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Este tipo de Estado se justificaría por el posible "caos" que devendría en la sociedad humana
por el hecho de su inexistencia. Fenómeno que hace más de tres siglos ya debatían los grandes
pensadores filósofos y políticos. Según esta corriente teórica -que de una u otra forma sigue
vigente- la naturaleza humana es esencialmente egoísta y utilitaria, cada ser lucha por su
propia subsistencia, por la satisfacción de sus propios intereses, lo que inevitablemente le lleva
a la confrontación permanente con otros seres humanos. Esta situación es la que Hobbes (2)
describiera como "la guerra de todos contra todos". Situación superable sólo con apego a un
ente no-utilitario, a un órgano que no buscase la satisfacción de intereses particulares, sino
que comunes, generales. De allí surge la noción básica y la materialización del concepto del
Estado actual como el único capaz de imponer el orden en medio del "caos natural". Es decir,
ser un "administrador neutro del conflicto social".
Dicha tesis amerita al menos dos consideraciones. En primer lugar, la naturaleza humana no es
egoísta, ni altruista, ni agresiva ni pacífica, ni buena ni mala en si misma, sino que simplemente
sintetiza el sistema de relaciones sociales prevaleciente en un momento histórico
determinado. La esencia humana en abstracto no existe, esta es concreta y, por sobre todo,
dinámica, cambiante, de modo que la hipótesis de una situación natural de guerra permanente
solo sirve para justificar la creación y consolidación de un complejo aparato de dominación de
clase como es el Estado (analícese, en un grado menor, la lucha contra la delincuencia),
además de proyectar la idea de la imposibilidad de transformar el sistema o luchar por una
sociedad igualitaria, puesto que el ser humano sería individualista y egoísta en esencia y jamás
podría cambiar.
En segundo lugar, es necesario puntualizar que el Estado no es un ente que esté por sobre las
clases y la sociedad. Ninguna institución es neutra o poseedora de poder propio, más bien
expresa poder social de clase. Es por ello que conceptos y prácticas tales como orden,
legalidad, estabilidad, paz social, civilismo, etc., son de carácter tan determinado; la sociedad
virtual no existe, ni ha existido, solo existe la sociedad históricamente concreta, de manera que
el orden y la estabilidad que se defiende hoy, es el orden y la estabilidad del neoliberalismo. El
Estado no es ningún sintetizador del bien común y del interés de un país, sino que de violencia
política y, por consiguiente, de poder de un sector de la sociedad sobre otro.
Conclusiones
La lógica definición luego de constatarse esta realidad objetiva, es que toda propuesta política
debe, ineludiblemente, contener el factor violencia como una de las posibilidades históricas,
especialmente la revolucionaria. Y es más, debe contar con una política y una estrategia militar
capaz de disputar el poder. Entonces, podría existir un amplio debate acerca del contenido y la
forma que definen su implementación, pero no sobre la necesidad de su existencia.
BIBLIOGRAFÍA:
1. Engels F. "Anti Duhring". Editorial Grijalbo S.A. México D.F.- México 1981, pp. 152-153.
2. Hobbes T. Pensador inglés (1588-1679), cuya obra principal, "Leviatán", sintetiza toda la
teorIa polItica del siglo XVII.