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"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"...

"Con la lanza y con la pluma"

La escritura de Pedro Sarmiento de Gamboa


2 MARÍA JESÚS BENITES
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 3

"Con la lanza y con la pluma"

La escritura de
Pedro Sarmiento de Gamboa

María Jesús Benites

Instituto Interdisciplinario de Estudios Latinoamericanos


Facultad de Filosofía y Letras
Universidad Nacional de Tucumán
4 MARÍA JESÚS BENITES

© 1era. Edición 2004


Instituto Interdisciplinario de Estudios Latinoamericanos (IIELA)
Facultad de Filosofía y Letras - Universidad Nacional de Tucumán
E-mail: iiela1@webmail.filo.unt.edu.ar

© 2da. Edición 2008


Instituto Interdisciplinario de Estudios Latinoamericanos (IIELA)
Facultad de Filosofía y Letras - Universidad Nacional de Tucumán
E-mail: iiela1@webmail.filo.unt.edu.ar

Av. Benjamín Aráoz 800 - CP 4000. San Miguel de Tucumán


Tucumán - Rep. Argentina

ISBN Nº 950-554-403-0

Impreso en Argentina

Ilustración de Tapa: Carlos Enrique Castilla


"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 5

A mis padres, José A. Benites y Viena Francone, por


el apoyo incondicional que me han brindado desde siem-
pre y por tantos libros, como los de Pedro Sarmiento
de Gamboa.

A Juan Alfredo Castro, compañero infatigable de


esta travesía.
6 MARÍA JESÚS BENITES
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 7

Indice
ABREVITURAS UTILIZADAS .................................................................................. 9

PRÓLOGO ................................................................................ 11

NOTA PRELIMINAR .................................................................................... 1 3

“UN LÍO QUE TIENE ADENTRO MUCHOS PAPELES Y ALGUNOS LIBROS” ....................................... 1 7

“ YO DECLARO DE MÍ SER MÁS MALO QUE LOS MALOS” ...................................................... 33

PRIMERA PARTE: HISTORIA INDICA: LA ESCRITURA DE LA DOMINACIÓN ............................ 4 5

Capítulo I: La escritura imperial de la historia sobre los incas .............. 4 7


I.- Noticias ....................................................................... 4 8
II.- Historia y Crónica ........................................................ 6 0
III.- El relato de las “ridículas fábulas” ............................... 7 9

Capítulo II: Los Otros .................................................................... 9 3


I.- La voz de Titu Cusi Yupanqui ...................................... 9 4
II.- La sombra de la Inquisición......................................110

SEGUNDA PARTE: RELACIONES DE LOS VIAJES AL ESTRECHO DE MAGALLANES:


LA ESCRITURA DE LA EXPLORACIÓN ............................................... 117

Capítulo I: El Estrecho de Magallanes: El confín de los infortunios ...... 119


I.- Noticias ..................................................................... 120
II.- La incursión de Pedro Sarmiento de Gamboa ............ 137

Capítulo II: El Primer Viaje: El reconocimiento ..................................... 143


I.- La instrucción ............................................................ 144
8 MARÍA JESÚS BENITES

II.- Hacia una retórica de las relaciones .......................... 154


III.- Relación de 1580: La escritura de la euforia ............... 161

Capítulo III: El Segundo Viaje: El padecimiento .................................... 181


I.- Relación de 1583: La escritura del enfrentamiento ..... 182
II.- Relación de 1584: La escritura del desamparo ........... 204
III.- Relación de 1590: La escritura del retorno ................. 231

TERCERA PARTE : CARTAS: LA ESCRITURA DE LA SÚPLICA .......................................... 253

Capítulo I: Las demandas ................................................................. 255


I.- Cartas, Memoriales y Representaciones .................... 256
II - La demanda exaltada ............................................... 265
III.- La demanda desesperada: El grito de socorro ........... 284

Capítulo II: Últimos trazos .......................................................... 307


I.- Los Memoriales ........................................................ 308
II - Noticias Finales: entre la literatura y los barcos ......... 312

CONCLUSIONES ................................................................................ 319

BIBLIOGRAFÍA .................................................................................. 329


"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 9

Abreviaturas utilizadas
Citado de los manuscritos
A.G.I. Archivo General de Indias
P. Patronato
N° Número
R. Rama
S. Serie
f. Folio
fs. Folios
r° Recto
v° Verso
10 MARÍA JESÚS BENITES
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 11

Prólogo
La descolonización de la cultura latinoamericana incluye la revisión de los
relatos sobre la identidad del continente. Desde antes de la Conquista, La Letra
proyectó una imagen virtual del Nuevo Mundo. Las representaciones estuvieron
signadas por la diferencia que transformaba a América en el Otro desconocido con
relación al conocimiento europeo del mundo.

La geografía imaginaria siempre se impuso sobre la geografía positiva, mani-


pulando el conocimiento para dominar nuevos territorios. La lógica de la coloniza-
ción supuso el vaciamiento cultural, la confrontación con el centro sagrado, la des-
trucción de la memoria histórica. Toda sociedad se imagina un pasado “inventando”
las tradiciones que la hacen posible en el tiempo y se dibuja una geografía que le
permita abrazar su espacio. Necesita narraciones que la justifiquen y particularicen
como colectivo, relatos maestros que le construyan una identidad y delimiten un
Otro. En el acto de fundación, ocupar un territorio es tan importante como poseer
una leyenda de origen.

La formulación de una tradición se sustenta en archivos que garantizan sus


operaciones de lectura. La cultura es, sobre todo, memoria que se construye en y
contra el olvido; lo vence sólo y en tanto lo transforma en mecanismo. El Nuevo
Mundo se reconoce en dos tipos de narraciones: narraciones de legitimación de la
conquista y narraciones de resistencia indígena.

El estudioso de los discursos coloniales actualiza escrituras que permiten leer


significantes tendidos hacia el presente al mismo tiempo que iluminan el pasado.
Desde los primeros pasos la investigación de María Jesús Benites se aboca a la obra
de uno de los personajes más apasionantes de la conquista y colonización de la
América del Sur: Pedro Sarmiento de Gamboa, soldado, poeta, historiador y cos-
mógrafo. Una escritura múltiple que exhibe las marcas de un sujeto en continuo
movimiento. La investigadora emprende una tarea prometeica: acepta el desafío y
se lanza tras las huellas de la letra. Para ello, como los antiguos navegantes, arma
un preciso portulano. Con pasión y tenacidad persigue por archivos los textos del
conquistador: desde las ficciones del imperio de los incas hasta los relatos de las
largas travesías al Estrecho. Una escritura corpórea al decir de Margo Glantz, aque-
12 MARÍA JESÚS BENITES

lla en la que los hechos se inscriben no sólo en el texto sino en el cuerpo, una
escritura “de bulto”, la de este personaje cuyos escritos adquieren espesor casi
literario. Fascinado por el referente, Sarmiento de Gamboa está hechizado por su
propia pluma.

La escritura de María Jesús no sólo revisó los pasos del navegante, recorrien-
do lugares y estableciendo misteriosas relaciones sino que, siguiendo la huella de la
rasgadura del papel infringida por su pluma, reconstruyó los borrones y borradores
que dan cuentan de los movimientos de la mano. Su trabajo sobre las relaciones
merece una mención aparte y constituye un avance en cuanto a la tipología de los
discursos coloniales. El mérito se hace aún mayor cuando se piensa que la tarea se
realizó desde un lugar tan alejado de las grandes bibliotecas como aquél que “des-
cubrió” Sarmiento de Gamboa.

El análisis del corpus supuso una toma de postura dentro de los estudios
coloniales. La descolonización de la crítica colonial es un proceso constatable en el
salto producido en las lecturas de los fines del siglo XX. ”El poder para narrar, o para
impedir que otros relatos se formen y emerjan en su lugar, es muy importante para
la cultura y para el imperialismo, y constituye uno de los principales vínculos entre
ambos.” (Said: 1993,13). Rebelarse contra lecturas colonizadoras supone transitar
y rescatar la colonia como red discursiva, como totalidad, no ceder su interpreta-
ción a mediadores privilegiados, disputar el poder de interpretación de nuestros
discursos desde América Latina, apropiarnos de la agenda crítica, sin dejar de tener
en cuenta las interacciones con el centro imperial, oponer una narración crítica de
resistencia. Escribe el narrador mexicano Carlos Fuentes: “Entre nosotros, en cam-
bio, no hay un solo tiempo: todos los tiempos están vivos, todos los pasados son
presentes. Nuestro tiempo se nos presenta impuro, cargado de agonías resistentes.
La batalla es doble. Luchamos contra un tiempo que, también, se divierte con noso-
tros, se revierte contra nosotros, se invierte en nosotros, se subvierte desde noso-
tros, se convierte en nombre nuestro”.

El libro de María Jesús Benites descubre y rescata esos combates secretos


que se producen aún dentro de los discursos imperiales. Le agradezco el privilegio
de haberla acompañado en este viaje por el Nuevo Mundo.

Carmen Perilli
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 13

Nota Preliminar
A fines de 1997 emprendí la lectura de los escritos de Pedro Sarmiento de
Gamboa, cronista y viajero español del siglo XVI. Desde ese momento recibí de
ma-nera generosa el apoyo intelectual y afectivo de mi directora y maestra, Dra.
Carmen Perilli. Es para ella mi mayor gratitud y reconocimiento.
En 1999 se conformó la Comisión de Supervisión de la Tesis de Doctorado
Estructurado en Letras "La escritura en el Nuevo Mundo: Pedro Sarmiento de
Gamboa", integrada por la Dra. Elena M. Rojas Mayer y el Dr. Eduardo Rosenzvaig,
quienes acompañaron con sus conocimientos y estímulos este proceso. El trabajo,
defendido en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNT en noviembre de 2003,
obtuvo la máxima calificación del jurado* y fue recomendado para su publicación.
Durante cuatro años, desde octubre de 1997 hasta noviembre de 2001, fui
becaria de la Secretaría de Ciencia y Técnica de la Universidad Nacional de Tucumán,
primero con una Beca de Iniciación en la Investigación y luego de Perfeccionamien-
to. El último tramo lo realicé con el apoyo de una Beca de la Fundación Antorchas
bajo la Dirección de la Dra. Carmen Perilli. En todos los casos desarrollé mis tareas
de investigación en el Instituto Interdisciplinario de Estudios Latinoamericanos (IIELA)
de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Tucumán.
En el itinerario de esta tesis de doctorado he recorrido, en ocasiones física y
otras imaginariamente, con distintos objetivos y anhelos, las mismas geografías
que Sarmiento. En 1999 busqué material documental en el centro “Bartolomé de las
Casas” de Cusco, Perú. En esa ciudad imperial traté de encontrar, inútilmente, algún
rastro (ya sea un manuscrito o una inscripción en alguna propiedad) que manifesta-
ra su prolongada estadía allí.

* El jurado estuvo integrado por las Doctoras Elena M. Rojas Mayer, Silvia Tieffemberg, Victoria
Cohen Imach y por los Doctores Eduardo Rosenzvaig y Raúl F. Nader.
14 MARÍA JESÚS BENITES

En noviembre de 2000 viajé a España con la finalidad de consultar los ma-


nuscritos sarmientinos. El periplo me llevó al Archivo General de Indias en Sevilla,
donde se encuentran casi la totalidad de sus escritos, a la Biblioteca del Palacio
Real, a la sala “Miguel de Cervantes” de la Biblioteca Nacional en Madrid y a la
deslumbrante Biblioteca de El Escorial.
Durante ese viaje de estudios la Dra. Sonia Mattalía Alonso de la Facultad de
Filología de la Universidad de Valencia me brindó la oportunidad de exponer ante
sus alumnos de la Cátedra de Literatura Hispanoamericana y los investigadores del
Grupo de Estudios Iberoamericanos que dirige, los lineamientos de mi trabajo.
Este “derrotero” fuera de Tucumán termina en agosto de 2001, cuando viajé
para participar en un encuentro internacional a Santiago de Chile. Allí, ciudad en la
que Sarmiento de Gamboa nunca estuvo, me entrevisté con el Dr. José Miguel Ba-
rros Franco, quien investiga, desde hace más de treinta años, su vida y viajes. El Dr.
Barros Franco, miembro de la Academia Chilena de Historia, me proporcionó docu-
mentos inéditos y con paciente sabiduría respondió en innumerables y transandinas
cartas electrónicas mis inquietudes.
Quiero expresar aquí mi especial agradecimiento al Profesor Carlos Castilla
quien con generosa amistad, me brindó una ayuda invalorable en la tarea de lectura
paleográfica de los manuscritos de Sarmiento de Gamboa.
Agradezco asimismo a aquellos colegas e investigadores del Instituto Inter-
disciplinario de Estudios Latinoamericanos que me alentaron durante el desarrollo
de esta tesis, y de manera particular a la Dra. Rossana Nofal.
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 15

A mediados del siglo pasado, el apellido Sarmiento se extin-


gue en San Juan por la línea masculina. Entonces los hijos de
una señora Mercedes Sarmiento, i de un Quiroga, toman el ape-
llido de la madre, tradición que perpetúa el actual obispo de
Cuyo, apellidándose de Quiroga Sarmiento. En 1650,
encuéntrase registrado en los archivos, el nombre de una seño-
ra doña Tránsito Sarmiento, de ahí para adelante se me pierde
la traza de esta familia, i los más laudables esfuerzos de mi
parte no han alcanzado a ligarla al adelantado Sarmiento, fun-
dador de la colonia de Magallanes de aciaga memoria, no obs-
tante haber tradición de que los Sarmiento de San Juan eran
vizcaínos como aquél. Habría saltado de contento de haber po-
dido referir a tan noble origen mis esfuerzos por repoblar el
Estrecho. Entonces reclamaría como propiedad de familia, aquel
imponente pico llamado monte Sarmiento que alza su majes-
tuosa frente en la punta de América del Sud, contemplando
ambos mares, desolado por las tormentas del Cabo, i engala-
nado de cascadas sublimes que se despeñan al mar desde sus
cimas.
Domingo Faustino Sarmiento,
“El obispo de Cuyo”, Recuerdos de Provincia (1850).
16 MARÍA JESÚS BENITES
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 17

“Un lío que tiene dentro


muchos papeles y algunos libros”

En el Apéndice Documental que acompaña la reedición de Historia del Tribu-


nal de la Inquisición en Lima de José Toribio Medina (1956, 455 - 459) se adjunta el
siguiente inventario:
primeramente en un cofrecito biejo lo seguiente
id dos libros de latin y otras cartas y papeles que estaban dentro de el.
id un conpas de plata sin quintar pes o una onça y tres quartos (...)
id dos pellejos de león
id unos manteles biejos (...)
id un tocino
id dos quesos

otra petaca y dentro della lo seguiente


id dos libros con otros muchos papeles y cartapacios
id quatro pares de alpargatas, id unos çapatos biejos
id otras calças de rraya biejas con canones de tafetan rrotos
id una capa bieja de rraya con fajas de tafetan rrotos
id una gorra de terciopelo bieja.

en otra petaca lo seguiente


id tres lienços pintados de lugares de yndios y tierras
id seys libros y otros muchos papeles e informaciones (...)
id un sombrero de tafetan con unas medallas de azabache y plumas (...)
id un lio que tiene dentro muchos papeles y algunos libros (...)
id una talega con unos ydolos de barro
en otra digo en un costal se hallo lo seguiente
id una talega y dentro de ella docientos y sesenta y tres pesos corrientes
18 MARÍA JESÚS BENITES

de plata muy mala (...)


id una lança
id una espada

Estos bienes constituyen parte del patrimonio secuestrado a Pedro Sarmiento


de Gamboa en 1575 durante un juicio ante el Tribunal de la Inquisición de Lima.1 No
es fácil encontrar un documento que resuma en una mera descripción desordenada
de objetos dispares las múltiples líneas que trazan la vida de un hombre.
La enumeración de las pertenencias (donde se mezclan elementos tan diver-
sos como un tocino con un compás de plata, dos libros de latín con dos pellejos de
león) remite, de manera directa, a sus ocupaciones como navegante, historiador,
soldado, poeta, cosmógrafo, nigromante. En ese contexto se vuelve significativa la
reiteración de los adjetivos “biejo” y “rroto” para describir cada una de las posesio-
nes de quien fue nombrado por el Virrey Francisco de Toledo “Cosmógrafo Mayor de
los Reinos del Perú” y miembro fundamental, como Historiador y Alférez, de la co-
mitiva que lo acompañó en su Visita General por los Andes.
El estado de deterioro de esos bienes, donde predominan libros y papeles,
permite pensar en un sujeto colonial, letrado, pero también en un hombre de armas,
en un colonizador cuyos anhelos en el Nuevo Mundo no se limitan a la acumulación
personal de riquezas.
De todos estos objetos me interesa acercarme al “lío que tiene dentro mu-
chos papeles y algunos libros” porque remite a un objeto ausente de la lista, a uno
que ni siquiera entra en el detalle pero que revela un oficio que Sarmiento ejerció
com-pulsivamente: la pluma.
Ese elemento no inventariado trasciende en un corpus de textos que com-
prende más de veinte años de escritura de un sujeto que adopta distintas posiciones
dentro del discurso de la conquista y colonización y que se expresan, asimismo, en
las diversas formas discursivas que emplea para relatar sus viajes al Estrecho,
justificar el proyecto colonizador en los Andes y suplicar mercedes y honores.

1
Este documento fue también editado por el historiador peruano Carlos A. Mackehenie bajo el
título de “Secuestro de los bienes del capitán Pedro Sarmiento de Gamboa, hecho por la
Inquisición de Los Reyes (Año de 1575)”. En Cuadernos de Estudio, Tomo I, N° 3, Instituto de
Investigaciones Históricas de la Universidad Católica del Perú (1941, 216-225).
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 19

El acercamiento a estos textos, que exponen una mirada imperial, inscribe


este trabajo en el ámbito de los estudios coloniales para profundizar las relaciones
que se establecían entre la metrópoli imperial y aquellos hombres que cruzaban el
mar “tenebroso” huyendo de la miseria y el olvido. El análisis de esta escritura
supone interrelacionar circunstancias histórico-políticas, culturales, sociales así como
económicas y administrativas.
Para el desarrollo de este trabajo fue determinante la consulta de los manus-
critos de Sarmiento de Gamboa. Durante la investigación fueron surgiendo algunas
inquietudes que sólo podían resolverse examinando los documentos originales, con-
servados, casi en su totalidad, en el Archivo General de Indias en Sevilla. El en-
cuentro con los escritos confirmó parte de las hipótesis acerca de la tipología de los
textos y me brindó un detalle inesperado, una puerta de entrada que me permitió
desplegar algunas de las líneas que recorren mi trabajo.
Mientras observaba los manuscritos a través de un monitor advertí que en
determinados folios la firma aparecía incompleta. Cuando tuve entre mis manos el
abultado legajo que los contenía empecé a recorrer, despegar, desgajar esos plie-
gos y comprobé, no sin cierto asombro, que ese espacio en blanco se debía a que,
cuan-do Sarmiento firmaba, rajaba la hoja. A la contención retórica de sus cartas se
opo-nía la violencia de la firma; su particular letra humanística se expandía en la
desmesura y ampulosidad de una rúbrica envolvente.
Ese intersticio marcado por la pluma era el espacio físico por el cual él mismo
ingresaba a la escritura. Escritura e inscripción constituyeron los dos movimientos
centrales que acompañaron la travesía por sus escritos. El modo en que ese cuerpo
se inscribía en el papel me llevó a considerar los alcances e implicaciones del gesto
del trazado. Es que las diversas actividades que desarrolló Sarmiento durante su
vida se condensan además en esa acción: trazar signos misteriosos para anillos
mágicos, trazar los mapas con las costas del Estrecho, trazar las futuras fortificacio-
nes, trazar el plano de las ciudades tumbas. Pero en la materialidad de la escritura
están trazados también los desplazamientos físicos de este sujeto colonial.
Por un lado, en numerosos lugares y diversas ocupaciones, como en Lima
enseñando latín; en Cusco persiguiendo a Túpac Amaru; en las Islas Salomón ex-
plorando las costas; fortificando las entradas al Estrecho de la desgracia; anhelando
su libertad en barcos de piratas ingleses; envejeciendo en el Castillo Infernal o su-
plicando socorros y mercedes por los imperturbables pasillos donde se refugiaba el
20 MARÍA JESÚS BENITES

poder en España. Por otro, investigando diversas ciencias y artes como la astrono-
mía, la historia, la navegación, y también otras, esotéricas, como la quiromancia y
la invención de tintas hechiceras, que lo enfrentan con los temibles tribunales inqui-
sitoriales.
Ese resquicio, detalle imperturbable a través de los siglos, deja expuesto, de
manera metafórica las certezas, quiebres y reclamos de una voz. El inventario que
detalla un patrimonio integrado de restos, de objetos gastados, revela sus tonos.

Mis primeras aproximaciones a la escritura de Sarmiento de Gamboa impli-


caron la revisión de cuáles aspectos de su obra y figura habían sido abordados
hasta ese momento.
La importancia de sus viajes a las Islas Salomón y al Estrecho de Magallanes
es destacada por numerosos autores desde fines del siglo XVI y durante el XVII en
textos como Historia Natural y Moral de las Indias de José de Acosta (1590), Histo-
ria de las Malucas de Bartolomé Leonardo de Argensola (1609: Libros III y IV:),
Descripción de las Indias Occidentales de Antonio de Herrera (1601 - 1615: Capítulo
XXIII), Los hechos de don García Hurtado de Mendoza de Cristóbal Suárez de Figueroa
(1613: Libro V), Histórica relación del Reino de Chile de Alonso de Ovalle (1643:
Libro VI, Capítulo I), en La descripción geográfica y derrotero en la región austral
magallánica de Francisco De Seixas y Lobera (1690: Capítulos I y VIII) y Tablas
cronológicas de los Reales Consejos de las Indias Occidentales de Antonio León
Pinelo (1645).2
En el siglo XVIII sus viajes son referidos en Relación del último viaje al Estre-
cho de Magallanes de la Fragata S. M. Santa María de la Cabeza preparada por José
Vargas de Ponce (1788). En 1768 Bernardo de Iriarte publicó el texto, hasta ese
entonces inédito, de su primer viaje al Estrecho de Magallanes.3 A fines del siglo
XVIII y principios del XIX, Juan Bautista Muñoz y Martín Fernández de Navarrete
armaron colecciones de documentos originales vinculados con las exploraciones

2
En el siglo XVII sus viajes al Estrecho de Magallanes mencionados en la obra Argentina
y conquista del Río de la Plata de Martín del Barco Centenera (1602).
3
El volumen se tituló Viaje al Estrecho de Magallanes por el capitán Sarmiento de Gamboa en
los años de 1579 a 1580 y noticia de la expedición que después hizo para poblarlo.
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marítimas y terrestres emprendidas en territorio americano, en las que se incluye-


ron relaciones y cartas de Sarmiento.4
En el siglo XIX, se ocupan de él estudiosos como Marcos Jiménez de la Espa-
da en Tres relaciones de antigüedades peruanas (1879), José Toribio Medina en sus
historias sobre el Santo Oficio de la Inquisición en Chile y Lima (1890-1887), y
Clement Markham, quien tradujo al inglés, en 1895, la relación del viaje de 1579
publicada por Iriarte.
Las relaciones de los viajes de Sarmiento son incluidas en otras colecciones
de documentos inéditos que se publican durante el siglo XIX como: Colección de
documentos inéditos relativos al descubrimiento, conquista y colonización de las
antiguas posesiones españolas. Documentos del Archivo General de Indias (1866 –
1869: Tomos V y XI), Colección de documentos inéditos para la Historia de España
(1859 – 1889: Tomos XXXIV y XCIV), Colección de documentos inéditos relativos al
descubrimiento, conquista y organización de las antiguas posesiones españolas de
Ultramar (1885), entre otras. Sus escritos aparecen además en Armada española
desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón de Cesáreo Fernández Duro (1896).
A principios del siglo XX Richard Pietschmann edita por primera vez y en
español Historia Indica, texto que Sarmiento culminó en marzo de 1572 y que hasta
ese momento se consideraba extraviado. En 1920 Pablo Pastells publicó una obra
monumental titulada El descubrimiento del Estrecho de Magallanes. En conmemo-
ración del IV centenario, donde transcribe los manuscritos que, conservados en el
Archivo General de Indias de Sevilla, escribieron los viajeros que descubrieron y
colonizaron ese territorio desde Hernando de Magallanes a Sarmiento de Gamboa.
Un grupo de cartas y relaciones es incluido en el Tomo I de Monumenta Cartographica
Indiana (1942) y en el Tomo III de la Colección de diarios y relaciones para la
historia de los descubrimientos (1944), ambos de Julio Guillén Tato.
En 1942 Ángel Rosenblat publica, a partir del trabajo de Pietschmann, Histo-
ria de los incas.5 En 1950 compila en una edición –hasta ahora la más completa y
rigurosa- las relaciones de viajes y cartas, basándose en los documentos editados

4
Colección Muñoz, Tomos X, XXXVII, XXVI. Colección Fernández de Navarrete, Tomos XX,
XXII, XXVI, XXVIII.
5
El texto es reeditado en 1943 y 1947. En esta última edición Rosenblat amplió su estudio
introductorio.
22 MARÍA JESÚS BENITES

por Pastells e incluyendo material inédito.6 En un apéndice incorpora importante


documentación, como las actas de los juicios inquisitoriales que se realizaron contra
el navegante, balances de cuentas, los listados de pobladores y hasta los pretenciosos
versos que, en honor a un traductor de la obra de Petrarca, Sarmiento escribe en su
último año de vida. En sus ediciones, Rosenblat opta por actualizar la ortografía
conservando las marcas léxicas distintivas del lenguaje sarmientino.7 Existen edi-
ciones posteriores de su historia sobre los incas y algunas parciales de sus viajes al
Estrecho basadas fundamentalmente en Rosenblat.
A partir el siglo XIX aparece un conjunto de textos biográficos, como los de
Fernández Navarrete y Cesáreo Fernández Duro. En el siglo XX se editan importan-
tes biografías sobre Sarmiento, como la de Stephen Clissold (1904), la muy docu-
mentada de Amancio Landín Carrasco (1945), las de Ernesto Morales (1932 y 1946),
Rosa Arciniega (1956), Carlos Araníbar (1964), J. Filgueira Valverde (1980). A éstos
se suman, los trabajos de José Miguel Barros Franco, entre otros.
Los viajes de Sarmiento figuran en todos los estudios sobre la colonización
del Estrecho de Magallanes desde Conquista de las Islas Malucas, de B. L. Argensola,
hasta los más recientes, como el de Sabela Quintana publicado en Chile en 1994.
Sus textos, en particular Historia Índica, figuran en distintas historias de la literatu-
ra.8
Los aportes de estos estudios se ubican en el campo historiográfico y geográfi-
co. Son las circunstancias fascinantes de su vida azarosa las que han despertado, de
manera considerable, ese interés por lo biográfico. Estos autores destacan su in-
fluencia política en la sociedad colonial peruana y la importancia de sus expedicio-
nes marítimas en el proceso de configuración y delimitación del espacio americano.

6
La edición posee además un estudio preliminar a cargo de Armando Braun Menéndez quien se
detiene en los inauditos avatares que recorren la vida del navegante. Braun Menéndez se ha
dedicado a la figura y viajes de Sarmiento de Gamboa en su obra Pequeña Historia Magallánica
(1937).
7
En su edición de los viajes Rosenblat adjuntó un inestimable “Glosario de voces marítimas y
antiguas” donde reúne todos los términos marítimos que emplea Sarmiento de Gamboa y que
pueden ofrecer dificultades al lector. (Tomo II, 391–468).
8
Me refiero a obras como Historia de la Literatura Hispanoamericana de Enrique Anderson
Imbert (1954); La literatura peruana (1950) e Historia comparada de las literaturas america-
nas (1973) ambas de Luis Alberto Sánchez, entre otras.
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 23

En las mencionadas indagaciones los textos del navegante cumplen la fun-


ción de soporte documental. Este estado de la cuestión me lleva a acordar con
Manuel Lucena Giraldo en que los “estudios sobre Pedro Sarmiento de Gamboa y las
recopilaciones en torno a su obra, adolecen de algunos defectos: no son exhausti-
vos, estudian etapas parciales o aspectos concretos y carecen de la perspectiva que
ofrece la unión de la obra y vida del personaje” (1985, 59).
Al revisar el conjunto de trabajos sobre el viajero se advierte la necesidad de
emprender una investigación que se circunscriba a su producción escrita ya que
ésta, en sí misma, comprende un material valioso para indagar diversas cuestiones
que atienden, tanto al proceso de constitución de un sistema de escritura en y sobre
el Nuevo Mundo como a las posiciones del sujeto que produce el discurso. En este
sentido, las problemáticas centrales hacia las que se orienta mi abordaje confluyen
en la relación entre sujeto, discurso y representación.
La hipótesis permite, entonces, vincular dos ejes centrales en los estudios
coloniales: tipologías discursivas y posiciones del sujeto. Busco demostrar que los
distintos tipos textuales que conforman el conjunto de sus escritos (historia, relacio-
nes, cartas, memoriales) determinan las diferentes posturas de quien escribe, en
referencia, tanto al objeto como a la finalidad de su escritura.
Esto supone incluir los textos de Sarmiento en el corpus de producciones sur-
gidas durante la etapa de conquista y colonización del Nuevo Mundo y un acercamien-
to a las circunstancias de su realización. Para este abordaje sigo las propuestas de
Walter Mignolo, Rolena Adorno y Beatriz Pastor, quienes se han abocado al estudio
de los procesos culturales latinoamericanos. Cada uno de ellos ha revisado el conjun-
to de textos surgidos en esos momentos apartándose de las cuestiones del estatuto
literario y analizando la relevancia que poseen en la configuración cultural de Amé-
rica.
La clasificación tipológica en cartas, crónicas y relaciones presentada por
Mignolo (1982) constituye un punto de partida para delimitar a qué grupo pertene-
cen los textos denominados de manera general “crónicas”. La determinación de dis-
tintos niveles como documento/texto, familia textual, formación textual y tipo discur-
sivo, la categoría de territorialidad o el análisis de las configuraciones cartográficas
-que recorren su obra crítica y se condensan en The dark side of the Renaissance
(1995)- son insoslayables no sólo para organizar el corpus sarmientino sino tam-
bién para abordar las problemáticas referidas al momento de apropiación y repre-
24 MARÍA JESÚS BENITES

sentación del espacio americano en la escritura.


El acercamiento a las producciones culturales que surgen durante el descu-
brimiento, conquista y colonización hace necesario utilizar categorías como la de
discurso colonial (Mignolo: 1986; Adorno: 1988a),9 que expresa el inagotable pro-
ceso de producción textual en el Nuevo Mundo, y la de semiosis colonial (Mignolo:
1989), que involucra la coexistencia de distintas prácticas. Otro concepto pertinente
es el de “sujeto colonial” (Adorno: 1988b), que da cuenta tanto del colonizador co-
mo del colonizado, y permite analizar los cambios de posición en quien realiza el
discurso. Este concepto posibilita trabajar en los textos las miradas, no sólo de los
que pertenecen a los grupos que detentan el poder, sino también incorporar las de
aquellos a los que se les ha trocado “el reinar en vasallaje”.10
Pastor (1983) analiza el modo narrativo que posee el discurso de la conquista
escrito por aquellos que participaron de manera directa en las acciones durante el
proceso de descubrimiento, exploración y conquista de América, y que comparten
la necesidad de incorporar su versión de los hechos a la historia. En el relato de la
experiencia personal se distinguen dos momentos marcados por el vínculo mitificador
o demitificador que establecen los europeos con el espacio y la indómita naturaleza
americana.
La red conceptual que sostiene este trabajo está compuesta además por es-
tudios como el de Edmundo O’ Gorman (1958) sobre la invención de América. Por el
revelador libro de Eduardo Subirats (1994) y sus conceptos asociados de “continen-
te vacío” y “lógica de la colonización” que posibilitan rastrear los mecanismos que
utilizó el sujeto colonizador en el proceso de apropiación y vaciamiento de América.
La integran además modelos explicativos como los de Antonio Cornejo Polar
y su categoría de “heterogeneidad” (1990, 1994), que da cuenta de las produccio-
nes textuales en las que se insertan conflictivamente dos o más mundos socio – cul-
turales. Los conceptos de “ciudad ordenada, letrada y escrituraria” propuestos por
Ángel Rama (1984) constituyen aportes significativos. Finalmente, las reflexiones
acerca de la configuración del espacio y el vínculo emocional o racional que se esta-

9
Tanto Mignolo como Adorno señalan que retoman el concepto de discurso colonial propuesto
por Peter Hulme en Colonial Encounters (1986).
10
La expresión pertenece al Inca Garcilaso de la Vega. Comentarios Reales. Libro I, Capítu-
lo XV.
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 25

blece en quien los recorre están precedidas por el concepto de “geografía imagina-
ria” de Edward Said (1990).
Este libro sobre la escritura de Sarniento de Gamboa está estructurado en
tres partes tituladas: “Historia Índica: la escritura de la dominación”, “Las relaciones
de los viajes al Estrecho de Magallanes: la escritura de la exploración” y “Las car-
tas: la escritura de la súplica”. Para la determinación de cada una de ellas se han
considerado distintos criterios.
El primero es cronológico y por eso lo inaugura Historia Índica finalizada en el
año 1572.11 Le siguen los textos de las sucesivas expediciones al Estrecho de
Magallanes escritos entre los años 1580 y 1590. El orden en que analizo cada una de
las relaciones responde internamente a una disposición temporal: Relación del pri-
mer viaje al Estrecho de Magallanes (1580), Relación de lo sucedido a la Armada
Real (1583), Relación sobre lo sucedido en el Estrecho (1584), Sumaria Relación
(1590). El conjunto de cartas conforma la tercera parte, ya que al estar escrito
entre los años 1572 y 1592 permite volver a recorrer y concluir el itinerario.
El segundo criterio es el tipológico. En la base del abordaje se encuentra la
problemática de los tipos textuales ya que cada uno de ellos plantea una revisión de
esas categorías. La escritura sobre los incas permite revisar los conceptos de cróni-
ca e historia; en el análisis de las relaciones establezco diferencias entre las Rela-
ciones Geográficas de Indias, diseñadas a partir de la “Instrucción y Memoria” o
Cuestionario y las escritas por Sarmiento. El trabajo con las cartas conlleva asimis-
mo una distinción que parte de la intencionalidad misma del texto.
El tercer criterio atiende a los cambios de posición del sujeto que escribe. Los
tonos que recorren el corpus se modifican y quiebran en el ejercicio compulsivo que
es para Sarmiento escribir. Esa voz que guía la pluma está marcada por los quie-
bres. Es ese desplazamiento del triunfo al fracaso, de la euforia al descontento, del
deslumbramiento a la decepción el que traza este recorrido y que es acompañado,
de acuerdo a las circunstancias enunciativas, por distintos tipos textuales.
Historia Índica respalda, de modo incuestionable, el modelo imperial de do-
minio en los Andes. Su elaboración se encuentra supeditada a las presiones políticas

11
En 1568 Sarmiento escribió una relación breve e inconclusa sobre su viaje a las Islas Salomón.
En el capítulo “Yo declaro de mí ser más malo que los malos”, me detengo en este tex-
to.
26 MARÍA JESÚS BENITES

dominantes, a las que respalda de manera incuestionable. Para afianzar sus argu-
mentaciones el historiador funda su escritura en textos anteriores, como en Relectio
de Indis de Francisco de Vitoria (1539).
Analizo esta obra porque Sarmiento explicita no sólo su admiración por el
pensamiento escolástico de Vitoria, sino también porque recurre a los argumentos
vitorianos que, fundados en la noción aristotélica de la esclavitud natural, permitie-
ron propugnar un conjunto de reglas para controlar jurídica y teológicamente el
proceso de conquista y colonización del Nuevo Mundo. El soporte teórico para desa-
rrollar este aspecto se funda en los estudios de Anthony Pagden (1988, 1997) y
Francisco Castilla Urbano (1992).
Al analizar Historia Índica advertí la necesidad de contraponer su discurso a
uno surgido desde la resistencia indígena al poder colonial en el Perú, me refiero a
la Instrucción de Titu Cusi Yupanqui (1570), primera voz indígena que propone una
praxis en la que se advierte el “traumatismo de la conquista” que postula Nathan
Wachtell. (1971). Titu Cusi cuestiona los mecanismos de apropiación territorial im-
pulsados por los españoles y reclama, postulando su legitimidad como sucesor de
los incas del Cusco, la devolución de las tierras.
Asimismo, me detengo en el abordaje teórico sobre los modelos historiográficos
en el período colonial para distinguir crónica e historia (Mignolo: 1981, 1982, 1992,
1995). En la determinación de los procedimientos del discurso histórico acudo a tra-
bajos cuyas concepciones no responden, de manera específica, a la etapa colonial
en Hispanoamérica pero que sí brindan instrumentos para analizarlo (Hayden White:
1992, 1998). Los capítulos sobre Historia Índica comprenden la ubicación de la obra
en el conjunto de escritos sobre los incas que se producen en Perú durante el siglo
XVI (Luis Alberto Sánchez: 1950; Raúl Porras Barrenechea: 1986; Nicole Girón de
Villaseñor: 1975; Raquel Chang-Rodríguez: 1991) y se completan con material es-
pecífico, como los estudios de Richard Pietschmann (1906), Hans Steffan (1912) y
José Miguel Barros Franco (1983).
La segunda parte está dedicada al análisis de las relaciones de los viajes al
Estrecho de Magallanes. En un principio trabajé con la edición preparada por Án-
gel Rosenblat. La lectura de estos escritos permitió advertir la necesidad de estable-
cer diferencias dentro de las formaciones discursivas que se denominan “relacio-
nes”.
Walter Mignolo (1982) distingue rasgos organizativos y pragmáticos y deter-
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 27

mina que en el contexto de producción esos textos tienen el sentido de “relato o


informe solicitado por la Corona” y señala distintas etapas en su formación: no ofi-
cial, oficial y textos posteriores que se estructuran siguiendo ese modelo. Estas con-
sideraciones se abocan a los escritos que se encuentran sistemáticamente regula-
dos por un cuestionario o “Instrucción y Memoria”.
El abordaje de los textos de Sarmiento problematiza estas distinciones. La
relación de 1580 está subordinada al mandato oficial de la Instrucción y el contenido
del texto responde por medio de dos movimientos, el de narrar y el de describir, a
sus requerimientos. Pero la instrucción que lleva el navegante no es similar a la
“Instrucción y Memoria” de cincuenta preguntas redactada por López de Velasco en
1574.
Resulta insoslayable para un análisis específico de las relaciones el estudio
introductorio de Relaciones Geográficas de Indias de Marcos Jiménez de la Espada.
(1881). Éste me permitió establecer que hay distintas etapas de sistematización en
los textos que informan sobre los diversos aspectos geográficos y naturales del
Nuevo Mundo. Se produce entonces, un entrecruzamiento entre los modelos retóricos
que impone la “Instrucción y Memoria” para sus relaciones y la relación o relato de
viaje. Los escritos no siempre surgen por un mandato de escritura, en ocasiones el
universo textual se conforma a partir de acontecimientos que los apartan del acto
obligatorio de responder. En el análisis de las relaciones de viaje aplico la distinción
de la escritura como mandato u ofrenda (Mignolo: 1987) y sigo las observaciones
de Elena Altuna sobre los caminantes que recorren los territorios americanos du-
rante los siglos XVII y XVIII (1998, 1999, 2001, 2002).
En los relatos de 1583 y 1584 la escritura adquiere mayor autonomía y co-
mienza a alejarse de lo reglamentado. El acto de escribir deja escuchar, con cre-
ciente intensidad, una voz fracturada por las decepciones, cuya máxima expresión
se encuentra en el escrito de 1590. Esta mirada pone en evidencia zonas del corpus
en las que la palabra comienza a fisurarse, enfrentando al poder metropolitano que
no brinda respuestas. Esos silencios determinan diferentes posiciones del sujeto
que se reflejan en una escritura más apasionada, recurrente en contradicciones y
cuestionamientos.
En el trabajo sobre los modelos del género fue decisiva la consulta de los
manuscritos originales de Sarmiento. Rosenblat enumera seis relaciones sobre el
segundo viaje. La primera, del 1 de junio de 1583, es por sus rasgos formales una
28 MARÍA JESÚS BENITES

carta y, lo que considero un aspecto contundente, está redactada en primera perso-


na singular, a diferencia de las relaciones en las que se alterna el uso de las perso-
nas gramaticales.
La consideración del aspecto paleográfico me permitió, en su momento, pun-
tualizar cuáles son los textos escritos de puño y letra por Sarmiento y cuáles los que
fueron dictados. Para la distinción de los rasgos de la caligrafía partí de los saludos
finales de las relaciones, las cartas y de la firma. También analicé una misiva del 27
de septiembre de 1589 en la que el autor agrega en la parte superior del primer
folio lo siguiente: “Suplico a vuestra señoría no le espante la larga historia ni la mala
le-tra, y me haga merced de la leer toda, que no deje letra”.
En el caso de las relaciones este aspecto es decisivo porque algunos editores
consideran que la alternancia es un efecto del dictado (Sarabia Viejo: 1988). Al
comprobar que las relaciones de 1580 y de 1583 están escritas de puño y letra por
el viajero pude establecer que la alternancia entre la primera persona del singular y
del plural y la tercera del singular, presente en la totalidad de las relaciones, se
transforma en un aspecto fundamental.
Me dediqué a organizar los escritos con un criterio que atendiera tanto las
características tipológicas, formales como las contextuales. Dentro de la estructura
de las relaciones, se encuentran textos que no parten de un cuestionario oficial y
que están estructurados a partir de un movimiento narrativo que tiene por objeto
reclamar una recompensa por los esfuerzos realizados. Estos escritos se acercan a
las escrituras denominadas “probanza de méritos y servicio”. En la base de su es-
tructura subyace el relato del sufrimiento del hombre en un espacio hostil. Son
escrituras “corpóreas” (Margo Glantz: 1992) ya que el sujeto inscribe el padeci-
miento físico en el espacio textual.
Además, para el estudio de los relatos de viaje he partido de la división del
discurso demitificador de Beatriz Pastor (1983) proponiendo para el abordaje de los
textos del navegante la categoría de “narrativa del desamparo”. En ésta se entre-
cruzan los motivos que recorren la del fracaso y sus articulaciones en naufragio y
rebelión con los elementos y tonos que atraviesan la escritura de Sarmiento de
Gamboa.
En este marco de trabajo las otras dos relaciones que incluye Rosenblat
(ambas firmadas el 1 de junio de 1583), son textos que poseen una indiscutible
riqueza documental, pero que exceden los objetivos y alcances de mi investigación
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 29

ya que cumplen con una formalidad administrativa.12 En ellos se consignan nom-


bres, cargos, sueldos, oficios de los tripulantes y pobladores, se detallan alturas o
se reproduce la lectura de las agujas de marear.
En el abordaje de las relaciones entran en diálogo otras escrituras sobre el
Estrecho de Magallanes. Se agregan al corpus el primer relato sobre el Estrecho
(con la variedad de elementos míticos que acompaña toda fundación) Primer Viaje
en Torno al Globo de Antonio de Pigafetta (1522), la relación de la aventura expedi-
cionaria de Juan de Ladrillero (1558), el testimonio del único poblador sobreviviente
de la utopía sarmientina: Tomé Hernández.
Los cambios de posición que paulatinamente se señalan en el estudio de la
Historia Indica y las Relaciones de los viajes se condensan en las cartas y memoria-
les ya que, por un lado, están escritos en diferentes etapas (entre 1572 y 1592) y,
por otro, poseen distintos tonos. La carta permite la emergencia de un sujeto en un
espacio de menor sujeción a la autoridad. Sarmiento explicita allí sus quejas e
inscribe en ellas el sufrimiento de un vasallo que se siente, en reiteradas ocasiones,
abandonado por sus superiores y el Rey, como las conmovedoras cartas que redac-
ta en la prisión pidiendo que lo rescaten.
En las epístolas no se escucha una voz entrecortada por los mandatos de la
instrucción y el apremio de informar novedades sino las múltiples modulaciones de
la palabra. Los textos tienen una clara intención argumentativa y de pedido; se li-
mitan a referir los acontecimientos que avalen el otorgamiento de tal solicitud.
Las indagaciones que guían el análisis del epistolario giran en torno a las
preguntas acerca de qué y cómo se suplica. Mi lectura se divide en dos momentos,
marcados por los móviles que estructuran la acción y el gesto de pedir. En el prime-
ro, la súplica tiene como objetivo el móvil de la honra, la estimación y la hacienda,
que se reitera en las cartas escritas entre los años 1572 y 1581. Es el discurso de un
héroe eufórico, merecedor por sus hazañas de los más altos reconocimientos.
En un segundo momento, este móvil es desplazado por el del pedido angus-

12
Derrotero del Camino y navegación que hizo la armada del mando del general Diego Flores
Valdés, que salió de Sanlúcar el 9 de diciembre de 1581 para el Estrecho de Magallanes y
Relación de los capitanes y naos, maestres y pilotos que Su Majestad proveyó para la armada
que invió en la jornada del Strecho de la Madre de Dios, antes llamado de Fernando de
Magallanes, y lista de los pobladores del Estrecho.
30 MARÍA JESÚS BENITES

tiante de auxilio para los pobladores del Estrecho. Esta etapa corresponde a las
cartas redactadas entre los años 1582 a 1585. En las misivas que escribe en 1589 el
pedido de socorro es para él mismo, preso en el Castillo Infernal. El sujeto que re-
clama lo hace desde el lugar del agraviado, de aquel cuya honra y fama se han visto
tan ultrajadas que lo único que puede ofrecer son sus pesares.
He recurrido, fundamentalmente, a las distinciones que realiza María Antonia
Heredia Herrera (1972; 1974; 1977). Además relaciono el abordaje de las epístolas
con las partes de la dispositio retórica ya que Sarmiento apela a sus conocimientos
de oratoria y las estructura de acuerdo a un objetivo propio sin condicionamientos.
Las citas utilizadas en el trabajo han sido extraídas de las ediciones de Ángel
Rosenblat de la Historia Indica y de los Viajes al Estrecho de Magallanes. De todas
maneras, cuando es relevante, señalo las diferencias con las demás ediciones con-
sultadas, fundamentalmente con la de Pablo Pastells. En todos los casos realizo, en
nota al pie, una descripción del manuscrito.
Versos de la Odisea13 inauguran cada uno de los capítulos de la tesis. Ya la
escritora peruana Rosa Arciniega (1956) vincula a Sarmiento con Ulises. Sus via-
jes, marcados por el infortunio, hacen inevitable esta comparación. Ambos parten a
lugares remotos acompañados por quienes morirán en el trayecto, en recorridos de
muerte, hambre y olvido. Ulises navega durante veinte años desde Troya hasta
Itaca. Sarmiento de Gamboa, dedica los últimos diez años de su vida a colonizar
una tierra desolada sin metales ni aromática especiería para guardar en torres de
oro.
Homero canta el destino épico de Ulises; Sarmiento escribe impulsado por la
necesidad de referir desgarradores acontecimientos que componen una intermina-
ble odisea: la de su propia existencia.

13
Buenos Aires: Planeta (1999). Todas las citas corresponden a esta edición.
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 31

Habla, Musa, de aquel hombre astuto que erró largo tiempo

después de destruir el alcázar de Troya,

del que vio tantos pueblos y de ellos su espíritu supo,

de quien tantas angustias vivió por los mares, luchando

por salvarse y salvar a los hombres que lo acompañaban;

mas no pudo, ¡ay!, salvarlos, no obstante el esfuerzo que


hizo.

Odisea, Canto I

Años ha que conoces a Sarmiento

ser más descubridor que cortesano.

Fragmento de un poema
de Pedro Sarmiento, 1590.
32 MARÍA JESÚS BENITES
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 33

“YO DECLARO DE MÍ SER MÁS MALO

QUE LOS MALOS”1

La mañana del 6 de enero de 1587 una flota inglesa comandado por Thomas
Cavendish atraviesa el Estrecho de Magallanes. Francis Pretty maestre de la empre-
sa, refiere uno de los acontecimientos impensados que les deparó esa incursión.2

El día 7, entre la boca del Estrecho y su mayor angostura, tomamos


un español llamado Hernando, que se encontraba allí con otros 23 espa-
ñoles, último resto de cuatrocientos españoles dejados allí tres años
antes, en esos Estrechos de Magallanes; todos los demás habían muer-
to de hambre. (...).

Los españoles que estaban allí habían venido a fortificar los Estre-
chos, con el fin de que ninguna nación tuviera paso por ellos al Mar del
Sur, salvo ellos, pero, según parece, ésa no fue la voluntad de Dios.
Porque durante el tiempo que estuvieron allí, que fueron por lo menos
dos años, jamás pudieron tener cosa que creciera o que de cierto
modo prosperara. Y, por otra parte, los indios caían a menudo sobre
ellos, hasta que sus bastimentos se volvieron tan escasos (las provisio-
nes que habían traído de España estaban consumidas, y no tenían me-
dio de renovarlas) que murieron como perros en sus casas, y vestidos,
y así los encontramos a nuestra llegada.3

1
Frase extraída de la Sumaria Relación de 1590.
2
El título completo del texto es “El admirable y próspero viaje del venerable maestre Thomas
Candish, de Trinley, condado de Suffolk al Mar del Sur, y desde allí alrededor del mundo,
comenzando en el año 1586 de Nuestro Señor, y terminado en 1588. Escrito por el maestre
Francis Pretty, últimamente en Ey, Suffolk, un gentilhombre que participó en el viaje” y fue
publicado en los Hakluyt’s Voyages. Londres (1927: Tomo VIII, 206-255).
3
Tomo esta cita de la edición de Rosenblat quien tradujo fragmentos del texto en el “Epílogo” a
Viajes al Estrecho (Tomo II, 367-372).
34 MARÍA JESÚS BENITES

Al leer este relato surgen distintas preguntas: porqué aquellos españoles se


encontraban en ese páramo, que los ingleses rebautizaron crudamente como “Puerto
del Hambre”; quién había impulsado el proyecto colonizador, quién fundó esas ciu-
dades, quién los había guiado hasta allí ... Las respuestas se encuentran siguiendo
las líneas que trazan la vida de Pedro Sarmiento de Gamboa.

El 2 de diciembre de 1564 el Arzobispo de Lima, Fray Jerónimo de Loaisa, en


carácter de Inquisidor Ordinario, tomó declaración al principal acusado en un proce-
so de fe.

Preguntado cómo se llama y de dónde es natural y cómo se llama-


ron sus padres, dijo que se llama Pedro Sarmiento, y que es natural de
Alcalá de Henares, y que su padre se llamó Bartolomé Sarmiento y su
madre María de Gamboa, que su padre era natural de Pontevedra, en el
reino de Galicia, y su madre de la ciudad de Bilbao, en Vizcaya. (261).4

A pesar de esta afirmación, hecha por el propio acusado, los biógrafos (como
Amancio Landín Carrasco o Ernesto Morales, entre otros) sostienen que los datos
sobre el origen de Sarmiento de Gamboa no son precisos. Su probable nacimiento
en Alcalá de Henares es aproximadamente entre los años 1532 y 1539. Sin embar-
go, sus contemporáneos se refieren a él como el "Caballero de Galicia" ya que está
comprobado que vivió su infancia en Pontevedra.5
Sus conocimientos matemáticos, cosmográficos y el dominio de las lenguas
clásicas hacen suponer a sus biógrafos que estudió en la Universidad de Alcalá o en
la de Sevilla.
Alrededor de 1555 se embarcó con destino al Nuevo Mundo donde “vino a
buscar cómo ser aprovechado” (T. II, 262), y arribó a la ciudad de Puebla de los Án-
geles en el Virreinato de Nueva España. En 1557, fue azotado públicamente por or-
den de la Inquisición.

4
Ángel Rosenblat (Tomo II, 262) copió este documento de Historia del Tribual del Santo
Oficio de la Inquisición en Chile de José Toribio Medina (1890: Tomo I, 309 – 338). Todas
las citas de la entrevista durante el juicio pertenecen a la edición de Rosenblat que se en-
cuentra en el “Epílogo”.
5
Bartolomé Leonardo de Argensola en su Historia de las Molucas (1609). Fernández de
Navarrete (1848) también ha sostenido la idea de que Sarmiento era gallego. Rosenblat señala
en reiteradas oportunidades cómo algunos modismos propios del habla gallega se filtran en la
escritura de Sarmiento.
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 35

Porque había hecho y ordenado una estatua con un sambenito y


una sentencia en forma contra un Diego Rodríguez, de Puebla, vecino
y en-comendero de aquel pueblo, a intercesión de unos sobrinos del
Obispo de Tlaxcala que estaban mal con el dicho vecino, e por la dicha
sentencia condenaba por el Santo Oficio de la Inquisición a ser que-
mado el dicho vecino.6

Este episodio lo obligó a dejar Nueva España y huir hacia el Perú donde don
Andrés Hurtado de Mendoza, segundo marqués de Cañete ocupaba el cargo de Vi-
rrey. Durante un período de, aproximadamente, cuatro años se supone que enseñó
gramática latina en algún colegio dominico o en la Universidad de Lima ya que su
nombre, cargo y sueldo figuran en las libranzas y provisiones realizadas durante
ese período.
Cuando en 1561, don Diego López de Zúñiga y Velasco, conde de Nieva, asu-
mió como Virrey del Perú, Sarmiento de Gamboa, trabó con él una estrecha amis-
tad ya que la nueva autoridad -además de su afición a las aventuras galantes-
estaba, en la misma medida que Sarmiento, profundamente interesada en temas
astrológicos. Richard Pietschmann (1906) apunta una extraña anécdota.

Se cuenta que el conde al llegar al Perú, encargó su horóscopo a un


astrólogo, habiéndole éste predicho el día y la hora de su muerte, ya
cercana. Esta predicción no desconcertó a Nieva, quien se la recordó
al astrólogo cuando llegó la fecha, a lo que éste le contestó que la
constelación peligrosa no había pasado aún7 (36).

El Conde es encontrado asesinado en una calle de la ciudad de Lima, durante


la noche del 19 de febrero de 1564. Las dimensiones que adquiere el escándalo obli-
gan a detener las investigaciones para no difamar la memoria del Virrey.8 Sin em-
bargo, en diciembre de ese mismo año, Sarmiento fue llamado a declarar ante el
Arzobispo de Lima, fray Jerónimo de Loaisa quien actúa como Inquisidor Ordinario.9

6
En Ángel Rosenblat (1947). Nota preliminar a Historia de los Incas (16).
7
Cito de la edición traducida por la Universidad de San Marcos, 1964. Ernesto Morales (1932) se
pregunta “Este astrólogo ¿no sería Pedro Sarmiento de Gamboa? (42).
8
“La opinión general es que el Virrey por instigación de un marido celoso, fue asaltado en
unpaso nocturno por las calles de la ciudad, y matado a golpes, mediante largas mangueras de
arenas”. Nota al pie de Pietschmann (36).
9
En una cédula firmada el 25 de enero de 1569, Felipe II instituyó el Tribunal del Santo Ofi-
36 MARÍA JESÚS BENITES

Las acusaciones sobre las que tiene que responder en el juicio son dos. La
primera, y menos importante, se centró en los dichos de una criada del Conde de Nieva
llamada Paiba quien le acusaba de haberle ofrecido una tinta con cualidades amorosas.

Fue 10 preguntado si tratando en esta ciudad con una persona, ha


dicho que sabía hacer cierta tinta que si escribían con ella a alguna
mujer querría mucho a la persona o personas que escribiese la carta,
aunque antes la quisiese mal. Dijo que hablando con este confesante
una mujer que se llama Paiba, criada del Conde de Nieva (…) sobre
cosas necias y torpes del amor, preguntó la dicha Paiba a este
confesante si sabía alguna cosa para que la mujer quisiese bien al
hombre, y este confesante dijo a la dicha Paiba que había oído decir
en España que se hacía una tinta que lo escripto con ella forzaba a la
mujer que la leyese a querer bien al que se la enviaba, pero que no lo
tenía por cierto ni lo había experimentado ni visto experimentar, ni
pensaba hacello, porque lo tenía por vanidad y mentira (262).

La segunda acusación es más grave, pues objeta la tenencia de unos anillos


que Sarmiento había encargado fabricar y a los que atribuía poderes mágicos tales
como ganar la simpatía de los poderosos y obtener suerte con las mujeres, en las
guerras y en riñas.

Fue preguntado si pusieron algunas letras en los anillos dichos, y


qué letras son, y si cuando se hicieron había interrupción en las mar-
tilladas, y si se acabaron en el mismo día que se empezaron. Dijo que
en los dichos anillos pusieron ciertas letras y nombres y caracteres
astronómicos y que los nombres no están en lengua latina sino en
caldea, y que son nombres de santos, conforme el libro donde está la
fábrica de dichos anillos y el vocabulario quinque linguae. (…). E luego
su Señoría Reverendísima mostró al dicho Sarmiento dos anillos de
oro, para que conozca si son los susodichos, e, habiéndolos visto el
dicho Pedro Sarmiento dijo que le pare-

cio en el virreinato del Perú. El Tribunal se estableció formalmente el 19 de enero de 1570,


coincidiendo con la llegada a Lima del nuevo Virrey, don Francisco de Toledo.
10
En la edición de Rosenblat los monosílabos aparecen, según la regla ortográfica del momen-
to, con tilde. Como se trata de textos donde está actualizada la ortografía he decidido trans-
cribir estas palabras de acuerdo con las normas actuales. Este criterio lo sigo en todas las
citas.
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 37

ce que los dichos anillos son lo que ese confesante mandó hacer al
maestro Duarte, e que por ellos los tiene, porque cotejados con los
que están figurados en el libro tienen las mismas letras y caracteres y
fábrica. (…). El dicho Pedro Sarmiento exhibió ante Su Señoría dos
cuadernillos escritos en pergamino, de marca menor. (…). Y asimismo
exhibió en un papelillo una figura de otro anillo, que tiene escrito enci-
ma “tercero”; y exhibió un anillo de plata con ciertas letras y caracte-
res, que dijo ser el planeta Marte, el cual anillo y cuadernillos el dicho
Pedro Sarmiento dio espontáneamente. (…). Fuele preguntado si al
tiempo que el dicho platero hizo los dichos anillos, este confesante
hacía algunos movimientos con los ojos o con las manos o otra parte
de su cuerpo y decía algunas palabras y que palabras eran. Dijo que
no hacía movimiento ninguno aplicado ni enderezado a la obra de los
anillos, ni decía palabras para el dicho efecto más de dar prisa para
que se acabasen presto (263).

Los testigos son Francisco de Lima, secretario del Conde de Nieva, don Juan
de Velasco, hijo del Conde y Gaspar Losada, amigo del acusado, a quien Sarmiento
había ofrecido los anillos y los papeles e indicado que se dirigiese a las afueras del
pueblo para hacer un cerco dejándole una puerta orientada hacia donde sale el sol.
Luego, que tuviese en una mano el anillo y en otra los papeles mientras leía en voz
alta los textos de los cuadernillos. Finalmente, debía enterrar un espejo y después de
ciertos días sacarlo ya que en él podría leer cuanto necesitara saber sobre el futuro.

Su Señoría Reverendísima, preguntó al dicho Gaspar de Losada


por qué causa este testigo no vino a denunciar a su Señoría de las
cosas susodichas, pues que le parecían mal y lo reprendía al dicho
Sarmiento. Dijo que es ansí, que le parecía mal lo que el dicho Sar-
miento decía y trataba, y por tenerle por hombre honrado quiso pri-
mero este testigo dar parte de ello al Padre Fray Francisco de la Cruz,
por ser letrado, para que le aconsejase lo que estaba obligado a hacer.
(…). E conforme al parecer del dicho Fray Francisco y cédula susodi-
cha, este testigo vino al dicho Sarmiento para que él quemase los
dichos papeles y jurase conforme al dicho parecer. Y el dicho Sarmien-
to dijo a este testigo que quien le metía en hacer tantas diligencias, y
este testigo le dijo: “vos mi amigo sois, mas más quiero a Dios que a
vos ni a mi madre ni a todo mi linaje, y concluí, porque yo me voy
derecho al Arzobispo a decírselo”. E así el dicho Pedro Sarmiento dijo
38 MARÍA JESÚS BENITES

a este testigo: “Pues haré todo lo que vos quisieres y haré juramento”.
E así ambos a dos juntos se vivieron a esta iglesia del Hospital de
Santa Ana, y se fueron a un altar, y el dicho Pedro Sarmiento puso la
mano encima de una ara que en el dicho altar estaba y juró a Dios y a
aquella ara consagrada de no usar siempre jamás de los anillos ni de
los dichos papeles, y quemar todos los dichos papeles (267 - 268).

Esta declaración es sin duda la que más perjudica a Sarmiento, ya que en


ella queda de manifiesto su inclinación por las ciencias esotéricas, delito severa-
mente castigado durante la existencia del Tribunal de Lima.11 Se menciona a un
personaje que cobrará trascendencia en un futuro juicio contra el astrólogo: fray
Francisco de la Cruz.
El 8 de mayo de 1565 el Tribunal da a conocer la condena: oír misa en forma
de penitente, con el pecho desnudo y con una vela en la mano, y, lo más serio, un
destierro perpetuo de las Indias. Hasta que esto último se concrete, el acusado
deberá permanecer recluso en “un monasterio e ayunase los miércoles y viernes de
cada semana y que no tuviese libros ni cuadernos de mano ni de molde que contu-
viesen sobredichas y que abjurase de levi” (270).12
El condenado escucha la misa, pero apela al Vaticano, logrando que el arzo-
bispo, no sólo lo autorice a salir del convento, sino también que le conceda permiso
durante seis meses al año para viajar a Cusco u otros lugares. Esta libertad le per-
mite establecer nuevamente lazos con el poder virreinal. Así, en 1567, participa ac-

11
Teodoro Hampe Martínez (1998) señala que durante la existencia del Santo Oficio de Li-
ma fueron procesadas doscientas nueve personas por el delito de hechicería, de las cua-
les tres cuartas partes eran mujeres. El delito de hechicería comprendía según el au-
tor, las siguientes prácticas: la nigromancia, la quiromancia, la astrología, los sortilegios (16 - 17).
12
José Toribio Medina (1956) señala que se abjuraba de levi cuando el procesado parecía
levemente sospechoso en la fe, cuando la sospecha era grave, debía abjurar de vehementi.
Para el primer caso existía una fórmula preestablecida que el acusado debía recitar en la capilla
del Tribunal delante de numerosas personas, leyéndose previamente en voz alta el Credo y
otros artículos de fe. El autor señala que los indicios de sospechas de fe lo constituían,
tratándose del judaísmo, ponerse camisa o ropa limpia en sábado, quitar la gordura a la carne
que se había de comer, rezar los salmos sin Gloria Patri, etc.; del mahometismo, levantarse a
comer antes del amanecer, lavarse la boca y tornarse a la cama, lavarse los brazos hasta los
codos, no comer tocino, ni beber vino; de otras herejías, ser brujo o hechicero, decir la
buenaventura por las rayas de las manos, etc. (119 - 120).
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 39

tivamente en los preparativos de una expedición, cuya finalidad es descubrir nue-


vas islas.
Desde el descubrimiento, en 1535, de las Islas Galápagos persistía en el ima-
ginario de la sociedad indiana la posibilidad de que aún podrían descubrirse en el
Pacífico islas ignotas. Esta creencia se apoyaba además en una tradición incaica en la
que se mencionaba la existencia de dos islas pródigas en riquezas materiales:
Hahuachaumbi y Ninachumbi. El propio Sarmiento refiere en su Historia Índica esta
leyenda.

Y andando Topa Inga Yupanqui conquistando la costa de Manta y la


isla de la Puna y Túmbez, aportaron allí unos mercaderes que ha-
bían venido por la mar haca el poniente en balsas, navegando a la
vela. De los cuales se informó de la tierra de donde venían, que eran
unas islas, llamadas de Auachumbi y otra Niñachumbe, adonde había
mucha gente y oro. Y como Topa Inga era de ánimo y pensamientos
alto y no se contentaba con lo que en tierra había conquistado, deter-
minó tentar la feliz ventura que le ayudaba por la mar.(…). Navegó
Topa Inga y fue y descubrió las islas Auachumbi y Niñachumbi, y vol-
vió de allá, de donde trajo gente negra y mucho oro y una silla de
latón y un pellejo y quijabién a un personaje que cobrará trascenden-
cia en un futuro juicio contra el das de caballo (215).

Desde su primer viaje Cristóbal Colón asocia las míticas islas con las tierras
a las que arriba. El Almirante identifica a La Española con Ofir y Tarsis en las cuales
el Rey Salomón, según refiere el Antiguo Testamento, había encontrado el oro, las
piedras preciosas y la madera de sándalo con la que se construyó y decoró el
templo de Jerusalén.13
Con la expectativa de encontrar estos fabulosos territorios, Lope García de
Castro, quien ocupaba el cargo del fallecido Conde de Nieva, organiza una flota
compuesta por dos navíos que zarpa el miércoles 19 de noviembre de 1567. Como

13
En relación con este mito de Ofir y Tarsis hay quienes afirmaban que los incas del Perú
descendían de una de las tribus de Israel ya que era probable que las barcas salomóni-
cas hubiesen llegado a las costas peruanas por el Océano Pacífico y allí encontrado los te-
soros del Imperio Incaico. El padre José de Acosta en su Historia natural y moral de las In-
dias (1590) se opone por parecerle absurda esa posibilidad. De todos modos hasta fines
del siglo XVII se siguieron preparando empresas en su búsqueda. En Juan Gil (Tomo II,
1989).
40 MARÍA JESÚS BENITES

general de la Armada nombra a su inexperto sobrino, don Álvaro de Mendaña;


maestre de campo a Pedro Ortega; piloto mayor a Hernando Gallego y capitán de la
nao principal a Pedro Sarmiento de Gamboa, a quien, por expresa recomendación
de García de Castro, debía consultársele el derrotero. En la instrucción se determi-
naba que el objetivo de la empresa era poblar las tierras que se descubriesen para
lo cual se la había proveído entre otras cosas, de armas, municiones, pertrechos,
vestidos, semillas.
Sarmiento refiere los acontecimientos de este viaje en una Relación
probablemente del año 1569,14 donde quedan expuestas las desavenencias con Men-

14
Relación de Sarmiento de cuando fue con Álvaro de Mendaña por el Mar del Sur. El ma-
nuscrito se encuentra en el Archivo General de Indias, Patronato 18, N° 10, R. 8. Sigo la trans-
cripción que Amancio Landín Carrasco incluye en el Apéndice Documental a su Vida y viajes
de Pedro Sarmiento de Gamboa (1945: 215- 233). A esta edición corresponden todas las citas.
Existe otra edición del texto en la Colección de Documentos Inéditos del Archivo General
de Indias (1875). Hay otra versión incompleta de este texto en Páginas del descubrimiento de
las Islas Salomón (1568) según las relaciones del pontevedrés Sarmiento de Gamboa y
Alvaro de Mendaña, en la cual -como su título lo indica- se incluyen fragmentos de las relacio-
nes de los dos navegantes.
Mendaña escribió dos versiones de su viaje a las Islas Salomón. Dos de ellas, seguramente de
1569, se encuentran en la Colección de Documentos Inéditos del Archivo General de Indias
(1875) copiadas de la Colección Muñoz. La primera se titula Esta es una breve relación que
se ha recogido de los papeles que se hallaron en esta ciudad de La Plata, acerca del viaje y
descubrimiento de las islas del Poniente de la mar del sur, que comúnmente llaman de
Salomón. (210 – 221). La segunda relación, más extensa, fue ingresada como Esta es la
relación y suceso de las cosas que han sucedido y pasado en el descubrimiento de las islas
que el ilustre Sr. Alvaro Davendaña fue a descubrir el año 1567 hasta 1568, por mandado del
muy ilustre Señor Licenciado Castro, su tío, gobernador y presidente de los reinos del Perú.
Va sacada de verbo ad verbum de la que al señor a Felipe II y escrita desde Lima el 11 de
septiembre de 1569. Apa rece en la Colección Velázquez, Tomo XXXVI y en la Historia del
descubrimiento de las regiones australes Tomo II de Justo Zaragoza, Madrid, 1880. La docu-
mentación sobre el viaje de Mendaña es registrada además en The discovery of the Solomon
Islands by Alvaro de Mendaña in 1568 de Lord Amherst of Hackney y Basil Thomson. Hakluyt
Society, Londres: 1901.
Otra relación que refiere estos acontecimientos es la del piloto Hernando Gallego, cuyo manus-
crito se conserva en el A.G.I. P. 18, N° 10, R. 4. Existe además un texto escrito por el Escribano
Mayor de la Armada que acompañaba a Mendaña, Gómez Hernández Catoira que ha sido
publicado en Australia Africana Vol. II de Celsus Kelly. Madrid: 1965 –1969.
Finalmente, se conserva un manuscrito anónimo sobre este viaje, encontrado en Bibliote-
ca Nacional de París y publicado por Fernández Duro en el Boletín de la Sociedad Geográfica
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 41

daña. En el escrito señala que por propia voluntad cedió el cargo de “General desta
jornada á Aluaro/ De Mendoça15 sobrino del Gouernador reseruando en su el cargo
de Todo el trauajo de juntar la gente y pertrechos y el Viage y descubrimiento”
(216).
El texto refiere en orden temporal los avatares de la expedición acentuando
la incapacidad del General para comandar la empresa.16 El narrador apunta cada
día el modo en que Álvaro de Mendaña lo desplaza en la toma de decisiones y la
progresiva desautorización a la que se ven sometidos sus consejos.

Como el auatami° de altura hera tan grande y tan de golpe no lo


quiso disimular mas el capitan Pedro Sarmiento Visto que no hauia
enmienda sino que cada dia nos ybamos mas apartando y derrotando
a sabiendas de la tierra en cuya demanda ibamos y principalmente
auiamos salido del Peru Y asi dixo al General que mirase que ibamos
perdidos a lo menos para lo que salimos a hazer (...) y asi le Rogo al
General mandase enmendar el hierro que se hazia Luego porque si
pasauan mas adelante no tendria enmienda y no consintiese que se
lleuase tan mala y dañosa derrota y tan fuera de lo que se traya por
concierto determinado y que mirase que yba contra La Instruccion
(218).

La escritura es dominada por la narración de las condiciones desfavorables de


la travesía y las desavenencias entre sus protagonistas. La referencia a las conflic-

de Madrid en 1895.
15
Confusión por Mendaña.
16
Es interesante comentar que, en sus relaciones, Mendaña menciona de manera ocasional a
Sarmiento de Gamboa, éste es una figura casi ausente que ha sido prácticamente borrada de
los acontecimientos. Sólo en algunos tramos aparece su nombre para identificar un accionar
irrelevante. Además, cada intervención de Sarmiento en el texto es cumpliendo un mandato de
Mendaña: “y mandé al capitán Pedro Sarmiento que el lunes, que se contaron 16 del dicho mes
de hebrero, se partiese con diez y seis soldados (...)” (246).
Esta marca textual hace que el autor, que a diferencia de la escritura sarmientina no es la de un
sujeto textual diferido, sino en una contundente primera persona (“yo dije”, “yo acordé”, entre
muchos ejemplos), se construya como quien toma las decisiones dentro de la Armada. En
contraposición, el accionar de Hernado Gallego, el piloto mayor, está siempre referido. Eviden-
temente, esta escritura, cuya fecha exacta de producción se desconoce, tiene la función de
autojustificar su accionar frente a posibles críticas y cuestionamientos por el rotundo fracaso
colonizador de la expedición.
42 MARÍA JESÚS BENITES

tivas relaciones personales y asimétricas con los demás miembros de las empre-
sas, será una constante en los escritos de viajes de Sarmiento. El narrador se
presenta en permanente choque con Mendaña, quien de manera sistemática des-
atiende sus “consejos” y prevenciones. Escribir es el medio que autoriza su posición
de piloto y cosmógrafo.

Por que la tierra nos quedaua a mano izquierda la buelta del sur y
del Susudeste y que ya que no lo quisiese creer a el [a Sarmiento]
diese algun credito a tantas pajarerias y rrabiocardos piqueros y
Gabiotas que Venian de hazia el Sur y sudueste por la mañana y a la
tarde tornauan a donde por la mañana auian Venido y lo que hera mas
cierta señal truenos y Relámpagos del Sur y sudueste por que segun
Regla Natural La gruesa Materia que causa semejantes efectos natu-
rales es causa de los pesados bapores de la Terra y no de las leues
excilaciones de la Mar y asi es prouadisssima experiencia que quando
Vamos de alto golpho y oymos truenos y Relampagos damos luego en
tierra breuemente asi a la parte que se oyen porque Las tales nubes y
meteuros Rompen sobre la propia tierra – con estas y otras muchas
persuasiones Le dezia mandazse guiar la derrota La buelta de donde
las señales parecian y que si no saliese cierto que le echasen a la Mar
como a hombre que auia engañado a su Rey y Señor (218).

Después de cincuenta y siete días de navegación divisan las primeras cos-


tas, pero siguen adelante en busca de las tierras de Ofir. El texto narra las condicio-
nes, cada vez más infrahumanas, en que los expedicionarios navegan cuarenta días
sin un rumbo preciso. Acosados por la desesperación, Sarmiento señala que tanto
Mendaña como el resto de la tripulación, le consultan la ruta. En esa circunstancia,
el hasta ahora relegado Capitán, impone un cambio en el itinerario. El 15 de enero
de 1568 descubren unas islas a las que bautizan “Nombre de Jesús”.
El 5 de febrero, luego de más de ochenta días de navegación llegan a las
llamadas Islas Salomón que son nombradas por el General como Santa Isabel de la
Estrella;17 éste, si bien ordena el desembarco en las islas, se niega, nuevamente, a

17
Rosa Arciniega (1952) refiere que existieron dos razones para bautizar la isla con ese nombre:
“Santa Isabel, porque el día que salieron del Perú correspondía a esa santa y de la Estrella,
porque cuando entraban con las naves al puerto de Samba, con todo y ser la hora exacta del
más claro mediodía ‘vieron en el cielo una estrella refulgente’ que parecía guiarlos hacia un
fondeadero resguardado” (57).
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 43

los intentos colonizadores de su Capitán, hecho que acrecienta los desencuentros


entre ambos.
El texto realza la insistencia de Sarmiento para que se navegue en dirección
sudeste en demanda de aquella “tierra grande”. Es coincidente la suposición de los
estudiosos que afirman que de haber continuado este derrotero, Sarmiento habría
descubierto Australia y España hubiera sido dueña de la quinta de la parte del mun-
do.18 Tampoco esta alternativa es aceptada por el joven sobrino del Virrey, quien
decide volver al Perú. El 8 de mayo de 1568 zarpan de regreso19 y surge nueva-
mente la discordia: uno propone retornar por México, el otro por Chile.
La escritura refleja que los últimos tramos de la expedición son caóticos: las
naves quedan separadas, muchos de los navegantes padecen hambre, sed y enfer-
medades. El 20 de diciembre de ese año, un temporal separa las embarcaciones y
el 23 de enero de 1569 llegan -con una diferencia de dos días- al puerto de Santiago
de Colima, en Nueva España.
Sarmiento retornaba, después de catorce años, a aquellas costas por las
aguas del Pacífico, con casi cuarenta años y en la misma situación de infortunio en
que se había alejado perseguido por la Inquisición.
El navegante, en una carta dirigida a Felipe II el 4 de marzo de 1572,20 refiere
que, tanto en Santiago de Colima como en Realejo, puerto de Nicaragua, trató de
dar cuenta a las autoridades de los sucesos de la expedición. En ella afirma que el
Capitán “temeroso” de ser perjudicado por sus declaraciones y antes de huir ha-
cia el Perú lo arrestó y “tomó todos los papeles, relaciones, cartas y contratos, y los

18
En este punto, las opiniones difieren. Ernesto Morales (1931), en tono elocuente afirma “Él
[Sarmiento] buscaba algo más lejano e incierto, no es imposible de que fuera Australia”. p.86.
Otros estudiosos, como Pietschmann, Landín Carrasco o Rosenblat, se centran en los impedi-
mentos de los cuales fue objeto Sarmiento ya que no le permitieron trazar los rumbos adecua-
dos para engrandecer, aún más, los dominios imperiales. “Sarmiento debió de barruntar la
existencia de tierras desconocidas en aquellas latitudes, y por eso trató de extenderse en los
reconocimientos marítimos; pero tropezó para ello con la poca diligencia del general y sus
acompañantes. Nadie, sino Dios, puede adivinar lo que habría ocurrido si Sarmiento de Gamboa
hubiese logrado ensanchar el área de aquella exploración”. En Landín Carrasco: 1945, 58.
19
Por lo que se deduce de la relación de Sarmiento, había muchos marinos interesados en
continuar el derrotero en busca de aquellas tierras desconocidas.
20
En Rosenblat. Tomo II.
44 MARÍA JESÚS BENITES

rompió”21 (174).
El arribo final al puerto del Callao se produce el 11 de septiembre, veintidós
meses después de la partida. El panorama político de Lima era distinto ya que Felipe
II había nombrado a Francisco de Toledo como nuevo Virrey.22 Ante él y la Real
Audiencia de Lima, se realiza un careo entre el subalterno obstinado y Mendaña.23
Toledo, encuentra razonables los argumentos y conducta de Sarmiento y decide
nombrar al viajero “Cosmógrafo General de los Reinos del Perú”.

21
Catoira refiere en su texto una versión diferente ya que señala que Mendaña trató de apresar
a Sarmiento quien huyó junto con un esclavo.
22
Toledo provenía de una familia de la realeza y había servido a Carlos V, desde los quince años,
en Flandes, Francia y Alemania. Durante el reinado de Felipe II ocupó el cargo de Mayordomo
Real hasta que se decidió nombrarlo, con cincuenta y cuatro años, Virrey del Perú.
23
Toledo justificó en cierta medida al Capitán aludiendo que el fracaso de la empresa se debía a
que era demasiado joven e inexperto para haberla comandado. La obsesión de Mendaña por
explotar las tierras de Ofir se asemeja, sólo en este aspecto, a la Sarmiento de Gamboa por
colonizar el Estrecho de Magallanes. Luego del careo entre ambos volvió a España, donde
consiguió que el rey firmara, el 27 de abril de 1574, la anhelada capitulación para volver a las
islas. Las críticas e impedimentos hicieron que no pudiera regresar al Perú sino hasta 1576,
pregonando que realizaría la expedición. Nuevamente se vio enfrentado a Sarmiento ya que,
luego de largos preparativos la incursión del pirata Francis Drake de 1579 en las costas del
Pacífico ocupó a los hombres que había conseguido para el viaje. El 17 de junio de 1595, casi
veinticinco años después del primer viaje, Mendaña partió finalmente con rumbo a las Islas
Salomón.
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 45

Primera Parte

HISTORIA ÍNDICA
LA ESCRITURA DE LA DOMINACIÓN:
46 MARÍA JESÚS BENITES
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 47

Capítulo I

La escritura imperial de la
historia sobre los incas
48 MARÍA JESÚS BENITES

I- Noticias

"Me fue mandado por el Virrey Francisco de


Toledo, que tomase a mi cargo este negocio."

Historia Índica

El 1 de marzo de 1572, Francisco de Toledo envió, desde Cusco, una carta al


rey Felipe II en la que avalaba el manuscrito del texto que adjuntaba junto a unos
paños pintados: Historia Índica de Pedro Sarmiento de Gamboa.

Por haberse hecho la verificación desta Historia con tanta


examinación del hecho de la verdad della y haber habido, ansí en
estos reinos como en esos y fuera de ellos, oposiciones tan falsas y
con tan poca examinación y fundamento donde han resultado tantos
daños, y parece que sería reparo del saneamiento dello y de la justifi-
cación, mayor del título que Su Majestad tiene a estas provincias, que
la verdad de esta Historia anduviese impresa, como lo han andado
otros libros de mentiras y falsas relaciones en partes que han hecho
daño que vemos: para confutallos y desengañar, no solamente a nuestra
nación, sino a las otras Vuestra Alteza lo mandara ver y proveer lo
que más convenga a Vuestro Real servicio en lo que se pretende.1

Pasaron más de trescientos años para que la “verdad” de esa historia “an-
duviese impresa”. Los avatares que sufre la edición de Historia Índica se asemejan
a la azarosa vida de su autor. Es probable que el manuscrito al arribar a España
haya sido enviado a Holanda para una impresión que nunca se concretó.
Marcos Jiménez de la Espada en Tres relaciones de antigüedades peruanas
(1879) esgrime, después de infructuosas búsquedas, la posibilidad de que el libro se

1
Párrafo extraído del estudio preliminar a La Historia Índica de Richard Pietchsmann. 1964,
57 - 58.
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 49

haya perdido para siempre. Se desconocía que desde 1772 el documento se encon-
traba en posesión de Abraham Grenovius, bibliotecario de Leiden. A fines del siglo
XIX, el Gobierno de Prusia encarga la catalogación de los manuscritos de la Biblio-
teca de la Universidad de Gotinga. Esta tarea es confiada a Wilhelm Meyer, quien
encuentra el manuscrito y difunde su hallazgo en un Catálogo de la Real Sociedad
de Ciencias de esa universidad en 1893.
El estudioso Richard Pietschmann2 tiene a su cargo la primera edición del
texto, publicada en Berlín en 1906 con el título Geschichte des Inkareiches con no-
tas y un importante estudio preliminar. En él Pietschmann describe su “primer en-
cuentro” con el manuscrito: “utilizó el encuadernador antiguas coberturas de libros
de adecuado tamaño y de cuero de chancho, de un color verde, el cual, sin embar-
go, fue recubierto con una fina seda de vivo color rojo. Cuando, en 1889, vi por
primera vez el libro, el forro estaba ya deshecho, y a causa de las averías exteriores,
el manuscrito hubo de ser nuevamente encuadernado en marroquín”3 (1964, 14).
En 1942, 1943 y 1947 Ángel Rosenblat, partiendo de Pietschmann lo del ma-
nuscrito, edita la obra bajo el título de Historia de los Incas.4 Rosenblat acompaña
la publicación con un estudio preliminar de carácter biográfico y realiza una enco-
miable labor filológica que sistematiza la ortografía y puntuación y, en algunos ca-
sos, enmienda las notas históricas y lingüísticas de la edición alemana y en otros,
incorpora, al pie, nuevos comentarios acerca del texto. Sobre esta edición se basa la

2
Es importante destacar que Pietschmann es quien descubrió, en un anaquel de la Biblioteca
Real de Copenhague, el manuscrito de Nueva Coronica y Buen Gobierno de Guamán Poma de
Ayala.
3
El manuscrito lleva la indicación de Cod. Ms. Hist. 809 y las medidas del papel son 29.1/2:20 cm.
Para la dedicatoria al rey se utilizaron diez hojas blancas, de buena calidad. El texto de la
historia está escrito en un papel menos consistente y tiene ciento treinta y un folios numerados
y un apéndice de cinco folios, sin numerar. En esas diez primeras hojas se encuentran distintos
ornamentos. Entre los que menciona Pietschmann aparecen el escudo de Castilla y León
flanqueado por dos columnas coronadas, envueltas en cintas donde se lee, a la izquierda
“Plus” y a la derecha “Ultra”. La letra del manuscrito no es la de Sarmiento de Gamboa, quien dio
a copiar el texto y firmó, como se acostumbraba, bajo la dedicatoria al Rey. Según Pietschmann
la letra del original es cuidada y se advierte el esmero del copista ya que dejó espacios en
blanco para aquellas palabras que no pudo leer correctamente y que luego fueron agregadas
de puño y letra por Sarmiento de Gamboa.
4
Todas las citas corresponden a la edición de 1947. Buenos Aires: Emecé.
50 MARÍA JESÚS BENITES

más reciente Historia de los Incas (1988) publicada por la editorial Miraguano.5
Historia Índica comprende la segunda parte de un proyecto mayor titulado
Historia general llamada Índica que Sarmiento de Gamboa nunca llega a desarro-
llar.6 Él mismo refiere que:

La primera será historia natural destas tierras, porque será parti-


cular descripción dellas, que contendrá maravillosos hechos de natu-
raleza y otras cosas de mucho provecho y gusto, para que tras ésta se
envíe a Vuestra Majestad, puesto que debiera ir antes. La segunda y
tercera informarán de los pobladores destos reinos, de las hazañas
dellos, en esta manera. (...) La tercera y última parte será de los
tiempos de los españoles y sus notables hechos en los descubrimien-
tos y poblaciones deste reino y otros contingentes a él (83).

Si bien el proyecto consta de tres partes, son claros los móviles que hacen
que el historiador se vea obligado a escribir la segunda parte y que, con el transcu-
rrir del tiempo, haya quedado desdibujada y quizás hasta olvidada la intención de
referir los sucesos que promete. La escritura responde a un mandato del virrey
Toledo, señalado reiteradamente por su autor en distintos pasajes de la obra, quien
le designa Alférez General e Historiador de la comitiva que lo acompañará, por casi
cinco años, en su conocida Visita General por el reino del Perú.
Estudiosos de la literatura peruana como José de la Riva-Agüero, Luis Alberto
Sánchez, Raúl Porras Barrenechea, de la historia del imperio incaico como Louis
Baudin entre otros, han determinado, a partir de distintos criterios, una clasificación
de las crónicas y de los cronistas que refieren los sucesos de la conquista y coloni-
zación del Perú, desde la llegada de Francisco Pizarro en 1532.
Riva Agüero, en La historia en el Perú (1910), adopta una clasificación de
acuerdo al origen de los autores: españoles, indios y mestizos. Sánchez (1929)
distingue entre los “escritores que observan y estudian, sobre todo, el terreno mis-

5
En el Tomo III de su obra Don Francisco de Toledo. Supremo organizador del Perú, Roberto
Levillier incluye Historia Índica de Sarmiento de Gamboa. 1942, 3 - 154.
6
Es probable que la idea de escribir una Historia General partiera de obras que tenían gran
circulación en ese momento como Historia General y Natural de la Indias de Gonzalo Fernández
de Oviedo -publicada en Sevilla en 1535 y la polémica Historia General de la Indias y la
conquista de México de Francisco López de Gómara, editada en Zaragoza en 1552, por citar
algunas de las más difundidas.
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 51

mo en que se desarrollan los hechos, y analizan las instituciones y hechos pasados


por interés y curiosidad” (68)7; los que “en pos de un propósito moral y religioso”
(69) aprenden los idiomas aborígenes con el objeto de interferir en su cultura y los
“puramente políticos, teóricos del Derecho hispano e indiano, agentes cuya verda-
dera finalidad consiste en explicar y justificar la conquista española y la fundación
del Virreinato”8 (69).
Baudin (1945) en la introducción de su Imperio socialista de los incas, propo-
ne una división cronológica: cronistas que vieron el imperio incaico; los que llegaron
cuando el imperio ya estaba destruido; los cronistas que nunca estuvieron en el Pe-
rú pero obtuvieron sus datos de los primeros conquistadores y, finalmente, los que,
como Sarmiento, escribieron a partir de los relatos de los descendientes de los
incas.
Raúl Porras Barrenechea distingue, en 1937,9 distintos marcos de producción
en los cuales surgen las numerosas crónicas escritas en el Perú a partir de la llegada
de Francisco Pizarro. Esta clasificación se sustenta en un criterio histórico–cronológico
donde las producciones quedan agrupadas de acuerdo a los hechos históricos que
narran: Cronistas del descubrimiento,10 Cronistas de la conquista,11 Cronistas de

7
Cito de la edición de 1950.
8
Sánchez ubica la obra de Sarmiento en este grupo.
9
Trabajo con la edición de 1986.
10
Refieren los acontecimientos de los viajes y exploraciones geográficas que se realizan entre
1524 a 1532. Los escritores son funcionarios o soldados, veedores o secretarios, maestres o
pilotos. Los únicos relatos directos que se conservan son la relación Sámano – Xerez de 1528
(el manuscrito, de tan sólo cinco páginas, se encuentra en la Biblioteca Imperial de Viena en el
Códice Cortesiano), los trabajos cartográficos de Oviedo, la crónica rimada de Diego de Silva
y Guzmán de 1538 y una crónica tardía de Pascual de Andagoya titulada Relación de los
sucesos de Pedrarias Dávila en las provincias de Tierra Firme o Castilla del Oro y de lo
ocurrido en el descubrimiento de la Mar del Sur y Costas del Perú Nicaragua de 1541.
11
Relatan los sucesos relacionados con la ocupación del territorio en el período 1532 -1537. Esta
crónica es fundamentalmente soldadesca. Se encuentran agrupadas la carta de Hernando
Pizarro de 1533, Verdadera Relación de la conquista del Perú y provincia del Cuzco llamada
la Nueva Castilla de Franciso de Xerez (1534), Noticia del Perú de Miguel de Estete (1534),
Descubrimiento del Río Amazonas de Fray Gaspar de Carvajal (1547), Relación del descu-
brimiento y conquista del Perú de Pedro Pizarro (1571), Diego de Trujillo Relación del descu-
brimiento del reyno del Perú (1571), entre los más importantes.
52 MARÍA JESÚS BENITES

las guerras civiles (Guerra por la posesión del Cusco).12


Esta etapa inicial es seguida por la “Crónica del Incario”, que comienza a
escribirse en la época de las guerras civiles y absorbe a frailes y licenciados y en la
que el autor distingue entre cronistas pre-toledanos,13 toledanos y post-toledanos.
En este segundo grupo, que comprende el gobierno del Virrey, Porras incluye la
Historia Índica de Sarmiento de Gamboa y otras escrituras que sostienen el proyec-
to político de Toledo como el Tratado y averiguación sobre los errores y supersticio-
nes de los indios (1567) de Polo de Ondegardo; Fábulas y ritos (1583) de Cristóbal
de Molina, donde se describen las ceremonias religiosas de los incas y la Historia
Natural y Moral de las Indias (1590) de José de Acosta, en la que se analiza la flora
y la fauna del continente.14 Todas estas escrituras tienen como base la documenta-
ción recabada en la Visita General ya que tanto Ondegardo como Acosta se unieron,
en distintos momentos, a la comitiva.
La distinción de Porras Barrenechea determina un corpus que se sustenta en
acontecimientos históricos. Constituye además una unidad en el sentido de que, en
cada una de las etapas, los textos están regidos por principios básicos que determi-
nan su identidad y pertenencia. Estos principios son resultado de esas circunstan-
cias de producción pero también de una necesidad de transmitir y fijar reglas y
límites en el ejercicio y orientación de la escritura.
Franklin Pease encuentra en todas estas clasificaciones cierta “inoperancia” y
propone pensar en un “ordenamiento general y cronológico de las obras y recordar
siempre, de una parte, que cada cronista escribió una obra inscrita en un ciclo histo-
riográfico específico, lo que hace primar en cada caso criterios y opiniones concretas
y, de otro lado, cada autor utilizó determinadas fuentes, especialmente a los cronis-

12
Los cronistas de las guerras civiles son funcionarios, mercaderes, vecinos. En este período
se escriben las crónicas Primera parte de la Historia Natural y General de las Indias, yslas
y tierra firme del mar océano de Gonzalo Fernández de Oviedo (1535), Francisco López
de Gómara Historia general de las Indias (1552), Crónica del Perú de Pedro Cieza de León
(1553).
13
Es la etapa de los investigadores de las instituciones y costumbres del pueblo inca entre 1550
a 1569. Suma y narración de los Incas de Pedro de Betanzos (1551), fundamentalmente.
14
El título completo es Historia Natural y Moral de las Indias, en que se tratan las cosas notables
del cielo, y elementos, metales, plantas y animales dellas y los ritos, y ceremonias, leyes, y
gobierno y guerras de los indios.
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 53

tas previos o contemporáneos -editados o manuscritos- que cada uno pudo consul-
tar” (1988, 122).15
Ernesto Morales (1932) señala que Toledo recibió, al embarcarse a América,
instrucciones secretas del Rey entre las que se le encomendaba, ratificado por el Pa-
pa, la realización de esta empresa.16 El objetivo de la Visita es marcadamente impe-
rialista ya que con ella se propone reorganizar la vida de los indígenas sometiéndola
al sistema colonial y sofocar, con los medios que sean necesarios, el reducto rebelde

15
La obra de Sarmiento de Gamboa, junto a la de Cieza de León, Betanzos y Molina, integra,
según Pease (1988), la versión cuzqueña de la historia de los incas, donde los personajes in-
caicos y los Andes dominan el interés de los escritores. El estudioso reconoce en la Historia
Indica, en la misma medida que Porras, por ejemplo, la justificación al derecho hispánico de
conquista afianzado durante el gobierno de Toledo.
16
Morales destaca que el propósito de Toledo se cumplió sólo a medias ya que tenía una noción
demasiado cruel de la justicia. Además, luego de casi doce años de permanecer en el cargo de
Virrey volvió a España extraordinariamente rico.
Según Garcilaso de la Vega el rey no lo recibió como hubiera esperado ya que: “La Católica
Majestad, que tenía larga y general relación y noticia de todo lo sucedido en aquel Imperio, y en
particular de la muerte que dieron al príncipe Túpac Amaru, y del destierro en que condenaron
a sus parientes más cercanos, donde perecieron todos, recibió al Visorrey, no con el aplauso
que él esperava, sino muy en contra. Y en breves palabras le dixo que se fuesse a su casa,
que Su Majestad no le havía embiado al Perú para que matasse reyes, sino para que sirviesse
a Reyes. (...) Don Francisco de Toledo, viendo el segundo disfavor que igualava con el primero,
cayó en tanta tristeza y melancolía que murió en pocos días” (1944: Vol. III, 252).
En una misma orientación Guamán Poma de Ayala (1980 – [¿1615?]) refiere: “Don Francisco de
Toledo, visorrey habiendo acabado todas sus diligencias lo de este reino de las Indias se fue
a Castilla, y queriendo entrar a besar las manos de Su Majestad al señor y rey Don Felipe se-
gundo de este nombre el montero de cámara no le dio lugar ni le dejó entrar, ni se le dio licencia
para ello, con esta pesadumbre se fue a su casa y no comió y se asentó en una silla, asentado
se murió uentestates [sic: intestado], y despidió de esta vida y acabó su vida sintiéndose del do-
lor de no ver la cara de su rey y señor de los males que había hecho en este reino, así al Inga co-
mo a los principales indios y a los conquistadores de este reino, veis aquí caballeros la sober-
bia que tiene un mandado pobre, se quiso alzarse como se alzó y mató a un Rey y Señor, de este
reino no pudiendo conocer la causa sin el mismo Rey y Señor, han de sentenciar y firmar para la
sentencia y muerte de otro señor y rey; y así la soberbia le mató a Don Francisco de Toledo”.
(1980, 340 y 344).
Roberto Levillier (1935: Libro VIII) desmerece, desde una visión laudataria de la figura de
Toledo, tanto la anécdota de Garcilaso de la Vega como la de Guamán Poma de Ayala.
54 MARÍA JESÚS BENITES

de Vilcabamba.17
Para organizar la empresa se nombraron, entre visitadores, oidores, ecle-
siásticos, unas sesenta personas que tenían la tarea de “visitar” a los indios de las
comarcas que les fueran asignadas y realizar una suerte de encuesta en la que se
consignaran los siguientes datos: población, edades, recursos económicos, tributos
que pagaban en la época de los incas; el modo de sucesión de los cacicazgos y
quienes los poseían y desde cuando; la existencia de mitas, yanaconas y esclavos.
Los visitadores debían indagar acerca de la producción de coca, los tipos de árboles
y montes, acequias, ganado, armas, minas de oro y plata; tenían que brindar datos
vinculados con la doctrina y conversión de los indios y sobre la conducta de los
religiosos. Debían además referir qué iglesias y monasterios existían en cada pro-
vincia y el número y condición de los indios que trabajaban en el servicio de cada
una de ellos. Todos estos testimonios, constituyen las Informaciones18 de Toledo
que son enviadas a Felipe II junto con la Historia de Sarmiento.
Existe también otro aspecto que los visitadores estaban obligados a cumplir
con el objetivo de agilizar el pago de los tributos y la evangelización y que consistía
en el reagrupamiento de los pueblos en aldeas al estilo español, situadas en zonas
de mediana altitud y con accesos a las vías de comunicación. Estos drásticos cam-
bios en el modo de vida permitirían la implantación de un “buen gobierno” para con-
trolar con mayor rapidez los territorios poblados. Como señalan críticamente Serge
Gruzinski y Carmen Bernand (1999) esta actitud provocó un descontento mayor ya
que “Toledo pasó por alto las tradiciones indígenas de concepción del espacio o de
explotación colectiva; no tomó en cuenta una costumbre de la sierra peruana que re-
partía el territorio en distintas zonas ecológicas. Tampoco se preocupó por las perte-

17
La idea de realizar una Visita por el territorio de Perú estuvo presente también durante el
gobierno del Virrey Hurtado de Mendoza, marqués de Cañete, quien recorrió, no tan amplia-
mente como Toledo, el territorio con el fin de indagar las costumbres y organización social,
económica y religiosa de los indígenas.
18
Las Informaciones fueron publicadas en el siglo XIX de manera parcial por Jiménez de la
Espada. Roberto Levillier las editó integralmente en su obra Don Francisco de Toledo supremo
organizador del Perú (1935: Tomo II). Es importante señalar que el cúmulo de noticias recopi-
ladas por Toledo y sus ayudantes durante la Visita General constituye un importante material
histórico – documental, ya que da cuenta de diversos aspectos de la vida cotidiana de los
incas.
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 55

nencias étnicas y los lazos que unían a los indios con el medio natural” (73).19
Las Informaciones20 encierran una gran riqueza documental y un inaprecia-
ble valor para el estudio de las genealogías incaicas y la vida cotidiana de los indí-
genas pero no se puede desconocer que existió un manejo tendencioso21 de las
respuestas que justificaron el restablecimiento del tributo que se pagaba al Inca y
ayudaron a demostrar el poderío reciente del incario impuesto de manera violenta.
Sarmiento de Gamboa, en calidad de colaborador directo de Toledo, empren-
de la redacción de una historia sobre el incario que apoye explícitamente el proyec-
to político del Virrey y demuestre con argumentos válidos la ilegitimidad de los incas
como soberanos y dueños de la tierra. En la región de Cusco esta necesidad se po-
tencia aún más por la persistente actitud de resistencia al poder colonial que encabe-
za, en la zona de los Andes de Vilcabamba, Titu Cusi Yupanqui, descendiente de
Manco Inca.
La zona de Vilcabamba o Vitcos se instituye, desde la sublevación de Manco
Inca, en el refugio de la cultura incaica ya que las campañas de pacificación e in-
corporación de sus habitantes a las instituciones coloniales resultan infructuosas.
Esta resistencia se inicia con Manco, quien huye en 1534 de la ciudad imperial para
refugiarse en esta zona casi inaccesible en el Valle del Urubamba donde trata de re-
construir la vida del Cusco. La comunidad que se traslada a Vilcabamba establece
un vínculo de pertenencia con el nuevo territorio, no sólo como una realidad geográfi-
ca sino también histórica y simbólica, un espacio organizado según la memoria
construida por sus moradores y delimitado por los símbolos que la comunidad hace
corresponder con ese espacio.22

19
Guaman Poma de Ayala (1980 [¿1615?]) manifiesta su descontento con respecto a estas or-
denanzas de Toledo “(...) reducir y poblar a los indios, algunos en buena parte, algunos en ma-
la parte, como la suerte cayó; y por ello se desbarataron los indios de su querencia, por tener
las sementeras muy lejos (...) (447).
20
Porras Barrenechea (1986), por ejemplo, encuentra en las Informaciones el gran mérito de
haber tomado como base la tradición imperial de los quipucamayos del Cusco e impulsado la
investigación y documentación histórica del Incanato.
21
Guamán Poma de Ayala denuncia que el intérprete Gonzalo Gómez Jiménez, aparentemente
por orden superior, distorsionó las respuestas de los indígenas.
22
Tengamos en cuenta que la elección de la zona de Vilcabamba o Vitcos tenía motivaciones
religiosas ya que esa región fue una de las más sagradas del Imperio cercana a la magnífica
56 MARÍA JESÚS BENITES

En ese contexto de resistencia se instaura el culto denominado Taki Onqoy


(danza de la enfermedad) como una manifestación más del arraigo en las creencias
indígenas en ese momento de crisis política, cultural y religiosa. El rito comprende
una serie de prácticas como el ayuno, la adoración a las huacas, la abstinencia y la
bebida ritual de la chicha. El centro lo constituye una danza extática de posesión en
la que la huaca se apoderaba del cuerpo del practicante.23 Este culto se origina en el
“convencimiento de que las divinidades indígenas debían retomar el dominio sobre
su jurisdicción. Una vez delimitados los espacios de conquistadores y conquistados,
las divinidades nativas exigirían que se les prestase la atención debida, reforzando
su petición con una clara amenaza. Todas las huacas que los españoles habían
destruido, ahora resucitaban, para enfrentarse al dios cristiano” (Varón Gabai: 1990,
341).24
A pesar de la reorganización de sus instituciones políticas y religiosas, el
aislamiento es para la comunidad extremadamente difícil, ya que el refugio se en-
cuentra en estado de amenaza permanente a causa de las disconformidades inter-
nas y las posibles expediciones de los españoles. Las tropas de Gonzalo Pizarro
habían irrumpido varias veces en la zona, pero nunca pudieron atrapar al Inca. Titu
Cusi, hijo bastardo de Manco, es quien continúa la resistencia en Vilcabamba al re-
nunciar a la lucha Sayri Túpac, hijo legítimo de aquél.25
La persistencia de la actitud "anticolonizadora" de Titu Cusi y su hermano
Túpac Amaru amenaza el orden institucional español que considera a la región un
posible foco de insurrecciones en reclamo de sus tierras. Consciente de que el paga-

ciudad de Machu Pichu.


23
El culto del Taki Onkoy no sólo constituía un medio de recuperación no sólo de las huacas
destruidas y perdidas sino también del territorio que sacralizaban y que rescataban de la
jurisdicción de la Iglesia que las había destruido. Véanse Eduardo Subirats (1994) y Ronald
Wright (1994).
24
Excede los propósitos de este trabajo ahondar en mayores consideraciones con respecto a
este punto ya que escapa a la especificidad del mismo. A los textos citados se suman el estudio
compilado por Luis Millones, El retorno de las huacas (1990) y Los vencidos de Natha
Wachtell (1971).
25
Sayri Túpac aceptó negociar con el virrey Mendoza, dirigiéndose a Lima para prestar juramen-
to público de lealtad a Felipe II. Además, se convirtió a la religión católica y el Papa le concedió
un favor especial para que su casamiento con la Coya tuviera validez cristiana.
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 57

nismo constituye el pretexto ideológico para un ataque, el 24 de agosto de 1566 se


concreta una capitulación entre el Inca y las autoridades españolas. En ésta Cusi
otorga su consentimiento para ser vasallo de Felipe II y permitir el ingreso de
algunos frailes para que prediquen en la zona. En el acto de juramento ante el
corregidor Diego Rodríguez de Figueroa, Titu Cusi jura por sí y por sus hermanos,
entre ellos Túpac Amaru, su lealtad al monarca y declara que si algunos de éstos le
desobedeciesen y se insubordinasen contra los españoles, él los despedazaría a
lanzadas con sus propias manos.26
Las posturas ambiguas de Titu Cusi frente a los españoles demuestran las
contradicciones que llevan al fracaso de la resistencia. Por un lado, Cusi hostiliza a
los conquistadores que se acercan a sus fronteras, pero por otro, lleva adelante
largas negociaciones con los emisarios de la Corona. Así como se esfuerza por
demostrar que era un digno sucesor de su padre, y de las tradiciones incaicas, en
oposición, permite que los misioneros entren en su territorio a evangelizar, solici-
tando él mismo que lo bauticen cristianamente bajo el nombre de Diego de Castro.
Al morir Cusi en 1571, Túpac Amaru determina cerrar las fronteras y prohibir
el cristianismo.27 Esta actitud brinda a Francisco de Toledo, quien ignoraba la
muerte del primero, el motivo que estaba esperando para declarar la guerra a los
rebeldes. En abril de 1572 se toma la decisión de poner fin a la rebelión y en mayo
parte una compañía al mando de Martín Hurtado de Arbieto, integrada por casi
doscientos cincuenta hombres. Entre ellos se encuentra Sarmiento de Gamboa con
las funciones de Alférez Real y Secretario. Un mes antes había cumplido, con la
pluma en la mano, su rol de historiador letrado; ahora la mano empuñaba la espa-
da y el hombre de letras daba lugar al de armas.

26
La reputación de Titu Cusi era tan aterradora que fue difícil encontrar, según refieren Gruzinski
y Bernard (1999), un mensajero dispuesto a emprender el viaje a Vilcabamba. El que aceptó
fue Diego Rodríguez, quien antes de partir, redactó su testamento. Uno de los españoles que
lo acompañaba describió así la apariencia física de Cusi: “Será hombre como de cuarenta
años, de mediana estatura, moderno [sic] y con unas pecas de viruela en la cara, el gesto algo
severo y robusto”, en Raúl Porras Barrenechea (1986, 549).
27
Para algunos historiadores Cusi pudo haber muerto envenenado. Para otros es probable que
padeciera de pleuresía. De todas maneras, los cercanos a Titu Cusi solicitaron a Diego de Ortiz,
que lo resucitara, viendo la impotencia del cura agustino, los familiares de Cusi lo ataron a una
cruz y lo azotaron. Luego de tres días de sufrimientos, Túpac Amaru, entronizado como nuevo
soberano, ordenó que lo mataran.
58 MARÍA JESÚS BENITES

Para abordar Historia Índica parto del concepto de locus de enunciación,


de-sarrollado por Walter Mignolo,28 que permite dar cuenta del lugar desde el cual
los sujetos comprenden o interpretan determinadas situaciones coloniales. El con-
cepto de locus de enunciación se articula con el de sujeto dicente (Mignolo: 1995)
que focaliza el acto mismo de decir a partir de dos cuestiones: la del rol social de
quien dice y la de las formas de inscripción material en las que ese acto se inscribe.
En Sarmiento el ejercicio de interpretación se realiza sobre una cultura a la
cual no se pertenece, pero que se lee con los instrumentos y mecanismos que rigen
la propia. Me interesa rastrear en el texto dos aspectos. Por un lado, la adscripción
de la escritura a una tradición cultural que pauta un determinado modelo historio-
gráfico. Por otro, la posición del sujeto social en relación con el contexto político,
que condiciona su mirada sobre el pasado incaico. El primero guía la estructura del
texto, el segundo pauta el criterio de selección de los acontecimientos del relato.
En el análisis del modelo historiográfico me fundo en las diversas teorizaciones
sobre lo que es y debe ser la escritura de la historia que el propio autor despliega en
su texto. Los alcances de este planteo son también tipológicos y por ello se realiza
un rastreo de las categorías que constituyen y definen a la formación historiográfica
y a los distintos tipos discursivos en que se concreta: historia o crónica. Me adhiero
para ello a la categoría de metatexto (Mignolo: 1981) que permite atender el modo
en que quien escribe define los alcances, rasgos y principios que delimitan la perte-
nencia de su texto a determinada clase.
En el desarrollo de estos puntos es fundamental, entonces, atender al rol
textual del autor y me centro en la figura del historiador como “hombre de saber”
(Maravall: 1975). El hombre de armas se inscribe en los mecanismos de selección y
manipulación del material histórico. Para abordar estas vinculaciones, he recurrido
al estudio de Hayden White (1992) quien parte del problema la relación entre el dis-
curso narrativo y la representación histórica.29

28
Mignolo ha desarrollado y redefinido este concepto en distintos artículos (1992, 1996) y en su
libro The darker side of the Renaissance (1995).
29
El planteo central del texto expuesto en el título El contenido de la forma proviene, como White
señala, de G. Hegel (Lecciones sobre filosofía de la historia universal): “Hegel tenía razón
cuando afirmó que un relato verdaderamente histórico tenía que exhibir no sólo una cierta
forma, a saber, la narrativa, sino también un cierto contenido, a saber, un orden político - social”
(27).
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 59

En el origen textual subyace el modelo filosófico y jurídico de interpretación


propuesto por Francisco de Vitoria en su Relectio de Indis. El escritor letrado se fun-
da en esta obra para remitir su escritura a una autoridad indiscutible que le permita
legitimar su descripción del mundo de los incas y justificar, con argumentos válidos,
el rol que como soldado cumple en el proceso de dominación colonial en los Andes.
Es oportuna, en este análisis, la inclusión de un texto antagonista, donde se
materializa la contienda con las narraciones hegemónicas anteriores: la Instrucción
de Titu Cusi Yupanqui de 1570.
60 MARÍA JESÚS BENITES

II- Historia y Crónica

"Se puede llamar esta historia probanza averiguada."


Historia Índica

La obra posee un epígrafe: “Barbarici fasces contremunt stegma Philippi, cui


Tagus et Ganges servit et Antipodes",30 que proyecta el eje central sobre el que se
erige la estructura del texto: la magnificencia territorial de España y su consecuente
poderío económico. Sarmiento exalta la gloria de los antepasados de Felipe II com-
parando la grandeza del imperio español con el romano. Para ello recurre a nume-
rosas citas clásicas y reitera el tópico de la generosidad para describir al Rey. Es en
reconocimiento a este valor que la Providencia Divina señaló a los ibéricos el cami-
no hacia las Indias Occidentales.
En esta dedicatoria a modo de prólogo el autor se construye como un posee-
dor del saber ya que explicita un variado conocimiento de obras de escritores clási-
cos que, desde las primeras líneas, invaden el texto: Pro rege de Cicerón, fragmen-
tos de Bartolomeus Marlianus, de la Odisea de Homero (“Tú eres semejante a rey,
por lo cual te conviene dar, y mejor que otros”), Suetonio, versos de Virgilio (“Nocte
pulit tota, redeunt spectacula mane; divisum imperium cum Iove Caesar habet”) y
Salustio. Todas las citas redundan en alusiones laudatorias a las figuras reales.
Ese dominio de la cultura clásica occidental lo habilita para referirse a los an-
tecedentes históricos y políticos que otorgan a España los derechos territoriales so-
bre América. Señala el arbitraje del Papa Alejandro VI en 1493, que concedió a
España la mitad del mundo, y las complicaciones que acarrearon las posturas de
algunos hombres de la Iglesia y del gobierno, quienes influyeron en Carlos V para
que abandone las colonias del Nuevo Mundo. Los argumentos que permitan “Desen-

30
“Las insignias de los bárbaros hicieron temblar las glorias de Felipe, cuyas antípodas son el
Tajo y el Ganges”.
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 61

gañar a todos los del mundo que piensan questos dichos ingas fueron reyes legíti-
mos y los curacas señores naturales desta tierra” (77) se sostienen en los funda-
mentos de la teoría de Francisco de Vitoria.
El tono encomiástico del prólogo continúa en la referencia de los actos de
gobierno de Toledo, entre los que destaca la Visita General y algunos cambios en el
orden social y fundamentalmente religioso: “ha remediado muchas y muy grandes
faltas y abusos que había en el enseñamiento y ministerio de la doctrina cristiana”
(75). El mérito más destacado es la defensa que el Virrey ha sostenido sobre los
derechos de posesión de la Corona en Perú, desde toda vez que la tradición histó-
rica referida por los propios indígenas, y es éste uno de los argumentos centrales
del texto, demuestra que los incas no son originarios de esos territorios y menos
aún del Cusco, sino invasores.
El último accionar de Toledo destacado por el autor es precisamente la escri-
tura de su obra: “me fue mandado por el virrey Don Francisco de Toledo, a quien yo
sigo y sirvo en esta visita general, que tomase a mi cargo este negocio"31 (77). Este
mandato es el que autoriza y legitima, desde el espacio de poder del que emana, a
quien ejerce el acto de escribir. Sarmiento se inscribe en el prólogo no sólo para
destacar los méritos de su tarea, sino también para informar a Felipe II que, en ese
afán expansivo, tiene derecho a reclamar como propiedad de la Corona las islas del
archipiélago Nombre de Jesús “vulgarmente llamadas de Salomón, aunque no lo
son de que yo di noticia y por mi persona las descubrí” (79). De manera lateral se
ofrece para nuevas empresas marítimas y arremete, una vez más, contra Álvaro de
Mendaña.
En el historiador se evidencia un afán por el saber, reflejado en su conoci-
miento de textos de autores clásicos y en el uso de una disciplina como el ars
dicendi. No obstante, la escritura está condicionada por su claro compromiso con la
realidad ideológica y política del Imperio. Es esa necesidad de responder a los intere-
ses del poder la que determina que respete con rigor procedimientos que acerquen
su obra a los modelos de la historiografía tradicional. Esta condición se impone como
una necesidad inexcusable para trascender a la letra impresa, al libro (recor-

31
El sentido del término “negocio” varía con respecto al actual. En su Tesoro de la lengua cas-
tellana Covarrubias remite su uso a “ocupación de cosa particular que obliga al hombre a poner
en ella alguna solicitud”. La palabra “solicitud” funciona en la definición como sinónimo de
cuidado.
62 MARÍA JESÚS BENITES

demos la carta de Francisco de Toledo, recomendando la impresión).


Desde el mismo título Segunda parte de la Historia General llamada Índica, el
prólogo – dedicatoria, el primer capítulo “División de la Historia” y hasta el final del
texto, el autor adscribe su escritura al discurso historiográfico. La formación discursiva
historiográfica se caracteriza por tres aspectos (Walter Mignolo: 1982). El primero
es el de los fines32 y los propósitos. La tarea de escritura de la historia no se em-
prende sólo con la obligación de informar sino también aceptando el fin que la ca-
racteriza y la distingue.
Sarmiento escribe condicionado por el pedido del Virrey y explicita claramente
los fines de su obra. La escritura tiene como objetivo referir los hechos de los incas
con una orientación política que avale el proyecto colonizador impulsado por Toledo.

Y para que Vuestra Majestad fuese con poco cansancio y con mu-
cho gusto informado, y los demás que son de contrario parecer desen-
gañados, me fue mandando por el Virrey Don Francisco de Toledo, a
quien yo sigo y sirvo en esta visita general, que tomase a mi cargo
este negocio y hiciese la historia de los hechos de los doce ingas desta
tierra y del origen de los naturales della hasta su fin, la cual yo hice, y
es ésta (77).

El segundo aspecto es el de la “causa eficiente",33 es decir las normas y


condiciones que deben respetar y seguir aquellos que emprenden la escritura
de una obra historiográfica. El primer condicionamiento es que el oficio de historia-
dor debe quedar en manos de los letrados.34

32
Mignolo (1982) analiza los fines y los propósitos en el prólogo a la Historia de los Indias de
Bartolomé de las Casas. Los fines son definidos, por un lado, en un nivel filosófico y por el otro,
público. El primero está basado en la distinción de Aristóteles acerca de que la historia se
diferencia de la poesía por ocuparse de verdades particulares no de generalidades verosímiles.
Lo público tiene que ver con la utilidad comunitaria que signifique referir esa verdad particular.
33
Bartolomé de Las Casas, en el prólogo a su Historia de las Indias (1552) que sirve de
sustento para las distinciones de Mignolo (1982), se basa en las cuatro causas aristotélicas:
material, formal, eficiente y final.
34
En los casos en que la escritura sea tomada por un no letrado (el caso paradigmático de Bernal
Díaz), el que escribe pide disculpas, recurriendo al tópico de la falsa modestia, ya que se
introducen en una práctica que tiene preceptos sólidamente instituidos.
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 63

Sarmiento es un “hombre de saber” que, por su conocimiento de la tradición


clásica adquirida en su probable paso por las universidades, le permite ingresar en
los círculos que configuran la ciudad letrada (Ángel Rama: 1984). Forma parte de
ese grupo social especializado al servicio del proyecto imperial y que, por lo tanto,
se constituye en el anillo protector del poder y ejecutor de sus órdenes. El escritor
detenta un poder, el de la letra, que está al servicio del poder institucional de Toledo
y de la Corona de ultramar.
Esta distinción se advierte en el texto; el autor desde el comienzo se ubica en
el lugar del saber incorporando a su escritura un vasto repertorio de autores y
obras clásicas, medievales y del humanismo italiano. A las figuras señaladas se
agregan Xenofonte, Filón, Godefridus Viterbiensis (Godefrido),35 Volaterranus
(Volaterano),36 Dante Aligero (por Alighieri) y Pero Antón Beuter, “notable historia-
dor valenciano” (98), entre otros. Sarmiento escribe en el momento del apogeo del
humanismo, cuyo paradigma es el libro impreso como fuente material para la difu-
sión de conocimientos.
El tercer y último aspecto se centra en las divisiones internas que establece
el discurso historiográfico: Historia Divina - Historia Humana e Historia Universal –
Historia General y Particular. La primera división se basa en el contenido. La Historia
Divina se opone a la Humana, la que a su vez se divide en historia natural y moral.37
La segunda división atañe no a la materia sino a los límites temporales y geográfi-
cos en los que aquella se enmarca. La Historia Universal se inicia con el origen del
mundo. A ella se oponen la Historia General, que refiere espacios de gran extensión,
como las Indias, y la Historia Particular, que se centra en una región determinada.
Sarmiento marca estas distinciones cuando adscribe su proyecto de escritura
al de una Historia General y señala que la primera de las tres partes, será “historia
natural”. En la segunda (la de los incas) presentará in genere a los primeros pobla-

35
Autor de una crónica universal titulada Pantheon que abarca desde la creación hasta 1186.
Nota de Rosenblat (93).
36
Humanista italiano de nombre Raphael Maffei, autor de una enciclopedia Commentariotrum
rerum urbanorum libri de 1506.
37
La Historia Natural parte de Plinio y la Moral de Cicerón, quien concibe a la Historia Moral como
memoria de los hechos notables del pasado y el de la historiografía como el discurso capaz de
cumplir con esa tarea. En el modelo de Cicerón, la historia no sólo se reduce a la memoria del
pasado sino que también se concibe como narración (relato).
64 MARÍA JESÚS BENITES

dores, para luego “descendiendo a particularidades"38 escribir sobre la “tiranía”39


de los incas. La orientación de la tercera y última parte, es moral ya que referirá
“los tiempos de los españoles y sus notables hechos en los descubrimientos y pobla-
ciones deste reino”.40
Me interesa detenerme en los alcances tipológicos que funcionan en la distin-
ción entre historia y crónica ya que el autor se ubica claramente en el rol de histo-
riador y es evidente que existe en la estructura y contenido del texto una materia-
lización de esta diferencia. Sarmiento en cada oportunidad en que menciona su
obra, utiliza el término historia, nunca el de crónica.
La palabra Historia se empleaba en la Antigua Grecia en el sentido de ver o
formular preguntas apremiantes a testigos oculares y significaba también el infor-
me de lo visto o lo aprendido por medio de las preguntas.41 En un sentido latino del
término esta definición no contenía una categoría que involucre lo temporal, por eso
Tácito denominaba anales42 al informe sobre el pasado e historia al informe sobre
los tiempos en los cuales ocurre la trayectoria vital.
Crónica, por el contrario, es el vocablo que denominaba el informe del pasado
o la anotación de los acontecimientos del presente, fuertemente estructurados por la
secuencia temporal. Más que relato o descripción, la crónica en su sentido medie-

38
La cursiva es mía.
39
Si bien El tesoro de la lengua castellana no define la palabra tiranía, señala el uso del término
tirano para dar cuenta de quien “al que por fuerça o maña, sin razón y sin derecho, se
apoderasse del dominio e imperio de los reynos y repúblicas; y de aquí llamamos tirano
comúnmente a qualquiera que con violencia, sin razón ni justicia, se sale con hazer su volun-
tad”. Llama la atención que en el Diccionario de Autoridades no se encuentren registrados los
vocablos tiranía ni tirano.
40
Todas las citas usadas en este párrafo son de la página 83.
41
Historia tiene su origen en el término griego Isorein que remite a la acción ver. “El vocablo
istoreo derivado de isorein, significa al menos dos cosas: 1) ver o recibir información de
testigos oculares y 2) el informe verbal correspondiente a la información recibida”. Mignolo:
1981, p. 366. Sobre la etimología del término historia véase también Jorge Lozano, El discurso
histórico (1987, 15 - 18).
42
Hayden White (1992) señala que los anales carecen de narratividad, es una lista de aconteci-
mientos ordenados cronológicamente que representa la realidad histórica como si los aconte-
cimientos reales no mostrasen la forma de relato. La categoría de lo temporal es lo que otorga
coherencia (21).
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 65

val era una lista organizada sobre las fechas de los acontecimientos que se desea-
ban conservar en la memoria. La crónica, a diferencia de los anales, aspira a la na-
rratividad y constituye una forma “superior” de conceptualización histórica en la
que, si bien persiste la cronología como principio organizador del discurso, la orga-
nización del material presenta una mayor coherencia narrativa (White: 1992).
El descubrimiento del Nuevo Mundo supuso la búsqueda de mecanismos que
permitieran transmitir en la escritura del novedoso referente dando cuenta de sus
habitantes, culturas, paisajes. Esta necesidad expresiva determina cambios en las
normas que regían los modelos historiográficos.
Mignolo señala que en determinado momento ambas actividades y vocablos
coexisten, y entonces es posible encontrar crónicas que se asemejan a las historias
ya que no se sujetan al mero informe temporal mostrando “más apego a un discur-
so bien escrito, en el cual las exigencias de la retórica interfieren con el asiento
temporal de los acontecimientos. Las dos actividades que designan ambos vocablos
tienden, con el correr de los tiempos, a resumirse en la historia, la cual, por un lado
incorpora el elemento temporal, y por el otro, desplaza a la crónica como actividad
verbal” (1982, 76).
Raúl Porras Barrenechea ha trabajado las producciones escritas en y sobre
el Perú entre los años 1528 a 1650 y afirma que la crónica implica una cercanía en
el lugar y en el tiempo. Los cronistas viven los acontecimientos que describen y
pertenecen a él. El historiador, en cambio, vive fuera de ese ámbito inmediato y
trata de penetrar en él o de reconstruirlo, pero con un espíritu distinto de los hechos
que narra. El mayor mérito de un historiador es el que el lector lo considere un testigo
de la época. En tanto que el “don del cronista es el de presencialidad” (1986, 11).43
En 1611 Sebastián de Covarrubias en su Tesoro de la Lengua Castellana, ba-
sándose en el criterio de autoridades (Colón, Cortés, Mártir de Anglería y otros),
definía la historia como “una narración y exposición de acontecimientos pasados, y
en rigor es de aquellas cosas que el autor de la historia vió por sus propios ojos y

43
Porras amplía líricamente los alcances del término crónica y el de cronista cuando sostiene que
el cronista debe ser deliberadamente parcial, ha de escribir por un interés candente a favor o
en contra de algo. El héroe de la crónica será para él, sin matices ni eservas, el tirano o el buen
capitán. Es también característica de la crónica el ser narración clara y simple, objetiva, ajena
a toda opinión o juicio reflexivo. Las crónicas son una sucesión de hechos y batallas que se
repiten invariablemente hasta con las mismas palabras (12 - 13).
66 MARÍA JESÚS BENITES

da fee dellas, como testigo de vista, según la fuerça del vocablo. Pero basta que el
historiador tenga buenos originales y autores fidedignos de aquello que narra y es-
crive, y que de industria no mienta o sea floxo en averiguar la verdad antes que la
asegure como tal”.
Crónica (corónica) en tanto, es la “historia que trata de la vida de algún rey
o vidas de reyes dispuesta por sus años, y discurso de tiempo. Los reyes y príncipes
deven leer o escuchar las conocidas donde están las hazañas de sus passados, y lo
que deven imitar y huir (...)”.
En el Diccionario de Autoridades de 1726, Crónica es definida como “Historia
o anales en que se trata de la vida de los Reyes u de otras personas heroicas en
virtud, armas, o letras. Historia aparece como “relación hecha con arte, descripción
de las cosas como ellas fueron por una narración continuada y verdadera de los
sucessos más memorables y las acciones más célebres”.
Estas definiciones encierran los dos principios generales sobre los que se
apoya la formación discursiva historiográfica en el siglo XVI: el criterio de verdad
de los acontecimientos y el de la forma narrativa. La verdad es un principio
organizativo tanto de la crónica como de la historia.44 Ese valor de verdad puede
atribuirse a la proposición (verdad de dicto) como al objeto persona o acción a la
cual la proposición remite (verdad de re).
Entre el segundo y el quinto capítulo45 Sarmiento se centra en las partes del
mundo deteniéndose en la descripción de la antigua Atlántida de Platón para de-
mostrar que la misma formaba parte de Cádiz. En estos primeros tramos emerge la
conciencia del hacer historiográfico y el modelo sobre el que se erige el texto.

Y como el mayor caudal y perfición de la historia consiste en la verdad


del hecho, tratando cumplidamente cada cosa, verificando tiempos y eda-

44
Los criterios de verdad, apunta Mignolo en la tradición lógico – filosófica, están relacionados
con el estudio del lenguaje (verbos, sustantivos y proposiciones) y a sus relaciones con la
experiencia mental o con el pensamiento. La propuesta de verdadero o falso se atribuye al
pensamiento que se representa en la proposición y no a un verbo o sustantivo asilados y
agrega que “los valores de lo verdadero / falso, se contemplan también en la teoría de las
modalidades y se aplican y analizan tanto en el silogismo como en la proposición" (1981, 368).
45
En el original los capítulos no llevan números. Pietschmann los ha numerado para su edición y
Rosenblat hizo lo propio en la suya.
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 67

des, de suerte que no quede algo en duda de lo que pasó; y así que-
riendo yo escreber verdad, cuanto a mi diligencia fuere concedido, de
cosa tan vieja como es la población primera destas nuevas tierras,
quise, para más lustre de la presente historia, que precedan funda-
mentos que no se puedan negar contado los tiempos conforme a los
hebreos en los tiempos antes de Nuestro Salvador Jesucristo (90).46

La categoría central es la “verdad del hecho” que implica una dimensión


ordenada y lineal de los acontecimientos alrededor de los que se realiza un ejercicio
de verificación. Esta comprobación es sostenida por los componentes que se men-
cionan en Covarrubias: el sentido de la vista y la consulta de “autores fidedignos”
(autoridades).

Y esto afirmo yo por dos cosas: la una por autoridad y la otra por
conjetura de demostración. La autoridad es que dice Platón en el diá-
logo Cricias, hablando de cómo Neptuno distribuyo el señor desta isla
a sus diez hijos, que al segundo hijo llamó Gadirum, éste dio las extre-
mas partes de la isla junto a las colunas de Hércules, y de su nombre
llamó al lugar Gadiricum, que es Cáliz. Por demostración vemos, e yo
he visto con mis ojos,47 más de una legua en la mar, a la redonda de la
isla de Cáliz, de bajamar, en aguas vivas, reliquias de edificios muy
grandes y claramente formados de una argamasa cuasi perpetua, que
es indicio evidentísimo de haber sido muy mayor aquella isla (87).

La invención de la imprenta reanimó, en el siglo XV, la pugna entre los senti-


dos de la vista y el oído.48 Ver significa conocer por la propia experiencia para com-

46
Las cursivas son mías.
47
Las cursivas son mías.
48
Walter Ong (1987) señala que: “La impresión tipográfica alfabética, en la cual la letra era
vaciada de un pedazo separado de metal o tipo, constituyó un adelanto psicológico de la mayor
importancia, marcó profundamente la palabra misma en el proceso de manufactura y la convir-
tió en una espacie de mercancía” (118).
Antonio Maravall (1975) rastrea esta disputa en la tragedia de Edipo, donde Tiresias, como
poseedor del saber es ciego. Platón llama a los sabios los amigos de mirar. Cicerón, en tanto,
sostenía que el sabio era aquel cuyo pensamiento no se sujetaba al testimonio de los ojos. En
la Edad Media algunos están de parte del superior valor de la vista. La disputa entre el ver y el
oír parte de la que se establece entre el “ver” y el “leer” desde toda vez que en la Edad Media
leer es una operación auditiva que consiste en escuchar la lectura y el comentario de un libro.
68 MARÍA JESÚS BENITES

probar acertadamente los fenómenos y corroborar las afirmaciones. Sarmiento in-


troduce en distintos momentos de la escritura el acto mismo de observación y veri-
ficación de los datos: “e yo he visto con mis ojos” (87). Se crea un efecto de ve-
racidad de los acontecimientos ya que es el propio historiador quien escribe en
función de lo que ve e inscribe ese acto en su texto.
El autor despliega en su prólogo un repertorio de citas de autores clásicos. La
exposición de la teoría de la Atlántida platónica,49 se inserta en el texto no con la
intención de cuestionar su veracidad, sino para afirmar que las “Indias de Castilla”
(90) formaban parte de aquella isla que se extendía, según sus cálculos, hasta las
costas españolas, específicamente hasta Cádiz. El trazado de esta geografía, que se
desplaza entre lo positivo y lo imaginario (Edward Said: 1990), brinda un argumen-
to más para legitimar las posesiones territoriales en América.
Con citas eruditas de fuentes irrefutables el autor reafirma su posición de
his-toriador sobre cuya obra “nadie tiene que dudar sino que está bastantísimamente
averiguado y verificado todo lo deste volumen, sin quedar lugar a réplica o contra-
dición” (116). Existe una clara conciencia de las implicancias de la tarea historio-
gráfica. Por eso evita citas o autores de obras literarias contemporáneas de impor-
tante circulación, como las notables novelas de caballerías.50 Sarmiento debía co-
nocer los personajes y sucesos que las alimentan pero las fuentes que sustentan
su escritura provienen exclusivamente de los claustros académicos.51

Lucien Febvre (1959) señala que en los escritores del siglo XVI el sentido de la vista es
relegado en las imágenes frente al sentido del oído y el olfato. El autor destaca como una
excepción las descripciones que realiza Rabelais en sus textos. Véase también Jorge Lozano
(1987).
49
Francisco López de Gómara en su Historia General de las Indias y conquista de México
(1552) también vinculó la isla platónica al continente americano. Entre las pruebas que señala
el cronista está el vocablo náhuatl Atl que significa agua. Agustín de Zárate en su Historia del
descubrimiento y conquista del Perú (1555) también afirma que América forma parte de la
legendaria Atlántida.
50
Irving Leonard en Los libros del conquistador esquematiza el número de textos literarios
impresos durante el siglo XVI por el editor Jacobo Cromberger. La mayor cantidad de ejempla-
res corresponde a Espejo de caballerías, Doncella Teodor, Celestina, Crónicas troyanas y el
clásico Amadís de Gaula (1995, 94).
51
En una carta, Sarmiento utiliza para su descripción un personaje de las ficciones caballerescas.
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 69

El historiador ejerce la función de escucha y rescata los relatos orales que le


proporcionan los propios indígenas durante las entrevistas y se detiene en describir
recursos de conservación de la memoria como los quipus. En quien escribe se ad-
vierte la necesidad de exponer cuáles son los mecanismos que poseen los incas
para referir los acontecimientos.

Mas antes de entrar en el cuerpo de la historia de los ingas quiero


advertir, o, hablando más propriamente, responder a una dificultad que se
podría ofrecer a los que no han estado en estas partes. Podrían algunos
decir que no tienen por cierta esta historia, hecha por la relación que estos
bárbaros dan, porque, no tiniendo letras, no pueden tener en la memoria
tantas particularidades, como aquí se cuentan, de tanta antigüedad.52

A esto se responde que para suplir la falta de letras tenían estos


bárbaros una curiosidad muy buena y cierta, y era que unos a otros,
(...) iban refiriendo las cosas antiguas pasadas hasta sus tiempos,
repitiéndoselas muchas veces (...).

Y finalmente las cosas más notables que consisten en números y cuer-


pos notábanlas, y agora las notan en unos cordones a que llaman quipo,
que es lo mesmo que decir racional o contador. En el cual quipo dan ciertos
ñudos, como ellos saben, por los cuales y por las diferencias de las colores
distinguen y anotan cada cosa como con letras. Es cosa de admiración ver
las menudencias que conservan en aquestos cordolejos, de los cuales hay
maestros, como entre nosotros del escribir (113-114).

El autor recoge los testimonios de los indígenas para acceder a su pasado.


Selecciona a sus informantes entre “los más prudentes y ancianos, de quien se
tiene más crédito” y realiza un proceso que involucra el enfrentamiento de las voces
de los “bandos” por medio de la referencia de “las declaraciones y dichos de unos a
sus enemigos (...) y pidiendo a cada uno memorial por sí de su linaje y del de su
contrario” (115). La descripción cuidadosa de los mecanismos de conservación de la
memoria que usan sus informantes, no hace más que legitimar la validez de la fuen-

52
En este párrafo se adelanta el planteo que en sus Comentarios Reales el Inca Garcilaso de la
Vega (1609) realiza a su tío para que le explique el modo en que los incas conservan sus
hechos pasados: “Inca tío, pues no hay escritura entre vosotros, que es lo que guarda la
memoria de las cosas pasadas, ¿qué noticias tenéis del origen y principio de nuestros Reyes”.
Libro I, Cap. XV.
70 MARÍA JESÚS BENITES

te. De todas maneras, el hecho de suplir “la falta de letras” con los quipus no impli-
ca, para el autor, que los incas posean una conciencia histórica. Es Sarmiento quien
ejerce la práctica historiográfica a partir de la recuperación de los relatos orales.
El discurso impone procedimientos de inclusión y exclusión, estos últimos
involucran las categorías de lo verdadero y lo falso. En la escritura de Sarmiento
hay una marcada voluntad de saber que impone a sus conocimientos la necesidad
de ser útiles y verificables. Esta voluntad está presente en los fines y propósitos que
guían el texto. La voluntad de verdad se apoya en lo institucional para presionar
sobre otros discursos y ejercer un poder de coacción (Michel Foucault: 1992).
La probanza que acompaña Historia Índica es un claro ejemplo del modo en
que esa voluntad de saber es controlada por sus condiciones de producción ya que
el ejercicio de escritura debe imponer una verdad no sólo verificable, sino irrefuta-
ble. Richard Pietchsmann (1964) refiere que el virrey Toledo convocó a los repre-
sentantes de los doce ayllus. Un intérprete tradujo a los más de cuarenta y dos
indios el contenido de los sesenta y un capítulos de la obra, de modo que los indíge-
nas des-pués de la lectura de cada uno de ellos pudiesen rectificar o ratificar lo
escuchado. Según consta en la fe de probanza, los testigos declararon por unanimi-
dad que la historia era correcta ya que no advirtieron errores excepto los nombres
53
de algunos lugares y personas.

Todos los dichos indios de una conformidad dijeron que la dicha


historia está buena y verdadera, conforme a lo que ellos saben e oye-
ron decir a los dichos sus pasados; porque lo han conferido y tratado
entre sí y averiguándola desde el principio hasta el fin, y que creían
que ninguna otra historia que se haya hecho será tan cierta y verda-
dera como ésta, porque nunca se ha hecho tan diligente examinación,
ni se les ha preguntado a ni se les ha preguntado a ellos nada, que
son los que pueden saber la verdad (289).54

La verdad que se prueba mediante el documento y la presencia del testigo,

53
Finalizado el acto de verificación, Toledo ordenó al Escribano Real, Alvaro Ruiz de Navamuel,
que ratificase el contenido de la historia. Asimismo ordenó que se sentara un protocolo de todo
lo actuado para agregarlo a la obra, y que lo firmasen el Dr. Gabriel Loarte, alcalde de corte, y
el Escribano; este último debió poner su signo de autenticación en el borde de cada una de las
hojas.
54
El énfasis es mío.
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 71

legitima el contenido de la Historia Índica. Esta legitimación permite que el autor


presente su obra como el resultado de un proceso de investigación, que implica la
formulación y recopilación de preguntas a testigos oculares y asimismo, la selección
y ordenamiento del material recogido.
Supeditado a la necesidad de imponer a su obra elementos de veracidad
incuestionable, Sarmiento recurre a lo filológico para dar cuenta del uso de voca-
blos en quechua y exponer un manejo sólido también en ese ámbito: “A esta parcia-
lidad o bando o linaje, llamó aillo, ques lo mesmo que linaje”; “panaca quiere decir
descender” (134).55 Esto ubica al sujeto en una situación de dominio sobre el objeto
de su escritura que le permite ejercer autoridad sobre él.

Benedetto Croce afirmaba que no existe historia sin narración (1893). En los
diccionarios se define el término historia como narración y exposición de aconteci-
mientos pasados (Covarrubias) o “narración continuada y verdadera de los sucessos
más memorables” (Autoridades).
La forma del discurso, la narrativa, introduce el abordaje en un segundo
momento que parte de considerar a la obra histórica como una “estructura verbal
en forma de discurso de prosa narrativa que dice ser un modelo o imagen, de
estructuras y procesos pasados con el fin de explicar lo que fueron representándo-
los” (White: 1992, 14).56
Existe una categoría central en la constitución narrativa del discurso: el tiem-
po. En la crónica el ordenamiento temporal de los acontecimientos es un elemento
determinante de su forma, en la historia es constitutivo.

55
Richard Pietschmann (1964) señala que en el manuscrito se reproducen los términos quechuas
de la manera en que los pronunciaban los españoles aunque Sarmiento, afirma el estudioso,
“evitó las peores desfiguraciones, acercándose en muchas particularidades a la ortografía
relativamente correcta” (109).
56
En la base de la representación del discurso histórico es posible, según White, reconocer una
forma específica de tramar el relato que puede provenir de la épica, el romance, la tragedia, la
comedia o la farsa. El estudioso desarrolla esta distinción en Metahistoria (1998), donde
aborda obras del siglo XIX. El estudio de White, al trabajar la imaginación histórica en el siglo
XIX, considera un análisis en otros dos modos complementarios al de tramar: el de la argumen-
tación y el de la implicación ideológica.
72 MARÍA JESÚS BENITES

ando del mundo o de alguna parte dél quieren los historiadores ordena-
damente tratar, por la mayor parte describen el sitio de lo que contiene,
que es la tierra, primero que hablen de lo contenido, que son los pobla-
dores della, por excusarlo en el discurso de la historia. Y si esto en las
cosas antiguas y de tantos declaradas aún agora se hace, más razón es
que en la plática de tierras nuevas, tan grandes y extrañas como éstas,
de que yo he propuesto informar, se guarde tal orden, mayormente
que no sólo servirá de curiosidad, mas también, lo que es más de de-
sear, aprovechará para navegaciones y descubrimientos nuevos (84).57

El tiempo de las “oraciones narrativas” (Arthur Danto: 1992)58 que domina el


texto es el del pasado. El relato histórico propiamente dicho empieza en el capítulo
6: “Fábulas del origen destos bárbaros indios del Pirú, según sus opiniones ciegas”
y finaliza en el capítulo 69: “Llegan los españoles a Caxamarca y prenden a Atagualpa,
el cual hace matar a Guáscar, y él también muere”.
Sarmiento sigue un modelo esquemático y repetitivo en la realización del
relato. Cuando escribe sobre el linaje de los doce incas indica los datos más rele-
vantes: el nombre del inca, el de esposa legítima, el del ayllu al cual pertenece, el
lugar de residencia, su edad, duración del gobierno, muerte, y, no siempre, apunta
detalles que coinciden cronológicamente con la historia de España y de Europa. Este
esquematismo no significa que el historiador brinde datos aislados, sino que, por el
contrario, establece entre ellos las conexiones que le permiten sostener la finalidad
de su escritura.59
En los capítulos 6 y 7 se relatan la creación del mundo y la de los primeros
hombres por Viracocha Pachayachachi “el creador de todas las cosas”. En el capítulo

57
Las cursivas son mías.
58
Danto (1992) en Historia y narración denomina “oraciones narrativas” a los enunciados
típicos en los escritos históricos, aunque aparecen en narraciones de todas clases. La carac-
terística general de estas oraciones es que “se refieren a dos acontecimientos, al menos,
separados temporalmente, aunque sólo describen (versan sobre) el primer acontecimiento al
que se refieren” (99). El pasado es el tiempo que predomina en ellas.
59
Antonio Maravall en Teoría del saber histórico (1958) señala que lo individual histórico no está
en los datos aislados, sino en la conexión irrepetible en que se dan. “El hecho histórico no es
un dato, es un encadenamiento” y agrega: “Los datos en un conjunto, diferentes entre sí,
pueden ser análogos a los de otro. Esto quiere decir que entre ellos cabe, en cierta medida, la
repetición” (86 y 89).
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 73

8 el autor describe el estado primitivo en que vivían los habitantes del Perú antes de
llegar los incas, el cual es caracterizado como “behetría":60 “Todas las poblaciones
que incultas y disgregadas eran, vivían en general libertad, siendo cada uno sola-
mente señor de su casa y sementera” (110).
En los capítulos 9 y 10 el historiador describe el valle del Cusco y sus prime-
ros pobladores. En el 11 refiere el origen de los incas del Cusco. Luego se inicia el
relato cronológico de la dinastía incaica que comienza con Manco Cápac. Los seis pri-
meros reyes se presentan entre los capítulos 9 al 19. Los capítulos 20 al 47 se detie-
nen en los tiempos de Yaguar Huácac, Viracocha y Pachacuti Inca Yupanqui. En la na-
rración sobre el primero, la obra revela el uso de las fuentes orales que le sirvieron
de sustento para su elaboración. Sarmiento refiere un acontecimiento de la infancia
del futuro inca con elementos de marcado tono épico que se distinguen del resto de
las anécdotas con las que ameniza la lectura y retiene a sus posibles lectores.61
En el capítulo 24, donde se cuentan las acciones de gobierno de Viracocha, el
relato retoma su esquematismo. En éste el Inca es un conquistador que tiraniza los
alrededores del Cusco. En el siguiente es un anciano testarudo que nombra como
sucesor a un hijo bastardo, Inca Urcón, porque “quiso mucho a su madre, sin guar-
dar la regla de su orden en el suceder” (160). La indignación que esto genera, espe-
cialmente en sus hijos legítimos, lo lleva a la muerte. Se inserta una anécdota in-

60
Es interesante detenerse en las significaciones de este término. En Tesoro de la lengua
castellana es una de las palabras que posee mayor desarrollo: “Tanto quiere decir como
heredamiento que es suyo, quito de aquel que vive en él, e puede recebir por señor a quien
quisiere que mejor le faga, etc.” Y continua con un extenso relato del que extraigo sólo una
parte “cuentan las corónicas que como oviese en Castilla la Vieja algunos pueblos que tenían
costumbre de tiempo inmemorial mudar a su voluntad los señores que quisiesen, por cuya
razón se dixeron behetrías”. El Diccionario de Autoridades se detiene en los orígenes confu-
sos de la palabra y agrega que la misma tiene el sentido figurado de “confusión, bulla, y
desordenado modo de obrar”.
61
La leyenda que reproduce Sarmiento cuenta que el Inca Roca, padre de Yaguar, mediante
engaños entregó el niño a los ayarmacas y luego intentó vanamente recuperarlo. El muchacho,
llorando lágrimas de sangre (de allí su nombre yaguar: llorar, Guasca: sangre, según Sarmien-
to) fue condenado a morir de hambre en un calabozo. Allí lo descubre una muchacha que se
compadece de él y lo salva. Es ella quien arregla las cosas para que el joven vuelva con sus
padres. Hay algunos desfasajes temporales (de repente Yaguar, que se suponía encerrado,
es presentado jugando con otros muchachos) y algunos elementos y acciones estructurales
de los relatos ficticios.
74 MARÍA JESÚS BENITES

teresante y contemporánea al tiempo de los españoles en la que el historiador


expone, involuntariamente, los actos de violencia que protagonizaron en el Cusco.

Gonzalo Pizarro, teniendo noticia que con él había tesoro, lo buscó,


y sacó el cuerpo [y] con él mucha suma de tesoro, y quemó el cuerpo
y las cenizas tornaron a quitar los naturales y las escondieron en una
tinajuela, la cual con su ídolo guáoqui, llamado inga Amaro, descubrió
el licenciado Polo, siendo corregidor del Cuzco (162).

La escritura se detiene, entre los capítulos 26 al 47, en la vida y las acciones


del gobierno de Pachacútec. La riqueza descriptiva del relato se evidencia en estos
capítulos. Sarmiento refiere los hechos vinculados al Inca y deja que la pluma refle-
je un cierto asombro ante la magnificencia de las construcciones que impulsó aun-
que éste sea reprimido en ese mismo acto de escribir.62

Y repartió los solares para casas de comunidad y públicas y parti-


culares, haciéndoles edificar de cantería muy polida. Y eslo tanto, que
a los que la hemos visto y sabemos que no tienen instrumentos de
hierro no acero para las labrar nos pone admiración ver la igualdad y
primor della y las junturas y betumen con que lo ligan, el cual es tan
delgado, que ninguna parte se echa de ver, si hay mezcla o no; y con
todo es tan fuerte liga, que plomo ni traba más que ella. Y la piedra
tosca es aún mucho más de ver el modo de su trabazón y compostura.
Y porque en esto sola la vista satisface a los curiosos, no quiero gastar
tiempo en pintarlo más prolijamente63 (174 - 175).

Los hechos que giran en torno a la figura de Pachacútec se apropian del texto
y el historiador analiza, detenidamente, diversos acontecimientos. Uno central es el
de la guerra contra los Chancas que ocupa los extensos capítulos 27 y 28.64 El Inca

62
Sarmiento atribuye también a Pachacútec, en el capítulo 31, la reedificación de la casa del
sol.
63
En el libro VII capítulo 8 de Comentarios Reales, el Inca Garcilaso de la Vega describe la
imperial ciudad del Cusco y atribuye también a Pachacútec su reordaminento. Louis Baudin en
La vida cotidiana en el tiempo de los últimos incas (1987), calcula que cincuenta mil indios
habían invertido más de veinte años en reconstruir la ciudad que poseía un número aproximado
de doscientos mil habitantes.
64
El Inca Garcilaso de la Vega (ibídem) ubica la guerra contra los Chancas durante el gobierno
de Yáhuar Huácac.
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 75

es presentado como el soberano que emprende las campañas de anexión de terri-


torios (Collasuyo, Cinchasuyo), para constituir un imperio mediante la “violencia y
crueldades y fuerzas y robos” (197). Su reinado es el que marca para el historiador
el comienzo de la “inaudita e inhumana tiranía, renovada sobre las tiránicas de sus
antepasados” (206).
Se advierte que Sarmiento recurrió a diversas fuentes puesto que hay pa-
sajes que redundan en contradicciones. En algunos capítulos los que son enemi-
gos del inca se presentan luego como aliados sin que medie una explicación del
cambio (capítulos 38 y 40). A medida que el tiempo de los acontecimientos se
acerca al de aquellos que han testimoniado, se acentúan los detalles y el relato se
prolonga.
En el capítulo 43 el historiador refiere, en una asimilación a las tradiciones
europeas, el momento en que Pachacútec “arma caballero” a su hijo Topa Inca. Éste
ingresa en el relato de los sucesos en forma paralela a la de su padre. La importan-
cia de Topa Inca en el contexto de la obra está dada por su capacidad para la
navegación. En el apartado “yo declaro de mí ser más malo que los malos" se citó
un fragmento de Historia en que se relata el descubrimiento del Inca de las Islas
“Auachumbi y Niñachumbi”.
El escritor aclara en un principio que “Hago instancia en esto, porque a los
que supieren algo de Indias les parecerá un caso extraño y dificultoso de creer”
(216). Pero no es casual que se detenga en los detalles de este viaje: líneas más
abajo se inscribe en su texto y explicita su intención, arremetiendo nuevamente,
como en el prólogo – dedicatoria, contra Álvaro de Mendaña.

Éstas son las islas que yo, el año de sesenta y siete, a treinta de
noviembre, descubrí en el Mar del Sur, ducientas y tantas leguas de
Lima, al poniente de Lima, yendo al gran descubrimiento de que yo di
noticia al gobernador e licenciado Castro. Y no las quiso tomar Álvaro
de Mendaña, general de la Armada (216 – 217).

Los capítulos 48 y 54 tratan del gobierno de Topa Yupanqui, en ellos se expo-


nen los avatares de la conquista de los territorios andinos (Andesuyo) y la edifica-
ción de la fortaleza del Cusco (Sacsaguamán). La trascendencia de esta obra guía la
escritura a una doble transposición temporal en la que el propio historiador transmi-
te no sólo su mirada, sino también una crítica implícita a los actos de apropiación de
la ciudad que los españoles pusieron en práctica a su llegada. Esto marca un antes
76 MARÍA JESÚS BENITES

y después regido por la violencia.65

Y tanta diligencia se dieron, que no en muchos años hicieron la


fortaleza del Cuzco, grande, suntuosa, fortísima, de piedra tosca, cosa
admirabilísima de ver. (...). Esta fortaleza estuvo en pie hasta las dife-
rencias de Pizarro y Almagro, después de las cuales la empezaron a
deshacer, para edificar con su cantería las casas de españoles en el
Cuzco questá[n] al pie de la fortaleza. Hace gran lástima a los que
agora ven las ruinas della66 (233 – 234).

Los capítulos 55 a 62 se refieren al gobierno de Guaina Cápac y detallan su


recorrido por el imperio desde Quito a Chile. Otro aspecto relevante, por las im-
plicaciones posteriores, es el hecho de que Guaina sea el padre de Guáscar y
Atahualpa. En el capítulo 63 se brindan detalles sobre ambos hermanos, relatando
los acontecimientos en dos planos espaciales: Cusco y Quito. Su postura es precisa,
Atahualpa es reiteradamente definido como bastardo, cruel y poseedor de una fuer-
za criminal que no tiene reparos durante la guerra civil fraterna que se desata.

Mataron ochenta hijos y tantos hijos [e] hijas de Guáscar, y lo que más
sintió fue ver matar delante sus ojos a una hermana y manceba llamada
Coya Miro, la cual tenía un hijo de Guáscar en los brazos y otro a cuestas,
y a otro hermana suya muy hermosa llamada Chimbo Cisa (270).

En la descripción del Inca se aglutinan rasgos de desmedida violencia que


orientan una justificación para su muerte en manos de Francisco Pizarro y sus hom-
bres. El fallecimiento de Guáscar, asesinado por su medio hermano, marca, en el
texto, el fin de la dinastía ya que el inca de Quito era, por nacimiento, ilegítimo.
El episodio de Cajamarca, referido brevemente en el capítulo 69, indica un
momento central en el proceso de constitución y comprensión de la cultura en los
Andes. El encuentro con la letra producido en Cajamarca entre Atahualpa y Pizarro,
fue un acto de incomprensión, donde dos imaginarios diametralmente diferentes se
encontraron y se enfrentaron.
Las imágenes que reconstruyen el incidente de Cajamarca están pautadas
por dos tipos de violencia. La primera es la de las armas que se manifiesta en los

65
Recordemos el saqueo a la tumba de Viracocha.
66
El énfasis es mío.
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 77

cuerpos y cuya representación más clara son los miembros despedazados de Ata-
hualpa. La segunda, es la violencia de la letra, de la palabra escrita que se evidencia
en el silenciamiento de la palabra oral y en la imposición de un nuevo imaginario.
Antonio Cornejo Polar (1990) es contundente cuando afirma que el episodio
protagonizado por Atahualpa y Valverde es el “punto en cual la oralidad y la escritu-
ra no solamente marcan sus diferencias extremas sino que hacen evidente su mu-
tua ajenidad y su recíproca y agresiva repulsión” (156). Eduardo Subirats (1994)
interpreta el suceso de Cajamarca, como el espacio donde la violencia de la escri-
tura se impone como el "principio separador de la Verdad y el Poder" y la violencia
sobre los cuerpos se define como "medio de terror que permite imponer aquel
poder como absoluto" (291). Este absolutismo del poder de la palabra escrita se
trasluce en la escritura de Historia Índica.
En los dos últimos capítulos, 70 y 71, se compendian los actos de violencia
que demuestran “cómo estos ingas fueron foedífragos67 y tiranos” (276) y se realiza
un repaso de la cronología incaica para asentar “una computación sumaria del tiem-
po que duraron estos ingas del Pirú” que señala el recorrido temporal del texto: el
surgimiento de los incas data del año 635 y culmina en el 1533, que suman nove-
cientos sesenta y ocho años de presencia incaica y doce incas.
En ese capítulo final Sarmiento señala todas las características del régimen
que considera ilegítimo, especialmente el tema de los abusos y faltas en la sucesión
hereditaria. De este modo el historiador explicita que la línea supuestamente legíti-
ma de los incas se encuentra en el momento de producción textual extinguida y, por
lo tanto, no existe nadie que pueda reclamar para sí el gobierno de los Andes.
El tiempo de los incas está marcado por dos procesos vitales: la creación y
nacimiento de Manco Cápac por el dios Viracocha y la muerte de Guáscar, en manos
de Pizarro en nombre de un dios extranjero. A la armonía del comienzo mítico, se
opone la violencia del final.
La construcción mítica que domina la cosmovisión inca del mundo es sustitui-
da, en consecuencia, por el modelo histórico europeo que impone, como uno de los
paradigmas de escritura, lo cronológico y que desconoce la concepción de lo míti-
co en tanto categoría que permite interpretar los hechos dentro una estructuración

67
Término que deriva del latino foedifragus que significa infiel. Violador de tratados. Nota en
Rosenblat, (276).
78 MARÍA JESÚS BENITES

temporal particular.
Me interesa en esta instancia determinar los modos en que la narración se
apropia de la cultura incaica y cuáles son los elementos que se seleccionan para
referirla. Relectio de Indis de Francisco de Vitoria es el texto que articula los dos
aspectos de mi análisis: el del modelo historiográfico y el de la posición del sujeto
que se concreta en su ejercicio de interpretación.
La elección de la teoría de Francisco de Vitoria, como autoridad, destaca una
vez más su rol de “hombre del saber”; el uso de esta fuente como fundamento
jurídico trasluce el otro papel que Sarmiento desempeñó en el proceso de ocupa-
ción en los Andes: el del conquistador.
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 79

III- El relato de las “ridículas fábulas”

"Habemos de screbir lo que ellos dicen


y no lo que nosotros entendemos en esta parte."
Historia Índica

Las obras escritas durante el gobierno del virrey Francisco de Toledo se con-
densan, según Porras Barrenechea (1986), en las siguientes fórmulas: el imperio se
constituyó mediante la violencia y las armas durante los reinados de Pachacútec y
Túpac Yupanqui; los incas fueron gobernantes tiránicos y belicosos que tuvieron
crueles ritos y costumbres guerreras y practicaron los sacrificios humanos, el estu-
dio intensivo de las supersticiones e idolatrías y la condenación de las ideas morales
y religiosas.
Historia Índica se adscribe a estos ejes textuales que justifican la imposición
del sistema imperial en el territorio andino68 . La obra está recorrida por la crisis
política que se produjo en el año 1549 cuando el Consejo de Indias le recomendó a
Carlos V suspender todas las conquistas sin la autorización previa de ese organis-
mo. El 16 de abril de 1550, el rey acató este dictamen hasta que una junta de teó-
logos y consejeros pudiera recomendar una forma justa de llevarlas a cabo.69

68
La descripción reiterada de los incas como crueles y violentos supone, según las considera-
ciones de Hans Steffen (1912) un cuestionamiento al valor histórico de la obra ya que la mayor
objeción que se le puede realizar es el de la parcialidad de su autor: “Manifestada en su afán
de hacer aparecer a los incas como tiranos sanguinarios i usurpadores i ilejitimos del poder, i
no se puede negar que esta tendencia que penetra todo el libro, lo hace sospechoso i disminu-
ye considerablemente su valor. Sobre todo, después de examinar la parte principal de la obra,
es decir los capítulos en que se relatan las campañas de los grandes conquistadores incas i
sus trabajos de organización interior, queda la impresión de que el cuadro trazado por Sarmien-
to no refleja en todos los puntos un criterio justo e imparcial del historiador” (26 – 27).
69
El debate de 1550 culmina una trayectoria de discusiones que se inicia en el momento mismo de
la llegada de Colón a las Indias. En 1495 los Reyes Católicos solicitaron a letrados y teólo-
80 MARÍA JESÚS BENITES

Y como vuestro invíctisimo padre era tan celoso de su conciencia,


mandó examinar este punto, cuanto le fue posible, por doctosímos
letrados, los cuales, como la información que del hecho se les hizo fue
indirecta y siniestra de la verdad, dieron su parecer diciendo que estos
ingas que en estos reinos del Pirú fueron eran legítimos y verdaderos
reyes dellos, y que los particulares curacas eran y son verdaderos
señores naturales desta tierra, lo cual dio asa a los extraños de vues-
tro reino, así católicos como herejes y otros infieles, para que ventila-
sen y pusiesen dolencia en el derecho que los reyes de España han
pretendido y pretenden a las Indias, por lo cual el emperador Don
Carlos, de gloriosa memoria estuvo a punto de dejarlas (72).

Sarmiento se refiere explícitamente a las intensas críticas de ingleses y fran-


ceses sobre las bulas papales que otorgaron a España la posesión absoluta sobre
las tierras descubiertas. Para esos “extraños” el Nuevo Mundo pertenecía a sus
habitantes autóctonos y el Papa no podía hacer entrega de las tierras. Además, en
el caso de los ingleses, por el hecho de ser protestantes, esa donación carecía de
legi-timidad. Asimismo se oponían a la constitución de los grandes imperios ya que
los veían como una amenaza para la verdadera naturaleza de la comunidad civil.
Esta situación generó el apogeo intelectual de los juristas de Salamanca para
quienes todo dominium deriva del derecho natural. La corona de Castilla reclamaba

gos que debatieran si los indios podían ser vendidos como esclavos. La junta determinó que
éstos eran libres y no se podían vender, excepto los obtenidos mediante una guerra justa. En
1511 comenzó el activismo de los dominicos contra el maltrato a los indígenas de La Española.
En 1512 las leyes de Burgos disminuyeron las cargas y castigos contra los indios pero
mantuvieron los repartimientos de indígenas para los conquistadores. En 1514 Juan López
Palacios Rubios redactó un requerimiento que presentó dos opciones a los pueblos a conquis-
tar: la esclavitud legal o la servidumbre natural (encomiendas). En 1516 el regente Cardenal
Cisneros envió a La Española frailes jerónimos para que propugnaran la libertad de los indios.
La cuestión de la naturaleza del indio se profundiza entre los años 1530 y 1540. Rolena Adorno
(1993) señala dos factores importantes: el número creciente de encomenderos y la disminu-
ción, en contrapartida, de nuevas sociedades indígenas para someter. En 1530 y 1534 apare-
cieron dos cédulas reales sobre la legitimidad para cautivar y esclavizar a los indios: el primero
prohibió el cautiverio, el segundo lo autorizó. En 1537, el Papa Paulo III afirmó la capacidad para
la fe de los indios. En 1542 se promulgaron las Leyes Nuevas que prohibían la esclavitud y la
encomienda pero que, debido a la resistencia de los conquistadores y colonos, no se pudieron
poner en práctica (176 - 177).
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 81

no sólo la jurisdicción sobre el Nuevo Mundo, otorgada por las bulas papales, sino
también los derechos de propiedad. Para ello era necesario una solución a la pre-
gunta acerca de cuáles eran los derechos que habían autorizado a España a ocupar
el territorio americano y someter bajo su dominio a sus habitantes. Estos debates
intentaron brindar una teoría del origen de la autoridad política en América que evi-
tara las pretensiones de soberanía universal por las que sólo el Papa podría ser un
gobernador legítimo. 70
La única forma mediante la cual la monarquía de Castilla podía reclamar
derechos de propiedad era argumentando que los indios habían cedido voluntaria-
mente su autoridad al imperio. El único derecho natural capaz de proporcionar la
clase de autonomía que el monarca necesitaba en América podría basarse en la
afirmación de que la conquista había sido una “guerra justa” (Pagden: 1997).
En 1551 son convocados Bartolomé de las Casas y Ginés de Sepúlveda. El
encuentro significa, en la teoría, un triunfo para Las Casas y la Escuela de Salamanca
que representa. En la confrontación, Sepúlveda aboga por la guerra santa como
principio heroico y justifica la esclavización del indio como fundamento para su sal-
vación ya que por derecho natural deben obedecer a personas "más humanas".
La tarea crítica de Las Casas, ya perfilada en la discusión que sostuviera con
Fray Juan Quevedo en 1519 en Barcelona y en numerosos tratados, consiste en
negarle a la violencia un valor legitimador en el proceso de conquista del territorio
y dominación del hombre americano. Su postura es “un intento serio de negociar
para el indio una posición definitiva e inexpugnable en la comunidad humana como
un ser ‘civil’ y ‘humano’” (Pagden: 1988, 169).
Esta discusión involucra a otro representante importante de la Escuela de
Salamanca, Francisco de Vitoria, quien trató de establecer las reglas para controlar
jurídica y teológicamente el proceso de conquista y colonización del Nuevo Mundo.71

70
Anthony Pagden (1997) señala que la participación de los intelectuales universitarios en el
debate sobre la justicia de la ocupación española en América fue el resultado de una larga
tradición. Durante siglos los escolásticos actuaron como consejeros de la corona en temas
morales e intelectuales. En el reinado de Carlos V y Felipe II, algunos profesores universitarios
se apartaron de los claustros académicos y se convirtieron en cancilleres, diplomáticos,
consejeros y confesores reales.
71
En 1534 Vitoria planteó por primera vez cuestiones de la naturaleza del indio americano y su
sociedad cuando escribió, ofuscado por la noticia de la matanza de Cajamarca a Miguel de Ar-
82 MARÍA JESÚS BENITES

Para ello el teólogo consideraba en su Relectio de Indis,72 pronunciada probable-


mente el 1 de enero de 1539, una dimensión espiritual que otorgara derechos sobre
el indio y brindara las garantías necesarias para la jurisdicción territorial de la Igle-
sia en América.
Es dentro de este contexto de situación en el que interpreto el énfasis que
pone Sarmiento en la ilegitimidad de los incas como dueños naturales de la tierra. El
historiador recurre a diversas fuentes escritas y orales. Las primeras le permiten
"deducir el sitio desta tierra" y rastrear el origen de sus pobladores que son adscriptos
a la cultura occidental.

De manera que lo que aquí se ha de colegir es que la Nueva España


y sus provincias fueron pobladas de griegos; y los Catígara de judíos;
y los de los ricos y poderosísimos reinos del Pirú y contérminas pro-
vincias fueron atlánticos, los cuales fueron deducidos de aquellos pri-
meros mesopotamios o caldeos, pobladores del mundo (98 - 100).

Las fuentes orales no sólo le posibilitan reconstruir el pasado del incario, sino
argumentar a partir de los testimonios indígenas las razones que otorguen a España
los títulos de posesión. Las justificaciones para colonizar el territorio no se limitan
solamente a su ilegitimidad por la falta de coherencia en la sucesión de sus gober-
nantes, hay otros factores de más gravitación que funcionan en el texto.

Y demás desto, de sus tiránicas leyes y costumbres se entenderá el


verdadero y santo título que Vuestra Majestad tiene, especialmente a este
reino y reinos del Pirú, porque Vuestra Majestad y sus antepasados impi-
dieron sacrificar los hombres inocentes y comer carne humana, el maldito
pecado nefando y los concúbitos indiferentes con hermanas y madres,
abominable uso de bestias, y las nefarias y malditas costumbres suyas.
(...). Únicamente por lo cual se les pudo hacer y dar guerra y proseguir por
el derecho della contra los tiranos y aunque fueran naturales y verdaderos
señores y se pudieran mudar señores e introducir nuevo principado, por-

cos, provincial dominico de Andalucía. En 1537 pronunció su relectio De Temperantia obra que
trataba sobre normas dietarias y el canibalismo. Ese mismo año fue escogido por Carlos V para
seleccionar una docena de miembros de su orden para la misión de los dominicos en Méjico.
72
La relectio De Indis fue impresa en 1557, siete años después de la muerte de su autor. No
obstante, el manuscrito circuló profusamente en distintos claustros académicos.
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 83

que por estos pecados contra natura pueden ser castigados y punidos,
aunque la comunidad de los naturales de la tierra no contradijesen a
73
tal costumbre (...) porque pueden ser forzados a que guarden ley de
naturaleza, como lo enseña el Arzobispo de Florencia e Inocencio y lo
confirma fray Francisco de Vitoria en la relación que hizo de los títulos
de las Indias. De manera que por este solo título, sin otros muchos
tiene Vuestra Majestad el más bastantísimo y ligitimo título a todas las
Indias que príncipe en el mundo tiene señorío alguno (...) (78-79).

Las prácticas que Sarmiento enumera en este párrafo son el eje de la argu-
mentación que será desplegada con ejemplos en su Historia. Las conclusiones de
Francisco de Vitoria otorgan las pautas de lectura e interpretación de esa realidad.
Es la escritura de la Relectio de Indis la que brinda el esquema por medio del cual
aparece representado el pueblo inca. La palabra de Vitoria es autoritaria ya que
funciona no sólo como un modelo indicativo sino que define ideológicamente al
sujeto que la retoma (Mijail Bajtín: 1989).74 La palabra del filósofo se basa en una
autoridad concluyente como la de Aristóteles y es escrita en una lengua ajena que
intrín-sicamente marca una diferenciación: el latín.
La escritura de la historia tiene para Sarmiento un fin comunitario o público:
brindar argumentos legitimadores a las autoridades reales sobre la colonización en
la región andina. El objetivo no es el de adoctrinar a sus pares, sino insertarse en el
circuito de la discusión acerca de los legítimos derechos que sostienen la ocupación
del territorio americano.
El registro de las costumbres de los indígenas ejemplifica los elementos que
determinan, para los escolásticos, la diferencia entre el hombre civilizado y el natu-
ral. Esta distinción constituye el principio ideológico que guía al historiador y el que
le permite adecuar sus observaciones y su cultura letrada a las circunstancias histó-
rico - políticas. La obra legitima la esclavitud de los indios con fines netamente polí-
tico - económicos antes que religiosos.
Vitoria parte de la concepción aristotélica de que existen pueblos que necesi-

73
Las cursivas son mías.
74
Bajtín (1989) agrega que la palabra autoritaria se “encuentra en una zona alejada, orgánicamente
ligada al pasado jerárquico, es, por decirlo así, la palabra de los antepasados”. Luego agrega
que la palabra autoritaria puede “organizar en torno suyo gran número de otras palabras (que
la interpretan, la alaban, la aplican de diferentes maneras, etc.)” (159).
84 MARÍA JESÚS BENITES

tan ser dominados por otros: “Como elegante y atildadamente enseña Aristóteles,
algunos son por naturaleza siervos, para quienes es mejor servir que mandar”
(27).75 La teoría de la esclavitud natural era, en el mundo griego, un medio para
explicar “por qué era moralmente justo que una nación esclavizara a los miembros
de otra” (Pagden: 1988, 69).76 Esta postura hace eco de la de Sepúlveda ya que
para ambos juristas la servidumbre natural consiste en una relación de jerarquías
entre aquellos que están destinados a ser regidos y los que deben regir. En la
introducción a Relectio De Indis se señalan los tres aspectos centrales de la obra.

Toda esta controversia y relección ha sido tomada por causa de esos


bárbaros del Nuevo Mundo, vulgarmente llamados indios, que descono-
cidos antes en nuestro orbe, hace cuarenta años han venido a poder de
los españoles. Acerca de ellos la presente disertación contendrá tres
partes. En la Primera se indagará por qué derecho han venido los bár-
baros a dominio de los españoles. En la Segunda, qué potestad tienen
los reyes de España sobre ellos en lo temporal y en lo civil. En la Terce-
ra, qué pueden los reyes o la Iglesia sobre ellos en lo espiritual y en lo
tocante a la religión, donde se responderá a la cuestión propuesta (23).

Si bien las ideas de Vitoria se apoyan en Santo Tomás, quien consideraba


que la ley natural era la causa eficiente en la que se sustentaba la relación del
hombre con el mundo y que gobernaba todos los actos de la sociedad humana, son
numerosas las fuentes de su Relectio. Las mismas pueden clasificarse en bíblicas
(Antiguo y Nuevo Testamento); teológicas (el ya mencionado Santo Tomás, los pa-
dres de la Iglesia, comentaristas y sumistas); jurídicas (derecho canónico y justiniano);
filosóficas (exclusivamente aristotélicas) y literarias (Plauto, Terencio, entre otros). 77
El planteo central que recorre el texto parte de la aceptación de que los indios

75
Relecciones del Estado, de los indios y del derecho de la guerra, México: Porrúa, 1985. Todas
las citas corresponden a esta edición. La cursiva es de la versión original.
76
Padgen (1988) agrega que la esclavitud natural se opone a la esclavitud civil. Ésta era consi-
derada en el mundo griego una institución social. El esclavo civil era un hombre que, por causas
ajenas a su naturaleza, estaba privado de sus libertades. La esclavitud natural no se refería a
una institución sino a una categoría concreta de hombres que se basa en el axioma, común en
el pensamiento griego, de que en todas las formas complejas existe una dualidad en la que un
elemento domina naturalmente al otro.
77
Véase el estudio introductorio a Relectio de Indis de Luciano Pereña (1967, CLX - CII).
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 85

antes de la llegada de los españoles eran ellos “verdaderos señores, privada y


públicamente” (22), detentaban el derecho a disponer de sí mismos y de sus domi-
nios. El problema residía no en la ilegitimidad del dominio español sobre el Nuevo
Mundo y sus habitantes, sino en la necesidad de indagar “con qué derecho pudieron
los españoles entrar en posesión de los mismos y sus tierras” (23).
Sarmiento parte de Relectio no sólo para autorizar su escritura, sino también
para inscribirse dentro de los límites marcados por la tradición. Para Francisco Castilla
Urbano la investigación de Vitoria pertenece a un plano antropológico ya que se
“trataba de demostrar que la naturaleza del indio era y tenía que ser como la de
cualquier otro ser humano, o, lo que es lo mismo, que las diferencias con los euro-
peos eran explicables a partir de su deficiente cultura, más que de su naturaleza”
(1992, 249).
La obra está estructurada en dos partes: “De los títulos no legítimos por los
cuales los bárbaros del Nuevo Mundo pudieron venir a poder de los españoles” y
“De los títulos legítimos por los cuales pudieran venir a poder de los españoles”.78 Si
bien me interesa puntualizar los aspectos desarrollados en la segunda parte, ya que
es en este cuerpo de postulados filosófico-teológicos en el que el historiador en-
cuentra los fundamentos y títulos justos para la colonización y los argumentos ade-
cuados para respaldar políticamente el proyecto de Toledo, es necesario señalar
aquellos que no legitiman la posesión de las tierras descubiertas.
El filósofo desarrolla siete títulos ilegítimos. Los dos primeros se centran en el
pretendido dominio del emperador sobre todo el mundo, que Vitoria refuta basán-
dose en la distinción de que el dominio no puede “provenir sino del derecho divino,
del natural o del humano positivo. Mas por ninguno de estos derechos hay un señor
del orbe”(39).79 El jurista consideraba que la donación pontificia, que había sido
utilizada como título legitimador desde los primeros momentos, era un argumento

78
La cursiva es mía.
79
En este aspecto Castilla Urbano (1992) señala que: “Si por derecho natural todos los hombres
eran libres, difícilmente se podía apelar a éste para legitimar el derecho al imperio del orbe;
tampoco el derecho divino permitía fundamentar el dominio del emperador sobre el mundo,
porque no constaba en ningún lugar que Dios entregara a ninguna persona. (...). La misma idea
de justificar el dominio del emperador sobre el orbe mediante el derecho humano era dispara-
tada, porque exigiría la existencia de una ley capaz de otorgar dicha autoridad, pero ésta no
existía ni era posible porque la ley presuponía la jurisdicción, y ésta no había existido nunca
86 MARÍA JESÚS BENITES

insostenible. Los que se declaraban a favor de la bula alejandrina parecían desco-


nocer que el Papa no era señor temporal del orbe y que además no podría transmi-
tir esa potestad a los reyes temporales: “Y si Cristo no tuvo el dominio temporal (...)
mucho menos lo tendrá el Papa que no es más que su vicario” (44).
El tercero es el derecho del descubrimiento que sería válido si las tierras
encontradas hubieran estado despobladas pero como es lo contrario, Vitoria afirma
que este título “por sí solo no justifica la posesión de aquellos bárbaros, no más que
si ellos nos hubieran descubierto a nosotros” (48). El cuarto título se detiene en la
supuesta obstinación que demuestran los indios al negarse a recibir la fe de Cristo.
El filósofo pone en duda los métodos que se utilizan en el Nuevo Mundo para trans-
mitir la fe y concluye que “en aquellos que nada oyeron de Cristo, la infidelidad no
tiene razón de pecado, sino más bien de pena” (49).
El quinto título que se refuta es el de los pecados de los mismos indios. En tal
sentido, la postura del dominico es clara ya que si bien “Hay algunos pecados que
no son contra la ley natural, sino contra la ley positiva divina, y por éstos no puede
hacérseles la guerra. Otros, en cambio, hay que son contra naturaleza como el
comer carne humana y el concúbito indiferente con la madre, las hermanas o con
los varones” (55) no se justifica que por ello los indígenas deban ser castigados y
quitado el derecho sobre sus territorios.
Los últimos títulos ilegítimos consideran la elección voluntaria y la donación
especial de Dios. Para refutar el primero Vitoria alude a los problemas de comunica-
ción entre españoles e indígenas que quitan validez a cualquier acto en el que los
segundos aceptan como soberano al rey español. Para el último afirma que tal
donación divina debe ir acompañada de milagros que la confirmen. Descarta este
título no sin antes enfatizar que “¡Ojalá que, fuera del pecado de infidelidad, no hu-
biera entre algunos cristianos mayores pecados contra las buenas costumbres que
entre esos bárbaros” (58).
El catedrático de Salamanca enumera ocho títulos legítimos para poseer las
Indias. El primero es el de la sociedad y comunidad natural en el que se destaca el
reconocido derecho internacional de gentes:80 “Los españoles tienen derecho de re-

sobre los bárbaros” (297).


80
Eduardo Subirats (1994) encuentra al derecho internacional de gentes como un principio jurídico
y ético revolucionario y añade que representó el nacimiento del concepto moderno de dere-
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 87

correr aquellas provincias y de permanecer allí, sin que puedan prohibírselo los bár-
baros, pero sin daño alguno de ellos” (60). De este derecho se desprenden otros
como el de ius peregrinandi o derecho de recorrer los territorios, el derecho al libre
comercio, entre otros. Si alguno de estos derechos fuese impedido por los indios,
los españoles podrían llegar a las armas.
El segundo título es el de la “propagación de la religión cristiana” que implica
el “derecho de los cristianos a predicar y anunciar el Evangelio en las provincias de
los bárbaros” (65). En el siglo XVI la creencia de salvar las almas de aquellos que no
conocían la religión de Cristo significaba un factor de nivelación de los hombres y
por lo tanto implicaba que los indios eran seres humanos capaces de entender el
mensaje del Evangelio (1992: Castilla Urbano). Nuevamente afirma que si los indios
impidieran esta divulgación sería lícito declararles la guerra.
El tercer título se relaciona con los anteriores ya que propone que si los indios
conversos y “sus príncipes quieren por la fuerza y el miedo volverlos a la idolatría
(68) los españoles tienen todos los derechos de declarar la guerra. El cuarto título
sostiene que el “Papa puede darles un príncipe cristiano y quitarles los otros seño-
res infieles” (68).81
El quinto título es central: “La tiranía de los mismos señores de los bárbaros o
de las leyes inhumanas que perjudican a los inocentes como el sacrifico de hombres
inocentes o el matar a hombres inculpables para comer sus carnes”(69). Sarmien-
to, en su prólogo a Historia Índica, refiere los principales pecados que comenten los
indígenas: el "maldito pecado nefando" de comer carne humana, “concúbitos indife-
rentes con hermanas y madres” (78) que determinan -al igual que otras prácticas-
una progresiva deshumanización del otro, de lo culturalmente extraño (Pagden: 1988).

chos humanos. Sin embargo, ese derecho partía de un “concepto general y abstracto del ser
humano como miembro de una comunidad internacional definida por el intercambio de mercan-
cías, la acción productiva, el predominio técnico del hombre sobre la naturaleza y un concepto
racional del poder político, que aplastaba bajo su lógica universal la realidad diferente de las
civilizaciones americanas, sus formas de vida, su memoria y conciencia comunitaria y su
concepción sagrada de la naturaleza” (62).
81
Castilla Urbano (1992) afirma que aunque Vitoria no aludía a la metáfora del cuerpo místico
“subyace en este supuesto la idea del príncipe como cabeza rectora del cuerpo social, si este
fuera infiel podría hacer uso de su poder para obligar a apostatar a sus súbditos cristianos”
(308).
88 MARÍA JESÚS BENITES

En el marco de las discusiones de Vitoria con sus contemporáneos, se de-


terminó que los hombres que comen a otros hombres nunca podían ser completa-
mente humanos ya que violan las divisiones jerárquicas de la creación y ofenden,
cometiendo el pecado de ferocidad (peccatum ferocitas), a la naturaleza racional
del hombre.82 La mención del canibalismo como práctica frecuente entre los indíge-
nas y especialmente en los chiriguanos, sustentan la campaña que se emprendió
contra estos últimos.83 La guerra encuentra su razón en el quebrantamiento del
orden de la creación divina que comenten los indios.

Y dio asiento [Francisco de Toledo] en aquella provincia, que parecía


imposible podelle tener jamás, y asimismo socorriendo y proveyendo a la
gobernación de Santa Cruz de la Sierra para poner freno y castigar a los
chiriguanas, comedores de carne humana, infestadores desde vuestro rei-

82
En su relectio De temperantia, pronunciada en 1537, Vitoria había afirmado que no existía
ningún alimento vegetal o animal que no pueda comerse, pero el consumo de cualquier alimento
diferente a los hábitos culinarios occidentales constituía una costumbre más propia de anima-
les que de hombres. El tipo de alimento que se comía era un índice del nivel cultural de quien lo
consumía. Pagden (1988) señala que el consumo poco selectivo de los indios capaces, según
Vitoria, de comer ratas, lombrices, serpientes, saltamontes, “revelaba la incapacidad de los
indios para reconocer las divisiones entre las especies del mundo natural y la finalidad adecua-
da de cada una” (126). Además estas especies son, según la taxonomía de Aristóteles que
seguía el teólogo de Salamanca, inferiores.
83
Vitoria es contundente en este aspecto: “El hombre no debe servir de alimento al hombre”.
(Relecciones Teológicas. Citada en Pagden: 1988, 125).
Los ritos relacionados con el canibalismo son descriptos en numerosas crónicas de Indias y
relatos de viajes. Cristóbal Colón el 4 de noviembre de 1492 apunta en el Diario de su primer
viaje “Entendió también que lejos de allí había hombres de un ojo y otros con hocicos de perros
que comían los hombres, y que en tomando uno lo degollaban y le bebían su sangre, y le cor-
taban su natura” (1986, 146).
Subirats (1994) considera que la antropofagia "fue estilizada como un motivo culminante" en la
construcción de la "leyenda negativa" y como un elemento inherente en las descripciones de
la forma de vida de los indios americanos (132). Es interesante señalar que en el Tesoro de la
Lengua de Covarrubias para el término “Antropófago” (no aparece registro de “caníbal”) se se-
ñala el hábito de comer carne humana en los indios americanos “Notoria cosa es que los indios,
antes de ser conquistados por los españoles, comían carne humana, y la nuestra les savía
mejor que otra, como cuentan las historias de las Indias; éstos lo hazían por vicio, pero algunos
lo han hecho por necesidad de hambre (...)”. En el Diccionario de Autoridades no están
registrados los términos caníbal ni antropófago.
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 89

no del Pirú por las partes de los Charcas (75).

Para el teólogo los sacrificios humanos, en tanto, en sí no justificaban una


guerra justa, pero ésta se generaba en la necesidad de proteger a víctimas inocen-
tes: “no se puede usar de las armas contra quienes no nos hacen el mal, ya que por
derecho natural está prohibido matar a los inocentes” (82). Asimismo, admitía que
la ofrenda humana podría no ser antinatural, pero el hecho de que los indios lo
hicieran indicaba que en cuestiones cruciales no interpretaban correctamente los
preceptos esenciales de la ley natural.
Sarmiento describe estas prácticas de martirio para confirmar como infra-
humano el comportamiento de los incas ya que, según sus parámetros culturales,
desobedecen los mandatos naturales impuestos por el orden divino y alteran la
racionalidad de las especies.

Había, demás destas casas, algunas guacas (...) en muchas de las


cuales se hacían los malditos sacrificios humanos que ellos llaman
cápac cocha, que es enterrar vivos unos niños de cinco o seis años
ofrecidos al diablo con mucho servicio y vasijas de oro y plata (178).

Las costumbres sexuales como prácticas centrales de los actos religiosos


demuestran también la falta de discernimiento de los incas puesto que no recono-
cen los límites que impone el tabú del incesto. Los hábitos sexuales sin jerarquías y
desmesurados eran también para Vitoria signo seguro de barbarie y causa de una
guerra justa. Los indígenas revelaban, una vez más, su incapacidad para reconocer
las divisiones entre las especies del mundo natural y la finalidad adecuada de cada
una: “pecados contra naturaleza no sólo porque atentan contra la ley natural, sino
también contra el orden de la naturaleza” (55). A partir de este concepto cada
aspecto del comportamiento humano puede juzgarse natural o antinatural.

A estos ídolos dotó de renta de tierras ganados y servicios, espe-


cialmente de unas mujeres que vivían en la mesma casa del Sol a
manera de monjas. Las cuales todas parían del Inga. A lo menos era
tan vicioso [Pachacuti Inga Yupanqui] que se dice que con todas las
que le daba gusto tenía acceso, y por esto tuvo tantos hijos como dél
se dice (178).

La descripción de conductas sociales impropias y sin sentimientos de culpabili-


dad que se le atribuyen a los incas, intensifican las causas que fundamentan la es-
clavitud natural del indio y brindan al texto autenticidad frente a un lector apabulla-
90 MARÍA JESÚS BENITES

do por el horror de lo que se describe. Vitoria demostraba que “el indio no podía ver que
otros seres humanos no eran comida natural para él, como no podía ver que los animales
o las criaturas del mismo sexo no eran sus parejas naturales” (Pagden: 1988, 125)
El sexto título surge de una “verdadera y voluntaria elección” (69) mediante
la cual los indígenas aceptan como legítimo soberano al rey de España. Relacionado
con éste se postula el séptimo título en el que la legitimidad puede provenir “por
razón de amistad y alianza” (70). Vitoria apoya este argumento en el accionar del
imperio romano que “prestaba ayuda a sus amigos y aliados, y esto les ocasionaba
guerras justas, por las que se apoderaban de nuevas provincias” (70).
Vitoria parece concluir con este título su argumentación acerca de la legitimi-
dad del dominio español sobre el nuevo Mundo y los indígenas. Sin embargo, hay un
último apartado que “podría no ciertamente afirmarse, pero sí ponerse a estudio y
parecer a algunos legítimo” (70). El dominico no afirma con seguridad la validez de
este octavo título pero insiste en la necesidad de proteger a “esos bárbaros” ya que
“aunque, como se ha dicho, no sean del todo faltos de juicio, distan, sin embargo,
muy poco de los amentes, por lo que parece que no son aptos para formar o admi-
nistrar una república legítima dentro de los términos humanos y civiles” (70). Desde
los primeros tramos de su obra, Sarmiento se detiene en el sistema de gobierno y
la sucesión incaica, calificadas siempre de confusas, desordenadas y tiránicas.

Porque ya en este tiempo, viendo las violencias y fuerzas quel Inga


del Cuzco por todas partes a todas naciones, sin perdonar a nadie,
hacía, a su ejemplo muchos cinches habían querido hacer lo mesmo
en otros partes, donde cada uno se hallaba, de manera que ya en este
reino todo era una confusa behetría tiránica,84 que nadie en su pueblo
estaba seguro, aun de su propio cidadano (191).

La trascendencia de este último argumento radica en la firmeza con que


brinda una explicación para el dominium sobre los asuntos del Nuevo Mundo y priva
a los indígenas de sus derechos naturales. Se reafirma, desde esta perspectiva, la
proposición de Aristóteles sobre la esclavitud natural.
El historiador es quien posee una mirada privilegiada que determina lo propio
de lo impropio, lo moral de lo inmoral, lo correcto de lo inadecuado. En Historia Ín-
dica, la fuerza de la palabra escrita constituye un instrumento eficaz para justificar,

84
Las cursivas son mías.
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 91

por medio de la representación negativa del indígena, la dominación que se ejer-


ce con las armas.
Vitoria deja expuesta entonces la incapacidad de los indios para ejercer su
soberanía y dominio sobre sus posesiones. Desde este enfoque Sarmiento recons-
truye la visión del indígena sobre la colonización y evangelización llevada adelante
en el Perú como una experiencia liberadora y salvacionista, que concibe a la guerra
como castigo y a la servidumbre natural como expiación de los pecados.

(...) antes vivían y morían como fieras selvajes, idolatrando como en


tiempo de sus tiranos ingas y de su ciega gentilidad, quitándoles las
públicas borracheras, amancebamiento y guacas de sus ídolos y dia-
blos, desagraviándoles finalmente uso de racionales, como lo tuviesen
antes de brutos en el oficio de cargarse como tales. Y ha sido lo que en
este caso ha hecho vuestro visorrey tal, que los indios se tienen por
regenerados en todo y le llaman a boca llena su favorecedor y procu-
rador, y a Vuestra Majestad, que se lo envió, llaman padre (76).
92 MARÍA JESÚS BENITES
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 93

Capítulo II

Los otros
94 MARÍA JESÚS BENITES

I- La voz de Titu Cusi Yupanqui

"Y el que agora está en los Andes,


que se llama Tito Cusi Yupangui."
Historia Indica

La Instruçión del Inga Don Diego de Castro Titu Cusi Yupangui para el muy
ilustre señor el licenciado Lope de García Castro gobernador que fue destos reynos
del Pirú, tocante a los negocios que con su magestad, en su nombre por su poder a
e tratar; la qual es esta que se sigue85 es el primer texto en el que se escucha la voz
de la resistencia al poder colonial en los Andes. El documento, fechado el 6 de
febrero de 1570, fue dictado por Titu Cusi Yupanqui -hijo de Manco Inca Yupanqui-
quien encabezaba desde 1555 los grupos disidentes en Vilcabamba.
Sarmiento mantiene en silencio tanto la postura de Titu Cusi y Túpac Amaru,
como la existencia de esta Crónica pero establece con ellos, una polémica, ya que
en su Historia contesta y desautoriza, de manera indirecta, los argumentos belige-
rantes que utilizó Cusi para lograr una reacción favorable a su comunidad por parte
de las autoridades. Sólo en el párrafo final, después de haber expuesto las razones
que declaran la insolvencia de las consideraciones legitimadoras de los derechos de
los incas, apela a estos ausentes en presencia.

Es cosa falsa y sin razón ni derecho decir que agora hay en estos reinos
ninguna persona del linaje de los ingas que pueda pretender derecho a la
sucesión del ingazgo deste reino del Pirú, ni por ser señores naturales ni
legítimos, porque no lo eran (...) y el que agora está en los Andes, que se

85
Se ha consultado la edición preparada por Luis Millones, a la cual pertenecen todas las citas
utilizadas en este trabajo. Lima: El Virrey. 1985. El manuscrito original se encuentra en la
Biblioteca de El Escorial (España) Códice L. I. 5. Fojas 131 a 196. Diego García de Castro era,
en ese momento, Presidente de la Real Audiencia de Lima.
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 95

llama Titu Cusi Yupangui, alzado, no es hijo legítimo de Mango Inga,


sino bastardo y apóstata. Antes tienen por legítimo a otro questá con
el mesmo Tito, llamado Amaro Topa, que es incapaz, a que los indios
llaman uti. Mas ni el uno ni el otro son herederos de la tierra, porquel
padre no lo fue (280 - 281).

Sarmiento orienta el desarrollo de su escritura de forma "vera y ordenada-


mente" y su Historia Índica finaliza con el episodio de Cajamarca. El enfrentamiento
entre Pizarro y Atahualpa es presentado, de manera sucinta, en una sucesión de
hechos de acuerdo a un esquema prefijado: llegada de los españoles, cárcel de
Atahualpa, muerte de Guáscar, muerte de Atahualpa. El historiador omite el desen-
cuentro inicial del Inca con la letra y sólo se pone de relieve la astucia de aquél para
comprender que los españoles no son los anunciados viracochas. “Y como Atahualpa
entendió que no eran dioses, como antes le habían hecho entender, aderezó su
gente de guerra contra los españoles” (273).
No existen hechos documentados que me permitan establecer si el elegido
por el Virrey conocía la Instrucción86 dictada por Titu Cusi, pero considero impor-
tante en este caso, abordar esta obra no sólo por su contemporaneidad al momento
en que Sarmiento permaneció en la ciudad de Cusco junto a Toledo, sino también
porque ofrece una versión de los hechos que cuestiona el orden impuesto y deja
escuchar una voz que pugna por su escuchada. Además es evidente, por los suce-
sos referidos en Historia Índica, que la presencia de Cusi y Túpac Amaru significó
una importante amenaza al orden instituido y dominante.87
Si bien en el escrito el yo del discurso está diferido por una doble mediación,88

86
En adelante denominaré la obra de esta manera.
87
Es importante recordar que cuando Sarmiento firma su Historia Indica, aún no había llegado a
Cusco la noticia de la muerte de Titu Cusi Yupanqui.
88
Hay un mediatizador primario: el padre Marcos García que reestructura y ordena lo enunciado
por Cusi para retransmitirlo al Escribano Martín Pando que es quien hace la transcripción
escrita. El padre Marcos García se encontraba al frente de las acciones evangelizadoras en la
zona de Vilcabamba junto a Fray Diego Ortiz. Este ultimo actuó, junto con los capitanes incaicos
Su-ta Yupanqui, Rimache Yupanqui y Sulca Varac, como testigo de la fidelidad del documento
dic-tado por Cusi. El notario Martín Pando, de origen mestizo, colaboró estrechamente con Cusi
ya que fue quien redactó numerosas cartas dirigidas a Diego García de Castro y otros funcio-
narios virreinales.
96 MARÍA JESÚS BENITES

el relato de Titu Cusi construye una “visión trágica de los vencidos” (Wachtel: 1971,
24) que transmite la desesperanza ante la llegada de los españoles y el deterioro de
su cultura.89 Pero también en su Instrucción esgrime, de manera beligerante, un re-
clamo para que esa comunidad recupere las tierras que le pertenecen y él sea re-
conocido por las autoridades coloniales como legítimo soberano de las mismas.
Además, formula una serie de exigencias para abandonar la lucha armada, cuyo
cumplimiento debe garantizar Felipe II.
El texto plantea una posición opuesta al adoctrinamiento y control sobre los
aspectos sociales, religiosos y administrativos que impone el gobierno toledano. La
Instrucción, por lo tanto, tiene por objetivo esgrimir los argumentos adecuados
para respaldar la legitimidad de los incas como dueños naturales de la tierra. La
defensa de este derecho se inscribe en el relato de los distintos agravios que come-
ten los españoles contra los incas cuando inician la conquista de Perú.
Raúl Porras Barrenechea ubica la voz de Titu Cusi Yupanqui en el conjunto de
cronistas anti-toledanos. Allí distingue a aquellos que tratan de recuperar en la es-
critura los restos de la tradición incaica. En estas “crónicas indias” se incluye la obra
de Joan Santa Cruz de Pachacuti Yamqui, Felipe Guamán Poma de Ayala y la del
mestizo Inca Garcilaso de la Vega.90
Porras señala que en este grupo, entre los que distingue por su calidad esté-
tica la obra de Garcilaso de la Vega, existe como huella indeleble el mestizaje. En
todos estos autores hay influencias de la cultura hispánica y occidental pero poseen
un modo de sentir y pensar profundamente indígena. “Hablan quizás el español,
pero piensan en quechua” (543).91 El estudioso valoriza la “audacia” de Titu Cusi, ya
que, en un momento en el cual los indígenas tenían mínimas libertades, el texto
ofrece la primera versión indígena de la conquista.
Para Robert Lewis (1988) los cronistas andinos, como Cusi, Guamán Poma,

89
Wachtel (1971) precisa que acercarse a la visión trágica de los vencidos supone “pasar al otro
lado del escenario y escrutar la historia al revés, porque estamos, efectivamente acostumbra-
dos a considerar el punto de vista europeo como el derecho: en el espejo indígena se refleja el
otro rostro de Occidente” (24).
90
Relación de antigüedades desde Reyno del Perú (¿1613?), Nueva Corónica y Buen Gobierno
(¿1615?) Comentarios Reales (1609), respectivamente.
91
Cito de la edición de 1986.
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 97

Yamqui y Garcilaso, cubren otra dimensión donde, precisamente, lo andino es la mo-


tivación fundamental de su quehacer aunque todos escriban para españoles y lo ha-
gan en español. En sus textos queda de manifiesto que recibieron una influencia de
la noción de historia occidental inaugurada por la invasión española en los Andes.
Nicole Girón de Villaseñor (1975) afirma que en el texto de Cusi se transmite
una imagen de los incas que contradice la tradicional visión del indio aterrorizado,
silencioso y taimado. En esta obra “penetramos al corazón de aquella parte del
mundo indígena que con resolución optó por la defensa activa de sus valores. Des-
cubrimos la personalidad de los jefes que durante más de treinta años se dieron a la
defensa de la causa indígena en el Perú de una manera política: la de un imperio
rebelde, minúsculo pero no vencido” (93).
Titu Cusi Yupanqui no brinda, como Garcilaso de la Vega y hasta cierta medi-
da Guamán Poma de Ayala, una reconstrucción utópica del pasado incaico. Apela a
restablecer las instituciones precolombinas (la posesión de las tierras y el culto a las
huacas) mediante la praxis: una rebelión armada, un estado de resistencia, cuyos
antecedentes y fundamentos justifica en su Instrucción. Es esta actitud del texto la
que lleva a Raquel Chang - Rodríguez a definir la obra como una “escritura atrevi-
da” por “la ideología y la intención que la sustentan y por su capacidad para incor-
porar disímiles tradicionales y llegar a un público heterogéneo” (1991, 19).
En el texto el Inca no responde directamente a las injurias, antes deja asen-
tada la sucesión de acontecimientos que demuestran tanto la violencia con que se
ejerció la usurpación territorial como la serie de ofensas, ultrajes y humillaciones
que comenten los españoles durante el proceso de colonización cultural que avasa-
lla sus tradiciones y costumbres. Para dar cuenta de ello, la letra es el instrumento
esencial de transmisión y denuncia.

Porque la memoria de los hombres es devil y flaca e si no nos


acurrimos a las letras para nos aprovechar dellas en nuestras
nesçesidades, hera cosa ymposible podernos acordar por estenso de
todos en negoçios largos y de ymportançia (1).

Titu Cusi aprovecha los instrumentos legales del sistema colonial desde toda
vez que su texto es denominado “Instrucción”. En los primeros fragmentos del do-
cumento se advierte esta orientación “instructiva”.

Primeramente que su Señoria [Lope García Castro] me haga merçed


llegado que sea con bien a los reynos de España, de dar a entender a
98 MARÍA JESÚS BENITES

su Magestad del rey don Phelipe nuestro señor; debaxo de cuyo anparo
yo me he puesto, quien soy y la neçesidad que a causa de poseer su
Magestad y sus vasallos la tierra que fue de mis antepasados en estos
montes padezco. Y podra su Señoria dar la dicha relaçion siendo dello
servido por esta via, comenzando lo primero por quien soy e cuyo hijo.92

Y tanbien dar a entender a su Magestad la raçon por donde yo agora


estoy con tanta neçesidad en estos montes en los quales me dexó my
padre con ella al tiempo que reinava y governava el Piru y toda su tierra,
que fue en el tiempo que los españoles le desbarataron y mataron.

Y tanbien que sepa su Magestad por estenço como abaxo yrá de-
clarado, la manera y cómo y en qué tiempo los españoles entraron en
esta tierra del Piru y el tratamiento que hizieron al dicho muy padre
todo el tiempo que en ella bivio hasta darle la muerte en ésta que yo
agora poseo: que es la que se sigue (1 – 2).

El término “Instrucción” con el que circula oficialmente el documento, si bien


tiene el sentido de una solicitud, ésta no es de información, sino de defensa. Pero
también, al finalizar la narración de los acontecimientos, se advierte la disposición
jurídica del texto que lo acerca al documento legal denominado “requerimiento”, ti-
po textual sancionado institucionalmente tanto por la Iglesia como por la Corona.93

Yo el sapai ynga Don Diego de Castro Titu Cusi Yupangui, hijo mayoraz-
go que soy de Mango Ynga Yupanqui y nieto de Guaina Capac, señores
naturales que fueron destos reynos e provincias del Piru, digo que por
quanto yo tengo neçesidad de tratar con el rey Don Phelipe nuestro señor
y con otras justicias de qualquier estado y condición que sean, ansy segla-
res como eclesiasticas, y juntamente con algunas otras personas que destos
reynos ayan ydo a los de España que alla puedan residir o residan. Y no

92
Las cursivas son mías.
93
Tanto en el Tesoro de la lengua como en el Diccionario de Autoridades el término “requerimien-
to” remite a un acto judicial, en el que se intima a alguien para que se realice o no determinada
cosa. En el plano jurídico, se puede afirmar que el documento de Cusi se acerca también a una
capitulación en sentido de que de algún modo se trata de un compromiso establecido entre un
particular (en este caso Titu Cusi) y un representante de la Corona (Lope García Castro) para
el desempeño de una empresa con carácter de servicio (representarlo ante el Rey). La
dimensión jurídica y legal del texto ha sido trabajada por Francisco Theodosiadis (1997).
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 99

podría hallar persona que con más calor ni solicitud pudiese solicitar
mis negocios, como es el señor governador el licenciado Castro, que a
los reynos de España agora ba, ni quien con más amor los haga ni
pueda hazer, como a tenido e tiene de costumbre de hazerme merçed,
que por esta, con la confiança que de su persona tengo, le doy todo mi
poder bastante, y libre y suficiente qual de derecho más puede valer
ansy como yo lo he e tengo y de derecho en tal casso se requiere para
que por mí y en mi nombre y como mi persona mesma pueda pareçer
ante su Magestad y pressentar su real nonbre qualesquier petiçion y
dezir y declarar todo lo que le fuere preguntado tocante a mis negoçios
de la mesma manera que sy yo lo dixiese y declarase. E pueda paresçer
ante qualquier consejo, audiencias, alcaldes e regimiento e ante otras
qualquier justiçias de su Magestad, ansy eclesiasticas como seglares,
y pedir y demandar, anparar y defender todas y qualquier cosas que
bea que me puedan y deban pertenesçer94 (35).

En este contexto, la forma de requerimiento, usada durante la conquista


como simple formulismo antes de imponer la doctrina evangelizadora, cumple una
función inversa, ya que es utilizado por un indígena para legitimar la resistencia
iniciada por su padre en 1534.95
Para instaurar la defensa de su padre Titu Cusi anuncia una estructura orde-
nada del devenir de los acontecimientos que le permitirán justificar sus reclamos.
Las normas tradicionales a las que se atiene su relato lo ubican en la formación
discursiva historiográfica. “El Inca relata lo que nadie conoce mejor que él, se pose-
siona del mecanismo textual y de la historia para volver las armas de los conquista-
dores contra ellos en un relato cuya tensión estriba en el escamoteo de los hechos,

94
Las cursivas son mías. Este fragmento pertenece a un apartado dentro de la Instrucción que
lleva por título “Poder para el Señor Governador el Licenciado Lope García de Castro”.
95
Es interesante retomar aquí las palabras de Eduardo Subirats (1994) al referirse al Reque-
rimiento: “En la institución del Requerimiento se conjugaban las necesidades estratégicas de
la conquista con la crítica reformadora de su violencia, la legitimación teológica del despo-
jo territorial de los americanos y su sublimación humanista. De ahí también la mezcla y la
ambigüedad de significados, desde lo absurdo y alucinatorio hasta la directa brutalidad, que
distingue a este nuevo género literario, a mitad de camino entre el edicto inquisitorial y la
declaración de guerra” (288). Véase también Silvia Benso, La conquista di un testo. Il reque-
rimiento (1989).
100 MARÍA JESÚS BENITES

el pertinaz cuestionamiento de la versión española de la conquista y el consecuente


reclamo” (Chang – Rodríguez: 1991, 4).96
El narrador inicia su relato con la llegada de los españoles al Perú, encabeza-
dos por Francisco Pizarro en 1532 y lo finaliza con la muerte de su padre Manco Inca
Yupanqui, recortando y seleccionando únicamente aquellos acontecimientos que le
permitan describir el accionar de los conquistadores.
La escritura actualiza sucesos en los que queda reflejada la cercanía tempo-
ral que une a Cusi Yupanqui con los acontecimientos narrados, inscribiendo en su
texto el efecto de la verdad incuestionable de los hechos. Además, en la explicación
de los mismos radica la fuerza persuasiva de la palabra cuya veracidad se sostiene
en la experiencia empírica y en el espacio de poder al que pertenece quien escribe.
El registro escrito de los acontecimientos tiene para Cusi, ese fin comunitario
o público que señala Mignolo (1982), ya que el objetivo es el de justificar con legíti-
mos derechos el estado de rebelión y resistencia permanente en Vilcabamba. Así, la
mirada del cronista se construye como privilegiada y el paradigma de observación
del Inca está en función de esa necesidad.
En la configuración discursiva ingresan formas propias de las producciones
orales incaicas, ya que los sucesos son referidos por medio de la reconstrucción de
los extensos parlamentos de cada uno de los protagonistas de los hechos. Así las
voces de Atahualpa, Gonzalo Pizarro y la casi excluyente de Manco Inca y algunos
de sus capitanes, recorren el texto.
Esta forma particular de estructurar el relato, remite por un lado al predomi-
nio de la transmisión oral como único medio para difundir el desarrollo histórico. Por
otro, esta introducción de los personajes a través de sus parlamentos, crea en el
espacio del texto un movimiento escénico propio de las representaciones teatrales.

Llegada del Governador a cassa de Mango Ynga


Dios guarde a Vuestra Merçed señor Mango Ynga, por aver estado algo
mal dispuesto no bine juntamente con estos cavalleros a besar las manos a
Vuestra Merçed, de que he estado con alguna pena por no aver hecho lo
que tanto deseava que hera berme con Vuestra Merçed, pero ya que hasta

96
La autora (ibídem) señala además que el texto ha sido concebido como una probanza de
servicios con un claro tono acusatorio.
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 101

aquí a avido falta que a sido como dicho tengo por mi yndispusision,
de aquí adelante no la abrá; gran pena he reçebido de la congoja que
me dizen Vuestra Merçed a resçibido en su prission, en espeçial si fue
syn culpa.

Respuesta de Mango Ynga al Governador

Apo – que quiere dezir señor, vengas norabuena, mucho dias a que
te e deseado ver y no se qué a sido el porqué no me as querido dar
este contento, pues tanto yo lo he deseado y te he enviado a llamar no
se quantas vezez para quexarme a ti destos tus soldados y por les
apalzer a ellos no me as querido dar a mí contento, pues por çierto
que te lo he deseado yo dar y aun procurado, mal me pagais vosotros
my tan buen deseo y obras97 (12).

Luis Millones (1985), ofrece una alternativa lingüística para pensar esta par-
ticularidad. Tanto en el aimará como en el quechua uno de los postulados más
importantes es el de la fuente de información. En los actos de habla del quechua, en
la misma oración se indica si los datos que se refieren son conocidos de manera di-
recta o si han llegado a través de otra persona. La vista es el único referente válido,
no así el oído que es una fuente indirecta o secundaria. Si el hablante se refiere a la
información que le llega de este modo, no puede presentarse como testigo. Para
este tipo de exposición el quechua posee sufijos especiales que indican la distinta
validez de un testimonio. Es tan importante esta distinción que si el hablante entre-
mezclara los códigos sería acusado de mentiroso (10).98
Al referir los parlamentos como si de esta manera hubieran sido pronuncia-
dos por sus protagonistas, Titu Cusi deposita en sus autores toda la responsabilidad
que pueda derivar de sus propias palabras o, como señalamos siguiendo a Millones,
alejar de sí la acusación de falaz. Así se refleja además, la fuerza con que subsiste

97
En la edición original los discursos directos están en cursiva y entre comillas.
98
Millones (1985) refiere una anécdota que ilustra estas consideraciones: “No hace muchos
años en una escuela ayacuchana, donde los padres de familia se sublevaron contra la maes-
tra de historia por pasar horas de clase contando la vida de personas que no conocía: curso
que trataba de los héroes peruanos de la Emancipación” (10). La orientación de este planteo
nos lleva a los fundamentos que sostienen, desde la Antigua Grecia, la historiografía: “La
historia comienza a ser considerada como el relato de aquel que puede decir ‘he visto’ o en su
defecto ‘he oído’ de personas fiables - porque han visto”. En Jorge Lozano: 1987, 24 - 25.
102 MARÍA JESÚS BENITES

la oralidad, como el único modo posible de transmitir la memoria histórica del pue-
blo.
Es arriesgado presentar otro origen, aparte del lingüístico, para esta dinámi-
ca que domina la escritura, sin embargo creo que no es desacertado pensar en una
influencia proveniente de los autosacramentales, que eran ampliamente represen-
tados durante la evangelización. Los estudios suscitados en torno al descubrimiento
de la Tragedia a la muerte de Atahualpa (1871), apoyarían esta postura.99 Incluso,
las fórmulas con las que es introducida la palabra de Manco Inca cuando se dirige a
su pueblo, tienen resonancias propias de las homilías, que brindan a su figura, hi-
per-bolizada en algunos tramos, una dimensión gestual.

Parlamento que Mago Ynga Yapangui hizo a sus capitanes


Hermanos e hijos míos, los días pasados os hize juntar otra bez
desta manera para que biesedes un género nueba de gente (...) (9).

Parlamento del Ynga a sus capitanes sobre lo del cerco del Cusco
Muy amados hijos y hemanos mios, nunca pensse que me fuera
necesario aberos de hazer lo que ahora pienso (...) (20).100

La crónica comienza con una declaración que a lo largo del documento reite-
ra la legitimidad de su condición de soberano. Para ello no sólo se apropia de las
for-mas discursivas coloniales, siguiendo la tradición europea de descendencia y
respeto al mayorazgo, sino que también establece una genealogía patrilineal direc-
ta para autorizar su discurso.

Yo soy el hijo legítimo, digo el primero y mayorazgo que my padre


Mango Ynga dexó entre otros muchos, de los quales me mandó tubiesse
cargo e mirase por ellos como por my propia persona, lo qual yo he
hecho desde quel fallesçio hasta oy e lo hago e hare mientras Dios me
diere vida, pues es cossa justa que los hijos hagan lo que sus padres
les mandan, en especial en su postrimeros días (1).

El narrador avala su palabra en la legitimidad de su linaje para reclamar la


posesión de las tierras. En el derecho incaico el sistema de descendencia se basaba

99
El manuscrito fue descubierto por Jesús Lara. Otros estudiosos del mundo andino se han
dedicado a analizar los orígenes de la Tragedia o Wanca, tales como Nathan Wachtel (1971)
y Antonio Cornejo Polar (1994), entre los más importantes.
100
Las cursivas son mías.
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 103

en la elección del hijo que demostraba mejores condiciones, hecho que de todos
modos no evitaba malestares internos.
Pero hay dos factores que determinan esta insistencia de Cusi. Por un lado,
diversos documentos han demostrado que al morir Manco Inca deja como sucesor
a Túpac Amaru quien debido a su corta edad, tuvo como tutor, al frente del gobier-
no, a Titu Cusi. Por otro, la situación de bastardía que pesaba sobre él. Cusi silencia
estos detalles históricos y se construye en el texto como el descendiente elegido por
su padre para continuar la resistencia a la sujeción de los colonizadores y defender
la identidad cultural de los incas.101

Parlamento que Mango Ynga hizo a su hijo al punto de la muerte

Encomiendote a tus hermanos y hermanas y a tu madre para que


mires por ellos y los remedies e favoresças como yo hiziera a ti (...).

Encomiendote tanbien a estos pobres yndios que mires por ellos


como es razon e mira cómo me an seguido y guardado y anparado en
todas mis necesidades (...) yo les he mandado a ellos que te respeten
y acaten por señor en mi lugar pues heres my primer hijo y heredero
102
de mi reino y ésta es mi postrimera voluntad (30 – 31).

El relato se abre con la llegada de los españoles al pueblo de Cajamarca. La


narración de este acontecimiento inaugura también en el espacio textual la serie de
agravios contra los indios. La escenificación del encuentro de Atahualpa con la es-
critura, largamente referida por diversos cronistas, presenta en la versión de Cusi
algunas diferencias. Pizarro envía dos subalternos para anunciar su llegada al Inca.

Destos viracochas traxeron dos dellos unos yuyan [yungas] a my


tio Atagualpa, que a la sazon estava en Caxamarca, el qual los resçivio
muy bien y dando de bever al uno dellos con un vaso de oro de la
bebida que nosotros usamos, el español en resçibiendolo de su mano
lo derramó, de lo quel se enojó mucho mi tio; y después desto aque-
llos dos españoles le mostraron al dicho my tio una carta o libro o
no sé qué diziendo que aquello hera la quilca de Dios y del rey, e mi
tio como se sintio afrentado

101
El hecho de que Sarmiento enfatice en su Historia Índica la ilegitimidad de Titu Cusi, demuestra
que era extendida la versión de que Manco había elegido a Túpac Amaru como sucesor.
102
Las cursivas son mías.
104 MARÍA JESÚS BENITES

del derramar de la chicha, que ansy se llama nuestra bebida, tomó la


carta o lo que hera y arrojolo por ay diziendo “qué sé yo que me dais,
anda bete” (2).103

Este episodio silenciado por Sarmiento, es representado por Cusi para de-
mostrar que la actitud de Atahualpa es desencadenada por la ofensa inicial de los
españoles que arrojan, como hace luego el inca con el libro que no habló, la chicha
o bebida sagrada. Pero, a pesar de esta concesión al Inca del Quito, el enunciador
no sólo pone el acento, reiteradamente, en la condición de bastardía de Atahualpa,
sino que también critica la ambición de poder de Guáscar, hermano de Manco, al
disputar un lugar que sólo le corresponde a su padre, quien por su corta edad ha
quedado al margen del poder.104
Es así como las escenificaciones textuales que reconstruyen la prisión de
Atahualpa están dramatizadas por medio de parlamentos que rebelan sus ambicio-
nes y acrecientan la tensión entre éste y los incas del Cusco.

Apoes- que quiere dezir señores- esta gente que a benido a nues-
tras tierras es muy contraria a nuestra openión y se a confederado
y tienen mucha paz con my hermano Mango Inga, si os perece demosles
en la cabeça y muertos todos estos, (…); y si no los matamos y estos
se hazen con muy hermano Mago Ynga (…) podría ser que nos fuese
mal del negoÇio porque my hermano esta muy enojado contra my e si
haze llamamiento de toda la tierra hara capitanes e estos y él y ellos
no podrian dexar de matar nos, por eso si os pareciese ganemosle
nosotros por la mano (5).

103
En la versión que presenta Cusi queda de alguna manera disminuido, en comparación con la
mirada que transmite Guamán Poma de Ayala, por dar un ejemplo de cronista andino, el poder
de la letra como representación plena de la autoridad religiosa e imperial. Cornejo Polar (1994)
señala que el testimonio de Cusi se acerca al que ofrece Santa Cruz de Pachacuti Yamqui
(¿1613?) ya que para ambos el episodio de Cajamarca no tiene una significación decisiva. En
el caso del primero, supone el autor, debido a su origen colla; en el del segundo, por el no
reconocimiento del Inca de Quito como legítimo gobernante.
104
Es importante recordar la división política que existía entre los incas del Cusco y los de Quito,
a los que pertenecía Atahualpa. La habilidad diplomática de Francisco Pizarro consistió preci-
samente en aprovechar para sí estas desavenencias entre los medios hermanos. Las estra-
tegias de Pizarro se acercan a las de Hernán Cortés que sacó provecho de las disconformidades
de los pueblos sometidos por el poderío azteca para apoderarse del Valle de México.
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 105

Las intenciones de Atahualpa no llegan al nivel de la acción. Cusi, relata en


breves palabras su muerte dadas su ilegitimidad como soberano y las circunstan-
cias poco honrosas en que se llevó a cabo.

Syn dilasçion ninguna mandó sacar a la plaça a Atagualpa, my tio, y en


medio de la plaça con un palo, syn ninguna contradiçión le dio garrote. Y
desque se le ubo dado lebantó su real para benirse a ver con my padre (6).

La violencia ejercida sobre los indígenas en Cajamarca a quienes “los mata-


ron a todos con cavallos, con espadas, con arcabuzes, como quien mata ovejas”
(3), incluida la matanza de Atahualpa y sus huestes, autorizan a Cusi a introducir el
relato de los agravios y ultrajes de los conquistadores durante su permanencia en
Cusco hasta la huida de su padre de Vilcabamba.
En un primer tramo de la narración, Cusi Yupanqui refiere la llegada de Pizarro
a Cusco y el generoso recibimiento que brindó a él y sus soldados Manco Inca, su
padre. Éste es presentado como paradigma de la hospitalidad y generosidad frente
a los españoles que responden con desacatos.

Y my padre yendo que yba en sus andas de oro y cristal y corona


real, se apeó dellas y abraço al marques qe ya se avia apedado de su
cavallo y anbos my padre y el marques se confederaron en uno y
mandaron que sus jentes que nadie se desmandase (6).

En un segundo momento, la crónica relata las dos prisiones consecutivas que


sufrió el Inca, ordenadas por los hermanos Pizarro, Juan, Gonzalo y Hernando, bajo
el pretexto de supuestas sublevaciones de los indígenas para asesinarlos.

E pasados algunos años, como la cobdiçia de los honbres es tan


grande, reynó en ellos de tal suerte que engañados por el demonio,
amigo de toda maldad y enemigo de birtud, que se binieron entre sy a
concertar y tratar los unos con los otros la manera y el como molestarian
a my padre y sacarian del más plata y oro de la sacada (8).

Esta primera cárcel de Manco instituye en el texto los parlamentos lastimosos


y cargados de reproches, en los que se presentan los primeros atisbos de su arre-
pentimiento. Es en el relato de estos acontecimientos donde se intensifica el drama-
tismo, se radicaliza el discurso y en el espacio textual se evidencia un progresivo
movimiento inverso: los españoles recibidos como Viracochas (dioses), son luego
hijos del Viracocha, enviados del Viracocha transformándose, paulatinamente, en
106 MARÍA JESÚS BENITES

hijos del supay (del demonio), siervos del supay, finalmente, ellos mismos supay.
Este proceso de demonización de los conquistadores se manifiesta en el texto a
través de la amplificación de imágenes y relatos que deconstruyen la ilusoria impre-
sión inicial que tuvieron los incas.

¿Vosotros sois los que dezis que sois viracochas y que os enbia el
Tecsi Viracochan?, no es posible que vosotros sois sus hijos pues
pretendeis hazer mal a quien os haze y a hecho tanto bien, por ventu-
ra ¿no os enbié a Caxamarca gran suma de oro y plata? ¿no tomastes
a my hermano Atagualpa todo el tesoro que alli yo tenía de mis ante-
pasados? (...). Verdade-ramente digo que vosotros sois dimonios y no
viracochas,105 pues sin culpa me tratais de esta manera. (...). A esto
respondieron los españoles e dixeron: annos dicho que nos quereis
matar y por eso te hemos preso, por tanto si no es ansy que no te
quereis levantar, bueno será que redimas tu bejaçion y nos des algun
oro y plata, que eso es lo que benimos a buscar (8).

La perversión de Gonzalo Pizarro, quien le reclama a Manco Inca que le


entregue a Curi Ocllo –su hermana- a cambio de su libertad, es ridiculizada en el
texto por medio del engaño que organiza Manco para salvarla del conquistador.106

Y my padre por tentarlos hizo sacar otras mas de beynte casy de aque-
lla suerte unas buenas y otras mejores y ninguna les contentava. Ya que le
paresçio a my padre que hera tiempo, mando que saliese una la más
prençipal muger [que] en su casa tenía, conpañera de su hermana la coya,
la qual se paresçia casy en todo. (...). Gonçalo Piçarro, como hera el que
mas deseava de todos, pues particularmente la avia pretendido dixo a my
padre estas palabras: “señor Mango Ynga, si esa es para mí deseme luego
porque ya no lo puedo sufrir” (...) y él ansy delante de todos, syn más mirar
a cossa, se fue para ella a la besar y abraçar como sy fuera muger ligitima,
de lo qual se rio mucho my padre (17).

Los incas, en tanto, pasan de una actitud generosa -en la que se marca la

105
La cursiva es mía.
106
Manco Inca no podría prever el destino trágico de su hermana, quien unos años después sería
capturada por Gonzalo Pizarro en unos de los ataques a Vilcabamba. Según refieren Bernard
y Gruzinski (1999, 30), para no ser violada por el español, la princesa Ocllo se frotó el cuerpo
con excrementos. Ante esta actitud de la joven, Pizarro ordenó que la mataran a flechazos.
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 107

desproporción de las ofrendas que entregan con respecto a las que reciben- al asombro
ante la desmesurada codicia material y la violencia que se apodera de los conquistadores.
La rebelión que encabeza su padre rechaza los términos del “significado constituyente de
la violencia avasalladora” del conquistador (Subirats: 1994, 198).

Poca neçesidad teniamos nosotros ser vexados y molestados de la


suerte que agora estamos desposeydos de nuestras haziendas, de nues-
tra mugeres, de nuestros hijos e hijas y de nuestras chacaras y bernos
vasallos de quien no conosçemos, tan opresso, tan fatigados que hasta
con nuestras capas nos hazen limpiar la suziedad de los cavallos107 (15).

En la crónica, los españoles, los dioses del inicio, son degradados y presenta-
dos con todas sus miserias. Titu Cusi acentúa sus acusaciones, guiando la orienta-
ción de su discurso hacia el comportamiento de los conquistadores que se basan en
la violación de los principios religiosos occidentales impuestos por la evangeliza-
ción: codicia, mentira, lujuria, envidia, engaño. Titu Cusi señala cómo la traición y la
vio-lencia, son estrategias decisivas para el triunfo de los españoles.
Antes de partir a Vitcos, Manco Inca aconseja a su comunidad que reaccione
ante los agravios cometidos, pero con tácticas propias de los españoles, o sea
“engañarlos” para sostener la resistencia. Se acentúa en los parlamentos que dicta
Titu Cusi la beligerancia de Manco en discursos fuertemente contestatarios, donde
se resaltan, por medio de comparaciones, las diferencias entre las creencias pro-
pias y las adoptadas ante un dios ajeno.108

Lo que más aveis de hazer es que por ventura estos os diran que
adoreis a lo que ellos adoran, que son unas paños pintados, los quales
dizen que es Viracochan, y que le adoreis como a guaca, el qual no es sino
paño, no lo hagais sino lo que nosotros tenemos eso tened, porque como
beis las vilcas hablan con nosotros y al sol y a la luna bemoslos por nuestros
ojos y lo quesos dizen no lo vemos bien. Creo que alguna bez por fuerça o
con engaño os an de hazer adorar lo que ellos adoran, quando más no
puedieredes, hazeldo delante dellos y por otra parte no olvideis

107
Este parlamento es pronunciado por unos de los capitanes de Manco Inca, Vila Oma.
108
Francisco Theodoassis (1997) en su artículo sobre la Instrucción de Titu Cusi señala los
mecanismos por los cuales los incas se reapropian de los comportamientos de los españoles
(la mentira, el engaño) como recursos de lucha.
108 MARÍA JESÚS BENITES

nuestras cerimonias; y si os dixieren que quebrantéis nuestras guacas


y esto por fuerça, mostraldes lo que no pudieresdes hazer menos y lo
demas guardaldo, que en ello me dareis a mí mucho contento109 (26).

Cusi refiere en esta crónica, donde se entrecruzan documentos jurídicos,


dramas de fe, tradiciones populares incaicas, el proceso de conquista y evangeliza-
ción no como una experiencia liberadora y salvacionista sino como un principio
regido por la violencia, en cuyo centro el indígena es ultrajado por los españoles
presos de un estado tal de codicia por el oro que no les permite discernir ni recono-
cer culpa en sus actos.
Este discurso “disidente”110 sienta las bases de la resistencia armada en Vilca-
bamba que es justificada en el espacio de la escritura como un levantamiento legí-
timo, resultado de una sucesión de abusos que superan los límites de lo tolerable y
derivan en episodios sangrientos y combates armados.
El texto de Titu Cusi marca una ruptura y una continuidad. La ruptura tiene
como claro objetivo resistir la condición colonial, esa en la cual se le niega al colo-
nizado “su identidad como sujeto, en trozar todos los vínculos que le conferían esa
identidad y en imponer otros que lo disturban y desarticulan” (Cornejo Polar: 1994,
19). La continuidad se manifiesta en lo que, partiendo de Wachtell (1976), se deno-
mina “traumatismo de la conquista”, concepto que no hace más que dar cuenta de la
proyección histórica de esa resistencia cuyo triunfo es, como en toda estructura
trágica de la historia, más bien moral.
La Instrucción del Inca Don Diego de Castro Titu Cusi Yupanqui para el muy
ilustre Señor el Licenciado Lope García de Castro es un texto que se opone al pro-
ceso discursivo e institucional que, como la Historia Indica de Sarmiento de Gamboa,
sostiene la “lógica de la colonización” (Subirats: 1994). Para Titu Cusi la Historia
es, entonces, el relato interminable de un proceso cuyo principio regulador es la vio-

109
Las cursivas son mías. En este fragmento se advierte el proceso de incorporación del dios
cristiano por medio de su homologación con Viracocha. Esta estrategia se hará más eviden-
te en la escritura de Garcilaso de la Vega, quien reemplazará el culto a Viracocha por un
dios menor, Pachacamac, cuyo culto excluyente sostendrá el supuesto monoteísmo de los
incas.
110
Tomo la expresión de Raquel Chang - Rodríguez (1991) quien reconoce como disidente el
discurso de Titu Cusi en tanto ofrece una versión “que cuestiona la norma impuesta, ora en su
representación ‘oficial’, ora en su apropiación de los modelos literarios foráneos” (XVII).
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 109

lencia.
Su voz indignada lucha por restablecer el pasado pre-hispánico, por recupe-
rar esa armonía ahora desagarrada,111 ya que el presente se muestra como un
pachacuti, (derrumbamiento del mundo) donde las polaridades, el arriba y el abajo,
se han invertido y el equilibro parece irrecuperable.112

111
Tomo la expresión de Antonio Cornejo Polar (1994).
112
La historia para los incas constituía una sucesión de eras separadas entre sí por un período de
cataclismos. El mundo andino estaba estructurado sobre la base de opuestos complementa-
rios, uno, hanan, el arriba, el otro, hurin, el abajo. El hombre, el sol, el fuego, las montañas,
pertenecen a la mitad de arriba, la mujer, la luna, el agua, el mar, la costa a la de abajo. En Ronald
Wright (1994, 217).
Véase también, entre muchos otros, Louis Baudin, La vida cotidiana en el tiempo de los
últimos incas y El imperio socialista de los incas. 1987 y 1945, respectivamente; Nathan
Watchel, Los vencidos. Los indios del Perú frente a la conquista española. 1976; Luis Millones
(comp.) El retorno de las huacas (1990).
110 MARÍA JESÚS BENITES

II- La sombra de la Inquisición

"Dice haber yo hecho unos anillos


y dado industria para hacer cierta tinta."
Pedro Sarmiento ante el Tribunal de la Inquisición

En los documentos inquisitoriales recopilados por José Toribio Medina (1890)


se lee:113 “Parecióle examinar acerca del negocio de Fray Francisco de la Cruz y
para ratificarse en su dicho y para que saliese desta tierra a cumplir destierro, por
pa-recernos cosa peligrosa dejalle en ella (333).114 Los inquisidores se refieren
como “cosa peligrosa” a la permanencia de Pedro Sarmiento de Gamboa en el
Nuevo Mundo.
Casi diez años después, en noviembre de 1573 el Tribunal vuelve a requerir
su presencia y esta vez se encuentra a cargo del Inquisidor Serván de Cerezuela.115
En un primer momento Francisco de Toledo intercede ante la Inquisición ya “que
entraba contra los chiriguanes; y el señor Visorrey nos escribió que tenía dél nece-
sidad para aquella jornada, y que él le enviaría acabado el negocio” (333).
El 24 de septiembre de 1572 Túpac Amaru fue decapitado en la actual Plaza
de Armas de la ciudad del Cusco. En 1573 el Virrey inició la campaña para anexar a
la Audiencia de Charcas los territorios ocupados por los chiriguanos, a los que los

113
Historia del Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición en Chile. Tomo I, Capítulo XIII. Todas las
citas corresponden a esta edición. Ángel Rosenblat en el “Apéndice Documental” (Tomo II) de
Viajes al Estrecho de Magallanes reproduce la documentación editada por Medina (271 – 273).
114
La cursiva es mía.
115
Cerezuela había llegado al Perú en 1569 junto con Francisco de Toledo, con quien había
estudiado. Estuvo al frente del Tribunal durante más de doce años, durante los cuales se
realizaron tres autos de fe y sentenció a la hoguera a numerosos herejes.
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 111

Incas no habían podido someter.116 Nuflo Chaves había fundado en 1561 la ciudad
de Santa Cruz de la Sierra, en el centro del dominio indígena.117 La Audiencia envió
a Andrés Manso a colonizar la zona pero un grupo de indígenas exterminó la tropa
española e incendió su aldea. Este incidente fue el pretexto que encontró Toledo
para avanzar contra los chiriguanos.
El Virrey se instaló en la ciudad de La Plata (Sucre) donde recibió distintas
delegaciones de indígenas que eran retenidos durante meses para adoctrinarlos en
la religión cristiana. Mediante engaños un grupo de prisioneros logró escapar, lo que
motivó que Toledo tomara la decisión de arremeter con las armas.118 A pesar de
estar enfermo, se encargó de la organización de la milicia con la que partió de la
ciudad de la Plata en mayo de 1574. La expedición estuvo signada por el fracaso y
la violencia. Mientras los indígenas se internaban en zonas inaccesibles los españo-
les, en represalia, quemaban sus pueblos, hasta que extenuados y enfermos debie-
ron retirarse.119

116
Los chiriguanos ocupaban la zona selvática de la actual Bolivia. Su verdadero nombre era avá
término guaraní que significa “los hombres”.
117
El territorio era un valle fértil y rico. En un primer momento se asoció este territorio con los
fabulosos reinos del Paititi.
118
Gruzinski y Bernard (1999) refieren que un día llegaron a la frontera cuatro indios cada uno con
una cruz de madera exigiendo ver a Toledo. Ante el Virrey manifestaron su deseo de conver-
tirse al cristianismo ya que, según decían, los había visitado un joven de largos cabellos
negros, vestido una túnica de algodón quien, luego de darle las cruces se elevó al cielo y
regresó en forma de rayo. Según ellos era el apóstol Santiago. A pesar de las dudas del padre
Reginaldo de Lizárraga, Toledo se mostró entusiasmado con el milagro. Las dudas se confirma-
ron cuando esa noche se dieron a la fuga con los demás indios (462).
Elena Altuna (2002) en su análisis de Descripción breve de toda la tierra del Perú, Tucumán,
Río de la Plata y Chile de Lizárraga (1605) señala cómo el autor desde un primer momento
cuestiona la veracidad del relato de los indígenas. “Lo que en el texto se evidencia es el
desconocimiento de la realidad por parte del gobernante y su gente, conocimiento y experien-
cia que para sí se atribuye el enunciador, pero que no puede expresar libremente debido a su
posición de subalternidad frente a los otros” (102).
119
Lizárraga en el libro I de su Descripción refiere que, desesperados por el hambre, los sol-
dados buscaban alimentos por todos los rincones y que en una ocasión se lanzaron sobre una
olla en que se cocía maíz hervido. Un soldado creyó ver en el fondo del recipiente un trozo de
carne: era el brazo de un niño. Al hambre y agotamiento, se había también apoderado de los
españoles el terror. En Gruzinski – Bernard (1999).
112 MARÍA JESÚS BENITES

Esta situación marcó el fin de la libertad de Sarmiento: “E agora que ya han


salido, tenemos escripto a nuestro comisario que le prenda y le envíe preso” (333).
Los cargos que se levantaban en su contra eran múltiples. Algunos anteriores, como
el azote en Puebla de los Ángeles y su huida: “Hay información -decían los Inqui-
sidores- que el dicho Pedro Sarmiento fue azotado públicamente en Nueva España”
(332). Otros similares como la posesión de un “cuaderno de papel escrito en doce
hojas, que era del dicho Pedro Sarmiento, por el cual quiso probar ciertos anillos
astronómicos” (332).
Finalmente, los nuevos: lectura de las rayas de la mano a una mujer y su
afirmación pública de que no podía pretenderse que el Evangelio estuviera
acabadamente divulgado en Perú si aún no lo estaba en España. Pero el testimonio
de Sarmiento constituía un elemento de interés en la causa que se llevaba contra
Fray Francisco de la Cruz, quien, como se refirió, había sido su confesor y autoriza-
do la posesión de los anillos.
El juicio contra de la Cruz de la orden de Santo Domingo, fue uno de los más
sonados de los que llevó adelante el Tribunal en Lima durante el siglo XVI. El clérigo
había demostrado en reiteradas ocasiones una inclinación por lo singular y misterio-
so. Pero el acontecimiento determinante tenía otras dimensiones e involucraba a un
mujer llamada María Pizarro, quien afirmaba entrar en éxtasis para dialogar con la
corte celestial, y que a través de ella se expresaban los ángeles y los santos. Tam-
bién, según su relato, se le parecía un “armado” para aconsejarla. Fray de la Cruz
integró el grupo de religiosos que debía custodiar y exorcizar a la joven que, según
ellos, estaba “endominada”.120

Los problemas se suscitaron cuando los sacerdotes encargados de expulsar


el mal que habitaba en el cuerpo de María Pizarro, cedieron ellos mismos al conven-
cerse de que a través de ella se expresaban seres celestiales. Pero la situación se
agravó a niveles inusitados como refiere en una declaración escrita Alonso de Gasco.

[Dice] como la dicha doña María era inobediente a su madre y em-

120
José Toribio Medina, Historia del Tribunal de la Inquisición en Lima. Las citas correspon-
den a la edición de 1956. Para exorcizar a María Pizarro se formaron dos grupos. El diurno
estaba integrado por Fray Alonso de Gasco y de la Cruz, ambos dominicos, el segundo,
nocturno, por Jerónimo Ruiz de Portillo y Luis López, de la Compañía de Jesús. Había un quinto
religioso, Fray Pedro de Toro, que no tenía un turno fijo.
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 113

perrada y liviana, y cómo por mandado de los falsos sanctos le avian


dado él y fray Francisco una joyas de oro y terciopelo, raso y tafetán
para basquiñas, una perrica linda y collares bordados para ella, y que
decían los demonios que tenían una carta escripta con sangre de la
dicha doña María, y que la dicha doña María decía que estaba preñada
del dicho padre Luis López (...) (Medina: 1956, 65).

La causa contra de la Cruz se inició en 1571 y finalizó en 1578 cuando el


religioso fue condenado a la hoguera. Desde la primera audiencia se manifestó con-
vencido de que no tenía nada que ocultar y confirmó cada una de las denuncias. El
Fiscal del Tribunal redactó en su contra tres acusaciones121 basándose en los dichos
del propio acusado que evidencian un progresivo desequilibrio síquico.122

Que había tenido tratos, respuestas y conciertos con el demonio,


incorporado en la Pizarro, por cuya boca decía hablaban San Gabriel,
San Dionisio y otros santos.

Que había hecho pacto con dos demonios para aprender el arte
mágica, conservando en su poder y trayendo siempre consigo en su
seno el anillo de oro grueso y hueco que los diablos le habían dado (...).

Que, como profetizando, había declarado a muchas personas que


para poder plantar su nueva secta, había de nacer en Lima un niño,
destinado a ser santo y gran siervo de Dios (...) y que siendo Cruz
padre del dicho niño, habiéndole habido y engendrado en pecado, pre-
tendía hacer a él otro San Juan Bautista123 (Medina: 1956, 69).

121
Sólo la primera acusación tiene más de ciento ochenta apartados. El expediente del juicio
contra de la Cruz ocupa mil ochocientos folios manuscritos que se conservan en el Museo
Histórico Nacional de Madrid. El juicio completo contra de la Cruz fue editado en 1992 por Vidal
Abril Casteló, Francisco de la Cruz - Inquisición (actas). Anatomía y biopsia del Dios
y del Derecho judeo - cristiano - musulmán de la conquista de América. Madrid: CSIC.
122
Hampe Martínez (1998) señala que de la Cruz expuso además un delirante plan de reforma
religiosa, que contemplaba “inminente destrucción de la cristiandad europea -por mano de los
turcos- el surgimiento de una nueva iglesia en Hispanoamericana, en la que fray Francisco se
hallaría a la cabeza con los títulos de Papa y Rey de Israel” (97).
123
El proceso contra de la Cruz reveló datos oscuros de la sociedad limeña. Durante el juicio se
confirmó que el religioso había tenido un hijo con Doña Leonor de Valenzuela, esposa de un rico
encomendero de Quito (Rodrigo de Salazar) e hija del fundador de la ciudad (Nicolás Rivera).
La mujer fue convocada por la Inquisición pero debido a su linaje fue liberada luego de
114 MARÍA JESÚS BENITES

Las acusaciones que pesan sobre Sarmiento distan de esta gravedad pero,
de todas maneras, “fue metido en las cárceles, porque demás de lo que había dicho,
escribimos que había contra él sobrevenido cierta probanza, por la cual parece que,
mirando a una mujer las rayas de las manos, la dijo que por su causa habían de
matar en este reino dos personas” (333).
El 18 de noviembre de 1575 es llamado a declarar nuevamente por el conte-
nido de los cuadernos. El enjuiciado defiende la tenencia de los anillos ya que con-
sidera que tienen una virtud natural y que no son supersticiosos. Argumenta por
medio de comparaciones que “ninguna cosa puse de mi cabeza más de traer ejem-
plos de propiedades de piedras y yerbas naturales, y por no ser conocidas vulgar-
mente de todos causan admiración, y aun vienen a ser tenidas de algunos por
sospechosas, siendo naturales” (334).
El dictamen de los jueces fue contundente: destierro de las Indias, oír misa
rezada un día a la semana, en pie y en cuerpo, con una vela y en forma de peniten-
te, que abjurase de levi en la Sala de Audiencia y, finalmente, que fuese sacado a la
vergüenza pública. La sentencia se asimilaba a la de 1565, pero se sumaba el último
y más humillante castigo,124 del cual después de apelar, fue librado. Tampoco se
cumplió el destierro, decisión sobre la que es probable que Toledo haya ejercido
alguna influencia.
Se desconocen las actividades del acusado afecto a la quiromancia posterio-
res a la condena. Sólo se ha podido rastrear una noticia que señala su capacidad
como astrónomo. Felipe II había enviado cédulas al Nuevo Mundo para que se
observaran los eclipses de 1577 y 1578. Éste último fue observado por Sarmiento
en el cerro Quipaniurco de Lima. Provisto del instrumental necesario para estudiar el
fenómeno pudo establecer la diferencia horaria entre Lima y Sevilla y, por ende, los

un mes de encierro. En Gruzinski - Bernard: 1999.


124
El ser “sacado a la vergüenza pública” implicaba salir en procesión con los pies descalzos y
vestido con el difamante sambenito. Boleslao Lewin (1967) señala que el sambenito era una
prenda (a modo de “capotillo” según el Diccionario de Autoridades) con el ancho del cuerpo
y con un largo hasta las rodillas en color amarillo y con una cruz roja en forma de aspa cosida
en el pecho. Había seis clases distintas: tres para aquellos que eran ajusticiados por primera
vez y tres para los que reincidían y debían corregir su irreverencia en la hoguera. Pero
además, después de terminada la condena o muerto el condenado, la prenda era colgada en la
iglesia parroquial para infamia de la familia del reo (109 – 110).
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 115

kilómetros que separaban ambos puntos. Él mismo refiere este descubrimiento en


su Relación del 1 de junio de 1583.

Este mesmo eclipse observó Rodrigo Zamorano en Sevilla, y me


mostró la computación, que fue que acabó el dicho eclipse en el meri-
diano de Sevilla a la una en punto después de medianoche. (...). De
manera que la diferencia que sale por las dos observaciones de Sar-
miento y de Zamorano es la siguiente: es la diferencia de cinco horas
menos cuatro minutos de hora, que, reducidos a grados, son setenta y
cuatro grados de longitud. Y esto es lo que hay entre el meridiano de
Sevilla y el de Lima (198).125

La noche del 13 de febrero de 1579, entre las 10 y las 12 de la noche, el


temido Francis Drake entró al puerto de El Callao y saqueó el cargamento de las
naves. Había cruzado el Estrecho de Magallanes en sólo diecisiete días.
La incursión del pirata inglés en las costas del Pacífico traza el recorrido más
glorioso y a su vez más desdichado en la vida de Pedro Sarmiento de Gamboa.

125
La cita es de la edición de Ángel Rosenblat (1950). Los cálculos aportados son bastante
precisos ya que Lima está a 77° al oeste del meridiano de Greenwich y Sevilla a 5° 58’, o sea
2° 58’ menos que lo calculado por Sarmiento en ese momento.
116 MARÍA JESÚS BENITES
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 117

Segunda Parte

RELACIONES DE LOS VIAJES AL


ESTRECHO DE MAGALLANES:
LA ESCRITURA DE LA EXPLORACIÓN

-¡Ay de mí desdichado! ¿Qué cosas habrán de ocurrirme?


Temo que, sin error, la verdad me haya dicho la diosa
cuando me aseguró que en el mar muchas penas, aún antes de
llegar a mi patria, tendría, y se cumple ahora todo.
¡Con qué nubes tan grades Zeus cubre el anchísimo cielo!
Y sacude la mar, y violentas borrascas me lanzan
toda clase de vientos: me aguarda una suerte terrible.
Odisea, Canto V.

Llegamos con mal tiempo mojados y cansados, y los heridos


casi muertos. Aquí se tuvo mala noche de agua, humidad y
frío. (...). Y el mayor trabajo era la desconfianza, que pen-
saban que Pedro Sarmiento no sabía atinar y que iba perdi-
do y nunca sabría volver a dar en el Estrecho, y así nunca
hallaban el navío, y que forzoso habían de morir de flacos,
cansados y hambrientos.
Pedro Sarmiento de Gamboa, Relación de 1584.
118 MARÍA JESÚS BENITES
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 119

Capítulo I

El Estrecho de Magallanes:
El confín de los infortunios
120 MARÍA JESÚS BENITES

I- Noticias

"Que no hay mejor estrecho que éste."


Antonio de Pigafetta

La incursión de Francis Drake replanteó la necesidad de fortificar el Estrecho


de Magallanes. Durante más de cincuenta años representó una frustración para la
Corona que vio la imposibilidad de extender su dominio imperial y colonizar la zona
más austral de sus posesiones. La falta de recursos necesarios para enfrentar las
extremas condiciones del clima hizo que se abandonaran los proyectos en esa zona.
Lo que en un momento había significado un gran logro, el hallazgo del paso
que unía ambos océanos, se convirtió en un impedimento. Me interesa referir las
circunstancias en que se realizaron las expediciones que antecedieron a la de Sar-
miento de Gamboa, recorriendo ese espacio inhóspito a través de las páginas de
aquellos que lo describieron en diarios y relaciones de viajes. El escenario de estas
escrituras es irrumpido por temperaturas extremas y vientos indómitos.
El 20 de septiembre de 1519, Hernando de Magallanes parte desde Sanlúcar
de Barrameda con una flota de cinco navíos para encontrar el paso marítimo entre
los dos océanos. Basado en los conocimientos geográficos de los antiguos, como
Erastóstenes y Estrabón, de que los continentes no eran sino islas gigantescas, le
parece acertado navegar a lo largo del continente americano hacia el sur hasta que
apareciera el paso que uniera ambos océanos.1 La tripulación que acompañó a Ma-

1
Cuando Cristóbal Colón arriba a lo que considera sin refutaciones las Indias, inicia la búsqueda
del paso o península que lo lleve al centro del continente asiático. La esencia sobre el ser de las
tierras a las que Colón había llegado en 1492, dependía de la localización efectiva del paso al
Océano Índico. Con la finalidad de determinarla, fue organizado el cuarto viaje del Almirante
entre 1502 y 1504. La expedición, al mando de Cristóbal Colón, navegó desde Santo Domingo
en busca de la costa asiática ubicada -según sus cálculos- en occidente. La flota llegó a lo que
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 121

gallanes estaba constituida por más de doscientos cincuenta hombres. Los navíos
estaban comandados por Juan de Cartagena, Gaspar de Quesada, Juan Rodríguez
Serrano. Sebastián Elcano viajaba como maestre de la nao Victoria, al mando de
Juan de Mendoza.
Durante la travesía se suscitaron una serie de acontecimientos desafortuna-
dos. El más dramático ocurrió durante la permanencia en la bahía de San Julián, don-

hoy es Honduras y desde allí inició la búsqueda, Colón, sin embargo, confirmaba que aquellas
tierras eran asiáticas y que, más precisamente, pertenecían a la región de Ciamba, mencionada
por Marco Polo, como próxima al extremo meridional de la península. Dada la seguridad de estar
cerca del paso -determinada por la constante adecuación de los datos a sus propios intere-
ses- Colón continuó la expedición hasta arribar a una entrada de lo que parecía ser el tan
anhelado paso. Pero, ésa no era más que la entrada a una bahía y la clausura a las esperanzas
del navegante.
Américo Vespucio participó en la expedición que el 14 de mayo de 1501 partió desde Lisboa
con el mismo objetivo. La flota tenía el propósito de navegar hasta las costas subecuatoriales
y proseguir el viaje bordeando las costas en busca del lugar que permitiera pasar al Océano Ín-
dico. Luego, se continuaría la navegación hasta la India, para llegar a Lisboa por vía del Cabo
de Buena Esperanza y realizar de este modo la primera circunnavegación de la tierra. El primer
desembarco en tierra firme lo realizaron el 17 de agosto cuando alcanzaron las costas de lo
que hoy es Brasil. Los navegantes consideraron que se encontraban en el litoral asiático y por
lo tanto exploraron las costas en busca del paso. Al ser infructuosas las exploraciones,
Vespucio concluyó que la costa que recorrían se extendía sin límites hasta las regiones
antárticas y que, seguramente la conclusión más importante, se encontraban en un Mundo
Nuevo. Edmundo O’ Gorman en La invención de América (1958) realiza un detallado abordaje
de estas dos expediciones cuyos resultados y conclusiones serán los factores culminantes
del proceso de invención de América.
En 1513, Vasco Nuñez de Balboa, un hidalgo de Extremadura que llegó al Nuevo Mundo huyendo
de sus acreedores, atravesó el istmo de Panamá y descubrió, gracias a los datos brindados por
los aborígenes, una inconmensurable extensión de agua salada a la que denominó Mar del Sur.
Este descubrimiento volvió real la posibilidad de seguir una ruta occidental hacia Cipango y las
especias sin violar la demarcación establecida por el Tratado de Tordesillas. Ante las nuevas
perspectivas que originaba el descubrimiento del Mar del Sur, la Corona organizó una expedición
al mando del portugués Juan Díaz de Solís, para que localizara, a lo largo de las costas atlánticas,
el paso que permitiría alcanzar las Molucas o el país de las especias, sin transgre-dir el espacio
marítimo de Portugal. La flota después de haber navegado las costas del Brasil, penetró en el Río
de la Plata creyendo, erróneamente, haber alcanzado el tan ansiado paso.
En la Colección de los Viages y descubrimientos que hicieron por mar los españoles de
Martín Fernández de Navarrete existe una transcripción del documento. A esta edición perte-
necen las citas (1946, Tomo IV, 121 – 141).
122 MARÍA JESÚS BENITES

de los capitanes de los navíos y la mayoría de la tripulación se sublevaron. Los mecanis-


mos que impuso Magallanes para aplacar la situación no pueden ser descriptos sino como
terriblemente crueles: ordenó descuartizar el cadáver de Mendoza, Quesada fue decapi-
tado por su propio criado y Cartagena abandonado a su suerte en las costas del extremo
sur. Después de doce meses, en el transcurso de los cuales los hombres murieron por
enfermedades y se perdieron dos naves, la flota consiguió alcanzar el otro lado y bordear
las costas del Mar del Sur al que denominaron Pacífico.
Hernando de Magallanes partió con órdenes explícitas que le fueron entrega-
das antes de la travesía en una Instrucción Real2 encargada por Carlos V y redac-
tada por el Consejo de Indias. En setenta y cuatro asientos se consignan los puntos
esenciales que debía atender a lo largo del viaje. Las acciones que señala el docu-
mento se centran en el movimiento económico y comercial y en la demarcación de
los puertos y entradas: “La principal cosa que en este viaje habéis de mirar es los
asientos de los lugares” (Asiento 26).
En ninguno de ellos se especifica un mandato de escritura que deba ser
cumplido por el Capitán. Sí se ordena que los escribanos apunten, a partir de lo que
los pilotos digan, “las alturas y los puntos” (Asiento 4) y que consignen en los libros
las transacciones comerciales con el detalle de las cantidades y precios (Asiento
13). En el punto 31 la Instrucción deja constancia de que el acto de escribir se puede
ejercer libremente, sin especificar los aspectos que debe respetar esa escritura.

Habéis de mirar que todos los que agora en esta Armada van e adelante
fueren, han de tener toda libertad para escribir acá todo lo que quisieren,
sin que por vos ni otros ninguna persona les sea tomada carta ni defendido
que no escriban, porque nuestra voluntad es que dada uno tenga libertad
de escribir lo que quisiere; e si alguna persona tomare alguna carta, vos
mandamos que ejecutéis en él las penas que de derecho se deban ejecutar,
e a vos parezcan; e si por vuestro mandado se hiciere, vos certificamos
que demás de lo que de derecho se deba hacer, mandaremos que se pro-
vea como en cosa que nos tenemos por deservidos de vos, e que dello

2
En el A.G.I. se conserva en el P. 34, R. 8, una copia de la extensa Instrucción dada por Carlos
V a Fernando de Magallanes escrita en doce folios de ambos lados y uno de una sola cara. La
Instrucción está firmada en Barcelona el 8 de mayo de 1519. La letra es cortesana procesal.
Hay un detalle llamativo en el manuscrito y es el de la amplitud de los márgenes que ha dejado
el redactor.
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 123

recibiremos mucho enojo3 (130).

De las instrucciones reales como las que lleva Magallanes, surgirán las “Ins-
trucciones o Memorias” que tienen como mandato central la acción de escribir y
cuyos resultados se concretan en los textos denominados relaciones. La instrucción
entregada al “Gobernador del Maluco” se ubica en el momento inicial del proceso de
sistematización de los datos que se desean obtener sobre el Nuevo Mundo. Es inicial
puesto que aún no se especifica la obligatoriedad de la escritura ni se establecen los
elementos centrales que deben guiar el ejercicio de la observación.
Si bien se ha perdido el diario de la travesía y muchos otros documentos,
entre la tripulación se encontraba un lombardo, Antonio Pigafetta, quien a su regre-
so a España en 1522, fue uno de los dieciocho sobrevivientes, dejó testimonio de los
acontecimientos en su Primer viaje en torno del globo.4
Su autor entregó a Carlos V, en calidad de servicio, una copia del manuscrito:
“De Sevilla fui a Valladolid, ante la sacra Majestad de Don Carlos V a quien no ofrecí
ni oro ni plata, sino algo más grato a sus ojos. Le di, entre otras cosas, un libro de mi
mano escrito, en el que anoté cuanto nos acaeció a diario en nuestro viaje” (159).
En el Archivo General de Indias se conserva el Diario y derrotero5 escrito por
Francisco Albo. En él se consignan desde el día 29 de noviembre de 1519 hasta el 4 de
septiembre de 1522 las lecturas de las agujas y de las observaciones celestes. El
texto se construye sobre la base de estructuras fijas y repetitivas: “A los 13 del dicho
tomé el sol en 356 grados y medio, tenía de declinación 20 grados 32 minutos, vino a
ser el altura 33 grados 58 minutos, estábamos en vista de tierra en derecho del río de
la Laguna, norte sur con el viento les nordeste, íbamos al oes sudueste, y el día fue
martes” (214). De manera lacónica se evocan algunos detalles sobre las tierras que
recorren. Hay un silencio absoluto sobre los acontecimientos centrales

3
No deja de sorprender la dureza con la que se ordena actuar si alguien impide el libre ejercicio
de la escritura.
4
Primer viaje en torno al globo, Buenos Aires: Centro Editor de América Latina, 1971. Todas las
citas corresponden a esta edición.
5
Diario o derrotero del viage de Magallanes desde el cabo de San Agustín en el Brasil, hasta
el regreso a España de la nao Victoria. En Colección de los Viages y descubrimientos que
hicieron por mar los españoles de Martín Fernández de Navarrete. Edición de 1946: Tomo IV,
191-225.
124 MARÍA JESÚS BENITES

del viaje como los motines y la muerte de Magallanes.


La materia textual del relato del Primer viaje,6 en oposición al diario de na-
vegación de Albo, se nutre de las circunstancias vividas. El texto integra la familia
de escritos del proceso de descubrimiento, conquista y colonización de América que
inaugura el Diario de Colón. Al igual que el diario colombino el de Pigafetta, "marca
un lugar especial en el contexto verbo - conceptual por ser el escrito que habla de
tierras hasta ese momento nunca vistas" (Mignolo: 1982, 60). Como tipo discursivo,
Primer viaje se inscribe formalmente en la categoría de diario de viajes en el que
su autor refiere periódicamente los acontecimientos de la travesía.
El autor no escribe obligado por un mandato; su obra es el resultado de un
libre ejercicio de la observación que le permite seguir un criterio selectivo de los
hechos. Así, transmite con marcada crudeza, diversidad de anécdotas y situaciones.

La galleta que comíamos no era ya pan, sino un polvo mezclado


con gusanos, que habían devorado toda la sustancia y que hedía inso-
portablemente por estar empapado de orines de rata. El agua que nos
veíamos obligados a beber era igualmente pútrida y hediendo. Por no
morir de hambre llegamos al terrible trance de comer pedazos del
cuero con que se había recubierto el palo mayor. (...). Frecuentemente
quedó reducida nuestra alimentación a aserrín de madera como única
comida, pues aún las ratas, tan repugnantes al hombre, llegaron a ser
un manjar tan caro, que se pagaba cada una a medio ducado (41).7

Lo que acerca el texto de Pigafetta al diario colombino es esa escritura inau-


gural acerca de un nuevo espacio. Se ha repetido, como señala Mignolo (1982), que

6
De ahora en adelante me referiré al texto con esta denominación.
7
En la novela Maluco de Napoleón Baccino (1997), el personaje que narra la historia, cuenta de
la siguiente manera el estado de desazón que vivieron en el Estrecho: “Entonces un día, a
mediados de marzo, cuando ya no es posible continuar porque aquellas endemoniadas aguas
negras amenazan con despanzurrar los cascos, ya desvencijados, y el viento golpea con su
garrote los palos y las vergas, ya sin velas, hechas jirones; cuando ya casi no se escuchan las
voces ni órdenes, sino rezos, cuando el frío y la oscuridad de aquellos mares se instala como
una médula en el alma de cada uno, y uno siente miedo y asco de sí mismo; cuando parece que
hemos llegado al fondo del pozo y ya ni se discute porque todo el mundo piensa que ahora sólo
nos queda regresar; entonces la noticia que nos paraliza (...): don Hernando ha decidido pasar
allí el invierno" (136).
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 125

los primeros escritores del descubrimiento y la conquista no disponían de modelos


para escribir sobre las Indias. Esta observación implica, que el objeto no tiene un
lenguaje que lo exprese, es hasta ese momento, un objeto “silencioso” y es precisa-
mente en este sentido, ignoto.
Pigafetta era un estudioso de la geografía y la astronomía y un conocedor de
los fenómenos celestes. Desde las motivaciones que lo impulsan a emprender la
travesía se manifiesta el afán de conocimiento: “supe que navegando por el Océano
se veían cosas maravillosas y decidí asegurarme por mis propios ojos de la veraci-
dad de todo lo que se contaba” (7). En distintos tramos de su texto queda reflejada
la posición como hombre de saber que trata de interpretar el nuevo descubrimiento.
El viajero realiza observaciones sobre las diferencias idiomáticas de los pue-
blos que conocen, procura instruirse acerca de las costumbres de las comarcas que
recorren, examina y apunta los cultivos de cada zona.

Cada media legua se encuentra un puerto seguro, con agua exce-


lente, madera de cedro, sardinas y muy abundantes mariscos. Tam-
bién había hierbas, algunas de las cuales eran amargas, pero otras
eran comestibles, sobre todo una especie de apio dulce que crece
junto a las fuentes, del que comíamos a falta de alimentos (37).

Además, la escritura es acompañada por el trazado del mapa, veintiuno en


total. En ellos el viajero delinea todas las islas que recorren señalando en colores
los distintos relieves.8 Pero a pesar de esta postura científica, que acerca su escri-
tura a la de un compendio sobre el reino natural, el texto es invadido por seres que
provienen del imaginario mitológico europeo. En la descripción de los indígenas que
habitan el Estrecho se activan las imágenes fantásticas de la cultura occidental. Por
ende, el gesto que domina el acto de escribir es del de la desmesura.

8
Los colores utilizados responden a técnicas convencionales: el mar, en azul; la tierra, un color
hollín, las montañas en verdes, y las casas o chozas, blancas. En un mapa hay una piragua, y
algunos árboles de especias. Véase el estudio introductorio que acompaña la edición de los
Viajes de Pigafetta de la Editorial Emecé. Desde fines del siglo XIII se empezaron a dibujar
algunas cartas geográficas que señalaron un rompimiento con la tradición medieval ya que se
basaron en las observaciones hechas directamente durante las expediciones marítimas, por
medio de instrumentos como el compás náutico, la aguja de marear o la brújula. Estas cartas se
conocen con el nombre de portulanos. Ver Eli de Gortari: 1991, 57 - 66.
126 MARÍA JESÚS BENITES

Pasaron dos meses sin que viéramos ningún habitante del país. Un
día, cuando menos lo esperábamos, un hombre de figura gigantesca
se presentó ante nosotros. Estaba sobre la arena casi desnudo, y can-
taba y danzaba almismo tiempo, echándose polvo sobre la cabeza.
(...). Este hombre era tan grande que nuestra cabeza apenas llegaba
a su cintura (22 – 23).
Las mujeres no son tan grandes como los hombres; pero en com-
pensación, son más gordas. Sus tetas, colgantes, tienen más de un pie
de longitud. (...). Nos parecieron bastante feas; sin embargo sus ma-
ridos mostraban estar muy celosos (25).
Son muy glotones; los dos que capturamos se comían cada uno un
cesto de bizcochos por día, y se bebían medio cubo de agua de un
trago, devoraban las ratas crudas, sin desollarlas. Nuestro capitán lla-
mó a este pueblo patagones (30).

Estas descripciones, basadas en la exageración de la fisonomía corporal y la


alimentación, tienen un carácter definidamente tosco y risible. La figura del indígena
es asociada a la del gigante, que es por definición la imagen grotesca del cuerpo
(Mijail Bajtín: 1994) en la que se conjugan los excesos y deformidades. El gigante
fue uno de los personajes fabulosos más populares en el arte y la literatura euro-
peos. Los seres que describe Pigafetta no distan, por ejemplo, de las imágenes que
crea François Rabelais en 1532 para describir a sus memorables Gargantúa y Pan-
tagruel.
Los viajeros y conquistadores del Nuevo Mundo, como Américo Vespucio, Bernal
Díaz del Castillo, Álvar Núñez Cabeza de Vaca y Pedro Cieza de León,9 entre

9
América Vespucio afirma, en una carta dirigida a Lorenzo de Médicis el 18 de julio de 1500,
haber encontrado en Curazao, “7 mujeres de tan gran estatura que no había ninguna de ellas
que no fuese más alta que yo un palmo y medio (...). Y mientras que estábamos en esto,
llegaron 36 hombres y entraron en la casa, y eran de estatura tan elevada que cada uno de
ellos era de rodillas más alto que yo de pie: en conclusión eran de estatura de gigantes, según
el tamaño y proporción del cuerpo que correspondía con su altura; que cada una de las
mujeres parecía una Pentesilea, y los hombres Anteos”. Cito de la edición de Alianza: 1986, 61.
Bernal Díaz en el capítulo LXXVIII de su Historia verdadera de la conquista de la Nueva
España (publicada en 1632) relata un diálogo entre Hernán Cortés y un jefe indígena acerca de
sus antepasados: “Y dijeron que les habían dicho sus antecesores que en los tiempos pasados
que había allí entre ellos poblados hombres y mujeres muy altos de cuerpo y de grandes hue-
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 127

muchos otros, mencionan la presencia de estos seres fabulosos. Pero en el contexto


americano la presencia de gigantes implicaba un estadio anterior a lo humano ya
que se habían apartado de la creación divina al exceder por su altura los límites de
la creación. Los gigantes americanos encarnan para Europa “la barbarie, la des-
mesura, el primitivismo salvaje y destructor. Ellos simbolizaban el predominio de las
fuerzas telúricas (hijos de Gea), gigantismo de la naturaleza e indigencia espiritual”
(Rojas Mix: 1993, 145).10
La representación de Pigafetta en Primer viaje es fundante ya que adquiere
tal fuerza cultural que esta mirada sobre los indígenas se mantiene sin variantes
considerables en las relaciones de los expedicionarios posteriores. Todos los nave-
gantes que crucen el Estrecho después de la expedición de Magallanes se refieren a
los gigantes, que fueron bautizados como “patagones”.11

sos (...). Y para que viésemos qué tamaños y altos cuerpos tenían trajeron un hueso o
zancarrón de uno de ellos, y era muy grueso, el altor tamaño como un hombre de razonable
estatura, y aquel zancarrón era desde la rodilla hasta la cadera. Yo me medí con él y tenía tan
gran altor como yo, puesto que soy de razonable cuerpo”. Cito de la edición de Porrúa: 1999, 135.
Cieza de León en el capítulo LII de su Crónica del Perú (1553), refiere cómo los indios
informaban a los españoles acerca de la existencia de gigantes monstruosos; Joseph de
Acosta retoma estos relatos en su Historia natural y moral de las Indias (1590). En sus
Décadas Pedro Mártir afirma que existe un método para fabricar gigantes (Década VII: 1530,
Libro 3), en tanto Cabeza de Vaca sostiene, en Naufragios (1542), que los indígenas de la
Florida “todos son flecheros, y como son tan crescidos de cuerpo y andan desnudos, desde
lexos parescen gigantes”. Cito de la edición de Alianza: 1998, 84.
10
En su Tesoro de la Lengua Castellana Covarrubias emplea, para definir el término gigante,
expresiones que acentúan la desmesura. La imagen que se representa, a partir de la visión de
los conquistadores de Indias, está construida sobre los tópicos de la barbarie y el primitivismo:
“Pero oy día, los descubridores de las Indias, han hallado una tierra que llamaron de los
Gigantes, por aver en ella hombres disformes en estatura, y cuentan que cogieron a uno de los
españoles y le echavan de uno a otro, recibiéndole en las manos, jugando con él un corro
dellos a las bonitas, como si fuera pelota”.
11
Para Antonello Gerbi (1978) la descripción de los gigantes patagones es el mayor aporte del
texto de Pigafetta a la etnografía y leyenda de América. La imagen del patagón que recorre
Primer viaje fue incorporada, por citar un ejemplo que considero paradigmático en su influen-
cia y difusión, por William Shakespeare en su obra La tempestad (1623). Pigafetta señala, en
cuanto a la religión de los “gigantes” que: “Parece que su religión se limita a adorar al diablo (...).
Uno de los demonios, que alborota más que el resto, es el jefe y diablo mayor, y le llaman
128 MARÍA JESÚS BENITES

Se ha discutido mucho acerca del origen del término patagón. Gonzalo


Fernández de Oviedo, en Historia general y natural de las Indias (1535 – 1557), se-
ñala que el nombre se debe al gran tamaño de sus pies. Con esta acepción figura en
el Diccionario de Autoridades: “Lo mismo que patón. Son tan altos que los españoles
en su presencia parecen pigmeos, y llamáronlos patagones, por sus grandes pies”.
Sin embargo, según las investigaciones de María Rosa Lida (1952), el nombre patagón
proviene de un gigante que aparecía en la novela de caballerías Primaleón, publica-
da en 1512. No es improbable esta afirmación ya que esa novela protagonizada por
Primaleón, hijo del famoso Palmerín, fue una obra que gozó de gran popularidad en
las Indias ya que aparece incluso con mayor frecuencia que el Amadís de Gaula, en
las listas de libros embarcados.12 Todas estas representaciones de los ha-bitantes
del Nuevo Mundo y, en particular, de los del Estrecho de Magallanes como gigantes
se incorporan, siguiendo a Rojas Mix, “al discurso de legitimación que bus-ca acre-
ditar el valor de la empresa de conquista. Es la imagen de un mundo salvaje, pre-
adánico, condenado a la monstruosidad sin la intervención salvadora del conquista-
dor europeo” (1993, 146).
Los resultados del descubrimiento del paso entre los océanos y de la primera
circunnavegación del globo realizada por Sebastián Elcano (a cargo de la expedi-
ción después de la muerte de Magallanes) impulsaron a la Corona a aprovechar
económica y políticamente estas nuevas tierras. Por lo tanto, se consideró necesa-
rio realizar una expedición de reconocimiento y exploración que permitiera deter-
minar con más detalles las conveniencias de su posesión.
Con este objetivo fue preparada la travesía al mando de García Jofré de
Loaysa, Comendador de la Orden de San Juan, a quien se le otorgó el título de
Capitán General, Gobernador y Justicia Mayor de las Islas del Maluco. Elcano viaja-
ba en carácter de Piloto Mayor y guía de la armada durante la expedición. La flota,
compuesta por siete naves y cuatrocientos cincuenta hombres, partió del puerto de
la Coruña el 24 julio de 1525.

Setebos” (29). Con este nombre menciona Calibán, el esclavo deforme de Próspero, a un dios:
“Debo obedecer, su poder es tan irresistible, que triunfaría de Setebos, el dios de mi madre, y
haría de él un vasallo”. Cito de la edición de Aguilar: 1991, 988. Miguel Rojas Mix (1993) ha
señalado la presencia de los gigantes patagones en distintas obras literarias y pictóricas en los
siglos XVI y XVII.
12
Véase Irwing Leonard: 1996, 101.
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 129

De este viaje, en el que encontraron la muerte Loaysa y Elcano, han quedado


algunos testimonios escritos. Los más importantes son la Relación escrita y presen-
tada al Emperador por Andrés de Urdaneta de los sucesos de la armada del comen-
dador Loaysa desde el 24 de julio de 1525 hasta el año 1535 y el Derrotero del viaje
y navegación de la armada de Loaysa desde su salida de La Coruña, hasta 1 de
junio de 1526 de Hernando de Torre.13
Sólo tres navíos desembarcaron en el Estrecho en mayo de 1526. Las demás
naves habían naufragado y perdido el rumbo. Los cuarenta y nueve días de perma-
nencia en el Estrecho fueron catastróficos. La falta de alimentos y agua provocó la
muerte de gran parte de la tripulación, incluso la del mismo Loaysa, quien falleció el
30 de junio. Días más tarde moría, luego de hacer redactar su testamento, Sebastián
Elcano.14
El capitán Urdaneta, uno de los pocos sobrevivientes de esta expedición, lue-
go de doce años de la partida pudo regresar a España donde escribió su Relación.
En ella refiere con excesiva crudeza los padecimientos sufridos durante la permanen-
cia en el Estrecho. La escritura está despojada de la descripción hiperbólica de Pi-
gafetta, los indígenas son presentados como “patagones” pero sin trazos grotescos.

E así como desembarcamos en tierra, luego acudieron los patagones á

13
Estos documentos se encuentran publicados por Martín Fernández de Navarrete en la Colec-
ción de viajes y descubrimientos.1825 – 1837. Tomo V. La Relación de Urdaneta, asimismo ha
sido publicada por Pablo Pastells (1920, 409 - 414). El texto de Torre brinda detalles de la
navegación, pero se omite toda mención a los sucesos de la travesía.
En el P. 37 del A.G.I. encontré dos manuscritos referidos a esta expedición. Uno es una breve
relación del viaje del comendador Loaysa al Maluco (R. 31) donde constan los acontecimientos
de la Armada luego del fallecimiento del Comendador. Está escrita en tres folios de ambos la-
dos y no figura autor ni fecha. El documento es una copia posterior, probablemente del siglo
XVII.
El otro documento (R. 33) es una declaración de Francisco de Paris, marinero griego que había
ido con el comendador Loaysa al Maluco, sobre lo acaecido en el viaje. Está escrita en
Valladolid y consigna como fecha el 25 de octubre de 1536. El manuscrito posee seis folios
escritos de ambos lados. El texto ha sido editado por Fernández de Navarrete en la Colección
de viajes y descubrimientos (1946: T. V, 335 – 342).
14
El manuscrito del testamento de Juan Sebastián Elcano se conserva en el A.G.I. Ha sido
reproducido por Pablo Pastells: 1920, Documento N° 7.
Es interesante señalar que se sucedieron tantas muertes que apenas se nombraba a uno en
un cargo a los pocos días e inclusive en horas debía ser reemplazado.
130 MARÍA JESÚS BENITES

nosotros, e nos pedieron por señas de comer e de beber, a los cuales


dimos de la mochila que llevábamos, e fuimos a ver las estancias que
tenían, y eran hechas de pelejas de cebras, a manera de chozas, e allí
tenían sus mugeres e hijos, e cuando quieren ir a otra parte, cojen sus
pelejas y echan a las mujeres acuestas, y ellos con sus arcos y flechas
se van. Unos diez dellos nos seguieron un día e medio, hasta que
vieron que se iban acabando las mochilas, e después se tornaron; e
nosotros tardamos hasta donde estaba la nao perdida cuatro días,
aunque el tercero día pensamos de perescer de sed, y con las nues-
tras orinas nos remediamos hasta que hallamos agua (369).15

Gonzalo Fernández de Oviedo, basándose en el testimonio de Juan de


Aréyzaga16 quien formó parte de la expedición de Loaysa, refiere en Historia gene-
ral y natural de las Indias, detalles sobre la incursión de los españoles en el territo-
rio en busca de agua y comida. En este relato se apela, una vez más, a los gestos de
desmesura para describir el tamaño de los indígenas, sus costumbres y conductas
alimenticias.
Otras empresas de exploración fueron las que comandaron Sebastián Caboto,
quien no pasó del Río de la Plata y Simón de Alcazaba. Esta última partió del puerto
de Sanlúcar de Barrameda el 20 de septiembre de 1534; se componía de dos navíos
(San Pedro y Madre de Dios) y unas doscientas cincuenta personas entre los que se
encontraban los futuros colonos y clérigos destinados a poblar las nuevas tierras
designadas como Nueva León y catequizar a sus habitantes, objetivos especificados
en la Instrucción firmada por la Reina: “y por la presente vos damos licencia de
conquystar, pacificar y poblar las provinçias e tyerras”.17
Desde los primeros momentos comenzaron las dificultades; la nave San Pe-
dro hizo agua y hubo que retroceder a Cádiz para calafatearla pero al salir la nao

15
Fernández de Navarrete (1946: Tomo V, 366 – 403).
16
Aréyzaga escribió además una breve relación que ha sido publicada por Fernández de Navarrete
en Colección de viajes y descubrimientos. 1825 – 1837.
17
El 26 de julio de 1529 en la ciudad de Toledo la Reina entregó al portugués Alcazaba una
Instrucción con ocho asientos y capitulaciones. El manuscrito -compuesto de tres folios de am-
bos lados más la carátula- se conserva en el A.G.I. P. 32, R.1, N° 2 y ha sido publicado por Pa-
blo Pastells (1920: 399 - 403) bajo el título de Asiento original que Su Majestad la Reina mandó
tomar con Simón de Alcazaba sobre las tierras que ha de descubrir y poblar. La cita
corresponde a la página 399.
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 131

capitana Madre de Dios, dio con su quilla contra un bajío y sufrió serios daños. De
esta desdichada travesía se conservan, en el Archivo de Indias, dos documentos: la
relación de Alonso Veedor, escribano del rey, y la de Juan de Mori, miembro de la
tripulación que escribió desde la cárcel de Santo Domingo.18 En ellas se refieren con
algunas variantes las instancias de la expedición pero en ambas la trama gira en
torno a lo que Beatriz Pastor (1983) ha denominado como discurso del fracaso.
El 13 de enero de 1535 las naves llegaron a Río Gallegos después de haber
pasado cincuenta días sin beber agua que hasta “los gatos y perros bebían vino
puro” (Mori: 387). El 18 de enero, penetraron el Estrecho pero los fuertes tempora-
les no les permitieron avanzar. Esto los obligó a desviarse y permanecer en el
llamado Puerto de Lobos desde el 26 de febrero al 9 de marzo. Allí Alcazaba juró el
cargo de Gobernador, según los requerimientos de la Instrucción que llevaba y
también ordenó que se realizaran expediciones internas en procura de alimentos.
Mori y Veedor detallan en sus relaciones cómo en los primeros días no encon-
traban nada que pudiera sustentarlos excepto una raíces que los indios (no hablan
de gigantes) les enseñaron a masticar. Luego de muchas penurias llegaron a un río
donde pudieron pescar. Una de las indias más ancianas les dio a entender que:

(...) mas adelante avia poblado y señalavan que trayan el oro en las orejas
y en los hombros en muchas cantidad y señalaban de andadura de años y
no sabemos si dezia annos o meses o dias sino que siempre señalaban
cinco y como digo los capitanes yban de muy mala gana y amotinan la
gente y hazen con el teniente de gobernador que se torne para las naos
harto contra su voluntad y contra la mya por que nosotros decíamos pues
que no avia que comer ny aun hierbas sino Raíces. (Mori, 390).19

A pesar de las oposiciones los expedicionarios regresaron. Alrededor de Alca-


zaba había crecido tal descontento que terminó con su asesinato en manos de quie-

18
Los textos de Veedor y Mori han sido editados por Pablo Pastells (1920). El del primero como
Relación de lo que sucedió en la expedición y Armada de Simón de Alcazaba al Estrecho de
Magallanes hasta su vuelta a la isla de Santo Domingo (374 – 385) y el del segundo como
Relación escrita por Juan de Mori de lo ocurrido en la expedición de Simón de Alcazaba al
Estrecho de Magallanes, desde que salió de Sanlúcar de Barrameda hasta que llegó a Santo
Domingo (386 – 398). Ambos manuscritos, ubicados en el P. 32, R. 18 y R. 19, constan de ocho
folios escritos de los dos lados.
19
Sigo la trascripción realizada por Pablo Pastells.
132 MARÍA JESÚS BENITES

nes encabezaban el motín.20 El 17 de junio las naves emprendieron el regreso. El 9


de septiembre arribaron a Santo Domingo. Entre quienes habían muerto de hambre
o frío, ajusticiados o ahogados sumaban doscientos cincuenta hombres, los sobrevi-
vientes un poco más de setenta.
En 1539 el obispo de Plasencia, Gutiérrez Vargas de Carvajal, solventó una
nueva expedición al Estrecho para lo cual alistó cuatro naves que puso bajo el
mando de su hermano Francisco de Camargo, quien por Cédula Real de 1536 obtu-
vo el título de Adelantado y Alguacil Mayor.21 La flota partió de Sevilla en agosto de
1539 y llegó a las costas del Estrecho el 20 de enero del año siguiente. Sobre este
viaje sólo se han conservado dos breves relaciones, una anónima y otra de Cristó-
bal Rayzen, del cual no se conoce ningún dato.22
Los resultados de este nuevo emprendimiento no fueron menos caóticos que
los anteriores: la nave capitana naufragó cerca de la entrada del Estrecho, otra lo
consiguió atravesar y llegó al Perú, la tercera intentó embarcar a los náufragos de
la capitana, pero no lo logró y arrastrada por los temporales determinó regresar a
España; la cuarta, desapareció. Los tripulantes de la capitana, aproximadamente
unos cincuenta, quedaron desamparados en tierra y seguramente murieron de frío
o hambre.

20
Simón de Alcazaba fue asesinado a puñaladas en su camarote y su cadáver arrojado al mar.
Los rebeldes mataron también al hermano de Mori quien había querido defender al General. Los
cabecillas del motín se llamaban Juan Arias y Gaspar de Sotelo. Luego surgieron las desave-
nencias entre ambos lo que fue aprovechado por el resto de los tripulantes para ejecutarlos
junto con los demás traidores. Mori fue nombrado tutor del hijo menor de Alcazaba.
21
Muchos de los viajes de descubrimiento fueron iniciativas personales financiadas privadamen-
te. Los organizadores de las expediciones solicitaban permiso a la Corona para emprender la
travesía y las conquistas eran realizadas en nombre de los reyes de España, quienes general-
mente designaban representantes oficiales en cada una de ellas. En 1493, los reyes de
España habían nombrado a un miembro del Consejo de Castilla como encargado de los asuntos
de las Indias y desde 1503 existía la Casa de Contratación con responsabilidad sobre todos los
asuntos comerciales y administrativos relacionados con las Indias.
22
Estos textos han sido editados en la Colección de diarios y relaciones para la historia de los
viajes y descubrimientos. Instituto Histórico de Marina de Madrid: 1943.
En el A.G.I se conservan las diversas cédulas reales y asientos de despacho que se redacta-
ron concediendo a Carmargo el título de Gobernador y autorizando los elementos para equipar
la flota.
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 133

Ante la incertidumbre sobre la suerte de estos náufragos, se fabuló que al ca-


bo de peregrinar por las tierras patagónicas encontraron un oasis con inmensas ri-
quezas: la Ciudad de los Césares. El mito de los Césares se construyó sobre un he-
cho real; provenía del capitán español Francisco César, quien bajo el mando de Se-
bastián Caboto, encabezó exploraciones en la zona del actual Río Paraná en busca
de las misteriosas minas de la Sierra de la Plata y del Rey Blanco. 23
En relación con el mito de la Ciudad de los Césares me interesa destacar un
documento del propio Sarmiento de Gamboa. El mismo está escrito al regreso del
primer viaje al Estrecho de Magallanes y en él se describe la mejor época del año
para emprender la nueva travesía.24 En el folio 2 v° Sarmiento alude a la ciudad de
Mendoza y la zona de Cuyo y aconseja llegar allí desde Chile para descubrir:

Noticias, que así llaman a unas provincias de que se tiene noticia en

23
Francisco César fue enviado por tierra con catorce hombres para encontrar las minas de la
Sierra de la Plata. Meses más tarde regresó, después de haber llegado hasta Charcas, entre-
gando a Caboto una relación (extraviada) de su expedición. En ella aseguraba que habían es-
tado muy cerca de localizar las fabulosas riquezas.
En busca de la ciudad de los Césares partieron desde distintos puntos expediciones: Chile, Río
de la Plata, Tucumán. Véase Juan Gil. 1989: Tomo II, Capítulo IX.
Este hecho se vincula además con el mito de las Siete Ciudades de Cíbola de las que se tenían
noticias desde 1530. Alvar Núñez Cabeza de Vaca, tras su penoso peregrinaje, contribuyó con
su relato a mantener el interés en estas ciudades. En la medida en que los conquistadores no
encontraban estas fabulosas urbes se fueron desplazando hacia distintos puntos en procura
de su hallazgo.
Era tal el convencimiento de que existía esta ciudad que, en 1642, la Corte de Madrid ordenó al
Gobernador del Río de la Plata que exigiese el pago de un tributo a sus habitantes. Véase Javier
Oyarzún Iñarra: 1976, 85.
24
Manuscrito A.G.I., P. 33, N° 3, R. 2. Está escrito en tres folios de ambos lados. La letra no es de
Sarmiento, y presenta una tipografía muy dificultosa, recurrente en abreviaturas. A esto se su-
ma la mala calidad de absorción del papel que ha posibilitado que se traspase la tinta de una
cara a otra. El autor sólo ha agregado al final su rúbrica. Este documento figura en Ángel Ro-
senblat (T. II, 197 - 201) bajo el título de “Memorial presentado por Pedro Sarmiento sobre la
manera de buques que era conveniente fuesen al Estrecho de Magallanes, el tiempo en que
convenía salir para él de España y la navegagación que se había de hacer, igualmente que de
Lima y de la costa de Chile y dentro mismo del Estrecho, los fuertes que para su seguridad se
debían construir en la Angostura de Nuestra Señora de la Esperanza, 16 leguas adentro del
Cabo de las Vírgenes, y de las poblaciones que se habían de hacer”. Ha sido copiado de la
transcripción que se encuentra en el Colección Diplomática de Navarrete (Tomo XX, Folio 121,
134 MARÍA JESÚS BENITES

aquellas partes, que por Chile se de la Noticia de Yúngulo; por la ciu-


dad de Mendoza y Cuyo y Conlara se llama la Noticia de Trampañande
y de la Sal; por los comechingones de Tucumán se llama la Noticia de
César, porque Francisco César fue el primero que dio noticia de estas
tierras y su riqueza, que se sabe ser grande, por noticia de los indios;
y cualquiera désta que se pueble se ha comunicar con los pobladores
del Estrecho (199).

Estas reflexiones de Sarmiento resultan paradójicas ya que diez años más


tarde los pobladores que lo acompañan en su expedición al Estrecho y quedan aban-
donados en esas desolaciones harán resurgir, como los náufragos de la expedición
de Camargo, una nueva versión de la leyenda. Pero desde la euforia por el buen su-
ceso de su primer viaje, el navegante aún no vislumbra el desafortunado desenlace.
Ante los reiterados fracasos la Corona Española determinó no promover, por un
tiempo, más empresas de colonización. Sin embargo, Pedro de Valdivia, gobernador de
Chile, impulsó infructuosas travesías para ocupar el territorio magallánico antes de que
algún descubridor autorizado por la Corona truncara sus ambiciones expansivas.25
En 1557 García Hurtado de Mendoza, nuevo gobernador de Chile, encomen-
dó a Juan Ladrillero la realización de un viaje hacia el Estrecho.26 Ladrillero escribió,
en 1558, dos textos sobre la expedición: Descripción de la Costa del mar océano
desde el sur de Valdivia hasta el Estrecho de Magallanes inclusive y Relación del
viaje que hizo al Estrecho de Magallanes Juan Ladrillero.27

N° 12). La cita corresponde a la edición de Rosenblat.


25
Pedro de Valdivia envió dos expediciones marítimas hacia el Estrecho, la primera al mando del
genovés Juan Bautista Pastene partió de Valparaíso en septiembre de 1544, la segunda a
cargo de Francisco de Ulloa se embarcó en 1552. Ulloa consiguió penetrar el paso y realizar un
reconocimiento de sus costas.
26
Con este emprendimiento Hurtado cumplía con una cédula real de 1555 en la que se ordenaba ampliar
y extender la gobernación de Chile hasta el Estrecho de Magallanes. La flota partió de la ciudad de
Valdivia el 17 de noviembre de 1557 con una tripulación de sesenta hombres. Ladrillero contaba en ese
momento con más de cincuenta años y era un reconocido cosmógrafo y astrólogo que había obtenido
el título de Piloto después de hacer once viajes entre España y las Indias.
27
Los textos de Ladrillero permanecen en el A.G.I. La Descripción del viaje que hizo Juan
Ladrillero para terminar de descubrir el Estrecho de Magallanes y sus tierras desde los
últimos límites de las provincias y gobernación de Chile hasta dicho Estrecho se encuentra
en el P. 33, R.1, N°1.
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 135

Una de las dos naves que le facilitaron fue destrozada por las inclemencias
del tiempo y los sobrevivientes naufragaron a bordo de un lanchón que les permitió
salvar sus vidas. La otra, en la cual se encontraba Ladrillero, recorrió el Estrecho
desde ambas costas y posibilitó a su capitán elaborar una detallada relación en el
cual se asentaron datos de interés geográfico pero que clausuraban las posibilida-
des de hallar riquezas materiales en la zona.

Este Estrecho son playas de arena, y es fondo limpio la canal, y en


algunas partes hazia la boca de la mar, callao mouedizo en el arena, gran-
des y pequeños: á la costa ay pocos puertos hasta llegar a la cordillera.
En todo este estrecho desde la mar del norte hasta llegar á la
cordillera qe son quarenta y tres leguas el estrecho adentro, no hay
marisco ny chocos ny lapas ny yeruas de las de la mar de las que
comen, ny pescado se puede tomar en ynuierno:ay obejas y guanacos
y benados, pero con el frío en el ynvierno se meten en las montañas
donde no se pueden aver hasta el verano, que con el calor de deuen
de llegar á la ribera á los rassos (469).28

En el ejercicio de la observación, Ladrillero se detiene también en la descrip-


ción de los aborígenes. Su mirada si bien es más científica, responde al patrón de la
desmesura.

La gente que halle en esta boca de este estrecho a la parte de la mar del
norte es gente soberuyas, y son de grandes cuerpo ansy los hombres
como las mugeres y de grandes fuerças los hombres y la mugeres bastas
de los rostros: los hombres andan desnudos traen por capas pellejos
gumacos sobados, la lana para dentro hazia el cuerpo, y sus armas son
arcos y flechas de pedernal y palos á manera de macanas y tienen por

En él describe las alturas, señales de tierras, su calidad, trajes y maneras de los habitantes de
cada provincia o bahía, tiempos de permanencia en ella y en los meses del año, altura de la
costa, señales de bahía y puertos, distancia de lo que cada una entra en la tierra adentro,
brazos que en ellas hay y armas. La Relación, firmada el 30 de julio de 1558, se conserva en
el P. 32, R. 5 y en ella se detallan los avatares de la expedición durante la permanencia en el
Estrecho. Ambos textos han sido publicados por Pastells: 1920, 415 – 479. Las citas pertene-
cen a esta edición.
28
Las citas, a las que he incorporado los signos de puntuación, corresponden a la Descrip-
ción que hizo Ladrillero, transcripta en Pastells: 1920.
136 MARÍA JESÚS BENITES

costumbre untarse con una tierra blanca como cal la cara y el cuerpo:
el traje de la mugeres es sus bestiduras de los pellejos de los gumacos
y de obejas sobados, la lana para adentro pónensello a la manera de
las yndias del cuzco (468).

Luego de permanecer casi un año en la zona del Estrecho (la flota salió al
Atlántico y retomó la ruta para el Pacífico) Ladrillero emprendió, el 9 de agosto de
1558, el regreso. Sólo tres tripulantes (un marinero, uno del servicio y el propio
Ladrillero) sobrevivieron a la empresa. 29
Como resultado de los reiterados fracasos, el Estrecho se transforma sólo en
un punto estratégico como el único paso entre los dos océanos, pero deja de poseer
valor económico. El laberinto de sus canales, sus vientos despiadados, la pobreza
de su suelo y la poca rentabilidad de su colonización disminuye el riesgo de que
otros imperios quieran ocuparlo.
Las expediciones al Estrecho fueron olvidadas y hasta se llegó creer que el
paso se había cerrado o, para algunos, que nunca había existido.30 Los innumera-
bles infortunios que padecieron aquellos navegantes hicieron que la imaginería po-
pular calificara a esas lejanas tierras como malditas.

29
No se conoce con exactitud ni la fecha ni el puerto al que llegó Ladrillero después de su
incursión magallánica, aunque es muy probable que haya sido el de Valdivia o el de Concepción.
30
Alonso de Ercilla y Zúñiga dedica en la Primera Parte Canto I de su obra Araucana (1569),
octavas a estas tierras en las que plantea la duda con respecto a la probable clausura del
paso. Edición de Aguilar: 1946, 59.
Por falta de pilotos o encubierta
Causa quizá importante y no sabida
Esta secreta senda descubierta,
Quedó para nosotros escondida,
Ora sea yerro de la altura cierta
Ora que alguna isleta removida
Del tempestuoso mar y viento airado
Encallando en la boca la ha cerrado.
Esta discrepancia con respecto a la existencia del Estrecho trasciende en Historia Natural y
Moral de las Indias de Joseph de Acosta de 1590: “El estrecho pues, que en la mar del Sur halló
Magallanes, creyeron algunos o que no lo había o se había ya cerrado, como don Alonso de
Arzila [por Ercilla] escribe en su Araucana, y hoy día hay quien diga que no hay tal estrecho, si
no que son islas entre la mar, porque lo que es tierra firme se acaba allí y el resto es todo islas,
y al cabo de ellas se juntan el un mar con el otro amplísimamente, o por mejor decir es todo un
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 137

II.- La incursión de Pedro Sarmiento de


Gamboa

"En paz estaba el Pirú cuando por nuestros pecados


pasaron ingleses piratas por el Estrecho (...)."
Pedro Sarmiento, Relación de 1583

La noche del 13 de febrero de 1579, entre las diez y las doce de la noche, el
pirata inglés Francis Drake entra al puerto del Callao robando el cargamento de las
naves que en él se encontraban y llevándose una nao que acababa de llegar de
Panamá con ropa de España. Los ingleses pican las amarras de siete naves para
que los españoles no puedan seguirlos. Una hora más tarde dos navíos con casi
trescientos soldados, entre los que se encontraba Pedro Sarmiento de Gamboa,
salen infructuosamente en su persecución.
Vicente Fidel López en su novela La novia del hereje o la inquisición en Lima
(1846) introduce, bajo la forma de un soliloquio, el pensamiento sarmientino. En él
se revela una personalidad arrogante y solitaria.

Desde que apuntó la luz del día, Sarmiento pudo ver las velas del pirata
muy distante ya y en rumbo directo hacia el Norte. Como si esto le sorpren-
diese, las observó con mucha atención clavando en ella un ojo desconfiado
y reflexivo. Una idea súbita preció atravesar de pronto su mente, y su
fisonomía se animó también como si recibiera el reflejo de un rayo de luz -
¡No penséis que me engañáis, no, pirata insolente! - se dijo a sí mismo, con
el ademán de la amenaza... Fingís iros por el norte, ¿eh? ... Ya os compren-
do; en cuanto os veáis fuera de mi vista, viraréis al Sud. ¡Pero, Dios me-
diante, yo sabré atajaros el paso! ¡Si no sois pájaro o brujo, será

mismo mar. Pero de cierto consta haber el Estrecho y tie-rra larguísima a la una banda y a la
otra, aunque la que está de la otra parte del Estrecho al Sur no se sabe hasta dónde llegue”.
Edición del Fondo de Cultura Económica: 1962, 108.
138 MARÍA JESÚS BENITES

preciso que tarde o temprano caigáis por el “Estrecho” y allí os daré yo


noticias mías, maldito aventurero!31

El 27 de febrero Toledo alistó una flota de dos barcos y ciento veinte hombres
para que capturaran al pirata. Sarmiento se embarcó como sargento mayor. Con
motivo de estos sucesos escribe una extensa Relación de lo que el corsario Francis-
co hizo y robó en la costa de Chile y Pirú, y las diligencias que el Virrey Don Francis-
co de Toledo hizo contra él32 donde refiere los pormenores del derrotero de los
barcos que persiguen a “Draques”. Al mismo tiempo narra anécdotas protagoniza-
das por el corsario, como si hubiera presenciado los acontecimientos, que destacan
la cortesía inusitada que despliega el pirata al tomar un barco español.

Y como no vieron otra persona sobre cubierta, le prendieron [A San


Juan de Antón]33 y le pasaron a la nao inglesa, donde vido al cosario
Francisco Draques armado con cota y casco, que ya se estaba desar-
mado. El cual abrazó a San Juan de Antón diciéndole: “Ten paciencia,
que usanza es de guerra”. (...). Y lunes siguiente, a las nueve del día,
fue el cosario a la nao de San Juan, y mandó a su sargento mayor que
pusiese la mesa a San Juan de Antón, como a su propia persona; y
hasta el mediodía estuvo Francisco Draques en el navío robado, miran-
do la riqueza que traía, y a la tarde de vino a su nao (188).

En la descripción de Drake se agregan los gestos de deferencia que demues-


tra con el capitán y los obsequios que entrega a los tripulantes del barco español en
el momento de la despedida.

Y en moneda dio a treinta y cuarenta pesos a cada uno, y a otras piezas

31
Cito de Ernesto Morales: 1932, 149 - 150. Existe una reedición de novela publicada por Editorial
Emecé, Colección Memoria Histórica: 2000.
32
Este texto figura en la edición de Rosenblat (T. II, 177 – 196) en el apartado “Cartas y Memoria-
les”. Ha sido copiado de la Colección de documentos inéditos para la historia de España del
marqués de la Fuensanta del Valle, Tomo XCIV, Madrid, 1889 (432 – 458), quien afirma haberlo
tomado del archivo del D. Francisco de Zabálburu. Allí se detalla que la relación está firmada por
Pedro Sarmiento y que el encabezamiento es de su puño y letra. La fecha probable puede
establecerse entre el 12 de julio de 1579 y antes del 11 de octubre fecha en que partió para el
Estrecho.
33
Precisamente la intención de Francis Drake era robar el cargamento de oro y plata que llevaba
el barco a cargo de San Juan de Antón.
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 139

de lienzo de Portugal (...) y a un soldado llamado Vitoria dio unas armas


blancas; y a San Juan de Antón dio una escopeta, diciéndole que se la
habían enviado de Alemania, y por esto la estimaba mucho, y al escri-
bano dio una rodela de acero y una espada (...) y a un mercader llama-
do Cuevas dio unos abanicos con espejos, diciendo que eran para su
dama; y a San Juan de Antón, dio un tazón de plata dorado, con su
nombre escrito en medio, que decía Francisqus Draques; y al tiempo
que largó a San Juan de Antón, le dio una cédula de salvaguardia firma-
da de su nombre, Francisqus Draques, en inglés, diciendo que se la
daba porque si otros dos navíos de ingleses, que había publicado que-
dar atrás, le topasen, no le hiciesen mal ni volviesen a robar34 (189).

El relato se nutre también de los enfrentamientos entre Sarmiento y el gene-


ral de la Armada Luis de Toledo quien desoye sus consejos de abandonar la navega-
ción costera y avanzar hasta Nicaragua para esperar allí a Drake y prefiere seguir
la ruta hasta Panamá. Cuando llegan a ese puerto es tarde: el pirata ha robado los
362000 pesos en barra y oro. Los españoles regresan con la carga del fracaso al
Callao el 12 de julio; Drake retorna a Inglaterra con los depósitos de sus navíos
repletos de riquezas, completando por segunda vez la vuelta al mundo.
Este saqueo plantea nuevamente la necesidad de explorar y fortificar la zona
magallánica. En el Archivo General de Indias se conservan diversos manuscritos
que reflejan la preocupación generada en España a raíz de las incursiones de los
corsarios ingleses.35 El texto más interesante es uno del cosmógrafo Juan Bautista
Gesio,36 acerca de la navegación del Estrecho de Magallanes y la necesidad de impe-

34
La cursiva es mía.
35
P. 33, N° 2, R. 3. “Acuerdo de la Audiencia de Lima y el Virrey” acerca de lo dispuesto para la
expedición al Estrecho de Magallanes. Desde el 26 de mayo al 22 de febrero de 1580. El
documento consta de quince folios escritos de ambos lados. Existe también, en el P. 32, R. 6,
un expediente con declaraciones acerca de la llegada a la ciudad de Lima de “ciertos ingleses”
con la intención de poblar cerca del Estrecho de Magallanes. El manuscrito consta de seis
folios escritos de ambos lados más uno de la carátula. En el f. 6 v° se encuentra la rúbrica del
Escribano Real Álvaro Ruiz de Navamuel. Fechado en Lima el 20 de febrero de 1579. Estos
documentos aparecen registrados en el “Apéndice N° 2” de Pastells (1920). Los textos perma-
necen inéditos.
36
A.G.I. P. 3, N° 2, R. 7. “Parecer de Juan Bautista Gesio”. El documento posee cuatro folios
escritos de ambos lados más uno de la carátula y otro con enmiendas. Lleva la rúbrica de Gesio
140 MARÍA JESÚS BENITES

dir el paso de los ingleses: “Harto mayor confusión y admiración hubiera causado el
attribimiento delos ingleses de haber navegado por el estrecho de Magallanes nela
[sic.] mar del sur y haber hecho mucho daño en él, si esta navegación no estuviera
prevenida de los hombres prácticos mucho tiempo atrás” (f. 1r°).37 En el documento
Gessio presenta un informe donde señala los propósitos de los ingleses en las
inhóspitas tierras: hurtar y enriquecerse, volver con más poderío, hacer más daño
y descubrir tierras ricas y poblarlas.
En tal sentido, aconseja que lo más conveniente es no sólo atajarles el paso
por donde entraron: “lo que es más seguro y verisímil y seguro. Porque no sé quien
de buen juyzio entrando en una casa por una parte y escalera conoscida que quiera
buscar otra dudosa y no segura” (f. 2 r°), sino también edificar fuertes a lo largo del
Estrecho y poblarlo. Las ambiciones del cosmógrafo se acercan a la quimera sar-
mientina ya que “allí en el estrecho se hará una ciudad de gran comercio y emporio
de las cosas del Oriente y del Occidente y será una gran pausa de todos los navíos
adonde irán a envernar y este trato y comercio será de muy provecho a su Majes-
tad” (f. 3 v°).
Finalmente, el virrey Francisco de Toledo envía una expedición compuesta
por dos naves, Nuestra Señora de Esperanza y San Francisco, con la finalidad de
explorar la zona y determinar el lugar más apropiado para fortificarla. La flota parte
de El Callao el 11 de octubre de 1579.
Sarmiento de Gamboa ostenta, por primera y única vez, el cargo de Capitán
Superior y General de la Armada.38 El Virrey le entrega una Instrucción de diecinue-

en el f. 4 v° y está fechado en Madrid el 27 de agosto de 1579. El manuscrito es mencionado en


el “Apéndice N° 2” de la obra de Pastells (1920) y en el “Índice documental” de la de Landín
Carrasco (1945). Documento inédito.
37
Transcripto del documento original. Utilizo esta expresión para señalar las transcripciones que
me pertenecen.
38
En el A.G. I P. 33, R. 5 se conserva el manuscrito donde consta el nombramiento dado por el
virrey Francisco de Toledo a Pedro Sarmiento como Capitán Superior de la Armada. El docu-
mento, fechado en Lima el 9 de octubre de 1579, consta de tres folios escritos de ambos lados.
En el f. 3 v° se encuentra la rúbrica del Escribano Real Alvaro Ruiz de Navamuel. En el texto se
destacan el valor demostrado por el Capitán en las jornadas de Vilcabamba y contra los indios
chiriguanos y sus condiciones de cosmógrafo.
"Y visto el celo voluntad que agora habéis ofrecido de ir a Servir a Dios y a Su Majestad en esta
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 141

ve asientos en la que consta su deber de regresar por el Atlántico para dar cuenta
al Rey de los sucesos de la jornada. Con casi cincuenta años, el historiador, nigro-
mante, soldado y astrónomo se embarca, libre para siempre de la Inquisición y sus
tribunales, en una aventura que habrá de durar más de diez años y comienza a
soñar con fortificadas y australes ciudades.

jornada, y por la confianza que de vuestra persona tengo de que así lo haréis y cumpliréis lo
que por mío en su real nombre, os fuere ordenado y mandado, ya que sois cosmógrafo y tenéis
tanta experiencia de las cosas de la mar, y por concurrir en vos las parte y qualidades que para
ello se requieren, acordé de dar y di la presente, por la qual, en nombre de Su Majestad, y en
virtud de los poderes y comisiones y comisiones que de su persona real tengo, nombro a vos,
el dicho capitán Pedro Sarmiento, por capitán superior de los dichos dos navíos”. Transcripto
del documento original. Fs. 1v° – 2r°.
La letra es procesal encadenada, propia de los textos administrativos; el redactor ha dejado
amplios márgenes, lo que demuestra la importancia de la autoridad de la que emana el escrito.
Además, la calidad del papel es muy buena ya que no se ha traspasado la tinta de un lado al
otro del folio. El documento es mencionado por Pastells (1920) en el “Apéndice” pero no lo
transcribe. Landín Carrasco (1945) incorpora fragmentos del manuscrito en su biografía sobre
Sarmiento.
142 MARÍA JESÚS BENITES
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 143

Capítulo II

El Primer Viaje:
El Reconocimiento
144 MARÍA JESÚS BENITES

I.- La Instrucción

“Se os manda y ordena.”39


Instrucción de Francisco de Toledo.

Pedro Sarmiento de Gamboa parte como Capitán Superior de El Callao el 11


de octubre de 1579. Se le ha entregado un documento elaborado por Toledo que
contiene diecinueve asientos donde se especifican los objetivos y directivas que de-
ben cumplirse y contemplarse durante la travesía. En uno de sus puntos señala:

IV. E yendo discurriendo por vuestra navegación, habéis de ir adver-


tido que todo cuanto os pasare, así en rumbos por donde navegáredes
como en todas las tierras que fuéredes viendo y descubriendo, lo ha-
béis de ir escribiendo en el libro que para ello habéis de llevar, así vos
como el dicho almirante del otro navío, e poniéndolo en carta.

El resultado de esta tarea de escritura es la Relación de 1580, texto en el que


Sarmiento apunta los datos que se solicitan y refiere los sucesos de la travesía. Para
el estudio de la dinámica comunicacional que establecen las relaciones es necesario
acercarse al documento que las condiciona y sirve de pre-texto: la instrucción.
En 1577 Felipe II ordenó que fuese enviada a las colonias de ultramar una
“Instrucción y Memoria” o Cuestionario “de las relaciones que se han de hacer para

39
Expresión copiada de la “Instrucción” entregada a Sarmiento de Gamboa. El documento se
conserva en el A.G.I., P. 33, N° 2, R. 6. Firmado el 9 de octubre de 1579 por Don Francisco de
Toledo y refrendado por el escribano Álvaro Ruiz de Navamuel. El texto es mencionado por
Pablo Pastells (1920) en el Apéndice N° 2 como “Traslado de la Instrucción que se dio al ca-
pitán Pedro Sarmiento para la expedición al Estrecho de Magallanes y para pelear con el
corsario inglés que por él pasó al mar del Sur”.
Sarmiento de Gamboa transcribió, al comienzo de su texto, la “Instrucción”. La misma figura en
Viajes al Estrecho de Magallanes. 1950: Tomo I, 6 - 13. Todas las citas han sido extraídas de
allí.
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 145

la descripción de las Indias" formado por cincuenta capítulos o preguntas que de-
bían ser completados por las máximas autoridades o por las personas con mejores
conocimientos de las características naturales, referencias históricas, datos de la
población y recursos económicos de cada poblado y sus alrededores.
El Cuestionario fue confeccionado por el Cosmógrafo Cronista Juan López de
Velasco como resultado de un proceso de sistematización y regulación del ejercicio
de la escritura que se inició desde el momento mismo en que Cristóbal Colón arribó
al Nuevo Mundo.
El 5 de septiembre de 1493 los Reyes Católicos enviaron a Colón una carta
en la que hacían referencia a la lectura “del libro que nos dejastes, y cuando más en
esto platicamos y vemos, conocemos cuán gran cosa ha sido este negocio vuestro
y habéis sabido en ello más que nunca e pensó que pudiera saber ninguno de los
nacidos (...)”.40 En otra epístola del 16 de agosto 1494 los Reyes exigen: “(...) algo
más queríamos que nos escribiésedes, ansí en que sepamos cuántas islas fasta aquí
se han fallado, y á las que habéis puesto nombres, qué nombre a cada una (...). Y
todos nos lo escribáis por nuestro servicio”.41 Es en una carta antes del cuarto viaje
donde los reyes especifican los términos de la solicitud: “Y habéis de informaros del
grandor de las dichas islas, é facer memoria de todas las dichas islas y de la gente
que en ellas hay y de la calidad que son, para que de todo nos traigáis entera re-
lación”.42 Este pedido marca el comienzo en la etapa de constitución de las relacio-
nes ya que señala su aspecto central: ver para informar de acuerdo a las necesida-
des de la Corona, no como un libre ejercicio de la observación.
El Diccionario de Autoridades define a las instrucciones como “los documen-
tos o principios de qualquier ciencia u doctrina, para el conocimiento y estudio de
ella. Se llaman asimismo aquellas órdenes particulares que se da a los Embaxadores
y otros ministros, para su dirección y gobierno, en el negociado que se les encarga”.
Todos estos registros remiten a un texto, pero también el diccionario señala que
instrucción “es la acción de influir”.
De esta definición se desprenden como rasgos de la instrucción su carácter
de documento oficial, que emitido por las autoridades influye y condiciona determi-

40
En Marcos Jiménez de la Espada. 1881: T. I, 20.
41
Idem, 21.
42
Idem, 21.
146 MARÍA JESÚS BENITES

nadas acciones. Ese principio de influencia que ejerce el documento en quienes lo


reciben permite señalar algunas distinciones entre lo que se denomina Instrucción
de los documentos que, a partir de 1574, se institucionalizan bajo el nombre de
“Instrucción o Memoria” también llamados Cuestionarios.

A partir de las relaciones de los descubridores y pilotos que regresan


a España desde el Nuevo Mundo comienza a delinearse su geografía. En
ese ámbito, el conocimiento de la hidrografía era el más completo ya
que el material que presentaban las expediciones internas era menos
sistemático.43 La necesidad de obtener informaciones más precisas de-
termina que la Corona solicite la confección de un documento que sirva
como un recurso auxiliar para las descripciones geográficas.

En su insoslayable estudio Marcos Jiménez de la Espada (1881) detalla los an-


tecedentes en el proceso de sistematización de la información. Estos pueden delimi-
tarse en tres períodos. El primero es entre 1530 y 1540 en el que se inicia el pedido
regular de informes, de palabra o mediante memorial, a quienes se presentaban an-
te el Consejo. En esta década es importante mencionar una cédula real de siete asien-
tos, firmada el 8 de marzo de 1533 en Zaragoza por la Reina y el secretario real.44
Esta cédula aporta un principio organizador descriptivo de carácter general (Altuna:
2002) ya que representa, según Jiménez de la Espada, la instancia en que las relacio-
nes geográficas se convierten en una información con características específicas.

43
Con los datos hidrográficos se confeccionaba en la Casa de Contratación, el Padrón Real o
carta tipo de navegación que era actualizada de manera permanente de acuerdo a las informa-
ciones de los pilotos. Su diseño se inició aproximadamente en 1508, cuando se creó el cargo
de Piloto Mayor, puesto que fue ocupado por Américo Vespucio, Juan Díaz de Solís, Sebastián
Caboto, entre otros.
La mayor seriedad en las informaciones que brindaban los navegantes se debe precisamente
a que las naves debían ser comandadas por el piloto ya que muchas veces los capitanes de los
barcos no tenían necesidad de poseer conocimientos náuticos. En cambio, las expediciones
internas recorrían extensos territorios en búsqueda de riquezas y, en ocasiones eran coman-
dadas por analfabetos o por personas cuyo interés central estaba en averiguar donde se
encontraba el oro antes que en el de recabar información sobre la naturaleza o las costumbres
de los indígenas.
Como culminación a esta tarea, en 1522 la Casa de Contratación creó la Cátedra de Cosmogra-
fía y Náutica.
44
La cédula está dirigida al Gobernador y Oficiales de la provincia del Perú.
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 147

Le sigue el período de los “modelos teóricos” de la década de 1550. Uno es un


memorial de Juan Páez de Castro de 1555 en el que aconseja ordenar información
en relaciones siguiendo el método de la encuesta directa y los datos numéricos; el
otro es un memorial de Alonso de Santa Cruz (1556 -57). El último período se inicia
en la década de 1560 y tiene como eje la reforma llevada adelante por Juan Ovando
y Godoy, quien sistemáticamente recaba información a oidores, oficiales reales,
religiosos para delinear las encuestas formales.
En 1571 Ovando visita el Consejo para elaborar las disposiciones que regu-
len definitivamente su administración. Esta tarea da como resultado las Ordenanzas
Reales del Consejo de Indias publicadas el 24 de septiembre de ese año. En ellas se
establece como principio para la organización del Consejo y como garantía de acierto
en sus resoluciones, la confección de un “Libro Descriptivo”45 de las posesiones en
el Nuevo Mundo. Esta tarea debía ser dirigida por el Cosmógrafo y Cronista Ma-yor
de Indias, cargo que se creaba en la misma Ordenanza.46 La versión definitiva se
promulga el 3 de julio de 1573 bajo el nombre de Ordenanzas e Instrucciones
Reales. El cuestionario pasa de doscientas a ciento treinta y cinco preguntas. El do-
cumento proporciona un “primer modelo descriptivo” (Altuna: 2002, 20) fundamen-
tado en el criterio de distinción de materias que intenta brindar una base interpretativa
para hacer inteligible la información sobre el Nuevo Mundo.47

45
Las informaciones recabadas en los libros descriptivos debían ser enviadas al Consejo de
Indias, cuyos miembros tendrían la tarea de elaborar un Libro Descriptivo de las Indias
proyecto que nunca llegó a concretarse.
46
“Ordenanza 117.- El Cosmógrafo Cronista que ha de haber entre los demás oficiales del
Consejo de Indias, haga y ordena las tablas de la cosmografía de las Indias, asentando en ellas
por su longitud y latitud y número de leguas, según el arte de geografía, las provincias, mares,
islas, ríos, montes y otros lugares que se hayan de poner en designo y pintura. (...).
Ordenanza 118.- Otrosí el dicho cosmógrafo tenga cargo de calcular y averiguar los eclypsis
de la luna y otras señales, si hobiere, para tomar la longitud de las tierras, y envíe memorias de
los tiempos y horas en que se haya de observar en las Indias a los gobernadores della con la
orden e instrumento necesarios (...)”. En Jiménez de la Espada. 1881, 61 – 62.
Esta enumeración de las actividades que debe realizar el Cosmógrafo Cronista exponen el
caudal de conocimientos científicos que debía poseer quien ocupara el cargo.
Recordemos que Sarmiento de Gamboa, a pedido del virrey Francisco de Toledo, observó y
anotó el eclipse de luna del año 1578.
47
Elena Altuna (2002) señala que en estas Ordenanzas se encuentra reflejada la división entre
148 MARÍA JESÚS BENITES

El esquema de cincuenta preguntas o capítulos corresponde a López de Velasco


quien sucede a Ovando y Godoy en el cargo de Cosmógrafo y Cronista. Este Cues-
tionario, consolidación del modelo descriptivo, es impreso en 1577 como Instruc-
ción y Memoria para la formación de las relaciones y descripciones de los pueblos
de Indias y enviado a todos los dominios.48
En su estructura se reconocen cuatro apartados generales hacia los que se
orientan las preguntas: las interesadas en averiguar detalles (climáticos, poblacio-
nales, institucionales) sobre las ciudades habitadas por españoles; las preguntas di-
rigidas a informar acerca de los asentamientos indígenas; las preguntas que apelan
a la descripción de las riquezas vegetales, animales y minerales y de las ciudades;
las orientadas a detallar puertos e islas.49 El documento con las preguntas era acom-
pañado por una serie de directivas que debían cumplir, de manera rigurosa y eficaz,
los encargados de realizar el cuestionario.50
Estos lineamientos permiten a la Corona adquirir un conocimiento abarcador
y confiable de sus posesiones. La “Instrucción y Memoria” propone las bases para

Historia Natural y Moral. Además en ellas “es interesante constatar la importancia que se le atri-
buye al conocimiento del “otro” en este momento; se destaca, en este sentido, el interés por el
pa-sado precolonial y por los contactos y cambios producidos con la llegada de los españoles”
(21).
48
En 1584 se realizó una reimpresión. Asimismo López de Velasco escribió, en 1574, un libro ti-
tulado Descripción y demarcación de las Indias Occidentales donde detallaba las posesiones
españolas desde las islas del Caribe hasta las Filipinas. Mignolo señala (1999) que su obra Ve-
lasco “dividió los territorios españoles en tres partes: Indias Septentrionales (Indias del norte)
que comprendían el área desde Florida hasta el Estrecho de Panamá; Indias Meridionales (In-
dias del sur), desde el Estrecho de Panamá hasta la Patagonia y las Indias del Poniente (Indias
orientales) que incluían las Filipinas, Molucas y otras” (244). La traducción me pertenece.
49
El primer grupo de preguntas comprende los capítulos 1 al 10, el segundo los capítulos 11 al 15;
el tercero abarca los capítulos 16 al 37 y el último los capítulos 38 al 47.
50
“Y leyendo attentamente cada capítulo de la memoria, escriuiran lo que huuiere que dezir a el,
en otro capítulo por sí, respondiendo a cada uno por sus números, como va en la memoria, uno
tras otro y en lo que no huuiere que decir, dexarlos han sin hazer mención de ellos, y passaran
a los siguientes, hasta acabarlo de leer todos, y responder lo que tuuieren que dezir: como
queda dicho, breue y claramente, en todo, afirmando por cierto lo que lo fuere, y lo que no,
poniéndolo por dudoso: de manera que las relaciones vengan ciertas, conforme a lo conteni-
do en los capítulos siguientes”. En Jiménez de la Espada: 1881, 115. Las cursivas son mías.
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 149

una “descripción de lo visible” que acerque “el lenguaje lo más que sea posible a la
mirada que observa; y las cosas observadas lo más que sea posible a las palabras”
(Foucault: 1991, 132).51
La “Instrucción y Memoria” se transforma en un sistema de verificación que
pretende incorporar una mirada científica que especifique, clasifique, distinga y or-
dene los elementos naturales. Es un modelo de registro basado en un principio
organizativo – descriptivo de la realidad. Para Walter Mignolo (1982) con la instaura-
ción del cuestionario y el envío de las respuestas se inicia la etapa oficial en la
escritura de las denominadas Relaciones Geográficas de Indias.52 En tal sentido,
considero que la escritura de las etapas anteriores que Mignolo denomina en su
estudio no oficial, no puede señalarse como tal ya que el acto de escribir se encuen-
tra claramente regulado por aquellos pedidos de información que emanan de los
reyes, virreyes o el Consejo de Indias.
La escritura sobre la geografía del Nuevo Mundo, de manera específica en el
siglo XVI, tuvo como destinatarios a los miembros de las instituciones de la monar-
quía. Lo que se evidencia son distintos estadios en la sistematización de la escritura.
Pero además, como señala González Echevarría (1998), el acto de escribir determi-
naba para los sujetos su pertenencia al estado; el envío de innumerables documen-
tos, acentuaba el carácter legalista y burocrático que terminó por invadir a la admi-
nistración española.53
En forma paralela a este proceso de sistematización de las informaciones,
a partir de la observancia de un cuestionario, coexisten textos también llamados
instrucciones, pero cuyo principio organizativo es la necesidad de transmitir directi-
vas y órdenes a quienes inician una travesía. Estos documentos no predeterminan
un ejercicio posterior de escritura, como, por ejemplo, la Instrucción entregada a
Fernando de Magallanes.

51
Foucault realiza estas afirmaciones cuando se refiere a la historia natural.
52
El autor reconoce tres períodos: uno no oficial, que se extiende desde 1505 hasta 1574, el
oficial, que se inicia con el cuestionario y un tercer momento marcado por los libros que se
modelan bajo el mismo principio organizativo de las relaciones cuya base es el cuestionario.
53
Lo que podría denominarse etapa oficial de la escritura se inicia con la creación de la Casa de
Contratación de Sevilla el 20 de enero de 1503 y posteriormente con el Consejo de Indias el 14
de septiembre de 1519.
150 MARÍA JESÚS BENITES

La “Instrucción y Memoria” requiere actos como los de observar, describir,


medir, que guían las acciones básicas que la sustentan: preguntar – responder. Las
instrucciones que acompañan a los viajeros remiten a ordenar, cuidar, prohibir, to-
mar posesión, acciones que efectivizan el dominio sobre los territorios y los habi-
tantes sin necesidad de un registro escrito.
En la Relación de su primer recorrido por el Estrecho de Magallanes (1580),
Sarmiento escribe guiado por la “Instrucción” que le entregara el virrey Toledo donde
claramente se ordena como tarea la escritura. Este texto no sólo dirige la observa-
ción y ordena las acciones sino que además establece los contenidos sobre los que
debe dar cuenta quien escribe. En sus preguntas abarca todos los aspectos referidos
a la indagación, determinando aquello que debe ser observado y trascendido a la
dimensión de la escritura y lo que no. A nivel sintáctico la “Instrucción” se estructura
a partir de los verbos mandar y ordenar lo que se refleja en las directivas acerca de
lo que debe hacer, lo que debe mandar a hacer y sobre lo que se debe escribir.
La lista del hacer es extensa e involucra aspectos como los de cuidar a la tri-
pulación, notificar, seguir el derrotero, nombrar los lugares que se descubran, to-
mar posesión de las tierras y acercarse a los pobladores.

VIII. Tomaréis posesión en nombre de Su Majestad de todas las


tierras de las provincias y parte donde llegáredes, haciendo la solem-
nidad y autos necesarios (8).

IX. Hablaréis con los de la tierra y tendréis pláticas y conversacio-


nes con ellos, procurando entender las costumbres, cualidades y ma-
nera de vivir dellos y de sus comarcanos, informándoos de la religión
que tienen, ídolos que adoran, con qué sacrificios y manera de culto, si
hay entre ellos alguna doctrina o género de letras; cómo se rigen y
gobiernan, si tienen reyes, si éstos son por elección o derecho de
sangre, o si gobiernan por repúblicas, por linajes, qué rentas, tributos
dan y pagan, e de qué manera y a qué personas, e qué cosas son las
que ellos precian (8 – 9).

Los elementos que la Instrucción considera relevantes se sintetizan en las


acciones de describir la población y la gente, anotar la altura de las estrellas y, de
manera general, referir todo aspecto sobresaliente.

V. En todo el viaje que llevardes no habéis de perder el cuidado (...) de


ir echando vuestros puntos y mirando con cuidado las derrotas, corrientes,
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 151

aguajes, que halláredes, y los vientos que en los tiempos de vuestra nave-
gación os corrieren, y los bajos y arrecifes, islas, tierras, ríos, puertos,
ensenadas, ancones y bahías que halláredes y topáredes (7 - 8).

La Instrucción que conduce la escritura del viajero se presenta como un


instrumento con múltiples funciones. Por un lado, es un mecanismo que permite
sistematizar el ejercicio de la observación para elaborar una taxonomía de los obje-
tos naturales. Impera el valor fundamental de ser testigo de vista en tierras casi
inexploradas. Por el otro, responde a la necesidad de obtener una información más
objetiva y confiable con datos útiles para el envío de futuras expediciones.

VI. Al tiempo que os halláredes en la altura de la entrada del Estre-


cho, iréis con mucho mayor cuidado de ver todas las particularidades
de mar y tierra que halláredes, atendiendo a las comodidades de po-
blaciones que por allí puede haber; (...) y procurar con vigilancia sa-
ber todas las bocas que tiene el estrecho a la entrada del mar y medir-
las, poniéndoles nombres a cuantas fueren (8).

IX. Y hallando algunas poblaciones de indios, después de habellos


acariciado y dado de las cosas que lleváis de tiseras, peines, cuchillos,
anzuelos, botones de colores, espejos cascabeles, cuentas de vidrio y
otras cosas de las que se os entregan, procuréis llevar indios para
lenguas (...) si en la tierra hay metales y de qué cualidad, si hay
especiera o alguna manera de drogas cosas aromáticas, para lo cual
lleváis algunos géneros de especias, así como pimienta y clavos, ca-
nela, jengibre, nuez moscada.54 Asimismo os informaréis si hay algún
género de piedras o cosas preciosas de las que nuestra nación estima;
y sabréis los animales domésticos y selvajes y la calidad de las plan-
tas y árboles cultivados e incultos que hubiere en la tierra (8).

Existe un último aspecto en el que me interesa detenerme y es el de los roles


textuales y sociales que determina la Instrucción. El virrey Toledo instaura el man-
dato de una escritura que no lo tiene a él como destinatario sino al Consejo de
Indias y finalmente al Rey.
Las acciones de ordenar y escribir establecen una serie de mediaciones ya
que Toledo dictamina que Sarmiento establezca las normas que deben cumplir y ha-

54
En esta parte de la Instrucción, como en muchas otras, se advierte el desconocimiento de las
tierras hacia donde se emprende la travesía.
152 MARÍA JESÚS BENITES

hacer cumplir quienes ocupan las jerarquías inferiores. De esta manera el Capitán
redacta una “Orden” en donde refleja el modo en que el discurso ha sido diferido.
Esto supone, “un circuito de delegación de la palabra” (Altuna: 2002, 28) pautado
por la estructura jerárquica que estable el texto.

El capitán Pedro Sarmiento, capitán superior de la armada de Su


Majestad para el descubrimiento del Estrecho de Magallanes, digo que
porque una de las cosas que el excelentísimo señor Don Francisco de
Toledo (...) encarga en su instrucción a mí y al almirante de la dicha
armada, es que vamos juntos y en conserva (14).

Todas las acciones de la “Orden” se circunscriben al mundo de los tripulantes


fijando los límites y las medidas punitivas para quienes los transgreden: “I.- encar-
go al dicho almirante (...) que procure con todas sus fuerzas de escusar y prohibir
los juramentos y blasfemias con que Dios Nuestro Señor tanto se ofende. II. Prohibi-
rá los juegos (...). III. Que se eviten pendencias y disensiones. Y si acaso, lo que
Dios no quiera, procure con brevedad y sumariamente castigallas por la ley de la mi-
licia como el caso lo requiere sin demandas ni respuestas de procesos" (15 - 16).55
La situación comunicativa establece, entonces, dos movimientos: uno des-
cendente que es el de la acción coercitiva del mandato de escribir: del virrey, como
representante del Rey, al Capitán, de éste al Almirante; y un movimiento ascenden-
te que es el del cumplimento en el ejercicio de una escritura que tiene como último
destinatario al Rey, figura en la que se abre y cierra el recorrido.56
El mandato se ordena en un texto y se cumple en otro que es entregado a las
autoridades para cumplir con lo solicitado y evitar “caer en mal caso y de las otras
penas en que caen e incurren lo que no guardan las instrucciones y orden que en
nombre de Su Majestad del Rey nuestro señor les son dadas” (13). Aquí la Instruc-
ción supone un ejercicio coercitivo del cumplimiento que establece y hace visible
una vez más la jerarquía que en él subyace y el efecto de poder que crea en
aquellos a quienes se dirige.

55
La orden redactada por Sarmiento es un discurso que pone en funcionamiento un aparato
disciplinario para tener el control sobre las relaciones humanas durante la expedición. El texto
impone lo que Foucault (1998) denomina una “vigilancia jerárquica”, que se ejerce a través de
las miradas que deben ver sin ser vistas y castigar.
56
En estas consideraciones sigo a Walter Mignolo (1987).
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 153

Obedecer el mandato de escritura determina una mirada imperial que regis-


tra los componentes de la naturaleza, las características geográficas y las costum-
bres culturales de sus pobladores y que, de manera fundamental, sustenta el pro-
yecto colonizador.
154 MARÍA JESÚS BENITES

II- Hacia una retórica de las relaciones

"(...) que todo lo contenido en esta


relación y derrotero es verdad."
Pedro Sarmiento, Relación de 1580

Los textos designados como relaciones, escritos durante la conquista y colo-


nización del Nuevo Mundo, establecen una compleja situación comunicativa que se
expresa precisamente en la Instrucción y Memoria “de las relaciones que se han de
hacer y una memoria de las cosas que se han de responder”. Walter Mignolo (1982)
trabaja con las obras predeterminados por el Cuestionario en las que señala rasgos
organizativos y pragmáticos. Los primeros reflejan un modelo creado sobre la base
de las necesidades que brotan de la información que se desea obtener. El rasgo
pragmático es definido por el hecho de ser escritas por letrados. Los textos en los
que se detiene poseen el sentido específico de “relato o informe solicitado por la
Corona” (70) definición que alude a las producciones oficializadas por el cuestiona-
rio de López de Velasco.
En el análisis de los escritos que el propio Sarmiento identifica como relacio-
nes rescato el sentido original que brinda el Diccionario de Autoridades cuando
define relación como “la narración o informe que se hace de alguna cosa que suce-
dió”. Priorizo entonces el rasgo narrativo que aleja la escritura del navegante de un
mero pedido de informes.
De todas maneras, estas relaciones pertenecen al ámbito de lo público y
oficial ya que están dirigidas al Rey y el relato se circunscribe a referir los aconteci-
mientos de la peripecia. Reconozco distintos momentos en los que la escritura se
acerca y aleja del cumplimiento del mandato. Es posible rastrear el proceso me-
diante el cual Sarmiento de Gamboa abandona progresivamente el gesto descripti-
vo de la escritura por encargo, y empieza a relatar los acontecimientos.
La Relación de 1580 es un texto que contesta y cumple con la función básica
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 155

de referir aquello que previamente se ha pedido. Las relaciones de 1583, 1584 y


1590 surgen de la necesidad de ofrecer una narración como único medio de defensa
y de solicitud de recompensas. La primera es una escritura que abunda en las
descripciones, la segunda es invadida por lo narrativo.
La instrucción que orienta del acto de escribir, determina que el material in-
formativo de la Relación de 1580 sea organizado sobre la base de dos movimientos
dentro del cuerpo del relato. Por un lado el de la descripción enumerada de plantas
y animales57 y el de las entradas y posibles puertos con la intención de aconsejar a
los futuros navegantes, explicitada en la apelación a una segunda persona.58 Por
otro, el de la narración detallada y cronológica de las actividades cotidianas que
realizan los tripulantes.59 Esta primera relación es la que más se acerca a la solici-
tud del cuestionario pero, como analizaré en el siguiente apartado, lo descriptivo no
es el único gesto que aparece. La escritura está marcada por un narrador que
irrumpe en el texto con su presencia. En las relaciones del segundo viaje se refieren
sucesos que apartan los textos progresiva y sustancialmente de los requerimientos
de la Instrucción. Sarmiento relata acontecimientos que ante su magnitud, requie-
ren un espacio textual y que desplazan el acto de cumplir con un mandato.
Identifico cada escrito como “relato de viaje",60 para dar cuenta tanto de su
sentido de informe en un marco oficial de circulación, como de un contexto particu-
lar de producción: una empresa marítima colonizadora a un confín inhóspito. Me
interesa, entonces determinar los elementos textuales dominantes en los relatos de

57
“Hay en las montañas pájaros chicos, negros como tordos, y pardos como zorzales, cantores,
buharros, grandes, cernícalos y gavilanes” (1950, 39).
58
“Puédeste arrimar a la tierra sin miedo, porque no hay más de lo que parece” (1950, 36).
59
“Desde lunes hasta martes a mediodía, 27 de octubre, con sueste y susueste bonancible,
entrando y saliendo la vuelta al sudueste y del susudueste. Echéle el camino al sudueste,
porque este día arribamos sobre la almiranta. anduvimos 15 leguas. Este día, a las ocho de la
mañana, nos dió el primer aguacerito del sudueste, que nos dejó viento fresco en la vela, y con
él fuimos al sudueste, y pasado el aguacerillo, volvió el viento al sueste bonancible, que no nos
dejaba ir al susudeste. Los aguacerillos no llueven más que un rocío poco y muy menudo, y
traen viento fresco. Hace por este clima más calor que frío, mas muy buen temple; cielos, mar
y viento apacible” (19).
60
Elena Altuna (1999) señala también el entrecruzamiento entre la relación geográfica y el relato
de viaje y afirma que “ambos tipos de textos proponen, en un desarrollo paralelo a la cartogra-
fía, un modo común de observar y categorizar el espacio indiano” (208).
156 MARÍA JESÚS BENITES

viajes de Sarmiento de Gamboa. En tal sentido, el punto de partida es la clasifica-


ción de los textos que establece quien los escribe. En determinados casos, desde los
mismos encabezados, puesto que en algunos figura el vocablo “viaje”, se imprime
ya a la escritura una dimensión espacial que señala un recorrido y desplazamiento
hacia territorios nuevos y desconocidos.
Lo primero es reconocer quién habla en el texto. En este aspecto es necesa-
rio realizar algunas consideraciones ya que el sujeto textual se inscribe desde dis-
tintos lugares. Hay una alternancia en el uso de una primera persona, singular y
plural, y una tercera del singular. Esta alternancia hizo pensar a algunos editores
que el navegante dictaba sus relaciones (Sarabia Viejo: 1988). El afán por superar
todas aquellas dudas que impedían un acercamiento riguroso a su escritura deter-
minó la necesidad de consultar los manuscritos originales.
El primer acercamiento tuvo la finalidad de determinar cuáles eran los aspec-
tos distintivos de la letra del viajero.61 Establecí que existen dos grupos de manus-
critos: aquellos escritos de puño y letra por Sarmiento y otros sólo firmados.62 Los
textos autógrafos de las Relaciones presentan la oscilación entre la primera perso-
na del singular y plural, y la tercera del singular, que se mantiene aun cuando el
manuscrito sea una copia. Puedo afirmar que esta oscilación en el uso de los pro-
nombres personales no responde a un texto dictado y que constituye un rasgo con
dis-tintos matices.
La tercera persona del singular provoca un efecto de distanciamiento. El que
escribe, Sarmiento, se desdobla en un “él” con el que se autorepresenta, ausentán-
dose.63 Las acciones puntuales están señaladas desde una tercera persona que se
registra en la escritura como “Pedro Sarmiento” para, desde un nivel diferente,
enumerar las múltiples actividades que desempeña dentro de la organización de la
Armada. Estas acciones objetivas son las que sostienen el eje narrativo del texto, y

61
La escritura de Sarmiento de Gamboa se adscribe a la denominada humanística. Este tipo de
letra se introduce en España en el siglo XV proveniente de Italia y por eso es conocida también
como itálica. Su origen se debe, quizás, a los renacentistas florentinos quienes trataron de
buscar una letra que los distinguiera de la letra gótica propia del Medioevo.
62
En este aspecto se presentan distintas variantes. En algunos sólo consta la rúbrica final de
Sarmiento, en otros la probanza inicial o el saludo y aclaraciones finales son de su puño y letra.
63
Emile Benveniste (1971) define la tercera persona como “ausente” o “no persona”.
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 157

por los detalles específicos que brindan, poseen mayor importancia en un contexto
oficial. La narración de lo vivido es uno de los gestos que organiza el relato de viaje.
La tercera persona funciona además para introducir discursos diferidos que
ponen en escena diálogos o extensas alocuciones de aliento a los viajeros. Estos
tramos se insertan anunciados por la fórmula: “dijo Pedro Sarmiento” que permite
reproducir no sólo lo expresado por el narrador sino también el discurso de los
“otros”64 a los que se opone. Precisamente, es la actitud hacia los “otros” la que per-
mite comprender los tonos del discurso. El contexto de la comunicación queda con
este recurso dramatizado.
La primera persona del plural marca un nosotros inclusivo donde el narrador
se asimila a los miembros de la tripulación. En las relaciones del primer viaje casi no
aparece pero en las del segundo el nosotros se funde para enfrentarse a un “ellos”.
Este “nosotros” es una proyección de un “yo” que se enfrenta y contrapone a un
“él”. La primera persona del singular se aleja del relato objetivo de los hechos, se
transforma en el centro de la materia textual para exponer una subjetividad tradu-
cida en emociones. La escritura desde esta primera persona tiene como destinata-
rio a un “tú” lector, asimétrico: el Rey. Este uso del yo desvía el eje narrativo y
descriptivo del texto y pone al descubierto los estados internos del sujeto.
Esta alternancia permite rastrear las representaciones del sujeto textual y
las relaciones que establece en distintos momentos con quienes lo acompañan en la
travesía. El narrador se presenta como un viajero, un navegante. A diferencia de
aquellos que recorren el espacio caminando, quien navega establece con el bar-
co una proyección de sí mismo. El caminante puede recorrer territorios extensos sin
compañía, con un medio propio: su cuerpo.65 El barco, en tanto, es un medio que

64
Parto del concepto estético sobre el “otro” que recorre las indagaciones de la obra bajtiniana.
Para Bajtín el “otro” es una categoría estética fundada en la mirada del autor sobre su héroe.
Véase Estética de la creación verbal. El sentido en que uso el término se acerca a estas
consideraciones ya que Sarmiento de Gamboa se representa en su texto a partir de la relación
con un otro. Además, he considerado apropiado utilizar su propuesta porque transciende la
reflexión literaria; proporciona, en este caso particular, una lectura acerca de las relaciones
humanas.
65
Sigo algunas de las consideraciones de Silvia Tieffemberg (2001) quien ha trabajado la figura
del caminante en la Descripción breve del Perú, Tucumán, Río de la Plata y Chile (1605) de
Reginaldo de Lizárraga. En el período colonial existen otros textos que presentan a quienes re-
158 MARÍA JESÚS BENITES

colectiviza la experiencia del viaje.


El mundo del barco genera entonces, un campo léxico semántico que da
cuenta de la peripecia. Hablo de campo léxico – semántico porque me detengo en
un nivel lingüístico donde observo términos recurrentes que lo constituyen. Allí se
fusionan palabras técnicas que perfilan el mundo de la navegación con los nombres
de las enfermedades que afectan a los hombres y de las que deterioran los barcos.
Las tensas situaciones que genera la travesía forman parte de este campo. En la
escritura está siempre presente el temor al motín y la huída, dos facetas distintas
pero complementarias de la traición. El viento, las corrientes, los movimientos del
mar son la permanente amenaza del naufragio que se inscribe con patetismo con-
tundente en los ahogados.
Otro rasgo sobresaliente es la relación espacio – escritura que se establece
en los textos ya que ésta revela el recorrido, el desplazamiento del discurrir de la
navegación. El itinerario forma parte de la materia textual hasta tal punto que el
acto de escribir adquiere un paralelismo con el de trazar un mapa. Trazar y escribir
son dos de las acciones fundamentales marcadas por la instrucción, ambas tareas
se ejercen sobre un espacio que mientras es definido por líneas, alturas y distancia,
es recorrido y poseído.
El reconocimiento del territorio explicita el otro gesto que estructura el relato
de viajes: el descriptivo. La escritura da cuenta de una mirada que se detiene en los
detalles del paisaje y también en el encuentro con ese otro que lo habita. Se cons-
truye un espacio no sólo físico sino también cultural.
El trazado del mapa y la exposición verbal de la geografía que hace el viajero
- cartógrafo se constituyen en representaciones verdaderas y determinantes de los
nuevos territorios. Los relatos de viajes de Sarmiento son, entonces, de exploración

corren grandes extensiones caminando como Corónica y buen gobierno de Guamán Poma de
Ayala quien se representa, en uno de sus inconfundibles dibujos emprendiendo el camino
apoyado en un bastón y El Lazarillo de ciegos caminantes de Alonso Carrió de Lavandera en
el siglo XVIII, relato en el que el protagonista recorre 946 leguas en diecinueve meses.
Elena Altuna (2002) señala que en la nueva versión del “Cuestionario” elaborada en 1604 se
menciona por primera vez la figura del caminante y afirma que el mismo “en virtud de la
experiencia adquirida, produce una información basada en ‘lo visto y lo vivido’, lo que otorga a
los textos una fuerte dimensión pragmática” (208).
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 159

y contemplan la configuración territorial. Si bien he señalado que se distinguen de las


relaciones geográficas, el espacio es una dimensión determinante tanto en su sentido
racional como en uno emocional ya que las distancias que se recorren se llenan de
significaciones tanto para el que las atraviesa físicamente como para aquél que, des-
de la distancia y a través de la lectura, las transita con la mente.66 Además, la infor-
mación que comunican es fundamental para el control desde la metrópoli.
El vínculo racional con la geografía es guiado por el acto imperial de dominio,
el emocional establece una relación en la que se involucra el propio cuerpo que lo
atraviesa y permite reconocer los momentos eufóricos y de decepción que transmi-
ten los textos de acuerdo a la vivencia con ese entorno. Beatriz Pastor (1983)
despliega dos tipos de discursos: uno mitificador que transmite la visión de América
como un botín y otro demitificador que se concreta en dos expresiones: el naufragio
y la rebelión. En estas escrituras del fracaso se introducen como elementos esen-
ciales la naturaleza en tanto suma de fuerzas violentas, incontrolables y destructo-
ras y el sufrimiento como elemento central del mensaje.
Los relatos de viajes de Sarmiento exhiben componentes comunes con este
segundo momento: el paisaje desaparece como concepto estético y la naturaleza
se transforma en un enemigo; la exploración se denigra en vagabundeo; hay una
cancelación del móvil de la riqueza y la escritura se orienta hacia la de servicio. Si
bien en los relatos sarmientinos se advierte este movimiento descendente, el cartó-
grafo transformado en náufrago jamás se aparta de los objetivos colonizadores.
Los expedicionarios harapientos representan la epopeya de un héroe que posee tal
grado de sometimiento al Rey que desconoce la agonía de sus hombres.
Este entrecruzamiento de significaciones, al que denomino narrativa del de-
samparo, se apodera de la escritura en la medida en que el sujeto se reconoce en
el desconsuelo e inscribe en el texto el padecimiento del propio cuerpo. Sigo los
cambios de posición que adopta este sujeto colonial múltiple y fracturado que se
representa, en un comienzo, como cosmógrafo y lúcido marinero pero que termina
apagándose, en una inscripción invertida de sí mismo, en un suplicante que, en la últi-

66
Sigo las observaciones de Edward Said (1990). En el caso de las Relaciones Geográficas de
Indias, considero que se trató de alcanzar una sistematización del espacio para constituir un
“archivo” de imágenes objetivas sobre el Nuevo Mundo. Precisamente lo que se intentó con la
implementación de la “Memoria e Instrucción” fue despojar lo emotivo en la descripción del
territorio. Este objetivo del Consejo de Indias, no siempre se concretó.
160 MARÍA JESÚS BENITES

ma etapa, sólo pide (exige) recompensas.


El relato de viaje es un tipo de escritura que se produce en espacios sociales
en los que “culturas dispares se encuentran, chocan y se enfrentan, a menudo en
relaciones de dominación y subordinación fuertemente asimétricas” (Mary Louise
Pratt: 1997, 22). El Estrecho se constituye desde el viaje de Magallanes y la escritu-
ra fundante de Pigafetta, en una “zona de contacto” 67 en la que se establecen
relaciones improvisadas tanto a nivel espacial y temporal entre sujetos separados
cultural, lingüística y geográficamente.
En el relato de viaje la escritura intenta sujetar territorios casi desconocidos
e inexplorados. La necesidad de sistematizarla no es más que una proyección del
deseo de apoderarse del territorio. En el acto de escribir se refleja esa necesidad de
poseer el espacio y dominar a quienes lo habitan aunque las inclemencias de la
naturaleza y las flaquezas humanas lo transformen en una experiencia temeraria.
Por esto el relato de viaje es un tipo de texto en cuya realización el narrador entre-
mezcla descripciones del paisaje con el sufrimiento, el penoso vagabundeo con la
exploración de las costas, aspectos múltiples de una escritura guiada siempre por
una pluma imperial.

67
Pratt trabaja este concepto en las obras de los viajeros que recorren desde 1750 el Nuevo
Mundo y África.
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 161

III- Relación de 1580: La escritura de la


euforia

"Y habiéndolos aparejado y reparado,


con nueva alegría nos hicimos a la vela."
Relación de 1580

La primera Relación comprende un período que abarca desde el 11 de octu-


bre de 1579, día de la partida desde el Callao, hasta el 17 de agosto de 1580.68 El
objetivo de la expedición es el reconocimiento de los territorios del Estrecho de
Magallanes para un futuro establecimiento fortificado que proteja las costas de los
piratas ingleses. Sarmiento expresa desde el comienzo los objetivos y dificultades
de la empresa. Este inicio perfila una necesidad de reconocimiento al esfuerzo que
significa recorrer una zona inhóspita y acrecienta el heroísmo de quien la encabeza.

Determinó en enviar [Francisco de Toledo] a descubrir el Estrecho de

68
Bernardo Iriarte edita por primera vez este texto bajo el título de El viage al Estrecho de
Magallanes por el capitán Pedro Sarmiento de Gamboa en los años de 1579 y 1580 y noticia de
la expedición que después hizo para poblarle, Madrid: Real de la Gazeta, 1768. Ángel Rosenblat
la edita, partiendo de Iriarte, como “Relación de Pedro Sarmiento de Gamboa sobre su primer viaje
al Estrecho de Magallanes”. Tomo I, 3 - 176. A ella pertenecen todas las citas que utilizo.
Me interesa referir algunos detalles sobre mis indagaciones para poder consultar el manuscrito.
Bernardo Iriarte refiere que encontró el manuscrito en la Real Biblioteca. En la instrucción se señala que
debían hacerse cuatro copias. En el Archivo General de Indias de Sevilla busqué infructuosamente
alguna. Guiada por los datos de Rosenblat y de Sarabia Viejo quienes confirman la ubicación del
manuscrito en la Biblioteca del Palacio Real de Madrid, me dirigí a esa deslumbrante Biblioteca. Allí, no
pude dar con él. En la Sala “Miguel de Cervantes Saavedra” de la Biblioteca Nacional, cumplí la última y
esperanzada etapa de rastreo. En el catálogo figuraba el manuscrito, sin embargo, al hojearlo advertí
que se trataba de una copia posterior. Desde ese momento, pensé que, como había sucedido con
Historia Indica, el manuscrito habría tenido un destino diferente y que estaría perdido en algún anaquel.
162 MARÍA JESÚS BENITES

Magallanes, que por esta Mar del Sur se tenía casi por imposible po-
derse descubrir, por las innumerables bocas y canales que hay antes
de llegar a él donde se han perdido muchos descubridores que los
gobernadores del Pirú y Chile han enviado allá; y aunque han ido a
ello personas que entraron en él por el Mar del Norte, nunca lo acerta-
ron, y unos se perdieron y otros se volvieron tan destrozados de las
tormentas, desconfiados de lo poder descubrir, que a todos ha puesto
espanto aquella navegación (5).

La flota estaba compuesta por dos naves; la nao mayor “Nuestra Señora de la
Esperanza” en la que iba Sarmiento y la “San Francisco” de la que fue nombrado Almiran-
te Juan de Villalobos. El propio Capitán se encargó de reunir los ciento doce hombres,
entre soldados y marineros, para la travesía. La instrucción especificaba que, una vez
descubiertas las entradas al Estrecho, uno de los navíos debía volver al Perú y el otro
dirigirse a España para informar a Felipe II los resultados. El relato de-talla los aconteci-
mientos suscitados en la empresa de manera prácticamente cotidiana.69
Durante la travesía Sarmiento encara distintas expediciones de reconocimien-
to por los múltiples archipiélagos que se multiplican en el Pacífico. El día 21 de enero
de 1580 deciden navegar por mar abierto hasta encontrar la boca del Estrecho, pero
un temporal pone en peligro a la tripulación y las naves. Después de esta tormenta el
navío comandado por el Almirante no se une al de Sarmiento. Antes de seguir la

Al entrevistarme en Santiago de Chile con el Dr. José Miguel Barros Franco y al comentarle mi
periplo en pos del texto, me pidió que aguardara unos minutos. Cuando regresó traía en sus
manos una copia del original, advertí que la letra era la de Sarmiento y que los dibujos que
ilustran la edición de Iriarte y las sucesivas son una estilización de los que él trazó de manera
más sencilla. El Dr. Barros encontró el documento en Filadelfia, Estados Unidos, entre los
manuscritos de “The Philip H. & A.S.W. Rosenbach Foundation”. La relación está escrita de
puño y letra por Sarmiento, contiene su firma y la de los demás miembros de la tripulación de
"Nuestra Señora de la Esperanza". Además, está refrendada por el escribano Joan de Esquivel,
quien la autenticó el 17 de agosto de 1580.
A las ediciones de Iriarte y de Rosenblat se suman otras parciales. Existe una de 1944
realizada por Julio Guillén Tato y publicada por el Instituto Histórico de Marina de Madrid. El texto
ha sido editado además por Juan Bautista González en Historia 16 (Madrid: 1987) y Justina
Sarabia Viejo en Alianza. (Madrid: 1988). En la dirección de internet www.artehistoria.com
puede leerse en su totalidad la edición preparada por González.
69
En tal sentido, este texto sarmientino es el que más se aproxima a un “diario” o “libro” de
navegación.
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 163

travesía el Capitán espera en vano durante diez días que Villalobos aparezca en
el Puerto de la Misericordia.70
El 2 de febrero arriban al Estrecho de Magallanes. El narrador se presenta
desde una tercera persona que objetiviza las acciones desde la distancia. El sujeto
introduce a “Pedro Sarmiento” que se desplaza en el texto realizando diversas ac-
ciones individuales y concretas que marcan el rol social que cumple: “Este día man-
dó Pedro Sarmiento al almirante Juan de Villalobos que no pasase delante de la
capitana” (19); “Muchas dellas pagó Pedro Sarmiento, y otros se obligó por ellas”
(18); “Pedro Sarmiento nombró a esta bahía Golfo de la Sanctísima Trenidad” (27).71
La mayor distancia de la tercera persona del singular se advierte en los
tramos descriptivos del relato en los que se entrecruzan la relación espacio - escri-
tura. En ellos la voz narradora se ausenta y despliega los elementos del paisaje. El
texto es una manifestación de la necesidad de novedad que invade al mundo
renacentista. Si bien Antonio Maravall (1986) señala que la admiración era despertada
por el descubrimiento de novedosas técnicas de construcción, u otras manifestacio-
nes,72 el navegante describe los elementos de la naturaleza que caracterizan el
espacio que se recorre, plasmando una mirada detallada y cercana a lo científico.

Viéronse [se refiere a los pingüinos] una manera de patos pardos y


bermejos sin plumas, que no vuelan, sino vuelapié corren, y por el
agua no se pueden levantar sino a vuelapié, dando con los alones a
manera de remo. Huyen por el agua con mucha velocidad, y dejan un
rastro por el agua como un batel cuando boga; huyen tanto, que un
buen batel a la vela a popa no los alcanzara con buen viento (39).73

70
Desde los primeros días Sarmiento observó que la nave almiranta iba, a pesar de las adverten-
cias, siempre adelante. Los primeros enfrentamientos se suscitaron cuando el Capitán le
advirtió al piloto Hernando Lamero “que siguiese la capitana de día y de noche, so pena de
privación de oficio y que enviaría a la almiranta quien la marease; y al almirante le mandó, so
pena de la vida, no se apartase de la capitana de día ni de noche” (24).
71
El énfasis en los verbos es mío.
72
Me refiero al capítulo titulado “La circunstancia del descubrimiento de América” incluido en
Antiguos y Modernos.
73
En este fragmento se advierte que los términos comparativos pertenecen a un manejo de la
realidad próxima al sujeto, como es la navegación.
164 MARÍA JESÚS BENITES

Aunque en su escritura recurre para la explicación a la estrategia del símil,74


Sarmiento no es dominado por la compulsión analógica directa con el mundo euro-
peo que invade el proyecto escriturario de Cristóbal Colón. Ese gesto que guiaba la
mirada colombina respondía, por un lado a la tendencia que existía en la Edad Media
a calificar todo de acuerdo a la estrategia del símil; por otro, a la concepción que
predominó en la Antigüedad de que la naturaleza era una e intercambiable, por lo
tanto, las formas naturales constituían una constante en el universo conocido.
Además, el navegante se esfuerza por referir y dar cuenta de esa nueva
geografía. La mirada selecciona elementos que demuestran la conciencia histórica
de quien escribe. La pluma revela una vez más al letrado que la empuña; el modelo
historiográfico y las divisiones de la historia que han sostenido su texto sobre los
incas, reaparecen en esa necesidad de describir el mundo natural.75
El distanciamiento, esa “no persona” (Benveniste: 1973) textual es la que
traza el mapa cuando señala alturas, distancias, longitudes, latitudes que se inter-
calan en el relato de manera constante. Estos fragmentos son los que revisten
información útil para la Corona. La “no persona” representa al narrador como un
geógrafo que cumple estratégicamente con la función de informar para completar
un catálogo utilizable.
La tercera persona es empleada también para introducir los diálogos que
denotan una situación escénica en el texto. El diálogo más extenso que se recrea se
genera en un momento tenso de la empresa señalado el día 5 de febrero cuando el
estado de ánimo de la tripulación ha ido alterándose dada la falta de alimentos y el
estado de la nave. El “yo” se enfrenta y opone a un “ellos”. Estas tensiones entre
quienes quieren continuar la empresa y los que en cada puerto pretenden abando-
narla es una constante en los relatos de Sarmiento.

A lo cual Hernando Alonso dijo al general que lo mirase bien, que lo que

74
Parto de Michel Foucault (1986), quien señala a la semejanza como el fundamento epistemológico
que rige el pensamiento en el siglo XV-XVI. El estudioso enumera cuatro formas principales del
saber de la semejanza: la conveniencia, la emulación, la analogía y la simpatía. Considerando
estas categorías la forma que emplea Sarmiento es la de analogía ya que establece similitudes
entre las relaciones de los objetos y no entre sus propiedades materiales o visibles.
75
Recordemos que una de las partes de su proyectada Historia Índica, era la escritura de una
“historia natural de estas tierras, porque será particular descripción dellas, que contendrá
maravillosos hechos de naturaleza” (82).
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 165

Antón Pablos76 decía era lo que convenía, y que querer perseverar en ir


adelante, era tentar a Dios. A esta palabra Sarmiento, no pudiéndolo ya
disimular, le quiso castigar rigurosamente, pero porque lo dijo simplemente
y con pecho de hombre llano y con sólo temor de ahogarse, lo disimuló, y
se reportó, diciéndole: “Yo no quiero ni pretendo tentar a Dios, sino con-fiar
en su misericordia, haciendo de nuestra parte lo que fuere posible a nues-
tras fuerzas (y lo que él decía era desconfiar), y no me trate más desta
materia, que al que dello me tratare lo castigaré poderosamente, y con
esto no tengo más que decir, sino que luego nos hagamos a la vela” (87).

Intercalar en el texto la palabra directa permite destacar, como cualidad ex-


cluyente en el elegido por el virrey Toledo, un valor y un coraje desmedidos, ele-
mentos fundamentales para asegurar el buen término de la empresa. La anulación
y desautorización de la palabra de los otros y la amenaza de castigo acentúan la
construcción del narrador como un modelo de vasallo que desconoce los límites y
temores ajenos y que no se permite referir los propios.
El amotinamiento y desacato a la autoridad del Capitán se clausuran con la
muerte. En el relato se menciona, sin brindar ningún detalle, el asesinato del Alférez
Juan Gutiérrez de Guevara a quien “se le dio garrote por traidor a la corona real de
Vuestra Majestad y por hombre sedicioso y deshonrado de la real señal y bandera,
y porque quiso impedir este descubrimiento que por mandado de Vuestra Majestad
y en su real servicio se había y ha hecho” (161).77

76
Antón Pablos era el piloto de la capitana secundado por Hernando Alonso.
77
Si bien en la Instrucción se le confería a Sarmiento la facultad de castigar con la muerte a los
sediciosos, el 17 de abril de 1581 los miembros del Real Consejo de Indias elevaron al Presiden-
te del mismo una solicitud para que se averiguaran los motivos por los cuales el Capitán había
hecho justicia. También solicitaron que Sarmiento entregara los autos que hubiere escrito
sobre el acontecimiento y la cuenta de los bienes que habían pertenecido a Gutiérrez. La
documentación relativa a este proceso se encuentra en el A.G.I. Contratación, 597 y fue
hallada y publicada por José Miguel Barros. 1992.
El 22 de agosto se tomó la primera declaración. En ella afirmó que el Alférez “amenazó a toda la
gente de la armada y a este declarante, diciendo que todos los que había de popa a proa se la
habían de pagar y queriendo este declarante en la dicha isla de Cabo Verde salir tras unos
corsarios franceses o ingleses que andaban delante del puerto, este declarante echó bando
que, pena de vida, todos se embarcasen para ir tras ellos; y el dicho Juan Gutiérrez no solamente
no quiso obedecer el dicho bando, antes persuadió a otros que no le cumpliesen, diciendo que no
se daba nada por todos los bandos que echasen en nombre del rey, diciendo que él
166 MARÍA JESÚS BENITES

Hay un último uso de la tercera persona en la cual el narrador se acerca a la


inscripción de sí en un desdoblamiento compasivo:“y les mandó dar a libra a los que
quedaban en el navío, sin tener consideración a lo de a[de]lante ni teniendo respeto
a la miseria quel pobre de Sarmiento78 y sus compañeros pasaban en el batel” (70).
En vez de alejarse, con este gesto acerca al relato su propia interioridad.
La primera persona del plural es utilizada para referir actos colectivos que
denotan también el vínculo entre espacio y escritura. He afirmado que el hecho de
que el derrotero se realice en un barco determina una experiencia de grupo. El uso
del plural difumina a los sujetos y los asimila en una acción de conjunto en las que
un número de personas comparte las mismas vivencias sobre la zona que se explo-
ra: “hallamos mucha huella de gente” (38); “conocimos algunos árboles de los de
España” (39).
Cuando la mirada se detiene en las características que presenta la vegeta-
ción y el espacio, lo descriptivo se asimila a la narración de lo que se vive. La
escritura expone progresivamente las dificultades para recorrer el nuevo territorio
y es allí donde no dejan de asombrar las exageraciones con las que se representan
a la naturaleza del Estrecho, más cercana a la desmesura de los climas tropicales
que al de las inclemencias del extremo sur.

Toda esta tierra, cuando podimos juzgar de una y de otra parte, es


áspera y montosa cerca de la mar; (...) de la demasiada humidad hay
sobre las peñas un moho tan grueso y corpulento que es bastante a criar en
sí y sustentar los árboles que se crían en aquellas montañas; y estos céspe-
des de este moho es esponjoso, que pisando sobre él se hunde pie y
pierna, y algunas el hombre hasta la cinta; y hombre hubo que se hundió
hasta los brazos, y por esta causa son trabajosísimas de andar estas mon-
tañas; y también por ser espesísimas, tanto que algunas veces nos era
forzoso caminar por las puntas y copas de los árboles y podíannos susten-
tar por estar los unos árboles con los otros fuertemente trabados y entrete-

había acuchillado a otros generales y señaladamente a Don Álvaro Manrique y que así acuchillaría
o mataría a este declarante, que era su general” (416 – 417).
Sarmiento debió declarar nuevamente el 14 de septiembre y entregar la documentación solici-
tada así como el detalle de la almoneda de la ropa y bienes del ajusticiado. A su declaración se
sumó la de otros tripulantes (el enfermero Pedro de Isásiga, el carpintero, el condestable y al-
guacil de la nao y un marinero) quienes ratificaron sus dichos.
78
La cursiva es mía.
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 167

jidos, y teníamos esto por menos trabajoso que andar por el suelo; y
cualquiera destos caminos era mortal, lo cual hacíamos por excusar
despeñaderos (39).

Lo visto y descripto desde los barcos se une a lo vivido en la interacción di-


recta con una naturaleza hostil, que a medida que se avanza recrudece. La desilu-
sión origina en los sujetos una fractura, en la cual entran en oposición la lucha por
sobrevivir en un paraje inhóspito y la de concretar la misión que se les ha encomen-
dado. El uso del plural es el medio que le permite al narrador establecer la distancia
crítica para reflexionar sobre la situación de sí mismo y de quienes lo acompañan.

Y en algunas partes hallamos tantas perlas en los mejillones que


nos pesaba, porque no las podíamos comer, (...) mucho más deseába-
mos comer que riquezas, porque muchas veces nos faltaba, porque
por aprovechar el tiempo y por descubrir una punta y otra punta,
tasábamos la comida de cuatro días para diez y entonces procurába-
mos suplillo con marisco, y las perlas nos lo impedían. Aquí se veía
bien en cuán poco se estiman las riquezas que no son manjar, cuando
hay hambre, y cuán poco son de provecho y cuánto fueron cuerdos los
antiguos, que las riquezas que por tales estimaban eran ganados mansos
y mieses cultivadas (40).

Estas reflexiones bucólicas son frecuentes en los relatos de viajes ya que “el
viajero es quien produce un texto en que se presenta a sí mismo como el que ha su-
frido fatigas, ha corrido peligros y aún ha hecho erogaciones, con el objeto de poder
ver para informarse, de poder interrogar para comprender lo visto y de poder
ejercitar su espíritu crítico para discernir la verdad de lo maravilloso” (Miguel Guerín:
1992, 5).
En este texto se inicia una modulación discursiva que involucra el eje des-
criptivo y narrativo. En ella se articulan distintos elementos que incorporan a la
escritura el sufrimiento corporal que padecen quienes se embarcan en exploracio-
nes costeras e internas. Comienzan a inscribirse algunos de los elementos de la
narrativa del desamparo en la actitud de desconcierto, en la racionalización extre-
ma de la comida y en la falta de mudas de ropa y calzado.
El contexto en el que se ubica esta escritura es en una exploración costera a
bordo de un batel (navío pequeño) lo que presupone la posibilidad inmediata y
concreta de arribar a un refugio, el barco. Estos componentes serán luego reescritos
168 MARÍA JESÚS BENITES

en los textos 1584 y 1590, no ya desde la carencia sino desde la anulación. Los
hombres que acompañan a Sarmiento circularán, sin orientación, por parajes hos-
tiles en un penoso y, sobre todo, desesperanzado vagabundeo. Pero el narrador no
revela aún el propio padecimiento sino que lo asimila al del “nosotros” y al del
“ellos”.

Todos estos días tuvimos grandes y pesados aguaceros y grandes


fríos, y de noche pasábamos mucho trabajo en hacer fuego, y por
enjugarnos nos metamos en el fuego sin sentirlo, y quemábamos las
ropas y calzados, porque de otra manera no podían vivir, mayormente
los marineros, que molidos y cansados de remar y mojados, llegaban
los pobres yertos y pasmados, sin tener ropa que poderse mudar,
porque en el batel no se podía llevar, por ser pequeño, y la comida
también era poca, porque siempre la íbamos tazando mucho (63).

Las miradas describen el nuevo espacio y las vivencias pautan el eje narrativo
que se sostiene en las acciones referidas desde la tercera y primera persona. En la
medida que escribe no sólo configura el territorio sino que además se apropia de él.
La acción de nombrar es también una actividad colectiva que manifiesta una
de las formas frecuentes de ejercer el poder sobre lo otro diferente, distinto, de lo
que hasta ese momento no ha sido designado. El viajero encuentra en el bautismo
la confirmación de que se ha vuelto dueño y propietario. En el espacio inhóspito que
recorren el marino y su tripulación todo parece ser nuevo, sin palabras que califi-
quen lo que se observa. Se inicia el proceso de nombrar lo inmombrado. Las deno-
minaciones que se adjudican se convierten en “sellos de propiedad” (Jitrik: 1983)
que señalan un nuevo poseedor para un objeto – espacio al que se le desconoce su
dueño original.
El acto de nombrar, explicitado como orden en la Instrucción, establece en la
escritura un estrecho vínculo entre el nombre y el objeto y trasluce un acercamiento
entre el sujeto y el mundo que se menciona. La mayoría de las designaciones se
orientan a definir alguna característica física o referir una circunstancia anecdótica
que penetra en la escritura por medio de esa interacción: “Llamamos a este puerto
de Nuestra Señora del Rosario, y al otro, Peligros, aunque los marineros le llamaron
Cache Diablo” (30).

Y fuimos a parar a tres islotes que están en triángulo una legua de


la punta donde vimos esta gente, y por esto la nombramos Punta de la
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 169

Gente.(...). Llamamos a estas isletas de la Dormida, porque fuimos allí


a hacer noche y parar. A esta sierra llamamos la Silla porque hace una
gran sillada en la cumbre (46).79

El acto simbólico de escribir como mecanismo de apropiación del espacio se


materializa en la escritura, no menos simbólica pero sí más efectiva, del acta de
posesión. Las cuatro actas que se intercalan en el cuerpo del relato del viaje trasla-
dan al papel el acto efectivo de toma de posesión del territorio.80
El espacio se posee mediante un acto ritual: “con la espada que tenía en la
mano cortó árboles, ramos y hierbas, y mudó piedras, y dellas hizo un mojón en
señal de posesión” (31) que se traslada a la escritura y firma del acta, instrumento
que representa además, el modo formal y efectivo mediante el que se desapropia y
desconoce al dueño original de la tierra. Las actas y los nombres constituyen meca-
nismos institucionales y acabados de colonización del espacio.
La primera persona del singular se presenta como yo rotundo y quien dice
“yo” no puede dejar de referirse a sí mismo (Benveniste: 1973, 164). El narrador se
representa en el texto para señalar algunas acciones que hacen al funcionamiento
de la empresa. Desde este lugar de enunciación se enumeran nuevamente las acti-
vidades propias del navegante y el geógrafo. Pero más que las acciones me intere-
sa señalar las actitudes que refleja aquel que dice “yo”.
Viajar es querer apropiarse del territorio que se descubre y recorre. El Estre-
cho es un espacio colonial, penetrado, poseído y renombrado. En este contexto la
primera persona concibe su empresa como de descubrimiento de tierras casi
inexploradas. Recordemos que en el siglo XVI, como lo señala Covarrubias, descu-
brir implicaba no sólo “quitar la cubierta a alguna cosa, destaparla, ponerla de ma-
nifiesto”, sino que también “equivale a registrar o alcanzar a ver”.

79
Es interesante destacar que en la adjudicación de nombres no existe, como en otros viajeros,
una recurrencia de designaciones religiosas. Además, Sarmiento no alude a los nombres que
asignara Magallanes durante su travesía.
80
La primer acta refiere la posesión del puerto de Nuestra Señora del Rosario y está fechada el
día 22 de noviembre de 1579. La segunda es del Puerto Bermejo el día 27 de diciembre de 1580,
la tercera es la de Isla de la Santa Inés del 3 de febrero de 1580 y la última y más impor-tante
es la de posesión del río de San Juan y del Estrecho de la Madre de Dios y es del día 13 de
febrero de 1580. Todas las actas llevan las firmas de Pedro Sarmiento y la de Joan de Esquibel,
escribano real que da fe de lo actuado.
170 MARÍA JESÚS BENITES

En ese registro por escrito de lo que se alcanza a ver, Sarmiento desde un


"yo" no sólo desconoce la mirada de otros viajeros, como la de Pigafetta, sino que
incluso desapropia a Hernando de Magallanes del contexto del descubrimiento del
Estrecho “de la madre de Dios, mal llamado de Magallanes” (6).
La observación e interpretación de la naturaleza guía la escritura hacia el cam-
po de la discusión intelectual ya que se establece una polémica con el horizonte
científico del momento. Por esto ingresa en el texto un nuevo gesto que se suma al de
la narración y la descripción: el discernimiento. El mundo referido no se caracteriza
por el tipo de objeto referido sino por la forma inicial de conocimiento de ese objeto:
la experiencia sensible. La posición del sujeto como un explorador y cosmógrafo se
evidencia en que los conocimientos científicos que posee se adquirieron inicialmente
mediante la experiencia sensible, aunque no provenga exclusivamente de ella.81

Pero la verdad es ser tal regla falsa [se refiere a las agujas de marear],
por la experiencia que yo he hecho, y muchas, varias y diferentes partes
del mundo, orientales, occidentales (...) y los relojes que no son hechos
generales, sólo son precisos para aquella altura para donde se hacen, o
para poca más o menos, aunque algunos piensan que al mediodía todos los
relojes sirven bien; lo uno y lo otro es error notabilísmo y dañoso, que
conviniera haber advertido y emendado (22).

Las fuentes medievales repiten con frecuencia la idea de que hay que usar,
ejecutar y probar el saber que se recibe, sin embargo el hombre medieval no traba-
ja investigando zonas nuevas de la naturaleza sino probando y comunicando lo ya
conocido. En Sarmiento se advierte la necesidad del hombre moderno por cuestio-
nar los hechos, por encontrar nuevas respuestas a los fenómenos naturales y cien-
tíficos ya que, como señala Miguel Guérin, el discurso del relato de viaje “compite
por la definición de la ecúmene” (1992, 6).82
En este sentido, el viajero valida su texto en la incuestionada superioridad de
la experiencia sensible como forma de conocimiento y lo prestigia con la narración
de las dificultades que su adquisición implica. Desde el momento mismo en que to-

81
Estas consideraciones parten de Miguel Guérin (1992) quien trabaja las relaciones entre
experiencia sensible y razonamiento discursivo en el Diario del primer viaje de Colón.
82
Guérin señala que en cada momento del devenir de una organización sociocultural se confron-
tan discursos que tratan de referir la ecúmene. Ibídem, (6).
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 171

ma la decisión de escribir, Sarmiento considera sus conclusiones imprescindibles


para reparar las vacilaciones de otros cosmógrafos y navegantes. El suyo es un dis-
curso de la réplica que, si bien impugna, corrige, desautoriza, propone nuevos pará-
metros de observación.83

Cuando veníamos navegando sobre la costa del Paraguay y San


Vicente, y con los puntos íbamos embistiendo en tierra y no la tomá-
bamos, echábamos la culpa a que las cartas, que estaban falsas y mal
pintadas y descriptas.84 (...) Algún día yo pondré esta regla, con el
ayuda de Nuestro Señor Dios, de manera que se puedan aprovechar
della los que quieran, y al cabo pondré alguna notable regla de esta
navegación (140).

La ofuscación ante aquellos que “por no trabajar un poco más de lo ordinario”


(140) han creado confusiones determina una actitud de exclusión basada en la fal-
sedad de los resultados de viajes anteriores. Relacionado con esta postura, el espa-
cio se abre y reproduce en el texto a medida que es recorrido. Esto implica no sólo
una refutación directa de conocimientos anteriores sino también la búsqueda de
nuevos medios instrumentales y métodos científicos para configurarlo en las cartas
de marear y los mapas, representaciones últimas del proceso de apropiación colo-
nial.85

83
Es importante considerar que esta actitud de Sarmiento lo aleja considerablemente del Diario y
cartas de Colón. El Almirante no refuta, sino que confirma en lo que ve aquello que procede de las
fuentes autorizadas, aunque éstas pertenezcan al orden de lo mítico. Véase Noé Jitrik: 1983.
84
La cursiva me pertenece.
85
Mignolo (1989, 1995) afirma que con el trazado de los mapas y la ubicación en ellos del Nuevo
Mundo (como del emblemático portulano de Juan de la Cosa y la Tabula terre nove de Martin
Waldseemüller, donde sugiere el nombre América en honor a Vespucio) se efectiviza, en el
siglo XVI, el proceso de colonización del espacio ya que colocar América en el mapa “no era
necesariamente una tarea dedicada a encontrar la verdadera forma de la tierra, estaba ade-
más relacionada con el control de los territorios y con la colonizaión del imaginario de la gente
de ambos lados del Atlántico: los indígenas americanos y los europeos” (280). La traducción
me pertenece.
Sarmiento señala, en determinados momentos de su relato, que ha trazado cartas de marear y
da cuenta de la confección de un mapa del Estrecho. Lamentablemente, ninguno de estos
documentos se conserva. El propio viajero se encargó de destruirlos en un desdichado episo-
dio, uno de los tantos en su azarosa vida.
172 MARÍA JESÚS BENITES

El cosmógrafo posee dos instrumentos de navegación esenciales que reco-


rren su escritura y guían el rumbo del barco y el trazo de las cartas marítimas: la
aguja de marear y el astrolabio. La aguja es sinónimo de brújula,86 el segundo es un
“instrumento de metal que se usaba antiguamente para observar en el mar la altura
del polo y los astros” (Rosenblat: 1950).87 El Diccionario de Autoridades señala que
con el astrolabio se “describen geométricamente los círculos celestes, que se repre-
sentan los que pertenecen al primer móvil, de tal manera que se pueden considerar
y meditar todos sus puntos y arcos, con no menos perfección que el globo verdade-
ramente redondo, que se refiere en el primer móvil”.
Desde esta primera persona los argumentos que sostienen las polémicas se
basan en la propia experiencia.88 Su percepción del mundo supera el saber puramen-

86
El Diccionario de Autoridades define aguja de marear: “Es una flechilla, o saetilla tocada a la
piedra imán, que puesta sobre una púa da vuelta mirando siempre al Norte, la qual se llama
también brúxula, y va puesta el una caxa, que llaman la Vitácora, de la qual usan los Marineros
para conocer los vientos en la mar”. En su libro Los descubridores Daniel Boorstin señala que
en la China alrededor del año 1000 se aplicó la aguja para la navegación. En Europa el proceso
de aceptación del instrumento fue posterior. El autor refiere que el uso de la aguja era asociado
con la magia. Durante muchas décadas los capitanes debieron consultar la brújula en secreto.
Ésto explica para Boorstin (1986) los orígenes de la bitácora donde se la guardaba. “Durante
los siglos que la brújula era considerada un instrumento sobrenatural, el piloto sin duda procu-
raba mantener su aguja magnética lejos de la vista del público. (...). Después de perder su
sabor de misterio, y cuando se transformó en la herramienta cotidiana de cualquier marinero,
la brújula salió a cubierta” (T. I, 222).
87
“Glosario de Voces Marítimas”. En Viajes al Estrecho de Magallanes de Pedro Sarmiento de
Gamboa. T. II.
88
Esta actitud indagatoria de los sistemas de medición de las distancias se origina en el momento
mismo del descubrimiento de América. Pienso en Américo Vespucio quien ha demostrado en
sus escritos una mayor preocupación y afán de exactitud científica que Cristóbal Colón. En una
carta del 18 de julio de 1500 dirigida desde Sevilla a Lorenzo de Médicis apunta: “En cuanto a
la longitud, digo que para conocerla encontré tanta dificultad que tuve grandísimo trabajo en
hallar con seguridad el camino que había recorrido por la vía de la longitud, y tanto trabajé que
al fin no encontré mejor cosa que observar y velar de noche las oposiciones de un plantea con
otro, y máxime el movimiento de la Luna con los otros planetas, porque el planeta de la Luna es
más rápido en su curso que ningún otro. (...). Y después de muchas noches que estuve en
observación. Una noche entre otras, estando a 23 días de agosto de 1499, que fue una
conjunción de la Luna con Marte (...) hallé que al salir la Luna en nuestro horizonte, que fue una
hora y media después de puesto el Sol, el planeta había pasado a la parte del oriente: digo que la
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 173

te teórico y pondera el empírico. Sarmiento establece una relación científica con el


espacio que trasciende en una permanente actitud de búsqueda experimental. La
relación espacio – temporal es la que determina la necesidad imperiosa de situar el
desplazamiento del cuerpo en un punto exacto.

Era grande la perplejidad que teníamos de ver que muchas veces


con el punto íbamos zabordando en tierra y nunca víamos; por donde,
aunque sabíamos dónde estábamos según latitud, que es el norte –
sur, ignorábamos la longitud, que es el camino del lesteoeste; y para
averiguallo, aunque Sarmiento lo sabía tomar, no tenía instrumento
para ello; y la necesidad, inventora de las artes, hizo que Sarmiento
hiciese un género de báculo o ballestilla con que lo tomase, y con este
instrumento, con el ayuda de Dios, a 31 de marzo, al amanecer, tomó
el general los grados de longitud por la llena de la luna y nacimiento
del sol, y halló que estábamos diez y ocho grados más al occidente
que el meridiano de Sevilla. Por donde claramente entendió que las
corrientes que habían ido al leste nos habían sacado al fuera en el
golfo hacia el leste más de docientas y veinte leguas hasta aquel pun-
to. Eso comunicó Sarmiento con los pilotos, y como es facultad que
ellos no aprende, no lo creían y decían ser imposible (135 - 136).89

La actitud del sujeto cosmógrafo que indaga y cuestiona es reforzada en la


escritura cuando se dirige a un “tú” lector con el que establece una suerte de diálogo
en tono de consejo, y que lo identifica como futuro expedicionario. La navegación
en sí misma constituye en el texto un discurso en el cual el narrador se posiciona
como detentador del conocimiento que se expone. En estos tramos, se crea un
efecto de lectura por medio del cual el narrador cumple la función de guía, es quien
selecciona los aspectos relevantes del paisaje en relación con las propias vivencias
para orientar, prevenir y guiar a su lector.

Luna se hallaba más oriental que Marte cerca de un grado y algún minuto más, y a la mediano-
che se hallaba más al oriente 15 grados y medio, poco más o menos; de modo que hecha la
proporción, si 24 horas me valen 360 grados ¿qué me valdrán 5 horas y media? Encuentro que
me valen 82 grados y medio” (1986, 56).
89
Richard Pietschmann (1906) señala que es posible que Sarmiento conociera una edición de
Pomponio Mela (París: 1556) con observaciones de Petrius Olivarius sobre diversas maneras
de calcular la longitud. Lo que sorprende es que en medio de condiciones adversas Sarmiento
tuviera la capacidad para improvisar un instrumento de medición.
174 MARÍA JESÚS BENITES

No se fíen los navegantes de las agujas de marear hechas en este


paraje en los relojes España y Francia y Flandes y partes de más
altura para fijar el son con el astrolabio ordinario; ni tampoco por el
aguja de marear, porque cuando lo marcares al norte pensarás que
pensarás que es mediodía y habrá pasado ya más de una cuarta (21).

El último gesto de apropiación efectiva del territorio es el del trazado de los


dibujos que ilustran las descripciones amplificando con líneas las palabras. Durante
el transcurso del viaje Sarmiento realiza once figuras con los recortes de los relie-
ves y las “señas”. La inclusión de las ilustraciones señala el rigor científico al que
pretende adscribir su escritura. Incorpora asimismo una imagen que representa la
observación de un fenómeno celeste.

Esta noche [7 de febrero], a una hora de noche, a la banda del


sueste cuarta al sur, vimos salir una cosa redonda, bermeja como
fuego, como una [a]darga, que iba subiendo por el cielo o viento.
Sobre un monte alto se prolongó; y estando como una lanza lata sobre
el monte, se hizo como media luna entre bermeja y blanca. Las figuras
eran de esta manera:90 (90)

He señalado que las condiciones de producción de la escritura del relato de


viaje se adscriben a una zona de contacto, espacio donde se desarrollan encuentros
coloniales. La expedición de Magallanes es la primera que explora el Estrecho y
establece vínculos con sus habitantes.
En la instrucción que lo acompaña se pautan las acciones que deberán cum-
plirse cuando se produzca el encuentro con los indios: “después de habellos acari-

90
En el rastreo de material bibliográfico sobre Sarmiento encontré un artículo que brinda una
interpretación bastante particular sobre este episodio. El mismo se titula “El cronista Sarmiento
de Gamboa y un posible patillo volador” de José Antonio del Busto quien, como se indica en el
título, sugiere que el viajero pudo haber observado un fenómeno extraterrestre. En Revista
Mercurio Peruano, N° 463, 1966.
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 175

ciado y dado de las cosas que lleváis de tiseras, peines, cuchillos, anzuelos, botones
de colores, espejos, cascabeles, cuentas de vidrio y otros cosas de las que se os en-
tregan, procuraréis llevar algunos para lengua” (IX. 8). En el itinerario se percibe la
presencia de los indígenas ya que el narrador refiere las señales que la denotan, co-
mo en una referencia del día 27 de noviembre: “En esta playa hallamos mucha hue-
lla de gente, fresca y dos puñales o harpones de güeso con sus presas en las
empuñaduras” (38).
Los seres descomunales descriptos por Pigafetta pugnan por ingresar en la
escritura. El primer encuentro se produce el 11 de diciembre y es presentado con
los términos culturales de la carencia.

Tiró un soldado un arcabuzazo a unas aves, y a la respuesta del


arcabuz dieron muchas voces unos indios que estaban en la montaña
en la otra parte desta ensenada; y al primer grito pensamos ser lobos
marinos, hasta que los vimos desnudos y colorados los cuerpos, por-
que se untan éstos, según después vimos, con tierra colorada (45).

El vasallo real respeta la instrucción y entrega algunos elementos del resca-


te. El acto de obsequiar (tijeras, peines, cuchillos, anzuelos, botones de colores,
espejos, cascabeles, cuentas de vidrios, entre otros objetos provistos por Toledo
para el rescate) es el medio inicial de establecer un contacto pacífico con los natu-
rales. Pero en este caso no se produce intercambio ya que los españoles no reciben
nada de ellos y se limitan a ofrecerles “dos paños de manos y un tocador” (46).91
Sarmiento manifiesta que cumple con la obligación de tomar un indígena pa-
ra que sirva de lengua92 pero la escritura no refleja los términos de un acercamiento

91
Emma Martinell Gifre (1992) señala que durante el proceso de conquista y colonización,
rápidamente los españoles fueron concientes de que los objetos novedosos, como las cuen-
tas de vidrio o los botones de colores que llevaba Sarmiento, despertaban en los indios la
misma codicia que el oro en ellos. Martinell expresa que “en la entrega de estos regalos hubo
tanta espontaneidad unas veces como premeditación otras. En parte, representaron operacio-
nes mercantiles; en parte, una contraseña para consolidar pactos militares y políticos; también
un estí-mulo para algunos colonizadores, que veían rentable su viaje como su asentamiento en
las In-dias, en especial porque daban ‘cosas de poco valor’, ‘cosas que entre nosotros son de
poco precio’, y recibían cosas necesarias o cosas estimadas. Siempre les parecía que salían
ganando” (125).
92
El primer indio para lengua que toman como prisionero escapa a los pocos días. Luego, tienen
como intérprete a Felipe “indio grande” quien, junto a dos más, acompañará a Sarmiento en su
176 MARÍA JESÚS BENITES

que permitan dar cuenta de los otros puntos requeridos por la Instrucción: “infor-
mándoos de la religión que tienen, ídolos que adoran, con qué sacrificios y manera
de culto (...) cómo se rigen y gobiernan, si tienen reyes, si éstos son por elección o
derecho de sangre, o si se gobierna por repúblicas, por linajes” (9).
Todos estos aspectos son silenciados por el narrador y marcan un claro dis-
tanciamiento entre el rol del historiador que detallaba el mundo imperial de los
Incas y el del viajero que, ante la realidad precaria de los indígenas que pueblan la
zona del Estrecho, redacta un texto despojado de detalles. La escritura revela que
el contacto con los indios se mantiene a un nivel gestual puesto que, excepcional-
mente se transcriben palabras en su idioma.93 El narrador expresa incluso la dificul-
tad para reconocer en ellos a un semejante “pensamos ser lobos marinos” (45).
El segundo encuentro tiene como protagonistas a indígenas de otra tribu,
quienes, de manera inmediata, son asimilados al imaginario mitológico occidental.
Ver y presentar seres culturalmente extraños como gigantes es un modo de deshuma-
nizarlos. El indio que habita las costas del Estrecho es visto y aprehendido como una
entidad no solamente diferente del sujeto que escribe sino externo a él por su na-
turaleza.

Y en surgiendo apareció gente en la costa y nos dio voces; (...)


y llegados a tierra, los naturales de aquella provincia, que era gente gran-
de, comenzaron a dar voces y saltar hacia arriba, las manos altas y aleando
y sin armas, (...) y el alférez hizo las mesmas señas de paz, y los gigantes
se llegaron a la playa (...) el alférez dejó la jineta y les mostró rescate que
llevaba para darles; lo cual visto, los gigantes se detuvieron y volvieron

regreso a España.
93
Únicamente en una oportunidad Sarmiento señala los nombres con que los indios denominaban
las ensenadas de una isla: “La primera ensenada nos dijeron estos indios que se llamaba
Puchachailgua en su lengua, y la segunda ensenada se llama Cuaviguilgua. (...). La tercera
ensenada es grande y va a la vuelta del sur, y la llaman Alguilgua. En la costa contraria de la
mano izquierda nordeste, se llama Xaultegua” (89). Las cursivas me pertenecen.
En la relación aparecen tres términos indígenas que son presentados con su significado: “y los
naturales traían unas mantas de pellejos de vicuñas, que son de las del Pirú, que se llaman en
lengua natural neuxo”; “(...) y hechas señas de paz, alzando las manos y diciendo Axijote, que
decir hermanos, saltamos en tierra”; “y según Felipe, el indio grande, dice, hay algodón (...) y
canela, a que llaman cabca” (109, 118 y 120 respectivamente.)
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 177

aunque recelándose (109).94

La escritura acerca la presencia del hombre que es incorporada como un


elemento más del mundo natural al cual se observa y describe, pero con el que no
se establece una interrelación humana y cultural.95
Los seres descomunales que describe Antonio de Pigafetta y que Fernando
Magallanes nombra con el gentilicio de “patagones” pertenecen a distintas tribus
menores que vivían en las inmediaciones del Estrecho. Es muy probable que los
indígenas a los que se refiere Sarmiento sean los indios que ocupaban el norte de la
cordillera y el gran lago Kahmi y que se llamaban a sí mismos shelk’man (ser hu-
mano). Esta denominación abarca varios grupos diferentes entre los que se distin-
guía especialmente a los haus o haush, que ocupaban el extremo oriental de la isla
de Tierra del Fuego.96

94
La cursiva me pertenece.
95
En las relaciones de 1584 y 1590 se observan, como señalaré oportunamente, cambios en el
modo en que los españoles interactúan con los indígenas.
96
En líneas generales, estas tribus merecieron el nombre de onas, gente de a pie, puesto que
eran pueblos nómades que se desplazaban en busca de presas para cazar y subsistir. Nunca
practicaron la agricultura ni la ganadería y siempre se trasladaban por tierra, ya que no
construían canoas. Los clanes en que se agrupaban no eran de más de veinte personas
dentro de los cuales se regían por leyes consuetudinarias que regulaban la división del
trabajo y los roles sociales dentro de los mismos. En los canales occidentales de la Isla, en la
inmensa ex-tensión del archipiélago que hoy constituye parte de Chile, vivían indios que se
decían a sí mis-mos kawescar, pero fueron conocidos como alacalufes. Cercanos a ellos, a
lo largo del canal del Beagle y por todas las islas menores, se encontraban los yaganes o
yamanas. Su vida transcurría navegando en búsqueda de alimento. Cuando llegaban a un
centro de pesca abundante, se instalaban en precarias chozas de ramas. Las viviendas eran
ovaladas o redondas cuya entrada miraba al mar y estaba construida con ramas arqueadas,
cubiertas de pastos y hojas secas, en verano, y con cueros en inviernos. En general, la familia
era monogámica, agrupadas de manera aislada. Para mitigar el frío extremo untaban su cuerpo
con grasa de lobo marino.
Físicamente se distinguían de los onas ya que estos eran altos, robustos y erguidos mientras
que los yaganes y alacalufes eran bajos y con las piernas atrofiadas por estar siempre en
cuclillas. Véanse Antonio Serrano (1947); Arnaldo Caclini (1998) y Luis Alberto Borrero (2001).
José de Acosta, a partir del testimonio del piloto Hernando Alonso, señala, en su Historia
natural y moral de las Indias (1590) que “los indios que habitan a la banda del Sur son pocos,
chicos y ruines; los que habitan a la banda del norte, son grandes y valientes, de los cuales
178 MARÍA JESÚS BENITES

El 24 de febrero el navío toma la desembocadura atlántica del Estrecho e


inicia el viaje de regreso a España. Se han sumado a la tripulación tres indígenas
para ser presentados ante Felipe II. El 9 de abril divisan tierra, en la que no encuen-
tran agua pero sí gran cantidad de pescado. El 21 de mayo, cuando están cerca de
la Ciudad de Cabo Verde son atacados por corsarios franceses a los que logran
poner en fuga. La llegada de ese navío maltrecho y tripulado por hombres enfermos
no deja de asombrar a quienes los reciben. Es tan grande el cambio de los que
arriban que necesitan dar cuenta de su pertenencia.

Y antes de surgir fueron barcos del pueblo a saber qué nao era y la
gente que era y de dónde venía; y como se les dijo que éramos del
Pirú y veníamos de allá por el Estrecho de Magallanes, enmudecían,
no creyéndolo y teniéndolo por imposible; y sin querer llegar a bordo,
fueron a dar por nuevas a tierra que éramos una gente de tantas
faiciones y tan mal encarados, y que traíamos unos de largas guedelllas,
que son coletas de cabellos largos (lo cual decían por unos indios del
Pirú y de Chile que traíamos) y en lo de mal encarados no nos
levantaban nada, porque demás de no ser muy adamados de rostros,
no nos había dejado muy afeitados la pólvora y sudor de los
arcabuzazos de poco antes, y en efecto veníamos más cudiciosos de
agua que de parecer lindos (154).

El 15 de agosto de 1580 con un nuevo barco el Capitán y sus hombres llegan


al Cabo de San Vicente. Han concretado la travesía de navegar desde Lima hasta
España atravesando el Estrecho de océano a océano en diez meses. A fines de
septiembre el eufórico navegante se entrevista con Felipe II en Badajoz quien,
convencido de la necesidad de enviar una nueva expedición al Estrecho de Magallanes
y de fortificar el paso de la Primera Angostura como proponía Sarmiento, juzga
conveniente que éste expusiera sus proyectos ante el Consejo de Indias de Madrid.
El organismo conformado por Antonio de Eraso, Juan Delgado, Antonio de
Illescas, el Márquez de Santa Cruz y el Duque de Alba, reafirma la necesidad de
dominar la zona para evitar el paso de los piratas ingleses y franceses que asolan las
costas del Pacífico y el Atlántico. La suprema dirección de la flota recae en el asturia-

trajeron a España algunos que tomaron. (...). Los indios saludaron a los nuestros con el nombre
de Jesús. Son fecheros; andan vestidos de pieles de venados, de que hay copia por allí” (113).
Edición de 1962.
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 179

no Diego Flores de Valdés.


En esta etapa de su vida, todas las ilusiones que albergaba el navegante de
comandar por segunda vez la empresa al Estrecho y prestar a la Corona sus servi-
cios como cosmógrafo y colonizador se desdibujan y comienza una fase marcada
por la desdicha y el temor al olvido. La voz optimista de este primer relato se irá
acallando en los escritos que refieran el segundo viaje.97

97
Estos avatares de Sarmiento han quedado reflejados en los versos de Argentina
y conquista del Río de la Plata de Marín del Barco Centenera (1602). La cita corres-
ponde a la edición de 1998, 348 – 349.
Más venturoso fue nuestro Sarmiento
Con llevar una pobre navecilla,
En atravesar, digo, que lamento
Terná después al fin con su cuadrilla
Llegó Sarmiento en paz rico y contento
Del orbe viejo al nuevo de Castilla,
Y dio cuenta de sí y de su camino
Y la causa motriz de su designo.

Holgáronse en España con la nueva


De ver que ya el estrecho navegaban
Y que hay sin Magallanes quien se atreva,
Con esto la tornada procuraban
Y queriendo hacerse de esto prueba,
Las cosas de esta suerte se trazaban:
Que salga Diego Flores con armada
Que vaya a nuestro estrecho enderezada.
180 MARÍA JESÚS BENITES
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 181

Capítulo III

El segundo viaje:
el padecimiento
182 MARÍA JESÚS BENITES

I. Relación de 1583.
La escritura del enfrentamiento

"Lo que a Vuestra Majestad aquí escribiré


es cierto y verdad puntual."
Relación de 1583

Diego Flores de Valdés fue durante muchos años “General de la Flota de las
Indias”98 lo que determinó numerosos viajes de rutina entre España y América. Flo-
res, caballero de la orden de Santiago, poseía importantes relaciones en la Corte,
las que habían intercedido en su nombramiento como General de la Armada del Es-
trecho.
El desplazamiento en el mando de la Armada representa para Sarmiento algo
inesperado ya que desde su arribo se había abocado a organizar una futura expedi-
ción y a entregar al Consejo documentos anexos a la relación de su primer viaje,99

98
Desde el año 1524 y por disposición de Carlos V las naves tenían que viajar protegidas. Todos
los barcos debían estar provistos con cañones y armas de fuego para defenderse de los
posibles ataques de corsarios. La función de Flores como General de la Flota era la de dirigir
las expediciones y custodiar los cargamentos. Antes de zarpar ya sea de España o del Nuevo
Mundo tenía la obligación de inspeccionar las naves en busca de pasajeros ilegales (especial-
mente mujeres) y de carga prohibida. Véase Georg Friederici: 1973, 319. La flota en la que llegó
el virrey Toledo en 1569 había sido dirigida por Diego Flores de Valdés.
99
En el Tomo V del Índice General de los papeles del Consejo de Indias, en un asiento del 22 de
marzo de 1581, consta: “El libro del derrotero de Pedro Sarmiento de Gamboa, que vino por el
Estrecho desde Lima a España en el navío nombrado Nuestra Señora de Esperanza, escrito en
85 hojas, firmado y signado de Juan de Esquivel, escribano real, encuadernado en terciopelo
verde, con un mapa que hizo del dicho estrecho, se envió a la Casa de Contratación de Sevilla
para que se guardase en ella, por carta del Secretario Juan de Ledesma”. En Colección de
Documentos inéditos relativos al descubrimiento, conquista y colonización de las antiguas
posesiones españolas de Ultramar. 1926.
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 183

en los que también constan descripciones de la zona y observaciones centradas en


los navíos más aptos para recorrerla.100 Las descripciones que recorren la escritura
del viajero recién llegado exponen una desbordante riqueza:

Hay ganado de lo del Perú, que es buena comida de muy buena carne,
de buen sabor y sustancia, mucha montería de venados y otros animales,
mucha volatería de aves marinas y terrestres, chicos y grandes, aves de
tierra caliente y tierra fría, sirgueritos y papagayos, faisanes, patos gran-
des pelones y de los otros, y otras muchas aves, pescado y marisco mu-
chos, y habrá más sabiendo bien las pesquerías y comederos, hay perlas
de mijillones muchas, que serán de provecho beneficiándose, hay muy
buena madera en medio del Estrecho para navíos y edificios, y hay otras
cosas de mucho provecho, que andado el tiempo se verá, y será España
muy aprovechada y la Real Hacienda acrecentada y la Iglesia de

100
El manuscrito figura en el A.G.I. P. 33, N° 3, R. 2 como “Parecer de Pedro Sarmiento de Gam-boa
de 1580”. Está escrito en tres folios de ambos lados. La letra no es de Sarmiento, y presenta
una tipografía más dificultosa, abundante en abreviaturas. A esto se suma la mala calidad de
absorción del papel que ha posibilitado que la tinta se traspase de una cara a otra de las hojas.
Sarmiento sólo ha agregado, al final, su rúbrica.
En este informe se describe cuáles son las naos más adecuadas para ir al Estrecho de
Magallanes (fs. 1 r° y v° y f. 2 r°). En el f. 2 v° Sarmiento menciona datos que aluden a la ciudad
de Mendoza y la zona de Cuyo y aconseja llegar a esa zona desde Chile para descubrir
Noticias, que como señalé se refiere a la Ciudad de los Césares. Luego de esta descripción en
el mismo folio se establece cuál es la época del año más conveniente para salir de España,
según Sarmiento el mes de marzo. En el f. 3 v° Sarmiento describe las bocas del Estrecho de
Magallanes y expone su plan de fortificación: “Hanse de poblar dos pueblos, uno de la una
parte del Estrecho y el otro de la otra, para que cada pueblo repare y guarde y bastezca la
fortaleza que le cupiere a su costa”. En Rosenblat, 201.
Este documento figura en Ángel Rosenblat (T. II, 197 - 201) bajo el título de “Memorial presen-
tado por Pedro Sarmiento sobre la manera de buques que era conveniente fuesen al Estrecho
de Magallanes, el tiempo en que convenía salir para él de España y la navegación que se había
de hacer, igualmente que de Lima y de la costa de Chile y dentro mismo del Estrecho, los fuer-
tes que para su seguridad se debían construir en la Angostura de Nuestra Señora de la
Esperanza, 16 leguas adentro del Cabo de las Vírgenes, y de las poblaciones que se habían de
hacer”. Copiado de la Colección Diplomática de Navarrete. Tomo XX, Folio 121, N° 12. El do-
cumento es mencionado en el “Apéndice N° 2” de la obra de Pablo Pastells (1920) como “Copia
de un informe de Pedro Sarmiento de Gamboa sobre la especie de naos que es más a propósito
para ir al Estrecho de Magallanes y el tiempo más oportuno para salir de España”.
184 MARÍA JESÚS BENITES

Dios guardada101 (201).

La decisión del Consejo determina un gran descontento en el viajero y ante


lo que considera una injusticia, solicita al rey en una carta del 6 de marzo de 1581
licencia para volverse a sus casas en “Lima y Cuzco” dado que:

Vuestra Majestad y el Consejo han hecho nombrando por general


de esta empresa y jornada a Diego Flores, persona en quien concu-
rren las partes necesarias para ella, de que yo estoy muy contento,
pues he visto el fruto del trabajo que he pasado, que fue encaminado
a representar la necesidad y suplicar el remedio, qu’ espero en Dios se
dará con tan buena resolución como Vuestra Majestad ha tomado.102

La imprecación de Sarmiento determina que sea nombrado “Gobernador del


Estrecho” y sus inexistentes ciudades. También se le otorga el impreciso cargo de
“General Adjunto de la Armada” cuyas funciones, al no estar claramente estableci-
das, generan los numerosos enfrentamientos que son el eje narrativo de los tres
relatos que reconstruyen el segundo viaje. En un aviso escrito por Antonio de Eraso
se puntualiza el nombramiento y salario. 103

Su Majestad concedió a Pedro Sarmiento título de gobernador para


cuando hubiese población en el Estrecho, y mandó que fuese en el Armada
que agora se junta, cerca de la persona del general, con cien ducados de
entretenimiento al mes por el tiempo que durare el viaje, y que se le diesen
tres mill ducados de renta que al Consejo pareció, y otros tres mill de
salario con el gobierno en los frutos de la tierra y dos mill ducados de ayuda
e costa, librándole allí la mayor parte o a lo menos la mitad.

Felipe II encara esta empresa con los mayores cuidados. Durante fines de
1580 y hasta mediados 1581 escribe numerosas cartas al Consejo de Indias, al Du-
que de Alba, a Flores y al propio Sarmiento. El Rey se muestra especialmente intere-
sado en las fortificaciones que se habían proyectado para defender las bocas del
Estrecho de los corsarios. Estudia los planos tentativos preparados por el futuro Go-

101
Las cursivas me pertenecen.
102
Las cursivas me pertenecen. La descripción de este documento se detalla en el Capítulo I de la
Tercera Parte.
103
Publicado por Ángel Rosenblat en su “Apéndice Documental” (T. II, 299). Ha sido copiado de la
obra de Pastells, (493). El manuscrito se encuentra en el A.G.I. P. 33, N° 3, R.9. Está escrito
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 185

bernador y lo vincula al ingeniero Juan Bautista Antonelli104 para que diseñen los
planos de los fuertes.

Demás de los dos fuertes que se han de hacer, en que ha de quedar la


gente y la artillería que se tiene entendido, se han de hacer, por la costa del
Estrecho, en ciertas partes y lugares, según ha trazado, unas torres como
atalayas, para descubrir dellas si viene armada y dar aviso, de manera que
los fuertes le tengan con tiempo y estén prevenidos.105

El técnico Tiburcio Espanoqui realizó los planos definitivos de la obra que,


junto con una Instrucción,106 se entregaron al Adelantado. Todos estos proyectos se
sustentan en una “razón ordenadora que se revela en un orden social jerárquico
transpuesto a un orden distributivo geométrico” (Rama: 1984, 4). Las fortalezas
que se deben construir han sido, primero, pensadas en el papel, son palabras y
signos que traducen la voluntad de edificar a partir de normas, medidas y diseños
preestablecidos.107

en un folio más la carátula. La cita ha sido extraída del texto de Rosenblat.


104
Antonelli era famoso por los conocimientos demostrados en la fortificación de Cartagena,
Orán, Valencia y Honduras, era autor del proyecto para hacer navegables los ríos Tajo, Ebro,
Duero y Guadalquivir.
105
A.G.I. P. 33, N° 3, R. 10. Escrito en un folio de ambos lados, más la carátula donde se lee
“Apuntamiento que envió Antonio de Erasso”. Publicado en Pablo Pastells (499 – 500) y copiada
de allí por Rosenblat (T. II, 301 – 302) bajo el título de “Apuntamiento para la Instrucción que se
había de dar a Pedro Sarmiento de Gamboa”.
106
A.G.I. P. 33, N° 3, R. 6. El manuscrito consta de cuatro folios escritos de ambos lados y rubrica-
dos por Spanoqui. Ha sido publicado por Pablo Pastells (496 – 498) y copiado por Rosenblat
bajo el título de “Instrucción para los fuertes del Estrecho de Magallanes, dada por Tiburcio
Spanoqui” (T. II, 302 – 304). El proyecto de Spanoqui era ambicioso y por lo tanto irrealizable.
Las dimensiones de los fuertes son ajenas a las condiciones sumamente desfavorables en
que deberían ser construidos. “El fuerte señalado B, que es el de mayor capacidad, por estar
hecho en más chico petipié, tendrá mill y quinientos y veinte pies, que con la groseza de su
fábrica, computado cimientos y remate, será de seis pies, y su altor de treinta y cinco a ciento
y ochenta pues por cada tapia, como se acostumbra acá en Madrid. Harán tapias 1773, sin las
casas, contrafuertes, terraplenos y fosos”.
107
La Corona no se preocupó únicamente de instrumentar los planos para la construcción de los
fuertes, además se encargó de los nombramientos de aquellos que habían de ocupar los
cargos de capitanes de los mismos. En el A.G.I. P. 33, N° 3, R. 12, Series 1 y 2 se conservan, no
186 MARÍA JESÚS BENITES

Diego Flores aprontó la flota en Sevilla. En una carta del 20 de mayo de 1581
expresa sus quejas por el desorden que impera, por las trabas burocráticas que
impone la Casa de Contratación y la ineficacia de los hombres que debían ayudarlo.
En ella señala, refiriéndose a Pedro Sarmiento, que “me huelgo mucho de que tenga
las partes que Vuestra Majestad dice, porque conforme a eso no puedo yo dejar de
tenerle en la posesión que vuestra merced dice” (309).108
Estas palabras se contradicen en la misma epístola. El Gobernador propone
como piloto mayor a Antón Pablos quien lo había acompañado en su primera trave-
sía por el Estrecho. Flores considera que no es “cosa acertada (...) fiar de un hom-
bre extranjero tanta armada, hasta saber lo que entiende y sabe, que esto, a muy
pocas tretas, lo entenderé yo con sólo navegar un día con él” (308). También subra-
ya que, si no se agilizan los trámites y entrega de dineros y bastimentos, sería
preferible suspender la empresa para el año siguiente porque de lo contrario es “ir
a perderse como quien va al matadero” (307).
A la Corona no escapan los riesgos que implica la incursión al Estrecho de
Ma-gallanes. En el Archivo General de Indias se conserva la Instrucción Real dirigi-
da al General y fechada el 1 de mayo de 1581. En uno de sus asientos consta una
sorprendente advertencia.109

Guardéis la instrucción siguiente


Primeramente habéis de advertir que por agora conviene que no se
entienda que esta armada que se haze es para el estrecho110 asi por lo que
toca a los enemigos y poderlos mejor castigar estando desorientados como
porque la gente vaya de mejor gala y asi poblicareis que es para la guarda

sólo la copia del título de capitán de uno de los fuertes a favor de Andrés Ortega Salido (Lisboa
el 19 de agosto de 1581), sino también la Real Cédula donde, en caso de muerte de Salido, se
nombra capitán de los fuertes a Desiderio de Figueroa (Lisboa; 13 de septiembre de 1581).
108
En Rosenblat figura copiada del Archivo de Antonio de Zabálburu y publicada en la Colección
de documentos inéditos para la Historia de España.
109
P. 33, N° 3, R. 5. S. 1 y 2. “Instrucción en lo que toca a la Armada que lleva a cargo Diego Flores
de Valdés”. Escrita en cuatro folios de ambos lados más la carátula. Lleva la firma de Felipe II
y del Escribano Real. Este documento figura en el “Apéndice N° 2” de la obra de Pablo Pastells.
110
La cursiva me pertenece. Recordemos que se pensaba que el Estrecho se había cerrado o
nunca existido.
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 187

dellas Indias que esto mesmo se dize acá.111

La patente disconformidad de Flores lejos de disminuir se acrecienta con la


llegada de Sarmiento. Sin ser superadas las desavenencias la flota parte, desde
Sanlúcar de Barrameda, el 25 de septiembre de 1581.112 Esta empresa colonizado-
ra fue una de las más costosas que organizó la Corona española. La flota quedó
conformada por más tres mil hombres y mujeres distribuidos en veintitrés naves.113
Entre ellos se encontraban los futuros pobladores del Estrecho.

111
Transcripto del manuscrito original.
112
En la obra de del Barco Centenera Argentina y Conquista del Río de la Plata el autor refiere:
Salen de aquí contentos los que cuento,
Diego Flores, Valdés y el trujillano,
El buen Sotomayor por cognomento,
Chaves y de la madre voz mediano;
Con ellos, como digo, va Sarmiento
Cuya quimera vana salió en vano.
Cito de la edición de 1998, 349.
113
Este elevado número lo conformaban seiscientos soldados que iban a Chile acompañando al
nuevo Gobernador: Álvaro de Sotomayor; trescientos cincuenta pobladores; el resto lo consti-
tuían tanto los soldados afectados a las futuras fortificaciones del Estrecho, como los marinos.
En un documento del 1 de junio de 1583, titulado Relación de los capitanes y naos, maestres y
pilotos que su Magestad proveyó para la armada que invió en al Jornada del Strecho de la Ma-
dre de Dios, antes llamado de Fernando de Magallanes y lista de los pobladores del Estrecho,
Sarmiento de Gamboa detalla los nombres y apellidos y en algunos casos lugar de procedencia
de los pilotos de la galeaza capitana, luego de las naos Santi Spiritus, María de Jesús, Nuestra
Señora de la Speranza, Gallega, María de Buen Pasaje, María de Sanct Vicente, María, Sancta
María de Begoña, Corza, Sanct Nicolás y de las fragatas María Magdalena, Santa Isabel, Sancta
Catalina, Guadalupe, Trinidad, Sancta Marta, Sanct Esteban de Soroa. Luego se señalan los
nombres y apellidos de los pobladores solteros que se embarcaron en Sanlúcar de Ba-rrameda,
consignándose en algunos casos su oficio. Los pobladores solteros suman ciento catorce.
Después están anotados los nombres y apellidos de los pobladores casados con el nombre, no
siempre, de sus mujeres y la cantidad de hijos, que suman ciento treinta y cuatro. A continuación
se enumera el nombre y sueldo de los carpinteros, albañiles, herreros, pedreros, artilleros y
trompeteros destinados a la fortificación del Estrecho. Sarmiento detalla luego los pobla-dores
que se embarcaron en Cádiz, tras la primera y fallida salida, siguiendo el mismo esquema de
presentación.
El manuscrito original se conserva en A.G.I. P. 33, N° 3, R. 29 y consta de trece folios escritos
de ambos lados más la carátula. La letra no es de Sarmiento de Gamboa quien únicamente ha
escrito el saludo final “S.C.R.M. besa las reales manos a Vuestra Majestad su más leal vasallo
188 MARÍA JESÚS BENITES

La Relación de lo sucedido a la Armada Real de Su Majestad en este viaje


del Estrecho de Magallanes está escrita en Río de Janeiro y firmada el 1 de junio de
1583.114 Ese mismo día Sarmiento redacta otros dos documentos. Uno es un Derro-
tero del camino y navegación que hizo la armada del mando del general Diego
Flores Valdés,115 donde se detalla el rumbo del viaje desde la partida de Sanlúcar de
Barrameda el 25 de septiembre de 1581 hasta el retorno a Río de Janeiro el 17 de
febrero de 1583. El otro documento enviado es el listado con los nombres y oficios
de los futuros pobladores del Estrecho y de los tripulantes.

Pedro Sarmiento de Gamboa”. El título de Relación ha sido colocado en el r° del primer folio. Con
esa misma denominación figura en Rosenblat (T. II, 335 - 354) copiada de Pastells (542 - 560).

114
Manuscrito del A.G.I. P. 33, N° 3, R. 27. Está escrito íntegramente de puño y letra por Sarmiento
de Gamboa en ochenta y cinco folios de ambos lados, más un folio en blanco y dos de ca-rátula
y cubierta. En la carátula se lee con letra de Sarmiento “Para la S.C.R.M. en manos de su Real
Consejo de las Indias”. Con otra caligrafía se ha agregado un título “Relación de lo sucedido a
la Armada Real de su Majestad en este viaje al Estrecho de Magallanes. Bajo esta deno-
minación la publica Rosenblat (T. I, 191 – 290) copiada de Pastells (561 – 645). En el folio 1 r°
consta claramente el destinatario “S.C.R.M.”. En el folio 3 r° se ha ubicado en el encabezado la
palabra “Relación”. En el folio 12 r°, Sarmiento coloca otro subtítulo “Relacion del infelice viaje
desta arma [sic] de que fue general Diego flores de baldes”. Estos subtítulos señalan momen-
tos marcados temporalmente.
Es llamativo en los dos primeros folios la prolijidad y distribución de las oraciones en el papel.
En algunas líneas se distingue el trazo de renglones que guiaron al navegante. En los folios
subsiguientes no aparecen. Lo que sí se mantiene, es la amplitud de los márgenes, lo que hace
suponer que, a pesar de la extensión del escrito, Sarmiento disponía de una importante canti-
dad de papel. Éste, dado el buen estado de conservación del manuscrito, es de una calidad
superior ya que son muy pocas las hojas en que se ha traspasado la tinta de una cara a otra
de la hoja y los folios no presentan roturas, excepto en el folio 2 v° donde la pluma ha perforado
el papel en el momento de firmar.
115
A.G.I. P. 33, N° 3, R. 28. El manuscrito posee treinta y un folios escritos de ambos lados, la letra
no es de Sarmiento de Gamboa quien únicamente ha realizado de puño y letra el saludo final
“S.C.R.M. besa las manos su más leal vasallo Pedro Sarmiento”. Refiere el itinerario del camino
y navegación que hizo la Armada de Diego Flores y Valdés que salió de Sanlúcar de Barra-
meda la noche del 9 de diciembre de 1581 para el Estrecho de Magallanes. Desde el folio 1 al
9 designa las alturas y grados desde Sanlúcar hasta Río de Janeiro. En el folio 9 se incluye el
título “Camino desde el Río de Janeiro al Estrecho” que se extiende hasta el folio 17. En este folio
se lee el subtítulo “Viaje y derrotero desde la isla de Santa Catalina hasta el Estrecho” que se
extiende hasta el folio 30. Aquí se incluye otro subtítulo “El camino y derrotas que hizo Diego
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 189

El contexto de producción está enmarcado por el malogrado ingreso al Estre-


cho de Magallanes en el mes de febrero de ese año y la decisión de Flores de regre-
sar a Río de Janeiro. Para referir los sucesos que conllevan a este incumplimiento
de la instrucción real de poblar y fortificar el Estrecho y a casi dos años de la partida
desde España, Sarmiento relata ordenadamente los hechos desde los avatares ini-
ciales de la empresa.
El relato está precedido por un texto introductorio que adelanta los sucesos
que se van a referir. Es una “epístola – prólogo”116 escrita en primera persona y
dirigida a la “Sacra Católica Real Majestad” con la intención de advertir al Rey sobre
la importancia y verdad de lo que se detalla.

Lo que a Vuestra Majestad aquí escribiré es cierto y verdad pun-


tual: conviene a Vuestra Majestad leerla y apuntarla para remediar en
lo de adelante, castigando en lo presente lo pasado, para que, escar-
mentando haya quien sirva a su Rey con limpias entrañas, y también
premiando al fiel, para animar a los buenos y quebrantar a los flojos y
de siniestras intenciones (192).

El acto de escribir es considerado, desde un comienzo, como un servicio más


a la Corona ya que el narrador afirma que no está obligado a ello. La necesidad de
escribir se funda en la de suplir una más de las múltiples carencias que posee Diego
Flores: la de informar con la verdad. El narrador todavía no ha referido ningún
acontecimiento pero ya ha dejado expuesto el encono que lo separa del General.

Y aunque esto no me es mandado, movióme a lástima suma, que


moviera a las piedras, ver la destruición dello y traslucírseme la falta
que a Vuestra Majestad había de hacer en el Estrecho, dejándose de
cumplir por defecto dello lo que Vuestra Majestad manda (191).

De esta manera se establece la posición que ocupará en el texto, esa verdad


que será escrita debe tener como finalidad el castigo del Caballero de la orden de
Santiago, y el premio y consideración para quien informa verazmente el modo en

Flores de Valdés General desta armada en la vergonzosa arribada que hizo desde la boca del
Estrecho”. En el folio 27 v° Sarmiento menciona a otros expedicionarios como Sebastián Elcano
y Jofré de Loaisa que confundieron las bocas de entrada al Estrecho. El documento ha sido
publicado por Ángel Rosenblat (291 – 333) a partir de la edición de Pastells (501 – 541).
116
Tomo la denominación de Alberto Porqueras Mayo. 1957.
190 MARÍA JESÚS BENITES

que se han desarrollado los acontecimientos.

Una arrogancia me ha de sufrir Vuestra Majestad, siendo servido, y


es que siendo mi deseo con alguna demostración que de obras he
hecho por tal que en muchas partes de las Indias, y más aquí, por
sustentar el servicio real, he padecido y sufrido tanto que me puedo
llamar mártir de Vuestra Majestad, no lo he podido remediar todo
manualmente, porque Vuestra Majestad así fue servido, y pudiéralo
hacer quien tenía y tiene más obligación, por haber rescibido más
mercedes, y ninguna cuenta ha tenido ni caridad con la gente, no
determina en efetuar a lo que fue enviado; y aunque entre él y sus
cómplices me llaman la judía de Zaragoza,117 porque dicen que lloro
duelos ajenos, no viendo que los del Rey son propios de sus buenos
vasallos (192).

Para poder escribir esa verdad Sarmiento debe desviarse de la línea que
marca una instrucción. Ésta deja de ser el móvil que transforma el derrotero en
discurso para dar lugar –fundada en la decepción que originó en él no haber sido
“General de la Armada”– a la narración de los hechos que ponen de manifiesto la
ineficacia de Flores de Valdés para comandar la empresa.
El relato se inaugura con el arribo a España luego del exitoso viaje al Estre-
cho de Magallanes. El recorrido espacio – temporal está determinado por la llegada
y permanencia en distintos puertos: Sevilla, Cádiz, Cabo Verde, Río de Janeiro. Es
una escritura estática que no se presenta, como la de 1580, guiada por las líneas de
la carta de marear.
La materia narrativa se elabora desde la voz y mirada de un sujeto textual que
se despliega en primera persona del singular y plural y en tercera del singular, alter-
nancia que le permite acercarse o distanciarse de las situaciones que refiere. En cada
puerto el ritmo del texto se detiene en el detalle de los acontecimientos que se susci-
tan y que marcan el progresivo enfrentamiento con Diego Flores. El paisaje y los
relieves del espacio se desdibujan y el impulso de la escritura es el de la narración.
El uso de la tercera persona pone en movimiento a “Pedro Sarmiento” ejer-
ciendo, desde las primeras páginas, diversas actividades dentro del marco oficial y
en procura del logro de la empresa.

117
Alude al dicho castellano “la judía de Zaragoza, que cegó llorando duelos ajenos”. Nota en Ro-
senblat (T. I, 192).
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 191

Pedro Sarmiento solicitó lo que Vuestra Majestad le mandó que le toca-


ba de la artillería, municiones, mantenimientos, ropa, para soldados y po-
bladores; hizo labrar un bergantín y una lancha, que se habían de llevar
abatidas por piezas para armarlas en el Estrecho, para el descubrimiento y
servicio dél; acudía a todos los acuerdos y oficinas, y procuró lo de los
pilotos y maestres con mucha diligencia118 (197).

La enumeración de las tareas vinculadas a la organización de la flota y arre-


glo de las naves se contrapone al egoísmo del General que sólo gestiona beneficios
personales: “Mientras estas cosas se iban acabando, Diego Flores iba procurando lo
de su cargo” (197). Este esquema de escritura por medio de situaciones paralelas
pero opuestas se reitera y desarrolla en todo el texto.
En el uso de la tercera persona el narrador se representa como un navegante
en quien concurren diversos conocimientos. Éstos lo habilitan para reunirse con el
cosmógrafo de la Casa de Contratación de Sevilla y elaborar las veintitrés cartas de
marear “astrolabios, ballestillas, agujas y otros instrumentos” (200) necesarios para
la travesía. A su vez realiza una demostración de sus aciertos matemáticos y cos-
mográficos ya que refiere nuevamente a la observación del eclipse de 1578. Se
inscribe en el texto como una autoridad en la interpretación de los fenómenos celes-
tes y sus relaciones en el cálculo de las distancias.119

Esto se debe entender cuanto a la longitud; y cuanto a la latitud, comen-


zando en lo antiguo desde Sevilla se siguiese en lo de África y Guinea a la
carta que la presente se usa; y en las Indias, empezando desde Lima,

118
El énfasis en los verbos de acción es mío.
119
Sarmiento aplica un método que le permite determinar con mayor exactitud las distancias para
establecer de manera más precisa el rumbo. Es ésta, precisamente, la indagación cosmográfica
que recorre el siglo XVI. Gehard Mercator explicaba en su mapamundi de 1569 (Nova et aucta
orbis terrae descriptio ad usum navigatium emendate accomodata) cómo a partir de la dife-
rencia de latitudes y diferencia de longitudes, se pueden determinar la dirección y distancia.
Para superar la dificultad de variación de la escala, Mercator introdujo el principio de los
triángulos similares. Es evidente que Sarmiento conocía el trabajo del cartógrafo de Flandes ya
que sus conclusiones, que parten de la observación de fenónemos celestes, poseen el mismo
objetivo e igual procedimiento. Véase G. R. Crone, Historia de los mapas, 1966.
El valor de las consideraciones cosmográficas de Sarmiento fue reconocido por sus contem-
poráneos. José de Acosta, cuando se refiere al navegante, lo reconoce como hombre “docto
en Astrología” (1590, 109). Edición de 1962.
192 MARÍA JESÚS BENITES

se arrumbase conforme a las cartas de los descubridores modernos


de aquellos mares del sur; y en archipiélagos y Estrecho de la Madre
de Dios, según la descripción de Pedro Sarmiento, descubridor dello;
y en la costa, desde el Estrecho al Río de la Plata, conforme a un
original de Pedro Sarmiento, de Magallanes y Ladrillero y Simón de
Alcazaba120 (199).

Señalar su capacidad en los saberes científicos funciona como un resguardo,


no sólo de posibles castigos por el fracaso de la empresa sino también para acen-
tuar que el caótico resultado se debe al hecho de que la misma estuviera comanda-
da por quien no poseía tales aptitudes. De manera sutil pero contundente Sarmiento
escribe para desvincularse del incumplimiento de las instrucciones y responsabilizar
de manera directa y progresiva a Diego Flores de Valdés, el elegido por el Consejo y
el Rey. Esta actitud denota un cambio en la relación entre el sujeto y la autoridad real.
La expedición se presenta desde los primeros folios signada por las dificultades. El
narrador señala cómo, azotados por una tormenta que les impide avanzar, el 8 de octubre
regresan a Sanlúcar. En la misma boca del puerto una de las naos se hunde y mueren
todos sus tripulantes, cuatro naves se pierden en los arrecifes, entre ellas Nuestra Señora
de la Esperanza con la que Sarmiento había realizado la primera incursión. El resultado
que se refiere es desastroso: entre los que se ahogan y los que huyen desaparecen
ochocientas personas, de las cuales ciento setenta son pobladores.
El Gobernador detalla la estadía forzosa en Cádiz desplegando múltiples ac-
tividades como la búsqueda de nuevos marineros y pobladores. Flores de Valdés en
tanto, “quedó tan macerado de la arribada, que tractó de no proseguir el viaje,
escusándose con cierta enfermedad que recreció” (208) y por lo tanto “no entendía
en cosa ninguna” (209). El 9 de diciembre sale nuevamente la flota compuesta por
dieciséis barcos y dos mil quinientas personas.
El primer destino son las Islas de Cabo Verde en cuya travesía se desata una
epidemia de escorbuto121 y la muerte alcanza a ciento cincuenta tripulantes. En las

120
Obsérvese que Sarmiento de Gamboa no respeta el orden cronológico en que se desarrollaron
los viajes al Estrecho y se ubica en primer término.
121
Al parecer los españoles se encontraban atrasados en la elaboración de medicamentos contra
el escorbuto o mal de Loanda. Según Friederici (1973) los franceses que colonizaron Canadá
y los ingleses disponían de ciertos remedios contra ese mal. Aún entrado el siglo XVIII seguían
muriendo marinos españoles a causa de esta enfermedad.
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 193

costas de África permanecen hasta el 2 de febrero de 1582, fecha de la partida con


rumbo a Río de Janeiro. Allí esperan que pase el invierno. El 2 de noviembre se
embarcan para alcanzar el destino final de la travesía: el Estrecho de Magallanes.
El narrador, en tercera persona, expone la falta de caridad que demuestra
Flores con los enfermos. En el texto se suceden anécdotas donde se refuerza la
construcción del General a través de sus propias palabras, éstas son enfrentadas
con las actitudes y reflexiones de Pedro Sarmiento.

Cuando de las otras naos hablaban a la capitana y decían a Diego


Flores que habían muerto algunos las más veces se reía, como de un
espectáculo muy jocundo. Y lastimándose Pedro Sarmiento un día,
porque le dijeron de la Arriola que se habían muerto ciertos poblado-
res, y riendo dello el general, Pedro Sarmiento, pareciéndole inhuma-
nidades, como lo era, le dijo que aquellas desgracias no eran para reír,
pues todos estábamos sujetos a ellos, y cuando nosotros estábamos
enfermos llorábamos y deseábamos que todos nos hubiesen lástima y
nos ayudasen y curasen y más lo habíamos de sentir nosotros, que si
bien lo mirábamos, muriendo la gente, aunque nosotros quedásemos,
poco o nada podíamos hacer (...) Y es cierto que cuando se pensó que
había de responder con un suspiro profundo, salió con una sequedad
más que de piedra, diciendo ¡Másque se mueran todos y todas!, pala-
bra de que todos los que lo oyeron quedaron bien escandalizados,
aunque no espantados los que de antes le conocían (217 - 218).

Las actitudes poco piadosas de Flores son presentadas también por medio de
una comparación con Timón, “el ateniense que era enemigo de los mortales” (222).122
La introducción de la voz del antagonista no sólo dinamiza el texto, sino que es una
estrategia para recrear (probar) de manera concreta y directa, la oposición que los
separa. Desde este lugar, el narrador permite que el elegido por la Corona hable
para darle a su propia voz el tono de la mesura. En esos tramos la tercera persona
del singular se entremezcla con un “nosotros” que demuestra cómo las reacciones
de estupor frente a las actitudes de Flores son generalizadas.

122
Sarmiento refiere la historia de Timón “tiniendo una higuera en su casa, donde muchos se
habían ahorcado, y quiriéndola cortar porque hacía sombra a algunos, salió a la calle a dar vo-
ces, diciendo: ‘Sepan todos que Timón quiere cortar su higuera, el que se quisiere ahorcar
acuda por éstas antes que la corte’” (222).
194 MARÍA JESÚS BENITES

Lo narrado se estructura sobre la base de esta continuidad de sucesos. Hay


un episodio que se refiere por primera vez en esta relación y que se repetirá en los
escritos de los años 1584 y 1590. En él se establece la clara distinción que separa en
dichos y hechos al Gobernador del General. El relato es introducido con una adver-
tencia y disculpa por su extensión, recurso que no hace más que aumentar la ex-
pectativa ante una anécdota que pugna por ingresar al texto.

Este coloquio, aunque sea largo, es notable, y más lo siguiente.


(...). “Por cierto, yo [Flores de Valdés ] no sé para que quiere el Rey
poblar las Indias, que para mí yo creo que no las tiene con buena
conciencia”. Vea Vuestra Majestad si tiene un buen teólogo en él, y que
se ha despabilado bien en esta materia y leído bien123 las relecciones
de Fray Francisco de Vitoria, sobre los títulos de Indias y otros. Cosa
es de risa, y muy mayor gastar tiempo en ello yo, pero porque lo dijo
a voces, que todos los que allí estaban lo oyeron, que hablando él esto
afirmativamente, por la autoridad del cargo quizá creerían que acerta-
ba, no pude dejar de responderle primero, como a hombre sin letras
que si el Rey no tenía con buena conciencia ¿qué se juzgaría de los
quél había ganado allá en idas y venidas (...). Todo esto medio en
pasatiempo; pero muy de veras se volvió a afirmar en ellos como si lo
supiera. Por lo cual Pedro Sarmiento le dijo que le rogaba no tratase
de aquella materia, que no era de su profesión; vivía errado en lo que
decía, porque los Reyes de Castilla y León, dende los Reyes Católicos
acá, poseían las Indias con justísimos títulos (...) y que si esto negaba,
contradecía el poder del Papa, que no más los luteranos, y la senten-
cia de los sabios; y le mostró la bula en romance, con que le puso
freno, y dijo qué no sabía aquello. Y así se quedó este dialogismo, que
aunque se sea digresión escribir de vidas ajenas y prolijidades de mi
barbarie, ni será dese[r]vicio de Vuestra Majestad saberlo (219 - 220).

El fragmento representa el juego de oposiciones que signa la relación entre


ambos personajes. El narrador se posesiona de la figura de Flores para proyectar,
desde la distancia, a “Pedro Sarmiento” como un letrado que ha leído desde las re-
lecciones de Vitoria hasta las bulas papales escritas en romance frente a un vasallo
que, por sus servicios a la Corona y aunque ignore los antecedentes de donación de

123
Uso la cursiva para destacar la ironía con la que Sarmiento se refiere a la falta de conocimien-
tos en Flores.
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 195

las Indias, ha recibido la honrosa orden de Santiago. La actitud de superioridad del


sujeto textual se manifiesta en el uso de la ironía ante quien define como un hombre
“sin letras”. Las oposiciones son contundentes y Sarmiento necesita de Flores para
expresarlas: letrado/ no letrado; modelo de vasallo leal y cristiano/no vasallo y por
lo tanto no cristiano (luterano) e infame.
Las palabras del General invaden el relato. Además de sus expresiones poco
caritativas y su confusión con respecto a los derechos españoles en el Nuevo Mundo
se suman las burlas dirigidas a los futuros pobladores del Estrecho: “Deshacíale y
amotinábale los pobladores y oficiales, diciéndoles públicamente: ‘¡Oh malaventurados
de vosotros! ¿Quién os engañó? ¿Dónde vais?’”(223) y también el marcado despre-
cio que manifiesta ante los consejos de Sarmiento: “Dadme dineros y no consejo”
(259).
El navegante introduce la palabra de Flores en momentos centrales como el
de la llegada al Estrecho de Magallanes después de una larga espera en la que se
desmoralizan los pobladores y se deterioran los barcos. El 2 noviembre parte la
expedición con quince naves. Los estragos de la broma124 hacen que varias de ellas
se pierdan, obligándolas a buscar un puerto donde aderezar las que quedan. El 7 de
enero de 1582 zarpan desde Santa Catalina con ocho barcos.125
El relato señala la manera en que el 17 de febrero alcanzan la entrada del Es-
trecho de Magallanes y fuertes vientos impiden que se cumpla el objetivo de na-ve-
gar por la primera angostura y descender a tierra firme. Este inconveniente desani-
ma, según Sarmiento, al asturiano, ya que emprende el regreso a Brasil. El Go-
bernador, en su obstinación lo persigue e insiste en esperar a que mejore el tiempo.
El General consiente en aguardar una nueva oportunidad pero, como las condicio-
nes continúan siendo desfavorables, ordena el retorno, sin contradicciones. En el
devenir de estos sucesos el narrador introduce diálogos indirectos con Flores y ade-
más, con una clara intención paródica, reproduce las expresiones que, producto del

124
Friederici (1973) señala tres causas centrales en la pérdida de embarcaciones. La más
devastadora eran los estragos que causaban la broma o taraza, molusco que perforaba las
maderas de los barcos. Las otras dos era el desconocimiento de las costas y las últimas el
exceso de mercancías con que se cargaban las naves. El ataque de la broma o taraza era una
de las causas más importantes de pérdidas de embarcaciones.
125
Tres naves tenían la orden de llevar al Río de la Plata seiscientos soldados de Don Alonso de
Sotomayor, para que desde allí prosiguieran, por tierra, el viaje hasta Chile.
196 MARÍA JESÚS BENITES

miedo, éste vocifera descontrolado:

Y llegado que hubo a la galeaza, preguntó por Antón Pablos, y le


dijo: ¿Qué haremos?. El cual le respondió que esperásemos hasta la
menguante de luna (...) Y el general dijo ¡Andrés, no quiero, no quie-
ro!. Y otra vez con la mano señaló, hacia el norte y España, diciendo a
voces; ¡No, no!. ¡Arribar, arribar! ¡Vámonos, vámonos!. (...) Llamando
otra vez a Antón Pablos y al almirante, les dijo a voces: “¡Ya no es
tiempo, ya no es tiempo! ¡Arribar, arribar!” Y le volvieron a decir lo
mesmo que antes. El general dijo: “Yo me voy, sígame quien
quisiere”!126 (276 - 277).

“Juro a Dios que si supiera lo quera el Estrecho y esta navegación,


aunque el Rey me diera cuanto tiene, no viniera acá” (280).

En los sucesos de la incursión magallánica el gesto de la escritura no es el del


derrotero marítimo de descubrimiento y exploración ni el del trazado el espacio,
como en la detallada Relación de 1580. Frente al fracaso de los objetivos pautados
por la instrucción la pluma cede ante las irregulares circunstancias refiriendo múlti-
ples acciones y anécdotas. De todos modos, el narrador - viajero traza un mapa, no
físico sino textual que se lee siguiendo las líneas del enfrentamiento con Flores. Se
establece un recorrido progresivo que va desde los obstáculos y trabas que impiden
la concreción de la empresa hasta su huida a España en junio de 1583. La traición
del General elegido por la Corona es el elemento central, es la huella imborrable
que señala el itinerario.
La tercera persona representa a un Pedro Sarmiento en actitud sufriente ante las
desmesuradas injusticias de Flores, en quien se muestra, de manera gradual, un aleja-
miento de los principios humanos que asimilan su presencia amenazante a lo demoníaco.

Aconsejó al general que matasen a Pedro Sarmiento, (...) y lo avisó, el


que lo oyó a Pedro Sarmiento, adviertiéndole que se guardase de comer
con personas familiares o conterráneas a Diego Flores, pero todo esto
estimaba en nada ni hacía caso dello Pedro Sarmiento, antes, con más
claro, procuraba el servicio de Vuestra Majestad, confiando en que Dios le
ayudaría, y que no permitiría quel demonio saliese con su mala urdimbre,

126
El manuscrito tiene una anotación al margen de algún miembro del Consejo de Indias quien, al
revisar el texto, apuntó “No quiso llegar a tomar el Estrecho.”
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 197

que era impedir esta jornada, para que la palabra de Dios no se noti-
ficase a aquellos ciegos gentiles, a quien Vuestra Majestad enviaba a
convertir y hacer cristianos (227).

En la representación del marino asturiano se suman, además de su cobardía,


actitudes que, por su grado de vileza, únicamente pueden atribuirse a la influencia
del demonio. Sarmiento, por el contrario, cumple la misión encomendada por Felipe
II bajo la protección divina. La actitud mesiánica del narrador acentúa las diferen-
cias ya que éste se transforma en un instrumento de Dios, que combate y resiste las
calumnias y agresiones.
La invernada en Río de Janeiro, antes de la partida al Estrecho, exaspera al
Gobernador. La lucha que establece con los seguidores de Flores tiene por objetivo
evitar que los súbditos (soldados, marineros) del poderoso imperio se transformen
en mercaderes de los bastimentos entregados por la Corona. Esto provoca nueva-
mente el encono contra quien defiende las posesiones del Rey frente a quienes “le
miraban como a toro” (228).
El mal uso de los bienes reales determina una vez más la pugna. El Coman-
dante de la flota real ha quedado transformado en un mercader que intercambia los
bienes destinados al Estrecho por el palo brasil. El General designado por la Casa de
Contratación, por sus méritos y servicios para acrecentar y defender las posesiones
americanas, termina asimilándose a un saqueador, una suerte de enemigo interno
de la Corona que adopta el mismo comportamiento de aquellos contra quienes debe
defenderla: los piratas.

¡Buena consideración de capitanes, soldados y oficiales reales, que,


viniendo a pelear, descubrir y fortificar, hagan de sí una metamorfo-
sis,127 y se conviertan en taberneros y aceiteros, y quieran cubrir sus
bajezas y culpas con el nombre de Vuestra Majestad! (247).

En la escritura se inscriben los distintos roles y funciones sociales que cumple


el sujeto textual: juez (administra justicia e impone castigos), religioso (casa a los
solteros, convoca a las misas), cartógrafo (confecciona los mapas), astrónomo (mide
las variaciones celestes). El eje que los une es el principio inalterable de lealtad al
Rey. Sarmiento se detiene en la enumeración de su accionar generoso y únicamente

127
La cursiva me pertenece.
198 MARÍA JESÚS BENITES

interesado en alcanzar lo mejor para el emprendimiento de su empresa colonizadora.

Porque en las tierras nuevas lo más necesario son los casados, así
para asegurar la tierra de alteraciones que suele haber entre gente
toda soltera y suelta, como para poblar y multiplicar y cultivar la tierra
y para los oficios femíneos, que son a la república necesarísimos, de
curar enfermos, remendar, y coser a los hombres y limpiallos, y aun
para dar ánimo a los hombres, que, viendo que una flaca mujer sufre
los trabajos de las nuevas poblaciones, avergüénzanse los hombres
de no hacer otro tanto y más (236 - 237).128

Frente a un desempeño que expone el celo con el que protege a su gente se


opone la displicencia y laxitud de Flores “diré que ni sodomía ni muerte ni fuerza ni
hurtó castigó ni enmendó” (238). El navegante actúa con un desinterés que se sus-
tenta en la necesidad de servir sin esperar, en apariencia, ninguna recompensa per-
sonal; cualquier ambición se diluye en el engrandecimiento del poderío del imperio.
El Capitán General es quien siempre pone en peligro el interés real en procu-
ra del beneficio propio; es el eje sobre el cual giran los alzamientos, la desobedien-
cia y el principal descontento. Cancela, generando el caos, las estructuras de vasa-
llaje y de orden.129 A este “ellos” conformado por él y sus seguidores se opone el
“nosotros” guiado por un principio de subordinación armónica y solidaria con la
autoridad.
El uso de la primera persona del plural no adquiere tanta trascendencia en el
texto, ya que el principio que lo rige es la oposición entre el narrador y Flores, esta-
blecida por medio de la tercera persona que refiere los sucesos y detalla las accio-
nes modélicas emprendidas por “Pedro Sarmiento”. La tercera persona es la que sos-

128
En las primeras licencias de colonización concedidas por los Reyes Católicos en 1501 se
exigía que los emigrantes debían ser casados y viajar acompañados por sus familias. En 1505
se ordenó a los hispanos casados que se habían asentado en el Nuevo Mundo que retornaran
a España para buscar a su mujer e hijos. Durante todo el siglo XVI la monarquía impuso normas,
en algunos casos muy severas, para promover la inmigración de mujeres y de familias a las
Indias. Las palabras de Sarmiento transmiten esa necesidad de colonizar las nuevas tierras
con hombres y mujeres para asegurar el asentamiento definitivo en el territorio y el acrecenta-
miento de población.
129
En este sentido, Flores queda representado como un “criminal” ya que, partiendo del concepto
propuesto por Michel Foucault (1995) en La verdad y las formas jurídicas, criminal es aquél
que “damnifica, perturba a la sociedad”. Es el enemigo interno (93).
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 199

tiene cronológicamente el relato y sobre la que recaen la suma de las cualidades;


las referencias a estados internos y emotivos se introducen desde la primera.
La presencia de ese “yo” declamativo supone una transposición temporal. La
voz narradora manifiesta actitudes que, por su carácter reflexivo, evidencian un
procesamiento posterior al momento en el que han acaecido los sucesos. La marca
que domina a este sujeto es el desconcierto y la actitud sufriente, cercana al tor-
mento. Es la continuidad del narrador que se presentaba en la epístola - prólogo ex-
clamando su condición de “mártir de Vuestra Majestad”, lugar que se prolonga en la
convivencia con Flores. La postura del vasallaje potenciada hasta el martirio implica
ceder el propio cuerpo a un sacrificio y dolor físico que pueden acarrear la muerte:
“Cada vez me van creciendo enemigos por hacer el servicio de Vuestra Majestad;
no sé en lo que ha de parar tanto robo, sino émulos que me persigan” (289).
Existe una inscripción de lo corporal en la consternación que se expresa en
las lágrimas que Sarmiento derrama ante la falta de piedad de Flores. El sujeto que
escribe se implica en el texto dejando dentro del cuerpo del relato las marcas del
propio. (Margo Glantz: 1992). Ese “yo” sufriente manifiesta su subjetividad en la
tensa lucha que opone al decir con el callar.

Una cosa no pasaré en silencio, aunque sea menuda (209).


No puede dejar de decirse con lágrimas algo aunque se me atribu-
ya a murmuración o hipocresía ( 217).

El silencio, en este contexto, representa un incumplimiento, una acción des-


leal. El no callar es una prueba más de vasallaje que autoriza al discurso para
referir el deterioro de la empresa. Las imágenes que lo patentizan se expresan en el
desconsuelo de los pobladores y en la ruina de los navíos.

Quebraba el corazón ver las lástimas questos pobres pobladores


hacían y decían en verse dejar desamparados y desconfiados de con-
seguir su deseo para que habían salido de Spaña (267).

Los barcos inmóviles, presencias silenciosas, acompañan el proceso de de-


sintegración de la empresa. En la medida en que son corroídos por la broma que in-
vade maderas y jarcias, Sarmiento es diezmado interiormente por la desesperación
y las hostilidades. La voracidad de los gusanos que arruinan los navíos, se asimila a
la presencia también destructiva de Flores que invade la escritura y genera el sufri-
miento interno del narrador.
200 MARÍA JESÚS BENITES

¿Qué haría yo? Callar y trabajar y considerar mi suerte, y que


Diego Flores gozaba de mi sudor y trabajo, y bebía de mi sangre con
los cascos de mi cabeza (236).

El uso de la primera persona es el más efectivo en la representación del na-


rrador. Éste se reconoce como el “mayor pecador de todos” y escribe los hechos que
reflejan la ineficacia de Flores por “miedo que Dios me castigara si no lo hiciera y la
conciencia, que es mil testigos, me acusara por traidor a mi Rey” (244). Las reflexiones
que lo develan surgen como una necesidad de expresar el desborde emocional que
implica la situación de subordinado y la impotencia por concretar la empresa.

Bien sé que los hijos de este siglo son más prudentes que los hijos de
luz,130 y que quien quiere vivir sobre la haz de la tierra deja correr el agua
por donde suele; y cada uno viva como pudiere, con daño o sin daño, bien
lo sé y bien lo entiendo, y no soy santo ni aun bueno, pero aprendí a tener
vergüenza y a no hacer cosa que pareciese mal (...). Sacra Majestad, en
tocándome en mi Rey y mi señor, no hay disimular, así porque Dios me dice
obedite praepositis uestris,131 como por afección humana. Y por esto he
tenido y tengo muchos émulos y contradiciones, trabajos, peligros y pérdi-
das, pero nada me ha estorbado el servicio de mi Rey, y muchos lo han
procurado con obras, fuerzas y malas palabras, y por esto estoy pobre,
pudiendo estar rico, digo en dinero, pero tengo en la memoria la sentencia
del sabio: melius est nomen bonum quam diuitae multae, si fas est dicere,132
nombre bueno en mí, por servir y arriscar muchas veces la vida limpia-
mente por Vuestra Majestad, en que Dios Nuestro Señor me ha favorecido
y sacado con vitoria adelante; la gloria y honra a su Divina Majestad solo,
que dél nos viene todo bien y don perfecto (244).

La construcción del sujeto textual es ejemplarizante. Las actitudes providen-


ciales que se señalan tienen su mayor exponente en el momento en el que la divi-
nidad habla a Sarmiento, convirtiéndole en su aliado. El evidente apoyo divino justifi-

130
En este tramo Sarmiento alude al Evangelio de San Lucas, capítulo 16, versículo 8: “Y alabó el
señor al mayordomo malo por haber hecho discretamente; porque los hijos de este siglo son en
su generación más sagaces que los hijos de la luz”. Nota en Rosenblat: 1950, T. II, 430.
131
“Continuad con vuestro designio”.
132
“Si es lícito decir: es mejor ser tenido por bueno que tener abundancia de riquezas”. El uso del
latín evidencia una vez más la presencia de un sujeto textual letrado.
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 201

ca y legitima la empresa que propugna a costa de sufrimientos y riesgo de vida.133


Es esta primera persona la que afirma y concreta la construcción definitiva del
viajero como modelo de vasallo, navegante y cristiano. En el fragmento se proyecta
el tono preceptivo y doctrinal134 de la epístola – prólogo, puesto que se retoman las
líneas que ésta anticipaba para señalar las reglas que definen una conducta, en este
caso una ética de subordinación al Rey basada en los principios del sacrifico, el
desinterés por las riquezas materiales y el honor.135
Los últimos tramos de la relación se centran en el frustrado arribo al Estrecho
de Magallanes. Sarmiento se lamenta aludiendo que, con el sufrimiento que habían
pasado, era una pena malograr el ingreso cuando estaban tan cerca de poder, en
uno o dos días, alcanzar sus costas. A pesar de su insistencia, las naves deshacen el
derrotero y vuelven a Brasil. El viajero es contundente cuando afirma que el fracaso
de la incursión se debió “al miedo y la mala voluntad” (285). El 27 de marzo de 1583
llegan al puerto de San Vicente y el 29 de abril parten con rumbo a Río de Janeiro,
donde arriban el 9 de mayo.

133
Este tipo de invocación no es novedoso. El providencialismo de Cristóbal Colón, por
nombrar un ejemplo, es el modelo más acabado de actitud mesiánica en el discurso narrativo
mitificador. Beatriz Pastor (1983) ha señalado también este aspecto en las cartas que Hernán
Cortés dirige al Rey.
134
Porqueras Mayo distingue, de acuerdo a su contenido, entre prólogo presentativo, preceptivo,
doctrinal y afectivo (1957).
135
Aristóteles afirma que las virtudes éticas son aquellas que se desenvuelven en la práctica y
que van encaminadas a la consecución de un fin, además, sirven para la realización del orden
de la vida del Estado -la justicia, la amistad, el valor- y tienen su origen directo en las costum-
bres y hábitos. Véase el término “ética” en el Diccionario de Filosofía de Ferrater Mora.
En uno de los últimos folios (81 v° y 82 r°) Sarmiento vuelve a destacar las normas de
conducta que deben observar aquellos que quieran ser dignos servidores del Rey y España:
“Dicen otra cosa los que quieren salvar a Diego Flores cuando yo le acuso de que deshace la
gente y pertrechos del Estrecho y lo deja en otras partes: que en todas partes se sirva Vuestra
Majestad. Yo les respondo que aunque en toda parte se sirva Vuestra Majestad, que cada
cosa tiene dado su lugar y orden; y sacado de allí, con cualquiera color que sea, es desobe-
diencia y deservicio notable. Y que en cada parte cada personaje ha de acudir adonde le es
ordenado y señalado, con obligación precisa; y el que desto se desviare es culpable y digno
de castigo, porque si así se hiciese y [a ] cada uno le fuese lícito arbitrar contra lo que se le
manda, todo sería confusión y división, y de ahí desolación de todo reino, por faltar la orden que
los Reyes y consejos ponen (...)” (286). Las cursivas me pertenecen.
202 MARÍA JESÚS BENITES

En este puerto encuentran una flota de cuatro navíos enviada por Felipe II
con víveres y pertrechos al mando de Diego de Álcega. Éste porta cartas del Rey
que previenen contra el peligro de una inminente llegada de corsarios franceses a
las costas brasileñas. En el final se precipita el relato de los acontecimientos que
puede observarse, incluso, en la letra abigarrada, improlija del manuscrito. Ésta
proyecta la compulsión y premura de quien escribe para no olvidar ningún aspecto
de los que le interesa incorporar.136 Los verbos de acción y la descripción de las
infructuosas conversaciones mantenidas con Flores de Valdés para que emprendan
un nuevo viaje al Estrecho de Magallanes ponen en escena a un incansable Pedro
Sarmiento; la letra presurosa transmite los vertiginosos esfuerzos del Gobernador
por evitar el desmantelamiento de la flota.137
Ante las negativas reiteradas, el narrador se centra en la cobardía del Gene-
ral, pero esta vez apela a “Vuestra Majestad” solicitando castigos y reconstruyendo
diálogos que ejemplifiquen la coherencia modélica en sus actitudes y dichos.

Y como todo su sino ha sido volverse a España a gozar de las mercedes


que Vuestra Majestad le ha hecho por que hiciese esta jornada, y a que se
le entreguen los galeones de la guardia de Indias, a que tiene ojo, todo le
huele mal lo que es trabajo aunque más sea servicio de Vuestra Majestad,
sin mirar la obligación que tiene. Cierto, yo no sé qué hacerme, ni cómo
podré servir a Vuestra Majestad si no es apuñándome con los enemigos a
puñete seco, o huyendo; sólo un consuelo me queda: que este negocio yo

136
En el documento también se observan tachaduras, algo infrecuente en los originales escritos
de puño y letra por Sarmiento. Estos cambios en la presentación formal los advierto a partir del
f. 77 y hasta el final, f. 85. Desde el f. 84 v° el tamaño de la letra es más grande y su lectura se
torna dificultosa.
137
En el relato son muchos los viajeros que se resisten a emprender una nueva travesía al
Estrecho y más aún aquellos que se espantan ante la posibilidad de tener que permanecer en
aquellas tierras. Sarmiento no escatima espacio textual para reproducir las más diversas
respuestas que obtiene de los supuestos vasallos reales, como en los siguientes ejemplos:
“Los que con nosotros venían, a su imitación, hicieron otro tanto; el tesorero Esquibel, el
sargento mayor Loaysa, que en lugar de disciplinar algo se metió a lo mesmo, y tratándole un
día el capitán del artillería Viedma de volver al Estrecho respondió: ‘Yo me meo en la cama, y
llámome maricas [sic.] y no quiero ir al Estrecho’ ” (283, f. 78 v°) “(...) diciendo el gobernador
que, aunque fuese en una teja, había de procurar volver al Estrecho, le respondió [Garri,
designado Alcalde de uno de los futuros fuertes] que aunque el Rey propio en persona viniese
a mandárselo, no iría allá” (286, f. 81 v°).
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 203

[lo pongo en conocimiento]138 de Vuestra Majestad, y que ha de mirar


y volver por sí, que yo sé que, como sabe hacer mercedes, sabe
castigar como es justísimo (285).

Flores de Valdés encarna la imagen inversa del héroe. La bravura y fortaleza


moral, han cedido todos los espacios discursivos a la cobardía, la mentira, la injuria,
el miedo y la denigración. La figura modélica del vasallo, representada en el accio-
nar incuestionable de Sarmiento, tiene su contraparte en el egoísmo, arrogancia,
displicencia, impiedad que revisten la presentación de quien tiene a su mando la
empresa. El inventario de sus condiciones personales supone la inversión y liquida-
ción absoluta del modelo de conquistador. Aunque el acto de escribir parezca sumi-
so a la autoridad real, el ejercicio sostenido de defenestrar la figura de Flores per-
mite escuchar, en voz baja, una crítica.139

Tomólo muy mal [Diego Flores]; en fin, se le hice notificar, y res-


pondió bien frívolamente; y lo más substancial que dice es al revés de
lo que pasa, porque en esta parte padece su memoria, como se sabe
y es público y notorio en toda la armada y en la Contratación de Sevi-
lla y entre todos los que le tratan (pp. 287 - 288).

Es el “mártir” el que se transforma en héroe ya que supera y se opone a to-


dos los obstáculos por defender la grandeza de España. La escritura es, entonces,
único medio de reivindicación ante la injusticia en que han incurrido los miembros
del Consejo Real y Felipe II, quienes eligieron a un marino temeroso que ante la
zozobra de las naves “se torcía las manos, según me dijeron” (287).

138
La construcción entre paréntesis corresponde a Rosenblat. En el original (f. 80 v°) la palabra,
una sola, ha sido cubierta, casi en su totalidad, por una mancha de tinta que ha traspasado el
papel.
139
El enojo de Sarmiento se manifiesta en uno de los últimos párrafos del relato cuando se queja
por la mala calidad de los pertrechos que la Corona ha enviado para los futuros pobladores del
extremo sur: “El vino que se trajo es la más mala cosa que se ha cargado en naos de España,
lo más dello, y hase hecho la prueba que mucho dello vino aguada, y aun creo que se prueba
que con agua salada” (289).
204 MARÍA JESÚS BENITES

II. Relación de 1584:


La escritura del Desamparo

"Estaba la gente de esta armada tan postrada de ánimo


y espantada de esta navegación y tormentas."
Relación de 1584

Antes de su regreso definitivo a España y después de la fracasada incursión


magallánica, Diego Flores de Valdés escribe, el 5 de agosto de 1583 desde la Bahía
de Todos los Santos, dos cartas a Felipe II.140 En ellas el cuestionado General justi-
fica su accionar “por que no entiendan los enemigos que yo no pude forteficar el
Estrecho” (322) afirmando que “de mi parte se hizo todo lo posible” (328). Lo más
interesante a nivel discursivo es el modo en que el incumplimiento de la jornada se
transforma en un servicio a la Corona. Si bien no pudo ingresar con sus hombres a
la zona magallánica la permanencia en Río de Janeiro representa un “mayor prove-
cho” que en aquella tierra “fría y tempestuosa” (324).141

El tiempo questuve en el Río de Jenerio procuré entender si en aquella


tierra había algún metal de oro o plata; y tratado y conferido con algunas
personas, en conversación les procuré sacar algunas cosas (...). Esta bahía
es la cabeza de todo este Brasil, es puerto abierto, que no se puede

140
Las cartas han sido publicadas por Ángel Rosenblat. (1950: T. II, 315 – 328), quien las copió de
la Colección de Manuscritos de la Biblioteca Nacional de Buenos Aires, N° 7300 y 7301. Los
originales se encuentran en el A.G.I. Las dos cartas están publicadas además en la Revista de
la Biblioteca Nacional, Buenos Aires. 1938: N° II, 141 - 146.
141
Flores insiste en presentar la rigurosidad del paisaje del Estrecho. En uno de los fragmentos, en
términos realistas, describe: “la tierra es tan rasa de la una parte y de la otra que de ninguna
parte tiene abrigo, que para tierra de tanta frialdad, es de grande inconveniente para la gente
que ha de estar en ellos, porque no tienen leña ni agua, sino es a cuarenta leguas (...)” (323).
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 205

impedir la entrada dél a ningún navío que quisiere, por haber más de
dos leguas de boca, de lo que aquí se acordare para la defensa dél y
aumento u población de la tierra por ser de importancia traté y comu-
nicaré con el gobernador y personas despiriencia, y daré a Vuestra
Majestad relación de todo (326 - 327).

La iniciativa de Flores es clara y se sustenta en la conveniencia de explotar


las tierras de Brasil “ricas en oro y plata” para suplir con creces la fracasada incur-
sión al extremo sur. Es tal el convencimiento del General de la importancia de este
objetivo que desde una humildad pretenciosa afirma:

Por haber descubierto a Vuestra Majestad tanta riqueza, la que hay


en San Vicente y Río de Jeneiro, no quiero que Vuestra Majestad dé
premio ni haga merced, mas de sólo suplicar a Vuestra Majestad se
acuerde de hacer merced a los deudos y amigos que en esta armada
traigo, pues lo pasan con mucho contento y acuden al servicio de
Vuestra Majestad con muchas veras (327).

En la carta no se trasluce ningún tipo de enemistad que lo enfrente al obstina-


do Gobernador, quien es nombrado de manera incidental. De todos modos, no falta
una mención implícita en la que alude a la falta de veracidad en los informes que se
han realizado sobre las características geográficas del Estrecho de Magallanes.

Y que con dos fregatas se vea y reconozca el Estrecho y los brazos


y ríos que se entiende tiene, y se sepa todo lo que en él hay, para que
Vuestra Majestad provea lo que más a su servicio convenga, y no sea
engañado, como hasta ahora lo ha sido, de las personas que a Vuestra
Majestad dieron relación, las cuales yo he hallado muy al contrario de
lo que Vuestra Majestad informaron; y aunque Vuestra Majestad ha
gastado y gasta mucho en esta armada, lo dé por muy bien empleado,
por los efectos que con ella se han hecho (320).

El saqueador de los bienes reales que construye Sarmiento se transforma en


estos escritos en un vasallo leal preocupado por los excesivos gastos y la importan-
te (e improductiva) inversión que ha realizado Felipe II para colonizar tierras carentes
de bondades, en oposición a la exuberancia desbordante en riquezas de Brasil y en
especial de Río de Janeiro.
El 2 de junio Diego Flores de Valdés partió desde Brasil y emprendió el regre-
so definitivo a España. Allí tuvo que dar cuenta de su fracaso y fue sometido a un
206 MARÍA JESÚS BENITES

seguimiento por sus actuaciones.142 El castigo y la cárcel le llegarían años más tarde
(1588), cuando demostrara su cobardía al mando del Escuadrón de Castilla de la
Armada Invencible.143
Sarmiento de Gamboa, en tanto, se ha quedado en Brasil preparando una
nueva y decisiva incursión. Lo acompañan Diego de la Rivera con el cargo de Flores,
y el piloto Antón Pablos. Muchos hombres lo abandonan, entre ellos algunos frailes
y Juan Bautista Antonelli, el ingeniero que Felipe II había designado para la cons-
trucción de los fuertes.
La Relación hecha por Pedro Sarmiento a Su Majestad sobre lo sucedido en el
Estrecho cuando allí se quedó y fundó dos ciudades, está escrita desde Pernambuco
y firmada el día 18 de septiembre de 1584.144 Su escritura se orienta hacia la legi-

142
En el A.G.I. P. 33, N° 3, R. 5, se conservan diversos manuscritos sobre la expedición al
Estrecho. El legajo contiene siete documentos donde hay interrogatorios y advertencias rela-
tivas a la causa que se llevaba adelante en Madrid sobre la dirección y administración de la
armada comandada por Flores.
143
Colección de documentos inéditos para la historia de España y de sus indias. La Armada In-
vencible. Archivo de Simancas. 1587 - 1589. Documentos seleccionados por Enrique Herrera
Oria. Transcriptos por Miguel Bordonau y D. Ángel de la Plaza. 1929.
En una carta de Don Juan de Cardona a Felipe II, firmada en Santander el 20 de noviembre de
1588, se refiere y critica el accionar de Flores de Valdés durante un accidentado episodio. Si-
mancas. Estado. Legajo 165. Fs. 225 y 226. He optado por actualizar la ortografía de la
transcripción.
“Iba la nao de Don Pedro de Valdés delante del galeón del Duque de Medina aun lado, ya
entrados en el calos de Inglaterra y el armada enemiga siguiéndolos; la nave de don Pedro de
Valdés invistió con otra de su propia escuadra, rompió el beupres y el árbol del trinquete, el qual
cayó hacia dentro de la nave y dio sobre la vela maestra de manera que la esuentó y así no
pudo hacer camino, sino volver atrás pasando al lado de naves y galeones, sin que ninguno le
socorriese ni hiciese motivo de querello hacer, desde la misma manera pasó cerca del galeón
del Duque de Medina Sidonia, el qual tampoco hizo muestra de socorrelle, ni puso proa a la mar
esuentando las velas, ni dellas amainó ninguna, ni hizo señal para que el armada aguardase y
así volviendo atrás la nave de Valdés y el galeón del Duque y el armada a su camino le iban de-
jando; preguntó el Duque a Diego Flores de Valdés si se podía socorrer, respondió Diego Flo-
res que don Pedro de Valdés era su sangre y su amigo, pero que más debía al servició de V.
Mg. que si senbarazaba a socorrer aquella nave, que se perdería el Duque y ponía en peligro
el armada” (352).
144
Manuscrito del A.G.I., P. 33, N° 3, R. 46. Posee treinta dos folios escritos de ambos lados,
más la carátula y tres folios en blanco. La letra no es Sarmiento de Gamboa quien ha escrito
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 207

timación del espacio de poder que le corresponde como Gobernador y modelo


de vasallo. Sarmiento recupera el protagonismo absoluto como sujeto colonizador y
recorre el texto tratando de restablecer el orden destituido por Flores. El narrador
no puede borrar de su escritura la presencia negativa del General ya que desde las
primeras líneas alude, a través de un juego de oposiciones, a los impedimentos que
han obstaculizado el buen término de la empresa.

sólo en el folio 31 r° y v° y en el 32 r° el listado de los pertrechos dejados por Diego de la Ribera.


La grafía es procesal encadenada y se han seguido normas de presentación particulares. La
oración inicial de cada hoja está escrita enteramente en mayúsculas y en los amplios márgenes
superiores se han dibujado líneas. Además, el margen izquierdo es mucho más importante que
el derecho. En este escrito el tamaño de la firma es más pequeño que el habitual. El documento
fue publicado por Pablo Pastells como Relación hecha por Pedro Sarmiento a Su Majestad so-
bre lo sucedido en el Estrecho cuando allí se quedó y fundó dos ciudades (664 – 719). Bajo
es-te mismo título aparece en Ángel Rosenblat (T. II, 9 – 71). A esta edición pertenece la
totalidad de las citas.
En el A.G.I. P. 33, N° 3, existen también otros manuscritos que refieren los sucesos de la
travesía: Relación de la gente que queda en el Estrecho de Magallanes con el gobernador
Pe-dro Sarmiento, que son en todos trecientas y treinta y ocho personas, desta manera de
Gregorio de las Alas ¿1587? (R. 38, escrita en cinco folios más la carátula) publicada en Pablo
Pastells (344 – 347) y Rosenblat (T. II, 347 - 350). Existen también cuatro textos de Diego de la
Rivera: Relación de Diego de Ribera, almirante del armada del 21 de septiembre de 1583 (R.
42). Escrita en un folio más la carátula (Pastells: 646 – 648; Rosenblat: T. II, 328 – 330);
Relación de lo que subcedió a Diego de la Rivera, almirante de la armada de Magallanes,
después que el general Diego Flórez le dejó en el Río de Janero para que volviese al
Estrecho y llevase a Pedro Sarmiento, gobernador dél, para que poblase del 30 de septiembre
de 1584 (R. 43). El manuscrito posee dos folios escritos de ambos lados (Ibídem, 720- 728;
Ibídem: T. II, 330 – 333); Relación de lo que subcedió a Diego de la Rivera, almirante del
Armada de Su Majestad, que fue a el Estrecho de Magallanes, a su población y fortificación
del 20 de mayo de 1584. R. 45. El manuscrito consta de siete folios más uno de la carátula
(Ibídem, 650- 657; Ibídem: T. II, 333 – 339); Relación de los soldados y marineros que están
en esta corte, que fueron a servir a Su Majestad en la jornada de Magallanes del 25 de mayo
de 1585. A.G.I. Indiferente General. Fs. 107 – 108 (Ibídem, 322 - 324; Ibídem: T. II: 339 – 340).
Finalmente me interesa nombrar la Relación de lo que le parece a Antón Pablo, piloto mayor
de la armada que fue y vino del Estrecho de Magallanes, acerca de lo que para él conviene
redactada por el piloto Antón Pablos y fechada el 4 de septiembre de 1585 (R. 51). Está escrito
en cuatro folios y ha sido publicado por Pastells (734 – 738) y Rosenblat (T. II, 351 – 354).
Todos estos documentos proporcionan detalles importantes acerca de la expedición y demues-
tran el imbricado, y muchas veces inoperante, sistema burocrático que impuso el proceso de
208 MARÍA JESÚS BENITES

Las cosas graves tanto parecen menos dificultosas cuando el mi-


nistro dellas las hace fáciles, puniéndose al trabajo con buen pecho, y
por el contrario, los imposibilita el que, por temor de la muerte corpo-
ral o por cansancio y quebrantamiento de los trabajos o por codicia de
ganancia o escusa de pérdida de bienes caseros, rinde la constancia y
determinación y la obligación a la flaqueza y cobardía. (...). Mas el que
con diligente valor los facilita, puniéndoles en la más razón que pueda,
sin reparar en todos los inconvenientes que en semejantes cosas sue-
len ofrecérsele al que en todo halla dificultad, no escusando ni apar-
tando la propia persona de los peligros y trabajos, este tal, las más
veces, con divino favor, sale gloriosamente de las ocasiones trabajo-
sas (10).

El marco temporal de la Relación comprende desde el momento de la llegada


a Brasil y la huida de Diego Flores a España, hasta el día en que es escrita, ya que
en el último tramo Sarmiento agrega: “Y hoy supe que dos carabelas partían de
Lisboa” (71). El diseño del texto se articula no sólo en la necesidad de referir los
sucesos de la empresa que debía fortificar el Estrecho sino también en la de dar
cuenta de los motivos del incumplimiento. Para justificar el caótico resultado se
apoya en la ineficacia y actos cobardes de Flores.

El propósito desto es por el mal suceso de la armada que Su Majes-


tad envió al Estrecho a fortificarle y poblarle, la cual encargó a Diego
Flores de Baldés, asturiano; el cual, después de haber perdido y dado
al través con casi todas las naos, arribó del Estrecho, pudiendo escusallo,
o a lo menos hacerlo mejor o no tan mal como lo hizo (10).

La materia textual se sostiene en el informe de los avatares de la expedición


colonizadora donde convergen, tanto los preparativos para la partida y la llega-

colonización de Nuevo Mundo. En todos ellos, sobre los que iré señalando algunos aspectos,
se solicitan datos vinculados a la cantidad de pobladores y bastimentos y pertrechos de los
que disponía Sarmiento. Todos estos textos denominados de manera general relaciones ema-
nan, evidentemente, de una disposición del poder real destinadas a los funcionarios del Con-
sejo de Indias. Se limitan a brindar la información solicitada y, en caso de las relaciones escritas
por Diego de la Ribera, repetirla. Cuando Esteban de las Alas firma su Relación para explicar
cuáles considera que son los recursos más apropiados para socorrer a los pobladores del
Estrecho, en respuesta a los pedidos que Sarmiento realiza a la Corona desde mediados de
1584, el navegante se encuentra preso en Francia y los pobladores agonizando de hambre y frío.
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 209

da al Estrecho de Magallanes el día 1 de febrero de 1584, como el momento en que,


según Sarmiento, un fuerte viento cortó las amarras del batel en que se encontra-
ba, junto con treinta hombres realizando una exploración costera, y lo arrastró
hasta el Atlántico. Durante treinta cuatro días él y sus hombres naufragaron pade-
ciendo diversas privaciones hasta que arribaron al Puerto de Todos los Santos.

La voz narradora realiza un cuidadoso trabajo discursivo, por un lado para


desvincularse de los sucesos desgraciados y de las cuantiosas pérdidas materia-
les que significó para la Corona, por otro para alejar cualquier tipo de sospecha que
pudiera recaer sobre él debido a las circunstancias forzosas de su regreso a Brasil.
Al igual que la Relación de lo sucedido a la Armada Real de 1583 el acto de escri-
bir no surge como necesidad de cumplir un mandato sino que continúa siendo un
acto de autojustificación basado en las estrategias retóricas de informar y conven-
cer.

Los sucesos son referidos desde la tercera persona. Los anteriores a la huida
del General recrean nuevamente los desencuentros a través de las denodadas lu-
chas que emprende “Pedro Sarmiento” para que aquél cumpla con lo que se le ha
encomendando.

Y Pedro Sarmiento le requirió por escripto que no volviese sin aca-


bar las jornadas. Pero pues no bastaba la palabra de su rey. ¿Cómo
había de bastar la de un pobre soldado? (11).

La pugna con Flores es enriquecida permanentemente a partir de la construc-


ción de imágenes y palabras que los enfrentan, basadas sobre todo en la del vasallo
que es capaz de sacrificar la propia vida y aquél que, por miedo a perder la propia,
huye. El mártir adquiere dimensiones heroicas mientras que el elegido por las auto-
ridades se desvanece con todas las “flaquezas de los ánimos”.

Con la partida del General, Sarmiento recupera el protagonismo absoluto


desplegando durante el otoño diversas actividades: calafatea y repara los barcos;
trae provisiones; junta nuevos pobladores; embarca animales vivos para su crian-
za, como cabras y ovejas; elige plantas, frutas, hortalizas y diversas semillas. En
estos tramos la figura del Gobernador adquiere dimensiones de patriarca bíblico ya
que procura evitar futuras carencias a quienes lo acompañan. Además, brinda con-
suelo a su gente ya que ha quedado “tan postrada de ánimo y espantada de esta
navegación y tormentas, por haberse hecho mal y engolfado, y por haber visto
volverse al general Diego Flores” (12).
210 MARÍA JESÚS BENITES

El 2 de diciembre de 1583 sale una expedición, definitiva, con rumbo al Estre-


cho; la componen tres naos, dos fragatas y un pachate145 con quinientas veintinue-
ve personas, de las cuales doscientas cincuenta y nueve son hombres de guerra,
ciento noventa y seis de mar y sesenta y cuatro pobladores, incluyendo trece muje-
res y diez niños.146 Poco queda de la imagen majestuosa de las veintiún naves y
más de tres mil tripulantes que partieron desde Sanlúcar de Barrameda el 27 de
septiembre de 1581.

El primer intento de ingreso a la desembocadura es desastroso ya que pier-


den el patache que llevan y el viento y las corrientes expulsan las naves hacia el
mar. En el texto se señala nuevamente el temor al fracaso que se manifiesta en el
desánimo de la gente y la falta de colaboración de los tripulantes, que propugnan el
regreso a Brasil. Luego de tres días el tiempo mejora y les permite acercarse a la
costa. El 4 de febrero, después de casi tres años de la partida desde España, Sar-
miento pisa otra vez suelo magallánico.
Luego de tomar acto de posesión de la tierra “sacando la espada de la vaina,
cortó hierbas y ramos y mudó piedras” (15) por medio de ese “ritual impregnado de
magia” como lo define Ángel Rama (1984, 8) se suscitan las primeras adversidades
y enfrentamientos con Diego de la Ribera y Antón Pablos, determinados a regresar
a España.
La existencia inalterable de obstáculos y oponentes es una constante de la

145
Patache o patax es una embarcación de dos palos para llevar avisos, reconocer las costas,
guardar la entrada de los puertos. En Glosario de Voces Marinas. Rosenblat: 1950. En
algunos tramos Sarmiento menciona el patax como lancha.
146
Según la breve Relación de Diego de la Ribera del 21 de septiembre de 1583 viajaban,
además, trece carpinteros, cinco canteros, cinco calafates, un herrero, un cerrajero, un
armero, un cuchillero y dos toneleros. En el A. G. I. P. 33, N°3, R. 38 se conserva una
Relación de la gente de guerra y mar, pobladores, niños, mujeres, frailes y oficiales que
quedaron en Magallanes por hebrero desde año de 1584, y de los bastimentos, ropa,
artillería y pertrechos que para ellos se dejaron de Marcos de Aramburu. En este texto se
señala que la cantidad de pobladores que quedan en el Estrecho son trescientos treinta y ocho
y se enumeran los elementos de diversa índole que componen el cargamento: armas (arcabuces,
mosquetes), ropa (frazadas, camisas, sombreros) municiones (balas de cadena, de plomo),
semillas (arroz, habas, maíz), alimentos (quesos, tortas de cazave, tocino) y herramientas
(picos, palas, machetes). El manuscrito posee dos folios escritos de ambos lados. El texto ha
sido publicado por Pablo Pastells (1920, 661 – 663) y Rosenblat (T. II, 343 – 346).
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 211

narrativa. El enfrentamiento con los rivales se mantiene siempre en un nivel verbal


y el narrador pone en escena extensos parlamentos diferidos que transmiten la
vehemencia y tenacidad de un vasallo, que hasta en las condiciones más extremas,
mantiene su lealtad. La construcción del mártir del texto de 1583 se despliega en
esa oposición vida/muerte sobre la que se sustentan los discursos del relato. Estas
arengas, en cada oportunidad, son pronunciadas ante numerosas personas “para
que todos escucharan”, y poseen una finalidad ejemplarizante.

Pedro Sarmiento determinado de morir y aventurar la vida por servir a


su Rey y dar principio a cosa tan importante al servicio de Dios (...) y dijo a
Gregorio de las Alas y los demás (...) que él se quedaba para dar con sus
pocas fuerzas mediante el favor de Dios, principio a lo que tanto costaba y
convenía; y que con su persona haría hasta morir el deber; y que no
habiendo quien le quisiese ayudar, acabaría con la vida sus buenos deseos
de servir a su rey y señor natural; (...) que dijesen al general [Diego de la
Ribera]147 le enviase lo que venía para el Estrecho;(...) y que el que empie-
za tiene la mitad de la obra hecha, y que si antes hubiera puesto los pies en
tierra, antes lo hubiera hecho, que en negocios tan graves e importantes no
se ha de parar en todos lo inconvenientes que se ofrecen y a la flaqueza de
los ánimos de los hombres suelen representarse y ponerse por delante,
como son hambre, sed, frío, calor, cansancio, desnudez, guerras, soledad
de la patria, amigos y parientes y regalos,148 todo lo cual se halla ordinario
en los primeros pobladores de las nuevas tierras, y más en éstas, tan lejos
de socorro y [donde] tantos trabajos se esperaban (15 - 16).

En este fragmento se condensan los elementos que se entrecruzan y constitu-


yen lo que denomino narrativa del desamparo. Sarmiento enumera y selecciona los
sufrimientos que padecen quienes pretenden concretar el afán de dominio y acrecen-
tamiento de mercedes. En este sentido mi propuesta se nutre de las pautas que ge-
neran la narrativa del fracaso presentada por Beatriz Pastor en El discurso narrativo
de la conquista (1983), momento en el que se clausura la visión mitificadora del
Nuevo Mundo ya que desaparece el móvil del botín para dar lugar, con toda su do-
lorosa materialidad, al hambre y a la lucha por la supervivencia en un medio hostil.

147
Diego de la Ribera se negó a bajar el día 4 de febrero, quedándose en la nave principal a la
espera de poder salir del Estrecho y regresar a España.
148
Las cursivas me pertenecen.
212 MARÍA JESÚS BENITES

Pastor señala el modo en que, tanto en el discurso de Cristóbal Colón como


en el de Hernán Cortés, comienza a perfilarse la cancelación de los objetivos míticos,
cediendo espacio textual a una crítica donde las intenciones de las empresas se
tornan dudosas, imprecisas y cambiantes.149 La conciencia del fracaso se materiali-
za en la obra Naufragios escrita por Álvar Núñez Cabeza de Vaca (1542) en la cual
se manifiesta, abiertamente, el hostigamiento al que son sometidos los españoles
por la naturaleza americana.
El modelo de héroe mitificador que representa Cortés, sobre todo en sus tres
primeras cartas, se aniquila cuando la experiencia de conquista y colonización es
presentada como algo intolerable. El descontento se transforma en rebelión y el
discurso denuncia el “orden ideológico, político, social y económico” (Pastor: 1983,
395).150
La narrativa del desamparo se sustenta en un principio esencial: la situación
de abandono. Existen distintos registros para la acción de desamparar y cada uno
de ellos permite desplegar diversos aspectos de la escritura en Sarmiento. El Dic-
cionario de la Real Academia define, en primer término, desamparar como la ac-
ción de abandonar, “dejar sin amparo ni favor a la persona o cosa que lo pide o ne-
cesita”.
El abandono es instaurado con la huida hacia España de Diego Flores, tras
haber arrasado con los recursos para las fundaciones magallánicas. En el mismo
Diccionario se agrega que desamparar es “dejar abandonada una cosa con renuncia
de todo derecho a ella”. La deserción del General es definitiva, ya que “renuncia”
plenamente a concretar el proyecto imperial de la Corona y por lo tanto, a ayudar al
Gobernador a hacer realidad el sueño de las fortificadas ciudades del Estrecho.
La progresiva deslealtad y alejamiento de Flores se manifiestan en las per-
manentes actitudes en que la palabra, consejos y sugerencias de Sarmiento son de
manera sistemática desautorizadas. La presencia amenazante de la fuga se transpo-

149
Pastor trabaja, en primer término, con la quinta carta que escribe Hernán Cortés (3 de septiem-
bre de 1526), donde se advierten cambios ya que “los elementos de la narración no aparecen
todos subordinados a las necesidades de la caracterización modélica del héroe” (270).
150
Pastor analiza la carta que escribe Lope de Aguirre a Felipe II, texto que le permite ejemplificar
la desintegración de las relaciones de vasallaje y rastrear los motivos que articulan el discurso
de la rebelión.
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 213

ne en Antón Pablos y Diego de la Ribera, quienes expresan su intención de renun-


ciar a la empresa llevándose el único barco y un pequeño batel.

Sarmiento, cuando vido que el general y el piloto mayor se iban ya


en el batel, habló a voces altas, que se oyó muy claro, desde tierra, a
los dichos Diego de la Rivera y Antón Palos, diciéndoles “Señor gene-
ral y señor piloto mayor ¿cómo se van y dejan desamparador el navío,
y la gente y municiones que en él quedan a tanto riesgo de perderse.
(...). A lo cual muy secamente respondió Antón Pablos: “Dice el señor
general que no quiere volver,” señalando con la mano que ellos se iban
a la capitana, que él fuese allá. Y Pedro Sarmiento les tornó a rogarle
con las manos puestas y descubierta la cabeza, que hubiesen piedad y
volviesen a socorrer aquel navío que dejaban perdido, o que le diesen
batel para ir él allá y poner remedio en él. Y como su fueran turcos o
infieles desconocidos y enemigos capitales que desearan la perdición
y ruina de los que en tierra estaban, como que estuvieran concertados
con los ingleses (26 – 27).

Hay un elemento central que recorre el discurso del desamparo y es la abso-


luta sumisión de la empresa a los fines colonizadores de la Corona, cumplir con el
mandato oficial es el móvil que la atraviesa. En este relato, escrito casi inmediata-
mente después de los sucesos, pervive el objetivo de tomar posesión de las tierras
y fundar ciudades. Los elementos que componen el texto dependen de manera
inva-riable de la necesidad de acrecentar la figura del Gobernador y Adelantado.
En el momento mismo que pisa suelo magallánico Sarmiento empieza a ejer-
cer el cargo para el cual ha sido designado. En un nivel discursivo esto se manifiesta
en la alternancia de la tercera persona entre “Pedro Sarmiento” y “El gobernador”.
La relación espacio físico - espacio textual se traslada a la escritura y desde allí se
legitima el nuevo rol social del narrador.
En el Estrecho de Magallanes, uno de los confines más fríos y alejados, se
produce el restablecimiento del orden. Éste abarca tareas como las de vestir los
cuerpos desnudos, procurar la alimentación de la tropa y los pobladores e iniciar el
proceso de traslado de las instituciones coloniales: fortificar el Estrecho, levantar
casas, realizar el trazado de la ciudad, iniciar la construcción de la iglesia, repartir
los principales cargos. Inscribir las transformaciones es un nuevo modo de exaltar
los logros de la expedición.
Ese viaje a los límites del imperio, a una geografía que todavía no ha podido
214 MARÍA JESÚS BENITES

ser representada en los mapas, se transforma para el navegante en la esperanzada


posibilidad de concretar sus anhelos colonizadores.151 El Gobernador inicia, enton-
ces, el proceso de apropiación y ordenación del espacio que supone un nuevo modo
de vida e implica la instauración de un centro. En el texto se intercalan las actas de
posesión de las tierras.
El primero se concreta en el momento del desembarco. El relato se reprodu-
ce también en el acta de “posesión y población” de la primera ciudad fundada el día
11 de febrero:152 “Y en el mesmo real nombre fundo y pueblo [en] este asiento y
Valle de las Fuentes una ciudad, y le pongo nombre la Ciudad del Nombre de Jesús”
(22). El 25 de marzo se funda la segunda ciudad.153

Y luego dijo que en nombre de la dicha Católica Real Majestad del Rey
Don Felipe Nuestro Señor, fundaba y fundó en aquel mismo sitio una ciudad
metropolitana, por cuenta de Su Majestad y para él y sus descendientes, a
la cual nombró desde luego Ciudad del Rey Don Felipe (53).

Los nombres de las ciudades se transforman, por un lado en un acto de


agradecimiento al Rey, quien lo ha beneficiado con el cargo de Adelantado, por otro en el
modo de inscribir ese nuevo territorio en el contexto de la tradición española y cristiana.
La ciudad representaba para los antiguos el principio básico de civilización y
organización cultural. La escritura acompaña los movimientos complementarios de
fundar (echar los cimientos) y de poblar (ocupar)154 ya que da cuenta de un diseño

151
En el citado mapamundi de Mercator (1569) se advierte imprecisión en el trazado de los
contornos de la zona magallánica. Se destaca el hecho de que, pasando el Estrecho, se
encontraba una extensión de tierra continental, puesto que aún desconocía el paso del Cabo
de Hornos. En el mapa de J. H. van Linschoten, Orbis terrarum tipus de 1594, la masa
continental que continúa al sur del Estrecho figura como Terra australis magallanica. En el
planisferio de Abraham Ortelius de 1590 los océanos se muestran circundados por inmensas
masas de tierras septentrionales y meridionales. Este continente en el extremo sur se repre-
sentaba como la quinta parte del mundo. Veáse O’Gorman: 1958; Mignolo: 1995 y Crone: 1966.
152
La ciudad Nombre de Jesús se encontraba próxima al cabo que hoy lleva el nombre de Punta
Dúngenes.
153
La fundación de la ciudad Rey Don Felipe fue en un lugar estratégico de la que actualmente se
denomina Península Brunswick. A unos 60 kilómetros de allí se fundó la ciudad chilena de Punta
Arenas.
154
Me baso en el Diccionario de Autoridades.
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 215

de efectiva apropiación. Ese espacio deja así de ser un proyecto lejano y ajeno para
convertirse en lo cercano, lo poseído, “lo nuestro”.

Y desconfiados de su vuelta se prevenían para asegurarse, porque en


todos los nuevos descubrimientos, si no se puebla, aunque sea en un pára-
mo o en un peñasco, las más veces se vienen a perderlo. Y por esto el
gobernador procuró luego hacer esta población y trabajando la gente como
se dijo, dentro de cuatro días se pusieron las casas o chozas, que se pudie-
ron aposentar en ellas y alargarse las paredes. (...). Hizo también que los
labradores sembrasen habas, nabos, y toda la semilla de hortaliza, y puso
unas parras y membrillos y otras posturas que había llevado del Río de
Janeiro y San Vicente y jengibre.155 (...) Nombró cabildo y regimiento y
regidores de la ciudad (...) por procurador de la ciudad y mayordomo a
Francisco Jiménez, poblador casado, por fiel ejecutor a Juan Trancoso y por
escribano del cabildo de Juan Muñoz (24).

La apropiación del espacio se explicita en el trazado del plano. En una biblio-


teca de París se conserva el de la ciudad Rey Don Felipe, delineado por Sarmiento
en el momento de su fundación.156 La existencia de este tipo de documento es el
mejor ejemplo de modelo cultural operativo: “Tras su apariencia de registro neutro
de lo real, inserta el marco ideológico que valora y organiza esa realidad para
autorizar toda suerte de operaciones intelectuales a partir de sus proposiciones,
propias del modelo reducido” (Rama: 1984, 9).
En el dibujo se advierte que la ciudad posee una puerta que da al mar y que
permite bajar a “buen puerto de arena para desembarcar bateles”. En el centro se
encuentra la “plaza mayor” en la que se ha dibujado el “árbol de justicia”. En una
esquina de la misma aparece la “casa de cabildo” y en otro punto el convento de San
Francisco. En el ángulo norte se observa el espacio destinado a los edificios más im-

155
Es desconcertante la falta de sensatez o el excesivo optimismo de Sarmiento al pensar que
cultivos tan delicados y propios del mediterráneo, como la vid, pudiesen prosperar en las ri-
gurosidades magallánicas.
156
El plano de Rey Don Felipe fue encontrado por José Miguel Barros en la Biblioteca del Instituto
de Francia (París) donde se conserva. Las dimensiones son de de 46 cms. por 36 cms. Lleva
por título “Ciudad rey don Philipe la qual poblo P° Sarmiento de Gamboa gouber: y Capn General.
Del Estrecho de Magallanes por su Maestd, el 25 de março de 1584”. El papel en que está
dibujado el plano tiene por filigrana un escudo coronado, y una flor sobre la corona.
216 MARÍA JESÚS BENITES

portantes de la ciudad: la casa del corregidor y alcalde mayor, el hospital de la mi-


sericordia, la casa del sacerdote y la sacristía, la Iglesia Mayor Santa María de la
Anunciación y la Casa Real. En torno a la plaza, Sarmiento asigna más de treinta
solares para los pobladores, que están identificados con sus nombres y, en algunos
casos, con sus oficios (Barros Franco: 1991 – 1992).157
El diagrama expone una representación territorial que respeta las normas
impuestas por la Corona.158 La ciudad es “ordenada” ya que en su distribución y en
el trazado de las calles queda configurada como un damero (Rama: 1984). Las
manzanas que rodean y confluyen en la plaza mayor asemejan el plano a un “table-
ro de ajedrez” (Georg Friederici: 1973; Susan Socolow: 1986). Esta distribución del
espacio pauta la institución de un sistema de gobierno, que contempla todas las
instancias (desde la administrativa hasta la judicial), y uno religioso. El diseño refle-
ja, entonces, las mediaciones políticas que hay entre el ciudadano y el Estado ya
que los símbolos de su poder “ocupaban un sitio prominente, justo en el centro, la
plaza mayor, con su iglesia, su ayuntamiento y el símbolo más característicos de
todos, la picota o rollo” (González Echevarría: 2000, 83).159

157
En el capítulo sobre Sarmiento de Gamboa “Con la lanza y con la pluma” cité un fragmento de
Francis Pretty (nota al pie n° 1). En la misma obra el viajero describe la ciudad Rey Don Felipe:
“esta ciudad tenía cuatro fortines, y cada fortín una pieza de artillería enterrada en el suelo, con
la cureña al lado, descubierta. Las desenterramos y las tomamos todas. Habían planeado muy
bien su ciudad, y la habían asentado en el mejor lugar del Estrecho por la madera y el agua;
habían construido ellos mismos sus iglesias; tenían leyes muy severas, pues habían levantado
una horca en la que habían colgado a algunos de sus compañeros”. En Rosenblat: 1950, 367.
158
Durante el siglo XVI la Corona codificó en edictos las normas de planificación y fundación de
ciudades, en las Ordenanzas de descubrimiento y población (documento posterior a la
fundación de ciudades importantes como México, Lima, entre otras), donde se expresaban las
recomendaciones que habían sido útiles a los primeros conquistadores. Se informaba sobre el
tamaño y localización de la plaza central y el trazado de las calles. La corona reglamentaba
también la construcción de los principales edificios de la ciudad y su defensa. En Luisa
Hoberman- Susan Socolow (Comp.): 1986, 8.
159
Roberto González Echevarría sostiene que la picota, en el caso del plano sarmientino el “árbol
de justicia”, “simbolizaba la ley, era un recordatorio de la subordinación al Estado. (...). La picota
es predominantemente urbana porque presupone que el culpable sea visto por otros cuando
se le humilla. El castigo se convierte en espectáculo de la ciudad, así como en un despliegue de
la maquinaria del Estado en acción. La justicia urbana conlleva vergüenza pública, el recono-
cimiento público de que infringir la ley del Estado es una ofensa no sólo contra una
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 217

Los primeros acercamientos con los indios se suscitan en la ciudad Nombre


de Jesús. Los indígenas “visitan” a los nuevos habitantes, el espacio precariamente
urbano es escenario de un intercambio, es la “zona de contacto”, el lugar de en-
cuentro donde confluyen y se intersectan dos imaginarios culturales.160 La escritura
evoca estas imágenes.

Entonces el gobernador le dio un espejo señalando que se lo lleva-


se a Ols, y el indio señaló que sí. Mirándose el indio al espejo y viéndo-
se dentro haciendo los mesmo gestos que él hacía, se comenzó a
espantar, y lo apartaba de sí, hasta que Sarmiento le señaló lo que era
aquello, y el indio se rió mucho y guardólo (33).

La comunicación con los indígenas es más fluida que en el viaje de 1580


puesto que “Pedro Sarmiento, por algunos términos que había aprendido del indio
Felipe, que murió, les hablaba algunas cosas, de que ellos se admiraban” (32). El
vínculo, si bien se mantiene en lo gestual y en el acto de entrega de presentes, esta
vez y como muestra de intercambio los indígenas realizan demostraciones no sólo
de sus hazañas: “Y uno dellos, o por braveza o por fiesta o por sacrificio que hiciese
al Demonio, se tragó por la boca una flecha casi de una vara de largo, toda hasta las
plumas, y la volvió a sacar llena de sangre” (33),161 sino también de su conocimien-

figura paternal, sino contra un conjunto orgánico para ir a la picota”. 2000, 83. (La primera
edición es de 1990). Sarmiento impone en el nuevo territorio normas punitivas a quienes
intentan amotinar a los pobladores. En el fragmento de Francis Pretty se explicita la imposición
de la muerte como castigo irrevocable. Ver nota al pie N° 154.
160
Dentro de las tipologías de la relación con el otro propuestas por Todorov en su El descubri-
miento de América. La cuestión del otro considero que los vínculos que establece Sarmiento
se manifiestan en un plano praxeológico, marcado por los movimientos de acercamiento y
alejamiento con el indígena. Coincido con Rolena Adorno (1988 y 1991) en que la categoría de
“Otro” y su problemática no es completamente resuelta por Todorov ya que es ocupada por to-
dos los sujetos menos el europeo. Las afirmaciones de Subirats (1994) con respecto a la obra
de Todorov son durísimas ya que señala que “el crítico francés elude la cuestión principal: el
nexo fundamental de reconocimiento y, por tanto, de “comprensión” del americano por el
europeo es aquel que define la concepción cristiana y salvacionista del mundo. Y para ella el
indio nunca fue un “otro”, o simplemente lo diferente, sino esa entidad virtual negativa, misera-
ble y satánica que debía justificar el avasallamiento como necesidad teológica sacramental”
(101, pie de página).
161
En otro momento Sarmiento refiere un nuevo encuentro con indígenas y acentúa los términos
218 MARÍA JESÚS BENITES

to del español, hecho que no deja de sorprender a los presentes y que suscita, en el
narrador, una serie de reflexiones e hipótesis.

Mucho se debe advertir que todos los indios de aquí, todas las
veces que nos han venido a ver, entran diciendo: “¡Paz, paz”! ¡Jesús,
María! ¡Capitán, capitán!. (...). Palabras castellanas y tan conocidas
admiran, y hace ponerse a pensar de dónde podían haber tomado
estos términos. E yo discurriendo, no hallo otra cusa ni origen más de
que, como Chile, Tucumán, Paragoay, están poblados de españoles y
es tierra firme como ésta y no lejos, habrán tenido noticia de unos en
otros indios, que llevasen las nuevas de provincia en provincia, y ha-
brán procurado aprender las palabras que les dicen que nosotros en
162
más veneración tenemos.

Si bien la figura del narrador que se diseña en texto es la del colonizador,


sorprende que al escribir omita uno de los actos fundamentales que pautaba todo
primer encuentro con indígenas de las tierras a las que se arribaba: la lectura del

de la barbarie y asocia lo que observa con el mundo animal. El cambio en el tono denota una
transformación en su vínculo con el medio. “Luego el caudillo indio, que era un valentazo
hombre de cuerpo y miembros, feón de rostro y muy embijado, pidió una flecha y paseándose
y encorvándose el cuerpo, se la metió con su mano por la boca y gaznate hasta las plumas y
luego se la tornó a sacar llena de sangre. Y dándose en los pechos una puñada y palmada, dio
un gran regüeldo, y quedo sano como no hubiera hecho nada. Con todo, echó sangre por las
narices y se desfiguró el rostro al sacar la flecha. Cosa es ciertamente horrenda y de grande
espanto y bestialidad y que no se puede creer si no es viéndose, y aun entonces parece em-
baimientos, sino que deben temer el gaznate anchísimo de usar aquello desde su niñez” (40).
De este modo el narrador se funda en la tradición iconográfica de la descripción del indio como
un salvaje, casi infrahumano que remiten a las imágenes de lo monstruoso y sobrenatural.
La imagen de los indígenas que se introducen flechas por la boca aparece en uno de los
grabados de Teodoro De Bry en su obra Historia americae sive novi orbis. Pars Quarta.
Francisco López de Gómara en Historia general de las Indias y conquista de México
(1552: Cap. XCI) describe cómo los indios del Estrecho se metían flechas hasta la garganta con
el fin de espantar a los españoles.
162
En esta primera explicación sorprende el desconocimiento de las enormes distancias que
separan los territorios que menciona. El Gobernador, ajeno en este fragmento del texto a las
motivaciones angustiosas que motivan su escritura, continúa sus devaneos considerando que
es muy probable que hayan aprendido esas palabras de un soldado que se perdió durante la
expedición del comendador Loaysa, casi sesenta años antes que la suya.
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 219

requerimiento.163 El relato refleja que, en el contacto con los indios, el objetivo no


es la transmisión de la doctrina religiosa, uno de los principios y fines más importan-
tes señalados por la Corona en el caso de las expediciones colonizadoras. Sarmien-
to mantiene el encuentro en un nivel anecdótico y se muestra más interesado en
164
detallar sus atuendos, facciones y ornamentos.
Después de la fundación de la ciudad Nombre de Jesús, el texto señala cómo
Sarmiento emprende un recorrido en busca de un río donde erigir una nueva ciu-
dad. Lo acompañan cien hombres con comida para ocho días. El Gobernador, quien
“partió con lágrimas en los ojos de los que quedaban” (142), no imaginaba que el
periplo duraría veintidós días durante los cuales, él y sus hombres, recorrerían un
trayecto de casi 345 kilómetros.
La narración que avanza junto con los expedicionarios instala la temática del
desamparo. El trayecto que va desde la fundada Nombre de Jesús a la futura ciudad
Rey Don Felipe es el periplo de unos peregrinos a los cuales nadie puede brindarles
socorro ni evitar el ingreso en el espacio textual de las penurias que se soportan en
el geográfico. El nuevo territorio se torna amenazante y la presencia de los indíge-
nas pacíficos del principio ingresa como un nuevo generador de miedo y muerte.

Y Sarmiento no fue ni invió tras ellos [los indios], porque no convenía. Y


volviendo a ver los suyos, halló que de lo primeros flechaos habían heri-

163
En la mencionada Relación firmada por Diego de la Ribera el 20 de mayo de 1584, se señala
que en el Estrecho de Magallanes quedaron sólo dos frailes franciscanos, puesto que muchos
decidieron retornar a España junto con Flores de Valdés. En ningún momento Sarmiento apunta
si los mismos establecieron contacto con los indígenas o si iniciaron su evangelización. El
hecho de que en el texto se omita el acto de lectura de un requerimiento tal como lo exigía la
Corona y las prácticas de conversión (bautismo, por ejemplo) se debe, quizás, al convenci-
miento del Gobernador de que aquellas tierras estaban prácticamente despobladas y en el
hecho de que sus escasos habitantes poseían un sistema de vida nómada. Además Sarmiento
tampoco ha pretendido sostener los fines de la empresa (construcción de los fuertes, casas)
en el esfuerzo de los naturales del Estrecho.
164
Antón Pablos en su Relación del 4 de septiembre de 1585 evoca este primer encuentro: “Y
luego que el dicho Pedro Sarmiento asentó con la gente en tierra, vino a ellos indios naturales;
y otro día siguiente volvieron con sus mujeres y hijos; estos indios son gente crecida y feroces
de rostro, y aunque vinieron sin armas, tienen arcos y flechas pequeñas. Traen por vistidura
unas manctas hechas de pellejos, muy bien concertadas y cosidas, y abarca”. Cito de la
edición de Ángel Rosenblat (T. II, 351).
220 MARÍA JESÚS BENITES

do diez españoles; y luego murió el uno, que se llamaba Lope Báez,


casado de Badajoz, hombre honrado, que le pasó una flecha de las
espaldas a la tetilla del corazón. Y los demás todos fueron pasados de
parte a parte, por cuerpo, brazos y piernas, porque estas flechas son
de pedernal, muy delgadas, y, como acierten en desarmado, pasan
mucho; pero cualquiera escopil, por delgado que sea, las resiste, y así
se vido aquí, que, dando la flecha en los escopiles,165 luego caía en
tierra. Era cosa de notar que huyendo los indios torcían el cuerpo y
flechaban diestrísimamente por debajo el brazo del arco (... ) (42).

El desamparo se inscribe en la desorientación que domina a los que mar-


chan. Es un espacio no delimitado, en el cual no existen rutas ni vías que puedan
guiarlos en su recorrido. Es aquí donde adquiere un protagonismo desbordante y
mesiánico la figura de Pedro Sarmiento, quien recorre el territorio con los mismos
recursos con los que surca los mares. El navegante se une al que camina en un
penoso vagabundeo – naufragio que, sin rumbo, sin mapas, ni portulanos, lo condu-
ce a ninguna par-te. El único punto de referencia que se posee es el propio cuerpo.

Pedro Sarmiento como no había camino ni guía, siempre iba ade-


lante, descubriendo y buscando paso; y acertado por la aguja de na-
vegar, como quien navega por la mar, marcando la tierra, valles y
sierras, ensenadas y canales, arrecifes y puntas, y acometiéndolo él
primero, hacía vía para los demás, que así convenía, por no haber allí
otro sino él que hubiese pasado semejantes trabajos en Indias (41).

La escritura refleja también la mortificación del Gobernador ya que éste siem-


pre asume la jerarquía de su rol tratando de brindar alivio (curar las heridas, alentarlos
mientras caminan exhaustos). Sarmiento se representa como un “Adelantado” inque-
brantable ante la adversidad. El trayecto es referido desde una primera persona del
plural que colectiviza en una sola voz la experiencia del desconsuelo.
La narrativa del desamparo es decididamente “corpórea”, ya que el sufri-
miento ingresa al discurso. Margo Glantz (1992) afirma que la escritura corpórea es
aquella en la que el cuerpo se implica, “es una escritura de bulto” que da cuenta en

165
Sarmiento también usa el término escaupil y escapil para señalar este morrión de cuero,
algodón y mantas que protegía el pecho de las flechas. Los españoles adoptaron este sistema
de protección de los antiguos mexicanos. En Rosenblat: “Glosario”, T. II.
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 221

el cuerpo del texto de las “señales” (20) indelebles, como una suerte de “tatuajes”,
recibidas en el físico. El cuerpo es lo más expuesto al dolor en un espacio invariable-
mente hostil y el que recibe las marcas del contacto con ese nuevo territorio.
La imagen que define al náufrago es, como indican Pastor (1983) y Glantz
(1992) la de la desnudez como un signo cultural, “como maldición”, ya que señala
que se ha dejado de pertenecer al espacio social del que se ha partido.166 La imagen
que marca, de manera contundente, el estadio del desamparo, y ya no en términos
culturales o de pertenencia, es la de los pies descalzos y lastimados puesto que
connotan la incapacidad de caminar, de moverse.

Y cuando llegábamos a hacer noche era bajamar. Allí, las más veces, se
hallaba tanto marisco de esto, que toda la noche no hacían sino comer, con
que se olvidaban de la falta de comida y hambre que teníamos, que ya se
iba sintiendo mucho, mientras más aumentábaseles con pensar que aque-
llo no había de tener fin, y también con ir los más descalzos, porque como
toda es gente pobrísima y el viaje duró tanto, si alguno tenía algo, lo vendió
en las invernadas de los puertos del Brasil y lo gastó; y los zapatos de la
munición se perdieron en la Arriola, y los alpargates que se les dieron en la
Ciudad de Jesús, como eran podridos y mareados, duraríanles muy poco,
que ya llevaban sino los pies llagados e hinchados167 (39).

La reiteración de la imagen de los pies descalzos es metonímica ya que a partir


de ella se define el estado infrahumano al que se ven sometidos los pobladores. La
quietud, el no poder avanzar con los demás es equivalente al abandono, al dejarse
morir, deseo que expresan muchos de los hombres que acompañan a Sarmiento.
Covarrubias en su Tesoro de la lengua castellana señala que en “algunas partes
llaman desamparados a los que se hallan muertos en los caminos y en las calles”. La
presencia de los cuerpos inertes que van marcando como líneas un periplo de ham-
bre y desolación, es el punto máximo para denotar el estado de orfandad en el que

166
El ejemplo paradigmático del que parten ambas autoras es Naufragios de Alvar Núñez
Cabeza de Vaca. En el proemio el narrador deja asentada la condición de desnudez de quien
ha deambulado durante años por tierras desconocidas.
167
En la citada Relación del contador Marcos de Aramburu se señala que la cantidad de pares de
alpargatas embarcadas sumaba trescientos veinticuatro un número menor al de los poblado-
res. En el Tesoro de la lengua castellana se describe a la alpargata como un calzado “texido
de cordel”.
222 MARÍA JESÚS BENITES

se encuentran los peregrinos.


Sarmiento no puede amparar a sus hombres, no puede brindar el refugio,
pero la escritura “viste”, ante tantas imposibilidades, el cuerpo sufriente con pala-
bras de ánimo y con un extenso y vehemente discurso argumentativo que se repro-
duce escénicamente. En él se apela, como estrategia fundamental, a la ejemplificación
por medio de las figuras de descubridores, conquistadores y viajeros paradigmáticos
que han padecido, al igual que él y sus hombres, las inclemencias en las nuevas
tierras, abatimiento que ha sido redimido con enormes riquezas y tierras.

Y por la mañana siendo ya horas de caminar, Pedro Sarmiento


juntó la gente, y en suma les dijo:
¡Hermanos, compañeros y amigos míos! Viendo vuestros trabajos
y necesidades, y las siento, sin hacer caso de las mías, tanto y más
que vosotros, como quien tiene a su cargo remediarlo todo, si pudie-
se, veo la mucha causa que ha habido para que haya yo venido a
tanta flaqueza y trabajos. Dios perdone a quien ha sido la causa que
se perdiese todo lo que venía para nuestro sustento. Por donde
habemos venido a tanta miseria. (...) Francisco Pizarro viejo era, y al
cabo de haber andado gastando todo lo que tenía él y Almagro y todos
sus compañeros, y al fin de ocho años de haber andado en manglares
(...) Y pasando adelante, con mayores peligros que los pasados, dio y
halló el Pirú, donde tanta grandeza hay ya hallado, como sabéis.

El marqués del Valle, sin saber qué tierra era México, aportando a la
Villa Rica (...) desbarrenó a los navíos, con que todos perdieron la esperan-
za de volverse a embarcar, y así, haciendo de la necesidad virtud y animán-
dose, hicieron cosas que dellos quedó fama perpetua, y ganaron aquellos
reinos tan grandes y deleitosos, adonde ellos y sus descendientes han sido
honrados y engrandecidos, y son señores sus hijos el día de hoy. (...) Pues
antes de esto ¿quién pasó tantos trabajos como Basco Núñez de Balboa y
sus compañeros desde la Antigua hasta la Mar del Sur, por tierra, en gue-
rras, hambres, enfermedades? Con perseverar, él vino a ser Adelantado
del Mar del Sur, y sus amigos que seguieron, señores, capitanes y goberna-
dores, por sólo sufrir. ¿Qué os diré de Montejo de Chiapa, Don Pedro de
Alvarado en Guatimala, Cabeza de Vaca en la Florida, Domingo de Irala en
el Río de la Plata, Baldivia en Chile, Benalcázar en Popayán, y otros mu-
chos, que sólo con sufrir y perseverar ganaron las Indias, con que el Rey
nuestro señor es tan rico y temido, y nuestra España tan honrada y escla-
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 223

recida, y ellos tan ensalzados en las historias por todo el mundo? (46 – 47).

La construcción de este fragmento es revelador del rasgo fundamental de la


narrativa del desamparo, que la diferencia de la del fracaso: en la escritura nunca
se abandona el móvil colonizador ni la pertenencia a la Corona, no hay un cambio
de percepción con respecto a los fines de la empresa, o sea que tampoco en rela-
ción a las características del espacio que se pretende poblar. El que empuña la
pluma se representa siempre como un vasallo que reúne en su construcción no sólo
un valor desmedido que le permite seguir, sin flaquezas, con las instrucciones, sino
también una lealtad a prueba de infortunios.
La serie de nombres que se suceden en el párrafo acentúa la pertenencia de
Sarmiento al imperio. Las expediciones que se mencionan responden a distintos momen-
tos en el proceso de conquista y colonización de las Indias. En cada una de ellas se marcan
inflexiones y modos de realizar una empresa conquistadora, como las figuras emblemáticas
de Francisco Pizarro y Hernán Cortés, cuyas hazañas fueron ampliamente reconocidas en
la Península e incentivaron la afluencia de nuevas expediciones. En un segundo momento,
se menciona a aquellos que han padecido denodados esfuerzos por acrecentar los territo-
rios y enriquecerse. Es el sufrimiento el que glorifica ya que, como el propio narrador
afirma, “la virtud con la llaga resplandece” (41).
De una u otra manera, en los ejemplos resuenan la desolación (Álvar Núñez
Cabeza de Vaca vagabundea alrededor de diez años desde el golfo de México hasta
la costa del Pacífico), la ambición desmedida (Pedro de Alvarado quien, por más de
veinte años, recorrió distintos puntos del continente tratando de descubrir el país de
las especias y llegó a ser Gobernador de Guatemala) y el olvido (como en el caso de
Benalcázar, quien, aunque llegó a ser Gobernador de Popayán, fue desterrado a
España y murió en la miseria).
Según el relato, después de los veintidós días de peregrinaje, durante los
cuales no encuentran ni la nave que había naufragado, ni el río que comunica el
Estrecho con la Bahía de San Julián, sino dos pequeños arroyos, el Gobernador de
esos parajes determina establecer la ciudad Rey Don Felipe. Esta segunda funda-
ción es una manera de encontrar un rumbo para finalizar ese deambular desorien-
tado y penoso, es trazar en el portulano imaginario un puerto inexistente.
De este modo, la escritura trata de clausurar la narración del desamparo y el
Adelantado refiere los denodados esfuerzos de los ahora pobladores por construir
los nuevos solares y edificios deteniéndose, además, en el detalle de los bastimentos
224 MARÍA JESÚS BENITES

conservados. La enumeración de los víveres es central ya que permite determinar,


desde el tiempo en que se escribe el texto, las posibilidades de subsistencia de los
hombres que han quedado en esta ciudad esperando el regreso del navegante: “Al
fin de esta relación se pondrá un balance de lo que podrá durar la comida que queda
a la gente del Estrecho” (57).168
La escritura no concreta este anunciado balance, el narrador procura encubrir
la situación extrema en que se encuentran pobladores cuyo aspecto se asimila al de
los indígenas: “Y con este continuo trabajo rompieron los pocos vestidos que se les
había dado, e ya casi todos andaban descalzos, que sólo traían algunas abarcas de
piel de lobo marino y de ciervos que habían muerto” (57). El tema sobre el que gira la
escritura es una vez más el de la comida, único botín al que ha quedado reducida la
quimérica empresa. Sarmiento lucha contra la quietud que genera el hambre y se
esfuerza por componer una realidad sobre la base de la abundancia.

Usó de este rigor el gobernador viendo la poca comida y el invier-


no sobrevenido, la tierra por romper, las semillas perdidas, porque el
trigo, que era lo que importaba se mojó todo de agua salada, y no
quedaron sino dos cuartos de haba para sembrar, que dello no se dio
ración. Las semillas [que] quedaron buenas son las que Sarmiento y
su gente buscaron en el Río de Jenero, que es nabo, rábano, y col y
lechuga, todo lo cual se sembró y comenzó luego a brotar, porque la
tierra es fertilísima, al parecer. Y para engañar la falta de la comida se
envía cada día con la bajamar uno a mariscar mejillones y lapas (...).
Y el gobernador desde allí llegó, no comió otra cosa sino marisco y
pescado que se pescaba de la nao en abundancia, que si hubiera un
chinchorro se matara a pescado bastantemente para 500 hombres
sólo en aquellos rincones; y el pescado es de lindo sabor y sanísimo,
pero al fin, con el marisco se satisfacen a un hombre a una comida. Y
de estos hay mucha abundancia que la gente no sentía la hambre y
trabajaban de la mañana a la noche (...)169 (57).

168
En las relaciones de Aramburu (1584) y Diego de la Ribera (25 de mayo de 1584) se detallan los
bastimentos dejados en el momento del desembarco en el Estrecho de Magallanes. Según los
cálculos del primero, contador de la desintegrada flota, las provisiones alcanzaban para un
año. Las cantidades que se mencionan son bastantes similares: por ejemplo, en la primera la
cantidad de atún suma: 134 quintales, en la segunda 130.
169
La cursiva es mía.
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 225

La narración se detiene en el relato de los sucesos ocurridos entre los días 24


al 26 de mayo, momento en que el Gobernador emprende una incursión en la única
embarcación que conservan, un pequeño batel, con destino a la ciudad Nombre de
Jesús. El día 26, mientras embarcaban algunas municiones y hombres casados,
estando arriba de la nave, “se levantó un viento susudueste que metió mucha mar,
y en un istante fue creciendo y haciéndose muy furioso” (64). El viento corta las
amarras y los expulsa hacia el océano.

El narrador detalla los pormenores del percance y acentúa que la


decisión de seguir viaje a Brasil fue tomada por todos los tripulantes,
lo que le permite despejar las posibles sospechas acerca de su con-
ducta. En este contexto el retorno se presenta como algo inevitable. 170

Y Pedro Sarmiento viendo claro que otra cosa no se podía ni convenía


hacer, con sentimiento de lágrimas públicas por no poderse despedir de sus
amigos y compañeros, acudió al remedio, porque la tormenta iba crecien-
do y no había más de dos pipas de harina, y las raciones 42, y si más se
detenía, cuando quisiese no podría ir a una parte ni a otra (64).

Sarmiento detiene el relato de las penurias y, mediante un desvío de la aten-


ción, “Antes que pase adelante se hará relación de lo que se supo aquí que había
sucedido en la ciudad de Jesús” (64), la historia presenta las terribles vivencias de
los nuevos pobladores en un medio adverso. La narración se detiene para referir las
hostilidades que surgen entre españoles e indígenas, las que luego se proyectan a
los propios cristianos, quienes hambrientos, “no se daba ración de pan y harina sino
de tarde en tarde, y a los enfermos o impedidos y niños” (65), se amotinan propo-
niendo “matar al tiniente y maestre de campo y a los demás oficiales, y robar la ca-
sa de la munición” (65).171
En los tramos finales (folios 24 y 25) se presenta, de manera abrupta, un in-

170
Según Landín Carrasco (1945) en una relación un marinero apellidado López Vaz (quizás sea
una confusión por López Báez que figura en las actas de población del Estrecho) afirma:
“Sarmiento permaneció uno o dos días en el Nombre de Jesús, donde una fuerte tempestad
desamarró el barco, pero sus hombres dicen que él mismo cortó los cables”. La tendencia
laudatoria de Landín sobre la figura de Sarmiento descarta rotundamente que el “Caballero de
Galicia” haya sido capaz de cometer un acto de tal cobardía ya que realiza denodados esfuer-
zos por retornar al Estrecho (165).
171
El alzamiento fue sofocado con la ejecución de su cabecilla, Sebastián Salvador.
226 MARÍA JESÚS BENITES

ventario evaluativo de las características de las aves terrestres, marinas, animales,


y, finalmente, los indios que pueblan el Estrecho. La precipitada introducción de los
datos que las autoridades consideran más relevantes es un acto “correctivo” de
quien escribe para que su texto ingrese al circuito de escritos que recibía y leía el
Consejo de Indias.
Con esta descripción apresurada Sarmiento brinda los detalles que concier-
nen al Consejo, interés que se evidencia en las anotaciones marginales que efectuó
quien leyó por primera vez el manuscrito. Este es uno de los pocos pasajes en el
que los comentarios incidentales anuncian la importancia de algunos datos:172 “Las
aves que hay en aquella tierra” (folio 24 v° [66]) y “Vicuñas de que se sacan las
piedras bezares"173 (folio 25 r° [66]).174
En el resumen sobre el mundo natural el Gobernador, a pesar de haber sido
arrastrado al mar por vientos intempestivos y sufrir nevadas de hasta doce días,
expone, una vez más, su porfiado optimismo en continuar la empresa colonizadora
en el Estrecho de Magallanes: “Cada día se irán descubriendo cosas de provecho y
recreación, con el favor de Nuestro Señor, en estando la gente con espacio desocu-
pada para entrar la tierra adentro” (67).
La escritura del padecimiento reaparece finalmente, en su estadio más deses-

172
En el resto del manuscrito las observaciones que se realizaron son de carácter temporal
puesto que aparecen señaladas, en los márgenes izquierdos, las fechas.
173
Covarrubias en Tesoro de la lengua castellana define el término “bezar” como piedra que se
cría en las entrañas y las agallas de cierta cabra montés en las Indias lo cual vale contra todo
veneno y enfermedad de tavardillo”. El Diccionario de Autoridades agrega que estas piedras
“aunque no son todas conformes en el color, las que vienen del Oriente tienen el color de la
oliva, y como el de la berengena”. José de Acosta en Historia natural y moral de las Indias
(1590) dedica un capítulo del Libro IV (42) a las piedras “bezaares” donde afirma que “se halla
en el buche o vientre de estos animales, unas veces una, y otras dos, y tres y cuatro. En la
figura, y grandeza y color, tienen mucha diferencia, porque unas son pequeñas como avella-
nas y aun menores; (...) otras grandes como huevos de gallina y algunas he visto de la
grandeza de una naranja. (...). El efecto principal de la piedra bezaar es contra venenos y
enfermedades venenosas, y aunque de ella hay diferentes opiniones, y unos la tienen por
cosa de aire, otros hacen milagros de ella, lo cierto es ser de mucha operación aplicada en el
tiempo y modo no conveniente, como las demás yerbas y agentes naturales; pues no hay
medicina tan eficaz que siempre sane”. Cito de la edición de 1962, 212 - 213.
174
Con [ ] se señalan las páginas en la edición de Rosenblat.
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 227

perante: el naufragio. El barco a la deriva inicia un derrotero inverso en busca de


algún puerto que ampare a sus tripulantes. El elemento central es una vez más el
hambre unido a la sed.

Creo que si tardáramos ocho días más, perecieran muchos de los


de la nao, porque ya no había harina sino para seis días, con ser la
ración tan poca que sola la imaginación traía a la gente sin sentido y
traspasados, y muchos ya no eran de provecho, que se caían de su
estado. Comiéronse los gatos, los cueros de abarcas con pelo y los
cueros de vaca curtidos y los cueros de las bonuas [sic], que les hacía
más mal que la misma hambre (67).

De acuerdo a las estimaciones del narrador, después de treinta y cuatro días,


el 29 de junio, el batel alcanza las costas de Todos los Santos. Allí Sarmiento intenta
restablecer a los afligidos. Los estropicios del hambre han dejado huellas en los
cuerpos de los náufragos. La escritura exhibe esas heridas mediante el uso de un
símil cuya fuerza radica en el hecho de que ambos elementos remiten a un cuerpo
sufriente (la deformidad) y descarnado (lo fantasmal): “entró tanto la debilidad que
quedaron por mucho tiempo disformes que parecen estantiguas”175 (67).
Si bien esas formas fantasmáticas, vestigios de los hombres que partieron,
hacen pensar en la clausura de las intenciones colonizadoras, la obstinación del
navegante por regresar al Estrecho para continuar su proyecto imperial se mantie-
ne inalterable. En el texto se detallan algunas de las municiones dejadas en Río de
Janeiro por Diego de la Ribera que auspician nuevas incursiones en procura de
llevar socorros a sus pobladores.176 Pero, además de organizar esta flota, debió
comparecer ante las autoridades.
En el archivo General de Indias se conserva un manuscrito firmado en la ciu-
dad de San Sebastián del Río de Janeiro el 13 de julio de 1584. El mismo figura
como Relación de la gente, bastimentos, armas, municiones, artillerías, provisio-
nes, que se entregaron a Pedro Sarmiento de Gamboa, gobernador del Estrecho de

175
La cursiva me pertenece.
176
Ribera dejó al gobernador de Río de Janeiro palas, planchas de plomo, balas, acero. Sarmiento
vendió estos pertrechos para comprar harina, vestidos, entre otros elementos, para embar-
carse al Estrecho. En el manuscrito se observa que el listado de lo dejado por Ribera está
escrito de puño y letra por Sarmiento. Fs. 26 v° y 27 r°.
228 MARÍA JESÚS BENITES

Magallanes y de los pobladores y provisiones que allí quedaron.177 La estructura


textual responde al tipo de la declaración. El frustrado Gobernador es sometido a
una serie de preguntas acerca de las condiciones geográficas del territorio maga-
llánico,como, por ejemplo, las medidas de las entradas, la ubicación de las dos
ciudades fundadas, número de pobladores que quedaron en cada una de ellas. Las
respuestas, a su vez, han sido refrendadas por sus compañeros de naufragio, que
actúan como testigos “de vista”.178
La materia narrativa del relato de viaje de 1584 es guiada por una pluma que
de manera incansable traslada al papel una reconstrucción de los acontecimientos
suscitados durante la estancia en el Estrecho. El viajero se esfuerza por desplegar
las múltiples acciones que ha concretado para cumplir con la misión encomendada
ya que, a pesar de las adversidades, no se clausura el proyecto colonizador y se
evita la referencia al fracaso, al consentimiento de que se han malogrado elevadas
sumas de dinero, barcos, vidas.
La escritura se transforma, en consecuencia, en un acto de justificación ya
que los acontecimientos desgraciados que la preceden se deben al abandono de
Flores, en quien recae la mayor culpabilidad; los sucesos infaustos que rodean a la

177
A.G.I. P. 33, N° 3, R. 38. Series 5 y 6. Con duplicado. La serie 5 posee 17 folios, 16 están es-
critos de ambos lados. Este manuscrito es el que consigna las firmas de Sarmiento y de los tes-
tigos. El folio 17 r° lleva la firma del gobernador Salvador Correa. El papel no es de buena ca-
lidad ya que se observan muchos orificios. Además, hay extensos tramaos subrayados (en
particular aquellos que contienen descripciones del relieve, entradas, tipo de vegetación, entre
otros) que han acentuado el deterioro y hacen ilegibles algunas palabras. En el manuscrito se
intercalan catorce firmas de Sarmiento que señalan los distintos momentos en que se fue rea-
lizando el acto del Requerimiento.
La serie 6 posee catorce folios escritos de ambos lados más una carátula. La única firma que
se consigna es la de Salvador Correa en el folio 14 v°. No está subrayado pero se han
realizado observaciones marginales. La calidad del papel es superior ya que presenta un
mayor estado de conservación. En el folio 15 v° se lee “Requerimiento hecho al Gobernador del
Río de Janeiro con su respuesta”. El documento es acompañado por una “Probanza” escrita de
puño y letra por Sarmiento de Gamboa. El manuscrito ha sido parcialmente editado por Pablo
Pastells (1920: Documento N° 28) quien menciona en el encabezado la existencia de la Proban-
za, pero no la transcribe. Rosenblat (1950) basándose en esta edición publica esta misma
versión abreviada (341 – 343).
178
En la probanza que acompaña al documento Sarmiento ha consignado con su letra el nombre y
cargo de los testigos, doce en total: Bernaldo Vidal, contramaestre y artillero marinero; Juanes,
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 229

incursión magallánica a su cargo son el resultado, en contraste, de los designios de


la Providencia bajo cuya protección se ha emprendido la travesía. Antes de termi-
nar su tarea, el narrador, desde una rotunda primera persona que ha permanecido
acallada en la relación, reconoce en un acto de humildad y “buena conciencia” que
de ser necesario puede atribuírsele a él toda la culpa.

Y hecha averiguación, suplico a Vuestra Majestad vuelva por sí y


por su hacienda, como yo espero que Vuestra Majestad mandará ha-
cer, y quiero y pido que comience el castigo por mí, teniendo culpa, y
que mi pecado venial sea mortal (68).

Para destacar su desempeño como leal vasallo se establecen las oposiciones


que lo alejan de las actitudes cobardes de Flores de Valdés. La principal distinción
está en la situación de desamparo en que deja el General la empresa cuando huye
a España. El Diccionario de la Real Academia introduce una tercera acepción para el
término desamparar como sinónimo de abandonar o ausentarse. A nivel discursivo
Sarmiento no abandona la empresa ni a sus hombres, sino que se ausenta forzosa-
mente del Estrecho. Más allá de las sutilezas semánticas de las palabras lo importa
es que el efecto de esta ausencia será aún más devastador que el del abandono de
Flores.
El obstinado navegante organiza dos fallidas expediciones de rescate. La pri-
mera parte de Pernambuco pero no puede abandonar las costas de Brasil ya que una
tormenta deshace la nao y él y los tripulantes tienen que aferrarse a unas tablas para
salvarse.179 El 13 de octubre llega a Bahía y de allí se traslada a Espíritu Santo y luego
a Río de Janeiro desde donde envía numerosas misivas al Consejo de Indias y a
Felipe II. El 13 de enero de 1585 zarpa, desde Río de Janeiro, la segunda expedición
con harina, municiones y herramientas, pero también fracasa. Desde allí escribe
distintas cartas al Rey y al Secretario Real solicitando ayuda, sin recibir respuesta.
Este silencio determina su decisión de viajar a España para reclamar, personal-

despensero marinero; Mateo de Bayona, guardián marinero; Gonzalo Domínguez, marinero,


entre otros.
179
El lugar en que fueron arrojados por la tormenta era despoblado, pero cerca de la ciudad de
Bahía donde llegaron el 3 de octubre. En la Sumaria Relación de 1590, Sarmiento refiere con
detalles esta fracasada incursión. El dato curioso que sobresale en el relato es el hecho de que
el intrépido navegante de los mares del sur no supiera nadar.
230 MARÍA JESÚS BENITES

mente, el envío de socorros con los que retornar al Estrecho.180


El Gobernador nunca podrá concretar el regreso para ayudar a quienes lo
necesitan, tampoco la escritura podrá dar cuenta de la trayectoria de desamparo a
la que han sido condenados los hombres y mujeres del Estrecho. Esa escritura
inexistente referiría un recorrido de hambre, desnudez, frío, miseria ... muerte.

180
Las relaciones de Gregorio de la Alas (¿1587?) y Antón Pablos (9 de abril de 1585), tenían
precisamente el objeto de establecer cuáles eran los batimentos y pertrechos más adecuados
para enviar a Brasil y de allí al Estrecho. La premura de Sarmiento, para su desgracia, le impidió
esperar que llegaran. De todos modos, queda expuesto el imbricado proceso administrativo al
que se sometían los pedidos de quienes estaban en el Nuevo Mundo. Los elementos solicitados
coinciden en ambos textos. Pablos recomienda llevar: bizcocho, harina de trigo, vino, aceite,
vinagre, sal. En cuanto a la ropa afirma que “es necesario y forzoso provelle de paños de
colores, frazadas, cacheras de Inglaterra, sombreros, calzado, suelas, cordobanes, lienzo,
jubones, camisas y toda suerte de hilo, aguijas y tijeras, para que se les hagan estas ropas”.
En Rosenblat: T. II, 352. Gregorio de las Alas aconseja llevar una importante cantidad de
vestidos y calzados (“dos mill pares de zapatos, mill de cordován y mill de baqueta y algunas
alpargatas”) y en la descripción de cada una de las prendas se recomienda que “sean grue-
sos” y “aforrados”. Los bastimentos propuestos por de las Alas, que suman casi ochocientas
toneladas, alcanzarían, según sus calculados, para un año. En Rosenblat: T. II, 348 - 349.
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 231

III. Relación de 1590:


La escritura del retorno

"Pero Dios proveyó de sufrimiento en la cruel prisión."

Relación de 1590

En septiembre 1590 un Pedro Sarmiento de Gamboa cano, flaco y sin dien-


tes, recorre, después de cuatro de años de su partida desde Nuevo Mundo, los
pasillos de El Escorial para entrevistarse con Felipe II y entregarle “así por viva voz
como por escripto” (75) el relato de los sucesos que han trazado los últimos diez
años de su vida.
La Sumaria Relación está firmada el 15 de septiembre de 1590.181 El narrador
refiere los acontecimientos en un orden cronológico que abarca el momento de la
primera partida al Estrecho de Magallanes en octubre de 1579, la expedición de
1581 y hasta los hechos desgraciados que le impidieron llegar a España desde el
Brasil en 1586. Los años que separan los acontecimientos logran que Sarmiento re-

181
Manuscrito del AGI. P. 33, N° 3, R. 68. El documento es extenso y posee setenta y siete folios
escritos de ambos lados, más uno en blanco y la carátula. La letra no es la de Sarmiento de
Gamboa quien ha escrito en los folios 76 y 77 r° y v°.
El copista ha ubicado en la parte superior de la primera hoja el título de Sumaria relación
de Pedro Sarmiento de Gamboa governador y capitán general del Estrecho dela Madre de
Dios antes nombrado de Magallanes y delas poblaciones en el fechas y q’ sean de fazer por
V. Magestad. Bajo esta misma denominación la publica Rosenblat (T. II, 73 – 167) quien afirma
haberla reproducido de la Colección de documentos inéditos de Luis Torres de Mendoza,
Madrid: 1866 (Tomo V, 286 – 420). Pastells ha transcripto para su edición desde el folio 47 r° en
adelante (205 – 305). Las citas utilizadas corresponden a la edición de Ángel Rosenblat. El tex-
to ha sido editado también en la Colección de Documentos Inéditos del Archivo de Indias
(1875, 286 – 419). En esta edición se apunta erróneamente como año de la Relación el de 1589.
Existe otra publicación del texto realizada por María Justina Sarabia Viejo: 1988, 195 – 308.
232 MARÍA JESÚS BENITES

cupere los ya referidos en los relatos de los años 1583 y 1584 y retome los sucesos
a partir del momento en que aquellos terminaron.
En los últimos tramos (folios 68 r° al 77 v°) se precipita el relato de los he-
chos y el narrador refiere los sucesivos naufragios que sobrellevó, junto con su tri-
pulación, en los fallidos intentos por retornar al Estrecho; describe cómo fue tomado
prisionero por barcos de piratas ingleses; detalla el fortuito periplo para llegar, des-
de Londres, a España ya que fue apresado por los hugonotes; se detiene en los
padecimientos sufridos durante la prisión en el denominado Castillo Infernal donde
estuvo hasta que Felipe II envío, después de negociaciones que se extendieron por
años, el rescate. El antepuesto “sumaria” califica al texto no en un sentido de breve-
dad, sino de compendio en el que se resumen las contingencias.
El ejercicio de la escritura se nutre de la práctica voluntaria de la memoria,
Sarmiento apela a ella para recuperar los sucesos y solicitar ayuda “porque me
obliga la consciencia” (167) para regresar al Estrecho de Magallanes y socorrer a
sus pobladores. La memoria es definida por el Diccionario de Autoridades como una
de las tres potencias del alma, “en la cual se conservan las especies de las cosas
passadas, y por medio de ellas nos acordamos de lo que hemos percibido por los
sentidos”. La Sumaria Relación se aleja de aquellos tipos de textos en que se hace
una “memoria” de gastos y se acerca al denominado “memorias” o sea ese “libro,
quarderno, papel u otra cosa, en que se apunta o anota alguna cosa, para tenerla
presente y que no se olvide”.
El acto de recordar, de traer a la memoria, no es solitario ya que las imáge-
nes mentales que componen el recuerdo no se desvanecen; su sucesión se traslada
a la escritura y desde esa materialidad se apela a compartir con un otro, el Rey, las
vicisitudes que unen la trama del relato. Pero esa necesidad de la presencia de
alguien que escuche y lea es para que éste pueda llenar el vacío de su memoria,
para que recuerde y tenga presente al que le informa. La activación de la memoria,
tanto del sujeto que escribe como del que escucha, es la manera de derrotar el
olvido. González Echevarría señala que, en el siglo XVI, “escribir era una manera de
conseguir la libertad, la legitimación. El pícaro, el cronista y, en cierto sentido, todo
el Nuevo Mundo, buscaban obtener la concesión de derechos y una validación de su
existencia escribiendo sus relatos” (2000, 77).
En tal sentido, en la materia narrativa del relato de viaje de 1590 se advierte
un proceso mediante el cual el ejercicio de la escritura como informe es desplazado
por el de servicio. La pluma del sujeto textual no es guiada por una instrucción,
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 233

surge de la necesidad personal de referir su versión de los acontecimientos. Este


cambio se evidencia en el saludo inicial que encabeza el texto puesto que en él la
voz narradora se presenta desde una sumisión excesiva que, mediante profusos
recursos retóricos, sublima la figura de Felipe II.182
El texto se acerca, en consecuencia, al tipo de la probanza de méritos y ser-vicios,
pero en el sentido inverso. Los servicios que se han prestado sólo han significado cuantio-
sos gastos y la mayor virtud es haber sobrevivido a un itinerario personal signado por la
desgracia. La escritura se transforma en un acto que emana de la voluntad y necesidad de
ese sujeto de entrecruzar los acontecimientos de la travesía con los sucesos de su vida
personal ya que Sarmiento ejerce el derecho “que uno tiene al premio por lo bien hecho,
o la razón de ser castigado por lo contrario”.
La “probanza de méritos y servicios” forma parte del proceso de sistematiza-
ción de la escritura en el Nuevo Mundo. El acto de referir los avatares por parte de
aquellos que retornaban a España después de haber participado de las empresas de
descubrimiento y conquista respondía, en sus comienzos, a un pedido de Consejo
de Indias para adquirir noticias histórico – geográficas de las tierras de ultramar. El
Consejo las pedía “de palabra o por memorial a los gobernadores descubridores,
conquistadores no cualesquiera otros personajes que en persona acudían a él o a S.
M. pretendiendo mercedes o el más pronto despacho de sus particulares asuntos”
(Jiménez de la Espada: 1881, XLIII).
La escritura de servicio imprime una distancia con respecto a la del mandato
lo que implica un cambio de posición en el sujeto. Este proceso se evidencia en el
desplazamiento de un discurso narrativo eufórico, definido en la relación de 1580, a

182
“A gloria y honra del omnipotente Dios Nuestro Señor y de la gloriosísima siempre Virgen María,
Señora y abogada nuestra, Pedro Sarmiento de Gamboa, su fiel vasallo, siervo indigno de
Vuestra Majestad, humildemente besa infinitas veces los reales pies y manos de Vuestra
Majestad por las inmensas mercedes que Vuestra Majestad, por singular y real benignidad y li-
beralísima largueza, le ha hecho redimiéndole de la captividad y poder de los infernales minis-
tros del demonio, que son los heréticos de Gascuña, en Francia, por lo cual suplica al verda-
dero Dios tenga por bien conceder a Vuestra Majestad muchos y muy prósperos y felicísimos
años, con toda la salud y fuerza, aumento de más y mayores reinos e imperios, y su divina gra-
cia para sustentar, defender y amparar y acrecentar su santa iglesia y fe católica, y para pasar
de manera esta vida temporal que merezca la eterna celestial con los bienaventurados, amén,
amén” (73). En las otras relaciones analizadas, la voz de Sarmiento irrumpe en el texto sin
preámbulos laudatorios.
234 MARÍA JESÚS BENITES

uno en que se escribe el desamparo.


El primer factor que motiva este cambio es la decepción por no haber sido
nombrado General de la Armada, en ella se funda Sarmiento para deslizar no sólo
las explícitas críticas al accionar de Flores sino también, en una progresión implícita,
cuestionar la decisión del Consejo Real y en definitiva, la de Felipe II. Este mecanis-
mo le permite desvincularse del caótico resultado de la empresa y despejar las
dudas sobre sus actuaciones.

El móvil del narrador, antes que solicitar recompensas, es el de la autojusti-


ficación de su accionar. Hay que rendir cuentas al Rey, quien ha pagado un rescate
para que sea liberado de la prisión. De todas maneras, el material de la escritura
como servicio se construye con las desventuras que deben ser oídas y leídas; se
ofrece el relato de una trayectoria infortunada señalando los méritos acumulados
en diez años (y miles de kilómetros recorridos) de sufrimiento.

La acción de escribir se transforma en el único medio de reivindicación para


alcanzar un beneficio. Para ello el narrador debe erigir la estructura de su discurso
en las operaciones retóricas de persuadir y convencer (a Felipe II) de que los fraca-
sos se deben a la ineficacia del General; en tanto que los logros, a los esfuerzos
sobrehumanos de “Pedro Sarmiento”, representado en el relato como héroe su-
friente y postergado.

Protestando que en lo que aquí se dijere no se pretende tratar de


ninguna persona, salvo sólo dar cuenta a quien es obligación darla, sin
aceptación de persona, lo cual no es posible hacerse sin nombrar per-
sonas, que son los ministros de la obra (75).

La escritura como servicio y ofrenda autoriza a inscribir la desgracia en el


discurso. La representación del narrador como vasallo leal presupone que esta ca-
tegoría sea aceptada por quien escucha y lee. La pluma del autor necesita estable-
cer una sólida unidad entre los dichos y los hechos que demuestre de manera
irrefutable esa condición. Ésa es la única arma que posee el para autorizar el ingre-
so de una solicitud.
A pesar de los años transcurridos no hay ambigüedad informativa. La narra-
ción está organizada de manera coherente y cronológica. De todos los recuer-
dos, impresiones y sucesos lo que primero recrea la memoria es el desconcierto
que provoca el comportamiento de Flores, quien se constituye en uno de los “blo-
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 235

ques”183 más importantes del relato. Se refieren una vez más los episodios donde el
General explicita su falta de caridad, su deslealtad y sus afirmaciones poco felices
acerca de los derechos de España sobre las Indias.
La sumisión del narrador al poder real se manifiesta en la pugna que estable-
cen, a nivel discursivo, algunos acontecimientos por ingresar al registro de lo escri-
to. El decir se opone al callar, mecanismo por el cual se proyecta el enfrentamiento
entre el General y el Gobernador. Ambas oposiciones, las establecidas entre las
palabras y entre los sujetos, marcan la escritura del segundo viaje al Estrecho.

No sería servicio de Vuestra Majestad pasar en silencio algo que se


hizo aquí durante la invernada (86).
Una cosa es mala de callarse, para comprobación de cosas pasa-
das ya dichas (123).

Esta actitud especulativa por parte Sarmiento, desde su posición de subordi-


nado, crea la necesidad de saber lo que no debiera decirse. Marca el deber de infor-
mar lo que el rey debe saber. De este modo, las partes referidas a Flores no ingre-
san naturalmente en el texto sino que, el formulismo disquisitivo que las precede,
como una suerte de estribillo, ubican a la narración en un lugar destacado para
diferenciarla del resto de las anécdotas.
El narrador realiza una operación de selección de los acontecimientos que
considera más relevantes y esto se observa en la propia materialidad del manuscri-
to. Desde el primer folio: “Proveyó Vuestra Majestad en esto con larga y real mano,
con abundantísima expedición de gente y pertrechos de todo género. Y nombró a
Diego Flores por general de mar, costas del Brasil y Estrecho” (74) y hasta el folio 41
r°: “Desta manera nos dejó el general Diego Flores de Valdés” (122), la relación se
dedica a referir los sucesos que tienen como protagonista (antagonista) a Diego
Flores.
La figura del General elegido sufre un proceso de desmitificación ya que la
escritura se detiene en describir el modo en que se desplaza, actúa, habla; acciones
todas que suponen una transgresión a las reglas de vasallaje. Sarmiento señala de
manera constante los verdaderos, ocultos y poco honestos móviles que guían a
Flores y la manera en que la pluma lo ataca es frontal, sostenida en las figuras retó-

183
Tomo la expresión de Margo Glantz. 1992.
236 MARÍA JESÚS BENITES

ricas de la agresión. El uso reiterado de la ironía, que funciona en la construcción del


marino asturiano, se introduce como una forma que, por medio de la inversión de
sentidos, pauta de manera contundente las oposiciones.

Y con esto, aunque Diego Flores se desembarcó con ropas nupciales


como a triunfar, Pedro Sarmiento se quedó en la nao con ropas campes-
tres y marinas, con supuesto de no salir de la mar hasta tornar al Estre-
cho, conforme al mandamiento y voluntad de Vuestra Majestad (112).184

La agresión también se manifiesta en sarcasmo, figura retórica que se en-


cuadra en la categoría de “metalogismo” ya que se altera la lógica discursiva por la
cual la forma del enunciado no corresponde a su función en el texto, la agresión se
disimula en un embate que se ejerce detrás de una actitud aparentemente benévola
(A. Reale – A. Vitale: 1995).

Diego Flores al tiempo de su partida hizo una bella diligencia, y fue


que viendo los mejores y más bien tallados y vestidos, soldados y
oficiales de guerra, con voluntad de señalarse en servir a Vuestra
Majestad se habían venido a ofrecer a Pedro Sarmiento para ir al
Estrecho a trabajar (…)Diego Flores a los tales tomó tanto odio, que
algunos metió en prisiones (…)185 (121).

En la selección y puesta en escena de los acontecimientos que se distribuyen a


lo largo de la Sumaria relación, se advierten fisuras por las cuales se desliza y surge,
entre líneas, la crítica al poder central. La inversión de la figura del General, llevada al
extremo de la parodia, es la excusa necesaria para que la escritura revele de manera
sutil, en voz baja, no sólo la disconformidad del narrador sino el error que han come-
tido las autoridades del Consejo y Felipe II, al nombrar a Flores de Valdés.

Y el día que Diego Flores y Pedro Sarmiento, a 7 de febrero, estuvieron


en la boca del Estrecho, tomaron la altura todos los pilotos de las naos y los
maestres y Pedro Sarmiento en 52 grados y medio justos, entrando por la
boca. Y Diego Flores, aunque toma el astrolabio en la mano, no sabe tomar
el altura ni hacerle la cuenta, ni entonces entendía el regimiento de marear
en cosa ninguna, ni echar punto en la carta, como si no hubiera

184
Las cursivas me pertenecen.
185
La cursiva me pertenece.
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 237

visto la mar en su vida (119).186

El elegido por la Corona actúa siempre por negación, desde el lugar del no
hacer, del no querer, del no permitir, frente a un Pedro Sarmiento que se desplaza
recuperando enfermos, alentado tropas, procurando víveres: “Y Diego Flores no lo
quiso hacerlo; antes, pareciéndole buena ocasión como su determinación era no
hacer nada ni entrar en el Estrecho sino volverse” (101).187
Las acciones de Flores invaden la narración y su presencia se transforma en
el mayor oponente de Sarmiento, quien lucha por diferenciarse del primero para
intensificar su posición de vasallo y reafirmar una lealtad incondicional que neutra-
lice cualquier cuestionamiento. La estrategia con la que representa esta postura se
explicita en la escenificación de los diálogos, verdaderas luchas verbales.

Y mientras más humildad le mostraba, más se le ensoberbecía, y


decía cosas indignas de oír, y entre otras fue una, que habiendo Diego
Flores tratado ásperamente sin causa a un poblador, gallardo soldado
y muy servidor de Vuestra Majestad en Flandes e Italia e Indias, y
había venido con Pedro Sarmiento del Perú por el Estrecho, y Pedro
Sarmiento rogándole a Diego Flores se moderase y no se formalizase
contra sus cosas, respondió con una soberbia increíble: “¡Allá, allá en
el Estrecho!”. Y Pedro Sarmiento le dijo: “Allá, muchas gracias a Dios y
a su Majestad”. Y Diego Flores le respondió: “ Y aquí muchas gracias a
mí”, casi presuponiéndose a Dios y a Vuestra Majestad, y que él haría
su voluntad sin respeto de Dios ni el Rey, como hacía e hizo (109).188

Alrededor de su construcción se multiplican manifestaciones de odio y envidia:


“y así queda confutada la malicia de inorante de Diego Flores” (150); “Y tomó tanto
odio a Pedro Sarmiento por lo dicho, que (...) le apartó de sí y le hizo embarcar en
otra nao, donde apenas cabía la ropa de Pedro Sarmiento” (90). En el General se
proyecta la suma de las cualidades negativas que confluyen no sólo, en la traición y

186
No olvidemos que Flores de Valdés estuvo a cargo de uno de los escuadrones de la Armada
Invencible. Criticar sus conocimientos marítimos supone la aniquilación total de su autoridad
como navegante. Es probable que Sarmiento haya conocido el juzgado comportamiento del
General.
187
El énfasis es mío.
188
Las cursivas me pertenecen.
238 MARÍA JESÚS BENITES

liquidación absoluta del modelo de vasallo, sino también en la ubicación de éste


como un rebelde ya que sus dichos y hechos atentan contra la autoridad real y el or-
den que ésta implica.189
Las figuras retóricas intensifican y exageran el sufrimiento, tanto moral como
físico, entre quien se desplaza por el texto “con más hinchazón que si fuera a triun-
far de las victorias de Scipión” (110) y el navegante, presentado siempre con el re-
curso de la humilitas, al que le interesa demostrar que ha cumplido con el deber en-
comendado. Las imágenes del deterioro acompañan la descripción del General. En
torno a su figura se articulan los elementos de la narrativa del desamparo. Su huida
determina que todos los roles deberán ser cumplidos por Sarmiento, tanto los que
conciernen al destino de una empresa devastada desde sus inicios, como el acto
mismo de escritura.
El narrador acentúa la forma en que Flores se ha beneficiado económicamen-
te. En el relato se trasluce el modo en que, a partir del reconocimiento del espacio
del Estrecho, inicia un proceso de saqueo de los bienes reales. Para él el fin de la
travesía se traduce en el acrecentamiento de riquezas;190 las costas del Estrecho
que observa desde el barco están definidas por la carencia. Pedro Sarmiento refiere
el constante latrocinio que comete el General, quien ha redefinido el móvil del botín
en la apropiación y comercialización de los bastimentos y pertrechos destinados a
las ciudades y pobladores magallánicos. A la imagen de riqueza que rodea al Caballe-
ro de Santiago, se dibuja el desamparo en la pobreza de quienes son abandonados.
El reclamo de una recompensa por los servicios prestados determina que, en
la escritura de méritos y servicios, se dramatice el sufrimiento. Un texto paradigmá-

189
Beatriz Pastor (1983), a partir de la carta dirigida por Lope de Aguirre a Felipe II, recorre un
segundo momento en el discurso narrativo del fracaso: la rebelión. Si bien me baso en el modo
en que Sarmiento de Gamboa introduce la presencia de Flores en su relato, no en un texto
escrito por el propio General, en su representación se aglutinan rasgos que Pastor señala en
la epístola de Aguirre. El principal es la cancelación de la estructura de vasallaje que, asimismo,
clausura el compromiso de lealtad asumido hacia el Rey. Es evidente el énfasis que pone la
escritura sarmientina en la presentación de Flores como un vasallo desleal. Pastor reconoce
cómo el descontento, elemento señalado reiteradamente por Sarmiento, es uno de los factores
principales de acción que liquida el modelo del héroe - conquistador y que determina la suble-
vación que Aguirre justifica en su carta.
189
Tengo presente la carta que escribe a Felipe II refiriendo las bondades de Río de Janeiro.
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 239

tico de este tipo discursivo es Naufragios de Álvar Núñez Cabeza de Vaca, en cuyo
Proemio (algo inusual y significativo en las relaciones) pauta las imágenes que
recorren al náufrago, quien sólo puede ofrecer como “rescate” la narración de sus
in-fortunios: “A la cual suplico la reciba en nombre de servicio, pues éste solo es el
191
que un hombre que salió desnudo pudo sacar consigo”.
En la narrativa del desamparo el cuerpo se muestra, se expone el dolor de
una situación personal y social desesperante. La desnudez y el hambre son dos de
los elementos recurrentes: la primera transmite la vulnerabilidad del cuerpo en un
medio adverso; el segundo se patentiza en la piel que se ha adherido a los huesos,
en esos “pellejos” descarnados.
Esa misma corrosión se exhibe en la ruina de los barcos; la desintegración de
las naves preanuncia futuros naufragios. Precisamente en el origen del término (del
latín naufragium) está implicada la “pérdida o ruina de la embarcación en el mar”
(Diccionario de Autoridades). Aún antes de abandonar el puerto, las embarcaciones
inscriben el infortunio.

En esta invernada del Río de Janeiro todos los navíos se pasaron de


gusano y broma y se pudrieron, recibiendo notable daño y perdición
salvo los emplomados de Vuestra Majestad, porque la gran calor y
lama192 y manglares cría esta broma y cuece la madera y jarcias y
claves de los navíos. Y así, al tiempo de la partida estaba la más parte
hecha ceniza, y aun hasta el hierro se había de tal manera corrompi-
do, cosa inaudita, que con las manos se podía moler, y así, lo que iba
labrado de palabras y azadas y hechas, con las manos se deshacía
como papel y al menor golpecito se deshacía en tierra (89).

El uso de la primera persona es el recurso para demostrar la inocencia ante

191
Es posible que Sarmiento haya leído el texto de Núñez. En la relación de 1584, recurre a este
viajero como ejemplo de esfuerzo denodado. Además, Naufragios tuvo una difusión inusual en
España ya que fue rápidamente impreso (1542) y sus hazañas reconocidas. Es interesante
considerar la posibilidad de que la estructura textual de la obra pueda haberse transformado
en modelo de escritura para todo aquel que solicitara una recompensa por las penurias
padecidas en Indias durante el proceso de expansión territorial del Imperio. La cita pertenece
a la edición de 1998, 63.
192
“Cieno blando y pegajoso que se halla en algunos parajes del fondo del mar”. En Glosa-
rio de Voces Marinas. Rosenblat, 433.
240 MARÍA JESÚS BENITES

cualquier posible acusación de complicidad. El yo se inscribe para destacar una


constancia y un heroísmo épico, que ha enaltecido su propia imagen y la construye,
en oposición a Flores, en el representante legítimo del rey. El suyo es un discurso
edificante, digno de imitación y reconocimientos.

Digo que iban muy alegres, llevando ya trazado que también embolsa-
rían otra gruesa de moneda de los navíos que se les entregarían, y otras
cosas de aquélla nueva provisión. Cierto no se pueden bien acordar Mercu-
rio con Marte, esto es, mercadear y robar con procurar honor por armas y
constancia en el servicio del príncipe, porque cuanto lo uno ensalza el áni-
mo, tanto la bajeza del tráfico lo abate y hace caer en muchas faltas y
pierde la reputación propia y la patria con la autoridad de su señor, porque
en lugar de despojar al en mérito de Dios y su rey, desuellan al amigo. Rey
y nación, de la hacienda, crédito y honra.193 Dios lo remedie si puede.

Yo confieso de mí ser más malo que lo malos pero no consintiendo en


este género de defectos, no lo disimularé (...). Y cuando por mis pecados
no se hiciese merced de conocerse de mí esto, quedaré ante Dios y conmi-
go glorioso, y me juzgaré por bien remunerado de lo temporal en esta vida,
considerando haber servido legal y fiel y afícionadísimamente a mi rey y
señor (...) y esto me servirá de corona (108).

Cuando Flores regresa a España y Sarmiento recupera el protagonismo ab-


soluto, la esperada llegada al Estrecho instaura sus propias amenazas y el recorrido
por el espacio inhóspito tematiza en la escritura, nuevamente, el desamparo. El
Gobernador refiere una vez más las fundaciones, acto en el que se destaca el
objetivo claramente colonizador de su empresa. A diferencia de otras ocupaciones
territoriales, el emprendimiento en el Estrecho se sustenta en el esfuerzo de los
propios españoles, no en la explotación de la fuerza del trabajo de los nativos.194

Luego el gobernador habló a sus compañeros, diciéndoles que ya esta-


ban las manos a la labor que tanto habían deseado, y que extendiesen los

193
Las cursivas me pertenecen.
194
Anthony Pagden señala que las tierras desocupadas ofrecían poco atractivo para los españo-
les en comparación con los ingleses y franceses ya que los primeros creaban comunidades
basadas en la dominación de los indígenas para su propio sustento (1997). Considero que este
aspecto reviste una importante distinción entre los objetivos sarmientinos y los ambiciosos
proyectos colonizadores en México o Perú.
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 241

ojos y considerasen tanta multitud de tierra y provincias como tenían


por delante, lo cual sería de aquellos que mostrando valor y constan-
cia para gozar de tantas mercedes como Dios y Vuestra Majestad les
hacía, y que poniendo su confianza en Dios y procurando su sancto
servicio, nos daría su gracia para prevalecer y durar en el trabajo, que
a los buenos es honra (134).

Sarmiento refiere la incursión que emprende junto a los pobladores para


fundar una segunda ciudad. El tiempo transcurrido entre el momento de los aconte-
cimientos y el de la escritura, hace que el relato de la incursión interna sea enrique-
cido con nuevas imágenes. En ellas se advierte la mirada examinadora del narra-
dor, quien a su paso describe los elementos naturales que inundan el paisaje.
Pero este detalle no posee la finalidad de exaltar la riquezas del medio para
su explotación, la selección de los elementos tiene un fin práctico y se basa en una
necesidad primordial, el sustento. Los viajeros se transforman en seres nómadas,
que al igual que las tribus que pueblan el Estrecho, recolectan sus alimentos.

Pues cuando íbamos por la tierra vimos campos muy apacibles de


yerbas olorosas y mucha caza de venados, gatos cervales de hermo-
sos pellejos, pelo y colores, muchos avestruces, cuyos huevos halla-
mos por el campo, que comían, uno, cuatro y seis hombres suficiente-
mente. Una vez hallamos por los campos cantidad de yerbas teñidas
como grana, que producen una frutilla como gruesos granos de grana-
da, dulces y sabrosos y provechosos para el estómago, y otros grue-
sos, que los llamamos cerezas, por parecerle, en tanta cantidad que,
caminando sin parar a puñados las cogíamos y satisfacíamos la ham-
bre (143).

A pesar de esta aparente abundancia, mientras se prosigue el derrotero y


avanza la escritura, la voz narradora recupera de la memoria las imágenes del de-
samparo, en las que resurgen las muertes a la intemperie, la desnudez de los
cuerpos y los pies descalzos. El frío y la falta de alimentos transforman la explora-
ción colonizadora en un penoso vagabundeo cuya única finalidad ha quedado redu-
cida a la lucha por sobrevivir.

Prosiguióse el camino con muchos trabajos (...) que cada vez se


acrecentaba y prolongaba por lo dicho y por faltar los mantenimientos
y zapatos, que era lo que despeaba la gente, y tras esto lo heridos,
que los llevábamos a vuelapié y algunos a cuestas, y tal hubo de los
242 MARÍA JESÚS BENITES

heridos que no quiso ir adelante, sino quedarse entre juncales y morir,


y con dolor de todos, no pudiendo hacer más, se quedó; y caminando
sólo se comía de la frutilla, de las yerbas y apio, y algunos se altera-
ban desfalleciendo (147).

No obstante las lastimaduras y el hambre, que alejan estas figuras del caminante
contemplativo por uno sufriente, Sarmiento refiere una vez más la fundación de la ciudad
de Rey Don Felipe. En la descripción de los pormenores de la nueva ciudad se activa
nuevamente la sucesión incansable de actividades protagonizadas por el Gobernador:
repartimiento de los solares y cargos, fortificación de la ciudad, la construcción de la
iglesia y la picota, que será coronada con la cabeza del primer traidor.
La narrativa del desamparo escribe sobre el infortunio, no sobre las derrotas.
En el mundo narrativo que representan los relatos de Sarmiento, no se concibe la
desobediencia; la escritura, como la peregrinación de hombres que el Adelantado
encabeza, no se detiene, no huye ante la adversidad como lo sí lo ha hecho Flores
de Valdés.
La máxima expresión del desamparo es la experiencia del naufragio, relato
que se multiplica en la Sumaria Relación. Desde los primeros folios el infortunio se
apodera de la escritura ya que el alejamiento del Estrecho, planteado siempre como
involuntario y accidentado, instaura un nuevo momento marcado por las sucesivas
y fallidas incursiones en el mar para llevar sustento a los pobladores. Cuando hablo
de naufragios no me centro ya en ese deambular por un territorio, me refiero con-
cretamente a la acción de permanecer a la deriva en una pequeña embarcación con
apenas los elementos necesarios para sobrevivir.
El náufrago, en este contexto, es aquel que, ocasionalmente se encuentra
supeditado a los regímenes de los vientos, no ya a las marcas del portulano ni del
astrolabio, para poder alcanzar alguna costa. La embarcación colectiviza la desven-
tura y transforma la travesía en una tragedia infrahumana.
En estos relatos la estrategia escrituraria se centra en la descripción del
padecimiento corporal. El primer naufragio es el que se produce durante la visita a
la ciudad Nombre de Jesús. Sarmiento rescribe el suceso de manera sucinta seña-
lando que “el frío y el hambre cegaron a algunos y otros perdieron los dedos de los
pies” (154). El cuerpo expuesto a la desgracia se refleja en marcas indelebles que
revelan el sufrimiento de un “ellos”.
La llegada a las costas de Brasil señala un espacio de referencia para conti-
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 243

nuar la narración de los infortunios. Existe un encadenamiento de catástrofes: la


primera expedición que sale de Pernambuco a Bahía llevando suministros es, debi-
do a una inclemente tormenta, arrojada contra la costa. Es aquí donde el relato
introduce a un “Pedro Sarmiento” sufriente. Este latrocinio da lugar a la “escritura
corpórea”, en la que el propio cuerpo, tatuado por el tormento, se introduce nueva-
mente en el texto.

Y en llegando los bateles a tierra se hicieron pedazos sin poder


volver al navío, y así quedó sin remedio humano, e hizo dos tablas, y
en ellas se echaron él y un clérigo y en apartándose del navío, la mar
era tan gruesa que mill veces los anegó; y Pedro Sarmiento, aferrán-
dose a las tablas se dio muchas heridas en el cuerpo y piernas con los
clavos y todos los que sabían nadar los desampararon (...) (155-156).

La segunda expedición de rescate parte de Río de Janeiro en enero de 1585.


El 13 de febrero una tormenta “tan espantable que fue juzgada por la más terrible
que hubiésemos visto” (157) deshace las naves. Los navegantes se ven obligados a
arrojar al mar el ganado y los bastimentos que llevaban. Después de más de cin-
cuenta días retornan, “desnudos y descalzos y el navío hecho piezas” (157) a Río de
Janeiro. El aniquilamiento del cuerpo y las naves se acentúa. El narrador lucha
silenciosamente por corregir, en su escritura, cualquier aspecto que pueda entorpe-
cer su representación como vasallo leal y condescendiente.

Pedro Sarmiento pensó reventar de enojo. Pero considerando que


a los varios y repentinos subcesos del mundo no es parte prudencia ni
fuerzas humanas a reparar, conformóse con la voluntad de Dios, cu-
yas obras y secretos son maravillosos e incomprensibles (157).

Pero, a pesar de su voluntad, la empresa se derrumba. Sarmiento registra


cómo sus esfuerzos han sido tan desmedidos y desinteresados en procura de avan-
zar con los objetivos colonizadores, que su cuerpo ha quedado reducido a unos
“pellejos”, adheridos a un físico lacerado.

Para sustentar la gente, que eran 32 personas, y los oficiales, no


bastando ya los pellejos de Sarmiento,195 acudió a los trapos viejos
que habían quedado de las palmillas y bayetas que se llevaban para el
Estrecho (158).

195
Las cursivas me pertenecen.
244 MARÍA JESÚS BENITES

En junio de 1586 un exasperado Sarmiento parte con rumbo a España, pero


la nave es interceptada por piratas ingleses. Éstos tenían la intención de saquearla
pero lo tomaron cautivo ya que “el mismo piloto que traía, portugués, le vendió y
dijo quién era, y aun encareció más de lo que era, por hacerle más mal, y con esto
soltaron el navío y los demás y llevaron a Pedro Sarmiento y al piloto, otros dos a
Inglaterra presos. Llegamos a Plemua [por Plymouth] postrero de agosto; estuve
aquí preso y desnudo hasta 11 de septiembre"196 (159 - 160).
Los barcos de la flota pertenecían a Sir Walter Raleigh, ante quien fue llevado
“el cual le hizo alegre recibimiento al prisionero. Y hablando entrambos en latín, Pe-
dro Sarmiento le razonó de manera que luego fue Dios servido que le ganó buena
voluntad" (160). La relación amistosa surgida entre el Sarmiento y "Guaterales" ha
quedado expuesta en Historia del Mundo de Raleigh a través de una anécdota que
refleja la manera en que los cartógrafos inventaban territorios para complacer a
sus esposas.

Recuerdo una buena frase de don Pedro Sarmiento, digno caballe-


ro comisionado por el rey de España para poblar el Estrecho de
Magallanes, siendo prisionero mío. Haciéndole preguntas acerca de
una lista que aparecía en el mapa del referido Estrecho, me contestó
riendo que el nombre verdadero debería ser "Isla de la mujer del
pintor", porque en los momentos en que el delineante ponía en limpio
e iluminaba la carta, viéndole trabajar su esposa, le rogó pusiera su
nombre en cualquiera de tantos puntos como el mapa tenía, a fin de
hacerla propietaria de imaginación, y el pintor la complació.197

196
Entre los sucesos desafortunados que rodean la vida de Sarmiento, se suma que, según él
mismo refiere, al ver que sería indefectiblemente tomado prisionero decidió echar "a la mar
muchos papeles de secretos de navegaciones y descubrimientos, advertimientos y noticias,
relaciones, procesos y probanzas tocantes a la jornada del Estrecho, especialmente un libro
grande de descripciones en pintura y arte de geografía de las tierras de nuevo descubiertas y
reconocidas y derroteros por escripto" (166).
197
Citado en Rosenblat al pie de página (161) de The History of the World, vol. II, cap.
XXIII (1736, 327). Esta anécdota es referida también por Clement Markham (1907) y Amancio
Landín Carrasco (1945). Tomás Eloy Martínez y Susana Rotker (1999) señalan la curiosidad
que despertó en Sir Walter Raleigh la existencia de estas islas, “territorios inventados para
complacer a las consortes abandonadas y para mitigar sus esperas, convenciéndolas de que
cada una de ellas poseía una isla” (90). “Oviedo y Baños: la fundación literaria de la nacionali-
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 245

Raleigh concertó una reunión entre su amigo y la reina Isabel "la Reina quiso hablar
a Pedro Sarmiento, el cual fue llamado de Londres para ello; y habló con ella un
coloquio de más de hora y media en latín, en que es elegante la reina. Y lo que allí
pasó es para más particular relación para Vuestra Majestad solo" (161).198
El navegante es puesto en libertad, la reina Isabel le encomienda una misión
diplomática en España. El 30 octubre de 1586, abandona Londres199 y el 21 de no-
viembre llega a París donde se encuentra con el embajador Bernardino de Mendoza
para que le acredite dinero para su pasaje. Mendoza en una misiva enviada al rey
señala que el Capitán “ha venido a París y pobre y desacomodado, como era fuerza
que estuviese un robado de ingleses y captivo”.200
El 9 de diciembre del mismo año, y cerca ya de la frontera española (entre
Burdeos y Bayona), Sarmiento es tomado prisionero por los hugonotes que respon-
dían al Conde de Bandona (Vendóme), vizconte de Bearne. El 11 de diciembre lo lle-
van a Mont - de -Marsan donde le quitan todas sus pertenencias y un coronel "Cas-
telnao" (Castelnau) lo encierra en un calabozo.

Cuando Pedro Sarmiento fue preso, le tomaron los pliegos que eran
para Vuestra Majestad y los papeles propios; y el truajamán que le guiaba,
natural de Irún, porque le soltasen, dijo a los luteranos que Pedro Sarmien-
to eran un gran personaje, mucho más de lo que era, y que le guardasen
bien; que habrían dél mucho mucha suma d’escudos de talla (163).

Pero la pena por haber perdido sus escritos no se compara con el grado de
infortunio que alcanzará su vida en estos tramos. Se envía el aviso a España pidien-
do como rescate la libertad de Odet de la Nou, un hugonote preso en Flandes. Felipe
II no acepta estos términos y Sarmiento es encerrado en el llamado “Castillo Infer-

dad venezolana”, en Las colonias del Nuevo Mundo. Discursos Imperiales, Carmen Perilli
(comp.), Tucumán: IIELA, Facultad de Filosofía y Letras, UNT.
198
Aparentemente la reina le encomendó un mensaje de paz para Felipe II ya que la guerra entre
los reinos se había declarado en octubre de 1585 y ya habían existido algunos enfrentamientos.
199
Sarmiento señala, además, que antes de su partida Raleigh le regaló escudos en piezas y
perlas de la India.
200
En Rosenblat (1950, 357) figura copiada de Armada Española (T. II, 423 – 426) de Césareo
Fernández Duro. Rosenblat señala que el documento original se encuentra en el Archivo
Nacional de París (Papeles de Simancas).
246 MARÍA JESÚS BENITES

nal”. En la carta de Mendoza se detalla que la reina de Inglaterra y Raleigh escribie-


ron al “Príncipe de Bearne le hiciese dar libertad, oficio que le aprobé mucho, por
ser el medio más fácil y barato para sacalle de prisión, y el Pedro Sarmiento es
persona que puede hacer a Vuestra Majestad mucho servicio en las Indias, como
práctico de aquella tierra” (358).
En las referencias al momento del encierro en la prisión, se advierte un giro
en la textualidad del narrador sobre sí mismo que pauta, una vez más, la desinte-
gración de un cuerpo sometido a situaciones extremas. Las marcas del sufrimiento
que se inscriben en ese cuerpo, transforman el relato en edificante y movilizan a
sentir compasión por aquél que padece.

Pero Dios proveyó de sufrimiento en la cruel prisión, donde la


humidad fue tullido y encaneció y perdió los dientes, y por recreación
y alivio lo pasaron a un castillo y lo metieron en tinieblas infernales,
privado de toda comunicación humana, acompañado de música de
sapos y ratones de una fosa del castillo, arrimada al infierno donde
estaba preso, tan hidiondo que no le podían sufrir los que le llevaban
de comer (164).

El rescate se fija en treinta mil ducados y después de diversas negociaciones, que


se extendieron por casi tres años, se determina en seis mil y cuatro caballos elegidos.201
La Sumaria Relación se escribe desde distintos espacios del desamparo: los
puertos en los que Flores detiene la empresa, las desoladas tierras magallánicas, la
agónica espera en el calabozo de los infiernos. La imagen del hombre que se corroe
en una celda es el punto culminante de esta narrativa. Son todos espacios en los

201
En el A.G.I. se conserva en el P. 33, N° 3, R. 68, el manuscrito donde consta el pago del rescate
a Sarmiento de Gamboa bajo el título de “Cuenta y rescate de Pedro Sarmiento de Gamboa de
los dineros que Agustín Gentil a desenvolsado por el otro rescate por orden que para ello le dio
el señor Don Juan de Ydiaquez”. Firmado en Madrid el 8 de agosto de 1590. Consta de un folio
escrito de ambos lados más la carátula donde se lee “qta sacada por agustin gentil delo que dio
para el rescate de p° sarmiento de gamboa”. En el documento consta el detalle de las costas
que ha implicado para la Corona su rescate: “Monta un ciento y novecientos y once mill y
novecientos maravedíes lo que el dicho Agustín Gentil ha pagado por el dicho rescate del
dicho”. El documento ha sido copiado por Ángel Rosenblat (1950: T. II, pp. 360–361) de la obra
de Pastells (1920: pp. 768–770). En las cartas que Sarmiento escribe desde la prisión detalla
las intensas negociaciones que mantuvo con sus captores.
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 247

que el sujeto queda desposeído, no hay quien lo socorra y está en una actitud per-
manente de queja y busca de refugio.
Sarmiento abandona el tono mesiánico e inscribe en el relato el sufrimiento,
aunque la guía divina y protectora parece haberlo abandonado, el obstinado vasallo
nunca acepta este fracaso. Desde la primera persona del singular introduce el pedi-
do central de su escritura: el envío de recursos para socorrer a los pobladores que
han quedado en el Estrecho.

En nombre de las dichas cidades de Vuestra Majestad, y mío, beso sus


reales pies y manos, y le suplico por amor de Nuestro Señor Dios sea
servido continuarle, y que no sea parte otras ocupaciones a impedirlo ni de
tenerlo, pues para todo la real mano de Vuestra Majestad es bastantísima,
con el favor de Dios, y este negocio debe ser prepuesto a otros muchos,
porque éste impedido, se impiden los mayores de acá, y se pone en riesgo
la bolsa con que todo se alimenta. Y así ya Vuestra Majestad Católica está
obligado en conciencia a socorrer sus vasallos y cidades (167).

Lo que el Gobernador no imaginaba es que de sus ciudades sólo quedaban


ruinas. De las trescientas treinta y ocho personas que desembarcaron con él en el
inhóspito Estrecho sobrevivió sólo uno: Tomé Hernández, quien fue rescatado por el
barco inglés al mando de Thomas Cavendish de Trindey en 1587.202
El 21 de marzo de 1620, por orden del Virrey del Perú, don Francisco de Borja
y Aragón, Hernández fue llamado a declarar acerca de lo sucedido en las dos pobla-
ciones fundadas en el Estrecho.203 En este testimonio declara que permaneció en el

202
Cavendish permaneció cuatro días en la ciudad Rey Don Felipe. El corsario pretendía emular a
Francis Drake y asaltar los barcos españoles que recorrían el Pacifico.
Hernández se embarcó junto con otros dos españoles. El resto de los pobladores que queda-
ban en el Estrecho no lo hicieron ya que tenían temor de que los ingleses los mataran. Cuando
el barco arribó a las costas de Chile, Hernández pudo escapar. Permaneció en Santiago de
Chile y de allí partió con rumbo a Perú.
203
El testimonio de Hernández lleva el título de "Declaración que de orden del Virrey del Perú Don
Francisco de Borja, Príncipe de Esquilache, hizo ante escribano Tomé Hernández, de lo suce-
dido en las dos poblaciones fundadas en el Estrecho de Magallanes por Pedro Sarmiento de
Gamboa". El texto completo de la declaración ha sido recopilado por Ángel Rosenblat en Viajes
al Estrecho de Magallanes (T. II, 372-388). De allí se ha copiado la cita. El documento fue dado
a conocer por Bernardo de Iriarte, quien lo publicó en el “Apéndice” de su edición del viaje de
Sarmiento de Gamboa al Estrecho del año 1579 (I – XXXII).
248 MARÍA JESÚS BENITES

Estrecho cerca de dos años y medio y refiere diversos acontecimientos, como los
motines que se confabulaban para asesinar a Pedro Sarmiento.
El sobreviviente brinda, en contraste a la versión lacónica que refiere el Go-
bernador en sus relatos de 1584 y 1590, una aún más dramática que refleja la ale-
vosía con que fueron castigados los rebeldes: “Y teniéndole en el navío [a Juan Ro-
dríguez], envió por otros tres soldados, camaradas suyos, que no se acuerda cómo
se llamaban, y les puso en prisión. Y ansimismo envió a llamar al clérigo, y les tomó
sus confesiones, y declarando cómo era verdad el motín. Por lo cual les sacó en tie-
rra con rétulos [sic.] en las espaldas de traidores, y en la plaza les hizo las cabezas
por detrás, y se pusieron en unos palos y el clérigo se quedó preso en el navío”
(377).204
En el relato de Hernández lo que también se escucha es la narración de la
supervivencia en un medio hostil. Su voz es la de un náufrago que merodea, junto
con los demás buscando alimentos.205 La categoría de poblador se degrada en la de
vagabundo, las actividades de fortificar y erigir casas queda reducida a deambular
por un territorio desconocido con un rumbo señalado por cadáveres, nuevas mar-
cas que trazan un mapa de abandono y desesperación.

E yendo ya reconociendo el verano, les envió llamar de la pobla-


ción el capitán Viedma, y de gente que había dejado con este decla-
rante y la que había llevado consigo se juntaron por todos quince
hombres y tres mujeres, porque todos los demás se habían muerto de
hambre y enfermedades, porque sobrevino por la aspereza de la tie-
rra y esterilidad de ella, y acordaron de salir de aquel lugar e ir a la
primera población. Y fueron caminado con este intento por tierra hasta
pasar la primera angostura del Estrecho (...) y por el camino donde
iban pasando hallaban muchos cuerpos muertos (378).

En la voz del rescatado se advierte el resentimiento contra el Gobernador ya


que para Hernández el abandono debido a las inclemencias de los vientos no fue in-

204
Sarmiento señala en sus relaciones que, únicamente, fue asesinado Juan Rodríguez.
205
Las circunstancias extremas en que los pobladores, llevados al Estrecho de Magallanes por
Sarmiento, debieron subsistir inspiró una novela titulada Los sobrevivientes del Estrecho
escrita por Enrique Inda (Buenos Aires: Marymar, 1992) quien se basó en los relatos de
Sarmiento de Gamboa publicados por Rosenblat para documentar su obra.
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 249

voluntario, como trata de demostrar Sarmiento, siempre apenado cuando escribe


sobre este suceso: “Y dieron aviso que Pedro Sarmiento había llegado con el navío
al surgidero de la primera población que es una bahía descubierta, sin abrigo ningu-
no y a causa de haberle dado un temporal muy grande, estando surto había picado
el cable y hechóse a la vela” (378).206
Sarmiento ofrece su escritura como uno más de los muchos y valiosos servi-
cios que ha prestado a la Corona. Asume el viaje al Estrecho como una contribución
importante al engrandecimiento del imperio. A pesar de haber reiterado el deterioro
de su cuerpo y sus fuerzas con renovado vigor ofrece a Felipe II sus servicios.

Y para la ejecución dello, si este flaco vasallo y criado de Vuestra


Majestad prestare de algo, non recuso laborem sobre todos los pasa-
dos, lo cual, con alegre rostro y pronta voluntad, con los filos que
siempre, y más agora, que es más necesario, con mis industrias, me-
diante Dios, abrazaré hasta lo acabar o la vida, habiendo de dar sólo
la cuenta dello, que cierto no conviene al servicio de Vuestra Majestad
dar yo cuenta de faltas ajenas, pudiendo apenas dala de la mías (167).

La ilusión por el regreso se evidencia en la escritura puesto que, además de


esta relación, escribe una serie de documentos relativos a su posible retorno a la
zona magallánica donde apunta, sobre todo, a determinar los bastimentos que con-
venían a la población que había quedado abandona en el paraje.
Probablemente el año de producción de estos documentos sea fines de 1590
o principios de 1591, cuando el cautivo de los ingleses y hugonotes, ya se encontra-
ba, sin pensar que definitivamente, en España y pretendía embarcarse para resca-
tar a los pobladores.207

206
Las cursivas me pertenecen.
207
Estos documentos se encuentran en el A.G.I. P. 33, No 3, R. 1, S. 1, 2, 4 y 5. Todos los textos
son breves y están escritos de puño y letra por Sarmiento de Gamboa aunque sólo dos llevan
una firma abreviada. Rosenblat los ha incluido en su edición a partir de la copia de la Colección
Diplomática de Navarrete. Tomo XX, 1793.
El primero es un “Balance de lo que parece sea menester de los bastimentos y de los valdrán
para cient soldados por diez y ocho meses, y para treinta marineros por diez meses, y el flete
de una nao de trescientas toneladas por diez meses, y cient vestidos para cient hombres
conforme al tanteo que hizo el contador”. El documento posee un folio escrito de ambos lados
más una carátula. La suma de dinero solicitada asciende a 68893 ducados. Rosenblat (T. II,
250 MARÍA JESÚS BENITES

La Sumaria Relación posee un referente que materialmente ha desaparecido


escrito de puño y letra de Sarmiento de Gamboa en dos folios de ambos lados. No
lleva su firma y aparentemente quedó inconcluso, quizás por falta de papel. En este
documento se detallan los recursos necesarios para emprender una nueva travesía
al Estrecho aunque aclara que para la misma "no es menester tanto alboroto ni
gasto cono en la pasada" (folio 1 r°). Por ello solicita mantenimientos para la flota
durante el viaje tanto alimentos (bizcocho) como ropa y calzado. Municiones (pólvo-
ra, plomo, lanzas, morriones) y herramientas (palas, picos, sierras). También ocho
religiosos y los ornamentos necesarios para "decir misa". Un médico cirujano, bar-
beros, "boticas" para los enfermos. (Folio 2 r°). El suyo es el testimonio de una em-
presa que ha fracasado, de la que sólo quedan vestigios que él sospecha, pero no
acepta. La escritura apela a una retórica del convencimiento para demostrar los
motivos y las causas por las cuales

247 - 248) copiado de la Colección de Fernández de Navarrete. (Documento 54).


El otro documento no lleva ningún título. La mala calidad del papel ha posibilitado que la tinta se
traspase de un lado a otro de la hoja lo que dificulta la lectura. A esto se suma que las palabras
se encuentran abigarradas, con poco espacio entre los renglones. Está escrito de puño y letra
de Sarmiento de Gamboa en dos folios de ambos lados. No lleva su firma y aparentemente
quedó inconcluso, quizás por falta de papel. En este documento se detallan los recursos
necesarios para emprender una nueva travesía al Estrecho aunque aclara que para la misma
"no es menester tanto alboroto ni gasto cono en la pasada" (folio 1 r°). Por ello solicita mante-
nimientos para la flota durante el viaje tanto alimentos (bizcocho) como ropa y calzado. Muni-
ciones (pólvora, plomo, lanzas, morriones) y herramientas (palas, picos, sierras). También
solicita ocho religiosos y los ornamentos necesarios para "decir misa". Un médico cirujano,
barberos, "boticas" para los enfermos. (Folio 2 r°).
Solicita diez navíos fuertes y los elementos necesarios para sustentarlos: anclas, estopa,
brea, calafates y carpinteros. (Folio 2 v°). Rosenblat lo publica (T. II, 231- 236) bajo el título de
“Memorial presentado a Su Majestad por Pedro Sarmiento de Gamboa de lo que convenía
proveerse para la jornada de la población y fortificación del Estrecho de Magallanes”. Ha sido
copiado de la Colección de Fernández de Navarrete (Documento N° 50).
Al otro documento le ha colocado como título "Tanteo de los me parece se debería proveer para
la fortificación y población del Estrecho". Se consigna nuevamente un listado de necesidades
que incluye armas para los soldados, artillería, municiones, sueldos y bastimentos para la
navegación y para quedar en el estrecho. En él se consigna la dieta alimenticia de los marinos:
biscocho, vino, aceita, vinagre, habas y garbanzos, arroz, queso, "vaca salada", atún y
"bacallao". Rosenblat (T, II, 236 - 241) de la Colección Navarrete (Documento N° 51).
Sarmiento titula el otro documento “Relación de lo parece será menester de bastimentos para
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 251

no se ha podido completar la colonización y fortificación del Estrecho.


La presentación del sufrimiento es un servicio que acredita recompensas, y
no la ingratitud y falta de reconocimiento de los propios logros. Para ello la escritura
rescata un cuerpo que ha sido expuesto y lacerado en favor a la gloria de España y
el Rey. El obstinado navegante, el “hombro docto” en astros y tintas hechiceras, el
historiador de la comitiva de Toledo, se transforma en un miembro más de la “pro-
cesión de estantiguas” que llegaba hambrienta a las costas de Brasil.
Es en el ejercicio de la escritura donde el Gobernador puede trazar y recons-
truir, con su pluma, las ruinas de las ciudades abandonadas. Los nuevos servicios
que ofrece al Rey son para emprender un viaje irrealizable a una Itaca donde lo que
perviven son las resonancias de voces sombrías acosadas por el hambre y los
gemidos de pobladores descalzos abatidos por el desamparo.

cien hombres por diez y ocho meses, los seis meses para el viaje de aquí al Estrecho y los doce
para quedar allí, mientras se coge lo que se sembrare y se busca de lo de la tierra y otros
partes, y para treinta marineros que son menester para una nao de trescientas toneladas, para
diez meses que se supone podrá de ¡da y vuelta, y el sueldo de una nao de trescientas
toneladas y doscientos vestidos, y los socorros que serán menester para lo que ganaren
sueldos conforme a lo acostumbrado y lo que se dio la otra vez por ducados” (Rosenblat: 242
- 247) de Navarrete (documento 52). Es un detalle más acabado del documento anterior.
252 MARÍA JESÚS BENITES
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 253

Tercera Parte

C ARTAS:
LA ESCRITURA DE LA SÚPLICA

Estoy sucio, es verdad, y con viejos harapos me cubro.


Y mendigo en el pueblo; mas a ello me veo obligado.
De mendigos y de vagabundos es éste el destino.
Odisea, Canto XIX

Sólo diré que esto y la urgentísima fuerza de la vida


mía y de otros me ha hecho acudir a dar pena, bien
contra mi voluntad, ni pueden escusar lo que tanto
he rehusado, que es acudir al puerto de salud cierto,
ques Vuestra Majestad, a quien humildemente supli-
co se acuerde de su natural benignidad, y después
déste su criado, aunque sea gusano y ceniza, y me
socorra.

Carta del 2 de octubre de 1589.


254 MARÍA JESÚS BENITES
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 255

Capítulo I

Las Demandas
256 MARÍA JESÚS BENITES

I.- Cartas, Memoriales y Representaciones

"Son tantas las que tengo escritas a Su Majestad


y a vuestra merced de un año a esta parte. "
Carta del 3 de octubre de 1585

El género epistolar permite acercarnos con mayor intensidad a la subjetivi-


dad de quien escribe ya que el emisor deja fluir de manera más plena su pensa-
miento. La epístola cumple con una función pragmática comunicativa que puede
abarcar distintos tipos de acciones y que posee rasgos invariables: Comunicación
como finalidad general, que es escrita, diferida en el tiempo y entre espacios distin-
tos (Ana María Barrenechea: 1990). En las cartas de Pedro Sarmiento de Gamboa
no se escucha una voz entrecortada por los mandatos de la instrucción y el apremio
de informar novedades sino las múltiples modulaciones de la palabra. Las epístolas
tienen una clara intención argumentativa y de pedido; refieren los acontecimientos
que avalen el otorgamiento de tal solicitud.
La carta es uno de los tres tipos discursivos que integran la familia textual de
la escritura en y sobre el Nuevo Mundo. Mignolo (1982) señala que las epístolas
constituyen tipos discursivos textualizados ya que se escriben con la obligación de
informar, no con la intención de pasar al libro. La demanda de información los acer-
ca a una clase de textos que ya se ha analizado: las relaciones. Precisamente éste
es el vocablo que define a los escritos epistolares de Cristóbal Colón y Hernán
Cortés. Los alcances del trabajo de Mignolo no incluyen, como claramente lo expre-
sa, el gran cúmulo de cartas que se escriben durante el proceso de conquista y
colonización y que tienen por objetivo reanudar la comunicación entre aquellos que
han quedado separados por el Atlántico.
Para establecer distinciones hay que considerar que el término carta tuvo en
ese contexto un uso muy amplio ya que se aplicó tanto a documentos reales, nota-
riales como a los privados. El concepto restringido de carta en ese período puede
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 257

definirse como “la manifestación escrita que testimonia la comunicación entre dos
personas o instituciones, con el fin de informar acerca de sucesos acaecidos ante-
riormente o con el fin de servir de vía de remisión de otros testimonios escritos (...)
entra en los documentos lato sensu1 y como tal no engendra derechos ni obligacio-
nes, es un documento de prueba (...). Su finalidad es pues servir de medio de infor-
mación o vía de remisión de otros documentos entre la autoridad soberana y las
autoridades delegadas y viceversa o del particular a la autoridad constituida o entre
particulares" (Antonia Heredia Herrera: 1977, 2).
Las cartas que Pedro Sarmiento de Gamboa, redacta entre los años 1572 y
1592 están escritas en los marcos oficiales; tienen por principal destinatario a Felipe
II, al Consejo de Indias y a los secretarios del Rey. Siguiendo la clasificación de
Heredia Herrera (1977) las de Sarmiento son cartas particulares2 dirigidas a una
autoridad constituida pero el móvil de su escritura no es únicamente el de informar
o hacer “entera relación” de determinados acontecimientos; su presentación no
está supeditada a ninguna solicitud oficial. Por el contrario, en cada una de ellas se
esgrime un pedido, se ejerce un reclamo, se establece una polémica, se desliza una
queja. Este imperativo del ruego, gesto y contenido principal de las cartas, acerca la
escritura al tono de una demanda jurídica.3

1
Heredia Herrera los opone a los documentos stricto sensu que son aquellos escritos legalmen-
te válidos que están destinados a ser prueba jurídica de un hecho.
2
Heredia Herrera clasifica, de acuerdo con la relación comunicativa que se establece, entre
cartas reales, aquellas escritas por el soberano a las autoridades delegadas; oficiales la
relación inversa (de las autoridades al soberano); particulares, como en el caso de Sarmiento
y finalmente, privadas, entre dos personas cuya relación es simétrica.
3
Apelo a esta comparación ya que el alcance legal de este término es frecuente durante el Siglo
XVI y XVII. En su Tesoro de la lengua castellana Covarrubias define “Demandar” como “Vale
pedir en juyzio o fuera dél, o preguntar”. Uno de los registros del Diccionario de Autoridades
define demanda del siguiente modo: “En lo forense es la deducción de la acción que se propone
el litigante actor, pretendiendo pertenecerle alguna heredad u otra cosa mueble o inmueble”. La
jurisprudencia clasifica la “demanda” como: “Escrito introductorio del proceso y cuya finalidad
es establecer las pretensiones del actor mediante la exposición de los hechos que dan lugar a
la acción, invocación del derecho que la fundamenta y petición clara de lo que reclama (...). La
demanda es un típico acto de petición y su trascendencia radica en ser el único medio que
autoriza la ley para iniciar un proceso civil”. Diccionario de ciencias jurídicas, políticas,
sociales y de economía de Víctor de Santo (Director), Buenos Aires: Editorial Universidad,
(1996, 325 - 326).
258 MARÍA JESÚS BENITES

La acción de demandar implica asimismo una respuesta que dé satisfacción a


los reclamos. Sarmiento dirige todas sus misivas a un superior que es quien tiene el
poder de otorgársela. En algunos textos se observa una clara progresión en los
destinatarios (de los secretarios hasta el propio Felipe II) de acuerdo a si obtiene o
no una respuesta favorable. Pero además, en el origen de cada demanda está el
supuesto del merecimiento; nunca cuestiona el objeto, solicita lo que está seguro de
merecer. En este contexto la escritura es el soporte, el ejercicio mediante el cual el
solicitante expone sus razones y refuerza con argumentos su pedido.
En este primer acercamiento a los rasgos que definen el conjunto de cartas
del viajero sigo las consideraciones de Beatriz Pastor quien, cuando analiza las
epístolas cortesianas, señala que “la carta narraba e informaba sobre aspectos
múltiples de la realidad, describía, cimentaba acciones y comportamientos, incluía
reflexiones de su autor y de los que lo rodeaban. En tanto que documento legal, y
no simple carta personal, se comprometía implícitamente a la veracidad de lo na-
rrado” (1983, 147).
En sus misivas refiere con detalles los avatares de sus expediciones y desta-
ca, reiteradamente, la esencial veracidad de sus escritos. Pero lo más importante
es que sus cartas surgen de la propia necesidad de referir, justificar y, como gesto
definitorio, solicitar determinados favores, que responden a sus intereses persona-
les, antes que a los del Monarca. Por ello, la mayoría de sus misivas son concisas, la
información que se brinda está en clara relación con lo que se desea obtener.
Apela además a sus conocimientos de retórica y estructura sus cartas de
acuerdo a un objetivo propio sin condicionamientos. El texto carta es el que mueve
a una acción, tiene un receptor y un fin determinados. El género epistolar “tiene
como característica particular el tratamiento directo del emisor hacia el receptor,
aún cuando la vía sea inevitablemente la del texto escrito” (Elena Rojas Mayer:
1998, 23). En oposición a las relaciones de viajes dirigidas a funcionarios del Conse-
jo, a Felipe II, o a futuros navegantes, el contenido está orientado a un receptor
determinado. El sujeto que escribe se dirige a sus destinatarios inscribiéndose con
toda la fuerza y carga emotiva de la primera persona, rasgo, sin dudas, determi-
nante de estas diferencias.
Esas reminiscencias de la sintaxis latina manifiestas en el epistolario de Hernán
Cortés –sobre todo en la introducción y el final- son evidentes en la escritura de
Sarmiento. No olvidemos que es muy probable que recibiera una formación supe-
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 259

rior y que, en sus primeros años en Lima, se dedicó a la enseñanza del latín. Como
sabemos, la dimensión esencial de la retórica como una práctica discursiva, es la
argumentación. El letrado recurre, ineludiblemente, a estas técnicas para presentar
sus razones, emocionar a su destinatario y, en definitiva, persuadirlo para obtener
una respuesta – acción que lo favorezca.4 De las cinco operaciones tradicionales de
la retórica –inventio, dispositio, elocutio, memoria y actio– el narrador apela al
orden que rige la dispositio o sea convencer y conmover por medio de una presen-
tación (exordio), una descripción de los hechos (narratio), una exposición de los
argumentos (argumentatio) y finalmente, una clausura convincente del discurso
(epílogo).
Es importante, en el caso de las cartas, considerar los elementos formales
que las identifican, para ello me guío del análisis de Heredia Herrera (1977): invo-
cación constituida por el signo cruciforme en la parte superior central del documen-
to; dirección en vocativo con la expresión del tratamiento de la persona a la que va
dirigida la carta: S.C.R.M. (Sacra, Católica, Real Majestad) o Ilustre Señor, para los
miembros del Consejo.
Hay un detalle que me interesa destacar y sobre el que más adelante me
detendré. Heredia Herrera señala que el 8 de octubre de 1586 se impuso una nueva
pragmática para las fórmulas de tratamiento y cortesía en la que se suprimió el
tratamiento de S.C.R.M. para el Rey y fue reemplazado por “Señor” y afirma que
esta ordenanza, publicada en 1587, fue cumplida “sin excepciones” (73) tanto en
España como en el Nuevo Mundo. No obstante, en las cartas que Sarmiento fecha
con posteridad a ese año continúa usando aquel tratamiento.
El tercer elemento es el texto propiamente dicho, que debe estar visiblemen-
te separado de la dirección y debe terminar con una fórmula de despedida más
o menos amplia que varía de acuerdo a las cartas y los destinatarios, donde se
manifiestan buenos deseos y, en el caso de Sarmiento, adornados con adjetivos
altisonantes: “S.C.R.M. Nuestro Señor guarde por largos y felices años, con aumen-
to de mayores reinos y señoríos, como la cristiandad lo ha menester y sus vasallos

4
Las indagaciones acerca de retórica y argumentación están sustentadas en los estudios de
Roland Barthes (1982), Silvia Barei y Nilda Rinaldi (1996), María C. Campagna y Adriana
Lazzeretti (1998) entre otros. He recurrido a la lectura fundamental de El arteb de la retórica
de Aristóteles y revisado, Historia de las ideas estéticas en España de Marcelino Menéndez
Pelayo. T. I al V.
260 MARÍA JESÚS BENITES

deseamos”. Finalmente, la validación, separada visiblemente del texto, que se ex-


presa mediante la suscripción completa del autor: nombre, apellido y rúbrica.5
El corpus que se analiza está integrado por diecinueve cartas, tres memoria-
les y una representación. La mayoría de los textos fue seleccionada de la edición de
Ángel Rosenblat, quien consigna en el apartado “Cartas y Memoriales” (Tomo II,
171 – 254) veintidós documentos. El estudioso agrupa, junto a las cartas y me-
moriales -siguiendo un criterio abarcador-, textos de carácter netamente adminis-
trativo como balances, órdenes e instrucciones. He simplificado esta diversidad
analizanzo únicamente los que responden, por sus rasgos formales, a la tipología de
las epístolas: escritura en primera persona, especificación del destinatario, organi-
zación del material discursivo, intencionalidad. Respeté la incorporación en este
grupo de los memoriales y de la representación, ya que su escritura está guiada por
las mismas motivaciones que aquellas.
En otros casos6 incluí un texto que Rosenblat ubica en el apartado de las
relaciones de viajes al Estrecho y cambié por “Memorial” la denominación de algu-
nos escritos que dentro del apartado de las cartas figuran como “Relación”. Estable-
cí estas distinciones siguiendo los mismos criterios tipológicos que me permitieron
definir los aspectos distintivos de las epístolas. Esto no supone un cuestionamiento
a la valiosa tarea de edición emprendida por Rosenblat, sí al modo de reunir los
textos ya que la especificidad de mi investigación consiste en revisar las categorías
tipológicas a las que pertenecen cada uno de ellos.
Antes he señalado que Rosenblat basó su compilación en las transcripciones
que de los textos de Sarmiento de Gamboa reprodujo Pablo Pastells en El descubri-
miento del Estrecho de Magallanes de 1920. Pastells trabajó en el Archivo General
de Indias, no obstante faltan en su edición algunas cartas que encontré en ese cen-
tro, como así también otras misivas de Sarmiento de Gamboa registradas en el Ar-

5
Raúl Marrero - Fente (1999), señala que en Renacimiento se impuso el ars epistolandi,
que provocó un cambio en la estructura de las cartas, especialmente en la separación de la
salutio y el exordium junto a transformaciones en la puntuación y división interna de las
mismas. Además, durante el siglo XVI, circularon diversos manuales de preceptiva epistolar
como los de Gaspar de Texeda (Este estilo de escribir cartas mensageras de 1549), Antonio
Torquemada (Manual de los escribientes de 1522), Juan Luis Vives (De conscribendis
epistolis de 1536) (97).
6
Siempre me estoy refiriendo al trabajo con esta edición.
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 261

chivo de Simancas o que figuran en Colecciones de Documentos.7 Una parte de


este material permanece aún inédito.
1) Carta a Felipe II. Cusco, 4 de marzo de 1572.
2) Carta al Consejo Real de Indias. Cusco, 4 de marzo de 1572.
3) Carta a Felipe II. Madrid, 6 de marzo de 1581.
4) Carta a Felipe II. Madrid, 15 de marzo de 1581
5) Representación a Felipe II. ¿Madrid?, 1 de mayo de ¿1581?.
6) Carta al Secretario de Felipe II, Don Antonio de Eraso. Sevilla, 7 de
agosto de 1581.
7) Carta a Felipe II. Sevilla, 11 de agosto de 1581.
8) Carta a Felipe II. Río de Janeiro, 26 de octubre de 1582.
9) Carta a Felipe II. Santiago de Cabo Verde, 30 de octubre de 1582.
10) Carta a Antonio de Eraso. Santiago de Cabo Verde, 31 de enero de
1582.
11) Carta a Felipe II. Santiago de Cabo Verde, 31 de enero de 1582.
12) Carta a Don Antonio de Eraso. Nuestra Señora de la Victoria, 5 de enero
de 1585.
13) Carta al Felipe II. Bahía de Todos los Santos, 10 de diciembre de 1583.
14) Carta a Felipe II. Nuestra Señora de la Victoria, 5 de enero de 1585.
15) Carta a Felipe II. Río de Janeiro, 24 de enero de 1585.
16) Carta a Don Antonio de Eraso. Río de Janeiro, 3 de octubre de 1585.
17) Carta a Felipe II. Río de Janeiro, 5 de octubre de 1585.
18) Carta a Don Juan de Idiaquez. Prisión de Mont de Marsán, 27 de sep-
tiembre de 1589.
19) Carta a Felipe II. Prisión de Mont de Marsán, 2 de octubre de 1589.
20) Memorial a Felipe II. ¿Madrid?, ¿1591?.
21) Memorial a Felipe II. Madrid, 21 de noviembre de 1591.
22) Memorial a Felipe II. Madrid, 21 de noviembre de 1591.
23) Carta al Capitán Alonso de Bazán. A bordo del Galeón San Felipe, 10 de
julio de 1592.

7
Oportunamente indicaré, en cada caso, cuáles son los documentos inéditos con todos los
datos de su ubicación. En cada texto se irá consignando en nota al pie a que edición pertenece
y las características del manuscrito original. Además, referiré en la misma nota el modo en que
se lo designa en la obra de Pastells y que es el que Rosenblat reproduce para introducir cada
carta.
262 MARÍA JESÚS BENITES

Como se advierte, estos textos han sido escritos en distintos momentos y


permiten recorrer los acontecimientos más destacados de la trayectoria vital de
Sarmiento desde diferentes lugares de enunciación: viaje a las Islas Salomón, Lima,
Visita General junto a Toledo, Cusco, las exploraciones al Estrecho de Magallanes,
Río de Janeiro, el cautiverio en Mont de Marsán.
En este corpus de cartas y memoriales distingo un principio constitutivo8
dominante en el que se apoya la organización de la materia textual: la acción sos-
tenida de pedir, que se manifiesta en distintos niveles y con diferentes móviles.
Hablo además de principio constitutivo ya que la súplica es el gesto dominante de
todos los textos que integran este corpus. Es válido aclarar que dentro del gran
conjunto de cartas oficiales que circulan en la Colonia, introducir en el cuerpo del
documento un pedido es muy frecuente. Si bien muchas de las misivas que llegan al
Consejo tienen esta característica considero que, en el caso de los documentos
escritos por Sarmiento, la única excusa para emprender la escritura es esgrimir un
pedido, pretexto que va más allá de un mero formulismo.9
En todas las epístolas reconozco un fragmento, ubicado la mayoría de las ve-
ces en la parte final, en el que se expresa el pedido. Recurro nuevamente a un tér-
mino jurídico como es petitum (o petición) para identificar los pasajes en los que se

8
Cuando hablo de principio constitutivo me refiero a los cimientos sobre los que se funda el tex-
to y del cual dependen todos los demás elementos.
9
Considero necesario aclarar, a los fines de la rigurosidad del trabajo que realizo, que he
revisado un número de cartas, especialmente las escritas por aquellos que acompañaron a
Sarmiento en sus expediciones y que se orientan hacia un mismo tema como las Diego Flores
de Valdés: Carta a Antonio de Eraso del 20 de mayo de 1581 desde Sevilla; Carta a Felipe II del
24 de enero de 1582 desde Santiago de Cabo Verde. Manuscritos del Archivo de Antonio de
Zabálburu. Publicado en la Colección de documentos inéditos para la historia de España del
Marqués de la Fuensanta del Valle, Tomo XCIV, Madrid, 1889, 533 – 544. De esta edición las
copió Ángel Rosenblat (307 – 314); las dos cartas a Felipe II 5 de agosto de 1583 desde Bahía
de Todos los Santos que mencioné en el capítulo II apartado “La relación de 1584: la escritura
del desamparo”. Además de estos documentos vinculados a Sarmiento de Gamboa he recurri-
do a otro material como el insoslayable epistolario de Cortés.
Marrero – Fente (1999) estudia en la carta que Isabel de Guevara escribe a la princesa
Juana (1556) cómo la dimensión jurídica es la que sostiene la reclamación de un derecho,
puesto que las cartas se transformaron en documentos legales, y comenzaron a aparecer en
los legajos notariales.
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 263

expresan claramente los alcances de la solicitud del pedido que se realiza.10 El


Diccionario de Autoridades define este término también como una cláusula u ora-
ción en la que se manifiesta lo solicitado.
Es importante recordar en este punto que el origen textual de los memoriales
está regido por la acción de suplicar alguna merced alegando los méritos suficientes
para obtenerla. Georg Friederici (1973) señala que estos documentos se transfor-
maron en un fenómeno en la administración de Carlos V y Felipe II ya que los entes
administrativos españoles eran, literalmente inundados, con esta clase de peticio-
nes, muchas veces “desenfadadas”11 (325).
Esta solicitud se esgrime, casi siempre, desde una tercera persona que inva-
riablemente acumula motivos y lisonjas que acreditan el valor de quien suplica. El
desarrollo discursivo de los memoriales no presenta la complejidad estructural de
las cartas ya que son textos breves que evitan desviaciones temáticas. Las repre-
sentaciones son tipos de textos marcados también por un pedido. El Diccionario de
Autoridades define representación como “súplica o proposición motivada, que se
hace a los Príncipes o superiores.”
El impacto y efectividad de la carta y el memorial dependen también de los
mecanismos que intervienen en la construcción de ese sujeto que pide. Mi análisis
se detendrá en este nivel atendiendo el modo en que Sarmiento se desplaza dentro
del discurso, lo que permitirá determinar los cambios que se observan en la cons-
trucción de quien escribe y de lo que solicita. Al igual que en los capítulos anteriores
la trayectoria vital del viajero acompañará este recorrido. El pedido de cada carta
responde a una necesidad que se vincula con el momento en que es producida.
Trazaré, entonces, este itinerario sin establecer fusiones sino situando ese acto de
escribir en un contexto preciso y determinante.
El abordaje de las cartas y los memoriales se detiene, también, en el modo
en que el narrador se representa en el texto para solicitar un determinado favor o re-

10
Petitum “Parte del escrito de la demanda en que se expone concretamente la pretensión
deducida ante la autoridad jurisdiccional”. En Diccionario Jurídico de Gonzalo Fernández de
León. Buenos Aires: Ediciones Contabilidad Moderna, 1972. Tomo IV, 108.
11
En respuesta a los memoriales la Corona otorgaba cartas – patentes en forma de estipulacio-
nes contractuales y en las que se extendía la autorización necesaria para conquistar. Friederici
afirma que las mercedes concedidas no le costaban nada a la Corona “le salían caras a los
indios”.
264 MARÍA JESÚS BENITES

conocimiento. Qué se suplica y cómo es ese gesto del pedido son las indagaciones
centrales. El Diccionario de Autoridades señala que la acción de suplicar comprende
una actitud de sumisión y humildad. En los escritos sarmientinos estas actitudes son
sólo gestos escritos, modos de construcción discursiva ya que la escritura revela a
un sujeto arrogante que replica, desde distintos espacios y con diversos tonos, a
sus superiores.
Advierto una progresión inversa, tanto en el objeto de la acción de suplicar
como en la voz, cada vez más fracturada, del suplicante. Hablo de progresión inver-
sa ya que en un primer momento la súplica tiene como objetivo el móvil de la honra,
la estimación y la hacienda, que se reitera en las cartas escritas entre los años 1572
y 1581. Es el discurso de un héroe eufórico, merecedor por sus hazañas, insistente-
mente referidas en el cuerpo de las cartas, de los más altos reconocimientos.
En un segundo momento, este móvil es apartado por el del pedido angustiante
de auxilio para los pobladores del Estrecho. Esta etapa corresponde a las cartas
redactadas entre los años 1582 a 1585. En las dos que escribe en 1589 el pedido de
socorro es para él mismo, preso en el Castillo Infernal. El sujeto que reclama lo
hace desde el lugar del agraviado, de aquel cuya honra y fama se han visto tan
ultrajadas que lo único que puede ofrecer son sus padecimientos.
Defino la escritura de esta fase con un concepto que he empleado en las
relaciones de viajes al Estrecho (sobre todo la de 1584 y la 1590), me refiero a lo
que Margo Glantz (1992) llama “escritura corpórea”. Por medio de ella se reflejan
los tonos de la decepción y el cuerpo se inscribe en el texto para exponer los jirones
a los que las penurias lo han reducido. Trato una vez más de acercarme a esa
escritura desgarrada y desgarradora de aquél cuya pluma deja impresa en el papel
la marca del quebranto. Trato una vez más de recuperar algunas de las imágenes
que han recorrido metonímicamente este trabajo: cuerpo, pluma, trazo...
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 265

II.- La demanda exaltada

“A mí me llaman Pedro Sarmiento,


vuestro menor vasallo”.
Carta del 4 de marzo de 1572

El corpus se inaugura con una epístola fechada en Cusco el día 4 de marzo de


12
1572. Sarmiento ya ha redactado su relación sobre el viaje a las Islas Salomón y
firmado ese mismo día su proyecto escriturario más importante hasta ese momen-
to: Historia Índica. No olvidemos que ostenta el cargo de Cosmógrafo General de
los reinos del Perú con el que acompañó al virrey Francisco de Toledo en su Visita
General por los Andes, cuya última incursión fue la ciudad imperial. En el exordio, el
narrador exige ser escuchado por el Rey, primera intención de su carta.

No tienen necesidad todos los vasallos de ser forzosamente cognocidos


por su nombre y trato de sus señores y reyes para informarles de lo que

12
En Ángel Rosenblat (T. II, 171 – 176) figura extraída de Pablo Pastells (480 – 484) con el título
de Carta original de Pedro Sarmiento de Gamboa al Rey Felipe II, en la cual refiere muy al por
menor sus servicios en más de veinte años, y que su deseo sería emplearse en servicio de
Su Majestad. Ya hice referencia a que Rosenblat ha repetido para cada uno de los documen-
tos extraídos de Pastells la designación con que éste los introduce en su edición de 1920.
El manuscrito se encuentra en A. G. I. P. 33, N° 2, R. 1. Serie 1. La letra no es original de Pedro
Sarmiento, quien únicamente la ha rubricado. Está redactada en dos folios. En el dorso de un
tercer folio se encuentra la carátula donde se lee “A la S.C.R. Majestad el Rey Don Felipe,
nuestro señor, en mano propia. Cuzco. A Su Majestad. Pedro Sarmiento de Gamboa”. En el
mismo folio se encuentra tachado “Al ilustrísimo señor el Cardenal (ilegible) presidente del
Consejo Real de Su Majestad. Mi señor.” Las carátulas así como los añadidos marginales,
utilizan el mismo soporte físico de la carta pero corresponden a otro momento. Estas marcas
dan testimonio de la “génesis administrativa” (Heredia Herrera; 1977, 5) de las epístolas. Las
citas utilizadas corresponden a la edición de Rosenblat.
266 MARÍA JESÚS BENITES

toca a su servicio y acrescenteamiento, porque la natural razón obliga


a los menores a lo hacer, y a los príncipes a los oír, animar y servirse
dellos (171).

El primer movimiento es el de la presentación de quien escribe, que es ampli-


ficada sobre la base de los mismos elementos: el talento que Dios le comunicó en
“industria y letras, especialmente las matemáticas” que aunque “pocas” le permitie-
ron saber de “muchas tierras incógnitas hasta mí no descubiertas en el Mar del Sur”
(171). Descubrimiento que no hace más que acrecentar la grandeza del Imperio.
La mejor manera para exponer su “inclinación natural” como vasallo es refe-
rir los sucesos de la travesía a las Islas Salomón ya que, en el momento de produc-
ción textual, Álvaro de Mendaña se encuentra en España. Recordemos que la em-
presa a su mando tenía por objetivo, como indicaba la Instrucción, poblar las tierras
descubiertas -para cuyo fin se llevaban armas, ropas, semillas, maderas- pero que
la inseguridad del joven marino, más interesado en volver a Lima que en cumplir el
mandato oficial, provocó su fracaso.
La carta cae en algunas contradicciones que permiten rastrear las discrepan-
cias y los titubeos del General: en un párrafo afirma que él insistió para que la flota
fuera encomendada a “Alvaro de Mendaña, sobrino del Licenciado Castro, por
ogligalle a que favoresciese con más calor el negocio” (172). Pero más adelante se
contradice “Y esto fue por persuasión de Álvaro de Mendaña, porque les prometió
que su tío les haría mercedes en el Pirú, adonde él deseaba volverse porque queda-
ba concertado de casarse, cosa que yo contradije mucho a la partida, por entender
lo que de allí había de resultar” (173). De todos modos, en las citadas relaciones de
su viaje, trata de justificar, sin muchos argumentos, la decisión de no continuar las
exploraciones y asentarse en las tierras descubiertas.
En la organización de la narratio distingo dos momentos que siguen el itinera-
rio de la empresa: partida y regreso a Lima. En la referencia de cada tramo el
narrador realiza una selección de los acontecimientos que convienen a su defensa y
para ello presenta, progresivamente, un mismo esquema de sucesos donde el Ge-
neral cumple, en un primer momento, el rol de adversario: desobediencia a las
órdenes de la instrucción, desavenencias con su obstinado subalterno, incapacidad
para encontrar el rumbo y supuesto intento de asesinato contra aquél.
En esta carta se inaugura como gesto de su representación el relato del ac-
cionar de un oponente. Este esquema alcanza, como ya he analizado, su mayor de-
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 267

sarrollo en las relaciones que refieren los sucesos del viaje iniciado en 1581 y que
tienen como figura excluyente al siempre desatento Diego Flores de Valdés. Desde
las primeras líneas el viajero se construye como el vasallo que permanece leal a su
Rey tratando de que se cumplan las instrucciones. Hay una recurrencia en el uso del
“Yo” que siempre se presenta en peligro, acosado por el odio de Mendaña y la tri-
pulación.

E yo solo insistí y requerí que se cumpliesen al pie de la letra vues-


tros reales mandamientos e instrucciones, dando razones y ejemplos
por donde se debía poblar y se podía sustentar la dicha tierra. Por lo
cual me quisieron matar, y urdieron para ello pendencias fingidas en-
tre el piloto mayor y mí (173).

Para Sarmiento la condición de vasallo involucra un lugar determinado y


reglado por el principio de lealtad al Rey como elemento dominante. Desde esta
posición, las actitudes de Mendaña se van transformando, por medio de la referen-
cia de sus actos, en una traición. Ésta alcanza su mayor punto ante la negativa de
poblar las tierras descubiertas. El objetivo imperial de dominio pregonado por Sar-
miento se frustra ante el General, a quien solamente le interesa el rescate: “Tratóse
de poblar las dichas islas descubiertas, y entre todos los votos no se halló quien de
voluntad diese parescer de poblar alguna de las islas descubiertas” (173).
Los términos “rescatar” y “poblar” dan cuenta de dos maneras distintas de
concebir el proceso de conquista. “Rescatar” implica el mero trueque comercial,
desigual la mayoría de las veces, entre españoles e indígenas. El Diccionario de
Autoridades define el término como “cambiar o trocar una cosa por otra” y aclara
que es “término usado en las Indias”. “Poblar”, en cambio, es la acción que sostiene
un proyecto claro de posesión territorial y traslado de instituciones coloniales.13
En la narración de los sucesos del regreso nuevamente se refieren las tensas

13
La conquista de México encabezada por Hernán Cortés constituye el ejemplo más claro de
esta tensión. Su desobediencia responde a esta negativa del rescate. Como señala Margo
Glantz (1992), en el acto mismo de su rebelión se inscribe el proyecto de fundar una ciudad ya
que para él conquistar equivale a poblar. Beatriz Pastor (1983) analiza también en estos
términos el enfrentamiento de Cortés con Velásquez. El proyecto de expansión colonial del
primero está representado por la necesidad de poblar antes que la de rescatar. De este modo,
siguiendo con Pastor, Cortés transforma su rebelión en un servicio y la figura de Velásquez se
convierte en la del traidor (174 – 182).
268 MARÍA JESÚS BENITES

discusiones con Mendaña y el hostigamiento que sufre por parte de los tripulantes
que, manipulados por el General, desobedece sus órdenes. Pero a su vez el sujeto
textual se muestra como el salvador, ya que a pesar de los desagravios encauza el
rumbo de la flota y evita el desastre. En este contexto se ubica siempre en el lugar
del vasallo leal que defiende a costa de su propia vida los intereses reales. El sobri-
no del Virrey, en tanto, circula en el texto como un joven inepto que, al no cumplir
los mandatos oficiales, traiciona, progresivamente, a la Corona.
La escritura acentúa la cobardía de Mendaña, quien una y otra vez pretende
asesinarlo para que no pueda informar la verdad de los acontecimientos. El hecho
de señalar estas supuestas intenciones dan coherencia lógica a todo el relato, enfa-
tizando el procedimiento de victimización sobre el que se construye el narrador.

Y contaré a Vuestra Majestad un caso de demonio, y fue que como


el general se vio perdido, considerando cuantas negligencias había
tenido en este descubrimiento, y que yo había de dar razón a Vuestra
Majestad de todo, acordó de acabarme, si pudiera, aunque conmigo
acabaran otros muchos que venían en la nao almiranta (174).

El General opta por dejar a su Capitán abandonado junto con su tripulación,


y adelantarse hasta las costas de Nicaragua. Allí informa que éste y sus hombres se
han perdido en una tormenta lejos de imaginar que a los pocos días el obstinado
Sarmiento arribaría a Nicaragua en la pequeña y maltrecha nao almiranta.

Y fue Dios servido que con mi diligencia e industria le seguí mas de


mill y ducientas leguas, con gran trabajo y peligro, y venimos a topar-
lo en Colima, puerto de Nueva España, en la Mar del Sur, cosa que
causó gran admiración a todos y se tuvo por milagro, como en efeto lo
fue, venido por la mano de Dios, de que él quedó corrido y aún teme-
roso de lo que había hecho (174).

Mendaña huye hacia el Perú, no sin antes apoderarse, según Sarmiento, de


todos sus escritos. Luego, ambos se enfrentarán en un careo ante el nuevo Virrey
del Perú, Don Francisco de Toledo y la Real Audiencia. Con este episodio culmina la
referencia de los acontecimientos, el narrador ha demostrado con su propio accio-
nar la grandeza de su vasallaje, la necesidad, inherente a su espíritu, de que se
cumplan las órdenes oficiales. El narrador expone de manera continuada sus méri-
tos y culmina su presentación refiriendo un nuevo servicio para el Rey: su historia
sobre los incas.
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 269

Se cumple el objetivo principal de la carta: darse a conocer porque “estando


ocupado en vuestro real servicio, no merezco ser contado como ausente” (175).
Pero esta primera intención encierra un pedido que, sólo en los últimos tramos, y
con toda la seguridad a la que lo autoriza su incondicional acatamiento a los pedidos
reales, se introduce, a modo de epílogo e indirectamente, el petitum.

Suplico a Vuestra Majestad mande que el negocio de las islas se


mire, y con diligencia se provea, no por la información que allá habrá
dado Mendaña, porque realmente es engañar a Nuestra Majestad, mas
si Vuestra Majestad quiere que se acierte, sea servido cometer la in-
formación y provisión dello al Virrey deste reino (175).

Esta súplica aparentemente desinteresada por el acrecentamiento del pode-


río real prepara el terreno para que él se describa como el hombre adecuado para
futuras expediciones. Refuerza este pedido en el beneficio que implica para la Coro-
na la conquista de los mares del sur, disimulando, con recomendaciones, un interés
oculto que indirectamente lo involucra.

De mí digo que es mi voluntad servir a Vuestra Majestad, y si dello fuere


servido, yo me ofrezco servir y descubrir este Mar del Sur, y lo que en él
hay, que es de mucha importancia. Y no me alargo a más, porque si más
hiciere, se me agradezca como cosa no prometida. Negocio es de Dios y de
Vuestra Majestad. Y pues no falta hombre, Vuestra Majestad sea servido
que en esto se provea como en cosa que tanta va. Y en la dilación destos
negocios suele haber peligro, porque se mueren gentes que son inclinados
a ello, que no se hallan en todos cabos14 (175).

Estos hechos son empleados para escribir el mismo día al Consejo de In-
dias.15 La carta repite de manera exacta todos los acontecimientos referidos en la

14
Las cursivas me pertenecen
15
El documento original se encuentra en el A.G.I. P. 33, N° 2, R. 9, S. 2. Está escrito en dos folios
de ambos lados. En la carátula se lee “Al muy alto y muy poderoso señor del Consejo Real de
Indias”. La letra tampoco es de Sarmiento de Gamboa quien ha rubricado y escrito la fórmula de
despedida: “Besa los pies a Vuestra Alteza, su menor vasallo”. Llama la atención la cuidada
caligrafía de la carta. Como en la dirigida a Felipe II, es evidente que la copia fue encargada a
un mismo amanuense. Rosenblat transcribe (Doc. 2, 176) sólo la fórmula de tratamiento y el
comienzo de esta carta ya que su contenido es una copia exacta de la dirigida a Felipe II. El
270 MARÍA JESÚS BENITES

anterior. Lo que ha cambiado es el exordio en el que aprovecha una vez más para
enfatizar la veracidad de su discurso frente al de Mendaña.

Me paresció tornar otra vez en suma a dar relación de todo, aun-


que ya la habrá dado por todos Álvaro de Mendaña, pero yo, dejando
mi interés aparte, tengo más obligación en él a hacer esto, por haber
sido yo el inventor de todo esto y principalmente por el servicio de
Dios y de Vuestra Alteza, cuyo servicio y acrescentamiento yo he siem-
pre procurado y procuro, pospuesta mi salud y vida16 (176).

A estas cartas de 1572, sigue una epístola del año 1581. En estos nueve años
la vida de Sarmiento estuvo matizada por múltiples y azarosos sucesos. Recorde-
mos que en dos oportunidades, este español “poco ortodoxo”17 enfrenta a los tribu-
nales de la Inquisición en Lima por sospechas de hechicería y que encabeza, en
1579, su primera expedición al Estrecho de Magallanes. Desde entonces, cada acto
de escritura estará condicionado por este acontecimiento, generador de eufórico
optimismo e innumerables infortunios.
El 15 de agosto de 1580 regresa junto a su tripulación a España y en Badajoz
se entrevista con Felipe II, quien se muestra interesado en el proyecto de fortifica-
ción de la zona austral y encarga, como ya he referido, al Consejo de Indias plani-
ficar el viaje y población.
El 6 de marzo de 1581, al conocer la decisión del Consejo y Felipe II de
enviar como comandante de la flota que partiría a poblar el Estrecho a Diego Flores
de Valdés, Sarmiento dirige al Rey una representación que contiene dos pedidos
explícitos: que se le otorgue licencia para volver a América y que se le reintegren los
gastos ocasionados en el regreso desde el Estrecho.18 La representación es un tipo

texto editado se basa en un ejemplar que existe en el Archivo Nacional de Chile en el Fondo
Morla - Vicuña, (Vol. 8). Rosenblat anota erróneamente que la fecha de la carta es el día 5 de
marzo. En el manuscrito figura claramente fechada el día 4 de marzo de 1572. En su edición
Pastells apoya esta observación ya que consigna “Otro documento, en todo igual, a éste, fue
dirigido con igual fecha al Real Consejo de Indias” (484).
16
Las cursivas me pertenecen.
17
Gruzinski y Bernard (1999) se refieren a Sarmiento en estos términos y lo califican de “hombre
imprudente”; “de gran saber y con cierta fama de astrólogo” (61).
18
Documento del A. G. I. Patronato 33, N°. 2, R. 9, S. 1. La letra del manuscrito no es de Sarmien-
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 271

de texto que se dirige al Rey o autoridades superiores con la intención de exponer


una súplica o proposición motivada. El viajero que ha cruzado el temido Estrecho se
“representa” como un sujeto herido y decepcionado. En esta escritura se hacen
explícitas las quejas y cada solicitud encierra un reclamo.
Antes de esgrimir sus pedidos, el narrador se refiere concretamente al nom-
bramiento recaído en Flores. La misiva irrumpe con un pronombre personal en
primera persona que en este contexto tiene, más que en ningún otro, un carácter
reivindicativo y cierto tono de agresividad: “Yo hice la jornada del Estrecho por el
orden que me dio Don Francisco de Toledo, Visorrey del Pirú” (202).
El dolor es expuesto con cierta displicencia para generar la atención en algo
a lo cual, en apariencia, no se le atribuye importancia (preterición),19 con el objeto
de plantear un contraste entre su accionar y las decisiones del Consejo y, en línea
directa, del Rey.

Della y de todo lo que hay en la navegación de aquellos mares di parti-


cular relación a Vuestra Majestad y al Consejo de Indias, haciendo siempre
a instancia que aquello se proveyese brevemente, como convenía y es
menester a la seguridad de aquellas provincias, que tanto importan éstos,
e que Vuestra Majestad y el consejo han hecho nombrando por general de
esta empresa y jornada a Diego Flores, persona en quien concurren las
partes necesarias para ella, de que yo estoy muy contento, pues he visto el
fruto del trabajo que he pasado,20 que fue encaminado a representar la
necesidad y suplicar el remedio, qu’ espero en Dios se dará con tan buena
resolución como Vuestra Majestad ha tomado (202).

Una vez expuesta la queja resta introducir el pedido. Este texto es uno de las

to de Gamboa y tampoco lleva su firma. Está escrito en un folio más la carátula. En Ángel
Rosenblat (Doc. 6: T. II, 202 - 203) figura extraída de Pablo Pastells (489 - 490) bajo el título de
“Representación de Pedro Sarmiento de Gamboa al Rey, diciéndole que, respecto de que Su
Majestad ha nombrado ya capitán general de la armada que ha de ir al Estrecho de Magallanes
para su defensa, a lo que él había venido desde Chile por el mismo Estrecho, y no ser necesaria
su persona, pide al Rey mande al Consejo de Indias, le arregle sus cuentas de lo que gastó en
el viaje para volverse a su casa en Lima y Cuzco”.
19
Dentro de las categorías de la elocutio la preterición es una figura aseverativa de gran
productividad en el discurso argumentativo.
20
Las cursivas me pertenecen.
272 MARÍA JESÚS BENITES

más breves, de modo que el párrafo del petitum es el elemento central de la estructura
ya que no hay narración o relación de acontecimientos. Se apela únicamente a asentar los
reclamos que, acompañados por referencias, revelan su decepción.

Y así suplico humildemente a Vuestra Majestad se sirva darme buena


licencia para que con ella pueda volver a mi casa, que es en Lima y
Cuzco, porque allí podré ser de más provecho al Servicio de Vuestra
Majestad que aquí, demás que mis gastos, necesidad, no sufren más
ausencia, porque con ella se perderá lo poco que tengo, habiendo ya
gastado lo que traje (202).

Cada solicitud está rodeada por una suerte de sentencia que llama a movili-
zar al receptor para que conceda lo que se le implora. Ante la representación modélica
del vasallo, una negativa se transforma en un acto reprochable. Estas estructuras
discursivas, basadas en la suposición, encierran de modo solapado un reproche.
Son llamados de atención que apelan a que el destinatario reflexione.

Suplico a Vuestra Majestad mande que el Consejo tome mis cuen-


tas y me pague el alcance, que no será Vuestra Majestad servido que
yo haya trabajado tan a mi costa (203).

En este escrito predomina el móvil de la hacienda, la estimación se supone


pérdida y la honra está resguardada en el pedido de retribuciones económicas más
que en nombramientos y títulos. De algún modo, el ruego implícito es que se lo
tome en consideración para participar en la empresa.
En respuesta a esta carta, Sarmiento de Gamboa recibe una cédula en la cual
Felipe II lo designa Gobernador de las ciudades del Estrecho. Este nombramiento
motiva la escritura de una nueva epístola en la que agradece esta consideración,
fechada el 15 de marzo de 1581.21 En ella el navegante otorga a esta investidura
virtual una dimensión particular que él supone lo ubica en una posición aún más
aventajada que la del propio Flores.

21
A. G. I., P. 33, N° 3, R. 9, S. 2. Está escrito en dos folios. La letra no es de Sarmiento de Gamboa
ni tampoco lleva su rúbrica. En Ángel Rosenblat (Doc. 7: T. II, 203 – 205) figura extraída de la
edición de Pastells (490 – 493) bajo el título de “Otra del dicho Sarmiento dan-
do gracias al Rey por haberle nombrado gobernador y poblador del Estrecho, con ciertos
sueldos de futuro, sobre lo que representa a Su Majestad, por ser insusuficiente por su
mantenimiento”.
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 273

Entendí la resolución que Vuestra Majestad era servido tomar en mi


particular y mandaba se me dijese, que era hacerme merced de que yo
fuese en la armada, y juntamente con Diego Flores, general della, orde-
nase y gobernase todo lo que a la buena dirección y servicio de Vuestra
Majestad conviniese y fuese menester, y que sin mi consejo y parecer
no se hiciese nada: que lleve el nombre de gobernador y poblador de
los lugares que se han de poblar en el Estrecho22 (203).

El sujeto se muestra como un eufórico defensor de los derechos del Rey y la


construcción de su imagen gira en torno a los tópicos del vasallaje y la lealtad que
siempre ha demostrado y que ahora se ven recompensadas. Apela, además, a
tópicos propios de la caballeresca donde la templanza de carácter y obediencia son
ejemplares.

Y esto lo haré ahora y siempre que fuere menester con sola mi


capa y espada, sin ningún otro interés ni pretensión, que pues en las
ocasiones en que me he hallado lo hice por sólo el mandado y volun-
tad de lo que han gobernado aquellos reinos, con más alegre rostro
haré lo que Vuestra Majestad me mandare (204).

Este afán desinteresado por servir al Rey es la cara exterior del verdadero
objetivo de la carta, que no es otro que el de exponer los gastos que ha realizado en
el desarrollo del viaje al Estrecho de 1579 y que aún se le adeudan. Exige una
remuneración acorde con sus funciones y los servicios prestados. Para validar esta
demanda, el narrador recurre a una detallada referencia de sus erogaciones y utiliza
las comparaciones para resaltar la situación de desventaja en la que se encuentra.

Y hay papeles y relación que lo aseguran, y sé yo que personas no de


tanto servicio como yo han sido remunerados de Vuestra Majestad con
más larga mano, y parecerá al mundo que yo he desmerecido más quellos.

Lo del sueldo de cien ducados al mes, suplico a Vuestra Majestad sea


servido no mandármele dar por nombre de sueldo, pues en el navío que yo
traje vinieron pilotos que ganan más, porque ganan cient pesos cada mes,
y parece que sería hacerme igual a ellos, y no más aventajado (204).

Las exigencias económicas no se limitan sólo a sus sueldos, pretende que Fe-
lipe II autorice el pago de toda la deuda y redacte una cédula para que Francisco de-

22
Las cursivas me pertenecen.
274 MARÍA JESÚS BENITES

Toledo haga lo propio. Es interesante aquí el cambio de tono en una misma carta, ya
que se desplaza desde un gesto de humildad y agradecimiento por ser tenido en
consideración y estima, hacia uno que se eleva hasta el reclamo por lo no cumplido.
El ahora Gobernador utiliza en tres oportunidades el “suplico” seguido en
cada una de ellas del verbo mandar. Esta construcción léxica enfatiza la demanda e
incita a la acción por parte del Rey: “Suplico a Vuestra Majestad sea servido no
mandármele dar por nombre de sueldo”; “Suplico a Vuestra Majestad mande se me
tome la cuenta” y “También suplico a Vuestra Majestad sea servido mandarme dar
cédula”.
He señalado que distingo, de acuerdo al tipo de solicitud que despliegan, dos
grupos de cartas. El texto en el que se destaca claramente el móvil de la honra es
un memorial autógrafo fechado el 1 de mayo de 1581.23 En él refiere, en una prime-
ra persona, no ya velada por el tópico de la humilitas o falsa modestia, sus cualida-
des y servicios por medio de una presentación exaltada de sí mismo donde, ininte-
rrumpidamente, menciona todos los méritos acumulados en el servicio real.

La inclinación que he tenido y tengo de servir a Vuestra Majestad


muéstranlo veinte y seis años que en las Indias he gastado, sin ocio
ninguno, notable y provechosamente, así en lo espiritual y civil como
en descubrimientos de muchas y grandes tierras en mar y tierra, acla-
rando y facilitando navegaciones no sabidas antes, poblando provin-
cias, castigando rebeldes, persiguiendo tiranos corsarios, enemigos
de Dios Nuestro Señor y Vuestra Majestad, en toda buena ocasión y
función de guerra y paz, con la lanza y con la pluma24 (206).

23
En Ángel Rosenblat (Doc. N° 8: T. II, 206) figura extraído de la Colección de documen-
tos inéditos para la historia de España del Marqués de la Fuensanta del Valle (T. XCIV). El
documento original se encuentra en el Archivo de Zabalburu y en él sólo se consigna la fecha
de 1 de mayo. Indudablemente es del año 1581, después del nombramiento de gobernador y
antes de la partida para el Estrecho. Según los datos obtenidos, el manuscrito es de puño y
letra de Sarmiento de Gamboa.
24
Es interesante la afirmación que Sarmiento hace de sí mismo como hombre de armas y letras
ubicando sus servicios al Rey en ambos campos. Por un lado sus viajes a las Islas Salomón y
expedición al Estrecho, por otro la escritura de la Historia Indica, el respaldo de su cargo como
cosmógrafo general del virrey Toledo y la campaña contra los chiriguanos. Hay una clara
conciencia entonces, de su posición como letrado y guerrero.
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 275

Para concluir con esta cadena de aseveraciones la escritura refuerza la des-


cripción y amplifica, a tal grado su imagen que lo erige en un instrumento divino,
cuyo destino irreversible es servir a la Corona. Los ruegos e invocaciones a Dios y
otras divinidades son una constante, como lo fueron en las relaciones. La presencia
de lo divino en el texto, siempre aludida en cada uno de los actos realizados, cumple
la función de acentuar la legitimidad de los reclamos. La escritura, con resonancias
hagiográficas,25 eleva la figura del súbdito, suma de numerosas virtudes, hacia una
dimensión ejemplarizante.26
La pluma escribe el pedido: obtener un título honorífico. Para insistir sobre
este merecimiento apela a conmover al Rey haciendo expresa alusión a las dificul-
tades que significa la empresa al Estrecho de Magallanes.

Suplico a Vuestra Majestad, humildemente, que, usando conmigo


su acostumbrada y liberal grandeza, con que ennoblece a los que le
sirven, me haga merced de honrar mi persona de la manera que Vues-
tra Majestad fuese servido, pues voy a servir a Vuestra Majestad a
regiones tan remotas, donde no sé si podré suplicar esto otra vez
personalmente como agora, y en esto rescibiré suma merced27 (206).

Pero además, el alcance de esta frase me remite al memorable discurso de Don Quijote de la
Mancha. Si bien sus palabras son conocidas, me permito reproducir aquí un fragmento en el
que se combinan, de manera insospechada, las razones que para cada uno de los términos
Sarmiento reitera en sus cartas. “Dicen las letras que sin ellas no se podrían sustentar las
armas, porque la guerra también tiene sus leyes y está sujeta a ellas, y que las leyes caen
debajo de lo que son letras y letrados. A esto responden las armas que las leyes no se podrán
sustentar sin ellas, porque con las armas se defienden las repúblicas, se conservan los
reinos, se guardan las ciudades, se aseguran los caminos, se despejan los mares de corsarios
(...)” (325). El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes Saavedra,
Buenos Aires: EUDEBA, 1969. Edición a cargo de Celina Sabor de Cortazar e Isaías Lerner.
25
Recordemos el modo en que, según Sarmiento, Flores de Valdés lo ironizaba, desafiante, al
decirle que, junto con sus pobladores, sería canonizado por su descabellada intención de
colonizar y fortificar el Estrecho de Magallanes.
26
Beatriz Pastor (1983) señala esta característica particular en las cartas de Hernán Cortés
como un rasgo de época ya que las invocaciones divinas eran “parte natural del lenguaje en un
momento histórico en el que el desarrollo de los acontecimientos se ajusta, en la percepción de
la mayoría a un plan divino” (180).
27
Las cursivas me pertenecen.
276 MARÍA JESÚS BENITES

La necesidad de acrecentar su honra se manifiesta de manera explícita en una


carta del 7 de agosto de 1581 dirigida, desde Sevilla, a Antonio de Eraso mientras
espera los bastimentos, instrucciones y cédulas reales antes de partir para Sanlúcar
de Barrameda y desde allí al Atlántico.28 En ese puerto Sarmiento recibe siete cédu-
las reales29 cuyo contenido no hace más que despertar nuevamente su disconformi-
dad: “sólo traen de bueno una cosa que es las firmas de Su Majestad y del Consejo
y de Vuestra Merced”.
En la carta predomina lo descriptivo ya que el narrador comenta de manera
ordenada cada una de las cédulas enviadas. La narratio se estructura a partir de la
enumeración de esos documentos. En la medida que avanza el detalle de los mis-
mos, el tono se eleva hasta el ataque. La estrategia fundamental recae en figuras
retóricas de la agresión, como el sarcasmo y la invectiva. Esta violencia verbal es
progresiva y acompaña la manera en que el narrador se muestra despojado de ese
desinterés ejemplar que recorría algunas de sus misivas anteriores. El orden de las
cédulas respeta un esquema que va desde lo general, aquellas que incumben a la
organización de la empresa, a lo personal, las que afectan de manera directa su
hacienda y honra.30
La primera cédula que menciona es la de su nombramiento como Goberna-
dor y Capitán General, la segunda se refiere a “ciertas mercedes” que no han sido
otorgadas. Pero es en la reseña de la tercera donde se inicia la transformación del
discurso meramente descriptivo en ataque. El contenido de esta cédula enardece a
Sarmiento quien recurre a toda la fuerza aseverativa de las preguntas retóricas que
obligan a Eraso a asumir implícitamente la respuesta.

La otra es para que las justicias me den favor para llevar los cien pobla-

28
Archivo de Simancas “Guerra Antigua”, legajo N° 116. La carta es de puño y letra de Sarmiento
de Gamboa. La transcripción pertenece a José Miguel Barros Franco. Texto inédito.
29
Heredia Herrera (1972) distingue entre cédulas de oficio, las que surgen como un acto de la
administración a favor del Estado, y las de oficio, aquellas que nacen a partir de la petición o a
favor de un interesado. Las siete cédulas a las que se refiere Sarmiento en la carta son de
parte ya que responden a pedidos personales.
30
Heredia Herrera (ibídem) señala que los cedularios de partes se dividen en dos grandes
grupos: nombramientos y mercedes. La autora reconoce un amplio espectro de textos en el
segundo grupo considerando el modo en que surgen dentro del procedimiento administrativo y
la finalidad que poseen.
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 277

dores y el favor es quitar el alojamiento y mantenimientos que poco


les faltó para decir que a piedra menuda nos apedree. ¡Pecador de mí,
señor Secretario!. Si estos hombres han de ser la llave y sustento y
descubrimiento de la tierra ¿fuera mucho que les dieran alojamiento
como se lo dan a Alonso de Sotomayor y a los demás infantes? Pues
no les dan sueldos y a los demás sí ¿con qué regalo los tengo de atraer
y a los atraídos sustentar?.

La escritura se detiene en la consecución permanente de las dificultades que


se surgen para retener a los futuros pobladores del Estrecho ya que, “la jornada
está infamada de temerosa”.31 De la misma manera, también le resulta imposible
cobrar las sumas autorizadas en tres de las cédulas. Así, se describe circulando por
distintas oficinas reales en las que recibe sólo burlas y humillaciones.

Yo les mostré la cédula y se rieron de mí y con razón y dicen que Su


Majestad no envía cédula que derogue la derogatoria que está acá de tal
día mes que Vuestra Merced debe saber, que no me podrán dar nada.

Sarmiento expone su disgusto cuando describe el contenido de la última cé-


dula. La indignación, sentimiento en el que se mezclan la tristeza y la seguridad de
que se ha cometido una injusticia, nace de la conciencia de los propios méritos y
virtudes. El mismo tono indignado, ante la impotencia, es el que lo reivindica y
demuestra su lealtad. En la base del acto de solicitar algo se encuentra, como he
señalado, la certeza del merecimiento.

Quédame ahora la peor y es que la merced que Su Majestad me


hizo de los tres mil ducados de renta en el Perú fueron por dos
vidas, en indios, por la orden y sucesión y con prelación sobre todas
las otras cédulas. (...). Y al cabo sale que la cédula dice que se me
sitúen los tres mil ducados en tributos de indios vacos32 por mi vida.
¡Estas son las mercedes y crecimiento y aumento de honra y hacienda
que yo esperaba, que aún lo que estaba resuelto eso me quitan!.

31
Recordemos que la Instrucción prohibía, expresamente, develar el destino final de la flota.
32
En el Diccionario de Autoridades “Vaco, vaca adjetivo que se aplica al empleo, a la digni-
dad y al puesto que está sin sujeto que le ocupe”. La entrega de indios vacos era uno de los
modos de otorgar mercedes a los conquistadores. Bernal Díaz del Castillo en su Historia
verdadera de la conquista de la Nueva España señala en diferentes tramos la cantidad de
indios vacos que se le iban entregando en relación con los servicios prestados.
278 MARÍA JESÚS BENITES

El incumplimiento determina un estallido de agresividad, con el que se revela


el enfado y que, a nivel discursivo, se presenta como una sucesión de afirmaciones
que encierran reclamos. Entre ellas destaco una en que se desliza el descontento
por no haber recibido la orden de Santiago.33 Cada una de las quejas que luchan
por aparecer, aunque sea de manera diferida, se vuelven insultantes.

Cuando me han menester que arremeta en la mar y en la tierra nunca


yo lo regateo y por el menor servicio de lo que yo he hecho había yo de
tener ya mucho descanso y honra. Ha venido a tiempo que he de decir lo
que Reynaldos34 en Francia, que ni Colón ni Cortés ni Pizarro descubrieron
tanto como yo ni pelearon más que yo ni sirvieron tanto tiempo ergo arreo35
como yo. 36 Una cosa tiene más: que lució su trabajo más que el mío y en
el mío en mil cosas ha sido de más provecho que los suyos. Y cuando en el
Perú Pedro Sarmiento se halla delante de los Virreyes no procuran otro en
todo el reino ni lo ha habido menester porque yo, con el favor de Nuestro
Señor, he hecho en servicio de mi rey y señor, lo que todos juntos los del
37
reino ni eran parte ni poderosos.

33
Eran tres las órdenes militares que se les otorgaban a los servidores reales: Santiago, Calatrava
y Alcántara. Los que las recibían obtenían beneficios económicos importantes. Américo Castro
en su clásico España en su historia. Cristianos, moros y judíos (1948), realiza un profundo
estudio acerca de los orígenes de las órdenes militares españolas (188 - 214).
Ludwing Pfandl en Introducción al Siglo de Oro. Cultura y costumbres (1929) señala que para
acceder al título de Caballero se exigía la pureza de sangre en una serie de generaciones hasta
llegar a los ascendientes más antiguos, documentalmente comprobables. No es casual que
Sarmiento solicite la orden de Santiago ya que precisamente con ese honor había recompen-
sado Felipe II a Diego Flores de Valdés.
34
Considero que Sarmiento se refiere al personaje del mismo nombre protagonista de la muy
difundida novela de caballerías Trapisondas de Don Reynaldos. Véase el cap. VIII “Los libros
siguen al conquistador” de Irving Leonard. 1996.
35
De todas las acepciones que brinda el Diccionario de Autoridades creo que la más adecuada
para el uso que hace Sarmiento es la de adverbio de tiempo: sin interrupción, sucesivamente.
El término “arreo” en un sentido similar es frecuentemente utilizado por Bernal Díaz del Castillo
en su Historia verdadera: “Digo que ningún capitán ni soldado pasó a esta Nueva España tres
veces arreo, una tras otra, como yo”. Cito de la edición de 1995: cap. I, 2.
36
Las cursivas me pertenecen.
37
De todos modos, es importante considerar que Sarmiento recurre a figuras emblemáticas como
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 279

Sarmiento no se construye desde la humilitas, sino desde la desmesura y la


exaltación de sus hechos, que no encuentran parangón ni siquiera en las figuras
emblemáticas de la leyenda heroica de la conquista. Para ello recurre a los tres
protagonistas paradigmáticos del discurso mitificador, sustentado en sus hazañas
insuperables. La ambición del sujeto textual es pertenecer a esa trilogía merecedora
de los mayores respetos y mercedes que tanto contrasta con su situación de supli-
cante desplazado que exige atención y soluciones.

Suplico a Vuestra Merced me responda y haga como señor y me cum-


pla la palabra que verbalmente y por escrito me ha dado en hacerme
merced. La cédula se ha de enmendar diciendo que los tres mil ducados se
me den en indios los primeros que vacaren con antelación por dos vidas y
en orden de la sucesión como antes estaba resuelta. Y si así no se hace no
la he menester ni la quiero. Y la de los mil pesos de aquí que sea con
derogación de la cédula que acá tienen los oficiales de la Contratación; y la
de Charcas que diga en Lima pues en todo esto ni se añade ni se quita.
¡Qué no es justo que yo sea la tablilla del mesón!.38

El 11 de agosto, al no haber obtenido una respuesta favorable de Eraso,


Sarmiento escribe a Felipe II reiterando su disconformidad por el contenido de las
cédulas reales.39 El tono de la epístola es más mesurado ya que aduce que, segura-
mente, este hecho es consecuencia de un descuido de algún oficial que cometió
errores al pasar el texto de los documentos. Pero cuando alude a su situación perso-

las de Colón, Cortés y Pizarro que, a pesar de los grandes descubrimientos y conquistas
realizadas sus finales no fueron los más auspiciosos. Colón muere en 1506 después de perder
el favor de la Corona; Cortés, quien llegó a poseer el título de Marqués del Valle de Oaxaca, en
una carta de febrero de 1544, reclama una compensación material a sus esfuerzos. Pizarro,
en 1541, es asesinado en su casa de Lima.
38
El Diccionario de Autoridades define “tabilla de mesón” como la señal que se pone a la puerta
del mesón con que conocen los forasteros que allí se da posada y hospedaje. El diccionario
refiere un ejemplo de Calixto y Melibea donde aparece la frase “hecho tabilla de mesón, que
para sí no tiene abrigo y dalo a todos”. Sin dudas esta es la acepción con que Sarmiento de
Gamboa utiliza la frase.
39
Figura en los Manuscritos de José Toribio Medina (pieza 7246) copiado del Archivo Gene-
ral de Indias. La transcripción que reproduzco pertenece a José Miguel Barros Franco. Texto
inédito.
280 MARÍA JESÚS BENITES

nal los tonos se elevan a los límites de la exacerbación, y surge, una vez, más el retimiento.
En la carta se trazan las líneas que configuran la escritura corpórea. El cuer-
po del narrador se inscribe en el del texto para acentuar el sacrificio extremo. Es
una entrega total para quien se ama y respeta: el Rey.

Haré lo que mi persona desnuda y echada al rincón pudiere y con


esto cumplo; pero aviso a Va. Majestad que soy uno solo, y sin el favor
de V. M., mas se puede hacer cosa tan grande. De todo lo que es
menester he avisado como hombre que lo sabe y deseo se haga de
una vez. No me echen después culpa ni digan no lo advertistes. Que
mi fe es viva para servir a mi Señor y Rey natural y morir y servir sus
cosas mil muertes. Y cuando hubiese muerto, habrá hallado un criado
de Vuestra Majestad que en veinte y siete años nadie en Indias podrá
decir con verdad que ha servido más ni mejor, no mayores cosas no
más lealmente y pluviera a Dios y me pudiera yo hacer mil hombres
para sacrificarlos todos a su Real servicio. Que de esto y de mi buena
voluntad y de haber gastado la vida y hacienda hasta los güesos en su
servicio real me alabaré públicamente; y de que todos los descubrido-
res juntos, desde Colón acá, no han descubierto más mar y tierra, ni
peleado más veces, ni padecido las hambres, frío, calor, sed, cansan-
cio, desnudez, peligros de muerte, fuera de las cosas de República y
pluma, que yo en las Indias, sin tener un día mío solo.40

En el párrafo se condensan todos los elementos que intervienen en el proce-


so de glorificación del narrador como modelo de vasallo cristiano. Los rasgos tex-
tuales que se seleccionan describen sus virtudes heroicas. El servicio al Rey implica
una pérdida tanto de los bienes materiales como de los “güesos”, uso metonímico
para significar el desgaste de un cuerpo que ha padecido, de manera infrahumana,
todas las faltas imaginables: de ropa, de comida, de descanso, de abrigo. Compo-
nentes que constituyen la materia textual de la narrativa del desamparo, donde se
entrecruzan las carencias extremas con una sumisión incondicional a la autoridad y
a los proyectos imperiales.
El padecimiento es una ofrenda más, otra manera de servir al Rey. En la enume-
ración del desconsuelo se muestra un cuerpo que si bien fatigado, es también

40
Las cursivas me pertenecen.
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 281

productivo ya que se ofrece para continuar con la empresa colonizadora (Michel


Foucault: 1998).41 En este fragmento se distinguen las cualidades que responden a
una construcción épica del vasallo, cuyos rasgos son textualmente imprescindibles
para obtener una respuesta favorable.
Esta representación ideal se encuentra legitimada, precisamente, en el pa-
roxismo de su figura encumbrada más allá que la de Colón. Esto le permite exponer,
además, una generosidad en apariencia desinteresada puesto que la sumisión y
servicio al Rey es el mayor premio al que, como vasallo, puede aspirar.

Y cuando yo no tuviere otro premio, estimárelo por el mayor del mundo


poderme loar de haber servido al mayor monarca del mundo, sin más paga
ni interés que mi voluntad y el contento que siento cada vez que hago algún
notable servicio porque la fragilidad humana no se sustenta sin lo necesa-
rio, con licencia de Vuestra Majestad diré algo en lo tocante a la merced que
se me ha hecho y despachos que sobre ello se me enviaron.

El narrador ha conseguido dirigir la atención al aprecio de sus méritos, terre-


no apropiado para introducir el petitum: el texto de las cédulas que “viene al revés”
en donde no se le conceden los términos prometidos que otra vez suplica: tres mil
ducados en indios del Perú y por dos vidas. El móvil de la hacienda domina la
escritura y aparece la exigencia irrefrenable. Sólo en su tramo final la carta recupe-
ra el tono de la sumisión que trata de conmover, de apelar a los sentimientos del
destinatario con la promesa de mayores servicios. El epílogo reitera de manera
desesperada el petitorio.

Y suplico a Vuestra Majestad no permita que yo padezca como


padezco, que estoy al cabo mayormente, que estando yo ocupado en
el servicio de Vuestra Majestad en cosas tan esenciales y necesarias
para otras mayores, no es justo que mi atención sea causa de mi mal
despacho, que ocupado en el servicio de Vuestra Majestad, lo manda-
rá enmendar todo y hacerme mayor merced. Lo cual suplico y suplica-
ré, esperando recibirla de mano de Vuestra Majestad.42

El 31 de enero de 1582 el viajero redacta, desde Santiago de Cabo Verde, dos

41
Foucault sostiene que el cuerpo sólo “se convierte en fuerza útil cuando es a la vez cuerpo
sometido y productivo” (33).
42
Las cursivas me pertenecen.
282 MARÍA JESÚS BENITES

cartas, una dirigida a Eraso y otra a Felipe II.43 En ambas se perfila el móvil del
socorro, del pedido de bastimentos para la futura invernada en Río de Janeiro. En la
que escribe a Felipe II refiere detalles de la permanencia en Cabo Verde y los pasos
a seguir en Brasil y, principalmente, el proyecto de fortificación del Estrecho de Ma-
gallanes. En tal sentido, desliza comentarios acerca del modo en que deberán ser
tratados los indios.

Por, como Vuestra Majestad mejor sabe, no conviene al presente


que lo tomemos a los naturales ni les hagamos fuerzas ni daño, sino
conservarlos y obligarlos, y hacer de ellos amigos, porque no nos acon-
tezca lo que en la isla Española en tiempos de Colón y en otras partes.

En esta carta el narrador despliega su capacidad organizativa para dirigir la


expedición que se le ha encomendado. Lo que llama la atención, por su ausencia, es
la enemistad entre él y Flores de Valdés, a la que en ningún tramo se hace mención.
El tono de la misiva es informativo, no registra excesos ni se señalan los sufrimien-
tos. Se solicitan cosas puntuales y se muestra despojada de los extensos párrafos
de exaltación personal. En la dirigida a Eraso, en cambio, Sarmiento destaca de las
anécdotas las dificultades que encuentra en la relación con el Caballero de Santia-
go. Con esta misiva se inicia esa escritura desesperada y compulsiva contra el
General elegido que se incorpora como una presencia textual casi excluyente.

Tanta razón tenía Vuestra Majestad de hacerme a mi merced, como


de hacer placer a Diego Flores, a quien no sé que hombre en el mundo
le pueda sufrir sino otro tan tonto como yo, que sólo por hacer lo que
Su Majestad manda voy sufriendo y disimulando lo que no hiciera a
truque de ser señor de media España, con todo eso moriré trabajando
por ayudalle y favorecerle con dichos y hechos.

Una vez más, el navegante se representa como el vasallo esforzado que so-

43
La carta escrita a Felipe II figura en los Manuscritos de Medina en el tono 250 bajo el número
7218. No hay indicación de donde se copió el documento, lo más probable es que no haya sido
del Archivo General de Indias, puesto que Pastells no transcribe ni menciona, en su Apéndice
N° 2, esta epístola. El original de la carta dirigida a Eraso se encuentra en el Archivo de
Simancas, Guerra Antigua, Legajo 122. Folio 185. Ha sido copiada en Monumenta Missionaria
Africana. Tomo África Occidental 1570 – 1600, Lisboa, MCMLXIV. Ambas transcripciones
pertenecen a José Miguel Barros Franco.
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 283

porta hasta el martirio no ya el hambre o el cansancio, sino la presencia hostil de su


superior. Se encomienda a las manos de Dios para poder sobrellevar este sacrificio.
Luego del primer comentario prosigue con el relato, señalando los mismos puntos
que en la carta escrita a Felipe II: la solicitud de ayuda para los futuros pobladores
del Estrecho.
Estas dos epístolas funcionan como una bisagra entre el móvil de la honra y
el del socorro. En el de la honra, estimación y hacienda, se presenta un sujeto
textual que solicita mercedes y reconocimientos no sólo por sus hazañas anteriores,
sino también por las futuras, como el poblamiento del Estrecho. Para esgrimir estos
pedidos la construcción del suplicante gira en torno al concepto central de vasallaje.
De él se desprenden los múltiples significados que el Sarmiento agrega en cada una
de sus descripciones: sufrimiento desmedido, profunda religiosidad, lealtad incondi-
cional, heroísmo épico, conducta ejemplar.
Este despliegue de virtudes se articula en dos actos distintos y, en el caso
particular del viajero, complementarios: conquistar y escribir. Ambos acompañan
los pasos de su trayectoria pero las implicancias y objetivos de cada uno se van mo-
dificando. En este apartado quedan las súplicas exaltadas de un sujeto que se repre-
senta como el héroe ejemplar de los sueños imperiales. En el siguiente se inscribe
la súplica desesperada de un sujeto que no puede aceptar el fracaso de su propia
quimera.
284 MARÍA JESÚS BENITES

III.- La demanda desesperada: El grito de


socorro

"Y quedé en el castillo, metido en un infierno increíble".


Pedro Sarmiento de Gamboa,
Carta del 27 de septiembre de 1589

El pedido de socorro es el segundo móvil que recorre las cartas sarmientinas.


En esta etapa se evidencian claramente distintos momentos. El primero es el pedido
de bastimentos para la expedición y pobladores del Estrecho que involucra dos
fases, una pautada por la invernada en Brasil en el año 1582. La otra la integran los
escritos que solicitan auxilios para llevar a los pobladores que han quedado en el
confín inhóspito. Recordemos que durante una de las expediciones el marino nau-
fragó a bordo de un batel y alcanzó, luego de más de treinta días, las costas de
Brasil. Desde Río de Janeiro escribió a España durante el año 1585 numerosas
cartas pidiendo el envío de naves, alimentos, herramientas, entre otras cosas.
El segundo momento contempla las dos cartas redactadas entre septiembre
y octubre del año 1589 desde la cárcel de Mont de Marsán, donde el navegante
permaneció casi tres años prisionero de los hugonotes. En este contexto el móvil del
socorro es para él mismo. El sujeto que escribe ha abandonado el tono de grandeza
de las anteriores y se construye desde la humildad, apelando a que la estrategia de
la captatio benevolentia le permita recuperar su tan ansiada libertad.
Así como el sujeto que pide se encuentra abandonado esperando respuestas,
Sarmiento abandona en su escritura el gesto de la descripción exaltada de sí mis-
mo, como un súbdito de hiperbólicas virtudes y desmesuradas hazañas, para inscri-
birse, desde el espacio del desamparado, como un vasallo olvidado por su Rey y
que, a pesar de sentirse abatido por el deterioro del cuerpo, continúa sirviéndole
con extrema lealtad.
En cuanto a los tres memoriales del año 1591 que se incluyen en el corpus,
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 285

conviene aclarar que su contenido condensa cada uno de los móviles y etapas que
he estado distinguiendo. La presencia de estos textos permite rescatar la voz fatiga-
da del náufrago y prisionero, quien sigue suplicando mercedes, honores, cargos,
pero también ayuda para aquellos que encontrarán su tumba en el Estrecho. El
acercamiento a estos escritos admite concluir el recorrido por la escritura sarmientina
y revisar una vez más las tensiones y fisuras que en ella se manifiestan.
Esta etapa se inicia con las cartas escritas en el año 1582. En ellas su tono va,
usando una imagen musical, in crescendo hacia uno cada vez más acusatorio. La falta de
respuestas y de intercambio epistolar quiebra la comunicación y el vasallo asume el papel
del desamparado. El silencio del otro lado del Atlántico pondera la impotencia del narrador.
El 26 de octubre de 1582 Sarmiento escribe una carta dirigida a Felipe II, la
más breve de todas, en la que suplica el envío inminente de barcos con bastimentos
para emprender el viaje definitivo al Estrecho de Magallanes.44

Suplico a Vuestra Majestad se acuerde que es necesario hoy mesmo el


enviallos [bastimentos] y que con ellos la gente se animará y afirmará y
asegurará la flaqueza que, con la duda del pensar que han de venir, tienen.

El 30 de octubre de 1582 el persistente viajero redacta desde Río de Janeiro


una extensa carta a Felipe II en la que refiere, airadamente, el modo en que la tri-
pulación, con el consentimiento del siempre displicente Diego Flores, ha diezmado las
reservas que deberían utilizarse para la expedición y poblamiento del Estrecho.45

44
A. G. I., P. 33, N° 3, R. 16. El documento está escrito de puño y letra por Sarmiento de Gamboa,
en un solo folio, y lleva su rúbrica y saludo “S. C. R. M. besa las reales manos y pies a Vuestra
Majestad su más leal vasallo”. La existencia del documento es mencionada por Pastells (1920)
en el “Apéndice N° 2” como “Carta de Pedro Sarmiento a S. M. pidiéndole envíe los cuatro
navíos con bastimentos que se habían de aprestar para que la gente no decaiga de ánimo”.
Transcripto del original. Inédito.
45
El manuscrito se encuentra en el A. G. I, P. 33, N° 3, R. 17 ingresado con el título de “Carta de
Pedro de Sarmiento al Rey”. Está escrita de puño y letra por Sarmiento en nueve folios de
ambos lados, más la carátula donde al dorso se lee “A la S.C.R.M. el Felipe nuestro señor de
manos de su Real Consejo de las Indias. Río de Janeiro, de Pedro Sarmiento de Gamboa”. En el
f. 1 r° se respeta el encabezamiento de las cartas con la cruz y el destinatario: S.C.R.M. Llama
la atención el considerable margen izquierdo que ha dejado el navegante y la distinta intensidad
de la tinta ya que desde el f. 1 r° hasta el f. 2 v° es más débil. El tamaño de la letra es mediano
y la presentación es cuidada en comparación con otros documentos.
286 MARÍA JESÚS BENITES

El texto plantea un problema tipológico.


Ángel Rosenblat (1950) lo ubica dentro del grupo de las relaciones de viajes
al Estrecho de Magallanes. Considero que el criterio en que se basó el editor para
este agrupamiento fue el de la extensión del documento. No obstante, dadas sus
características discursivas (escritura en primera persona, destinatario explícito -Fe-
lipe II- a quien el narrador se dirige suplicando y relatando los acontecimientos) lo
incluyo en el corpus de cartas.
Sarmiento refiere detalles de la navegación como las particularidades
climáticas, el rumbo de los vientos, entre otros. Pero lo que realmente le interesa es
introducir el accionar de Flores de Valdés en la escritura. La animosidad contra el
general es patente en el texto, casi ni se lo menciona por su nombre, sino de
manera indirecta, por medio de eufemismos que acrecientan aún más esa tensión.
Flores figura en el texto bajo los apelativos de “personaje”, “el general” y un simple
y des-pectivo “él”. No mencionarlo por su nombre propio es una muestra más del
profundo desprecio que despierta en el narrador la presencia del marino asturiano.
En esta carta se refiere por primera vez el comentario de Flores de Valdés
acerca de los derechos de la corona española en América. La anécdota es utilizada
para establecer cuáles son las normas de conducta leales al Rey y cuáles las que
traicionan al Imperio. Aquí se establece esa lucha ficticia entre el decir y el callar
que el narrador maneja en su escritura para destacar su accionar. El texto defiende
lo que designé como ética del vasallaje en la que se postulan las normas que deben
contemplar quienes pretenden servir al soberano.

Y es tan buen cristiano y celoso de la conciencia de Vuestra Majestad,


que, tratando conmigo de las cosas de las Indias, y compundiéndole yo en
su disparate, me lo porfiaba, hasta que con ejemplos y razones, y aún fue
menester asomalle que tenía mal sabor aquella opinión, le hice callar. No
digo esto porque sea mi condición chismes ni revueltas, pero soy hidalgo
de solar conocido, lisiado por mi Rey y obligado por mi sangre y por mi

En Ángel Rosenblat (T. I, 179 – 190) figura extraída de Colección Diplomática de Navarrete,
Tomo XX, Folio 167, Doc. N° 12. Pablo Pastells menciona este documento en el “Apéndice N° 2”
como “Carta de Pedro Sarmiento a S. M. dando cuenta de la derrota y viaje de la Armada de
Diego Flores de Valdés que iba al Estrecho de Magallanes, desde el 2 de febrero que salió de
la Isla de Cabo Verde hasta el 25 de marzo que llegó a San Sebastián del Río de Janeiro”.
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 287

pleito homenaje y por el cargo, y porque Vuestra Majestad mil veces


dice “fíome de vos” y haría yo muy villana e infielmente no avisalle de lo
que Vuestra Majestad ha de ser servido, y no lo puede saber si no se lo
dicen, y así lo haré siempre, hasta que se me mande callar, y como sé
avisar lo que conviene sé callar y tener perpetuo silencio46 (180).

El tono irónico del inicio se transforma en un reproche solapado que se apoya


en esa situación de desplazamiento que tanto enfada al narrador. Esto lo autoriza a
esgrimir, sin reparos, lo que piensa. Sarmiento cuestiona, de manera indirecta, una
vez más la designación de Flores de Valdés. Reiterar en cada texto las mismas
anécdotas refuerza esa crítica y establece las diferencias entre quien lucha por
concretar la empresa y el que en cada puerto piensa como hacerla fracasar.
El navegante se ubica en el lugar del que cuenta la verdad de los hechos, una
voz oficial de los acontecimientos. Es esta necesidad de transmisión de lo verdadero
la que deriva también en esa compulsión por referir detalladamente los sucesos. La
suya es una escritura que trata de cubrir todos los espacios de referencia con el fin
de que su palabra sea, precisamente por su condición de “lisiado”, la única con
autoridad para revelar los detalles de la expedición y en seleccionar los actos pro-
tagonizados por Flores de Valdés, a quien ha ubicado en el lugar del adversario. La
imagen del “lisiado” implica un sufrimiento físico, una falta que en este caso apela a
la desestimación a la que el General somete sus consejos y sugerencias.
La escritura refiere la lucha denodada que mantiene Sarmiento para impedir
que Flores derroche el patrimonio de la corona y desarme la empresa. En este
marco el General se transforma, al igual que Mendaña, en un traidor de la Corona
contra el que se enfrenta, no para propio beneficio sino en procura de proteger el
interés real. La vileza progresiva con que se describe su accionar se apodera del
texto y tiene como finalidad desplazar al elegido por las autoridades del lugar de
legítimo representante del poder real.

Sospecho cierto que le pesa moralmente que yo haga cosa que sea
servicio a Vuestra Majestad, por lo deshace todo. Sólo una cosa diré a
Vuestra Majestad para que crea estos, que sin yo dalle ocasión un día
delante de Don Francisco Duarte en Sevilla, procurando la paga que Vues-
tra Majestad mandaba a hacer a la gente que vino conmigo, con indigna-

46
Las cursivas me pertenecen.
288 MARÍA JESÚS BENITES

ción, como si le robaran a él dijo: “Estos del Estrecho ¿si han de ser
aquí canonizados?” (184).

El narrador relata los acontecimientos con un estilo despojado, en aparien-


cia, de subjetividad. La pretendida imparcialidad en la que se escuda, apoyada,
fundamentalmente en su carácter de testigo presencial de los hechos, le permite
llegar aún más lejos. La imagen del encargado de guiar la empresa colonizadora al
Estrecho queda reducida a la de un delincuente común que, de manera despreocu-
pada, malversa el patrimonio de la Corona. Para que sus palabras seduzcan a su
destinatario Sarmiento menciona, compungidamente, que se encuentra obligado a
referir los sucesos.

Me fuerza ser fiscal y advertir a Vuestra Majestad, con lágrimas, de


la disolución y soltura que he visto en esta armada, en robar pública y
secretamente la hacienda de Vuestra Majestad y las vidas de los que
aquí van y allá han de quedar (185).

En la escenificación de situaciones de negligencia y descontrol el narrador


aclara, una vez más, que sus intenciones se frustran ante la imposibilidad de acción
limitada por las decisiones del rey y el Consejo. Para acentuar esta crítica encubier-
ta recurre, en varios tramos, a la figura de las manos atadas con la que expresa su
descontento y decepción. Esta imagen funciona como una sinécdoque por la cual el
narrador alude a su situación personal dentro de la empresa. Si bien tiene las ma-
nos atadas para tomar decisiones no así para apoderarse de la pluma y detallar los
acontecimientos.

Y quisiera yo tener mil manos para con todas servir a vuestra Ma-
jestad, pero dos flacas que tengo se me ataron de manera que ningu-
na me ha quedado para poderlo hacer tan bastamente como conviniere
al servicio de Vuestra Majestad (189).

La escritura pugna por desatar el nudo que aprisiona las manos. El acto de
escribir trasciende, entonces, a uno de liberación. El objetivo central de la carta
parece difuminarse en el relato incansable de los sucesos de la invernada. La inten-
ción explícita de la misiva no es otra que la de presentar un cuadro de situación a
Felipe II en el que el eje que traza cada línea está recorrido por la presencia de
Flores de Valdés. Hay cierto tono de satisfacción en la voz del narrador al compro-
bar el error de la elección. El final expone el objetivo central de la carta, que es en
realidad una súplica encubierta que apela a movilizar otros mecanismos antes que
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 289

esperar que se cumpla lo que pide. No se solicita algo concreto, es más bien un pe-
dido que apela a la benevolencia del Rey para futuros merecimientos.
El 10 de diciembre de 1583 Sarmiento escribe una nueva carta a Felipe II
desde Río de Janeiro.47 En ella se refieren los problemas suscitados con algunos de
los frailes que lo acompañaban para el Estrecho, quienes han inducidos a futuros
pobladores a huir o amotinarse contra el Adelantado. La misiva tiene el tono de la
denuncia y expone la vergüenza que provoca en él, como legítimo representante de
las instituciones coloniales, el incumplimiento de los deberes asignados y las actitu-
des deshonrosas de aquellos que tienen el deber de obedecer.48

Al servicio de Dios y Vuestra Majestad concierne sumamente que man-


de hacer en el Río de Janeiro y aquí gran pesquisa sobre los frailes y sobre
los robos, tratos y contratos desta armada y que sobrello haya confesión.

El narrador muestra un cuerpo consumido en un servicio que aún no ha


podido concretarse debido a los designios negativos de Flores de Valdés cuya trai-
ción, propia de la intervención del demonio, se ha extendido a todos los que lo han
acompañado. Incluso a los que tienen que velar, como el caso de los frailes, por el
cumplimiento de la empresa colonizadora en el Estrecho.49

Con todas estas cosas y trabajos quel demonio ha puesto por tropezo-
nes confío en la misericordia de Nuestro Señor que nos dará su gracia y se-

47
A. G. I. P. Indiferente General. El manuscrito consta de tres folios escritos de puño y letra por
Sarmiento de Gamboa. Transcripto del original. El texto no es reproducido por Pastells ni figura
en su “Apéndice”.
48
En la misiva Sarmiento reclama, como en las relaciones de los viajes, el castigo para quienes no
cumplen con lo que se les ha encomendado. Estas cartas constituyen verdaderas prácticas
judiciales ya que en ellas se arbitran los daños y la responsabilidad y el modo en que deben ser
juzgados en función de los errores cometidos. Véase Foucault: La verdad y las formas
jurídicas (17).
Recordemos que Sarmiento solicita siempre un castigo para Flores, quien será encarcelado en
1589 por Felipe II, luego de su criticado desempeño como General de la Flota de Castilla de la
Armada Invencible.
49
La falta de interés de los frailes en viajar al Estrecho justifica el hecho de que en los relatos de
viajes no se haga referencia a si los indígenas fueron bautizados o si comenzó el proceso de
evangelización de los mismos. Sólo dos de ellos, como ya he señalado, emprendieron el tramo
definitivo al Estrecho.
290 MARÍA JESÚS BENITES

rá su servicio y el de Vuestra Majestad. Y a no me queda sino el


espíritu50 que se consumirá hasta ver cumplida la voluntad de Vuestra
Majestad a quien suplico se acuerde de todos sus vasallos que tan
fielmente van a servir en el estrecho.

En la carta se individualizan las acciones de los frailes, mecanismo empleado


en la representación del General Flores, para declarar los hechos con total sumisión
a la verdad.
Luego de la sucesión de infortunios que he referido en capítulos precedentes,
el Gobernador y sus pobladores arribaron al Estrecho de Magallanes el 4 de febrero
del 1584. Habían pasado tres años desde la partida del Puerto de Sanlúcar de Ba-
rrameda. A los pocos meses de permanecer allí, durante una expedición de recono-
cimiento un viento enfurecido lo arrastró al Atlántico. Luego de más de treinta días
de naufragio Sarmiento y algunos de sus hombres alcanzaron el Puerto de Todos los
Santos. Desde Río de Janeiro organizó dos infructuosos viajes de regreso.
El 5 de enero de 1585, después de tres años desde la última carta, el incan-
sable vasallo escribe dos epístolas: una a Felipe II51 y otra a Don Antonio de Eraso.52
En ambas el pedido es explícito y claro: solicita el envío de provisiones para los po-

50
Las cursivas me pertenecen.
51
El manuscrito original se encuentra en el A.G.I. P. 33, N° 3, R. 59. No figura transcripto en la
edición de Pablo Pastells y, en consecuencia Rosenblat tampoco lo menciona. Pastells lo ubica
en el Apéndice N° 2 como “Carta de Pedro Sarmiento de Gamboa a S. M. dando cuenta de lo que
le acaeció desde que salió de la Bahía de Todos los Santos en 15 de diciembre de 1584, hasta
que llegó adonde se afirma”.
El documento está escrito en cinco folios de ambos lados. En el dorso del último se lee “A la S.
C. R. M. El rey don Felipe Nuestro Señor”. La letra no es la de Sarmiento de Gamboa, quien sólo
al final agrega “Desta Villa de la Victoria Capitanía del Spirítu Santo, 5 de enero de 1585. S. C.
R. M. Besa las reales manos de Vuestra Magestad su más leal vasallo y criado”, rúbrica, Pedro
Sarmiento de Gamboa. (Inédito). Transcripto del original. Figura en los Manuscritos de Medina.
Tomo 234.
52
Documento original del A.G.I., P. 33, N° 3, R. 60, S. 1. La carta está escrita en un folio de ambos
lados de puño y letra de Sarmiento de Gamboa. Figura en Rosenblat (Doc. 10: T. II, 209 – 210.)
extraída de Pablo Pastells (724 – 725) bajo el título de “Carta de Pedro Sarmiento al secretario
de Su Majestad Don Antonio de Eraso, rogándole active la remisión de socorros para la gente
del Estrecho y anunciando su salida del Espíritu Santo para Río de Janeiro, y de éste al
Estrecho, donde cree habrá llegado el barco que dejó en Río de Janeiro”.
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 291

bladores que han quedado en el Estrecho. El narrador se presenta como un mendi-


cante que recorre distintos espacios como Pernambuco y Bahía solicitando ayuda
“donde llego a pedir limosnas”. En el texto manifiesta su decisión de partir en los
próximos días con destino al Estrecho aunque no arribe el pedido de auxilio que ha
gestionado. Pero esta carta, que parece tener una finalidad informativa, presenta
centralmente un pedido de auxilio que involucra a Eraso y Felipe II.

Suplico a vuestra merced sea despertador para que Su Majestad


provea lo que tanto es menester. Conforme a lo que le tengo escrito, y
más lo que le pareciere que más conviene a su real servicio. He
escripto tantas, que temo que me han de juzgar por desconfiado de lo
que es de creer y tener por cierto (209).

El narrador muestra su convencimiento y cree que la ayuda deberá llegar en


algún momento, dando por supuesto lo que el otro piensa o haciendo un llamado de
atención en el caso contrario. Se dirige a la conciencia moral de su destinatario para
provocar una acción. Para reforzar esta estrategia utiliza la imagen de los habitan-
tes desamparados que permanecen en el Estrecho y se hace eco de la angustia e
incertidumbre que debe invadir a sus abandonados pobladores como fuerte y emotiva
presencia para su argumentación.

Advierta Vuestra Merced lo que mejor sabe, que no bastan buenos


deseos donde faltan fuerzas para ejecutar las obras. Dígolo porque
aunque yo tengo la voluntad que es justo, todo lo que puedo hacer es
arquear con la muerte y hacer poco de lo mucho que es necesario
aquella gente que está esperando si soy muerto o vivo, en el Estrecho,
merece mucha cortesía y paga, para que vivan y tengan fuerzas para
substentar cosa tan pesada (210).

En la carta que escribe a Felipe II los elementos de la narratio apelan a distin-


tos aspectos. Lo que le interesa es reforzar los argumentos que avalan su viaje al
Estrecho acentuando la importancia que tiene la fortificación de esas tierras para
evitar la posible usurpación de los franceses y los saqueos de los piratas ingleses.
También presenta los hechos de la invernada que ya narró en las cartas an-teriores,
una vez más la presencia in abstentia de Flores de Valdés atraviesa la es-critura. Es el
tema del cual no puede escapar en su referencia. Lo que llama la atención es el modo en
que recurre a la figura del demonio para acentuar el estado de permanente amenaza en
que se encuentran los pobladores que han quedado en el Estrecho.
292 MARÍA JESÚS BENITES

En la epístola que envía a Felipe II da cuenta de los gastos que ha realizado


en recomponer un navío para regresar al Estrecho. En la súplica introduce de mane-
ra indirecta una acusación contra Flores, asociado una vez más con lo demoníaco.
De esta manera trata de alejar de sí cualquier sospecha de huida y de desvincularse
de la desorganización que ha imperado en la empresa desde un principio. El narra-
dor se presenta abatido ante los obstáculos.

Suplico a Vuestra Majestad se acuerde de aquella tierra y lo que


importa el remedio della, porque el demonio no duerme y en estos
principios anda muy solícito intentando desbaratar este negocio donde
ve que va perdiendo tanto reino y ganancia suya, porque yo para mí
tengo que todas estas destruiciones de hacienda y de gentes, miedos
y deslealtades, todas son telas del demonio que urde por estorbar
cosa ques tan del servicio de Dios Nuestro Señor y por su amor suplico
a Vuestra Majestad muchas veces se acuerde de sí mismo en esto, sin
esperar solicitador de mi parte; porque ni le tengo menester siendo el
negocio de la calidad ques e importándole a Vuestra Majestad lo que le
importa, que de mi parte y pocas fuerzas. Con el favor de Nuestro
Señor no habrá falta, a lo menos en procurarlo pero, siendo las fuer-
zas tan pocas como son, si Vuestra Majestad no acude con las suyas
brevemente me consumirán el tiempo y las ocasiones que se van ofre-
ciendo porque [en] las costas destas partes todo es pobreza y aunque
quieran no pueden 53 y cuando pudieren sería necesario que Vuestra
Majestad enviase cédula más larga para todas las capitanías y oficia-
les reales dellas para que socorriesen aquella tierra con algunas cosas
desta cuando precisamente fuera menester.

Ante el fracaso de estas misivas, Sarmiento escribe una nueva carta dirigida
a Felipe II con fecha 24 de enero de 1585.54 Recibe, otra vez, un indiferente silencio

53
Sarmiento reitera en su visión de los pueblos de Brasil (Bahía de Todos los Santos, Río de
Janeiro, Pernambuco) el tema de la pobreza, imagen tan opuesta a la que transmite Flores de
Valdés en su carta ya que allí vislumbra las importantes riquezas que pueden explotarse.
54
Documento original del A.G.I., P. 33, N° 3, R. 60, S. 3. La carta está escrita en dos folios de
ambos lados de puño y letra de Sarmiento de Gamboa. En el dorso se lee, con su letra, “A la
S.C.R.M., el Rey Don Felipe Nuestro señor en su real mano y en mano de su Real Consejo de
Indias”. En otra grafía está escrito lo siguiente: “Visto que no le llegaba socorro acá, partía de
allí para el Estrecho con la harina y otras cosas que había podido haber; y con ello y un poco
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 293

que no hace más que acrecentar su desamparo. Más que un pedido de auxilio el
texto es un grito angustiante de ayuda. Es tan cuidadoso en la selección de los
acontecimientos de la narratio que evita cualquier aspecto que pueda impedir el
envío de los rescates. En los primeros tramos la carta se detiene en el detalle de las
compras que se realizaron en Río de Janeiro para partir en auxilio de los poblado-
res: “llevé cuatro barriles de pólvora y dos planchas de plomo y algún hierro y
acero” (211).
Si bien el narrador desestima el extenso relato de los hechos protagonizados por
Flores de Valdés, no puede dejar de mencionarlo para introducir, como lo ha venido
haciendo, la dicotomía entre aquellos que, como él, sirven al Rey con su honestidad y
aquellos que especulan con su benevolencia y lo traicionan con su deservicio.

Vuestra Majestad sepa que Diego de la Ribera dejó aquí un hombre


alférez llamado Juan de Miranda, deudo de Diego Florez y Baldés, para que
volviese al Estrecho con el socorro, para que mereciese, el cual fue conmi-
go al Fernambuco, y allí se me quiso huir. Y en fin aquí, se ha quedado lo
más vilmente que se puede creer, diciendo que no quiere honra ni servir a
Vuestra Majestad en esta jornada. Y en fin escríbolo a Vuestra Majestad
para que se sepa y sea conocido si fuere a suplicar remuneraciones, que
bien es que sean conocidos lo que sirven y desirven (212).

Esta anécdota funciona en el texto para presentar un cuadro de la difícil


situación en la cual se encuentra. Por un lado, sólo han quedado con él quince
hombres de trabajo que están hambrientos o enfermos, todos los demás, incluidos
los pilotos han huido. Por otro, y este es el aspecto más doloroso, la falta de res-
puesta oficial desde España.
En este contexto el petitum es no ser olvidado. Es una súplica por permanecer
en el pensamiento de ese otro lejano, cuya indiferencia pueda condenar a un va-sallo
a la inexistencia. Este móvil es un nuevo modo de rescribir el pedido de la esti-ma. Ya
han desaparecido de la escritura los móviles de la recompensa material y el de la
fama, lo que permanece es la necesidad de un súbdito de formar parte del pen-
samiento real, no para que le otorgue un título honorífico, sino para que su accionar

que había enviado, había para seis meses. La gente que traía consigo andaba descontenta.
Habíase huido de allí el alférez Juan de Miranda. Llévese a la Junta de Puerto Rico”. Figura en
Rosenblat (T. II, 211- 212) copiada de Pablo Pastells (726 – 728).
294 MARÍA JESÚS BENITES

y, por extensión su vida, no sean abandonados en los archivos imperiales.55

Suplico a Vuestra Majestad no ponga en olvido cosa que tanto le


va. Yo haré lo que pudiera, pero podré poco si Vuestra Majestad no
acude con tiempo, y si no fuere con brevedad habré de procurar de ir
a España por remedio, a informar a Vuestra Majestad para que lo
ponga, y envíe quien lo haga mejor que yo, porque esto es lo que
deseo, sin tener cuenta con mi particular (212).

La escritura manifiesta esa conciencia de la “ley de la letra” (González Eche-


varría: 2000). El sujeto existe en la medida en que es reconocido y recordado, mien-
tras haya alguien que lea las cartas, que se detenga en la lectura de los pedidos de
quien se encuentra en las colonias de ultramar. Escribir es para Sarmiento una mane-
ra de detener el sufrimiento de los que aguardan, en el Estrecho, su ayuda.
Pero el Gobernador espera en vano durante más de un año el ansiado axilio
de España. Desde Río de Janeiro escribe el 3 de octubre de 1585 una nueva carta a
Antonio de Eraso.56 Dado el tiempo transcurrido y la falta de respuestas el tono de
la misma es, desde el exordio, de reproche, acusatorio. A pesar de la necesidad de
bastimentos, el narrador en vez de mostrarse humilde apela a toda su agresividad.

Son tantas las que tengo escritas a Su Majestad y a Vuestra merced de

55
Las novelas contemporáneas que recrean sucesos de la época colonial destacan el olvido al
que quedaban condenados muchos vasallos en el Nuevo Mundo. Pienso en la novela Zama de
Antonio Di Benedetto y en el emblemático caso de su protagonista, el funcionario Diego de
Zama, corregidor español confinado al Paraguay quien, en el transcurso de los nueve años
que abarca la obra (1790 – 1799) espera inútilmente un relevamiento. La dedicatoria del libro
“A las víctimas de la espera”, alude a la angustia que supone la falta de respuestas. Sarmiento,
al igual que Zama, se presenta como una víctima, en el sentido de que sacrifica su vida para el
provecho y engrandecimiento de otros, el Rey y el imperio español.
56
Documento del A.G.I., P. 33, N° 3, R. 60, S. 3. Está escrita en un folio de ambos lados de puño
y letra de Sarmiento de Gamboa. Del lado izquierdo de su rúbrica Sarmiento agregó “Suplico a
Vuestra Merced me la haga de besar las manos por mí al Señor Sebastián de Santoyo y al
Señor Juan de Herrera, que le les escribo porque no puedo y va el navío a la vela”. En un
segundo folio, la carátula, se lee en el dorso “Al ilustre señor Antonio de Eraso secretario de su
Majestad en el Consejo de Indias”. Con otra letra se agregó “Janeiro, 3 de octubre, 1585. Pedro
Sarmiento. A Eraso. Pide socorro para el estrecho llévese a la Junta”. Figura en Rosenblat (Doc.
12: T. II, 213) extraída de P. Pastells (739 – 740).
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 295

un año a esta parte, que tengo por cierto que si allá han llegado todas,
habrán enfadado al mundo, y por esto no se me responde, a ver si me
canso de importunar y cansar (213).

Este inicio rompe la cadencia lastimosa de los pedidos anteriores. La cons-


trucción del narrador gira en torno a la incomprensión y la culpa. Para justificar esta
supuesta culpabilidad el narrador recurre una vez más a la figura de su oponente:
Flores de Valdés y establece diferencias tomando, en tono sarcástico, el accionar
del General como paradigmático ya que éste no ha sido castigado.

Estoy por alabar a Diego Flores, que hizo su voluntad sin aguardar
que se lo mandasen y creo le han de quedar en deuda, que no yo, que
lloro duelos ajenos. Suplico a vuestra merced me haga merced como
señor, y viendo lo que escribo a su Majestad, conforme a ella me
favorezca y ayude como quien es, como yo de vuestra merced confío,
y no sea parte la amistad de Diego Flores a que deje de tenerme por
su servidor (213).

La acusación que encierra esta ironía se encuentra tamizada por la estrategia


de la captatio benevolentia que utiliza el vasallo desesperado para conmover a
Eraso. El héroe incansable de las epístolas del primer momento se muestra ahora
abatido, con ganas de dejarse morir ante la ausencia de contemplaciones para su
persona y el desinterés que muestra la Corona por su proyecto.

Y mire vuestra merced, como señor mío, que un hombre que ha


servido y padecido lo que yo, no es bien sea así olvidado y puesto al
rincón, porque se acaban de quebrar las alas y es parte para que un
hombre se deje morir (213).

La claridad expositiva de la frase se basa en algunos elementos que ya ha


utilizado en otras cartas, como su clásica “puesto al rincón”. También se mencionan
los padecimientos sufridos en servicio de la Corona. La imagen que sin dudas so-
bresale, es la metáfora final donde recurre a toda la expresividad de su pluma pa-
ra encerrar, en el símil del hombre que ante la imposibilidad de “volar” (via-
jar, colonizar, recibir mercedes) se deja morir, una advertencia como último recur-
so antes del desengaño. Ante una factible y nueva negativa solicita, por adelan-
tado, autorización para viajar a España a informar personalmente al Rey su situación.
Pero Sarmiento, impaciente, no espera una respuesta. El 5 de octubre, dos
días después, recurre directamente a Felipe II para reclamar y suplicar los auxi-
296 MARÍA JESÚS BENITES

lios.57 La estrategia discursiva del texto se funda en acentuar tanto la fortaleza de


su espíritu como las flaquezas de su cuerpo. Surge la voz de la amargura y el relato
del sufrimiento se apodera del texto. El narrador inscribe la decepción mencionando
las reiteradas oportunidades en que ha enviado infructuosas misivas.
Cuando reclama por el envío de respuestas expresa esa necesidad, implícita
en toda epístola, de entablar una comunicación. Precisamente su especificidad, como
he mencionado desde un comienzo, es el compromiso preestablecido de una con-
testación.
El exordio de la carta contiene un pedido de disculpas por “escribir tantas
veces sobre una mesma cosa” antes de referir algunos de los sucesos acaecidos du-
rante su espera en las costas de Brasil. El navegante no sólo recurre a proyectar en
el texto las marcas del deterioro del cuerpo sino que apela además a inscribir el es-
tropicio de la única nave con la que cuenta para volver a rescatar a sus pobladores
del Estrecho. Las imágenes descriptivas invaden la carta con un tono poético elevado

Y también escribí cuatro veces al gobernador de la Bahía y provee-


dor mayor, en persona propia para que me enviase brea, clavazón y
algunas cosas de navío para reparar este viejo; el cual, a fuerzas de
brazos, lo sustento con la bomba sobre el agua, porque la broma de
aquí es mucha y causa gran daño en los navíos. Esperándolo estoy,
para, en viviendo, echalle un fondo todo nuevo, que de otra manera
no está de servicio. Y aunque parece menudencia, estímase más que
una flota, porque no hay más deste ojo, y, si se acaba, quedaré a
escuras, y con este palomar, aunque viejo, se han sustentado las pa-
lomas que se quisieron hacer torcaces, y las he vuelto caseras, con
harto trabajo (215).

57
Documento original del A.G.I., P. 33, N° 3, R. 60, S. 4. La carta está escrita en dos folios de
ambos lados de puño y letra de Sarmiento de Gamboa. Un tercer folio tiene escrito en el dorso
“A la S. C. R. M. el Rey Don Felipe, nuestro señor en su mano y en su real Consejo de las Indias”.
Con una letra diferente está escrito: “Río de Janeiro, Al rey y su Consejo, 1585. Pedro Sarmien-
to, 5 de octubre. Desde septiembre de 84 había escripto de allí otras veces pidiendo socorro
para el Estrecho, y le aguardaba con grande necesidad. La gente que traía consigo andaba
descontenta y amotinada. Hay en aquella tierra grande exceso en el hacer esclavos a los
indios. A la justicia de Puerto Rico. (Rúbrica) Avísese al Consejo de Portugal (Rúbrica)”. La
versión de Rosenblat (Doc. N° 13: T. II, 214 – 218) está copiada de la edición de P. Pastells (334
– 338).
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 297

En la descripción se condensan elementos del mundo marino: el navío, la


flota. El viajero se fusiona con su nave –casa– palomar que lo ha salvado del nau-
fragio. Los detalles que refiere el narrador “humanizan” un objeto que asimismo es
presentado en agonía. El navío es el centro de todos los desplazamientos. El grado
de acercamiento que se establece es tal que, metafóricamente, quien escribe afir-
ma que si éste le faltase quedaría a “escuras”. El barco se transforma en una pro-
longación del cuerpo, son las “alas” que le permiten desplazarse por los mares.
El eje de la argumentación atraviesa la carta y se exponen los razones que
avalen el acto de pedir. Se fusionan reproches con alabanzas para referir los esfuer-
zos que se han realizado en servicio a la Corona apelando nuevamente a imágenes
poéticas.

Muchos riesgos he pasado por dar contento a Vuestra Majestad, y


éste estimo por mayor. Pero ni unos ni otros me ha espantado ni adel-
gazado la voluntad de perseverar; antes agora tengo los aceros más
vivos, si tuviere fuerzas y posible como lo poder ejecutar y continuar
a gusto de Vuestra Majestad, que, como esto sea, todo lo daré por
bien empleados. Y pues un gusano como yo haya esta fe, con tantas
desventuras y trabajos, no siguiéndoseme de ello sino peligros, muer-
tes, destruición mía y emulaciones, más cierta cosa es que a Vuestra
Majestad, cuyo es todo, no lo encogerán gastos, que tan ordinarios
son anexos a los Reyes, y más a Vuestra majestad, monarca del uni-
58
verso, que sin ellos no se pueden hacer cosas semejantes (215).

La descripción del narrador como héroe de grandes hazañas, queda ahora


reducida, pulverizada en la imagen de un gusano59 mendicante que lo único que
reclama es socorro (comida, ropa, calzados, bastimentos) para unos seres des-
protegidos que están, desde que arribaron a ese inhóspito Estrecho, en permanen-
te desamparo. No sólo se habla de ese “allá” remoto que es el paso sino también se
exponen los jirones a los que han quedado reducidos los hombres. En esta car-
ta, más que en ninguna de las anteriores, se inscriben los elementos de la narrativa
del desamparo, ese estado permanente de abandono, esa actitud de expectación

58
Las cursivas me pertenecen.
59
La imagen del gusano era frecuente en la época de Sarmiento ya que con ella se hacía
referencia, según el Diccionario de Autoridades a un “hombre humilde y abatido; y hablando
moralmente se extiende a todo hombre respecto de Dios”.
298 MARÍA JESÚS BENITES

constante de aquellos que solicitan ayuda. La fuerza expresiva de la primera per-


sona apela a movilizar y conmover al destinatario y es este el punto culminante del
texto.

Encomiendo a Vuestra Majestad, por amor de Dios, los compañe-


ros míos, vasallos, y buenos de Vuestra Majestad, que esto me llega
al ánima; que si a costa de mi sangre y vida los pudiera socorrer, lo
hiciera como lo he procurado, y mejor, olvidado de mí propio. Acabado
he de consumir mi pobreza para sustentar los que están conmigo y lo
que se escapó de la tormenta de las municiones reales, porque aquí
no hay otra cosa de que me pueda favorecer, ni la tierra lo tiene ni las
voluntades de los moradores lo llevan. Apenas podré sustentar dos
meses desde hoy con lo que me queda, si Dios no lo remedia (216).

El tono de decepción invade la escritura. La ilusión de los refuerzos se


desdibuja en la angustiante espera. Así, la vida de sus hombres es encomendada,
como último y desesperado recurso a la Providencia. Los cuerpos se inscriben como
objetos de sacrificio, en un símil implícito con Jesucristo, que imprimen en el papel
la desesperanza de quien no tiene nada más para ofrecer porque ya ha entregado,
a ese Rey lejano y silencioso, sus fuerzas, su espíritu ... su pluma.
El desengaño que atraviesa el ánimo del emisor se proyecta en un quiebre en
la relación con el Rey. La figura del monarca es desplazada de los ruegos y se acude
directamente a la de Dios, como único medio posible para acceder a alguna res-
puesta. Sarmiento se anticipa en el tiempo y ante un posible silencio adelanta un
reproche.

Si en todo noviembre no viniere recado, echarlo he a las cosas del


mar. Y si tarde más, sospecharé que Vuestras Majestad no se ha ser-
vido mandar proseguirlo. Y si así fuese (que no lo puedo creer), yo no
soy de provecho para ello, quedándome con lo que nadie puede quitar,
que es la afición suma del bien de Vuestra Majestad (216).

El 27 de septiembre de 1589 vuelve a firmar una carta. Los cuatro años que
la separan de la anterior implican reconstruir un itinerario trazado con las líneas de
la desgracia. Luego de dos intentos fallidos por volver al Estrecho (las inclemencias
climáticas no le permitieron llegar hasta la entrada del paso) con un cargamento de
provisiones y ropa para los pobladores abandonados, decidió volver a España para
tramitar una ayuda más efectiva.
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 299

Sarmiento desconocía que en España se realizaban diversas gestiones para


dar una respuesta a sus pedidos. A las relaciones de Gregorio de las Alas y Antón
Pablos se suman diversos documentos y cartas de Felipe II a sus consejeros en las
que solicita información con respecto a las gestiones.60
El 22 de junio de 1586, como se refirió en la Segunda Parte, un agobiado
Sarmiento parte con rumbo a España, pero la nave es interceptada por piratas
ingleses, quienes lo toman prisionero y lo llevan a Inglaterra. Los barcos de la flota
pertenecían a Raleigh quien concerta una reunión entre el navegante y la reina Isa-
bel. Ésta dispone liberar al prisionero y encomendarle una misión diplomática en Es-

60
Sobre las relaciones de Pablos y Gregorio de las Alas ver las nota del pie en las páginas 224
y 237. En el A.G. I. P. 33, N° 3, R. 52, existe un extracto de una consulta enviada a la Junta de
Puerto Rico por el Consejo de Indias con la intención de averiguar las posibilidades para el envío
de socorros para la gente del Estrecho de Magallanes. El documento es del 6 abril de 1585. En
el texto se señala que la organización de la flota debe ser considerado de manera inmediata ya
que “considerando el estado en que aquello está y lo mucho que importa esforzarlo y la
necesidad que habrán padecido, pues el bastimento que Diego Flores les dejó no podría
alcanzar más de hasta fin de año pasado, y para el presente no será bastante, lo que Pedro
Sarmiento envió en el carabelón que le dieron en Río de Jeneiro, que no se sabe si llegó, ni
haber allí otra comodidad alguna de socorrerse, y que aquella gente se entiende quedó desnu-
da, parece que es cosa muy justa y conveniente socorrerla, y que esto sea en fin de junio de
este año, sin que haya dilación, pues constando de la necesidad, no parece buen socorro el
que se dilatase otro año, mayormente con el peligro de la desnudez de la gente en parte tan
destemplada, de excesiva frialdad”. La cita ha sido extraída de la edición de Ángel Rosenblat
(T. II, 346 - 347) quien la copió de Pastells (732 –733). El fragmento expone el complicado y
abrumador aparato burocrático español. Esto se ejemplifica en la anotación que lleva uno de
los folios: “Por consulta de seis de abril de 1585, se consultó a Su Majestad que se envíe una
armada al Estrecho, y en ella socorro a Pedro Sarmiento, y que de camino visite la Paraíba y
fuerte que se hizo en el Río de Sanct Vicente, y salga por junio de este año, y se provea luego
lo necesario para ello. Que se continúa la averiguación contra lo de la armada y será bien que
se dé al señor fiscal para que pida lo que convenga”.
Los trámites se dilataron ya que el 19 de agosto de 1585, el Consejo tomó declaración al piloto
Pedro Díaz, sobre las vías adecuadas para la navegación “que se hace de España al Río de la
Plata y al Estrecho de Magallanes”. P. 33, N° 3, R. 50.
El 16 de diciembre de 1586, los bastimentos para el Estrecho aún no habían partido. Así lo
confirman diversas cartas que Felipe II redacta al marqués de Santa Cruz, al duque de
Medinasidonia y a don Antonio de Guevara. En ellas daba cuenta de la captura de Sarmiento y
de la necesidad de rescatar a los españoles abandonados en el Estrecho. El duque respondió
a Felipe II el 13 de enero de 1587, con frontal realismo, que no consideraba necesario enviar
300 MARÍA JESÚS BENITES

paña. El 9 de diciembre del mismo año, y cerca ya de la frontera española, es


apresado por los hugonotes. El 11 de diciembre lo encierran en Mont de Marsán y se
envía el aviso a España pidiendo el rescate. Felipe II no acepta los términos y el
viajero es confinado en el “Castillo Infernal”.
En la epístola del 27 de septiembre,61 Sarmiento reanuda el ejercicio de
escritura desde la cárcel de Mont de Marsán dirigiéndose a Juan de Idiaquez, Con-
sejero Real. La carta irrumpe con una súplica, que es un pedido de disculpas “Supli-
co a Vuestra Señoría no le espante la larga historia ni la mala letra, y me haga
merced de leer toda, que no deje letra”. Este fragmento se encuentra destacado en
la parte superior del primer folio. Es curiosa esta alusión a la caligrafía, ya que es en
la única oportunidad en que se hace una referencia de este tipo. La letra es más
descuidada que la habitual y se evidencia la falta de papel ya que las palabras están
muy abigarradas.
Esta letra transmite el estado de angustia en que se encuentra quien escribe.
La mano es una extensión de un cuerpo en peligro de muerte, la letra descuidada,
que se deforma, aprisionada igual que el que escribe, es el único medio desespera-
do de salvación. El cautivo apela a la benevolencia de ese otro para predisponerlo
de manera favorable para el extenso relato de sus penurias.

Y aunque no le sobre tiempo a vuestra señoría me detendré algo más


que yo quisiera, si la necesidad tan urgente no me constriñera a lo hacer,
por dar de mí razón y pedir remedio a mi aflicción. Y el no haber escrito en
todo este tiempo ha sido por su orden, pensando quél haría lo que había
prometido y asegurado como si lo tuviera en la manga (219).

La narratio se estructura sobre dos momentos del pasado: uno inmediato


que se focaliza en Domingo Esporrín quien fue designado por el Consejo para ges-

“remediar aquella pobre gente, pues [los socorros] no podrán llegar al dicho Estrecho (...) a lo
que creo por sin duda, es que aquella gente se habrá perdido, y cuando no lo sea tengo por
cierto que se habrán pasado a Chile, forzados por la necesidad”. En Colección Navarrete, Vol.
XX, N° 49. Cita extraída de Landín Carrasco: 1945, 197 - 198. Esta decisión clausuró las
esperanzas de los colonizadores.
61
El manuscrito se encuentra en el A.G.I. en el P. 33, N° 3, R. 68, S. 7. Está escrito en cuatro folios
de ambos lados de puño y letra de Sarmiento. En Rosenblat (Doc. 14, T. II, 219 – 227) está
copiada de Pastells (755 – 763). Esta carta también aparece copiada en el tomo II de Armada
Española de Cesáreo Fernández Duro, Madrid: 1896.
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 301

tionar su rescate. El otro, mediato donde el narrador detalla las sumas que se le
adeudan por sus servicios a la Corona y que ampliamente superan el monto que se
solicita por su vida.
Después de dos años de ilusionada espera Sarmiento se entera que Esporrín
no sólo no cumplió con los términos establecidos por los hugonotes sino que ade-
más gastó el dinero del rescate en sus frecuentes viajes entre España y Francia.
Ante la incapacidad del delegado real y la inminencia de su muerte pide que se
agilicen los trámites para pagar su rescate.
Con esta carta se abre un nuevo momento en el móvil del socorro. Si en las
anteriores se solicita ayuda para los pobladores del Estrecho, aquí es para él mis-
mo. Por este motivo y para que la escritura adquiriera toda la fuerza argumentativa
que necesita en función de su objetivo, refiere sus padecimientos. La evocación de
las condiciones de enunciación cumple la función estratégica de conmover al desti-
natario.

En llegando aquí el mensajero me tapiaron entre cuatro murallas, y


quedé en el castillo, metido en un infierno increíble, sin luz ni día ni
claridad, Final, tinieblas infernales, donde yo me muchos días espe-
rando cada hora la última boqueada, que si hubiese de contar las
cosas que allí pasé, pondría horror, mas comparado con lo que mis
pecados merecen todo aquello y millones de veces más es nada (221).

Hay una ambigüedad entre el querer referir el espanto y la imposibilidad de


hacerlo. Ese no poder encierra toda la fuerza que adquiere el silencio ante el refe-
rente de lo que no se puede mencionar. La cesación de palabras es más eficaz que
el testimonio de los acontecimientos. El narrador apela a las pruebas morales de la
retórica, que movilizan, por medio de la compasión, al destinatario.
Se explicitan las huellas del sufrimiento, las marcas del dolor que se apode-
ran del cuerpo. El suplicio pone de manifiesto la ineptitud de aquellos a quienes ha
servido. El padecimiento de esa manera refleja que el castigo que se tolera es el
resultado de su lealtad incondicional. La posibilidad de dejarlo desamparado es un
cargo de conciencia para quienes lo abandonan no para él, que es quien padece el
tormento.
La misma lógica se manifiesta en el tratamiento del tema de las gestiones de
Esporrín. El narrador detalla los movimientos del enviado oficial y la pluma se apa-
siona con un creciente descontento. Pero le interesa especialmente detenerse en el
302 MARÍA JESÚS BENITES

detalle de los gastos que se le adeudan. Así realiza un balance de los atrasos y deu-
das que la Corona mantiene con él, las que superan ampliamente la suma pedida.
De todas maneras, exponer el pedido de rescate plantea el modo de encarar
el pedido en el contexto de la carta. Para ello apela a referir su insignificancia con la
finalidad de conmover a Idiaquez pero también señala un reproche ante el olvido
oficial.

Y si mis trabajos no valen esta suma cierto yo soy poco necesario


vivir sobre la faz de la tierra, que mucho más he gastado yo en un día
y perdido en un momento por su servicio. Y destos momentos, con la
vida en el anzuelo, han sido millones, y final toda la vida. Y por testi-
monio estoy en ellos y aquí, al ojo de quien puede. Por tanto, suplico a
vuestra señoría, por las llagas de Dios, haya piedad de quien la ha de
todo lo que podría decir y no oso, y me socorra, siendo servido de
hacer que yo sea proveído y socorrido con esta suma (223).62

Este apenado ruego es, inmediatamente, rectificado y se inicia un extenso


detalle de todas las deudas. Sarmiento plantea el pago de su rescate como una
transacción comercial o devolución de servicios por los “millones” que él ha prestado
a la Corona entre los que se suman los dineros invertidos en “municiones, pólvora,

62
Este pasaje y muchos otros rememoran algunos tramos de la carta que el 3 de febrero de 1544,
un Hernán Cortés envejecido y defraudado, eleva al Rey solicitando mercedes en recompensa
a los desmedidos esfuerzos realizados durante cuarenta años al servicio del Imperio: “y no sé
por qué no se me cumple la promesa de las mercedes ofrecidas y se me quitan las hechas. Y
si quisieren decir que no se me quitan pues poseo algo cierto es, que nada e inútil es una mis-
ma cosa y lo que tengo es tan sin fruto que me fuera harto mejor no tenerlo porque hubiera en-
tendido en mis granjerías y no gastado el fruto de ellas por defenderme del fiscal de vuestra
majestad que ha sido y es más dificultoso que ganar la tierra de los enemigos, así que mi traba-
jo aprovechó para me contentar de haber hecho el deber y no para conseguir el efecto de él,
pues no sólo no me siguió reposo a la vejez, mas trabajo hasta la muerte y pluguiese a Dios que
no pasase adelante sino que con la corporal se acabase y no se extendiese a la perpetua,
porque quien tanto trabajo tiene en defender el cuerpo no puede dejar de ofender al ánima”. El
manuscrito se conserva en el A.G.I P. 16, N° 1, R. 16. Posee dos folios escritos de ambos lados.
El folio 2 v° sirve de carátula donde se lee “A la S. C. R. M. Emperador y rey de las spanias” y
el remitente “Del marqués del Valle”. El tipo de letra hace pensar que se trata de una copia. El
saludo final ha sido escrito con otra letra, probablemente la de Cortés, y abajo se observa la
firma “El marqués del Valle”. La transcripción que se reproduce es del original. Se han actua-
lizado la ortografía y los signos de puntuación.
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 303

plomo, arcabuces, espadas, ropa, cables, estopa, brea, cueros de suelas, vestidos
de soldados, socorros a marineros y pilotos y aderezos de navíos” (225).
El prisionero prepara a su destinatario para que sienta compasión, ya que lo
importante es mostrar que uno no merece tal daño, que la abnegación y sacrificio
demostrados en los múltiples y peligrosos servicios a la Corona, deberían eximir-
lo del sufrimiento del encierro. Hay una necesidad de esa conmiseración, para al-
canzarla se debe demostrar con hechos que no se merece tal estado de abandono.
La premura de la muerte es el elemento central que mueve a la clemencia.63
Antes del cierre, luego del extenso detalle, el narrador arremete nuevamen-
te con su ruego y profiere un grito, que surge después del enmudecimiento anterior.
Es una exaltación del gesto del sufrimiento, donde la desesperanza estalla en un
lenguaje apasionado.

¡Por amor de Dios, por amor de Dios, por amor de Dios, padre y
señor mío, que tome esto como cosa suya propria, pues yo lo soy, y
haya yo respuesta breve! (227).

A pesar del tormento extremo hay un fuerte sentimiento de pertenencia a


una autoridad a la que se espera conmover para que actúe en su beneficio. Pero
Sarmiento espera en vano, en su estrecha celda, su liberación. A los pocos días, el
2 de octubre, redacta con la misma súplica una carta a Felipe II.64 Desde la direc-
ción o vocativo mismo de la epístola se evidencia el encierro y aislamiento que
padece quien escribe. En ella utiliza el S.C.R.M. que, como señala Heredia Herrera
(1977), había dejado de usarse en 1586 para el tratamiento real.
En el exordio se disculpa y justifica por importunar al Rey, pero dada la falta
de respuesta obtenida es ésta la única vía que encuentra para tramitar su rescate.

Resistido he hasta la sangre por no importunar más a quien debo y

63
Véase Aristóteles. Cap. VIII, “La compasión” en El arte de la retórica.
64
El manuscrito original se encuentra en el A.G.I., P. 33, R. 68, R. 8, S. 8. Está escrito en un folio
de ambos lados. La letra de la carta es de Sarmiento aunque en un tamaño más pequeño que
el acostumbrado. Además, están trazados con regla y lápiz los renglones que crea visualmente
el efecto de orden y prolijidad en oposición a la carta dirigida a Idiaquez. En la carátula se lee “A
la S. C. R. M., el Rey Nuestro Señor” y hay una rúbrica. En Rosenblat (Doc. 15: T. II, 228 – 231)
está copiada de la edición de Pastells (764 - 767).
304 MARÍA JESÚS BENITES

deseo dar gusto, por quien morir es mi vida, lo cual me ha causado la presente, que
cierto no es de cudicia (228).
La escritura refiere nuevamente los tormentos que ha padecido antes de ex-
plicitar el motivo de la carta. La narratio gira en torno a los elementos del suplicio.
Son tres los elementos que caracterizan el tormento: en primer lugar “ha de produ-
cir cierta cantidad de sufrimiento”. La muerte es un castigo en la medida en que es
la ocasión y el término de una gradación calculada de sufrimientos. El suplicio pone
en correlación el tipo de perjuicio corporal, la calidad, la intensidad la duración de
los sufrimientos con la gravedad del delito (Michel Foucault: 1998).

Y al cabo de otros seis meses de tormentos, a poder de disputas,


representándome gran cortesía, bajaron a quince y a catorce mil es-
cudos y cuatro caballos, a lo cual yo nunca ofrecí cosa alguna, remi-
tiéndome siempre a no tener cosa sino lo que de limosna buenos cris-
tianos me quisiesen dar. Y cada baja me proponían la muerte: ya me
echan en el río, ya en la baja fosa, ya me tapian en tinieblas inferna-
les, y la espada en todo al degolladero. Y nada, con el favor de Dios,
me corrompió la constancia (229).

En el caso de Sarmiento la figura del delito no aparece. Él no ha cometido


ningún crimen, no pesa sobre él ningún tipo de acusación. Las técnicas intimidatorias
a las que se lo somete, tienen la función de acelerar el cobro de los dineros. Su vida
tiene un precio que si no se cumple se pierde. La purga de la pena en este caso se
extralimita.
La víctima tiene en su cuerpo las señales del sufrimiento, “la carne enferma”
(229). Estas marcas son expuestas para que resuenen en aquél de quien depende
su vida. El tormento no cumple con la función de revelar una verdad inconfesada.
En este caso lo que no hay que perder de vista es la relación con la recompensa.
Sarmiento es objeto de rescate, es el término en un mero acto comercial de true-
que.
Se introduce el motivo del pedido, no como una falta de “constancia” o debi-
lidad sino como la única vía que queda para sobrevivir al martirio. El narrador
vuelve a rescribir el desamparo, su cuerpo es reflejo del abandono, no obstante
persiste la sumisión a la jerarquía real.

Y sintiendo la enferma la carne lo suyo, aunque el spíritu sea tenaz,


y sintiendo yo primero lo general que lo proprio, me forzó a aceptar la
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 305

condición de los seis mil escudos y cuatro caballos, eligiendo de dos


peligros el menor, confiado en Dios y en sus siervos, lo que hice más
por dependencias que por mi particular, pensando que mi agente de
Jaca tenía lo que había prometido (229 – 230).

Lo que podría ser considerada una debilidad al solicitar el rescate, se trans-


forma en una situación extrema de aceptación de las condiciones que imponen los
captores. Después de esta exposición, Sarmiento inicia una seguidilla de súplicas a
Felipe II.

Sólo diré que esto y la urgentísima fuerza de la vida mía y de otros


me ha hecho acudir a dar pena, bien contra mi voluntad, no pudiendo
escusar lo que tanto he rehusado, que es acudir al puerto de salud
cierto, ques vuestra Majestad a quien humildemente suplico se acuer-
de de su natural benignidad, y después déste su criado, aunque sea
gusano y ceniza, y me socorra, pues por dineros no conviene a mi
señor que un hombre suyo se pierda, pues el dinero se halla en las
minas y no en los hombres, y la ocasión es en la mano (230).

El peticionante se presenta como el sujeto que solicita para el otro, el bene-


ficio de su rescate no es el propio ya que redunda en la grandeza de Felipe II. Su
condición de prisionero no sólo es un ultraje a su honra y fama personal sino que
significa un daño moral para el propio Rey. La situación de tan leal vasallo es pre-
sentada en el texto como un agravio para el monarca y su pérdida está más allá de
toda apreciación económica.
La sentencia final del texto explicita la súplica y permite inferir que obrar
contrariamente a lo que se solicita es incurrir en una injusticia. Para ello se refuerza
la idea de los servicios prestados y ante las posibles dudas de Felipe II de enviar la
suma de dinero, se pone el acento en el vasallaje.

Y si tuviera mil millones, todos los diera por salir deste infierno, que
no quiero sino salir con solo el fuste, mondo, vivo, para lo acabar de
consumir en lo que tanto creo conviene a mi ley y mi rey: la presencia
(...).

La afección y obligación me obligan a decir esto, que, si no lo hicie-


se, con razón podría ser notado de no fiel. Y juzgándose mi voluntad,
se me admitirá en servicio, no sólo como de vasallo, mas de criado
apasionado, sobre todo lo que se puede imaginar, de Vuestra Majes-
306 MARÍA JESÚS BENITES

tad, que tiene por gloria y honra acudir por sus ovejas. Y pues aun las
ajenas tanto favorece, las proprias no conviene quedar despreciadas
al rincón, mayormente las fecundas y fructuosas (230 - 231).

En diciembre de 1589 Felipe II firma una cédula en la que ordena el pago del
rescate. El fiel vasallo regresa después de casi diez años a la Corte. El colonizador
y cosmógrafo que había navegado en búsqueda de su propia utopía, retorna, con
cincuenta y ocho años, flaco, abatido, sin dientes ..., para volver a sujetar su quimé-
rica pluma.
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 307

Capítulo II

Últimos trazos
308 MARÍA JESÚS BENITES

I- Los memoriales

"Suplica a Vuestra Majestad sea servido traer a la memoria".


Pedro Sarmiento de Gamboa,
Memorial del 21 de noviembre de 1591

En septiembre de 1590 Sarmiento reaparece en la corte española entregan-


do a Felipe II el relato de viaje que refiere sus desventuradas hazañas y solicitando,
con renovado ímpetu, regresar al Estrecho para llevar alivio a sus ya desaparecidos
pobladores. Pero Felipe II no sólo no autoriza nuevas expediciones al paso de la
desgracia sino que el navegante es ubicado en un puesto en el que poco luciría su
heroísmo épico.
Luego de esta etapa silenciosa en la que el frustrado Gobernador parece
haber abandonado su inclinación a las empresas de descubrimiento, escribe tres
memoriales dirigidos a Felipe II. En el manuscrito del primer memorial no se indica
la fecha65 y, aunque está redactado de su puño y letra, tampoco lleva su firma.
Pablo Pastells (1920) lo ubica en el grupo de textos escritos en el año 1581,
mientras que para Rosenblat (1950) el documento “no puede ser anterior a 1591”
(T. II, 249) aunque no aclara los motivos de esta afirmación. En el Archivo General
de Indias el documento ha sido ingresado en la serie 4 de la signatura Patronato 33,
N° 3, Rama 68 donde se encuentran los documentos firmados entre los años 1581

65
Documento del A.G.I., P. 33 N° 3 R. 68. S. 4. Escrito en un folio de puño y letra de Sarmiento de
Gamboa. En la carátula se lee “Al Rey Nuestro Señor de Pedro Sarmiento de Gamboa”. El
documento no se encuentra firmado. En Rosenblat (Doc. 20: T. II, 249 – 251) aparece copiado
de la edición de Pastells (494 – 495) bajo el título de “Relación de Pedro Sarmiento de Gamboa,
recordando a Su Majestad los servicios que había hecho como capitán, sargento mayor,
alférez, general, maestre de campo, gobernador y capitán general, y otros cargos que había
tenido, y, aunque por mayor, los hechos de pos su familia. Pide alguna recompensa”.
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 309

y 1591. Los otros dos memoriales con fecha 21 de noviembre de 1591 han sido ubi-
cados con los números de serie 12 y 13, lo que marca una distancia temporal entre
los mismos.
En el memorial del 1 de mayo de 1581 Sarmiento menciona que hace veinteseis
años que sirve a la Corona, en el documento en cuestión apunta que “sus servicios
que de treinta cuatro años acá ha hecho a Vuestra Majestad”. Es evidente que la
fecha de 1581 que Pastells atribuye a este documento es desacertada.
Si se considera la fecha propuesta por Rosenblat sólo ocho años separan
ambos textos y así su probable fecha sería el año 1589. Como he referido, en 1590
el navegante recuperó su libertad, dato que pone una vez más en disyuntiva la
localización exacta del texto. Me inclino a suponer que, efectivamente, pudo ser
escrito a principios del año 1591 ya que hasta el mes de noviembre Sarmiento aún
no había obtenido ningún merecimiento ni un destino determinado en la Corona. Lo
que sí llama la atención es el hecho de que no se mencione a los pobladores del
Estrecho, ni agradezca el pago de su rescate por parte del Rey, como sí hará en los
otros memoriales.
Existen además otras consideraciones respecto a este documento centradas
en sus aspectos tipológicos. El documento figura en la edición de Rosenblat bajo la
denominación de Relación (basada en Pastells), pero dadas las características for-
males que presenta lo he incorporado al corpus de memoriales. Los supuestos me-
recimientos son los móviles que guían la escritura de estos textos. Para ello apelan
al recuerdo de aquel, poderoso, que pudo o no haber ofrecido en algún momento un
beneficio a cambio de los servicios prestados durante años.66 El Diccionario de Au-
toridades señala este rasgo al definirlo como “papel o escrito en que se pide alguna
merced o gracia, alegando los méritos o motivos en que se funda su razón”.
En esta escritura se quiebra el sentido de la correspondencia que sustenta el
de las cartas puesto que el memorial instaura una dinámica diferente. La presencia
del otro desaparece y la interacción que marcaba la primera persona de las epístolas

66
En el Patronato 33 del Archivo General de Indias se encuentran numerosos pedidos de recom-
pensa elevados por quienes acompañaron a Diego Flores de Valdés y Pedro Sarmiento en la
empresa colonizadora al Estrecho de Magallanes. Los manuscritos fueron redactados entre
los años 1585 y 1588 y solicitan, en la mayoría de los casos, el pago de sueldos atrasados.
Pablo Pastells (1920) los ha enumerado en el Apéndice N° 2 de su obra El descubrimiento del
Estrecho de Magallanes (392 –403).
310 MARÍA JESÚS BENITES

se quiebra en la tercera. Este mecanismo crea el efecto de que es otro el que habla,
el que solicita; el pedido es indirecto, establecido desde una distancia.
La solicitud del memorial que he fechado en 1591 se orienta hacia el de la
honra y estimación. Los años transcurridos determinan que la escritura se centre en
la presentación del suplicante quien enumera las múltiples funciones y cargos que
ha ejercido en procura del engrandecimiento del Imperio.

Suplica a Vuestra Majestad sea servido traer a la memoria que el supli-


cante es bien nacido, de padres y mayores nobles que han vivido y muerto
en su real servicio honrosa y loablemente. (...) Y él, del tiempo dicho a esta
parte, ha servido en mar y tierra, en paz y guerra, con letras y la espada,
en ocasiones y facciones gravísimas, con buenos subcesos y arriscados
peligros. A Dios grandes gracias, honor y gloria, hasta el punto presente,
con oficios, títulos, y cargos los más honrosos de la milicia, de capitán,
sargento mayor, alférez, general, maese de campo, gobernador y capitán
general por Vuestra Majestad, en que siempre ha cumplido con su deber, y
le pesa no haber servido más y mejor (250).

El 21 de noviembre de 1591 Sarmiento envía dos memoriales a Felipe II.67


En uno agradece el nombramiento como almirante de una Armada que deberá custo-

67
Los dos documentos figuran Rosenblat (Doc. 21 y 22, T. II, 251- 254) copiados de la edición de
Pastells (774 – 776). Uno lleva el título de “Memorial de Pedro Sarmiento de Gamboa a Su
Majestad, en que suplica se acuerde de sus leales vasallos que por servirle quisieron quedar
en el Estrecho de Magallanes, confiados en la misericordia de Dios y de su Majestad, que los
mandaría visitar y socorrer como prometió”. Documento del A.G.I., P. 33 N° 3, R. 68 S. 12. Esta
escrito de puño y letra de Sarmiento de Gamboa en un folio. En la carátula se lee “Para la
Majestad Real de Rey Nuestro Señor. A 21 de noviembre de 1591. Al presidente del Consejo de
Indias. (Rúbrica) Llévese a Puerto Rico (Rúbrica) Es de Pedro Sarmiento de Gamboa”.
El otro Memorial figura como “Memorial de Pedro Sarmiento de Gamboa a Su Majestad, en que
le suplica que se acaben oportunamente las cuentas que afectan a su rescate y a lo que se le
debe por cédulas reales, mandándolas remite al Consejo de Indias para ese efecto”. Es la serie
N° 13 en la signatura mencionada. Aunque figura del mismo día la letra no es la de Sarmiento de
Gamboa, aunque los rasgos son bastante parecidos, hay diferencias importantes en el uso de
las abreviaturas. También está escrito en un folio en cuyo reverso está la carátula con el
siguiente texto” Para la Majestad Real el Rey Nuestro Señor. A 21 de noviembre de 1591. Al
Presidente del Consejo de Indias. Traiga el contador las cuentas que refiere. (Rúbrica) Es de
Pedro Sarmiento de Gamboa”. Es importante destacar que ninguno de los dos memoriales lleva
la firma de Sarmiento de Gamboa.
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 311

diar los barcos que llegan de las Indias y, nuevamente, el rescate de la prisión.
Repite una vez más el pedido de auxilio para los que han quedado en el Estrecho.

Por esto suplica a Vuestra Majestad, por la sangre de Nuestro Se-


ñor Jesucristo, se acuerde de aquellos sus tan leales y constantes
vasallos, que por servir a Vuestra Majestad quisieron quedar en regio-
nes remotas (espantables a todos los que se volvieron huyendo), con-
fiados de la misericordia de Dios y Vuestra Majestad, que los manda-
ría visitar y socorrer, como Pedro Sarmiento en el real nombre de
Vuestra Majestad, se lo prometió (252).

En el segundo solicita el pago de las deudas que la Corona mantiene con él.
Las marcas del cuerpo, esos “tatuajes” (Glantz: 1992) imborrables son la prueba
contundente de que se ha prestado un servicio y que la benevolencia real debería
hacer digno en mercedes y mayores reconocimientos.

Suplica a Vuestra Majestad que haga merced que para que las
dichas cuentas se acaben oportunamente, las mande remitir al Conse-
jo de Indias para que con brevedad se concluyan. Y de la suma que se
le debiere, se descuente el dicho rescate, y la resta se le mande pagar,
para que con ello pueda servir a Vuestra Majestad en lo que se le
manda, con el lustre que suele y es necesario, y para pagar algo de lo
mucho que debe de lo que ha gastado en servicio de Vuestra Majes-
tad, o como Vuestra Majestad fuere servido y por bien tuviere. Porque
está tan gastado y adeudado,68 que le es forzoso valerse dello, bien
contra su voluntad, que, si por otra vía lo pudiera suplir, no se acodara
jamás dello para pedillo y suplicallo ni enfadar (252 - 253).

El reclamo por los sobrevivientes del Estrecho ha desaparecido de la escritu-


ra. En la sombra de la letra perviven los gritos descarnados y hambrientos de
socorro que la pluma silencia para siempre.

68
El énfasis es mío.
312 MARÍA JESÚS BENITES

II.- Noticias finales:


entre la literatura y los barcos

"Dicen que no embotó lanza la pluma."


Pedro Sarmiento de Gamboa,
Fragmento de un poema de 1591.

En el transcurso del año 1591, mientras Sarmiento escribe esos breves me-
moriales, la Corona lo designa Censor Literario. Resulta paradójico que, quien ha
dedicado gran parte de su vida a escribir una historia sobre los incas, cartas, relatos
de viajes y memoriales donde se exponen sus hazañas y padecimientos, y ofrecido
sus “flacas fuerzas” para continuar con empresas colonizadoras, sea encontrado
corrigiendo, rescribiendo y tachando un libro de elegías de varones ilustres de In-
dias en el cual él no figura.
El antiguo navegante de los mares del Sur, tuvo a su cargo la lectura de la
tercera parte de las Elegías y Elogios de Varones Ilustres de Indias que Juan de
Castellanos compuso inspirándose en La Araucana de Don Alonso de Ercilla. Es
curioso mencionar que en esa tarea de corrección, suprime del texto el “Discurso
del Capitán Drake”, compuesto por más de seiscientas cincuenta octavas, que for-
maba parte del original de Castellanos.69
Esta recuperación de la pluma no acaba con su tarea de censor literario. En
esta misma época su amigo Enrique Garcés publica la traducción de los sonetos de
Petrarca y el ahora escritor acompaña la edición con una octava y tres sonetos de su

69
José Miguel Barros (1981) refiere que en el manuscrito que se conserva en la Academia de la
Historia en Madrid han quedado las marcas de Sarmiento ya que ubicó apostillas, cambió
versos y suprimió varias estrofas. Esta tercera parte se publicó en 1850 y en ella aparecen
todas las correcciones realizadas por el censor.
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 313

autoría: Gratulación de Pedro Sarmiento de Gamboa a la publicación desta traduc-


ción de Henrric Garcés” “Elogio Eiusdem de Eodem”, “Recomendación a las musas”
y “Al autor”. Es muy probable que conociera a Garcés en Perú, en la época del conde
de Nieva y el virrey Toledo. Rosenblat (1950) refiere que Garcés ejerció una gran
influencia en la minería peruana ya que descubrió el azogue e introdujo un procedi-
miento para beneficiar con él la plata. Permaneció en América durante cuarenta y
dos años y regresó a Lisboa en 1589. Posiblemente se reencontró con Sarmiento
cuando éste retornaba de su cautiverio.
La escritura de los cuatro poemas a modo de prólogo, que introducen en un
tono exageradamente laudatorio la tarea de Garcés, es una excusa para desplegar
su erudición. En ellos expone su conocimiento de la cultura clásica y adorna sus
versos con figuras del Parnaso como las musas Talía (de la comedia) y Calíope (de
la poesía épica) y del Olimpo como Marte, Neptuno, Eolo, Minerva y Apolo. En todos
los poemas predomina la rima consonante en octosílabos que evidencian un estilo
forzado no sólo en la melodía de las frases sino en la construcción de las imágenes
líricas.

Vuele tal Garza déste al otro polo,


Sirviendo de estafeta el dios Eolo.70

En el soneto “Elogio...” hay una profusión de paralelismos e imágenes recu-


rrentes que exaltan la tarea de traductor de Garcés frente a la escritura de Petrarca.

Tanto da más Garcés que dio Petrarca,


Que el tal a sola Italia se reparte,
El nuestro a uno ya otro hemisferio.
Y así su verde Láurea el orbe abarca.

En “Recomendación a las musas” el ímpetu encomiástico sobre la figura del


traductor adquiere visos hiperbólicos que permiten al poeta desplegar una vez más
todo su bagaje cultural con recursos que encierran alusiones a la mitología y litera-
tura clásica.

70
“Gratulación de Pedro Sarmiento de Gamboa a la publicación desta traducción de Henrric
Garcés”. Ángel Rosenblat incorporó en su edición de los Viajes (T. II, 257 – 258) estos cuatro
poemas. Todas las citas han sido extraídas de allí.
314 MARÍA JESÚS BENITES

¿No veis que esa Hipocrene es niñería


Y Garcés vuestro Píndaro, que entona
La lira de amor del de Ancona
Con mucho más dulzor y melodía?
Éste es la pura caballina fuente,71
En éste solo Apolo resucita,
Gloria y honor de lusitana gente.

De los cuatro poemas me interesa detenerme en uno en que el propio Sar-


miento se presenta en su rol de poeta y, por medio de la imagen de la mano que
empuña la pluma, reconoce la falta de don para escribir en verso.72 La galería de
personajes históricos, como Virgilio y Alejandro Magno, y mitológicos, como Marte,
Neptuno, Belona y Minerva, que recorren los versos son utilizados para justificar
figuradamente, la incapacidad y el “atrevimiento” de quien pretende escribir poesía.

Al Autor
Perdonad, buen Garcés, mi atrevimiento.
Recibid chico don de pobre mano
Imitad (si vu plé) a Alejandro Magno,
Que par no tiene tu merescimiento.
Años ha que conoces a Sarmiento
Ser más descubridor que cortesano.
Tiempo fue que templaba el Mantuano,
Mas ya me dieron jaque desde asiento
Marte y Neptuno, y otro impedimento,
Que es vejez, que madura lo temprano.
Dicen que no embotó lanza la pluma,
Y si esto fue ya cuando en cualque gente,
En mí no veo al menos tal milagro:
Belona es a Minerva inconveniente;

71
La alusión a Hipocrene se refiere al mito según el cual, al dar una coz el caballo Pegasus contra
una roca, surgió en el monte Hilicón, donde habitan las musas, una fuente.
72
Es inevitable recordar a Miguel de Cervantes cuando en su obra Viaje al Parnaso (1614)
lamenta su falta de condiciones para ser un gran poeta:
Yo, que siempre trabajo y me desvelo
Por parecer que tengo de poeta
La gracia que no quiso darme el cielo.
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 315

No hay cosa que el desuso no consuma,


Que no produce sin cultura el agro.

Sarmiento se reconoce como un hombre que, llamado por Belona y Marte y,


por extensión, la Corona de España, ha olvidado el vuelo lírico de su pluma por la
contundencia de la lanza.
Como se desprende del primer memorial de 1591 el ahora poeta vuelve a
ejercer su oficio de navegante y abandona, definitivamente sus arrebatos líricos. El
30 de noviembre de 1591 Felipe II firma una cédula por la que lo nombra Almirante
de la flota73 que, a cargo de Juan Uribe Apallúa, tenía la finalidad de custodiar las
embarcaciones que salieran desde Cartagena, Nombre de Dios y Veracruz llevando
su cargamento de oro y plata a España. El Adelantado cumple ahora la misma fun-
ción, como subalterno, que poseía Diego Flores de Valdés, antes de emprender la
travesía magallánica.

Por cuanto yo he mandado aprestar una Armada de galeones y


navíos fuertes que vayan a las Indias a cargo de Juan de Uribe y
Apallúa, a quien he próvido por mi Capitán General della para que
traiga con la seguridad que conviene todo el oro y plata mío y de
particulares que hubiere juntado para este efecto en Nombre de Dios
y Cartagena y Nueva España y la Veracruz y venga el año que viene a
estos reynos en compañía y conserva de las flotas de Tierra firma y
Nueva España y porque conviene nombrar persona suficiente que sea
Almirante de la dicha Armada, acatando la diligencia y experiencia de
vos, Pedro Sarmiento de Gamboa, y lo que me habéis servido y espe-
ro que lo haréis, os he elegido y nombrado para que seáis mi Almiran-
te de la dicha Armada por el tiempo que durare este viaje.74

Esta Armada, luego de muchas dilaciones, parte el 29 de mayo de 1592


desde Cádiz. El destino no fue América, como hubiera anhelado Sarmiento, sino la
región de Cabo San Vicente para socorrer las costas acosadas por los saqueos de
piratas. Antes de la partida el viajero redacta cuatro cartas breves desde distin-
tos remitentes donde prevalece el tono informativo – administrativo.

73
La cédula se conserva en el Archivo General de Indias Indiferente General 433. Libro 2, folio
94.v-95. Fechada en el Pardo y firmada por Felipe II, “Yo el Rey”.
74
Transcripción del original.
316 MARÍA JESÚS BENITES

La primera, dirigida a Felipe II está escrita y firmada en Sanlúcar de


Barrameda el día 5 de abril.75 La segunda, también para el Rey es enviada desde
Bonanza con fecha del 15 de abril.76 En ella informa que sigue en ese puerto con
nueve galeones y el día que partirá hacia Cádiz. La tercera, es del 24 de abril
también desde Bonanza y va dirigida a Juan de Ibarra, Secretario del Rey. La impa-
ciencia se apodera del Almirante quien refiere que: “Yo estoy comiéndome las ma-
nos para salir y caminar. Ya Dios nos guiará de manera que Él sepa”.77
La última es anterior al momento del zarpe de la flota y está firmada el día 28
de mayo,78 en la que informa que está concluyéndose el despacho de la Armada y
señala aspectos que describen la composición de la flota.

Van dieciséis bajeles, tres galeones de Vuestra Majestad y las de-


más naos fuertes escogidas y grandes medianamente artilladas y
municionadas y el galeón San Felipe en todo punto admirable de gran-
de, fuerte, artillado, proveído de gente y vituallas, que es capitana,
pero va más meditado que yo quisiera (...) 5 pataches pequeños, 2500
hombres de guerra y 1500 de mar.

Sarmiento comunica que ese día empezó a salir la nave capitana y por incon-
venientes tuvo que regresar. En la carta se expresa nuevamente el deseo de servir
al rey “como la vida mi resolución va pronta a ejecutar por mi parte lo que Vuestra
Majestad me manda”.
En el Archivo de Simancas se encuentra la última carta escrita por el viajero
y fechada a bordo del galeón San Felipe el 10 de julio de 1592. La misma está
dirigida a Don Alonso de Bazán, Capitán General de la Armada.79 En ella da cuenta
del estado de situación de la flota paralizada por vientos contrarios y la escritura
renueva el enfado de las primeras misivas.

75
Copiada en los Manuscritos de Medina, Tomo 254, folios 244 – 245.
76
Copiada en los Manuscritos de Medina, Tomo 255, 76.
77
Esta carta fue encontrada por José Miguel Barros en el Archivo Nacional de Chile. Tomo 129. La
cita está tomada de la transcripción de Barros.
78
Manuscritos de Medina, Tomo 255. Pieza 7348. La cita está tomada de Barros Franco (1982).
79
Archivo de Simancas, Guerra Antigua, Legajo 354. La letra de la carta no es de Sarmiento de
Gamboa. Sólo el pedido final y su firma le pertenecen. La transcripción es de Barros Franco.
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 317

Ya será tres días que se huyeron desta conserva dos pataches del servi-
cio desta armada. Creo habrán ido a Lagos so pretexto que habían agua y
se llevaron algún bizcocho, carneros y gallinas del Rey y de Juan de Uribe.

Lo que más sorprende es el pedido final que esgrime la carta ya que es la


primera vez que realiza uno de índole personal que revela un dato de su vida
privada. La escritura pierde la densidad que sostenía los escritos anteriores, el
deterioro del cuerpo es asimilado a una mano que simplemente refiere, despojada
ya del ímpetu anterior, datos burocráticos.

Aquí tiene Va. Sa. un servidor más que es Don Francisco Sarmiento
de Sotomayor, sobrino de Don García Sarmiento, mayordomo de la
Emperatriz, mi primo. Está en la plaza de Alférez real esperando que
V. Sa. le mande en qué le sirva y espera servirse del. Y así suplo a V.
Sa. le reciba por tal juntamente con el tío, puesto siendo una cosa ha
de ser el servicio que a V. Sa. se hiciera de nuestra parte por un nivel.

La solicitud de ayuda para los pobladores del Estrecho, es reemplazada por


la suplica de un cargo. Con este pedido personal, donde reitera, como lo ha hecho
de manera incansable durante veinte años, abandona el ejercicio de la escritura.
Cuatro días más tarde sería llevado, muy enfermo, a Lisboa.
Al margen, en un recuadro despejado de un asiento contable se anota que
Pedro Sarmiento de Gamboa murió en Lisboa el 17 de julio de 1592.80
La muerte del iluso poblador de un remoto e inhóspito estrecho, taumaturgo,
astrólogo, cosmógrafo, atravesado en vida por el acto de escribir, no ha quedado
registrada en ningún acta de defunción, tampoco se conserva un testamento y has-
ta se desconoce el lugar de su tumba.81 El despojamiento que ha invadido la última

80
A.G.I. Contratación, legajo 3281 B. En el A. G. I. se conservan dos manuscritos donde se hace
referencia a la muerte de Sarmiento de Gamboa. Uno es el nombramiento que se le otorgo a San
Juan de Aguirre como Almirante de la Armada “en lugar y por muerte de Pedro Sarmiento de
Gamboa”. El otro es el Título que Bazán entrega a Juan Gutiérrez donde también se hace
referencia a la muerte del navegante. (Contratación. Legajos 3264. A.). Publicados en Landín
Carrasco: 1945, 258 – 259.
81
Rosenblat (1947) y Rosa Arciniega (1956) señalan que en el Diccionario histórico - biográfico
del Perú de Manuel de Mendiburu (Lima: 1887, T.VII, 254) se anota “Su cadáver está enterrado
en Sanlúcar de Barrameda, en la iglesia del santuario de nuestra Señora de la Caridad”. Barros
318 MARÍA JESÚS BENITES

etapa de su escritura se metaforiza en la ausencia de estos datos.


En ese silencio final, en la ausencia de palabras, naufraga un viajero y vasa-
llo que hizo de su vida al servicio de la Corona y de sus propias quimeras una odisea
trágica.

Franco (1981) señala que el dato es inexacto ya que el mencionado edificio fue construido
casi medio siglo después de la muerte del viajero.
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 319

Conclusiones
320 MARÍA JESÚS BENITES
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 321

Esta investigación abarca la totalidad de los escritos de Pedro Sarmiento de


Gamboa historiador, navegante, astrónomo, conquistador del siglo XVI: Historia
Índica de 1572, Relaciones de los viajes al Estrecho de Magallanes de 1580, 1581,
1584 y 1590 y las cartas redactadas entre los años 1572 y 1592.
Se partió de la hipótesis de que los distintos tipos textuales que conforman el
corpus (historia, relatos de viajes, cartas) determinan diferentes posiciones del su-
jeto que escribe, en referencia, tanto al objeto como a la finalidad de su escritura. El
trabajo estableció las relaciones entre las características tipológicas de los distintos
textos y las posiciones que adopta el sujeto que los escribe. Ambos aspectos se
vincularon con las representaciones que el discurso proyecta no sólo del sujeto que
lo produce sino también de la realidad en la que éste se encuentra inmerso.
He rastreado entonces tres núcleos: sujeto, discurso y representación en un
corpus de textos que pertenece al momento narrativo de la conquista y colonización
del Nuevo Mundo.
La Historia Índica sostiene y legitima el proyecto colonizador y pacificador
que encabeza el virrey Francisco de Toledo en los Andes. Su estudio me enfrentó
con dos cuestiones centrales. Por un lado los aspectos que atienden a una escritura
adscripta a los modelos historiográficos tradicionales. Por otro, el modo en que la
mirada imperial del sujeto reconstruye en su escritura las imágenes del incario y su
pasado.
La primera cuestión es del orden de lo tipológico y me condujo a un rastreo
de las categorías que constituyen y definen la formación historiográfica y dos de los
tipos discursivos en que se realiza: historia y crónica. En el análisis se expuso el
modo en que el autor, desde la posición de “hombre de saber”, “letrado”, define su
texto como “historia” a partir de la emergencia de dos principios constitutivos: ver-
dad y narración. El primero como el eje sobre el que se erige una escritura que no
admite cuestionamientos; el segundo implica el modo de organizar la materia
discursiva.
Demostré que los mecanismos selectivos sobre los hechos y el modo en que
322 MARÍA JESÚS BENITES

son presentados en el espacio de la escritura revelan la posición del sujeto textual


ya que éste manipula el material histórico para fundamentar su rol social como
hombre de armas. Este segundo aspecto atiende a la justificación de los violentos
enfrentamientos que suscita la “pacificación” de los incas.
Para abordar esta cuestión, complementé el estudio de Historia Índica con
Relectio de Indis de Francisco de Vitoria, texto maestro sobre el cual el historiador
funda su lectura del mundo social, político y cultural de los incas para legitimar, con
argumentos válidos (ilegitimidad de los indígenas como dueños de las tierras, orga-
nización política basada en una tiranía y la falta de un sistema de sucesión definido:
“behetrías”) el proyecto imperial. De Indis brinda a la obra el fundamento ideológi-
co y jurídico para respaldar los mecanismos impuestos por Toledo en ese proceso
de anexión de las comunidades andinas y de supresión de sus creencias.
La obra fue confrontada con la Instrucción de Titu Cusi Yupanqui de 1571 ya
que el sujeto textual cumple un rol central en el proceso de resistencia y lo materia-
liza en este texto, cuyo discurso se opone al sistema colonial. El discurso de Cusi,
caracterizado como disidente, se opone al de Sarmiento ya que no está sustentado
en esa “lógica de la colonización” (Subirats: 1994) que determina la visión del mun-
do en la Historia Índica.
La obra de Sarmiento desplaza a la historia de los incas en tanto historia que
posee su propia coherencia, identidad y sentido. En su lugar el autor sustituye el
pasado incaico identificándolo directa e indirectamente con la historia del mundo
europeo. El mundo de los incas pierde su autonomía y contenido ya que es repre-
sentado por el discurso político y cultural dominante.
El escritor narra la historia de un pueblo mediante la sustitución (traducción)
de su palabra oral, transfiriéndola de la memoria, el "quipo" y el aire, al papel. La
escritura ubica al relato oral en una nueva categoría que antes no poseía, ya que
frente a la dispersión y multiplicidad, se impone lo unívoco.
En este proceso de asimilación de la palabra de los incas, el historiador no
sólo clausura otras escrituras, ya que considera que la suya es la más "vera" y
"gustosa", sino que, además, silencia los modos de representación mítica del mun-
do inca a los que asocia con el concepto de lo falso. No sólo “sujeta” la voz de los
incas, con su escritura de una historia controla el pasado. Ese control y conceptua-
lización sobre el pasado no está unido ni a lo identitario ni a la recuperación de las
tradiciones, sino que tiene fines específicos.
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 323

Las Relaciones de los viajes al Estrecho de Magallanes fueron escritas en


distintos momentos marcados temporalmente por la primera y la segunda incur-
sión. Reflejan movimientos que las acercan y distancian de los marcos oficiales y
revelan las distintas posiciones que asume el sujeto tanto con el objeto como con la
finalidad de su escritura.
El primer aspecto desarrollado fue el de las diferencias entre los textos que
confluyen en la Relación, tipo discursivo que se ubica dentro de la formación discursiva
historiográfica: “Instrucción Real” e “Instrucción y Memoria” o “Cuestionario”, ya
que considero que determinan distintos contextos de producción y acción. El cues-
tionario de cincuenta preguntas surge en un momento de sistematización de las
instituciones coloniales y brinda un patrón adecuado y eficaz de observación que
presupone como gesto determinante la escritura.
Las instrucciones, en tanto, circulan desde el momento mismo de la llegada
de Colón al Nuevo Mundo y no necesariamente exigen un resultado por escrito ya
que su fundamento es señalar los pasos que seguirán los conquistadores en el
proceso efectivo de ocupación territorial.
De esta manera me aparto de la distinción entre período no oficial y oficial
que propone Walter Mignolo (1982) ya que considero que ambas formas conviven
en los marcos institucionales. Es el Cuestionario, sin dudas, el que ha sufrido mayo-
res modificaciones hasta su configuración definitiva. Los puntos de las instruccio-
nes, en tanto, se han estructurado de acuerdo al tipo de travesía que se emprende
y por ello abarcan acciones disímiles como escribir, ordenar, poblar, nombrar, fun-
dar, prohibir.
La designación de “relato de viaje” a la que adscribo los textos da cuenta,
tanto de ese sentido de brindar informes en un marco oficial de circulación, como de
referir los sucesos de un contexto particular de producción: una empresa marítima
colonizadora a un confín inhóspito, a los límites del imperio, a un espacio que em-
pieza a configurarse, que no posee líneas definidas en ningún mapa.
En la orientación de mi propuesta la categoría “relato de viaje” se acerca a
una escritura surgida en el marco de empresas colonizadoras oficiales que pone en
escena elementos recurrentes en la pluma de un navegante: referencia a los avata-
res y curso de los vientos, a la irregularidad de las corrientes, a la disconformidad
de los tripulantes, al estado de las naves y descripción de la geografía: entradas,
puertos, alturas de las aguas. Se enmarcan allí las múltiples realizaciones que
324 MARÍA JESÚS BENITES

involucra la escritura del viaje: actas de posesión, descripción de derroteros, deta-


lles de los itinerarios, trazado de mapas, planos, relieves.
En el conjunto de las relaciones distinguí momentos en los que la escritura se
acerca y se aleja de la observancia del mandato. Este movimiento proyecta el
cambio de posición del sujeto que se advierte en el abandono gradual del gesto
descriptivo de la naturaleza y del paisaje que domina la escritura por encargo, por
el narrativo. La mirada eufórica, es de manera paulatina, desplazada por la voz de
la frustración.
La Relación y derrotero del viaje y descubrimiento del Estrecho de la Madre
de Dios, antes llamado de Magallanes de 1580 contesta y cumple con la función
básica de referir aquello que previamente se ha pedido. Relación de lo sucedido a la
Armada Real de Su Majestad en este viaje del Estrecho de Magallanes (1583), Re-
lación hecha por Pedro Sarmiento a Su Majestad sobre lo sucedido en el Estrecho
(1584) y Sumaria Relación (1590) son textos que surgen de la necesidad de ofrecer
una narración como único medio de defensa y de solicitud de recompensas. En
consecuencia, la escritura de la Relación de 1580 abunda en las descripciones, la de
las tres relaciones sobre el segundo viajes es invadida por lo narrativo.
La delimitación de los aspectos centrales que recorren y definen los relatos
de viajes fue la preocupación que guió el análisis de los textos. La lectura de los
escritos de Sarmiento que figuran en las ediciones publicadas por Pablo Pastells
(1920) y Ángel Rosenblat (1950), se complementó con una tarea de lectura, clasifi-
cación y transcripción de los manuscritos originales.
Este trabajo me permitió señalar el primer rasgo sobresaliente de la escritu-
ra: la alternancia entre la primera persona del singular, del plural y la tercera del
singular. El sujeto textual se representa de acuerdo a las situaciones desde estos
distintos lugares.
Otro rasgo destacado, es la relación espacio – escritura que se establece en
el texto ya que la pluma acompaña el desplazamiento espacial del viajero. Trazar y
escribir son dos de las acciones fundamentales.
En el acto de escribir se refleja esa necesidad de poseer el espacio y dominar
a quienes lo habitan, incluso cuando las inclemencias de la naturaleza y las flaque-
zas humanas lo transformen en una experiencia temeraria. Por esto el relato de
viaje es un tipo de texto en cuya realización el narrador entremezcla la descripción
del paisaje con el sufrimiento, el penoso vagabundeo con la exploración de las
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 325

costas, aspectos múltiples de una escritura guiada siempre por una mirada impe-
rial.
En la de 1580, resultado de su primer viaje, en la medida que Sarmiento
escribe, no sólo configura el territorio sino que, además, la escritura constituye en sí
misma un acto de apropiación del espacio que se recorre. Son dos los mecanismos
que le permiten, a la vez, representar y poseer: la necesidad de narrar (lo vivido) y
de describir (lo visto).
La Relación respalda uno de los últimos proyectos coloniales del Imperio
español por medio de una escritura que organiza su materia narrativa en función de
las normas impuestas por la Instrucción. En este texto Sarmiento se representa
como un sujeto moderno, una “fortaleza vacía”, movido por esa “vocación universal
de dominio”. (Subirats: 1994).
Los relatos del navegante marcan un movimiento descendente en el cual el
cartógrafo, si bien se transforma en un desamparado, nunca se aparta de los obje-
tivos colonizadores. Se entremezclan los motivos que tejen la narración de expedi-
cionarios harapientos con la representación épica de un héroe que desconoce el
sufrimiento de quienes lo acompañan.
He señalado que la escritura de las relaciones marca dos momentos: uno
eufórico de exaltación y optimismo y otro de decepción y mayor conciencia del
sufrimiento. En ambos se cruzan la rigurosidad de la naturaleza con las contrarieda-
des de un narrador que introduce en el cuerpo textual el propio.
Este entrecruzamiento, al que he denominado narrativa del desamparo, se
apodera paulatinamente de la escritura. El sujeto se reconoce en el desconsuelo e
inscribe el padecimiento. Recorrí de este modo, los cambios de posición que adopta
un sujeto colonial múltiple y fracturado que se representa, en un comienzo, como
cosmógrafo, geógrafo y navegante pero que termina apagándose en una inscrip-
ción invertida de sí mismo como la del suplicante que marca la Sumaria Relación de
1590.
La categoría de narrativa del desamparo se articula alrededor de la imagen
del abandono que sufren Sarmiento de Gamboa y sus pobladores. Abandono en el
que convergen la búsqueda infructuosa de auxilio tematizada a través de la caren-
cia de ropa, alimentos, refugio. El deterioro corroe dos elementos imprescindibles
para el navegante y viajero: el barco y el calzado. Los pies descalzos y llagados de
los peregrinos y las naves que se deshacen, pulverizan delinean el marco de estro-
326 MARÍA JESÚS BENITES

picio que ingresa e invade todos los niveles textuales.


Este proceso de ficcionalización es atravesado, tanto por los elementos que
intervienen en la narrativa del fracaso, como por los que aparecen en la exaltación
del momento mitificador. Estas dos categorías han sido propuestas por Beatriz Pas-
tor (1983) de manera contrapuesta. En los textos trabajados no se pueden estable-
cer estas distinciones como entidades separadas ya que el viajero se representa
como modelo de vasallo y continúa con la misión encomendada.
La actitud paradigmática, propia del momento mitificador, es revelada en el
acto de fundación de ciudades y en el mismo proyecto colonizador. Los padecimien-
tos de un “nosotros” que lucha por sobrevivir en una naturaleza hostil, motivo que
atraviesa la narrativa del fracaso, se materializa en lo que, de acuerdo con una
propuesta de Margo Glantz (1992), se denomina escritura corpórea.
En las relaciones de 1583, 1584 y 1590 se observan los distintos registros en
de una escritura cuyo objetivo es recorrer otros sucesos que la alejan progresiva y
sustancialmente de los requerimientos de la Instrucción. El narrador refiere formal-
mente los acontecimientos que ante su magnitud reclaman un espacio textual y que
desplazan el exclusivo acto de responder preguntas.
En la Relación de lo sucedido a la Armada Real de Su Majestad en este viaje
del Estrecho de Magallanes de 1583, el nosotros permanece inmóvil, es la escritura
del puerto, de la espera, de las llegadas frustradas. La Relación hecha por Pedro
Sarmiento a Su Majestad sobre lo sucedido en el Estrecho de 1584, es la escritura
del desamparo que surge de la precaria implantación de las instituciones españoles
en el espacio que se coloniza.
La Sumaria Relación de 1590, es una escritura que prueba el servicio presta-
do, merecedor por las marcas que se llevan en el cuerpo de algún reconocimiento.
La relación de 1590 no surge de un mandato, la palabra fluye de las propias nece-
sidades de un sujeto que refiere diez años de padecimiento e invariable fidelidad al
Rey.
De esta manera determiné que en las narraciones sobre la segunda y acci-
dentada expedición al Estrecho de Magallanes todos los niveles que involucran la
coherencia textual funcionan alrededor de la figura de Diego Flores y Valdés, el
ineficaz general elegido por la Corona.
En estos textos Sarmiento desliza, escudado en la narración de la vileza de
los actos cometidos por el general de la Armada, una crítica al Consejo de Indias y,
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 327

de modo indirecto, al Rey, destinatario al que se apela en todos los relatos. La


escritura que desprestigia a Flores es el único medio de reivindicación que posee el
cosmógrafo; es con la “ley de la letra” (González Echevarría: 1990) con la que se
pugna por volver a ocupar el lugar del cual ha sido postergado por Felipe II.
Es importante destacar que, en todas las relaciones, el sujeto se aferra a la
concreción de su empresa, rasgo que define a la narrativa del desamparo ya que
desde este espacio textual no se reconoce el fracaso; si bien existe una conciencia
del sufrimiento y sacrificio que implica la colonización de tierras inhóspitas, la em-
presa no se asume como imposible.
La compulsión epistolar de Sarmiento me permitió indagar nuevamente as-
pectos tipológicos y posiciones del sujeto. Sus cartas también están escritas en los
marcos oficiales ya que tienen por principal destinatario al Rey, al Consejo de Indias
y a los secretarios del Rey, pero el móvil de su escritura no es únicamente el de
informar o hacer “entera relación” de determinados acontecimientos; su presenta-
ción no está supeditada a ninguna solicitud oficial. Por el contrario, en cada una de
ellas se esgrimen pedidos, reclamos, se deslizan quejas. Este imperativo del ruego,
gesto y contenido principal de las cartas, acerca la escritura al tono de una deman-
da jurídica.
He afirmado que la acción de demandar implica asimismo una respuesta que
dé satisfacción a los reclamos. Sarmiento dirige todas sus misivas a un superior que
es quien tiene el poder de otorgársela. En el origen de cada demanda está el su-
puesto del merecimiento. El narrador nunca cuestiona el objeto, solicita lo que está
seguro de merecer. En este contexto la escritura es el soporte, el ejercicio mediante
el cual el solicitante expone sus razones y refuerza con argumentos su pedido.
En todos los textos señalé un fragmento, ubicado la mayoría de las veces en
la parte final, en el que se expresa el pedido. Para definirlo utilicé el término jurídico
petitum (o petición) con el que han sido identificados los tramos en que se explicitan
los alcances de la solicitud.
He realizado una distinción tipológica entre las cartas y memoriales. Los últi-
mos si bien esgrimen una solicitud, lo hacen desde una tercera persona que invaria-
blemente acumula motivos y lisonjas que acreditan el valor de quien suplica. El
desarrollo discursivo de los memoriales no presenta la complejidad estructural de
las cartas ya que son textos breves que evitan desviaciones temáticas.
El abordaje del corpus de las epístolas y memoriales se detuvo en el modo en
328 MARÍA JESÚS BENITES

que el narrador se construye en el texto para solicitar un determinado favor o


reconocimiento. Qué se suplica y cómo es ese gesto del pedido fueron las indaga-
ciones centrales de este análisis.
Advertí una progresión inversa, tanto en el objeto de la acción de suplicar
como en la voz, cada vez más fracturada, del suplicante. En un primer momento el
ruego tiene como objetivo el móvil de la honra, la estimación y la hacienda, que se
reitera en las cartas escritas entre los años 1572 y 1581. Es el discurso de un
navegante y colonizador eufórico, merecedor por sus hazañas de los más altos
reconocimientos.
Este móvil es apartado por el del pedido angustiante de auxilio para los po-
bladores del Estrecho y para él mismo encerrado en las oscuridades del “castillo
infernal”. Definí a la escritura de esta fase también como “corpórea” ya que en ella
se reflejan los tonos del desamparo y el cuerpo se inscribe en el texto para exponer
los jirones a los que las penurias lo han reducido. Las imágenes del deterioro se
rescriben y el narrador enfatiza la pérdida: dientes, pelo, peso... que lo convierten
en una imagen fantasmática.

El recorrido por los escritos de Sarmiento de Gamboa ha estado atravesado


por referencias a los azarosos acontecimientos de su vida para determinar el modo
en que los mismos se inscriben en los textos y definen a un hombre presuntuoso,
escindido y, sobre todo, profundamente solitario.
Con este “derrotero” por veinte años de escritura, he tratado de completar el
trazo de la firma, de restituir al papel esa parte que una pluma impetuosa desgarró.
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 329

Bibliografía
330 MARÍA JESÚS BENITES
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 331

g PEDRO SARMIENTO DE GAMBOA


A) TEXTOS DE PEDRO SARMIENTO DE GAMBOA

I- MANUSCRITOS
ARCHIVO GENERAL DE INDIAS - PATRONATO 33
¿ Carta al Rey Felipe II. 4 de marzo de 1572. (N° 2, R. 1, S. 1).
¿ Carta al Consejo de Indias. 4 de marzo de 1572. (N° 2, R. 1, S. 2).
¿ Parecer de Pedro Sarmiento de Gamboa. 1580 (N° 3, R. 2).
¿ Representación al Rey. Madrid, 6 de marzo de 1581. (N° 3, R. 9, S. 1).
¿ Representación al Rey 15 de marzo de 1581. (N° 3, R. 9).
¿ Memorial presentado sobre la manera de buques que era conveniente fuesen al Estrecho
de Magallanes, el tiempo en que se convenía salir para él de España y la navegación que se
había de hacer. (N° 3, R. 2). 1581.
¿ Carta al Rey. Río de Janeiro, 26 de octubre de 1582. (N° 3, R. 16).
¿ Carta al Rey. Río de Janeiro, 30 de octubre de 1582. (N° 1, R. 17).
¿ Itinerario de la Armada de Diego Flores de Valdés. 1 de junio de 1583. (N° 3, R. 28).
¿ Relación de los capitanes, naos maestres y pilotos que S. M. proveyó para la Armada que envió
en la jornada del Estrecho de la Madre de Dios, antes llamado de Fernando de Magallanes y lista
de los pobladores del Estrecho. Río de Janeiro, 1 de junio de 1583. (N° 3, R. 29).
¿ Derrotero de la navegación que hizo la Armada del general Diego Flores de Valdés. Río de Ja-
neiro, 1 de junio de 1583. (N° 3, R. 27).
¿ Relación hecha a Su Majestad sobre lo sucedido en el Estrecho de Magallanes cuando allí se
quedó y fundó dos ciudades. Pernambuco. 18 de septiembre de 1584. (N° 3, R. 46).
¿ Relación, gentes, provisiones de Pedro Sarmiento de Gamboa. San Sebastián de Río de Janeiro,
13 de julio de 1584. Con duplicado. (N° 3, R. 38, S. 5).
¿ Carta a Antonio de Eraso. Villa Nuestra Señora de la Visitación. 5 de enero de 1585. (N° 3, R. 60,
S. 3).
¿ Carta a Felipe II, Capitanía del Espíritu Santo, Victoria 5 de enero de 1585. (N° 3, R. 60, S. 1).
¿ Carta a Felipe II desde Río de Janeiro. (N° 3, R. 60, S. 7).
¿ Carta a Don Juan Idiaquez. Mont de Marsán, 27 de septiembre de 1589. (N° 3, R. 68, S. 7).
¿ Carta a Felipe II. Cárcel de Mont de Marsán, 2 de octubre de 1589. (N° 3, R. 68, S. 8).
¿ Sumaria Relación de Pedro Sarmiento de Gamboa, gobernador y capitán general del Estrecho de
la madre de Dios antes nombrado de Magallanes y de las poblaciones en él hechas y que se han
de hacer para Vuestra Majestad. El Escorial 15 de septiembre de 1590. (N° 3, R. 68).
¿ Relación de lo que monta lo que parece será menester de bastimentos para cien hombre
por diez y ocho meses, los seis meses para el viaje de aquí al Estrecho y doce para quedar
332 MARÍA JESÚS BENITES

allá. Principios de 1591. ( N° 3, R. 1, S. 5).


¿ Memorial presentado a Su Majestad de lo que convenía proveerse para la jornada de la población
y fortificación del Estrecho de Magallanes. (N° 3, R. 1, S. 2).
¿ Tanteo de los me parece se debería proveer para la fortificación y población del Estrecho.
¿1591?. (N °3, R. 1. S. 4).
¿ Balance de lo que será menester de bastimentos, y lo que valdrá para cient soldados por diez y
ocho meses, y para treinta marineros por diez meses. (N° 3, R. 1, S. 1).
¿ Memorial a Felipe II. ¿1591?. (N° 3, R. 68, S. 4).
¿ Memorial a Felipe II del 21 de noviembre de 1591. (N° 3, R. 68, S. 12).
¿ Memorial a Felipe II del 21 de noviembre de 1591. (N° 3, R. 68, S. 13).

ARCHIVO GENERAL DE INDIAS – INDIFERENTE GENERAL


¿ Carta a Felipe II. Bahía de Todos los Santos, 10 de diciembre de 1583. Indiferente General.

COLECCIÓN DE MANUSCRITOS DE JOSÉ TORIBIO MEDINA.


¿ Carta a Felipe II. Sevilla, 11 de agosto de 1581.
¿ Carta al Secretario de Felipe II, Don Antonio de Eraso. Sevilla, 7 de agosto de 1581.
¿ Carta a Felipe II. Santiago de Cabo Verde, 31 de enero de 1582.
¿ Carta a Felipe II. Sanlúcar de Barrameda, 5 de abril de 1589. Tomo 254. Folios 244 – 245.
¿ Carta al Secretario de Felipe II. Bonanza, 24 de abril de 1592. Tomo 255.

ARCHIVO DE SIMANCAS
¿ Carta a Don Antonio de Eraso. Santiago de Cabo Verde, 31 de enero de 1582.
¿ Carta a Don Alonso de Bazán, Capitán General de la Armada, del 10 de julio de 1592 desde
el galeón San Felipe. Guerra Antigua. Legajo 354.

II- EDITADOS
VIAJES A LAS ISLAS SALOMÓN
Relación a las Islas Salomón en Amancio Landín Carrasco, Vida y viajes de Pedro Sarmiento
de Gamboa, Madrid: Instituto Histórico de Marina, 1945, pp. 215 – 233.

HISTORIA ÍNDICA
Historia de los Incas, en Francisco de Toledo. Supremo organizador del Perú de Roberto
Levillier.
Buenos Aires: Portas, 1942. [1572]. Tomo III, pp. 3 - 154.
Historia de los Incas, Buenos Aires: Emecé, 1942. [1572].
Historia de los Incas, Buenos Aires: Emecé, 1943. [1572].
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 333

Historia de los Incas, Buenos Aires: Emecé, 1947. Edición y notas de Ángel Rosenblat. [1572].
Historia de los Incas, Madrid: Polifemo y Miraguano, 1988. [1572].

VIAJES AL ESTRECHO DE MAGALLANES


Viage al Estrecho de Magallanes por el capitán Pedro Sarmiento de Gamboa en los años de
1579 y 1580 y la noticia de la expedición que después hizo para poblarle, Madrid; Imprenta
la Gazeta, 1768. Edición, introducción y notas a cargo de Bernardo de Iriarte. [1580].
El descubrimiento del Estrecho de Magallanes, Transcripción y notas de Pablo Pastells.
Madrid: Sucesión Rivadeneira, 1920. pp. 480 – 645.
Viajes al Estrecho de Magallanes, Buenos Aires: Emecé, 1950. Edición y notas de Ángel
Rosenblat. Introducción a cargo de Armando Braun Menéndez. Dos tomos.
Viajes al Estrecho de Magallanes, Madrid: Alianza, 1988. Introducción, transcripción y no-
tas de María Justina Sarabia Viejo. [Relaciones de 1579 y 1590]
“Sumaria Relación de Pedro Sarmiento de Gamboa, gobernador y capitán general del Estrecho
de la Madre de Dios, antes nombrado de Magallanes, y de las poblaciones en él hechas y que se
han de hacer por Vuestra Majestad”. [1590] En Colección de documentos inéditos del Archivo
General de Indias, Volumen V. 1875. pp. 286 – 419.
Derrotero al Estrecho de Magallanes, Madrid: Historia 16, 1987. Edición e introducción de Juan
Bautista González. [Relación de 1580].

B) TEXTOS VINCULADOS A PEDRO SARMIENTO DE GAMBOA


I- MANUSCRITOS
ARCHIVO GENERAL DE INDIAS
¿ Descripción del viaje que hizo Juan Ladrillero para terminar de descubrir el Estrecho de
Magallanes y sus tierras desde los últimos límites de las provincias y gobernación de Chile
hasta dicho Estrecho. 1558. (P. 33, N° 1, R. 1). En Pablo Pastells, El descubrimiento del Estrecho
de Magallanes. (pp. 499 – 500).
¿ Aviso del Secretario Antonio de Eraso de participando al Consejo haberse dado a Sarmiento
el gobierno del Estrecho y salarios señalados. 20 de marzo 1581. (P. 33, N° 3, R. 9, S. 2).
¿ Real Cédula a los oficiales de la Ciudad de los Reyes ordenándoles pagar a Pedro Sarmiento
de Gamboa 1000 ducados de ayuda de costa en atención por haber venido desde el Perú p o r
el Estrecho de Magallanes y volver a hacer allí para su población. Lisboa 10 de septiembre de
1581. (P. 33, N° 3, R. 68).
¿ Real Cédula a los oficiales de Charcas en la que se les ordena pagar al gobernador Pedro
Sarmiento de Gamboa, 1000 ducados en atención a sus servicios, y los que hará en la población
del estrecho de Magallanes, Lisboa, 10 de julio de 1582. (P. 33, N° 3, R. 68. S.).
¿ Expediente con declaraciones acerca de la llegada a la ciudad de Lima de ciertos ingleses con la
intención de poblar cerca del Estrecho de Magallanes. Fechado en Lima el 20 de febrero de 1579.
334 MARÍA JESÚS BENITES

(P. 32, R. 6).


¿ Parecer de Juan Bautista Gesio. 27 de agosto de 1579. Madrid. (P. 33, N° 2, R. 7).
¿ Nombramiento dado por Francisco de Toledo, virrey del Perú a Pedro Sarmiento de Gamboa.
Lima, 9 de octubre de 1579. (P. 33, N° 2, R. 5).
¿ Instrucción al Capitán Pedro Sarmiento de Gamboa dada por Francisco de Toledo. Octubre
de 1579. (P. 33, N° 3, R. 6).
¿ Apuntamiento para la instrucción que se había de dar a Pedro Sarmiento de Gamboa, que iba por
tierra al Estrecho de Magallanes, acerca de los dos fuertes y demás torres que se habían de
construir allí de Juan Bautista Antonelli. (P. 33, N°3, R. 10. 1581). En Pablo Pastells, El descubri-
miento del Estrecho de Magallanes. (pp. 499 – 500). En Ángel Rosenblat, “Apéndice Documen-
tal” a Viajes al Estrecho de Magallanes. (T. II: pp. 301 – 302).
¿ Instrucción para los fuertes del Estrecho de Magallanes” de Tiburcio Spanoqui. (P. 33, N° 3,
6. 1580). En Pablo Pastells, El descubrimiento del Estrecho de Magallanes. (pp. 496 – 498).
En Ángel Rosenblat, “Apéndice Documental” a Viajes al Estrecho de Magallanes. (T. II: pp.
302 – 304).
¿ Real Cédula a los oficiales de la ciudad de los reyes ordenándoles pagar a Pedro Sarmiento
de Gamboa, 1000 ducados de ayuda de costa en atención por haber venido desde el Perú
por el Estrecho de Magallanes y volver a hacer allí para su población. Lisboa 10 de septiem-
bre de 1581. (P. 33, N° 3, R. 68. S. 2).
¿ Real Cédula a los oficiales de Charcas en la que se les ordena pagar al gobernador Pedro
Sarmiento de Gamboa, 1000 ducados en atención a sus servicios. Lisboa, 10 de julio de
1582. (P. 33, N° 3, R. 68. S. 3).
¿ Cuenta y razón del dinero que dio Agustín Gentil por el rescate de Sarmiento de Gamboa,
en virtud de orden que para ello le dio Don Juan de Idiaquez, cuyo costo fue de un ciento nove-
cientos once mil maravedíes. Madrid, 8 de agosto de 1590. (P. 33, N° 3, R. 9).
¿ Dos notas sobre el descuento que debía hacerse de Pedro Sarmiento de Gamboa de las rentas
que gozaba para el pago del costo de su rescate. Uno es de Juan de Idiaquez a Su Majestad.
Madrid, 2 de enero de 1591, La otra no tiene fecha. (P. 33, N° 3, R. 9).
¿ Real Cédula a Pedro Sarmiento de Gamboa dándole el título de Almirante de alarmada de los
Galeones. El Pardo. ¿1591? Indiferente 433. Legajo N° 2. Folios 94 – 95.

II.- EDITADOS
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344 MARÍA JESÚS BENITES

C) SOBRE TEORÍA LITERARIA Y CULTURAL


I- LIBROS
ARISTÓTELES, El arte de la retórica, Buenos Aires: EUDEBA, 1966. Traducción, introducción y notas
de Ignacio Granero.
BAJTÍN, Mijail, La cultura popular en la Edad Media y en el Renacimiento. El contexto de François
Rabelais, Madrid: Alianza, 1994
----------, Estética de la creación verbal, México: Siglo XXI, 1995.
----------, Teoría y estética de la novela, Madrid: Taurus, 1990.
BAREI, Silvia y RINOLDI Nilda, Cuestiones retóricas. Estética y Argumentación, Córdoba: Universidad
Nacional de Córdoba, 1996.
BARTHES, Roland, La antigua retórica. Investigaciones retóricas I, Barcelona: Ediciones Buenos
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CERTEAU, Michel de, La escritura de la historia, México: Universidad Iberoamericana, 1993.
DANTO, Arthur, Historia y narración, Barcelona: Paidós, 1989.
FOUCAULT, Michel, Las palabras y las cosas, México: Siglo XXI, 1986.
----------, La arqueología del saber, México: Siglo XXI, 1990.
----------, El orden del discurso, Barcelona: Tusquets, 1992.
----------, Vigilar y castigar, Madrid: Siglo XXI, 1998.
----------, Microfísica del poder, Madrid: La piqueta, 1992.
----------, La verdad y las formas jurídicas, Barcelona: Gedisa, 1995.
LOZANO, Jorge, El discurso histórico, Madrid: Alianza, 1987.
ONG, Walter, Oralidad y escritura, Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 1987.
REALE, Analía y VITALE, Alejandra, La argumentación. Una aproximación retórico –discursiva,
Buenos Aires: Ars, 1995.
SAID, Edward, El Orientalismo, Madrid: Libertarias, 1990.
----------, Cultura e imperialismo, Barcelona: Anagrama, 1996.
SPIVAK, Gayatri y GUHA, Ranajit, Selected Subtern Studies, New York: Oxford University Press, 1988.
TODOROV, Tzvetan, Las morales de la historia, Barcelona: Paidós, 1993.
WHITE, Hayden, El contenido de la forma. Narrativa, discurso y representación histórica, Barcelona:
Paidós, 1992.
----------, Metahistoria. La imaginación histórica en el siglo XIX, Buenos Aires: Fondo de Cultura
Económica, 1992.
WILLIAMS, Raymond, Marxismo y literatura, Barcelona: Península, 1980.
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 345

C) COLECCIONES DICCIONARIOS Y MANUALES DE PALEOGRAFÍA

COLECCIÓN de documentos inéditos relativos al descubrimiento, conquista y organización de las


antiguas posesiones españolas de ultramar. Índice general de los papeles del Consejo de
Indias. Madrid: Real Academia de la Historia, 1926.
COLECCIÓN de documentos inéditos del Archivo de Indias, Madrid, 1875.
C OLECCIÓN de documentos inéditos para la Historia de España y de sus Indias. La Armada
Invencible. 1587 - 1589. Archivo de Simancas. Documentos seleccionados por Enrique Herrera
Oria. Transcriptos por Miguel Bordonau y D. Ángel de la Plaza. Valladolid: Academia de Estudios
Históricos y Sociales de Valladolid, 1929.
COLECCIÓN MUÑOZ, Madrid: Real Academia de Historia: Madrid. T. X y XXXVII.
CAVALLINI de ARAUZ, Ligia, Elementos de paleografía hispanoamericana, Puerto Rico, Universidad,
1986.
CARO MILLARES, Agustín, Álbum de paleografía hispanoamericana de los siglos XVI y XVII, México:
1955.
COVARRUBIAS HOROZCO, Sebastián, Tesoro de la lengua castellana o española, Barcelona: Horta, 1943
[1611].
DICCIONARIO de Autoridades. Edición Facsímil de 1753. Madrid: Gredos, 1963. Edición dirigida por
Amado Alonso. Tres volúmenes.
DICCIONARIO de la Real Academia Española.
DICCIONARIO de Americanismos. Dirección, textos y prólogo de Marcos A. Morínigo, Buenos Aires:
Muchnik Editores, 1966.
DICCIONARIO de la Literatura Española. Dirección Germán Bleiberg y Julián Marías, Madrid: Revista de
Occidente. 1964. Versión aumentada y corregida.
FERNÁNDEZ DE NAVARRETE, Martín, Colección de los viages y descubrimientos que hicieron por mar
los españoles desde fines del siglo XV. Buenos Aires: Guarania, 1946. Tomos I al V.
FERRATER MORA, José, Diccionario de Filosofía, Buenos Aires: Sudamericana, 1966.
346 MARÍA JESÚS BENITES
"CON LA LANZA Y CON LA PLUMA"... 347

"Con la lanza y con la pluma"

La escritura de Pedro Sarmiento de Gamboa

Se terminó de imprimir en el Departamento de Publicaciones

de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional

de Tucumán, en el mes de Marzo de 2008.

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