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1. Generalidades:
Artículo 6º CPR. - Los órganos del Estado deben someter su acción a la Constitución y a las
normas dictadas conforme a ella, y garantizar el orden institucional de la República.
Los preceptos de esta Constitución obligan tanto a los titulares o integrantes de dichos
órganos como a toda persona, institución o grupo.
La infracción de esta norma generará las responsabilidades y sanciones que determine la
ley.
Artículo 7º CPR. - Los órganos del Estado actúan válidamente previa investidura regular de sus
integrantes, dentro de su competencia y en la forma que prescriba la ley.
Ninguna magistratura, ninguna persona ni grupo de personas pueden atribuirse, ni aun a
pretexto de circunstancias extraordinarias, otra autoridad o derechos que los que expresamente
se les hayan conferido en virtud de la Constitución o las leyes.
Todo acto en contravención a este artículo es nulo y originará las responsabilidades y
sanciones que la ley señale.
Artículo 3°: La Administración del Estado está al servicio de la persona humana; su finalidad es
promover el bien común atendiendo las necesidades públicas en forma continua y permanente y
fomentando el desarrollo del país a través del ejercicio de las atribuciones que le confiere la
Constitución y la ley, y de la aprobación, ejecución y control de políticas, planes, programas y
acciones de alcance nacional, regional y comunal.
A propósito de los dos primeros, aquellos corresponden la base sobre la cual se estructura
la Administración; donde se fija el contenido y alcance del principio de legalidad, estableciéndose
así mecanismos eficientes de control que aseguren su vigencia y que finaliza, con un sistema de
responsabilidad donde se prevean las consecuencias de una actuación que se aparte del
ordenamiento jurídico administrativo.
En cuanto al art. 3 de la LBGAE, el inciso primero inserta el control más bien dentro de la
actividad de planificación de la Administración. Efectivamente, se trata de aquellos objetivos
fijados por la CPR y las leyes (servicialidad a la persona humana, bien común) sean objeto de su
control los diversos ámbitos en que se formulan y ejecutan las políticas, planes, programa a
acciones.
El inciso segundo de la norma, especifica de forma directa que uno de los principios
respecto de los cuales debe observar la Administración en su actuar es el principio de control.
Debemos precisar que no sólo se menciona el de control, sino que otros cuántos que resultan ser
funcionales a aquel, no se explicarían si no estuviere presente el de control. Así el principio de
responsabilidad es un correlato natural de la actividad de control.
El de transparencia y publicidad, facilitan la existencia del control al dar a conocer el
contenido de los antecedentes y fundamentos de la actuación. Y finalmente tenemos principio de
impugnabilidad, al sugerir que la impugnación debe verse en sede jurisdiccional da cuenta de ser
manifestación del principio de control.
Artículo 11.- Las autoridades y jefaturas, dentro del ámbito de su competencia y en los niveles
que corresponda, ejercerán un control jerárquico permanente del funcionamiento de los
organismos y de la actuación del personal de su dependencia.
Este control se extenderá tanto a la eficiencia y eficacia en el cumplimiento de los fines y
objetivos establecidos, como a la legalidad y oportunidad de las actuaciones.
Entonces, el control está íntimamente relacionado con un régimen democrático. Para que
el control se desarrolle es menester la existencia de un sistema que implique garantías de respeto
e independencia de su gestión y al mismo tiempo, que la acción del Estado no caiga en
arbitrariedades. De este modo que, no hay poderes del Estado libres o inmunes al control.
b. Control de la Administración.
Mencionamos, que el actuar de la Administración implica una serie de actuaciones
materiales que se encauzan y dan como resultado el acto administrativo que goza de una
presunción de legalidad, de imperio y de exigibilidad respecto de sus destinarios.
Esta facultad que posee la Administración; de dictar actos de tal magnitud y con tales
características, sumado a que poseen un contenido de alcance general o particular que sin duda
infiere en la esfera de derechos de los administrados, y que solo se agota en cuanto a su
competencia y forma que prescriba por ley. Lo anterior podría sonar exorbitante pero tal facultad
implica al mismo tiempo, la existencia de mecanismos de control que cautelen dicho ejercicio de
estas potestades.
El concepto de control, enseña Cordero Vega, en español la palabra tiene dos acepciones;
por un lado, está vinculada a la comprobación de hechos, circunstancias y competencias, y por la
otro; dominio y mando de otros. Ambas denominaciones dan cuenta del sentido que esta palabra
tenia originalmente en el francés y en el inglés, de cual en nuestro idioma sintetiza como
denominación común.
En estas acepciones existen dos criterios en común. En primer lugar, la dualidad de sujetos
y en segunda la existencia de reglas de actuación con las que puede ser contrastada la actuación
sometida a control. Este contraste supone que debe estar orientado a la corrección de la actividad
controlada. Siendo así un hecho indiscutible que el control de los poderes públicos tiene por
objeto limitar el ejercicio de sus poderes. Esta limitación supone que el uso recto y correcto de la
actividad estatal, no es un problema de ética o buena fe de las autoridades, sino que es
consecuencia de la limitación de sus poderes exorbitantes y del rendimiento de cuentas que
deben a los administrados, propios de un sistema democrático. (Lo cual reafirma la idea de control
y estado de derecho, no puede haber uno sin el otro, se deben necesariamente)
Entonces el control de las autoridades públicas, se basa en las practicas que realizan los
operadores del Estado de sus competencias, y la manera en como estas deben reconocérseles
límites. Lo anterior explica, que el control tenga múltiples formas, muchos agentes y variadas
modalidades, por lo que existen diferentes sujetos que ejercen el control con diferentes criterios o
estándares;
C. Estándares de Control
Señalamos que el control consta de un juicio de conformidad a ciertas reglas, que implica
en caso de disconformidad, una medida represiva, preventiva o rectificadora que no presupone
necesariamente relaciones de superioridad. Sin perjuicio de ello, las relaciones de superioridad
implican un control entre figuras equiparadas y entre figuras recíprocamente independientes,
entre particulares y órganos del Estado y viceversa.
Resulta evidente que el control no es propiamente un acto, sino el desarrollo lógico de una
actividad comprobadora, por lo que requiere parámetros previos sean jurídicos, contables, fines
de programas o planificaciones. Al término de su fase activa, envuelve un juicio de valoración que
puede importar la adopción de una medida de distinta significación.
El control político es contingente y coyuntural; con criterios subjetivos, pues sus juicios no
se basan en elementos prestablecidos normativamente; es voluntario; limitado y es realizado por
órganos políticos (Cámara de Diputados), lo que supone que no es imparcial y técnico; se realiza
por medio de apreciaciones efectuadas sobre bases de doctrinas, ideologías o concepciones
filosóficas que conducen a juicios de conveniencia o mérito de lo obrado o no por el gobierno.
Una última cuestión, fuera de los tipos de controles y que merece comentario es que lo
que caracteriza al control, además de los elementos previos, es el resultado o consecuencia. En
otras palabras, el control genera consecuencias, es imposible concebirlo sin tal calidad, pero se
extiende a los actos y no a las personas. Los problemas de conducta será un problema que se
encarga la responsabilidad disciplinaria pero no del control como medio de la evaluación de la
actividad estatal.
2. Principios del Control de la Administración.
Con lo anterior podemos mencionar que los tres primeros apuntan a un criterio objetivo,
es decir hay una norma de juicio de comprobación de la regularidad de sus funciones y el último,
apunta al objeto sobre cual recae el control, es decir, la propia actividad de la Administración.
De lo anterior, resulta que cada órgano de control mantiene sus prerrogativas sin
interferencia de los demás; o bien, ya que se ejercen en diferentes momentos, dependiendo de si
el acto examinado aún se encuentra en estado de gestación, o si de adquirió ese carácter y se
introdujo al mundo jurídico (controles preventivos y represivos) teniendo así como objetivo final,
la tutela del orden jurídico quebrantado, y en consideración a la unidad de efecto que persiguen
(impedir el nacimiento de decisiones irregulares son controles preventivos o bien dejan de
producir sus efectos unas vez dictados, son controles represivos, se darán lugar a estas diversas
modalidades ya sea de concurrencia o de exclusión.
Cómo máximo organismo de fiscalización, realiza su control a través del control previo de
juridicidad de los actos administrativos, por medio del trámite de toma de razón (art 99. CPR),
como asimismo por controles de reemplazo.
2. El Tribunal Constitucional.
4. El Congreso Nacional.
5. Las Superintendencias.
c. Principio de Publicidad.
Artículo 8º CPR.- El ejercicio de las funciones públicas obliga a sus titulares a dar estricto
cumplimiento al principio de probidad en todas sus actuaciones
Son públicos los actos y resoluciones de los órganos del Estado, así como sus fundamentos y
los procedimientos que utilicen. Sin embargo, sólo una ley de quórum calificado podrá
establecer la reserva o secreto de aquéllos o de éstos, cuando la publicidad afectare el debido
cumplimiento de las funciones de dichos órganos, los derechos de las personas, la seguridad de
la Nación o el interés nacional.
El Presidente de la República, los Ministros de Estado, los diputados y senadores, y las demás
autoridades y funcionarios que una ley orgánica constitucional señale, deberán declarar sus
intereses y patrimonio en forma pública.
Dicha ley determinará los casos y las condiciones en que esas autoridades delegarán a
terceros la administración de aquellos bienes y obligaciones que supongan conflicto de interés
en el ejercicio de su función pública. Asimismo, podrá considerar otras medidas apropiadas para
resolverlos y, en situaciones calificadas, disponer la enajenación de todo o parte de esos bienes
Artículo 13 LOC 18.575.- Los funcionarios de la Administración del Estado deberán observar el
principio de probidad administrativa y, en particular, las normas legales generales y especiales
que lo regulan.
La función pública se ejercerá con transparencia, de manera que permita y promueva el
conocimiento de los procedimientos, contenidos y fundamentos de las decisiones que se
adopten en ejercicio de ella.
Art. 16. Inc 2. Ley 19.880.- En consecuencia, salvo las excepciones establecidas en la Ley de
Transparencia de la Función Pública y de Acceso a la Información de la Administración del
Estado y en otras disposiciones legales aprobadas con quórum calificado, son públicos los actos
y resoluciones de los órganos de la Administración del Estado, así como sus fundamentos y
documentos en que éstos se contengan, y los procedimientos que utilicen en su elaboración o
dictación.
Artículo 10 Ley 20.285.- Toda persona tiene derecho a solicitar y recibir información de
cualquier órgano de la Administración del Estado, en la forma y condiciones que establece esta
ley.
El acceso a la información comprende el derecho de acceder a las informaciones contenidas
en actos, resoluciones, actas, expedientes, contratos y acuerdos, así como a toda información
elaborada con presupuesto público, cualquiera sea el formato o soporte en que se contenga,
salvo las excepciones legales.
Enseña Cordero, que este principio supone en términos simples que la actividad
desarrollada por la Administración debe ajustarse a un estricto sistema de exposición de
fundamentos y de acceso a la información por parte de los ciudadanos de manera de mantener un
permanente escrutinio público de las actividades públicas.
Señalamos que un tema esencial en el funcionamiento de un sistema democrático es el
establecimiento de reglas básicas de control institucional pero también de aquellas que no lo son,
y que se ubican en el ámbito del escrutinio público y que realizan los ciudadanos a las autoridades.
Aquí se origina otro tipo de control, que es el denominado Control Ciudadano.
El acceso a la información pública es una de las áreas en donde se ha puesto énfasis ya que
constituye un poderoso elemento de control y en términos más amplios, de seguridad jurídica.
Concebir la publicidad de la actividad estatal es la única forma que hace compatible la lógica del
Estado democrático que exige de sus autoridades y organismos actuar no solo conforme a la ley
sino también a los programas por el diseño institucional propuestos, de modo que la deliberación
publica sirve de espacio de legitimidad y garantía de las competencias públicas y protección de
derechos.
3. Control de la Administración.
De los poderes del Estado, la Administración es el más controlado. Esta gran cantidad de
controles a la que está sujeta no se observa respecto de los otros poderes del Estado, siendo
probable que tal situación sea consecuencia de que, no existe poder estatal de tanta significación
cotidiana para los ciudadanos y para el desarrollo institucional del Estado de Derecho.
3.1. Clasificación
a. En relación a su contenido.
Es aquella que tiene por objeto verificar la conformidad de los actos administrativos al bloque
de normatividad, el cual está dado por el ordenamiento jurídico al que deben someterse los
órganos de la Administración del Estado, en virtud de los principios de jerarquía y juridicidad (art.
6 y 7 CPR).
Este tipo de control se caracteriza porque el derecho lo es todo; la norma constituye el canon
de valoración, los agentes de control, el propio resultado, su procedimiento, en otras palaras: se
institucionaliza jurídicamente los instrumentos a través de los cuales el control se efectúa. Por lo
tanto, no sólo se controla las expresiones externas de la Administración (actos administrativos)
sino que también el procedimiento a través de los cuales los organismos llegan a sus decisiones.
Artículo 12.- Las autoridades y funcionarios facultados para elaborar planes o dictar
normas, deberán velar permanentemente por el cumplimiento de aquéllos y la aplicación de
éstas dentro del ámbito de sus atribuciones, sin perjuicio de las obligaciones propias del
personal de su dependencia.
Y se ejerce este mismo control, en forma externa a la Administración por la Contraloría
General de la República (art. 98 CPR). Por ejemplo, el trámite de toma de razón; el control previo
de juridicidad de los actos administrativos tanto a nivel constitucional como legal. También
podemos incluir el ejercido por los Tribunales de Justicia (Art. 38 inc. CPR) y el realizado por el
Tribunal Constitucional sobre la constitucionalidad preventiva de los decretos y resoluciones
presidenciales a requerimiento del Presidente de la República para el caso de que estos hubieren
sido representados por la CGR fundado en una causal de inconstitucionalidad (art. 93 CPR).
Por su parte, el control de gestión es una de las modalidades más recientes de control de la
Administración que tiende a verificar y evaluar la forma en como los servicios públicos han
realizado su actividad, y la consonancia de esa actividad con las decisiones, planes y programas
preestablecidos, contrastando al cumplimiento o incumplimiento por parte del fiscalizado a los
objetivos y metas trazadas.
Cuando nos referimos a la eficacia, apuntamos al logro de las metas establecidas por la
Administración dentro de los plazos previstos, estableciéndose como parámetro de control; el
tiempo. Por lo pronto, la eficiencia apunta al uso óptimo de los recursos públicos disponibles
atendida a las circunstancias de modo, lugar y entorno en cuanto a la situación que se trata. El
parámetro en este caso es la optimización de recursos. Finalmente, en lo que se refiere a la
economicidad; apunta a los términos y condiciones bajo los cuales una entidad adquiere los
recursos (no sólo económicos) necesarios para conseguir metas y objetivos teniendo en cuenta la
calidad y cantidad de ello, y todo ello al más bajo costo siendo así, un parámetro de costo
alternativo.
Finalmente, otra forma de control de gestión es la Auditoria Interna de gobierno, que fue
creada mediante el D.S. n° 12 de 1997, como órgano asesor del Presidente de la Republica. Su
objetivo es desarrollar instrumentos de naturaleza financiera y presupuestaria, lo que se tradujo
en formulación de planes sectoriales de auditorías generales de gobierno, supervisado por
unidades técnicas operativas en cada Ministerio denominados Auditores Ministeriales.
b. En relación a la Oportunidad:
Es aquel control que opera con antelación a que el acto administrativo produzca sus efectos.
En este sentido, es la propia Administración quien está facultada para ejercitar controles previos,
ya sea por medio de órganos internos con especificas competencias fiscalizadoras (contraloría
interna); u órganos externos a la autoridad emisora, cuya opinión previa es requerida antes de
adoptar una determinación.
La toma de razón de los actos Administrativos que compete a la CGR, trámite que, por regla
general, se verifica con antelación a la entrada en vigencia y ejecución de un decreto o resolución.
A propósito del Senado, también ejerce un control preventivo cuando el Ejecutivo requiere
contar con su aprobación para tomar una decisión, como por ejemplo lo señalado en el art. 53 N°
5 de la CPR.
Los Tribunales de Justicia, también ejercen este tipo de control, cuando por la vía de medidas
cautelares, ordenan en el procedimiento constitucional de protección, la suspensión de la
tramitación de un acto administrativo cuando se acredita fehacientemente la amenaza a un
derecho constitucional indubitado o bien durante el proceso licitatorio se da alguna condición de
ilegalidad o arbitrariedad, en el marco de las competencias del Tribunal de contratación Pública.
Es aquel control que se efectúa de manera simultánea o sincrónica con la eficacia del acto, es
decir, a medida que el acto se va a ejecutando.
Lo anterior se verifica en especial en los casos de fiscalización de los contratos de obra pública
y de concesión de obra pública (en este caso en fase de construcción) pero medio de los informes
del inspector fiscal, así como también con la recepción provisoria y definitiva de las obras.
Son aquellos controles, que como su nombre lo indica, operan después de la entrada en
vigencia de los actos administrativos. Por lo tanto, la finalidad de los mecanismos ulteriores de
control consiste en dejar sin efecto los actos administrativos contrarios a derecho, aunque antes
haya sorteado sin tacha ni reproche de alguno de los controles preventivos.
Los controles jerárquicos y de supervigilancia que ejerce la misma Administración activa (de
oficio o petición de parte), son formas de fiscalización a posteriori que pueden llegar hasta la
modificación o invalidación de un acto administrativo, si después de su emisión se advierte que,
adolece de vicios de ilegitimidad originarios.
1. Control Administrativo:
Es aquel que opera a través de las funciones de fiscalización que ejercen órganos
pertenecientes a la Administración del Estado, como la Contraloría General de la República,
algunas Superintendencias, o bien, al interior del propio ente Administrativo.
Sobre la base del criterio anterior, es posible subdistinguir un control interno y un control
externo en la Administración.
a) Interno:
Esta modalidad de control, por regla general, opera de oficio a través de la obligación que
tiene toda jefatura de velar permanentemente por el cumplimiento de planes y de la aplicación de
las normas dentro del ámbito de sus atribuciones. Sin perjuicio de lo anterior, recordemos la
posibilidad de interponer un recurso jerárquico ante la autoridad de quien emitió el acto que se
pretende impugnar.
Finalmente, recordar que existen en la legislación una serie de controles internos de carácter
previo que son los consejos u órganos colegiados, a los que se les ha atribuido directamente
facultades para fiscalizar la actuación de los respectivos Jefes superiores o subordinados de estos o
para pronunciar acerca de sus actos, y las unidades de control interna denominadas Contralorías
Internas, entendidas como dependencias insertas al interior de la Administración que colaboran
en la tarea de fiscalizar el apego a la legalidad financiero-contable que debe resguardar el
respectivo servicio.
b) Externo:
Se entiende por control externo, aquel cuyo examen, juicio, y en su caso, exigencia de
responsabilidades sobre la actividad administrativa, es realizada por un organismo ajeno a la
Administración publica (activa), especializado en algún aspecto en relación a dicha actividad, pero,
ante todo, independiente del poder ejecutivo.
a.1. Características.
Como un órgano constitucional, se afirma que los órganos de control externos, han adquirido
una gran importancia y protagonismo en los sistemas democráticos, en la medida de que su razón
de ser lleva intrínsecamente relacionado con una función de equilibrio entre los distintos poderes
del Estado. De lo anterior, podemos afirmar que la CGR es un órgano de control externo que
permite garantizar un equilibrio entre los poderes públicos, siendo clave para explicar un Estado
Democrático
Dado lo anterior, estos órganos escapan a la línea jerárquica y no admiten sobre ellos el
ejercicio de facultades de supervigilancia o tutela; se auto determinan, funcional y
administrativamente, y sus directivos son autoridades inamovibles, en definitiva, son órganos
acentralizados. Sin perjuicio que, en caso de la CGR, carece de personalidad jurídica. Precisa,
Manuel Argandoña que la autonomía no hay que tomarla en un sentido etimológico o semántico,
ya que aquello implicaría una total independencia al implicar que la autonomía supone darse su
propia ley o norma, lo cual resulta poco congruente con la Administración, toda vez que está
supeditada a la CPR y la ley. Se precisa, que es mejor aplicar el termino autarquía, que significa la
atribución de administrar por si mismo, ejerciendo así una facultad de realizar su metido
administrativo sin sujeción a la jerarquía del poder central.
Finalmente, aclaramos que la autonomía no significa que la Administración queda al margen
de la ley, sino que ella tiene por efecto desvincular al órgano de un centro de decisiones que
condicione, dirija o planifique las funciones. En este orden de ideas, no implica en caso alguno, un
poder de autorregulación equivalente al legislador. El legislador condiciona, dirige o planifica la
actividad de dicho organismo.
Distinguimos, entonces, una autonomía orgánica y otra funcional. Orgánica en el sentido que
la CGR no está sometida a recibir instrucciones ni jerárquicamente a otros órganos constitucional.
Y funcional, toda vez que le corresponde una competencia y función privativa, definida por la CPR
y que ejerce con independencia de los otros órganos del Estado.
De este modo, resulta evidente que la CPR tiene vocación de universalidad para el control de
la Administración, en otros términos, para el complejo orgánico de carácter técnico y profesional,
que ejerce la función Administrativa, incluidos los municipios.
En efecto el art. 16 de la LOC. 10.366 señala que los servicios, instituciones fiscales,
semifiscales, organismos autónomos, empresas del Estado y en general todos los servicios públicos
creados por ley quedan sometidos a la fiscalización de la CGR. También, quedarán sujetos a ella las
empresas, sociedades o entidades públicas o privadas en que el Estado o sus empresas,
sociedades o instituciones centralizadas o descentralizadas tengan aportes de capital mayoritario,
o igual proporción, o, en las mismas condiciones, representación o participación para efectos de
cautelar el cumplimiento de los fines de estas empresas, sociedades o entidades.
Sin perjuicio de ello, el legislador ha ido excluyendo órganos del control de la CGG; el art. 53
de la LOCM señala que los municipios son excluidos del trámite de toma de razón, en el mismo
sentido y amparados en su carácter constitucional, no se encuentran sujetos a su control ni el
Banco Central ni el Ministerio Público.
También, a propósito de las Empresas del Estado y como consecuencia de la interpretación del
contenido y redacción del art. 19 n° 21 de la CPR, en el sentido que el Estado empresario debe
someterse a las normas del derecho común, el legislador las desprendió del control público por
parte de la CGR.
Esta característica principio, es válido tanto tratándose de juicios pendientes como respecto
de aquellos en que ya dicto un fallo en cuanto al fon del problema jurídico sometido a
conocimiento. En consecuencia, existiendo ya un pronunciamiento de un Tribunal de Justicia sobre
el mismo asunto planteado por el peticionario, la CGR debe abstenerse de emitir pronunciamiento
sobre la materia.
Finalmente, precisaremos que una vez emitido un dictamen este se debe aplicar, sin perjuicio
de las acciones judiciales en contra de él se ejerzan. En otros términos, la acción judicial contra un
pronunciamiento de la CGR o como consecuencia de él no lo transforma en litigioso para efectos
del art. 6, ya que la CGR ya se pronunció por lo cual solo debe aplicarlo. Es más, el órgano
administrativo no puede ejercer una acción judicial en contra de un dictamen para transformarlo
en litigioso y por esa vía suspender sus efectos porque la aplicación de ese criterio, puede afectar
las facultades que constitucional y legalmente le asisten, y avalaría el incumplimiento de los
dictámenes por servicios sometidos a su fiscalización.
2. Fiscalizar el ingreso e inversión de los fondos del Fisco, Municipalidades y demás órganos que
determinen las leyes.
3. Control de los demás organismos y servicios señalados por ley, los que puede resumir en la
Administración ministerial, autónoma, empresas del Estado, todo órgano creado por ley,
sociedades anónimas en las que tenga participación mayoritaria el Estado, órganos públicos y
privados que reciben sus aportes estatales destinados a la función publica.
Dentro de las características del control realizado por la CGR pueden enumerarse las
siguientes:
Ello debe ser contrapuesto con el llamado control de oportunidad, en virtud del cual se
verifica la pertenencia y mérito del acto. El control de oportunidad no puede ser realizado por la
CGR, no se puede cuestionar el mérito, oportunidad o conveniencia de las decisiones técnicas o
jurídicas que se adopten por la Administración objeto del control. Los gastos, por ejemplo, no
pueden ser controlados en sus resultados, sino solo en la legalidad de la inversión. Ello se
desprende de diversas disposiciones de la LOCGR, entre ellas, el articulo 21 B, que señala que “La
Contraloría General, con motivo del control de legalidad o de las auditorias, no podrá evaluar los
aspectos de mérito o de convivencia de las decisiones políticas o administrativas
Este control que ejerce la CGR puede darse antes de la vigencia de la actuación,
concomitante con ella o una vez producidos sus efectos. Por lo que abarca todo el proceso de acto
administrativo, desde sus inicios a fin. Siendo así claramente separable el control ejercido por la
CGR del control jurisdiccional recaído en los administrativos, que comparten esta característica de
poder darse en cualquier etapa de la vida del acto administrativo.
Sin perjuicio de lo anterior, todas aquellas actividades que tengan la calidad de “exentas”
es decir, no sometidos al trámite de toma de razón, la CGR de todas formas realiza un tipo de
control ex post, denominados controles de reemplazo, que veremos en lo sucesivo.
1.1. Concepto.
El profesor Celis Danzinger, define a la toma de razón como aquel control preventivo de
juridicidad de los actos administrativos que, de conformidad a la Constitución y a la ley, deben
someterse a dicho trámite, con carácter obligatorio o vinculante, efectuado por la Contraloría
General de la Republica.
Bermúdez Soto por su parte, señala que la toma de razón es aquel tramite de control
preventivo, que se inserta dentro de un procedimiento administrativo una vez dictado un acto
administrativo, que efectúa la CGR en el cual examina la jurídica de la actuación administrativa,
pudiendo tener como resultado la representación del decreto (reglamentario o resolutivo) de que
trate por su ilegalidad o inconstitucionalidad. A través de este trámite se materializa la función de
control de legalidad de los actos de la Administración.
Para el profesor Cordero Vega, la toma de razón es una forma de fiscalización jurídica a la
que deben someterse los actos de la Administración antes de que estos surtan efectos. Consiste
en el análisis que le órgano de control efectúa sobre un acto administrativo para verificar la
conformidad con el derecho objetivo, lo que supone la certificación de la juridicidad de los actos
de la administración. Se traduce en un juicio lógico entre la norma y acto, y en la verificación de
que las circunstancias de hecho que se invocan como fundamente de la medida que se adopta, se
encuentren debidamente justificadas.
a. Control Jurídico-Objetivo:
Supone que este control se realiza de conformidad a unos estándares normativos, jurídicos
y abstractos, establecidos con anterioridad y que deben ser realizados por un órgano imparcial, en
el sentido de que no se encuentra sometido a un control jerárquico propio de la Administración
Activa. Teniendo como objetivo, buscar la conformidad del acto con el ordenamiento jurídico, se
realiza un contraste entre la norma jurídica y la actuación material o resolución administrativa
recaída sobre un caso en particular.
El control ejercido por la toma de razón es un control preventivo, es decir, se ejerce antes
que el acto opera en la vida jurídica, y es impeditivo en la medida que, si adolece de vicios de
legalidad o inconstitucionalidad debe ser representado, es decir, no puede continuar con el objeto
de perfeccionarse como acto administrativo.
Se discute cual es el rol que tiene la toma de razón durante el trámite de un acto
administrativo. En otros términos, resolver si este es necesario para la existencia del acto o bien es
un requisito de eficacia. Cada posición no es inocente, adoptar la primera posición supone
desconocer los efectos de una manifestación administrativa, sino cumple con el trámite y optar
por la segunda, impone reconocer la existencia de un acto, pero ineficaz.
Para unos, la toma de razón no es un trámite de eficacia del acto administrativo, pues
mientras no opere, el acto no ha nacido a la vida jurídica; es una mera vida de hecho. Sin toma de
razón, se afirma, simplemente que no hay decisión administrativa; sin que la CGR declare la
juridicidad de ella y tome razón, no hay acto administrativo. De manera que este procedimiento
forma parte de la elaboración del acto administrativo.
En opinión del profesor Cordero Vega, señala que el trámite de toma de razón es un
requisito de eficacia del acto administrativo; señalando que la toma de razón no es un requisito de
todos los actos administrativo, toda vez que la mayoría de ellos se encuentran exentos de este
trámite, por lo que la vigencia del acto no se vincula con su cumplimiento. Además, la propia CGR
reconoce que la toma de razón se realiza sobre actos dictados, no sobre proyecto de actos.
También, la LOCCGR señala que sólo pueden cumplir los decretos o resoluciones después de la
toma de razón, bajo apercibimiento de sanción, sin embargo, excepcionalmente pueden
ejecutarse actos antes del trámite cuando se refieran a actos fundados.
Art. 10 inc.7 LOC 10.336. El Contralor General, de oficio o a petición del Presidente de la
República, podrá, por resolución fundada, autorizar que se cumplan antes de su toma de razón
los decretos o resoluciones que dispongan medidas que tiendan a evitar o a reparar daños a la
colectividad o al Estado, originados por terremotos, inundaciones, incendios, desastres,
calamidades públicas u otras emergencias; o medidas que perderían su oportunidad o estarían
expuestas a desvirtuarse si no se aplicaren inmediatamente, siempre que no afecten derechos
esenciales de las personas.
Por lo anterior se confirma, que la toma de razón constituye una etapa de eficacia del acto
administrativo, pero no define su existencia, el cual está sujeto a otros presupuestos que no dicen
relación con el control de legalidad del mismo (elementos del acto de jurídico administrativo).
d. Control Selectivo.
Los demás son actos de carácter “exento”, es decir, no sometidos al trámite de toma de
razón. Ya en el art. 10 inc. 5 de la LOC 10.336. señala la posibilidad que tiene el Contralor de eximir
a ciertos actos del trámite de toma de razón, señalando las materias a las que puede referirse la
exención, tales como: permisos, feriados, licencias, y otras materias que considere no esenciales.
La exención al trámite de toma de razón nace como consecuencia de la facultad que tiene
el Contralor de eximir a uno o más ministerios o servicios del trámite de toma de razón de los
decretos supremos o resoluciones que conceden licencias, feriados y permisos con goce de
sueldos o que se refieren a otras materias que no se considere esenciales. Por ejemplo, los
decretos supremos, la exención solo podrá referirse a decretos firmados por el PDTE, siendo
concedida por plazos determinados y dejado sin efecto por el Contralor, de oficio o a petición del
PDTE de la Republica.
Entonces podemos señalar que los actos administrativos que están sujetos al trámite de
toma de razón son:
1. Decretos: Todos los decretos supremos que llevan la firma del Presidente de la
República deben someterse al trámite. Los simples decretos y los D.S. por orden
del PDTE, se someterán en la medida que no se encuentren exentos.
2. Resoluciones: Los jefes de servicios actúan a través de resoluciones. Estas
resoluciones pueden contener un mandato normativo o corresponder a actos
administrativos propiamente tales, ellas se someterán al trámite de toma de razón
en la medida que la materia que se refieran haya sido incorporada en la resolución
1600 de CGR.
3. Reglamentos: Si bien, no son señalados en forma expresa por la CPR, atendido a
que si nacen bajo la forma de D.S. deben someterse al trámite.
4. D.F.L: Es la única norma de rango legal que se somete al trámite de toma de razón
art. 99 inc. 3 CPR)
5. Decretos promulgatorios de una ley o reforma constitucional: En este caso, el
análisis se traduce en verificar si el decreto contiene el texto aprobado por el
legislador o el constituyente, y será representado por “apartarse del texto
aprobado”.
Ahora concretamente, una vez remitido un decreto o resolución por el organismo que
dicta el acto, este ingresa al subdepartamento de toma de razón o el departamento que cuente
con la delegación de la facultad, se estudia su legalidad, proponiendo al Contralor General algunas
de las siguientes posiciones: observar, cursar con alcance, representar o tomar razón.
a. Observaciones.
Por lo anterior, las posibilidades que generan las observaciones a la CGR es que se dé
curso al trámite de toma de razón una vez subsanados vacíos o vicios, o bien de dar curso al
trámite de toma de razón con alcance, esta última la veremos a continuación.
Es la propia jurisprudencia administrativa que señala que los alcances que formula la CGR
al pronunciarse acerca de un acto administrativo, si bien no derivan de una norma expresa,
provienen de la necesidad que ha tenido de dejar constancias de algún error formal o irrelevante
del que puede adolecer o de su verdadero sentido cuando su redacción es ambigua o puede dar
lugar a varias y contradictorias interpretaciones.
En este punto podemos hablar de archivar, pero en estricto rigor el archivo alude a la
conformidad que hace la Administración respecto de la representación por lo cual se abstiene de
continuar con el procedimiento de dicho acto procediendo a archivarlo, por lo cual se desiste del
acto. Sin perjuicio de lo anterior, no obsta que la Administración no pueda dictar otro acto en
reemplazo al acto representado.
Sin perjuicio de lo anterior, la CPR establece claramente los supuestos en que lo cabrá la
insistencia del Presidente de la República:
1. Los decretos de gastos que excedan el limite señalado en la Constitución (art. 99 inc. 1)
2. D.F.L, cuando ellos excedan o contravenga la ley delegatoria o sea contrario a la CPR.
3. Un decreto promulgatorio de una ley por apartarse del texto aprobado.
4. Decreto promulgatorio de una ley de reforma constitucional por aparte del texto
aprobado.
5. Decreto o resolución por ser contrarios a la CPR
d. Tomar razón.
Cómo última alternativa que puede adoptar la CGR en ejercicio de sus facultades de
control de la legalidad y constitucionalidad, es tomar razón del acto. La toma de razón la pueden
efectuar el Contralor General y el Contralor Regional. También puede hacerlo el Subcontralor en
virtud de una subrogación o de una delegación.
La toma de razón la debe hacer la CGR en el plazo de 15 días contados desde la recepción
del decreto o resolución. Sin embargo, existen excepciones: la primera es el caso referente a que
la propia CGR, por motivos graves y calificados, puede prorrogar por otros 15 días más el plazo
para tomar razón mediante resolución fundada (art. 10 inc. 1 LOC 10.336); la segunda es en el caso
de leyes especiales, como por ejemplo ocurre en el art. 21 inc. 4 de la Ley 16.391 en donde el
plazo de toma de razón puede reducirse a 5 días de aquellos decretos y resoluciones que conozca
la División de Vivienda y Urbanismo y Obras Públicas y Transporte de la CGR.
Cabe agregar en este punto, la facultad que se le reconoce a la CGR de tomar razón de los
actos administrativos por medios electrónicos, que permitan la comunicación directa y la
verificación de la existencia de la documentación respectiva en manos de la Administración (art.
10 A inc. 1 de la LOC 10.336) No obstante aquello, la ley obliga a que, una vez realizada la toma de
razón por medios electrónicos, el servicio mantenga en soporte papel en sus oficinas los
documentos, y antecedentes que sirvieron de base a la tomad de razón electrónica, salvo que
cumpla con la digitalización de documentos.
Sin perjuicio de lo anterior, esta conclusión tiene que ser matizada. En efecto, los actos
administrativos tienen una presunción de legalidad, pero no por efecto de la toma de razón sino
por el hecho de provenir de una autoridad pública que ejerce el poder público de conformidad a
las exigencias impuestas por la CPR (art. 6 y 7 y también el art. 3 de la ley 19.880) de manera que
parcialmente actualiza la soberanía (art. 5 inc. 2). Es por esta razón, que el art. 3 de la LBPA otorga
dicha presunción al acto (conjuntamente con la de imperio) con indiferencia de la condición del
trámite (afecto o exento).
d.1.2. Permite completar la tramitación del acto en el caso de encontrarse afecto a toma de
razón.
Después de la toma de razón viene otra etapa; la publicación del acto; sólo después de
esta, el acto produce sus efectos propios. Por esta razón la LBPA establece que una publicado o
notificado el acto este constituye un título de intervención material que tiene ejecutoriedad, y es
exigible frente a los particulares.
2. Controles de Reemplazo.
La otra forma de control que puede ejercer la CGR respecto de los actos administrativo son
los controles de reemplazo. Habíamos señalado que aquellos proceden en el evento de que el acto
sometido al control, se encuentra exento de ser objeto del trámite de toma de razón.
Estos controles son fiscalizaciones selectivas y ex post factum, vale decir, que se verifican
con posterioridad a la total tramitación de los actos administrativos, por medio de visitas
inspectivas y de auditorías que se realiza a petición de una autoridad, de una particular o de oficio.
Recordemos que, existen actos administrativos que, atendidas a las materias que
contienen, deben, a pesar de su carácter exento, quedar sometido al trámite de registro. El
registro es un acto de ejecución material en virtud del cual la CHR incorpora a un registro público,
una relación detallada del contenido del acto administrativo.
Sin perjuicio de lo anterior, la jurisprudencia judicial ha sido más variable. En efecto, la C.S.
ha dicho que la resolución que se encuentra exenta del trámite de toma de razón y solo sujeta a
registro es porque la CGR carece de facultades legales para ello, de modo que es, ilegal y arbitraria
su conducta si pretende llevar a cabo, respecto de actos exentos, el examen de toma de razón.
2.1 Características.
Esta facultad de fiscalizar actos de gobierno supone primero el caso de adoptar acuerdos,
sugerir observaciones o solicitar antecedentes al Presidente de la Republica, quien debe dar
respuesta por medio de respectivo Ministerio. Se verifica igualmente en las interpelaciones
parlamentarias, citaciones de los Ministro ante la Cámara, y por medio de las comisiones
investigadoras.
3. Control Jurisdiccional
Es una cuestión pacífica en la literatura legal que para que exista un buen Estado de
Derecho, los actos de la Administración deben estar plenamente controlados, de manera que no
exista actos y materias exentas del control judicial. Todas las determinaciones que toma la
Administración son revisables en sede judicial, en todos sus aspectos: control de competencia,
investidura regular, del cumplimiento de las formas procedimentales, fundamentos de hechos
invocados, su calificación y apreciación, la proporcionalidad, y la razonabilidad de la medida, etc.).
Este tipo de control se ejerce por un órgano jurisdiccional en orden a verificar, por la vía de
una acción procesal constitucional o legal, la legalidad de laguna actuación de un órgano
administrativo. Este mecanismo puede operar por la vida de los tribunales ordinarios o especiales,
o bien mediante intervención del Tribunal Constitucional en aquellas materias, que por mandato
de la CPR le corresponde emitir un pronunciamiento vinculado a materiales de índole
administrativo. Por esto, encontramos dos grandes escenarios:
Respecto del contencioso administrativo, en términos simples, sostenemos que tiene por
objeto acciones contenciones administrativa y que éstas a su vez, buscan proveer de tutela judicial
efectiva de los derechos de los particulares en sus vínculos con la Administración, cuando esta ha
actuado contraviniendo el ordenamiento jurídico, llevando al juez a anular un acto, condenar a
pagar una suma a la Administración por los daños que ocasionó o reconocer una situación jurídica
concreta.
Asimismo, por las acciones procesales de que conocer los tribunales contencioso-
administrativo especiales, como lo son el Tribunal de la Libre Competencia, Tribunal de
Contratación Pública y los Tribunales Tributarios y Aduaneros.
3.2.1. Clasificación.
a. Contencioso de Nulidad.
Es aquel que tiene por propósito que el juez señale la ilegalidad de un acto administrativo
y, en consecuencia, declare la nulidad de los actos respectivos.
En relación a los vicios que procede, la jurisprudencia judicial ha tendido a reconocer que
los vicios clásicos de exceso de poder como causal de nulidad. La nulidad de derecho público es
una sanción de ineficacia jurídica que puede afectar a un acto en que la autoridad: lo dicta sin
previa investidura regular, fuera de la órbita de su competencia, o que no se haya respetado la ley,
o sin tener la autoridad conferida por ley, o también que se hubiere violado directamente la ley en
cuanto a su objeto, motivos o deviación de poder.
c. Contencioso de Interpretación.
Este contencioso tiene por objeto solicitar al juez que resuelva la aplicación concreta de
una norma legal, de modo que define su interpretación en relación a un asunto concreto. Esto es
lo que se denomina contencioso de interpretativo y habitualmente en nuestro país se ejerce
judicialmente a través de la acción de mera certeza y por la vía fáctica, a través de la solicitud de
dictaminación de la CGR, a consecuencia de sus potestades de interpretación de la ley
administrativa.
d. Contencioso Represivo.
Este contencioso tiene por objeto que el juez aplique medidas de gravámenes concretas a
un particular, como puede ser en los casos que la sanción debe ser aplicada por el juez y no por la
Administración. Esto sucede en materia de derecho de los consumidores, pesca o libre
competencia. En ellas la administración carece de potestad sancionatoria directa, por lo cual
requiere recurrir a un tribunal para la aplicación de la medida.
e. Contencioso Cautelar.
Finalmente, encontramos el contencioso cautelar y tiene por propósito que el Juez adopte
medidas cautelares, conservativas o innovativas, con el objeto de que se impida que el derecho
cuyo reconcomiendo o actuación se pretende obtener a través de otro proceso, pierda su
virtualidad o eficacia durante el tiempo que transcurre entra la iniciación de este proceso y el
pronunciamiento de la sentencia definitiva.
Las medidas cautelares contra los actos administrativos han sido objeto de discusiones,
esencialmente porque ha implicado una lucha contra la ejecutividad y auto tutela del acto
administrativo, es decir, contra las prerrogativas de interés público de la Administración, sobre
todo en sistemas tradicionales de lo contencioso administrativo en dónde la dilación de los
procedimientos deja a los particulares con posibilidades acostas de existo contra un acto de la
Administración.
También tenemos la cuenta pública anual, que la CPR impone al PDTE, al Contralor
General de la República, como asimismo, a los órganos de la Administración del Estado de acuerdo
a lo señalada en el art. 72 de la ley 20.500.
Finalmente, sin agotar los ejemplos, podemos mencionar el sistema de impacto ambiental
previsto en la ley 19.300, cuyo art. 28 señala la posibilidad de los particulares para formular
observaciones al estudio de impacto ambiental.