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Nota: esta obra no puede ser interpretada por hombres, solo mujeres.
“Hijas de la mala vida” Humberto Robles
Personajes:
Margot
Penélope
Ambas mujeres son veteranas de la misma edad más o menos. Penélope viste
sumamente elegante y sofisticada, con sombrero, bolso y guantes, de luto
riguroso (o también, podría ir totalmente de rojo), estilo Coco Chanel. Margot
viste con evidente mal gusto, colores chillones, telas baratas, mal combinada,
sombrero, lentes oscuros; parece una turista gringa.
La acción transcurre en una sala del Museo de Arte Moderno de Nueva York, a
finales de la década de los 50, Siglo XX.
Los poemas de Rafael Alberti pertenecen al libro “Lo que canté y dije de
Picasso”.
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“Hijas de la mala vida” Humberto Robles
ACTO ÚNICO
Penélope: ¡Ah…!
Aquí está el toro de cuya cola arrastra
La sal y la aspereza, y en su ruedo
Tiembla el collar de España con un sonido seco,
Como un saco de huesos que la luna derrama1.
1
Pablo Neruda
2
“Hijas de la mala vida” Humberto Robles
Margot: Aceptadas.
Margot (tras pausa): Yo también digo que “lo malo de la pintura abstracta es
que hay que molestarse en leer el título de los cuadros2”… (Margot ríe de su
“chiste”. Penélope apenas la mira) Era una broma... (Tras pausa, carraspea)
Una preguntita.
Margot: ¡¿Tanto tiempo?! ¡Qué barbaridad! Yo tengo tantas cosas qué hacer
todavía.
Penélope: Con ella… (Señala) Con la pintura. (Mira el cuadro) ¡Ojos me faltan
para verla y corazón me sobra para venerarla!
Margot: ¿Se refiere a este cuadro horripilante que jamás debió haber existido?
Penélope: ¡Por favor! ¡Si es usted una iletrada, al menos tenga un mínimo de
respeto al referirse a esta obra maestra!
2
Óscar Pin
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“Hijas de la mala vida” Humberto Robles
Margot: ¡No me diga! Fíjese que siempre tuve esa duda. Gracias por
despejármela.
Penélope (se levanta; docta): “Las señoritas de Avignon”... ¿Sabe que antes de
ser llamado así se le conoció como “El burdel filosófico”...? Esta pintura
revolucionaria, obra germinal del cubismo, es uno de los más grandes
paradigmas de la pintura... Una obra que quebró la concepción del arte hasta
ese momento... Fue una pintura muy criticada e incomprendida incluso entre
los artistas, coleccionistas y críticos de arte más vanguardistas de la época,
que no comprendieron el nuevo rumbo tomado por el artista… Con “Les
demoiselles d’Avignon” Picasso mandó a Venus al cementerio3.
Margot: Ah…
3
Lo que Picasso ama, según sus propias mujeres, de Rafael Alberti
4
Rafael Alberti
4
“Hijas de la mala vida” Humberto Robles
Margot intenta ir hacia el cuadro para golpearlo con el hacha. Penélope intenta
quitársela. Ambas forcejan.
5
Edgar Degas
5
“Hijas de la mala vida” Humberto Robles
Margot: Más respeto, señora, más respeto... Que conste que la puedo
demandar por abusar de una pobre anciana frágil e indefensa.
Penélope: En todo caso, aquí la que va a acabar tras las rejas es usted: una
facinerosa maniaco-compulsiva atentando contra el legado del artista más
grande que haya dado la humanidad: ¡Picasso...! (Se levanta, lanza una
exclamación teatral y habla llena de histrionismo) ¡Ah, Pablo Ruiz Picasso…!
Siempre es todo ojos.
No te quita ojos.
Se come las palabras con los ojos.
Es el siete ojos.
Es el cien mil ojos en dos ojos.
El gran mirón
como un botón marrón
y otro botón.
6
“Hijas de la mala vida” Humberto Robles
El ojo de la cerradura
por el que se ve la pintura.
El que te abre bien los ojos
cuando te muerde con los ojos.
El ojo de la aguja
que sólo ensarta cuando dibuja.
El que te clava con los ojos
en un abrir y cerrar de ojos.
[…] Todo el amor para esos ojos.
El cielo entero para esos ojos.
El mar entero para esos ojos.
La tierra entera para esos ojos.
La eternidad para esos ojos.6
Margot: Es que no le miento, el tamaño era descomunal. (Va a ilustrar con las
manos)
6
Fragmentos de Los ojos de Picasso, de Rafael Alberti
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“Hijas de la mala vida” Humberto Robles
Margot: Lo siento, pero yo no tengo todo el tiempo del mundo como para
esperar a que usted contemple esta basura y se vaya de aquí cuando le pegue
su regalada gana… Soy una mujer de negocios, a business woman, y mi lema
es: time is money.
Margot: ¿Sabe qué, madame? Por mí haga lo que le plazca; con que me deje
terminar con lo que debí haber hecho hace muchos años, me doy por bien
servida.
Margot: ¿Y esto?
7
Góngora
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“Hijas de la mala vida” Humberto Robles
Cementerio de lo agradable,
El buen gusto, la picazón
De fornicar con lo pintado.
Les demoiselles d’Avignon.
Margot (con la vela en la mano): A lo mejor esto sirva para prenderle fuego.
8
Balada de Les demoiselles d’Avignon, Rafael Alberti
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“Hijas de la mala vida” Humberto Robles
Margot: ¡No me grite que me pongo mal y cuando me pongo mal, me pongo
muy violenta!
Penélope (al cielo): Dios mío, ¿por qué me envías pruebas tan difíciles? ¿Qué
te hice para que me castigues de esta manera? ¡Primero mi marido… y luego
esta vieja chiflada!
Margot: ¡Viejas las pirámides, y siguen en pie! (La observa) Además usted
tampoco se cuece al primer hervor.
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“Hijas de la mala vida” Humberto Robles
Margot: Que en un descuido, usted debe ser una prófuga de una sala de arte
egipcio... ¡Momia!
Penélope: ¡Atrevida...! Soy una mujer mayor, pero ya quisiera usted estar así
de bien conservada... Mire, abuelita, siga su camino y aquí no ha pasado
nada... (Aparte) ¡Virgen santísima, si a algo le temo es a la demencia senil!
Penélope (mira la mano de Margot): Los buenos modales ante todo. (Se quita
un guante y le tiende la mano) Penélope Maris viuda del barón del Trocadero.
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“Hijas de la mala vida” Humberto Robles
Penélope: Señora, pongo punto final a esta conversación. Ahora, por enésima
vez, ¿me haría el grandísimo favor de abandonar la sala…? O me voy a tener
que ver en la penosa, penosísima necesidad de dar la señal de alarma para
que la saquen a rastras del museo. Yo que usted me ahorraba semejante
humillación.
Margot: ¡Ja…! ¡Bonitas ínfulas las suyas! ¡Cuánta arrogancia! ¡Claro!, a una
plebeya como yo se le mira de arriba abajo, por encima el hombro. ¡Clasista!
Margot: ¡Qué soberbia! Pero hay un Dios que todo lo ve y que le debe estar
llevando la cuenta de sus desplantes de ricachona emperifollada.
Margot: Camina con la cabeza erguida, alzando la nariz por el olor a mierda.
Margot: ¡Frígida!
Penélope: ¡Ninfómana!
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Ludmila I. Shliómina
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“Hijas de la mala vida” Humberto Robles
Margot: ¡Menopáusica!
Penélope: ¡Gárgola!
Margot: ¡Tarántula!
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“Hijas de la mala vida” Humberto Robles
Penélope: ¿Segurísima?
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Rafael Alberti
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“Hijas de la mala vida” Humberto Robles
Margot: Segura.
Penélope (mira alrededor): No piense que soy dipsómana... es sólo para olvidar
el caudal de penas que llevo encima... (Saca la anforita y se la ofrece) ¿Gusta
un sorbo?
Margot: ¿Quién soy yo para decir que no? Nunca he sabido resistirme a los
placeres. A ninguno. (Va a beber)
Margot: Está bien. (Se saca el chicle de la boca y lo pega bajo la banca)
Penélope: Reconozco que me tiene intrigada… ¿Se puede saber porqué ese
afán desmedido por destruir esta joya del arte, el máximo exponente de la
modernidad, el parteaguas de la pintura?
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“Hijas de la mala vida” Humberto Robles
Penélope: La escucho.
Penélope asiente.
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“Hijas de la mala vida” Humberto Robles
Margot: Ah, es que yo soy republicana… y los sinónimos nunca han sido mi
fuerte… (Prosigue) Bueno, continuando: ya que estamos en confianza usted y
yo... (Va hacia el cuadro y lo señala) Mire usted qué formas más
desagradables, qué trazos más burdos… (Señala las dos figuras a la derecha
del cuadro) Estas caras provocan pesadillas de sólo mirarlas... Cada línea va
en contra de la naturaleza.
Penélope: “El color de una simple línea pintada con el pincel puede llevar a la
libertad y a la felicidad”11... ¡Pero usted qué va a entender de belleza!
11
Joan Miró
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“Hijas de la mala vida” Humberto Robles
Margot: Aunque no lo crea, y así como me ve, sé reconocer las cosas buenas.
Margot: ¡Presumida! Sépase que en otras épocas, con dos o tres de mis
favores, más de un caballero me habría regalado un modelito así... (Va a tocar
el vestido)
Penélope (la frena): ¡Sin tocar, sin tocar...! Me enervan las arrugas y las
manchas... Todo debe ser pulcro, correcto, perfecto.
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“Hijas de la mala vida” Humberto Robles
Margot: Sinceramente, madame, ¿alguna vez ha visto una cara así... o así?
(señala en el cuadro las dos caras del lado derecho)
Penélope: ¡Usted no entiende nada! Es inútil discutir con usted... ¡Me rindo!
Margot (Le da la espalda y luego gira con la cara desfigurada por sus manos):
¿Me ve a mí con semejante cara? ¡¿Eh?!
Penélope: ¡Ay, no sea grotesca! (evita verla) ¡Por favor, un poco de pudor
nunca está de más!
Margot (sin dejar de desfigurarse la cara): ¿Me reconoce a mí con este rostro?
Penélope (la mira): ¿A usted por qué? ¿Qué tiene que ver con este cuadro?
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“Hijas de la mala vida” Humberto Robles
Penélope: ¡Mimí!
Margot: ¿Qué?
Penélope: Mi... mi... ¡mi anforita! (la saca, bebe discreta y luego la guarda)
Penélope: ¡Por supuesto que no! ¡¿Una dama como yo qué tendría que ver con
una practicante del oficio más viejo del mundo?!
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“Hijas de la mala vida” Humberto Robles
Margot: Aunque no por falta de ganas, sino porque la piel se hace flácida, las
carnes se cuelgan, (mostrando sus senos) la ley de gravedad no perdona a
nadie.
Margot: Si prefiere llamarlo de esa manera, por mí está bien… Para las buenas
conciencias, “casa de citas” suena menos escandaloso que burdel, lupanar o
prostíbulo… Hay otros que prefieren llamarlo con todas sus letras: pu-te-ro…/
Penélope: ¡No siga, por el amor de Dios! ¡Me enferman las malas palabras!
Margot: Como guste, madame... Ah, si supiera la clientela que se deleita con
mis complacientes pupilas... Hay de todo: políticos, aristas, estudiantes,
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“Hijas de la mala vida” Humberto Robles
Margot: ¡Para nada! Yo sólo les cobro una pequeña comisión. No soy una
lenona ni una tratante de blancas. Todo lo que hago está dentro de la legalidad.
Penélope: Que... que... ¡Que viéndola, no hay nada que nos confirme que ésta
que está aquí (Señalando la figura en le cuadro) sea usted!
Margot: ¿Verdad que estoy irreconocible? ¡Gracias por darme la razón! ¡Hasta
que nos ponemos de acuerdo en algo! ¿Ahora entiende mi furia? Porque yo
era, si no un derroche de belleza, por lo menos bonitilla… Y me esmeraba con
el cuerpo y mis talentos que provocaba alaridos.
Margot: Sépase que lo que tenemos las poco agraciadas es que somos una
caja de sorpresas en la cama.
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“Hijas de la mala vida” Humberto Robles
Margot: ¡Yo los hacía ver fuegos artificiales! (prosigue) Y todo eso para acabar
plasmada así: fea, fea y en una posición anatómicamente imposible... ¡no hay
que ser… qué majadería!
Penélope: No voy a discutir sobre criterios artísticos con una prostituta semi
analfabeta.
Penélope: ¡Pero si apenas puede hilar dos frases juntas...! Dígame una cosa,
¿cree que sólo porque a usted no le gusta el cuadro, tiene derecho a
destruirlo?
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“Hijas de la mala vida” Humberto Robles
Penélope: Para acabar pronto, señora, nadie en este mundo sabe (señala el
cuadro) que ésta de aquí es usted... Ni quiénes son el resto de mujerzuelas...
¿Qué más le da que la humanidad siga apreciando esta obra maestra?
Margot (interrumpe): ¡Ya, ya! Ya estuvo bueno... Cada vez que menciona el
nombre de ese canalla se transforma y comienza con “Ah, Pablo Ruiz...”/
Penélope: Le pido... No, no, no, más bien, le exijo que en mi presencia, al
referirse a él, lo haga con la propiedad y con el respeto que un genio de su talla
se merece.
Penélope: ¿Por qué? ¡¿Por qué tengo que enterarme de sus intimidades?!
Margot: Si usted supiera de la que se salvó por no haber caído en las garras de
esa toro en brama.
Penélope: ¡Yo daría lo que me resta de vida por estar un instante con él!
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“Hijas de la mala vida” Humberto Robles
Margot: No tiene ni la más pálida idea de lo que dice... Con su crueldad, ese
tipo le arruinó la vida a todas sus mujeres... Comenzó amándolas y acabó
destruyéndolas... Empezó pintándolas y terminó matándolas con el pincel.
Margot (prosigue): Y se casó con ella... Bien dicen que “jalan más dos tetas,
que un par de carretas... “
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“Hijas de la mala vida” Humberto Robles
Margot (prosigue): Gaby, Irene, María Thérèse que le dio una hija, Françoise
que le dio dos, y tantas mujeres que sucumbieron en el vértigo del remolino...
Usted solamente habría sido una víctima más, porque él devora a las mujeres
para liberar su creatividad.
Margot: Sepa que ese hombre muda de aires como de amante, estilo, casa,
musa, tertulia y perro al mismo tiempo. Es una serpiente venenosa que cambia
de piel y de vida constantemente.
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“Hijas de la mala vida” Humberto Robles
Penélope: Ah... creo que entiendo... Me parece que estoy frente a una mujer
despechada... ¡Ja…! Sólo así se entiende tanta animadversión.
Penélope: Entonces, ¿me va a decir que esos labios llenos de carmín barato
besaron la boca de él?
Margot: ¡Uy, tantas veces! (Escupe al piso y se limpia la comisura de los labios)
Y muchas cosas más, que dudo usted quiera saber.
Penélope: Así que esos labios... esa boca... esa lengua... (Se le acerca intensa
a Margot) ¡Margot...!
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“Hijas de la mala vida” Humberto Robles
Penélope: Margot...
Margot: ¿Por qué me mira así? Me asusta el brillo de sus ojos… la intensidad
de su mirada.
Penélope: Esos labios tocaron los labios de él... Esa boca probó la dulzura y la
miel de su boca... ¡Béseme, Margot, béseme con la misma fuerza con la que él
la besaba!
Margot (huyendo): ¡No, no, no...! Ya veo por dónde va, vieja cochina,
cochambrosa... No sea sucia... Comienza pidiéndome un beso y luego querrá
llegar más lejos.
Margot: ¡Ah, no...! ¡Ve que sí quiere llegar más lejos, depravada!
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“Hijas de la mala vida” Humberto Robles
Margot (tras pausa tensa): Mire que yo no soy de ésas ancianas bobas que se
asustan por cualquier insignificancia... ¿Quién soy yo?, si he visto y hecho de
todo un poco... mi repertorio va del fetichismo a las orgías... pero francamente
después de lo que he presenciado no sé qué pensar.
Penélope: Se lo agradezco.
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LXIV, Rafael Alberti
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“Hijas de la mala vida” Humberto Robles
Penélope: ¿Quiere?
Margot (bebe): Ah... qué delicia... (Bebe más) Debe ser muy caro.
Margot (interrumpe): Ay, no, no, no, de ninguna manera, ¿por qué habría de
pensar eso, madame…? Usted tan fina, tan culta, tan mística... tan lésbica...
¡quiero decir: tan lúbrica! ¡Digo: tan lánguida…! Usted disculpe, con las
esdrújulas no me llevo.
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“Hijas de la mala vida” Humberto Robles
Penélope: Le juro que las féminas nunca me atrajeron... Fui mujer de un solo
hombre: de mi esposo. Pero sólo tuve un gran amor.
Margot: Su marido.
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Es un demonio, de Rafael Alberti
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“Hijas de la mala vida” Humberto Robles
Margot (tras pausa): ¡Ah, barón de título nobiliario, yo creí que…! (ríe nerviosa)
Nunca fui muy ducha para la ortografía, ni la geometría, ni la zoofilia...
Penélope: ¿Zoofilia?
Margot: Mejor.
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“Hijas de la mala vida” Humberto Robles
Margot: Es verdad, somos hijas de la mala vida... Nos gusta el rigor y nos
rendimos al castigo... ¿Le pegaba?
Margot (prosigue): Bueno, su esposo, ¿se dio cuenta de su amor por el pintor?
Penélope: Me armé de valor y le dije mirándolo fijamente a los ojos con toda la
seriedad que ameritaba el momento... “Perdóname por no haber podido amarte
nunca... mi corazón le pertenece a Pablo Picasso”.
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“Hijas de la mala vida” Humberto Robles
Margot: ¡De veras que los hombres tienen poco seso…! Verá, todo es
proporcional, y se lo digo por mi vasta experiencia... Si la materia gris escasea,
seguro que aquello es (hace una seña con las manos) ¡tremendo animalón!
Penélope (asiente): Los hombres creen lo que quieren creer... ven lo que
quieren ver... y aman a quien no los ama.
Penélope: Jamás... Mi marido, el barón del Trocadero, decía que a los artistas
había que venerarlos por sus obras... pero jamás conocerlos personalmente
para no decepcionarnos.
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“Hijas de la mala vida” Humberto Robles
Margot (interrumpe): Sí, sí, ya sé, el lenguaje, los modales... Pero es que no
concibo a una mujer enamorada tanto tiempo de un hombre al que apenas
conoció y con el que no tuvo sexo.
Penélope: Hay cosas más fuertes que el sexo. Más perdurables. El amor, por
ejemplo.
Penélope: Ni una.
Margot: Oiga, lo suyo es grave... Fíjese, yo soy al revés, debe ser desviación
profesional: yo primero los conozco bajo las sábanas, se enciende la llamarada
de pasión... y ya luego veo si me enamoro... Antes que nada: besos, caricias,
abrazos, sudores... porque yo tendré malos gustos, ¡pero tengo unos ratos que
uy...! (Se corta) Perdón, no le doy más detalles.
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“Hijas de la mala vida” Humberto Robles
Margot: Era un deleite... Qué manera de besar... Con un beso, ese hombre la
hacía ver a una... todas las constelaciones.
Margot: Dígame.
Margot: ¡Era un portento…! Adán, Casanova, Romeo, don Juan, Adonis, todos
en uno.
Margot: A usted que le gustan las metáforas, verá: era la personificación del
unicornio... Y no le hago muestras gráficas porqué sé que le molestan.
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“Hijas de la mala vida” Humberto Robles
Margot: Debe ser la sangre andaluza que hervía en sus venas y lo convertía en
un torero adentrándose en la plaza... ¡Ole, matador...! Desnudo, hermosamente
desnudo, con esos ojos terribles, clavaba la espada con tal destreza, que una
llegaba al cielo y bajaba al infierno en un suspiro... era como morir un poco en
cada orgasmo... y volver a nacer en un espasmo.
Margot: Ay, madame... Como se nos conquista a todas las mujeres: con flores,
champaña y música... ¡Ay, maldito español, bendito malagueño...! Una noche,
al salir de una taberna de mala-muerte, me encontré con una banda de gitanos
que tocaba sus hechizantes melodías... (Tararea y sigue la música,
meciéndose) Y yo, con tan pocas primaveras... borracha y bullanguera como
siempre he sido, me puse a bailar sola en la acera... ¿Qué se puede esperar de
una mujer-de-la-vida-alegre joven, soñadora y llena de deseos...? De pronto,
sin darme cuenta, estaba rodeada de gente que me animaba y me aplaudía... y
al abrir los ojos, apareció entre mis brazos, como de la nada: él... (Comienza a
bailar)
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“Hijas de la mala vida” Humberto Robles
Margot: Muy bien, Penélope... ¿Qué? ¿Le damos gusto al cuerpo con otro
coñaquito?
Margot (toma la anforita): Margot o Mimí, como más le guste... (Bebe y luego la
observa) Ahora que la veo bien... realmente debió haber sido muy hermosa.
Penélope: Modestia aparte, así es... Nací solamente con esa virtud... Las
demás las fui adquiriendo poco a poco hasta convertirme en lo que soy.
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“Hijas de la mala vida” Humberto Robles
Margot: No se ofenda, madame... sólo digo que ahora que la veo con
detenimiento, me hizo recordar a.../
Margot: Tenía unos ojos de mar, de verde mar... Toda ojos, toda mar... ¡Era
preciosa...! Eso sí, muy tímida... Y sufría mucho... pero era un terrón de
azúcar.
Penélope: No siga.
Margot: Estaba fuera de lugar... La vida de un burdel no era para un ser tan
inocente como ella... Era un capullo que apenas se abría.
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“Hijas de la mala vida” Humberto Robles
Margot (Mira el cuadro): Perdone que insista, pero mire... (Va hacia el cuadro)
La joven de la que le hablo era ésta... (Señala en el cuadro la figura que parece
que está entrando, en el extremo superior derecho) Tierna, sonrosada, con una
sonrisa siempre triste y con sus ojos de gato... ¡¿No le parece el colmo de la
ingratitud y la maldad que el pintor la haya retratado así de siniestra?!
Margot: ¿Se acuerda que le dije que uno de mis motivos para destrozar esta
pintura era resarcir el daño que el desnaturalizado ése le hizo a una jovencita?
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“Hijas de la mala vida” Humberto Robles
Margot: Las dos grandes pasiones de Picasso han sido el arte y las mujeres. El
arte lo domina, pero las mujeres no. Ejerce todo su poder y todo su desprecio
con sus esposas, novias, amantes, pretendientes.
Penélope: ¿Entonces?
Margot: Que le duró muy poco la fascinación... Cuando él se dio cuenta de que
ella lo amaba enloquecidamente, comenzó a repudiarla... Él puede pasar del
amor pasional al desprecio más absoluto en un dos por tres... Una vez me dijo:
“Las mujeres que no amo, se me pegan. Y las que amo, desaparecen...”
Penélope: No son mías, son de Alberti, el poeta que le comenté… (Pausa) Así
que él rechazaba a esa jovencita.
Margot: Decía que le daba náuseas... Aunque él busca a quien esclavizar, ¡no
soporta que se le entreguen fácilmente…! Al terminar el cuadro, nunca quiso
saber más de ella... Simplemente no pudo con la idolatría y el fervor que ella le
profesaba.
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Lo que Picasso ama, según sus propias mujeres, de Rafael Alberti
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“Hijas de la mala vida” Humberto Robles
Margot: Ahora que lo dice, nunca supe su verdadero nombre... En este oficio
usamos alias, como los ladrones... nombres de batalla... pero la llamábamos.../
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“Hijas de la mala vida” Humberto Robles
Margot (la observa): ¡La misma mirada... esa chispa encendida... el mar en sus
ojos...! ¡Eres tú, Nina!
Penélope: Nada de detalle, querida... vale una fortuna... Obsequio del gran
duque Dimitri.
Penélope (mirando el cuadro): ¡Un amor de medio siglo...! ¡Un sueño roto en un
instante!
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“Hijas de la mala vida” Humberto Robles
Margot: Discúlpeme por todo lo que dije... Qué imprudencia la mía... Si hubiera
sabido que usted era Nina... que Nina era usted... me habría callado...
Dispense, Penélope.
Penélope: Usted no... ¡Él sí...! (In Crescendo) Cretino, infeliz... ¡Desgraciado...!
¡Hijo de puta!
Penélope: Margot, ¿para qué seguir fingiendo? Las dos provenimos del mismo
lugar, las mismas palabrotas, el mismo oficio.
Margot (La observa y nota que Penélope tiene una lágrima): Una lágrima...
Margot (le ofrece la anforita): Ande, beba un poco... le va a calmar los nervios.
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“Hijas de la mala vida” Humberto Robles
Penélope: ¡Pásemela!
Penélope: ¡Que no quede nada de este lienzo horrendo! ¡Hay que destrozarlo!
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“Hijas de la mala vida” Humberto Robles
Margot: ¡No sea impulsiva, madame! (la detiene) ¡Quedemos para la posteridad
usted y yo juntas en ese cuadro...! Nina y Mimí en “El burdel filosófico”...
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“Hijas de la mala vida” Humberto Robles
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