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El Control de la Administración del Estado.

1. Generalidades:

Es un hecho que en el actuar de la Administración originan cientos de actos


administrativos como actuaciones materiales. Por lo general, aquellos poseen un contenido
particular que puede incidir en la esfera de los derechos o del patrimonio de los administrados.

Lo anterior, no presenta mayor duda acerca de la legalidad de dichos actos o actuaciones


teniendo presente lo contenido, a nivel constitucional en el art. 6 y 7 de la CPR, también a nivel
legal según lo dispuesto en el art. 2 y 3. Inc. 2 de la LBGAE. Por lo que su legitimidad estaría
fundada sin mayor discusión.

Artículo 6º CPR. - Los órganos del Estado deben someter su acción a la Constitución y a las
normas dictadas conforme a ella, y garantizar el orden institucional de la República.
        Los preceptos de esta Constitución obligan tanto a los titulares o integrantes de dichos
órganos como a toda persona, institución o grupo.
        La infracción de esta norma generará las responsabilidades y sanciones que determine la
ley.

Artículo 7º CPR. - Los órganos del Estado actúan válidamente previa investidura regular de sus
integrantes, dentro de su competencia y en la forma que prescriba la ley.
        Ninguna magistratura, ninguna persona ni grupo de personas pueden atribuirse, ni aun a
pretexto de circunstancias extraordinarias, otra autoridad o derechos que los que expresamente
se les hayan conferido en virtud de la Constitución o las leyes.
        Todo acto en contravención a este artículo es nulo y originará las responsabilidades y
sanciones que la ley señale.

Artículo 2° LBGE: Los órganos de la Administración del Estado someterán su acción a la


Constitución y a las leyes. Deberán actuar dentro de su competencia y no tendrán más
atribuciones que las que expresamente les haya conferido el ordenamiento jurídico. Todo abuso
o exceso en el ejercicio de sus potestades dará lugar a las acciones y recursos correspondientes.

Artículo 3°: La Administración del Estado está al servicio de la persona humana; su finalidad es
promover el bien común atendiendo las necesidades públicas en forma continua y permanente y
fomentando el desarrollo del país a través del ejercicio de las atribuciones que le confiere la
Constitución y la ley, y de la aprobación, ejecución y control de políticas, planes, programas y
acciones de alcance nacional, regional y comunal.

La Administración del Estado deberá observar los principios de responsabilidad,


eficiencia, eficacia, coordinación, impulsión de oficio del procedimiento, impugnabilidad de los
actos administrativos, control, probidad, transparencia y publicidad administrativas y
participación ciudadana en la gestión pública, y garantizará la debida autonomía de los grupos
intermedios de la sociedad para cumplir sus propios fines específicos, respetando el derecho de
las personas para realizar cualquier actividad económica en conformidad con la Constitución
Política y las leyes.
De lo anterior se desprende una de las características fundamentales de los actos
administrativos; es que gozan de una presunción de legalidad, pero aquello no quiere decir, que
no existan situaciones en donde la actuación material o jurídica de la Administración adolezca de
ilegalidad.

Ante aquello, el control está dirigido a una primera parte a la actuación de la


Administración; que esta emane con apego al principio de juridicidad; tanto con el objetivo de
garantizar la eficacia de su actuación y como resguardarlo de eventuales responsabilidades. Por
otro lado, desde fuera de la Administración, debe controlar aquellos casos que la actuación
jurídica o material se aparte de dicho principio, impugnando la actuación y buscando su extinción
y/o compensación de sus efectos.

a. Estado de Derecho y la Administración.

Hablamos con propiedad de Estado de Derecho cuando en un régimen administrativo, se


aseguran la vigencia de los principios de separación de poderes, derechos fundamentales,
legalidad, control y responsabilidad.

A propósito de los dos primeros, aquellos corresponden la base sobre la cual se estructura
la Administración; donde se fija el contenido y alcance del principio de legalidad, estableciéndose
así mecanismos eficientes de control que aseguren su vigencia y que finaliza, con un sistema de
responsabilidad donde se prevean las consecuencias de una actuación que se aparte del
ordenamiento jurídico administrativo.

La existencia y pervivencia de un Estado de Derecho quedará asegurada por el


sometimiento del poder al Derecho. Como señalamos anteriormente, el fundamento positivo que
somete todo el actuar de la Administración se encuentran en los art. 6 y 7 de la CPR. Y en
particular, a propósito de la Administración, se regula también en los artículos 2 y 3 inc. 2 de
LBGAE. También agregando el principio de impugnación contenido en el art. 15 y lo contenido en
el art. 11 de la LBGAE.

El mandato contenido en las normas de la Carta Fundamental se replica en el art. 2 de la


LBGAE al señalar que: Los órganos de la Administración del Estado someterán su acción a la
Constitución y a las leyes. Deberán actuar dentro de sus competencias y no tendrán más
atribuciones que las que expresamente les haya conferido el ordenamiento jurídico. Todo abuso o
exceso en el ejercicio de estas potestades dará lugar a las acciones y recursos correspondientes.

En cuanto al art. 3 de la LBGAE, el inciso primero inserta el control más bien dentro de la
actividad de planificación de la Administración. Efectivamente, se trata de aquellos objetivos
fijados por la CPR y las leyes (servicialidad a la persona humana, bien común) sean objeto de su
control los diversos ámbitos en que se formulan y ejecutan las políticas, planes, programa a
acciones.

El inciso segundo de la norma, especifica de forma directa que uno de los principios
respecto de los cuales debe observar la Administración en su actuar es el principio de control.
Debemos precisar que no sólo se menciona el de control, sino que otros cuántos que resultan ser
funcionales a aquel, no se explicarían si no estuviere presente el de control. Así el principio de
responsabilidad es un correlato natural de la actividad de control.
El de transparencia y publicidad, facilitan la existencia del control al dar a conocer el
contenido de los antecedentes y fundamentos de la actuación. Y finalmente tenemos principio de
impugnabilidad, al sugerir que la impugnación debe verse en sede jurisdiccional da cuenta de ser
manifestación del principio de control.

Otra norma precisada, el art. 15 de la LBPA consagra el principio de impugnabilidad de la


siguiente manera:

Artículo 15. Principio de impugnabilidad. Todo acto administrativo es impugnable por el


interesado mediante los recursos administrativos de reposición y jerárquico, regulados en esta
ley, sin perjuicio del recurso extraordinario de revisión y de los demás recursos que establezcan
las leyes especiales.
      Sin embargo, los actos de mero trámite son impugnables sólo cuando determinen la
imposibilidad de continuar un procedimiento o produzcan indefensión.
        La autoridad que acogiere un recurso interpuesto en contra de un acto administrativo, podrá
dictar por sí misma el acto de reemplazo.

Lo anterior queda en perfecta armonía con el art. 10 de la LBGAE, que consagra


igualmente el principio de impugnabilidad consistiendo en la gran posibilidad de interponer
acciones jurisdiccionales y/o recursos administrativos, los que constituyen un mecanismo de
control a posteriori de los actos de los órganos de la Administración

Y como última norma precisada, el art. 11 se refiere al control administrativo interno en su


inciso primero y especificando en su inciso segundo, el ámbito de aplicación del mismo, el cual se
extiende tanto a la gestión como a la juridicidad de la actividad administrativa, que precisaremos
en lo sucesivo. Finalmente, también agregaremos que se precisa la existencia de un control
externo a la Administración, el cual en nuestro sistema corresponde a la Contraloría General de la
República, que se tratará en forma detenida.

Artículo 11.- Las autoridades y jefaturas, dentro del ámbito de su competencia y en los niveles
que corresponda, ejercerán un control jerárquico permanente del funcionamiento de los
organismos y de la actuación del personal de su dependencia.
        Este control se extenderá tanto a la eficiencia y eficacia en el cumplimiento de los fines y
objetivos establecidos, como a la legalidad y oportunidad de las actuaciones.

Entonces, el control está íntimamente relacionado con un régimen democrático. Para que
el control se desarrolle es menester la existencia de un sistema que implique garantías de respeto
e independencia de su gestión y al mismo tiempo, que la acción del Estado no caiga en
arbitrariedades. De este modo que, no hay poderes del Estado libres o inmunes al control.

En definitiva, el control de la Administración es una exigencia natural de un Estado que se


proclama de Derecho porque somete todos los poderes públicos al orden jurídico, con lo que se
proscribe su arbitrariedad y limita estructural y funcionalmente sus posibilidades de actuación.

b. Control de la Administración.
Mencionamos, que el actuar de la Administración implica una serie de actuaciones
materiales que se encauzan y dan como resultado el acto administrativo que goza de una
presunción de legalidad, de imperio y de exigibilidad respecto de sus destinarios.

Esta facultad que posee la Administración; de dictar actos de tal magnitud y con tales
características, sumado a que poseen un contenido de alcance general o particular que sin duda
infiere en la esfera de derechos de los administrados, y que solo se agota en cuanto a su
competencia y forma que prescriba por ley. Lo anterior podría sonar exorbitante pero tal facultad
implica al mismo tiempo, la existencia de mecanismos de control que cautelen dicho ejercicio de
estas potestades.

Lo anterior deriva por el carácter de poderes jurídicos finalizados (poder-deber) que


implican estas potestades, es decir, que su ejercicio se enmarque dentro de los principios
esenciales sobre los que descansa el ordenamiento jurídico, además de las normas
constitucionales que delimitan su competencia y garantizan los derechos fundamentales de las
personas. Desde esta forma, el control es un vehículo efectivo de limitación del poder,
considerándose dentro de este, a todas las formas e instrumentos que posee el sistema político
para supervisar el ejercicio de los poderes públicos.

c. Concepto y estándares del Control.

El concepto de control, enseña Cordero Vega, en español la palabra tiene dos acepciones;
por un lado, está vinculada a la comprobación de hechos, circunstancias y competencias, y por la
otro; dominio y mando de otros. Ambas denominaciones dan cuenta del sentido que esta palabra
tenia originalmente en el francés y en el inglés, de cual en nuestro idioma sintetiza como
denominación común.

En estas acepciones existen dos criterios en común. En primer lugar, la dualidad de sujetos
y en segunda la existencia de reglas de actuación con las que puede ser contrastada la actuación
sometida a control. Este contraste supone que debe estar orientado a la corrección de la actividad
controlada. Siendo así un hecho indiscutible que el control de los poderes públicos tiene por
objeto limitar el ejercicio de sus poderes. Esta limitación supone que el uso recto y correcto de la
actividad estatal, no es un problema de ética o buena fe de las autoridades, sino que es
consecuencia de la limitación de sus poderes exorbitantes y del rendimiento de cuentas que
deben a los administrados, propios de un sistema democrático. (Lo cual reafirma la idea de control
y estado de derecho, no puede haber uno sin el otro, se deben necesariamente)

Entonces el control de las autoridades públicas, se basa en las practicas que realizan los
operadores del Estado de sus competencias, y la manera en como estas deben reconocérseles
límites. Lo anterior explica, que el control tenga múltiples formas, muchos agentes y variadas
modalidades, por lo que existen diferentes sujetos que ejercen el control con diferentes criterios o
estándares;

C. Estándares de Control

Señalamos que el control consta de un juicio de conformidad a ciertas reglas, que implica
en caso de disconformidad, una medida represiva, preventiva o rectificadora que no presupone
necesariamente relaciones de superioridad. Sin perjuicio de ello, las relaciones de superioridad
implican un control entre figuras equiparadas y entre figuras recíprocamente independientes,
entre particulares y órganos del Estado y viceversa.

Resulta evidente que el control no es propiamente un acto, sino el desarrollo lógico de una
actividad comprobadora, por lo que requiere parámetros previos sean jurídicos, contables, fines
de programas o planificaciones. Al término de su fase activa, envuelve un juicio de valoración que
puede importar la adopción de una medida de distinta significación.

Tradicionalmente, se sostenía que el Estado separó dos grandes ámbitos de actuación; el


jurídico, lo que exigía la sujeción del poder al derecho; y el polito, exento de dicho control.

c.1. Control Jurídico:

Este implica un juicio de conformidad al Derecho, en sus diversas fuentes, y corresponde al


elemento esencial del Estado Democrático. Este control es necesario, indispensable, objetivado al
tener un canon fijo que es una norma abstracta, que es ejercido por terceros que deben actuar
con imparcialidad y objetividad, de manera que es interorgánico y quien ejerce ese control no es
un limitador de la actuación sino un actualizador de los límites establecidos por el derecho.

Con lo anterior, volvemos a hacer énfasis en el Estado de Derecho y el control jurídico. El


propio marco democrático entrega los márgenes en donde se ejercerá el control. En lo sucesivo, se
establecen distintos criterios de clasificación del control; ya sea en atención al momento, al órgano
o agente quien lo ejercer, y su contenido, siempre teniendo como base los principios ya tratados y
el fundamento positivo del principio de control, son un causa, efecto y complemento. El Estado de
Derecho origina potestades, es este mismo Estado delimita el ejercicio de las potestades con una
base positiva, esta base positiva tiene como garantía el control y lo entrega a distintos agentes
externos o internos a la Administración, y produce como consecuencia un juicio de valor y finaliza
en una actividad de corrección o represión según sea lo que se amerite.

c.2. Control Político:

El control político es contingente y coyuntural; con criterios subjetivos, pues sus juicios no
se basan en elementos prestablecidos normativamente; es voluntario; limitado y es realizado por
órganos políticos (Cámara de Diputados), lo que supone que no es imparcial y técnico; se realiza
por medio de apreciaciones efectuadas sobre bases de doctrinas, ideologías o concepciones
filosóficas que conducen a juicios de conveniencia o mérito de lo obrado o no por el gobierno.

La importancia de este control radica en que a través de él se hace efectiva, en el marco de


un estado de Derecho, la cláusula de poderes jurídicos limitados y de separación de los mismos.
Por lo anterior, se afirma que el control político implica contrastes con varios criterios de
actuación y no tiene por finalidad la reprobación, sino que buscan efecto sobre el electorado.

Una última cuestión, fuera de los tipos de controles y que merece comentario es que lo
que caracteriza al control, además de los elementos previos, es el resultado o consecuencia. En
otras palabras, el control genera consecuencias, es imposible concebirlo sin tal calidad, pero se
extiende a los actos y no a las personas. Los problemas de conducta será un problema que se
encarga la responsabilidad disciplinaria pero no del control como medio de la evaluación de la
actividad estatal.
2. Principios del Control de la Administración.

En virtud de lo señalado anteriormente, el control de la actividad que desarrollan los


órganos de la Administración se encuentran informado por tres principios.

a. Principio de Generalidad del control.

Este principio supone que todo campo de la actividad de la Administración se encuentra


sujeta a control, es decir, que posee un contenido multiplicador. Todo es susceptible de ser
controlado, tanto la actividad material, jurídica, contable, gestión, etc.

Lo anterior conlleva entonces a que existan diversas formas de control:

1. Control jurídico o de legalidad: referido a la juridicidad de los actos emanados del


Administración
2. Controles Contables como el ejercido por la Contraloría General de la República.
3. Control de mérito o de oportunidad: relativo a la eficacia, eficiencia y
economicidad empleada en la actividad administrativa que veremos más adelante
y conocido como las tres e.
4. Control de gestión: que alude o apunta principalmente a la actividad material
propia de la Administración.

Con lo anterior podemos mencionar que los tres primeros apuntan a un criterio objetivo,
es decir hay una norma de juicio de comprobación de la regularidad de sus funciones y el último,
apunta al objeto sobre cual recae el control, es decir, la propia actividad de la Administración.

En síntesis, ningún campo de la Administración se encuentra exenta del control, pues


como la Administración no tiene potestades originarias o propias al margen de la asignación legal,
cualquier interés o fin, sea este novedoso e imprevisto, que asumiera la Administración puede ser
reconducido a la CPR y, por lo tanto, sometido a control.

b. Principio Expansivo de Control.

En nuestro sistema, se ha instalado un control expansivo o difuso de la juridicidad de los


actos de la Administración, es decir, un sistema nacional de control que se encuentra integrado
por distintas modalidades, mecanismos y órganos y autoridades de control que son dotados de
autonomía e independencia para ejerza cada una de sus irrenunciables potestades.

De lo anterior, resulta que cada órgano de control mantiene sus prerrogativas sin
interferencia de los demás; o bien, ya que se ejercen en diferentes momentos, dependiendo de si
el acto examinado aún se encuentra en estado de gestación, o si de adquirió ese carácter y se
introdujo al mundo jurídico (controles preventivos y represivos) teniendo así como objetivo final,
la tutela del orden jurídico quebrantado, y en consideración a la unidad de efecto que persiguen
(impedir el nacimiento de decisiones irregulares son controles preventivos o bien dejan de
producir sus efectos unas vez dictados, son controles represivos, se darán lugar a estas diversas
modalidades ya sea de concurrencia o de exclusión.

En este sentido, es difuso en la medida que en el ámbito de la evaluación de fines,


resultados, eficiencia y eficacia son posibles de asumir mecanismos de control en un sinnúmero de
instrumentos tales como evaluación de programas gubernamentales, indicadores de desempeño,
balances de gestión integral, evaluación de proyectos, entro otros.

En consideración de los anterior y solo por precisar, mencionaremos los órganos de


control y el tipo de control que ejercen a marco general:

1. La Contraloría General de la República.

Cómo máximo organismo de fiscalización, realiza su control a través del control previo de
juridicidad de los actos administrativos, por medio del trámite de toma de razón (art 99. CPR),
como asimismo por controles de reemplazo.

En efecto, si un determinado acto administrativo no está sujeto, por ejemplo, al control


previo de juridicidad mediante el procedimiento de toma de razón, igualmente puede ser
fiscalizado por medios de controles de reemplazo que consisten en auditorias selectivas y
aleatorias efectuadas, ex post, por dicho Ente de control.

2. El Tribunal Constitucional.

Ejerce el control preventivo de constitucionalidad de los decretos y resoluciones


presidenciales en conformidad a lo dispuesto en el art. 93 n° 9 de la CPR.

Artículo 93.- Son atribuciones del Tribunal Constitucional:


9º.- Resolver sobre la constitucionalidad de un decreto o resolución del Presidente de la
República que la Contraloría General de la República haya representado por estimarlo
inconstitucional, cuando sea requerido por el Presidente en conformidad al artículo 99;

3. Los Tribunales de Justicia.

Ejercen el control a través de los procesos contencioso-administrativos. En tanto los actos


administrativos pueden ser recurridos de ilegalidad ante los Tribunales de Justicia, generándose el
contencioso-administrativo.

4. El Congreso Nacional.

Manifiestan sus facultades de control por medio de la interpelación parlamentaria y de las


comisiones investigadoras de la Cámara de Diputados, como asimismo mediante la acusación
constitucional que puede formular dicha Cámara y de la cual conoce el Senado.

5. Las Superintendencias.

Finalmente, las superintendencias con otros servicios públicos dotados de facultades de


fiscalización, que si bien, se ejercitan sobre el sector privado, eventualmente pueden entender a la
actividad de algunos de los órganos administrativos.

c. Principio de Publicidad.

La función de control de los actos de la Administración se encuentra sujeta también al


principio de publicidad y que se expande sobre dos aspectos: por un lado, en los objetos sujetos a
control; y por otro lado, en los resultados del mismo.
Este principio se encuentra normatizado en el artículo 8 inc. 2 de la CPR, y en los artículos
13 inc. 3 de la ley 18.575, 16 inc. 2 de la ley 19.880 y art. 10 de la ley 20.285

Artículo 8º CPR.- El ejercicio de las funciones públicas obliga a sus titulares a dar estricto
cumplimiento al principio de probidad en todas sus actuaciones
  Son públicos los actos y resoluciones de los órganos del Estado, así como sus fundamentos y
los procedimientos que utilicen. Sin embargo, sólo una ley de quórum calificado podrá
establecer la reserva o secreto de aquéllos o de éstos, cuando la publicidad afectare el debido
cumplimiento de las funciones de dichos órganos, los derechos de las personas, la seguridad de
la Nación o el interés nacional.
        El Presidente de la República, los Ministros de Estado, los diputados y senadores, y las demás
autoridades y funcionarios que una ley orgánica constitucional señale, deberán declarar sus
intereses y patrimonio en forma pública.
        Dicha ley determinará los casos y las condiciones en que esas autoridades delegarán a
terceros la administración de aquellos bienes y obligaciones que supongan conflicto de interés
en el ejercicio de su función pública. Asimismo, podrá considerar otras medidas apropiadas para
resolverlos y, en situaciones calificadas, disponer la enajenación de todo o parte de esos bienes

Artículo 13 LOC 18.575.- Los funcionarios de la Administración del Estado deberán observar el
principio de probidad administrativa y, en particular, las normas legales generales y especiales
que lo regulan.
        La función pública se ejercerá con transparencia, de manera que permita y promueva el
conocimiento de los procedimientos, contenidos y fundamentos de las decisiones que se
adopten en ejercicio de ella.

Art. 16. Inc 2. Ley 19.880.- En consecuencia, salvo las excepciones establecidas en la Ley de
Transparencia de la Función Pública y de Acceso a la Información de la Administración del
Estado y en otras disposiciones legales aprobadas con quórum calificado, son públicos los actos
y resoluciones de los órganos de la Administración del Estado, así como sus fundamentos y
documentos en que éstos se contengan, y los procedimientos que utilicen en su elaboración o
dictación.

Artículo 10 Ley 20.285.- Toda persona tiene derecho a solicitar y recibir información de
cualquier órgano de la Administración del Estado, en la forma y condiciones que establece esta
ley.
        El acceso a la información comprende el derecho de acceder a las informaciones contenidas
en actos, resoluciones, actas, expedientes, contratos y acuerdos, así como a toda información
elaborada con presupuesto público, cualquiera sea el formato o soporte en que se contenga,
salvo las excepciones legales.

Enseña Cordero, que este principio supone en términos simples que la actividad
desarrollada por la Administración debe ajustarse a un estricto sistema de exposición de
fundamentos y de acceso a la información por parte de los ciudadanos de manera de mantener un
permanente escrutinio público de las actividades públicas.
Señalamos que un tema esencial en el funcionamiento de un sistema democrático es el
establecimiento de reglas básicas de control institucional pero también de aquellas que no lo son,
y que se ubican en el ámbito del escrutinio público y que realizan los ciudadanos a las autoridades.
Aquí se origina otro tipo de control, que es el denominado Control Ciudadano.

El acceso a la información pública es una de las áreas en donde se ha puesto énfasis ya que
constituye un poderoso elemento de control y en términos más amplios, de seguridad jurídica.
Concebir la publicidad de la actividad estatal es la única forma que hace compatible la lógica del
Estado democrático que exige de sus autoridades y organismos actuar no solo conforme a la ley
sino también a los programas por el diseño institucional propuestos, de modo que la deliberación
publica sirve de espacio de legitimidad y garantía de las competencias públicas y protección de
derechos.

3. Control de la Administración.

De los poderes del Estado, la Administración es el más controlado. Esta gran cantidad de
controles a la que está sujeta no se observa respecto de los otros poderes del Estado, siendo
probable que tal situación sea consecuencia de que, no existe poder estatal de tanta significación
cotidiana para los ciudadanos y para el desarrollo institucional del Estado de Derecho.

La Administración se encuentra sometida a diversos controles, que pueden tener diversas


clasificaciones, según sea el criterio que determine el control. Si bien existen múltiples
clasificaciones de control, seguiremos la que sigue ya que, en cierta medida, reúne criterios
comunes en la doctrina.

3.1. Clasificación

a. En relación a su contenido.

1. Control Normativo o de Legalidad/Juridicidad:

Es aquella que tiene por objeto verificar la conformidad de los actos administrativos al bloque
de normatividad, el cual está dado por el ordenamiento jurídico al que deben someterse los
órganos de la Administración del Estado, en virtud de los principios de jerarquía y juridicidad (art.
6 y 7 CPR).

Este tipo de control se caracteriza porque el derecho lo es todo; la norma constituye el canon
de valoración, los agentes de control, el propio resultado, su procedimiento, en otras palaras: se
institucionaliza jurídicamente los instrumentos a través de los cuales el control se efectúa. Por lo
tanto, no sólo se controla las expresiones externas de la Administración (actos administrativos)
sino que también el procedimiento a través de los cuales los organismos llegan a sus decisiones.

Este tipo de control se encuentra al interior de la Administración, en las autoridades y


jefaturas según lo dispuesto en el art. 11 y 12 de la LOCBGAE:

Artículo 12.- Las autoridades y funcionarios facultados para elaborar planes o dictar
normas, deberán velar permanentemente por el cumplimiento de aquéllos y la aplicación de
éstas dentro del ámbito de sus atribuciones, sin perjuicio de las obligaciones propias del
personal de su dependencia.
Y se ejerce este mismo control, en forma externa a la Administración por la Contraloría
General de la República (art. 98 CPR). Por ejemplo, el trámite de toma de razón; el control previo
de juridicidad de los actos administrativos tanto a nivel constitucional como legal. También
podemos incluir el ejercido por los Tribunales de Justicia (Art. 38 inc. CPR) y el realizado por el
Tribunal Constitucional sobre la constitucionalidad preventiva de los decretos y resoluciones
presidenciales a requerimiento del Presidente de la República para el caso de que estos hubieren
sido representados por la CGR fundado en una causal de inconstitucionalidad (art. 93 CPR).

2. Control de Gestión u Operativo.

Por su parte, el control de gestión es una de las modalidades más recientes de control de la
Administración que tiende a verificar y evaluar la forma en como los servicios públicos han
realizado su actividad, y la consonancia de esa actividad con las decisiones, planes y programas
preestablecidos, contrastando al cumplimiento o incumplimiento por parte del fiscalizado a los
objetivos y metas trazadas.

También es denominado Control de Auditoria Operativa o de las tres e. La jurisprudencia


contralora en su dictamen n° 25.737 del año 95 define este control como una técnica de control
que permite el examen crítico y sistemático de un todo o parte de la entidad, a fin de verificar la
eficacia, la eficiencia y la economicidad, he ahí el nombre de las tres e.

Cuando nos referimos a la eficacia, apuntamos al logro de las metas establecidas por la
Administración dentro de los plazos previstos, estableciéndose como parámetro de control; el
tiempo. Por lo pronto, la eficiencia apunta al uso óptimo de los recursos públicos disponibles
atendida a las circunstancias de modo, lugar y entorno en cuanto a la situación que se trata. El
parámetro en este caso es la optimización de recursos. Finalmente, en lo que se refiere a la
economicidad; apunta a los términos y condiciones bajo los cuales una entidad adquiere los
recursos (no sólo económicos) necesarios para conseguir metas y objetivos teniendo en cuenta la
calidad y cantidad de ello, y todo ello al más bajo costo siendo así, un parámetro de costo
alternativo.

Por lo tanto, el control de gestión es un control sobre la corrección de la ejecución y de las


funciones. Se trata de poner en orden todo lo que no es conforme a la regla. Puede conllevar,
como se ha expresado, variadas medidas tales como anulaciones, o podrán ser impeditivas,
impidiendo que el acto adquiera la eficacia, también hay medidas de carácter sancionatorio, tanto
al interior como exterior, respecto de los particulares.

El sistema de control de gestión (eficiencia, eficacia y economicidad) corresponde en primer


lugar a la Administración Activa, el poder ejecutivo como lo dispone el art. 52 del D.L 1263:

Artículo 52° Corresponderá a la Contraloría General de la República, en cuanto al control


financiero del Estado, fiscalizar el cumplimiento de las disposiciones legales y reglamentarias
que dicen relación con la administración de los recursos del Estado y efectuar auditorías para
verificar la recaudación, percepción e inversión de sus ingresos y de las entradas propias de los
servicios públicos.
        La verificación y evaluación del cumplimiento de los fines y de la obtención de las metas
programadas para los servicios públicos son funciones que competen a la Administración del
Estado y cuyo ejercicio corresponde al Ejecutivo.
Este tipo de control no lo puede realizar ningún órgano público ajeno a esta
Administración, es decir, no lo puede realizar ni la Contraloría, ni los Tribunales de Justicia o del
Parlamento siendo una suerte de espacio de inmunidad difícilmente compatible con el sistema de
distribución de competencia. El art. 21 B de la LOC n° 10.336 señala que: La Contraloría General,
con motivo del control de legalidad o de las auditorias, no podrá evaluar los aspectos de mérito o
de conveniencia de las decisiones políticas o administrativas.

En segundo lugar, al interior de la Administración corresponde el control de gestión a las


autoridades y funcionarios de dichos órganos, según lo dispuesto en el art. 11 y 12 de la LOCBGAE.

Como manifestaciones de este tipo de control, encontramos:

1. El art. 79 de la LOC 18.695 de Municipalidades, que entrega al Concejo, la labor de evaluar


los programas de inversión municipal, por cuento su letra b señala que le corresponde a
dicho órgano fiscalizar el cumplimiento de los planes y programas de inversión municipal.
2. Encontramos también, los indicadores del Programa de Mejoramiento de la Gestión, que
de conformidad con el art. 6 inc. 1 de la Ley 19.553 son evaluados y considero para el pago
de incremento por desempeño institucional: el cual se concede en relación a la ejecución
eficiente y eficaz por parte de los servicios, de los programas de mejoramiento de la
gestión que incluyen objetivos específicos a cumplir cada año donde cada grado de
cumplimiento es medido por indicadores de gestión.
3. En cuanto al control de los altos directivos públicos por gestión eficaz y eficiente; el art. 40
de la ley 19.882 prescribe que los funcionarios que sirvan plazas de alta dirección pública
responden por la gestión eficaz y eficiente de sus funciones en el marco de las políticas
públicas y de los planes definitivos por la superioridad.
4. Incluimos, también el art. 4 de la ley 19490, que prevé la facultad del Ministerio de Salud
para dictar, mediante decreto firmado conjuntamente con el Ministerio de Hacienda, las
metas de eficiencia institucional para la primera Secretaria de Estado

Finalmente, otra forma de control de gestión es la Auditoria Interna de gobierno, que fue
creada mediante el D.S. n° 12 de 1997, como órgano asesor del Presidente de la Republica. Su
objetivo es desarrollar instrumentos de naturaleza financiera y presupuestaria, lo que se tradujo
en formulación de planes sectoriales de auditorías generales de gobierno, supervisado por
unidades técnicas operativas en cada Ministerio denominados Auditores Ministeriales.

b. En relación a la Oportunidad:

Dependiendo al momento en donde se ejerce el control en los actos de la Administración,


podemos clasificar el control como:

I. Control Preventivo, ex ante o a priori:

Es aquel control que opera con antelación a que el acto administrativo produzca sus efectos.
En este sentido, es la propia Administración quien está facultada para ejercitar controles previos,
ya sea por medio de órganos internos con especificas competencias fiscalizadoras (contraloría
interna); u órganos externos a la autoridad emisora, cuya opinión previa es requerida antes de
adoptar una determinación.

La toma de razón de los actos Administrativos que compete a la CGR, trámite que, por regla
general, se verifica con antelación a la entrada en vigencia y ejecución de un decreto o resolución.

A propósito del Senado, también ejerce un control preventivo cuando el Ejecutivo requiere
contar con su aprobación para tomar una decisión, como por ejemplo lo señalado en el art. 53 N°
5 de la CPR.

Otro caso de control preventivo, es el ejercitado por el Tribunal Constitucional relativo al


control preventivo de constitucionalidad de los decretos y resoluciones presidenciales, previo
requerimiento del Presidente de la República como anteriormente mencionamos.

Los Tribunales de Justicia, también ejercen este tipo de control, cuando por la vía de medidas
cautelares, ordenan en el procedimiento constitucional de protección, la suspensión de la
tramitación de un acto administrativo cuando se acredita fehacientemente la amenaza a un
derecho constitucional indubitado o bien durante el proceso licitatorio se da alguna condición de
ilegalidad o arbitrariedad, en el marco de las competencias del Tribunal de contratación Pública.

II. Control Coetáneo o Concomitante.

Es aquel control que se efectúa de manera simultánea o sincrónica con la eficacia del acto, es
decir, a medida que el acto se va a ejecutando.

Lo anterior se verifica en especial en los casos de fiscalización de los contratos de obra pública
y de concesión de obra pública (en este caso en fase de construcción) pero medio de los informes
del inspector fiscal, así como también con la recepción provisoria y definitiva de las obras.

III. Control Represivo, ex post o a posteriori.

Son aquellos controles, que como su nombre lo indica, operan después de la entrada en
vigencia de los actos administrativos. Por lo tanto, la finalidad de los mecanismos ulteriores de
control consiste en dejar sin efecto los actos administrativos contrarios a derecho, aunque antes
haya sorteado sin tacha ni reproche de alguno de los controles preventivos.

Los controles jerárquicos y de supervigilancia que ejerce la misma Administración activa (de
oficio o petición de parte), son formas de fiscalización a posteriori que pueden llegar hasta la
modificación o invalidación de un acto administrativo, si después de su emisión se advierte que,
adolece de vicios de ilegitimidad originarios.

Ejemplo de lo anterior, son el examen y el juzgamiento de cuentas que efectúa Contraloría


General, los cuales operan después de ejecutado el gasto público. Y también, mediante auditorias
y las visitas inspectoras que realiza respecto de los órganos administrativos sometidos a su
fiscalización

c. En relación al órgano o actor que ejerce el control.

1. Control Administrativo:
Es aquel que opera a través de las funciones de fiscalización que ejercen órganos
pertenecientes a la Administración del Estado, como la Contraloría General de la República,
algunas Superintendencias, o bien, al interior del propio ente Administrativo.

Sobre la base del criterio anterior, es posible subdistinguir un control interno y un control
externo en la Administración.

a) Interno:

Es control interno cuando lo realizan los órganos de la propia Administración activas y de la


misma rama de donde proviene el acto examinado. En otros términos, en la propia Administración
quien investiga, comprueba y, en su caso, determina el resultado de legalidad y la eficacia con que
actúan sus propios organismos. Es decir, el control interno es aquel control efectuado por un
órgano que forma parte de la Administración controlada.

Este control interno encuentra su sustento en el principio de jerarquía funcionarial o régimen


jerárquico que opera al interior de los servicios públicos (art. 17 LOC 18.575) y en la potestad de
control interno que toda jefatura tiene sobre su subordinado) (Art. 11 LOC 18.575).

Esta modalidad de control, por regla general, opera de oficio a través de la obligación que
tiene toda jefatura de velar permanentemente por el cumplimiento de planes y de la aplicación de
las normas dentro del ámbito de sus atribuciones. Sin perjuicio de lo anterior, recordemos la
posibilidad de interponer un recurso jerárquico ante la autoridad de quien emitió el acto que se
pretende impugnar.

Finalmente, recordar que existen en la legislación una serie de controles internos de carácter
previo que son los consejos u órganos colegiados, a los que se les ha atribuido directamente
facultades para fiscalizar la actuación de los respectivos Jefes superiores o subordinados de estos o
para pronunciar acerca de sus actos, y las unidades de control interna denominadas Contralorías
Internas, entendidas como dependencias insertas al interior de la Administración que colaboran
en la tarea de fiscalizar el apego a la legalidad financiero-contable que debe resguardar el
respectivo servicio.

b) Externo:

Se entiende por control externo, aquel cuyo examen, juicio, y en su caso, exigencia de
responsabilidades sobre la actividad administrativa, es realizada por un organismo ajeno a la
Administración publica (activa), especializado en algún aspecto en relación a dicha actividad, pero,
ante todo, independiente del poder ejecutivo.

El principal ejemplo de este tipo de control, es el ejercido por la Contraloría General de la


República sobre las actuaciones de los órganos de la Administración del Estado, por medio de sus
múltiples funciones: como lo es la toma de razón (art. 99 de la CPR) y la actividad dictaminadora
(art. 1 LOC n° 10.336)

a. Contraloría General de la República

La Contraloría General de la República es un órgano Administrativo (Art. 1 LOCBGAE)


autónomo de rango constitucional (art. 98 y 99 de la CPR), que tiene como función ejercer el
control de la legalidad de los actos de la Administración, fiscalizar el ingreso y la inversión de los
fondos del Fisco, de las municipalidades y de los demás organismos y servicios que determine la
ley.

Desde el punto de vista de la jurisprudencia administrativa contralora, se ha precisado que


es un órgano constitucionalmente autónomo que desempeña diversas funciones que el
Ordenamiento jurídico le ha encargado para el fortalecimiento del Estado de Derecho y que están
destinadas a hacer respetar el principio de juridicidad, resguardar el patrimonio público, velar por
el cumplimiento del principio de probidad y aseguras la transparencia de la información que
generan los organismos públicos. (Dictamen 35.397, de 2007).

a.1. Características.

I. Órgano autónomo constitucional.

Como un órgano constitucional, se afirma que los órganos de control externos, han adquirido
una gran importancia y protagonismo en los sistemas democráticos, en la medida de que su razón
de ser lleva intrínsecamente relacionado con una función de equilibrio entre los distintos poderes
del Estado. De lo anterior, podemos afirmar que la CGR es un órgano de control externo que
permite garantizar un equilibrio entre los poderes públicos, siendo clave para explicar un Estado
Democrático

Este carácter de órgano constitucional, lo tiene como consecuencia de la ley de reforma


constitucional n° 7.727, del año 1943. Este reconocimiento supone que la CGR es un órgano
constitucional y no constitucionalmente relevante. Es la propia CPR que no solo la denomina, sino
que establece el núcleo de sus competencias públicas, que por ese hecho se transforman en
únicas, exclusivas y excluyentes.

Y en cuanto a su autonomía constitucional, el art. 98 de la CPR señala que es un organismo


autónomo que ejercerá las funciones que allí se señalan. Dada tal disposición, queda en evidencia
que la CGR, queda comprendida dentro de la denominada categoría de órganos
constitucionalmente autónomos. Estos órganos presentan especiales caracteres de independencia
frente a los poderes del Estado, hallándose sometidos solo a la CPR y a la ley que conforme a ella
regule su organización, funcionamiento y atribuciones.

Dado lo anterior, estos órganos escapan a la línea jerárquica y no admiten sobre ellos el
ejercicio de facultades de supervigilancia o tutela; se auto determinan, funcional y
administrativamente, y sus directivos son autoridades inamovibles, en definitiva, son órganos
acentralizados. Sin perjuicio que, en caso de la CGR, carece de personalidad jurídica. Precisa,
Manuel Argandoña que la autonomía no hay que tomarla en un sentido etimológico o semántico,
ya que aquello implicaría una total independencia al implicar que la autonomía supone darse su
propia ley o norma, lo cual resulta poco congruente con la Administración, toda vez que está
supeditada a la CPR y la ley. Se precisa, que es mejor aplicar el termino autarquía, que significa la
atribución de administrar por si mismo, ejerciendo así una facultad de realizar su metido
administrativo sin sujeción a la jerarquía del poder central.
Finalmente, aclaramos que la autonomía no significa que la Administración queda al margen
de la ley, sino que ella tiene por efecto desvincular al órgano de un centro de decisiones que
condicione, dirija o planifique las funciones. En este orden de ideas, no implica en caso alguno, un
poder de autorregulación equivalente al legislador. El legislador condiciona, dirige o planifica la
actividad de dicho organismo.

Distinguimos, entonces, una autonomía orgánica y otra funcional. Orgánica en el sentido que
la CGR no está sometida a recibir instrucciones ni jerárquicamente a otros órganos constitucional.
Y funcional, toda vez que le corresponde una competencia y función privativa, definida por la CPR
y que ejerce con independencia de los otros órganos del Estado.

II. Controla la actividad administrativa e incluso de los privados.

De conformidad a la CPR, la CGR ejerce el control de legalidad de los actos de la


Administración, fiscaliza el ingreso e inversión de los fondos del fisco, las municipalidades y de los
demás organismos y servicios que determinen las leyes, examina y juzga cuentas de las personas
que tengan a su cargo bienes de esas entidades.

De este modo, resulta evidente que la CPR tiene vocación de universalidad para el control de
la Administración, en otros términos, para el complejo orgánico de carácter técnico y profesional,
que ejerce la función Administrativa, incluidos los municipios.

En efecto el art. 16 de la LOC. 10.366 señala que los servicios, instituciones fiscales,
semifiscales, organismos autónomos, empresas del Estado y en general todos los servicios públicos
creados por ley quedan sometidos a la fiscalización de la CGR. También, quedarán sujetos a ella las
empresas, sociedades o entidades públicas o privadas en que el Estado o sus empresas,
sociedades o instituciones centralizadas o descentralizadas tengan aportes de capital mayoritario,
o igual proporción, o, en las mismas condiciones, representación o participación para efectos de
cautelar el cumplimiento de los fines de estas empresas, sociedades o entidades.

Sin perjuicio de ello, el legislador ha ido excluyendo órganos del control de la CGG; el art. 53
de la LOCM señala que los municipios son excluidos del trámite de toma de razón, en el mismo
sentido y amparados en su carácter constitucional, no se encuentran sujetos a su control ni el
Banco Central ni el Ministerio Público.

También, a propósito de las Empresas del Estado y como consecuencia de la interpretación del
contenido y redacción del art. 19 n° 21 de la CPR, en el sentido que el Estado empresario debe
someterse a las normas del derecho común, el legislador las desprendió del control público por
parte de la CGR.

No obstante, la CGR puede excepcionalmente fiscalizar órganos completamente privados,


siempre y cuando se de una condición: sean receptores de fondos públicos, de lo contrario existe
incompetencia.

III. Posee competencia restringida en asuntos litigioso o sometidos a los Tribunales.


De acuerdo a lo previsto en la ley n° 10.336 en su art. 6, la CGR no puedo intervenir ni
informar asuntos que por su naturaleza sean propiamente litigiosos o estén sometidos al
conocimiento de los Tribunales de Justicia, disposición que tiene por objeto evitar que este
Organismo de Control entre a dictaminar acerca de materias entregadas al conocimiento del
Poder Judicial, a fin de garantizar la no intervención en el ejercicio de las atribuciones que
privadamente competente a ese poder del Estado. Lo mismo se señala a propósito del dictamen n°
6.658 del año 2003.

Esta característica principio, es válido tanto tratándose de juicios pendientes como respecto
de aquellos en que ya dicto un fallo en cuanto al fon del problema jurídico sometido a
conocimiento. En consecuencia, existiendo ya un pronunciamiento de un Tribunal de Justicia sobre
el mismo asunto planteado por el peticionario, la CGR debe abstenerse de emitir pronunciamiento
sobre la materia.

Finalmente, precisaremos que una vez emitido un dictamen este se debe aplicar, sin perjuicio
de las acciones judiciales en contra de él se ejerzan. En otros términos, la acción judicial contra un
pronunciamiento de la CGR o como consecuencia de él no lo transforma en litigioso para efectos
del art. 6, ya que la CGR ya se pronunció por lo cual solo debe aplicarlo. Es más, el órgano
administrativo no puede ejercer una acción judicial en contra de un dictamen para transformarlo
en litigioso y por esa vía suspender sus efectos porque la aplicación de ese criterio, puede afectar
las facultades que constitucional y legalmente le asisten, y avalaría el incumplimiento de los
dictámenes por servicios sometidos a su fiscalización.

a.2. Ámbito de Control (Bermúdez)

Como mencionamos anteriormente y si bien, en este ítem se relaciona directamente con


las funciones que posee la CGR, precisaremos que, dentro de la gama de ámbitos de control, la
Contraloría ejerce sus facultades fiscalizadoras sobre los siguientes escenarios en conformidad a lo
dispuesto en el art. 98 inc. 1 de la CPR:

1. Control de legalidad de los actos provenientes de la Administración del Estado.

2. Fiscalizar el ingreso e inversión de los fondos del Fisco, Municipalidades y demás órganos que
determinen las leyes.

3. Control de los demás organismos y servicios señalados por ley, los que puede resumir en la
Administración ministerial, autónoma, empresas del Estado, todo órgano creado por ley,
sociedades anónimas en las que tenga participación mayoritaria el Estado, órganos públicos y
privados que reciben sus aportes estatales destinados a la función publica.

a.3. Características del control de la CGR.

Dentro de las características del control realizado por la CGR pueden enumerarse las
siguientes:

a.3.1. Control administrativo externo:


Se trata de un control realizado por un órgano que forma parte de la Administración del
Estado, pero externo al organismo objeto de control. Recordemos lo señalado a propósito de la
autonomía que goza la CGR.

a.3.2. Control Jurídico:

Corresponde a un control de legalidad. Lo que se busca es contrastar un acto jurídico de la


Administración del Estado con la legalidad vigente. Ello en términos generales, toda vez que
entendemos aquí que el control de la CGR al ser, precisamente, de legalidad incluye en la
expresión no solo la legalidad material (contraste norma objetivo/acto administrativo) sino
también la legalidad presupuestaria, contable, de inversión, etc.

Ello debe ser contrapuesto con el llamado control de oportunidad, en virtud del cual se
verifica la pertenencia y mérito del acto. El control de oportunidad no puede ser realizado por la
CGR, no se puede cuestionar el mérito, oportunidad o conveniencia de las decisiones técnicas o
jurídicas que se adopten por la Administración objeto del control. Los gastos, por ejemplo, no
pueden ser controlados en sus resultados, sino solo en la legalidad de la inversión. Ello se
desprende de diversas disposiciones de la LOCGR, entre ellas, el articulo 21 B, que señala que “La
Contraloría General, con motivo del control de legalidad o de las auditorias, no podrá evaluar los
aspectos de mérito o de convivencia de las decisiones políticas o administrativas

Por el contrario, el control de mérito u oportunidad es un control que debe efectuar el


Presidente de la Republica a través de una Administración Ministerial al momento de evaluar el
cumplimiento de los planes. En tal sentido, el art. 11 de la LGBAE dispone, luego del control
jerárquico al interior de una Administración Publica, que: “Este control se extenderá tanto a la
eficiencia y eficacia en el cumplimiento de los fines y objetivos establecidos, como a la legalidad y
oportunidad de las actuaciones General y unitario: es general, en cuanto la CGR ha señalado que el
control que realiza es respecto de todos los aspectos susceptibles de ser controlados, excluida la
oportunidad. Y es unitario, en cuanto es un control administrativo externo que un solo órgano
puede realizar.

a.3.3. Control técnico, no político:

La CGR es independiente como mencionamos en su oportunidad y como tal, el control que


realiza es apolítico y técnico. Apolítico implica que se deja de lado las circunstancias variantes y
atingentes a la realidad política en cuánto a los objetivos de los planes de Gobierno de turno,
centrándose así en aspectos técnicos que radican en la actividad de la administración, siendo así
un criterio de control objetivo invariable, teniendo como base lo señalado por la CGR y la ley.

a.3.4. Momento del control:

Este control que ejerce la CGR puede darse antes de la vigencia de la actuación,
concomitante con ella o una vez producidos sus efectos. Por lo que abarca todo el proceso de acto
administrativo, desde sus inicios a fin. Siendo así claramente separable el control ejercido por la
CGR del control jurisdiccional recaído en los administrativos, que comparten esta característica de
poder darse en cualquier etapa de la vida del acto administrativo.

a.4. Funciones Constitucionales.


En cuanto a las funciones constitucionales que posee la CGR, sólo nos haremos cargo del
control de juridicidad de los actos administrativos mientras que las restantes funciones serán
simplemente mencionadas.

I. Control de Juridicidad de los Actos Administrativos.

Al referirnos a esta función constitucional, en específico nos referiremos a dos


instituciones. Por un lado, el control de legalidad que se refiere el art. 98 de la CPR se realiza según
el art. 99, es decir, mediante la toma de razón. Esta institución es las más característica del control
público chileno y diferencia a la CGR de otras instituciones de control externo existentes en el
Derecho Comparado.

Sin perjuicio de lo anterior, todas aquellas actividades que tengan la calidad de “exentas”
es decir, no sometidos al trámite de toma de razón, la CGR de todas formas realiza un tipo de
control ex post, denominados controles de reemplazo, que veremos en lo sucesivo.

1. Trámite de Toma de razón de los Actos de la Administración del Estado.

1.1. Concepto.

El profesor Celis Danzinger, define a la toma de razón como aquel control preventivo de
juridicidad de los actos administrativos que, de conformidad a la Constitución y a la ley, deben
someterse a dicho trámite, con carácter obligatorio o vinculante, efectuado por la Contraloría
General de la Republica.

Bermúdez Soto por su parte, señala que la toma de razón es aquel tramite de control
preventivo, que se inserta dentro de un procedimiento administrativo una vez dictado un acto
administrativo, que efectúa la CGR en el cual examina la jurídica de la actuación administrativa,
pudiendo tener como resultado la representación del decreto (reglamentario o resolutivo) de que
trate por su ilegalidad o inconstitucionalidad. A través de este trámite se materializa la función de
control de legalidad de los actos de la Administración.

Para el profesor Cordero Vega, la toma de razón es una forma de fiscalización jurídica a la
que deben someterse los actos de la Administración antes de que estos surtan efectos. Consiste
en el análisis que le órgano de control efectúa sobre un acto administrativo para verificar la
conformidad con el derecho objetivo, lo que supone la certificación de la juridicidad de los actos
de la administración. Se traduce en un juicio lógico entre la norma y acto, y en la verificación de
que las circunstancias de hecho que se invocan como fundamente de la medida que se adopta, se
encuentren debidamente justificadas.

Lo que se pretende con este control es impedir la vigencia y aplicación de actos de la


Administración que sean contrarios al mismo, lo que no impide que posteriormente sea
impugnables antes los Tribunales de Justicia o el Tribunal Constitucional.

1.2. Características de la toma de razón.

a. Control Jurídico-Objetivo:
Supone que este control se realiza de conformidad a unos estándares normativos, jurídicos
y abstractos, establecidos con anterioridad y que deben ser realizados por un órgano imparcial, en
el sentido de que no se encuentra sometido a un control jerárquico propio de la Administración
Activa. Teniendo como objetivo, buscar la conformidad del acto con el ordenamiento jurídico, se
realiza un contraste entre la norma jurídica y la actuación material o resolución administrativa
recaída sobre un caso en particular.

b. Control Administrativo y vinculante.

Es un control referido a los actos emanado de la Administración del Estado. Según lo


sostenido en el art. 99 de la CPR los únicos actos sujetos a la toma de razón son los decretos y
resoluciones. Estos, en conformidad al art. 3 de la LBPA, son las formas de manifestación externa
de los actos administrativos. Por esta razón, entonces, no se encuentran sujetos a trámite de toma
de razón las instrucciones y otros actos de comunicación interna de la Administración.

En términos de la vinculación, la toma de razón es un control obligatorio para la


Administración del Estado. Sin perjuicio de las exenciones que se verá a propósito de la
selectividad del control.

c. Control Preventivo e Impeditivo.

El control ejercido por la toma de razón es un control preventivo, es decir, se ejerce antes
que el acto opera en la vida jurídica, y es impeditivo en la medida que, si adolece de vicios de
legalidad o inconstitucionalidad debe ser representado, es decir, no puede continuar con el objeto
de perfeccionarse como acto administrativo.

Se discute cual es el rol que tiene la toma de razón durante el trámite de un acto
administrativo. En otros términos, resolver si este es necesario para la existencia del acto o bien es
un requisito de eficacia. Cada posición no es inocente, adoptar la primera posición supone
desconocer los efectos de una manifestación administrativa, sino cumple con el trámite y optar
por la segunda, impone reconocer la existencia de un acto, pero ineficaz.

Para unos, la toma de razón no es un trámite de eficacia del acto administrativo, pues
mientras no opere, el acto no ha nacido a la vida jurídica; es una mera vida de hecho. Sin toma de
razón, se afirma, simplemente que no hay decisión administrativa; sin que la CGR declare la
juridicidad de ella y tome razón, no hay acto administrativo. De manera que este procedimiento
forma parte de la elaboración del acto administrativo.

Abonando la tesis anterior, la propia jurisprudencia administrativa señala que la toma de


razón es un requisito integral del acto, esto constituye un requisito de la existencia del acto
administrativo, de mono que antes de que se lleva a cabo dicho control de legalidad el decreto
resolución aún no se nace la vida del derecho y solo tiene el carácter de proyecto de acto
administrativo.

En opinión del profesor Cordero Vega, señala que el trámite de toma de razón es un
requisito de eficacia del acto administrativo; señalando que la toma de razón no es un requisito de
todos los actos administrativo, toda vez que la mayoría de ellos se encuentran exentos de este
trámite, por lo que la vigencia del acto no se vincula con su cumplimiento. Además, la propia CGR
reconoce que la toma de razón se realiza sobre actos dictados, no sobre proyecto de actos.
También, la LOCCGR señala que sólo pueden cumplir los decretos o resoluciones después de la
toma de razón, bajo apercibimiento de sanción, sin embargo, excepcionalmente pueden
ejecutarse actos antes del trámite cuando se refieran a actos fundados.

Art. 10 inc.7 LOC 10.336. El Contralor General, de oficio o a petición del Presidente de la
República, podrá, por resolución fundada, autorizar que se cumplan antes de su toma de razón
los decretos o resoluciones que dispongan medidas que tiendan a evitar o a reparar daños a la
colectividad o al Estado, originados por terremotos, inundaciones, incendios, desastres,
calamidades públicas u otras emergencias; o medidas que perderían su oportunidad o estarían
expuestas a desvirtuarse si no se aplicaren inmediatamente, siempre que no afecten derechos
esenciales de las personas.

En este mismo sentido, se ha pronunciado también el Tribunal Constitucional, cuando se


ha resuelto que no es inconstitucional que determinadas medidas contempladas en resoluciones
administrativas pueden cumplirse antes de la toma de razón, y que pueden disponerse el
cumplimiento de una resolución antes de su toma de razón, de esperar, que pueda resultar
ineficaz.

Por lo anterior se confirma, que la toma de razón constituye una etapa de eficacia del acto
administrativo, pero no define su existencia, el cual está sujeto a otros presupuestos que no dicen
relación con el control de legalidad del mismo (elementos del acto de jurídico administrativo).

d. Constituye una mera presunción de legalidad de los actos administrativos.

Como el nombre lo indica, la toma de razón funciona de una suerte de garantía de


legalidad de los actos administrativos, toda vez de que si aquellos han pasado por un conducto
regular en donde se analiza en específico su legalidad por lo que, al nacer a la vida jurídica, el acto
goza de presunción de legalidad.

No obstante, lo anterior, la toma de razón no otorga una juridicidad definitiva e


inamovible al acto administrativo controlado, solo una presunción de legalidad, por lo que el acto
puede ser examinado, en caso de duda, recurriendo a los tribunales de justicia o el Tribunal
Constitucional. También, no impide a que la Controlaría cambie su criterio si, con posterioridad, se
comprueba que los mismos actos se emitieron con defectos de legalidad, o fundados en
antecedentes no ponderados correctamente en su oportunidad o en supuestos irregulares
(Dictámenes n°s 38.265 y 32.507).

d. Control Selectivo.

Al señalar esta característica, se alude a que la toma de razón es un control que no se


ejerce respecto de todos los actos de la Administración, sino que solo respecto de aquellos
considerados esenciales que, por regla general, son aquellos firmados por el Presidente de la
República, sin perjuicio de otras materias.

Los demás son actos de carácter “exento”, es decir, no sometidos al trámite de toma de
razón. Ya en el art. 10 inc. 5 de la LOC 10.336. señala la posibilidad que tiene el Contralor de eximir
a ciertos actos del trámite de toma de razón, señalando las materias a las que puede referirse la
exención, tales como: permisos, feriados, licencias, y otras materias que considere no esenciales.

d.1. Exención del trámite de toma de razón.

La exención al trámite de toma de razón nace como consecuencia de la facultad que tiene
el Contralor de eximir a uno o más ministerios o servicios del trámite de toma de razón de los
decretos supremos o resoluciones que conceden licencias, feriados y permisos con goce de
sueldos o que se refieren a otras materias que no se considere esenciales. Por ejemplo, los
decretos supremos, la exención solo podrá referirse a decretos firmados por el PDTE, siendo
concedida por plazos determinados y dejado sin efecto por el Contralor, de oficio o a petición del
PDTE de la Republica.

La exención al trámite en cuestión se encuentra establecida en la Resolución 1.600 del año


2008. Dicha resolución sostiene que se exime de toma de razón los decretos y resoluciones del
rubro salvo que se dicten sobre las siguientes materias consideradas esenciales, sin perjuicio que
para la jurisprudencia de un mismo acto administrativo pueden contener materias afectas y
exentas del trámite de toma de razón.

El problema de lo anterior, es que se altera la regla general establecida en la ley. Siendo de


esta forma que la regla general está constituida por la exención de toma de razón las materias que
no consideren esenciales, mientras que la excepción estaría dada por la esencialidad del acto
administrativo, respecto del cual sólo procede la toma de razón.

Se ha criticado lo anterior, pues se afirma que de esta manera se convierte en excepcional


el control jurídico de la Administración. Sin embargo, la CGR ha justificado esta forma de proceder
considerando el hecho que sería imposible llevar a cabo las competencias de control sin afectar
seriamente la eficiente administrativa si se procediera de una manera diferente.

La exención de toma de razón no significa, que se encuentre exento de control. En efecto,


la resolución 1600 establece que lo que se denomina el control de reemplazo. Este consiste en que
cada uno de los decretos y resoluciones que tengan la categoría de “exento” deben numerarse
correlativamente de manera diferente a las otras resoluciones, con indicación expresa de que
tienen calidad de exento. Los originales deben archivarse de manera independiente, con sus
antecedentes quedando a disposición de la CGR para su ulterior examen, cuestión que se realizas
con las visitas inspectoras in situ.

En lo sucesivo, analizaremos los controles de reemplazo y si estos constituyen o no un tipo


de control de legalidad.

Entonces podemos señalar que los actos administrativos que están sujetos al trámite de
toma de razón son:

1. Decretos: Todos los decretos supremos que llevan la firma del Presidente de la
República deben someterse al trámite. Los simples decretos y los D.S. por orden
del PDTE, se someterán en la medida que no se encuentren exentos.
2. Resoluciones: Los jefes de servicios actúan a través de resoluciones. Estas
resoluciones pueden contener un mandato normativo o corresponder a actos
administrativos propiamente tales, ellas se someterán al trámite de toma de razón
en la medida que la materia que se refieran haya sido incorporada en la resolución
1600 de CGR.
3. Reglamentos: Si bien, no son señalados en forma expresa por la CPR, atendido a
que si nacen bajo la forma de D.S. deben someterse al trámite.
4. D.F.L: Es la única norma de rango legal que se somete al trámite de toma de razón
art. 99 inc. 3 CPR)
5. Decretos promulgatorios de una ley o reforma constitucional: En este caso, el
análisis se traduce en verificar si el decreto contiene el texto aprobado por el
legislador o el constituyente, y será representado por “apartarse del texto
aprobado”.

1.3. Procedimiento del Trámite de toma de razón.

La toma de razón constituye un procedimiento administrativo regido exclusivamente por


la normativa constitucional y por la ley orgánica constitucional no siendo aplicable la ley 19.880
por mando expreso del art. 1 inc. 2. Es así por ejemplo que, la jurisprudencia contralora en su
dictamen 69.132 ha precisado que la suspensión del procedimiento regulada en el art. 57 de la ley
19.880 no resulta aplicable a la toma de razón.

Esta exclusión no es absoluta, si bien se encuentra referida a todas las normas


procedimentales previstas en la ley 19.880, no excluye la aplicación de los principios jurídicos
materiales o sustantivos contenidos en dicho cuerpo legal, por ejemplo; la presunción de
legitimidad de los actos administrativo.

Inicio del trámite.

Ahora concretamente, una vez remitido un decreto o resolución por el organismo que
dicta el acto, este ingresa al subdepartamento de toma de razón o el departamento que cuente
con la delegación de la facultad, se estudia su legalidad, proponiendo al Contralor General algunas
de las siguientes posiciones: observar, cursar con alcance, representar o tomar razón.

a. Observaciones.

La observación es el acto por el cual la CGR suspende el pronunciamiento definitivo de su


control, remitiéndolo a su autor en la Administración, por considerar que adolece de vacíos o
vicios que hacen improcedente la toma de razón. Esta opción no se encuentra regulada, sino que
responde a una práctica administrativa.

De lo anterior, la Administración puede conformarse con el criterio del Contralor y reparar


el acto, enviándolo nuevamente a trámite. O bien puede hacer nada, es decir, renunciar a que el
acto surja a la vida jurídica.

Por lo anterior, las posibilidades que generan las observaciones a la CGR es que se dé
curso al trámite de toma de razón una vez subsanados vacíos o vicios, o bien de dar curso al
trámite de toma de razón con alcance, esta última la veremos a continuación.

b. Cursar con alcance.


Una segunda opción que posee la CGR respecto de un acto administrativo es que lo curse
con alcance. El alcance es un acto de toma de razón, pero en el cual la CGR corrige de oficio,
ciertos vicios, vacíos o defectos o le otorga un sentido determinado, sin que implique realizar una
actividad impeditiva sobre el acto.

Es decir, supone que el decreto o resolución se ajusta al bloque de normatividad, pero la


CGR detecta una deficiencia que no dice relación con una infracción de ley que amerita su
objeción, sino con aspectos formales o de interpretación. Por lo anterior, al tomar razón
efectúa una precisión interpretativa a través de un oficio, el cual se entiende formar parte del acto
para todos los efectos, a fin que se conozca el sentido que oficialmente se le ha dado y las
circunstancias que se estimaron para cursarlo.

Es la propia jurisprudencia administrativa que señala que los alcances que formula la CGR
al pronunciarse acerca de un acto administrativo, si bien no derivan de una norma expresa,
provienen de la necesidad que ha tenido de dejar constancias de algún error formal o irrelevante
del que puede adolecer o de su verdadero sentido cuando su redacción es ambigua o puede dar
lugar a varias y contradictorias interpretaciones.

En definitiva, el alcance permite:

1. Dejar constancia de alguna error formal o irrelevante de que puede adolecer el


acto.
2. Fijar la interpretación de una norma, vale decir, determinar su verdadero sentido
cuando su redacción es ambigua o pueda dar lugar a varias y contradictorias
interpretaciones. Aquí cobra relevancia el principio de interpretación conforme a
la CPR consagrado implícitamente en el art. 6 inc. 1.

c. Representar el acto administrativo por ilegalidad o inconstitucionalidad.

La representación es el acto por el cual la CGR hace presente al Presidente de la Republica


los vicios de orden legal o constitucional que impiden la toma de razón del acto. Esto se traduce en
una comunicación, también llamado Oficio de Representación, en que fundamenta los motivos o
causales porque a su juicio el acto adolece de ilegalidad o inconstitucionalidad y lo devuelve, en
consecuencia, al Ministerio respectivo.

La representación del acto administrativo dar lugar a las siguientes actitudes de la


Administración frente a ella:

c.1. Subsanar el vicio.

La Administración subsana el vicio que motivo la representación y envía el acto a


“retrámite” de tomar de razón a la CGR.

c.2 Dejar sin efecto el acto y dictar otro de reemplazo.

En este punto podemos hablar de archivar, pero en estricto rigor el archivo alude a la
conformidad que hace la Administración respecto de la representación por lo cual se abstiene de
continuar con el procedimiento de dicho acto procediendo a archivarlo, por lo cual se desiste del
acto. Sin perjuicio de lo anterior, no obsta que la Administración no pueda dictar otro acto en
reemplazo al acto representado.

c.3. Insistir en la toma de razón.

Tratándose de decretos o resoluciones presidenciales, en caso de representación, el


Presidente de la República puede insistir con la firma de todos sus ministros, caso en el cual
entregará copias de los respectivos decretos, es decir, el acto representado por
inconstitucionalidad y el decreto de insistencia, a la Cámara de Diputados.

En la insistencia el Presidente no se conforma con la representación de la CGR, frente a lo


cual la CPR salva el impase en favor del Presidente de la República y ordena a la CGR que tome
razón del decreto insistido, el resultado es que nace a la vida jurídica un acto ilegal. Ahora bien, la
CGR deberá enviar copia de los antecedentes a la Cámara de Diputado pudiendo surgir una
eventual responsabilidad política.

Sin perjuicio de lo anterior, la CPR establece claramente los supuestos en que lo cabrá la
insistencia del Presidente de la República:

1. Los decretos de gastos que excedan el limite señalado en la Constitución (art. 99 inc. 1)
2. D.F.L, cuando ellos excedan o contravenga la ley delegatoria o sea contrario a la CPR.
3. Un decreto promulgatorio de una ley por apartarse del texto aprobado.
4. Decreto promulgatorio de una ley de reforma constitucional por aparte del texto
aprobado.
5. Decreto o resolución por ser contrarios a la CPR

d. Tomar razón.

Cómo última alternativa que puede adoptar la CGR en ejercicio de sus facultades de
control de la legalidad y constitucionalidad, es tomar razón del acto. La toma de razón la pueden
efectuar el Contralor General y el Contralor Regional. También puede hacerlo el Subcontralor en
virtud de una subrogación o de una delegación.

La toma de razón la debe hacer la CGR en el plazo de 15 días contados desde la recepción
del decreto o resolución. Sin embargo, existen excepciones: la primera es el caso referente a que
la propia CGR, por motivos graves y calificados, puede prorrogar por otros 15 días más el plazo
para tomar razón mediante resolución fundada (art. 10 inc. 1 LOC 10.336); la segunda es en el caso
de leyes especiales, como por ejemplo ocurre en el art. 21 inc. 4 de la Ley 16.391 en donde el
plazo de toma de razón puede reducirse a 5 días de aquellos decretos y resoluciones que conozca
la División de Vivienda y Urbanismo y Obras Públicas y Transporte de la CGR.

Cabe agregar en este punto, la facultad que se le reconoce a la CGR de tomar razón de los
actos administrativos por medios electrónicos, que permitan la comunicación directa y la
verificación de la existencia de la documentación respectiva en manos de la Administración (art.
10 A inc. 1 de la LOC 10.336) No obstante aquello, la ley obliga a que, una vez realizada la toma de
razón por medios electrónicos, el servicio mantenga en soporte papel en sus oficinas los
documentos, y antecedentes que sirvieron de base a la tomad de razón electrónica, salvo que
cumpla con la digitalización de documentos.

d.1. Efectos de la Toma de Razón.

Verificado el trámite de toma de razón de un acto administrativo, esto es, cursado el


decreto o resolución respectivo por ser considerado ajustado al bloque de normatividad, produce
los siguientes efectos jurídicos:

d.1.1. Presunción de juridicidad/legalidad de los actos.

La toma de razón origina la presunción de legalidad, esta consiste en la suposición de que


el acto fue emitido conforme a derecho, es decir, que su emisión responde a todas las
prescripciones legales y constitucionales, que es perfecto, y que tiene, por tanto, valor y eficacia
jurídica.

Sin perjuicio de lo anterior, esta conclusión tiene que ser matizada. En efecto, los actos
administrativos tienen una presunción de legalidad, pero no por efecto de la toma de razón sino
por el hecho de provenir de una autoridad pública que ejerce el poder público de conformidad a
las exigencias impuestas por la CPR (art. 6 y 7 y también el art. 3 de la ley 19.880) de manera que
parcialmente actualiza la soberanía (art. 5 inc. 2). Es por esta razón, que el art. 3 de la LBPA otorga
dicha presunción al acto (conjuntamente con la de imperio) con indiferencia de la condición del
trámite (afecto o exento).

Recordemos la excepción mencionada anteriormente del art. 10 inc. 7 la LOC 10.336 a


propósito del cumplimiento previo a la toma de razón de decretos o resoluciones que dispongan
medidas que tiendan evitar o a reparar daños a la colectividad o al Estado.

d.1.2. Permite completar la tramitación del acto en el caso de encontrarse afecto a toma de
razón.

Después de la toma de razón viene otra etapa; la publicación del acto; sólo después de
esta, el acto produce sus efectos propios. Por esta razón la LBPA establece que una publicado o
notificado el acto este constituye un título de intervención material que tiene ejecutoriedad, y es
exigible frente a los particulares.

d.1.3. Genera el desasimiento de la CGR.

El desasimiento consiste por una parte en que la CGR no puede modificar un


pronunciamiento jurídico emitido con ocasión del control preventivo de jurídica de un acto
administrativo efectuado por medio del trámite de toma de razón, sea el acto sometido a dicho
examen se hubiere cursado por ajustarse al bloque de normatividad, o bien, que hubiere sido
representado por adolecer de inconstitucionalidad o ilegalidad. Es decir, carece de la
disponibilidad de su propio en el sentido de que no puede dejar sin efecto, ni alterar o modificar
su toma de razón.
Por otra parte, supone que no puede hacer un segundo juicio sobre la juridicidad del acto
administrativo ya tomado en razón, sin perjuicio de las facultades que tiene la Administración
activa para invalidar sus propios actos.

El fundamento del desistimiento es la coherencia administrativa, a lo que se agrega que no


existe norma alguna que permita que la CGR volver sobre su actuación. Sin embargo, es necesario
tener presente que la CGR cuenta con la facultad de emitir dictámenes respecto de actos
cursados, por lo que, ahora en ejercicio de su potestad dictaminadora, podría emitir un dictamen
en un sentido contrario al de la toma de razón, cosa que en la práctica ha sucedido.

2. Controles de Reemplazo.

La otra forma de control que puede ejercer la CGR respecto de los actos administrativo son
los controles de reemplazo. Habíamos señalado que aquellos proceden en el evento de que el acto
sometido al control, se encuentra exento de ser objeto del trámite de toma de razón.

Estos controles son fiscalizaciones selectivas y ex post factum, vale decir, que se verifican
con posterioridad a la total tramitación de los actos administrativos, por medio de visitas
inspectivas y de auditorías que se realiza a petición de una autoridad, de una particular o de oficio.

El fundamento de los controles de reemplazo, se encuentra en el art. 10 inc.6 de la LOC


10.336, el cual determina que la resolución del Contralor que exima los actos de toma de razón
debe fijar las modalidades por las cuales de fiscalice la legalidad de dichos decretos y resoluciones.

Recordemos que, existen actos administrativos que, atendidas a las materias que
contienen, deben, a pesar de su carácter exento, quedar sometido al trámite de registro. El
registro es un acto de ejecución material en virtud del cual la CHR incorpora a un registro público,
una relación detallada del contenido del acto administrativo.

El problema central que se ha planteado es que si mediante el trámite de registro puede la


CGR ejercer un control de legalidad. Según la jurisprudencia administrativa, estos es posible como
consecuencia de que el velar por la legalidad del comportamiento administrativo es una
competencia genérica de la Contraloría, toda vez que la circunstancia de que el registro consista
en una mera constancia o anotación material del acto respectivo en los registros del personal que
este organismo fiscalizador lleva, no excluye en caso alguno, el ejercicio de control de legalidad
sobre el mismo, el que puede realizar de un modo anterior, simultaneo o posterior a dicho
trámite.

Sin perjuicio de lo anterior, la jurisprudencia judicial ha sido más variable. En efecto, la C.S.
ha dicho que la resolución que se encuentra exenta del trámite de toma de razón y solo sujeta a
registro es porque la CGR carece de facultades legales para ello, de modo que es, ilegal y arbitraria
su conducta si pretende llevar a cabo, respecto de actos exentos, el examen de toma de razón.

2.1 Características.

2.1.1. Son controles selectivos.

Se encuentran contemplados preferentemente en el art. 8 de la Resolución 1.600 de 2008


de la CGR y se refieren a fiscalizaciones selectivas y posteriores, que realiza la CGR luego de dar
una acción administrativa; entre estas figuran las inspecciones y las auditorias que se realizan a
petición de una autoridad, de un particular o de oficio.

Estas fiscalizaciones persiguen asegurar la legalidad de los actos de la Administración y


luego perseguir la responsabilidad disciplinaria, como eventualmente extracontractual-civil de los
funcionarios, mediante un sumario administrativo y posterior juicio de cuentas.

2.1.2. Son controles de tipo represivo.

Se trata de fiscalizaciones con carácter ex post, es decir se efectúan con posterioridad a la


total tramitación de los actos exentos.

II. Fiscalizar el ingreso y la inversión de los recursos públicos.


III. Examinar y juzgar cuentas.
IV. Llevar la contabilidad general de la nación.
V. Demás funciones que le encomienda la LOC; entre ellas: emitir dictámenes
jurídicos, registro del personal de la Administración del Estado, registro de
declaraciones de intereses, recopilar y editar leyes, reglamentos y decretos de
interés general.

2. Control Parlamentario o Político.

En cuanto al control político, las atribuciones de fiscalización que incumben al Parlamento


operan después que las determinaciones del Ejecutivo han sido adoptadas por este, configurando
un control a posteriori. Tal cosa ocurre con la facultad de la Cámara de diputados para fiscalizar
actos de gobierno (Art. 52 n°1 CPR) o de modo indirecto a través de los conflictos constitucionales
planteados ante el Tribunal Constitucional (Art. 93, n° 16, CPR).

Esta facultad fiscalizadora es exclusiva de la Cámara de Diputados, en orden a que excluye


cualquier atribución semejante que pudiere suponerse al Senado, pero sin que ello comporte
privar de las potestades controladoras que se asignan a otros organismos. Esta función
fiscalizadora de la Cámara de Diputados funciona como órgano, en el sentido de que no requiere
el concurso de otro sujeto para su ejercicio, sino que debe hacerlo en la forma prevista en la
Constitución, de allí entonces, es que la fiscalización de los actos de gobierno no puede ser
ejercida por los diputados individualmente sino como órgano constitucional.

Esta facultad de fiscalizar actos de gobierno supone primero el caso de adoptar acuerdos,
sugerir observaciones o solicitar antecedentes al Presidente de la Republica, quien debe dar
respuesta por medio de respectivo Ministerio. Se verifica igualmente en las interpelaciones
parlamentarias, citaciones de los Ministro ante la Cámara, y por medio de las comisiones
investigadoras.

Si bien el Senado no está dotado de facultades fiscalizadores, si tiene atribuciones que


indicen en el sistema de control de los actos de la Administración. Por ejemplo: el conocimiento y
resolución de las acusaciones constitucionales promovidas por la Cámara baja y también su
facultad de conocer contiendas de competencias que se susciten entre las autoridades políticas o
administrativas y los tribunales superiores de justicia.

3. Control Jurisdiccional
Es una cuestión pacífica en la literatura legal que para que exista un buen Estado de
Derecho, los actos de la Administración deben estar plenamente controlados, de manera que no
exista actos y materias exentas del control judicial. Todas las determinaciones que toma la
Administración son revisables en sede judicial, en todos sus aspectos: control de competencia,
investidura regular, del cumplimiento de las formas procedimentales, fundamentos de hechos
invocados, su calificación y apreciación, la proporcionalidad, y la razonabilidad de la medida, etc.).

Este tipo de control se ejerce por un órgano jurisdiccional en orden a verificar, por la vía de
una acción procesal constitucional o legal, la legalidad de laguna actuación de un órgano
administrativo. Este mecanismo puede operar por la vida de los tribunales ordinarios o especiales,
o bien mediante intervención del Tribunal Constitucional en aquellas materias, que por mandato
de la CPR le corresponde emitir un pronunciamiento vinculado a materiales de índole
administrativo. Por esto, encontramos dos grandes escenarios:

3.2. Contencioso Administrativo.

Respecto del contencioso administrativo, en términos simples, sostenemos que tiene por
objeto acciones contenciones administrativa y que éstas a su vez, buscan proveer de tutela judicial
efectiva de los derechos de los particulares en sus vínculos con la Administración, cuando esta ha
actuado contraviniendo el ordenamiento jurídico, llevando al juez a anular un acto, condenar a
pagar una suma a la Administración por los daños que ocasionó o reconocer una situación jurídica
concreta.

Los contenciosos administrativos operan mediante la interposición de acciones


constitucionales de reclamación de que conocen los tribunales ordinarios con competencia en lo
contencioso-administrativo. Ejemplo de lo anterior es por ejemplo tenemos la acción de
reclamación de nacionalidad ante la C.S. y también la acción de indemnización por error judicial.
En cuanto a las C.A. tenemos las acciones de amparo (art. 20 CPR) y de protección (21 CPR). Y por
vía de tribunales ordinarios, tenemos la acción de nulidad de Derecho Público, la acción de
Responsabilidad Patrimonial de la Administración (art. 38 inc. 2 CPR), de reclamación en materia
expropiatoria (art. 19 n° 24) o por determinación de servidumbres de paso.

Asimismo, por las acciones procesales de que conocer los tribunales contencioso-
administrativo especiales, como lo son el Tribunal de la Libre Competencia, Tribunal de
Contratación Pública y los Tribunales Tributarios y Aduaneros.

3.2.1. Clasificación.

A modo general, señalaremos alcances generales de cada tipo de contencioso.

a. Contencioso de Nulidad.

Es aquel que tiene por propósito que el juez señale la ilegalidad de un acto administrativo
y, en consecuencia, declare la nulidad de los actos respectivos.

En cuanto a la legitimidad, este tipo de contencioso se configuro sobre la base de una


legitimidad bastante atendido a que lo que se encuentra tras su establecimiento era el
cumplimiento de la legalidad objetiva. En Chile, la jurisprudencia ha exigido que quien solicite la
nulidad de un acto administrativo concreto, debe tener un concreto interés jurídico afectado, de
manera que esta acción no puede ser entendida en terminas de una acción popular.

En relación a los vicios que procede, la jurisprudencia judicial ha tendido a reconocer que
los vicios clásicos de exceso de poder como causal de nulidad. La nulidad de derecho público es
una sanción de ineficacia jurídica que puede afectar a un acto en que la autoridad: lo dicta sin
previa investidura regular, fuera de la órbita de su competencia, o que no se haya respetado la ley,
o sin tener la autoridad conferida por ley, o también que se hubiere violado directamente la ley en
cuanto a su objeto, motivos o deviación de poder.

b. Contencioso de Plena Jurisdicción.

Es aquel que tiene por objeto demanda a un organismo de la Administración para el


restablecimiento o compensación a un derecho afectado, de manera que además de la nulidad del
acto administrativo, es posible pronunciarse sobre la compensación económica de la afectación,
así como obligar a la Administración a adoptar medidas concretas con el objeto de proteger o
restablecer una situación jurídica en específico.

Se denomina de plena jurisdicción ya que el juez tiene competencias completas para


juzgar el actuar de la Administración.

c. Contencioso de Interpretación.

Este contencioso tiene por objeto solicitar al juez que resuelva la aplicación concreta de
una norma legal, de modo que define su interpretación en relación a un asunto concreto. Esto es
lo que se denomina contencioso de interpretativo y habitualmente en nuestro país se ejerce
judicialmente a través de la acción de mera certeza y por la vía fáctica, a través de la solicitud de
dictaminación de la CGR, a consecuencia de sus potestades de interpretación de la ley
administrativa.

d. Contencioso Represivo.

Este contencioso tiene por objeto que el juez aplique medidas de gravámenes concretas a
un particular, como puede ser en los casos que la sanción debe ser aplicada por el juez y no por la
Administración. Esto sucede en materia de derecho de los consumidores, pesca o libre
competencia. En ellas la administración carece de potestad sancionatoria directa, por lo cual
requiere recurrir a un tribunal para la aplicación de la medida.

e. Contencioso Cautelar.

Finalmente, encontramos el contencioso cautelar y tiene por propósito que el Juez adopte
medidas cautelares, conservativas o innovativas, con el objeto de que se impida que el derecho
cuyo reconcomiendo o actuación se pretende obtener a través de otro proceso, pierda su
virtualidad o eficacia durante el tiempo que transcurre entra la iniciación de este proceso y el
pronunciamiento de la sentencia definitiva.

Las medidas cautelares contra los actos administrativos han sido objeto de discusiones,
esencialmente porque ha implicado una lucha contra la ejecutividad y auto tutela del acto
administrativo, es decir, contra las prerrogativas de interés público de la Administración, sobre
todo en sistemas tradicionales de lo contencioso administrativo en dónde la dilación de los
procedimientos deja a los particulares con posibilidades acostas de existo contra un acto de la
Administración.

3.2. Control del Tribunal Constitucional.

El Tribunal Constitucional también participa en el diseño orgánico de fiscalización de los


actos de la Administración. Se manifiesta, a través del control de constitucionalidad de los
decretos o resoluciones presidenciales de que conoce el Tribunal Constitucional (Art, 93 n° 9 CPR).
También por medio de la declaración de inhabilidades o incompatibilidades para ser designado o
ejercer el cargo de Ministro de Estado, según sea el caso.

4. Control Ciudadano o Social.

El control de los actos de la Administración también puede ser efectuado por la


ciudadanía, mediante diversos instrumentos que prevé el Derecho del estado, por medio de las
ramas que lo conforman, estos, el Derecho Constitucional Orgánico y el Derecho Administrativo.

En el control social, los medios de control no están completamente contemplados puesto


que es un control no institucionalizado. Al no existir una regulación normativa de los mecanismos
mediante los cuales puede ejercer el control social, estos operan de forma difusa. Sin embargo, el
papel del derecho en relación al control social consiste en su previsión y garantía de su ejercicio.
En otras palabras, el control social debe estar protegido y garantizado por los poderes públicos.

Algunas manifestaciones de control ciudadano lo tenemos en el Derecho Constitucional


Orgánico, en específico en el sistema electoral público, el que opera como mecanismo de control
indirecto en el caso de los organismos administrativo cuyo jefe superior es investido del cargo en
virtud de una votación popular, como sucede en las Municipalidades.

También tenemos la cuenta pública anual, que la CPR impone al PDTE, al Contralor
General de la República, como asimismo, a los órganos de la Administración del Estado de acuerdo
a lo señalada en el art. 72 de la ley 20.500.

Encontramos, por otro lugar, el derecho a la información pública, regulado en la ley


20.285, el que también constituye una manifestación del control que la ciudadanía puede ejercer
respecto de la Administración, y que de cuya solicitud puede reclamar ante el Consejo de
Transparencia y la decisión de este, a su vez, ante la C.A.

Otra manifestación del control social, lo encontramos en el sistema de audiencias públicas,


las cuales se encuentra reguladas en materia municipal (Art. 97 LOC n° 18.465) o bien para los
órganos de la Administración del Estado (ley de lobby)

Finalmente, sin agotar los ejemplos, podemos mencionar el sistema de impacto ambiental
previsto en la ley 19.300, cuyo art. 28 señala la posibilidad de los particulares para formular
observaciones al estudio de impacto ambiental.

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