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La llegada de Colón a tierras americanas inicia una de las empresas más significativas de
la historia universal. En efecto, con la conquista de los nuevos territorios, España
afianzará su hegemonía sobre este Nuevo Mundo, en el cual, desde una perspectiva
histórica, se pueden distinguir las siguientes etapas:
La Arquitectura
Es el caso de gran parte de América del Sur, y el caso particular de Chile, el cual
representaba los suburbios de la periferia: si Lima artísticamente se acercaba a Europa,
Santiago lo haría de Lima.
Barroco Arquitectónico Colonial En la región central fue la poblada por los colonos.
Esta posee una zona de interés arquitectónico: la parte limitada por las ciudades de La
Serena y Concepción. Entre ellas, Santiago, donde está la mayor parte del patrimonio
arquitectónico del país. Esta situación hace que existan dos sectores bien marcados. Al
norte, la arquitectura rural e indígena de la árida Atacama; al sur, la arquitectura insular de
Chiloé, promovida por los jesuitas alemanes.
Arquitectura Barroca
La Pintura
Las primeras pinturas que transitaron por Chile fueron representaciones religiosas
importadas, que eran realizadas por artistas y artesanos españoles, italianos y
flamencos. Fueron transportadas por mar desde Europa, comenzando inmediatamente a
reproducirse las primeras pinturas sudamericanas al estilo occidental, bajo la creación de
talleres locales que desempeñaron el importante papel de implantar y popularizar las
corrientes artísticas europeas, imponiéndose los estilos italianos.
Junto con los conquistadores llegan las primeras imágenes religiosas católicas. Debido a las
características de la época, estas imágenes son dotadas de milagrosos poderes. Aunque no siempre
tienen valor artístico, poseen un valor testimonial histórico, que muestra la mentalidad y aspiraciones de
ese tiempo.
Estas imágenes son símbolo de espiritualidad y, por lo tanto, objeto de veneración, lo que ha permitido
su supervivencia a través del transcurso de la historia nacional.
Donde esta la mujer está el hogar, y con el hogar el germen de todas las artesanías. Ya
en 1541 llegan los primeros carpinteros y tallistas; ellos labraron los primeros muebles en
las ricas maderas de la tierra: arcones, arquibancos, sillones, vargueños, modestamente
ornados al principio con dentículos y detalles ojivales, de vago sabor feudal; muebles que
con el tiempo enriquecerán su diseño, se harán menos pesados, se ornarán de relieves
finamente compuestos, se completarán con el tapizado en damasco o en cuero, se
adornarán con embutidos o taraceas de marfil o de nácar.
Las indias incorporadas al hogar colonial trabajaron las vasijas para los flamantes
hogares, y la habilidad en la confección de las grandes urnas funerarias se traspasó sin
esfuerzo a la de grandes orzas y tinajas necesarias para el servicio del europeo
trasterrado. Se trasculturaron formas como las de los botijos y jarras (no hay prueba hasta
ahora de que la forma botijo, corriente en la cultura del Tahuantisuyo, haya sido cultivada
en la alfarería local prehispánica).