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Libro de lecciones, nivel 2:

El Dios Triuno—
El Dios Triuno y la persona y obra de Cristo
CONTENIDO

El Dios Triuno

1. El Dios Triuno es un misterio


2. Dios es triuno eternamente
3. El Hijo es la corporificación del Dios Triuno
4. El Espíritu es la consumación máxima del Dios Triuno
5. El Dios Triuno en Sus aspectos esencial y económico
6. El morar mutuo del Dios Triuno y Sus creyentes
7. El Dios Triuno según se revela en el Antiguo Testamento
8. El Dios Triuno según se revela en los evangelios y en Hechos
9. El Dios Triuno según se revela en las epístolas (1)
10. El Dios Triuno según se revela en las epístolas (2)
11. El Dios Triuno según se revela en Apocalipsis
12. La consumación final de la impartición del Dios Triuno

La persona y la obra de Cristo

13. La persona y la obra de Cristo


14. La encarnación de Cristo
15. El vivir humano de Cristo
16. La crucifixión de Cristo (1)
17. La crucifixión de Cristo (2)
18. La muerte de Cristo como Dios-hombre
19. La resurrección de Cristo (1)
20. La resurrección de Cristo (2)
21. La ascensión de Cristo
22. Cristo como Espíritu en Sus aspectos esencial y económico
23. La segunda venida de Cristo
24. Cristo en la eternidad

INTRODUCCION
AL LIBRO DE LECCIONES

Acerca de los libros de lecciones

Este libro forma parte de una serie de lecciones orientadas a enseñar la verdad
específicamente a estudiantes de secundaria y preparatoria en nuestras Escuelas de la
Verdad, efectuadas durante el verano. Los libros pueden variar en cuanto a estilo y
formato, debido a que fueron escritos en un período de varios años.

Acerca de este libro de lecciones

Este es el segundo libro de dicha serie. Las lecciones están basadas en escritos
recopilados del hermano Watchman Nee y el hermano Witness Lee, aunque no fueron
revisadas por ellos.

En el libro de lecciones anterior titulado La salvación completa que Dios efectúa,


estudiamos acerca de la salvación maravillosa que nuestro Dios obtuvo para nosotros.
Esperamos que les haya impresionado esta gran salvación otorgada por Dios. Creemos
que todo aquel que vea lo maravillosa que es esta salvación, no podrá sino creer en el
Señor Jesús y recibirlo. ¡Alabado sea el Señor por Su salvación completa!

En este libro de lecciones veremos quién es este Dios y cómo El lleva a cabo una
salvación tan grande. Nuestro Dios no es simplemente Dios; sino más que eso, El es el
Dios Triuno, el Dios “Tres-Uno”. El es uno y a la vez tres —el Padre, el Hijo y el Espíritu
Santo—; éste es el mayor misterio en el universo, que por siglos ha maravillado a los
cristianos.

Las primeras doce lecciones presentan al Dios Triuno tal como se revela en la Biblia.
Aunque es imposible entender cómo El puede ser triuno, sí veremos por qué y con qué
motivo El es triuno. Dios es triuno a fin de impartirse en nosotros para ser nuestro
disfrute y cumplir así Su propósito eterno.

Dios cumple Su propósito por medio de la persona y la obra de Cristo. El Dios Triuno
nunca actúa aparte de Cristo. Dios el Padre es quien planea, pero a la vez, Cristo el Hijo
cumple lo planeado. Por esta razón, las últimas doce lecciones tratan acerca de Cristo y
de la obra que El realiza.

Quizás usted se pregunte por qué necesitamos saber quién es Dios, si ya estamos
disfrutando Su salvación. Estos dos temas: El Dios Triuno y la persona y obra de Cristo,
son las dos verdades más básicas y cruciales de la Biblia. Estas verdades son las
“columnas” de nuestra fe cristiana. Cuanto mejor conozcamos quién es nuestro Dios,
más apreciaremos, experimentaremos y disfrutaremos todo lo que El es y todo lo que El
hace por nosotros. Si adquirimos la verdad que es apropiada y elevada, nuestra
experiencia será también apropiada y elevada. Durante toda la historia cristiana Satanás
ha atacado estos aspectos de la verdad, causando que se originen muchas enseñanzas
falsas, las cuales han causado gran daño y confusión entre los creyentes. Si usted
aprende claramente la verdad, jamás podrá ser engañado; antes bien, será apto para
ayudar a otras personas que buscan a Dios.

Por Su misericordia el Señor nos ha bendecido al revelarnos claramente al Dios Triuno y


a Cristo en la Biblia. Pocas personas han disfrutado de tanta verdad como la que está
contenida en este pequeño libro de lecciones. Cada lección está llena de temas
profundos y de referencias bíblicas apropiadas para sumergirse en ellas. Una vez más les
insto, como a jóvenes en el recobro del Señor, que el conocer y experimentar estos
asuntos no sólo es un privilegio, sino una gran responsabilidad. Oramos para que tomen
este libro de lecciones con el fin de sumergirse en la Palabra de Dios, lo cual los
capacitará para disfrutar y compartir con otros las inescrutables riquezas de nuestro
maravilloso Dios Triuno.

Estructura de las lecciones

El título de cada lección establece el tema a tratar en ella. Los versículos se pueden leer u
orar-leer. El bosquejo provee una visión general de cada lección y es muy provechoso
leerlo antes de entrar a la lección misma, ya que ésta concuerda con el bosquejo. Las
citas entre corchetes [ ] fueron tomadas de las publicaciones de los hermanos
Watchman Nee y Witness Lee. Por otra parte, las preguntas tienen el propósito de
ayudar al alumno a entender y asimilar la lección. Además, se incluye una lista de libros
con su autor, casa publicadora y número de página de todo el material citado; y
finalmente, se provee otra lista de libros como referencia adicional para los diferentes
temas de cada lección. El nombre “Nee” se refiere al hermano Watchman Nee y el
nombre “Lee”, al hermano Witness Lee. Las siglas “LSM” significan Living Stream
Ministry, y las siglas “HKCBR” significan Hong Kong Church Bookroom.

Versiones usadas para las citas bíblicas

Para citar los versículos del Antiguo Testamento nos basamos en la Versión Reina-
Valera 1960, y para los versículos del Nuevo Testamento, en la Versión Recobro. Los
versículos del Nuevo Testamento que aparecen entre corchetes corresponden a la
Versión Recobro.

La actitud apropiada para estudiar la Palabra


con la ayuda del libro de lecciones

El libro de lecciones no reemplaza a la Biblia; más bien, se basa en ella. Así que, este
libro es simplemente una serie de lecciones basadas en la Biblia que nos ayudan en el
estudio de la misma. No cite el libro de lecciones como la base para respaldar las
verdades o enseñanzas bíblicas. Antes bien, debe utilizar la propia Biblia como el único
fundamento, es decir, que debe citar específicamente el libro, capítulo y versículo bíblico
que afirma esto o aquello. También debe adiestrarse en presentar la visión de la iglesia y
su edificación, utilizando los versículos claves que hablan de ello. Invierta el tiempo
necesario para conocer la Palabra de Dios y citarla con certeza.

La manera de estudiar la Biblia


usando los libros de lecciones

La esencia de la Palabra de Dios es el Espíritu. Por lo tanto, siempre que vayamos a la


Palabra debemos usar nuestro espíritu. La mejor forma de usar nuestro espíritu es la
oración. Debemos orar antes, durante y después de estudiar los libros de lecciones.
También es importante tener comunión con otros mientras estudiamos. No es muy
adecuado leer para uno mismo sin tener comunión con los demás creyentes. La
comunión del Cuerpo es muy necesaria y nos ayuda a adquirir la visión celestial.

Sugerencias para efectuar


la escuela de la verdad durante el verano

Se sugiere que la Escuela de la Verdad tenga una duración de seis semanas. Cada
semana puede dividirse en cuatro días, y en cada día se pueden asignar tres horas de
estudio, lo cual da un total de 24 días con tres horas cada día. Esto proveerá suficiente
tiempo para orar, para abarcar todas las lecciones y para tener comunión.
Recomendamos que cada estudiante adquiera el hábito de escribir profecías basadas en
cada una de las lecciones, y también que se ejercite en el profetizar, esto es, hablar por
Cristo, emitir a Cristo cuando habla. Cada estudiante debe empeñarse por experimentar
individual y corporativamente lo que ha aprendido.

Hemos orado y continuaremos orando por ustedes, para que disfruten su Escuela de la
Verdad, para que avancen en el conocimiento pleno de la verdad y sean edificados en su
localidad. ¡Amén!

Junio de 1990
Paul Hon
Pleasant Hill, California
Lección uno

EL DIOS TRIUNO ES UN MISTERIO

Lectura bíblica

Is. 45:5; 1 Co. 8:4; Mt. 28:19; Jn. 1:1;


2 Co. 3:17; He. 1:8-9; Ap. 1:4; 4:5; 5:6.

Bosquejo

I. Sólo hay un Dios


II. Dios es triuno: el Padre, el Hijo y el Espíritu
III. El misterio de misterios

Texto

I. SOLO HAY UN DIOS

Primero que todo, debemos entender claramente que sólo hay un Dios. Dios es sólo uno,
y no hay otro aparte de El. Nuestro Dios es el único Dios; tanto el Antiguo como el
Nuevo Testamento establecen esto claramente. Isaías 45:5 dice: “Yo soy Jehová, y
ninguno más hay; no hay Dios fuera de mí”. En 1 Corintios 8:4 leemos: “Y que no hay
más que un Dios”. En todo el universo sólo hay un Dios verdadero. El Dios que tiene un
sólo beneplácito, una sóla voluntad, un sólo propósito eterno y una economía singular,
es un sólo Dios. El Dios que nos escogió y nos predestinó es sólo uno. El Dios que creó
los cielos, la tierra y al hombre para Su propósito, es uno. El Dios que ama al hombre es
sólo uno. El Dios que se encarnó para morir por nosotros a fin de redimirnos,
perdonarnos, lavarnos, justificarnos y reconciliarnos consigo mismo, es uno. El Dios que
resucitó para ser nuestra vida, regenerarnos, santificarnos, transformarnos,
conformarnos y glorificarnos, es uno. Nosotros sólo tenemos un Dios: no dos, ni tres ni
muchos, sino solamente uno.

II. DIOS ES TRIUNO:


EL PADRE, EL HIJO Y EL ESPIRITU

Aunque nuestro Dios es sólo uno, hay algo misterioso acerca de El: que El es tres en
uno, es decir, que es “triuno” (en latín, “tri” significa tres y “uno” significa uno). Es por
eso que le llamamos el “Dios Triuno”. Tal vez se pregunte de dónde proviene este
término, ya que no existe tal número en las matemáticas humanas. En Mateo 28:19 el
Señor Jesús dice: “Bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu
Santo”. Aquí el Señor habla claramente de los Tres, o sea, del Padre, el Hijo y el Espíritu;
sin embargo, notemos que se refiere a “el nombre” en singular, lo cual denota una única
Persona. Aun podríamos decir que el nombre de nuestro Dios es “Padre, Hijo y Espíritu
Santo”. En versículos como éste podemos ver en la Biblia que nuestro Dios es uno y a la
vez tres, es tres y a la vez uno.

III. EL MISTERIO DE MISTERIOS

El Dios Triuno —el Padre, el Hijo y el Espíritu— es un misterio. De hecho, es ¡el misterio
de misterios! Nosotros como seres humanos, limitados y finitos, no podemos entender
esto cabalmente, ni definirlo de una manera adecuada. Juan 1:1 dice: “Y el Verbo estaba
con Dios, y el Verbo era Dios”. Basados en la cláusula “y el Verbo estaba con Dios”,
podríamos entender que el Verbo y Dios son dos, ya que el Verbo estaba con Dios. Pero
la cláusula “el Verbo era Dios” indica que el Verbo y Dios son uno, pues el Verbo era
Dios. ¿Son Ellos dos o uno? Ciertamente las dos afirmaciones son verdaderas; esto es un
verdadero misterio.

En 2 Corintios 3:17 dice que “el Señor es el Espíritu”. Aquí el Señor y el Espíritu son uno,
porque el Señor es el Espíritu. Luego el mismo versículo habla de “el Espíritu del
Señor”; esto indica que son dos. ¿Son el Señor y el Espíritu uno o dos? Esto es realmente
un misterio.

Notemos que en Hebreos 1:8-9 el Hijo es llamado Dios; luego se hace referencia a Dios
como “el Dios Tuyo”: “Mas del Hijo dice: Tu trono, oh Dios; por el siglo del siglo ... por
lo cual te ungió Dios, el Dios Tuyo”. ¿Cómo podemos explicar esto? ¿Podemos acaso
dirigirnos a Dios diciendo: “Oh, Dios ... te ungió el Dios Tuyo”? Esto también es un
misterio.

Finalmente, en Apocalipsis 1:4, 4:5 y 5:6 leemos que el Espíritu de Dios (Ef. 4:4) es
llamado “los siete Espíritus”. Aquí vemos otro misterio. Queridos hermanos, tenemos
que aprender a simplemente aceptar la Palabra pura.

Sin embargo, este misterio no debe perturbarnos. Muchas cosas relacionadas a la vida
no son entendibles para la mente humana, sólo podemos darnos una idea general de
ellas. Por ejemplo, aunque nosotros tenemos vida en nuestro cuerpo físico, nadie puede
explicar esta vida cabalmente, porque es un misterio. Además, hay un espíritu dentro de
nosotros, lo cual es aún más misterioso. ¿Qué es la vida del hombre? ¿Y qué es el
espíritu del hombre? Nadie puede dar una explicación definitiva de ello. Si no podemos
comprender el misterio del hombre, que es comparativamente menor, ¿cómo
pretendemos entender el gran misterio del Dios Triuno: el Padre, el Hijo y el Espíritu?
Existen muchas otras cosas inexplicables en el universo, por ejemplo, la electricidad.
Con nuestra mente limitada sólo podemos aceptar que algunas cosas son así, pero no
podemos entender por qué son de tal manera. Si no podemos entender cabalmente algo
simple como la electricidad, ¡mucho menos podremos entender al Dios Triuno!

RESUMEN

Aunque no podamos entender el misterio de la Trinidad divina, sí podemos recibir y


disfrutar a este Dios misterioso. No lo podemos entender, ¡pero lo podemos disfrutar!
En el pasado, el hombre no tenía conocimiento de las vitaminas; sin embargo,
disfrutaba de sus beneficios ¡Alabado sea el Señor! El Dios Triuno no se revela para que
lo entendamos, sino para que lo disfrutemos. Todo lo que El es como nuestro disfrute,
está revelado en las Escrituras. Aunque no podemos entenderlo cabalmente, sí podemos
aceptar todo lo que la Biblia declara acerca de El y disfrutarlo.

Preguntas

1. Cite dos versículos, uno del Antiguo Testamento y uno del Nuevo Testamento, que digan
que sólo hay un Dios.
2. ¿Qué significa el término “Triuno”?
3. ¿Puede encontrar tres versículos en el Nuevo Testamento que se refieran a los Tres de la
Trinidad?

Referencias adicionales

1. Concerning the Triune God, the Father, the Son, and the Spirit [Acerca del Dios Triuno:
el Padre, el Hijo y el Espíritu], (Lee/LSM) págs. 5-6, 9-10, 29-31.
2. La revelación del Dios Triuno según la Palabra pura de la Biblia, (Lee/LSM) págs. 2-4,
20-21.
3. The Divine Dispensing of the Divine Trinity [La impartición divina de la Trinidad
Divina] (Lee/LSM), págs. 126-128, 139-140.
4. Estudio-vida de Génesis (Lee/LSM), págs. 412-415.
5. The Stream [El manantial] (Lee/LSM), tomo 13, núm. 4, págs. 16-17.
6. Life Messages [Mensajes de vida] (Lee/LSM), tomo 2, págs. 268-269.
Lección dos

DIOS ES TRIUNO ETERNAMENTE

Lectura bíblica

1 P. 1:2; Ef. 1:17; He. 1:8; Hch. 5:3-4; Is. 9:6;


He. 1:12; 7:3; 9:14; Mt. 3:16-17; Jn. 14:16-17;
Ef. 3:14; Jn. 17:5; 14:10-11; 1 Co. 15:45b.

Bosquejo

I. Los tres —el Padre, el Hijo y el Espíritu— son Dios


II. Los tres son eternos
III. Los tres coexisten al mismo tiempo, y no en modos o etapas sucesivas
IV. Los tres moran el Uno en el Otro eternamente, y no son tres Dioses separados

Texto

I. LOS TRES —EL PADRE, EL HIJO Y EL ESPIRITU—


SON DIOS

En la lección uno vimos que sólo hay un Dios, pero misteriosamente este Dios es Triuno,
o sea, tres en uno, pues es el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Pero esto no quiere decir
que el Padre sea un tercio de Dios, el Hijo otro tercio y el Espíritu el último tercio. ¡No!
Más bien, el Padre es Dios, el Hijo es Dios y el Espíritu es Dios. En 1 Pedro 1:2 dice:
“...Dios Padre”, y en Efesios 1:17 dice: “Dios ... el Padre de gloria”. Estos versículos
declaran que el Padre es Dios. Hebreos 1:8 dice: “Mas del Hijo dice ... oh Dios”, y Juan
1:1 afirma: “el Verbo era Dios”. Estos versículos revelan claramente que el Hijo es Dios.
En Hechos 5:3-4 leemos: “¿Por qué llenó Satanás tu corazón para que engañases al
Espíritu Santo? ... No has mentido a los hombres, sino a Dios”. Este versículo
definitivamente establece que el Espíritu también es Dios.

Por lo tanto, las Escrituras nos revelan claramente que los tres —el Padre, el Hijo y el
Espíritu— son Dios; sin embargo, esto no significa que sean tres Dioses. Ya hemos visto
que las Escrituras nos dicen clara y definitivamente que sólo hay un Dios. Aunque son
tres —el Padre, el Hijo y el Espíritu— no son tres Dioses sino un sólo Dios. ¡Esto es un
misterio inescrutable! Pero alabamos al Señor, pues según las Escrituras, ¡podemos
recibir y disfrutar a este Ser misterioso!
II. LOS TRES SON ETERNOS

Los tres —el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo— son eternos. Isaías 9:6 usa el término
“Padre eterno”. La traducción literal de esta frase hebrea es “Padre de eternidad” o
“Padre eterno”. Así que, el Padre es eterno.

El Hijo también es eterno. Hebreos 1:12 dice del Hijo: “Pero Tú eres el mismo, y Tus
años no acabarán”. Hebreos 7:3 dice que El no tiene principio de días ni fin de vida, lo
cual quiere decir que es eterno. Lo que es “eterno” no tiene principio ni fin. Esta es la
razón por la que se usa un círculo para representar al Dios eterno y no una línea recta. El
círculo no tiene principio ni fin.

El Espíritu también es eterno, por eso en Hebreos 9:14 se menciona “el Espíritu eterno”.
Por lo tanto, conforme a la Biblia declaramos que los Tres —el Padre, el Hijo y el
Espíritu— son eternos.

III. LOS TRES COEXISTEN AL MISMO TIEMPO, Y


NO EN MODOS O ETAPAS SUCESIVAS

En Mateo 3:16-17 vemos que el Padre, el Hijo y el Espíritu coexisten, es decir, que
existen simultáneamente. En este cuadro maravilloso de la Trinidad divina, Jesús (el
Hijo) subió del agua luego de ser bautizado; al mismo tiempo, el Espíritu descendió
sobre El; y también al mismo tiempo, el Padre habló desde los cielos concerniente al
Hijo.

Más aún, consideremos Juan 14:16-17, que dice: “Y Yo rogaré al Padre, y os dará otro
Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de realidad”. En estos
dos versículos vemos al Hijo orando al Padre para que envíe el Espíritu. Por tanto, el
Padre, el Hijo y el Espíritu están todos presentes al mismo tiempo.

En Efesios 3:14-17 Pablo dice que él ora al Padre para que nos fortalezca con poder en el
hombre interior por Su Espíritu, para que Cristo haga Su hogar en nuestros corazones.
En este pasaje tenemos al Padre, al Espíritu y a Cristo el Hijo; todos existen al mismo
tiempo. La Biblia no dice que el Padre existió por cierto período, y que luego el Padre se
hizo el Hijo, así que el Padre dejó de existir. Tampoco dice que después de cierto tiempo
el Hijo ya no existió más porque llegó a ser el Espíritu. Esta es una enseñanza errónea,
una herejía llamada “modalismo”. La gente que enseña esto piensa que Dios existe en
tres modos o etapas sucesivas: primero el Padre, luego el Hijo y finalmente el Espíritu.

No podemos aceptar esta enseñanza. Las Escrituras claramente dicen que los Tres
coexisten eternamente. Juan 1:1 dice: “En el principio era el Verbo, y el Verbo estaba con
Dios, y el Verbo era Dios”. El Verbo es el Hijo. El estaba presente desde la eternidad con
Dios el Padre y era Dios mismo. En Juan 17:5 el Señor oró refiriéndose a la gloria que El
había compartido con el Padre antes que el mundo fuese. Por consiguiente, tanto el
Padre como el Hijo son eternos simultáneamente. El hecho de que el Espíritu también
es eterno queda claro en Hebreos 9:14, donde se le llama “el Espíritu eterno”. Fue este
Dios Triuno quien dijo en Génesis 1:26: “Hagamos al hombre a nuestra imagen,
conforme a nuestra semejanza”. Los Tres estaban allí antes de la creación del hombre.

IV. LOS TRES MORAN EL UNO EN EL OTRO ETERNAMENTE, Y NO SON


TRES DIOSES SEPARADOS

El Padre, el Hijo y el Espíritu no sólo coexisten, sino que también moran el Uno en el
Otro. Juan 14 dice claramente que el Hijo está en el Padre y el Padre está en el Hijo (vs.
10-11). Ver al Hijo es ver al Padre. Cuando el Hijo habla, quien trabaja es el Padre.
Ambos son inseparables. Además, la Biblia dice que el Hijo, después de Su muerte y
resurrección, fue hecho el Espíritu (1 Co. 15:45b). El Hijo, en quien el Padre está, fue
hecho el Espíritu. De modo que el Dios Triuno puede entrar en el pecador. El Hijo viene
a nosotros como el Espíritu; y cuando el Hijo viene, también viene el Padre. Por una
parte son tres; pero por otra, son uno, porque no pueden separarse.

En la primera lección vimos que el Padre, el Hijo y el Espíritu son un sólo Dios, y no
tres. Sin embargo, en lo profundo de su ser algunos cristianos consideran que el Padre,
el Hijo y el Espíritu son tres Dioses. Algunos incluso lo declaran abiertamente. Puede ser
que otros no se atrevan a decirlo, pero inconscientemente apoyan este concepto. La
enseñanza que afirma que hay tres Dioses se llama “triteísmo”, y es una gran herejía. En
cierta ocasión, un hermano le preguntó a un predicador cristiano que no creía que el
Hijo es el Padre y que el Señor es el Espíritu: “Hermano, ¿cuántos Dioses son el Padre,
el Hijo y el Espíritu?” El predicador contestó clara y definitivamente que había tres
Dioses. Tal declaración es absolutamente herética. La Biblia revela que Dios es sólo uno.
Dios es uno, y a la vez tres; es tres, y a la vez uno. El Padre, el Hijo y el Espíritu coexisten
y moran el Uno en el Otro eternamente. ¡Aleluya! No somos ni modalistas ni triteístas,
solamente aceptamos la revelación pura de la Biblia. ¡Amén!

Preguntas

1. Cite tres versículos que indiquen que el Padre, el Hijo y el Espíritu son eternos.
2. ¿Qué es el modalismo? Explique con un diagrama.
3. ¿Qué es el triteísmo? Explique con un diagrama.
4. ¿En qué consiste el hecho de que el Padre, el Hijo y el Espíritu moren el Uno en el Otro
eternamente?
Referencias adicionales

1. La revelación del Dios Triuno según la Palabra pura de la Biblia (Lee/LSM), págs. 7-11.
2. The Divine Dispensing of the Divine Trinity [La impartición divina de la Trinidad
Divina] (Lee/LSM), págs. 119-120, 139-141.
3. Young People’s Training [Adiestramiento para jóvenes] (Lee/LSM), págs. 83-84.
4. Life Study of Philippians [Estudio-vida de Filipenses] (Lee/LSM), págs. 335-336.
Lección tres

EL HIJO ES LA CORPORIFICACION
DEL DIOS TRIUNO

Lectura bíblica

Jn. 1:1; 20:28; Fil. 2:6; Is. 9:6; Jn. 14:9-10;


Mt. 1:18, 20; Jn. 6:46; 2 Co. 3:17; Col. 1:19; 2:9.

Bosquejo

I. El Hijo es Dios
II. El Hijo es el Padre
III. La encarnación del Hijo es por obra del Espíritu Santo
IV. El Hijo viene del Padre y juntamente con El
V. El Hijo es el Espíritu
VI. Toda la plenitud de la Deidad mora en El

Texto

Hasta ahora hemos visto que Dios es uno. Pero este Dios es triuno: el Padre, el Hijo y el
Espíritu; los Tres son Dios, son eternos, coexisten y moran el Uno en el Otro
eternamente. El Padre es Dios, el Hijo es Dios y el Espíritu es Dios. El Padre, el Hijo y el
Espíritu no existen en diferentes tiempos como tres distintos modos o etapas sucesivas
de un Dios. No son tres Dioses separados, sino un Dios Triuno. ¡Qué Dios tan
misterioso! Pero aunque El es misterioso, podemos experimentarlo y disfrutarlo.
¡Aleluya! En esta lección veremos algo más de este misterio, que el Hijo también es el
Dios Triuno.

I. EL HIJO ES DIOS

Juan 1:1 dice: “El Verbo era Dios”. Juan 20:28 narra: “Entonces Tomás respondió y le
dijo: ¡Señor mío, y Dios mío!”. Filipenses 2:6 declara: “El cual, existiendo en forma de
Dios”. Todos estos versículos nos dicen que el Hijo, Jesucristo, es Dios mismo; algunos
piensan que es meramente el Hijo de Dios, descartando que sea Dios mismo. Pero la
Biblia nos revela claramente que si bien El es el Hijo de Dios, es Dios mismo y no una
Persona separada de Dios. El es el propio Dios: era Dios en el principio, en la eternidad
pasada; era Dios mientras vivió en la tierra como hombre hace dos mil años; es Dios hoy
en día, y seguirá siendo Dios por la eternidad.
II. EL HIJO ES EL PADRE

Otra parte de este misterio es que el Hijo es el Padre. Isaías 9:6 dice: “Hijo nos es dado
... y se llamará Su nombre Padre eterno”. El mismo Señor Jesús dijo en Juan 14:9-10:
“El que me ha visto a Mí, ha visto al Padre ... Yo estoy en el Padre, y el Padre está en Mí”.

Aquí la Biblia declara otra vez que Jesús el Hijo es también el Padre. El Padre y el Hijo
son uno. El Hijo también es el Padre. No sabemos cómo el Hijo puede ser también el
Padre, pero esto es lo que la Biblia declara, y nosotros simplemente lo creemos.

III. LA ENCARNACION DEL HIJO


ES POR OBRA DEL ESPIRITU SANTO

En Mateo 1:18 dice: “María ... se halló que estaba encinta por obra del Espíritu Santo”; el
versículo 20 añade: “Porque lo engendrado en ella, del Espíritu Santo es”; y en Lucas
1:35 leemos: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti ... por eso también lo santo que nacerá,
será llamado Hijo de Dios”. Estos versículos muestran que el Hijo nació del Espíritu
Santo. Su fuente fue el Espíritu Santo. El Espíritu intervino y apareció el Hijo. En este
sentido, podríamos decir que el Espíritu se hizo el Hijo en Su encarnación, esto significa
que en el ser de Jesús está la esencia misma del Dios Triuno.

IV. EL HIJO VIENE DEL PADRE


Y JUNTAMENTE CON EL

Juan 6:46 declara: “No que alguno haya visto al Padre, sino Aquel que vino de Dios; éste
ha visto al Padre”. La palabra “de” en griego es “para ” que significa “al lado de”. El
sentido aquí es “desde y con”. El Señor no sólo viene de Dios, sino también con Dios.
Aunque procede de Dios, El todavía está con Dios (Jn. 8:16, 29; 16:27). Cuando usted
recibe al Hijo, recibe también al Padre, porque el Padre está con El (1 Jn. 2:23).

V. EL HIJO ES EL ESPIRITU

Además, el Hijo también es el Espíritu. Algunos piensan que el Hijo está separado del
Espíritu y es diferente del Espíritu. Ellos piensan que el Espíritu “representa” al Hijo.
Pero de acuerdo con la Biblia, el Hijo no sólo nació del Espíritu, vivió conforme al
Espíritu, y trabajó y luchó por el Espíritu (Lc. 4:14; Mt. 12:28), sino que también fue
hecho el Espíritu por medio de la crucifixión y la resurrección. En 1 Corintios 15:45 dice
que “Fue hecho ... el postrer Adán, Espíritu vivificante”. Aquí el “postrer Adán” se refiere
al Hijo, a Jesús, quien murió para poner fin al linaje de Adán. El fue hecho el Espíritu
vivificante en resurrección. En 2 Corintios 3:17 leemos: “El Señor es el Espíritu”. No
queda la menor duda de que el Hijo no es solamente el Padre, sino también el Espíritu
en resurrección.

VI. TODA LA PLENITUD


DE LA DEIDAD MORA EN EL

Por medio de todos estos puntos debemos entender claramente que el Hijo es el Dios
Triuno completo. El no es simplemente el segundo de la Trinidad, ni sólo la tercera
parte de la Trinidad. Tampoco es un Dios separado o algo aparte de Dios. Más bien, El
Señor Jesús es el Dios Todopoderoso, el Padre Eterno; El fue concebido del Espíritu
Santo e incluso es el Espíritu; y vino “desde y con” el Padre. Por eso Colosenses 1:19
dice: “Por cuanto agradó a toda la plenitud habitar en El”, y 2:9 agrega: “Porque en El
habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad”. Cristo es la corporificación del Dios
Triuno; toda la plenitud del Dios Triuno mora en El corporalmente. Por consiguiente, El
contiene todo lo que Dios es y expresa a Dios en todas Sus riquezas. ¡Qué maravillosa
Persona es el Hijo!

Preguntas

1. ¿Qué versículo se refiere al Hijo como Dios?


2. ¿En cuál versículo el Hijo es llamado el Padre?
3. ¿Cuál versículo revela que el Hijo es el Espíritu?

Referencias adicionales

1. The All-Inclusive Spirit of Christ [El Espíritu todo- inclusivo de Cristo] (Lee/LSM), págs.
3-4.
2. Life-study of Matthew [Estudio-vida de Mateo] (Lee/LSM), pág. 59.
3. Estudio-vida de Romanos (Lee/LSM), pág. 283.
4. La revelación del Dios Triuno según la palabra pura de la Biblia (Lee/LSM), págs. 11-
15.
5. Concerning the Triune God—the Father, the Son, and the Spirit [Acerca del Dios Triuno:
el Padre, el Hijo y el Espíritu] (Lee/LSM), págs. 17-22, 25-28.
6. Estudio-vida de Lucas (Lee/LSM), págs. 4-5.
7. The Divine Dispensing of the Divine Trinity [La impartición divina de la Trinidad
Divina] (Lee/LSM), págs. 109-110.
8. The Spirit and the Body [El Espíritu y el Cuerpo] (Lee/LSM), págs. 40-41.
9. The Baptism in the Holy Spirit [El bautismo en el Espíritu Santo] (Lee/LSM), págs. 3-4.
10. Life-study of Colossians [Estudio-vida de Colosenses] (Lee/LSM), págs. 151-152.
Lección cuatro

EL ESPIRITU ES LA CONSUMACION
MAXIMA DEL DIOS TRIUNO

Lectura bíblica

Jn 4:24; 14:26; 15:26; 1 Co. 12:3;


Jn. 1:1, 14; 1 Co. 15:45b.

Bosquejo

I. Dios es Espíritu
II. El Espíritu es enviado por el Padre y el Hijo, y viene “desde y con” el Padre
III. El Espíritu viene en el nombre del Hijo
IV. El Espíritu es la consumación máxima, la expresión final, del Dios Triuno

Texto

Ahora debemos ver que el Espíritu es también el Dios Triuno. El Espíritu no es la tercera
parte de Dios, ni es simplemente cierta clase de poder, ni una paloma; antes bien, es el
propio Dios Triuno. Cuando usted recibe al Espíritu, recibe al Dios Triuno.

I. DIOS ES ESPIRITU

Juan 4:24 dice que “Dios es Espíritu”. El hecho de que el Dios Triuno sea Espíritu, alude
a la esencia de Dios. Por ejemplo, la esencia de una mesa de madera es madera, por eso
decimos que la mesa es madera. La esencia de Dios es Espíritu, por eso decimos que
Dios es Espíritu. Nunca debemos pensar, como algunos, que sólo un tercio de Dios es
Espíritu. El Dios completo, el Dios Triuno —el Padre, el Hijo y el Espíritu— es Espíritu.

II. EL ESPIRITU ES ENVIADO POR EL PADRE Y EL HIJO, Y VIENE


“DESDE Y CON” EL PADRE

En Juan 14:26 el Señor (el Hijo) declaró: “Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien
el Padre enviará en Mi nombre, El os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo
que Yo os he dicho”. En Juan 15:26 el Señor añadió: “Pero cuando venga el Consolador,
a quien Yo os enviaré del Padre, el Espíritu de realidad, el cual procede del Padre, El
dará testimonio acerca de Mí”. Primero en 14:26 dice que el Padre enviará al Espíritu;
luego en 15:26 dice que el Hijo mismo enviará al Espíritu. Entonces, ¿quién envió al
Espíritu: el Padre o el Hijo? Debemos afirmar que el Espíritu fue enviado por ambos,
por el Padre y por el Hijo, porque como vimos en la lección anterior, el Padre y el Hijo
son uno. El enviar del Padre es el enviar del Hijo, y el enviar del Hijo es el enviar del
Padre, porque ambos son uno. El Espíritu Santo no solamente es enviado por el Padre,
sino también viene de El y con El. Hemos aprendido de la lección tres que la palabra
griega “de” significa “al lado de”, y a menudo significa “desde y con”. Cuando el Padre
envía al Espíritu, El viene con el Espíritu. El Espíritu viene del Padre y con el Padre.
Cuando el Padre envía al Espíritu, El viene juntamente con el Espíritu. El Padre es la
fuente. El Hijo está en el Padre y el Padre está en el Hijo. Así que, cuando el Espíritu
viene, el Padre y el Hijo vienen también; es el Dios Triuno completo quien viene.

III. EL ESPIRITU VIENE EN EL NOMBRE DEL HIJO

En Juan 14:26 el Espíritu Santo viene en el nombre del Hijo para ser la realidad de Su
nombre. ¿Qué significa “en Mi nombre”? El nombre es el Hijo mismo; y el Espíritu es la
Persona, el Ser, del Hijo. Cuando invocamos el nombre del Hijo, obtenemos al Espíritu
(1 Co. 12:3). El Hijo vino en el nombre del Padre (Jn. 5:43), porque el Hijo y el Padre son
uno (Jn. 10:30). El Espíritu viene en el nombre del Hijo porque el Espíritu y el Hijo
también son uno (2 Co. 3:17). Este es el Dios Triuno —el Padre, el Hijo y el Espíritu—
como el Espíritu que nos alcanza.

En conclusión, el Padre envía al Espíritu y viene juntamente con El. Ya que el Espíritu
viene con el Padre, el Padre viene juntamente con el Espíritu, y el Espíritu también viene
en el nombre del Hijo y como el Hijo. Cuando el Espíritu viene, es el Hijo quien viene.
Por lo tanto, cuando el Espíritu viene, los Tres están presentes.

IV. EL ESPIRITU ES LA CONSUMACION MAXIMA,


LA EXPRESION FINAL, DEL DIOS TRIUNO

Veamos los siguientes versículos. Juan 1:1 dice: “En el principio era el Verbo, y el Verbo
estaba con Dios, y el Verbo era Dios”. Juan 1:14 declara: “Y el Verbo se hizo carne, y fijó
tabernáculo entre nosotros”. Isaías profetizó: “Hijo nos es dado ... y se llamará su
nombre ... Padre eterno” (Is. 9:6). El Verbo que era Dios se hizo carne, y esa carne
simplemente se refiere a nuestro Señor Jesucristo; este Jesús también es el Padre
eterno. En 1 Corintios 15:45 se revela que el postrer Adán fue hecho el Espíritu
vivificante. Todos los buenos estudiantes de la Biblia están de acuerdo con que el postrer
Adán fue Cristo en la cruz, quien dio fin al linaje de Adán. Cristo, por medio de la
muerte y resurrección, se hizo el Espíritu dador de vida. ¡Aleluya! Lo que vemos aquí es
que el Hijo, quien estaba con el Padre y quien es el Padre, fue hecho el Espíritu. El
Espíritu es simplemente la consumación máxima, la expresión final, del Dios Triuno.
Cuando recibimos al Espíritu, recibimos al Dios Triuno. Todo lo que el Padre es, planeó
y determinó, junto con todo lo que el Hijo realizó, obtuvo y logró, se hace ahora real y
disponible para nosotros en este Espíritu.

El nombre del Espíritu es “Señor Jesús”, ya que El vino en el nombre del Hijo. De
manera que, cuando invocamos: “Señor Jesús”, ¡obtenemos al Espíritu, quien es el Dios
Triuno! Necesitamos invocarle a diario, desde la mañana hasta la noche, estemos tristes
o alegres. Cuando no sepamos qué hacer, debemos invocarle; y cuando sepamos
exactamente qué hacer, debemos invocarle aún más. Cuando nos sentimos en el
espíritu, debemos invocarle, y cuando nuestros amigos nos inviten a hacer cosas que no
son del Señor, debemos invocarle aun más y en voz audible. El Espíritu, o sea, el Dios
Triuno, vendrá a salvarnos de cualquier situación, incluso de nosotros mismos. ¡Aleluya!
¡Qué manera de ser rescatados! ¡Alabamos al Señor que El pasó por un proceso para
llegar a ser el Espíritu y nos ha dado Su nombre para invocarle: “Señor Jesús”! Ahora
podemos experimentar la salvación completa del Dios Triuno de una manera sencilla,
diaria y a cada momento. ¡Aleluya!

Preguntas

1. ¿Quién envió al Espíritu? Cite referencias.


2. ¿Por qué cuando invocamos: “¡Señor Jesús!”, viene el Espíritu?
3. Explique a sus compañeros cómo el Dios Triuno completo viene con el Espíritu.
4. ¿Qué significa decir: “El Señor pasó por un proceso”? Cite referencias.

Referencias adicionales

1. The Divine Dispensing of the Divine Trinity [La impartición divina de la Trinidad
Divina] (Lee/LSM), pág. 141.
2. Perfecting Training [Adiestramiento para el perfeccionamiento] (Lee/LSM), pág. 375.
3. Concerning the Triune God, the Father, the Son, and the Spirit [Acerca del Dios Triuno:
el Padre, el Hijo y el Espíritu] (Lee/LSM), págs. 33-35.
4. Estudio-vida de Juan (Lee/LSM), págs. 415-416, 455-456.
5. Life-study of Matthew [Estudio-vida de Mateo] (Lee/LSM), pág. 536.
6. Estudio-vida de Gálatas (Lee/LSM), págs. 349-352.
7. The Stream [El manantial] (Lee/LSM), tomo 15, núm. 1, pág. 26.
Lección cinco

EL DIOS TRIUNO EN SUS ASPECTOS


ESENCIAL Y ECONOMICO

Lectura bíblica

Ef. 1:3-13; Jn. 14:17.

Bosquejo

I. El Dios Triuno en Su aspecto esencial


II. El Dios Triuno en Su aspecto económico
III. La economía de Dios consiste en impartirnos Su esencia: Su vida y Su ser

Texto

Nuestro Dios es maravilloso y misterioso. Hemos visto que aunque El es uno, El es el


Padre, el Hijo y el Espíritu. Es uno y a la vez tres; es tres y a la vez uno. Aunque no
podemos entender este gran misterio, sin duda la Biblia revela estos dos aspectos de
Dios, el hecho de que es tres y a la vez uno. Esto ha confundido a muchos por casi dos
mil años. Nuestra mente humana no puede comprender cómo nuestro Dios puede ser
triuno, pero en esta lección veremos por qué El es triuno. El hecho de que Dios sea
triuno no es simplemente una realidad interesante, sino que ¡es revelado para que lo
experimentemos y disfrutemos! Para comprender esto podemos usar dos términos muy
significativos: esencial y económico.

I. EL DIOS TRIUNO EN SU ASPECTO ESENCIAL

Dios es uno en Su esencia. Esto significa que en Su vida y Su ser, El es uno, siempre uno
y eternamente uno. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo nunca están separados, ya que
moran el Uno en el Otro. Son distintamente tres, pero jamás separados como tres,
porque en esencia, vida y ser, Dios es sólo uno. El Padre envió al Hijo, pero también vino
en el Hijo. El Padre está en el Hijo y el Hijo está en el Padre. Aún más, el nombre del
Hijo es “Padre”. El Hijo fue concebido del Espíritu, vivió por el Espíritu y finalmente
llegó a ser el Espíritu vivificante. El Hijo jamás partió del Padre, y el Espíritu es lo que el
Hijo llegó a ser. Estos Tres coexisten desde la eternidad y por la eternidad; moran el
Uno en el Otro eternamente, y son uno en esencia, vida y ser.
II. EL DIOS TRIUNO EN SU ASPECTO ECONOMICO

Si los Tres de la Trinidad son esencialmente uno, tal vez usted se pregunte por qué la
Biblia habla del Padre, el Hijo y el Espíritu. Esto se debe a que Dios tiene una economía.
La economía de Dios se refiere al plan, los arreglos, la obra y las actividades de Dios. El
deseo del corazón de Dios es obtener un grupo de personas que sean llenas de El a fin de
que le expresen en unidad. La manera en que El logra esto es Su economía. La economía
de Dios consiste en forjarse en Sus escogidos y redimidos como su vida y su todo, con
miras a hacer de ellos Sus muchos hijos y miembros de Su Cuerpo, a fin de que le
expresen. Esta expresión es la iglesia. El Padre, el Hijo y el Espíritu tienen una función
distinta con el fin de llevar a cabo este maravilloso plan.

En Efesios 1:3-13 se muestra claramente la Trinidad en Su aspecto económico. “Bendito


sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo ... según nos escogió en El antes de la
fundación del mundo ... predestinándonos para filiación por medio de Jesucristo para Sí
mismo, según el beneplácito de Su voluntad ... en quien tenemos redención por Su
sangre, el perdón de los delitos según las riquezas de Su gracia ... dándonos a conocer el
misterio de Su voluntad, según Su beneplácito, el cual se había propuesto en Sí mismo ...
en El asimismo fuimos designados como herencia, habiendo sido predestinados
conforme al propósito del que hace todas las cosas según el consejo de Su voluntad ... en
El también vosotros, habiendo oído la palabra de la verdad, el evangelio de vuestra
salvación, y en El habiendo creído, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa”.

¿Se dan cuenta que aquí se mencionan los tres de la Deidad? Si estudiamos estos
versículos detenidamente, descubriremos algo maravilloso del Dios Triuno.

Estos versículos nos dicen que Dios el Padre planeó en la eternidad pasada la manera en
que todo habría de trabajar para producir la iglesia. El escogió y predestinó a muchas
personas para que fueran Sus hijos. Sin embargo, para lograr esto se requería la obra del
Hijo: “en quien tenemos redención por Su sangre, el perdón de los delitos”. El Señor
Jesús llevó a cabo esto al morir en la cruz. Sabemos que Su muerte lo incluyó todo: en
Su muerte crucificó nuestra naturaleza pecaminosa y aplastó la cabeza de Satanás;
además, liberó la vida divina, del mismo modo que al sembrar un grano de trigo se
libera la vida que hay en su interior. ¡Aleluya por la obra del Hijo! Finalmente, leemos
que fuimos “sellados con el Espíritu Santo”. Esto simplemente significa que podemos
aplicar a nuestra vida por el Espíritu todo lo que el Padre planeó y lo que el Hijo realizó.
El Padre es quien planea, el Hijo es quien lo lleva a cabo y el Espíritu es quien lo aplica.
Este es el Dios Triuno en Su aspecto económico.
III. LA ECONOMIA DE DIOS CONSISTE EN
IMPARTIRNOS SU ESENCIA: SU VIDA Y SU SER

No debemos olvidar que el Padre, el Hijo y el Espíritu son esencialmente uno. Cuando el
Padre planeó, El estaba morando mutuamente con el Hijo y el Espíritu. Cuando el Hijo
vino a realizar dicho plan, El fue concebido del Espíritu Santo. El Hijo estaba en el Padre
y el Padre estaba en el Hijo; incluso el Hijo mismo fue llamado el Padre. Después de Su
muerte y resurrección, el Hijo fue hecho el Espíritu vivificante. Cuando el Espíritu se
imparte en nosotros, nos trae tanto al Padre como al Hijo. Este Espíritu es simplemente
la consumación máxima del Dios Triuno transmitiéndonos todo lo que el Dios Triuno
planeó y realizó. Sin este Espíritu, el hombre no podría ser objeto de la elección del
Padre ni de la redención del Hijo. El Espíritu es la aplicación. ¡Aleluya! No somos un
pueblo con sólo el conocimiento acerca de Dios o de algunas doctrinas de la Biblia; más
bien, por medio de este Espíritu podemos disfrutar todo lo que el Padre planeó y el Hijo
realizó. Ahora, todo lo que Dios es, todo lo que Cristo es, y todo lo que Cristo realizó,
obtuvo y alcanzó, se hace real a nosotros por el Espíritu. Por eso el Espíritu es llamado el
Espíritu de realidad (Jn. 14:17).

¿Podemos ver ahora por qué Dios tiene que ser triuno? El es esencialmente uno, pero
económicamente tres, a fin de que podamos disfrutarle. La economía de Dios consiste
en impartir todo Su ser en nosotros. Pero si El sólo fuera uno esencialmente sin ser tres
económicamente, no podría llevar a cabo Su propósito. Por otro lado, si el Padre, el Hijo
y el Espíritu fueran tres Dioses y no uno, sólo podríamos recibir al Espíritu, es decir, uno
de los Tres. Si éste fuera el caso, careceríamos de todas las riquezas del Padre y de todos
los logros del Hijo. Pero alabémosle, ¡El es tres en uno! El Padre planeó, el Hijo realizó y
el Espíritu ahora está listo para transmitirnos al Dios Triuno. Cuando invocamos:
“Señor Jesús”, el Espíritu todo-inclusivo entra en nosotros impartiéndonos la totalidad
del Dios Triuno. Recibimos al Padre, al Hijo y al Espíritu, con todo lo que El es y ha
realizado. Este Espíritu es el paquete todo-inclusivo. ¡Amén!

Preguntas

1. ¿Qué es la economía de Dios?


2. ¿Cuáles son las distintas funciones del Padre, el Hijo y el Espíritu?
3. ¿Qué significa decir que el Padre, el Hijo y el Espíritu son uno “esencialmente”?

Referencias adicionales

1. The Divine Dispensing of the Divine Trinity [La impartición divina de la Trinidad
Divina] (Lee/LSM), págs. 107-108, 116-117, 128-129.
2. Concerning the Triune God, the Father, the Son, and the Spirit [Acerca del Dios Triuno:
el Padre, el Hijo y el Espíritu] (Lee/LSM), págs. 14-15.
3. La economía de Dios (Lee/LSM), págs. 9-15.
Lección seis

EL MORAR MUTUO DEL DIOS TRIUNO


Y SUS CREYENTES

Lectura bíblica

Jn. 17:21; Ef. 4:6; Gá. 2:20; Col. 1:27;


Jn. 14:17; 1 Jn. 2:23; Ro. 8:9-10; Mt. 28:19;
1 Co. 1:30; Ro. 6:3; 1 Co. 12:13.

Bosquejo

I. El Dios Triuno está en nosotros


II. Nosotros estamos en el Dios Triuno
III. Morar mutuamente con el Dios Triuno

Texto

La economía de Dios consiste en que El se imparte en nuestro ser. Ya que el Dios Triuno
es esencialmente uno, el Dios Triuno completo ha entrado en nosotros. No hemos
recibido un tercio de Dios, sino la totalidad del Dios Triuno. Al creer e invocar Su
nombre, el Dios Triuno entra en nosotros y nosotros entramos en El. Ahora, este Dios
Triuno está en nosotros y nosotros estamos en El. ¡Aleluya, moramos mutuamente con
este Dios Triuno! No sólo el Padre, el Hijo y el Espíritu moran el Uno en el Otro, sino
que Sus creyentes también participan de este mutuo morar. En Juan 17:21 el Señor
Jesús oró: “Como Tú, Padre, estás en Mí, y Yo en Ti, que también ellos estén en
Nosotros”.

I. EL DIOS TRIUNO ESTA EN NOSOTROS

Efesios 4:6 nos dice que el Padre está en nosotros: “Un Dios y Padre de todos, el cual es
sobre todos, y por todos, y en todos”. El Hijo, Jesucristo, también está en nosotros,
según lo revela Gálatas 2:20: “mas vive Cristo en mí”, y Colosenses 1:27 dice: “Cristo en
vosotros, la esperanza de gloria”. Antes de Su crucifixión, el Señor Jesús indicó a Sus
discípulos que el Espíritu estaría en ellos: “El Espíritu de realidad ... estará en vosotros”
(Jn. 14:17). Podemos ver claramente en estos versículos que el Padre, el Hijo y el
Espíritu están en nosotros. ¿Pero, cuántos hay realmente en usted? ¿Moran tres Dioses
en usted? No. Sólo mora un Dios en usted. ¿Quién es este único Dios? Es el Dios Triuno:
el Padre, el Hijo y el Espíritu. No tenemos tres Dioses en nosotros; nuestra experiencia
confirma que mora un sólo Dios en nosotros. El Padre está en el Hijo a fin de estar en
nosotros, y el Hijo, quien está en nosotros, es el Espíritu. El Espíritu en nosotros es el
Hijo en nosotros, y el Padre está en el Hijo a fin de estar en nosotros. Por lo tanto,
mientras tengamos al Espíritu, también tenemos al Hijo y al Padre.

En 1 Juan 2:23 dice: “Todo aquel que niega al Hijo, tampoco tiene al Padre. El que
confiesa al Hijo, tiene también al Padre”. Además, Romanos 8:9-10 revela que el
Espíritu de Cristo en nosotros es Cristo mismo. Por lo tanto, cuando el hombre tiene al
Espíritu, también tiene al Hijo, y cuando el hombre tiene al Hijo, también tiene al Padre.
El Padre está en el Hijo, y el Hijo es el Espíritu que entra en nosotros para que podamos
tener y disfrutar a tal Dios Triuno. En terminología hay tres, pero en experiencia hay
solamente uno. Esto es un verdadero misterio.

II. NOSOTROS ESTAMOS EN EL DIOS TRIUNO

En Mateo 28:19 el Señor mandó a Sus discípulos a bautizar a los nuevos creyentes en el
nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Cuando fuimos bautizados después de
haber creído en el Señor Jesús, no sólo el Dios Triuno entró en nosotros, sino también
nosotros fuimos puestos en el Dios Triuno, esto es, dentro de El. El Señor oró en Juan
17:21: “Para que todos sean uno; como Tú, Padre, estás en Mí, y Yo en Ti, que también
ellos estén en Nosotros”. Primera de Juan 2:24 dice: “También vosotros permaneceréis
en el Hijo y en el Padre”. Estos versículos muestran claramente que no sólo el Padre y el
Hijo están el Uno en el Otro, sino que aun nosotros los creyentes participamos de este
morar mutuo en el Dios Triuno.

La Biblia dice específicamente en 1 Corintios 1:30 que estamos en Cristo: “Mas por El
estáis vosotros en Cristo Jesús”. También Romanos 6:3 afirma que cuando somos
bautizados, somos puestos en Cristo Jesús. Además, en 1 Corintios 12:13 dice: “Porque
en un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un solo cuerpo ... y a todos se nos dio a
beber de un mismo Espíritu”; y en 1 Corintios 12:3 leemos: “Nadie puede decir: ¡Jesús es
Señor!, sino en el Espíritu Santo”. Podemos ver que la Biblia revela que estamos en el
Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Estamos en el Dios Triuno. Al invocar Su nombre:
“Señor Jesús”, recibimos al Dios Triuno y somos puestos en el Dios Triuno. ¡Aleluya!
Esto es tan maravilloso. Dios está en nosotros y nosotros estamos en Dios. Moramos
mutuamente con el Dios Triuno. Ya no somos aquellos despreciables pecadores
destinados al infierno; tampoco somos cristianos que irán al cielo. ¡No! Hemos sido
librados de la muerta eterna, que es la condenación de Dios, pero mucho más, ahora
somos uno con el Dios Triuno. El vive en nosotros y nosotros en El. ¡Alabado sea el
Señor! ¡Aleluya! ¡Amén!
III. MORAR MUTUAMENTE CON EL DIOS TRIUNO

Por consiguiente, cuando usted sea tentado por sus amigos a ir a un lugar inapropiado
como alguna sala de cine, o a participar de cosas malignas, recuerde que no está solo.
¿Cree usted que a Dios le gustaría ir a tales lugares o practicar tales cosas? Si usted va, lo
obligará a El a ir con usted a dicho lugar. A dondequiera que usted vaya o cualquier cosa
que haga, usted y el Dios Triuno estarán juntos, ya que moran mutuamente. El nunca lo
dejará, ni tampoco usted podrá separarse de El. En esos momentos de tentación,
invoque el nombre del Señor Jesús para tocar al Dios Triuno en su interior, y luego,
huya de esas tentaciones. Cuando esté con sus amigos puede impartir a Dios en ellos,
hablándoles acerca de este maravilloso Dios Triuno, de Su salvación plena y de su
mutuo morar con El. Si usted hace esto, Satanás no lo podrá tocar, el mundo no podrá
influenciarlo, toda la creación estará sometida a usted y sus amigos sinceramente se lo
agradecerán. Entonces Dios estará feliz en usted. ¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor! ¡Qué
relación tan maravillosa tenemos con nuestro Dios! ¡Podemos morar mutuamente con
El!

Preguntas

1. Cite tres versículos que demuestren que el Padre, el Hijo y el Espíritu están en nosotros.
2. ¿Fue puesto usted en el Dios Triuno? ¿Cuándo?
3. ¿Cómo es posible que moremos mutuamente con el Dios Triuno?
4. Testifique a sus compañeros cómo el Dios Triuno lo ha salvado recientemente de la
tentación del mundo.

Referencias adicionales

1. Concerning the Triune God, the Father, the Son, and the Spirit [Acerca del Dios Triuno:
el Padre, el Hijo y el Espíritu] (Lee/LSM), págs. 31-32.
2. The Divine Dispensing of the Divine Trinity [La impartición divina de la Trinidad
Divina] (Lee/LSM), págs. 111-112, 123-124, 133-135, 53.
3. Truth Messages [Mensajes sobre la verdad] (Lee/LSM), págs. 69-72.
4. Estudio-vida de Juan (Lee/LSM), págs. 391-392, 431-432.
5. Life-study of First Corinthians [Estudio-vida de Primera de Corintios] (Lee/LSM), pág.
127.
6. Life-study of First John [Estudio-vida de Primera de Juan] (Lee/LSM), págs. 304-305,
310.
7. Life-study of Ephesians [Estudio-vida de Efesios] (Lee/LSM), págs. 410-411.
Lección siete

EL DIOS TRIUNO SEGUN SE REVELA


EN EL ANTIGUO TESTAMENTO

Lectura bíblica

Gn. 1:1, 26; 11:7; Ex. 3:6; 1 Co. 1:9;


Ef. 1:3-5; Col. 2:9; Ap. 4:5; 1 Co. 10:4;
Jn. 19:34; 7:39; 1 Co. 12:13.

Bosquejo

I. El Dios Triuno revelado en el Antiguo Testamento


II. Dios es triuno en Su relación con el hombre
III. El Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob
IV. El candelero de oro representa al Dios Triuno
V. El Dios Triuno revelado por medio de la roca hendida

Texto

En las seis lecciones anteriores hemos abarcado la verdad básica con respecto al Dios
Triuno. Espero que hayamos recibido alguna revelación y que estemos experimentando
más de El en nuestra vida diaria. En las seis lecciones siguientes veremos que toda la
Biblia nos habla acerca del Dios Triuno. Ciertamente no podemos abarcar todo lo que la
Biblia dice acerca del Dios Triuno, pero mencionaremos algunos de los puntos más
cruciales.

La estructura de toda la Biblia se reduce simplemente al Dios Triuno y Su salvación


completa. Dios es triuno al relacionarse con el hombre, salvarlo e impartirse en él. Por
medio de esta salvación, los hombres se convierten en hijos de Dios y miembros del
Cuerpo de Cristo.

I. EL DIOS TRIUNO REVELADO


EN EL ANTIGUO TESTAMENTO

Debemos darnos cuenta de que antes del nacimiento de Cristo, el Antiguo Testamento
ya hablaba de Dios y de cómo El se relacionaba con Su pueblo escogido. Si bien el Nuevo
Testamento comienza con el nacimiento de Jesús, no por ello debemos suponer que la
revelación del Padre, el Hijo y el Espíritu sea exclusivamente del relato
neotestamentario. De hecho, el Antiguo Testamento está lleno de pasajes que presentan
al Dios Triuno siendo experimentado por el hombre; pero en cierto modo, esta
enseñanza está escondida y presentada únicamente mediante símbolos. No obstante, lo
que a menudo es difícil describir con palabras, puede comprenderse fácilmente
mediante un cuadro descriptivo o un ejemplo. Lo mismo sucede con el Dios Triuno. Con
la ayuda del Nuevo Testamento, que nos explica los cuadros descriptivos y las figuras del
Antiguo, podemos apreciar cuán excelente y disfrutable es nuestro Dios.

La primera oración en el Antiguo Testamento declara: “En el principio creó Dios los
cielos y la tierra” (Gn.1:1). La palabra hebrea traducida “Dios” es plural en número,
mientras que la forma del verbo “creó” denota un sujeto en singular. Esto significa que
Dios es tres-uno. ¡Desde el primer versículo de la Biblia, está implícito el que Dios es
triuno!

II. DIOS ES TRIUNO


EN SU RELACION CON EL HOMBRE

Aunque Dios es uno, muchas veces en el Antiguo Testamento usa el pronombre plural
“Nosotros” para referirse a Sí mismo. En Génesis 1:26 El dice: “Hagamos al hombre a
nuestra imagen”. Este versículo ciertamente indica que Dios es plural, pues la forma del
verbo “hagamos” implica tácitamente el sujeto plural “nosotros”; sin embargo, la
palabra hebrea traducida “imagen” se refiere a una persona singular. Así pues, “imagen”
—que se refiere a una persona en singular— usa el pronombre plural “nosotros”, lo cual
indica que Dios es tres-uno.

Del capítulo 1 de Génesis pasamos al capítulo 3. Después de la caída del hombre, Dios
vuelve a usar el pronombre plural “nosotros” para referirse Sí mismo: “Y dijo Jehová
Dios: he aquí que el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal” (Gn.
3:22).

En Génesis 11 la rebelión del hombre contra Dios llegó al extremo de edificar la torre de
Babel y la ciudad de Babel. Entonces Dios dijo: “Ahora, pues, descendamos...” (Gn. 11:7).
Aquí de nuevo Dios utiliza el pronombre plural para referirse a Sí mismo.

Por lo tanto podemos ver claramente que, en Su relación con el hombre, Dios usa el
pronombre plural para referirse a Sí mismo: cuando creó al hombre, El usó el
pronombre plural para referirse a Sí mismo; cuando trató con el hombre caído, volvió a
usar el pronombre plural; y cuando vino a lidiar con la rebeldía del hombre, también lo
usó. Esto significa que El se relaciona con el hombre como el Dios Triuno. En Génesis 1,
mientras Dios creaba todas las cosas, El nunca usó el pronombre plural para referirse a
Sí mismo, aunque el sustantivo que se traduce “Dios” es plural en número. Esto sugiere
que en cuanto a Su relación con todas las otras criaturas, Dios era simplemente Dios,
pero en cuanto a Su relación con el hombre, El siempre se revela como el Dios Triuno.

III. EL DIOS DE ABRAHAM,


EL DIOS DE ISAAC Y EL DIOS DE JACOB

En Exodo 3:6 el Señor dijo a Moisés: “Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios
de Isaac, y Dios de Jacob”. Este versículo revela el aspecto triple de Dios en la relación
con Su pueblo escogido. Con el Dios de Abraham, el énfasis recae en el Padre; con el
Dios de Isaac, se hace hincapié en el Hijo; y con el Dios de Jacob, se da importancia al
Espíritu. Por lo tanto, mediante las experiencias de Abraham, Isaac y Jacob podemos
entender mejor que Dios es triuno, es decir, vemos al Padre, al Hijo y al Espíritu.

Primero vemos que Abraham fue llamado a salir de su entorno pagano para participar
de la bendición y el propósito divinos, lo cual revela el llamamiento que el Padre hace (1
Co. 1:9; Ef. 1:3-5). En segundo lugar vemos en Isaac al hijo prometido de Abraham, a
quien luego se le pidió ofrecerlo a Dios en sacrificio. Esto revela al Hijo, quien nos fue
prometido por Dios, y quien fue ofrecido a Dios mediante la muerte y resurrección. Por
último, en la experiencia de Jacob vemos al Espíritu. Jacob fue una persona que siempre
estuvo bajo la disciplina de Dios; él siempre hacía lo posible para que las cosas
funcionaran a su manera, pero el Señor siempre arreglaba las circunstancias
soberanamente para lograr que Jacob no confiara en sí mismo, sino en Dios. Esto
representa la obra transformadora del Espíritu. ¡Aleluya por nuestro Dios! El fue quien
nos llamó a Su propósito maravilloso; El es nuestra porción prometida; y es El quien nos
está transformando a Su propia imagen. El es el Padre, el Hijo y el Espíritu: el Dios de
Abraham, de Isaac y de Jacob.

IV. EL CANDELERO DE ORO


REPRESENTA AL DIOS TRIUNO

Exodo 25 describe el candelero de oro en el tabernáculo, lo cual presenta un cuadro


maravilloso del Dios Triuno. Este candelero no debe ser visto superficialmente, como si
fuera un simple artefacto que alumbra en la oscuridad, sino que debemos considerar
cuidadosamente tres aspectos importantes de este símbolo maravilloso, a saber: el oro,
el candelero mismo y las lámparas.

Primero, el candelero fue hecho de un talento de oro puro, que pesa aproximadamente
45 kilos, cuya forma fue labrada sobre una base y en su extremo superior tenía siete
lámparas. La sustancia o esencia del candelero era oro puro. En la Biblia, el oro
representa la naturaleza de Dios. A diferencia del hierro, el oro no se oxida ni cambia su
estructura química. Esto nos muestra que la naturaleza de Dios es inmutable, es decir,
que nunca cambia. De aquí que el oro representa a Dios el Padre como la esencia y la
fuente.

En segundo lugar, el candelero de oro no era un trozo de oro sin forma, sino que dicho
oro había sido forjado y labrado en la forma de un candelero. Esto significa que el oro
está corporificado en la forma de Dios el Hijo. Toda la plenitud de la Deidad habita
corporalmente en el segundo de la Trinidad (Col. 2:9). Jesucristo posee la forma e
imagen de Dios.

En tercer lugar vemos la expresión del candelero. El candelero tenía la finalidad de


brillar, y tal brillo constituía su expresión. Tal expresión emanaba de las siete lámparas.
La Biblia nos dice que las siete lámparas son los siete Espíritus de Dios (Ap. 4:5). Por
consiguiente, podemos decir que el candelero representa al Dios Triuno en Su
expresión: su substancia es el Padre, su forma es el Hijo y su expresión es el Espíritu.

Qué cuadro tan maravilloso del Dios Triuno: el oro, la forma y el brillo. Podemos ver
este candelero por toda la Biblia, hasta que finalmente aparece en el último libro, el
Apocalipsis. En la lección doce veremos cómo el candelero en Apocalipsis nos muestra
algo aún más maravilloso acerca de la expresión del Dios Triuno.

V. EL DIOS TRIUNO REVELADO


POR MEDIO DE LA ROCA HENDIDA

La roca hendida mencionada en Exodo 17 es un cuadro que nos muestra que podemos
disfrutar al Dios Triuno. A los hijos de Israel se les agotó el agua para beber durante su
peregrinaje por el desierto. Entonces, el Señor ordenó a Moisés que golpeara la roca con
su vara, a fin de que brotara agua; tan pronto Moisés lo hizo, el agua brotó y el pueblo
pudo saciar su sed.

En 1 Corintios 10:4 dice que: “La roca era Cristo”. Moisés y su vara representan la
autoridad de la ley de Dios. El hecho de que Moisés golpeara la roca muestra que cuando
Cristo murió en la cruz, El fue juzgado por la autoridad de la ley divina. Ante los ojos de
Dios, el Señor Jesús fue sometido a muerte no por los judíos, sino por la misma ley de
Dios. El agua, por ende, representa al Espíritu. De la misma manera que el agua brotó
de la roca herida, el Espíritu brotó del Cristo que fue herido por el juicio divino (Jn.
19:34). Los israelitas no podían obtener agua a no ser por la roca hendida; de igual
manera nosotros no podemos obtener al Espíritu a no ser por el Cristo que ha sido
juzgado. Juan 7:37-39 revela que el Espíritu estaría disponible a todo aquel que le
bebiera después de que Cristo fuera juzgado en la cruz por nuestros pecados, una vez
que resucitara como el Espíritu vivificante.

¡Alabado sea el Señor por Cristo, nuestra Roca herida! El fue juzgado en favor nuestro
para que pudiéramos disfrutar la vida eterna. Esta vida está ahora en el Espíritu, y a
todos se nos ha dado a beber de este Espíritu (1 Co. 12:13). ¿Alguna vez ha tenido
dificultades? ¿Alguna vez se ha sentido insatisfecho? ¿Alguna vez se ha quejado? Estas
son señales que muestran que estamos “sedientos”. ¡Necesitamos beber! Nadie puede
vivir sin agua. Como cristianos, necesitamos beber de las aguas vivientes del Espíritu.
¿Se ha dado cuenta de que tiene una Roca en su espíritu? “¡Oh, Señor Jesús! ¡Oh, Señor
Jesús! ¡Tú eres mi roca hendida!” El Señor Espíritu nos reavivará, nos refrescará y nos
hará vivientes.

Espero que por medio de esta lección podamos darnos cuenta de que el Antiguo
Testamento no consiste meramente en historias acerca de los hijos de Israel, sino que, a
la luz del Nuevo Testamento, podamos apreciar cómo estos libros revelan las riquezas
infinitas del Dios Triuno, aun cuando apenas hemos abarcado una pequeña sección de
los cientos de páginas que hay en las Escrituras. Los ejemplos o cuadros descriptivos
presentados en el Antiguo Testamento nos permiten apreciar y disfrutar al Dios Triuno;
cada cuadro ciertamente vale más que mil palabras.

Preguntas

1. Hable con sus compañeros de cómo Exodo 3:6 se refiere al Dios Triuno.
2. Escriba una profecía corta de cien palabras acerca de cómo el candelero tipifica al Dios
Triuno. Dé referencias.
3. ¿Ha bebido usted del agua viva?

Referencias Adicionales

1. Concerning the Triune God, The Father, the Son, and the Spirit [Acerca del Dios Triuno:
el Padre, el Hijo y el Espíritu] (Lee/LSM), págs. 10-13.
2. The Stream [El manantial] (Lee/LSM), tomo 13, núm. 3, págs. 24-25.
3. Estudio-vida de Génesis (Lee/LSM), págs. 533-540.
4. Estudio-vida de Exodo (Lee/LSM), págs. 467-469, 481-490, 482-489.
5. Life Messages [Mensajes de vida] (Lee/LSM), tomo 2, págs. 288-290.
Lección ocho

EL DIOS TRIUNO SEGUN SE REVELA


EN LOS EVANGELIOS Y EN HECHOS

Lectura bíblica

Lc. 15:4-32; Hch. 2:21; 9:14; 22:16; 8:16; 19:5.

Bosquejo

I. El amor del Dios Triuno hacia los pecadores


(Lucas 15)
II. El Dios Triuno en el libro de Hechos
A. La práctica de invocar el nombre del Señor
B. La práctica de ser bautizados en el Señor

Texto

El Dios Triuno se revela progresivamente desde Génesis hasta Apocalipsis. Aunque el


Antiguo Testamento muestra muchos aspectos del Dios Triuno, eso no es suficiente para
entenderlo cabalmente, ya que El es presentado de una manera velada y simbólica. Sin
embargo, en el Nuevo Testamento, comenzando con los cuatro evangelios de Mateo,
Marcos, Lucas y Juan, la revelación del Dios Triuno es más abundante y clara. Mateo
28:19 es el primer libro de la Biblia que menciona claramente a los tres de la Trinidad en
conjunto. Los evangelios son una gran revelación de la distinción entre el Padre, el Hijo
y el Espíritu Santo; Dios es tres económicamente a fin de llevar a cabo Su propósito.

Mateo, Marcos y Lucas hablan acerca de la venida de Jesús el Hijo y de Su obra


redentora. El evangelio de Juan profundiza más para mostrarnos que este Jesús es el
Dios Triuno, quien viene para ser nuestra vida esencialmente. El evangelio de Juan,
entre todos los libros de la Biblia, es el que con mayor frecuencia se refiere a la vida
divina y a la relación entre el Padre, el Hijo y el Espíritu. Ya hemos utilizado muchos
versículos de Juan para describir al Dios Triuno y nuestra experiencia de El; sin
embargo, hay un pasaje de Lucas que debemos considerar en esta lección.
I. EL AMOR DEL DIOS TRIUNO HACIA
LOS PECADORES (LUCAS 15)

Lucas 15 revela el amor del Dios Triuno hacia los pecadores. Hay tres parábolas en este
capítulo que, a manera de cuadros maravillosos, describen la salvación que la Trinidad
Divina lleva a cabo. Las tres parábolas se refieren a los tres de la Trinidad Divina. La
primera parábola habla acerca del pastor que sale a buscar una oveja perdida (vs. 4-7);
esto hace referencia al Hijo. La segunda parábola habla acerca de la mujer que enciende
una lámpara para buscar una moneda perdida (vs. 8-10); esto señala a la persona del
Espíritu Santo. La tercera y última parábola habla acerca del padre amoroso que recibe
de regreso a su hijo pródigo o despilfarrador (vs. 11-32); esto alude al Padre celestial.

La secuencia de estas parábolas no corresponde a la secuencia esencial presentada en


Mateo 28:19, la cual hace referencia a la persona misma del Dios Triuno, sino que
corresponde a nuestra experiencia progresiva de acceso o entrada al Dios Triuno, como
se menciona en Efesios 2:18. En los cuatro evangelios, el Hijo, caracterizado como el
buen Pastor, viene primero a efectuar la redención; éste es el fundamento de la
salvación de Dios. Luego en Hechos el Espíritu interviene para encontrarnos, lo cual
resulta en nuestro arrepentimiento. Y finalmente, regresamos a Dios el Padre, quien nos
espera y nos recibe.

El Hijo como Pastor vino al desierto en busca de la oveja perdida (v. 4). A los ojos de
Dios el mundo entero es un desierto, un lugar árido y desolado donde todos están
perdidos. La manera en que el Hijo nos busca es que muere por nosotros (Jn. 10:15). El
Espíritu Santo vino para encontrarnos, tal como la mujer buscó la moneda perdida en la
casa (v. 8). La casa denota nuestra persona, nuestro ser. La obra “barredora” del
Espíritu consiste en alumbrar todo nuestro ser: la mente, la parte emotiva, la voluntad y
la conciencia, de una manera detallada y cuidadosa a fin de encontrarnos. La lámpara
utilizada por la mujer representa la palabra de Dios (Sal. 119:105, 130). El Espíritu usa la
palabra para poner al descubierto nuestra posición y condición. Este es el significado de
ser “hallados”. Después de ser alumbrados nos arrepentimos, lo cual significa que
tomamos la decisión de volver al Padre. El Padre aguarda nuestro retorno (v. 20) y
finalmente nos trae de regreso a Su casa (v. 25), que es la iglesia.

¡Qué maravilloso es el amor divino expresado en estas parábolas! ¿Alguna vez se ha


considerado usted como una oveja perdida en el desierto? Lea Lucas 15 otra vez
mientras estudia esta lección. Apreciará cuán preciosos somos para el Dios Triuno.
II. EL DIOS TRIUNO EN EL LIBRO DE HECHOS

Los evangelios narran el ministerio del Jesús encarnado mientras estuvo en la tierra.
Posteriormente, Hechos describe la obra del Cristo resucitado y ascendido a los cielos.
Esta obra se lleva a cabo en la tierra por medio de los creyentes, en quienes El vive. Esto
es posible debido a que el Señor se hizo el Espíritu vivificante, y como tal El puede
entrar en ellos. Todo lo que el Señor Jesús obtuvo se imparte y se aplica en los discípulos
a fin de que ellos sean la propagación de Cristo y establezcan iglesias por todo el mundo.
A la vez, el libro de Hechos muestra dos prácticas mediante las cuales podemos
participar del Dios Triuno y disfrutarle, que son: invocar el nombre del Señor y ser
bautizados.

A. La práctica de invocar el nombre del Señor

A pesar de que la práctica de invocar al Señor se menciona frecuentemente en el Antiguo


Testamento, en el Nuevo Testamento se menciona por primera vez en Hechos 2:21
cuando Pedro predicaba el evangelio. Los primeros cristianos eran reconocidos porque
invocaban el nombre del Señor (Hch. 9:14, 21). Inmediatamente después de que Saulo
de Tarso, quien se convirtiera en Pablo, fue cautivado por el Señor, Ananías le instó a
que fuera bautizado invocando el nombre del Señor (Hch. 22:16).

Invocar Su nombre es la manera más práctica de disfrutar todo lo que el Dios Triuno es,
tal como amor y luz, y todo lo que El ha realizado y obtenido, tal como el perdón de
pecados, así como el logro de Su ascensión. Todos sabemos que Su nombre hoy es
“Señor Jesús”. Ahora podemos disfrutar ricamente al Dios Triuno que se procesó en los
evangelios, al ejercitar nuestro espíritu e invocar: “¡Señor Jesús!”

B. La práctica de ser bautizados en el Señor

En Mateo 28:19 el Señor encargó a los discípulos que bautizaran a los creyentes en el
nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Pero vemos que más tarde, en el libro
de Hechos, ellos bautizaban en el nombre del Señor Jesús (Hch. 8:16; 19:5).
¿Cometieron ellos un error? Ciertamente no. Más bien, este hecho confirma lo que
hemos dicho anteriormente; esto es, que El Señor Jesús es la corporificación del Dios
Triuno. El es el Dios Triuno. De manera que, ser bautizados en el nombre del Señor
Jesús equivale a ser bautizados en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Cuando usted fue bautizado en el nombre del Señor Jesús, fue puesto en la Persona
misma del Señor, es decir, en el Dios Triuno. ¡Ya no está más en usted mismo ni en el
mundo, sino en Dios!
Saulo odió la iglesia y persiguió a los creyentes hasta que el Señor lo salvó. Cuando se
bautizó, todo su pasado quedó enterrado y él fue puesto en Cristo. En ese momento
experimentó el lavamiento de sus pecados e invocó el nombre del Señor. Al invocar al
Señor recibió la Persona misma en la cual estaba siendo bautizado.

Quizá usted no se sienta tan malo como Saulo, que encarcelaba a los creyentes. Pero tal
vez a menudo termina discutiendo con los miembros de su familia. En realidad esto
también es pecaminoso ante el Señor. Supongamos que usted tiene un desacuerdo con
su madre. Una hora después, aún se siente perturbado y molesto; no puede entender
por qué ella no ve las cosas de la misma manera que usted. Mientras más piensa en ello,
más se consume por dentro. En ese momento usted se encuentra en su yo. Tal vez
piense que está en lo correcto, pero aun así, se siente miserable. Así que comienza a
invocar en voz suave el nombre del Señor; cuanto más le invoca, más su ira disminuye.
De pronto comprende que ha ofendido a su madre, y se siente avergonzado por ello. Así
que empieza a orar: “Señor, estaba equivocado, perdóname”. Incluso se disculpa con su
madre y experimenta tal liberación que aun siente que ella es tan amada como el propio
Señor.

Esta es nuestra experiencia al invocar y al bautizarnos. En tal situación, ¿podría usted


por sí mismo admitir que estaba equivocado y disculparse? Probablemente no. Pero
mientras más invoca, más del Dios Triuno como Espíritu se añade a usted. El vino como
luz, perdón y amor. Mientras invocaba, el Señor lo iluminó y pudo darse cuenta de su
falta, pero El también vino como perdón y amor. ¡Alabado sea el Señor! Usted
experimentó ser trasladado del yo y de sus sentimientos al Dios Triuno. Siempre
debemos tener presente esto e invocar el nombre del Señor, así nos daremos cuenta de
que ya no estamos en el mundo, en el yo ni en nuestros pecados. Más bien, somos
aquellos que han sido bautizados en el Señor Jesús y que invocan el amado nombre de
nuestro Señor.

Preguntas

1. Explique cómo Lucas 15 nos revela el amor del Dios Triuno hacia el hombre.
2. ¿Qué nos enseña Mateo 28:19, Hechos 8:6 y Hechos 19:5 acerca del Dios Triuno?

Referencias adicionales

1. Concerning the Triune God—the Father, the Son, and the Spirit [Acerca del Dios Triuno:
el Padre, el Hijo y el Espíritu] (Lee/LSM), págs. 14-15.
2. Life-study of Matthew [Estudio-vida de Mateo] (Lee/LSM), págs. 829-830.
3. Life Messages [Mensajes de vida] (Lee/LSM), tomo 2, págs. 303-304.
4. The Vision of God’s Building [La visión del edificio de Dios] (Lee/LSM), págs. 200-201.
5. Estudio-vida de Génesis (Lee/LSM), págs. 344-345, 354-355.
6. The Stream [El manantial] (Lee/LSM), tomo 13, núm. 3, págs. 7-8.
7. The Mending Ministry of John [El ministerio remendador de Juan] (Lee/LSM), págs.
30-35.
Lección nueve

EL DIOS TRIUNO SEGUN SE REVELA


EN LAS EPISTOLAS (1)

Lectura bíblica

Ro. 8:9-11; 2 Co. 13:14.

Bosquejo

I. El Dios Triuno en Sus creyentes (Romanos 8)


II. El disfrute que tenemos del Dios Triuno (2 Corintios 13:14)

Texto

Las epístolas son cartas escritas a diversas personas por los apóstoles: catorce fueron
escritas por Pablo, dos por Pedro, tres por Juan, una por Jacobo y una por Judas. El
pensamiento central de las epístolas consiste en que Cristo hoy es el Espíritu vivificante,
quien habita en nuestro espíritu. El es nuestra vida y en El se halla todo lo necesario
para la edificación de la iglesia, el Cuerpo de Cristo. Los apóstoles experimentaron y
disfrutaron al Dios Triuno y Su salvación completa. El Dios Triuno no era una simple
doctrina o enseñanza para ellos; más bien, El era su vida y disfrute en medio de todas
sus situaciones diarias. Lo que ellos escribieron sencillamente surgió de tales
experiencias. En esta lección y en la próxima, veremos que ellos no escribieron acerca de
estas cosas con el propósito de que sean estudiadas como mera teología, sino para
revelarnos cómo Dios, en Su maravillosa y misteriosa Trinidad, se imparte en Su pueblo
elegido a fin de que seamos Su expresión.

I. EL DIOS TRIUNO EN SUS CREYENTES (ROMANOS 8)

Romanos 8 afirma que el Dios Triuno está en nosotros. Los versículos del 9 al 11 reiteran
este hecho: “el Espíritu de Dios mora en vosotros”; “pero si Cristo está en vosotros”; y
“Su Espíritu que mora en vosotros”. Estos versículos indican que el Espíritu de Dios,
Cristo y Su Espíritu moran en nosotros. El Espíritu de Dios es simplemente Dios mismo.
Su Espíritu, por supuesto, es el Espíritu Santo. Por lo tanto, Dios, Cristo y el Espíritu
Santo están en nosotros. Sin embargo, ¿cuántas personas diría usted que moran en su
interior? Debe contestar: ¡una! Cuando usted ora, ¿siente que viven tres Personas
dentro de usted? ¡Por supuesto que no! Sólo ora a un Dios y percibe a una sola Persona
en su interior. En terminolgía hay tres, pero en experiencia solamente hay uno. ¡No
existe ninguna confusión dentro de nosotros! Tenemos al Dios Triuno como el Espíritu
que mora en nuestro ser.

II. EL DISFRUTE QUE TENEMOS DEL DIOS TRIUNO


(2 CORINTIOS 13:14)

Debido a que Dios es uno en Su aspecto esencial, sólo sentimos a una Persona en
nosotros; no obstante, debido a Su deseo de entrar en el hombre, Dios es tres en Su
aspecto económico. Aunque tenemos al Dios Triuno en nuestro interior, El ocupa
solamente una pequeña parte de nuestro ser. Pero Su deseo es llenar completamente
nuestro espíritu, alma y cuerpo, y la manera en que logra esto es impartiéndose en
nosotros. Día tras día debemos experimentar a Dios impartiéndose en nosotros. Por eso
en 2 Corintios 13:14 Pablo dice: “La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la
comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros”. Esta es la manera en que el Dios
Triuno se imparte en nuestro ser.

La gracia del Señor es simplemente nuestro disfrute de El. Cuando disfrutamos al Señor,
obtenemos gracia. El amor de Dios es Dios mismo, y el amor es la fuente de la gracia. La
gracia surge del amor y es su misma expresión. La comunión del Espíritu es el Espíritu
mismo. Cuando el Espíritu nos transmite la gracia juntamente con el amor, disfrutamos
la comunión. Sin embargo, la gracia, el amor y la comunión no son tres asuntos
separados, sino tres aspectos de una misma realidad, del mismo modo que el Señor,
Dios y el Espíritu no son tres, sino un sólo Dios. Cuando experimentamos a uno de Ellos,
experimentamos a los tres. El amor de Dios es la fuente, la gracia del Señor es el cauce, y
la comunión del Espíritu introduce en nosotros esta gracia juntamente con el amor.
Dicha transmisión tiene como meta que experimentemos y disfrutemos al Dios Triuno:
el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

En 2 Corintios 13:14, Pablo evocó “el amor de Dios”, porque el Padre es la fuente de
nuestra salvación; mencionó “la gracia del Señor”, porque Cristo el Hijo vino para
efectuar la salvación y para traernos el disfrute pleno de Dios; y habló de “la comunión
del Espíritu Santo”, ya que el Espíritu es la transmisión a nosotros de todo lo que el
Padre es y todo lo que Cristo ha logrado. El Dios Triuno completo trabaja para impartir
Su Ser en nosotros. De modo que nuestro espíritu, alma y cuerpo gradualmente serán
saturados de El. ¡Aleluya!

Segunda Corintios 13:14 es una contundente demostración de que Dios es triuno con
miras a que lo experimentemos, y no sólo para la mera enseñanza. Pablo no dijo: “El
Padre, el Hijo y el Espíritu Santo sea con todos vosotros”. Ciertamente él mencionó a la
Trinidad, pero como gracia, amor y comunión. Esto es muy disfrutable y es una clara
evidencia de que Dios se imparte en nosotros. ¿Pero cómo podemos experimentar y
disfrutar esa impartición? ¿Y cuál debe ser el resultado? En la iglesia todos son
animados a leer la Palabra de Dios, orar e invocar Su nombre. Esto es absolutamente
correcto; pero debemos siempre recordar que Dios se imparte en nosotros con el
propósito de producir Su expresión. El hecho de que leamos, oremos e invoquemos debe
afectar nuestras vidas en el hogar y en la escuela. El disfrute que tenemos no es sólo
para nosotros mismos, sino para que Dios brote de nosotros y sea expresado.

¿Qué significa que Dios viva y se exprese por medio de nosotros? Consideremos, por
ejemplo, la justicia: Dios es justo. El es absolutamente justo y honesto en todo lo que
hace. ¿Y nosotros? Por naturaleza nosotros ciertamente no somos justos. Supongamos
que usted compra algo en la tienda y que por error el cajero le cobra menos del precio.
La mayoría de los jóvenes no se lo mencionaría al cajero. Por el contrario, les daría
mucho gusto ahorrarse algo de dinero. Pero eso es una injusticia. Esa es la expresión del
diablo. Usted podría argumentar que la tienda tuvo la culpa o que los precios son muy
elevados, pero esas excusas sólo demuestran cuánto ama usted su dinero y cuán injusto
es usted. De hecho, quedarse con ese dinero es lo mismo que hurtar.

En cambio, si en ese momento usted ora: “Señor, reconozco que debo decir algo, pero no
puedo. Señor Jesús, yo no soy justo pero Tú sí lo eres. Sólo me vuelvo a Ti”. ¿Cree que
podría quedarse con ese dinero después de orar de esta manera? Definitivamente no lo
haría, sino que devolvería la cantidad adicional. Esta experiencia es el Dios Triuno que
vive en usted y brota de usted como justicia. Usted preferiría salir contento de la tienda
con el dinero, pero al volverse hacia el Señor, permite que El se imparta en su ser de tal
manera que lo impulse a devolver el dinero. De este modo usted obtiene más del Dios
justo. La gente en el mundo expresa la injusticia, pero nosotros, por causa de haber
experimentado la impartición de Dios, expresamos a Dios como justicia.

La meta de Dios es obtener un grupo de personas llenas de El para que le expresen. La


iglesia debe tener la expresión más elevada del universo; por tanto, debemos expresar lo
que Dios es. Dios es amor; El ama aun a Sus enemigos. Dios es perdonador; El perdona
incluso los pecados más grandes. Pero nosotros no podemos amar ni siquiera a nuestro
propio hermano o hermana, ni somos capaces de perdonar el pecado más pequeño. Así
que, día a día debemos experimentar y disfrutar al Dios Triuno. Necesitamos orar e
invocar Su nombre y leer las Escrituras, para que El pueda impartirse más en nosotros a
fin de que podamos expresarle.

El es tan maravilloso y disfrutable. Su meta es hacernos Sus hijos para que seamos
miembros del Cuerpo de Cristo, y así, le expresemos. El puede lograr Su meta si
nosotros lo disfrutamos de tal manera. Es tan sencillo experimentar esto. ¡Aleluya por la
impartición del Dios Triuno! ¡Alabado sea el Señor por la meta de la salvación completa
de Dios!

Preguntas

1. Utilice 2 Corintios 13:14 para escribir una profecía acerca del disfrute que usted ha
experimentado del Dios Triuno.

Referencias adicionales

1. Life Messages [Mensajes de vida] (Lee/LSM), tomo 2, págs. 164-166.


2. Estudio-vida de Romanos (Lee/LSM), págs. 680-682.
3. Life-study of Second Corinthians [Estudio-vida de Segunda de Corintios] (Lee/LSM),
págs. 523-526.
4. The Divine Dispensing of the Divine Trinity in Second Corinthians [La impartición
divina de la Trinidad Divina] (Lee/LSM), págs. 399-401, 403-405.
Lección diez

EL DIOS TRIUNO SEGUN SE REVELA


EN LAS EPISTOLAS (2)

Lectura bíblica

Ef. 2:1-6, 13, 17-18; 1 Co. 15:45b; Ef. 3:14-17.

Bosquejo

III. El tráfico entre el Dios Triuno y el hombre es recíproco (Efesios 2)


IV. El Dios Triuno mora en nosotros (Efesios 3)

Texto

En esta lección veremos los capítulos dos y tres de Efesios. Efesios 2 nos muestra una
circulación maravillosa y recíproca: Dios viene a nosotros y nosotros vamos a Dios.

III. EL TRAFICO ENTRE EL DIOS TRIUNO


Y EL HOMBRE ES RECIPROCO (EN EFESIOS 2)

El capítulo 2 de Efesios comienza diciendo que caímos en el pecado y la muerte, y que


permanecimos bajo el dominio de estos dos elementos negativos (vs. 1-3) hasta que,
debido a Su gran amor, Dios vino a vivificarnos, a levantarnos de la muerte, a exaltarnos
y a sentarnos en los lugares celestiales. El no hizo esto directamente, sino por medio de
Cristo. Aparte de Cristo no hay posibilidad de que Dios nos vivifique. Dios nos resucitó y
nos sentó en los lugares celestiales en Cristo (vs. 4-6). Cristo es el medio, el elemento y
la esfera en la cual Dios nos vivifica, nos levanta y nos hace sentar en los cielos. Aparte
de Cristo, Dios no tiene forma de efectuar en nosotros estos tres pasos. Dios los efectuó
utilizando a Cristo como medio.

Cristo realizó muchas obras funcionando como canal de Dios. Todo lo que El realizó se
puede sintetizar en un sólo logro: “Su sangre” (v. 13). Esta sangre es la señal maravillosa
de la muerte de Cristo. Después de lograr tanto a través de Su muerte todo-inclusiva,
Cristo vino para predicar el evangelio (v. 17). ¿Cómo pudo El predicarnos el evangelio
después de haber sido crucificado y sepultado? Esto fue posible porque El resucitó como
el Espíritu vivificante (1 Co. 15:45b). Cuando Cristo como Espíritu predicó tal evangelio,
nosotros lo escuchamos y lo aceptamos. ¿Qué fue lo que recibimos? Al Espíritu
vivificante. ¡Aleluya! ¡Lo que el amor de Dios inició, vino a nosotros por medio de Cristo,
el Canal, y nos alcanzó al ser el Espíritu!

Sin embargo, esta no es la meta final. El Dios Triuno tiene como meta introducirnos en
El mismo. Es por eso que Efesios 2:18 añade: “Porque por medio de El los unos y los
otros tenemos acceso en un mismo Espíritu al Padre”. Estos versículos muestran que
cuando recibimos al Espíritu mediante la predicación, recibimos al Hijo. Luego, el
Espíritu nos lleva de regreso al Padre por medio del Hijo. ¡Esto es maravilloso! El Padre
vino a nosotros a través del Hijo y en el Espíritu, y ahora el Espíritu nos lleva de regreso
al Padre por medio del Hijo. ¡Qué maravilloso es este tráfico en ambas direcciones!
Disfrutamos la impartición triple de vida de parte del Dios Triuno.

IV. EL DIOS TRIUNO MORA EN NOSOTROS


(EFESIOS 3)

Después de Efesios 2 tenemos en el capítulo 3 una oración hecha por el apóstol Pablo.
Efesios 3:14-17 dice: “Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre ... para que os dé ...
el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por Su Espíritu; para que Cristo haga
Su hogar en vuestros corazones por medio de la fe”. Vemos aquí de nuevo al Dios
Triuno: el Padre, Su Espíritu y Cristo. Esta es una oración maravillosa que nos lleva a
experimentar la impartición divina de la Trinidad Divina. Primero Pablo dobla sus
rodillas ante el Padre, apelando así a la fuente misma. El pidió al Padre que fortaleciera
a los creyentes en su hombre interior por medio de Su Espíritu. Nuestro hombre interior
es nuestro espíritu regenerado por el Espíritu Santo. Nuestro espíritu está mezclado con
el Espíritu. ¿Cómo podemos ser un espíritu con el Señor? Solamente mediante el Señor
como Espíritu mezclado con nuestro espíritu. El Espíritu divino se mezcló con nuestro
espíritu humano para ser un sólo espíritu. ¡Es maravilloso que el Padre nos fortalezca en
nuestro hombre interior por medio del Espíritu!

¿Qué significa ser fortalecidos con poder en el hombre interior por Su Espíritu?
Consideremos nuestra experiencia. Muchas veces nos perturbamos, nos desconcertamos
e incluso nos frustramos. Pareciera que nada marcha bien en la escuela o en el hogar.
Mientras más consideramos nuestra situación, más estancados nos sentimos y no
sabemos qué hacer. Y mientras más le damos vueltas al asunto, más debilitados y
engañados somos. En esos momentos necesitamos decir: “¡Satanás, apártate de mí! Voy
a entrar en mi hombre interior, voy a disfrutar del Espíritu que fortalece mi espíritu”.
Mientras más ore, más fortalecido será, pues por medio de la oración ejercitará su
espíritu, el cual está mezclado con el Espíritu de Dios; esto fortalece su hombre interior.
Usted debe practicar esto a fin de disfrutar al Dios Triuno.
Pablo continúa diciendo que al ser fortalecidos de esta manera, Cristo el Hijo puede
hacer Su hogar en nuestro corazón. Esto quiere decir que Cristo se establece en nuestro
ser. Nuestro corazón se compone del alma —la mente, la parte emotiva y la voluntad—
más la conciencia, la cual es una parte de nuestro espíritu. Ahora que somos creyentes,
Cristo está en nosotros; pero Su deseo es hacer Su hogar en nuestro corazón. El no
quiere estar limitado sólo a un rincón, sino que anhela vivir en todas las partes de
nuestro ser. En ocasiones nos sentimos débiles en nuestro espíritu; ésto se debe a que
Cristo tiene acceso sólo a una pequeña parte de nuestro ser. Si El ocupara todas y cada
una de las “recámaras” de nuestro corazón, nunca estaríamos débiles.

Al principio, cuando usted recibió al Señor, El entró a su espíritu. Esto es como si usted
lo hubiese invitado a pasar a su “sala”. Pero es posible que no le haya dado la libertad
para entrar a otras áreas. Por ejemplo, su mente es otra área a la que Cristo desea
entrar. A veces usted tiene pensamientos impropios, y tal vez siente que el Señor le
indica que detenga esos pensamientos y que comience a invocar Su nombre. Si no le
obedece, usted perderá la oportunidad de que El extienda Su hogar a otras áreas de su
corazón. ¿Y qué acerca de sus emociones? En ocasiones usted ama cierta cosa o a cierta
persona más que al Señor mismo, mientras que el Señor desea que lo ame sólo a El con
todo su corazón; no obstante, usted no está dispuesto a volverse a El. Finalmente,
deberá tratar con su voluntad. El Señor quiere que usted lea la Biblia, pero tal vez
muchas veces usted no lo hace. Como puede ver, en su vida diaria se presentan muchas
oportunidades para que el Señor se extienda a otras áreas de su corazón. En esos
momentos, usted necesita ablandar su corazón y arrepentirse ante el Señor. Si hace esto,
será fortalecido por el Espíritu y experimentará la salvación del Señor en todo su ser, al
grado que su mente, parte emotiva, voluntad y conciencia serán saturadas de Cristo.
Esta es la única manera en que El puede hacer Su hogar en nuestro corazón.

A pesar de que en las lecciones nueve y diez sólo abarcamos varios pasajes de algunas
epístolas, hemos podido apreciar cuán ricos son estos pasajes en cuanto a experimentar
al Dios Triuno. Creemos que al haber dado énfasis a ciertos versículos relacionados con
el Dios Triuno, les hemos ayudado a descubrir por sí mismos estas riquezas. Esperamos
que esto despierte su interés por leer más de las epístolas, con el fin de disfrutar y
experimentar la rica impartición de nuestro maravilloso Dios.

Preguntas

1. ¿En qué consiste el tráfico recíproco al cual se refiere ésta lección?


2. ¿Está permitiendo que el Espíritu ocupe más de su ser? Testifique algunas de sus
experiencias.
3. Memorice Efesios 3:14-17.
Referencias adicionales

1. The Divine Dispensing of the Divine Trinity [La impartición divina de la Trinidad
Divina] (Lee/LSM), págs. 157-164.
2. Life-study of Ephesians [Estudio-vida de Efesios] (Lee/LSM), pág. 297.
Lección once

EL DIOS TRIUNO SEGUN SE REVELA EN APOCALIPSIS

Lectura bíblica

Ap. 1:1, 4-5, 7; 21:12-13; 22:1; Jn. 7:37-39; Ef. 3:9;


Jn. 1:29; Ef. 1:7; Jn. 3:6.

Bosquejo

I. La gracia y la paz que el Dios Triuno imparte


II. El hablar del Espíritu
III. El Dios Triuno se expresa por medio de la Nueva Jerusalén
A. El Dios Triuno como nuestro acceso
B. El Dios Triuno como nuestra existencia

Texto

En esta lección llegamos al último libro de la Biblia, el Apocalipsis. La Biblia en su


totalidad es la revelación de Dios, y Apocalipsis es la conclusión de toda la Biblia. Así
que, en este libro tenemos la revelación final y completa acerca de Dios. Dios es triuno, y
en Apocalipsis, el libro que contiene la revelación final de todas las cosas, vemos algo
más profundo, elevado, rico y dulce concerniente a nuestro Dios Triuno.

I. LA GRACIA Y LA PAZ QUE EL DIOS TRIUNO IMPARTE

En el capítulo uno tenemos una salutación maravillosa. En Apocalipsis 1:4 y 5 dice:


“Gracia y paz a vosotros de parte de Aquel que es y que era y que ha de venir, y de los
siete Espíritus que están delante de Su trono; y de Jesucristo, el Testigo fiel, el
Primogénito de entre los muertos, y el Soberano de los reyes de la tierra”. Este pasaje
afirma que recibimos gracia y paz de parte del Dios Triuno. La expresión: “Aquel que es
y que era y que ha de venir” se refiere a Dios el Padre eterno; los “siete Espíritus que
están delante de Su trono” denotan a Dios el Espíritu; y “Jesucristo”, por supuesto,
alude a Dios el Hijo, quien es el Testigo fiel, el Primogénito de entre los muertos y el
Soberano de los reyes de la tierra. La mayoría de las epístolas principian con una
salutación, pero ésta es “la salutación consumada del Dios Triuno”. Si oramos-leemos
este versículo, ciertamente disfrutaremos la gracia y la paz del Dios Triuno.
II. EL HABLAR DEL ESPIRITU

En los capítulos dos y tres de Apocalipsis vemos que el Señor es el Espíritu. En estos
capítulos se hallan siete epístolas escritas a siete iglesias locales. Al principio de cada
epístola habla el Señor (2:1, 8, 12, 18; 3:1, 7, 14), pero al final de cada epístola es el
Espíritu quien habla (2:7, 11, 17, 29; 3:6, 13, 22). Esto muestra que siempre que el Señor
Jesús habla, es el Espíritu quien habla. Puesto que El Señor es el Espíritu y el Espíritu es
el Señor, el hablar del Señor equivale al hablar del Espíritu.

¿Ha oído usted alguna vez el hablar del Señor? Tal vez no lo haya oído con sus oídos
físicos, pero El puede hablar a su espíritu, es decir, a sus “oídos espirituales”, ya que
Cristo es el Espíritu que habla. Si usted lee la Palabra de Dios con un espíritu abierto, el
Espíritu le hablará algo de Cristo en su interior. Por ejemplo, en la epístola a Efeso el
Señor dice: “Pero tengo contra ti que has dejado tu primer amor. Recuerda, por tanto,
de dónde has caído, y arrepiéntete...” (Ap. 2:4-5). Luego, el versículo 7 dice: “El que
tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias”. Al leer estos versículos quizás
reconozca que el Señor no es su primer amor, o sea, su mejor amor. Esto significa que
usted ama otras cosas, tal como la buena ropa, la música o los juegos de computadora,
más que al propio Señor. Este sentir interior es el hablar del Espíritu, es decir, el Señor
mismo hablándole. Tal hablar lo llevará a que se arrepienta y se vuelva al Señor orando
de la siguiente manera: “Oh, Señor, te amo sólo a Ti. No me interesa nada más. Quiero
estar locamente enamorado de Ti. Te amo sobremanera. Tu eres mi mejor amor, mi
primer amor”. Si ora de esta manera, la gracia y la paz del Dios Triuno lo llenarán, usted
disfrutará de la presencia del Señor como gracia, y su corazón estará en paz con Dios.
¡Aleluya porque El nos ama tanto! ¡El debe ser nuestro primer amor!

III. EL DIOS TRIUNO SE EXPRESA


POR MEDIO DE LA NUEVA JERUSALEN

En los capítulos 21 y 22 de Apocalipsis el Dios Triuno se revela a lo máximo por medio


de la Nueva Jerusalén. Todas las características que Juan describe acerca de la ciudad
santa son símbolos maravillosos que nos muestran al Dios Triuno y Su economía. A
continuación veremos tan sólo dos de estas características.

C. Los pámpanos que llevan fruto

Los pámpanos de la vid llevan fruto, siempre y cuando permanezcan unidas a la vid. Al
recibir la impartición del Dios Triuno en nosotros, debemos a la vez impartirlo en otros
a fin de llevarlos como fruto. Esta es nuestra responsabilidad y gozo (Jn. 15:8, 11, 16). La
vid es útil sólo para producir fruto, y cuando la vid es saludable lleva mucho fruto. A
ningún labrador le agrada una vid que no da fruto; en cambio, el fruto abundante es la
gloria de todo labrador. Llevar fruto es nuestra función y la gloria del Padre.

Ya que disfrutamos a Dios de una manera tan rica, ¿no creen que debemos contarles a
nuestros amigos para que ellos también puedan disfrutarlo? Si no lo hacemos, ¿cómo
podrán ellos creer en El y recibirlo? Cuando le hablamos a otros acerca de Dios, El se
“ramifica”. Debido a que somos Sus pámpanos, al ganar a nuestros amigos podemos
lograr que El se “ramifique”. ¡Qué gran privilegio! No sólo recibimos a Dios sino
también lo propagamos. Laboramos juntamente con El para lograr que otros se unan a
la vid, es decir, para introducirlos al organismo del Dios Triuno. ¡Aleluya! De esta
manera el Padre obtendrá la gloria por medio de nosotros.

III. LA NUEVA JERUSALEN

La Nueva Jerusalén es la consumación máxima de la impartición del Dios Triuno en Su


pueblo escogido y redimido. Muchos piensan que la Nueva Jerusalén es una ciudad
física, o que es el cielo; pero según Apocalipsis 1:1, la revelación de este libro se compone
de señales y símbolos. En Efesios 5 vemos que la iglesia es la novia de Cristo, y
Apocalipsis 21:2 y 9 dice que la Nueva Jerusalén es la desposada. De modo que la Nueva
Jerusalén no es un lugar físico ni tampoco es el así llamado “cielo”; más bien, la Nueva
Jerusalén es el agrandamiento, consumación, plenitud y expresión máxima de la iglesia,
la mezcla del Dios Triuno y el hombre.

A. Una morada mutua

Apocalipsis 21:3 declara que la Nueva Jerusalén es el tabernáculo de Dios, es decir, la


morada de Dios. Sin embargo, el versículo 22 indica que la ciudad santa es el templo de
Su pueblo. ¿Qué significa esto? Significa que Dios vive en Su pueblo y que Su pueblo
vive en El. La Nueva Jerusalén es la morada mutua de Dios y el hombre. Después de que
Dios se imparte en Su pueblo por muchas generaciones, El y Su pueblo llegan a ser una
morada mutua. ¡Aleluya! ¿Qué prefiere usted, ir al cielo o morar con Dios y que El more
en usted? De hecho, la idea de “ir al cielo para estar con Dios” es muy inferior
comparada con este glorioso morar mutuo. Vivir en el Dios Triuno y tener al Dios
Triuno viviendo en nosotros es la bendición más grande en el universo.

B. Tener la vida y la naturaleza de Dios

Apocalipsis 21:18 dice: “el material de su muro era de jaspe; pero la ciudad era de oro
puro”. El versículo 11 afirma que la luz de la Nueva Jerusalén “era semejante al de una
piedra preciosísima, como piedra de jaspe, diáfana como el cristal”. El jaspe es de color
verde oscuro, lo cual representa la vida en plenitud. La hierba verde, los campos verdes
y las montañas verdes, todas testifican de las riquezas de la vida. Cuando el campo está
de color amarillento, da la impresión de que no tiene vida. El muro de la Nueva
Jerusalén es un testimonio brillante de las riquezas de la vida de Dios. Apocalipsis 4:3
dice que Dios mismo tiene la apariencia del jaspe. Debemos tener presente que la Nueva
Jerusalén no es otra cosa que el agrandamiento de la iglesia. Esto significa que un día el
pueblo de Dios tendrá la apariencia misma de Dios. ¡Alabado sea el Señor que un día
expresaremos plenamente las riquezas de la vida de Dios!

La ciudad, la cual está adentro del muro, es totalmente de oro. Recordemos que el oro
representa la naturaleza de Dios. Esto significa que nosotros, el pueblo de Dios, seremos
totalmente constituidos de la naturaleza divina. Exteriormente la ciudad es de color
verde, lo cual expresa la vida divina; pero interiormente es de oro puro, lo cual denota
que está constituida de la naturaleza de Dios. ¡Este es un cuadro glorioso! Aquí vemos el
resultado final de la impartición del Dios Triuno. Cuanto más El se imparte en nosotros,
más recibimos Su naturaleza divina. Anteriormente nos dirigíamos hacia el lago de
fuego, pero ahora Dios es nuestro destino. En el pasado estábamos llenos de la
naturaleza satánica, pero al final estaremos llenos de la naturaleza divina. La única
manera para ser trasladados de una esfera a otra es recibir más de la impartición divina.
Debemos huir de la corrupción que hay en el mundo a fin de participar de la naturaleza
divina (2 P. 1:4). ¡Oh, Señor Jesús! ¡Qué glorioso destino! ¡Qué maravillosa
consumación!

IV. NUESTRO DESTINO ETERNO

El deseo eterno de Dios es obtener un grupo de personas que estén completamente


mezcladas con El, a fin de que sean Su expresión universal y Su morada mutua. La
Biblia revela que Dios en Su Trinidad trabaja para alcanzar esta meta; primero el Dios
Triuno llega al hombre, y después lo introduce en Sí mismo. En el Antiguo Testamento
Dios ya era triuno, cuando creó al hombre y se relacionó con él. Y en los evangelios
vemos que Dios llegó a ser un hombre en la Persona de Jesucristo. El Señor Jesús fue el
primer hombre mezclado con Dios. Pero Dios deseaba obtener muchos más hombres
como El, así que en Hechos vemos que El como Espíritu se propagó en miles de
creyentes. Las epístolas muestran el desarrollo de estos creyentes para formar la iglesia,
el Cuerpo de Cristo. Y en Apocalipsis vemos el producto final, la consumación máxima
de la impartición del Dios Triuno: la Nueva Jerusalén. La Nueva Jerusalén es el
agrandamiento y la plenitud del candelero, la iglesia y la vid; es la mezcla consumada de
lo humano y lo divino, el morar mutuo de Dios y el hombre. Este es el cumplimiento de
Génesis 1:26; así pues, la Biblia termina de la misma manera en que comienza. Al
principio vemos la imagen de Dios con miras a Su expresión, y al final vemos una
inmensa expresión corporativa, plena y espléndida. Este es nuestro destino y el
cumplimiento del propósito eterno del Dios Triuno. Esto es lo que el Padre planeó, lo
que el Hijo logró y lo que el Espíritu aplica. ¡Qué plan! ¡Qué logro! ¡Qué aplicación!
¡Alabado sea el Dios Triuno!

Preguntas

1. ¿Cuál es la relación entre el Dios Triuno y la iglesia?


2. ¿Qué versículos muestran que la iglesia tiene la apariencia de Dios? Explique.
3. Escriba una profecía acerca de la Nueva Jerusalén como la consumación máxima del
Dios Triuno.

Referencias adicionales

1. Estudio-vida de Apocalipsis (Lee/LSM), págs. 83-87.


2. Estudio-vida de Juan (Lee/LSM), págs. 429-431, 642-645.
3. La revelación básica de las Sagradas Escrituras (Lee/LSM), págs. 67-69, 119, 121-124,
135-136.
4. The Vision of God’s Building [La visión del edificio de Dios] (Lee/LSM), págs. 223-224.
5. The Divine Dispensing of the Divine Trinity [La impartición divina de la Trinidad
Divina] (Lee/LSM), págs. 144-146.
Lección trece

LA PERSONA Y LA OBRA DE CRISTO

Lectura bíblica

Col. 1:17; Is. 9:6; Ro. 9:5; Mt. 4:4a; Hch. 2:22;
1 Ti. 2:5; He. 1:2, 10; Jn. 1:3; Col. 1:15;
Jn. 1:14; He. 2:14.

Bosquejo

I. Cristo es Dios
II. Cristo es hombre
III. Cristo es el Creador
IV. Cristo es una criatura
V. La obra de Cristo

Texto

En las doce lecciones siguientes veremos quién es Cristo y cuál es la obra que El realizó.
A esto es a lo que llamamos la persona y la obra de Cristo. Muchos cristianos a través de
la historia no han entendido claramente este asunto, por lo cual han caído en diversas
herejías y enseñanzas erróneas acerca de la persona y la obra de Cristo. Cristo es la
figura central en la economía de Dios en cuanto al cumplimiento de Su propósito eterno.
Se requiere invertir mucho tiempo para estudiar esta gran verdad en la Biblia. La Biblia
es la base de todo lo que creemos. Jamás debemos desviarnos de sus enseñanzas. Desde
esta lección hasta el final del libro presentaremos las verdades principales de la
revelación pura de la Biblia acerca de la persona de Cristo y Su obra.

I. CRISTO ES DIOS

La primera verdad crucial acerca de Cristo es que El es Dios, el Dios eterno. No debemos
pensar que, antes de nacer en Belén hace dos mil años, Cristo aún no existía. Tal vez
para usted y para mí Su nacimiento fue Su comienzo, pero la Biblia afirma que Cristo
existía aun antes de todas las cosas (Col. 1:17). Isaías 9:6 declara que Aquel que nació en
el pesebre era el Dios fuerte y el Padre eterno. Juan 1:1 y 14 dicen que en el principio,
esto es, en la eternidad pasada, Cristo era el Verbo, y que el Verbo era Dios. Y Romanos
9:5 dice que El es el “Cristo, quien es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos”.
Incluso en el Antiguo Testamento Cristo vino varias veces a Su pueblo en forma de
hombre. En una ocasión El comió con Abraham (Gn. 18:1-33); en otra, luchó con Jacob
(Gn. 32:24-30); e incluso en otra, apareció caminando en medio del horno de fuego con
tres jóvenes de Su pueblo escogido (Dn. 3:23-25). Aunque estos pasajes no mencionan
específicamente el nombre de Cristo, sabemos que hablan de El, porque El es la
expresión de Dios (Jn. 1:18). Dios habita en luz inaccesible y jamás ha sido visto por
nadie (1 Ti. 6:16), pero en Cristo podemos verle. ¡Jacob incluso luchó con El! Todos
estos casos son misteriosos y no podemos explicar cómo sucedieron. Por eso, en una de
Sus apariciones El dijo que Su nombre era “admirable” (Jue. 13:18, lit.), lo cual indica
que Su nombre está más allá de nuestro entendimiento. Algunas personas confundidas
creen que Cristo fue un hombre que después se convirtió en Dios. Esta es una idea
herética; la Biblia no enseña tal cosa. Por el contrario, las Escrituras afirman que Cristo
es Dios, desde la eternidad pasada hasta la eternidad futura.

II. CRISTO ES HOMBRE

La Biblia también revela que Cristo no es solamente Dios, sino también hombre. En los
evangelios Cristo se llamó a Sí mismo “el Hijo del Hombre”. Cuando Satanás vino para
tentarlo en el desierto, El le contestó que no sólo de pan viviría el hombre (Mt. 4:4a). En
Hechos 2:22 Pedro lo llamó “Jesús nazareno, varón aprobado por Dios entre vosotros”.
En 1 Timoteo 2:5 leemos: “Porque hay un sólo Dios, y un sólo Mediador entre Dios y los
hombres, Cristo Jesús hombre”. ¡Aleluya, El es maravilloso! El es tanto Dios como
hombre. En las lecciones anteriores vimos que Cristo es el Dios completo, el Dios
Triuno. Y en las siguientes lecciones veremos que El también es un hombre genuino. Por
eso los cristianos lo hemos llamado el “Dios-hombre”.

III. CRISTO ES EL CREADOR

Dios es el Creador de todas las cosas (Gn. 1:1; 2:1-3). Ya que Cristo es Dios, ciertamente
también es el Creador. Este hecho se revela claramente en las Escrituras según lo
muestran los siguientes versículos: “Y Tú, oh Señor, en el principio fundaste la tierra, y
los cielos son obra de Tus manos” (He. 1:10). “Todas las cosas por medio de El llegaron a
existir, y sin El nada de cuanto existe ha llegado a la existencia” (Jn. 1:3). “Por medio del
cual son todas las cosas, y nosotros por medio de El” (1 Co. 8:6). “Porque en El fueron
creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e
invisibles; sean tronos, sean señoríos, sean principados, sean potestades; todo fue
creado por medio de El” (Col. 1:16). “Por quien (el Hijo) asimismo hizo (Dios) el
universo” (He. 1:2). Estos versículos muestran claramente que Cristo es el Creador de
todas las cosas; es decir, que todas las cosas fueron creadas por El, y que por El existen.
IV. CRISTO ES UNA CRIATURA

Los hombres son criaturas (Gn. 1:27; Hch. 17:26). Ya que Cristo es un hombre,
ciertamente también es una criatura. Esto se revela en Colosenses 1:15, donde dice que
el Hijo es “el Primogénito de toda creación”. Este versículo dice en palabras sencillas
que Cristo fue creado, pues declara que El es el Primogénito de la creación, el Primero
de todas las criaturas. También Apocalipsis 3:14 dice que El fue creado. En este
versículo Cristo se llama a Sí mismo “el principio de la creación de Dios”. El tiene la
primacía en la creación ya que es el Primero de todas las criaturas.

Algunos cristianos niegan que Cristo sea una criatura, basados en que Colosenses 1:15
afirma que El es el Primogénito antes de la creación. Pero eso no es lo que la Biblia dice.
Ciertamente la Biblia declara que Cristo es el Primogénito de toda la creación.
Pongamos un ejemplo: si usted es el estudiante que tiene el primer lugar en su escuela,
clase, grado, aula, no por eso deja de ser parte del estudiantado. De igual manera, ya que
Cristo es parte de la creación, ciertamente El es una criatura.

Cristo es una criatura puesto que se hizo “carne” (Jn. 1:14), es decir, que participó de
“carne y sangre” (He. 2:14), nació como un “niño” (Is. 9:6) y llegó a ser “hombre” (1 Ti.
2:5). Las expresiones “carne”, “carne y sangre”, “niño” y “hombre” ciertamente denotan
a una criatura. ¿No es verdad que “carne” y “carne y sangre” son elementos creados?
¿No se refieren “niño” y “hombre” a seres creados? ¡Por supuesto que sí! Por lo tanto, ya
que Cristo se hizo todas estas cosas, ¿cómo podemos decir que El no es una criatura? Si
reconocemos que Cristo es un hombre, tenemos que admitir que El es una criatura. Si
negamos que es una criatura, estaremos negando que es un hombre.

La gente ha estado equivocada durante siglos, pero la Biblia nunca ha estado equivocada
ni lo estará. Jamás debemos cambiar la Palabra eterna de Dios ni adaptarla a nuestros
conceptos; más bien, debemos alinear nuestros conceptos a la verdad de la Biblia.

V. LA OBRA DE CRISTO

Es crucial que veamos la persona de Cristo, porque toda Su obra depende de lo que El
es. El hecho de que Cristo pueda ser nuestro Salvador se debe a que El es tan
maravilloso: El es Dios, el Creador, un hombre y una criatura. Debido a que es un
hombre, pudo morir como el Cordero de Dios por nuestros pecados; debido a que es el
Dios eterno, Su obra de redención es eterna en cuanto a tiempo y espacio. En Su
posición de Dios, El puede impartir Su vida divina en nosotros a fin de que podamos
cumplir Su propósito eterno. ¡Aleluya por tal Cristo! ¡Alabémosle por lo que El es y por
la obra que ha realizado!
Preguntas

1. ¿Qué es una herejía?


2. ¿Por qué es herético decir que Cristo era un hombre que después se convirtió en Dios?
3. ¿Qué versículos muestran que Cristo es el Creador?
4. ¿Qué versículos demuestran que Cristo es Dios?
5. Cite versículos que afirmen que Cristo es una criatura.

Referencias adicionales

1. Concerning the Person of Christ [Acerca de la persona de Cristo] (Lee/LSM), págs. 19-
47.
Lección catorce

LA ENCARNACION DE CRISTO

Lectura bíblica

Mt. 1:20-23; Lc 1:32, 35; 2:21-24; Mt. 1:1; 9:6;


Ro. 8:3; 2 Co. 5:21; He. 4:15; Col. 2:9; Jn. 1:1, 14.

Bosquejo

I. Como Dios:
A. Cristo es Dios encarnado
B. Cristo es el Hijo de Dios
II. Como hombre:
A. Cristo es un hombre
B. Cristo es el Hijo del Hombre
C. Cristo se hizo carne, pero sin pecado
III. Cristo es la mezcla de Dios con el hombre

Texto

La encarnación fue el primer paso importante que Cristo dio para cumplir el propósito
de Dios. Cuando decimos que Dios se encarnó queremos decir que El se hizo hombre, es
decir, que participó de carne y sangre. Este fue un evento crucial, el más importante de
la historia humana. El Dios Todopoderoso, quien existía desde la eternidad, vino a ser
un humilde hombre en el tiempo. Cristo no hizo esto sólo para ser nuestro Salvador,
sino también para introducir a Dios en el hombre, esto es, para introducir lo divino en lo
humano. Mientras más contemple la encarnación de Cristo, más se maravillará. ¡Aquel
niño nacido en Belén era el Dios de todo el universo! Comprender adecuadamente la
encarnación de Cristo es el primer requisito crucial para entender la persona y la obra
de Cristo.

I. COMO DIOS:

A. Cristo es Dios encarnado

El relato de la concepción y el nacimiento de Cristo en Mateo y Lucas muestra


claramente que El es Dios. Mateo 1:20-23 dice: “Mientras consideraba esto, he aquí un
ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a
María tu mujer, porque lo engendrado en ella, del Espíritu Santo es. Y dará a luz un hijo,
y llamarás Su nombre Jesús, porque El salvará a Su pueblo de sus pecados. Todo esto
aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta, cuando
dijo: He aquí, una virgen estará encinta y dará a luz un hijo, y llamarán Su nombre
Emanuel (que traducido es: Dios con nosotros)”.

En este pasaje se encuentran tres puntos principales que demuestran claramente que
nuestro Señor Jesús es Dios:

1) El nació mediante la fecundación realizada por el Espíritu Santo. El Espíritu Santo es


Dios mismo. Por lo tanto, ya que Jesús nació por la fecundación del Espíritu Santo,
podemos decir que El es el propio Dios encarnado. El Espíritu Santo vino a María y
como resultado de ello Jesús el Hijo fue engendrado. Dios era la esencia misma de
Jesús. Esto concuerda con Juan 1:1 y 14 donde dice que El es Dios hecho carne.

2) Dios dispuso que el nombre de aquel niño fuera Jesús. El nombre “Jesús” en griego
equivale a “Josué” en hebreo (Nm. 13:16; He. 4:8), que significa “Jehová el Salvador”.
Esto indica que Jesús es Jehová Dios quien llegó a ser nuestro Salvador. Por lo tanto, El
es Dios mismo. En el Antiguo Testamento El era únicamente Jehová. Pero ¡alabado sea
el Señor que por medio de la encarnación El llegó a ser Jesús, que significa Jehová
nuestro Salvador!

3) Dios no sólo ordenó que Su nombre fuera Jesús, sino que también dispuso que los
hombres lo llamaran “Emanuel”, que significa “Dios con nosotros”. Esto también
muestra que El es Dios. Aquel que se hizo carne y vivió entre los hombres, es Dios con
los hombres.

B. Cristo es el Hijo de Dios

Antes de que Jesús fuera concebido, Dios envió al ángel Gabriel, quien declaró: “Este
será grande, y será llamado Hijo del Altísimo ... lo santo que nacerá, será llamado Hijo
de Dios” (Lc. 1:32, 35). En los Evangelios Jesús es llamado el Hijo de Dios (Mt. 3:17;
14:33; 16:16; 27:54; Jn. 1:34, 49). Este título muestra que el Señor es divino y que es
igual a Dios (Jn. 5:17-18). Basados en estas declaraciones no debe quedarnos la menor
duda de que Cristo es Dios mismo encarnado.
II. COMO HOMBRE

A. Cristo es un hombre

Otro aspecto de la encarnación del Señor es que ésta se efectuó por medio de una virgen
humana llamada María, lo cual proveyó a Jesús la esencia humana, es decir, que El era
cien por ciento hombre. El era Dios mismo hecho hombre; pero no se convirtió en
hombre repentinamente, sino que permaneció en el vientre de la mujer como cualquier
otro bebé. ¡Imagínese esto! ¡Dios estuvo confinado en el vientre de una mujer durante
nueve meses! Después de esto, nació y fue criado como cualquier otro niño judío (Lc.
2:21-24). Todo ello se llevó a cabo conforme a la manera humana usual; esto es una
prueba indiscutible de que Dios se hizo hombre.

B. Cristo es el Hijo del Hombre

Aunque era el Hijo de Dios, muchas veces Jesús se llamó a Sí Mismo “el Hijo del
Hombre” (Mt. 8:20; 9:6; 26:64; Jn. 1:51; 3:13; 6:27). El capítulo uno de Mateo muestra
la genealogía o árbol genealógico de Jesucristo. El es el hijo de Abraham y el hijo de
David (Mt. 1:1). Por consiguiente, Jesús era un hombre genuino.

C. Cristo se hizo carne, pero sin pecado

Aunque el Señor se hizo carne, El no tenía pecado. Cristo fue hecho “semejante a la
carne de pecado” (Ro. 8:3), pero no participó del pecado en la carne. Todos los
descendientes de Adán han heredado la naturaleza pecaminosa (Ro. 5:12, 19); en Adán
todos nacemos en pecado. Por ello, es un hecho histórico muy importante que el Señor
naciera de una virgen. Aunque El tenía la semejanza de Adán, no heredó la naturaleza
pecaminosa. En otras palabras, El no nació en Adán; más bien, fue concebido del
Espíritu Santo en la virgen María. Como veremos en otra lección, fue necesario que
Cristo no conociera pecado (2 Co. 5:21) y que viviera sin pecado (He. 4:15), para que así
pudiera realizar la redención.

III. CRISTO ES LA MEZCLA DE DIOS CON EL HOMBRE

La encarnación de Jesús representa mucho más que el nacimiento de un Salvador.


Después de cuatro mil años de haber creado a Adán, Dios seguía siendo sólo Dios y el
hombre seguía siendo simplemente hombre. Ciertamente el hombre se relacionaba con
Dios, y en ocasiones también Dios establecía contacto con el hombre; sin embargo,
ambos permanecían separados. Pero cuando Cristo nació como hombre, un evento
único y maravilloso sucedió: Dios se introdujo en el hombre, iniciando así la mezcla de
lo divino con lo humano. Jesús era tanto Dios como hombre; El era un Dios-hombre.
Debido a que fue concebido del Espíritu Santo, Jesús poseía la esencia divina; y ya que
fue concebido de una virgen humana, El tenía también la esencia humana. Por
consiguiente, El era una Persona con dos esencias: la esencia divina mezclada con la
humana. Es inconcebible para nuestra mente natural que el Dios Todopoderoso un día
se mezclara con el hombre. Pero recuerde cuál es el propósito eterno de Dios: entrar en
el hombre para que éste le exprese plenamente; esto sencillamente es una mezcla. Si
Adán hubiera comido del árbol de la vida se habría convertido en un Dios-hombre, es
decir, un hombre en completa unión con Dios. No habría sido solamente un buen
hombre, sino un Dios-hombre. Pero aunque Adán fracasó, Cristo por medio de Su
encarnación llegó a ser el primer hombre mezclado con Dios. ¡Alabado sea el Señor! El
Señor Jesús era el Dios Triuno corporificado en un hombre. En El habitaba
corporalmente toda la plenitud de la Deidad (Col. 2:9).

“En el principio era el Verbo ... y el Verbo era Dios ... y el Verbo se hizo carne” (Jn. 1:1,
14). Nunca en la historia del universo había sucedido tal cosa. Es muy impresionante el
enorme significado de la encarnación. Esto fue un evento tan grande, que causó que un
ejército numeroso de ángeles entusiasmados prorrumpiera desde el cielo con alabanzas
a Dios (Lc. 2:8-14). Cuatro mil años después de la caída del hombre, Dios vino y se hizo
hombre en Jesús, cuyo nombre significa Jehová nuestro Salvador, y en Emanuel, que
quiere decir Dios con nosotros. ¡Aleluya! ¡Dios con nosotros! La encarnación de Cristo
inspiró a Carlos Wesley a escribir un himno maravilloso, cuyas primeras dos estrofas
dicen lo siguiente:

1. Escuchad en alta esfera:


“Gloria al Dios de Israel”.
Gracia y paz trae a la tierra
El recién nacido Rey.
Dios en paz con pecadores,
Gozo excelso a las naciones,
//Proclamad a una voz:
“Cristo en Belén nació”.//

2. Cristo en gloria adorado,


El Ungido celestial,
Vino al cumplirse el tiempo
Desde un vientre virginal.
¡Ved la Deidad tan querida
En la carne escondida!
//Vino al hombre un Hombre fiel
Cuyo nombre es Emanuel.//
(Himno #49)

Ahora Dios no es solamente Dios, sino que es Dios en el hombre. El se introdujo en el


hombre y mezcló lo divino con lo humano. ¡Qué maravillosa encarnación!

Preguntas

1. ¿Qué versículos comprueban que Jesús fue engendrado del Espíritu Santo?
2. ¿Qué denota el título “el Hijo de Dios”?
3. ¿Qué revela el título “el Hijo del Hombre”?
4. ¿Por qué es tan importante que Cristo participara de carne y sangre, pero sin pecado?

Referencias adicionales

1. Estudio-vida de Juan (Lee/LSM), págs. 33-34.


2. Estudio-vida de Romanos (Lee/LSM), pág. 200.
3. Christ as the Reality [Cristo la realidad] (Lee/LSM), págs. 40-41, 43-44.
4. Life-study of Second Corinthians [Estudio-vida de Segunda de Corintios] (Lee/LSM),
págs. 334-335.
5. The Four Major Steps of Christ [Los cuatro pasos principales que Cristo efectuó]
(Lee/LSM), pág. 6.
6. Estudio-vida de Lucas (Lee/LSM), págs. 5-6.
Lección quince

EL VIVIR HUMANO DE CRISTO

Lectura bíblica

Jn. 1:45; Mt. 13:54-56; 9:10-11; Jn. 4:6-7; 11:33, 35; Lc. 2:51; Mr. 10:45; Mt. 11:29;
Jn. 6:57; 5:30; Mt. 12:28; 2 Ti. 2:22.

Bosquejo

I. Cristo es un hombre genuino


II. Cristo es un hombre perfecto y cabal
A. Obediente
B. Servicial
C. Sin apariencia de maldad
D. Con la personalidad cabal
III. El expresaba la divinidad por medio de Su humanidad
IV. El vivió por el Padre y por el Espíritu Santo
V. La humanidad apropiada para la vida de iglesia

Texto

Ya vimos que, por medio de la encarnación, el Dios Todopoderoso se hizo hombre. Jesús
era el Dios Triuno manifestado en la carne. Desde Su nacimiento hasta Su muerte, el
Señor vivió en la tierra por aproximadamente treinta y tres años y medio. La vida del
Señor, descrita en los evangelios, muestra que El vivió como un hombre genuino. Más
aún, Su vivir humano fue perfecto. El vivió conforme a la norma más pura y elevada. En
esta lección veremos que la humanidad de Cristo es el modelo para nuestra vida
humana.

I. CRISTO ES UN HOMBRE GENUINO

Previamente vimos cómo la encarnación de Cristo muestra que El era un hombre


genuino. Su niñez y Su vida como adulto también muestran que El era un hombre
verdadero. Al octavo día de Su nacimiento, Jesús, siendo bebé, fue circuncidado, se le
dio un nombre y fue presentado a Dios. La ley judía requería esto de todos los niños de
Israel. Felipe lo vio como “el hijo de José, de Nazaret”, un verdadero hombre (Jn. 1:45).
Sus propios paisanos lo llamaban “este hombre”. Ellos lo conocían como “el hijo del
carpintero”, el cual tenía “madre”, “hermanos” y “hermanas” (Mt. 13:54-56). Estos
hechos demuestran claramente que El era un hombre como cualquier otro. El comía con
los hombres (Mt. 9:10-11; Lc. 7:36; Jn. 12:2). En una ocasión, “cansado del camino” y
sediento, le pidió agua para beber a una mujer (Jn. 4:6-7). Además, en otra ocasión, El
“lloró” ante la muerte de Lázaro al igual que los demás que estaban presentes en aquel
momento (Jn. 11:33, 35). Todos estos hechos muestran que en verdad El era un hombre
genuino.

II. CRISTO ERA UN HOMBRE PERFECTO Y CABAL

Por un lado, El era un hombre común, pero por otro, era único. Cada aspecto del vivir
humano de Jesús era absolutamente apropiado y perfecto.

A. Obediente

Lucas dice que cuando Jesús tenía doce años, El sabía cómo atender a la voluntad de Su
Padre celestial y a la vez estar sujeto a Sus padres terrenales. En esa ocasión El explicó a
Sus padres por qué había permanecido en el templo, pero al mismo tiempo estaba sujeto
a ellos. Jesús les dijo: “¿No sabíais que en los asuntos de Mi Padre me es necesario
estar?” (Lc. 2:49). Sin embargo, en el versículo 51 dice que regresó con ellos y estaba
sujeto a ellos. Algunos jóvenes dirán: “¡Yo vivo para el propósito de Dios!”, pero en la
casa son desobedientes a sus padres. Esto no concuerda con la humanidad fina y
equilibrada de Jesús.

B. Servicial

En Marcos 10:45 el Señor dijo: “Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido,
sino para servir”. Muchas personas, principalmente los jóvenes, quieren que en su casa
les sirvan, pero a ellos no les gusta servir. Por ejemplo, no ayudan a limpiar la casa; no
lavan los trastes; no planchan su ropa; ni siquiera hacen su propia cama; no hacen
absolutamente nada. Sólo les gusta comer, dormir y pasear todo el tiempo. Esa no es la
humanidad de Jesús. La humanidad de Jesús se distingue por servir, no por ser servido.
Necesitamos un espíritu dispuesto a servir diligentemente.

C. Sin apariencia de maldad

Durante Su ministerio El Señor tuvo contacto con muchas clases de personas. Al hablar
con la gente siempre mostró interés en la salvación de ellos; jamás reflejó una sombra de
maldad al relacionarse con las personas. En Juan 3 vemos que Jesús se entrevistó con
un anciano religioso ya entrada la noche. Pero en el capítulo 4, cuando habló con una
mujer, lo hizo a plena luz del día, en un lugar público y al aire libre. El fue muy
cuidadoso no sólo para evadir el mal, sino también para evitar cualquier apariencia de
maldad. Era absolutamente íntegro al tratar con personas del sexo opuesto. En la
sociedad actual tal clase de humanidad íntegra es menospreciada e incluso ridiculizada.
Como resultado de esto, muchos jóvenes caen en la dañina trampa de la inmoralidad.

D. Con la personalidad cabal

La personalidad del Señor era cabal y adecuada. El era manso y humilde de corazón (Mt.
11:29), no sólo en apariencia sino de corazón. Era tan manso que aun los niños
pequeños podían acercarse a El (Mt. 19:14), y era tan humilde que una mujer pecadora y
despreciable podía acudir a El y llorar a Sus pies (Lc. 7:38-39). Era tan gentil que Juan,
el discípulo joven, tuvo la confianza de recostarse en Su pecho mientras cenaban (Jn.
13:23). Sin embargo, vemos que en el templo volcó las mesas de los perversos cambistas
(Mt. 21:12-13). También sabía cuándo regocijarse y cuándo llorar; se regocijaba en la
voluntad del Padre (Lc. 10:21), pero lloraba por la condición del pueblo de Dios (Lc.
19:41). En cualquier tipo de situación Jesús el hombre actuaba de una manera fina y
equilibrada.

III. EL EXPRESABA LA DIVINIDAD


POR MEDIO DE SU HUMANIDAD

Necesitaríamos muchas lecciones para abarcar cada aspecto de la vida de Jesús.


Mientras más leemos acerca de El, más nos atrae Su Persona. ¿Cómo pudo El tener un
vivir humano tan perfecto? Solo por ser un Dios-hombre. El Señor Jesús no sólo era un
buen hombre, sino un hombre lleno de Dios. Su divinidad se expresaba por medio de Su
humanidad. Por eso nos impresiona Su pureza, Su amabilidad y lo equilibrado de Su
humanidad. Su vida no puede ser imitada; si queremos vivir como Jesús vivió, tenemos
que ser llenos de Dios. Ya que el propósito de Dios consiste en que el hombre lo exprese,
El creó a Adán a Su propia imagen con miras a que éste comiera del árbol de la vida. Si
Adán hubiera hecho esto, se habría mezclado con Dios y hubiera sido capaz de
expresarlo.

El evangelio de Lucas narra muchos casos en donde la divinidad del Señor fue expresada
mediante Sus cualidades humanas. En Lucas 7:11-17 vemos que El tuvo compasión de
una madre que lloraba y resucitó a su hijo muerto. El versículo 12 dice: “Cuando llegó
cerca de la puerta de la ciudad, he aquí que llevaban a enterrar a un difunto, hijo único
de su madre, la cual era viuda; y había con ella una considerable multitud de la ciudad”.
Esta situación era muy triste y nadie podía consolar a esta viuda afligida. Primero ella
había perdido a su esposo y ahora había perdido a su único hijo.
Lucas 7:13-15 dice: “Y cuando el Señor la vio, se compadeció de ella, y le dijo: No llores.
Y acercándose, tocó el féretro; y los que lo llevaban se detuvieron. Y dijo: Joven, a ti te
digo, levántate. Entonces se incorporó el que había muerto, y comenzó a hablar. Y lo dio
a su madre”. Aquí vemos la compasión del Señor expresada al hablarle a la viuda y al
tocar el féretro. ¿A usted le agradaría tocar el féretro de un muerto? El Señor hizo esto
movido por Su compasión humana. Su divinidad se expresó por medio de Su compasión
humana al levantar al joven de entre los muertos. Aquí vemos que Jesús, el Dios-
hombre, poseía la humanidad más elevada mezclada con Su divinidad.

IV. EL VIVIO POR EL PADRE


Y POR EL ESPIRITU SANTO

El Señor Jesús llevó una vida humana totalmente consagrada al Padre (Jn. 6:57).
Aunque El era Dios en la carne, jamás asumió la posición de Dios, sino que vivió como
un hombre consagrado a Dios y guiado por El. En el evangelio de Juan, Jesús dijo: “No
puedo Yo hacer nada por Mí mismo ... no busco Mi propia voluntad, sino la voluntad del
que me envió” (5:30); “Mi enseñanza no es Mía, sino de Aquel que me envió” (7:16); “Yo
no busco Mi gloria” (8:50); “Yo hago siempre lo que le agrada” (8:29b); y “Yo y el Padre
uno somos” (10:30).

El Señor Jesús nunca obró confiando en Sí mismo, sino dependiendo del Espíritu Santo.
El dijo en Mateo 12:28: “Yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios”. En Lucas
vemos que El estaba lleno del Espíritu, que era guiado por el Espíritu y que se conducía
en el poder del Espíritu (4:1; 4:14). En conclusión, vemos que el vivir humano del Señor
se llevó a cabo absolutamente en Dios, por Dios, con Dios y para Dios.

V. LA HUMANIDAD APROPIADA
PARA LA VIDA DE IGLESIA

Dios desea obtener un grupo de personas que, tal como el Señor Jesús, sean llenas de
Dios y lo expresen. Para lograr esto necesitamos una humanidad apropiada, la cual hace
que la vida de iglesia sea sólida y fuerte. Satanás intenta frustrar el propósito de Dios
atacando la humanidad del hombre. El ataca especialmente a los jóvenes usando la
inmoralidad, las drogas y las enfermedades mentales. Estas cosas pueden dañar a los
jóvenes e inutilizarlos para expresar a Dios. No debemos ignorar ni subestimar las
artimañas del enemigo. Muchos jóvenes han sido arruinados e incluso han muerto por
causa de las drogas y el alcohol.

Sin embargo, ahora el Señor Jesús vive en nosotros. Usted debe haber percibido en su
conciencia al Señor oponiéndose cuando usted peca en lo que hace, en lo que ve, e
incluso en su estilo de vestir. Este mundo está diseñado para incitar la lujuria, lo cual es
una estrategia que Satanás usa para dañar la humanidad. Por lo tanto, al enfrentarse
con el mundo no debe considerarse tan “espiritual”, pensando que es capaz de resistir
cualquier tentación. Antes bien, ¡huya de inmediato! Luego, busque al Señor con los que
de corazón puro le invocan (2 Ti. 2:22).

Debemos tener presente que Satanás es muy sutil, y debemos estar conscientes de que
nuestro descuido y pereza pueden frustrar la obra del Señor en nosotros. Debemos ser
tan sensibles al Señor que podamos percibir Su voz objetando en nuestro interior
cuando arrojamos los calcetines al piso. Es más cómodo dejarlos allí, pero eso no
expresa la humanidad del Dios-hombre, sino a nuestro yo perezoso. ¿Qué verán
nuestros amigos cuando vayan a nuestro cuarto? Aunque les hablemos frecuentemente
acerca del Señor, ellos sólo recordarán nuestro cuarto desordenado. ¡Cuánto
necesitamos la fina humanidad del Señor! Debido a que somos la iglesia, debemos ser
diferentes de esta sociedad degradada, para que así el Señor se exprese por medio de
nuestra humanidad apropiada.

No diga: “Yo no soy Jesús, así que no puedo ser como El. Tal vez cuando crezca seré
mejor”. ¡No! Más bien, ahora mismo, al ver que su condición es muy inferior a la
humanidad de Jesús, usted debe abrirse a El, invocarle y recibir el Espíritu. No podemos
imitar el vivir humano del Señor, pero podemos hacerlo nuestro al permitirle que habite
en nosotros. Hemos dicho anteriormente que todo lo que Cristo es y ha hecho se halla en
el Espíritu vivificante. El Espíritu hoy es el Espíritu del Jesús humano. En este Espíritu
no sólo se halla la divinidad de Jesús sino también Su humanidad. Esto nos provee la
manera de crecer en Cristo. Tal vez no podamos imitar Su vivir, pero tampoco debemos
esperar hasta el futuro para ser como El. Hoy mismo podemos asirnos de El y expresarlo
mediante nuestro vivir. Lo que necesitamos en la vida de iglesia es Su humanidad fina,
elevada y perfecta. Entonces Dios se expresará por medio de nosotros y obtendrá el
testimonio de Jesús. Si vivimos de tal manera, otros serán impresionados y atraídos a la
iglesia.

Preguntas

1. ¿Qué versículos demuestran que Jesús era un hombre genuino?


2. Mencione algunos versículos que comprueben que Jesús era un hombre perfecto.
3. Cite algunos pasajes que muestren que Jesús vivió por la vida del Padre y que trabajó por
el poder del Espíritu.
4. Explique por qué la humanidad elevada, fina y perfecta de Jesús es nuestra mayor
necesidad en la vida de iglesia.
Referencias adicionales

1. Concerning the Person of Christ [Acerca de la persona de Cristo] (Lee/LSM), págs. 32-
35.
2. Christ as the Reality [Cristo la realidad] (Lee/LSM), págs. 61-63, 69-78, 131-136, 153-
159.
3. Estudio-vida de Lucas (Lee/LSM), págs. 68-69, 84-87, 129-130, 137-138.
4. The Divine Dispensing of the Divine Trinity [La impartición divina de la Trinidad
Divina] (Lee/LSM), págs. 121-124.
5. Life-study of Matthew [Estudio-vida de Mateo] (Lee/LSM), págs. 410-411.
Lección dieciséis

LA CRUCIFIXION DE CRISTO (1)

Lectura bíblica

Jn. 10:15; He. 12:2; Jn. 1:29; He. 10:10-12; 9:28;


1 Jn. 1:9; Jn. 3:15; He. 2:14; Ro. 8:3;
2 Co. 5:21; He. 4:15.

Bosquejo

I. El Cordero de Dios
II. La serpiente de bronce

Texto

Luego de Su encarnación y tras vivir una excelente vida humana por treinta y tres años y
medio, el Señor Jesús fue crucificado. La crucifixión era la forma más cruel y vergonzosa
de morir en aquellos días. Aún así, no debemos considerar la muerte del Señor como un
evento triste ni trágico; antes bien, Su muerte fue el acontecimiento más importante y
maravilloso que ha sucedido en el universo. De hecho, la cruz era la meta de la
encarnación y el vivir humano de Cristo. Por un lado, el Señor fue crucificado por el
hombre, pero por otro, El fue a la cruz voluntariamente con miras a cumplir el propósito
eterno de Dios (Jn. 10:15; He. 12:2). Fue en la cruz donde el Señor Jesús realizó Su obra
redentora a fin de que el hombre pudiera volver a Dios.

Nuestro concepto generalmente es que Cristo fue crucificado para rescatarnos de


nuestros pecados. Eso ciertamente es maravilloso, pero Su muerte logró mucho más. A
fin de considerar este asunto cabalmente, en las próximas dos lecciones veremos cinco
aspectos del Cristo crucificado. La Biblia nos dice que El murió como: el Cordero de
Dios, la serpiente de bronce, el postrer Adán, el pacificador y el grano de trigo.

I. EL CORDERO DE DIOS

Según Juan 1:29, cuando Juan el Bautista vio a Jesús, proclamó abiertamente: “¡He aquí
el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!”. Debido a la caída del hombre,
Dios, por causa de Su justicia, debía exigir que el hombre pagara por sus pecados con su
sangre, es decir, con su propia vida. Pero por causa de Su amor, Dios permitió que en
lugar de que el hombre muriera, éste tomara como substituto un cordero u otro animal
del ganado y los sacrificara como ofrenda por sus pecados. Mediante estas ofrendas la
gente fue librada del juicio de Dios.

Los sacrificios del Antiguo Testamento eran tipos o símbolos de Cristo. Dios requería
que los corderos ofrecidos en sacrificio no tuvieran mancha ni defecto (Ex. 12:5). En la
lección quince vimos que Cristo no tenía mancha ni defecto alguno. El vino como el
verdadero Cordero de Dios. Anteriormente los israelitas tenían que ofrecer sacrificios
continuamente, pues sus pecados no eran quitados, sino únicamente cubiertos (He.
10:11). ¡Pero he aquí el Cordero de Dios que quita nuestros pecados! El Señor Jesús se
ofreció a Sí mismo una vez y para siempre (He. 9:28; 10:10, 12) a fin de obtener el
perdón de muchos (Mt. 26:28). Debido a que hemos cometido muchos pecados, Dios
exigía el derramamiento de nuestra sangre. Pero Cristo derramó Su sangre en nuestro
lugar. ¡Al creer en el Señor Jesús, somos completamente perdonados de nuestros
pecados y liberados de la pena de muerte estipulada por Dios!

La intención de Dios es que andemos en santidad; sin embargo, nosotros continuamos


pecando. El pecado frustra nuestra comunión con el Señor, pero la muerte de Cristo
como Cordero de Dios resuelve completamente este problema: “Si confesamos nuestros
pecados, El es fiel y justo para perdonarnos nuestros pecados, y limpiarnos de toda
injusticia” (1 Jn. 1:9). Dios es absolutamente justo y por ello —puesto que Cristo murió
por nosotros— si confesamos nuestros pecados, El se ha comprometido a perdonarnos
de inmediato. Después de confesar cabalmente nuestros pecados, no debemos sentirnos
culpables en absoluto. Si seguimos sintiendo culpa, esto es un engaño del diablo.
Debemos decirle: “Diablo, tú eres un mentiroso; yo he sido limpiado por la sangre del
Cordero, así que ¡puedo disfrutar plenamente al Señor!” Esta es la manera en que
obtenemos el beneficio de la muerte de Cristo como Cordero de Dios.

II. LA SERPIENTE DE BRONCE

Conforme al relato de Génesis 3, Satanás, la serpiente antigua, inyectó su naturaleza


maligna en el hombre cuando Adán comió del árbol prohibido. Nuestra naturaleza
humana fue envenenada con la naturaleza de Satanás; por consecuencia, llegamos a ser
pecaminosos, ya que adquirimos la naturaleza serpentina en nuestro ser. Esta es la
razón por la que muchas veces nos comportamos como serpientes, de una manera tan
negativa. También podemos ver esta conducta en las personas que viven a nuestro
alrededor.

Aconteció una vez en el Antiguo Testamento que, cuando los hijos de Israel pecaron
contra Dios, muchos de ellos fueron mordidos por serpientes y murieron. Entonces,
como ellos clamaron a Moisés, el Señor le mandó que levantara una serpiente de bronce
en un asta, a fin de que todo el que mirara a la serpiente fuera perdonado y sanado,
salvándose así de morir (Nm. 21: 4-9). En Juan 3:14 el Señor dijo: “Y como Moisés
levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea
levantado”. Esto quiere decir que cuando el Señor Jesús fue crucificado, El fue levantado
como serpiente de bronce. Es decir, que Cristo murió para destruir a la serpiente. El
Señor murió en la cruz como el Cordero de Dios para quitar nuestros pecados, pero
también murió como la serpiente de bronce para destruir a la serpiente antigua, que es
Satanás, el diablo (He. 2:14).

La serpiente de bronce sólo tenía la semejanza de serpiente, pero no poseía la naturaleza


venenosa. De la misma manera, Cristo sólo tenía la semejanza de la carne de pecado
(Ro. 8:3), pero no tenía el pecado mismo de la carne (2 Co. 5:21; He. 4:15). Cuando
Cristo destruyó a Satanás, también dio fin a la naturaleza satánica de nuestra carne.

Además, Satanás es el príncipe de este mundo. El mundo es el sistema a nuestro


alrededor que nos distrae de Dios; es el reino de las tinieblas. Cristo no sólo destruyó a
Satanás sino también a su reino maligno, el mundo. Al ser “levantado” como la serpiente
de bronce, Cristo puso fin a Satanás, a nuestra naturaleza satánica y al mundo.

Esta es la obra consumada de Cristo; sin embargo, todos los días aún nos molesta
nuestra carne pecaminosa y el mundo. El mundo siempre trata de alejarnos del Señor
por medio de la lujuria de nuestra carne. Así que, en nuestra experiencia diaria debemos
aplicar a Cristo como la serpiente de bronce. Gálatas 5:24 dice: “Pero los que son de
Cristo Jesús han crucificado la carne con sus pasiones y concupiscencias”. Y Romanos
8:13 declara que por el Espíritu podemos hacer morir los hábitos de nuestro cuerpo.

Tomemos como ejemplo el ver televisión. Usted puede darse cuenta de que muchas
cosas que se transmiten por televisión son inmorales e inmundas, y corrompen nuestra
mente. También estará de acuerdo en que ver televisión es una pérdida de tiempo. No
obstante, en ocasiones usted ha experimentado un deseo incontrolable por verla, aun en
contra de la prohibición de sus padres. Este deseo se produce por la incitación de las
pasiones y lujurias de la carne. ¿Cómo podemos ser salvos de esto? Volviéndonos al
Señor, quien es el Espíritu en nuestro espíritu. El Espíritu contiene todo lo que Cristo ha
realizado, incluyendo Su muerte como la serpiente de bronce. Cuando usted clama a El,
el Espíritu viene y aplica en usted la crucifixión de Cristo, a fin de dar muerte a su carne.
Es así como hacemos morir los hábitos de nuestro cuerpo por el Espíritu, y como
terminamos con las lujurias y pasiones de la carne. Algunas veces puede ser que
fracasemos y no podamos vencer, en tal caso, tenemos el recurso de la sangre de Cristo.
Pero no debemos tomar esta provisión como una excusa para pecar. Más bien, debemos
invocar el precioso nombre del Señor a fin de crucificar la carne. ¡Qué vergüenza para el
diablo! ¡Sus esfuerzos por usar el mundo para atraer nuestra carne sólo causarán que
clamemos más al Señor! ¡Aleluya! ¡Cristo es el Victorioso!

Preguntas

1. ¿Cuál fue la meta de la encarnación y el vivir humano de Cristo?


2. ¿Por qué tuvo que morir Cristo como Cordero de Dios y como serpiente de bronce?
3. ¿Cómo podemos aplicar a nuestras vidas lo que Cristo ha logrado?

Referencias adicionales

1. Stream Magazine Book Two [Revista El manantial, libro dos] (Lee/LSM), pág. 1491.
2. Life-study of Mark [Estudio-vida de Marcos] (Lee/LSM), pág. 421.
3. Life-study of First John [Estudio-vida de Primera de Juan] (Lee/LSM), págs. 73, 106-
108.
4. Estudio-vida de Juan (Lee/LSM), págs. 119-123, 245, 351-352.
5. Estudio-vida de Gálatas (Lee/LSM), págs. 259-260.
Lección diecisiete

LA CRUCIFIXION DE CRISTO (2)

Lectura bíblica

1 Co. 15:45b; Ro. 6:6; Ef. 2:14-16; Jn. 12:24; Col. 2:14-15.

Bosquejo

III. El postrer Adán


IV. El pacificador
V. El grano de trigo
VI. Una muerte todo-inclusiva

Texto

III. EL POSTRER ADAN

En Primera de Corintios 15:45b dice que Cristo fue el postrer Adán. Cuando Dios creó a
Adán, éste representaba a todo el linaje humano. Dios intentó cumplir Su propósito
eterno por medio del linaje de Adán, pero Adán falló rotundamente, pues en vez de
tomar a Dios dentro de sí, tomó a Satanás, por lo cual condujo a toda la humanidad a
una condición caída. Luego, el hombre comenzó a expresar a Satanás en lugar de
expresar a Dios. Por consiguiente, Dios desechó a este primer hombre Adán y junto con
él a todo su linaje, lo cual nos incluye a todos nosotros. Dios efectuó esto mediante la
muerte de Cristo en la cruz. Cristo fue el postrer Adán; “postrer” significa último y
concluyente, lo cual indica que después de El no hubo otro Adán. Entonces, Dios inició
un nuevo linaje, una nueva raza, de la cual Cristo es la Cabeza en resurrección.

Adán era la cabeza de la antigua creación; a él se le concedió señorear sobre todas las
cosas creadas. Los cielos y la tierra fueron hechos para que él subsistiera, y Adán mismo
fue creado para contener a Cristo. Sin embargo, Adán fracasó, y con él cayó toda la
creación (Ro. 8:20-22). Sin Cristo, tanto el hombre como los cielos y la tierra serían
vanos y sin propósito. A esta creación caída y vana es a lo que llamamos la “vieja
creación”. Cuando Cristo murió como el postrer Adán, le dio fin a la vieja creación.
IV. EL PACIFICADOR

Cristo también murió como pacificador. Una de las consecuencias de la caída del
hombre fue que la humanidad se dividió completamente. Dios quería que el hombre lo
expresara en unidad, pero éste se dividió, formando muchas culturas, naciones y clases
sociales. A menudo hay odio y contiendas entre distintos grupos, tales como los negros y
los blancos, los alemanes y los franceses, los ricos y los pobres, etc. La lista es
interminable. Probablemente la mayor separación que existe se da entre los judíos y los
gentiles. Los judíos tienen muchas ordenanzas y reglamentos que los separan de otros
pueblos. Con tantas diferencias, ¿cómo podríamos ser uno para expresar a Dios? Es
imposible. Así que, Efesios 2:14-16 declara que Cristo en la cruz derribó la pared
intermedia de separación, abolió todas las ordenanzas y dio muerte a la enemistad entre
las diferentes personas, razas y naciones, incluso entre usted y su hermano o hermana.
Cristo como pacificador clavó en la cruz todas nuestras diferencias.

En Cristo no hay más judío ni gentil, rico ni pobre, negro ni blanco (Gá. 3:28; Col. 3:11).
La cruz acabó con todas estas diferencias. Por lo tanto, si dichas diferencias aún nos
molestan, se debe a que no hemos experimentado cabalmente la crucifixión de Cristo.
La gente habla mucho acerca de poner fin a las guerras y los prejuicios, pero sin la cruz
esto es imposible. Si usted tiene un altercado con alguien, la mejor manera de dar fin a
dicha contienda es que ambas partes mueran. Esto puede parecerle extraño, pero es la
verdad. Sólo cuando ambos tomen la cruz del Señor habrá completa paz, entonces ¡toda
contienda terminará! Cuando Cristo murió como pacificador, El crucificó al mundo
entero, de modo que todos morimos juntamente con Cristo. Esta es la razón por la que
hoy en las iglesias podemos recibir a personas de toda raza, cultura y clase social. Este es
un testimonio glorioso de lo que el Señor Jesús logró en la cruz; sólo mediante la cruz
podemos experimentar la unidad genuina. Esta unidad se hace real únicamente en el
Espíritu. Por lo tanto, cada vez que tenemos problemas con alguien debemos volvernos
a nuestro espíritu y permitir que la cruz nos dé fin.

V. EL GRANO DE TRIGO

Los primeros cuatro aspectos de la muerte de Cristo se relacionan con problemas, tales
como los pecados y Satanás. Por el lado positivo, Cristo murió como grano de trigo. En
Juan 12:24 Jesús se describió a Sí mismo como un grano de trigo cuando dijo: “Si el
grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto”.
Cuando se siembra una semilla en la tierra, en cierto sentido la semilla muere al ser
sepultada, pero ¿qué pasa después? ¡La vida brota! y la semilla lleva fruto, el cual
produce más semillas.
La vida de un grano de trigo se encuentra escondida dentro de la cáscara. Cuando el
grano cae en tierra, la cáscara se rompe, y la vida que se halla en su interior es liberada.
De igual manera, la vida divina de Cristo estaba contenida y escondida en su “cáscara”,
es decir, en Su cuerpo. Pero Su muerte en la cruz quebró aquella cáscara a fin de que Su
vida divina fuera liberada. ¡Su vida fue liberada para entrar en nosotros! Anteriormente
El era el único Dios-hombre, pues había un solo grano. Pero por medio de Su muerte, El
liberó Su vida. Cuando creímos y clamamos al Señor Jesús, El entró en nosotros, y de
esta manera llegamos a ser Su multiplicación, es decir, ¡los muchos granos! Llegamos a
ser los muchos Dios-hombres, iguales a El. Ahora podemos expresar a Dios en nuestra
humanidad, tal como El lo hizo en la Suya. ¡Esto es maravilloso!

VI. UNA MUERTE TODO-INCLUSIVA

La crucifixión del Señor no fue un evento insignificante ni simple. Por el contrario, Su


muerte fue todo-inclusiva. Cuando Cristo murió, llevó a cabo una obra mucho mayor
que la creación misma. Su cruz se convirtió en el centro de todo el universo, ya que por
medio de ella ¡Dios limpió todo lo negativo y liberó Su vida divina! Aquel que estaba en
la cruz no era cualquier hombre. ¡Era el Cristo! quien murió como el Cordero de Dios
para quitar nuestros pecados y liberarnos del juicio divino. Además, El murió como la
serpiente de bronce para aplastar la cabeza de Satanás, crucificar nuestra naturaleza
serpentina y destruir al mundo. También murió como el postrer Adán para dar fin al
linaje de Adán y a la vieja creación. Asimismo, murió como el pacificador a fin de anular
todas las diferencias entre los hombres y hacer la paz. Finalmente, murió como el grano
de trigo para liberar Su maravillosa vida e impartirla en nuestro ser.

Si nosotros hubiéramos presenciado la crucifixión del Señor observándola con ojos


“espirituales”, habríamos sido testigos de una escena maravillosa. Dios mismo estaba
allí cumpliendo Su propósito eterno, y Satanás con todos los poderes del infierno se
encontraban también allí, luchando por frustrar el plan de Dios. ¡Qué batalla tan
tremenda debió ser ésta! Pero Cristo triunfó, despojando y avergonzando públicamente
a las potestades malignas (Col. 2:14-15). Todo lo negativo del universo fue clavado en la
cruz, y la vida divina fue liberada. ¡Aleluya por la obra de Cristo en la cruz!

Preguntas

1. Explique el significado y la importancia del hecho que Cristo sea el postrer Adán.
2. ¿Qué nos revela Efesios 2:14-16 acerca de Cristo como pacificador?
3. ¿Por qué Cristo usó la muerte de un grano de trigo para ejemplificar Su muerte?
Referencias adicionales

1. Life-study of First Corinthians [Estudio-vida de Primera de Corintios] (Lee/LSM), págs.


613-614.
2. The Kernel of the Bible [El pensamiento central de la Biblia] (Lee/LSM), pág. 124.
3. The Spirit and the Body [El Espíritu y el Cuerpo] (Lee/LSM), págs. 20-21.
4. Life-study of Ephesians [Estudio-vida de Efesios] (Lee/LSM), págs. 721-724, 728-729.
5. Stream Magazine Book Two [Revista El manantial, libro dos] (Lee/LSM), págs. 1600-
1601.
6. Estudio-vida de Juan (Lee/LSM), págs. 341-343, 547.
7. Life-study of Colossians [Estudio-vida de Colosenses] (Lee/LSM), pág. 190.
8. Estudio-vida de Marcos (Lee/LSM), págs. 417-421, 426-427.
9. La economía de Dios (Lee/LSM), págs. 135-136.
Lección dieciocho

LA MUERTE DE CRISTO COMO DIOS-HOMBRE

Lectura bíblica

Ro. 3:23; 6:23; He. 9:22; 2:14; 4:15; 1 P. 1:19;


He. 9:12; Mt. 27:46; 3:16-17; 1 P. 3:18.Bosquejo

I. Murió como hombre


A. Adquirió sangre humana
B. Sin pecado
II. Murió como Dios
A. Para obtener la redención eterna
B. Para dar vida eterna
III. Herejías acerca de Cristo
IV. Cristo es Dios esencialmente y posee el Espíritu económicamente

Texto

La caída del hombre creó un gran dilema para Dios. El hombre era el centro del plan de
Dios, ya que fue creado para expresarlo. Sin embargo, por causa del pecado, la justicia
de Dios exigió que el hombre fuera condenado. En esta lección veremos la solución
maravillosa, perfecta y completa de Dios a este dilema. El Señor Jesús fue la única
Persona apta para morir por nosotros y obtener nuestra redención.

I. MURIO COMO HOMBRE

A. Adquirió sangre humana

Todo hombre ha pecado, y la paga del pecado es muerte (Ro. 3:23; 6:23). Por esta causa,
Dios requirió la sangre del hombre como pago por la transgresión. Hebreos 9:22 dice:
“Sin derramamiento de sangre no hay perdón”. Esta es la razón por la cual el Señor
Jesús se hizo hombre. Se exigía la sangre del hombre, así que Dios mismo tuvo que
adquirir tal sangre. Dios no tenía sangre, pero mediante Su encarnación adquirió sangre
y carne (He. 2:14). Al hacerse hombre, Jesús pudo derramar sangre humana por nuestra
causa.
B. Sin pecado

Dios no sólo tuvo que hacerse hombre, sino un hombre sin pecado. Si El hubiese tenido
tan sólo un pecado, no hubiera podido morir por los pecados de toda la humanidad,
porque habría tenido que morir por los Suyos propios. Pero Cristo no conoció pecado (2
Co. 5:21; He. 4:15). El únicamente adquirió la semejanza de carne de pecado (Ro. 8:3),
pero no tuvo mancha ni defecto alguno (1 P. 1:19). En esto vemos que Cristo estaba
plenamente capacitado para morir por el hombre, ya que podía derramar sangre
humana y así morir por otros, pues en El no había pecado alguno.

II. MURIO COMO DIOS

A. Para obtener la redención eterna

Sin embargo, si Jesús solamente hubiera sido un hombre sin pecado, aún tendríamos un
grave problema, pues Su muerte sólo sería suficiente para salvar a un hombre; de hecho,
únicamente sería efectiva para pagar por un sólo pecado. Permítanme explicar esto.
Dios exige que el hombre muera por su pecado, incluso por un solo pecado.
Supongamos que en toda su vida usted comete un solo pecado. Si este fuera el caso,
Jesús, como hombre libre de pecado, bien podría morir como sustituto por ese único
pecado. Pero si usted pecara de nuevo, tendría que morir también por ese segundo
pecado. Ahora bien, usted sabe que a lo largo de su vida ha pecado más de una vez.
¿Cómo podría Jesús, un solo hombre, morir por todos los pecados de usted y por los de
toda la humanidad? ¿Y cómo podría esto operar en nosotros dos mil años después de Su
muerte?

Ya hemos indicado que, aunque Cristo se hizo hombre, aún seguía siendo Dios. El fue un
hombre genuino, pero también era el Dios completo. El hecho de ser Dios le añadió un
elemento eterno a Su sangre redentora. Hebreos 9:14 afirma que el Señor se ofreció a Sí
mismo mediante el Espíritu eterno. El efectuó una redención eterna a nuestro favor (He.
9:12). Así que, la sangre de Jesús es eficaz para todos los hombres de todos los tiempos.
Dicha sangre es capaz de limpiar todos los pecados de la humanidad.

B. Para dar vida eterna

No obstante, la redención por sí sola no es la meta final de la obra del Señor, ya que Su
objetivo es impartir en el hombre Su vida divina. Este es el aspecto positivo de la muerte
de Cristo como grano de trigo, del cual hablamos anteriormente. ¿Quién sino Dios
mismo puede dar al hombre la vida divina y eterna? Esta es la segunda razón por la cual
Cristo debía ser Dios, porque sólo Dios es capaz de liberar la vida divina e impartirla en
el hombre.
¡Alabado sea el Señor! El es un Dios-hombre. Ningún otro sería capaz de hacer lo que El
hizo por nosotros. Como hombre libre de pecado, El estaba capacitado para derramar Su
sangre por nosotros. Y como Dios, El logró que Su muerte fuera eternamente eficaz. De
esta manera, efectuó la redención eterna y liberó Su vida divina, a fin de impartirla en
nuestro ser.

III. HEREJIAS ACERCA DE CRISTO

Si entendemos claramente los puntos anteriores, comprenderemos cuán grave error es


decir que Cristo no era un hombre genuino o que El no era Dios. Si cualquiera de estas
proposiciones fuera verdadera, entonces la obra redentora de Cristo sería totalmente
inútil y todos pereceríamos.

Sin embargo, por absurdo que parezca, muchas personas a lo largo de la historia
cristiana han enseñado tales herejías. Aún hoy algunos niegan que Cristo sea un hombre
genuino, aunque reconocen que El es Dios. Si esto fuera así, entonces Cristo no habría
podido derramar sangre humana por los pecados de los hombres. Por otro lado, hay
personas que proponen que Cristo era únicamente hombre, pero que no era Dios; ellos
dicen que El murió meramente como un mártir. Si esto fuera verdad, Su muerte no sería
eternamente eficaz ni podría impartirnos Su vida divina. Incluso hay quienes opinan
que Cristo, ni era Dios ni era hombre, sino que era un tercer tipo de ser. Esto es tan
ridículo como los conceptos antes mencionados. La Biblia no ofrece ninguna base para
apoyar tales herejías. En conclusión, basado en todo lo que hemos dicho hasta aquí,
debemos entender claramente que el Señor Jesús era completamente Dios y plenamente
hombre. El era el Dios completo y un hombre genuino. Era un Dios-hombre. Por ello, Su
muerte obtuvo la redención a favor de toda la humanidad.

IV. CRISTO ES DIOS ESENCIALMENTE


Y POSEE EL ESPIRITU ECONOMICAMENTE

Las enseñanzas heréticas con respecto a Cristo se originan por un entendimiento


inadecuado del relato bíblico acerca de El. Un versículo que confunde a muchos es
Mateo 27:46, donde dice que el Señor, en el momento de Su muerte en la cruz, clamó:
“Dios Mío, Dios Mío, ¿por qué Me has desamparado?”. Muchos han usado este versículo
erróneamente para decir que Cristo no era Dios, ya que Dios lo abandonó en la cruz. Es
posible que ellos también tomen como base Mateo 3, donde dice que el Espíritu Santo
descendió sobre Jesús en el momento de Su bautismo. Quizás ellos se pregunten: “Si
Jesús era Dios, ¿por qué entonces el Espíritu Santo vino sobre El?”. Este tipo de
preguntas pueden contestarse apropiadamente con la Biblia misma.
Ya que el Señor fue concebido por obra del Espíritu Santo, El poseía la esencia divina
(véase la lección catorce). Podemos afirmar que El tenía el Espíritu Santo como Su
esencia, como parte integral de Su ser, es decir, que El era Dios esencialmente. ¿Por qué
entonces descendió el Espíritu Santo sobre El en Su bautismo? Esto fue necesario para
que el Señor Jesús pudiera realizar Su obra. Su bautismo fue el inicio de Sus tres años y
medio de ministerio sobre la tierra. Durante ese tiempo El llevó a cabo muchas obras
maravillosas, tales como predicar y hacer muchos milagros. En los evangelios vemos
cómo El sanó enfermos y paralíticos, alimentó a cinco mil personas con cinco panes y
dos pecesillos, echó fuera demonios de muchas personas y aplacó el viento y el mar
tempestuoso, incluso resucitó algunos muertos. Para realizar todas estas maravillas se
requería la autoridad y el poder del Espíritu Santo. Es a éste aspecto del Espíritu que
llamamos: “el Espíritu económico”, y éste es precisamente el Espíritu que recibió Jesús
en Su bautismo. Desde Su nacimiento El poseía el aspecto esencial del Espíritu para
vida, pero en Su bautismo El recibió el aspecto económico del Espíritu para poder.

Cuando Jesús fue crucificado, El cargó sobre Sí mismo los pecados de toda la
humanidad. En otras palabras, El se hizo pecado por nosotros (1 P. 2:24; 2 Co. 5:21). El
Dios justo aplicó Su juicio sobre Jesús por los pecados de todos los hombres. En aquel
momento, Dios puso sobre Jesús todos los pecados de la humanidad. Por consiguiente,
el Dios Santo tuvo que apartarse de El, es decir, que el Espíritu económico se apartó de
Jesús. Esta es la razón por la que El clamó: “Dios Mío, Dios Mío, ¿por qué me has
desamparado?”

Luego, en 1 Pedro 3:18 vemos que Cristo en la cruz fue “muerto en la carne, pero
vivificado en el Espíritu”. Cuando Jesús fue crucificado por los pecadores, Dios lo
abandonó económicamente, pero de acuerdo con este versículo, Dios experimentó
esencialmente la crucifixión junto con El. Este Dios-hombre ciertamente murió en Su
carne humana, pero fue vivificado en Su Espíritu divino. El tenía la esencia divina desde
Su nacimiento hasta Su muerte. En esencia, Su ser jamás cambió; así que podemos decir
que en esencia el era Dios y hombre.

Esto debe ayudarnos a entender que el Cristo que murió en la cruz era tanto Dios como
hombre. No debe quedar la menor duda de que el Señor Jesús estaba plenamente
capacitado para morir por toda la humanidad. ¡Alabémosle por Su maravillosa muerte
como el Dios-hombre! Pues debido a lo que El logró en la cruz, hoy somos salvos y
estamos siendo salvos. ¡Aleluya!

Preguntas

1. ¿Qué significa que Cristo muriera como hombre y como Dios?


2. Mencione algunas consecuencias de las enseñanzas heréticas que declaran que Cristo es
Dios, pero no hombre; o que Cristo es hombre, pero no Dios.
3. Explique lo que significan las últimas palabras del Señor: “Dios Mío, Dios Mío, ¿por qué
Me has desamparado?”.

Referencias adicionales

1. Estudio-vida de Marcos (Lee/LSM), págs. 407-413, 416-417.


2. Life-study of First John [Estudio-vida de Primera de Juan] (Lee/LSM), págs. 69-70.
3. Concerning the Person of Christ [Acerca de la persona de Cristo] (Lee/LSM), págs. 5-12.
Lección diecinueve

LA RESURRECCION DE CRISTO (1)

Lectura bíblica

Jn. 11:25; 1 Co. 15:45b; Ap. 1:17-18; Jn. 10:17-18;


Hch. 2:32; Ro. 4:25; 10:9; He. 7:16; Hch. 2:24;
He. 2:14; Jn. 12:31; 1 Co. 15:54-55.

Bosquejo

I. La persona de Cristo y Su obra vindican y satisfacen a Dios


II. La victoria de la resurrección de Cristo
A. Sobre la muerte y el Hades
B. Sobre Satanás y el mundo

Texto

Cristo murió a fin de efectuar la redención y para limpiar todo lo negativo del universo.
El hizo una obra completa; nada quedó inconcluso. Además, El resucitó después de Su
crucifixión y sepultura, ya que ni la muerte ni la tumba pudieron retenerlo, pues El
mismo es la resurrección (Jn. 11:25). Como tal, Su vida fue capaz de conquistar y
subyugar la muerte. Aún más, Su vida es poderosa para absorber y eliminar la muerte (1
Co. 15:54): cuanto más muerte encuentra, más viviente llega a ser. Por tanto, el Señor
Jesús dice: “Yo soy ... el Viviente; estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de
los siglos. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades” (Ap. 1:17-18).

Este Viviente que se paseó por la muerte era tanto Dios como hombre. Y aún después de
Su resurrección, El sigue siendo Dios y hombre. Su resurrección tiene un gran
significado. En esta lección veremos que la resurrección de Cristo es Su propia
vindicación y victoria.

I. LA PERSONA DE CRISTO Y SU OBRA


VINDICAN Y SATISFACEN A DIOS

Cristo es Dios; El puso Su vida y la tomó otra vez (Jn. 10:17-18). Pero Cristo también es
un hombre; por tanto, Dios lo levantó de entre los muertos (Hch. 2:32; 3:15). El hecho
de que Jesucristo —el hombre— fuese levantado, muestra la aprobación de Dios en
cuanto a Su persona y Su obra. Desde Su juventud Jesús halló gracia para con Dios (Lc.
2:52). Así que Dios vindicó la crucifixión de Cristo al levantarlo de entre los muertos.
Esto quiere decir que todo lo que Cristo hizo fue aceptado y honrado por Dios el Padre.

En Adán fuimos condenados a muerte, ya que la paga del pecado es muerte (Ro. 6:23).
Pero Cristo murió como nuestro substituto, es decir, El pagó el precio por nuestros
pecados. ¿Cómo podemos saber que Dios aceptó el pago que Cristo efectuó? Su
resurrección es el “recibo de pago”, el cual comprueba que Dios aceptó el pago de Cristo
por nuestros pecados. Supongamos que un criminal es sentenciado a pasar largo tiempo
en prisión. ¿Cómo sabemos que ya cumplió su sentencia? Lo sabemos cuando es puesto
en libertad. Del mismo modo, la resurrección dio fin a la muerte. Después de creer en
Cristo ya no somos pecadores despreciables, sino hombres plenamente justificados y
aprobados por Dios de acuerdo con Su norma de justicia. Además, el Cristo resucitado
mora en nosotros a fin de llevar en nosotros una vida justificada por Dios y aceptable a
El. Por lo tanto, Romanos 4:25 dice que Cristo resucitó para nuestra justificación. De
hecho, nuestra fe en la resurrección de Cristo es el factor primordial de nuestra
salvación (Ro. 10:9).

II. LA VICTORIA DE LA RESURRECCION DE CRISTO

Después de Dios, la muerte es lo más poderoso en el universo; nadie puede evitar la


muerte. Mejor dicho, nadie excepto el Señor Jesús. El es el único que entró en la muerte
y salió vivo, para nunca regresar a ella. El es tanto Dios como la resurrección (Jn. 1:1;
11:25), ya que posee la vida indestructible (He. 7:16); debido a que es eterno, la muerte
no puede retenerlo. El entró voluntariamente a la muerte, pero ésta no pudo retenerlo
(Hch. 2:24).

A. Sobre la muerte y el Hades

El Señor Jesús permaneció tres días en el imperio de la muerte. Dio un buen paseo por
la muerte y comprobó que ésta no tenía poder para retenerlo. Así que al tercer día, El
simplemente salió de la muerte. Tal vez pudo haber dicho: “Muerte, he concluido Mi
misión; nada puedes hacer conmigo, así que no te tengo ningún temor. Ha llegado el
momento de salir de tu dominio. No tengo ninguna prisa; bien podría quedarme otro
día si quisiera, pero llegó el momento de irme”. El Señor no temía a la muerte, así que
no tenía por qué salir huyendo del sepulcro; más bien, tranquilamente tomó su tiempo
para doblar los lienzos con los que fue sepultado, y ponerlos en orden (Jn. 20:7). ¡Qué
testimonio tan grande de Su victoria sobre la muerte!

Al resucitar, el Señor Jesús despojó de su autoridad a la muerte y al Hades. Por esta


razón, en Apocalipsis 1:18 dijo: “Y tengo las llaves de la muerte y del Hades”. La muerte
se introdujo por causa de que el hombre cayó en pecado, y desde entonces opera en la
tierra para someter a toda la humanidad. Podríamos decir que la muerte es semejante a
un gran recogedor de basura, y que el Hades es como el cesto de la basura. Todo lo que
el recogedor atrapa es echado en dicho cesto. La muerte y el Hades hicieron todo lo
posible por retener a Cristo bajo su dominio, pero su esfuerzo fue totalmente en vano.
¡Alabado sea el Señor que ahora la muerte está sujeta a El, y el Hades está bajo Su
control! ¡Aleluya! Cristo tiene las llaves de la muerte y del Hades.

B. Sobre Satanás y el mundo

La resurrección de Cristo también es un testimonio de Su victoria sobre Satanás y el


mundo, ya que en Su crucifixión Cristo derrotó a Satanás. Hebreos 2:14 dice: “Para
destruir por medio de la muerte al que tiene el imperio de la muerte, esto es, al diablo”.
Asimismo, cuando el Señor les habló a Sus discípulos acerca de Su inminente
crucifixión, El les dijo: “Ahora es el juicio de este mundo; ahora el príncipe de este
mundo será echado fuera” (Jn. 12:31). El no sólo derrotó a Satanás, sino también acabó
con el sistema satánico, es decir, con el mundo. Después de efectuar esta gran obra en la
cruz, Cristo salió triunfante de la muerte y del Hades. Pero a Satanás y al mundo no les
fue tan bien, pues el Señor los derrotó mediante Su muerte y los dejó en el sepulcro. La
resurrección de Cristo es una manifestación de Su victoria.

¿No le impresiona a usted la resurrección de Cristo? En ella, El venció al enemigo más


poderoso, a saber, la muerte. Puede ser que algunas veces usted se haya sentido como si
estuviera muerto y sepultado, pero considere al Señor Jesús. El verdaderamente entró
en la muerte y el Hades, y salió triunfante. La situación de usted no puede ser peor que
la que el Señor Jesús pasó. Ahora este Cristo viviente mora en su espíritu. Por tanto,
cuando se sienta deprimido y débil, no ore para que el Señor lo fortalezca. Lo único que
tiene que hacer es declarar con denuedo: “¡Cristo resucitó! El venció la muerte y el
Hades. ¡Alabado sea el Señor; El es el victorioso!” Si ora de tal manera, podrá proclamar
como el apóstol Pablo: “Sorbida es la muerte para victoria. ¿Dónde está, oh muerte, tu
victoria? ¿Dónde, oh muerte, tu aguijón?” (1 Co. 15:54-55). ¡Alabado sea el Señor! La
muerte no pudo retener a Cristo ni puede retener a los que están en El.

Preguntas

1. ¿Qué significa el hecho de que Dios levantó a Cristo de entre los muertos?
2. Explique por qué Cristo fue levantado para nuestra justificación (Ro. 4:25).
3. Comente el significado de la victoria de Cristo sobre Satanás, la muerte, y el mundo.
4. ¿Qué versículos comprueban que Cristo resucitó?
Referencias adicionales

1. Life-study of First Corinthians [Estudio-vida de Primera de Corintios] (Lee/LSM), págs.


583-586, 621-622.
2. Life-study of Matthew [Estudio-vida de Mateo] (Lee/LSM), págs. 821-822.
3. Estudio-vida de Romanos (Lee/LSM), págs. 81, 617-618.
4. Estudio-vida de Juan (Lee/LSM), págs. 343-345, 565-568.
5. Estudio-vida de Apocalipsis (Lee/LSM), pág. 105.
6. La economía de Dios (Lee/LSM), págs. 138-139.
7. The Kernel of the Bible [El Pensamiento central de la Biblia] (Lee/LSM), págs. 138-139.
Lección veinte

LA RESURRECCION DE CRISTO (2)

Lectura bíblica

Jn. 17:1; Ro. 1:3-4; Jn. 1:18; Hch. 13:33; He. 1:5;
Jn. 7:37-39; 1 Co. 15:45b; 2 Co. 3:17; Jn. 20:17;
1 P. 1:3; Ro. 8:29; He. 2:11; Jn. 12:24;
1 Co. 10:17; Ef. 1:22-23.

Bosquejo

III. La glorificación de la vida divina de Cristo


IV. La designación de la humanidad de Cristo
V. Su transfiguración como Espíritu vivificante
VI. Produce la iglesia

Texto

En la lección anterior vimos dos aspectos de la resurrección de Cristo. El primero fue


que Dios vindicó y aceptó la persona de Cristo y Su obra redentora. Y el segundo fue que
Cristo obtuvo una victoria total sobre la muerte, el Hades, Satanás y el mundo. Ahora
veamos cuatro aspectos más de esta resurrección maravillosa.

III. LA GLORIFICACION DE LA VIDA DIVINA DE CRISTO

Cuando Cristo estuvo en la tierra, El era Dios mismo oculto dentro de un cuerpo físico.
En El moraba Dios, pero exteriormente sólo veíamos Su carne. Los que le observaban no
podían encontrar nada especial en El (Mr. 6:3; Jn. 10:33). Pero por medio de Su muerte
y resurrección, el Dios que estaba oculto en El se liberó y se manifestó. A esta
manifestación es a lo que llamamos la glorificación de Cristo. Por esta razón El oró antes
de Su muerte, diciendo: “Padre, la hora ha llegado; glorifica a Tu Hijo, para que Tu Hijo
te glorifique a Ti” (Jn. 17:1).

Por ejemplo, suponga que tenemos una semilla de cierta flor. Aunque existe mucha
belleza encerrada en la vida de esa semilla, ¿cómo puede manifestarse tal belleza? Para
que esto suceda, la semilla tiene que morir. Si la semilla cae en la tierra, muere y
germina, se manifestará toda su belleza oculta. Esta es su gloria, la glorificación de la
vida en la semilla. De igual manera, Dios estuvo confinado en la carne del Señor. El
Señor tuvo que morir a fin de que el Dios en El pudiera ser liberado, manifestado y
glorificado en resurrección.

Mientras Cristo estuvo en la carne durante treinta y tres años y medio sobre esta tierra,
era semejante a la semilla de una flor. Aunque el Hijo de Dios estaba en El, nadie podía
reconocerlo. Pero un día, al ser sembrado mediante la muerte y crecer en resurrección,
El floreció, es decir, la vida divina que estaba en Su interior fue completamente
manifestada y glorificada.

IV. LA DESIGNACION DE LA HUMANIDAD DE CRISTO

Romanos 1:3 y 4 dicen: “Acerca de Su Hijo, que era del linaje de David según la carne,
que fue designado Hijo de Dios ... por la resurrección de entre los muertos”. En
resurrección, Cristo fue designado el Hijo de Dios en Su humanidad. Antes de Su
encarnación, Cristo, una Persona divina, ya era el Hijo de Dios (Jn. 1:18). Incluso antes
de Su encarnación El era el Hijo de Dios, pues Romanos 8:3 dice: “Dios, enviando a Su
Hijo”. Si Cristo ya era el Hijo de Dios, ¿por qué necesitaba ser designado como Hijo de
Dios por la resurrección? Debido a que en la encarnación El se vistió de carne, una
naturaleza humana, la cual no tenía nada que ver con Su divinidad. Como Persona
divina, aún antes de Su encarnación Cristo era el Hijo de Dios, pero Su humanidad, la
carne de Jesús, la cual nació de María, no era el Hijo de Dios. Esa parte era solamente
humana. Así que, por medio de Su resurrección Cristo santificó y elevó Su naturaleza
humana. En otras palabras, por medio de Su resurrección El fue designado Hijo de Dios
en Su naturaleza humana. En este sentido la Biblia afirma que El fue engendrado Hijo
de Dios por la resurrección (Hch. 13:33; He. 1:5).

En Su resurrección Cristo todavía es un hombre, y como tal, fue designado “el Hijo de
Dios”. Esto no es un asunto pequeño: la encarnación introdujo a Dios en el hombre,
pero la resurrección introdujo al hombre en Dios. Mediante el proceso de Cristo, un
hombre fue introducido en la Deidad. ¡Sí, ahora hay un hombre en la Deidad! Cristo con
Su naturaleza humana ha sido designado el Hijo de Dios.

V. SU TRANSFIGURACION COMO ESPIRITU VIVIFICANTE

Ahora quisiéramos ver que en Su resurrección Cristo fue hecho el Espíritu vivificante (1
Co. 15:45b). Aunque el Señor Jesús resucitó con un cuerpo físico, es decir, con un cuerpo
de carne y hueso (Lc. 24:39), también resucitó espiritualmente. Esto significa que en Su
resurrección El fue transfigurado y fue hecho el Espíritu (Jn. 7:37-39; 1 Co. 15:45; 2 Co.
3:17). No podemos explicar cómo El puede tener un cuerpo físico y a la vez ser el
Espíritu, pero esto es lo que la Biblia dice. Esta es una verdad crucial en las Escrituras.
En la Biblia podemos ver que Cristo está sentado en el trono en los cielos con un cuerpo
físico, y al mismo tiempo mora en nosotros como Espíritu vivificante. La economía de
Dios consiste en que El se imparta en nosotros; Su muerte nos redimió, pero sin Su
resurrección no podría impartirnos Su vida. No sólo éramos pecadores, sino además
estábamos muertos (Ef. 2:1). Cristo como el Cordero de Dios pudo redimirnos; pero
ahora como el Espíritu vivificante, puede vivificarnos y regenerarnos para hacernos
hijos de Dios. Ahora podemos disfrutar día a día Su rico suministro de vida en nuestro
espíritu. Podemos orar, invocar Su nombre y orar-leer la Palabra. Como resultado de Su
resurrección Cristo ha llegado a ser muy accesible a nosotros. Su resurrección no es
solamente un evento histórico; aún más que eso, dicha resurrección se realizó para que
pudiéramos experimentarlo y disfrutarlo subjetivamente.

VI. PRODUCE LA IGLESIA

La muerte y resurrección de Cristo fueron eventos muy productivos en la economía de


Dios, ya que sirvieron para que El liberara Su vida divina y Se propagara a Sí mismo en
muchas personas, a fin de constituirlos como la iglesia. Según el evangelio de Juan,
antes de Su resurrección el Señor nunca llamó a Sus discípulos “hermanos”. El término
más íntimo que había usado era “amigos”. Pero después de Su resurrección, Sus
“amigos” fueron regenerados y llegaron a ser Sus “hermanos” (Jn. 20:17; 1 P. 1:3). La
tarde del mismo día de Su resurrección, Cristo volvió a Sus discípulos como Espíritu, y
sopló en ellos para llegar a ser Su vida. Por medio de Su resurrección, El se impartió en
Sus discípulos como Espíritu vivificante. Al recibir Su vida, ellos fueron regenerados y se
convirtieron en Sus hermanos. Así que, en Su resurrección, el Hijo unigénito llegó a ser
“el Primogénito entre muchos hermanos” (Ro. 8:29).

La vida divina del Padre nos ha sido impartida por medio de la resurrección de Cristo.
Por consiguiente, todos hemos llegado a ser hijos de Dios y hermanos de Cristo.
¡Alabado sea el Señor que Cristo, el Dios-hombre, es nuestro Hermano mayor! El no se
avergüenza de llamarnos hermanos (He. 2:11). ¡Qué maravilloso es esto! ¿Se da cuenta
de quién es usted? ¡Usted es un hermano de Cristo! Este es el mismo principio que se
aplica al grano de trigo en Juan 12:24; en éste versículo se describe a los muchos
hermanos como los granos de trigo, y estos muchos granos se han mezclado entre sí
para formar la iglesia. Por eso 1 Corintios 10:17 dice que “siendo uno solo el pan,
nosotros, con ser muchos, somos un Cuerpo”. Los muchos granos se han hecho un solo
pan, un solo Cuerpo. Ciertamente este Cuerpo es la iglesia, el Cuerpo de Cristo (Ef. 1:22-
23). La iglesia es la réplica de Cristo y Su multiplicación.

¡Alabado sea el Señor por Su resurrección! Muchos cristianos hablan de la muerte de


Cristo en la cruz, pero raras veces mencionan Su resurrección. Y cuando lo hacen, sólo
se refieren a que el Señor fue levantado del sepulcro, pues consideran Su resurrección
como un simple evento histórico que sucedió hace dos mil años. Incluso muchos
celebran la resurrección una vez al año. ¡Esto es bastante superficial! En sólo dos
lecciones hemos visto muchos aspectos maravillosos de la resurrección de Cristo.
Debemos estar agradecidos por las riquezas insondables que en estos días el Señor nos
ha mostrado en Su Palabra. Les animo a que profundicen aún más en estas verdades y
que disfruten al Cristo que resucitó y mora en vuestro interior.

Preguntas

1. Explique cómo fue glorificada la vida divina de Cristo.


2. Si Cristo ya era el Hijo de Dios antes de Su resu- rrección, entonces ¿por qué Romanos
1:3-4 dice que fue designado Hijo de Dios por la resurrección?
3. Cite dos versículos que digan claramente que Cristo ahora es el Espíritu.
4. ¿Por qué Cristo fue llamado el “unigénito Hijo” en Juan 1:18, pero fue llamado el
“Primogénito” en Romanos 8:29?

Referencias adicionales

1. Estudio-vida de Juan (Lee/LSM), págs. 342-343, 576-579.


2. Estudio-vida de Romanos (Lee/LSM), págs. 18-23, 598-600.
3. Life-study of First Corinthians [Estudio-vida de Primera de Corintios] (Lee/LSM), págs.
614-616.
4. Estudio-vida de Hebreos (Lee/LSM), págs. 101-103.
Lección veintiuno

LA ASCENSION DE CRISTO

Lectura bíblica

Ef. 4:8; Mr. 16:19; He. 2:9; Fil. 2:9; Hch. 2:36;
Ap. 1:5; Ef. 1:22; Hch. 5:31; Ap. 19:16; Hch. 7:55-56;
Ap. 2:1; 5:6; He. 4:14-15; 7:25.

Bosquejo

I. Fue hecho Señor


II. Fue hecho el Cristo
III. Su investidura como Señor
IV. El ministerio celestial de Cristo
A. Cristo como Gobernante
B. Cristo como Cabeza
C. Cristo como Sumo Sacerdote
V. Nuestra cooperación

Texto

Después de Su resurrección Cristo ascendió a los cielos, a Dios el Padre. Este fue el
último paso de Su proceso. Efesios 4:8 dice que El “subió a lo alto”. Cristo está ahora en
el lugar más alto del universo. Marcos 16:19 dice que el Señor fue “recibido arriba en el
cielo, y se sentó a la diestra de Dios”. Estar sentado a la diestra de Dios equivale a estar
en el lugar de mayor honor y autoridad. El está allí coronado de gloria y de honra (He.
2:9). El fue exaltado hasta lo sumo sobre todas las cosas y recibió un nombre que es
sobre todo nombre (Fil. 2:9).

I. FUE HECHO SEÑOR

En Su ascensión, Cristo fue hecho Señor (Hch. 2:36), Soberano de los reyes de la tierra
(Ap. 1:5) y Cabeza sobre todas las cosas (Ef. 1:22). Esto quiere decir que El es el
Soberano del universo, la autoridad suprema en el trono de la administración de Dios.
¡El es el dueño de todo el universo! Tal vez esto no le impresione tanto porque usted
piensa que, como Cristo es Dios el Creador, El ya era Señor y Gobernante del universo.
Pero debe darse cuenta de que el Cristo que hoy es Señor, no es simplemente el Señor
que creó el universo, sino el Dios que se encarnó para ser hombre y sigue siendo hombre
después de Su resurrección y ascensión. ¡Ahora hay un hombre en los cielos, quien fue
exaltado y establecido como Señor del universo! Es fácil para nosotros creer que el Dios
Creador es el Señor. Pero, ¿puede usted creer que el hombre Jesús, aquel carpintero
humilde, está ahora en el trono como Señor sobre todo el universo? ¡Aquel hombre
insignificante que vino de la despreciable ciudad de Nazaret fue hecho Cabeza sobre
todas las cosas!

II. FUE HECHO EL CRISTO

Hechos 2:36 dice que en Su ascensión, Jesús fue hecho el Cristo. “Cristo” quiere decir el
Ungido de Dios, Aquel que fue designado por Dios para cumplir Su plan divino. El Padre
envió al Hijo para efectuar la obra de redención y todo lo relacionado con el propósito de
Dios. Así que, el Hijo es llamado el Cristo. Pero, ¿acaso El no era el Cristo antes de Su
ascensión? Sí lo era, pero no oficialmente. En Su ascensión, el Señor fue hecho
oficialmente el Cristo.

III. SU INVESTIDURA COMO SEÑOR

Una buena forma de entender la ascensión del Señor es definirla como Su investidura.
Cada vez que un nuevo presidente es electo en los Estados Unidos, debe ser investido
como tal. Después de ser elegido por el pueblo, incluso antes de la inauguración, él ya es
el presidente electo, pero oficialmente todavía no lo es. Se requiere de una designación
pública, de una ceremonia de investidura, para que él oficialmente llegue a ser el
presidente. La ascensión de Jesús es exactamente lo mismo. El ya era el Cristo y el
Señor, pero esto no se hizo oficial hasta el día de Su ascensión. De hecho, ni siquiera era
el Salvador oficialmente, hasta el día de Su ascensión (Hch. 5:31). ¡Alabado sea el Señor
por Su ascensión! Aquel humilde nazareno llamado Jesús es ahora el Rey de reyes y
Señor de señores (Ap. 19:16). En la ceremonia de investidura del presidente de los
Estados Unidos, miles de personas desfilan por Washington, D C. ¡No sabemos cuántos
ángeles desfilaron en los cielos cuando Jesús fue investido oficialmente como el Señor
de todo!

IV. EL MINISTERIO CELESTIAL DE CRISTO

El Señor Jesús ciertamente llevó una vida muy fructífera sobre la tierra. Su obra en la
tierra se conoce como Su ministerio terrenal. Por medio de Su encarnación, vivir
humano, muerte y resurrección, el Señor Jesús efectuó la obra de redención. Por eso
muchos versículos de la Biblia dicen que después de Su ascensión, Cristo se sentó a la
diestra del Padre. Ya que Su ministerio terrenal fue un éxito absoluto, El está ahora
sentado descansando a la diestra de Dios.
Sin embargo, este es sólo el aspecto histórico, pues Cristo también tiene que llevar a
cabo una gran obra desde los cielos; ahora El tiene un ministerio celestial. Cuando
Esteban estaba siendo apedreado, él miró hacia el cielo y vio “al Hijo del Hombre de pie
a la diestra de Dios” (Hch. 7:55-56). En Apocalipsis 2:1, Juan vio al Señor caminando en
medio de los siete candeleros de oro. Y en Apocalipsis 5:6, el mismo Juan vio al Señor
como el Cordero, de pie, en medio del trono. ¡No piense que Cristo está sentado en los
cielos sin hacer nada! El está sumamente activo llevando a cabo Su ministerio celestial.
Después de haber sido investido oficialmente para ejercer Su oficio, El aún tiene que
cumplir muchos deberes importantes. De los varios oficios para los que fue investido en
Su ascensión, los tres más importantes son: gobernar sobre los reyes de la tierra; ser
Cabeza sobre todas las cosas a la iglesia; y ser nuestro gran Sumo Sacerdote.

A. Cristo como Gobernante

Como Gobernante de los reyes de la tierra, Cristo administra, controla y dirige todos los
gobiernos y eventos mundiales. El propósito principal de tal administración, sin lugar a
dudas, es la propagación del evangelio. Cristo administra a fin de reunir a los elegidos de
Dios. Al estudiar la historia del mundo podemos ver que el curso de los eventos
mundiales ha sido planeado divinamente con miras a la propagación del evangelio.
Nuestro calendario, el cual es usado por todo el mundo, se basa en el nacimiento de
Cristo. Incluso los países ateos como Rusia y China usan este calendario, lo cual implica
que ellos se encuentran bajo la administración de Cristo. De acuerdo con el calendario
de Cristo, actualmente estamos en el año 1985. Esta fecha no se calcula a partir de los
césares romanos o de los zares rusos, sino desde el nacimiento de Cristo. ¡Nuestro Cristo
gobierna sobre toda la tierra con miras a la propagación de Su evangelio!

B. Cristo como Cabeza

Además de ser el Soberano de las naciones, Cristo es también Cabeza de la iglesia. El fue
dado por Cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, y como tal, El trabaja para obtener
Sus vasos escogidos. Baste como ejemplo uno de Sus vasos, Saulo de Tarso. El libro de
Hechos nos muestra cuánto hizo el Cristo ascendido para cautivar a Saulo, ya que este
hombre era un vaso crucial que llevaría a cabo el mover de Dios en la tierra.

No pensemos que el hecho de que el Señor nos salvara fue un asunto pequeño, porque el
Señor Jesús tuvo que ejercer Su señorío para lograrlo. El determinó el país donde
debíamos nacer, así es que no fue casualidad que naciéramos en determinada ciudad. Al
contrario, todo detalle fue decidido por Su administración soberana. Cada uno de
nosotros nació en el país indicado, en la ciudad correcta y en la familia señalada. Al
tiempo exacto El nos condujo a Sí mismo, aunque hayamos estado en Norte América,
China, Europa o en América del Sur. El arregló que el día de nuestra salvación
estuviéramos en el lugar preciso para que nos arrepintiéramos, creyéramos y fuéramos
salvos. Si ese día hubiésemos estado en una ciudad diferente, en Moscú por ejemplo, la
oportunidad de ser salvos y de ahora estar leyendo esta lección quizás nunca hubiera
llegado. ¡Fue bajo el gobierno del Rey que fuimos salvos!

C. Cristo como Sumo Sacerdote

Hoy el Cristo ascendido nos ministra conforme a nuestra necesidad interior. En el


tiempo del Antiguo Testamento, el Sumo Sacerdote ministraba a Dios a favor del
pueblo. El libro de Hebreos dice que Cristo es nuestro gran Sumo Sacerdote, capaz de
compadecerse de nuestras debilidades (4:14-15). En virtud de que Cristo se hizo
hombre, El está capacitado para conocer cabalmente nuestros problemas y debilidades;
y al mismo tiempo, por haber sido designado según el poder de una vida indestructible
(He. 7:16), El está facultado para cuidar de nosotros en medio de cualquier circunstancia
(He. 7:25).

Ciertamente lo necesitamos a cada momento, porque no sabemos qué situaciones


podemos enfrentar inesperadamente. En ocasiones, los problemas simplemente vienen
a nosotros causándonos gran ansiedad. Antes de ser salvos nuestras preocupaciones
eran interminables. Pero ahora, cuando somos agobiados por nuestra ansiedad, de
inmediato El nos consuela diciendo: “¿Por qué no oras? No tienes por qué preocuparte”.
Esto sucede porque Cristo intercede por nosotros, y éste es el efecto de Su intercesión.
Entonces podemos responderle: “Gracias, Señor por encargarte de mis preocupaciones.
Dejo todas mis inquietudes en Tus manos”. ¡Estas breves palabras hacen desaparecer
nuestra ansiedad! Y entonces podemos disfrutarle. Todo esto se debe a la intercesión
sacerdotal de Cristo por nosotros, la cual es constante. Ciertamente son muchas las
ocasiones en que hemos experimentado a nuestro gran Sumo Sacerdote cuidándonos,
consolándonos, fortaleciéndonos y guiándonos.

V. NUESTRA COOPERACION

Cristo está absolutamente capacitado para llevar a cabo Su oficio y cumplir Su


ministerio celestial. El trabaja día y noche controlando cada evento de la tierra, desde el
hecho de levantar o derribar naciones, hasta designar la maestra de nuestra clase de
español. Todo esto lo hace a fin de cumplir el propósito eterno de Dios. No obstante, sin
nuestra cooperación, es muy poco lo que el Cristo ascendido puede hacer; si bien El es
nuestra Cabeza, nosotros somos Su Cuerpo. En la tierra, El actúa únicamente por medio
de nosotros, Sus miembros. Cristo requiere nuestra cooperación; este es un asunto
sumamente serio.
El Señor desea que todos los hombres sean salvos, pero no los puede salvar a menos que
nosotros les hablemos. Con respecto a este asunto, el Dios todopoderoso no puede hacer
nada a menos que nosotros cooperemos con El. ¡Qué gran responsabilidad tenemos! Y al
mismo tiempo, ¡qué gran privilegio! ¡Podemos ser aquellos que le permitamos a Dios
actuar y moverse en la tierra para cumplir Su propósito eterno! Somos personas muy
importantes en el universo; por consiguiente, debemos cooperar fielmente con El.

Preguntas

1. ¿Por qué es tan maravilloso el hecho que Jesús fuera hecho Señor y Cabeza sobre todas
las cosas?
2. ¿Por qué decimos que la ascensión de Cristo equivale a Su investidura como Señor?
3. ¿Cuáles son los tres grandes oficios en los que Cristo fue investido en Su ascensión?
¿Cómo realiza El estos oficios?
4. Ya que Cristo es el Señor de todo, ¿puede El hacer todo por Sí mismo o necesita ayuda?
¿Quiénes son Sus ayudantes? ¿Cómo pueden ayudar?

Referencias adicionales

1. La experiencia de vida (Lee/LSM), pág. 354.


2. Stream Magazine Book One [Revista El manantial, libro uno] (Lee/LSM), pág. 6.
3. Stream Magazine Book Two [Revista El manantial, libro dos] (Lee/LSM), págs. 1426-
1430.
4. Estudio-vida de Apocalipsis (Lee/LSM), pág. 36.
5. The Heavenly Ministry of Christ [El ministerio celestial de Cristo] (Lee/LSM), págs. 2-4,
9-10, 13, 17, 20-23, 34-35, 52-55.
6. Estudio-vida de Hebreos (Lee/LSM), págs. 189-190.
Lección veintidós

CRISTO COMO ESPIRITU EN SUS ASPECTOS ESENCIAL Y ECONOMICO

Lectura bíblica

Jn. 20:22; Hch. 2:1-4; Ro. 8:10-11; 2 Co. 13:5;


2 Ti. 4:22; Jn. 6:63; Lc. 24:49; Hch. 1:4-5, 8;
Mr. 16:15; 1 Co. 12:13.

Bosquejo

I. Por dentro, el contenido, y por fuera, el equipo necesario


II. El aspecto esencial o interior
A. Cristo en nosotros
B. Cristo es nuestra vida
C. El contenido de la iglesia
III. El aspecto económico o exterior
A. El bautismo del Espíritu Santo
B. La propagación de Cristo
IV. Nuestra experiencia de ambos aspectos del Espíritu

Texto

Cristo pasó por un proceso maravilloso en el que experimentó la encarnación, el vivir


humano, la crucifixión, la resurrección y la ascensión. Cada una de estas etapas
representa un paso adicional en el cumplimiento de la economía de Dios, la cual tiene
como propósito producir la iglesia, que es el Cuerpo de Cristo, a saber: la expresión
completa y corporativa del Dios Triuno, y la morada mutua de Dios y el hombre. Como
subrayamos en la lección anterior, Cristo como Cabeza en el cielo requiere que Su
Cuerpo en la tierra coordine con El, a fin de llevar a cabo Su propósito. Sin El nada
podemos hacer, pero tampoco El puede hacer nada sin nuestra cooperación. El asunto
crucial en esta coordinación es que ahora Cristo es el Espíritu. Como tal, El mora en
nosotros y nos suministra interiormente, y a la vez, nos reviste de poder exteriormente
para la obra.
I. POR DENTRO, EL CONTENIDO,
Y POR FUERA, EL EQUIPO NECESARIO

Muchos cristianos no saben que Cristo, en el día de Su resurrección, vino y se impartió


en Sus discípulos como el aliento celestial, al soplar en ellos (Jn. 20:22). Este fue un
aspecto básico en la formación de la iglesia. Luego, cincuenta días más tarde, en el día
de Pentecostés, el Cristo ascendido y entronizado se derramó sobre los discípulos (Hch.
2:1-4). Este fue un segundo aspecto crucial en la formación de la iglesia. El propósito de
Cristo al soplar en Sus discípulos el aliento santo en el día de Su resurrección fue
impartirles Su vida, y la razón por la cual derramó sobre ellos el Espíritu en el día de
Pentecostés fue equiparlos con Su poder. En el día de la resurrección El vino como el
pneuma, una palabra griega que significa “Espíritu”; esta palabra también puede
traducirse “aliento” o “aire”. Luego, en el día de Pentecostés, El vino como un viento
recio. El aliento infunde vida, y el viento reviste con poder. El Espíritu de vida, el Cristo
resucitado, es nuestro contenido de vida por dentro; y el Espíritu de poder, derramado
por el Cristo ascendido, es nuestro uniforme por fuera. Así que, tenemos el contenido de
vida interiormente, y estamos equipados con poder exteriormente. Lo primero es el
aspecto esencial y lo segundo, el aspecto económico. Estos no son dos Espíritus, sino
dos aspectos del único Espíritu. Debemos entender claramente estos dos aspectos de
Cristo como Espíritu.

II. EL ASPECTO ESENCIAL O INTERIOR

A. Cristo en nosotros

Muchos versículos bíblicos declaran que Cristo está en nosotros (Ro. 8:10; 2 Co. 13:5;
Gá. 2:20; Col. 1:27). El puede vivir en nosotros porque es el Espíritu. Por tanto, hay
otros versículos que afirman que el Espíritu mora en nosotros (Jn. 14:17; Ro. 8:11; 1 Co.
6:19; Gá. 4:6). Cuando Cristo era un hombre sobre la tierra, El no podía vivir dentro de
ningún otro hombre. Pero ahora Cristo es el Espíritu (1 Co. 15:45b; 2 Co. 3:17), y a
semejanza del aire en la atmósfera, El puede fácilmente entrar en nuestro ser. Como
Espíritu, el Señor nos regeneró, es decir que nuestro espíritu nació del Espíritu (Jn.
3:6); esto implica que ahora Cristo mora en nuestro espíritu (2 Ti. 4:22).

B. Cristo es nuestra vida

Por medio del Espíritu disfrutamos a Cristo como nuestra vida interior; El es el Espíritu
vivificante. En tal Espíritu disfrutamos a Cristo al leer Su Palabra (Jn. 6:63; 2 Ti. 3:16),
al invocar Su nombre (1 Co. 12:3) y al orar (Jud. 20). Esto equivale a comer, beber y
respirar a Cristo, lo cual permite que El se infunda en nosotros como el Espíritu para
nuestro vivir. Del mismo modo en que necesitamos el alimento material, el agua y el aire
para sustentar nuestro cuerpo, así necesitamos tomar a Cristo como el Espíritu para
sustentar nuestra vida espiritual. El es nuestro pan, agua y aire vivientes. Este es el
Espíritu de vida que se imparte en nuestro ser para nuestro vivir esencial.

Aunque el Señor mora en nosotros, no podemos afirmar que todo nuestro ser ha sido
totalmente impregnado y lleno de El. Aún queda en nosotros mucho de nuestra vieja
naturaleza. Por consiguiente, en lugar de expresar al Señor, expresamos nuestro
egoísmo, orgullo, rebelión y muchas otras cosas ajenas a El. Así que, tenemos la urgente
necesidad de que el Espíritu opere en nuestro interior, santificándonos y
transformándonos.

El Espíritu es la consumación máxima del Dios Triuno procesado, y como tal, El es todo-
inclusivo, es decir, que contiene todos los aspectos del proceso que pasó el Señor. El
Espíritu lo incluye todo, pues incluye no sólo el vivir humano perfecto del Señor, sino
también el elemento aniquilador de la cruz y el poder de Su resurrección. Al disfrutar
este Espíritu, nuestro ser es transformado, el vivir de Cristo se hace nuestro, todos los
aspectos negativos son aniquilados, y nuestra vida llega a ser una vida en resurrección.

C. El contenido de la iglesia

Cuando disfrutamos a Cristo de esta manera, El viene a ser nuestro contenido. Cristo
mismo es el contenido de la iglesia. La iglesia no es un club social ni simplemente un
grupo de personas que se congregan; más bien, es el Cuerpo de Cristo. Para ser Su
Cuerpo debemos estar llenos de Su vida. Supongamos que alguien fabrica un modelo de
plástico que luce exactamente como nuestro cuerpo. ¿Podría decir que eso es su cuerpo?
Por supuesto que no. Para que fuera su cuerpo tendría que contener su propia vida. De
igual manera, si hemos de ser el Cuerpo de Cristo, debemos estar llenos de El como
nuestra vida. Esta es la razón por la que Cristo se hizo el Espíritu, para poder impartirse
como vida dentro de nuestro ser.

III. EL ASPECTO ECONOMICO O EXTERIOR

A. El bautismo del Espíritu Santo

Después de que Cristo resucitó, El se apareció ante Sus discípulos y les dio instrucciones
que no se fueran de Jerusalén, sino que esperaran hasta recibir el bautismo del Espíritu
Santo (Hch. 1:4-5). El les dijo: “Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre
vosotros el Espíritu Santo, y seréis Mis testigos ... hasta lo último de la tierra” (Hch. 1:8).
De acuerdo con Su palabra, el Espíritu Santo sería derramado sobre el Cuerpo en el día
de Pentecostés. Tal bautismo del Espíritu Santo no fue un bautismo esencial para
impartirles vida, sino un bautismo económico para revestirlos con poder y autoridad
económicamente. Los discípulos ya estaban llenos del Espíritu como vida, pero
necesitaban ser “investidos de poder desde lo alto” para llevar a cabo la obra (Lc. 24:49).
Esta investidura es el “uniforme celestial” del Espíritu económico.

B. La propagación de Cristo

La autoridad y el poder del Espíritu tenían la finalidad de equipar a los discípulos para
efectuar la obra del Señor. El Señor les había dicho: “Id por todo el mundo y proclamad
el evangelio a toda la creación” (Mr. 16:15), y los comisionó para que fueran Sus testigos
hasta las partes más remotas de la tierra. Cristo entró en algunas personas en Jerusalén,
pero El deseaba entrar en miles y aun en millones de personas. Esa sería Su
multiplicación y extensión, es decir, Su propagación, la cual tenía como meta producir
las iglesias sobre toda la tierra. Los discípulos, al ser investidos con el Espíritu
económico, salieron a predicar el evangelio. ¡En un sólo día se arrepintieron tres mil
personas, y en otro día fueron salvas cinco mil! Esto fue posible porque el Espíritu era su
vida interior y su autoridad exterior. Por esta razón su obra fue tan prevaleciente.

IV. NUESTRA EXPERIENCIA DE AMBOS


ASPECTOS DEL ESPIRITU

Aun Cristo como hombre experimentó los dos aspectos del Espíritu: El nació del
Espíritu Santo esencialmente, y también fue bautizado con el Espíritu económicamente,
a fin de llevar a cabo Su ministerio y Su obra. Todo creyente en Cristo debe tener esta
experiencia doble. El deseo de Dios consiste en obtener una expresión universal de Sí
Mismo, esto es, un hombre corporativo que sea lleno de Su vida y naturaleza. Dios ha
estipulado que esta expresión sea producida mediante hombres mortales que cooperen y
coordinen con El en la tierra. ¡Qué tarea tan monumental la nuestra! Sin lugar a dudas
hemos sido facultados y equipados generosamente para este fin; Cristo pasó por un
proceso extraordinario con miras a realizar este propósito.

Ahora podemos disfrutar y experimentar al Espíritu vivificante como nuestra vida y


suministro de vida. Seguramente ya conocemos las muchas maneras en que podemos
participar del Espíritu esencial en nuestro diario vivir. No obstante, para salir a predicar
a Cristo necesitamos el “uniforme celestial”. ¿Cómo podemos experimentar este aspecto
económico del Espíritu? Unicamente por medio de la fe. El bautismo del Espíritu Santo
derramado sobre el Cuerpo en Hechos fue un logro obtenido de una vez y para siempre.
No es necesario que esto se repita. ¡Ya lo tenemos!. En 1 Corintios 12:13 dice que “en un
solo Espíritu fuimos todos bautizados en un solo Cuerpo”. Ahora, simplemente debemos
salir a predicar confiados en este hecho consumado. Cuando ejercitemos nuestra fe de
este modo, descubriremos que nuestro ministrar prevalece sobre el infierno, sobre
Satanás y sobre todos los demonios. Entonces experimentaremos tal investidura, el
“uniforme” de la autoridad, y nuestra predicación será prevaleciente e impartirá a Cristo
en las personas.

Aquí podemos ver el maravilloso ciclo que es necesario para que se propague el Cristo
resucitado y ascendido. Primero, somos nutridos y llenos de El esencialmente, y luego
nos vestimos con El económicamente. Entonces podemos ministrarlo a otros para que
ellos también lo disfruten como su vida esencial. Nuestro disfrute esencial del Señor
hace posible que llevemos a cabo nuestra labor, económicamente para extender y
propagar al Señor en otros. Pero es necesario que lo que ministremos a otros, sea
aquello con lo que estamos llenos esencialmente. Ambos aspectos se complementan, es
decir, el uno coopera para el cumplimiento del otro. Nada podemos hacer si carecemos
de uno de estos dos aspectos. ¡Alabado sea el Señor! De esta manera Cristo obtendrá Su
Cuerpo sobre la tierra. Diariamente necesitamos tomar a Cristo como el Espíritu, es
decir, como nuestra propia vida. Así que, debemos llevar a cabo la obra de Dios, la cual
consiste en propagar y multiplicar a Cristo en las personas; ¡tal investidura del Espíritu
como nuestro “uniforme” nos capacita para efectuar esta gran obra!

Preguntas

1. ¿Qué significan los términos esencial y económico?


2. Explique cómo Cristo, siendo el Espíritu, produjo la iglesia con ambos aspectos, el
esencial y el económico.
3. ¿Cuándo fue la primera vez que los discípulos experimentaron los dos aspectos del
Espíritu?
4. ¿Cómo podemos experimentar ambos aspectos del Espíritu?

Referencias adicionales

1. The Kernel of the Bible [El pensamiento central de la Biblia] (Lee/LSM), págs. 158-159,
161-162, 165-169.
2. The Baptism in the Holy Spirit [El bautismo en el Espíritu Santo] (Lee/LSM), págs. 3-7.
3. Estudio-vida de Marcos (Lee/LSM), págs. 562-564.
4. The Spirit and the Body [El Espíritu y el Cuerpo] (Lee/LSM), págs. 42-44.
Lección veintitrés

LA SEGUNDA VENIDA DE CRISTO

Lectura bíblica

Ap. 22:12, 20; Mt. 24:36; Ap. 10:1; 14:4;


Mt. 24:21-22; 2 Co. 5:10; Mt. 25:10;
Ap. 2:26; 1:7; 14:14.

Bosquejo

I. La venida secreta de Cristo


II. El tribunal de Cristo
III. Su venida pública
IV. Una advertencia

Texto

La iglesia ha existido sobre la tierra durante casi dos mil años. Cristo vive ahora como
Espíritu vivificante en millones de creyentes, y a la vez está en los cielos. Ya que fue dado
como Cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, El dirige todos los eventos tanto en el
cielo como en la tierra, con miras a la edificación de Su Cuerpo. Cuando llegue el tiempo
determinado, Cristo, quien ahora está en el trono, iniciará Su regreso a la tierra. Vemos
que al final de Apocalipsis El dice: “Sí, vengo pronto” (22:20). La encarnación del Señor
fue Su primera venida, pero este versículo alude a Su segunda venida. La segunda
venida de Cristo iniciará la etapa final de la economía de Dios, y es una parte muy
importante de Su obra.

El tema de la segunda venida de Cristo ha confundido por siglos a los cristianos. Este
asunto es muy complicado, ya que muchos eventos se relacionan con ello. Nos tomaría
muchas lecciones explicar adecuadamente todos los detalles y eventos relacionados con
Su regreso. Sin embargo, sabemos con certeza que hay dos aspectos principales de la
venida del Señor que debemos entender claramente: Su venida secreta y Su venida
pública.

I. LA VENIDA SECRETA DE CRISTO

Nadie sabe el día ni la hora de la venida del Señor, “sino sólo el Padre” (Mt. 24:36). En el
momento preciso Cristo empezará a descender del trono, lo cual será un descenso oculto
y secreto. En Apocalipsis 3:3 y 16:15 dice que Cristo vendrá como un ladrón, y que por lo
tanto, debemos velar. Ningún ladrón viene públicamente ni anuncia su venida.
Apocalipsis 10:1 dice que Cristo vendrá “vestido de una nube”, lo cual significa que
vendrá envuelto o escondido en una nube. Sin embargo, un poco antes de que El deje el
trono, algunos vencedores serán arrebatados, es decir, llevados a Su trono. Estos
vencedores serán los creyentes que en la tierra se hayan abstenido de la corrupción y la
contaminación de las cosas mundanas. Para ellos, el Señor es su primer y mejor amor.
Tales vencedores son llamados “las primicias” (Ap. 14:4). En cualquier tipo de cosecha
siempre hay una parte del fruto que madura primero; éste es el fruto escogido, las
primicias.

El arrebatamiento de las primicias indicará el comienzo de la “gran tribulación” (Mt.


24:21-22). La gran tribulación será un período de gran sufrimiento y persecución que
durará tres años y medio. Esos días serán más terribles de lo que podamos imaginar. La
mayoría de los cristianos que estén vivos en ese tiempo tendrán que pasar por toda o
parte de esa gran tribulación. Estos serán los cristianos que no se hayan consagrado
plenamente al Señor, ni se hayan apartado del mundo para ser llenos de Cristo. El gran
sufrimiento de ese tiempo ayudará a estos creyentes a madurar, tal como el sol ardiente
ayuda a madurar la cosecha. Pero el hecho de ser salvos de la gran tribulación, sin pasar
por ella, será una gran recompensa para los vencedores que sean arrebatados. En
Apocalipsis 3:10 el Señor dice: “Por cuanto has guardado la palabra de Mi
perseverancia, Yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre
toda la tierra habitada, para probar a los que moran sobre la tierra”.

II. EL TRIBUNAL DE CRISTO

Antes de que termine la gran tribulación, Cristo habrá descendido a un lugar en el aire
para establecer Su tribunal. Entonces, todos los cristianos vivos que aún permanezcan
sobre la tierra serán arrebatados al aire. Esto es a lo que llamamos la cosecha. Además,
todos los cristianos que hayan muerto serán resucitados para encontrarse con el Señor
también en el aire. En 2 Corintios 5:10 dice que todos compareceremos ante el tribunal
de Cristo para recibir una recompensa o un castigo por las cosas que hayamos
practicado durante nuestra vida.

Los cristianos seremos juzgados en cuanto a dos áreas: nuestra madurez en vida, y
nuestra fidelidad en el servicio (Mt. 25:1-30). Ser maduros en vida significa que el Cristo
que recibimos haya crecido plenamente, impregnando cada parte de nuestra alma. Esto
quiere decir que nuestra mente, amor y voluntad estén llenas de Cristo, y que nos
hayamos negado a nosotros mismos al tomar la cruz y al permitir que Cristo, como
Espíritu vivificante, ocupe todas estas áreas de nuestro ser.
Ser fieles en el servicio significa ser constantes en nuestra labor externa, la cual incluye
predicar el evangelio para que otros sean salvos, servir en la iglesia y funcionar en las
reuniones. Si hemos de ser recompensados al encontrarnos con el Señor, debemos haber
vivido de una manera apropiada y balanceada en estos aspectos: tanto en nuestra vida
esencialmente, como en nuestro servicio económicamente.

Los creyentes que hayan madurado y sean fieles recibirán una gran recompensa; ellos
participarán en las bodas del Cordero y en la fiesta de las bodas, junto con los demás
vencedores. Cristo será el Novio y ellos serán la novia. Esto se efectuará en el aire antes
de la venida pública de Cristo. “Bienaventurados los que son llamados a la cena de las
bodas del Cordero” (Ap. 19:9). Mateo 25:10 dice: “Vino el novio; y las que estaban
preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta”. ¡Este será un tiempo de
gran gozo! Tal disfrute continuará durante todo el reino milenario, en el cual los santos
reinarán juntamente con Cristo sobre todas las naciones (Ap. 2:26; 20:4).

Aquellos que no hayan madurado en vida ni servido fielmente, recibirán un castigo. Esto
no quiere decir que perderán su salvación eterna; sin embargo, serán disciplinados por
mil años. Durante ese tiempo, dichos creyentes madurarán hasta convertirse en hijos
apropiados de Dios (He. 12:5-10). Aunque el resultado será la madurez, el proceso por el
cual pasarán no se llevará a cabo bajo la gracia. La Biblia describe ese tiempo como las
“tinieblas de afuera”; allí será el llanto y el crujir de dientes, donde sufrirán ruina, serán
quemados por el fuego y recibirán muchos azotes (Mt. 22:13; He. 10:39; 1 Co. 3:15; Lc.
12:45-48).

III. SU VENIDA PUBLICA

Después de celebrarse las bodas de Cristo, El descenderá públicamente de los aires a la


tierra; ya no como un ladrón, sino con poder y gran gloria. En ese tiempo El podrá ser
visto por todas las tribus de la tierra santa (Ap. 1:7; Mt. 24:27, 30). En Su venida secreta
al aire, El estará oculto en una nube, pero en Su venida pública a la tierra, estará sobre la
nube (Ap. 14:14). En Su venida pública Cristo descenderá juntamente con los santos
vencedores, a fin de pelear contra el anticristo y sus ejércitos, los cuales se reunirán para
luchar contra Israel en un lugar del Medio Oriente llamado Armagedón. Allí el Señor
exterminará las fuerzas malignas del mundo y salvará a Israel. Entonces Satanás será
atado, y comenzará el reino milenario.

IV. UNA ADVERTENCIA

Hoy en día muchos cristianos piensan que cuando el Señor regrese, todos los creyentes
serán instantáneamente arrebatados para vivir “por siempre felices” con el Señor. Pero
esto no es lo que la Biblia enseña. Tales enseñanzas han engañado y embriagado a los
cristianos. Tal como una droga que produce estupor, éstas enseñanzas han causado que
muchos creyentes vivan hoy en una forma superficial y descuidada. Incluso muchos de
ellos se deleitan en los placeres mundanos y carnales. A la luz de la verdad revelada en la
Palabra de Dios, debemos ser advertidos en contra de esta clase de vida.

Puede ser que tengamos curiosidad por saber todos los detalles de la venida del Señor.
Pero lo más importante de Su segunda venida es que tomemos como advertencia el
principio revelado en la profecía acerca de Su regreso: si queremos evitar la gran
tribulación venidera, tenemos que madurar. Sólo así seremos recompensados y
evitaremos el castigo cuando estemos ante El en el tribunal de Cristo. Esto requiere que
diariamente volvamos nuestro corazón al Señor para amarle, ser llenos de El y servirle.
Cuando seamos tentados por las cosas mundanas, recordemos este principio. Cuando
prefiramos quedarnos en la cama en lugar de levantarnos más temprano para disfrutar a
Cristo en la Palabra, recordemos este principio. Todos debemos orar: “Señor, ten
misericordia de mí para que sea parte de las primicias y llegue a ser un vencedor”.

En Apocalipsis 22:12 y 20 el Señor Jesús nos advirtió, diciendo: “He aquí Yo vengo
pronto”. Debemos responder amorosamente: “Amén; sí, ven, Señor Jesús”. Nuestro
deseo debe ser amar al Señor a lo máximo. Tenemos que ser sobrios y velar, esperando
fielmente Su segunda venida. ¡Que por Su misericordia logremos escapar de la hora de
prueba venidera, a fin de encontrarnos con El y ser uno de Sus preciosos vencedores!
¡Amén! ¡Sí! ¡Ven, Señor Jesús!

Preguntas

1. Explique la venida secreta de Cristo y Su venida pública. Cite referencias bíblicas.


2. ¿Quiénes serán las primicias?
3. ¿Qué debemos hacer a fin de prepararnos para el tribunal de Cristo?

Referencias adicionales

1. Estudio-vida de Apocalipsis (Lee/LSM), págs. 47-56.


2. Estudio-vida de Romanos (Lee/LSM), págs. 369-373.
3. The Kingdom [El reino] (Lee/LSM), págs. 372-374, 385-387, 529-530.
Lección veinticuatro

CRISTO EN LA ETERNIDAD

Lectura bíblica

Ap. 20:11-12, 15; 2 P. 3:10; Ap. 21:1-2; Jn. 1:29;


Sal. 46:4; Ez. 47:5-9; Jn. 7:38; 6:35, 57;
Ap. 2:7; 22:14, 19; 21:9, 22:17

Bosquejo

I. La Nueva Jerusalén en el cielo nuevo y la tierra nueva


A. El Dios redentor
B. El río de agua de vida
C. El árbol de vida
II. El Espíritu y la novia

Texto

Al final del reino milenario Satanás será echado al lago de fuego, donde será quemado
eternamente; además, Cristo se sentará en el gran trono blanco para juzgar a los
incrédulos muertos de todas las eras. En Apocalipsis 20 Juan escribió: “Y vi un gran
trono blanco y a Aquel que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el
cielo, y ningún lugar se encontró para ellos. Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de
pie ante el trono; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro
de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros,
según sus obras ... Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago
de fuego” (vs. 11-12, 15).

Después de este juicio, el antiguo cielo y la antigua tierra pasarán, e iniciará la eternidad
con un cielo nuevo y una tierra nueva (2 P. 3:10; Ap. 21:1). Para ese tiempo Cristo ya
habrá eliminado todo lo negativo del universo, incluyendo a Satanás y sus seguidores y
al mundo entero. Entonces el propósito de las edades se cumplirá. Mediante la obra de
Cristo, el hombre habrá sido completamente redimido, transformado, glorificado y
edificado como la expresión corporativa del Dios Triuno. ¡Qué Persona tan maravillosa
es nuestro Cristo! ¡Qué magnífica es Su obra!
I. LA NUEVA JERUSALEN EN EL
CIELO NUEVO Y LA TIERRA NUEVA

En la eternidad futura Cristo nutrirá y suplirá a Su pueblo, así como también los
gobernará. Las cosas viejas habrán pasado; el cielo nuevo y la tierra nueva habrán sido
plenamente establecidos; y la Nueva Jerusalén habrá descendido de Dios, viniendo
desde el cielo. La Nueva Jerusalén ciertamente no es una ciudad física; más bien, ella
representa lo que Dios es para Su pueblo, y muestra cómo Dios y Su pueblo serán
mezclados plenamente como una sola entidad. En el centro de esta ciudad simbólica se
halla el trono de Dios y del Cordero, del cual fluye un río de agua de vida.

A. El Dios redentor

En la Nueva Jerusalén aún disfrutaremos a Cristo como nuestro Dios redentor. Esto se
revela en Apocalipsis 22:1, donde vemos el trono de Dios y del Cordero. Solamente hay
un trono, porque Dios está en el Cordero y el Cordero está en Dios. Este Cordero es el
Dios redentor. Por causa de la caída del hombre, el Dios creador se hizo un hombre (Jn.
1:1, 14), y este hombre fue llamado el Cordero de Dios (Jn. 1:29). A fin de quitar los
pecados del mundo, el Dios creador llegó a ser el Dios redentor. ¡Alabado sea el Señor
que el Dios redentor nos ha salvado! Estábamos condenados al lago de fuego eterno;
pero ahora, en lugar de eso, alabaremos por la eternidad al “Dios-Cordero” por habernos
salvado. Tendremos un memorial eterno de Su gran redención. ¡Alabado sea el “Dios-
Cordero”!

B. El río de agua de vida

No pensemos que lo único que Dios hará en la eternidad será estar sentado en Su trono.
Debemos entender que de Su trono brota un río de agua de vida, y que por medio de este
río El continuará impartiéndose a nosotros para nuestro disfrute eterno.

Este río, que es tipificado por los ríos mencionados en Génesis 2:10-14, en Salmos 46:4 y
en Ezequiel 47:5-9, representa la abundancia de vida que hay en Su fluir. Hay un solo río
fluyendo en las cuatro direcciones de la ciudad santa, al igual que los cuatro brazos del
único río en Génesis 2:10-14. En nuestra experiencia, este único río con sus riquezas se
convierte en muchos ríos, según lo indica Juan 7:38.

El agua de vida representa a Dios en Cristo como Espíritu, el cual fluye y se imparte en
Su pueblo redimido para ser su vida y su fuente de vida. Esto fue tipificado por el agua
que brotó de la roca hendida (Ex. 17:6; Nm. 20:11), y también por el agua que salió del
costado herido del Señor Jesús (Jn. 19:34). Finalmente, esta agua de vida llega a ser un
río que sale del trono de Dios y del Cordero para suplir y regar a toda la Nueva
Jerusalén. De modo que, la ciudad se llena de la vida divina a fin de expresar la gloria de
la vida de Dios.

C. El árbol de la vida

Apocalipsis 22:2 dice: “Y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de la vida”. El hecho de
que el árbol de la vida crece a ambos lados del río, indica que este árbol es una vid, la
cual se extiende siguiendo el cauce del agua de vida, a fin de que el pueblo de Dios la
tome y la disfrute. Esto cumplirá por la eternidad lo que Dios se había propuesto desde
el principio (Gn. 2:9). Debido a la caída del hombre, el acceso al árbol de la vida fue
cerrado a la humanidad (Gn. 3:22-24); sin em- bargo, fue reabierto a sus creyentes
mediante la redención de Cristo (He. 10:19-20). Hoy en día, el disfrute que tenemos de
Cristo como árbol de la vida es la porción común de los creyentes (Jn. 6:35, 57). En el
reino milenario, sólo los vencedores disfrutarán a Cristo como el árbol de vida, lo cual
será una recompensa particular para ellos (Ap. 2:7). Finalmente, en el cielo nuevo y la
tierra nueva todos los redimidos disfrutarán a Cristo como el árbol de la vida por la
eternidad, lo cual será su porción eterna (22:14, 19).

El árbol de la vida es Cristo mismo como nuestro suministro de vida. Primero, El fue el
Cordero de Dios para redimirnos (Jn. 1:29), y después, el árbol de la vida para
impartirnos Su vida (Jn. 6:35). Cristo nos redimió con el fin de impartirse en nosotros y
suministrarnos Su vida. De manera que, El no es solamente el Cordero de Dios, sino
también el árbol de la vida.

II. EL ESPIRITU Y LA NOVIA

Apocalipsis 21:9 dice: “Ven acá, yo te mostraré la desposada, la esposa del Cordero”.
¿Quién es este Cordero? Es Cristo, nuestro Dios-Cordero. El es el Novio de la desposada
(Jn. 3:29). Pero debemos notar que Apocalipsis 22:17 dice: “Y el Espíritu y la novia
dicen: Ven”. No dice el Cordero y la novia, sino “el Espíritu y la novia”. Estos dos
versículos juntos demuestran que Cristo, el Cordero, es simplemente el Espíritu.

Este Espíritu es la consumación del Dios Triuno completo. El Espíritu como el Novio es
esta totalidad y consumación del Dios Triuno. El es apto para ser el Esposo y desposar a
la esposa, la cual es la consumación de todo el pueblo redimido y regenerado de Dios.
Esta es una pareja universal en la que lo divino se casa con lo humano.

Aquí vemos dos consumaciones. Lo divino ha pasado por el proceso de la encarnación,


crucifixión, resurrección y la ascensión, y ha llegado a ser el Espíritu, la totalidad y la
consumación del Dios Triuno, a saber, el Novio. Por su parte, lo humano también ha
pasado por un proceso que incluye la redención, regeneración y la transformación. Este
proceso tiene como resultado la consumación del pueblo de Dios, el cual una vez que ha
sido redimido, regenerado y transformado, llega a ser la novia, la desposada. Ambas
consumaciones —la del Dios Triuno y la del pueblo escogido, redimido y transformado
de Dios,— llegan a ser una mediante el matrimonio universal. El hombre tripartito
procesado complementará al Dios Triuno procesado, llegando a ser Su expresión plena y
Su satisfacción eterna.

¡Qué destino tan maravilloso el nuestro! Sin embargo, no necesitamos esperar hasta la
eternidad para disfrutar a Cristo como el Cordero, como el río y como el árbol de la vida.
Sino que, hoy mismo, mientras estamos en el proceso de la transformación, podemos
paladear un anticipo de lo que será nuestro disfrute eterno. El proceso de Cristo está
completo, pero el nuestro aún no lo está. Somos los hijos de Dios, y estamos siendo
transformados y edificados como Su Cuerpo, a fin de expresar a Cristo por la eternidad.
¡Que podamos avanzar cada día en la experiencia y disfrute de la persona y la obra de
Cristo! ¡Amén! ¡Aleluya!

Preguntas

1. Comente con sus compañeros acerca de los distintos aspectos de la Nueva Jerusalén,
tales como el Dios redentor, el río de la vida, el árbol de la vida, etc.
2. Escriba una profecía —de diez minutos— acerca de cómo la persona y la obra de Cristo
conducen a pecadores como nosotros a morar mutuamente con el Dios Triuno, a fin de
producir la Nueva Jerusalén.

Referencias adicionales

1. Estudio-vida de Apocalipsis (Lee/LSM), págs. 209, 646-649, 721-722, 724-727, 729-731,


738-739.
2. Stream Magazine Book Two [Revista El manantial, libro dos] (Lee/LSM), págs. 1534-
1535.
3. The Kernel of the Bible [El pensamiento central de la Biblia] (Lee/LSM), págs. 199-201.
4. La revelación básica en las Sagradas Escrituras, (Lee/LSM), págs. 110-111.
5. The Central View of the Divine Dispensation [La visión central de la impartición divina]
(Lee/LSM), pág. 97.
6. The Divine Dispensing of the Divine Trinity [La impartición divina de la Trinidad
Divina] (Lee/LSM), págs. 42-44.
7. Estudio-vida de Marcos (Lee/LSM), pág. 587.
 

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