso, las manifestaciones populares tendrían la
posibilidad de beneficiarse con el mercado del que se obtienen
infinidad de dividendos.
Igual que el caso anterior, una legislación que contemplara a las
obras derivadas como sujetas del pago de regalías sobre las
originales acarrearía una inmensa cantidad de beneficios no sólo a la
comunidad sino a la región. Me imagino una compañía farmacéutica
pagando dividendos a todo una región por el simple hecho de haber
tomado de ahí las plantas y el conocimiento que se tenía de ellas en
las comunidades.
Hay un hecho importante que la Ley Autoral asumió desde las
últimas reformas del 2002, su retroactividad. Así se ha mantenido
hasta el momento la tendencia en el caso de la protección de las
obras por 100 años después de la vida del autor. Obras que ya
habían entrado al dominio público obtuvieron algunos años más de
protección. Inmediatamente quedaron protegidas las obras cuyo
autor había fenecido en 1901. Esta retroactividad debería plantearse
a las grandes compañías que de una u otra manera llevan años
explotando recursos y las regalías deberían ser pagaderas desde el
momento en que fueron comercializadas.
Recomiendo ante todo que se mantengan las instituciones que ya
existen como el Instituto Mexicano de la Propiedad Intelectual (IMPI)
y el Instituto Nacional de Derechos de Autor (INDA), propongo
solamente se adicionen las leyes actuales producto de un siglo de
trabajado internacional y que se respeten los convenios
internacionales que México ha signado, como el Convenio 169 de la
Organización Internacional del Trabajo, que trata de incluir a las
comunidades y sus derechos colectivos.
Es central para el presente trabajo evidenciar la calidad jurídica que
debe reconocerse a las comunidades indígenas, es decir, las
comunidades y pueblos indígenas como titulares de derechos
patrimoniales frente a sus creaciones, a decir, sus manifestaciones
culturales. Tal reconocimiento daría fin a los años de interpretación
colonialista en todos los niveles de las leyes autorales. Una discusión
postcolonial que establezca a las comunidades indígenas no cómo
reliquias ni como una subclase de ciudadanos proveería nuevas
hipótesis acerca de la manera en que debemos entendernos todos
los mexicanos.
__________
1 Las prerrogativas fundamentales para los titulares de los derechos morales se establecen
en el artículo 21 fracción III, donde se expresa el derecho a exigir respeto a la obra,
oponiéndose a cualquier deformación, mutilación u otra modificación de ella, así como a toda
acción o atentado a la misma que cause demérito de ella o perjuicio a la reputación de su
autor.
2 Del mismo artículo 21 de la ley en comento pero de la fracción II se preceptúa el exigir el
reconocimiento de la calidad de autor respecto de la obra creada por él mismo y el derecho
de disponer, si así lo considera conveniente, que su divulgación se efectúe como obra
anónima o seudónima.
3 Tratándose de las prerrogativas de autor conocido, el artículo 21, fracción I, establece el
derecho de determinar si la obra ha de ser divulgada y en qué forma, o de mantenerla inédita;
y la fracción V habla de la posibilidad de retirar su obra del comercio.
4 El artículo 29 refiere que la explotación de una obra podrá hacerse por sus titulares, el
autor y sus causahabientes, por lo menos la vida del autor y, a partir de su muerte, cien años
más. Y cuando la obra pertenezca a varios coautores los cien años se contarán a partir de la
muerte del último. En este supuesto, la vida de una comunidad es muy larga y, por ello, sus
creaciones nunca debería de caer en dominio público.
5 El artículo 153 estipula que es libre el uso de la obra de un autor anónimo mientras él
mismo no se dé a conocer o no exista un titular de derechos patrimoniales identificado.
6 El artículo cuarto de la Ley Autoral establece que las obras, objeto de protección, pueden
ser según su origen primigenias, es decir, sin estar basadas en otra preexistente u original. Y
las derivadas, que son aquellas que resulten de la adaptación, traducción y transformación de
una obra primigenia.
7 El artículo 27 del reglamento de la Ley Federal de Derechos de Autor establece que las
obras derivadas de obras anónimas podrán ser explotadas en tanto no se dé a conocer el
nombre del autor de la obra primigenia o no exista un titular de derechos patrimoniales
identificado.
Corresponderá a las autoridades judiciales la determinación de las regalías cuando el autor
o el titular de los derechos patrimoniales reivindique la titularidad de la obra y no exista
acuerdo entre las partes; sin embargo, las cantidades percibidas de buena fe por el autor de
la obra derivada o por un tercero quedarán a favor de éstos.
8 Se puede revisar el texto íntegro en la web.
9 Aquí hay que subrayar que la misma Convención 169 de la Organización Internacional del
Trabajo, de la que México es país firmante, en su artículo 6 establece el derecho de
participación y consulta de los pueblos indígenas y tribales: “Al aplicar las disposiciones del
presente Convenio, los gobiernos deberán: a) consultar a los pueblos interesados, mediante
procedimientos apropiados y en particular a través de sus instituciones representativas, cada
vez que se prevean medidas legislativas o administrativas susceptibles de afectarles
directamente”.
10 Recordemos que el Derecho de la Propiedad Intelectual se divide en Derecho de Autor y
Derecho de la Propiedad Industrial. Del primero ya he hablado, el segundo protege y regula
marcas, patentes, nombres comerciales, modelos de utilidad, diseño industrial, secreto
industrial, denominaciones de origen entre una gama muy extensa de combinaciones de las
mismas señaladas. El sistema de propiedad intelectual mexicano siempre se ha homologado
al internacional, desde el Convenio de Berna para la protección de las obras literarias y
artísticas de 1886. La última enmienda de este Convenio se hizo en 1971.
11 La COICA hizo esta declaración en 1994 (Darrel y Graham, 1999: 138).
12 En el libro de Darrel A. Posey y Graham Dutfield, 1999. Más allá de la propiedad
intelectual. Los derechos de las comunidades indígenas y locales a los recursos
tradicionales, existe una lista de organizaciones de pueblos indígenas y no indígenas,
instituciones y personas que se interesan por el tema de los derechos de propiedad
intelectual, los derechos a los recursos tradicionales y asuntos relacionados. Esta lista está
organizada por continente y por país. Se puede obtener una copia gratuita del libro en Centro
Internacional de Investigaciones para el Desarrollo: <www.idrc.ca/openebooks/221-x/, 16 de
junio de 2014>.
13 En España se tiene un dominio público pagante sobre los CD “vírgenes” que se venden.
Se tiene que pagar un centavo de euro que se restituirá a la industria musical, pues se
considera que es muy probable que el CD que compra un consumidor sea utilizado para
copiar música.
BIBLIOGRAFÍA
Acuña, René
1975 Introducción al estudio del Rabinal Achí. México:
Universidad Nacional Autónoma de México.
1978 Farsas y representaciones escénicas de los mayas
antiguos. México: Universidad Nacional Autónoma de México.
Alcántara López, A.
2011a “¿Salvaguardar para quién?”, Diario de campo.
2011b “Músicas que hacen comunidad”, texto introductorio al
fonograma Las músicas que nos dieron patria, México:
Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.
Álvarez, Cristina
1997 Diccionario etnolingüístico del idioma maya yucateco.
México: Universidad Nacional Autónoma de México, vols. I-III.
Anales de Cuauhtitlán
1975 Códice Chimalpopoca. Anales de Cuauhtitlán y Leyenda
de los soles, traducción directa del náhuatl por Primo Feliciano
Velásquez. México: Universidad Nacional Autónoma de México,
Instituto de Investigaciones Históricas.
Arizpe, Lourdes
2006a “Los debates internacionales en torno al patrimonio cultural
inmaterial”, Cuicuilco, 13 (38): 13-27.
2006b Culturas en movimiento. Interactividad cultural y procesos
globales. México: H. Cámara de Diputados, LIX Legislatura /
Porrúa / Universidad Nacional Autónoma de México, Centro
Regional de Investigaciones Multidisciplinarias.
Augé, Marc
2000 Los no lugares. Espacios del anonimato. Barcelona:
Gedisa.
Barrera Vázquez, Alfredo
1959 “El teatro y la danza entre los antiguos mayas”, El
Imparcial, 20 de junio.
Barrera Vázquez, Alfredo et al. (eds.)
1980 Diccionario maya. México: Ediciones Cordemex.
Baudez, Claude François
1982 Toniná, Une Cité maya du Chiapas. Paris: Editions
Recherche sur les Civilisations, tome III.
2004 Una historia de la religión de los antiguos mayas. México:
Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de
Investigaciones Antropológicas / Centro Francés de Estudios
Mexicanos y Centroamericanos.
Benhabib, Seyla
2005 Las reivindicaciones de la cultura. Igualdad y diversidad
en la era global. Buenos Aires: Katz Editores.
Bessler, Heinrich y Werner Bachmann (eds.)
1970 Alt-Amerika: Musik der Indianer in präkolumbischer Zeit.
Leipzig: VEB Deutscher Verlag für Musik (Musikgeschichte in
Bildern 2, Musik des Altertums, Lieferung 7).
Bonfil Batalla, Guillermo
1991 Pensar nuestra cultura. México: Alianza Editorial.
2002 Culturas populares y política cultural. México: Consejo
Nacional para la Cultura y las Artes.
Bonfil Batalla, Guillermo et al.
1977 “Carta de México en defensa del patrimonio cultural, 1976.
Informe de la Reunión Internacional sobre la Defensa del
Patrimonio Cultural”, Boletín del Departamento de
Investigaciones de las tradiciones populares, 4: 139-142.
Boot, Erik
2003 An Annotated Overview of Tikal Dancer Plates
(http://www.mesoweb.com/features/boot/TikalDancerPlates.pdf).
Born, Georgina y David Hesmondhalgh
2000 Western Music and its Others: Difference, Representation,
and Appropriation in Music. Berkeley: University of California
Press.
Both, Arnd Adje
2005a “Totenkopfpfiefen der Azteken“, Baessler-Archiv, 53: 43-
54. Berlin: Reimer Verlag.
2005b Aerófonos mexicas de las ofrendas del recinto sagrado
de Tenochtitlán, tesis de Doctorado en Ciencias Históricas y
Culturales. Berlín: Universidad Libre de Berlín.
2006 “On the Context of Imitative and Associative Processes in
Prehispanic Music”, Studien zur Musikarchäologie, pp. 319-
332, Ellen Hickman, Adje Both y Ricardo Eichmaann (eds.).
Alemania: Verlag Marie Leidorf.
2010 “Las trompetas de caracol marino de Teotihuacan”, Ecos
del pasado. Los moluscos arqueológicos de México, pp. 183-
196, L. Suárez Diez y Adrián Velázquez (eds.). México: Consejo
Nacional para la Cultura y las Artes / Instituto Nacional de
Antropología e Historia.
Brainerd, George W.
1958 The Archaeological Ceramics of Yucatan. Berkeley:
University of California Press.
Garza, Mercedes de la
1990 El hombre en el pensamiento religioso náhuatl y maya.
México: Universidad Nacional Autónoma de México.
1992 Literatura maya, introducción de Adrián Recinos.
Venezuela: Biblioteca Ayacucho.
Garza Martínez, Valentina
2010 Las rutas de la conquista y colonización hacia el noreste
novohispano: expediciones, minería y ganadería en los
caminos del noreste colonial (xvi-xviii). Manuscrito en proceso
de publicación.
2011 Medidas y caminos en la época colonial. El viaje del
doctor José Antonio Martínez Benavides a la provincia del
Nuevo Reino de León y las jurisdicciones de Hoyos, Saltillo y
Mazapil en 1777. Manuscrito en proceso de publicación.
Geertz, Clifford
1997 “El impacto del concepto cultura en el concepto de
hombre”, C. Geertz, La interpretación de las culturas, pp. 43-
59. Barcelona: Gedisa.
Gibson, Charles
1964 The Aztecs Under Spanish Rule: A History of the Indians of
Valley of México, 1519- 1810. California: Stanford University
Press.
1991 Los aztecas bajo el dominio español, 1519-1810. México:
Siglo XXI (Colección América Nuestra).
Gibson, Johanna
2006 “Un modelo de recursos comunitarios: sistemas de
propiedad intelectual, conocimiento tradicional y la autoridad
global legal de la comunidad”, El manejo de los recursos de
uso común: derechos indígenas, desarrollo económico e
identidad, pp. 58-69, Leticia Merino y Jim Robson (comps.).
México: The Christensen Fund / Fundación Ford / Secretaría del
Medio Ambiente y Recursos Naturales / Instituto Nacional de
Estadística.
2007 Community Resources. Intellectual Property, International
Trade and Protection of Traditional Knowledge. London:
ASHGATE Print.
Girard, Rafael
1947 “Una obra maestra del teatro maya”, Cuadernos
Americanos, 6: 157-188.
González-Blanco Garrido, Samuel
1993 El Templo Mayor de México-The Great Temple of Mexico.
México: Porrúa.
Grube, Nikolai
1992 “Classic Maya Dance”, American Antiquity, 3 (2): 201-218.
Guilheim, Olivier
2004 Tezcatlipoca: burlas y metamorfosis de un dios azteca.
México: Fondo de Cultura Económica.
Halperin, Christina T.
2007 Materiality, Bodies, and Practice: The Political Economy of
Late Classic Maya Figurines from Motul de San José, Petén,
Guatemala, tesis de Doctorado en Antropología. Riverside,
California: University of Riverside.
Healy, Paul F.
1988 “Music of the Maya”, Archaeology, 41 (1): 24-31. New
York: Archaeological Institute of America.
Hellmuth, Nicholas
1986 “The Surface of the Underwaterworld: Iconography of Maya
Deities of Early Classic Art in Peten, Guatemala”, tesis de
Doctorado. Graz: Karl-Franzens-Universität, Institute of Art
History.
“Histoire du mechique”
1965 Teogonía e historia de los mexicanos. Tres opúsculos del
siglo xvi. México: Porrúa.
Howe, David
2003 Sensual Relations: Engaging the Senses in Culture and
Social Theory. Ann Arbor: University of Michigan Press.
Inomata, Takeshi
1995 “Archaeological Investigations at the Fortified Centre of
Aguateca, El Petén, Guatemala: Implications for the Study of
the Classic Maya Collapse”, tesis de Doctorado en
Antropología. Nashville, Tennessee: Vanderbilt University.
2005 “Plazas, Performers, and Spectators. Political Theaters of
the Classic Maya”. Current Anthropology, 47 (5): 805-842.
Jardow, Max
1999 La música divina de la selva yucateca. México: Consejo
Nacional para la Cultura y las Artes, Dirección General de
Culturas Populares.
Johansson, Patrick
2001 “La imagen en los códices nahuas: consideraciones
semiológicas”, Estudios de Cultura Náhuatl, 32: 69-124.
México.
Joyce, Thomas Athol, J. Cooper Clark y Jhon. Eric S. Thompson
1927 “Report on the British Expedition to British Honduras”, The
Journal of the Royal Anthropological Institute of Great Britain
and Ireland, 57: 295-323.
Kidder, Alfred, Jesse D. Jennings y Edwin M. Shook
1946 Excavations at Kaminaljuyu, Guatemala. Washington D.C.:
Carnegie Institution of Washington.
Kosinska-Frybes, Joanna
1998 “El Rabinal-Achí de Guatemala: El mundo de las
representaciones precolombinas mesoamericanas
contemporáneas”, Folklore Americano, 59: 11-74. Guatemala:
Instituto Panamericano de Geografía e Historia.
“La elaboración de una convención”
s.f. Patrimonio Cultural Inmaterial. Organización de las Naciones
Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura:
<www.unesco.org/culture/ich/doc/src/01854-ES.pdf>.
Landa, Fray Diego
1938 Relación de las cosas de Yucatán. México: Fondo de
Cultura Económica.
1986 Relación de las cosas de Yucatán. México: Porrúa.
1994 Relación de las cosas de Yucatán. México: Porrúa.
Las Casas, Fray Bartolomé
1967 Apologética historia sumaria, cuanto a las cualidades,
disposición, descripción, cielo y suelo destas tierras, y
condiciones naturales, policías, repúblicas, manera de vivir e
costumbres de las gentes destas Indias Occidentales y
meridionales cuyo imperio soberano pertenece a los Reyes de
Castilla. México: Universidad Nacional Autónoma de México,
Instituto de Investigaciones Históricas, 2 vols.
Le Breton, David
2007 El sabor del mundo. Una antropología de los sentidos.
Buenos Aires: Nueva Visión.
Lewis, Oscar
1959 Five Families: Mexican Case Studies in the Culture of
Poverty. New York: Basic Books.
Mamdani, Mahmood
1998 Ciudadano y súbdito: África contemporánea y el legado del
colonialismo tardío. México: Siglo XXI.
Marion, Marie-Odile
1993 “Cuerpo y cosmos. Simbolismo del cuerpo y prácticas
agrícolas de los mayas selváticos”, Cuicuilco, 33 (34): 51-68.
1994 Fiestas de los pueblos indígenas. Identidad y ritualidad
entre los mayas. México: Instituto Nacional Indigenista /
Secretaría de Desarrollo Social.
Martí, Samuel
1968 Instrumentos musicales precortesianos. México: Instituto
Nacional de Antropología e Historia.
McArthur, Harry S.
1972 “Los bailes de Aguacatán y el culto a los muertos”, América
Indígena, 32 (2): 491-513. México: Instituto Indigenista
Interamericano.
Medina, Andrés
2000 “El cuerpo humano en la cosmovisión mesoamericana: una
reconsideración etnográfica”, ponencia presentada en el VI
Coloquio Internacional de Filosofía La escritura del cuerpo, el
cuerpo de la escritura. Zacatecas, México.
2000 En las cuatro esquinas en el centro. Etnografía de la
cosmovisión mesoamericana. México: Universidad Nacional
Autónoma de México.
Merriam, Alan
1964 The Anthropology of Music. Evanston: Northwestern
University Press.
Molina, fray Alonso de
1970 Vocabulario en lengua castellana y mexicana. México:
Porrúa.
Monterde, Francisco.
1995 Teatro indígena prehispánico (Rabinal Achí). México:
Universidad Nacional Autónoma de México.
Monterroso, Nancy
1999 “PN23: Excavaciones en la Plaza R-20”, Proyecto
Arqueológico Piedras Negras, Informe Preliminar No. 2,
Segunda Temporada, 1998, pp. 103-122, H. Escobedo y S. D.
Houston (eds.). Guatemala: Proyecto Arqueológico Piedras
Negras / Instituto de Arqueología e Historia de Guatemala,
Dirección General del Patrimonio Cultural y Natural / Ministerio
de Cultura y Deportes.
Morales Bermúdez, Jesús
1984 Antigua palabra narrativa indígena chol. México: Plaza y
Valdéz Editores.
Morales López, Abel y Carlos Morales Aguilar
2004 “Observaciones preliminares al patrón de asentamiento del
Grupo Oriental, El Mirador, Petén, Guatemala”, Investigación,
conservación y desarrollo en El Mirador, Peten, Guatemala,
pp. 60-103, R. D. Hansen y E. Suyuc-Ley (eds.). Guatemala:
Instituto de Antropología e Historia, Dirección General del
Patrimonio Cultural y Natural / Ministerio de Cultura y Deportes.
Moriarty, Matthew D., Eric S. Kerns, Christina T. Halperin, Ellen
Spensley y Benjamin M. Haldeman
2004 “Operaciones de levantamiento en La Trinidad, 2003: Con
notas sobre asentamiento y organización”, Proyecto
Arqueológico Motul de San José, Informe # 6, Temporada de
Campo 2003, pp. 15-38, M. Moriarty, J. Castellanos y A. Foias
(eds.). Guatemala: Proyecto Arqueológico Motul de San José /
Instituto de Arqueología e Historia, Dirección General del
Patrimonio Cultural y Natural / Ministerio de Cultura y Deportes.
Moriarty, M. D., Ellen Spensley, Ingrid Seyb, Crorey Lawton y Jorge
Guzmán
2007 “Excavaciones de Sondeo, continuación del mapeo y la
prospección de basureros en La Trinidad de Nosotros en el
2005”, Proyecto Arqueológico Motul de San José, Informe # 7,
Temporada de Campo 2005, pp. 97-140, E. Spensley, M. D.
Moriarty y C. Lawton (eds.). Guatemala: Proyecto Arqueológico
Motul de San José / Instituto de Arqueología e Historia de
Guatemala, Dirección General del Patrimonio Cultural y Natural
/ Ministerio de Cultura y Deportes.
Muñoz Castillo, Fernando
2000 Teatro maya peninsular. Mérida: Ayuntamiento de Mérida
(Colección Capital Americana de la Cultura).
Muyolema-Calle, Armando
2007 Colonialismo y representación. Hacia una relecture del
latinoamericanismo, indigenismos y de los discursos etnia-
clase de Los Andes del siglo xx. Pittsburgh: University of
Pittsburgh.
Neurath, Johannes
2009 Por los caminos del maíz: mito y ritual en la periferia
septentrional de Mesoamérica. México: Fondo de Cultura
Económica / Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.
Núñez Chinchilla, Jesús
1962 Guía de las ruinas de Copán. Tegucigalpa, Honduras:
Publicaciones del Banco Central de Honduras.
Olazábal, Tirso de
2007 Acústica musical y organología. Buenos Aires, Argentina:
Melos Ediciones Musicales.
Olsen, Dale A.
2002 The Ethnomusicology of Ancient South American Cultures.
Gainesville: University Press of Florida.
Padilla Pablo, y Alejandro Ramos
2010 Reporte Técnico del Proyecto de Investigación
Arqueoacústica en zonas arqueológicas de Guanajuato.
Equipo de Arqueoacústica UNAM-ITESM(CCM).
Peña, Guillermo de la
2011 La antropología y el patrimonio cultural de México. México:
Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.
Pohl, John
s.f. “Un desciframiento de la era colonial del Códice Ríos”,
Foundation for the Advancement of Mesoamerican Studies:
<www.famsi.org/spanish/research/pohl/ipcodices/rios/index.html>,
accesado el 30 marzo de 2006.
Popol Vuh
2008 Las antiguas historias del Quiché, traducidas del texto
original, con introducción y notas de Adrián Recinos. México:
Fondo de Cultura Económica.
Posey, Darrel A.
1998 “El desarrollo de productos naturales y la cuestión de la
propiedad intelectual de las comunidades indígenas en el Brasil
y América Latina”, El indio como sujeto y objeto de la historia
latinoamericana. Pasado y presente, pp. 137-155, Hans-
Joachin König (ed.). Madrid: Vervuert.
Rawcliffe, Susan
1992 “Complex Acoustics in Pre-Columbian Flute Systems”,
Experimental Musical Instruments, 8 (2): 5-15. Point Reyes
Station, California: Experimental Musical Instruments.
Rayleigh, Robert
1945 The Theory of Sound. EU: Dover Publications.
Reynoso, Carlos
2006 Antropología de la Música. De los géneros tribales a la
globalización. Vol. 1: Teorías de la simplicidad. Buenos Aires,
Argentina: Colección Complejidad Humana.
Rice, Timothy
1987 “Toward the Remodeling of Ethnomusicology”,
Ethnomusicology, 31 (3): 469-488.
Rodens, Vanessa
2007 “Silbatos de muelle de aire de la cultura maya”, Tradiciones
de Guatemala, 67: 129-151. Guatemala: Universidad de San
Carlos, Centro de Estudios Folklóricos.
2008 Estudio arqueoorganológico de objetos sonoros excavados
en los asentamientos mayas de Motul de San José y Piedras
Negras, Petén, Guatemala. Informe final. Guatemala: Instituto
de Arqueología e Historia de Guatemala, Dirección General del
Patrimonio Cultural y Natural / Ministerio de Cultura y Deportes.
2009 Los verdaderos aerófonos de la Zona Cultural y Natural de
la Cuenca el Mirador: Una clasificación tentativa. Informe final.
Guatemala: Proyecto Arqueológico Cuenca Mirador.
2011 “Un estudio arqueomusicológico de los verdaderos
aerófonos procedentes del sistema cultural y natural de la
Cuenca Mirador, Petén, Guatemala”, XXIV Simposio de
Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, vol. 2, pp. 923-
936, B. Arroyo, A. Linares Palma, L. Paiz Aragón y A. L. Arroyave
(eds.). Guatemala: Ministerio de Cultura y Deportes / Instituto
de Antropología e Historia / Asociación Tikal.
Taylor, Charles
2009 El multiculturalismo y “la política del reconocimiento”.
México: Fondo de Cultura Económica.
Tedlock, Barbara
1982 “Sound Texture and Metaphor in Quiché Maya Ritual
Language”, Current Anthropology, 23 (3): 268-272.
Tello, Aurelio
2004 “El patrimonio musical de México: una síntesis
aproximativa”, El patrimonio nacional de México. México:
Consejo Nacional para la Cultura y las Artes / Fondo de Cultura
Económica, vol. 2.
Thompson, Edward
1897 The Chultunes of Labná, Yucatan: Report of explorations
by The Museum, 1888-89 and 1890- 91. Cambridge: Peabody
Museum of American Archaeology and Ethnology, Harvard
University (Memoirs of the Peabody Museum of American
Archaeology and Ethnology, 1/3).
Toledo Palomo, Ricardo
1965 “Bailes del Tun en los siglos XVI y XVII”, Folklore de
Guatemala, 1: 59-67.
Tozzer, Alfred M.
1907 A Comparative Study of the Mayas and the Lacandones.
New York: Archaeological Institute of America by MacMillan.
1941 “Landa’s Relación de las Cosas de Yucatán”, Papers of the
Peabody Museum of American Archaeology and Ethnology,
18. Cambridge: Harvard University, Peabody Museum of
Archaeology and Ethnology.
Varios
1995 El patrimonio sitiado: el punto de vista de los trabajadores.
Seminario de Estudios sobre Patrimonio Cultural. México:
Instituto Nacional de Antropología e Historia.
2006 El patrimonio intangible, investigaciones recientes y
propuestas para su conservación. Seminario de Estudios
sobre Patrimonio Cultural. México: Instituto Nacional de
Antropología e Historia.
2010 Salvaguarda del patrimonio musical en riesgo. México:
Ediciones del Programa de Desarrollo Cultural de la Huasteca /
Consejo Nacional para la Cultura y las Artes / Secretaría de
Cultura del Estado de Puebla.
2011 Patrimonio musical de México, Diario de Campo Núm. 5.
México: Instituto Nacional de Antropología e Historia.
Vázquez Valle, Irene
1989 La cultura popular vista por las élites. México: Universidad
Nacional Autónoma de México.
Vela, David
1972 “Danzas y primeras manifestaciones del indígena maya-
quiché”, América indígena, 32 (2): 515-521. México: Instituto
Indigenista Interamericano.
Velázquez Cabrera, Roberto
2006 “Ancient noise generators”, Studien zur Musikarchäologie
V, Orient-Archäologie, 20, pp. 255-272, E. Hickmann, A. A.
Both y R. Eichmann (eds.). Rahden, Westfalen: Verlag Maria
Leidorf.
2009a “Generador de ruido bucal de ilmenita”, Arqueología, 40:
71-95. México: Instituto Nacional de Antropología e Historia,
Coordinación Nacional de Arqueología.
2009b “Silbato de la muerte”, Arqueología, 42: 184-202. México:
Instituto Nacional de Antropología e Historia, Coordinación
Nacional de Arqueología.
Velázquez Castro, Adrián
1999 Tipología de los objetos de concha del Templo Mayor de
Tenochtitlan. México: Instituto Nacional de Antropología e
Historia (Colección Científica 392).
2000 El simbolismo de los objetos de concha encontrados en
las ofrendas del Templo Mayor de Tenochtitlan. México:
Instituto Nacional de Antropología e Historia (Colección
Científica 403).
2007 La producción especializada de los objetos de concha del
Templo Mayor de Tenochtitlan. México: Instituto Nacional de
Antropología e Historia (Colección Científica 519).
Archivos
Referencia discográfica
Yurchenco, Henrietta
1978 Music of the Maya Quiche of Guatemala. The Rabinal Achi
and the Baile de las Canastas. New York: Ethnic Folkways
Records, FE 4226.
AVISO LEGAL