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GÉNERO Y DISCRIMINACIÓN

Escuela de Formación para la Organización Comunitaria

Esta iniciativa es del Ministerio del Poder Popular para


Ciencia, Tecnología e Industrias Intermedias encabezado
por el Ministro Jesse Chacón

Equipo de Coordinación
Cooperativa Educativa “Educación para la Transformación”:
Soraya El Achkar
Glenis Rodríguez
Mariana Paz
Esther Rojas

Colaboradora en la redacción de este folleto


Gioconda Mota

Editor
Ministerio del Poder Popular para Ciencia, Tecnología
e Industias Intermedias

Responsable de la coordinación y edición de textos


Jesús Machado

Corrección
Antonia Cipollone

Validación
Este material fue validado por personas del Consejo
Comunal Fundadores, en la comunidad José Félix Ribas zona
5 de la parroquia Petare, municipio Sucre, con el propósito de
reconstruir los contenidos, adecuarlos a las prácticas concretas
de organización comunitaria y sistematizar un discurso colec-
tivo y compartido

Diseño Gráfico
Coordinación, diseño y diagramación
Tibisay Rojas
Diagramación
Beatriz Serra
Portadas
Ramón Blanco

Número de ejemplares: 1500


Caracas, 2009
Índice
Prólogo 5
Presentación 9

PADRE NUESTRO QUE TODO LO DOMINAS:


EL PATRIARCADO 11
Patriarcado y capitalismo 14

CAPITALISMO, MUJER Y POBREZA 17


Pobreza y género 18
Feminización de la pobreza 19

EL FEMINISMO 23
¿Qué es el feminismo? 24
La lucha de las mujeres… Un poco de historia 25
La Querella de las Mujeres 26
La Ilustración, la Revolución Francesa y las mujeres 27
El movimiento sufragista 29
Feminismo socialista 31
El segundo sexo: Simone de Beauvoir 33
Feminismo de la diferencia y feminismo de la igualdad 36
Nuevas tendencias del feminismo 36

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Feminismo no es lo contrario a machismo 38

SOCIALISMO FEMINISTA 42

CON EL SEXO NACEMOS. EL GÉNERO LO HACEMOS 46


Concepto de género 47
Sistema sexo-género 50
Prácticas, espacios y atributos 51
Diferencia y desigualdad 54
Relaciones de Género 55
Prácticas productivas 56
Prácticas reproductivas 57

OTRAS MASCULINIDADES SON POSIBLES 59


Masculinidades 60
El llamado modelo hegemónico de masculinidad 61
¿Podemos revelarnos ante ese modelo hegemónico de
masculinidad? 63

MATERIALES CONSULTADOS Y RECOMENDADOS 65

Página  GÉNERO Y DISCRIMINACIÓN


Prólogo
La formación para la organización comunitaria dentro
del proceso revolucionario es ineludible si queremos alcanzar mayor
desarrollo, porque sólo la comunidad organizada podrá dirigir, orien-
tar e incidir en el diseño de las políticas públicas de modo que éstas
respondan a las necesidades más sentidas de la gente. Es la formación
sistemática y crítica la que permitirá que las comunidades más vulnera-
das generen un cuerpo de demandas y asuman una actitud ética, de co-
rresponsabilidad frente a los graves problemas que hay que enfrentar.

Creemos que todos somos inconclusos y por ello tenemos


capacidad para el aprendizaje. Creemos que nos hacemos en la prác-
tica y en consecuencia no hay teoría sin práctica ni práctica que no
nos lleve a la reflexión. Creemos en la capacidad creadora de nuestro
pueblo donde el diálogo se convierta en un eje transversal que nos
permita fundar nuevas realidades más acordes con la construcción
colectiva de los discursos y cotidianidades. Creemos que la educación
puede ser liberadora y generadora de situaciones de dignificación, por
tanto hemos apostado por una escuela de formación para la organiza-
ción comunitaria.

Esta escuela hace la diferencia porque va de la práctica a la


reflexión y vuelve a la práctica para mejorarla desde un ejercicio de
reflexión permanente. Es una escuela cuyo propósito no es saber sino
saber para transformar el orden injusto y desordenado de las cosas.
Es una escuela que pone su máxima atención en los sujetos históricos

ESCUELA DE FORMACIÓN PARA LA ORGANIZACIÓN COMUNITARIA Página 


y políticos para vigorizar la voz de quienes han estado silenciados
y potenciar su acción transformadora. Es una escuela que tiene una
opción: los más pobres, los excluidos, los que nunca tuvieron escuela
y les fue negada la posibilidad de articularse, decidir sobre el interés
público, diseñar las políticas y mucho menos manejar los recursos del
Estado.

Esta escuela que estamos impulsando para la organización


de nuestro pueblo ensaya promover un esquema de valores socialistas
porque parte de la premisa que no habrá socialismo sin socialistas, y
para que haya socialistas es necesario un espacio para reconvertir los
valores que el capitalismo fue instalando entre nosotros y ahora nos
parecen normales como lo son el individualismo, la competencia, la
corrupción, la viveza, las relaciones de dominación, el autoritarismo,
la violencia. Los valores socialistas que queremos que sean un eje
transversal en la escuela son aquellos vinculados con la justicia, la dig-
nidad, la probidad, la solidaridad, las relaciones de equidad, la ternura,
el voluntariado. Estamos convencidos de que el socialismo es la única
vía de supervivencia de la raza humana y por eso estamos empeñados
en que se concrete en nuestro territorio.

Una Escuela que sirva para reconocernos como Pueblo,


potenciar las capacidades de organización, articular los esfuerzos lo-
cales y globales, problematizar la vida cotidiana, desnaturalizar lo que
parece normal, recrear las iniciativas colectivas, impulsar los cambios

Página  GÉNERO Y DISCRIMINACIÓN


necesarios y utilizar la tecnología como medio para desarrollar una
cultura de lo comunitario desde la producción del conocimiento que
promueva la liberación de los pueblos y la articulación de redes socia-
les que fortalezcan el poder popular e impulsen la transformación del
modelo socio-productivo.

La Escuela ha sido y seguirá siendo una hechura colectiva y


estamos muy agradecidos por el esfuerzo de tanta gente que hizo po-
sible la publicación de estos materiales educativos que, pretendemos,
sean el inicio de una larga trayectoria que nos coloque en el camino
hacia la suprema felicidad social.

Muy respetuosamente;
Jesse Chacón Escamillo
Ministro del Poder Popular para Ciencia, Tecnología e Industrias
Intermedias.

ESCUELA DE FORMACIÓN PARA LA ORGANIZACIÓN COMUNITARIA Página 


Presentación
Este folleto tiene como propósito construir colectiva-
mente una propuesta de resistencia y de transformación que nos lleve a
combatir una realidad donde la discriminación, el dominio y la opresión
sobre las mujeres es una constante. De allí que partamos desde una pers-
pectiva humana, particular y reflexiva que lleve a cada uno de nosotros(as)
a comprometerse con la participación, el ejercicio del poder popular y la
transformación sociopolítica de nuestras realidades.

Otro de nuestros fines es incluir en nuestras luchas por la cons-


trucción del socialismo desde las bases, no sólo el enfrentamiento al sis-
tema capitalista, sino a una estructura de dominio y opresión mucho más
antigua que afecta lo primario de la convivencia humana, las relaciones
vitales entre hombres y mujeres: el patriarcado.

Aquí presentamos de forma concisa y sencilla algunos plantea-


mientos conceptuales que sirven como punto de partida para abrir ese
análisis en las organizaciones comunitarias populares. Temas como el pa-
triarcado, la relación directa entre el capitalismo y el continuo y acelerado
empobrecimiento de las mujeres, los feminismos y su trayectoria histórica,
utilidad del concepto de género, y otra visión sobre las masculinidades,
están elegidos con la intención de abrir el debate en las comunidades y los
grupos sociales, desde sus experiencias y reflexiones, desde la voluntad de
transformación.

ESCUELA DE FORMACIÓN PARA LA ORGANIZACIÓN COMUNITARIA Página 


Página 10 GÉNERO Y DISCRIMINACIÓN
Padre Nuestro que todo lo
Dominas: el patriarcado

“En mi casa, desde pequeña se nos enseñó que debíamos servir primero a los
hombres, que ellos debían ejercer la autoridad y el mandato y nosotras teníamos que obedecer,
sin contradecirles. Que nos prepararemos bien para poder agradar al marido con nuestros
quehaceres, que incluso en la cama fuésemos complacientes a todas sus peticiones. Que el
hombre debía representarnos en todos los lugares, a nosotras y a nuestros hijos e hijas. Que
ser una buena mujer era ser una buena madre y una buena esposa. En definitiva, que nuestra
vida se conducía de acuerdo a las decisiones que nuestros padres, maridos o hermanos tomasen
para nosotras”.

Isabella

«Patriarcado es un orden social genérico de poder, basado en


un modo de dominación cuyo paradigma es el
hombre. Este orden asegura la supremacía de los
hombres y de lo masculino sobre la interiorización previa
de las mujeres y de lo femenino. Es asimismo un orden de
dominio de unos hombres sobre otros y de enajenación
entre las mujeres».

Marcela Lagarde

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Padre Nuestro que todo lo
Dominas: el patriarcado

Las múltiples y cotidianas formas de opresión y dominio


que se ejercen sobre la mujer, que inevitablemente se traducen en li-
mitaciones tangibles y contundentes a sus posibilidades de desarrollo
y superación, ocurren tanto en el seno de la vida privada o doméstica,
como en el ámbito de lo público: espacios de participación social, co-
munitaria y política, educativos, religiosos y laborales, entre otros. Esas
formas de opresión y discriminación que viven las mujeres, tienen su
raíz en un sistema muy antiguo y complejo: el patriarcado. Sistema
que se encuentra sutilmente enmascarado y sigilosamente silenciado.

Patriarcado quiere decir “gobierno de los padres”. El hom-


bre ejerce la autoridad y el poder en todos los ámbitos de la vida, en la
casa, en la institución educativa, en la iglesia, en el mundo del trabajo,
en la política, en lo económico, en la ciencia y muy especialmente en
la religión, pues ésta se constituye como el hilo conductor de todos los
valores y creencias inamovibles que legitiman las prácticas patriarcales
en todos los ámbitos de la vida.

El patriarcado se moldea a través de un conjunto de prejui-


cios, ideas, símbolos, costumbres, prácticas, creencias, sistemas de va-
lores, organizaciones sociales, estructuras normativas e instituciones
que son de carácter constante y reproducen de generación a genera-
ción la desigualdad y la concepción de que los hombres son superiores
a las mujeres. La mujer tiene una práctica de subordinación al hombre
que le condiciona la vida entera.

Página 12 GÉNERO Y DISCRIMINACIÓN


Padre Nuestro que todo lo
Dominas: el patriarcado

El sistema patriarcal establece normas y estereotipos que


deben ser cumplidos para ser aceptado por la sociedad, por ejemplo,
una mujer debe ser un objeto de atracción sexual, un objeto de deseo;
su vida debe construirse en referencia a un hombre, debe ser la “mujer
de”, debe ser madre, una madre abnegada. Y de éstos se derivan: la
mujer debe ser frágil, las actividades relevantes se reservan a los hom-
bres, la mujer no debe hacer actividades o tareas “poco femeninas”,
etc. En estos estereotipos completamente arraigados se van dibujan-
do cotidianamente las formas de discriminación en múltiples áreas.

El patriarcado se apoya fundamentalmente en tres principios:


la autoridad del padre, la subordinación de las mujeres y la depen-
dencia de los niños y las niñas; es decir, el patriarcado se caracteriza
por la autoridad de los hombres por sobre las mujeres y sus hijos e
hijas en la unidad familiar. Pero para
que se ejerza esa autoridad, el pa-
triarcado, la lógica patriarcal, debe
dominar toda la organización de
la sociedad, en consecuencia la
autoridad del padre en la fa-
milia se apoya y se reproduce
simbólica y tangiblemente en
lo que sucede en el conjunto de
las instituciones que garantizan la
vida social.

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Padre Nuestro que todo lo
Dominas: el patriarcado

Patriarcado y capitalismo

El patriarcado surge antes del capitalismo. El origen del


patriarcado puede configurarse con la aparición de la propiedad pri-
vada y la división de la sociedad en clases. El capitalismo lo hereda
cómodamente y lo acentúa.

El patriarcado le ha sido útil al capitalismo. Este sistema


que explota a millones de millones de personas para beneficio eco-
nómico de unos(as) pocos(as) privilegiados(as). La condición específica de
sometimiento de las mujeres le ha sido muy útil a la acumulación del
capital. Las mujeres han constituido mano de obra barata, cobran sa-
larios inferiores a los hombres, miles de ellas trabajan en condiciones
infrahumanas y también somos las principales ejecutoras del trabajo
doméstico no remunerado.

Por otro lado, dado que el patriarcado nos erigió como seudo-
reinas en el predio de lo privado, en todos los sistemas, las mujeres
hemos sido las principales responsables de la crianza de los niños, las
niñas y los(as) adolescentes, hemos sido quienes les inculcamos sus
valores primarios, sus intereses y sus falsas necesidades. Para una socie-
dad como la capitalista donde se encuentran mercantilizados todos
los aspectos de la vida, y dicha mercantilización debe aumentar sin
descanso el nivel de consumo de sus integrantes, la mujer juega un
papel significativamente importante. La mujer alienada y sumergida
sumisamente en el sistema capitalista debe reproducir seres igualmen-
te alienados que entren en el proceso de acumulación de capital sin

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Padre Nuestro que todo lo
Dominas: el patriarcado

ni siquiera cuestionárselo. La alienación de la mujer es decisiva para la


acumulación del capital. Hemos sido una aterradora forma de publici-
dad viviente convocando, llamando y practicando el consumo. No en
balde existe tanto esfuerzo en la sociedad de consumo en el diseño de
campañas y productos destinados a la mujer y a lo que ella se circuns-
cribe con mayor fuerza, el ámbito privado.

Y ello a su vez se replica con el propio sistema patriarcal,


donde las mujeres jugamos inconscientemente el papel de reproducto-
ras y multiplicadoras de todos los valores, creencias y configuraciones
de conducta patriarcal, de generación en generación. En el patriar-
cado y el capitalismo, somos entonces explotadas y oprimidas y, a la
vez, somos reproductoras, mensajeras y predicadoras ciegas de estos
sistemas.

Actividad

En el seno de la agrupación comunitaria a la que per-


teneces, plantea la siguiente actividad: la balanza del poder en
nuestra organización. Entendiendo como ejercicio del poder la
incidencia directa en la toma de decisiones, control y dirección de
las acciones que se impulsan en el seno de la organización o agru-
pación comunitaria, no sólo a la participación o integración del
grupo como tal.

ESCUELA DE FORMACIÓN PARA LA ORGANIZACIÓN COMUNITARIA Página 15


Padre Nuestro que todo lo
Dominas: el patriarcado

Van a realizar un conjunto de preguntas que partan de


la diferenciación sexual en cuanto al ejercicio del poder en el seno
de la organización y la toma de decisiones trascendentes a todo el
colectivo que integra la organización.

Por ejemplo:

■ ¿Quiénes representan principalmente a la organización ante


los organismos públicos u otras instancias más allá de la comunidad?
¿Los hombres o las mujeres?

■ ¿Quiénes toman las decisiones con relación a qué proyectos o


actividades realizar de forma prioritaria? ¿Los hombres o las mujeres?

■ ¿Quiénes deciden sobre el presupuesto o los aspectos econó-


micos de la agrupación? ¿Los hombres o las mujeres?

■ ¿Cómo se toman las decisiones? ¿De qué manera participan


los hombres en ello? ¿De qué manera las mujeres?

A partir de los resultados, propiciar una reflexión sobre el


equilibrio o no en la balanza y buscar concienzudamente cambios de
prácticas que apunten a un equilibrio en la participación del ejercicio
del poder, tanto por parte de los hombres, como de las mujeres.

Página 16 GÉNERO Y DISCRIMINACIÓN


Capitalismo, mujer y pobreza

El capitalismo y el patriarcado son sistemas que se han dado


la mano como estructuras de opresión y dominio de los y las humanas,
especialmente de estas últimas. Para el capitalismo, la mujer es un instru-
mento de consumo y una herramienta de reproducción de sus valores,
símbolos y creencias.

El capitalismo, como sistema socioeconómico y sociocultural,


donde prevalece la propiedad privada por sobre la colectiva o la pública
o la mixta, donde existe una estructura de clases signada por privilegios
otorgados a unas minorías sobre la explotación y pobreza de las grandes
mayorías, donde existe el trabajo alienado que produce plusvalía, donde
los principales valores están asociados al enriquecimiento material, a la
posesión de bienes suntuarios, al consumismo descontrolado, donde se
producen sistemáticamente desigualdades sociales en todos los ámbitos
de la vida. Un sistema clasista, racista, sexista. Un sistema que excluye de
la óptima participación en los diversos planos de la vida pública (educa-
ción, política, economía, etc.) a las grandes mayorías empobrecidas, que
el propio sistema produjo. Un sistema centrado en el dinero y no en las
personas. Un sistema así, sólo ha alejado cada vez más a las mujeres de
sus posibilidades de desarrollo personal y colectivo. Ha generado –dadas
las discriminaciones preexistentes del propio sistema patriarcal- un incre-
mento y acentuación de la pobreza femenina.

En palabras de Iraida Vargas: “El individualismo, el egoísmo, la


especulación, la negación de la diversidad y el consumismo globalizados

ESCUELA DE FORMACIÓN PARA LA ORGANIZACIÓN COMUNITARIA Página 17


Capitalismo, mujer y pobreza

son las ‘huellas dactilares’ del capitalismo hoy día, mientras la fuerza de
trabajo femenina se ha convertido en la más explotada. Esta condición ha
fortalecido como nunca antes y auspiciado viejas y nuevas instituciones y
prácticas patriarcales y, simultáneamente, ha perpetuado y hecho cada vez
más fuertes los prejuicios culturales hacia las mujeres que existen desde
hace milenios. Y ha hecho todo esto de manera solapada y con careta,
bajo la consigna de la supuesta ‘igualdad de oportunidades’ para todos y
todas, apelando a la ‘democracia’ y a los valores democráticos”.

Pobreza y género

La mayoría de los indicadores de la pobreza lo hacen desde


una perspectiva exclusivamente material, bien sea por los ingresos mone-
tarios de la persona o familias, bien sea por el acceso y posesión de deter-
minados bienes materiales, bien sea por la satisfacción de determinadas
necesidades básicas. Sin embargo, la pobreza es un fenómeno multidi-
mensional que involucra elementos tanto materiales como no materiales,
elementos de carácter simbólico y cultural que se manifiestan de diversas
maneras: insuficiencia de ingresos económicos, privación de oportunida-
des, restricción de libertades, vulneración de derechos, falta de poder de
decisión en todos los aspectos de la vida, entre muchos otros aspectos.

Una de las fuertes críticas que se realizan desde el feminismo a


los sistemas de medición de la pobreza es que se tome únicamente como

Página 18 GÉNERO Y DISCRIMINACIÓN


Capitalismo, mujer y pobreza

unidad de análisis y medida el hogar, sin reconocer las brechas a nivel de


género y de edad y las relaciones de poder asimétricas que existen en su
interior.

Las desigualdades de género y la división sexual del trabajo que


ocurre en el seno de los hogares condicionan el acceso y el control de los
recursos materiales, las relaciones sociales y la participación en la toma de
decisiones tanto dentro del hogar como fuera de él. La pobreza se vive de
forma diferenciada en el caso de las mujeres.

Feminización de la pobreza

Se conoce con este término el creciente incremento de mu-


jeres en las estadísticas de pobreza y extrema pobreza a escala mundial.
Derivado de las múltiples formas de discriminación que viven las mujeres
y, a su vez, de las condiciones de explotación a las que somete el sistema
capitalista tanto a hombres como a mujeres, se hace mucho más cuesta
arriba o difícil que las mujeres puedan superar situaciones de pobreza y
extrema pobreza.

Esta discriminación se traduce en un reparto desigual de los


recursos en áreas como: la alimentación, la formación, la información, la
salud, la salud sexual y reproductiva, el acceso al empleo, la participación,
entre otros aspectos. Y supone en las vidas de las mujeres un creciente em-

ESCUELA DE FORMACIÓN PARA LA ORGANIZACIÓN COMUNITARIA Página 19


Capitalismo, mujer y pobreza

pobrecimiento material y espiritual, el empeoramiento de sus condiciones


de vida y la vulneración de sus derechos fundamentales. Y por supuesto,
condiciones estructurales que le dificultan a ella y a sus generaciones salir
o superar la pobreza y la extrema pobreza.

Algunas cifras que arroja Naciones Unidas dan cuenta de esta


realidad:

■ De los 1.300 millones de personas que viven en situación de po-


breza en el mundo, más del 70% son mujeres

■ Las mujeres constituyen dos tercios de la población analfabeta


mundial (600 millones de mujeres)

■ Sólo un tercio de las actividades que realizan son remuneradas.


Las mujeres realizan un 67% de las horas trabajadas en el mundo y reci-
ben sólo el 10% de los ingresos generados

■ Poseen el 1% de las propiedades a escala mundial

■ Al año, mueren 600.000 mujeres por causas relacionadas con el


embarazo y el parto

■ Cada día se practican 50.000 abortos en condiciones de riesgo


para las mujeres

■ La población femenina representa la mitad del electorado y sólo


representa un 10% en los parlamentos del mundo

Página 20 GÉNERO Y DISCRIMINACIÓN


Capitalismo, mujer y pobreza

Si bien es cierto que se ha incrementado significativamente


la incorporación de las mujeres en el mundo del trabajo remunerado,
también es cierto, que ello ha ocurrido en las últimas décadas en pési-
mas condiciones para ellas. Las mujeres reúnen las características que el
mundo globalizado exige para el trabajo: flexibilidad, dispuestas a trabajar
en cualquier horario, dispuestas a trabajar a domicilio, son fáciles de des-
pedir, etc. De igual manera se han incrementado de forma abrumadora
la incorporación de la mujer a redes de trabajo remunerado de carácter
ilícito, tales como la trata, el tráfico, la prostitución, constituyendo funda-
mentalmente actividades de supervivencia.

Cuando comienza a escudriñarse en las estadísticas, desde una


perspectiva de género y se evidencia los ingresos y gastos, surgen algunos
aspectos interesantes, tales como:

■ La mayoría de las personas pobres, son mujeres

■ En familias que no son pobres ni excluidas, la renta no se distri-


buye de forma igualitaria entre sus integrantes

■ Los hogares donde el único sustento proviene sólo de las muje-


res (madres solteras, viudas, separadas y divorciadas), las condiciones de
vulnerabilidad son significativamente mayores

■ Las mujeres reciben menos protección social, menos seguridad


social, tienden a cargar sobre sí todas las responsabilidades y mayor res-
ponsabilidad en la gestión de los recursos.

ESCUELA DE FORMACIÓN PARA LA ORGANIZACIÓN COMUNITARIA Página 21


Capitalismo, mujer y pobreza

Por ello, se hace necesario que las políticas, programas y pro-


yectos que se impulsen desde los países para la erradicación de la pobreza
y la extrema pobreza evidencien de forma diferenciada las particularida-
des y características de las mujeres, pues en éstas se encuentran raíces de
discriminación más profunda que acentúan la situación de pobreza, la
tornan más compleja y difícil de superar.

Ahora bien, en un sistema como el capitalista estas acciones


sólo constituyen paliativos a una problemática estructural cuya raíz de
solución está en la propia transformación y abolición de este modelo de
desarrollo.

Página 22 GÉNERO Y DISCRIMINACIÓN


EL FEMINISMO

El otro día estábamos conversando en la comunidad. Adela le decía


a un grupo de compañeros y compañeras que había que incluir en el consejo comu-
nal algunas actividades y acciones para enfrentar el problema tan frecuente en el
barrio de violencia contra la mujer. En eso, se armó una discusión fuerte porque
algunos hombres y mujeres no estaban de acuerdo, pues consideraban que ese era
un asunto privado de las parejas y “que cada quien hace de su vida un saco”.
Adela y otros compañeros y compañeras argumentaban que desde que existen leyes
que regulan la violencia contra la mujer, significa que ese es un problema público
y que por ende, los consejos comunales tienen inherencia y potestad de actuación.
Ahora bien, de allí, se pasó a juzgar el por qué ocurre la violencia, apareciendo
situaciones muy contradictorias, pues unos(as) se inclinaban en que era culpa de la
propia mujer porque “no se daba a respetar”, porque “era masoquista”, y cosas
por el estilo. Sin embargo, Adela y su grupo argumentaban que era un problema
de poder en el que los hombres se consideraban con el derecho de dominar y
oprimir a las mujeres y por ende recurrían a la violencia como una herramienta
para ello, lo cual no era tan cuestionado porque desde chiquitos le estaban diciendo
que ser agresivos y ser violentos es bueno, normal y natural; además, que las
mujeres eran de “su propiedad”. En eso, salió Antonio diciéndole a Adela: -¡Ah
no vale!, ¡Ustedes son unas feministas! (a modo de insulto), lo que quieren es
hacer lo mismo que el machismo, salir ustedes a dominar y oprimir a los hombres.
¡Eso sí que no lo vamos a permitir!-. Adela le dijo: feminismo no es lo contrario
a machismo. El feminismo lo que busca es que nos relacionemos en condiciones de
igualdad –respetando nuestras diferencias-, sin dominio, ni opresión, ni humilla-
ción, ni maltratos por ninguna de las partes.

ESCUELA DE FORMACIÓN PARA LA ORGANIZACIÓN COMUNITARIA Página 23


EL FEMINISMO

¿Qué es el feminismo?

El feminismo se distingue por ser formas de expresión


enmarcadas en mirar y confrontar continuamente las relaciones des-
iguales entre hombres y mujeres. Son movimientos que alzan la voz
y la acción en contra de una de las formas de dominio y opresión
más antiguas de la humanidad: el patriarcado, en aras de abolirlo y
construir relaciones humanas entre hombres y mujeres más solidarias,
igualitarias, recíprocas, solidarias y cooperativas.

El feminismo apunta hacia la superación de la situación de


subordinación y sometimiento de las mujeres y propone un nuevo
modelo de sociedad basado en la igualdad real entre hombres
y mujeres.

Castells define el feminismo de la si-


guiente manera: “…entenderemos por feminismo
lo relativo a todas aquellas personas y grupos,
reflexiones y actuaciones orientadas a acabar
con la subordinación, desigualdad, y opresión
de las mujeres y lograr, por tanto, su emanci-
pación y la construcción de una sociedad en
que ya no tengan cabida las discriminaciones
por razón de sexo y género”. Es una ideología
plural y diversa con un sólo objetivo político:
transformar la situación de subordinación de
las mujeres en todo el mundo.

Página 24 GÉNERO Y DISCRIMINACIÓN


EL FEMINISMO

El feminismo es también un movimiento teórico que ha busca-


do incidir en la construcción y transformación del pensamiento de discri-
minación y opresión hacia las mujeres. Por ello, el feminismo ha buscado
influir e incidir directamente en la construcción teórica del pensamiento,
de cara a la transformación efectiva de estas realidades. Así como existen
prácticas históricamente patriarcales, asimismo existen estructuras y for-
mas de pensamiento patriarcal.

Si bien el feminismo es un movimiento que lucha por la igual-


dad de la mujer frente al hombre, se han generado diferentes expresiones
o feminismos a través del tiempo atendiendo a intereses de clase. La mu-
jer en general sufre discriminaciones culturales, políticas y económicas;
sin embargo, hay diferencias de clase que causan opresión en unas más
que otras. Se evidencia cuando las feministas de la clase burguesa, apoyan
sus acciones en la búsqueda de reivindicaciones para la mujer sin conside-
rar y sin cuestionar el orden injusto que oprime más a la mujer pobre y
explotada.

La lucha de las mujeres… Un poco de historia

El feminismo surge como un proceso de organización y lucha


de las mujeres para alcanzar su liberación, para despojarse de los procesos
de marginación, discriminación, opresión y dominio al que han estado
sometidas durante siglos.

ESCUELA DE FORMACIÓN PARA LA ORGANIZACIÓN COMUNITARIA Página 25


EL FEMINISMO

En las primeras décadas del siglo XX, el feminismo atravesó la


historia, los países y los continentes, agitó con sus consignas y acciones
a los pueblos y a los Estados. Las revolución industrial y burguesa, el
desarrollo del capitalismo, las bases teóricas y prácticas del socialismo,
el movimiento obrero, el colonialismo y cuantos acontecimientos se de-
sarrollaron en el mundo para esta época no pueden entenderse sin la
presencia y el protagonismo de las mujeres.

A continuación, de forma breve, realizaremos un paseo por


diversos momentos del movimiento feminista a lo largo de la historia:

La Querella de las Mujeres (Querelle des Femmes)

Considerado como una trayectoria del pensamiento, un movi-


miento filosófico y literario, la Querella ocupó parte de Edad Media y toda
la Edad Moderna hasta la Revolución Francesa. En esa época Europa
estuvo atravesada por una corriente misógina que subvaloraba el saber de
las mujeres argumentando una “inferioridad biológica o natural”. Fueron
totalmente relegadas del espacio público. Algunas mujeres, que por su
condición de nobleza o por poseer grandes riquezas, pudieron ser edu-
cadas, se rebelaron contra esas ideas y escribieron. Nace así la Querella.
Un encuentro dialéctico donde se debatían estos planteamientos de la
supuesta inferioridad de las mujeres.

Página 26 GÉNERO Y DISCRIMINACIÓN


EL FEMINISMO

Algunas representantes significativas de la Querella:

Christine de Pisan, con su libro La Ciudad de las Damas (1405),


donde refutaba los argumentos misóginos que defendían la inferioridad
de las mujeres

María de Gournay, Agravio de Damas (1626)

Poullain de la Barre, La Igualdad de los Sexos (1673)

Josefa de Amar y Borbón, Memorial Literario. Discurso en Defensa


del Talento de las Mujeres y de su Aptitud para el Gobierno y Otros (1786)

La Ilustración, la Revolución Francesa y las mujeres

El movimiento ilustrado, con sus tesis a favor de la universali-


dad, la libertad, el derecho natural, el contrato social y la razón, no incluía
en esos principios a las mujeres, por el contrario, las relegaba explícita-
mente. Dentro de sus exponentes más representativos se encuentra Jean
Jacques Rousseau quien fuera uno de los más importantes promotores de
una misoginia radicalizada. He aquí un extracto de su libro Emilio, que
refleja crudamente la radicalidad de sus planteamientos contra la mujer:

«No importa que únicamente sea fiel la mujer, sino que su ma-
rido la tenga por tal, sus parientes y todo el mundo; importa que sea

ESCUELA DE FORMACIÓN PARA LA ORGANIZACIÓN COMUNITARIA Página 27


EL FEMINISMO

modesta, recatada, atenta y que lo mismo los extraños que su propia con-
ciencia den testimonio de su virtud. Si es muy importante que el padre
ame a los hijos, también lo es que ame la madre a sus hijos. Estas son las
razones que constituyen la apariencia misma como una obligación de las
mujeres, siéndoles la honra y la reputación no menos indispensables que
la castidad (...). El sostener de una manera vaga que son iguales los dos
sexos y que tienen las mismas obligaciones, es perderse en manifestacio-
nes vanas, sin decir nada que no se pueda rechazar (…). Agradarles, serles
útiles, hacerse amar y honrar de ellos, educarlos cuando niños, cuidarlos
para mayores, aconsejarlos, consolarlos, hacerles grata y suave la vida son
las obligaciones de las mujeres en todos los tiempos, y esto es lo que
desde su niñez se les debe enseñar(...). El hombre dice lo que sabe, y la
mujer dice lo que agrada; el uno para hablar necesita conocimiento y la
otra gusto; el principal objeto de él deben ser las cosas útiles, y el de ella
las agradables (...). Todo lo que tiende a generalizar las ideas, no es propio
de mujeres; sus estudios se deben referir a la práctica, y les toca a ellas
aplicar los principios hallados por el hombre y hacer las observaciones
que le conducen a sentar principios (...) es necesario que estudie el espíritu
del hombre, no en general y en abstracto, sino el de los hombres de su
entorno y a quienes está sujeta, sea por ley, sea por opinión»

El lema de la Revolución Francesa: libertad, igualdad y fraternidad,


no incluía en absoluto a las mujeres. No sólo eso, en ese contexto fueron
más limitados aún los derechos de las mujeres –sobretodo para frenar el
avance de las que se habían organizado en pro de su liberación y emanci-

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EL FEMINISMO

pación-. Es así como se cerraron los Clubes de Mujeres –espacios po-


líticos donde las mujeres debatían sobre las ideas de la Revolución- y
se prohibió la presencia de éstas en cualquier tipo de actividad política.
En 1791 Olympe de Gouges escribió la Declaración de los Derechos
de la Mujer y la Ciudadana, tomando como modelo la Declaración de
Derechos del hombre y del ciudadano (1789). Escribió un brillante
alegato a favor de las reivindicaciones de las mujeres que no habían
sido incluidas en la anterior. Por ello, murió en la guillotina en 1793.

Es de notar la obra de Mary Wollstonecraft, Vindicación de los


Derechos de la Mujer (1792), argumentando la igualdad de “especie” y
reclamando la ciudadanía de las mujeres y su derecho a la educación.
El texto se considera uno de los fundacionales del feminismo y es
donde éste se desvincula de la Ilustración. Es una respuesta a Rousseau,
enfrentando sus planteamientos.

El movimiento sufragista

Ya para el siglo XIX, el movimiento y acción de las muje-


res se centra en conseguir el voto y el feminismo comienza a cons-
tituirse como un movimiento organizado. En 1848, se lleva a cabo
la primera Convención de los Derechos de la Mujer, en Seneca Falls
(Nueva York). Tuvo como resultado la Declaración de Seneca Falls

ESCUELA DE FORMACIÓN PARA LA ORGANIZACIÓN COMUNITARIA Página 29


EL FEMINISMO

o Declaración de los Sentimientos. Esta Declaración tenía un diagnós-


tico preciso acerca de la discriminación de la mujer en los ámbitos
políticos, sociales y económicos, así como propuestas y alternativas
para poder sentar las bases de una nueva sociedad. Elementos como:
no poder votar, no poder ser electas, no ocupar cargos públicos, no
poder afiliarse a organizaciones políticas, no poder asistir a reuniones
políticas, no poder tener propiedades (los bienes eran transferidos al
marido), no poder dedicarse al comercio, no poder abrir negocios, no
poder abrir cuentas bancarias, etc.

En 1866 en Gran Bretaña, el movimiento feminista sufra-


gista presentó al Parlamento una petición que exigía la reforma del
sufragio. Fue rechazada y se crea la Sociedad Nacional pro Sufragio de
la Mujer en 1867.

Destacan John Stuart Mill y Harriet Taylor como figuras


más representativas del sufragismo femenino inglés siendo su prin-
cipal obra: La sujeción de la mujer (1869), de la cual citamos el texto
siguiente:

«El principio que regula las relaciones actuales entre los sexos, la
subordinación legal de un sexo al otro es injusto en sí mismo y es actualmente uno
de los principales obstáculos para el progreso de la humanidad»

Página 30 GÉNERO Y DISCRIMINACIÓN


EL FEMINISMO

En 1918 las mujeres inglesas consiguen el derecho al voto. En


Estados Unidos, se logra en 1920. Sin embargo, con algunas restricciones.
Algunos ejemplos del logro del sufragio femenino:

■ Nueva Zelanda: 1893

■ España: 1931

■ Turquía: 1934

■ Pakistán: 1954

■ Estados Unidos: 1965 (desde 1920 podían votar las mujeres, pero
sólo las de piel blanca)

■ Suiza 1971

■ Sudáfrica 1993 (desde 1930 votaban las de piel blanca).

El feminismo socialista

Las doctrinas socialistas de los siglos XIX y XX ponen sobre el


tapete otra visión de los planteamientos feministas, dado que se visibiliza
la doble discriminación, la discriminación por sexo y la discriminación
por clase.

ESCUELA DE FORMACIÓN PARA LA ORGANIZACIÓN COMUNITARIA Página 31


EL FEMINISMO

En 1870 se crearon los primeros sindicatos femeninos. Emma


Paterson creó la “Liga Protectora y Previsora de la Mujer” (1874).

En 1843, Flora Tristán publica Unión Obrera, en el que dirige su


discurso a las mujeres del pueblo y a las obreras y desarrolla la idea de que
los males que aquejan al mundo se deben al significativo desprecio con
el que se han asumido los derechos de las mujeres. Sin embargo, Flora
Tristán hace énfasis a su vez en que son las mujeres de la clase obrera
quienes sufren mayores discriminaciones.

Tres mujeres tuvieron especial participación en las luchas so-


cialistas por la transformación del mundo, pero a su vez, en las luchas de
las mujeres. Clara Zetkin (1857 – 1933) quien fue una clara defensora del
internacionalismo socialista de carácter feminista. Ella fue quien, junto
con otras de sus compañeras propuso y logró la celebración del día inter-
nacional de la mujer trabajadora. Rosa Luxemburgo (1871-1919), quien
fue excelente pedagoga y multiplicadora de los principios políticos y teó-
ricos del socialismo, intelectual y además, militó activamente por la paz,
y Alejandra Kollontai (1872-1952) participante activa de las Conferencias
Internacionales de Mujeres Socialistas. Ella fue quien definió mejor qué
revolución necesita la mujer:

«No basta con la abolición de la propiedad privada y con que la mujer


se incorpore a la producción; es necesaria una revolución de la vida cotidiana y de las
costumbres, forjar una nueva concepción del mundo, y muy especialmente, una nueva
relación entre los sexos.»

Página 32 GÉNERO Y DISCRIMINACIÓN


EL FEMINISMO

El Segundo Sexo, Simone de Beauvoir

Este texto marca un hito en la historia del feminismo, llama-


do por muchas(os) “la biblia del feminismo”, pues se considera que por
primera vez un texto expresa con mucha precisión la esencia y existencia
de lo que significa ser mujer. La frase «no se nace mujer, se llega a serlo»
inicia una nueva etapa del feminismo. Es la primera en conceptualizar el
género y en diferenciar lo biológico de lo cultural. El feminismo inicia una
nueva etapa en la lucha de las mujeres por la emancipación. En palabras
de la propia Simone de Beauvoir:

«El enunciado mismo del problema (¿qué es una mujer?) me sugiere inme-
diatamente una primera respuesta. Es significativo que me lo plantee. A un hombre
no se le ocurriría escribir un libro sobre la situación particular que ocupan los varones
en la humanidad. Si me quiero definir, estoy obligada a declarar en primer lugar: “soy
una mujer”, esta verdad constituye el fondo sobre el que se dibujará cualquier afirma-
ción. Un hombre nunca empieza considerándose un individuo de un sexo determinado:
se da por hecho que es un hombre (...) La relación entre ambos sexos no es la de dos
electricidades, dos polos: el hombre representa al mismo tiempo el positivo y el neutro,
hasta el punto que se dice “los hombres” para designar a los seres humanos, pues el
singular de la palabra viril se ha asimilado al sentido general de la palabra homo. La
mujer aparece como el negativo, de modo que toda determinación se le imputa como una
limitación, sin reciprocidad. A veces me he sentido irritada en una discusión abstracta
cuando un hombre me dice: “usted piensa tal cosa porque es mujer”; yo sabía que mi

ESCUELA DE FORMACIÓN PARA LA ORGANIZACIÓN COMUNITARIA Página 33


EL FEMINISMO

única defensa era contestar: “lo pienso porque es verdad”, eliminando así mi subjeti-
vidad; no podía replicar: “y usted piensa lo contrario porque es hombre”, pues se da
por hecho que ser hombre no es una singularidad; un hombre está en su derecho de ser
hombre, la que se equivoca es la mujer. (...) La mujer tiene ovarios, útero; se suele decir
que piensa con las glándulas. El hombre olvida olímpicamente que su anatomía tam-
bién incluye hormonas, testículos. Percibe su cuerpo como una relación directa y normal
con el mundo, que cree aprehender en su objetividad, mientras considera el cuerpo de
la mujer lastrado por todo lo que lo específica: un obstáculo, una prisión. “La hembra
es hembra en virtud de una determinada carencia de cualidades” decía Aristóteles.
“Tenemos que considerar el carácter de la mujer como naturalmente defectuoso”. Y
Santo Tomás decreta a continuación que la mujer es un hombre “fallido”, un ser “oca-
sional”. Es lo que simboliza la historia del Génesis, donde Eva aparece como sacada
(...) de un “hueso supernumerario” de Adán. La humanidad es masculina y el hombre
define a la mujer, no en sí, sino en relación con él; la mujer no tiene consideración de
ser autónomo. (...) La mujer se determina y se diferencia con respecto al hombre y no a
la inversa; ella es lo inesencial frente a lo esencial. Él es el ser Sujeto, es el Absoluto:
ella es la Alteridad (...)”.

A mediados del siglo XX, el movimiento feminista vuelve a


organizarse, luego de un período de declive fundamentalmente generado
por la guerra. Se cristaliza el Movimiento Organizado de Mujeres, siendo
una de sus organizadoras Betty Friedan quien escribe el libro Mística de
la Feminidad (1965) que tuvo gran influencia en el feminismo de la época.
Allí la autora realiza una explicación de los factores que han intervenido
en la sociedad norteamericana (educación, economía, medios de comuni-

Página 34 GÉNERO Y DISCRIMINACIÓN


EL FEMINISMO

cación) que incidieron en una “vuelta al hogar” por parte de las mujeres
norteamericanas. Veamos un extracto del libro de Friedan:

«Para que la mística de la feminidad haya “lavado el cerebro” de las mujeres


norteamericanas, suprimiendo en ellas cualquier fin humano no sexual durante más de
quince años, tiene que haber satisfecho verdaderas necesidades en quienes la utilizaron para
inculcarla en otras personas y en las personas que la aceptaron para ellas mismas. Un día
cuando me hallaba enfrascada en el examen de varios puntos de vista que estos informes y
análisis habían aportado a los anunciantes americanos durante los últimos quince años, fui
invitada a almorzar por el hombre que dirige este trabajo de investigación motivacional. Me
había ayudado tanto descubriéndome las fuerzas comerciales que se ocultan tras la mística
de la feminidad, que también yo me creía obligada a ayudarle a él. Ingenuamente le pregunté
por qué, puesto que encontraba tan difícil dar a las mujeres una verdadera sensación de
iniciativa y éxito dedicándose a las faenas del hogar y mitigar el sentimiento de culpabili-
dad, su desilusión y sus frustraciones, haciéndolas comprar más “cosas”, no las animaba a
comprar cosas que realmente valieran la pena, de manera que tuvieran tiempo para salir
de casa y perseguir objetivos verdaderamente creativos en el mundo. Respondió: ‘Nosotros
hemos ayudado a la mujer a que vuelva a descubrir el hogar como expresión de su iniciativa
creadora. Le ayudamos a ver el hogar moderno como el estudio de un artista, el laboratorio
de un sabio’ (...) En una economía libre –continuó— tenemos que aumentar la necesidad
de nuevos artículos. Y para conseguir esto tenemos que hacer que la mujer sienta la necesidad
de estos nuevos artículos. Las ayudamos a redescubrir que las faenas del hogar son más
creativas que competir con los hombres. Esto puede conseguirse. Nosotros les vendemos lo
que deberían necesitar, despertamos sus deseos subconscientes, los provocamos. El problema
principal es hacer que la mujer no se asuste de lo que podría pasar si no tuviera que pasar
tanto tiempo cocinando y limpiando».

ESCUELA DE FORMACIÓN PARA LA ORGANIZACIÓN COMUNITARIA Página 35


EL FEMINISMO

Feminismo de la diferencia y feminismo de la igualdad

En los años 70 surge el llamado feminismo de la diferencia sexual.


Este feminismo propone identificar y defender la identidad propia de las
mujeres, así como potenciar los valores femeninos explorando el incons-
ciente al margen de las estructuras patriarcales, con el objetivo de crear
sociedades más cercanas a la llamada “esencia femenina”.

Consideran que los avances por igualar los derechos con los
hombres, no conducen propiamente a la liberación femenina como tal,
pues en ese proceso de luchar por los mismos derechos que tienen los
hombres tiende a perderse la diferencia con ellos y además, a homogenei-
zar a las mujeres entre sí. Es un feminismo que apunta a la construcción
de un nuevo referente, completamente femenino.

El feminismo de la igualdad, promueve por el contrario la igualdad


de derechos y oportunidades entre hombres y mujeres.

Nuevas tendencias del feminismo

El feminismo o los feminismos, tal como hemos visto, han


ido variando y diversificándose progresivamente a lo largo de la histo-

Página 36 GÉNERO Y DISCRIMINACIÓN


EL FEMINISMO

ria, dados los elementos del contexto, las discusiones y reflexiones


propias de un movimiento político en permanente transformación y
diversificación.

En los últimos tiempos, han surgido nuevas construcciones


del feminismo, tales como:

El ecofeminismo el cual establece una relación directa en-


tre la explotación de la naturaleza y la explotación de las mujeres,
partiendo de la premisa que sostiene que la mujer está estrechamente
vinculada con la naturaleza por ser la dadora de la vida, conectada con
el cuido y la más oprimida.

El feminismo poscolonialista (o multicultural) surge aso-


ciando semejanzas entre la lucha por la independencia y las luchas de
las mujeres. Critica las posturas etnocéntricas o eurocéntricas.

El feminismo negro considera los aspectos raciales y étni-


cos, que en el caso de las mujeres, supone particularidades culturales y
particulares formas de discriminación y opresión.

El feminismo lesbiano que se evidencia en


los años 90. Este feminismo pone en cuestio-
namiento los supuestos heterosexuales que
imponen la sociedad patriarcal e incluso
algunos feminismos. Su lucha es por
una absoluta libertad sexual.

ESCUELA DE FORMACIÓN PARA LA ORGANIZACIÓN COMUNITARIA Página 37


EL FEMINISMO

Feminismo no es lo contrario a machismo

Con muchísima frecuencia solemos escuchar a una mujer


defendiendo sus derechos o hablando en pro de superar algún aspecto
que socava su dignidad, su libertad, sus posibilidades de expansión y de-
sarrollo, etc.… y sin embargo, al final agrega “y no vaya a pensarse que soy
feminista...”

De igual manera, encontramos a mujeres y a hombres expre-


sarse con relación al feminismo como si fuese lo opuesto al machismo, es
decir, que el feminismo lo que hace es “darle la vuelta a la tortilla”; esto
quiere decir: que las mujeres pasen a ser la opresoras y dominadoras y los
hombres los oprimidos y dominados.

No es fortuito que se construyan elementos de defensa contra


el feminismo. Quienes gozan de los privilegios que les otorga el poder no
lo entregan dócilmente porque “se dan cuenta
que eso es algo muy negativo contra otras
personas”. Por el contrario, generan múlti-
ples mecanismos de defensa para preservar
a toda costa el poder que considera les es
“naturalmente otorgado”.

Es así como se ha construido so-


cio-históricamente una campaña muy sutil

Página 38 GÉNERO Y DISCRIMINACIÓN


EL FEMINISMO

de desprestigio del feminismo en todos los contextos sociales, y sobre


todo con las propias mujeres.

Creencias como las siguientes abundan, aunque sean totalmen-


te falsas o erróneas:

■ Las feministas luchan contra los hombres

■ Todas las feministas son lesbianas

■ Las feministas son unas amargadas

■ Las feministas son unas mal vestidas, chancletudas y


despeinadas

■ Feminismo es lo contrario a Machismo

■ Las feministas son unas mujeres “poco femeninas”

■ Las feministas son unas resentidas, odian a los hombres

■ Las feministas quieren desaparecer a los hombres

«Todavía en nuestros tiempos la palabra feminismo da miedo. Todavía


ser “feminista” significa, para algunas mujeres, distanciarse de los hombres, ser una
mujer distinta, agresiva, amenazadora de la paz y de la convivencia. (...) Las críticas
sobre el feminismo y las feministas son hoy más sutiles y más subterráneas que en los
tiempos del sufragismo. Los ataques condicionan la vida personal de las mujeres y el
desarrollo de sus vidas cotidianas. Quizás porque no se entiende lo que significa ser

ESCUELA DE FORMACIÓN PARA LA ORGANIZACIÓN COMUNITARIA Página 39


EL FEMINISMO

feminista, quizás porque a veces sólo se analizan los aspectos más externos de su lucha,
sin intentar profundizar en las causas que la motivan. Para algunos, las feministas son
mujeres frustradas, sexual y afectivamente, que desembocan su fracaso personal hacia
un abusivo enfrentamiento entre los sexos. Para otros, son mujeres que quieren imitar
al “macho” y que renuncian a sus “naturales condiciones femeninas”. Hay quien
piensa que el feminismo es una revancha irracional contra la supremacía masculina,
una especie de machismo al revés. Para los que creen esto último, las feministas son
las amazonas de un matriarcado futuro que pretenden convertir el sexo masculino en
un siervo de sus ambiciones y propósitos. A lo largo de la historia de la humanidad,
ha habido pocos movimientos tan anatematizados, ridiculizados e incluso ignorados
como el feminista. Quizás porque el feminismo cuestiona las raíces más profundas de
las relaciones entre hombres y mujeres y apunta a una nueva manera de entender el
mundo».

Montserrat Roig, El Feminismo.

Página 40 GÉNERO Y DISCRIMINACIÓN


EL FEMINISMO

Actividad

En el seno de la agrupación comunitaria a la que pertene-


ces, propón un ejercicio de lluvia ideas para reflexionar sobre los
elementos que se manejan con relación a: ¿qué es o qué significa el
feminismo?

Se le reparte una ficha en blanco a todas las personas,


cada quien va a anotar en ella su respuesta.

Luego se leen colectivamente cada una de las respuestas


para evidenciar la visión positiva y la visión negativa con relación
al feminismo.

Se abre un proceso de reflexión al respecto, desmitifican-


do los aspectos negativos más comunes, indicados en el texto.

Para cerrar, con la reflexión final puede apuntarse a la


construcción colectiva de un concepto de feminismo o feminis-
mo con todos los aspectos que hayan salido como valoraciones
positivas.

ESCUELA DE FORMACIÓN PARA LA ORGANIZACIÓN COMUNITARIA Página 41


Socialismo Feminista

“¿Por qué decimos que en el capitalismo no


puede existir la equidad de género? Sencillamente porque
un sistema como el capitalista, estructuralmente desigual,
no puede propiciar ninguna forma de igualdad social. Ello
sería equivalente a pedirle al capitalismo que no base su
existencia en la explotación de una clase social sobre las
demás. Es necesario recordar que la inequidad de géne-
ro ha devenido consustancial con el sistema capitalista.
¿Cómo esperar que el sistema más inicuo y desigual que
ha existido hasta ahora en la humanidad pueda llegar a
reconocer y propiciar cualquier forma de equidad?”

Iraida Vargas (2008)

En el socialismo también ha sido relegada y puesta en


un segundo plano la liberación de la mujer. Y se ha mantenido, en la
estructura normativa de funcionamiento de la sociedad, la lógica y
dominio patriarcal.

En las experiencias socialistas anteriores, la lucha de clases,


la lucha contra la explotación y dominación económica, el control de
los medios de producción, el sostén del poder, etc., eran los elementos
que estaban en primer plano y siempre se consideró la lucha feminista
como algo de segunda importancia, que podía ser abordado después

Página 42 GÉNERO Y DISCRIMINACIÓN


Socialismo Feminista

de resolver y sostener los problemas importantes. Y cuando mucho,


se consideró que el principal paso y casi única acción de liberación de
la mujer era su incorporación a la clase trabajadora, su organización y
sus luchas. Considerando ingenuamente y no tanto, que con esto, se
liberarían del yugo patriarcal de lo doméstico o privado.

Aunque los movimientos de izquierda postergaron y su-


bordinaron la lucha ideológica feminista, es tiempo ya de develar
abiertamente y a viva voz, que es imposible hablar de socialismo,
manteniendo vigente y alimentando una cultura patriarcal opresiva y
humillante para lo que constituye la mitad de la población del mundo:
las mujeres. En nuestro país, vocero de la construcción del socialis-
mo del siglo XXI, este debe ser un punto central de la agenda polí-
tica. Desde el alto gobierno, hasta las instancias del poder popular y
viceversa.

No podemos hablar de igualdad, de justicia social, de


transformación humana, de pueblo, poder popular y
libertad, sin considerar un cambio estructural en los
sistemas culturales y normativos de nuestra sociedad
venezolana. Favorecer verdaderamente la cons-
trucción de un nuevo hombre y una nueva mujer
socialistas, igualitarios(as), liberadores(as) y no
opresores(as), en ningún predio de la vida, ni las
mujeres, ni los(as) niños(as), ni nadie.

ESCUELA DE FORMACIÓN PARA LA ORGANIZACIÓN COMUNITARIA Página 43


Socialismo Feminista

Iraida Vargas lo expresa del siguiente modo:

“Algo que debe ser necesariamente entendido por el liderazgo revolucio-


nario socialista, particularmente en Venezuela, es que la causa originaria de la
visión patriarcal de la sociedad es cultural; reside en la toma de posiciones sobre
el estatus de los géneros en la sociedad que comprometen al sujeto mismo, que se
trata de crear una nueva relación intersubjetiva que garantice la equidad en el
disfrute y ejercicio de los deberes y derechos que tienen los hombres y las mujeres
en la construcción de la sociedad socialista del siglo XXI. Para eliminar la política
burguesa del siglo XX es necesario diseñar y poner en práctica una revolución
cultural del siglo XXI que destruya los fundamentos de la concepción patriarcal
de la sociedad”.

Para ello, hay que tener la humildad de comprendernos den-


tro del sistema patriarcal, saber mirar hacia adentro para poder lim-
piar, para poder curar, para poder transformar. Preguntarse ¿realmente
soy igualitario(a)?, ¿quién cocina en mi casa?, ¿quién lleva la mayoría
de las cargas?, ¿quién se abandona a sí para dejar libre el camino de
los demás, incluyéndome?, ¿quién no cumple sus sueños y anhelos?,
¿quién es víctima de humillaciones y maltratos de forma recurrente?,
¿quién está, participa, pero no decide? Y así muchísimas preguntas…
Todo(a) el que se enuncie militante del socialismo, militante de la vida,
militante de la igualdad, debe comenzar a introducir este tema en su
agenda, en la casa, en el barrio, en las instituciones, en la calle, en los
sueños, en la lucha cotidiana.

Página 44 GÉNERO Y DISCRIMINACIÓN


Socialismo Feminista

Podríamos empezar, por ejemplo, por poner el tema en dis-


cusión en los consejos comunales, en las organizaciones políticas a
las que pertenecemos, en las instituciones públicas, en los medios de
comunicación, tanto los públicos gubernamentales, como los comu-
nitarios y alternativos. No basta con decir “todas y todos”, “ellas y
ellos”, etc. Y creer que simplemente es un cliché de moda en el lenguaje
político contemporáneo. El feminismo es un asunto de convicción política,
de comprensión socio-histórica, de tenacidad y fuerza vital cotidiana e
incansable, en todos, absolutamente todos los planos de la vida.

Así como el capitalismo, el patriarcado está muy sólidamente


tejido con hebras muy finas, nos penetra en lo consciente y lo incons-
ciente. Y es en este último plano sobre todo donde hay que hacer un
gran esfuerzo de toma de conciencia.

La rebeldía y liberación femenina es central en la agenda del


socialismo. Hagamos agenda entonces, en nuestras comunidades, en
las instituciones públicas, en las organizaciones políticas. Llevemos
los temas específicos de las problemáticas de las desigualdades entre
hombres y mujeres a la agenda concreta de nuestro trabajo cotidiano.

ESCUELA DE FORMACIÓN PARA LA ORGANIZACIÓN COMUNITARIA Página 45


Con el sexo nacemos, el género lo hacemos

“No se nace mujer, llega una a serlo”.

Simone de Beauvoir, 1949

Rosa y David son hermanos. Rosa tiene 8 años y David


7. Ambos estudian en la misma escuela. Les gusta estudiar y también
les gusta hacer deporte. En su escuela, las clases de educación física
las reciben por separado, las niñas con una profesora y los niños con
un profesor. Comúnmente, las niñas juegan voleibol y los niños fútbol
y básquetbol. En los recreos, las niñas suelen jugar por su lado y los
niños por el suyo. Sin embargo, a Rosa le ocurre que le gusta mucho
el fútbol y comenzó a jugar en el equipo de su hermano, durante los
recreos, ya que no podía ir a los entrenamientos formales porque no la
dejaban. Resultó que Rosa tenía muy buenas habilidades en el fútbol,
de hecho, era una de las mejores. A su hermano le encantaba que ella
jugara en su equipo y aunque vivían diciéndole que su hermana era
una “marimacha”, él le hacía poco caso al asunto. Sin embargo, hubo
muchos dimes y diretes y el asunto llegó a oídos del papá y la mamá de
Rosa. Quienes le prohibieron rotundamente volver a ir a los juegos de
fútbol de su hermano, porque ese deporte no es asunto de niñas, que
las niñas tienen que ser más delicadas y hacer cosas más acordes con
su rol, bordar, dibujar, coser, etc. Decidieron inscribirla en clases de
ballet y cerrar ese capítulo.

Página 46 GÉNERO Y DISCRIMINACIÓN


Con el sexo nacemos, el género lo hacemos

Tanto a Rosa como a su hermano les pareció absurdo e injusto,


pero no les quedó más que acatar la decisión de su padre y madre.

Muchas personas piensan que por el sólo hecho de nacer hombres


o nacer mujeres debemos ser de una manera determinada, con características
irrenunciables que en principio pertenecen irremediablemente al sexo del que
nacemos. Que prácticamente son condiciones que vienen “naturalmente”. Así
como “algo marcado por el destino”. Sin embargo, no hay nada más distante de la
realidad. Lo que cada persona es y desarrolla como estructura de personalidad,
en pensamientos, valores, actos, etc., se forma en un contexto social y cultural
que es variante, que le impregna a los sexos conductas sociales que no son fijas
y que se crean, refuerzan y acentúan en el proceso de socialización e intercam-
bio continuo que establecemos con los(as) otros(as).

El concepto de género hace alusión a las construcciones socio-


culturales de lo que se considera es el “deber ser” tanto de hombres, como de
mujeres. Este “deber ser” supone características, prácticas, actitudes, valores,
símbolos que están presentes en el funcionamiento cotidiano consciente e
inconsciente de hombres y mujeres y que en principio son socialmente acepta-
dos en un contexto de tiempo determinado.

Marcela Lagarde (1994) define al género como el conjunto de ca-


racterísticas y normas sociales, económicas, políticas, culturales, psicológicas
y jurídicas que son asignadas a cada sexo de forma diferencial. De allí la
denominación de género masculino y género femenino.

ESCUELA DE FORMACIÓN PARA LA ORGANIZACIÓN COMUNITARIA Página 47


Con el sexo nacemos, el género lo hacemos

Las categorías de género se interiorizan y aprenden durante la so-


cialización, en las que cada persona va forjando sus identidades a través de
elementos como la crianza, la educación, la cultura, la información recibida
por los medios, la publicidad, el permanente intercambio con los(as) otros(as),
etc. Este proceso inicia en la infancia, pero realmente ocurre, se consolida y se
transforma a lo largo de toda la vida.

Es así como desde muy pequeños y pequeñas nos enseñan “qué


es lo correcto y qué no de ser mujer” y “qué es lo correcto y qué no de ser
hombre”.

Un elemento central de esta denominación es su condición tem-


poral, es una construcción histórico-social. Es decir, no son criterios fijos,
inamovibles o imposibles de cambiar. Si la definición de lo que debe ser un
hombre o una mujer varía de hecho de acuerdo a la cultura y los momentos
históricos, quiere decir que podemos cambiarlo y transformarlo.

Ahora bien, este discurso del género, de la construcción social y


cultural de roles de género en la sociedad, adjudicados a cada uno de los
sexos, no es neutro, ni ausente de ideología. Las construcciones de género
son las herramientas que se utilizan desde diversas instituciones –educación,
familia, religión, normas, leyes, etc.,- para afianzar estructural, silenciosa y per-
manentemente el sistema patriarcal. Las construcciones de roles de género
moldean y perpetúan los elementos de contenido del sistema patriarcal que
posibilitan el dominio de los hombres sobre las mujeres.

Página 48 GÉNERO Y DISCRIMINACIÓN


Con el sexo nacemos, el género lo hacemos

Es así como desde niñas y niños se logra interiorizar valores que


dan cuenta de una supuesta inferioridad por parte de las mujeres y una supues-
ta superioridad por parte de los hombres. Esto llega a niveles tan complejos
como la legitimidad de la violencia contra las mujeres, pues así sea incluso a la
fuerza, debe garantizarse el ejercicio de ese poder “que les fue naturalmente
concedido”.

Esa relación de dominio y opresión que viven las mujeres en mu-


chos ámbitos de su vida, sólo por el hecho de ser mujeres, desde las cons-
trucciones conceptuales del género y los roles de género, se denominan,
desigualdades de género.

Estas desigualdades traducen claramente una situación de poder


que se manifiesta de forma directa no sólo a través de la violencia, sino que
se usan otros medios como el lenguaje, el dominio económico, la limitación
de libertades, etc.

De Oliveira (1998) plantea que las mujeres viven este fenómeno


fundamentalmente desde tres lugares: la sumisión, aceptando y obedeciendo
las normas y esquemas planteados por los hombres, asumiéndolo como algo
natural. En otras se desarrolla por la vía de la imposición, es decir, el dominio
masculino se ejerce a través de la violencia. Y otras lo viven en
permanente cuestionamiento, es decir, ofreciendo resisten-
cia a la dominación y buscando la defensa de derechos,
ya sea por la negación, la negociación o el conflicto
abierto.

ESCUELA DE FORMACIÓN PARA LA ORGANIZACIÓN COMUNITARIA Página 49


Con el sexo nacemos, el género lo hacemos

Las principales instituciones encargadas de la creación y


reproducción de roles de género que favorecen el sostén del sistema
patriarcal son fundamentalmente la educación, la familia, la religión,
las instituciones del Estado, las leyes y normas jurídicas, la estructu-
ración de la economía, etc. En todas existe una agenda oculta que
produce y reproduce roles de género que sostienen las desigualdades
y diferencias que conllevan a la discriminación, dominio y opresión
de las mujeres.

Sistema sexo-género

Es una propuesta de análisis que permite visibilizar y di-


ferenciar las relaciones que se construyen socialmente para los dife-
rentes sexos. Permite diferenciar las características que son físicas e
inamovibles con relación a aquellas que se derivan de construcciones
sociales.

Surge como contraposición al concepto de sexo, pero fun-


damentalmente a las tendencias, corrientes de pensamiento que le
adjudicaba a los comportamientos sociales de hombres o mujeres una
raíz de carácter biológico, por ende, indiscutible e irrenunciable. Y
ello por supuesto, tendencias que explicaban la subordinación de la
mujer desde una mirada exclusivamente biológica.

Página 50 GÉNERO Y DISCRIMINACIÓN


Con el sexo nacemos, el género lo hacemos

Sexo: diferencias y características biológicas, anatómicas,


fisiológicas y cromosómicas de los humanos y humanas que los(as)
definen como hombres y mujeres. Se nace con esas características,
son universales e inmodificables. Por ejemplo, sólo los hombres tie-
nen la capacidad de producir espermatozoides, únicamente las muje-
res tienen ovarios y matriz y pueden embarazarse.

Género: constituye el conjunto de ideas, creencias y atribu-


ciones sociales construidas en cada cultura en un momento histórico
determinado, tomando como base la diferencia sexual, a partir de
ello se construyen los conceptos de masculinidad y feminidad, los
cuales determinan el comportamiento, las funciones, oportunidades,
valoración y las relaciones entre hombres y mujeres. Son construc-
ciones socioculturales que pueden modificarse dado que han sido
aprendidas.

Prácticas, espacios y atributos

Patricia Ruiz Bravo plantea que en la construcción del con-


cepto de género, juegan un papel fundamental tres dimensiones: las
prácticas, los espacios y los atributos, ello en el marco de la radical
importancia que supone la distinción entre naturaleza y cultura.

ESCUELA DE FORMACIÓN PARA LA ORGANIZACIÓN COMUNITARIA Página 51


Con el sexo nacemos, el género lo hacemos

Las prácticas atribuidas a los sexos por razón de género: la mujer es la


madre, ama de casa, cuidadora del hogar, de la crianza de los(as) hijos(as).
El hombre es el proveedor económico y jefe del hogar (quien ejerce la
autoridad). Esta división primaria de prácticas, si bien ha variado porque
la mujer ha ingresado significativamente al mundo del trabajo, sigue sig-
nando los valores, expectativas y creencias primarias que se establecen
con relación al deber ser de hombres y mujeres. Desde esta raíz se torna
tan difícil la asunción de la corresponsabilidad doméstica por parte de los
hombres y la subvaloración del trabajo productivo que realizan las mu-
jeres. Sobre esta definición de prácticas se genera la división del trabajo,
que ha sido uno de los mecanismos o ejes con el que se ha consolidado y
extendido las formas de discriminación y opresión contra la mujer.

Los espacios: para el desempeño de las prácticas se han determi-


nado también espacios. En términos generales, a la mujer se le atribu-
ye el ámbito privado y al hombre el ámbito público. A la
mujer se le condena a la casa, en muchos casos se consi-
dera un riesgo o peligro que salga de ella. Se controla
su movimiento, se ve en éste un riesgo también en
la libertad del ejercicio de su sexualidad, la cual se
encuentra también totalmente controlada. Con los
hombres, ocurre que son condenados socialmen-
te si están en el ámbito privado, es cuestionada su
“hombría”, su “virilidad”: “Cocinar y limpiar es cosa
de mujercitas, estás dominado”.

Página 52 GÉNERO Y DISCRIMINACIÓN


Con el sexo nacemos, el género lo hacemos

Tanto para mujeres como para los hombres, salir de los roles
y espacios que le están señalados, supone a nivel personal cuestiona-
mientos, malestar, dudas, culpa, etc., pues son señalados(as) social-
mente, cuestionados(as), discriminados(as), humillados(as), etc.

Los atributos o características de personalidad son el tercer ele-


mento que permite entender la construcción del concepto de género.
Lo femenino se vincula con la emotividad, la dulzura, la comprensión,
la debilidad, la abnegación, el sacrificio y la renuncia. Lo masculino,
por el contrario, con la razón, la agresividad, el uso de la fuerza, el
ejercicio violento de la autoridad, el dominio y la posesión. La apa-
riencia y el manejo del cuerpo están signados por la presencia de estas
características. A las niñas se les viste de forma tal que su movimiento
se vea impedido.

Y no podemos dejar de reconocer algunas frases clásicas


como las siguientes:

■ “La mujer tiene que ser una mujer de su casa”

■ “Los hombres no lloran”

■ “Las mujeres no pueden andar por la calle”

■ “El hombre es la cara e imagen de la familia”

■ “Una madre es abnegada por excelencia”

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Con el sexo nacemos, el género lo hacemos

Diferencia y desigualdad

La existencia de diferencias no tiene que significar –invaria-


ble e inevitablemente- que las diferencias conllevan a desigualdades.
Por el contrario, la riqueza que da la diversidad cultural, la diversidad
de pensamiento, la diversidad de estructuras de personalidad, es real-
mente infinita y altamente valiosa para la construcción de sociedades
plurales y diversas.

Sin embargo, en el caso de la diferencias socialmente cons-


truidas en los roles de género asignados a hombres y mujeres, hay
desde el sistema patriarcal una situación de poder y desigualdad que
sí supone hasta ahora, desigualdades que vulneran básicamente los
derechos humanos de las mujeres.

Desde muy pequeños, los hombres aprenden que tienen


prácticamente todo permitido, y por el contrario, las mujeres apren-
den que no tienen todo permitido. Y de hecho, la gran mayoría de las
cosas que implican derechos humanos básicos no los tiene permiti-
dos, sólo por el hecho de ser mujer.

Con el proceso de socialización se interiorizan estas des-


igualdades, asumiendo que son “naturales”. Tanto hombres como
mujeres son premiados(as) y reconocidos(as) en cuanto más se
acercan a dichas prácticas socialmente condicionados. Y asimismo,

Página 54 GÉNERO Y DISCRIMINACIÓN


Con el sexo nacemos, el género lo hacemos

cuestionados(as), discriminados(as), rechazados(as) o humillados(as),


si se alejan de las mismas.

Relaciones de Género

El género es un término relacional, no es sinónimo del vocablo


mujeres u hombres, se refiere a la relación que se establece entre ellos(as)
y a la forma como la sociedad les atribuye comportamientos, valores,
actitudes, prácticas, etc. Relaciones que suponen fundamentalmente des-
igualdad e inequidad.

Las relaciones socialmente construidas desde la perspecti-


va o enfoque de género pueden ser entre hombres y mujeres (intergé-
nero) o también entre hombres y hombres o entre mujeres y mujeres
(intragénero).

Ahora bien, estas son relaciones signadas fundamentalmente


por la desigualdad. Todo lo relacionado con lo femenino está subvalorado
y discriminado. Hay sin duda una relación de poder, tal como lo establece
Scott (1990): “El género es el campo primario dentro del cual o por me-
dio del cual se articula poder. No es el único, pero parece haber sido una
forma persistente y recurrente de facilitar la significación de poder en la
tradiciones occidental, judeo cristiana e islámica”.

ESCUELA DE FORMACIÓN PARA LA ORGANIZACIÓN COMUNITARIA Página 55


Con el sexo nacemos, el género lo hacemos

Práctica productiva

Se consideran las actividades que generan ingresos económicos


en dinero o especie. Que producen bienes y servicios para el comercio o
para el autoconsumo, por ejemplo, actividades agrícolas, comerciales o
industriales. Son actividades socialmente reconocidas, generan, estatus,
poder. En esta práctica se había circunscrito fundamentalmente a los
hombres. Sin embargo, esa es una realidad significativamente cambiante
pues cada vez son más las mujeres incorporadas al mundo del trabajo
productivo remunerado.

Ahora bien, esta incorporación de la mujer al mundo del traba-


jo también ha ocurrido en el marco de muy importantes desigualdades,
generando problemas como:

La doble o triple jornada: muchas mujeres han ingresado al


ámbito laboral y de generación de ingresos económicos. Sin embargo,
también sigue estando bajo su responsabilidad el cuido del hogar, el cuido
y crianza de los(as) hijos(as), etc., significando grandes esfuerzos físicos y
emocionales que atentan contra su salud e integridad física y emocional.

Desigualdad en el tipo de trabajo: Siguen existiendo trabajos


que son para hombres y trabajos que son para mujeres. Normalmente,

Página 56 GÉNERO Y DISCRIMINACIÓN


Con el sexo nacemos, el género lo hacemos

los desarrollados por mujeres suponen menor remuneración, peores con-


diciones laborales y menos estabilidad laboral.

Práctica reproductiva

Hace alusión a todas las acciones, actividades y tareas que im-


plican el cuido y administración de lo privado-doméstico. La crianza de
los hijos(as), el cuido del hogar, el cuido de los(as) ancianos, etc. Estas
prácticas han sido adjudicadas fundamentalmente a las mujeres.

Actividad

En el seno de la agrupación comunitaria hagamos un ejerci-


cio de construcción de la historia de relaciones de género de los(as) in-
tegrantes de la agrupación, tratando de tener una mirada retrospectiva
del tema. Algunas preguntas generadoras pueden ser las siguientes:

■ ¿Cómo se trataban tus familiares más cercanos? ¿cómo era el


trato hacia los hombres y cómo era el trato hacia las mujeres?

■ ¿Qué características de género estaban presentes en estos


tratos?

■ ¿Qué aprendió de ellos y ellas?

ESCUELA DE FORMACIÓN PARA LA ORGANIZACIÓN COMUNITARIA Página 57


Con el sexo nacemos, el género lo hacemos

■ ¿Qué cosas podía hacer yo que él no podía?

■ ¿Qué cosas podías hacer yo que ella no podía?

■ ¿Qué aprendí en mi escuela y mi comunidad sobre lo que


debe hacer un hombre y lo que debe hacer una mujer?

Al finalizar cada pregunta que se formule, abrir un espacio


de intercambio tratando de develar aspectos comunes, reflexionando
sobre las desigualdades, las injusticias, etc.

Página 58 GÉNERO Y DISCRIMINACIÓN


Otras Masculinidades son Posibles

“La masculinidad es el conjunto de atributos,


valores, funciones y conductas que se suponen esenciales al
hombre en una cultura determinada. En referencia a la
masculinidad nos referimos a todo aquello que los hombres
dicen, piensan y hacen para definirse y distinguirse a sí
mismos como hombres. Dentro de la categoría de género,
la masculinidad es un conjunto de atributos, valores, fun-
ciones y conductas que se suponen esenciales al hombre en
una cultura determinada; en tal sentido reconocemos que
existen múltiples modelos para decirse, pensarse y hacerse
para definirse como hombres, por lo tanto reconocemos una
multiplicidad es decir diversas masculinidades. Sin embar-
go, en el marco de una sociedad patriarcal, que caracteriza
a las sociedades actuales, existe un Modelo Dominante de
Masculinidad que llamaremos Masculinidad Hegemónica,
en el cual representa al hombre como “superior”, que pue-
de discriminar y subordinar a la mujer y a otros hombres
considerados diferentes, prevaleciendo por sobre otras cons-
trucciones masculinas.”

Jaime Tellería Huayllás.

ESCUELA DE FORMACIÓN PARA LA ORGANIZACIÓN COMUNITARIA Página 59


Otras Masculinidades son Posibles

Masculinidades
He allí un punto de partida. No podemos hablar de la
existencia de un solo y único modelo de hombre, menos aún de su
abolición y proponer la construcción de un “modelo unitario”. En la
masculinidad existen múltiples identidades y esa diversidad es parte
de la riqueza de los aspectos transformadores que pueden darse en el
universo de ser y llegar a ser hombre.

El análisis de las masculinidades debe pasearse inevitable-


mente por las particularidades socioculturales y psicológicas que le
imprimen aspectos como la clase social, origen étnico, región de
origen y/o residencia (rural, urbana, indígena), entre otros aspectos.
Pues estas diferenciaciones inciden directamente en la caracteriza-
ción de los modelos de masculinidad existentes y de los procesos de
transformación que se están dando en algunos de éstos.

Categorizar a la masculinidad como una sola, es un cami-


no directo hacia la invisibilización y discriminación de otras formas,
otros modos de masculinidad que existen y conviven diariamente con
nosotros(as).

Cuando se erige y legitima en la sociedad un sólo modelo


de masculinidad, como el modelo válido, inevitablemente los otros
modelos existentes pasan a ser cuestionados, deslegitimados y dis-
criminados. Entran en la clandestinidad o son sólo aceptados por
minorías o grupos cerrados. Tales como los homosexuales, los hom-

Página 60 GÉNERO Y DISCRIMINACIÓN


Otras Masculinidades son Posibles

bres con tendencias más igualitarias con las mujeres, los hombres
feministas, etc.

Por ejemplo, la homosexualidad, la bisexualidad masculina


y la transexualidad masculina son una forma de masculinidad. Sin
embargo, estos modelos no son aceptados ni tolerados porque no
pertenecen al llamado “modelo hegemónico”.

El llamado Modelo Hegemónico de Masculinidad

Para el modelo hegemónico, ser hombre es ser proveedor.


Muchos hombres ven su identidad en el rol productivo, y por ende
adjudican completamente el reproductivo a la mujer. El ser provee-
dores económicos los exime de la responsabilidad de cuido del hogar
y crianza de los(as) hijos(as). El hecho de asumirse como “el sostén
del hogar”, no sólo reafirma su modelo de masculinidad, sino que
también les coloca en una situación de poder con relación a los(as)
otros(as) integrantes de la familia. El trabajo es su papel en la socie-
dad, representan este rol sin ningún tipo de conflicto ni necesidad de
negociación o conciliación a lo interno de la familia.

Ser hombre es ser protector. Es ser la autoridad. Es garanti-


zar la moral. Es ser fuerte. Es ser violento y agresivo. Para ser hombre,

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Otras Masculinidades son Posibles

hay que hacérselo saber a todos(as), probarlo, vivir probándose inclu-


so a sí mismo su hombría.

De acuerdo a Tellería, otras categorías que permiten descri-


bir la masculinidad hegemónica o dominante son las siguientes:

■ Heterosexualidad. El hombre debe demostrar a toda costa su


heterosexualidad, su condición de macho viril, debe mostrarse capaz
de conquistar a las mujeres, de exhibirlas y además debe reproducirse.
Nada puede poner en duda su heterosexualidad, pues ello genera an-
gustia, pánico y terror.

■ Homofobia. Creencia de que la homosexualidad es insana,


perversa, antinatural, enferma y al mismo tiempo refleja un terrible
pánico a sentirse atraídos por alguien de su mismo sexo.

■ Sexismo. Desarrollo de conductas y valores que privilegian lo


masculino sobre lo femenino y además ridiculizan y subvaloran per-
manentemente a lo femenino. El sexismo se inscribe en la formación
de la identidad, las personas lo aprenden e internalizan, luego lo hacen
práctica, pensamiento, moral y conducta. Les atraviesa en todas sus
formas de ver el mundo, de ver a los demás.

■ Misoginia. El menosprecio hacia la mujer y todo lo que se le


parezca, como un ser débil, frágil, subordinado.

Página 62 GÉNERO Y DISCRIMINACIÓN


Otras Masculinidades son Posibles

¿Podemos revelarnos a ese único


modelo de masculinidad?

Los hombres y las mujeres podemos transformar los mo-


delos sociales que hemos construido con relación al género. Así, el
modelo que se ha construido como “modelo hegemónico” de mas-
culinidad” no es fijo ni intransformable. Podemos cambiarlo, redi-
mensionarlo, podemos sacar todo aquello que impida un armónico,
equilibrado y respetuoso desarrollo de nuestras vidas, como hombres
y como mujeres.

La comprensión clásica de la división sexual del trabajo,


es decir, el hombre proveedor y la mujer en la casa exclusivamente
encargada de lo doméstico y la crianza de los(as) hijos(as), sin duda
alguna, ha ido transformándose muy sustancialmente. La mujer se ha
incorporado vertiginosamente al mundo del trabajo.

Esto debe incidir en un reajuste de la lógica de funciona-


miento en el seno de las familias (sobre todo nuevos acuerdos entre
hombres y mujeres), en aras del equilibrio en la distribución de las
responsabilidades y sin duda alguna debería incidir también en el
desarrollo y ejecución de políticas públicas por parte del gobierno
que contribuyan en la reducción del impacto que este fenómeno está
generando en la vida de las mujeres, tales como guarderías, comedo-
res, etc.

ESCUELA DE FORMACIÓN PARA LA ORGANIZACIÓN COMUNITARIA Página 63


Otras Masculinidades son Posibles

Debemos avanzar como sociedad hacia la construcción de


un nuevo contrato sociocultural en lo que implica la división sexual
del trabajo. A los hombres les resulta muy difícil desprenderse del
privilegio que han gozado milenariamente con esta desigual e injusta
determinación de roles, sin embargo, muchos hombres también han
tomado conciencia del daño que se producen a sí mismo y a las mujeres
y están explorando transformaciones significativas en la construcción
y vivencia de otras masculinidades.

Página 64 GÉNERO Y DISCRIMINACIÓN


materiales consultados y recomendados

Amorós, Celia (coord.). 1994. Historia de la teoría feminista.


Dirección General de la Mujer e Instituto de Investigaciones Feministas
de la Universidad Complutense de Madrid, Madrid, España.

Beauvoir, Simone de: (2000) El segundo sexo. Ed. Cátedra. col.


Feminismos, vol. I. Los hechos y los mitos; vol. II La experiencia vivida,
Madrid, quinta edición.

Facio, Alda: Feminismo, Género y Patriarcado. En tutorial de


Derecho Internacional de Derechos Humanos de las Mujeres y la
CEDAW. Programa Mujer, Justicia y Género. ILANUD

Faúr, Eleonor: 2001. Género, Masculinidades y Políticas de Conciliación


Familia-Trabajo. Colombia,

Friedan, Betty (1974): La mística de la feminidad. Ed. Júcar,


Gijón.

Gil Hernández, Franklin: ¿Para qué estudiar a los hombres? Hombres,


feminismo y estudio de masculinidades.

Hernández, Oscar Misael. 2008. Estudios sobre Masculinidades.


Aportes desde América Latina. España. Revista de Antropología
Experimental, Universidad de Jaén, Nro. 8.

Kaufman, Michael. 1994. Los hombres, el feminismo y las experiencias


contradictorias del poder entre los hombres. Harry Brod y Michael Kaufman
editores, Theorizing Masculinities, Thousand Oaks, Sage Publications.

ESCUELA DE FORMACIÓN PARA LA ORGANIZACIÓN COMUNITARIA Página 65


materiales consultados y recomendados

Lagarde, Marcela: Género y Feminismo. Desarrollo Humano y


Democracia.

Roig, Monserrat (1981): El feminismo. Ed. Salvat, aula abierta,


Madrid, España.

Rousseau, Jean Jacques (1973): Emilio o de la educación. Ed.


Fontanella, Barcelona, España.

Ruiz Bravo, Patricia (1999): Una aproximación al concepto de género.


En: Defensoría del Pueblo, sobre Género, Derecho y Discriminación.
Lima, Perú. PUCP-DP.

Stuart Mill, John y TAYLOR MILL, Harriet (1973): Ensayos


sobre la igualdad sexual. Ed. Península, Barcelona, España.

Vargas, Iraida: 2008. Equidad de Género ¿Es posible dentro de


un Estado Capitalista? Ponencia presentada en el CELARG. Caracas,
Venezuela.

Página 66 GÉNERO Y DISCRIMINACIÓN

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