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Doctrina II (El Espíritu Santo)

LECCIÓN No. 7

1. Determinar la importancia del fruto del Espíritu Santo en la vida


espiritual

2. Establecer el significado del fruto del Espíritu

3. Determinar la relación del fruto del Espíritu con Dios, el prójimo


y nosotros mismos

4. Mostrar los pecados que se cometen contra el Espíritu Santo

¿Existe un solo fruto o son varios los frutos del espíritu?

¿Está el fruto del Espíritu relacionado con todos los aspectos de la


vida del creyente?

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“Más el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia,


benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza…” (Gálatas
5.23; Efesios 5.9).

Una vez que la persona ha sido regenerada por la obra del Espíritu
Santo, hablando en otras lenguas, es esperar el fruto del Espíritu
Santo.

Al estudiar el fruto del Espíritu hay que notar dos hechos


importantes:

La palabra fruto está en singular, no hay nueve frutos separados


uno del otro, sino que hay un fruto, tal como un racimo es un fruto,
así éste es un racimo de gracias; y así una de estas gracias
aparece en la vida del cristiano, debemos esperar que las otras
también se manifiesten.

1. Este es el fruto del Espíritu y no el fruto del cristiano, es decir


que este fruto nace del Espíritu y lo produce el Espíritu; no es
tampoco a lo que el Seño Jesús se refirió en San Juan 15, al hablar
de fruto, más fruto y mucho fruto; ya que aquí habló del trabajo de
ganar almas y éste sí es el fruto del cristiano.

Aunque es un hermoso racimo o fruto de gracias, vamos a dividirlo


en tres grupos para nuestra mayor comprensión.

A. En relación con Dios: amor, gozo, paz

B. En relación con el prójimo: paciencia, benignidad, bondad.

C. En relación con nosotros mismos: fe, mansedumbre, templanza.

Recordando que el Espíritu vino para morar en el cristiano y que


está ahí para hacer una obra definitiva y para llenar una necesidad
definida, esto nos ayuda a entender que el fruto del Espíritu, que
adornada la vida del Santo no es para exhibición y vanagloria del
creyente sino para llenar una necesidad.
El fruto del Espíritu es opuesto a un aspecto no espiritual
correspondiente en el corazón humano; la cura para las

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condiciones materiales no es un intento de dejar de hacer lo malo


sino en sustituirlo con el fruto del Espíritu. Esto es todas las
virtudes de Dios imparten. La paciencia por ejemplo, es el antídoto
divino para la impaciencia. No es una mera prolongación de la
paciencia humana al ser contemplada; más bien es la paciencia de
Dios operada internamente.

La paciencia infinita de Dios no conoce límites; esto se ve en su


largo trato con la humanidad, en su paciencia con los individuos
que rechazaron a Cristo, su paciencia con los que trae a Él. (Lucas
18.7). Cuando Jehová proclamó su nombre a moisés en el monte
Sinaí dijo: “Jehová, Jehová, Fuerte, misericordioso y piadoso, tardo
para la ira y grande en misericordia y verdad” (Éxodo 34.6). Así,
Moisés en una oración intercesora recuerda a Jehová acerca de su
propia revelación de sí y exclama: “Jehová tardo para la ira y
grande en misericordia, que perdona la iniquidad y la rebelión,
aunque de ningún modo tendrá por inocente al culpable; que visita
maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta
generación” (Num 14.17.18) y el salmista declaró: “Más tú, señor,
Dios misericordioso y clemente… (Salmo 86.15).

El apóstol Pablo advierte a los que se oponen a Dios, cuando


pregunta ¿O menosprecias las riquezas de su benignidad,
paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al
arrepentimiento? (Romanos 2.4; 9.22).

Pero declara: “El Señor no retarda su promesa según algunos la


tienen por tardanza, sino que es paciente…” (2 Pedro 3.9). Y en
otra escritura afirma. “La paciencia de nuestro Señor es para
salvación (2 Pedro 3.15; Colosenses 1.11; 2 Pedro 3.12; 1 Timoteo
1.16).

Pablo también dice que: “Seáis pacientes para con todos” (1


Tesalonicenses 1.14). Fue una práctica de toda la experiencia de
Pablo. Por eso testifica a Timoteo: “Pero tú has seguido mi
doctrina, conducta, propósito, fe, longanimidad, amor, paciencia”
(2 Timoteo 3.10). Ciertamente esta virtud pertenece especialmente
a los que son llamados (2 Timoteo 4.2; 2 corintios 4.8-9).

Cuando somos heridos o cuando viene el tiempo de angustia y


tristeza el Espíritu produce este fruto, para bendición del santo y
testimonio a los que lo rodean (Romanos 8.26).

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En vista de que el Espíritu Santo declara en 1 corintios, que el


amor es supremo entre todos los dones, es razonable que
aparezca en el primer lugar en la lista del fruto. El amor es el
aspecto prominente de la experiencia humana tanto en la
dispensación mosaica y en la del reino así como en la iglesia. En
cuanto a la ley mosaica se declara que el cumplimiento de la ley es
el amor (Romanos 13.10) y el ascenso en responsabilidad respecto
al amor que el reino venidero anticipa, que se establece en Mateo
5.43. “Oísteis que fue dicho, amarás a tú prójimo y aborrecerás a
tus enemigos…” “Un nuevo mandamiento os doy: Que os améis
unos a otros…” (Juan 13.34-35; 1 Juan 2.15-16).

De igual modo el gozo mencionado en segundo lugar entre los


elementos del fruto del Espíritu, no es otra cosa que el gozo
celestial divino; no es un gozo humano o estimulado, sino que es el
gozo del Espíritu Santo mismo. Es una experiencia en el creyente
tal como lo declaró Nehemías “El gozo del Señor es nuestra
fortaleza” (Nehemías 8.10). De este gozo habló el Señor Jesucristo
cuando dijo: “Para que mi gozo esté en vosotros y vuestro gozo
sea cumplido” (Juan 1.4). Cuando la oración se realiza con toda su
bendición el gozo será cumplido (Juan 16.24). Así también Pedro
escribe “A quien amáis sin haberle visto, os alegráis con gozo
inefable y glorioso” (1 Pedro 1.8). Finalmente san Pablo escribe:
“Regocijaos en el Señor Siempre, otra vez digo regocijaos”
(Filipenses 4.4; 1 Tesalonicenses 5.16).

Así como Cristo legó su gozo, legó su paz, cuando dijo: “La paz os
dejó mi paz os doy, yo no os la doy como el mundo la da. No se
turbe vuestro corazón, ni tengas miedo “(Juan 14.27). Aquí hace
referencia a la paz divina y no puede ser menoscabada en el
Corazón humano. El apóstol Pablo dijo: “y la paz de Dios que
sobrepasa todo entendimiento guardará vuestros corazones y
vuestros pensamientos en Cristo Jesús (Filipenses 4.7). Hay que

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observar la diferencia entre la paz de Dios, que es una experiencia


subjetiva operada interiormente, y la paz con Dios (romanos 5.1).

Esta última frase se refiere a la verdad que por la obra consumada


de Cristo, el creyente está para siempre en paz con Dios. El primer
caso Pablo describe la perfección de la reconciliación. La paz que
Cristo heredó y que es uno de los elementos del fruto del Espíritu,
no obstante es una experiencia de paz que se siente en el corazón,
como todo lo incluido en el fruto del Espíritu, es la directa y
constante impartición de lo que contribuye la misma naturaleza del
carácter de Dios. La paz es una sublime tranquilidad del corazón y
mente en lugar de todo recuerdo perturbador, presagio,
circunstancia o condición. Una paz tan inapreciable como lo es,
honra a Dios delante de los hombres y así satisfacer a Dios;
ciertamente, esa gran paz únicamente la disfrutan aquellos cuyas
vidas están escondidas con Cristo en Dios (Colosenses 3.3).

Obsequio o servicio que se hace por amor o gratitud a Dios,


contribuir con dinero u otras dones para un fin. La ofrenda es
voluntaria (Éxodo: 25:2, 35:22, y 29, 36:3, Levítico 23:38,
Deuteronomio 12:6, Esdras 1:4, 2:68, 3:5, 7:16, 8:28, Amós 4:5, 1ª
Corintios 16:1-2, 2ª Corintios 8:20). Sin defecto (Levítico 22:18-21).

Abraham también espero con paciencia y alcanzó la promesa


(Hebreos 6.15).

La venida del señor Jesucristo requiere paciencia en nosotros


(Santiago 5.7).

El diccionario de nuestra lengua lo define como: afable, piadoso,


inofensivo (Salmo 18.35; Oseas 2.19; Romanos 2.4; Colosenses
3.12; 1 Pedro 2.3).

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Calidad de bueno, inclinación a hacer el bien. La bondad alcanza el


infinito y la escritura da abundante testimonio de su ilimitada
bondad. El mundo depende de la convicción fundamental de que
Dios es bueno. Ninguna parte puede pintar la calamidad y
confusión en que estuviera el mundo si en laguna ocasión tuviese
la peregrina convicción de que Dios es malo en sí (Éxodo 33.19;
Salmo 33.4-5

El fruto del Espíritu es… Fe (Gálatas 5.22). La referencia aquí no


es la actitud de fe, sino más bien se dice del Espíritu que produce
en el creyente la fidelidad divina. Todos los pactos de Dios, sus
promesas y sus predicaciones hablan de su fidelidad. “El
permanece fiel” “Grande es su fidelidad”. El Espíritu Santo participa
plenamente en estos atributos divinos, y El es el que da testimonio
porque “El Espíritu es la verdad” (1 Juan 5.6).

La palabra usada por Gálatas 5.22, como el fruto del Espíritu no es


fe en el sentido subjetivo; desde luego, también es cierto que la fe
salvadora es una obra de Dios en el corazón, pero obviamente no
es verdad que Dios ejercite semejante clase de fe; más bien El es
fiel digno de confianza y inmutabilidad. Gálatas 5.22, es un registro
de estas características divinas.

La huella humana de infidelidad es corregida únicamente por la


más grande manifestación de fidelidad de Dios. Él es siempre fiel,
se declara en (lamentaciones 3.22-23) así “Por la misericordia de
Jehová nosotros no hemos sido consumidos. Porque nunca
decayeron sus misericordias, nuevas son cada mañana; grande es
tú fidelidad”. Sobre este tema no hay palabras más fuerte que la del
Salmo 36.5” Jehová, hasta los cielos llega tú misericordia; y tu
fidelidad alcanza las nubes”. Dios había prometido, en su fidelidad
de recordar a David. Lo dijo: “y mi verdad y mi misericordia estarán
con él, y en mi nombre será exaltado su poder… Más no quitaré de
él mi misericordia ni falseare mi verdad” (salmos 89.24-33).

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El mismo Salmo 89, bien puede ser llamado el salmo de la fidelidad


de Jehová, siendo que esta virtud es mencionada a lo menos seis
veces; el Salmo se inicia con las palabras; “Las misericordias de
Jehová cantaré perpetuamente, de generación en generación haré
notoria tu fidelidad con mi boca; Porque dije para siempre será
edificada misericordia; en los cielos mismo afirmarás tu verdad.

La mansedumbre de Dios no implica debilidad. El cordero mudo


ante sus angustiadores es una demostración de la mansedumbre
de Dios en la manifestación en su carne. David dice “Me diste
asimismo el escudo de tu salvación, y tú benignidad me ha
engrandecido” (2 Samuel 22.36; Salmo 18.35).

El apóstol Pablo exhorta a los corintios por la mansedumbre y


ternura de Cristo (2 corintios 10.1) “os ruego por la mansedumbre y
ternura de Cristo…”. Es de entender que la mansedumbre hace
cesar grandes ofensas (Eclesiastés 10.4). También con
mansedumbre se corrige la falta (Gálatas 6.1). San Pablo nos
aconseja que nos vistamos de humildad y mansedumbre
(Colosenses 3.12). También invita a seguir el amor, la paciencia y
la mansedumbre (1 Timoteo 6.11). Finalmente hay que corregir con
mansedumbre (2 Timoteo 2.25).
El creyente debe mostrar toda mansedumbre para con todos (Tito
3.2; Santiago 3.13).

La palabra templanza como se encuentra en nuestra versión y en


muchas otras da como su significado la temperancia. Por su
alcance restringido actual, no es exacta en trasmitir el mensaje del
apóstol.

Este último elemento que comprende el fruto del Espíritu, es


realmente dominio propio. No es necesario afirmar ni defender que
esa realidad será verdadera en cuanto a Dios, pero de la misma
manera se provee como una virtud en el creyente. Más aún,
cuando se menciona entre las 9 virtudes que estamos estudiando,
debe estarse seguro que no sólo se prevé, sino que es provista
para el creyente pro el poder del Espíritu; Pero incluye esta
característica entre otras importantes virtudes que él menciona, por

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ejemplo “Añadid a Vuestra fe virtud, y a la virtud conocimiento; y al


conocimiento, dominio propio…”. (2 Pedro 1.5-7).

El apóstol Pablo afirma que la templanza debe caracterizar a uno


que lucha por una corona (1 Corintios 9.25). Para hacer un obispo
o anciano en la iglesia, se requiere: templanza o control propio (Tito
1.7-9). Así también es un requisito para los creyentes maduros
(Tito 2.2). Para concluir esta parte es necesario pensar en la gran
verdad de que Dios no sólo prevé una santa y elevada manera de
vivir por parte del que El ha salvado, sino que ha provisto cada
recurso necesario (2 Corintios 6.10).

COMUNION: En el griego KOINONIA - COMPAÑERISMO (Hechos


2:42, 1ª Corintios 1:9).

Unión e influjo mutuo entre todos los miembros de la iglesia


practicante. La comunión con los Santos es el resultado de la
unidad del Espíritu en el vínculo de la paz, con el propósito de
llegar a la unidad de la Fe. (Efesios 4:3).
Cuando existe una verdadera comunión Dios envía su bendición
(Salmo 133, Hechos 2:1-4).

El cristiano debe cuidarse de no pecar contra el Espíritu.

: (Génesis 6.3; Hechos


7.51).

Este es el pecado de rechazo y es cometido por el pecador,


cuando el Espíritu trata con él y endurece su corazón (proverbios
29.). También el creyente puede cometer este pecado resistiendo a
la voz del Espíritu como lo hizo el pueblo de Israel (Hechos 3.7-19;
4.7).

: (Hebreos 10.29

Afrentar es despreciar; este pecado lo comete el que se vuelve de


la gracia y desprecia lo que Dios ha hecho por él, llegando a la
apostasía. El caso de Esaú, nos muestra que él despreció su
primogenitura, haciéndose profano (el que trata con desprecio las
cosas sagradas). Y no hay un lugar de arrepentimiento (Hebreos
12.16-17).

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En el cristiano mora el Espíritu Santo, con el propósito de que la


vida divina dirija todos los pensamientos, acciones y sentimientos.
La presencia de pecado en la vida del creyente contrista al Espíritu
Santo; ya que este huésped divino exige absoluta pureza y
sanidad. Este es el testimonio de la Biblia y también el abundante
testimonio de la razón. Cuando el pecado tolerado en la vida diaria
del cristiano, necesariamente el Espíritu tiene que cambiar su
ministerio a través del cristiano por un ministerio de intercesión a
favor del El. La Biblia no sanciona la idea, tan frecuente que surge,
de que el Espíritu siempre queda contristado; Por el contrario se
asegura que habiendo hecho su residencia en el hijo de Dios El
mora para siempre. (Juan 14.1-16; 1 Juan 2.27).

Entristecer al Espíritu viene a ser una experiencia definida en que


en quien el Espíritu mora; experiencia que tiene una estrecha
semejanza ala de su propia alma o Espíritu cuando está deprimido.
David expresó el sentimiento que le sobrevino después de su gran
pecado diciendo: “mientras calle se envejecieron mis huesos, en mi
gemir todo el día; porque de día y de noche tu mano se agravó
sobre mi; se volvió mi verdor en sequedales de verano” (Salmo
32.3-4).

Cuando se ha cometido el acto de pecado, la medicina es la


confesión a Dios, y el que debe confesar no estará dudoso o
incierto de lo que ha de ser confesado. Sólo el que confiesa su
pecado prosperará. “El que encubre sus pecados no prosperará;
Más el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia”
(Proverbios 28.13).

Esto se refiere a la consagración de la vida cristiana. Es profesar


una santidad que se sabe que no se tiene, eso también se llama
tentar al Espíritu (Hechos 5.3).

: (1 Tesalonicenses 5.19)

Se refiere a la operación de los dones que funcionan en la iglesia


para edificación, consolación y exhortación. Apagar significa

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apagar el fuego; esto se hace cuando se rehúsa y cuando no se


permite que el Espíritu Santo, tenga su libre curso en el ministerio y
en la manifestación de los dones en el culto Pentecostal. (1
corintios 14.26).

: (Mateo
12.34).

Este es el pecado imperdonable el cual se comete por expresión de


la boca, ya que en el versículo 34 de este pasaje, el Señor hace
claridad acerca de que “de la abundancia del corazón habla la
boca”. Este pecado es cometido por una expresión que sale del
corazón atribuyendo a Satanás las obras y manifestaciones del
Espíritu Santo. Individualmente, este es el pecado de muerte, por el
cual no se debe orar (1 Juan 5.16).

El que tiene una angustia por haber cometido pecado de muerte,


esa angustia es realmente la obra del Espíritu (2 Timoteo 2.13).

Los cristianos llenos del Espíritu tendrán las nueve gracias que se
manifiestan como "fruto del Espíritu" porque la "mente de Cristo"
(Filipenses 2:5) está en ellos. Cuanto más controlados por el
Espíritu de Dios estén, serán aún más como Cristo en cada área de
su carácter.

La unidad del "fruto del Espíritu" se ve en el hecho de que se


incluyen todos bajo el primero, lo cual es el "amor". En Romanos
13:8-10, encontramos que el amor cumple la ley. Se incluyen todos
los deberes humanos bajo el orden de amar a Dios y al prójimo.
Sería un estudio provechoso para el estudiante de la Palabra de
Dios el meditar en la descripción del amor hecho por Pablo en 1
Corintios 13:1-8. Veríamos rápidamente que cada uno de los frutos
del Espíritu se manifiesta en el amor.

Se juzga fácilmente la veracidad de nuestra relación estrecha con


el Espíritu Santo por la manifestación del "fruto del Espíritu" en
nuestras vidas. La formación continua de nuestro carácter depende
de la influencia ya sea de la carne o del Espíritu Santo.

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El producto del amor en el Espíritu Santo tiene varios subproductos


que lo identifican, ¿cuáles son? Elabora una lista de ellos con sus
respectivas citas bíblicas y explicación pertinente.

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