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DIAGNÓSTICO/ANÁLISIS DE LA REALIDAD
— ¿Existe un problema?
— ¿Cuál es?
— ¿Qué magnitud tiene? (estudio de base)
— ¿Se cuenta con la información adecuada?
— ¿Quiénes están afectados? (población afectada y objetivo)
— ¿Cuál es el entorno demográfico, geográfico, económico y social del problema?
— ¿Cuáles son los actores relevantes del problema?
— ¿Cuáles son sus principales causas y consecuencias?
— ¿Qué oferta existe para solucionarlo?
— ¿Cuáles son las principales dificultades para enfrentarlo?
El agente social que desarrolla habilidades para analizar y diagnosticar la realidad
con precisión e intentar mejorarla, se convierte en un excepcional motor de
cambio. De ahí la importancia de potenciar este tipo de habilidades. El objetivo de
todas las técnicas de diagnóstico consiste en recoger información acerca del
problema en cuestión, garantizar que sea completa, verdadera y que no
distorsione la realidad.
En este apartado las técnicas a utilizar deben ser diversas, entre ellas se destacan:
— El análisis de contextos.
— Los cuestionarios, entrevistas, inventarios aplicados a diferentes fuentes: sujetos,
responsables, informantes clave, etc.
— Comparación con estándares sociales.
— Observación de la realidad.
— Consultas a expertos.
Según lo expresado, las acciones para llevar a cabo el diagnóstico son: establecer
prioridades, delimitar el problema, ubicación espacio-temporal del problema,
revisar la bibliografía, prever la población y los recursos.
Establecer prioridades
Es muy importante tener en cuenta este aspecto, pues en el campo social existen
necesidades muy diversas y no siempre es fácil identificar las que son más urgentes.
Ello exige del agente social una gran capacidad de discriminación, de indagación
y, en definitiva, de investigación para llegar con precisión las prioridades. En este
sentido, lo que es prioritario para unos puede no serlo para otros. Para llevar a
cabo cualquier proyecto es preciso establecer las prioridades que nos indican
hacia qué situación vamos a orientar nuestros esfuerzos.
Pérez Serrano, G. (2016). Diseño de Proyectos sociales: aplicaciones prácticas para
su planificación, gestión y evaluación. Madrid, Spain: Narcea Ediciones.
Recuperado de https://elibro.net/es/ereader/uleam/46246?
Delimitar el problema
Consiste en formular el problema, objeto de estudio. El primer requisito para
alcanzar el impacto buscado y orientar el proyecto, es obtener una definición del
problema social, clara y precisa. No es una tarea fácil, dada la multiplicidad de
variables que afectan tanto a la población como a su contexto. Para identificar el
problema hay que recolectar y analizar toda la información disponible sobre el
tema y, lo que es más frecuente, a través de la experiencia de nuestras acciones.
La observación constituye una fuente privilegiada para detectar e identificar
problemas existentes en el grupo humano con el que trabajamos.
Para definir los problemas debemos:
1. Explicar en qué consisten, describirlos.
2. Justificar por qué es necesario investigarlos.
3. Precisar el objetivo que se persigue con la investigación.
Ubicar el proyecto
El proyecto se localiza en un lugar determinado y en un área concreta. En este
sentido, conviene especificar el lugar en el que se realiza, indicando algunos datos
significativos de la comunidad, provincia, barrio, etc. Es preciso caracterizar el
entorno, destacando aquellos aspectos más vinculados al problema que le dio
origen. Esto incluye:
— La estructura demográfica, por edad y sexo.
— Socioeconómicas de la población: distribución de ingresos, pobreza.
— Socioculturales: nivel educacional, especificidades étnicas, etc.
— El entorno geográfico: clima, terreno, etc.
— Las vías y medios de transporte.
— La economía y producción: áreas de especialización productiva y
principales agentes económicos.