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UD 2.

Teoría general de las


obligaciones (parte II).
Tradicionalmente, el contenido del derecho civil se ha dividido en las siguientes
materias:

 Derecho de la persona: se estudia la persona como sujeto de las relaciones


jurídicas.
 Derecho de familia: regula las relaciones familiares de las personas.
 Derecho de sucesiones: estudia el destino post mortem del patrimonio de las
personas.
 Derecho patrimonial privado: regula las relaciones patrimoniales entre
sujetos privados. Incluye una parte estática, el derecho de cosas o derechos
reales, y una parte dinámica, el derecho de obligaciones y contratos.

Estas partes en las que la doctrina divide el derecho civil no constituyen


departamentos estancos, sino que existe una interrelación entre ellas.

Dentro del derecho patrimonial se debe diferenciar entre los derechos reales y
derechos de crédito, siendo los primeros derechos subjetivos absolutos que
tienen eficacia erga omnes, ya que confieren a su titular un poder directo
sobre la cosa que puede hacer valer frente a todos (propiedad, servidumbres,
usufructo), mientras que los derechos personales o de crédito son derechos
relativos con eficacia inter partes, ya que otorgan a su titular la facultad de
exigir una determinada conducta a una persona concreta (contrato de
arrendamiento, de compraventa…).

1. Desarrollo del contenido.


1.1. Incumplimiento de las relaciones
obligatorias y sus efectos.
El cumplimiento de la obligación implica la exacta y completa ejecución de la
prestación, con lo que queda extinguida la relación obligatoria.
Consecuentemente, hay incumplimiento en todas aquellas situaciones en las
que la prestación debida no se realiza por el deudor exacta y oportunamente
(en los términos, del modo y en el tiempo procedentes).
Llega más lejos.
En definitiva, el incumplimiento de la obligación constituye una lesión objetiva
del derecho de crédito.

Para que una obligación sea debida se exige:

1. Que la obligación sea existente y válida, es decir, que al constituirse la


prestación sea física y jurídicamente posible, de lo contrario, el deudor no
puede incumplirla (por ejemplo, exigir al fontanero la instalación de una
ducha en un hueco comunitario). Es una obligación imposible y no está
obligado a cumplirla.
2. Que la obligación subsista, es decir, que no se haya extinguido. Este es el
caso de la imposibilidad sobrevenida, siempre que no sea imputable al
deudor, porque de lo contrario se convertirá en la prestación de su
equivalente en dinero. Por ejemplo, la modista a la que se encarga el traje de
novia y pierde la vista en un accidente.
3. Que la obligación esté vencida y sea exigible. Cuando aún no ha
transcurrido el plazo para el cumplimiento de la obligación.

El deudor que no realice la prestación debida sigue obligado al cumplimiento,


de manera que el acreedor puede exigir su cumplimiento (acción de
cumplimiento), salvo en el supuesto de imposibilidad sobrevenida. Pero,
además, su conducta puede causar daños a otros bienes exigiendo una
indemnización. Cuando hay un mero retraso en el cumplimiento de la
obligación, se habla de la mora.

Mora del deudor.


La mora del deudor se encuentra regulada en el art. 1100 CC: «Incurren en
mora los obligados a entregar o a hacer alguna cosa desde que el acreedor les
exija judicial o extrajudicialmente el cumplimiento de su obligación».

No debe confundirse la mora con el incumplimiento definitivo. En el primer


supuesto, existe un retraso cualificado en el cumplimiento de la prestación
debida, que todavía puede ejecutarse y con ello lograr la satisfacción del
deudor. Sin embargo, en el incumplimiento definitivo la prestación ha devenido
imposible o ya no es apta para satisfacer el interés del deudor.

Requisitos exigidos para la constitución en mora del


deudor.
 Obligación jurídicamente exigible, lo que implica que la deuda debe ser
cierta, determinada y que se encuentre vencida.
 Retraso en el cumplimiento. La jurisprudencia exige la imputabilidad al
deudor de dicho retraso, al definir la mora como retraso «malicioso» o
«culpable». Lo que se exige es que el retraso no sea debido a fuerza mayor o
caso fortuito (art. 1105 CC). Corre a cargo del deudor la prueba de su no
culpabilidad, debido a que nuestro ordenamiento recoge una presunción de
culpabilidad en el artículo 1183 CC.

 Carácter positivo de la obligación (de dar o hacer). No cabe el cumplimiento


tardío en las obligaciones de no hacer, como se desprende a contrario sensu
del art. 1100 CC.

 Requerimiento por parte del acreedor al deudor del pago, ya sea judicial o
extrajudicial.

La interpelación al deudor es la efectiva exigencia de cumplimiento al deudor


por parte del acreedor una vez que la obligación es exigible. Debe cumplir con
los siguientes requisitos:

 Declaración unilateral y recepticia dirigida al deudor y emitida por el


acreedor.

 Puede ser judicial o extrajudicial. El CC no exige ningún requisito de forma


para realizar la interpelación. Si bien, como la carga de probar que
realmente se ha efectuado recae sobre el acreedor, este deberá asegurarse
de la fehaciencia del requerimiento en el supuesto de que lo haga
extrajudicialmente.

 No es necesaria la interpelación en los casos de mora automática, es decir,


cuando esta exigencia se excluya expresamente por pacto entre las partes o
por la ley, ni cuando de la naturaleza y circunstancias de la obligación se
deduzca que la designación de la fecha del cumplimiento fue motivo
determinante para constituir la relación obligatoria (art. 1100.2 CC).
Tampoco es necesaria la interpelación en las obligaciones sinalagmáticas o
recíprocas, estas obligaciones en las que cada una de las partes asume
simultáneamente la condición de acreedor y deudor, en las que la mora
comienza para uno de los obligados desde que el otro cumple con su
obligación (art. 1100 in fine CC).

Hasta que el acreedor no interpele al deudor, no puede hablarse técnicamente


de mora, por grande o grave que sea el retraso del deudor.

1.1.1. Cumplimiento defectuoso y


responsabilidad.
La doctrina incluye todos los supuestos en los que el deudor ha realizado la
prestación en tiempo, pero esta no se ajusta a lo estipulado, por lo que existe
una lesión del derecho de crédito.

Supuestos:
1. La ejecución de la prestación no se ajusta a las exigencias de la buena fe, el
uso y la ley (art. 1258 CC).
2. El deudor no realiza alguna de las prestaciones accesorias que son
imprescindibles para que la obligación principal surta plenos efectos.
3. La prestación realizada por el deudor no se ajusta al programa prestacional.

Inexactitud de la prestación.
La inexactitud puede afectar a cualquiera de los elementos de la relación
obligatoria.

Sujetos.
Su regulación, dentro del Código Civil, se encuentra dentro de la normativa
sobre el pago o cumplimiento de los arts. 1158, 1160, 1162, 1163.1, 1163.2 y
1164 CC.

Objeto.
Falta de conformidad de la prestación, ya sea por la falta de identidad o
integridad de la prestación (arts. 1166 y 1169 CC) o por la existencia de vicios
ocultos (arts. 1484, 1553, 1591 CC).

Circunstancias.
Inexactitud relativa al lugar del cumplimiento o a la fecha de cumplimiento
(mora del deudor).

Una vez ejecutada la prestación, el acreedor debe examinarla diligentemente


para comprobar que se corresponde con el programa prestacional en cuanto a
la naturaleza, características, condiciones, finalidad o utilidad del objeto de la
prestación.

Efectos:
 El acreedor puede rechazar la prestación defectuosa, por no satisfacer su
derecho de crédito y reclamar la corrección de los defectos o la realización
de una nueva prestación que se ajuste a lo estipulado (arts. 1166 y 1167
CC).
 Si la prestación adolece de vicios ocultos, el acreedor puede rehusar la
prestación y solicitar su corrección (reparación de defectos o vicios), o pedir
la sustitución de la prestación defectuosa por una nueva que se ajuste a lo
pactado, también puede reclamar una rebaja proporcional de su prestación
(art. 1486.1 CC), y también puede ejercitar la pretensión indemnizatoria si
la falta de conformidad es imputable al deudor (art. 1101 CC). En el caso de
las obligaciones recíprocas, la jurisprudencia faculta al acreedor para
resolver el contrato por incumplimiento (art. 1124 CC), en el supuesto de
que el cumplimiento no sea grave puede ejercitar la excepción de
cumplimiento defectuoso, que permite enervar el cumplimiento de la
prestación a su cargo hasta que se subsanen los defectos.

Incumplimiento de los deberes accesorios o


instrumentales.
En algunos supuestos, el deudor debe cumplir con determinados deberes
accesorios, instrumentales o complementarios (deberes de protección), que se
concretan en la obligación de realizar determinados comportamientos, que
derivan normalmente de los usos y del principio general de la buena fe. El
incumplimiento de estos deberes puede determinar el incumplimiento de la
obligación principal, para ello hay que determinar en cada caso la relevancia
que tiene para el interés del acreedor la observancia de estos deberes.

Imputabilidad del incumplimiento: la responsabilidad


contractual.
El incumplimiento de la obligación supone una lesión del derecho de crédito,
que se produce tanto si dicho incumplimiento es subjetivamente imputable al
deudor (incumplimiento inexcusable) como si no lo es (incumplimiento fortuito
o excusable).

La doctrina entiende que solo cabe exigir responsabilidad contractual al


deudor, entendida como el deber de indemnizar por los daños y perjuicios,
cuando el incumplimiento le sea subjetivamente imputable, siendo los criterios
de imputabilidad la culpa y el dolo (criterios subjetivos de responsabilidad).

Nuestro código regula de manera general la responsabilidad contractual en los


artículos 1101 a 1107, y de forma particular en la normativa referente a cada
tipo de contrato.

La exigencia de la responsabilidad contractual es autónoma y compatible con


la acción de cumplimiento forzoso, con la acción de resolución del
contrato y con la excepción de incumplimiento contractual o de
cumplimiento inexacto.
Responsabilidad contractual (régimen general):
 El deudor que incurre en responsabilidad contractual, siéndole
incumplimiento objetivamente imputable, debe indemnizar al acreedor con
los daños y perjuicios derivados de la lesión del derecho de crédito.
 La indemnización de daños y perjuicios incluye tanto el daño emergente
como el lucro cesante (art. 1106 CC).
 Existe la posibilidad de moderación judicial o convencional de la
responsabilidad por incumplimiento cuando el incumplimiento sea por
culpa o negligencia (art. 1103 CC), debiendo el deudor de buena fe resarcir
únicamente por los daños previstos en el momento de constituirse la
obligación (art. 1107 apartado 1.º CC). En el supuesto de que el deudor
haya incumplido con dolo, no caben ni moderación judicial ni convencional
(art. 1102 CC), debiendo el deudor responder íntegramente por todos los
daños (art. 1107 apartado 2.º CC).

1.1.2. Exoneración de la responsabilidad.


Existen determinados supuestos que exoneran de responsabilidad al deudor, a
pesar de haberse verificado el incumplimiento de la obligación. No son
subjetivamente imputables al deudor los daños derivados de la concurrencia de
caso fortuito o fuerza mayor, la mora del acreedor o los daños imputables a un
tercero, salvo que la ley o las partes establezcan lo contrario (art. 1105 CC).

Caso fortuito y la fuerza mayor.


Castán define el caso fortuito como: «Aquel acontecimiento no imputable al
deudor, imprevisto, o previsto pero inevitable, que imposibilita el exacto
cumplimiento de la obligación».

El artículo 1105 CC indica que «fuera de los casos expresamente mencionados


en la ley, y de los en que así lo declare la obligación, nadie responderá de
aquellos sucesos que no hubieran podido preverse, o que, previstos, fueran
inevitables».

Aunque la doctrina y jurisprudencia han intentado delimitar ambos conceptos,


nuestro código no hace distinción entre ambas figuras. Por ejemplo, en el
artículo 1105 CC los considera como un concepto equivalente, al determinar
que ambas figuras exoneran de responsabilidad al deudor. En este sentido, en
los arts. 457, 1777, 1748 y 1905 CC se refiere a ambas figuras de manera
equivalente. Sin embargo, en otros supuestos, se refiere de manera
independiente a cada una de ellas (arts. 1136, 1183, 1744, 1836 CC). Ejemplos
de caso fortuito son las guerras, los fenómenos meteorológicos, las erupciones
volcánicas, etc.
La doctrina entiende que para apreciar la existencia del caso fortuito o fuerza
mayor y que el deudor quede exonerado de responsabilidad deben concurrir los
siguientes requisitos:

 Hecho o acontecimiento independiente de la voluntad del deudor y, por


consiguiente, no imputable a él.
 Acontecimiento inevitable, no debe ser razonablemente previsible (no existe
caso fortuito con algún fenómeno meteorológico que era previsible
atendiendo al lugar y tiempo de ejecución del contrato).
 Que dicho acontecimiento imposibilite al deudor para el cumplimiento de su
obligación.
 Que entre el acontecimiento y la imposibilidad del cumplimiento de la
obligación y el consiguiente daño exista un vínculo de causalidad, sin que
intervenga en esta relación como factor apreciable la actividad, dolosa o
culposa, del deudor.
 El deudor debe haber empleado la diligencia exigible en orden a prever y
evitar la lesión del derecho de crédito (art. 1104 CC).
 El deudor no deberá estar en mora ni haberse obligado a entregar la misma
cosa a dos o más personas.

La prueba de la existencia del caso fortuito corresponderá al deudor. Tiene la


carga de probar que el incumplimiento fue debido a un acontecimiento ajeno a
su ámbito de control.

La consecuencia principal de la existencia de caso fortuito o fuerza mayor es la


exoneración de responsabilidad contractual del deudor.

La exoneración del deudor por caso fortuito no es absoluta, ya que puede


mantenerse su responsabilidad en los supuestos mencionados en el art. 1105
CC:

 En los casos expresamente mencionados en la ley.


 Cuando expresamente lo hayan pactado las partes.
 En las obligaciones de entregar cosa genérica, la vigencia del principio
genus nunquam perit impide la aplicación de la exoneración por caso
fortuito.

Mora del acreedor.


Aquellos casos en los que la lesión del derecho de crédito se imputa al propio
acreedor, ya que el deudor puede cumplir objetivamente la obligación y ha
realizado todo lo necesario para ejecutar la prestación, siendo el acreedor el
que impide su cumplimiento o provoca un cumplimiento inexacto (por ejemplo,
el comprador se niega injustificadamente a recibir la entrega de la cosa).

Nos encontramos ante la mora del acreedor en los siguientes supuestos:


 Negativa injustificada del acreedor a recibir la prestación.
 Incumplimiento por parte del acreedor de la carga de cooperación cuando
esta sea necesaria para el cumplimiento de la obligación.
Requisitos:
 Obligación exigible y vencida.
 Negativa injustificada a recibir la prestación por parte del acreedor o haber
obstaculizado su recepción.
 El deudor debe haber actuado con toda la diligencia exigible.
 El deudor es el que debe probar que el incumplimiento es imputable al
acreedor.
Consecuencias:
 Compensación en el supuesto de que el deudor se encuentre en mora.
 Responsabilidad del acreedor de la prestación en caso de pérdida o
imposibilidad sobrevenida de la prestación.
 Posibilidad de consignación de la cosa liberándose así de la prestación
(obligaciones de dar).
 Posibilidad de resolver el contrato por el deudor en el caso de obligaciones
recíprocas o sinalagmáticas.

Lesión del derecho de crédito por tercero.


Supuesto en el que es la conducta de un tercero, ajeno a la relación obligatoria,
la que provoca la insatisfacción del crédito, ya sea por impedir el cumplimiento
de la obligación o por provocar su cumplimiento inexacto. En este supuesto, el
acreedor puede exigir responsabilidad extracontractual al tercero y en la parte
de la obligación existente exigir su cumplimiento al deudor.

1.1.3. Responsabilidad por culpa y dolo.


Responsabilidad por culpa.
El art. 1104 del Código Civil define la culpa o negligencia del deudor en la
«omisión de aquella diligencia que exija la naturaleza de la obligación y
corresponda a las circunstancias de las personas, del tiempo y del lugar.
Cuando la obligación no exprese la diligencia que ha de prestarse en su
cumplimiento, se exigirá la que correspondería a un buen padre de familia».

La esencia de la culpa se encuentra en la falta de diligencia y previsión del


deudor.

Tiene la consideración de deudor diligente aquel que cumple el doble deber de


prever y evitar los daños, por lo tanto, es negligente aquel que no prevé un
daño que pudo ser previsto o aquel que habiendo previsto el daño no lo evite.
Concreción del grado de diligencia que en una relación obligatoria ha de
prestar el deudor:

 El estipulado por las partes al constituir la obligación.


 A falta de estipulación o en el supuesto de que la obligación no exprese la
diligencia que ha de prestarse en su cumplimiento, se establece como regla
general que se exigirá la diligencia que correspondería a un buen padre
de familia, es decir, la diligencia media que las personas ordinarias suelen
adoptar en el negocio de que se trate. Cuando la prestación tiene carácter
cualificado (hecha por profesionales), la diligencia exigida es la que
corresponda al correcto ejercicio de la profesión según su lex artis («ley del
arte», hace referencia a la correcta práctica jurídica, generalmente
aceptada).

Expresión esta última equivalente a la diligencia media que las personas


normales suelen adoptar en el tipo de asuntos de que se trate, que es, en
suma, a lo que el precepto alude al referirse a la naturaleza de la obligación
y a las circunstancias de personas, lugar y tiempo. Se inclina, pues, el
Código Civil como criterio subsidiario hacia una consideración objetiva de la
culpa, que es la que se establece tomando en cuenta los criterios normales
dentro de la comunidad. [CITATION Die16 \p 203 \l 3082 ]

Por tanto, el deudor no responde de los daños causados por el incumplimiento,


sino cuando aquellos le son subjetivamente imputables a título de dolo o culpa
(art. 1101 CC), ya que se entiende que no ha actuado con la diligencia debida.
A este respecto, el art. 1182 CC establece que «quedará extinguida la obligación
que consista en entregar una cosa determinada cuando esta se pierde o se
destruye sin culpa del deudor y antes de haberse constituido en mora».

La prueba de la culpa corresponde al acreedor. Sin embargo, de conformidad


con lo establecido en el art. 1183 se produce una inversión de la carga de la
prueba, de manera que el acreedor debe probar el incumplimiento y el deudor,
que actuó con la diligencia debida. Sin embargo, este artículo se refiere
únicamente a la extinción o subsistencia de la obligación, de forma que,
acreditados el incumplimiento y los daños, se presume que estos son
imputables al deudor.

Conforme a lo establecido en el art. 1107.2 CC, el deudor en este supuesto


responde de todos los daños que se deriven de la falta de cumplimiento de la
obligación.

En todo caso, cabe la moderación judicial y convencional de la responsabilidad


por culpa o negligencia (art. 1103 CC).
Responsabilidad por dolo.
El Código Civil no proporciona una noción del dolo como causa de
incumplimiento de la obligación, es la doctrina la que lo equipara a la mala fe,
apoyándose en el artículo 1107 CC, al contraponer el deudor de buena fe y el
deudor por dolo, por lo que este último es el deudor de mala fe.

Se considera dolosa toda acción u omisión que, con conciencia y voluntad de


producir un resultado antijurídico, impide el cumplimiento normal de una
obligación. El dolo implica, en el incumplimiento de las obligaciones, una
causa de agravación de la responsabilidad del deudor. La jurisprudencia
considera que no es necesaria la intención antijurídica de causar un daño al
contratante, sino que es suficiente con la voluntad de incumplir.

El art. 1102 CC establece que la responsabilidad procedente de dolo es exigible


en todas las obligaciones, prevé la nulidad de todo pacto que exonere de
responsabilidad por dolo e impide que esta pueda moderarse por los
tribunales.

En todo caso, el acreedor perjudicado puede renunciar a una indemnización


por daños y perjuicios ya sufridos, pero nunca puede hacerlo respecto a los
que puedan aparecer en un futuro.

El dolo no se presume, por ello es el acreedor el que debe probar tanto el


incumplimiento por parte del deudor como la conducta dolosa del deudor.

La responsabilidad del deudor que incumple de mala fe (dolosa) se encuentra


regulada en el art. 1107.2 CC, que establece: «En caso de dolo responderá el
deudor de todos los daños que conocidamente se deriven de la falta de
cumplimiento de la obligación».

1.1.4. Incumplimiento de las relaciones


obligatorias y sus efectos.
Efectos de la mora del deudor. Desde que incurre en mora, el deudor queda
obligado a:

 Cumplir la obligación; en el caso de que el cumplimiento tardío deviniese


imposible ya no habría mora, sino incumplimiento total (por ejemplo,
modista que no entrega a tiempo el traje de novia).
 Indemnizar al acreedor de los daños y perjuicios que le ocasione el retraso
(art. 1101.1 y arts. 1106 a 1108 CC). Si la obligación consiste en el pago de
una cantidad de dinero, la indemnización, salvo pacto en contrario,
consistirá en el pago de los intereses convenidos, y, a falta de convenio, en
el interés legal.
 Responder de los riesgos, perecimiento y deterioros de la cosa, acontecidos
tras la constitución en mora, aunque sea por caso fortuito o fuerza mayor
(arts. 1096.3, 1145 y 1182 CC). Es la llamada perpetuatio obligationes
(«perpetuación de la obligación»), por ella el deudor moroso ve agravada su
responsabilidad, puesto que en condiciones normales no respondería
cuando el cumplimiento fuera imposible por fuerza mayor o caso fortuito.

Cesación de la mora.
Nuestro Código Civil no recoge las causas de finalización de la mora, por lo
que, aplicando los principios generales, podemos decir que la mora cesa:

 Por voluntad del acreedor, en los casos de renuncia al cobro de la


indemnización debida, novación de la obligación, concesión de prórroga, etc.
 Por incurrir también el acreedor en mora (compensatio morae)
(«compensación de la mora»).
 Por la extinción de la obligación por cualquiera de las causas legalmente
establecidas (art. 1156 CC).

Incumplimiento definitivo.
Son aquellos supuestos en los que el interés del acreedor queda
definitivamente insatisfecho, ya que, tras el vencimiento de la obligación, la
prestación debida ha devenido imposible, o porque, aun siendo posible, ya no
reporta utilidad al acreedor.
1. Imposibilidad sobrevenida.
Supuesto de incumplimiento definitivo en el que el deudor no cumple en el
momento debido y la prestación ha devenido imposible, ya sea por pérdida o
destrucción de la cosa debida (prestaciones de dar), o por imposibilidad legal o
física de realizar el servicio (prestaciones de hacer). La imposibilidad debe ser
sobrevenida, es decir, aparecer después del nacimiento de la obligación, y debe
ser objetiva, es decir, que la imposibilidad sea objetiva para cualquier persona.

Efectos:

 Extingue la obligación y exonera de responsabilidad al deudor siempre que


tenga lugar por caso fortuito o fuerza mayor y antes de haberse constituido
en mora (art. 1182 CC). El artículo 1184 CC prevé la liberación del deudor
en el caso de las obligaciones de hacer cuando la prestación resulte legal o
físicamente imposible.

 Presunción iuris tantum de culpa del deudor (admite prueba en contra),


cuando la cosa se pierde o perece estando en su poder (art. 1183 CC).
 Excepción: no se extingue la obligación y, debido a la imposibilidad de su
cumplimiento, da lugar al pago del valor de la obligación y a la
indemnización por daños y perjuicios cuando esta proceda: si existe culpa
del deudor o está constituido en mora; la cosa procede de delito o falta (art.
1185 CC); cuando la propia obligación excluya la extinción, o cuando el
deudor se haya comprometido a entregar la misma cosa a varias personas
diferentes (art. 1096.3 CC).

Extinguida la obligación por pérdida de la cosa, corresponden al acreedor todas


las acciones que el deudor tuviese contra terceros por razón de esta (art. 1186
CC).
2. Retraso con frustración del fin del negocio.
La prestación tardíamente ejecutada, aunque objetivamente pudiera cumplirse,
ya no puede satisfacer el interés del acreedor, para el que ha perdido toda su
utilidad. Nos encontramos ante la frustración del fin práctico del negocio
jurídico.

Ocurre en el caso de las obligaciones a término esencial y en aquellos casos en


los que, a pesar de no haberse establecido un término esencial, la fecha del
cumplimiento es tan relevante que la prestación ya no es útil después de
aquella (por ejemplo, entrega tardía del traje de novia por la modista).

Efectos: el acreedor puede resolver la relación obligatoria por incumplimiento


del deudor y solicitar una indemnización de daños y perjuicios (arts. 1124 y
702.2 CC).
3. Voluntad inequívoca de incumplimiento.
La jurisprudencia entiende que nos encontramos ante voluntad rebelde al
cumplimiento en todos aquellos supuestos en los que, siendo la prestación
apta y posible para satisfacer el interés del acreedor, el deudor manifiesta su
decisión de no cumplir. La manifestación de voluntad del deudor puede ser a
través de la realización de actos concluyentes, así como a través de una
declaración de voluntad expresa.

Efectos: el acreedor puede utilizar todos los medios de defensa del derecho de
crédito correspondientes al incumplimiento total y definitivo de la obligación
(arts. 1224 y 702.2 CC).
4. Prestación inexacta por defectos insubsanables.
Equivale al incumplimiento definitivo cuando dicha prestación no sea apta
para satisfacer el interés del acreedor y el deudor no pueda subsanar la
inexactitud, o, pudiendo, no la subsane.
Efectos: el acreedor puede utilizar todos los medios de defensa del derecho de
crédito correspondientes al incumplimiento total y definitivo de la obligación.

1.2. Defensa del derecho de crédito.


El acreedor dispone de ciertos medios frente al incumplimiento o cumplimiento
defectuoso de la obligación; junto con estos, el ordenamiento le confiere
determinadas acciones para que pueda asegurar la solvencia o capacidad
patrimonial del deudor.

El artículo 1911 CC es la norma básica para la tutela del derecho de crédito, ya


que regula la responsabilidad universal del deudor con todos sus bienes
presentes y futuros.

Estas medidas de defensa del derecho de crédito son la acción subrogatoria y


la acción pauliana o revocatoria (art. 1111 CC).

Acción subrogatoria (acción indirecta).


Aparece regulada en el art. 1111 de nuestro Código Civil, concediendo al
acreedor la facultad para que, ante la inactividad o pasividad del deudor,
ejercite las acciones y derechos que tiene este último, con la finalidad de
conseguir bienes que aumenten el patrimonio del deudor para así cobrar lo que
se le debe. Estamos ante una legitimación extraordinaria del acreedor para
ejercitar un derecho o acción ajeno.

Para Lacruz, esta acción se compone de dos fases. Primera, aumento del
patrimonio del deudor por haber ejercitado el acreedor un derecho del deudor,
que este tenía contra sus propios deudores. Segunda fase, el acreedor ejercita
su propio derecho contra el patrimonio del deudor que ya ha dejado de ser
insolvente, sin que se le conceda preferencia alguna para la satisfacción de su
crédito con respecto a otros acreedores del deudor.
Presupuestos:
 Es una acción subsidiaria, ya que se exige que el acreedor previamente haya
perseguido bienes del deudor.
 El acreedor puede ejercitar todos los derechos excepto los que sean
inherentes a la persona del deudor, es decir, los derechos de naturaleza
extrapatrimonial (por ejemplo, derechos de la personalidad, acción
impugnatoria de filiación), los derechos patrimoniales de carácter personal
(por ejemplo, alimentos entre parientes), los derechos que según la ley son
inembargables (art. 605 CC) y los derechos patrimoniales que procedan de
una situación jurídica extrapatrimonial (por ejemplo, indemnización por
lesiones de accidente).
 El acreedor ejercita el mismo derecho que compete al deudor, por lo que el
tercero podrá oponerle las mismas excepciones que hubiera podido oponer
al deudor.

La acción directa.
Es aquella por la que el acreedor utiliza un derecho propio contra los deudores
de su deudor, de tal manera que lo obtenido mediante el ejercicio de esta
acción ingrese directamente en el patrimonio del acreedor.

Esta acción supone una excepción al principio de igualdad de acreedores y al


de relatividad contractual, ya que permite al acreedor dirigirse contra los
deudores de su deudor, con los que él no ha celebrado ningún contrato.

Esta acción no tiene una regulación propia y autónoma en nuestro Código


Civil, sino que aparece regulada para determinados supuestos, como el art.
1722 CC, que concede acción al mandante contra el sustituto; el 1552 CC, al
arrendador contra el subarrendatario; el 1597 CC, a los que ponen su trabajo y
materiales en una obra ajustada alzadamente por el contratista, contra el
dueño de la obra, hasta la cantidad que este adeuda a aquel. Con base en el
art. 1591, la jurisprudencia otorga acción directa a los segundos adquirentes
de vivienda para dirigirse contra el constructor, promotor, arquitecto y demás
técnicos de la construcción. En la legislación especial, en materia de seguros se
reconoce acción directa del perjudicado contra el asegurador (ley de contrato de
seguro y ley de responsabilidad civil y seguro en la circulación de vehículos a
motor).

Acción pauliana o revocatoria.


Lacruz define la acción pauliana como: «El poder jurídico concedido al acreedor
para impugnar los actos que el deudor ha realizado en fraude de su derecho de
crédito, cuando el patrimonio del acreedor sea insuficiente para la satisfacción
del crédito».

Nuestro Código Civil reconoce a los acreedores la acción pauliana o revocatoria


en su art. 1111 in fine: «[…] Pueden también impugnar los actos que el deudor
haya realizado en fraude de su derecho».

Sin embargo, desarrolla su régimen jurídico dentro de la doctrina general del


contrato, en el marco de las acciones rescisorias en los arts. 1290 a 1299 CC.

Mediante el ejercicio de esta acción, el acreedor impugna los actos realizados


por el deudor en fraude de su derecho. Su finalidad es la declaración de
ineficacia del acto fraudulento, permitiendo al acreedor cobrar aquello que se le
debe.
El art. 1291.3 CC literalmente dice que «son rescindibles: los contratos
celebrados en fraude de acreedores, cuando estos no puedan de otro modo
cobrar lo que se les debe».
Presupuestos para el ejercicio de la acción pauliana.
1. Existencia de crédito.
El acreedor debe probar la preexistencia de un derecho de crédito respecto al
acto impugnado. No es necesario que dicho crédito se encuentre vencido y sea
exigible en el momento en que el deudor celebra acto fraudulento por el que se
coloca en situación de insolvencia. Como excepción a la regla de la
preexistencia del derecho de crédito, la jurisprudencia reconoce que también
cabe el ejercicio de esta acción en aquellos supuestos en los que el acto
impugnado es anterior a la existencia del propio crédito, siempre que el acto
pretenda la insolvencia del deudor, sabiendo una próxima y segura
existencia y exigencia de crédito (por ejemplo, existiendo un proceso penal
iniciado, los padres donan sus bienes a sus otros hijos para evitar pagar
responsabilidad civil de un hijo derivada de dicho proceso penal).
2. Conducta fraudulenta del deudor.
 Actos impugnables: las enajenaciones, así como cualquier acto de
disposición o gravamen que produzca una disminución del valor del
patrimonio del deudor. Considera también rescindibles los pagos hechos por
deudas no exigibles o pagos anticipados.

 Fraude: el acto realizado por el deudor debe ser fraudulento (requisito


subjetivo de la acción).

El art. 1297 CC establece dos presunciones de fraude, facilitando así la


prueba del acreedor sobre la existencia del mismo:

 Presunción iure et de iure (no admite prueba en contrario): enajenaciones a


título gratuito, siendo indiferente la buena fe del tercero, ya que quedará
afectado por la ineficacia del negocio jurídico.

 Presunción iuris tantum: las enajenaciones a título oneroso, hechas por


aquellas personas contra las cuales se hubiese pronunciado antes sentencia
condenatoria en cualquier instancia o expedido mandamiento de embargo
de bienes. En estos supuestos, el que hubiese adquirido de mala fe las
cosas enajenadas en fraude de acreedores deberá indemnizar a estos de los
daños y perjuicios que la enajenación les hubiese ocasionado, siempre que
por cualquier causa le fuere imposible devolverlas (art. 1298 CC).

Fuera de estos supuestos, la prueba del fraude corresponde al acreedor.


3. Perjuicio para el acreedor.
Como resultado de la conducta fraudulenta se produce la insolvencia del
deudor, una minoración de su patrimonio que ahora resulta insuficiente para
satisfacer el crédito del acreedor.
4. Subsidiariedad de la acción pauliana.
El acreedor solo puede recurrir a esta acción cuando carezca de cualquier otro
medio para lograr la efectividad de su crédito (art. 1294 CC).

Ejercicio de la acción:

 Legitimación activa: acreedor que actúa en su propio nombre y en ejercicio


de un derecho propio, es una acción individual.

 Legitimación pasiva: el deudor que ha realizado el acto de disposición


fraudulento, así como los adquirentes y subadquirentes de los bienes que
hayan celebrado con él el negocio, si fue gratuito o siendo oneroso, sean
conocedores del fraude.

El art. 1299 del Código Civil establece para la acción pauliana un plazo de
caducidad de cuatro años. La jurisprudencia considera que el cómputo del
plazo comienza en el momento en que el acreedor perjudicado haya tenido
conocimiento completo del acto fraudulento.
Efectos.
La acción pauliana deja sin efecto el acto impugnado, provocando la ineficacia
relativa y limitada del negocio fraudulento. Relativa, porque solo beneficia al
acreedor que ha ejercitado la acción, manteniendo los efectos para el resto, y
limitada, porque solo declara la ineficacia del negocio en la medida
cuantitativa necesaria para reparar el perjuicio del acreedor.

 Los efectos de la acción pauliana los encontramos regulados en los arts.


1295 y 1298 del Código Civil.

1.3. Concurrencia de acreedores.


El deudor tiene el deber jurídico de cumplir todas sus obligaciones
satisfaciendo a todos sus acreedores. Considerando los créditos como derechos
subjetivos, todos los acreedores son iguales y ninguno puede obligar a que su
obligación se cumpla por encima del resto de los acreedores. Es la denominada
par condicio creditorum.

Si el patrimonio del deudor es insuficiente para pagar a todos sus acreedores,


tiene la obligación de que se le declare en concurso.
La insolvencia es aquella situación en la que el patrimonio del deudor es
insuficiente para cubrir todas sus deudas.

Si la situación de insolvencia del deudor afecta a varios acreedores, se plantean


los siguientes problemas:

 El del criterio y orden en que han de efectuarse los pagos entre los distintos
acreedores; a esta cuestión responden el principio de igualdad de los
acreedores y la institución de los créditos privilegiados.
 El procedimiento para liquidar de forma ordenada el patrimonio del deudor,
evitando que los acreedores más diligentes consigan cobrar antes que el
resto. Esta ordenación da lugar al procedimiento de ejecución y liquidación
colectiva que recibe el nombre de «concurso» de acreedores.

El principio de la igualdad de condición de los


acreedores.
Por regla general, todos los acreedores tienen la igual condición (par condicio
creditorum) frente al patrimonio de un mismo deudor. Lo que se traduce en que
si el patrimonio no es suficiente para satisfacer a todos se establece una
comunidad de pérdidas para todos los acreedores y que estos cobren a prorrata
con independencia de la antigüedad de sus créditos (art. 1921 CC).

Así se deduce del art. 1929.3 CC: «Los créditos comunes se satisfarán sin
consideración a sus fechas».

El principio de igualdad de los acreedores no tiene carácter absoluto, por lo que


presenta las siguientes excepciones reguladas en los arts. 1921-1929 CC:

 La ley concede a determinados créditos un especial favor (privilegio), por lo


que sus titulares gozan de un derecho de preferencia o prelación con
respecto a los demás acreedores, lo que supone una distinción entre
acreedores privilegiados y ordinarios (los que carecen de privilegio
alguno).
 Los titulares de un derecho real de garantía sobre algún bien del deudor
también tienen preferencia sobre los otros acreedores.
 Las acciones directas también suponen una serie de ventajas para
determinados grupos de acreedores.

El principal ámbito de aplicación de la regla de igualdad de condición de todos


los acreedores y sus excepciones se encuentra en la ejecución forzosa por
incumplimiento del deudor.

1.3.1. Concurso de acreedores.


Se regula en la Ley 22/2003, de 9 julio, Concursal (en adelante, LC). El
procedimiento está sometido a intervención judicial.

El concurso es el único procedimiento de ejecución colectiva vigente en nuestro


ordenamiento.

Para Díez-Picazo y Gullón, el concurso consiste en un procedimiento de


ejecución de carácter colectivo o universal que ha de seguirse ante el estado de
insolvencia de un deudor, de modo que todos sus bienes quedan destinados,
en principio, a satisfacer los créditos de la pluralidad de sus acreedores y de
acuerdo con la solución (convenio o liquidación) que se diera a este.

El concurso permite a los acreedores realizar de manera ordenada y conjunta


los bienes del deudor, de acuerdo con el principio de la par condicio creditorum,
evitando de ese modo las ejecuciones singulares de cada uno de los deudores.
Para efectuar esa liquidación del patrimonio del deudor para el pago de sus
acreedores, es necesario que, previamente, se reconozcan sus créditos y se
establezca un orden de preferencia en el cobro de estos.

Conforme al art. 1925 CC, la regla general de igualdad de acreedores no es de


aplicación en caso de ejecución forzosa a los créditos considerados preferentes
por el propio Código Civil. Son los contemplados en los artículos 1922 a 1924
CC los que regulan los privilegios excepcionando la regla de par condicio
creditorum, facultando a cobrar a su titular con preferencia al resto de los
demás acreedores.

La regulación del Código Civil permite distinguir entre dos tipos de privilegios:
los denominados privilegios especiales, que atribuyen preferencia a
determinados créditos en caso de ejecución forzosa que recaiga sobre
determinados bienes muebles (art. 1922 CC) o inmuebles (art. 1923 CC), y
otros a los que los autores califican como privilegios generales, que atribuyen
a ciertos créditos preferencias sobre todos los bienes del deudor (art. 1924 CC).

Las normas que regulan la prelación de créditos tienen carácter de ius cogens
(derecho común obligatorio, derecho impositivo o derecho necesario).

El orden de prelación de créditos se encuentra regulado en los arts. 1926 a


1929 del Código Civil, que establece el criterio de ordenación en el supuesto de
que concurran varios créditos privilegiados sobre bienes determinados.

1.4. Modificación y extinción de las


relaciones obligatorias.
Lacruz entiende que la obligación nace para ser cumplida, para extinguirse a
través del cumplimiento, lo que supone que la vida de la obligación es caduca,
e inmutable, lo que supone que la obligación se cumple o extingue de igual
modo en que ha sido constituida (idéntica, íntegra e indivisible).

Pero, en ocasiones, entre el nacimiento y la extinción de la obligación se


pueden producir vicisitudes que implican cambios o modificaciones en esta.
Estas modificaciones de la obligación pueden establecerse por voluntad de las
partes en virtud del principio de autonomía de la voluntad o derivarse de la ley.
En sentido estricto, cuando nos referimos a las vicisitudes de la relación
obligatoria, hablamos de los cambios o alteraciones que dicha relación puede
experimentar a lo largo de su vida, así como de las consecuencias y efectos
jurídicos que tales cambios producen.

Siguiendo a Díez Picazo, se pueden señalar los siguientes tipos de


modificaciones de las obligaciones:

1. Modificación subjetiva, por cambio de alguno de los sujetos de la


obligación. Ello incluye no solo la sustitución de alguno de los sujetos
iniciales de la obligación por otro diferente (acreedor y deudor), sino también
la agregación o supresión de sujetos (donde había un acreedor ahora hay
dos), o la alteración del régimen jurídico que regula las relaciones de los
diferentes sujetos entre sí (había dos deudores parcelarios que pasan a ser
solidarios).
2. Modificación objetiva, que es la que afecta al objeto de la obligación (se
debía un cuadro de Picasso y pasa a deberse uno de Van Gogh).
3. Modificación de circunstancias, que afecta a las determinaciones
accesorias de la obligación: tiempo, lugar, etc. (se pactó un plazo para el
cumplimiento que es prorrogado).
4. Modificación funcional, cuando el cambio altera la función económica
jurídica de la obligación, tal y como fue configurada por las partes
(comprador y vendedor acuerdan que la cantidad adeudada en concepto de
precio pasa a ser considerada como un préstamo realizado por el vendedor
al comprador).

1.4.1. Novación.
El artículo 1156 CC recoge la novación como una de las causas de extinción de
las obligaciones. La regulación de esta figura se encuentra en los artículos
1203 a 1213 de nuestro Código Civil, correspondientes a la sección sexta del
capítulo de extinción de las obligaciones. Sin embargo, a pesar de encontrarse
dentro de este capítulo, la misma normativa la describe también como causa
de modificación de las obligaciones, al mezclar constantemente los
conceptos de modificación y extinción de las obligaciones.

Es por ello por lo que se puede concluir que el CC admite la posibilidad de


introducir alteraciones y modificaciones en la relación obligatoria, otra cuestión
es determinar si la alteración de una relación obligatoria implica la creación de
una nueva obligación que sustituya a la anterior (extinción) o si, por el
contrario, es posible la supervivencia de la obligación antigua, con su mismo
régimen jurídico.

La doctrina se refiere a los supuestos anteriores como supuestos de novación


extintiva (o simplemente novación) o novación modificativa (o simplemente
modificación).

Del artículo 1207 CC se desprende que existen dos tipos de novación:

 Novación extintiva: extingue la relación obligatoria y la sustituye por otra


diferente.
 Novación modificativa: modifica la obligación en algún elemento no
esencial persistiendo en lo restante los efectos de esta.

Novación modificativa subjetiva por cambio de


acreedor.
El cambio de acreedor se produce mediante la transmisión del derecho de
crédito, teniendo como consecuencia que el acreedor inicial deja de ser titular
del crédito y el adquirente pasa a ser el acreedor.

Dentro de los supuestos de novación modificativa por cambio de acreedor hay


que diferenciar la cesión de crédito y subrogación.
Cesión del crédito.
La cesión del crédito es la transmisión por el acreedor de la titularidad de su
derecho de crédito a otra persona.

Se encuentra regulada en el art. 1212 CC: «Todos los derechos adquiridos en


virtud de una obligación son transmisibles con sujeción a las leyes, si no se
hubiese pactado lo contrario».

Si la cesión se hace a título oneroso, debemos tener en cuenta lo establecido


para los contratos de compraventa en los arts. 1526-1536 CC. Para la cesión a
título gratuito, debemos acudir a lo establecido para la donación del art. 638
CC.

El cesionario adquiere la titularidad del crédito con el mismo contenido que


tenía el acreedor cedente (art. 1528).
Sujetos.
 Cedente: acreedor primitivo.

 Cesionario: nuevo acreedor.


 Deudor: no es parte del negocio jurídico, la cesión es válida y surte efectos
sin necesidad de que el deudor consienta o lo conozca. Incluso puede
hacerse contra su voluntad.
Régimen jurídico.
Objeto de la cesión: puede ser todo derecho que sea transmisible (art. 1112
CC), salvo que la ley o las partes dispusieren lo contrario.

Excepciones a esta regla general las encontramos en los derechos


personalísimos (derecho de alimentos) y en aquellos supuestos en los que su
titular tenga especial relación con el cedente o ejerza ciertas funciones públicas
en relación con el crédito de que se trate (art. 1549 CC).

El art. 1528 CC establece que la «venta o cesión de un crédito comprende la de


todos sus accesorios, como la fianza, hipoteca, prenda o privilegio». Pero, al
estar ante una norma de derecho dispositivo, las partes pueden excluir la
cesión de alguna garantía o las prestaciones accesorias.
Forma de la cesión.
En principio, el contrato de cesión puede realizarse eficazmente conforme al
principio de libertad de forma contractual. No obstante, dicha regla encuentra
numerosas excepciones, como, por ejemplo: la cesión de títulos valores, que
tienen especiales requisitos de forma; la cesión del crédito hipotecario, que ha
de constar en escritura pública y ser objeto de inscripción en el Registro de la
Propiedad, etc.
Relaciones entre las partes.
 Relación entre cedente y cesionario. Salvo en los supuestos de
intransmisibilidad, el acreedor puede libremente disponer de su derecho en
favor del cesionario. Por tanto, la validez de la cesión depende únicamente
de que cedente y cesionario lleven a cabo válidamente el negocio jurídico.

 Relación entre deudor cedido y cesionario. La cesión del crédito es válida


con el simple consentimiento entre cedente y cesionario, aunque será
necesario informar de esta al deudor para que pueda sentirse vinculado al
cesionario. El artículo 1527 dispone que «el deudor que antes de tener
conocimiento de la cesión satisfaga al acreedor (cedente) quedará libre de la
obligación». Una vez sea notificado el deudor, este se encuentra obligado a
realizar el pago al nuevo acreedor no siendo liberatorio el pago hecho al
cedente.

 El deudor puede oponer al cesionario todas las excepciones objetivas, es


decir, aquellas que se derivan del propio derecho de crédito que pudiera
oponer al primitivo acreedor.
 En el caso de las excepciones subjetivas o personales, es decir, aquellas que
están ligadas a las personas del deudor y el acreedor originario, solo podrán
oponerse al cesionario si el deudor desconocía o se opuso a la cesión.
Responsabilidad.
 Cesión a título gratuito. El cedente no incurre en responsabilidad en el
supuesto de que no fuera posible el cobro del crédito cedido.

 En la cesión a título oneroso, hay que tener encuentra lo establecido en el


art. 1529 CC, que diferencia entre la responsabilidad del cedente de buena
fe, que no responde frente al cesionario de la solvencia del deudor, a no ser
que se haya estipulado expresamente o que la solvencia fuese anterior y
pública, y la responsabilidad del cedente de mala fe, que responde de la
solvencia del deudor.

 Duración de la responsabilidad por insolvencia del deudor: el artículo 1530


establece las reglas de duración de responsabilidad por insolvencia del
deudor por el cedente de buena fe. «Cuando el cedente de buena fe se
hubiese hecho responsable de la solvencia del deudor, y los contratantes no
hubieran estipulado nada sobre la duración de la responsabilidad, durará
esta solo un año, contado desde la cesión del crédito, si estaba ya vencido el
plazo. Si el crédito fuere pagadero en término o plazo todavía no vencido, la
responsabilidad cesará un año después del vencimiento. Si el crédito
consistiere en una renta perpetua, la responsabilidad se extinguirá a los
diez años, contados desde la fecha de la cesión». Cesión a título gratuito. El
cedente no incurre en responsabilidad en el supuesto de que no fuera
posible el cobro del crédito cedido.

 En la cesión a título oneroso, hay que tener en cuenta lo establecido en el


art. 1529 CC, que diferencia entre la responsabilidad del cedente de buena
fe que no responde frente al cesionario de la solvencia del deudor, a no ser
que se haya estipulado expresamente o que la solvencia fuese anterior y
pública, y la responsabilidad del cedente de mala fe que responde de la
solvencia del deudor.

Duración de la responsabilidad por insolvencia del deudor: el artículo 1530


establece las reglas de duración de responsabilidad por insolvencia del deudor
por el cedente de buena fe. «Cuando el cedente de buena fe se hubiese hecho
responsable de la solvencia del deudor, y los contratantes no hubieran
estipulado nada sobre la duración de la responsabilidad, durará esta solo un
año, contado desde la cesión del crédito, si estaba ya vencido el plazo. Si el
crédito fuere pagadero en término o plazo todavía no vencido, la
responsabilidad cesará un año después del vencimiento. Si el crédito
consistiere en una renta perpetua, la responsabilidad se extinguirá a los diez
años, contados desde la fecha de la cesión».
Subrogación en el crédito.
Supuesto de novación modificativa contemplado en el art. 1203.3 CC: «Las
obligaciones pueden modificarse subrogando a un tercero los derechos del
acreedor».

La subrogación supone una modificación en la relación obligatoria, ya que,


según el art. 1212 CC, transfiere al subrogado el crédito con los derechos a él
anexos, ya contra el deudor, ya contra los terceros. La obligación subsiste con
los mismos derechos y garantías (personales o reales) que aseguran su
cumplimiento (fianza, hipoteca).

La finalidad de la cesión es la circulación de créditos, en la subrogación es


satisfacer el interés de un tercero que ha pagado al acreedor y que quiere
recuperar del deudor el desembolso patrimonial, por lo que existe una relación
antecedente (el tercero asume el desembolso patrimonial a favor del acreedor).
El acreedor primitivo sale de la relación obligacional habiendo cobrado su
crédito de un tercero. Y este ocupa su lugar en el lugar del acreedor primitivo.

Efectos:

 El art. 1212 CC establece los efectos de la subrogación total: la subrogación


transfiere al subrogado el crédito con los derechos a él anexos, ya contra el
deudor, ya contra los terceros, sean fiadores o poseedores de las hipotecas.
 El art. 1213 CC recoge los efectos de la subrogación parcial: el acreedor, a
quien se hubiere hecho un pago parcial, puede ejercitar su derecho por el
resto con preferencia al que se hubiere subrogado en su lugar a virtud del
pago parcial del mismo crédito.

Novación modificativa por cambio de deudor.


El fenómeno contrapuesto a la transmisión del crédito (cesión y subrogación)
es la transmisión de deuda, en la que, sin necesidad de extinguir la relación
obligatoria originaria, el nuevo deudor ocupará la posición o situación
detentada por el deudor primitivo. El fundamento legal se encuentra en el art.
1203.2 CC: «Las obligaciones pueden modificarse sustituyendo a la persona
del deudor».

Objeto: pueden transmitirse todo tipo de deudas, vencidas o sometidas a


término, puras o condicionales, presentes o futuras, siempre que el objeto de
estas sea determinable sin necesidad de un nuevo acuerdo de voluntades,
unipersonales o con pluralidad de sujetos. La prestación de hacer solo será
transmisible si no es personalísima.
Conforme a lo establecido en el art. 1205 CC: la novación, que consiste en
sustituirse un nuevo deudor en lugar del primitivo, puede hacerse sin el
conocimiento de este, pero no sin el consentimiento del acreedor.

Los mecanismos que se pueden utilizar para la novación modificativa por


cambio del deudor son tres:
Contrato de asunción de deuda.
Es un contrato en cuya virtud un tercero (asumente o nuevo deudor) se obliga
a cumplir la deuda de otro (deudor primitivo), bien frente a este, bien frente al
acreedor. Se sustituye a la persona del deudor sin extinguirse la obligación
primitiva.

Carece de regulación legal propia. La sustitución se lleva a cabo a través de un


contrato atípico, admitido por doctrina y jurisprudencia, mediante el cual el
nuevo deudor asume la deuda primitiva (el deudor primitivo queda liberado), lo
que se debe pactar de forma clara e inequívoca. Conforme al art. 1205 CC,
debe ser aprobada por el acreedor.

La insolvencia del nuevo deudor, que hubiese sido aceptado por el acreedor, no
hará revivir la acción de este contra el deudor primitivo, salvo que dicha
insolvencia hubiese sido anterior y pública o conocida del deudor al delegar su
deuda (art. 1206 CC).

Excepciones: las obligaciones accesorias que afecten a terceros subsisten si


estos prestan su consentimiento al cambio de deudor o si son provechosas a
pesar de no haber consentido.
Contrato de asunción de deuda: delegación de deuda.
Cuando el cambio de deudor tiene lugar a consecuencia de un acuerdo entre el
deudor primitivo y el nuevo deudor, que se coloca en posición de sujeto
pasivo de la relación obligatoria, liberando de la misma al deudor originario. La
delegación requiere también, de forma inexcusable, el consentimiento del
acreedor, si bien este puede prestarse a posteriori, de forma expresa o tácita.
Expromisión.
Mecanismo de modificación del lado pasivo de la relación obligatoria, por el
que, mediante un acuerdo entre el acreedor y un tercero (contrato
expromisorio), el expromitente (tercero) asume la posición del deudor primitivo,
que queda liberado, sin necesidad de su consentimiento.

Los efectos: la conservación de las garantías y obligaciones accesorias de la


obligación principal originaria no constituye la regla general, tal y como se
desprende del artículo 1207 CC, por lo que cabe deducir que las garantías y
accesorios de la obligación principal —pese a la continuidad de la relación
obligatoria— se extinguirán a consecuencia del cambio de deudor, en contra de
cuanto ocurre en el supuesto de cesión de créditos.
Cesión de contrato.
Novación en la que se transmiten en bloque la totalidad de relaciones
jurídicas derivadas de un contrato.

Consiste en transmitir a un tercero la íntegra posición jurídica que en él ocupa


el cedente, de manera que el cesionario adquiera los derechos que ostentaba el
cedente en la relación contractual como si hubiera sido el contratante inicial.

Aunque no existe una regulación de esta figura en el Código Civil, resulta


plenamente admisible conforme al principio general del artículo 1255 del
Código Civil de libertad de pactos.

La jurisprudencia exige el concurso de tres voluntades contractuales, y ha de


llevarse a cabo en la misma forma del contrato cedido.

1.4.2. Extinción de las relaciones obligatorias.


Las causas de extinción de las obligaciones aparecen reguladas en los arts.
1156 a 1213 CC. El primero contiene una enumeración meramente
ejemplificativa de estas.

Según el art. 1156, las obligaciones se extinguen:

 por el pago o cumplimiento;


 por la pérdida de la cosa debida;
 por la condonación de la deuda;
 por la confusión de los derechos de acreedor y deudor;
 por la compensación, y
 por novación.

Otras causas de extinción: muerte (obligaciones de hacer personalísimas), el


mutuo disenso (toda clase de obligaciones), la prescripción extintiva y
cumplimiento a término o de la condición resolutoria.

Mutuo disenso.
Se puede aplicar a toda clase de obligaciones.

Convenio extintivo por el que las partes, de común acuerdo, ponen fin a una
relación obligatoria. En su caso, estipulará las reglas para su liquidación.

El convenio que pone fin a la relación obligatoria debe reunir todos los
requisitos exigidos para la validez de los contratos.
Decisión unilateral o desistimiento.
Facultad de cualquiera de las partes de extinguir la relación obligatoria
mediante un acto libre y voluntario sin ser necesario que alegue ninguna
causa.

Facultad que puede ser atribuida:

 Directamente por la ley.


 Contractualmente por el propio negocio jurídico constitutivo de la relación
obligatoria.

Requisitos:

 Declaración de voluntad emitida por parte facultada para ello y dirigida a la


otra parte.
 Carácter recepticio.
 Debe ejercitarse de buena fe.

En el Código Civil, no existe una regulación general del desistimiento, por lo


que debemos acudir a la regulación específica de algunos contratos, por
ejemplo: contrato de obra (art. 1594 CC), mandato (art. 1733 CC), depósito (art.
1775 CC), comodato (art. 1750 CC) y sociedad civil (art. 1705 CC). Asimismo, el
desistimiento también aparece regulado en leyes especiales como la regulación
específica para los arrendamientos, tanto rústicos como urbanos.

Imposibilidad sobrevenida de la prestación.


Nos encontramos ante aquellos supuestos de incumplimiento que no son
imputables al deudor.

Características:

 La imposibilidad debe ser objetiva, la prestación se hace imposible sin


intervenir la voluntad del deudor y antes de constituirse en mora.
 Sobrevenida, deviene imposible en momento posterior a la constitución de
la obligación.
 La imposibilidad puede ser material o jurídica.

En las obligaciones genéricas, la obligación no se extingue en ningún caso


por imposibilidad sobrevenida.

Confusión de derechos.

Se encuentra regulada en el art. 1192 CC: «Quedará extinguida la obligación


desde que se reúnan en una misma persona los conceptos de acreedor y de
deudor. Se exceptúa el caso en que esta confusión tenga lugar en virtud de
título de herencia, si esta hubiese sido aceptada a beneficio de inventario».

Consecuencia de la confusión, se extinguen tanto la obligación principal como


las obligaciones accesorias que dependan de ella (art. 1193 CC).

Su fundamento jurídico se encuentra en que nadie puede ser deudor y


acreedor de sí mismo.

Requisitos:

 Reunión en una misma persona de la condición de deudor y acreedor.


 Cualidad respecto a una misma obligación.
 Reunión completa y definitiva.

Modificación sobrevenida de las circunstancias.


El Código Civil no lo admite con base en el art. 1091 (que establece la fuerza de
ley de las obligaciones) y por ello obliga a indemnizar por daños y perjuicios
(art 1101), y porque pone en riesgo los principios de seguridad jurídica.

La doctrina y jurisprudencia, sin embargo, consideran que la alteración


sobrevenida de las circunstancias económicas que sirvieron de base para la
celebración del contrato puede determinar alguna modificación en el régimen
jurídico de la relación contractual mediante la aplicación de la cláusula rebus
sic stantibus («estando así las cosas»), cuando concurran las siguientes
circunstancias:

 Relación contractual de tracto sucesivo, o cumplimiento único, pero


aplazado. Es decir, duradera relación jurídica.
 Que las prestaciones estén total o parcialmente pendientes de ejecución.
 Que haya desaparecido la base del negocio por circunstancias
extraordinarias en relación con las existentes en el momento de celebrarse
el contrato y que en aquel momento fueran imprevistas e imprevisibles.
 Alteración de las circunstancias que debe causar a una de las partes un
perjuicio injustificado, al no haber incurrido en incumplimiento contractual
previo.

Por ello, actualmente y derivado da la situación de crisis económica,


excepcionalmente se admite la aplicación de la cláusula rebus sic stantibus, en
aquellos casos en los que se produce un desequilibrio en las prestaciones
debido a una alteración sobrevenida de las circunstancias que resulte
excesivamente onerosa para alguna de las partes.
2. Resumen.
El incumplimiento de la obligación constituye una lesión objetiva del derecho
de crédito.

Incurren en mora los obligados a entregar o a hacer alguna cosa desde que el
acreedor les exija judicial o extrajudicialmente el cumplimiento de su
obligación (art. 1100 CC).

La mora es el retraso cualificado en el cumplimiento de la prestación debida,


que todavía puede ejecutarse y con ello lograr la satisfacción del deudor.

Efectos de la mora:

 El deudor debe cumplir la obligación.


 Indemnizar al acreedor de los daños y perjuicios que le ocasione el retraso
(art. 1101 y arts. 1106 a 1108 CC).
 Responder de los riesgos, perecimiento y deterioros de la cosa, acontecidos
tras la constitución en mora, aunque sea por caso fortuito o fuerza mayor
(arts. 1096.3, 1145 y 1182 CC).

Cesación de la mora:

 Por voluntad del acreedor.


 Por incurrir también el acreedor en mora.
 Por la extinción de la obligación por cualquiera de las causas legalmente
establecidas.

Incumplimiento definitivo: supuestos en los que el interés del acreedor


queda definitivamente insatisfecho, ya que tras el vencimiento de la obligación,
la prestación debida ha devenido imposible o porque, aun siendo posible, ya
no reporta utilidad al acreedor.

Supuestos:

 Imposibilidad sobrevenida;
 Retraso con frustración del fin del negocio;
 Voluntad inequívoca de incumplimiento y,
 Prestación inexacta por defectos insubsanables.

Cumplimiento defectuoso: la doctrina incluye todos los supuestos en los que


el deudor ha realizado la prestación en tiempo, pero esta no se ajusta a lo
estipulado, por lo que existe una lesión del derecho de crédito.

Supuestos:
 Inexactitud de la prestación e,
 Incumplimiento de los deberes accesorios o instrumentales.

Imputabilidad del incumplimiento: la responsabilidad contractual. El


incumplimiento de la obligación supone una lesión del derecho de crédito,
que se produce tanto si dicho incumplimiento es subjetivamente imputable al
deudor (incumplimiento inexcusable) como si no lo es (incumplimiento
fortuito o excusable).

Exoneración de la responsabilidad: supuestos en los que se exonera de


responsabilidad al deudor a pesar de haberse verificado el incumplimiento de
la obligación. No son subjetivamente imputables al deudor los daños derivados
de la concurrencia de caso fortuito o fuerza mayor, la mora del acreedor o
los daños imputables a un tercero, salvo que la ley o las partes establezcan lo
contrario (art. 1105 CC).

Responsabilidad por culpa: es la omisión de aquella diligencia que exija la


naturaleza de la obligación y corresponda a las circunstancias de las personas,
del tiempo y del lugar. Cuando la obligación no exprese la diligencia que ha de
prestarse en su cumplimiento, se exigirá la que correspondería a un buen
padre de familia.

Responsabilidad por dolo: se considera dolosa toda acción u omisión que, con
conciencia y voluntad de producir un resultado antijurídico, impide el
cumplimiento normal de una obligación. El dolo aparece en el cumplimiento de
las obligaciones como causa de agravación de la responsabilidad del deudor.

Defensa del derecho de crédito: el ordenamiento confiere al deudor


determinadas acciones para que pueda asegurar la solvencia o capacidad
patrimonial del deudor.

 Acción subrogatoria (acción indirecta): concede al acreedor la facultad


para que, ante la inactividad o pasividad del deudor, ejercite las acciones y
derechos que tiene este último, con la finalidad de conseguir bienes que
aumenten el patrimonio del deudor para así cobrar lo que se le debe.
 Acción directa: es aquella por la que el acreedor utiliza un derecho propio
contra los deudores de su deudor, de tal manera que lo obtenido mediante
el ejercicio de esta acción ingrese directamente en el patrimonio del acreedor
sin tener que transitar por el del deudor.
 Acción pauliana o revocatoria: el acreedor impugna los actos realizados
por el deudor en fraude de su derecho. Su finalidad es la declaración de
ineficacia del acto fraudulento, permitiendo al acreedor cobrar aquello que
se le debe. La acción pauliana deja sin efecto el acto impugnado,
provocando la ineficacia relativa y limitada del negocio fraudulento.
Principio de la igualdad de condición de los acreedores: la regla general es
que todos los acreedores tienen igual condición frente al patrimonio de un
mismo deudor. Lo que se traduce en que, si el patrimonio no es suficiente para
satisfacer a todos, se establece una comunidad de pérdidas para todos los
acreedores y que estos cobren a prorrata con independencia de la antigüedad
de sus créditos (art. 1921 CC).

Excepciones al principio de igualdad de condición de los acreedores:

 La ley concede a determinados créditos un especial favor (privilegio), por lo


que sus titulares gozan de un derecho de preferencia o prelación con
respecto a los demás acreedores, lo que supone una distinción entre
acreedores privilegiados y ordinarios (los que carecen de privilegio alguno).
 Los titulares de un derecho real de garantía sobre algún bien del deudor
también tienen preferencia sobre los otros acreedores.
 Las acciones directas también suponen una serie de ventajas para
determinados grupos de acreedores.

El principal ámbito de aplicación de la regla de igualdad de condición de todos


los acreedores y sus excepciones se encuentra en la ejecución forzosa por
incumplimiento del deudor, debiéndose tener en cuenta lo relativo al concurso
de acreedores regulado en la Ley Concursal y a los créditos privilegiados (arts.
1921-1929 CC).

En sentido estricto, cuando nos referimos a las vicisitudes de la relación


obligatoria hablamos de los cambios o alteraciones que dicha relación puede
experimentar a lo largo de su vida, así como de las consecuencias y efectos
jurídicos que tales cambios producen.

Existen dos tipos de novación:

 Novación extintiva: extingue la relación obligatoria y la sustituye por otra


diferente.
 Novación modificativa: modifica la obligación en algún elemento no
esencial persistiendo en lo restante los efectos de la misma.

La relación obligatoria puede extinguirse en los siguientes casos:

 Mutuo disenso de los interesados;


 Cuando la ley o negocio constitutivo de la relación obligatoria conceden a
una de las partes la facultad para poner fin a la misma y dicha facultad es
ejercitada;
 Confusión de los derechos de acreedor y deudor;
 Cuando se producen las circunstancias expresamente previstas para la
extinción de la relación obligatoria en el negocio constitutivo de esta, como
el cumplimiento del término final o de la condición resolutoria expresa;
 Cuando se han satisfecho todos los intereses de ambas partes y
cumplido todos los deberes previstos, logrando plenamente la finalidad
económica pretendida al constituir la relación obligatoria.

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