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CORRUPCIÓN: Ver

Hemos de comprender que la corrupción es un problema social, ya que nos involucra a


todos. La sociedad se ha vuelto partícipe de este acto que beneficia a unos pocos, y
perjudica a la mayoría. Desde tiempos inmemoriales, la corrupción ha estado bastante
arraigada en nuestro pensamiento, tanto que la sociedad observa este hecho como un
acto ya común y no merecedor de la atención debida.
Desde el punto de vista social, la corrupción es la búsqueda de beneficios particulares a
expensas de un bien público, institucional, organizacional o grupal. Esto refiere que la
sociedad, propiamente dicha, no es partícipe activo de la corrupción, sino pasivo, ya que
permite y justifica que este acto denigrante ocurra a menudo. Este es un perjuicio
colectivo que se traduce, en última instancia, en la existencia de víctimas, aunque éstas
no sean directamente reconocibles y su perjuicio sea difuso. Dadas estas causas, se
puede inferir fácilmente porqué se ha vuelto casi normal volver a ver las mismas caras y
el mismo mensaje con más retórica que sustancia año tras año en la política nacional.
A partir de un enfoque jurídico, la corrupción supone una relación deliberada entre dos
partes para realizar un intercambio de prestaciones donde, una otorga una ventaja y otro
la recibe. Realizando una correspondencia hacia nuestra realidad nacional y continental,
esto es lo que ocurre exactamente en todos los países donde su índice de corrupción es
tristemente alto. Curiosamente la corrupción está presente, principalmente, en los países
tercermundistas, este dato tiene una regla sine qua non:
En la medida que un pueblo sea educado y cultivado, la talla del político será mejor.
Naturalmente, el político trata de surgir en el pueblo que lo vota, ergo, al político le
conviene, inmensamente, que su pueblo sea ignorante y falto de cultura. Este hecho se
vincula directamente en por qué los gobiernos tercermundistas no invierten en
educación. Y así, todo se conecta e interrelaciona. La corrupción es el desencadenante
que hace que un país sea tercermundista.

CORRUPCIÓN: Juzgar
Deberíamos reflexionar a todo esto pensar no solo en lo que “nos viene bien” sino
analizar profundamente en que estamos mal, la corrupción como una cuestión típica de
los países en vías de desarrollo; no existen mediciones confiables sobre los niveles de
corrupción en los países No sabemos, ni podemos saber, si la corrupción (¿de qué tipo?)
se ha incrementado o no (¿en comparación con qué?), y en qué medida lo ha hecho. Lo
que es seguro, en todo caso, es que se ha constituido en un problema público La crítica
hacia la actividad política se ha vuelto un rasgo persistente de la vida democrática se
presenta como un problema de representación, de relación entre gobernados que no
confían y buscan ejercer un control activo sobre quienes los gobiernan.
La corrupción esta hasta donde dicen que ayudaran donando algo para los pobres y se
quedan con una parte de los donativos, los que pasan por alto el abuso de poder y los
que hacen uso de ella la corrupción se ha vuelto tan parte de nosotros que ni cuenta nos
damos por la falta de información gracias a la corrupción que quita el dinero del estado
para promover una mejor educación, si todos hiciéramos un cargo de conciencia para
poder cambiar el pensamiento solo así será diferente.
Para el día de hoy no debemos tener corrupción ha demostrado que hay prioridades y no
es en el bien común sino en el crecimiento de cada uno. Con este tema del covid-19 es
donde nos damos cuenta de que las personas más necesitadas se ven perjudicadas por la
corrupción que hubo y aún hay, todos tenemos derecho a tener agua en nuestras casas,
ser atendidos a tiempo y otros, pero todo esto se ve interrumpido.
Cuando el amor por el dinero sustituye al amor a Dios y al prójimo, se convierte en
pecado. Ese hábito malo de la corrupción debe combatirse con la práctica de un hábito
opuesto, para quitar el favoritismo, tenemos que honrar la dignidad de toda persona. La
dignidad es el principio fundamental de la Doctrina Social de la Iglesia, “Justicia y Paz”
principios son la dignidad de la persona humana, el bien común, la solidaridad, la
subsidiaridad, la participación y el destino universal de los bienes. La corrupción
contrasta radicalmente con todos estos principios, ya que instrumentaliza a la persona
humana utilizándola para conseguir intereses egoístas. Impide la consecución del bien
común porque se le opone con criterios individualistas, de cinismo egoísta y de ilícitos
intereses. Contradice la solidaridad, porque produce injusticia y pobreza, y la
subsidiaridad porque no respeta los diversos roles sociales e institucionales, sino que
más bien los corrompe.
En el Evangelio de San Lucas 16, 1-13 se nos relata cómo Jesús contrasta la actitud de
un administrador corrupto, con la que tienen “los hijos de la luz”, en este contraste nos
señala la importancia de buscar el bien de otros, en el manejo de los bienes. La
corrupción encierra la negación del amor cristiano, se toma de otros lo que les
corresponde, para nuestro propio bien. Más nos valdría, nos enseña Jesús en este
evangelio, devolver a otros los bienes mal habidos.

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