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MARÍA CRISTINA DE CÉSARIS

DERECHO CONCURSAL
LA VERIFICACIÓN DE CRÉDITOS EN
EL PROCESO CONCURSAL

QUÉ ES LA VERIFICACIÓN DE CRÉDITOS? • TRÁMITE DE LA VERIFICACIÓN


​ GUNAS CUESTIONES DE ESPECIAL
TEMPESTIVA. ​AL
INTERÉS. LA SENTENCIA DE VERIFICACIÓN Y GRADUACIÓN DE
CRÉDITOS • EL RECURSO DE REVISIÓN. LA ACCIÓN DE DOLO LA
VERIFICACIÓN TARDÍA DE CRÉDITOS • LA PRESCRIPCIÓN
CONCURSAL

DIRECTORES: AR​A​YA - BERGIA - GRANADOS

NOVA TESIS ​EDITORIAL JURIDICA


La verificación de créditos en el proceso concursal
1
María Cristina De Cesaris de Dos Santos Freire
2​
La verificación de créditos en el proceso concursal

L​a ​Ve​ rificación de ​c​réditos en eL ​P​roceso ​c​oncursaL


3
María Cristina De Cesaris de Dos Santos Freire
4​

M​aría ​La verificación de ​c​ristina ​créditos en el ​d​e ​proceso c​ ​ésaris ​concursal ​de ​d​os ​s​antos
f​reire
L​a ​V​erificación de ​c​réditos en eL
P​roceso ​co​ ncursaL
• ¿Q​ué es la verificación de créditos​? ​• t​rámite de la verificación tempestiva ​• a​lgunas cuestiones de especial interés ​• l​a
sentencia de verificación y graduación de créditos ​• e​l recurso de revisión
• l​a acción de dolo ​• l​a verificación tardía de créditos ​• l​a prescripción concursal
NOVA TESIS EDITORIAL JURÍDICA
5
María Cristina De Cesaris de Dos Santos Freire ​
6​ María Cristina De Césaris
La verificación de créditos en el proceso concursal - 1a ed. - Rosario : Nova Tesis Editorial Jurídica, 2011.
104 p. ; 23x16 cm.
ISBN N° 978-987-635-048-8
1. Derecho Comercial. I. Título CDD 346.07
Fecha de catalogación: 13/10/2011
© Copyright by ​NOVA TESIS ​Editorial Jurídica S.R.L. Montevideo 2020. T. E. 0341 - 448 - 7160 2000 - Rosario,
Santa Fe, Argentina. www.novatesis.com.ar ventas@novatesis.com.ar
La composición y armado se realizaron en ​NOVA TESIS​, en el mes de octubre de 2011
Hecho el depósito que marca la ley 11.723. Derechos Reservados. Prohibida su reproducción total o parcial.
Impreso en Argentina.
La verificación de créditos en el proceso concursal
Nota de los directores
En la presente obra se ha dejado librado al criterio de cada colega el tratamiento de los respectivos temas, por lo que
las opiniones que se expresan en este título sólo comprometen a su autor, sin que signifique que los directores o los
restantes autores las compartan.​Miguel C. Araya
Marcelo R. Bergia
Ernesto Granados
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María Cristina De Cesaris de Dos Santos Freire
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La verificación de créditos en el proceso concursal
INTRODUCCIÓN
El proceso concursal, junto al proceso sucesorio, ha sido tradicio- nalmente calificado como un proceso universal.
La universalidad, que es quizás la nota más distintiva de los procesos concursales​1​, tiene dos expresiones o
concreciones: una objetiva, que refiere a los bienes com- prometidos y se concreta legislativamente en el primer
artículo de la ley 24522 (en adelante LCQ) que extiende los efectos del concurso sobre todo el patrimonio del
deudor (las exclusiones están mencionadas en el art. 108 de la misma ley), y la subjetiva, que refiere a los sujetos
involucrados: todos los acreedores. La universalidad inherente al proceso concursal, que implica —como se ha
dicho— afectación de todo el patrimonio y convocatoria de todos los acreedores (arts. 32, 125, 126 LCQ), requiere
de determinados instrumentos que aseguren la concurrrencia para hacer efectivo ese principio de concursalidad, o
sea para asegurar la resolución de todas las cuestiones patrimoniales en un único procedimiento o a través del
conocimiento por el mismo y único juez. Tradicionalmente, las herramientas o técnicas para hacer efectiva la
concursalidad han sido el fuero de atracción y la verificación de créditos. En palabras de Richard: “La concursalidad
implica la universalidad del conocimiento, la sustitución de todos los procedimientos contenciosos y de todas las
Rouillon, A., ​Régimen de Concursos y Quiebras​, pág. 40, Astrea, 15a ed., 2006.
1​

9
María Cristina De Cesaris de Dos Santos Freire ​
10​ relaciones extrajudiciales por su acumulación temporal y
procedimental en el trámite del concurso preventivo y de la quiebra”​2​. El trabajo de Richard, de cual seleccionamos
el párrafo transcripto, fue escrito a los pocos meses de la entrada en vigencia de la ley 24.522 que impuso un
paradigma más intenso de concentración del conocimiento en manos del juez concursal, en tanto sujetó a la
“atracción” a todos los juicios de contenido patrimonial contra el concursado o fallido, manteniendo la tradicional
exclusión de los procesos de expropiación y los fundados en relaciones de familia, y relativizó la “suspensión” al
permitir que quien tuviera un juicio de conocimiento en trámite lo continuara ante el juez del concurso valiendo la
sentencia como “pronunciamiento verificatorio” (una breve y clara reseña “histórica” de los cambios operados en
materia de atracción y suspensión puede verse en reciente obra de Truffat​3​). Hoy, luego de la reforma introducida
por la ley 26086, aunque la teórica regla general siga siendo la “atracción”, en la práctica solo se atraen los proce-
sos de ejecución, y también en la práctica solo se suspenden los juicios atraídos, de lo que resulta sea la verificación
de créditos el nudo de la concursalidad, porque antes o después, temprano o tarde, todos deben verificar. Sea a través
del procedimiento único y necesario previsto en los arts. 32 y sigs. o a través de la verificación tardía (art. 56) o a
través del pronto pago, que es un mecanismo de admisión al pasivo calificado como un proceso verificatorio
modificado​4​. El eje de la concursalidad es la verificación de créditos pues incluso el acreedor reconocido como tal
por sentencia dictada por el juez “natural” , es decir, aquél que optó por continuar el juicio de conocimiento ante el
juez originario, o el acreedor que necesariamente debe litigar en sede extraconcursal por integrar el concursado o
fallido un litisconsorcio pasivo necesario (arts. 21 inc. 2 y 3, 132 y 133), debe verificar sirviendo aquella sentencia
como “título verificatorio” (art. 56 LCQ).
También en esta introducción, y para la debida comprensión del
Richard, Efraín, ​En torno a la concursalidad de la nueva Ley de Concursos...​, en ​Revista de Derecho Privado y comunitario N° 10, pág. 45 y
2 ​

siguientes, Rubinzal Culzoni, 1996.

3​
Truffat, D., ​Fuero de atracción en los concursos​, pág. 1 y sigs. Astrea, 2007. ​4 ​Richard, en trabajo citado en nota 2, pág. 73 y Truffat, en obra

citada en nota anterior,


​ pág. 145.
La verificación de créditos en el proceso concursal
tema que nos ocupa, es indispensable referirnos, al carácter predomi- nantemente inquisitivo del proceso concursal.
En la ​Introducción ​de la obra citada en la nota 1, Adolfo Rouillon señala como características del proceso concursal
el ser “universal, único y preponderantemente inqui- sitivo”. La importancia del carácter inquisitorio del proceso es
tal que el mismo Rouillon, en entrevista publicada en el Suplemento Actualidad del diario La Ley del 5 de julio de
2001, cuando se le requirió su opinión sobre la creación de un fuero exclusivo de Quiebras y Concursos en el ámbito
de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, luego de señalar que era partidario de la especialización concursal en
todas las ciudades del país que constituyen centros comerciales importantes, propició “especializar” según el tipo de
proceso y el rol del juez más que en función del derecho sustancial, para superar la contradicción —nunca resuelta
en la prácti- ca— derivada de asignar al mismo juez facultades y roles inquisitoriales o dispositivos según el tipo de
proceso. Opinó que la “especialización es aconsejable teniendo en consideración que la legislación específica espera
de los jueces de concursos el ejercicio de actividad jurisdiccional de tipo inquisitorial en muchos tramos del
procedimiento” y que ese rol “es muy diferente del papel propio de los jueces con competencia en procesos signados
por el principio dispositivo”​5​.
Sobre el carácter inquisitivo-oficioso del proceso concursal mucho se ha escrito de modo impecable. Dice Maffia en
sus conocidos estudios sobre “El Juez del Concurso” que el proceso es inquisitivo porque la ley le otorga una
decisiva preponderancia a los órganos por sobre los sujetos privados​6​. “Esa preeminencia cualitativa y cuantitativa
de las funciones de oficio explica los límites estrechos concedidos a la esfera de los par- ticulares, porque las fases
en que se les reserva una actividad relevante se consideran autónomas respecto del proceso falencial: por ejemplo, el
incidente de revocación de la sentencia de quiebra o la fase eventual de la etapa de verificación”​7​. Ricardo Prono
expresa que el interés social comprometido en ciertas clases de relaciones jurídicas impone, respec-
5​
Entrevista: ​El régimen de Concursos y Quiebras bajo la lupa de cuatro especialis- ​tas​.

Maffia, O., ​El juez del concurso (V). Aproximación al carácter inquisitivo del proceso ​concursal​, ED 181-1303 y ​El juez del concurso (VI).
6​

Desbroce del terreno,​ ED 182-1517

Maffia, Osvaldo J., ​El juez del concurso (IV). Contra el “Oficio”,​ ED 179-1064.
7​

11
María Cristina De Cesaris de Dos Santos Freire ​
12​ to de los procesos en que ellas se controvierten, la necesidad de hacer
prevalecer los poderes del juez sobre las facultades dispositivas de las partes. El proceso adquiere, en tales hipótesis,
carácter inquisitorio y la autonomía privada debe ceder paso a una mayor ingerencia del órgano judicial sobre el
contenido material y formal del litigio”​8​.
La ley le otorga carácter inquisitivo al proceso concursal en tanto le asigna al juez prevalentemente su conducción,
la selección del material que será investigado, las pruebas a recibir, etc.. Ello no excluye que existan momentos o
“tramos” pertenecientes al tipo dispositivo-contencioso, vg. revisión contra la declaración de inadmisibilidad de un
crédito, reposi- ción contra la sentencia de quiebra, acción de ineficacia, etc., etapas que, como dice Maffía, podrían
faltar sin que el proceso concursal dejara de ser lo que es.
Existe entonces absoluta unanimidad sobre el carácter predomi- nantemente inquisitivo del proceso concursal. No
hay dudas respecto de que, al margen de la apertura de oficio que está vedada, los poderes del juez suplen la
instancia de los particulares, y así el magistrado debe ordenarlo e impulsarlo paso a paso, cumpliendo los plazos
prefijados por la ley, decidiendo aún en contra de lo “consentido” por deudor y acreedores​9​, supliendo la actividad
probatoria de los mismos, inda- gando y controlando​10​, etc. Las amplias facultades del juez en materia de impulso
procesal e iniciativa probatoria están genéricamente enun- ciadas en el art. 274 LCQ. También hay consenso en que
los poderes y facultades del juez le son dados para armonizar y tutelar los intereses particulares y públicos que
concurren en el proceso concursal. Los dis- tintos intereses afectados por la insolvencia y las graves consecuencias
de la misma, justifican la intervención del Estado y la reducción de las facultades de los sujetos involucrados en el
conflicto. Obviamente, ese
8​
Prono, Ricardo en ​Código de Comercio Comentado y Anotado​, obra colectiva dirigida
​ por Adolfo Rouillon, T. IV-B, pág. 760, La Ley.

Sobre el rol preponderante que el legislador le ha asignado en la verificación ​de los créditos, además de notas 5 y 8, Cámara, H., ​El Concurso
9 ​

Preventivo y la Quiebra,​ T. I, pág. 592 y sigs. Depalma, 1982; Moro, C., ​Ley de Concursos Comentada, Anotada y Concordada,​ T. I, pags. 848 y
sigs, Ad-Hoc, 2005

Sobre el control oficioso de la regularidad de la subasta en la quiebra ver fallo de


10 ​
​ la Cámara 1a CC Bahía Blanca, Sala I, 19/4/83, “Bco. de
Cnel. Pringles c/Leoz” en ED 107-228.
La verificación de créditos en el proceso concursal
mayor poder conferido al juez no autoriza la actuación al margen de la ley ni la violación del derecho de defensa en
juicio. Así, por ejemplo, el juez del concurso no puede oficiosamente “aclarar” o revocar decretos notificados y/o
consentidos: como lo puntualiza la Dra. Kemelmajer de Carlucci “la cosa juzgada y la preclusión también rigen en el
proceso con- cursal, pues si bien el juez tiene evidentemente poderes de dirección del proceso que lo habilitan a
rectificar sus errores cuando los advierte, esa facultad tiene un límite o valladar”​11 ​(la notificación o el
consentimiento según la ley procesal vigente en la jurisdicción donde tramita el concurso —art. 278 LCQ—).
Tampoco puede disponer “discrecionalmente” de la regla de notificación automática (art. 273 inc. 5 LCQ)
prescindiendo de ella sin causa debidamente justificada​12 ​o “alterar las reglas del juego” haciendo operativa dicha
regla luego de haber optado reiteradamente por otra forma de notificación, comúnmente la cédula​13​, pues en ambos
​ .
casos, tal proceder, es contrario a la seguridad jurídica y a la garantía de defensa en juicio 14​
Pues bien: en forma absolutamente unánime la doctrina autoral y jurisprudencial reconoce al juez amplias facultades
inquisitivas en la veri- ficación de créditos al punto de poder afirmar que es en la comprobación y determinación del
pasivo donde aquellas adquieren su máxima expresión, sin que ello implique por cierto una marginación absoluta del
principio de congruencia sino que el juez debe investigar los hechos y analizar todo el material probatorio y puede
apartase del consejo del síndico y resolver en contra de lo admitido por el deudor y acreedores​15​.
11 ​
​ ​Prono, R., ​La regla de las notificaciones automáticas en los concursos.
SCJMendoza, 10-9-90 “Palmieri”, publicado en LL 1990-E-475 12

Atribuciones ​del juez para modificarlas ​en Libro de las XIV Jornadas de Institutos de Derecho Comercial de la República Argentina, pág. 323.
13 ​
CCC Santa Fe, Sala 2a “Airaldo” en LL Litoral 2007-795 y Zeus 104 R-826 N° ​21839.

SCJBA, 12-3-2003 “Carrín, Mario y otro s/ concurso” reseñado en RDPC 2003- 1-530
14 ​
​ y su remisión a Fallos 320:2226, y STJ de Entre Ríos en
“David Tufied s/ concurso” reseñado en RDPC 2004-1-447.

Rouillon, A., ​Poderes inquisitorios del juez y principio de congruencia en la verifi- cación
15 ​
​ de créditos concursal​, en Revista de Derecho
Comercial y de las Obligaciones N° 15, págs. 911 y sgtes., año 1982. También su voto en “Ramiro c/ Schiavone”, fallos dictados por la Sala I de
la CCC Rosario el 9-9-1985 y 20-8-1986 publicados en JURIS 78-67 y 80-96, respectivamente.
13
María Cristina De Cesaris de Dos Santos Freire
14​
La verificación de créditos en el proceso concursal
Capítulo I
¿QUÉ ES LA VERIFICACIÓN DE CRÉDITOS?
La verificación de créditos es una etapa necesaria del proceso con- cursal, cuya finalidad es reconstruir la masa
pasiva y determinar quiénes pueden participar en el concurso​16​. La sentencia que declara verificado o admisible un
crédito declara la calidad de acreedor frente al deudor y los restantes acreedores, y otorga derecho a participar y
cobrar (arts. 36, 41, 45, 218 inc. 4 y concordantes).
Está regulada en la Sección III del Capítulo III del Título II “Concurso Preventivo” (arts. 32 a 38) y en el Capítulo V
del Título III “Quiebra” (arts. 200 a 202). El art. 200 reitera, para las quiebras directas y para las quiebras indirectas
que deriven de incumplimiento o nulidad del acuerdo (art. 88 último párrafo LCQ), el esquema procedimental de los
artículos 32 a 38, esto es el esquema al cual el legislador calificó como “proceso de verificación”.
Ese proceso de reconocimiento y graduación de créditos involucra ​a todos ​los acreedores de causa o título anterior a
la presentación del
Cámara, H., ​El concurso preventivo y la quiebra​, Vol. I, pág. 619, Depalma, 1982.
16 ​

15
María Cristina De Cesaris de Dos Santos Freire ​
16​ concurso preventivo o la declaración de quiebra (arts. 32, 125, 126
LCQ, entre otros). Los acreedores con garantías reales no están eximidos de solicitar la verificación de su crédito y
privilegio (art. 21 último párrafo LCQ): si bien la ley concursal no exige que el acreedor espere el resultado del
proceso verificatorio a los efectos de la ejecución del bien asiento de la garantía, es menester que dicho acreedor
​ .
justifique el inicio del trámite para poder continuar con la ejecución 17​
Este proceso comprende incluso a los acreedores “eventuales” (condicionales —art. 125 LCQ—, garantes —art. 32
LCQ— quienes tienen acción de repetición o reembolso, etc.). La denominación común de acreedores “eventuales”
fue propiciada por Rouillon por ser un calificativo que involucra a las obligaciones sujetas a condición pero también
a otras que no son estrictamente condición pero sí están “con- dicionadas” al cumplimiento de una carga, un trámite
​ . La verificación de los créditos “eventuales” se hace ante la perspectiva de que la
previo, un hacer cualquiera, etc. 18​
calidad de acreedor se consolide durante el trámite del concurso —por cumplimiento de la condición o por pago del
garante o codeudor con derecho a repetir del concursado, supuesto en el cual ese garante sustituirá al acreedor
“común”— para poder ejercer los derechos pertinentes (aceptación o rechazo de la propuesta, percepción del
crédito, etc.).
También tienen la carga de concurrir a verificar su crédito los acreedores subordinados: expresa Tomás Araya —y
compartimos su opinión— que “como regla general, el carácter de subordinado de un determinado crédito no
debiera privar a su titular del ejercicio de los derechos previstos en el ordenamiento concursal, salvo cuando la ley,
de manera expresa o implícita, restrinja un determinado derecho o cuando el ejercicio de dicho derecho viole el
compromiso de subordinación con- vencionalmente asumido... (por ello) ...debe reconocerse a los titulares de
créditos subordinados el derecho a presentar solicitudes de verificación (art. 32 LCQ), de observar los créditos (art.
34 LCQ), presentar impugna-
Casadio Martínez, C., ​Ejecución hipotecaria y concurso preventivo. Obligaciones a ​cargo del acreedor​, nota a fallo en LL, entrega del
17 ​

02/11/2010.

18 ​
Rouillon, A., ​Problemas actuales en la verificación de créditos,​ en JS N° 2, pág. 29, Editorial
​ Panamericana.
La verificación de créditos en el proceso concursal
ciones al informe individual (art. 36 LCQ)”​19​. No existe norma en la ley concursal que excluya de la carga de
verificar a los titulares de créditos subordinados: es más, el art. 41 LCQ en su último párrafo prevé la obli- gación de
categorizar en forma separada a los créditos subordinados, y sabido es que la propuesta de clasificación involucra a
los acreedores verificados y declarados admisibles. Como ha dicho la Sala II de la Cá- mara de Apelación en lo Civil
y Comercial de Santa Fe “la subordinación crediticia es un tema vinculado con la preferencia de cobro y no con la
existencia del crédito”, por ende es errado sostener la inadmisibilidad en la subordinación, y también en la falta de
cumplimiento de una condición suspensiva pues la ley concursal expresamente prevé la verificación de los
acreedores eventuales​20​.
Puede concluirse entonces, que, como regla, ningún crédito de causa o título “anterior” puede eludir este proceso. La
alternativa del “pronto pago” concedida a los acreedores laborales (arts. 16 y 183 LCQ) no es una excepción a la
concurrencia, sino una vía simplificada para obtener el reconocimiento del crédito y cobrar: es claro y obvio que la
resolución que dispone un pronto pago supone un pronunciamiento sobre la existencia, legitimidad y cuantía del
crédito laboral asistido de privilegio, y tiene los mismos efectos que un pronunciamiento verifica- torio. Tampoco es
una excepción la alternativa de continuar el proceso de conocimiento ante el juez extraconcursal, pues la sentencia
que se dicte en ese proceso no atraído, no es un pronunciamiento verificatorio sino que vale como título en la
verificación que deberá promover el acreedor, por la vía y dentro de los plazos que señala el art. 56 LCQ.
Por el contrario, los créditos “posteriores” a la presentación del deudor en concurso preventivo o a la declaración de
quiebra quedan “fuera del proceso concursal”: los efectos del concurso —fuero de atrac- ción, suspensión y
prohibición de deducir nuevas acciones, suspensión del curso de intereses, etc.— no los alcanzan y por lo tanto los
titulares de dichos créditos pueden percibir el importe de los mismos, accionar para hacer efectivo su pago, cobrar
intereses, e inclusive, pedir la quiebra
19 ​
Araya, T., ​La empresa insolvente y los créditos subordinados​, LL del 16/09/2009 y en
​ LL Online).

“Merlo D. s/ Incidente de Revisión en Bertero, Amadeo s/ concurso Preventivo”, 11/2/2010,


20 ​
​ en Zeus del 18/10/2010, N° 18115.
17
María Cristina De Cesaris de Dos Santos Freire ​
18​ de su deudor durante el trámite del concurso preventivo (arts. 64, 80 y
sigs. LCQ).
Dentro de las deudas posteriores a la fecha de la sentencia de quie- bra, existe una categoría que integra el pasivo
falencial pero sus titulares estàn eximidos de la verificación: son los gastos de conservación y justicia (art. 240
LCQ). Se trata de créditos nacidos con motivo y en ocasión del proceso, “causados en la conservación,
administración y liquidación de los bienes”, que integran el pasivo falencial, pero deben ser pagados sin necesidad
de verificación: bastará pedir su efectivización al juez, me- diante solicitud concretada en el expediente, y en caso de
controversia sobre su existencia, legitimidad o cuantía, el juez decidirá imprimiendo el trámite que considere
adecuado a la complejidad de la cuestión.
La verificación de créditos en el proceso concursal
Capítulo II
TRÁMITE DE LA VERIFICACIÓN TEMPESTIVA
El procedimiento diseñado por el legislador para determinar el pasivo concursal comienza con la “solicitud de
verificación” que debe presentar ante el síndico cada acreedor interesado en adquirir la calidad de acreedor
concurrente. El plazo para levantar esa carga se fija en la sentencia de apertura del concurso y en la sentencia de
quiebra (arts. 14 inc. 3 y 88 última parte, LCQ). Antes del vencimiento del mismo, los pretensos acreedores deben
concurrir al domicilio del síndico y formular por escrito su petición, indicando monto, causa y privilegio, y
adjuntando los títulos justificativos del crédito, que serán devueltos por el funcionario luego de dejar en ellos
constancia del pedido y de su fecha.
La ley concursal no exige que el solicitante de verificación actúe con patrocinio letrado o a través de mandatario
judicial. Las normas procesales locales vinculadas con la representación en juicio operan en caso de que dicho
acreedor formule peticiones o reclamos en el expe- diente, o en el caso de verificación tardía, que tramita por
incidente o “por la acción judicial que corresponda” según el texto del art. 56. Por lo tanto, la solicitud puede ser
concretada por el mismo acreedor, bajo su sola firma. Obviamente, en el caso de personas jurídicas, la petición
19
María Cristina De Cesaris de Dos Santos Freire ​
20​ debe ser formulada por el representante legal, quién deberá justificar
ante el síndico la representación que invoca con los documentos perti- nentes. Dicho funcionario debe comprobar la
personería invocada por el pretenso acreedor, y desaconsejar la admisión del crédito si considera que hay falta de
representación. Los criterios jurisprudenciales conso- lidados vinculados con la representación defectuosa o
insuficiente son trasladables al proceso concursal, y por lo tanto pueden oficiosamente disponerse medidas
enderezadas a subsanar ciertas omisiones o errores materiales para evitar “revisiones” evitables y garantizar el
derecho de defensa en juicio.
La ley asigna a dicho pedido los “efectos de la demanda”; por lo tanto no solo ”interrumpe la prescripción e impide
la caducidad del dere- cho y de la instancia”, sino que delimita los términos de la pretensión: el síndico no podrá
aconsejar ni el juez conceder más de lo pretendido, tanto en lo referido a la cuantía del crédito como en cuanto a su
graduación. En el proceso de verificación también rige el principio de congruencia, de modo que no puede el juez
decidir “extra o ultra petita”, otorgando vg. Intereses no peticionados, o una preferencia omitida por el acreedor.
Quien pretenda ser reconocido como acreedor privilegiado, debe invocar el privilegio pues en defecto de tal
requisito, el crédito, de existir, será verificado como quirografario​21​.
La petición del acreedor debe ser clara y circunstanciada, con mención del hecho o acto jurídico generador del
crédito. Este es un pro- ceso causal y contencioso: el acreedor debe suministrar todos los datos necesarios para que
los restantes acreedores, el síndico y el juez puedan conocer cuál es la fuente de la relación obligacional y
comprobar la real existencia del crédito, su medida y prioridad. Nunca es sobreabundante insistir en que el proceso
de verificación es un proceso de conocimiento pleno, lo que conlleva que sea obligación del acreedor —sobre quien
pesa la carga probatoria al igual que en cualquier proceso de conocimiento (ver art. 273 inc. 9 LCQ)— acreditar la
real existencia del crédito, es decir, probar los extremos fácticos de su pretensión, pues que este proceso no tiene
como fin exclusivamente establecer un crédito en la relación acree-
21 ​
La cuestión no es pacífica tratándose de créditos laborales. La problemática de
​ la verificación de dichos créditos no es abordada en este trabajo.
La verificación de créditos en el proceso concursal
dor-deudor sino también ubicarlo en las relaciones acreedor-concurso y determinar lo más fielmente posible la masa
pasiva, para satisfacer los intereses particulares y públicos que concurren en el proceso concursal​22​. También es
importante destacar que, aunque los principios dispositivos y de congruencia resulten morigerados en el proceso
concursal —al punto que el juez puede tener en cuenta hechos soslayados por el deu- dor y los restantes acreedores
en aras de hacer prevalecer la realidad sobre la verdad formal— aquéllos no están totalmente marginados por lo que
de ninguna manera se puede suplir la inactividad u omisiones del acreedor que postula la calidad de acreedor
concurrente​23​. Como explica Graziabile, “la verificación es compleja pues no sólo se tiene en cuenta los dichos,
alegaciones, prueba e instrumental acompañados por el acreedor sino también las alegaciones, pruebas y libros de la
deudora, investigaciones y aportes del síndico e indicaciones o elementos apor- tados por otros acreedores. Todo
este andamiaje que estructura la ley concursal para la verificación, no puede ser para otra cosa que lograr la prueba
del crédito insinuado y la de la obligación subyacente que le da origen. Bolaffio sostuvo que con el pedido de
verificación no se ejercita el derecho de crédito frente al deudor, sino el derecho concursal frente a la masa de
acreedores, y la misma verificación, dado el carácter público del juicio de quiebra, tiene un significado y un valor
distinto al simple ejercicio de una acción judicial”​24​.
En la verificación tempestiva la tarea del sindico es trascendente y decisiva. Como explica Moro, el síndico
desempeña una “función pública” y actúa como “órgano de colaboración práctica impuesta por la actividad
jurisdiccional”, precisamente porque la verificación debe permitir “sacar a la luz” la real composición de la masa
pasiva, y por ello “en el iter verificatorio que comienza con el pedido del art. 32, ni el acreedor es actor ni el deudor
es demandado de acuerdo con los criterios procesales canónicos”, sino “interesados”, y la sindicatura, en cumpli-
miento de los deberes que le son impuestos y las facultades que la ley le
22 ​
Cámara, H. obra citada en nota 16, pág. 653; entre muchos fallos CNCom sala B,
​ 17/8/99, “De Negris e Hijos S.A.” en LL 2000-A-63.
23 ​
​ ​Graziabile, D., ​Una vuelta más sobre la causa del crédito en la
Rouillon, A. en trabajo citado en nota 15 publicado en RDCO 1982-931 24

verificación concursal,​ ​en LL 2004-B, 1091 y sus remisiones, entre ellas a SCJBuenos Aires.
21
María Cristina De Cesaris de Dos Santos Freire ​
22​ confiere (arts. 33 y 274 LCQ), debe llegar a la convicción de la
procedencia o no del pedido, aportándole todos los elementos de juicio necesarios al director del proceso, para que
este resuelva en definitiva​25​. Obviamente que el consejo del síndico no es vinculante para el juez (art. 36 LCQ) e
inadmisible que el magistrado “abdique en un contador” (según expre- sión de Carlos Moro en la página 861 de la
obra citada) pero es innegable que aún reconociendo los amplios poderes inquisitorios del juez y el rol
preponderante que el legislador le ha asignado en la verificación de los créditos, el dictamen técnico tiene en la
práctica judicial una influencia relevante en la decisión del juez.
El art. 35 de la ley establece cuál debe ser el contenido del informe individual que el síndico debe presentar dentro
de un término de veinte días contados a partir del vencimiento del plazo conferido para que el deudor y los
acreedores concurran a su domicilio a revisar los legajos y formular observaciones a los pedidos de verificación:
diez días contados desde la fecha fijada en la sentencia como el ​dies ad quem ​de la verificación tempestiva (art. 34
LCQ). El núcleo de dicho informe es el consejo del síndico sobre la procedencia —o improcedencia— de la
inclusión del crédito en el pasivo, su monto y privilegio, y las razones que sustentan dicho consejo. Esa “opinión
fundada” debe ser el resultado de la valo- ración de todos los elementos probatorios presentados por el acreedor y de
los recabados oficiosamente por el funcionario en el ejercicio de sus “deberes de información”: si bien el art. 33
consigna “facultades de información”, el síndico tiene obligación de investigar. Recuérdese que en el proceso de
verificación no juegan estrictamente las reglas del “onus probandi” en función de los diversos intereses que
confluyen y que justifican los poderes inquisitoriales positivamente regulados en el mencionado art. 33 y en los arts.
274 y 275, entre otros. La ley confiere amplísimas atribuciones al síndico, que concreta en las normas citadas, pero
también exige disponibilidad y responsabilidad. Debe actuar como un tercero imparcial y objetivo, contribuyendo
con su diligencia y sus conocimientos al esclarecimiento de la verdadera situación patrimonial del deudor. El síndico
es un verdadero auxiliar del juez en materia de
25 Moro, Carlos, Ley de Concursos Comentada, Anotada y Concordada, T. I, págs. 848 y sigs, Ad-Hoc, 2005.
La verificación de créditos en el proceso concursal
incumbencia específica de los contadores públicos: examen de libros y documentos, análisis de balances y estados
contables, etc.
Además del contenido predeterminado en el art. 35 (nombre del acreedor, domicilio, monto y causa del crédito,
privilegio o garantía invocada, reseña de la información obtenida, opinión fundada sobre la procedencia de la
verificación del crédito y del privilegio), es aconsejable se incluyan en el informe todos los datos referidos a la
situación del acree- dor en el supuesto de que el funcionario haya detectado que el mismo se encuentra en alguno de
los supuestos de exclusión de voto regulados en el art. 45 (parentesco, administración societaria, cesión realizada en
el año anterior a la presentación en concurso, etc.)26.
La ley 24.522 no prevé, como sí lo hacía su antecesora, la ley 19.551, las impugnaciones a dicho dictamen. En el
régimen actualmente vigente, el deudor y los acreedores que pidieron verificación, pueden observar las “solicitudes”
dentro de un término de diez días contados a partir del vencimiento del plazo fijado para la verificación de los
créditos (art. 34), pero no está positivamente regulada la impugnación del informe indi- vidual. La crítica de la
doctrina especializada fue casi unánime: en el III Congreso Argentino de Derecho Concursal y I Congreso
Iberoamericano sobre la Insolvencia, celebrado en Mar del Plata en noviembre de 1997, se levantaron muchas voces
en contra de las innovaciones introducidas por la ley 24.522, planteándose incluso la inconstitucionalidad del nuevo
régimen con fundamento en la violación de la garantía de la defensa en juicio y el derecho de propiedad27.
Las impugnaciones al informe individual, previstas en la ley 19551, permitían un breve contradictorio, durante el
cual el deudor y los acreedores que concurrieron a legitimar sus acreencias podían impugnar el dictamen del síndico,
tanto el consejo favorable, como el total o par- cialmente desfavorable. Hoy las observaciones se dirigen a la
“solicitud” y tampoco está previsto puedan ser contestadas: la ley solo indica que dichas observaciones deben ser
incorporadas al legajo de cada acreedor y al expediente formado con las copias de las actuaciones principales
26 Moro, op. cit., pág. T. I, pág. 35. 27 Ver ponencias de Lidia Vaiser, Patricia Ferrer y otros en el Tomo I del Libro
de Ponencias editado por Editorial Ad-Hoc.
23
24María Cristina De Cesaris de Dos Santos Freire del juicio (art. 279 LCQ) dentro de las cuarenta y ocho horas de
vencido el plazo señalado (diez días).
No obstante, pretorianamente se han viabilizado las impugna- ciones al informe individual en supuestos de “errores
evidentes” (por ejemplo, omisión de informe respecto de un acreedor que justifica que presentó la solicitud, omisión
de reconocimiento de privilegio invocado y acreditado), permitiendo su incorporación al expediente y confiriendo
un traslado al síndico para que ratifique o rectifique su opinión. También se han permitido las réplicas de las
“observaciones”, habilitando su agregación al expediente para ser consideradas al momento de decidir. No
conocemos exista un “patrón” adoptado por todos los jueces de una jurisdicción determinada; si sabemos de la
existencia de determinadas medidas ordenatorias para asegurar la regularidad del procedimiento y evitar
indefensión. Creemos que es factible que el juez disponga en el auto de apertura del concurso o en la sentencia de
quiebra en los casos en que proceda el período informativo “común”, que en un plazo breve que comenzará a correr
a partir de la oportunidad señalada en el art. 34 in fine, podrán presentar su réplica los acreedores cuyos créditos han
sido observados28.
El argumento de la celeridad no es suficiente si existe el riesgo de indefensión: en nuestra colaboración para el Libro
en Homenaje al Dr. Ricardo Prono29 sostuvimos que por encima de la “celeridad” existen otros principios
orientadores de la legislación vigente, de indudable preeminencia, como la tutela del crédito, la defensa de la
integridad patri- monial del deudor y la conservación de la empresa útil, y, con cita textual de Alegría, que “es
menester aplicar la regla sobre la contemplación del resultado de la aplicación de la ley pues en algunos casos ciertas
solucio- nes amplias pueden conducir a situaciones valorativamente superiores a las que surgirían de una aplicación
formalista o estricta 30. También recordamos en dicho trabajo, que el Dr. Juan Malcom Dobson en ponencia
28 Sobre la posibilidad de impugnar el informe individual ver Moro en op. cit, pág. 852 y sig.; Truffat, E.D., ED
164-1184.
29 La Magistratura Concursal en págs. 117 y sigs. del Libro editado por la Univer- sidad Nacional del Litoral,
agosto 2009.
30 Alegría, Héctor, Breve apostilla sobre la flexibilidad en la interpretación de la Ley concursal, LL 2007-E-723.
La verificación de créditos en el proceso concursal
presentada en el VI Congreso Argentino de Derecho Concursal celebrado en Rosario en septiembre de 200631
propició “la extensión del período de exclusividad para salvaguardar la constitucionalidad del procedimiento de
verificación” y, a ese efecto, la aplicación extensiva del criterio de la Corte Suprema de Justicia de la Nación en el
caso “Supercanal Holding S.A.” y de la Sala C de la Cámara Nacional de Comercio en “Automotores y Servicios
Grandola S.A.”32, argumentando que el derecho de defensa en juicio requiere la oportunidad de ser oído y probar lo
que se afirma, razón por la cual el juez debe extender el período de exclusividad hasta resolver los créditos en vías
de revisión “que podrían afectar la mayoría que votó a favor o en contra del acuerdo”.
En resumen: creemos que los plazos predeterminados por el le- gislador y establecidos por el juez en las sentencias
que abren el proceso concursal deben ser cumplidos, pues la celeridad y la economía es un principio que sostiene la
ley y existen reglas procesales expresas desti- nadas a hacerlo operativo (art. 273 inc. 1 y 3, art. 217, etc.). No
obstante, cuando circunstancias excepcionales así lo aconsejan, es factible que el juez amplíe determinado plazo o
conceda una breve sustanciación, para evitar se vulneren derechos de raigambre constitucional y obtener un
resultado más satisfactorio.
31 El abuso en el proceso de Verificación de Créditos en el Concurso Preventivo, en Tomo I de Ponencias, pág. 445.
32 Publicados en LL 2003-D-543 y LL 2004-D-908, respectivamente.
25
26María Cristina De Cesaris de Dos Santos Freire
La verificación de créditos en el proceso concursal
Capítulo III
ALGUNAS CUESTIONES DE ESPECIAL INTERÉS (por la controversia que han generado)
En un trabajo publicado hace más de quince años, Adolfo Roui- llon advertía sobre la evolución de los criterios
jurisprudenciales en la verificación de los créditos a lo largo de las entonces casi dos décadas de vigencia de la ley
19551 (Adla, XXVII-B, 1677), y señalaba que así como algunos casos dudosos ya no lo eran, otros estaban en plena
con- troversia, como por ejemplo la prueba de la causa en la verificación con títulos valores abstractos o la
oponibilidad y eficacia de las sentencias dictadas en sede extraconcursal invocadas como título por el verificante,
mientras que algunos temas recién comenzaban a insinuar su potencial conflictivo 33. Hoy, algunas de aquellas
cuestiones controvertidas no lo son tanto, pero otras persisten y también se renuevan, como es el caso de “la prueba
de la causa” que sigue siendo objeto de debate tratándose
33 Nos referimos al trabajo citado en nota 18
27
28María Cristina De Cesaris de Dos Santos Freire de la verificación de créditos fiscales 34 o cuando se intenta
ingresar en el pasivo concursal con sustento en el efecto de cosa juzgada de la sentencia obtenida en otros
tribunales35.
Nos referiremos a algunos casos de verificación que exhiben aspectos controvertidos y soluciones dispares de la
jurisprudencia. Ex- cluimos los temas que serán abordados en esta obra por separado, como la problemática de los
créditos fiscales y laborales.
1. Obligaciones documentadas en títulos valores cambiarios
Comenzaremos con el más simple por conocido: las obligaciones documentadas en títulos valores cambiarios. A
modo de breve reseña introductoria, recordamos que durante la vigencia de la ley 19551 y antes de la doctrina
plenaria de la Cámara Nacional de Comercio 36, existían dos criterios, absolutamente dispares, en nuestros
tribunales, cuando se trataba de decidir la admisión de créditos fundados en títulos valores cambiarios. Una postura
jurisprudencial , sobre la base de los caracteres de los dichos títulos —autonomía, abstracción, literalidad, etc.—
consi- deraba innecesario exigirle al acreedor que justificara la causa del crédito documentado en una letra de
cambio, pagaré o cheque. La otra sostenía que los atributos cambiarios mencionados juegan en el marco de las
acciones cambiarias pero no en un proceso concursal, que es un proceso de conocimiento pleno en el cual debían
aportarse todos los elementos que demostraran con total seguridad la calidad de acreedor de quien se insinuaba en el
pasivo sobre la base de un título valor cambiario. Dado que la ley 19551 en su art. 33 solo exigía la indicación de la
causa del
34 Alegría, H., La relación Fisco-Concurso, en LL 2002-E-648; Spisso, R., Acredita- ción de la causa de la
obligación y tasa de interés de los créditos fiscales en el concurso del deudor, LL 2007-C-17 y Navarrine, S.C., ​Las
condiciones para que las deudas tributarias... puedan ser consideradas créditos del Fisco en el pasivo de los concursos y quiebras​, LL
2007-C-24.
35 ​
Dasso, Ariel, ​Verificación, Títulos abstractos. Sentencia Judicial en juicio ejecutivo ​u ordinario. Cosa Juzgada​, en LL 2003-C-732.

CNCom. En Pleno, 26/12/79 “Translínea S.A. C/ Electrodiniz S.A.” y 19/6/80 “Difry


36 ​
​ S.R.L. S/ Quiebra” publicados en LL 1980-A-332 y LL
1980-C-78, entre muchas publicaciones.
La verificación de créditos en el proceso concursal
crédito y la presentación del documento, al amparo de una interpretación literal del texto legal y con el aval de la
primera postura jurisprudencial a la que hicimos referencia, se produjo en muchísimos casos una situación de
sobredimensionamiento ficticio de los pasivos mediante la invención de falsos acreedores que pretendían (y
obtenían) el reconocimiento de la calidad de acreedor concurrente sobre la base de un título cambiario que
documentaba un crédito inexistente, esto es sin causa real, logran- do de este modo, es decir mediante un acuerdo
fraudulento, los votos necesarios para la aprobación del acuerdo, o un “retorno” luego de la distribución del
producto obtenido con la liquidación de los bienes. Me- diante los citados fallos plenarios se intentó, precisamente,
poner freno a esos abusos, estableciendo respecto de los créditos instrumentados en pagarés (“Translínea”) y en
cheques (“Difry”), que el portador de un título abstracto debía declarar y probar la causa, entendidas por tal las
circunstancias determinantes del acto cambiario del concursado, si el portador fuese su beneficiario inmediato, o las
determinantes de la adquisición del título por ese portador de no existir tal inmediatez. De tal modo “se atenuó la
prerrogativa de que gozan los títulos cambiarios” y a partir de la doctrina establecida por la Cámara Nacional de
Comercio, todos los tribunales del país exigieron, casi sin excepciones, la prueba de la causa de los créditos
​ .
instrumentados en letras de cambio, pagarés y cheques 37​
Ahora bien, como se destacó por toda la doctrina concursalista, dichos plenarios produjeron un efecto no querido
pues muchos acreedo- res auténticos que tenían sus créditos exclusivamente documentados en un título cambiario,
caso de las operaciones concretadas en las llamadas “mesas de dinero”, estaban imposibilitados de cumplir con las
exigen- cias derivadas del rígido criterio impuesto en aquellos. La consecuencia fue una virtual licuación de los
pasivos y el enriquecimiento ilícito del concursado o fallido. Ello determinó una suerte de reacción en los tri-
bunales, que tuvo en el caso “Lajst” un punto de inflexión a partir del
Una completa reseña puede verse en Roitman-Di Tullio, ​Prueba de la causa de los
37 ​
​ títulos de crédito en los Concursos. Evolución
jurisprudencial,​ en Revista de Derecho Privado y Comunitario N° 14, pags. 221 y siguientes, Rubinzal Culzoni, 1997.
29
María Cristina De Cesaris de Dos Santos Freire ​
30​ cual se aclaró la interpretación plenaria, poniendo límites precisos al
38​
criterio emanado de ella​ .
Este fallo puede considerarse precursor de todos aquellos que comenzaron a flexibilizar la rígida doctrina plenaria: a
partir de allí diversos tribunales del país destacaron que lo requerido era una ade- cuada justificación del crédito para
descartar la posibilidad de conni- vencia fraudulenta, pero en modo alguno exigir en todos y cada uno de los caso
una contundente demostración de la causa del crédito pues imponer esa carga importaría la casi segura
desestimación de toda in- sinuación fundada en títulos abstractos. En tal sentido, se ha dicho que no corresponde
formular juicios apriorísticos, pues mucho depende de las circunstancias del caso, y también se ha puesto especial
énfasis en el valor probatorio de la conducta del concursado, para apreciar si ella —razonablemente interpretada—
es o no probablemente indicativa de la existencia de colusión con el verificante. Ello porque, precisamente, la télesis
de la doctrina plenaria de “Translínea” y “Difry”, ha sido evitar el concierto fraudulento entre el presunto (y falso)
acreedor y el concursado, depurando el pasivo aparente de los “acreedores” irreales, para proteger a los verdaderos
acreedores. La exigencia causal tiende a proteger a los verdaderos acreedores concurrentes de los —en un tiempo—
frecuentes inventos de pseudo acreedores a quienes el concursado entregaba títulos abstractos para manejar las
mayorías en las juntas o provocar retornos del dividendo falencial; en modo alguno la exigencia de la indicación y/o
prueba de la causa de un título abstracto en el proceso verificatorio, se ha inspirado en la finalidad de licuar los
pasivos concursales o de dispensar al deudor de pagar lo que efectivamente debe. En otras palabras, como tantas
instituciones concursales, ésta se inspira en un propósito tuitivo de los acreedores verdaderos, no del deudor, cuya
situación frente a un crédito cambiario no puede ser menos exigente por el hecho de hallarse en estado concursal​39​.
La Suprema Corte de Justicia de Mendoza, en fallo
CNCom. Sala E, 22/08/1986, “Lajst, Julio s/ Incidente de Revisión por López Yánez,
38 ​
​ Juan” en LL 1986-E-67: en este precedente del informe
producido por la sindicatura se desprendía que el crédito invocado por el verificante reconocía su origen en un cheque librado por el fallido en
pago de operaciones realizadas mediante la modalidad conocida como “mesa de dinero”.

39 ​
Maffía, O., ​Sobre pagaré y causa del crédito, y van... e​ n LL 1991-B-1102; Roitman
La verificación de créditos en el proceso concursal
del 15/04/02, a través del voto de la Dra. Kemelmajer de Carlucci, analizó la cuestión de la insinuación en el pasivo
de créditos instrumentados en títulos circulatorios y concluyó que los esfuerzos deben ir dirigidos a que el juez
concursal llegue a la verdad jurídica objetiva: quién es acreedor y quién no lo es; para eso, es necesario tener
especial consideración de las circunstancias de cada caso, alejándose de las soluciones excesivamen- te rígidas; por
el contrario, el tribunal debe valorar criteriosamente la prueba y tener especialmente en miras el sentido final de
“Translínea” - “Difry”, cuya doctrina fue deformada por obra de “síndicos demasiado cómodos, deudores
inescrupulosos y jueces pocos compenetrados con los propósitos de la misma​40​. Así es requerible del acreedor, un
relato plausible de las circunstancias en que se desarrolló la operación que motivó la creación o la transmisión del
título y el aporte de elementos indiciarios que sustenten esa versión; del deudor, en caso de oponerse, una negativa
razonada y fundada y del síndico, la provisión de infor- mación corroborante o complementaria para formar
convicción sobre la existencia de una legítima acreencia.
2. Créditos reconocidos en sentencias dictadas en juicios tramitados en sede extraconcursal
Durante la vigencia de la ley 19.551 (Adla, XXVII-B, 1677) la cues- tión fue principalmente analizada en ocasión de
decidir la admisibilidad de créditos laborales reconocidos en sentencias dictadas en los juicios promovidos por los
trabajadores o dependientes de la concursada y que tramitaban en el fuero laboral conforme la norma contenida en el
art. 265 de la Ley de Contrato de Trabajo (t.o. 1976) (Adla, XXXVI-B, 1175) que
y Di Tullio, en trabajo citado en nota 37; CNCom. Sala D, 14/12/98 “Caccianini s/ inci- dente de revisión por Weisfeld”, anotado por Adolfo
Rouillon, ​La prueba de la causa en la verificación concursal de títulos valores abstractos. Censura al dogmatismo judicial y al facilismo de
ciertos dictámenes de la sindicatura e​ n LL 1999-D-199; CNCom. Sala B, 10/7/2002 “Banco Piano S. A. en Gráfica Super Press S.A. s/
conc.prev.” anotado por Osvaldo Gómez Leo, ​Un fallo trascendente en materia de verificación de créditos fundada en los títulos cambiarios e​ n
LL 2002-F-862.

“BCRA en Emcomet S.A. s/ Incidente de Verificación Tardía” en LL 2002-F- 876.


40 ​

31
María Cristina De Cesaris de Dos Santos Freire ​
32​ exceptuaba del fuero de atracción a los juicios laborales. Puede consi-
derarse un criterio judicial consolidado el que entonces sostenía que “la legitimidad de los créditos emergentes de
sentencia laboral no puede ser cuestionada en sede concursal, salvo que se invoque que la sentencia fue fruto de un
proceso fraudulento” dejando a salvo la competencia del juez concursal para pronunciarse en materia del curso de
​ .
los intereses y de los privilegios de los créditos cuya verificación se solicita 41​
Por cierto que el problema que analizamos no se restringe a la oponibilidad o efectos de la sentencia dictada en
juicio exceptuado del fuero de atracción, sino que también involucra la situación que se plan- tea cuando un acreedor
pretende hacer valer la sentencia dictada antes de la presentación en concurso o declaración de quiebra, y que fuera
analizado por Rouillon​42 ​y por la Dra. Kemelmajer de Carlucci en fallo dictado durante la vigencia de la ley 19551,
que es de ineludible lectura y sobre el cual volveremos más adelante​43​.
Hoy, luego de la reforma introducida por la ley 26.086 (Adla, LXVI-B, 1368) (B.O. 11-4-66), la cuestión cobra
nueva actualidad, pues son muchas las excepciones a la regla “suspensión-atracción” (arts. 21 y 136 LCQ) y por lo
tanto no es improbable que sean también muchos los acreedores que opten por ingresar al pasivo concursal con base
en sentencias que se dicten en las “causas no atraídas” y que sirven de “título” para requerir la verificación conforme
art. 56 LCQ.
Ahora bien: sin perjuicio de admitir que sea que se trate de verifica- ción con sustento en una sentencia dictada en
juicio anterior al concurso o de sentencia dictada en juicio de conocimiento proseguido ante el “juez natural” que
luego se hace valer como “título verificatorio”, lo que está en discusión es la facultad revisora del juez concursal al
momento de verificar un crédito con sustento en dicha sentencia, entiendo que para el correcto análisis del tema que
propongo, concretamente la oponibilidad
Tonon, A., ​Derecho Concursal​, T. 1, pág. 239, Ed. Depalma, 1988; en el mismo sentido
41 ​
​ reiterada y uniforme jurisprudencia: vg. RDCO 1988,
págs. 275 y ss.; CCC Santa Fe, Sala III, 3/2/92, “Frigorífico Maciel S.A.” Zeus 60 J-82, N° 8908; CNCom., Sala E, 30/9/92, “Ferrotécnica S.A.
s/concurso”, LL, 1993-B, 6, N° 91185.

42 ​
​ ​SCMendoza, Sala I, 20/6/96 “Lorenzo, José” en LL 1997-B-188.
Trabajo citado en nota 18. 43
La verificación de créditos en el proceso concursal
de la sentencia pasada en autoridad de cosa juzgada obtenida en sede extraconcursal, es preciso efectuar una
necesaria distinción:
2.1. Créditos reconocidos en sentencias dictadas antes de la apertura del concurso o de la
declaración de quiebra
En este supuesto es necesario distinguir:
2.1.1. Crédito reconocido en sentencia dictada en proceso ejecuti- vo con eficacia de cosa juzgada “formal” ​(la
resolución es inimpugnable, pero no es inmutable, pues la cuestión puede ser replanteada en juicio posterior) —
Recordamos que en el proceso ejecutivo, por ejemplo aquel donde tramita una acción cambiaria directa o de regreso
con sustento en pagarés o una acción de regreso con sustento en cheques, la sentencia tiene eficacia de cosa juzgada
formal cuando se agotan todas las posibi- lidades recursivas previstas en el ordenamiento procesal para ese juicio
ejecutivo, y sólo queda la posibilidad del juicio ordinario posterior. Algu- nos doctrinarios sostienen, y es importante
destacarlo a los efectos de la verificación de créditos, que en ese juicio ordinario posterior se pueden replantear sólo
aquellas cuestiones que no hubiesen sido planteadas en el juicio ejecutivo. O sea que si el proceso de ejecución
tramitó con gran amplitud de defensas y pruebas por determinadas circunstancias —vg. haber permitido el actor que
se “ordinarice el juicio”— esa sentencia va a tener una eficacia mayor que aquella obtenida en un juicio ejecutivo
donde hubo un análisis estrictamente formal del título.
Pues bien: en relación a la demanda del acreedor que cuenta con sentencia ejecutiva a su favor y la invoca y trae al
proceso de verifica- ción como “causa del crédito”, aunque tal hipótesis se presenta con más frecuencia de la
deseada, existe consenso casi unánime en el sentido de que el pedido así escuetamente formulado es defectuoso,
porque la causa del crédito no es la sentencia: la causa es el hecho o acto jurídico, el ne- gocio jurídico, por ejemplo
el contrato del cual se generó esa obligación insatisfecha a cargo del deudor concursado o fallido. Ese crédito puede
estar documentado en un título que tiene fuerza ejecutiva pero que no exime al acreedor de hacer saber las
circunstancias que determinaron el libramiento del título o cómo fue adquirido por él si no está vinculado
33
María Cristina De Cesaris de Dos Santos Freire ​
34​ de modo inmediato con el librador. Así lo imponen los artículos 32 y
200 del estatuto concursal que exigen que el acreedor invoque monto, causa y privilegio. La casi uniformidad
doctrinaria y jurisprudencial sobre el tema, no impide que algunos tribunales haya otorgado una eficacia superlativa
a la sentencia obtenida en juicio ejecutivo a tal punto que hay casos que llegaron a la Corte Nacional, como es el
caso “Collón Curá” en el cual la Corte descalificó un pronunciamiento dictado en el fuero comercial de la Ciudad de
Buenos Aires dando como razón de fundamentación que la sentencia dictada en un proceso ejecutivo no era
suficiente para tener por justificado el crédito que se esgrimía y legitimar el ingreso en el pasivo de ese crédito
cuantitativamente muy importante​44​. Obviamente, ello no significa que esa sentencia dictada en un juicio ejecutivo
no pueda ser computada por el juez como un elemento corroborante de la pretensión del acreedor. El hecho de
contar con una sentencia ejecutiva ha sido una circunstancia valorada al mo- mento de decidir la verificación de un
crédito documentado en títulos cambiarios, y así se ha dicho que la existencia de un juicio ejecutivo en el cual el
deudor compareció y opuso excepciones al menos alcanzaba para despejar la idea de la connivencia fraudulenta, que
era la razón de ser de los conocidos plenarios “Translíneas” y “Difry” 45​​ . En definitiva, la sentencia con eficacia de
cosa juzgada formal, invocada y traída por un acreedor al proceso de verificación, no es vinculante para el juez y
carece de efecto alguno frente a los demás solicitantes de verificación, terceros en el proceso donde la sentencia fue
dictada. El deudor puede cuestionarla con los límites con los que podría hacerlo en un proceso ordinario ulterior al
ejecutivo donde logró la sentencia. Podemos enton- ces concluir que la sentencia ejecutiva es en principio
insuficiente para constituirse en “causa del crédito”, aunque es un elemento que según las circunstancias del caso
puede tener singular importancia para demostrar que no se trata de un acreedor “inventado” por el deudor.
2.1.2. Crédito reconocido en sentencia dictada en un proceso de
44 ​
​ ​Rouillon, A. en nota a fallo citada en nota 39, y sus remisiones, entre
CSJN, 3/12/2002 “Collón Curá S.A. S/ quiebra”, en LL 2003-C-732. 45

ellas “Rogani
​ c/ Mulé” publicado en Zeus 58 J-79.
La verificación de créditos en el proceso concursal
conocimiento pleno, con eficacia de cosa juzgada “sustancial o mate- rial” ​(cuando a la condición de
inimpugnable mediante recursos, se une la condición de inmodificable mediante cualquier procedimiento) — Con
respecto a los alcances en el proceso concursal de la cosa juzgada de una sentencia dictada en un proceso de
conocimiento y en sede “extraconcur- sal”, es posible distinguir tres posiciones doctrinarias, que fueran magis-
tralmente sintetizadas y reseñadas por la Dra. Kemelmajer de Carlucci en el fallo dictado por la Sala I de la Suprema
Corte de Justicia de Mendoza el 20/6/96 ​in re ​“Lorenzo, José”, y reiteradas en “Bodegas y Viñedos El Desvío
S.A.”​46​: 1°) la tesis que admite la facultad revisora del juez del con- curso con fundamento en que “la pretensión
verificatoria no se formula contra el deudor sino que está enderezada a procurar un título judicial hábil oponible al
deudor y demás acreedores para lograr un derecho de participación en el concurso”, de lo que se sigue que el juez
del concurso no queda vinculado en términos absolutos a lo decidido en esa sentencia que fue dictada en un proceso
en el cual los terceros acreedores no han sido oídos. Algunos autores que comparten esta posición aclaran que el
síndico deberá demostrar el “error” de la sentencia cuya oponibilidad se pretende y/o requieren que la impugnación
se funde en causales tales como la existencia de un proceso fraudulento, o en defensas resultantes del estado de
quiebra, como la ineficacia concursal, existiendo diferentes criterios también respecto de la vía o etapa procesal
oportuna para la impugnación de la sentencia pasada en autoridad de cosa juzgada, vg. incidente de revisión; 2°) la
tesis que deniega la facultad revisora del juez concursal 47​​ , que sostiene que la cosa juzgada no sólo es una nueva
fuente reguladora de la relación sustancial de los que fueron parte en el proceso sino que además ha creado un
derecho de propiedad definitivamente incorporado al patrimonio del vencedor, al igual que lo que sucede con los
contratos cuyos efectos son oponibles a los acreedores del acreedor común, y que la reversibilidad implicaría la
violación de tal derecho, aun- que destacando que aun cuando el crédito deba ser verificado con ajuste a esa
sentencia, no está excluido de la carga de verificar; 3°) finalmente
46 ​
El primero está citado en la nota 43 y el segundo reseñado en Revista de De- ​recho Privado y Comunitario N°2003-I-513, Rubinzal-Culzoni.
47 ​
Sustentada entre otros por Rivera, J. C. en LL 1998-C-1355.
35
María Cristina De Cesaris de Dos Santos Freire ​
36​ la posición intermedia —a la que adhieren, entre otros, Adolfo
Rouillón y la Sala I de la Suprema Corte de Justicia de Mendoza— que establece que, en principio, sólo los
acreedores y el síndico están legitimados para impugnar la cosa juzgada que surge de un juicio de conocimiento
tramitado con el concursado. Este, que fue parte en el proceso y tuvo amplia posibilidad de defensa, solo
excepcionalmente puede oponerse: si funda su impugnación en la afirmación de ser fraudulento el proceso en cuyo
marco fue dictada la sentencia, o bien si invoca en su defensa actos posteriores al dictado de la misma, pues en ese
caso no mediaría alzamiento contra la cosa juzgada sino invocación de hechos posteriores a los cuales no alcanzó ni
pudo alcanzar esa sentencia,. Esta posición intermedia —que comparto— se funda en las siguientes razones: “a) la
tesis que faculta al juez a revisar sin ningún tipo de distinción afecta la seguridad jurídica pues otorga al concursado,
por el solo hecho de ser tal, un recurso no previsto en la ley para revisar un acto que había ge- nerado derechos
subjetivos del litigante contrario frente al concursado... b) la tesis que niega la revisibilidad ​a outrance d​ a prioridad a
un dudoso derecho de propiedad sobre el innegable derecho de defensa en juicio de terceros, contra quienes hace
oponible una decisión que los perjudica sin haber sido oídos... c) la posición intermedia respeta la garantía de la
defensa en juicio y la seguridad jurídica conciliando todos los intereses en juego, da verdadero sentido a la tesis de la
revisibilidad y no contradice jurisprudencia de la Corte Federal”​48 ​.
Ahora bien, como explica la jurista mendocina en el precedente que seleccionamos para tratar el tema en análisis, las
dos posiciones ex- tremas, es decir, la que le niega eficacia a dicha sentencia y por lo tanto reconoce la facultad del
juez del concurso de revisarla, y la otra posición que establece la eficacia vinculante de esa sentencia y la
oponibilidad no sólo al deudor, sino a los terceros acreedores, reconocen excepciones de tal modo que podríamos
decir que casi todos están en una posición “intermedia”, pero a los efectos didácticos consideré conveniente “clasi-
ficar” para mejor comprensión. Por ejemplo, Adolfo Rouillon​49 ​expresa que, como regla, la sentencia dictada en sede
extraconcursal carece de
48 ​
​ ​En el trabajo citado en notas 18 y 42.
Del voto de la Dra. Kemelmajer de Carlucci en “Lorenzo, José” ya citado. 49
La verificación de créditos en el proceso concursal
efectos frente a los terceros, pero no puede ser cuestionada por el deu- dor concursado o fallido que participó en ese
proceso. El fundamento de tal aserto se vincula con los límites subjetivos de la cosa juzgada, pues la sentencia es
oponible sólo a quienes intervinieron en el proceso y a ciertos terceros (por ejemplo los sucesores, como lo establece
el art. 249 del Código Procesal de nuestra Provincia). Pero además de este argumento de naturaleza “procesal” existe
otro argumento vinculado con los intereses involucrados en el proceso concursal: a este proceso concurren muchos
acreedores y el activo de ordinario es escaso, por ello el contralor recíproco de los que pretenden convertirse en
acreedores “concurrentes” debe garantizarse. Si los acreedores pueden observar e impugnar las demandas de
verificación no parece, en principio coheren- te ni razonable, se les pueda oponer cualquier sentencia dictada en un
proceso aun declarativo tramitado antes de la apertura del concurso o de la declaración de quiebra. Como magistrada
he tenido la oportunidad de ver juicios promovidos cuatro, cinco, seis meses antes de la apertura del concurso,
tramitados en rebeldía o con allanamiento del concursado, concluidos con sentencias que no fueron recurridas:
dichas sentencias califican como “sentencia obtenida en un proceso declarativo con fuerza de cosa juzgada
sustancial”, pero es de toda evidencia que en defecto de decisión adoptada previo debate y producción de pruebas,
no son suficientes para legitimar el ingreso de un acreedor en el pasivo concur- sal. La Dra. Kemelmajer de Carlucci
en el caso “Lorenzo” explicita que para dar una respuesta a la cuestión que estamos analizando no puede soslayarse
que esa sentencia obtenida en un proceso de conocimiento es una sentencia dictada por un órgano del Estado y que
por lo tanto tiene una presunción de regularidad, razón por la cual para desconocerla habrá que argumentar y en su
caso probar. Pero también explicita que la definición del conflicto a través de esa sentencia que pretende hacerse
valer en el concurso debió fundarse en cuestiones sustanciales, no en cuestiones procesales.
Cuando un acreedor invoca la “cosa juzgada de la sentencia ob- tenida en sede extraconcursal” y pretende la
verificación del crédito con sustento en aquella, lo que está en pugna, en tensión, es el derecho de propiedad de ese
acreedor que ha incorporado a su patrimonio un bien nacido de la sentencia, y el derecho de defensa de los restantes
acree-
37
María Cristina De Cesaris de Dos Santos Freire ​
38​ dores. Por ello, estos últimos están legitimados para resistir la
admisión del crédito si tienen razones fundadas que justifiquen su oposición, pero el deudor concursado o fallido, si
tuvo posibilidad de participar en ese proceso, probar, recurrir, y no lo hizo, o lo hizo y las decisiones le fueron
adversas, no puede volver a replantear la cuestión en sede concursal. Sólo podría esgrimir alguna defensa nacida con
posteriori- dad a la sentencia, por ejemplo un pago, o invocar la existencia de cosa juzgada fraudulenta.
En relación con este último aserto, no existe acuerdo en la doctrina autoral y jurisprudencial respecto a cuál es el
trámite por donde debería encarrilarse una pretensión enderezada a destruir la eficacia de cosa juzgada de una
sentencia dictada en sede extraconcursal. La cuestión estriba en decidir si es ineludible plantear una acción de
nulidad de cosa juzgada irrita o si, por el contrario, puede esta acción encarrilarse en el trámite de la verificación?
Parece evidente que tal pretensión no podría articularse en la etapa de la verificación tempestiva, pero sí considero
apto el incidente de revisión y la verificación tardía también. No hay dudas que la pretensión de revocación de cosa
juzgada debe ser decidida por el juez concursal: el proceso en el cual se dictó una sentencia firme contra el deudor
concursado o fallido debe ser atraído al Juzgado del concurso, y oficiosamente requerido por el juez concursal
porque sus constancias constituyen “prueba trasladada” y soporte de la verificación gestionada por el acreedor
vencedor en aquél.
El acreedor nunca está relevado de verificar. El síndico, por su parte, debe investigar siempre. Aun cuando se
invoque una sentencia con efecto de cosa juzgada sustancial, el síndico debe emitir un dictamen aconsejando y
auxiliando al juez con la información proporcionada por los libros de comercio y todos los antecedentes del caso, y
si como re- sultado de las pruebas colectadas el funcionario llegue a la conclusión de que el crédito no se puede
verificar con la extensión o con el alcance que surge de la sentencia tendrá que proporcionar elementos para que el
juez pueda decidir.
Por último debo aclarar que aun aquellas posiciones que le reco- nocen total oponibilidad a la sentencia obtenida
antes de la apertura del concurso, reconocen que esa sentencia debe ser “modalizada” o adaptada al estado
concursal. Por ejemplo, aunque el juez haya condenado a pagar
La verificación de créditos en el proceso concursal
los intereses hasta el efectivo pago, dichos accesorios serán admitidos hasta el momento de la presentación en
concurso o declaración de quiebra (arts. 19 y 129 LCQ). Y con respecto a las tasas, muchos pronunciamientos se
apartan del porcentaje reconocido en la sentencia con fundamento en las facultades del juez para morigerar los
intereses, y/o para preservar un trato igualitario o equitativo: ello no significa desconocer la eficacia de la sentencia.
Lo mismo sucede en materia de privilegios: a partir del estado concursal, las preferencias se reconocen por el juez
del concurso según los principios y las reglas del estatuto especial.
Para concluir y a modo de resumen: a) cualquier sentencia, como acto emitido por un órgano del Estado, se presume
ajustada a derecho. Ello no releva al acreedor de la carga de verificar; b) para que haya opo- nibilidad de la sentencia
es menester que haya definición “sustancial” no basada en contingencias procesales; c) La cosa juzgada debe
compatibi- lizarse con derechos y garantías constitucionales. Los derechos en juego son el derecho de propiedad del
acreedor que obtuvo sentencia a su favor y el derecho de defensa en juicio. Por lo tanto: c.1) Como regla la sentencia
es oponible al deudor que fue parte y consintió la sentencia, sin perjuicio de su facultad de cuestionar la legitimidad
del crédito con sustento en: defensas personales o causales excluidas en el juicio ejecutivo; hechos posteriores a la
sentencia; existencia de cosa juzgada fraudulenta; c.2) Los acreedores pueden cuestionar el título esgrimido por el
verificante pues la eficacia plena de la cosa juzgada solo opera directamente entre las partes del juicio; c.3) El
síndico siempre debe investigar y dictaminar sobre la real existencia del crédito y su monto. Deberá demostrar, en su
caso, el error de la sentencia cuya oponibilidad se pretende. En definitiva, para determinar el valor y alcance de la
cosa juzgada que emana de un fallo que pretende erigirse en “título” de un crédito contra el concursado o fallido
nunca puede soslayarse que toda verificación significa, además del reconocimiento de un crédito en contra de su
deudor, admisión y oponibilidad respecto a los restantes acreedores.
39
María Cristina De Cesaris de Dos Santos Freire ​
40​ 2.2. Créditos reconocidos en sentencias dictadas con
posterioridad a la apertura del proceso concursal en procesos “no atraídos” cuya continuación está
autorizada por la ley (art. 21 incs. 2 y 3 y art. 132 LCQ)
Esta cuestión adquiere renovado interés a partir de la reforma del año 2006, que asigna el carácter de “título
verificatorio” a la senten- cia dictada en procesos declarativos que continúen su trámite en sede extraconcursal. O
sea que nos referimos a las pretensiones creditorias ventiladas en procesos que pueden ser continuados ante el juez
“natu- ral” y que, en supuesto de sentencia favorable, deberán ser revalidadas ante el juez del concurso. Como regla,
por una cuestión de “tiempos procesales”, estas verificaciones serán “tardías” o “no tempestivas” (art. 56, tercer
párrafo, LCQ). Antes de la entrada en vigencia de la ley 26086, para el acreedor que ejercía la opción, la sentencia
se consideraba “pro- nunciamiento verificatorio”, porque ese pronunciamiento verificatorio lo emitía el mismo juez
del concurso, que “atraía” el proceso. Ahora dichos procesos no se atraen y continúan tramitándose ante el juzgado
de radicación originaria, y la sentencia no vale como pronunciamiento verificatorio sino que es un “título
verificatorio”.
¿Qué es un título verificatorio? Es el título que sustentará una verificación, seguramente “tardía”, que se debe
encarrilar por la vía del incidente si el concurso todavía está en trámite o por el trámite que corresponda a la acción
individual si el concurso ya se ha declarado finalizado (art. 56 LCQ).
Las consideraciones expuestas al tratar la eficacia u oponibilidad de las sentencias dictadas con anterioridad a la
apertura del concurso, en procesos de conocimiento (punto 2.1.2), son trasladables a este supuesto. No obstante,
existe una diferencia fundamental: en los procesos que “prosiguen ante el tribunal de su radicación” (incisos 2 y 3
del art. 21, primer párrafo “in fine” del art. 132 y segundo párrafo art. 133 LCQ), el síndico debe comparecer e
intervenir, y esa necesaria intervención tiene implicancias en orden a los efectos que proyecta la sentencia dictada en
el proceso continuado y no atraído. Si bien el síndico no es parte en un sentido técnico procesal, la ley le impone
comparecer, hacer acto de presencia, y al menos debe controlar la regularidad del procedimiento, de modo que la
posibilidad de invocar y sostener luego que la sentencia
La verificación de créditos en el proceso concursal
fue obtenida vg. por connivencia entre el deudor y el acreedor, o como culminación de un proceso viciado por
afectación del derecho de defensa, etc., se diluye o al menos es más improbable.
Con respecto a la intervención del síndico en estos procesos, en las Jornadas realizadas en Mendoza en el año 2006,
Jornadas a las cuales asisten muchos contadores con Especialización en Sindicatura Concursal, se concluyó que las
sentencias dictadas en estos procesos continuados y en cuales el síndico debe intervenir, son oponibles al concurso e
irre- visables salvo cosa juzgada irrita o fraude procesal​50 ​. Considero que es una conclusión atinada, y en principio
compartible, porque si el síndico se apersonó, controló, dio un dictamen al finalizar la etapa de prueba, e incluso
quizás pudo recurrir, se trataría de un proceso respecto del cual debe presumirse que hubo trámite regular, y por
ende no podría restársele efectos a esa sentencia.
Vítolo, por el contrario, sostiene que la participación del síndico no convierte a la sentencia en “pronunciamiento
verificatorio” y por ende no son oponibles al concurso los efectos de cosa juzgada material que aquélla pudiera
tener​51​.
Truffat afirma que el síndico no es parte coadyuvante ni parte necesaria porque no es titular ni sujeto pasivo de una
pretensión. Lo que dicho funcionario debe hacer es comparecer, controlar ese proceso y dar una opinión técnica
imparcial. Y el acreedor que obtenga una sentencia en ese proceso donde intervino el síndico, tiene que “concurrir”,
hacer una demanda de verificación como cualquier acreedor, reiterarle al juez concursal cuál es la causa de su
crédito, pero no es menester “reprodu- cir” cuestiones que ya fueron dirimidas por el juez natural. El autor que
estamos citando y cuya opinión compartimos expone que el acreedor deberá determinar adecuadamente el objeto de
su pretensión, pues “no basta una remisión a la sentencia originaria, pero no deberá ingresar en todo aquello que ya
quedó probado y fue sentenciado”. Ni el síndico ni el concursado pueden desconocer la sentencia, pero pueden:
oponer prescripción “concursal”; pedir se adecue la sentencia a “parámetros
50 ​
​ ​El síndico, como parte necesaria en los juicios de contenido
Las conclusiones de dichas Jornadas están publicadas en Zeus 102-D-47 51

patrimonial ​en DSE, N° 226.


​ ERREPAR.
41
María Cristina De Cesaris de Dos Santos Freire ​
42​ concursales” (vg. Intereses); objetar la personería o legitimación pro-
cesal y denunciar que se está frente a sentencia írrita por grosero error jurídico, fraude, violación del derecho de
defensa y normas de orden público concursal 52​​ .
Obviamente, dado que el problema de la cosa juzgada enlaza con el derecho de defensa en juicio, el alcance de la
sentencia obtenida en aquel proceso dependerá de las particulares circunstancias del caso, y así como según
explicitamos más arriba, se impone diferenciar entre las sentencias dictadas en juicios tramitados en rebeldía o con
allanamiento del deudor, de los procesos donde se opusieron defensas o excepciones y ofrecido pruebas, también
deberá atenderse al estado del trámite al momento de sobrevenir el proceso concursal. No es lo mismo un juicio
promovido con mucha anterioridad que ya se encontraba en estado de dictar sentencia y en el cual el síndico no tuvo
posibilidad de controlar la producción de las pruebas, que otro recién iniciado en el cual el síndico tiene efectiva
posibilidad de intervención y el deber de denunciar al juez concursal situaciones irregulares que potencialmente
afecten a los acreedores concurrentes o lesionen el orden público concursal.
3. Verificación de créditos e ineficacia concursal
Nos referiremos ahora al “punto de contacto” que suele apare- cer, no sólo en algunos informes individuales, sino
también en algunas decisiones judiciales sobre la verificación de créditos y la ineficacia concursal. Concretamente
nos preguntamos: ¿Puede observarse un crédito o un privilegio con fundamento en la inoponibilidad del acto que dio
origen al mismo? ¿Puede el síndico aconsejar el rechazo de un crédito o un privilegio por entender que son
ineficaces respecto a los acreedores conforme arts. 118 y 119 LCQ? ¿Puede el juez pronunciarse sobre la ineficacia
en el momento de dictar la resolución de verificación (art. 36 LCQ) o al momento de decidir el eventual recurso de
revisión (art. 37 LCQ)?
​ ​y por los juristas cordo-
El tema está desarrollado por Ribichini 53
52 ​
​ ​Ribichini, G. E., ​Verificación de créditos e ineficacia e​ n LL, 1999-F, 44 y ​Acerca de
Obra citada en nota 3, págs. 162 y 163. 53
La verificación de créditos en el proceso concursal
beses Junyent Bas y Molina Sandoval en su obra “Sistema de Ineficacia Concursal”​54​.
La respuesta a las tres preguntas, es a nuestro criterio y como regla, negativa. Primero porque la verificación de
créditos y el sistema de inefi- cacia concursal tienen dos objetivos totalmente distintos. La verificación de créditos
tiene como objetivo determinar el pasivo del deudor y quiénes son acreedores concurrentes: a través de la
declaración de verificación y admisibilidad se decide sobre la real existencia del crédito, su exten- sión y
graduación. Por su parte, las ineficacias concursales tienen como objetivo incrementar el activo repartible: a través
de la declaración de inoponibilidad se resta eficacia al acto en interés de los acreedores.
En el proceso denominado de verificación de créditos lo que el síndico debe determinar y el juez decidir es si el
crédito existe, si tiene causa legítima, si no está extinguido por alguna de las causas de extin- ción de las
obligaciones y cuál es el monto y, en su caso, el privilegio. En cambio, la ineficacia es uno de los remedios que tiene
la ley concursal para reconstruir el activo, generalmente insuficiente para poder satisfa- cer a los acreedores. Y como
ese es el objetivo, si una quiebra concluye, porque prospera el recurso de reposición que interpone el acreedor, por
inexistencia de acreedores o por avenimiento, se presume que no hay perjuicio y el sistema de ineficacia concursal
no juega, no opera.
Pero además no puede omitirse considerar que la declaración de ineficacia de pleno derecho (artículo 118 LCQ) o la
promoción de la acción revocatoria concursal (art. 119 LCQ), requieren de tres requisitos, como lo explica
claramente el Dr. Ricardo Prono 55​ ​ , a saber: declaración de quiebra; fijación de la fecha de inicio del estado de
cesación de pagos (determinación del período de sospecha) y perjuicio representado por la insatisfacción total o
parcial de los créditos. Insuficiencia de activo para satisfacer el pasivo.
La necesaria concurrencia de estos requisitos excluye que: 1°) la
una problemática interferencia: verificación de créditos e ineficacia concursal e​ n LL Litoral, 2001- 376.

54 ​
​ ​Prono, Ricardo en Zeus 29-D-81
Rubinzal-Culzoni, 2002, págs. 353 y siguientes. 55
43
María Cristina De Cesaris de Dos Santos Freire ​
44​ ​ ; 2°) la
ineficacia sea proponible en un concurso preventivo 56​
ineficacia pueda ser planteada en el proceso de verificación de créditos​57​.
Por ello, en un concurso preventivo todos los argumentos vin- culados con la inoponibilidad del crédito que
reconoce su causa en un acto realizado en una época en la cual “sospechamos” que el deudor ya estaba en estado de
cesación de pagos no son dirimentes.
Por otra parte, la cuestión es improponible en la verificación de créditos por razones de oportunidad, es decir, de
tiempos procesales: si tenemos en cuenta que el informe general en el cual el síndico debe opinar sobre la fecha
probable de inicio del estado de cesación de pagos, se presenta después de la resolución prevista en el artículo 36
LCQ, no puede sino concluirse que al menos en la verificación tempestiva no hay ninguna posibilidad de
argumentar con sustento en la ineficacia. En una verificación tardía es probable, y en un incidente de revisión
también, por lo tanto algunos concursalistas sostienen que si al momento de decidir una verificación en la quiebra ya
estuviera determinado por resolución firme el período de sospecha y hubiera una acto subsumible en el artículo 118
LCQ el juez podría dictar sentencia reconociendo por un lado el crédito, pero simultáneamente declarando ineficaz
el acto o el privilegio. Ello porque mediante la declaración de eficacia se resta oponibilidad al acto respecto a los
acreedores, pero el acto en sí mismo, genéticamente, estructuralmente, es válido y surte sus efectos entre quienes lo
celebraron, de lo que resulta que si el juez se convence de la realidad del crédito, este debe ser declarado verificado
por el monto y con el privilegio que corresponda sin perjuicio de que simultáneamente declare inoponible el acto. La
solución es, a mi juicio, muy discutible, más si tenemos en cuenta que la posibilidad de la declaración de ineficacia
está subordinada a la subsistencia del interés de los acreedores, de lo que resulta que carezca de razón de ser si la
quiebra concluye por alguno de los modos no liquidativos o por pago total.
Prono, R. en trabajo citado en nota anterior. ​57 ​Cámara, ​El Concurso Preventivo y la Quiebra,​ Vol. I pág. 697 y Vol. III, págs. ​2127/2130,
56 ​

Depalma, 1982.
La verificación de créditos en el proceso concursal
4. Verificación de obligaciones emergentes de contrato de compraventa de automotor
celebrado mediante instrumento privado. ¿Puede reclamarse la inscripción registral vía
verificación?
En este tema existe una intersección entre los efectos de los con- tratos y la verificación de créditos. Se trata del
supuesto del comprador que tiene la tenencia del vehículo entregada en virtud de un contrato instrumentado en un
boleto de compraventa (instrumento privado) y que reclama la verificación de una obligación de hacer consistente en
la trans- ferencia del automotor ante el Registro Nacional del Automotor. La clara posición mayoritaria es la que
niega derecho al comprador para obtener la transferencia de dominio con fundamento en el carácter constitutivo de
la inscripción registral (art. 1° DL 6582/58 t.o. 1997 — Adla, XVIII-A, 1079—) y la consecuencia es la conversión
de la prestación adeudada por el fallido en una prestación dineraria conforme art. 127 LCQ 58​ ​ . Para este tema es
ciertamente recomendable la lectura de las dos obras del Dr. Horacio Roitman ​ , donde se citan muchísimos fallos
59​

enrolados en la tesis restrictiva con sustento en la normativa que establece que el contrato de transferencia de
automotores debe tener determinada forma, concretamente los formularios 08 (art. 14 Decreto Ley 6582/58) y que el
contrato no tendrá efectos entre las partes ni respecto a terceros si no se hace con esa determinada formalidad, de lo
que resulta que en caso de concurso dichos contratos otorgados “sin la forma requerida por la ley” no sean exigibles
(art. 146 primer párrafo LCQ).
Hay otras decisiones jurisprudenciales, que serían mas justas según Rivera​60 ​, conforme a las cuales el juez debería
hacer una investi- gación y si de acuerdo a las circunstancias del caso se convence de que no se está intentando sacar
“irregularmente” un bien del activo porque
58 ​
SC Mendoza, Sala 1°, 26-4-88 en LL, 1988-E, 74: CCCRosario, Sala I, “Sabella s/quiebra”
​ en Zeus 78 J-25.

Roitman, H., ​Efectos de la quiebra sobre los contratos preexistentes​, segunda edición actualizada,
59 ​
​ Rubinzal-Culzoni, 2005, págs. 175 y sigs. y
Efectos del Concurso Preventivo sobre los Contratos Preexistentes,​ Rubinzal-Culzoni, 2005, págs. 153 y ss.

Rivera, J. C., ​Instituciones de Derecho Concursal​, T. II, pág. 169, Rubinzal-Culzoni, 1997.
60 ​

45
María Cristina De Cesaris de Dos Santos Freire ​
46​ la venta fue real, los jueces deberían acceder a la pretensión del
acreedor. Ahora bien: ¿cuáles son esas circunstancias del caso que determinados tribunales tuvieron en cuenta para
autorizar la inscripción? Por ejemplo que los formularios 08 ya estaban firmados y certificadas las firmas del
vendedor y del adquirente por escribano público y por el encargado del Registro, respectivamente, pero sobreviene
la liquidación judicial de una ex-aseguradora y no se concreta la transferencia en el Registro Nacional de la
Propiedad del Automotor 61​ ​ , o cuando estando ya iniciado el trá- mite en el Registro, ese trámite es observado y
62​
sobreviene la quiebra​ . En estos casos se ha decidido que si los formularios estaban firmados, ya no habría ninguna
actividad requerible al fallido porque el trámite lo puede hacer el comprador, y por lo tanto lo único que debía hacer
el juez es ordenar el levantamiento de la inhibición para registrar esa trans- ferencia de dominio. Es importante
advertir que algunos de estos casos donde se encontraron soluciones más favorables para el acreedor, fueron
resueltos no en el marco de la verificación de créditos sino en trámites en los cuales se gestionaba el levantamiento
de medidas cautelares para poder hacer efectiva la transferencia en base a formularios ya firmados, y en los cuales se
descartó que el acto fuera simulado.
Reitero, los argumentos para desestimar la pretensión del acreedor son: a) no puede invocarse “posesión legítima”,
porque de acuerdo con el régimen de transferencia de los automotores la posesión legítima la otorga el título y el
modo que es la inscripción registral (arg. art. 2655 CC); b) tampoco puede invocar buena fe el “comprador” que
tiene la guarda de hecho sin la inscripción registral a su nombre porque la bue- na fe requiere error o ignorancia de
hecho (art. 2356 CC), y en este caso es una creencia sustentada en un error de derecho; c) es irrelevante la “fecha
cierta”; d) el contrato así otorgado es un “contrato sin la forma requerida por la ley” y por ende inoponible al
concurso. Por lo tanto, no es en principio viable la pretensión de verificación de una “obligación de hacer” con
apoyo en dicho contrato. Excepcionalmente, podría admitirse
61 ​
​ ​CNCom. Sala D, 04/02/2002, en JA 2002-III-125 anotado por Mauricio Bo- retto.
CNCom. Sala D, en J.A. 1993-IV-105 62 ​
La verificación de créditos en el proceso concursal
distinta solución atendiendo a determinadas circunstancias “especialí- simas” que puedan concurrir en algún caso
​ .
particular 63​
5. Verificación de obligaciones con pluralidad de deudores concursados
Las obligaciones que tienen más de un acreedor o más de un deudor son obligaciones mancomunadas, que pueden
ser o no solidarias (art. 690 CC). Conforme al texto del art. 701 CC la solidaridad es excep- cional: en caso de duda
la obligación debe ser considerada simplemente mancomunada.
Las obligaciones simplemente mancomunadas se fraccionan “en tantas partes iguales como acreedores o deudores
haya, si el título constitutivo de la obligación no ha establecido partes desiguales entre los interesados” (art. 691
CC). El deudor está obligado sólo por su parte o fracción. Por ende, en supuesto de concurso, el acreedor solo puede
verificar el crédito en la extensión que corresponda a la parte del deudor concursado.
Por el contrario, tratándose de obligaciones solidarias, frente al acreedor común, cada deudor responde por el total
(art. 699 CC). Las obligaciones solidarias solo se fraccionan “internamente”. Las relaciones “internas” se regulan
según el art. 716 CC y art. 717 CC que remite al art. 689 CC. También debe tenerse presente que las fuentes de la
solidaridad son, exclusivamente (arts. 699 y 700 CC), la voluntad (testamentos, con- tratos) y la ley (vg. sociedades
irregulares o de hecho), y que pese a lo dispuesto por el art. 700 CC la decisión judicial (sentencia) no es fuente
porque los jueces no pueden crear “solidaridad”. La sentencia judicial es, por principio, declarativa y no creativa de
derechos, limitándose a verificar una situación que viene regida por el ordenamiento jurídico; de ahí que no pueda
concebirse una solidaridad de origen judicial, es decir una obligación plural simplemente mancomunada transmutada
en solidaria por virtud de una sentencia.​64
63 ​
Ver reseña crítica de Mauricio Boretto en Revista de Derecho Privado y Co- ​munitario 2003-2-533.

Llambías, J.J., ​Código Civil Anotado,​ T. II, A, pág. 515, Abeledo Perrot, 1983;
64 ​

47
María Cristina De Cesaris de Dos Santos Freire ​
48​ ¿Qué puede hacer el acreedor común frente a los concursos de
deudores solidarios?: verificar el “total” del crédito en todos los concursos (art. 135 LCQ que es conforme a la regla
del art. 699 CC). La expresión “valor nominal de sus títulos” no debe llevar a error: no es excluyente de los
accesorios, y debe tomarse como equivalente de valor total, sin deduccciones​65​. Obviamente: si el acreedor percibió
pagos antes del concurso debe deducirlos.
La problemática referida con la verificación de obligaciones con solidaridad pasiva, suele plantearse en los
concursos vinculados por “agrupamiento” (arts. 65 y sigs.) o por “extensión de quiebra” (arts. 160 y sigs. LCQ). Ha
de recordarse que, como regla, se forman “masas separadas” de lo que resulta que el “acreedor común” debe
solicitar la verificación de la acreencia en cada uno de los procesos si pretende cobrar en cada uno de ellos. La
posibilidad de cobrar en todos las quie- bras de obligados solidarios surge del art. 136 LCQ que solo establece como
“límite” el total de su crédito. Por lo tanto: a) si lo percibido en cada concurso no excede el total del crédito que
titulariza el acreedor concurrente, no debe devolver nada y tampoco existe acción de “reem- bolso” entre los
deudores concursados; b) Si excede, el excedente debe ser restituido en el concurso de quien tenía “derecho de
repetición” contra sus coobligados, según las normas del derecho común que rigen las relaciones internas.
Sobre la “participación” del acreedor común en “un concurso preventivo de conjunto económico o de garantes”
(arts. 65 y sigs.), con propuesta separada o unificada, la doctrina exhibe divergencias, no en relación a la verificación
del crédito, sino respecto al porcentaje de concurrencia para el cómputo de las mayorías y monto a percibir si la
propuesta es homologada​66​. Ello excede el objeto de este trabajo limitado a la verificación de créditos.
En resumen: las verificaciones “múltiples” no solo son posibles, sino ineludibles si el acreedor pretende ingresar en
la masa pasiva de
Cazeaux-Trigo Represas, ​Derecho de las Obligaciones,​ T. 2, pág. 88, Librería Editora Platense, 1980.

65 ​
Rouillon, A., ​Régimen de Concursos y Quiebras... ​citado en nota 1, pág. 240. 66
​ ​Prono, Mariano “Concurso preventivo de agrupamientos

económicos. Situa- ​ción del acreedor de obligados solidarios” en LL 2001-D-1013, y sus remisiones.
La verificación de créditos en el proceso concursal
cada uno de los deudores simplemente mancomunados o solidarios para “participar” y “cobrar”. Esas verificaciones
“múltiples” serán simultá- neas o sucesivas, según el caso, y podrá diferir el monto insinuado en cada una de ellas
por efecto de la suspensión del curso de los intereses que opera con la presentación del deudor peticionando su
concurso y con la declaración de quiebra, y también por efecto del distinto momento en el cual se haga la conversión
tratándose de deudas no dinerarias o en moneda extranjera (arts. 19, 127 y 129 LCQ).
6. Verificación de honorarios judiciales
Tratándose de honorarios devengados en juicios donde fue parte el concursado o fallido, lo que legitima la admisión
del acreedor es, en primer lugar, que el crédito sea por “causa o título” anterior a la presentación en concurso o
declaración de quiebra (arg. arts. 32 y 125 LCQ). Obviamente, la causa no es el auto regulatorio: la causa es el
trabajo profesional, la actividad procesal realizada en juicios promovidos con anterioridad a la presentación
concursal o sentencia de quiebra. Siempre en orden a las “condiciones de ingreso” de quien pretende ser declarado
acreedor con- currente, tratándose de honorarios judiciales debe distinguirse entre los profesionales que actuaron en
nombre y representación del concursado o fallido, de los profesionales que actuaron “extraconcursalmente” en nom-
bre y representación del tercero acreedor. En el primer caso, el concursado o fallido es deudor —o sea, legitimado
pasivo— en virtud de la relación que generó la representación convencional ejercida en el proceso (arts. 1623, 1627,
1869, 1871 y concordantes del Código Civil); en el segundo caso, la legitimación pasiva depende de la condenación
en costas o de la verificación del crédito principal. Nos explicamos: si existe condena en costas, la falta de
verificación del crédito “principal”, esto es, del crédito cuyo reclamo judicial dio origen a los honorarios, ninguna
incidencia o relevancia tiene en la verificación de los mismos pues la labor efectivamente desplegada en el juicio y
la imposición de costas funcionan o constituyen la causa de dicho crédito, confiriéndole “autonomía” y
“desvinculándolo” del llamado “crédito principal” 67​​ . Por el contrario, si no existe condena en
Stempels, H. en RDCO 1988, pág. 1017; Ribera, C., ​Autonomía del crédito por
67 ​

49
María Cristina De Cesaris de Dos Santos Freire ​
50​ costas, la “dependencia del crédito por honorarios con respecto a la
suerte del crédito principal es absoluta”: si el crédito “principal” esta admitido resulta procedente el reconocimiento
de la acreencia del profesional como accesoria de aquél, por la necesidad de litigar que provocó el deudor con-
cursado. Como señala Rouillón, quienes caen en concurso generalmente han sido demandados en el período anterior
por sus acreedores, y muchos de esos juicios se suspenden por efecto de la apertura del proceso preven- tivo o
liquidativo: en tales casos la ausencia de condena en costas no debe ser obstáculo para la verificación del crédito por
honorarios si el crédito principal es verificado o admitido pues ello demuestra que la acción era procedente. Si, en
cambio, el crédito principal no está admitido, la preten- sión del profesional acreedor de honorarios no es viable​68​.
Ya expresamos en el párrafo anterior que la “causa” no es el auto regulatorio sino el trabajo profesional. El auto
regulatorio es la cuantifica- ción de la retribución en base a las pautas arancelarias aplicables, o sea la determinación
arancelada de la retribución del trabajo desarrollado. Por ello, la circunstancia de que la fecha del auto regulatorio
sea posterior a la presentación en concurso o a la sentencia de quiebras, no es obstáculo a la verificación, y tampoco
lo es la ausencia de regulación, la que podrá ser concretada incluso por el juez concursal a través del proceso
verificatorio. Si bien la doctrina judicial prevalente se inclina por reconocer competencia para determinar el
estipendio al Juez del proceso donde se desarrolló la labor profesional, ello no excluye la del magistrado concursal​69​.
La solu- ción más práctica es obtener la regulación en el Juzgado donde tramitó el proceso en el cual se devengaron
los honorarios: el magistrado que allí intervino se encuentra en mejores condiciones para justipreciar el hono- rario,
y ello en modo alguno afecta la potestad del juez del concurso a la hora de decidir la procedencia de la inclusión de
dicho crédito en el pasivo, su monto definitivo y graduación. Pero si el proceso fuera “suspendido y atraído” antes
de que se concrete la regulación, puede el acreedor intentar
honorarios judiciales en el pedido de verificación e​ n RDCO 1993-A-432 y ss; Gozaíni y Beheran, ​Límites entre accesoriedad de las costas y
regulaciones de honorarios profesionales e​ n LL 1992-E- 836).

Rouillon, en traajo citado en nota 18, punto 7; Moro, en op. cit. T. I, pág. 497; Fassi-Gebhardt,
68 ​
​ “Concursos”, pág. 103 y sigs. y sus remisiones,
Astrea, 1987.

69 ​
Rouillon, en trabajo citado en nota 18, pág- 36, N° 7.
La verificación de créditos en el proceso concursal
la verificación estimando un monto con arreglo a las pautas de la ley de aranceles para cumplimentar la formalidad
que imperativamente exigen los arts. 32 y 200 LCQ y posibilitar un juicio de admisibilidad del órgano
jurisdiccional.
51
María Cristina De Cesaris de Dos Santos Freire
52​
La verificación de créditos en el proceso concursal
Capítulo IV
LA SENTENCIA DE VERIFICACIÓN Y GRADUACIÓN DE CRÉDITOS
Conforme al trámite regulado en el Título I, Capítulo III, Sección III de la ley concursal, al que remite el art. 200,
dentro de los diez días hábiles judiciales siguientes a la presentación de los informes individuales, el juez debe
decidir sobre la “procedencia y alcances de las solicitudes formula- das por los acreedores” (art. 36). Se trata de una
verdadera sentencia, que como tal debe ser fundada, y respetar la estructura que determinen las normas procesales
aplicables. Mediante esa sentencia el juez se pronuncia sobre los pedidos de verificación, declarándolos verificados,
admisibles o inadmisibles (art. 37 LCQ), según su propia conclusión sobre la procedencia de los mismos. Ya hemos
dicho que el juez no está obligado por el infor- me individual: el sindico opina, aconseja, sobre la base de los
elementos probatorios colectados y sus conocimientos técnicos. El juez debe valorar dicho dictamen pero también
todos los elementos obrantes en el legajo de cada acreedor, que deben ser de ineludible examen: repárese que el
síndico, conjuntamente con el informe individual, debe presentar en el juzgado, copia de los legajos (art. 35 “in
fine”). También apreciará las ob- servaciones efectuadas (art. 34), las réplicas a las mismas, y si los hubiera, las
impugnaciones a los informes individuales (nos remitimos a lo dicho
53
María Cristina De Cesaris de Dos Santos Freire ​
54​ en el punto II). La decisión del juez tiene una relevancia esencial,
pues de ella surge el elenco de acreedores que pueden conformar las mayorías ne- cesarias para la aprobación de la
propuesta (art. 36 último párrafo). Si bien la declaración de inadmisibilidad es “provisoria” pues puede ser revisada
(art. 37), el acreedor declarado inadmisible no participa en el período de exclusividad (art. 45 inc. 1 contrario sensu).
Según la letra de la ley (art. 37), la existencia o no de observaciones, y el consejo favorable o desfavorable del
síndico, pueden darse tres situa- ciones o hipótesis​: a) ​el crédito que el síndico aconseja verificar y no ha sido
observado por el deudor y los acreedores, se declara ​verificado​, “si el juez lo estima procedente” (art. 36). ​La
declaración de “verificación” ​supone una pronunciamiento totalmente favorable a la pretensión del acreedor, y que
esa pretensión no haya sido total o parcialmente resistida; ​b) ​si hubiere observaciones del deudor o de los restantes
acreedores, o consejo desfavorable del síndico, total o parcial, y el juez no obstante con- sidera que la pretensión en
total o parcialmente admisible, debe declarar admisible el crédito por el monto y con la graduación que corresponda.
Esta ​declaración de admisibilidad ​supone, por lo tanto, resistencia a la pretensión, que es desestimada en forma
total o parcial con resultado total o parcialmente favorable para el acreedor, quien podrá participar en el período de
exclusividad (art. 45 inc. 1 ya citado). La excepción a la regla del art. 36 último párrafo se configura si el acreedor
que fuera declarado admisible como quirografario por haberse desestimado el privilegio, pro- mueve incidente de
revisión (art. 45 inc. 3)​; c) ​si el juez entiende que no corresponde incluir determinado crédito en el pasivo, existan o
no impug- naciones, e incluso apartándose del dictamen del síndico, ese crédito debe ser declarado inadmisible. La
ley no prevé el “rechazo de la verificación” sino la declaración de inadmisibilidad que involucra todos los supuestos
en los cuales se desestima íntegramente la pretensión del acreedor. No hay otra alternativa: admisible o
inadmisible​70​. Ello ase ajusta al texto legal y evita errores al momento de decidir la procedencia del recurso de
revisión, exclusivamente previsto para las resoluciones que declaran admisible o inadmisible un crédito o privilegio
(art. 37).
70 ​
Cámara, obra citada, Vol I, pág. 712.
La verificación de créditos en el proceso concursal
Capítulo V
EL RECURSO DE REVISIÓN
No obstante ser la resolución del art. 36 una verdadera sentencia, que pone fin al trámite “necesario” de la
verificación tempestiva, contra dicha sentencia no procede el recurso de apelación sino que la ley or- ganiza un
sistema recursivo especial: el recurso de revisión. En opinión de Tonón, técnicamente no se trata de un recurso sino
de una verdadera demanda que debe tramitar en forma de incidente​71​, bajo las normas de los artículos 280 y
siguientes porque no está previsto un procedimiento especial. ​Lo cierto es que se trata de un recurso específico del

trámite con- cursal:


​ la ley ha previsto el recurso de revisión como remedio tendiente a obtener que en la misma
instancia donde una resolución fue emitida se subsanen los agravios que ella pudo haber inferido, con mayor
amplitud en los términos e incluso sin necesidad de nueva prueba​72​, lo que no descarta, obviamente, el aporte de
nuevos elementos. El breve tiempo disponible para la verificación tempestiva y el carácter esencialmente
Tonon, A., ​Derecho Concursal​, pág. 266, Depalma, 1988. 72
71 ​
​ ​Entre muchos otros, cfr. CCC Paraná, Sala 2a, 14/11/84, “Bco. Unido del Litoral
S.A en Secchi s/ Concurso”, en Zeus 43 J-127.
55
María Cristina De Cesaris de Dos Santos Freire ​
56​ “documental” de ese proceso pues existe imposibilidad material de
ofrecer y producir otras pruebas, determinan se difiera para la etapa de la revisión, con amplitud de debate y prueba,
la decisión definitiva sobre la admisión de un crédito.
El recurso de revisión procede contra la sentencia que declara admisible o inadmisible el crédito o privilegio (la
decisión de “verifi- cación” no es revisable), y puede ser interpuesto por el deudor o por acreedor “interesado”. La
legitimación del síndico subsiste controvertida siendo mayoritaria en doctrina la opinión que le niega legitimación
en el concurso preventivo. Los fundamentos de tal postura se vinculan con la función que le asigna la ley en la
verificación de créditos: Cámara sostiene que no es un “interesado” sino un órgano del concurso que no puede
“levantarse contra otro órgano jerárquicamente superior”​73​. Rouillon dice que su rol es asimilable a un perito o
técnico auxiliar de la magistratura, que como tal, debe emitir un dictamen imparcial, y que ese rol le impide por
definición recurrir la resolución del magistrado​74​. Este criterio es compartido enfáticamente por Moro, quien, con
remisión a Maffia, expone que cuando la ley habla de “interesado” no incluye al síndico, destacando que el deudor
aún en la quiebra conserva su legi- timación procesal para intervenir en todo lo referente al “pasivo” pues la
disposición del art. 110 rige solamente para los juicios que hacen a la masa activa​75​. La cuestión presenta otros
matices en la quiebra en la cual se le ha reconocido legitimación al síndico “pues la hipotética repercu- sión
aritmética que un crédito puede tener sobre la distribución en caso de quiebra compromete el interés general de
todos los acreedores​76​. El ex-Fiscal de la Cámara Nacional de Comercio, Dr. Alfredo Di Iorio, en su reseña de dos
fallos de “prestigiosos tribunales provinciales” que se enrolan en la posición negativa, también considera que el
síndico como órgano del concurso, tiene interés en el resultado del incidente, en cuanto
73 ​
​ ​Rouillon, A., ​Apuntes sobre el recurso de revisión e​ n JA 1987-III-697. 75
Cámara, en la obra citada en nota 16, Vol I, pág. 714. 74 ​ ​Moro, obra

​ ​Voto disidente del Juez Dr. Alberti en CNComercio, Sala D, 4/9/79 en “Tejeduría Patagónica
citada, Vol. I, pág. 874 y sig. 76 ​ S.A.” publicado en
RDCO 1980-741 con comentario de Héctor Cámara.
La verificación de créditos en el proceso concursal
una de sus funciones es el cuidar la debida incorporación del pasivo, y que es ese interés el que legitima su
accionar​77​.
Más allá de estas disquisiciones, lo cierto es que la Corte Suprema de Justicia ha reconocido legitimación al síndico
al menos en las quiebras: de la lectura del fallo dictado el 2/12/2002 en “Collón Curá”​78​, surge que el recurso
extraordinario por arbitrariedad de sentencia fue interpuesto “por la fallida por intermedio de la sindicatura” (punto
II del dictamen del Procurador General de la Nación). Por su parte, Ariel A. Dasso en su comentario, nos informa
que el fallo de segunda instancia —que revocó la sentencia de primera instancia y declaró verificado el crédito— fue
“atacado por la sindicatura imputando arbitrariedad”​79​.
En este incidente, son partes legitimadas el deudor y el acreedor “interesado”: a) si se trata de revisión promovida
por acreedor contra la sentencia que declaró total o parcialmente inadmisible su crédito, se sustancia con el deudor, a
quien se le conferirá el traslado previsto por el art. 281 LCQ; b) si la revisión es promovida por el deudor contra una
sentencia de admisibilidad, es sujeto pasivo el acreedor que titulariza el crédito declarado admisible; c) en el
supuesto excepcional de revisión promovida por “acreedor ajeno” que pretende se revoque la sentencia que admitió
determinado crédito, es legitimado pasivo el acreedor titular de ese crédito sujeto a revisión. En todos los casos
interviene el síndico, no como “parte” sino como órgano del concurso: es un auxiliar del juez que debe opinar de
modo objetivo e imparcial sobre la existencia, legitimidad y cuantía de un crédito. El síndico no es contradictor ni
del deudor ni de los acreedores, a quienes tampoco sustituye pues uno y otros tienen posibilidad individual de
actuación, y por ello, al menos en este incidente, es técnicamente erróneo el rol de parte que le asigna la ley en el art.
275 en su último párrafo. Enseña Ricardo Prono que “aunque la ley diga que el síndico es parte en el proceso
principal, incidentes y demás juicios, la expresión ‘partes’ refiere a los sujetos del proceso, en tanto el síndico
interviene como ‘órgano del concurso’ (personas físicas designadas para ello) que constituyen los instrumentos
mediante los cuales el proceso
77 ​
Di Iorio, A., ​Legitimación del síndico para promover la revisión... ​en RDCO1986- 129.

Fallo citado en nota 44. ​79 ​Nota a fallo citada en nota 35 publicada en LL 2003-C-732.
78 ​

57
María Cristina De Cesaris de Dos Santos Freire ​
58​ opera y se desarrolla... Más correcto es decir que el síndico cumple
una función de orden procesal, de tipo controlante, y necesaria en el sentido de que su intervención resulta
obligatoria y no el simple cumplimiento de una carga procesal, al punto que su omisión puede aparejar, previa
intimación, las consecuencias previstas en el art. 255 LCQ”​80​.
El matiz inquisitorio del proceso verificatorio subsiste en la “etapa eventual” de la verificación de créditos: por ello
la incontestación de la demanda de revisión propuesta por el acreedor, o el allanamiento del deudor, carecen de
fuerza vinculante para el magistrado. No obstante, en otros aspectos rigen las normas clásicas del proceso
dispositivo, vin- culadas con la carga probatoria (arts. 273 inc. 9 y 282 LCQ) y el impulso de la causa (art. 277
LCQ). Conforme las dos disposiciones primeros citadas, incumbe a las partes la carga de la prueba, estando
habilitado el juez para declarar la negligencia de la prueba pendiente de producción, y dictar resolución aún cuando
la prueba no esté totalmente diligenciada si la considera innecesaria, o mandar producir como medida de mejor
proveer aquella que no se haya producido y crea necesaria para dilucidar el pleito: obviamente, estas amplias y
discrecionales facultades deben ejercerse razonablemente para no afectar el derecho de defensa de los interesados y
​ . Este recurso de revisión es susceptible de perimir por inactividad procesal: el plazo de
el debido proceso 81​
caducidad es de tres meses conforme la regla contenida en el art. 277 LCQ aplicable a todos los incidentes y
recursos, en defecto de plazo específico.
1. Una cuestión de especial interés: ¿Cuándo comienza a correr el plazo de 20 días para
deducir el recurso de revisión?
El artículo 37 LCQ establece que el plazo para interponer el recurso de revisión, que es de veinte (20) días, se
computa desde la fecha de la resolución prevista en el artículo 36 LCQ. Esta norma aparece como una excepción a la
regla del artículo 273 inciso 5 LCQ que establece el sistema
Prono, R. en ​Código de Comercio Comentado y Anotado,​ obra colectiva dirigida por
80 ​
​ Adolfo Rouillon, Ed. La Ley, 2007, T. IV-B, págs. 793 y
sigs.

81 ​
Rouillon, A. en obra citada en nota 1, pág. 392.
La verificación de créditos en el proceso concursal
de la notificación “por nota” o “ministerio legis” pues conforme una interpretación literal la sentencia debe
considerarse notificada el mismo día de su dictado y no el día que se presume notificada atendiendo a la regla
general en materia de notificaciones, o sea el primer martes o viernes posterior a su dictado o el día hábil siguiente,
según art. 61 del Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia de Santa Fe, aplicable conforme art. 278 LCQ.
Hay una postura que es minoritaria en doctrina y jurisprudencia, que hace prevalecer la regla del artículo 273 inciso
5 LCQ y sostiene que el plazo comienza a correr desde la notificación “ministerio legis” de la sentencia recurrida.
La postura mayoritaria ha sido consagrada en el fuero comercial capitalino con el plenario “Rafiki S.A.”​82​, y
mediante tres fallos de la Sala Primera de la Suprema Corte de Mendoza que establecen que el plazo de veinte días
para interponer el recurso de re- visión se computa desde la fecha de la sentencia que declara admisible o
inadmisible un crédito y no desde la fecha de su notificación​83​. En el mismo sentido se ha pronunciado la Corte
Suprema de Justicia de Tu- cumán, Sala Civil y Penal​84​, y la Cámara Civil y Comercial de Santa en Pleno,
aclarándose en este último fallo que el plazo se computa desde la fecha de la sentencia “salvo indefensión”​85 ​En el
plenario “Rafiki S.A.”, cuya doctrina legal no es obligatoria en las provincias sino solo en el ámbito de la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires aunque todos sabemos que los fallos plenarios de la Cámara Nacional de Comercio en
materia concursal tienen “fuerza ejemplificadora y persuasiva” —basta recordar los plenarios “Translineas” y
“Difry”, mencionados en este trabajo—, se hace una distinción, que es importante porque también todos sabemos
que en más oportunidades de lo deseable, la sentencia del artículo 36 LCQ no se dicta dentro del plazo de diez días
que establece la ley. Es una realidad constatable que la sindicatura presenta en el plazo fijado los
82 ​
​ ​SC Mendoza, Sala I, 28-8-2000 en JA 2000-IV-133; 8-7-2003 “Gutierrez y Belin- sky”
CNCom., en pleno, 28-02-2006, en LL, 2006-B, 175. 83 ​
en LL, 2004-C, 878 y 26-5-2004 en “HSBC Bank Argentina en Ripiera San José SRL” en LL, 2204-E, 759.

84 ​
CSJTucumán, Sala Civil y Penal, 3/9/2008 “IOSA e Hijos SH” en LLNOA 2008- 1104.

85 ​
CCC Salta, en Pleno, 29/4/2009, “García ,B.J.” en LLNOA 2009-472.
59
María Cristina De Cesaris de Dos Santos Freire ​
60​ informes individuales pero por razones vinculadas con la sobrecarga
de tareas de los tribunales o con la complejidad del proceso de verificación de créditos, generalmente absolutamente
justificadas, aquella sentencia suele dictarse con una demora también generalmente tolerada.
El plenario “Rafiki S.A.” en lo fáctico se trata de un supuesto en el cual la sentencia de verificación se dicta con
anterioridad al día diez contado desde la presentación de los informes individuales del síndico, concretamente el
mismo día en que se presentó el informe individual según surge del Considerando 5 del voto de la mayoría, esto es
con “sorpresiva anticipación” según palabras de Lorente y Truffat​86​. Con- forme la doctrina legal impuesta por el
referido plenario, la excepción consagrada por el art. 37 LCQ solo rige cuando se cumplen los plazos señalados por
la ley para presentar los informes individuales y dictar sentencia, es decir que el plazo para interponer el recurso de
revisión se debe contar desde la fecha de la sentencia siempre y cuando dicha sentencia se dicte el día que era
previsible su dictado: el décimo día pos- terior al fijado para la presentación de los informes individuales. En el fallo
que estamos analizando expresamente se explicita que si por alguna razón los plazos originariamente fijados en la
sentencia de apertura han sido modificados, si hubo postergación por decisión judicial expresa, también es previsible
la fecha en la cual el juez debe dictar la sentencia, y por ende el inicio del plazo de veinte días no se encuentra
subordi- nado a la notificación “ministerio legis” de la sentencia. A esta altura parece conveniente recordar que la
ley no dice que la sentencia se debe dictar el día “diez” sino “dentro” de los diez días de la presentación del informe
individual. Ahora bien: si la sentencia se dictó antes o después del momento en que previsiblemente debía ser
dictada, la solución es distinta: a) si el juez se “anticipó” y emitió su pronunciamiento antes del décimo día, el plazo
también se debe computar desde aquel “previsible momento”, pues la celeridad del trámite no puede causar
perjuicios al pretenso revisante; b) si por el contrario la sentencia fue dictada vencido el plazo preestablecido, la
solución que establece la Cámara Nacional de Comercio es que no cabe aplicar el art. 37 LCQ sino el régimen
general de notificaciones con la consecuencia de que el inicio del plazo para inter-
86 ​
Lorente, Javier y Truffat, Daniel en nota a fallo, LL, 2006-B, 176.
La verificación de créditos en el proceso concursal
poner el recurso se encuentra subordinado a la notificación “ministerio legis” de la resolución del art. 36 LCQ.
La Sala Primera de la Suprema Corte de Justicia de Mendoza, a través de los tres fallos ya citados, ha resuelto en
cambio que la regla es siempre la del artículo 37 LCQ, salvo “trampa procesal”. Y esa expresión es sumamente
ilustrativa de las situaciones que se pretende aprehender, pues refiere, en nuestra interpretación, no sólo a la
extemporaneidad manifiesta o excesiva sino a la extemporaneidad “sorpresiva” que coloque al justiciable en
situación de denegación de justicia por circunstancias de las cuales surja que la sentencia dictada no ha podido ser
conocida de inmediato y por ende el recurrente ha sido “privado” del plazo que confiere la ley. Es importante
destacar que el tribunal mendocino ha com- putado en los casos mencionados si entre la fecha de la sentencia y la de
su “aparición en lista” ha mediado un lapso prolongado que implique en los hechos violación del derecho de
defensa. Dicho en otros términos: el Alto Tribunal deja a salvo el supuesto de no haber la sentencia aparecido “en
lista” o cuando no ha salido en tiempo oportuno y considera que en tales casos, “el juez debería hacer prevalecer el
derecho de defensa”. La terminología utilizada es ajena a nuestra costumbre “procesal” pero estimo que se trata de
algo similar a la consulta online por Internet o mediante los listados que se colocan diariamente en la puerta de las
Mesas de Entradas de los Juzgados, a través de los cuales se puede conocer el estado procesal de los expedientes. No
conozco ningún caso en nuestra Provincia de Santa Fe donde se haya invocado la tardía aparición en los listados
para justificar que determinado recurso o impugnación se interpuso en forma tempestiva y tampoco conozco de
ninguna decisión judicial que haya computado la fecha de emisión o publicación del listado a los efectos de la
notificación “ministerio legis”. Pero no tengo dudas de que si se invocara y acreditara que entre la fecha de la
sentencia y la fecha en que el expediente está a disposición de los interesados en Mesa de Entradas hubiera
transcurrido un plazo “injustificado”, estaríamos ante un supuesto de extemporaneidad sorpresiva, y por ende
imposible de prever, que impide aplicar el régimen excepcional del art. 37 LCQ. Si el deudor y los acreedores
obraron con diligencia, concurriendo al Juzgado los días de notificaciones para controlar el expediente y firma- ron
el cuaderno en la Secretaría haciendo constar su presencia y que no
61
María Cristina De Cesaris de Dos Santos Freire ​
62​ pudieron revisar aquél, tales constancias servirán para probar que se
les ha impedido tomar oportuno conocimiento de la resolución que intentan impugnar. O sea que el modo especial
de computar el plazo de veinte días opera en defecto de “trampa procesal” que implique violación de la garantía de
defensa en juicio. Insisto: si de las circunstancias com- probadas de la causa resultara que de la aplicación estricta de
aquella regla derivara restricción arbitraria al ejercicio de los derechos que la ley confiere, sea porque el plazo de
veinte días ya feneció o quedó reducido a un término breve o brevísimo, la solución no puede ser otra que su-
bordinar el inicio del plazo previsto en el art. 37 LCQ a la notificación de la resolución del art. 36 LCQ.
Para evitar “sorpresas” y “agravios” los abogados y contadores que ejercen la sindicatura concursal tienen que
efectuar un particular seguimiento de los expedientes. No es reprochable que la sentencia de verificación de créditos
se dicte vencido el plazo de diez días pues si la celeridad y la diligencia judicial es plausible y elogiable, también es
requerible que el juez concursal examine los legajos de cada acreedor, analice el dictamen del síndico y decida
conforme “lo estime procedente” (art. 36 LCQ) pues aquél no es vinculante. Obviamente si esa tarea y la
elaboración de la sentencia le insume más días del plazo decenal, deberá el juez cuidar que su sentencia sea
protocolizada con ajuste a todas las formalidades legales para garantizarles a los acreedores, al síndico y al deudor,
un oportuno conocimiento de la misma, y también, excepcio- nalmente en juicios de especial complejidad, podrá
postergar mediante resolución fundada el dictado de aquella 87​ ​ . Si así no se procediera y se constatara
fehacientemente que se colocó a los justiciables en efectiva situación de denegación de justicia, necesariamente
deberá vincularse el inicio del plazo de veinte días con la notificación de la sentencia que se pretende recurrir.
​ los plazos en la ley concursal​, nota a fallo publicada en
Consultar Alegría, Héctor, ​Breve apostilla sobre la flexibilidad en la interpretación de
87 ​

LL, Suplemento Concursos y Quie- bras, septiembre 2004 y Derecho Comercial, Concursos y Quiebras, Doctrinas Esenciales, I, 741.
La verificación de créditos en el proceso concursal
2. Otra cuestión especialmente controvertida: la notificación de la sentencia que decide el
recurso de revisión
Como hemos dicho el recurso de revisión se sustancia por el trámite de los incidentes, regulado en la Sección II del
Capítulo III “Re- glas Procesales” del Título IV. La resolución que pone fin al incidente es apelable en relación y
con efecto suspensivo (arts. 285 y 273 inc. 4); las otras resoluciones que se dicten durante el trámite incidental, no
son apelables pero la ley consagra en el art. 285 una suerte de apelación con efecto diferido aunque sin necesidad de
apelación previa​88​: la parte agraviada puede solicitar al tribunal que las revoque cuando postula el recurso de
apelación interpuesto contra la sentencia “definitiva”.
El recurso de apelación debe interponerse dentro del plazo de diez días de notificada la sentencia, conforme el plazo
general estable- cido en el art. 273 inc. 1: cinco días “hábiles judiciales” (inc. 2 del mismo artículo).
La ley prevé que en el trámite de los incidentes, solo se notifica por cédula el decreto o auto que despacha
favorablemente la demanda incidental, dándole curso a la misma (art. 281 LCQ). Tratándose del recurso de revisión,
debe entonces notificarse por cédula el decreto que lo provee y corre traslado del mismo. Las restantes
notificaciones se efectúan por nota o “tácitamente” conforme la regla general contenida en el inciso 5° del art. 273
que prevé la que “estrictamente” debería denominarse notificación por ministerio de la ley o “automática”​89​. No
obstante, también la jurisprudencia ha determinado que las sentencias dictadas en incidentes concursales deben
notificarse personalmente o por cédula. El tema es controvertido y se han pronunciado en sentido absolutamente
divergente prestigiosos tribunales.
Uno de los antecedentes más antiguos es el Fallo Pleno de la Cá- mara Civil y Comercial de Rosario que ya en el
Acuerdo N° 1 de fecha 18/3/1981 declaró la necesidad de la notificación por cédula de la senten- cia que recaída en
incidente concursal a los efectos de su firmeza y ejecu-
88 ​
Graziabile, D., ​Las reglas procesales del concurso e​ n LL 2004-E-1074. 89
​ ​Ver el comentario de Ricardo Prono, en obra citada en nota 80, pág.

782.
63
María Cristina De Cesaris de Dos Santos Freire ​
64​ toriedad. Ese Pleno fue “renovado” por Acuerdo Pleno del 22/3/2007
90​
. Por su parte, la Sala Primera de la Suprema Corte de Justicia de Mendoza, a través del voto de la Dra.
Kemelmajer de Carlucci, expresó que discre- paba con el criterio mayoritario del fallo plenario pues “la notificación
por cédula es procedente siempre que exista disposición expresa de la ley concursal, decisión judicial que así lo
disponga o cuando la notificación automática o por ministerio de la ley implique quebrantamiento cons- titucional
de la defensa en juicio” pero si esa situación no se da porque los incidentes han tramitado normalmente, “la
sentencia se notifica, en principio, automáticamente”​91​. Este criterio de la Corte Mendocina ha sido mantenido hasta
nuestros días​92 ​y coincide con el adoptado por el Superior Tribunal de Justicia de Entre Ríos que decidió que “cabe
aplicar la ley concursal y no el Código Procesal local, salvo que el tribunal haya dispuesto la notificación por cédula
o que la notificación ficta dadas las constancias específicas del proceso se haya convertido en una trampa procesal”,
es decir, irregularidades en el trámite o resolución sorpresiva o coexistencia de notificaciones que pudieran
confundir y de tal modo anular o restringir el derecho de defensa del recurrente​93 ​.
La Corte Suprema de Justicia de la Provincia de Santa Fe, tanto en un incidente de verificación (“Airasca”​94​) como
en una revisión (“Colussi” A y S 145-488), y siguiendo la orientación de la Corte Nacional (28/9/1993 “Banco los
Pinos Coop. Ltda. Quiebra s/ incidente de verificación por Musella”​95)​, resolvió que es necesario la notificación por
cédula de la sen- tencia que recaiga en un incidente concursal. A ese criterio adhiere hoy también la Suprema Corte
de Justicia de la Provincia de Buenos Aires, bien que no —a mi criterio— con la amplitud de la Corte Santafesina​96​,
90 ​
​ ​SCJMendoza, 6/3/2003 “Espósito, Manuel y otro” en RDPC 2003-I-515. 92
Publicado en Zeus 104-J-230. 91 ​ ​Ver por ejemplo “Manzano c/

Passarini” del 10/3/2006 en LLGran Cuyo 2006- 840.



93 ​
STJ de Entre Ríos, 14/3-2003 “David Tufied s/ recurso de revisión” en RDPC ​2004-1-447.
94 ​
​ ​Publicado en JA 1994-II-445. 96
Fallos de la CSJSFe, Tomo 36, año 1997, págs. 11 y siguiente. 95 ​ ​Ver fallo de la CSJSFe del 25-8-2004 en “DGI

s/ recurso de revisión en Ingeniero Spirandelli


​ S.C.A.” publicado en LL Litoral 2004-1210 y su remisión a “Foglia” A y S T. 194-301.
La verificación de créditos en el proceso concursal
pues la Corte bonaerense dispuso la notificación por cédula atendiendo a una previa decisión del juez de la causa
que “incorporó al proceso una orden de modo definitivo” y de la cual no puede sustraerse pues lo contrario
importaría convalidar las conductas ambiguas y las sorpresas procesales​97​.
En mi opinión, y sin perjuicio de que en las jurisdicciones donde exista doctrina judicial obligatoria, deberá aplicarse
la misma, y también por razones de economía procesal, la doctrina emanada de los Superio- res Tribunales de
Provincia ante la hipótesis cierta de descalificación constitucional por apartamiento de la misma, es verificable una
fuerte corriente jurisprudencial que predica de la necesidad de notificación por cédula frente a la probabilidad cierta
de violación del derecho de defensa en juicio y de la seguridad jurídica por variación abrupta de las reglas del juego:
ello acontece no solo cuando hubo decisiones erráticas en materia de notificaciones sino cuando existe mora en el
dictado de las sentencias o cuando la resolución que dirime el incidente de revisión se dicta transcurrido largo
tiempo desde la conclusión del proceso (art. 59 primer párrafo LCQ) pues parece lógico y prudente que durante ese
período se exima de la notificación por ministerio de la ley y se disponga la obligatoria notificación por cédula.
12/2/2003 “Carrin, Mario A s/ incidente de revisión” reseñado en RDPC 2003-I- 53016/06/2004;
97 ​
​ ver también “Provincia de Buenos Aires s/inc.
de verific. crédito en: García Paz, Angel y otros s/conc. Prev.”, publicado en: LLBA 2005 (febrero), 58.
65
María Cristina De Cesaris de Dos Santos Freire
66​
La verificación de créditos en el proceso concursal
Capítulo VI
LA ACCIÓN DE DOLO
La ley concursal regula positivamente la acción, de creación pre- toriana, conocida como “revocación de cosa
juzgada fraudulenta”. Ello significa que, en el marco específico concursal, la irrevisibilidad de la sentencia de
verificación no es absoluta pues se permite el reexamen de la aparente cosa juzgada obtenida mediante un proceso
fraudulento, viabilizando la nulidad de ese pronunciamiento. Aída Kemelmajer de Carlucci se pregunta si la norma
del art. 38 es “necesaria” o “sobreabun- dante” pues, al no tratarse de una directiva de derecho concursal, a igual
resultado podría llegarse por la vía del derecho común con la ventaja de no dar la impresión de que la revocación de
la cosa juzgada concursal se limita a los supuestos mentados en el art. 38​98​.
Del texto de dicho artículo surge que son atacables por “dolo” las sentencias“ a que refiere el art. 37”, o sea las que
declaran verificado, admisible o no admisible un crédito​99​. Se ha decidido que constituye una
Kemelmajer de Carlucci, A., ​Cosa juzgada y procedimientos concursales en la ​jurisprudencia del nuevo milenio​, publicado en Academia
98 ​

Nacional de Derecho, junio de 2010 y en LL Online.

99 ​
Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial, sala D, 27/06/2008, “ Acuña, Marina
​ Inés y otros c. Di Donato, Roberto Miguel” publicado
en: LL Online.
67
María Cristina De Cesaris de Dos Santos Freire ​
68​ acción autónoma cuyo ejercicio no se encuentra supeditado ni
limitado por la interposición o no de la revisión porque tiende a demostrar el fraude o la intención de provocar, de
modo artificioso, un menoscabo en el patrimonio del deudor​100​.
También surge de la misma disposición que tramita por la vía ordinaria, o sea que es inaplicable el trámite
incidental, y está sujeta a un plazo de caducidad de noventa días “hábiles judiciales” contados desde la fecha en que
se dictó la sentencia de verificación del art. 36. La acción se deduce ante el juez del concurso que es, usualmente,
quien ha dictado la sentencia atacada.
La ley se refiere a un vicio específico: el dolo. Se entiende por dolo la aserción de lo que es falso o disimulación de
lo verdadero, como asimis- mo, cualquier artificio, astucia o maquinación dirigida a la ejecución de un acto (art. 931
Cód. Civil), que, en este caso, procura la verificación de un crédito o privilegio determinado o, alternativamente, que
se descarte una insinuación formulada por un pretenso acreedor.
Este debe ser el fundamento de quien pretende revisar la sentencia que declara verificado, admisible o inadmisible
un crédito y que produ- cido los efectos de cosa juzgada material​101​.
El hecho doloso debe referir a un engaño cometido durante el proceso de verificación que ha gravitado
decisivamente en el pronun- ciamiento judicial al punto de permitir se admita un crédito inexistente, o por un monto
mayor o menor al que corresponde, o asignándole un privilegio que no tiene. Por ello, aunque la ley se refiere al
“dolo”, algunos autores entienden que puede extenderse al fraude porque ambas figuras tienen en común el tipificar
conductas engañosas: la maniobra ejecutada en connivencia con el deudor o con determinado acreedor para obtener
la exclusión de otro o la inclusión de un crédito que no correspondía sea admitido en el pasivo concursal​102​.
La acción de revocación por dolo que estamos analizando es un
100 ​
CNCom. Sala B, 11/6/2009 “Inlica S.R.L. s/ quiebra” en LL Suplemento de ​Concursos y Quiebras, agosto de 2009, pág. 61.

Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Buenos Aires, 05/04/1994, “Club Atlético


101 ​
​ Temperley” publicado en: LLBA 1994, 281;
CNComercio, Sala E, 31/8/2010, “Con- sorcio de Propietarios Avenida General Paz c/ Ferrante, H. s/ ordinario”, inédito.

102 ​
Ver trabajo citado en nota 98 y sus remisiones en notas 136 a 142.
La verificación de créditos en el proceso concursal
planteo excepcional e inusual en los procesos concursales​103​. Además, del texto de la ley surgen algunas cortapisas,
pues existe consenso en el sentido de que el art. 38 regula la acción tendiente a la revocación de una decisión dictada
en el curso de la insinuación tempestiva de un crédito, de lo que resulta que estarán excluidas de esa revisibilidad
​ ; b) los procedimientos que hubieran
por dolo las siguientes tres situaciones: a) La verificación tardía (LC 56) 104​
seguido a pesar del concursamiento, por opción de los pretensos acreedores (arts. 21 y 133); c) las decisiones que
“autorizan” el pronto pago laboral, pues la ley 26.086 nada predica de tal revisibilidad de la cosa juzgada.
Empero debe destacarse que la Corte Suprema de Justicia de la Nación ha reconocido la posibilidad de articular la
pretensión “autó- noma” de nulidad por cosa juzgada fraudulenta incluso en el proceso de admisión tardía de un
crédito​105​, porque, como reiteradamente se ha sostenido, la inexistencia de un procedimiento formalmente previsto,
no es óbice para la articulación de la acción autónoma declarativa de la cosa juzgada írrita. En el mismo sentido,
Graziabile sostiene que si se inicia la verificación tempestiva debe seguirse la senda impugnativa que marca el
estatuto falimentario, es decir “revisión o acción por dolo y excepcionalmente la revisión por cosa juzgada írrita”​106​.
Interpreto que dicho autor implícitamente comparte la opinión de otros que entienden que vencido el plazo de
caducidad del art. 38 siempre quedan los diez años de prescripción de la cosa juzgada írrita computados desde que se
tuvo conocimiento del acto, cualquiera sea al vicio que se denuncie​107​. De ello se sigue que no obstante las
limitaciones que la ley concursal impone, en tanto se acepte la coexistencia de la “acción autónoma de nulidad por
cosa juzgada írrita”, son revisables por esta vía cualquiera
Chomer, Héctor Osvaldo, ​La acción de dolo para la revocación de la cosa juzgada irrita
103 ​
​ en la verificación de créditos ​en LL 2006-E, 1042;
Casadío Martínez, Claudio Alfredo ​La acción por dolo en la verificación de créditos​, en LLPatagonia 2009 (junio), 839.
104 ​
Ver voto del Dr. Heredia en fallo citado en nota 99 y sus remisiones. ​105 ​CSJN, 20/03/2003, “Banco Central de la República Argentina en

Centro Finan- ciero


​ S.A.” en JA 2003-III-759, con notas de Roland Arazi y Morello, A-Ciocchini, P.

106 ​
Casadío Martínez, ​Alcances de la cosa juzgada de la sentencia verificatoria en los concursos
​ ​en: LL 27/05/2010, 3.

107 ​
Sobre la prescripción de la acción autónoma de nulidad ver también el punto 12
​ de la Cuarta parte del trabajo citado en la nota 98
69
María Cristina De Cesaris de Dos Santos Freire ​
70​ de las resoluciones que deciden sobre la existencia, cuantía y
prioridad de un crédito, y que, en principio, aparecen formalmente excluidas de esa posibilidad​108​. Será aplicable,
por ende, en los procesos concursales, la doctrina autoral y jurisprudencial elaborada a partir del conocido
precedente “Campbell Davidson​109​.
108 ​
CCC Santa Fe, Sala 2°, 01/03/2006, “Sindicatura en BIBA c/ Clienti”, R. N° 27, ​F° 152, Libro 3.

CSJN, 19/2/1971, “Campbell Davidson c/Pcia. de Buenos Aires”, Fallos 279- 54;
109 ​
​ ver Morello, A., ​Pretensión autónoma de sentencia
declarativa de cosa juzgada írrita,​ en “La Eficacia del Proceso”, pág. 387, Hammurabi, 2001; Couture, E., ​Revocación de los actos procesales
fraudulentos, e​ n “Estudios de Derecho Procesal”, Vol. III, pág. 387, Ediar, 1951; Peyrano - Chiappini, ​Acción de nulidad de sentencia firme e​ n
“El Proceso Atípico”, Vol. 2, págs. 35 y ss., Ed. Universidad, 1984.
La verificación de créditos en el proceso concursal
Capítulo VII
LA VERIFICACIÓN TARDÍA DE CRÉDITOS
1. Concepto. Plazo
Se denomina verificación “tardía” a la inclusión de un crédito en el pasivo reclamada luego del fenecimiento del
plazo fijado para la verificación tempestiva. O sea que el “dies a quo” es el día siguiente al señalado en la resolución
de apertura del concurso preventivo o la decla- ración de quiebra como fecha límite para que los acreedores
presenten sus pedidos de verificación al síndico (art. 14 inc. 3 LCQ y art. 88 último párrafo LCQ). El “dies ad
quem” no es cuestión sencilla, y necesaria- mente debe distinguirse el concurso preventivo de la quiebra pues en el
primero juega el plazo de la “prescripción abreviada concursal” (art. 56 LCQ), tema sobre el cual volveremos.
El art. 56 de la ley, luego de la reforma introducida por la ley 26086, en lo que interesa y textualmente reza: ​“El
pedido de verificación tardía debe deducirse por incidentes mientras tramite el concurso o, concluido éste, por la
acción individual que corresponda, dentro de los dos años de la presentación en concurso. Si el título verificatorio
fuera una sentencia de un juicio tramitado ante un tribunal distinto que el del concurso, por tratarse de una de las
excepciones previstas en el artículo 21, el pedido de verificación no se considerará tardío, si,
71
María Cristina De Cesaris de Dos Santos Freire ​
72​ no obstante haberse excedido el plazo de dos años previsto en el
párrafo anterior, aquél se dedujere dentro de los seis meses de haber quedado firme la sentencia. Vencidos esos
plazos prescriben las acciones del acreedor, tanto respecto de los otros acreedores como del concursado, o terceros
vinculados al acuerdo, salvo que el plazo de prescripción sea menor. Cuando la verificación tardía tramite como
incidente durante el concurso, serán parte en dicho incidente el acreedor y el deudor, debiendo el síndico emitir un
informe una vez concluido el período de prueba”.
Del texto de la norma, parcialmente transcripta, surge claro que la distinción que se efectúa en orden al trámite no
implica que la “acción individual” no sea una “verificación”. Dicho en otros términos: con independencia del trámite
que deba imprimirse —incidente o “acción individual”— mientras no se declare cumplido el acuerdo (art. 59 penúl-
timo párrafo LCQ), rige el principio de concursalidad, de lo que resulta que la pretensión deba deducirse ante el juez
del concurso y se trata, sustancialmente, de una “verificación”​110​. Si la pretensión es propuesta en un concurso
preventivo exitoso, que terminó con acuerdo homologa- do, se produce el efecto de la abreviación de la prescripción
liberatoria para el acreedor “tardío”, lo que implica que juegue, además del plazo ordinario de prescripción que
corresponde a cada acción en particular, también el plazo “concursal” de dos años, aspecto que analizaremos “infra”
como ya adelantáramos.
En la quiebra, la ley refiere a las verificaciones tardías en los arts. 223 y 231 segundo párrafo, e implícitamente, en
el art. 220 inciso 2). De la interpretación integrada de las tres disposiciones surge que las “verificaciones tardías” son
proponibles en las quiebras incluso con posterioridad a la presentación de un proyecto de distribución, pero si ya se
dictó la resolución de clausura del procedimiento (art.230 LCQ), los acreedores que no hubieran solicitado la
verificación hasta ese momen- to solo quedan habilitados si denuncian las existencia de otros bienes susceptibles de
ser liquidados.
En el mismo sentido: Vaiser, Lidia en DyE N° 12/13, ​Derecho concursal,​ obra colectiva
110 ​
​ dirigida por Adolfo Rouillon, LL, 2004, págs. 884 y
sig.; en el sentido de que el “dies ad quem” se radica en la conclusión del concurso, Junyent Bas y Molina Sandoval en el Tomo II pág. 556 de la
obra de Cámara, ​El Concurso Preventivo y la Quiebra,​ actualizada bajo la dirección de Ernesto Martorell, Lexis Nexis, 2006.
La verificación de créditos en el proceso concursal
Como regla, las verificaciones tardías cursan por el trámite de los ​“incidentes” ​regulados en la Sección II del
Capítulo III del Libro IV de la ley concursal, tanto porque así lo dispone el art. 56 respecto a las que se promuevan
“mientras tramite el concurso”, como el art. 280 que establece que a “todas las cuestiones que tengan relación con el
objeto principal del concurso” y no tengan un trámite distinto y específico previsto en la misma ley concursal, se les
aplican las disposiciones allí contenidas​111​.
¿Qué son los incidentes? Es un trámite abreviado, pero con amplias posibilidades de defensa y prueba, predispuesto
para dirimir todas las cuestiones que se plantean entre el deudor, acreedores y síndico, y que no tengan señalado un
trámite diferenciado especial . Así por ejemplo, en razón de carecer de trámite específico, también deben
sustanciarse por la vía de los incidentes: el recurso de revisión (art. 37), las impugnaciones al acuerdo (arts 50 y 51),
el recurso de reposición contra la sentencia de quiebra declarada a instancias de acreedor (arts. 94 y 95), etc. Por el
contrario, tienen trámite reglado y con mínima sustanciación, el pronto pago a instancia de acreedor interesado y la
autorización gestionada por el deudor para realizar determinados actos que exceden la administración ordinaria (art.
16), entre otros​112​.
2. ¿Quiénes son los acreedores legitimados?
Al igual que en la verificación tempestiva, están legitimados los acreedores por causa o título anterior a la
presentación en concurso (art. 32) o declaración de quiebra (art. 200). Acreedores “tardíos” son los acreedores que
no se presentaron “en término” según expresión del art. 50 LCQ, es decir, aquellos que reclaman su reconocimiento
y su incor- poración al proceso concursal una vez vencido el plazo de verificación señalado por el juez de
conformidad a lo prescripto por los arts. 14 inc. 3 y 88 LCQ. Estos acreedores pueden obtener sentencia que declare
la
Parece compartir esta opinión Vaiser en trabajo citado en la nota anterior, en cuanto
111 ​
​ señala que en la práctica se imprime siempre el mismo
trámite incidental, sin que se hubiera tenido en cuenta la disquisición que cabe formular conforme el texto legal.

Una completa reseña de supuestos de aplicabilidad e inaplicabilidad del ​incidente concursal realiza Prono, R. en ​Código de Comercio
112 ​

Comentado y Anotado,​ obra colectiva dirigida por Adolfo Rouillon, Editorial La Ley, 2007, T. IV-B, págs. 806 y sigs.
73
María Cristina De Cesaris de Dos Santos Freire ​
74​ existencia, monto y graduación de su crédito en el trámite incidental
que deberán promover ante el juez del concurso pero no participarán en la deliberación y votación del acuerdo,
instancia reservada para aquellos que son declarados “verificados y admisibles” en el proceso de verifica- ción
ordinario o típico (arg. arts. 36 último párrafo y 41LCQ).
La regla es que los créditos que se insinuaron oportunamente y fueron declarados parcial o totalmente inadmisibles
no pueden repro- ponerse a través de la “verificación tardía”. Sin perjuicio de algún caso especial, que ya
analizaremos, no es procedente habilitar la verificación tardía para corregir sentencias que han pasado en autoridad
de cosa juzgada material, permitiendo una suerte de recurso “in extremis”. La secuencia es: sentencia de
admisibilidad o inadmisibilidad (art. 36 LCQ); recurso de revisión con apelación ante la Cámara de Apelación (art.
37 LCQ) y, eventualmente, acción de dolo (art. 38 LCQ).
En algunas oportunidades se ha admitido replantear la pretensión bien que dejando a salvo que en el caso no había
mediado pronuncia- miento expreso sobre aquella pues la verificación tempestiva había sido formalizada por
persona que carecía de legitimación procesal por no revestir la calidad de apoderado o mandatario del acreedor. Ello
no configura propiamente una excepción pues si la inadmisibilidad se funda en la falta o ausencia de mandato, para
el acreedor estrictamente no es un “segundo intento” sino el primero, bien que tardío​113​.
No obstante, se registran algunos pronunciamientos recientes que han puesto nuevamente de manifiesto “las
resistencias que genera la cosa juzgada de las sentencias verificatorias”​114.
Así tituló Truffat su comentario crítico del fallo de la Corte Fe- deral recaído en un incidente de verificación tardía
promovido por una acreedora laboral en el concurso preventivo de “Alpargatas Textil S.A.”​115​. Según se conoce por
la lectura de los antecedentes reseñados en el dictamen de la Procuradora Fiscal de la Nación, los jueces integran-
Junyent Bas y Molina Sandoval en la pág. 551 de la obra citada en nota 110 y​ sus remisiones, entre ellas y en especial, al fallo del TSJCórdoba,
113 ​

24/6/98, en “José M. Natividad s/concurso”, reseñado en RDPC 2000-1-461.

114 ​
Truffat, D. en ​Resistencias frente al valor de cosa juzgada de las decisiones verifica- ​torias concursales ​en LL 2008-E-1.
115 ​
CSJN, 08/04/2008, “Alpargatas Textil S.A. s/conc. prev. s/inc. de verif. de crédito
La verificación de créditos en el proceso concursal
tes de la Sala E de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial consideraron que resultaba improcedente la
promoción del incidente de verificación tardía, pues la sentencia dictada en la oportunidad prevista en el artículo 36
de la ley 24.522, había declarado la inadmisibilidad del crédito, sin que la accionante planteara la revisión que prevé
el artículo 37 del citado cuerpo legal, por lo que la decisión se encontraba firme. Agregaron, que no obstaba a dicha
solución la circunstancia que a la fecha en la cual venció el plazo para revisionar los créditos, la causa laboral se
encontrara en trámite. La Corte, por mayoría, declaró admisible el recur- so extraordinario, haciendo suyo el
dictamen de la señora procuradora fiscal, quien consideró que carecía de suficiente fundamento la decisión del
tribunal de atribuir el carácter de cosa juzgada a la sentencia dicta- da en la oportunidad prevista en el artículo 36 de
la ley 24.522, pues la Cámara prescindió considerar que, no obstante la apertura del concurso de la demandada, la
Justicia del Trabajo mantuvo su competencia hasta el dictado de la sentencia que reconoció la legitimidad del crédito
invo- cado, y que el anterior pedido de verificación que contempla el artículo 32 de la ley 24.522 fue rechazado por
carecer de causa y monto atento a que el proceso laboral se encontraba en pleno trámite.
La decisión del Máximo Tribunal Nacional implicó, en los hechos, dar una segunda “oportunidad” a quien
previamente había pretendido incorporarse en forma “tempestiva” con resultado adverso. Esta alterna- tiva siempre
fue considerada inadmisible por la más autorizada doctrina concursal, con fundamento en el claro texto legal: la
sentencia que decla- ra admisible o inadmisible un crédito solo es impugnable mediante el recurso específico
previsto en la segunda parte del artículo 37 LCQ, “y vencido ese plazo (veinte días) sin haber sido cuestionada,
queda firme y produce también los efectos de la cosa juzgada, salvo dolo”​116​.
por: Graiff, Celia Elena”, publicado en LL 2008-E , 3, con nota de Edgardo Daniel Truffat; LL 2008-F , 528, con nota de José Agustín Ruta.

Truffat en el trabajo mencionado en la nota 114 y su remisión a Pablo Here- dia;


116 ​
​ también Casadío Martínez, C., ​Alcances de la cosa juzgada de
la sentencia verificatoria en los concursos​, en LL 2010-C-475; Kemelmajer de Carlucci, A. en el punto 5 de la Tercera parte del Trabajo citado
en nota 98. Cabe aclarar que la distinguida académica mendocina consideró correcta la solución adoptada por la Corte Federal en el caso citado
en la nota anterior pues no había mediado pronunciamiento del Tribunal concursal sobre el fondo del asunto y por ende, no había cosa juzgada
material.
75
María Cristina De Cesaris de Dos Santos Freire ​
76​ Los pronunciamientos recientes a los cuales nos referíamos fueron
dictados el 20 y el 22 de julio de 2010 por la Sala Primera de la Cámara Civil y Comercial de Rosario en dos
incidentes de verificación tardía pro- movidos en sendos concursos preventivos de dos cónyuges​117​. Los fallos son
suficientemente claros en relación a los hechos del caso: una entidad financiera demandó tempestivamente la
verificación de un crédito por concepto de saldo deudor en cuenta corriente bancaria. En la solicitud de verificación
se reclamó un monto significativamente menor al monto denunciado por la propia acreedora y al consignado en el
certificado de saldo deudor que se acompañó; esta circunstancia fue advertida por el síndico quien dictaminó
favorablemente con el límite del monto recla- mado. El juez compartió el dictamen del síndico y la decisión adquirió
firmeza: el incidente de revisión se desestimó por haber sido interpuesto vencido el plazo del art. 37 LCQ.
Posteriormente, la acreedora reclamó la diferencia por la vía de la verificación tardía y el juez concursal la admitió
considerando que el reclamo no se encontraba alcanzado por la cosa juzgada pues fue promovida por una porción de
crédito que no fue incluida en la verificación tempestiva. La sentencia fue recurrida por los concursados y
confirmada por la Cámara de Apelación a partir de tener por cierto la existencia de un error material de tipo
numérico y sobre la base de precedentes de la Corte Nacional, que cita, conforme a los cuales debe prevalecer la
verdad jurídica objetiva por sobre los principios de preclusión y cosa juzgada “cuando la aplicación de estos
configuran un exceso en los límites de la razonabilidad”. Los pronunciamientos de la Sala rosarina abundan en
remisiones a doctrina autoral y jurisprudencial, con especial énfasis en la necesidad de dar primacía a la doctrina de
la verdad jurídica objetiva y evitar un exceso ritual manifiesto que afecte el adecuado servicio de justicia.
Desde lo dogmático, son compartibles las consideraciones de los distinguidos magistrados que suscriben los
pronunciamientos re- señados. No obstante, estimo preocupante puedan generalizarse las resoluciones que
relativizan el valor de la cosa juzgada, a partir de una
“Andreo, Mónica s/ concurso preventivo s/ Incidente de verificación tardía de Bank
117 ​
​ Boston NA” y “Gazzola, Daniel s/ Concurso Preventivo s/
Incidente de verificación tardía de Bank Boston NA”, publicados en Zeus 114, J-695 y Zeus, entrega del 21/3/2011.
La verificación de créditos en el proceso concursal
lectura ligera de aquellos que conduzca a una traspolación equivocada de las conclusiones.
En un trabajo reiteradamente citado​118​, Aída Kemelmajer de Car- lucci alerta sobre la “creatividad” de los litigantes
que, por una razón u otra, no han ejercido las vías específicas del ordenamiento concursal y pretenden se deje sin
efecto una decisión que ha pasado en autoridad de cosa juzgada, “así por ejemplo quien no dedujo la revisión del art.
37 de la LC e interpone un incidente de verificación tardía o un incidente innominado de rectificación de crédito
verificado”. Frente a los errores materiales, la solución circula por la vía de la revisión. Si dicho error material
redunda en beneficio exclusivo de un acreedor y perjudica seriamente los intereses del resto de los acreedores,
podría admitirse el planteo correctivo fuera de los plazos y procedimientos previstos en el art. 37 LCQ​119​.
3. Trámite de la verificación tardía
El trámite incidental predispuesto por la ley para las verificaciones tardías no debe confundir al intérprete: se trata de
un verdadero juicio de conocimiento pleno en el cual deberán acreditarse los presupuestos que habilitan la inclusión
del crédito en el pasivo. En la verificación tardía rige para el acreedor la misma carga probatoria que en la
verificación tempestiva​120​, pero acentuada pues se trata de una etapa “eventual” que se rige por las reglas
establecidas en la sección respectiva y en la cual los poderes inquisitorios de impulso e investigación aparecen
restringidos, al punto que es susceptible de perimir por inactividad superior a los tres meses (art. 277 LCQ).
El art. 281 expresamente prevé que el promotor del incidente, en nuestro caso, el acreedor que pretende ser admitido
como concurrente, debe ofrecer toda la prueba y agregar la documental con el escrito en el
118 ​
​ ​Corte Suprema de Justicia de la Nación, 15/06/2004, “El Soberbio S.A. s/conc. Prev”,
En las notas 98, 102, 107 y 116. 119 ​ publicado en LL
entrega del 28/02/2005, 7.

120 ​
Nos remitimos a los conceptos expuestos en el punto 2 de este Trabajo y sus remisiones.

77
María Cristina De Cesaris de Dos Santos Freire ​
78​ cual plantea aquél, es decir, con la demanda. A su vez, el art. 282 es
claro en el sentido de imponer a las partes la carga del impulso de la produc- ción de las pruebas ofrecidas y
admitidas, dentro del plazo señalado por el juez que no puede exceder de veinte días hábiles judiciales.
De la interpretación integrada de las distintas normas involu- cradas (arts. 273 inc. 9, 274, 281 y 282 LCQ) surge
claro que si bien la ley concursal otorga amplias facultades al juez en materia probatoria, todo aquel que pretende ser
reconocido como acreedor debe invocar y probar la causa de su obligación, la existencia y cuantía del crédito, y en
su caso, del privilegio, dentro del plazo establecido. El rasgo típico de este proceso “incidental de verificación”,
consiste en que, además de que con la demanda y su contestación han de ofrecerse todas las pruebas con que cada
parte piense demostrar sus afirmaciones de hecho, incumbe a las mismas urgirlas dentro del plazo perentorio que se
señala para no verse expuestos a que se declare, incluso de oficio, la negligencia en su producción y se malogre la
finalidad propuesta.
El trámite de la verificación tardía se sustancia con el concursado, que es, en palabras de Rouillon, “el natural y
potencial contradictor del acreedor insinuante”​121​. En las quiebras, el fallido también tiene legitima- ción pasiva a
tenor de lo prescripto por el art. 110 LCQ. La ley impone que el síndico sustituya la legitimación procesal del fallido
pero sólo en lo relativo a los bienes desapoderados, es decir en relación al activo: ello implica que el fallido pierde
posibilidad de actuación en esa cate- goría de juicios, o sea los relacionados con la recomposición del activo.
Respecto al pasivo, la caracterización, de parte necesaria o contradictor que se realiza en el último párrafo del art.
275 LCQ, tampoco es asumida por el síndico en la quiebra, pues el verdadero legitimado pasivo es el deudor quien
conserva legitimación para actuar y el síndico sólo dicta- minará acerca de la procedencia o improcedencia del
pedido conforme a su carácter de órgano auxiliar, y por ende imparcial​122 ​. En efecto: el
121 ​
Régimen de concursos y quiebras, ley 24522,​ Astrea, 15a edición, pág. 163. 122
​ ​CCCSanta Fe, Sala 2a, “Chiarvetti, Juan s/ Quiebra”, inédito, y

sus remisiones a​ Graziabile, D. “Síndico concursal ¿Organo, funcionario y/o parte?” en LL entrega del 08/05/2007, 1; Prono, Javier, ​Reflexiones
sobre la capacidad y legitimación procesal del fallido e​ n págs. 359 y sigs. del Libro en Homenaje a Ricardo S. Prono editado por la UNL, agosto
de 2010)
La verificación de créditos en el proceso concursal
art. 56 LCQ establece que una vez concluido el período de prueba en el incidente, se le debe dar vista para que emita
un informen o dictamen que aconseje admitir o rechazar total o parcialmente el crédito, y, en su caso, el privilegio.
Algunos tribunales, y también autorizada doctrina, derivan de la calificación de la intervención del síndico (no es
parte), consecuencias arancelarias y restricciones en orden a las defensas o excepciones. Así por ejemplo Rouillon
considera que el rol que le asignó el legislador en la verificación tardía “claramente excluye: la posibilidad de cargar
costas al síndico, cualquiera fuera el destino o resultado de su dictamen en la sentencia; la regulación de honorarios
incidentales a él o a su letrado; y la legitimación del mismo para apelar la sentencia, cualquiera fuera el sentido de
ella”​123​. En otro caso, se resolvió que el síndico no estaba facultado para oponer la excepción de prescripción en
relación a ciertos créditos demandados por el Fisco de la Provincia de Buenos Aires, porque su especialísimo rol es
el de asesorar y auxiliar al juez, y su función no es la de un litigante que puede controvertir o puede peticionar
protección judicial​124​.
En otra vereda, jerarquizada doctrina admite la legitimación del síndico para oponer la prescripción, aún sin
asignarle carácter de parte en un sentido técnico-jurídico. Explica Di Tullio que el fundamento de tal posición estriba
no solo en la calidad de órgano que posee el síndico, encargado de tutelar el interés concursal, sino además en el
expreso pre- cepto del art. 3963 CC que textualmente prevé: “Los acreedores y todos los interesados en hacer valer
la prescripción pueden oponerla a pesar de la renuncia expresa o tácita del deudor o propietarios” y señala que la
jurisprudencia revela cantidad de casos en los cuales la prescripción ha sido aplicado como consecuencia de la
denuncia del síndico, sin que por ello su legitimación haya sido puesto en duda en esos mismos prece- dentes. Otro
fundamento importante para legitimar al síndico es que, a diferencia de lo que ocurre en el marco de la verificación
tempestiva, en el incidente “tardío” la ley no ha previsto el control multidireccional de
123 ​
​ ​Ver fallos citados por Di Tullio, J.A. en ​Tratado del Síndico​, obra colectiva di- rigida
Ver nota 121. 124 ​ por Darío Graziabile, Abeledo Perrot,
2008, Capítulo IV “Verificación de Créditos, en especial pág. 166.
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