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Filosofía y realidad nacional 1

América y la filosofía

La pregunta es: ¿qué relación existe entre el descubrimiento de América


(continente del cual, según todos sabemos, forma parte la Argentina, aunque algunos,
módicamente, lo hayan descubierto después de la cuestión Malvinas) y la filosofía?
Podemos partir de una certeza de alguien que, en modo alguno, se propuso responder esta
pregunta. Es Adam Smith, el lúcido, monumental ideólogo de la naciente burguesía
industrial británica. Smith, en efecto, dedicó un extenso capítulo de su Riqueza de las
Naciones a la cuestión colonial. El capítulo se titula «Colonias» y su lectura es
imprescindible para comprender un par de verdades. Entre ellas, aquella que implica el
profundo reconocimiento de Smith al papel desempeñado por la conquista colonial en el
surgimiento y desarrollo del capitalismo. Smith, sin demasiadas vueltas, afirma lo que
sigue: "El descubrimiento de América y del paso de las Indias Orientales por el Cabo de
Buena Esperanza son los sucesos más grandes e importantes que se registran en la historia
de la Humanidad". Extraeremos de este texto sus contenidos teóricos.
A partir del siglo XV, el periplo expansionista y aventurero del capitalismo
comercial posibilita el surgimiento de un «mundo». Los navíos españoles, ingleses,
portugueses y holandeses entrelazan las distintas regiones del planeta a través de la
conquista. Aparece así la noción de «mundo» en tanto totalidad integrada y relacionada
por la mediación de sus partes. Queda en claro lo siguiente: el capitalismo nace y se
estructura a escala planetaria. La conquista colonial es la condición de posibilidad del
surgimiento del sistema capitalista. Esta conquista, a su vez, delimita -diferenciándolas
claramente- dos regiones: una región central (la de los conquistadores) y una región
periférica (la de los conquistados). En suma: el colonialismo es la esencia del sistema
capitalista, no sólo ha sido la posibilidad de su surgimiento sino que es también la de su
permanencia y estabilidad.
Si existe, entonces, una relación entre el descubrimiento de América y la filosofía
es la siguiente: la aparición del concepto de «mundo» culminará -luego de sucesivas
mediaciones- con la instauración de un Saber total, universal. Se trata del hegelianismo.
En Hegel, en efecto, la humanidad europea toma conciencia de su poder y asume la
universalización de su cultura.
El desarrollo que las siguientes filosofías hicieron del hegelianismo fue
eminentemente político: se identificó el expansionismo colonial europeo con el de la
racionalidad. Europa, al someter a su dominio al mundo periférico, lo incorporaba a la
Civilización. Toda entidad nacional que resistiera esta empresa quedaba fuera de la
historia. Era, en fin, la Barbarie.

El surgimiento de lo nuevo

La tarea de una auténtica filosofía nacional (una vez ubicada la Argentina en su


adecuado encuadre histórico y geopolítico, que no es Occidente, sino el de los pueblos de
la periferia, los pueblos del Sur o el Tercer Mundo, según se prefiera) es la de atrapar -no
cosificándolas,2 sino expresando su vitalidad fundante- aquellas categorías teórico-
políticas que acompañan la praxis histórica de los países nuevos. Es decir: de aquellas
1
Feinmann, José Pablo, El mito del eterno fracaso, Editorial Legasa, Buenos Aires, 1985, pp. 73-83. José
Pablo Feinmann es un periodista, ensayista y escritor argentino contemporáneo. El artículo citado fue escrito
y publicado entre 1981 y 1983.
2
Cosa y cosificar (volver cosa a algo o alguien) significa en este texto lo opuesto a lo que tiene vida, a lo
vivo.
comunidades que cuestionan -tanto en el terreno práctico como en el teórico- la falsa
totalización histórica impuesta por las naciones imperiales. Hablamos, claramente está, de
las naciones periféricas. En resumen: categorizar el surgimiento de lo nuevo es el intento
más profundo de una filosofía nacional.
[...] Desde este punto de vista, una adecuada teoría del conocimiento no puede ser sino
expresión del acontecimiento ontológico que implica la praxis histórica, política
transformadora de la periferia.
[...] La filosofía para nosotros, es la conciencia de sí de las comunidades históricas. Esta
actitud de ahondar, desde nuestro estricto presente, reflexivamente sobre nuestro pasado y
buscar así las líneas esenciales que dibujan nuestra identidad como nación, es, para
nosotros, la filosofía argentina.

Espacio y tiempo de la filosofía argentina

Durante muchos años, quienes intentaron separar la filosofía del terreno turbulento
de la historia y la política, comenzaron a marginarla del tiempo y del espacio. Fue así
como esta disciplina fundamental de la praxis humana -en tanto es la única que otorga la
totalización comprensiva3 de todas sus expresiones, aún de las más caóticas- se
transformó en una disciplina sin espacio -ya que las ideas filosóficas, antes que pertenecer
a una realidad histórica y espacial de la que surgían y sobre la cual retornaban
comprensivamente, pertenecían a la Historia de la Filosofía, especie de universo
platónico, absolutamente ideal y sin ninguna verificación empírica- y sin tiempo, o al
menos con la temporalidad propia de las historias de la filosofía, una torpe temporalidad
lineal en la que cada sistema filosófico seguía al anterior, comentándolo o quizás
enriqueciéndolo en algunos aspectos, pero prolongándolo siempre en ese universo
aséptico, incontaminado, donde los grandes genios del pensamiento -alejados de las
naciones y las concretas encrucijadas históricas en las que vivieron- discutían sobre los
grandes y eternos problemas de la condición humana.
Nuestra concepción de la filosofía, por el contrario, la compromete con el tiempo
y el espacio. El espacio de nuestra actividad reflexiva es la nación Argentina. Proponemos
un pensamiento situado. Pensamos desde nuestra estricta situación ontológica. Pensamos,
entonces, ante todo como argentinos, y advertimos que para pensar como argentinos
debemos pensar como latinoamericanos. He aquí nuestro segundo elemento ontológico:
América latina. ¿Por qué? Porque nuestra reflexión -que trabaja para la libertad de nuestro
ser comunitario- advierte que esta empresa es compartida por nuestros hermanos latinoa-
mericanos, compartida en el dolor, en la dependencia y en la necesidad y el lúcido deseo
de superar esta situación. Situación que, a su vez, es compartida por otros pueblos, cuya
precisa especificidad histórica los hermana a nuestro destino y los incorpora a nuestro
compromiso reflexivo y práctico: los pueblos del Sur, nuestro tercer elemento ontológico.
Los tres, claro está, son las distintas y entrelazadas facetas de un solo rostro y una sola
empresa histórica, política y ontológica (en tanto intenta transformar el equilibrio actual
de la historia, su presente status ontológico padecido por nosotros en el modo de la
injusticia): el surgimiento de los países nuevos.

GUÍA DE PREGUNTAS:
(1) ¿Qué relación existe entre el descubrimiento de América y la filosofía, según el autor?
(2) ¿Qué condiciones hicieron posible la creación del concepto de «mundo»? (3)
Relacione y diferencie los conceptos de mundo, capitalismo, civilización-barbarie y
3
La filosofía es la única que puede unificar en una totalidad coherente las diversas expresiones de la praxis.
«Totalización comprensiva» quiere decir comprender una diversidad en una unidad.
totalización. (4) ¿Cuál es la tarea de la filosofía nacional? (5) ¿Qué es la filosofía, para
Feinmann? (6) ¿Qué significa "pensar situadamente" y cuáles son los elementos
ontológicos requeridos para ello? (7) ¿Cuál es el objeto de la filosofía, para el autor?

Vínculos:
Feinmann “Filosofía aquí y ahora”: https://www.youtube.com/watch?v=ArhDEFgjvBU

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