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Capítulo XXXIII

Mi corazón es puro en sus palabras54:  no tiene doblez. El


espíritu de Dios quien me hizo55:  se sobrentiende —es— para
que sea:  El espíritu de Dios es quien me hizo. ¿Cómo, pues,
dices: soy justo y no me ha escuchado?56  como si Job
replicase a un adversario. El Señor habla una vez57: como si
el Señor hubiera realizado de una vez el llamamiento de
todos los justos, y su divina providencia lo fuera haciendo
temporalmente en cada persona. En sueños o en visión
nocturna:  en la ignorancia o en la tribulación. Cuando
desciende sobre los hombres el sopor mientras duermen en el
lecho58: seguros. Y libre su cuerpo de la perdición59:  en
sentido figurado, igual que los huesos.  Y libró su vida de la
muerte60: una vez que le convierte, le perdona.  Porque
sobrevendrá la guerra y volverá a castigarle con dolores en su
cama: vuelve a probarle después de su conversión, para que
no presuma de sus propias fuerzas.  Y el conjunto de sus
huesos se marchitó61: la confianza en sí mismo.  No será
capaz de comer todo alimento62: el consuelo de las realidades
temporales.  Y renovará su cuerpo como una mancha en la
pared63:  el cambio de vida. Metáfora aplicable en este caso a
la sociedad, representada en la construcción. Y hará su carne
tierna como la de un niño64:  para que no sea duro por la
soberbia, conforme al pensar de Elihú, el Job humilde se ve
tentado por la innovación. Y penetró con cara alegre con su
propósito65:  preparado para las tentaciones. Salva mi vida,
no caiga en la corrupción66:  aquí está la tentación de la
muerte.  Esto ocurre tres veces con el hombre67:  la
conversión, la prueba y la muerte. Pero libró mi alma de la
muerte: porque aún resta esta de la muerte. Para que mi
alma le alabe en la luz68: entonces es cuando cesarán las
plegarias porque no habrá carencia de nada.

Capítulo XXXIV

Replicando dijo Elihú.69  Igual que se dice: Y añadió. Y los que


poseéis la ciencia, oíd con vuestros oídos: 70 espirituales. Pues
el oído discierne las palabras:71  este oído carnal. ¿Qué tiene
de bueno que Job diga: «yo soy justo»?72 ¿Qué dijo de bueno
al hablar?  Y en mi juicio él mintió73.  Por eso se dice: Yo
esperaba bienes74.  Por eso decayó en su esperanza, porque
mintió. ¿Qué hombre hay como Job?75 Prosiguen las palabras
de Job. Puesto que ha dicho que no será visitado el hombre
que camina al lado de Dios:76 cree que en este punto está en
un error, por haber hecho todo aquello esperando en eso, o
bien porque no cree que sea visitado para bien aquel que
camina al lado de Dios.  Lejos del Señor la maldad77:  tanto la
de no visitar para bien a aquel que camine con él, como, en el
caso de que le visite en la tentación, la de actuar con maldad
e injusticia.  Malvado es el que dice al rey: obras
injustamente78. Y tú no debes decirlo, porque no eres
malvado. El que dice es una buena expresión, no «el que
dijo», no fuera que se hiciese tal por eso mismo. Como se
dice también «se hizo», el que hace esto. Y el que dice a los
nobles: Obráis con la máxima impiedad79: como si dijera a los
ángeles: a excepción de vuestro príncipe Miguel, obráis con
suma impiedad. Y si se califica así de impíos a los príncipes,
¿cuánto más al rey?  Porque abusaron vilmente al ser
excluidos por débiles80.  Han hecho mal uso de esta exclusión,
al ser excluidos a causa de su debilidad de aquella visión por
la que se ve que todas las cosas están ordenadísimas y
administradas con sumo orden por Dios. Y han usado mal de
esta exclusión porque prefirieron seguir su opinión de que
Dios no se preocupa de estas cosas. Por ello les resultará
totalmente inútil acudir con ruegos al hombre en sus
necesidades cuando a quien debían rogar es a Dios. No habrá
lugar ni hay sombra de muerte donde puedan esconderse los
malhechores81: la sombra de muerte no existe para
ocultarlos. Es lo que dice el texto: No son los ancianos los
sabios82,  porque la vejez no es causa de sabiduría. Y
también: No saludes al hereje83, en cuanto hereje. Y
derribará la noche y quedarán aplastados84:  de modo que
quede sobre ellos lo que estaba bajo ellos, es decir, que los
aplaste lo que les estaba sometido.  Y extinguió a los
malvados85:  daba la impresión de que brillaban para sí
mismos.  Y no conocieron sus justicias86: cuenta los bienes
que Dios sacó de su maldad,  hasta el punto de que llega a él
el grito del desvalido87. El dará el descanso, ¿quién le podrá
condenar?88 No el descanso que buscan los hombres que se
ven turbados por aquellas tribulaciones. Si Dios es el que
justifica, ¿quién podrá condenar?89 Y a la vez contra el
hombre90: contra los gentiles y los judíos.  Que hace que reine
el hipócrita por culpa de la perversidad del pueblo 91:  a él se le
dice:  ¿Tuque enseñas a otro, no te enseñas a ti mismo?
92
 Veré sin mí. Manifiéstamelo tú: al reprenderte a ti, ¿es que
no veo la necesidad de reprenderme a mí mismo? Con
interrogante.  Si he hecho el mal, no volveré a repetirlo 93:  una
vez corregido por ti.  ¿Es que él te la va a pedir, una vez que
le rechazaste?94  Le reprendiste. Y el varón sabio oirá mis
palabras95:  que Dios cuida de todo. Pero Job no habló
cuerdamente96:  pensando que algo malo le iba a venir de
parte de Dios.

Capítulo XXXV

¿Por qué pensaste eso? ¿Por qué has juzgado así?  ¿Quién


eres tú para decir: soy justo en la presencia del Señor? 97 En
presencia del Señor dijiste: soy justo. Dos cosas son
reprensibles en el hombre: una, afirmar tanto orgullosa como
falsamente que uno es justo, incluso según los criterios
humanos de justicia; otra: nunca puede decirse con verdad,
por parte de un hombre, que es justo en presencia de Dios,
en cuya comparación cualquiera es un malvado. O dices: ¿De
qué te sirve o qué voy a hacer si he pecado? 98 Esto es lo que
piensa él que dijo Job a Dios, como si el pecado de Job fuera
de provecho para Dios, en el sentido de que ese dolor le
coacciona a la piedad, donde dice:  No me enseñes a ser
impío,  o ¿te reporta un bien el que yo cometa maldad? 99 O
que al pecar le infiera a Dios daño alguno, y,
consiguientemente, Dios le persiga y acose como a un
enemigo para que no le infiera mal alguno. En efecto,
también había dicho: Si pequé, ¿qué puedo hacerte?100  A
ambos argumentos responde Elihú en las palabras que
siguen:  Voy a responderte a ti y a tus tres amigos contigo101.
Contempla el cielo y mira; considera las nubes qué altas
están102. Si has pecado, ¿qué le haces? Es una confirmación
de sus propias palabras: Si pequé, ¿qué puedo hacerte? Y si
cometiste muchas injusticias, ¿qué podrás hacerle? 103 Mayor
trascendencia tiene si cometiste muchas injusticias que lo
anteriormente sentado:  si pecaste.  Y, sin embargo, ¿qué
podrás hacerle a Dios, si ni siquiera eres capaz de dañar a las
nubes? Y si eres justo, ¿qué le aportarás?  Argumento por
contraste: así como tu justicia no le rinde provecho alguno,
tampoco tu injusticia le perjudica en nada. ¿O qué cosas va a
tomar de tu mano?104 Aunque quieras dárselas. Es una
referencia a los sacrificios que, a juicio de los necios, Dios
acoge porque en cierto modo tiene necesidad de ellos. Que tu
maldad sea para un hombre que se te parezca y que tu
justicia sea para el hijo del hombre105: la primera será
dañina; la segunda, provechosa. Pero vemos que estos
pasajes, más que un rechazo, son una confirmación de la
tesis de Job:  Si pequé, ¿qué puedo hacerte?106 Por tanto,
hace muy al caso que nos manifieste las razones de por qué
en esta vida los hombres se ven acorralados por las
injusticias de los malos, a cuyo número también pertenecen
el diablo y sus ángeles, como corifeos de todas las injusticias
y maldades. Y, puesto que los pecadores no le pueden hacer
daño a Dios, ¿por qué los entrega a la jurisdicción de los
malos para que los mortifiquen? Prosigue la exposición
diciendo: Gritarán desde el tropel, clamarán aplastados por la
fuerza de las masas107. Pero nadie dice: ¿dónde está el Dios
que me hizo?  La finalidad de estos sufrimientos es la
búsqueda de Dios, para que los gritos no caigan en el vacío.
Las palabras me hizo son toda una afirmación de que nunca
abandonará Dios al que busca a su Hacedor.  El que distribuye
los turnos de noche a los centinelas108:  se refiere a las épocas
de este siglo, organizadas bajo poderes concretos, ya que el
Creador del hombre tampoco le dejará desguarnecido en esta
noche de engaños. El que me distancia de los cuadrúpedos y
me hace más sabio que las aves del cielo109. Así hay que
buscar al Señor en las aflicciones de esta vida: hasta el punto
de no apetecer de su mano bienes terrenales. Porque ya
antes de recibir este tipo de bienes somos superiores a las
bestias. Allí gritarán, pero no les harás caso110. Al
decir allí, se refirió al gentío, a los que claman en el aprieto
del tropel y entre los empujones de la masa. Este
adverbio allí puede asimismo referirse al texto:  allí cayeron
los obradores de la maldad111. Y la expresión  no les harás
caso la dijo de él. En medio de las injusticias de los
malvados112: se sobrentiende «clamarán». La razón es que el
Señor no quiere ver vaciedades: Dios no quiere atender a
quienes demandan vaciedades y a quienes en la aflicción no
gritan esperando conseguir los bienes eternos. Pues han sido
objeto de segregación de entre los cuadrúpedos y han
recibido una sabiduría superior a las aves del cielo. Claman a
voz en grito porque no son felices entre las maldades de este
mundo.  Pero el Todopoderoso en persona no pierde de vista a
los que obran la justicia, y me salvará113. Al igual que el que
sondea las intimidades del corazón se fija en los que obran,
así también salva con la salvación que él ve en la intimidad.
Cosa que ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni vino a la mente del
hombre es lo que Dios tiene reservado para quienes le
aman114.  Por eso, aunque sufra quebranto la vana salud de
los hombres, el Padre que ve en lo escondido115  acude a
ampararlos en su angustia.  Júzgale, pues, a él, si es que
puedes alabarle tal como es116. Parece que así se expresa Job
al decir: ¡Ojalá tuviéramos árbitro!117  Y ahora, que no ha
recurrido a su ira, ni tiene conocimiento airado de la
transgresión118:  conocimiento con finalidad vindicativa. A
cuento viene el texto: Porque yo conozco mi maldad119. Y en
el mismo salmo:  Aparta de mis pecados tu vista120. Claro que
Dios tiene conocimiento de los delitos, pues por eso
precisamente sufren angustias los hombres en este mundo.
Pero no se trata de un conocimiento lleno de ira, porque al
corregirlas das a las partes un espacio para el
arrepentimiento.  Y Job abrió vanamente su boca y multiplicó
en su ignorancia las palabras121

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