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CENÁCULO

Informaciones

El cenáculo, procedente del vocablo latino cenacŭlum, alude al sitio


donde se desarrolló la última cena que compartieron Jesucristo y
sus discípulos. Se trata de un espacio que se encuentra en la ciudad
de Jerusalén, donde los apóstoles continuaron reuniéndose tras la
resurrección de Cristo.

El cenáculo era el lugar en el que los discípulos se encontraban para


rezar. Allí Jesús hizo la última cena con los discípulos y se apareció
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resucitado. El lugar fue también escenario de otro episodio bíblico muy


importante, descrito en los Hechos de los Apóstoles.

Tras su ascensión al cielo, los discípulos estaban aquí reunidos, a


puerta cerrada. Estaba cerca la fiesta judía de Pentecostés, celebrada 50
días después de Pascua. De repente, un tornado envolvió la casa y
aparecieron lenguas de fuego. Todos quedaron llenos del Espíritu Santo y
comenzaron a hablar en otras lenguas.

Como en el cenáculo histórico, también nosotros nos reunimos en torno


a la Virgen María. Y sobre todo por su poderosa súplica maternal vendrá el
Espíritu Santo sobre nosotros.

Si queremos que el Espíritu Santo nos visite, Ella es la puerta. Como


Seguramente conocemos bajo la palabra de San Luis María Grignion de
Montfor.

El Espíritu Santo quiere encontrar en nuestras almas a la Sma. Virgen, quiere


encontrar actitud y espíritu marianos. Y si la encuentra a María en un alma,
no le queda más remedio que penetrar en esta alma con sus dones y obrar
allí sus milagros.

Formamos parte de una familia, de una comunidad. Y como familia auténtica


hemos de formar una comunidad de corazones.

Una comunidad de corazones: Nos une un gran amor a la Virgen María


nuestro amadísimo Jesús. Queremos llegar a ser un solo corazón y una sola
alma. Y el Espíritu Santo es nuestro gran vínculo de unidad: Él debe unirnos,
llenarnos con su fuego de amor.

Apostolado de los Sagrados Corazones Unidos de Jesus y de Maria


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JUAN PABLO II

AUDIENCIA GENERAL

Miércoles 28 de junio de 1989

Fuente: http://w2.vatican.va/content/john-paul-ii/es/audiences/1989/documents/hf_jp-ii_aud_19890628.html

Preparación a la venida del Espíritu Santo

María presente en el Cenáculo

1. “Todos ellos perseveraban en la oración, con un mismo espíritu en


compañía de algunas mujeres, de María, la Madre de Jesús, y de sus
hermanos” (Hch 1, 14). Con estas sencillas palabras el autor de los Hechos
de los Apóstoles, señala la presencia de la Madre de Cristo en el Cenáculo,
en los días de preparación para Pentecostés.

En la catequesis precedente ya entramos al Cenáculo y vimos que los


Apóstoles, obedeciendo la orden recibida de Jesús antes de su partida hacia
el Padre, se habían reunido allí y “perseveraban... con un mismo espíritu” en
la oración. No estaban solos, pues contaban con la participación de otros
discípulos, hombres y mujeres. Entre estas personas que pertenecían a la
comunidad originaria de Jerusalén, San Lucas autor de los Hechos, nombra
también a María, Madre de Cristo. La nombra entre los demás presentes, sin
añadir nada de particular respecto a Ella. Pero sabemos que Lucas es

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también el Evangelista que manifestó de forma más completa la maternidad


divina y virginal de María, utilizando las informaciones que consiguió con una
precisa intención metodológica (cf. Lc 1, 1 ss.; Hch 1, 1 ss.) en las
comunidades cristianas, informaciones que al menos indirectamente se
remontaban a la primerísima fuente de todo dato mariológico: la misma
Madre de Jesús. Por ello, en la doble narración de Lucas, así como la venida
al mundo del Hijo de Dios está presentada en estrecha relación con la
persona de María, así ahora se presenta el nacimiento de la Iglesia vinculado
con Ella. La simple constatación de su presencia en el Cenáculo de
Pentecostés basta para hacernos entrever toda la importancia que Lucas
atribuye a este detalle.

2. En los Hechos María aparece como una de las personas que


participan, en calidad de miembro de la primera comunidad de la Iglesia
naciente, en la preparación para Pentecostés. Sobre la base del Evangelio
de Lucas y otros textos del Nuevo Testamento, se formó una tradición
cristiana acerca de la presencia de María en la Iglesia, que el Concilio
Vaticano II ha resumido afirmando que Ella es un miembro excelentísimo y
enteramente singular (cf. Lumen gentium, 53) por ser Madre de Cristo,
Hombre-Dios, y por consiguiente Madre de Dios. Los Padres conciliares
recordaron, en el mensaje introductorio, las palabras de los Hechos de los
Apóstoles que acabamos de leer, como si quisieran subrayar que, como
María había estado presente en aquella primera hora de la Iglesia, así
deseaban que estuviese en su reunión de sucesores de los Apóstoles,
congregados en la segunda mitad del siglo XX en continuidad con la
comunidad del Cenáculo. Reuniéndose para los trabajos conciliares también
los Padres querían perseverar “en la oración con un mismo espíritu... en
compañía de María, la Madre de Jesús” (cf. Hch 1, 14).

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3. Ya en el momento de la anunciación María había experimentado la


venida del Espíritu Santo. El Ángel Gabriel le había dicho: “El Espíritu Santo
vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra: por eso el
que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios” (Lc 1, 35). Por
medio de esta venida del Espíritu Santo a Ella, María fue asociada de modo
único e irrepetible al misterio de Cristo. En la Encíclica Redemptoris
Mater escribí: “En el misterio de Cristo María está presente ya ‘antes de la
creación del mundo’ (cf. Ef 1, 4) como Aquella que el Padre ‘ha elegido’ como
Madre de su Hijo en la Encarnación, y junto con el Padre la ha elegido el
Hijo, confiándola eternamente al Espíritu de santidad” (n. 8).

4. Ahora bien, en el Cenáculo de Jerusalén, cuando mediante los


acontecimientos pascuales el misterio de Cristo sobre la tierra llegó a su
plenitud, María se encuentra en la comunidad de los discípulos para preparar
una nueva venida del Espíritu Santo, y un nuevo nacimiento: el nacimiento de
la Iglesia. Es verdad que Ella misma es ya “templo del Espíritu Santo”
(Lumen gentium, 53) por su plenitud de gracia y su maternidad divina, pero
Ella participa en las súplicas por la venida del Paráclito a fin de que con su
poder suscite en la comunidad apostólica el impulso hacia la misión que
Jesucristo, al venir al mundo, recibió del Padre (cf. Jn 5, 36), y, al volver al
Padre, transmitió a la Iglesia (cf. Jn 17, 18). María, desde el inicio, está unida
a la Iglesia, como uno de los “discípulos” de su Hijo, pero al mismo tiempo
destaca en todos los tiempos como “tipo y ejemplar acabadísimo de la misma
(Iglesia) en la fe y en la caridad” (Lumen gentium, 53).

5. Lo ha puesto muy bien de relieve el Concilio Vaticano II en la


Constitución sobre la Iglesia, donde leemos: “La Virgen Santísima, por el don
y la prerrogativa de la maternidad divina, que la une con el Hijo Redentor, y

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por sus gracias y dones singulares, está también íntimamente unida con la
Iglesia. Como ya enseñó San Ambrosio, la Madre de Dios es tipo de la
Iglesia en el orden de la fe, de la caridad y de la unión perfecta con Cristo”
(Lumen gentium, 63).

“Pues en el misterio de la Iglesia -prosigue el Concilio-,... precedió la


Santísima Virgen presentándose de forma eminente... Creyendo y
obedeciendo, engendró en la tierra al mismo Hijo del Padre, y sin conocer
varón, cubierta con la sombra del Espíritu Santo” (Lumen gentium, 63).

La oración de María en el Cenáculo, como preparación a Pentecostés,


tiene un significado especial, precisamente por razón del vínculo con el
Espíritu Santo que se estableció en el momento del misterio de la
Encarnación. Ahora bien, este vínculo vuelve a presentarse, enriqueciéndose
con una nueva relación.

6. Al afirmar que María “precedió” en el orden de la fe, la Constitución


parece referirse a la “bienaventuranza” escuchada por la Virgen de Nazaret
durante la visita a su parienta Isabel tras la anunciación: “¡Feliz la que ha
creído!” (Lc 1, 45). El Evangelista escribe que “Isabel quedó llena de Espíritu
Santo” (Lc 1, 41) mientras respondía al saludo de María y pronunciaba
aquellas palabras. También en el Cenáculo de Pentecostés en Jerusalén
según el mismo Lucas, “todos quedaron llenos del Espíritu Santo” (Hch 2, 4).
Por lo tanto, también Aquella que había concebido “por obra del Espíritu
Santo” (cf. Mt 1, 18) recibió una nueva plenitud de Él. Toda su vida de fe, de
caridad, de perfecta unión con Cristo, desde aquella hora de
Pentecostés quedó unida al camino de la Iglesia.

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La comunidad apostólica tenía necesidad de su presencia y de aquella


perseverancia en la oración en compañía de Ella, la Madre del Señor. Se
puede decir que en aquella oración “en compañía de María” se trasluce su
particular mediación, nacida de la plenitud de los dones del Espíritu Santo.
Como su mística Esposa, María imploraba su venida a la Iglesia, nacida del
costado de Cristo atravesado en la cruz, y ahora a punto de manifestarse al
mundo.

7. Como se ve, la breve mención que hace el autor de los Hechos de


los Apóstoles acerca de la presencia de María entre los Apóstoles y todos
aquellos que “perseveraban en la oración” como preparación a Pentecostés y
a la “efusión” del Espíritu Santo, encierra un contenido sumamente rico.

En la Constitución Lumen gentium el Concilio Vaticano II ha dado


expresión a esta riqueza de contenido. Según el importante texto conciliar,
Aquella que en el Cenáculo en medio de los discípulos perseveraba en la
oración, es la Madre del Hijo, predestinado por Dios a ser “el primogénito
entre muchos hermanos” (cf. Rm 8, 29). Pero el Concilio añade que Ella
misma cooperó “a la regeneración y formación” de estos “hermanos” de
Cristo, con su amor de Madre. La Iglesia, a su vez, desde el día de
Pentecostés, “por la predicación y el bautismo engendra a una vida nueva e
inmortal a los hijos concebidos por obra del Espíritu Santo y nacidos de Dios”
(Lumen gentium, 64). La Iglesia, por consiguiente, convirtiéndose así también
ella en madre, mira a la Madre de Cristo como a su modelo. Esta mirada de
la Iglesia hacia María tuvo su inicio en el Cenáculo

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Nuestra Madre nos indica que la morada espiritual de


los hijos consagrados a Ella y los encuentros de oración,
todo junto es el Cenáculo. Estos encuentros se deben
Formar Verdaderos y Propios apóstoles de los últimos
tiempos para los Cenáculos.

El misterio de Pentecostés, de la gracia de la venida


del Espíritu Santo sobre los apóstoles a través de María,
es una realidad que permanece en la Iglesia, Nuestra
Madre nos lleva de vuelta al primer cenáculo, una vez que
hemos hecho nuestra consagración, nos convertimos en
apóstoles donando nuestra vida en el Corazón
Inmaculado y doloroso de María. Una semilla ha nacido,
pero necesita estar plantada en una tierra fértil. Los
cenáculos son la semilla en tierra fértil en la que la
consagración se nutre, La oración del Cenáculo es la
oración de la Madre que da poder a aquellos de Sus hijos.

Requisitos del Cenáculo:

1.- Pertenecer al APOSTOLADO DE LOS SAGRADOS CORAZONES


UNIDOS DE JESUS Y DE MARIA.

2.- Haber hecho CONSAGRACION Y COMPROMISO DE


RENOVACIONES POSTERIORES AL CORAZON DE JESUS ATRAVEZ
DEL CORAZON INMACULADO DE MARIA (anuales 33dias) ORACION DE
CONSAGRCION DIARIA.

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3.- Compromiso de REPARACION A LOS SAGRADOS CORAZONES


DE JESUS Y DE MARIA. (NUEVE PRIMEROS VIERNES DEL MES Y 5
PRIMEROS SABADOS DEL MES RESPECTIVAMENTE.)

4.-El número de integrantes: por que donde se reúnen 2-3 a orar ahí
estaré presente. Por tanto es variable.

5.- El lugar apropiado desde el hogar, parroquia, salón parroquial, etc.


Que cuente con el cuadro del corazón doloroso inmaculado de María y del
corazón agonizante de Jesús, un rosario, un cirio, sacramentales, formato
oficial del apostolado, mensajes oficiales del Apostolado Llamados de Amor
y de Conversión, con los que nos iremos formando como apóstoles. (Así
como en las normas del apostolado queda prohibido comentario alguno, de
algún otro tipo de profeta o mensajes; esto con el fin hermanos de evitar
confusión y dañe la fraternidad de nuestro cenáculo.)

6.- En ningún cenáculo hay jerarquías que no sean designados por


nuestra COORDINADORA LAURA LAZARO, O EL PBRO. PABLO GARCIA
BECK DIRECTOR GENERAL Y PADRE ESPIRITUAL DEL APOSTOLADO.

TODOS SOMOS SIERVOS DE LA SANTISIMA VIRGEN MARIA y que


por gran amor a nosotros, nos ha tomado como sus hijitos, los apóstoles que
congregaran a la reunión tienen más responsabilidad de SERVIR. Por qué el
más pequeño, humilde y manso brillara con especial y gran fulgor en el cielo.

7.- Las reuniones varían dependiendo de los apóstoles participantes.


Puede ser semanal, quincenal, mensual. La duración también es variable. Se
recomienda fraternizar para que empiece una convivencia como los primeros
apóstoles, que llamaban la atención por su relación fraternal entre unos y
otros.

Ella tiene tres tiempos inamovibles:

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a - Santa Misa con Comunión,

b - Santo Rosario (con el formato antes descrito ya que su contenido


comprende revelaciones de amor y formación del santo cielo),

c - Meditación de mensaje del llamado de amor y conversión,


compartiendo lo que el espíritu santo evoca en cada corazón de los
apóstoles ya que estarán envueltos del amor santo.

8.- Cada uno de los cenáculos estarán en un chat llamado Legión


Angélica Mariana de Cenáculos, donde recibirán información de primera
mano para formación, mensajes especiales de la coordinación general. En
donde también podrán exponer sus dudas, experiencias en forma privada
con los administradores. No se permiten chat paralelos para evitar confusión,
desvíos y diferencias, todo se manejará de forma transparente, ética, fiel y
con lealtad al apostolado, tratemos de guardarnos en obediencia, humildad,
mansedumbre y docilidad que entre más practiquemos las virtudes de
nuestra madre nos mirará con gran amor su hijo Jesús.

9.- Se reportara el cenáculo al administrador Luis Alberto ya que se


llevara un control de actividad al siguiente día una vez realizado el cenáculo.
Queridos hermanos su cenáculo es de gran importancia mundial no permitas
que se apague esa luz que será una lumbrera en la oscuridad Espiritual y
nosotros como apóstoles de los últimos tiempos, esclavos de la santísima
virgen María hemos hecho un compromiso de amor para respaldarla en esta
batalla espiritual.

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ORACIÓN DE BENDICIÓN DEL HOGAR DE LOS APÓSTOLES DE LOS


ÚLTIMOS TIEMPOS, Y ENTRONIZACIÓN DEL REFUGIO MARIANO A
LOS SAGRADOS CORAZONES UNIDOS

La Bendición de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre


esta casa y sobre todos los que viven en ella. Y la gracia del Espíritu Santo
santifique a todos.

El Agonizante y Sagrado Corazón de Jesús, en el que está toda la


salvación, derrame copiosamente salud y bendición sobre este hogar y sobre
todos los que moran en él.

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El Corazón Doloroso e Inmaculado de María, Madre de Dios y Madre


nuestra, cuide a todos con su materna protección y libere a todos de los
males del alma y del cuerpo.

La poderosa intercesión del Bienaventurado San José de a nuestras


labores fecundidad y muchos méritos a nuestros sufrimientos.

Los Ángeles de la Guarda protejan a cuantos hay en esta casa de las


asechanzas del maligno enemigo y nos conduzcan a la patria eterna, y al
triunfo y reinado de los Sagrados Corazones Unidos de Jesús y de María.

Baje sobre nosotros la Bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo, y


Espíritu Santo, descienda y permanezca siempre con nosotros y nos proteja
eternamente. Amén.

*******************

A continuación, habiendo preparado en un sitio principal de la casa un


‘trono’ de honor reservado para la imagen del Agonizante y Sagrado Corazón
de Jesús y del Corazón Doloroso e Inmaculado de María, los Apóstoles de
los Sagrados Corazones Unidos en dicho altar, delicadamente decorado,
colocarán la imagen de los Corazones de Jesús y María en el lugar de honor,
para rendir homenaje al Reinado de Amor y Paz de Jesús y María, y como
expresión explicita de la fe del refugio mariano, todos rezarán el Credo de los
Apóstoles, de pie y en voz alta.

Posteriormente se realizará la Consagración de la familia a los


Sagrados Corazones Unidos, como santuario familiar del fin de los tiempos.

**********************

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Comentario del Padre Pablo García Beck, Director Espiritual de Manuel


de Jesus, Director General y Padre Espiritual Del Apostolado:

“Los cenáculos que pide el cielo, es para traer la


gracia de un nuevo pentecostés y para ser
engendrados en María y así ser la primicias de la
nueva humanidad que morará, en el reinado
eucarístico.”

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21 de agosto de 2017
*Llamado de Amor y Conversión del Corazón Doloroso e
Inmaculado de María*
Mis muy queridos hijos, Yo, como Madre de Jesús, estaba orando con
los Apóstoles y los discípulos de mi Hijo, en el mismo lugar donde Jesús
celebró la Cena de la Pascua; el Cenáculo, en Jerusalén.
En ese mismo lugar donde se efectuó la Santa Misa instituida por mi
Hijo y continuada a lo largo de los siglos, vino el Espíritu Santo en
Pentecostés.
Ahora, como Madre de la Iglesia, vengo nuevamente a llamar, a reunir,
a congregar a todos mis apóstoles, a todos los seguidores de mi Hijo, a
todos los ministros de la Casa de Dios, en un NUEVO CENÁCULO DE
ORACIÓN, porque en el Cenáculo nació el Santísimo Sacramento del Altar.
Y también del Cenáculo nació la Iglesia con el Don de Pentecostés.
Por eso, para revivir de nuevo a la Iglesia de mi Hijo, para salvar
muchas almas, para congregar al pueblo de mi Hijo en mi Corazón, VENGO
A INSISTIR; QUE TODOS MIS HIJOS SE REÚNAN EN TORNO A SU
MADRE, EN UN NUEVO Y ETERNO CENÁCULO DE ORACIÓN, para que
con la ORACIÓN QUE LES ENSEÑÓ MI HIJO, y con *LA ORACIÓN CON
QUE FUI SALUDADA POR DIOS ¡clamen! ¡Oren y pidan *por un Nuevo
Advenimiento del Espíritu Santo!.
En esta MI OBRA, a los apóstoles de los Sagrados Corazones, por
medio de mi Mensajero, REVELÉ EL CENÁCULO DE ORACIÓN, para que
unidos RECIBAN EL ESPÍRITU DE DIOS.
Cada oración que he revelado y que forma parte de este Cenáculo de
Oración, es un CLAMOR DE GRACIAS y de MISERICORDIA.
Cada oración contiene, UNA GRACIA PARTICULAR PARA LOS HIJOS
DE DIOS, EN ESTOS ÚLTIMOS TIEMPOS, es por eso que como Madre

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insisto: VUELVAN COMO FAMILIA A LA ORACIÓN. La Oración de un alma


justa podrá salvar a muchas otras. LA VOZ DE LA MADRE URGE QUE
LLEGUE A TODA LA TIERRA, para que muchas almas se encuentren con mi
Hijo. Y tu pequeño Carmelita, donde se te pida llevar el mensaje, debes de ir.
Porque si una alma pide escuchar el Mensaje, es porque ha sido tocada por
la *Divina Misericordia de Dios. Debes ir y proclamar, QUE VUESTRA
MADRE MUY PRONTO TRIUNFARÁ, Y DESEA QUE TODOS SUS HIJOS,
PARTICIPEN DE ESE TRIUNFO. Hijos, los animo a orar mucho el
"Cenáculo" que he revelado para conseguir la paz del mundo, la conversión
de muchos pecadores, la unión de las familias y, sobre todo, la Gracia de la
Santidad.
Les doy Mi Bendición Maternal, en el nombre del Padre, y del Hijo, y
del Espíritu Santo. Amén.

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