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Doku - Pub - Economia Politica de La Politica Economica Fergusson y Querubin PDF
Doku - Pub - Economia Politica de La Politica Economica Fergusson y Querubin PDF
Versión Preliminar
29 de julio de 2014
ii
Índice general
iii
iv ÍNDICE GENERAL
3. Soluciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 222
3 .1. Reglas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 222
3 .2. Delegación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 224
3 .3. Reputación y credibilidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 227
4. A modo de conclusión: la naturaleza polı́tica del problema . . . . . . . . . . 229
Referencias 361
viii ÍNDICE GENERAL
Capı́tulo 1
Introducción: la importancia de la
polı́tica
La economı́a es, desde sus orı́genes, economı́a polı́tica. Los economistas clásicos entendie-
ron que la economı́a no podı́a separarse de la polı́tica, es decir, de los conflictos derivados de
los intereses particulares. No obstante, buena parte de la teorı́a económica moderna ignora
el papel del conflicto de intereses.
En pocas áreas la interacción entre economı́a y polı́tica es tan evidente como en la elección
de la polı́tica económica. El enfoque normativo de la economı́a neoclásica recurre al artificio
del “planificador central benevolente” para hallar las polı́ticas económicas óptimas para una
sociedad. El planificador central benevolente es un formulador de polı́tica, cuyo objetivo es
maximizar el “bienestar social.” De esta forma, se descarta de plano el papel que juegan los
conflictos entre individuos en la determinación de la polı́tica económica.
Esta aproximación resulta útil para encontrar un punto de referencia sobre cuál deberı́a
ser la polı́tica económica. Sin embargo, poco nos informa sobre cómo es la polı́tica económica
en la práctica, donde existe un proceso polı́tico de toma de decisiones colectivas por parte
de agentes con preferencias diferentes.
1
2 CAPÍTULO 1. INTRODUCCIÓN: LA IMPORTANCIA DE LA POLÍTICA
En las últimas décadas, diversos economistas han prestado especial atención a la relación
entre polı́tica y economı́a, haciendo de la economı́a polı́tica una de las ramas de la disciplina
con mayor crecimiento. El creciente interés en esta área de la economı́a ha llevado a muchos
a hablar de la “nueva economı́a polı́tica” para diferenciarla de la “economı́a polı́tica” a secas,
como se denominaba en sus orı́genes a la economı́a en general. La economı́a polı́tica unifica el
análisis estrictamente económico con la comprensión más propia de la ciencia polı́tica sobre
la naturaleza de las instituciones polı́ticas y los mecanismos de decisión colectiva.
Este enfoque reconoce que en el proceso de toma de decisiones colectivas juegan un
papel fundamental los incentivos, motivaciones y restricciones dados por las instituciones,
en especial por las instituciones polı́ticas. Por ello, el crecimiento de la nueva economı́a
polı́tica ha sido paralelo al de la economı́a institucional. Esto no significa, sin embargo, que
la nueva economı́a polı́tica renuncie a las herramientas del análisis económico. Al contrario,
la economı́a polı́tica se beneficia de tales técnicas para estudiar la influencia de la polı́tica
en la economı́a. De hecho, muchos definen a la nueva economı́a polı́tica en términos de su
aproximación metodológica, la cual se apoya en muchas de las herramientas analı́ticas de la
economı́a.
Este libro es una introducción a la nueva economı́a polı́tica. En él, se busca ilustrar la
utilidad del enfoque de esta rama de la economı́a y dotar al lector de instrumentos básicos
para el análisis de los problemas de economı́a polı́tica. La premisa es que estos métodos son
parte fundamental de la “caja de herramientas”de cualquier economista, porque permiten
pensar en los problemas polı́ticos del mundo real que, a su vez, determinan los resultados
económicos.
La economı́a polı́tica mejora nuestra comprensión sobre la elección de la polı́tica económi-
ca. Es evidente que existe una enorme variabilidad en las polı́ticas económicas que adoptan
los diferentes paı́ses a través de los años. ¿Cuál es el origen de tales diferencias? El mensaje
que pretendemos transmitir es que la incorporación de las variables polı́ticas al análisis pu-
ramente económico puede ayudarnos a responder esta pregunta. Para ello, antes de entrar
en materia, este capı́tulo introductorio tiene un doble objetivo. Por un lado, motivar el tipo
de análisis del que se ocupará el libro. Por otro lado, delimitar y contextualizar su enfoque
general.
1
El nombre se debe al economista alemán Adolph Wagner (1835-1917).
2
Diferentes hipótesis sobre el tamaño del Estado se discuten en Lybeck (1990).
4 CAPÍTULO 1. INTRODUCCIÓN: LA IMPORTANCIA DE LA POLÍTICA
Figura 1.1: PIB per cápita vs. Gasto Público como porcentaje del PIB
50%
Francia
45%
Israel
40%
Reino Unido Noruega
Zimbawe
Italia
35% Papua Nueva Guinea
Rep Checa Alemania
Sudáfrica Grecia
30% Kenya Egipto
Rusia Colombia
Trinidad y Tobago
25% Irán España Australia Canadá
Mongolia
Costa Rica
20% Venezuela Chile
Japón
Eiopia Ecuador Argentina Singapur
15% India
China Perú
Camerun México
10%
Turquía
Paraguay
Haití
5%
0%
0 5000 10000 15000 20000 25000 30000
PIB per-cápita 97
Fuente: Banco Mundial
1 . LA POLÍTICA ECONÓMICA EN EL MUNDO 5
Figura 1.2: PIB per cápita vs. Recaudo tributario como porcentaje del PIB
45
40
Italia
Francia
35
Israel Reino Unido
Noruega
30
España
Alemania
25
Sudáfrica
Zimbawe Trinidad y Tobago
Kenya Australia
20 Papua Nueva Guinea Grecia
Egipto Chile Canada Estados Unidos
Mongolia Rusia Brasil
Costa Rica
EcuadorTurquia Japón
15 Singapur
Perú Venezuela
Mexico
Argentina
Camerun Colombia
10 India ParaguayIrán
5
China
0
0 5000 10000 15000 20000 25000 30000
PIB per-cápita 97
Fuente: Banco Mundial
6 CAPÍTULO 1. INTRODUCCIÓN: LA IMPORTANCIA DE LA POLÍTICA
Figura 1.3: PIB per cápita vs. Déficit como porcentaje del PIB
15%
Singapur
10%
5%
Chile
Paraguay Japón
Ecuador Trinidad y Tobago
0% Perú México Rep Checa
0 Haiti Egipto 5000 Irán 10000 15000 20000 25000 30000
China Venezuela Argentina
Kenya Australia Alemania
Camerún Turquía Noruega Estados Unidos
Israel
Costa Rica Reino Unido
Papua Nueva Guinea España
Colombia Canadá
-5% Francia
Etipia India Sudáfrica
Rusia Italia
Zimbawe
Mongolia
-10% Grecia
-15%
PIB per-cápita 97
ingreso medio-bajo).
Finalmente, la figura 1.4 reporta el nivel de endeudamiento total del gobierno como
porcentaje del PIB durante los noventa para diferentes paı́ses. Al igual que con el déficit,
no parece haber una relación definida entre estas dos variables. Paı́ses desarrollados como
Estados Unidos presentan un nivel de endeudamiento similar al de paı́ses subdesarrollados
como Etiopı́a.
Para terminar, pasamos a la polı́tica monetaria, una de las áreas de la polı́tica económica
que exhibe mayor variabilidad entre paı́ses y a lo largo del tiempo. Para esto, presentamos
la evolución a lo largo del tiempo de la inflación en Colombia (figura 1.5) y en otros paı́ses
de América Latina (figura 1.6). El caso colombiano se destaca por mostrar un promedio
relativamente bajo antes de los años setenta, fecha a partir de la cual experimenta un “salto
inflacionario”que ubica a la tasa de inflación en niveles del 20 al 30 por ciento anual. Es-
ta inflación moderada y persistente (mucho menos volátil que la de antes del 73) cae con
el proceso de desinflación desde inicio de los noventa, que se acentuarı́a al concluir dicha
década con la caı́da de la actividad económica. Lo interesante del caso colombiano es que
1 . LA POLÍTICA ECONÓMICA EN EL MUNDO 7
Figura 1.4: PIB per cápita vs. Deuda pública como porcentaje del PIB
120%
Italia
100%
80%
Zimbawe
60%
España
Alemania
México
Chile
20%
República Checa
0%
0 5000 10000 15000 20000 25000 30000
PIB per-cápta
40
30
20
Tasa Anual
10
0
1925
28
31
34
37
1940
43
46
49
52
1955
58
61
64
67
1970
73
76
79
82
1985
88
91
94
97
2000
-10
-20
Año Fuente: Mitchell y Banco de la República
Brasil
México
1967 1967
Argen&na
1984
1969 1969
1985
1971 1971
1986
1973 1973
1987
1975 1975
1988
1977 1977
1989
1979 1979
1990
(e)
(c)
(a)
1981 1981
1991
1983 1983
1992
-150
-100
-50
0
50
100
150
1985 1985
1961 1993
1987 1987
1963 1994
1989 1989
1995
1965
1991
1991 1996
1967
Venezuela
1993
1993 1997
1969
1995
1995 1998
1971
1997
1997 1999
1973
Fuente: Banco Mundial
1977
1979
(g)
1981
1983
0
100
200
300
400
500
600
0
1000
2000
3000
4000
5000
6000
7000
8000
-2000
0
2000
4000
6000
8000
10000
12000
14000
1985 1961
1961
1961
1 . LA POLÍTICA ECONÓMICA EN EL MUNDO
1987 1963
1963
1963
1989 1965
Perú
1965
Chile
1965
Bolivia
1977 1977
1977
1979 1979
1979
(f)
(d)
(b)
1981 1981
1981
1983 1983
1983
equilibrio, es decir, aquellas que observamos efectivamente en la realidad. Rara vez vienen
determinadas por un economista que hace sofisticados cálculos para encontrar la manera
óptima de elegir la polı́tica. Más bien, la polı́tica económica resulta de un complicado equili-
brio polı́tico, mediante el cual se ponderan las diversas opiniones de los actores de la sociedad.
Las polı́ticas que se adoptan dependen entonces de los mecanismos que la sociedad elige para
resolver los conflictos entre actores con preferencias e intereses diferentes. En este proceso las
instituciones son claves. Entendemos por instituciones las “reglas de juego de la sociedad,
o, más formalmente, las restricciones creadas por los hombres y que moldean su interacción.
Por ende [las instituciones] estructuran los incentivos en el intercambio humano, sea polı́tico,
social, o económico”(North, 1990, p. 3, traducción libre).
Vale la pena detenernos en el concepto de instituciones apoyándonos en el análisis de
Acemoglu, Johnson, y Robinson (2004). Todas las instituciones o reglas del juego que afectan
las decisiones polı́ticas son a su vez el resultado de elecciones colectivas. Por ende, quien
tenga poder polı́tico puede alterar las reglas del juego a su favor. El poder polı́tico puede
manifestarse de diferentes maneras. En algunos casos, como la facultad que tiene el Presidente
para modificar una ley o un ministro para determinar cierta regulación, el poder viene dado
por las instituciones mismas. Este poder de jure es distinto al poder de facto, que es aquel que
tienen intrı́nsicamente ciertos actores sociales aún por fuera de las reglas de juego formales.
Este tipo de poder se manifiesta en casos como el de un empresario que soborna a un
funcionario público para evitar alguna regulación, o el de un grupo armado que presiona con
la violencia por cambios o medidas que lo favorezcan.
Ası́, una manera útil de entender cómo se determinan las instituciones polı́ticas y, a su
vez, la polı́tica económica es la que se ilustra en la figura 1.7 . Las instituciones polı́ticas y el
poder de facto determinan el poder polı́tico de los diversos actores sociales. Esto determina a
su vez cuáles son las reglas del juego en el intercambio económico (instituciones económicas)
junto con las decisiones de polı́tica económica. Además, los actores sociales utilizan su poder
polı́tico para tratar de influir en las instituciones polı́ticas hacia el futuro (el subı́ndice t en la
figura denota tiempo) y ası́ asegurar resultados sociales más cercanos a sus preferencias. La
enseñanza es que la polı́tica económica es apenas parte de un complejo equilibrio institucio-
nal. Lejos de ser una variable exógena que pueda ajustarse según el deseo de los economistas,
es parte del equilibrio polı́tico en una sociedad.
Es evidente que este enfoque nos obliga a incorporar tanto la economı́a como la polı́tica
en el análisis de la polı́tica económica. Pero hay muchas maneras de estudiar la intersección
entre polı́tica y economı́a o, puesto de otro modo, de establecer un diálogo entre la economı́a
y la ciencia polı́tica. El enfoque de este libro es aplicar los métodos de análisis de la economı́a
moderna al ámbito de la polı́tica. Al hacerlo, postula que las decisiones de polı́tica económica
12 }
CAPÍTULO 1. INTRODUCCIÓN: LA IMPORTANCIA DE LA POLÍTICA
{
!
!
! Instituciones económicast
Instituciones polı́ticast
{
Instituciones polı́ticast+1
en donde su capital se puede invertir y cuya producción puede ser de un valor máximo es
algo que cada persona, dadas sus circunstancias, puede evidentemente juzgar mucho mejor
que cualquier polı́tico o legislador”(Smith, 1775 [1994], p. 554). En otras palabras - y simpli-
ficando las ideas de Smith - los individuos, actuando racional y libremente en el mercado con
su poder organizador invisible y con la menor interferencia posible de la polı́tica, lograrán -
en búsqueda de su mayor provecho individual - un resultado socialmente eficiente.
El desarrollo de la teorı́a económica neoclásica consistió en buena medida en examinar
en detalle la posibilidad de que la “mano invisible” del mercado lleve a las sociedades a un
resultado eficiente. No obstante, y como lo reconocı́a Smith, la “mano invisible” no siempre
funciona. Las transacciones económicas no operan en el vacı́o sino que se ven afectadas por
los conflictos de los individuos y gobernantes. Aunque la economı́a ha obtenido su prestigio
dejando esto de lado y concentrándose en las transacciones como un “problema polı́tico
resuelto”, para entender mejor a una economı́a es necesario entender la manera en que los
problemas polı́ticos se resuelven.
En suma, lo nuevo de la nueva economı́a polı́tica no es el hecho de que se pregunte por
la relación entre economı́a y polı́tica. Lo nuevo es la manera de estudiar la relación, y los
actores e incentivos en el escenario polı́tico y económico4 . Al valerse de las herramientas me-
todológicas de la economı́a moderna, la nueva economı́a polı́tica se apoya constantemente en
la formalización matemática. Como este enfoque puede desestimular a algunos, es importante
concluir citando unas palabras en su defensa:
de la persistencia de la inflación relativamente alta a partir de los años setenta, que fue
acompañada por una estabilidad destacable en las demás variables macroeconómicas. De
manera complementaria a esta explicación, Echeverry (1996) afirma que la inflación alta
es resultado de una respuesta polı́tica débil a los choques inflacionarios (internos o ex-
ternos) por la aversión polı́tica a asumir los costos de reaccionar de manera contundente
para devolver la inflación a sus niveles históricos.
Otras hipótesis que buscan explicar el caso colombiano apuntan a entender la in-
flación como resultado de choques externos, y la interacción que estos tienen con las
caracterı́sticas polı́ticas y económicas en el escenario interno, como el caso de Sarmiento
(1979). Esto resulta parcialmente consistente con la evidencia histórica, pues se pueden
observar reiteradas coincidencias de eventos inflacionarios con choques externos, como el
aumento del precio del petróleo o el auge cafetero, que afectaron las reservas internacio-
nales, generando por dicho canal nuevas presiones inflacionarias. En particular, siempre
resulta muy tentador explicar el salto inflacionario como resultado directo de las fluctua-
ciones en el precio del petróleo; sin embargo, esta explicación - que ha sido utilizada en el
caso de otros paı́ses - resulta insatisfactoria cuando se considera la posterior persistencia.
Como se puede ver, el comportamiento de la inflación en Colombia no puede ser
explicado de manera simplificada bajo la luz de modelos puramente económicos. Por el
contrario, es necesario considerar una multiplicidad de factores y sus interacciones para
alcanzar una noción más apropiada, que tenga en cuenta las circunstancias económicas
y polı́ticas de la época. Parece relevante examinar la trascendencia de choques externos,
como el aumento del precio internacional del petróleo, y caracterı́sticas internas - como el
cambio del comportamiento del gasto público durante el gobierno Pastrana - para explicar
el surgimiento del salto. Además, se puede afirmar que dicho salto se tornó permanente
debido a circunstancias como el auge del sector cafetero que prolongaron su efecto, y a
situaciones de tono polı́tico, como el posible pacto social, mediante el cual las autoridades
recaudaron el impuesto inflacionario con la promesa de utilizarlo para la estabilización de
la economı́a. La sofisticación de las dinámicas que se encargaron de mantener la inflación
estable en una franja relativamente alta (del 20 al 30 por ciento) se evidencia con la
dificultad que significó devolver el crecimiento anual de los ı́ndices de precios a niveles de
un dı́gito. Fue necesaria la adopción de un nuevo régimen institucional que modificó la
operación de la polı́tica monetaria en el año 1991, que - conjugada con la desaceleración
de la actividad económica a finales de los años noventa - lograrı́a devolver la inflación a
niveles de un dı́gito, manteniendo su estabilidad caracterı́stica.
16 CAPÍTULO 1. INTRODUCCIÓN: LA IMPORTANCIA DE LA POLÍTICA
a) Individualismo Metodológico.
Uno de los fundamentos de la teorı́a económica neoclásica es la toma de de-
cisiones racionales por parte de los individuos, y en particular, la manera
mediante la cual estos logran una asignación óptima de recursos a través del
mercado. En la interacción entre los individuos en la esfera polı́tica, en cam-
bio, rara vez se habla de una “mano invisible” que garantice que la interacción
polı́tica conduzca también al resultado más eficiente.
Sin embargo, esto no implica que, al igual que en la economı́a, la polı́tica no
pueda fundamentarse en el estudio de las decisiones individuales. Los indivi-
duos no toman decisiones únicamente en esferas económicas como el mercado.
El individuo que elige entre dos bienes en un mercado es el mismo individuo
que elige entre dos candidatos en las urnas, por lo que el estudio de su com-
portamiento puede extenderse a diferentes esferas de elección, y se presta para
analizar las diferencias y los resultados que surgen de estructuras polı́ticas y
económicas en interacción.
b) Homos Economicus
Una extensión de la teorı́a económica al entendimiento de la polı́tica se da
naturalmente a través del interés propio, que motiva a los agentes en la esfera
económica o en la esfera polı́tica. Este interés propio hace referencia a cual-
quier tipo de bien valorado de manera positiva por el individuo que escoge, y
no implica necesariamente que el interés económico asuma un rol dominante,
ni implica atribuir a los electores o a los polı́ticos una motivación maligna o
perversa. Se supone simplemente que el interés propio que mueve a un indi-
viduo en el mercado es el mismo que lo mueve en las urnas. De igual forma,
los intereses económicos que motivan a los ciudadanos son iguales a los que
motivan a los polı́ticos. Las diferencias en los resultados de la interacción
económica y polı́tica se deben a diferencias en la estructura de estos dos arre-
glos institucionales, y no a diferencias en las motivaciones de las personas al
pasar de una esfera a otra.
c) Polı́tica como Intercambio
La economı́a tradicional supone que los individuos entran al mercado per-
siguiendo su interés económico por intercambiar una cosa por otra. En la
18 CAPÍTULO 1. INTRODUCCIÓN: LA IMPORTANCIA DE LA POLÍTICA
La nueva economı́a polı́tica intenta recoger elementos de estas tres tradiciones. Los
electores racionales, los partidos y los polı́ticos entran a los modelos teóricos. La polı́tica,
entendida según los principios del public choice, permite incorporar en los modelos los
incentivos de los ciudadanos y de los polı́ticos, y comprender de manera más acertada la
formación de la polı́tica económica y el rol de diferentes instituciones polı́ticas.
3. Un ejemplo
Un mérito esencial de la economı́a polı́tica es reconocer que, como resultado de la pre-
sencia de restricciones polı́ticas, las polı́ticas adoptadas en la práctica no son óptimas. Las
restricciones polı́ticas, a su vez, son aquellas que se derivan de la heterogeneidad de intereses
3 . UN EJEMPLO 19
Además, Andrés tiene cierta impaciencia, en el sentido de que valora más las vacaciones de
este año que las del año próximo. Su grado de paciencia viene dado por el parámetro β que
le permite comparar utilidades en cada momento del tiempo (una unidad de utilidad hoy es
igual a β unidades de utilidad mañana). Este parámetro es superior a cero e inferior a uno.
Finalmente, si Andrés decide no gastar una fracción s de sus recursos este año, no los guarda
debajo del colchón, sino que los pone en un banco que le entrega intereses a una tasa anual
igual a rt . Este es un problema de elección óptima de ahorro bastante estándar, y puede
plantearse formalmente ası́:
M ax u(xt ) + βu(xt+1 ),
xt ,xt+1 ,s
sujeto a :
A0 (1 − s) = xt (Restricción presupuestal en t)
sA0 (1 + rt ) = xt+1 (Restricción presupuestal en t+1).
O, de manera equivalente,
M ax u(xt ) + βu(xt+1 )
xt ,xt+1
sujeto a:
xt+1
A0 = xt + (Restricción presupuestal intertemporal).
(1 + rt )
sus rendimientos) le darán en las vacaciones del próximo año. Esto es lo óptimo porque, de
no ser ası́, Andrés podrı́a cambiar su decisión de ahorro aumentando su utilidad. Considere
por ejemplo que se cumple la desigualdad u0 (xt ) > β(1 + rt )u0 (xt+1 ). Esto quiere decir que la
utilidad marginal del consumo hoy es superior para Andrés que el beneficio descontado del
consumo mañana. Es decir, si Andrés decide ahorrar una unidad menos de sus recursos para
consumirlos hoy, la utilidad que obtendrá (el lado izquierdo de la desigualdad) es mayor que
la utilidad descontada que recibirá mañana por continuar ahorrándola y consumirla mañana.
Por lo tanto, es provechoso reducir el ahorro hasta que las dos expresiones se igualen. Un
argumento análogo nos mostrarı́a que tampoco es óptimo elegir un monto de ahorro tal que
u0 (xt ) < β(1 + rt )u0 (xt ). Lo óptimo es ahorrar a tal punto que se cumpla la igualdad.
Ahora hagamos del problema un problema polı́tico. Para ello, introducimos heterogenei-
dad de intereses. Dicha heterogeneidad puede ser de dos tipos. Puede existir heterogenedidad
ex ante si los agentes difieren en sus caracterı́sticas (dotación de factores, preferencias, nive-
les de ingreso) al entrar a la arena polı́tica. Pero, aún si los agentes son idénticos, hay lugar
a la heterogeneidad ex post si existe un conflicto de intereses como resultado de las polı́ticas
adoptadas, como por ejemplo, si existe un conflicto sobre la distribución de ciertos beneficios
o costos.
Consideremos primero el rol de una fuente de heterogeneidad ex ante. La cantidad de
recursos es la misma, pero ahora hay dos individuos en la sociedad, Andres Pérez (AP) y
Catalina Gonzáles (CG), con β AP > β CG (Catalina es más impaciente que Andrés al valorar
las vacaciones este año en relación con las del año próximo).
El problema para la economı́a del bienestar consiste en encontrar las asignaciones efi-
cientes que maximizan una “función de bienestar social”, que es una suma ponderada de las
utilidades individuales6 . Asumimos que la ponderación que recibe Andrés en la función de
bienestar social es α mientras que Catalina recibe una ponderación igual a 1 − α. El enfoque
de la economı́a del bienestar toma α como dado y resuleve el siguiente problema:
xt+1
sujeto a: A0 = xt + .
(1 + rt )
Note que hemos supuesto que el bien “vacaciones” es un bien no rival. Es decir, el hecho
de que Andrés consuma xt unidades del bien no implica que Catalina no pueda consumirlas.
De hecho, los dos consumen el bien en su totalidad. Como además las funciones de utilidad
6
Esto implica adoptar una función de bienestar utilitarista o benthamita. Más adelante hablaremos en
mayor detalle sobre el tema de la definición de un criterio “social” de bienestar.
22 CAPÍTULO 1. INTRODUCCIÓN: LA IMPORTANCIA DE LA POLÍTICA
Para diversos valores de α, podemos establecer una curva de contrato que describe las
asignaciones eficientes en el sentido de Pareto. Es decir, asignaciones en las cuales no se
puede mejorar la utilidad de un individuo sin empeorar la del otro. La distribución de los
beneficios entre los individuos de la sociedad (el punto particular sobre la curva de contrato)
depende de α. Si α = 1, la solución es la deseada por Andrés, y si α = 0, la solución es
la deseada por Catalina; dado un valor intermedio de α, el planificador central elige una
asignación que combina los gustos y es eficiente.
Desde el punto de vista de la nueva economı́a polı́tica, el anterior enfoque serı́a com-
pletamente insatisfactorio para determinar cómo se eligen las polı́ticas en la práctica. En
primer lugar, la nueva economı́a polı́tica reconocerı́a que existe un problema polı́tico en
torno al valor de α; cada uno quiere que el valor de α refleje sus intereses. Por lo tanto,
inspirándose en la corriente public choice, la nueva economı́a polı́tiva se preguntarı́a: ¿cómo
se elige α? Además, la nueva economı́a polı́tica buscarı́a contestar la pregunta: ¿cómo afecta
esta elección la asignación de recursos? Es más, los enfoques de public choice y de nueva
economı́a polı́tica reconocerı́an que los agentes no necesariamente se situarı́an sobre la curva
de contrato: el proceso de elección colectiva puede absorber recursos y tanto Andrés como
Catalina, en el proceso de negociación, podrı́an acabar con una asignación que ninguno de
los dos preferirı́a7 .
Ahora supongamos que no hay heterogeneidad ex ante (es decir β AP = β CG y el proble-
ma converge al del agente representativo). Sin embargo, ya las vacaciones no son un bien no
rival, sino que se pueden dividir los beneficios de las vacaciones entre Catalina o Andrés. Su-
pongamos que en cada periodo Andrés disfruta de un porcentaje λ del gasto x en vacaciones.
El problema bajo un enfoque de economı́a del bienestar serı́a:
7
Sólo imagı́nese que Andrés y Catalina son una pareja. No es difı́cil imaginar que ante una diferencia de
ideas con respecto a las vacaciones ideales en cada periodo, los dos terminen transando por una alternativa
que no sea Pareto Eficiente.
3 . UN EJEMPLO 23
sujeto a:
A0 (1 − s) = xt = λxt + (1 − λ)xt
sA0 (1 + rt ) = xt+1 = λxt+1 + (1 − λ)xt+1 .
Éste se simplifica a:
M ax α[u(λxt ) + βu(λ(A0 − xt )(1 + rt ))] + (1 − α)[u((1 − λ)xt ) + βu((1 − λ)(A0 − xt )(1 + rt ))],
xt
αλu0 (λxt )+(1−α)(1−λ)u0 ((1−λ)xt ) = β(1+rt )[αλu0 (λxt+1 ) +(1−α)(1−λ)u0 ((1−λ)xt+1 )].
Como en el caso anterior, es crucial la elección del parámetro α. Sin embargo, en este caso
también es importante la elección de λ. Aún suponiendo que, dado que los dos individuos
son iguales, el planificador central establece que α = 21 y, por ende, la utilidad de cada uno
pesa lo mismo en el bienestar social, habrá un conflicto de intereses por la identificación de
λ como se observa a continuación:
λu0 (λxt ) + (1 − λ)u0 ((1 − λ)xt ) = β(1 + rt )[λu0 (λxt+1 ) + (1 − λ)u0 ((1 − λ)xt+1 )].
8
Es importante hacer una nota de cautela cuando se habla de las ineficiencias por la presencia de res-
tricciones polı́ticas. En efecto, comparar el resultado polı́tico con el resultado del planificador central es en
alguna medida “injusto”, puesto que en la práctica es imposible contar con un planificador central. Más
bien, las distintas alternativas institucionales de decisión colectiva deben compararse entre sı́, tomando como
punto de partida que existen restricciones polı́ticas inherentes a la heterogeneidad de intereses.
24 CAPÍTULO 1. INTRODUCCIÓN: LA IMPORTANCIA DE LA POLÍTICA
SPA
8
ITA
7 NZ
UK
DEN
AUS
6
FRA/NOR/SWE
Inflación Promedio
5 JAP
CAN USA
BEL
4 NET
SWT
3 GER
0
0 0.5 1 1.5 2 2.5 3 3.5 4 4.5
Índice de Independencia del BC Fuente: Alesina y
Summers (1993)
40
35 ITA
30
Varianza de la Inflación 1955-88
SPA
25
UK
NZ
AUS/FRA JAP
20
15 SWE
CAN
NOR
DEN USA
10 BEL NET
SWT
GER
5
0
0 0.5 1 1.5 2 2.5 3 3.5 4 4.5
Fuente: Alesina y Summers
Índice de Independencia del BC
(1993)
26 CAPÍTULO 1. INTRODUCCIÓN: LA IMPORTANCIA DE LA POLÍTICA
0.03
0.02 PRY
CHL JAM
0.01 TTO
PAN
0 BRA
MEX COL
DOM CRI
Superávit del Gobierno
GTM
-0.01
(% del PIB)
URY
SLV BHS
-0.02
PER
ECU
-0.03
ARG
-0.04
BOL
HND
-0.05
Fuente: Stein, Talvi y Grisanti (1999)
VEN
-0.06
-0.07
0.4 0.45 0.5 0.55 0.6 0.65 0.7 0.75 0.8
Índice de Instituciones Presupuestales
7.00
6.00 PER
5.00
(proporción de los ingresos)
HND
Deuda Pública
4.00 BOL
DOM ECU PAN
SLV VEN
GTM-ARG
2.00
PRY TTO
BRA
URY
MEX COL
1.00 CHL
BHS
0.00
0.4 0.45 0.5 0.55 0.6 0.65 0.7 0.75 0.8
Índice de Instituciones Presupuestales Fuente: Stein, Talvi y Grisanti (1999)
las dimensiones de las reglas de juego en una sociedad. La figura 1.12 muestra la correlación
positiva que existe entre varias caracterı́sticas institucionales y el desempeño económico en
el mundo. Elementos como la transparencia de las prácticas contables de las empresas, el
imperio de la ley (rule of law ), la corrupción gubernamental, la eficiencia del gobierno, la
estabilidad polı́tica, entre otros, están correlacionados con un mayor nivel de ingreso per
cápita. Aunque estas correlaciones no pueden interpretarse causalmente, los trabajos arriba
citados han hecho grandes contribuciones al demostrar que las instituciones sı́ tienen un
efecto causal en el desempeño económico.
Por todos estos motivos, para los economistas es casi una obligación - más que una
curiosidad académica - extender su análisis hacia el campo de la polı́tica. Este libro pretende
contribuir en este sentido.
28 CAPÍTULO 1. INTRODUCCIÓN: LA IMPORTANCIA DE LA POLÍTICA
Figura 1.12: Caracterı́sticas institucionales (eje vertical) y logaritmo del PIB per cápita
(ajustado por paridad de compra, eje horizontal), 2002. Fuente: Kauffman, Kraay y Maztruzzi
(2003)
(a) (b)
3
ALTA
ALTA
3
2
Voz y Corresponsabilidad
2
Estabilidad Política
1
1
0 0
-1
-1
-2
-2
BAJA
BAJA
-3
Logartimo PIB per cápita ajustado por poder de paridad de compra
-3
Logartimo PIB per cápita ajustado por poder de paridad de compra
Fuente: Kaufmann, Kraay y Mastruzzi, 2003.
Fuente: Kaufmann, Kraay y Mastruzzi, 2003.
(c) (d)
3
3 ALTA
ALTA
2 Calidad de la Regulación
2 Efectividad del Gobierno
Índice normalizado de carga regulatoria
Índice normalizado de efectividad del gobierno
1
1
0 0
-1 -1
-2 -2
BAJA
BAJA
-3 -3
Logartimo PIB per cápita ajustado por poder de paridad de compra
Logartimo PIB per cápita ajustado por poder de paridad de compra
Fuente: Kaufmann, Kraay y Mastruzzi, 2003. Fuente: Kaufmann, Kraay y Mastruzzi, 2003.
(e) (f)
3 3
ALTO ALTO
2 Imperio de la Ley
Control de la Corrupción
1
Índice normalizado de imperio de la ley
0
0
-1
-2
BAJO
BAJO
-3
Logartimo PIB per cápita ajustado por poder de paridad de compra -3
Logartimo PIB per cápita ajustado por poder de paridad de compra
Fuente: Kaufmann, Kraay y Mastruzzi, 2003.
Fuente: Kaufmann, Kraay y Mastruzzi, 2003.
Capı́tulo 2
29
30 CAPÍTULO 2. ELECCIÓN SOCIAL EN UNA DEMOCRACIA DIRECTA
preferencias, la polı́tica elegida coincide con aquella preferida por el “votante mediano”.
Finalmente, y en vista de las dificultades que pueden surgir para hallar una polı́tica
de equilibrio única en democracias directas debido a la presencia de ciclos infinitos o de
manipulación estratégica de la agenda en el proceso de votación, en el siguiente capı́tulo
estudiamos algunos modelos de democracia representativa que se acercan más a la forma
como se toman las decisiones polı́ticas en la realidad. Esto no quiere decir que no existan
ejemplos de democracia directa en la práctica (algunos de estos están referidos en el recuadro
A ). Además, en democracias representativas se toman decisiones por votación directa sobre
polı́ticas constantemente, como cuando los congresistas votan para aprobar una ley. Por
todas estas razones, los modelos que presentamos en este capı́tulo hacen parte importante
de nuestra “caja de herramientas” básica para estudiar problemas de economı́a polı́tica.
les que impedı́an la postulación continua para cargos de elección popular. El referendo
aprobatorio de la enmienda constitucional fue aprobado con un 54.86 % de los votos, por
lo que en la actualidad el presidente, los gobernadores, los alcaldes y los diputados de la
Asamblea Nacional pueden ser reelegidos sin lı́mite al número de periodos.
A pesar de la escasez de referendos en la mayorı́a de paı́ses, existe una excepción
conocida. La democracia suiza se caracteriza por la recurrente implementación de refe-
rendos. Según la base de datos Swissvotes de la Universidad de Berna, se han votado 96
iniciativas por referendo nacional desde el año 2000.
Pero más allá de los referendos, Suiza tiene una tradición arraigada de democracia
directa y participación polı́tica por parte de la ciudadanı́a. En particular, los cantones
Appenzell-Innerrhoden y Glarus - dado que continúan siendo lo suficientemente pequeños
- han mantenido la tradición de las asambleas al aire libre. Una vez al año se reúne
toda la población para debatir y votar diversas iniciativas con los concejales. Si bien
estas prácticas pueden parecer anticuadas, los suizos consideran que esta tradición de
participación directa implica una mayor pureza de la democracia y permite un mejor
control de los polı́ticos por parte de los votantes. Esta misma idea sobre la superioridad de
la democracia directa la defienden algunos activistas alrededor del mundo. Por ejemplo,
Matsusaka (2005) afirma que la existencia de herramientas de democracia directa mejora
el funcionamiento del gobierno, pues permite una mayor participación por parte de los
ciudadanos y ofrece una solución al problema de agencia que estudiamos más adelante
en el libro. La idea es que los gobernantes electos - por miedo a la convocatoria de un
referendo - implementan polı́ticas que corresponden al interés de la mayorı́a (consistente
con el teorema del votante mediano que presentamos en este capı́tulo).
Ası́, la democracia directa continúa teniendo su lugar (y sus defensores) en la polı́tica
moderna.
p1 x1 + p2 x2 ≤ (1 − τ )Y + T.
máx U (x1 , x2 ; αi )
x1 ,x2
sujeto a:
p1 x1 + p2 x2 ≤ (1 − τ )Y + T.
De la solución a este problema obtenemos las funciones de demanda del consumidor que
dependen de los precios, el ingreso, las variables de polı́tica y, además, del parámetro αi :
x1 (p1 , p2 , Y, τ, T ; αi ), x2 (p1 , p2 , Y, τ, T ; αi ). Reemplazando las funciones de demanda resultan-
tes del proceso de maximización en la función de utilidad, obtenemos la función de utilidad
1 . EL PROBLEMA BÁSICO DE LA POLÍTICA ECONÓMICA 33
indirecta (V ):
V (τ ; αi ).
∂V (τ ; αi )
= 0.
∂τ
De esta condición se puede encontrar la polı́tica preferida por cada individuo (τ ∗ ) en
función del parámetro αi que captura las diferencias entre los individuos, τ ∗ (αi ). La dimen-
sión polı́tica del problema se hace evidente: como los individuos tienen αi0 s diferentes, su
polı́ticas preferidas son en general diferentes. En este ejemplo sencillo, las diferencias entre
los individuos se deben a un parámetro que entra en la función de utilidad. Vale la pena
recordar que la heterogeneidad puede surgir de la restricción presupuestal también. Como lo
indicamos atrás, en este capı́tulo introduciremos un ejemplo recurrente a lo largo del libro
34 CAPÍTULO 2. ELECCIÓN SOCIAL EN UNA DEMOCRACIA DIRECTA
Planteando este problema en un contexto polı́tico, supongamos que existen dos alternati-
vas de polı́tica: τA y τB . Un individuo vota por la alternativa A siempre que V (τA ) ≥ V (τB ).
Podemos introducir un ordenamiento de las preferencias de los individuos sobre diferentes
alternativas. Sea Pj la relación binaria, tal que τA Pj τB significa que el individuo j pre-
fiere a τA (es decir, V (τA ) ≥ V (τB )) y donde Pj cumple las propiedades estándar sobre las
preferencias. En particular, las preferencias son:
2. Transitivas: Si b a y c b, entonces c a.
El hecho de que las preferencias sean completas permite comparar cualquier par de alterna-
tivas, y la transitividad da consistencia a las preferencias.
Definir las preferencias polı́ticas de un individuo resultó sencillo, pero la pregunta de
la economı́a polı́tica positiva es: ¿Cuál es la polı́tica económica implementada dadas las
preferencias heterogéneas de los individuos? Podemos pensar en este problema de elección
colectiva como un problema análogo al problema de decisión individual estándar en economı́a.
Si se pudiera construir una función de bienestar social que resumiera en una sola función
las preferencias de la sociedad, entonces el problema polı́tico estarı́a resuelto. Ası́ como para
resolver el problema de decisión de un individuo basta con maximizar su utilidad, para
encontrar la solución polı́tica bastarı́a encontrar la polı́tica que maximiza el bienestar social.
Las sociedades se han ingeniado diversos mecanismos para agregar las preferencias in-
dividuales y encontrar una polı́tica de equilibrio, entre ellas diversas reglas de votación. Se
podrı́a pensar que dichas reglas llevan a una función de bienestar social bien definida, que
agrega las preferencias individuales. Sin embargo, esto no es una tarea fácil. De hecho, según
Arrow (1951) es una tarea “imposible” en una sociedad democrática.
¿Qué queremos decir con esto? Discutamos la Paradoja de Condorcet y el Teorema de
Imposibilidad de Arrow para ilustrar las dificultades para explicarlo.
2 . DIFICULTADES EN LA AGREGACIÓN DE LAS PREFERENCIAS 35
1. Democracia Directa: los individuos votan directamente por las decisiones de polı́tica
(no las delegan en nadie).
2. Votación Sincera: en cada votación, el individuo vota por la alternativa que le genera
mayor utilidad de acuerdo a sus preferencias (según su función de utilidad indirecta
V (τ ; αi )).
3. Agenda Abierta: los individuos votan sobre pares de alternativas, de tal forma que la
alternativa ganadora en una ronda debe ser votada contra una nueva alternativa en la
ronda siguiente y el conjunto de alternativas comprende todas las polı́ticas posibles.
x PA y PA z
y PB z PB x (2.3)
z PC x PC y
Supongamos que comenzamos votando la alternativa x contra la alternativa y. Bajo una regla
de mayorı́a simple la polı́tica ganadora es x pues es preferida sobre y por A y C (x gana con
dos votos contra uno). Ahora el ganador x, debe ser votado contra la tercera alternativa:
z. El ganador es z porque B y C la prefieren sobre x. Ahora z debe ser enfrentado contra
y. Pero en este caso gana y dado que A y B la prefieren sobre z. Al enfrentar otra vez a y
contra x, el ciclo inicia de nuevo sin llegar a un único ganador.
Este ejemplo demuestra que para ciertas preferencias individuales completas y transitivas
una regla de mayorı́a simple no permite llegar a una polı́tica de equilibrio. La sociedad,
utilizando una regla de mayorı́a simple, ¡jamás podrı́a llegar a una decisión sobre la polı́tica
a implementar! A pesar de partir de preferencias individuales que cumplen con propiedades
deseables, es imposible lograr que la sociedad llegue a una decisión.
El resultado depende de los supuestos que adoptamos, y varios de ellos pueden ser poco
realistas. La democracia directa no es el mecanismo mediante el cual se toman las grandes
36 CAPÍTULO 2. ELECCIÓN SOCIAL EN UNA DEMOCRACIA DIRECTA
que cumplan estas dos condiciones. Preferencias sociales no dictatoriales que cumplen las
condiciones 1. y 2. son intransitivas y, en consecuencia, no permiten llegar a una decisión so-
cial. Preferencias sociales transitivas que cumplen las condiciones 1. y 2. son necesariamente
preferencias dictatoriales.
Lo anterior implica que en una democracia (es decir, en ausencia de un dictador que
tome las decisiones sociales) es imposible construir preferencias sociales bien comportadas
incluso a partir de preferencias individuales bien comportadas. Más aún, si bien la Paradoja
de Condorcet ilustró las dificultades para tomar decisiones sociales a través de una regla
de votación tan común como la mayorı́a simple, Arrow generaliza el resultado: ningún me-
canismo de votación puede agregar preferencias individuales en unas preferencias sociales
consistentes.
Las implicaciones del Teorema de Imposibilidad de Arrow son cruciales. El teorema
está estrechamente relacionado con el conflicto de intereses que subyace a las decisiones so-
ciales. Todas las elecciones sociales generan ganadores y perdedores, y las sociedades deben
ingeniarse mecanismos para resolver este conflicto y elegir una única polı́tica. El resultado de
Arrow parece sugerir que este conflicto es imposible de resolver a través de una democracia,
pues es imposible agregar las preferencias individuales para llegar a una única elección social.
En suma, la Paradoja de Condorcet y el Teorema de Imposibilidad de Arrow destacan
la dificultad para llegar a un equilibrio a través de diferentes mecanismos de elección como
la regla de mayorı́a simple. Pero en la vida real vemos que la gente logra tomar decisiones
utilizando esta regla. ¿Por qué? ¿Cómo llegar a una polı́tica única mediante esta regla? Por
ejemplo, la Junta Directiva de un Banco Central se reúne regularmente para decidir sobre la
tasa de interés de intervención. En principio el mecanismo mediante el cual toman la decisión
cumple con los tres supuestos que vimos al comienzo de la sección y rara vez se oye a un
gerente de un Banco Central decir después de una reunión de la Junta: “Lo sentimos pero
en el proceso de votación nos vimos inmersos en un ciclo interminable y no podremos tomar
una decisión.”
Como veremos a continuación, la clave para la existencia o no de un único equilibrio
o “Ganador de Condorcet” puede ser el tipo de preferencias de los individuos que toman
las decisiones. Para ciertos tipos de preferencias, el ciclo de votación que impide llegar a
una decisión no se presenta y se logra llegar a una decisión única. Para superar el Teorema
de Imposibilidad de Arrow una alternativa es, entonces, restringir las preferencias de los
agentes más allá de exigir que sean completas y transitivas. Otra alternativa es restringir las
instituciones o reglas a través de las cuales se toman las decisiones. En la siguiente sección
consideramos la toma de decisiones bajo ciertas condiciones para las preferencias. En el
capı́tulo 4 nos concentramos en un posible entorno institucional bajo el cual se toman las
38 CAPÍTULO 2. ELECCIÓN SOCIAL EN UNA DEMOCRACIA DIRECTA
decisiones.
El individuo de clase media (B) prefiere una tasa de impuestos media a impuestos altos
o bajos. En este caso particular, prefiere además impuestos altos a impuestos bajos, aunque
en teorı́a aquı́ podrı́amos tener el escenario opuesto según qué tanto se beneficia el individuo
de clase media con aquello en lo cual se invierten los impuestos.
V(·)
Pobre
Medio
Rico
x PA y PA z
y PB z PB x (2.4)
z PC y PC x,
Las preferencias de A y B en (2.3) son de un solo pico, pero no las de C. Esto da origen
al ciclo de votación. Si replanteamos las preferencias de C como en (2.4) para que sean de
40 CAPÍTULO 2. ELECCIÓN SOCIAL EN UNA DEMOCRACIA DIRECTA
Demostración.
Para demostrar el Teorema, precisemos primero lo siguiente: el Teorema aplica en espacios
unidimensionales de polı́tica, es decir cuando la votación se realiza únicamente sobre una
polı́tica (y no sobre un vector de dos o más polı́ticas). De aquı́ la importancia, por ejemplo,
de haber reducido en el problema básico el vector de polı́ticas de dos (τ, T ) a una polı́tica
(τ ) valiéndose de la restricción presupuestal del gobierno.
Segundo, si se habla de un votante mediano se está asumiendo una ordenación de los
individuos. La polı́tica preferida por los individuos, τ ∗ (αi ), ordena a los individuos. El votante
mediano es aquel que, tras ordenar a todos los individuos de acuerdo a su polı́tica preferida,
se ubica exactamente en la mitad del ordenamiento.
Para demostrar el Teorema, suponga que hablamos de una polı́tica particular como la
elección de τ , y podemos ordenar las polı́ticas preferidas por cada uno de los electores de
menor a mayor. El votante mediano es aquel cuya polı́tica preferida, τ m , coincide con la
“polı́tica mediana” en esta distribución. El votante mediano concentra a “cada lado” a la
mitad de la población: el 50 % de la población prefiere una polı́tica inferior o igual a τ m y el
50 % restante prefiere una polı́tica superior o igual.
Suponga ahora que la polı́tica preferida por el votante mediano (τ m ) es votada contra
otra alternativa τ 0 < τ m . La existencia de preferencias de un solo pico implica que todo
individuo cuya polı́tica preferida esté a la derecha de τ m , es decir todo individuo i con
τ ∗ (αi ) ≥ τ m , prefiere τ m a τ 0 dado que τ m se encuentra más cerca a su polı́tica preferida.
En este caso, todos los individuos a la derecha del votante mediano (incluyendo al votante
mediano) votan por τ m y constituyen una mayorı́a simple que derrota a cualquier τ 0 . Si se
aplica un razonamiento análogo para cualquier τ 0 > τ m se comprueba que τ m es la única
polı́tica ganadora.
¿Qué tan razonable es pensar en preferencias de un sólo pico? Hay situaciones en las cuales
es factible hallar este tipo de preferencias. En el ejemplo de la Junta Directiva del Banco
Central es factible que cada miembro tenga una tasa de interés de intervención preferida y que
prefiera tasas más cercanas a su tasa preferida que tasas más alejadas de ésta. Probablemente
2 . DIFICULTADES EN LA AGREGACIÓN DE LAS PREFERENCIAS 41
por esto es que la junta logra llegar a una decisión y no leemos nada sobre la Paradoja de
Condorcet en la sección económica del periódico.
En general, es importante pensar en las preferencias de un solo pico en términos de
la función de utilidad indirecta. Cuando las funciones de utilidad indirecta de todos los
individuos son cóncavas, las preferencias son de un solo pico. A primera vista esto puede
parecer alentador, pues la concavidad de las funciones de utilidad es una condición estándar
y aceptada en economı́a, que responde al concepto de utilidad marginal decreciente. Sin
embargo, concavidad en las funciones de utilidad no garantizan concavidad en la función de
utilidad indirecta y esto último debe verificarse para cada caso concreto.
Las preferencias de un solo pico son suficientes pero no necesarias para lograr una polı́tica
de equilibrio. Garantizan, de hecho, la existencia de un equilibrio para todo tipo de esquemas
de votación y no sólo para la mayorı́a simple. Pero es posible relajar esta exigencia y obtener
el TVM con supuestos algo menos exigentes2 .
Hasta ahora hemos planteado condiciones sobre las preferencias que garantizan la exis-
tencia de un ganador de Condorcet. Sin embargo, hemos dado por sentado que el vector de
polı́tica es unidimensional, algo muy restrictivo. En presencia de un espacio multidimensional
de polı́tica, la existencia de un equilibrio único se dificulta mucho más3 .
A pesar de su alcance limitado, existen contextos en los cuales es sensato aplicar el Teo-
rema del Votante Mediano porque el espacio de polı́tica es unidimensional y las preferencias
son de un sólo pico. A continuación revisamos un par de ejemplos.
2
Una opción es establecer condiciones sobre el tipo de heterogeneidad entre los individuos en vez de
imponer restricciones sobre las preferencias. En particular, supongamos que no sólo la variable de polı́tica
τ es unidimensional sino también lo es el parámetro αi cuyo dominio llamamos Ψ. El intervalo Ψ se refiere
entonces al conjunto de electores. La condición de Gans y Smart (1996), definida también como single-crossing
property se cumple si la siguiente afirmación es verdadera:
Esta propiedad permite proyectar las preferencias sobre τ en el conjunto de diferentes tipos de votantes
Ψ y tiene implicaciones similares a las preferencias de un solo pico. Concretamente, si las preferencias de
los votantes en Ψ satisfacen la single-crossing property entonces existe un único “ganador de Condocet” que
coincide con la polı́tica preferida por el votante con el valor mediano de αi .
3
Sin embargo, la “single-crossing property” se puede generalizar para casos en los cuales la polı́tica es
multidimensional (aunque verificar que se cumpla la propiedad es mucho más difı́cil) y, en términos generales,
tenemos que siempre que las preferencias de los individuos por una polı́tica multidimensional puedan ser
proyectadas en un espacio unidimensional en el cual los individuos puedan ser ordenados por su tipo, entonces
existirá un ganador de Condorcet que coincidirá con el vector de polı́ticas preferido por el individuo con el
valor mediano de αi . Para profundizar en esto se puede ver la condición de preferencias intermedias planteada
en Persson y Tabellini (2000, p.25-26).
42 CAPÍTULO 2. ELECCIÓN SOCIAL EN UNA DEMOCRACIA DIRECTA
θy
yr = ,
δ
(1 − θ)y
yp = .
1−δ
Para que el problema tenga sentido necesitamos que el ingreso en manos de cada rico
sea superior al ingreso en manos de cada pobre, es decir y r > y p . Sustituyendo nuestras
definiciones, esta expresión se simplifica a la siguiente: θ > δ.
4
De hecho, el problema es tan simple que aunque puede entenderse como una aplicación del TVM, como
veremos no es estrictamente necesario acudir al teorema para encontrar la solución
3 . APLICACIONES DEL TEOREMA DEL VOTANTE MEDIANO 43
ci = (1 − τ )y i + T.
Tanto la tasa impositiva como la transferencia es igual para todos los individuos. La
restricción presupuestal del gobierno dice que el recaudo total con el impuesto es igual a las
transferencias (el gobierno no ahorra ni se endeuda):
T = τ (δy r + (1 − δ)y p ) = τ y.
La anterior ecuación nos muestra además, que mientras cada individuo entrega una propor-
ción τ de su ingreso y i , recibe como transferencia una proporción τ del ingreso medio.
Supongamos que la utilidad de los individuos es lineal en el consumo, es decir, u = ci .
Entonces, sustituyendo el esquema de redistribución y la restricción del gobierno5 , podemos
escribir la función de utilidad indirecta del individuo con respecto a la polı́tica unidimensional
τ como:
V i (τ ) = (1 − τ )y i + τ y, i = p, r.
∂V i (τ )
= −y i + y.
∂τ
En el caso de los individuos pobres, la derivada anterior es mayor que cero pues su ingreso
es inferior al promedio. La utilidad de los individuos pobres aumenta con τ , por lo que los
pobres prefieren la tasa impositiva más alta posible, llevando a una solución de esquina en la
5
En la sección 1 .1 dijimos que para encontrar la función de utilidad indirecta debemos primero considerar
las decisiones óptimas de los hogares. En este caso, sin embargo, el problema del hogar es trivial,
máx
i
u(ci ) sujeto a: ci = (1 − τ )y i + τ y.
c
Evidentemente, la elección óptima es consumir todo el ingreso disponible, por lo que V (τ ) = u((1−τ )y i +τ y).
Como la utilidad es lineal en el consumo, obtenemos simplemente V (τ ) = (1 − τ )y i + τ y.
44 CAPÍTULO 2. ELECCIÓN SOCIAL EN UNA DEMOCRACIA DIRECTA
T = τ y − c(τ )y,
donde c(τ ) es una función que captura los costos asociados a la tributación. Es común
encontrar que los costos distorsionantes de la tributación son convexos en la tasa impositiva
(ver recuadro B ). Motivados por este tipo de consideración, podemos entonces plantear que
c0 (τ ) > 0 y que c00 (τ ) > 0. Además, es conveniente suponer que c0 (0) = 0 y que c0 (1) = ∞
para garantizar que exista una solución interior.
Ahora la función de utilidad indirecta de cada individuo viene dada por:
V i (τ ) = (1 − τ )y i + T = (1 − τ )y i + τ y − c(τ )y.
3 . APLICACIONES DEL TEOREMA DEL VOTANTE MEDIANO 45
c0 (τ )y = y − y i . (2.5)
1 Q0 1
Área T riángulo ABC = (εpd )(∆P )2 = εpd t2 pQ0 . (2.6)
2 p 2
46 CAPÍTULO 2. ELECCIÓN SOCIAL EN UNA DEMOCRACIA DIRECTA
p(1+t) A
p C B
Q1 Q0 Q
Apliquemos el Teorema del Votante Mediano. Para verificar que las preferencias son
unimodales y que podemos aplicar el TVM, podemos comprobar si la función de utilidad
indirecta es cóncava. Para esto calculamos la segunda derivada de V , que es igual a −c00 (τ )y.
Dado que c00 (τ ) es positiva, la segunda derivada de la función de utilidad indirecta es negativa
y la función es cóncava. Una función de utilidad indirecta cóncava es condición suficiente
para que exista un solo pico.
Como señalamos antes, verificar en este modelo la forma de las preferencias no es es-
trictamente necesario. Como δ < 21 , no sólo el votante mediano es un individuo pobre y la
polı́tica de equilibrio en una democracia es la preferida por el individuo pobre según el TVM,
sino que los pobres son una mayorı́a absoluta y por democracia directa lo que ellos prefieran
saldrá ganador6 . Sustituyendo y p = (1−θ)y
1−δ
en (2.5):
6
Note también que si en esta sociedad, a pesar de haber desigualdad, hubiera más ricos que pobres
(δ > 12 ) entonces el votante mediano serı́a rico y la polı́tica de equilibrio serı́a τ = 0, que es la preferida por
los individuos ricos. Es decir, introducir esta función de costos sólo garantiza que no se llegará a la solución
de esquina τ = 1, pero no garantiza que no se llegue a la solución de esquina τ = 0 si el votante mediano es
rico.
3 . APLICACIONES DEL TEOREMA DEL VOTANTE MEDIANO 47
(1 − θ)y
c0 (τ p )y = y −
(1 − δ)
θ−δ
c0 (τ p ) = . (2.7)
1−δ
La expresión (2.7) plantea un resultado interesante: si la desigualdad aumenta (θ sube), la
tasa de impuestos preferida por el individuo pobre (que es la polı́tica de equilibrio) aumenta.
Para verlo, note que si sube θ aumenta el lado derecho de la anterior ecuación. Para conservar
la igualdad, el lado izquierdo también debe aumentar, lo cual se logra con un aumento en la
tasa τ p dado el supuesto de costos marginales crecientes de la tributación.
La razón del anterior resultado es que, con una mayor desigualdad, los pobres tienen
menos ingreso que perder cuando se adoptan polı́ticas redistributivas como las planteadas
acá. La intuición anterior fue presentada formalmente por primera vez por Meltzer y Richard
(1981). El modelo de Meltzer y Richard ilustra la capacidad predictiva que tiene el Teorema
del Votante Mediano en términos del efecto de la desigualdad sobre el tamaño de la polı́tica
redistributiva7 .
Esta implicación del Teorema del Votante Mediano puede utilizarse en otro tipo de apli-
caciones. Por ejemplo, Persson y Tabellini (1994) y Alesina y Rodrik (1994) desarrollan
dos modelos que permiten ver, utilizando el Teorema del Votante Mediano, el efecto de la
desigualdad sobre el crecimiento económico. Según estos trabajos una mayor desigualdad
está asociada con un menor crecimiento económico porque a mayor desigualdad, mayores
son los impuestos exigidos por las mayorı́as. Ello desincentiva la acumulación de capital,
generando una menor tasa de crecimiento. En el recuadro C se discuten estos trabajos8 .
De igual forma, los resultados de este modelo nos permiten analizar qué determina que
en unas sociedades se extienda el derecho al voto a los grupos más pobres de la sociedad.
En particular, este modelo predice que en sociedades muy desiguales, extender el derecho al
voto a los más pobres conducirá a que se elijan tasas impositivas muy altas que perjudicarán
a los ricos. Los ricos (que suelen ser los primeros en tener el derecho al voto en la mayorı́a
de las sociedades) tienen esto en cuenta a la hora de extender el derecho al voto a los más
pobres de la sociedad. Esto es analizado por Acemoglu y Robinson (2006) y discutido en el
7
Es importante anotar que este modelo no es dinámico y no considera la retroalimentación que tiene la
polı́tica redistributiva sobre la desigualdad. Por ejemplo, si partimos de una sociedad muy desigual en la cual
la polı́tica elegida es una tasa impositiva muy elevada, entonces cae el nivel de desigualdad y en las elecciones
siguientes, los votantes eligen una tasa impositiva más baja. Calcular el equilibrio polı́tico en un contexto en
el que se presentan estos efectos dinámicos, y los ciudadanos los anticipan, resulta más complicado.
8
Continuando con el comentario de la nota al pie 7, es importante señalar que en estos trabajos la ausencia
de un análisis dinámico al definir la polı́tica de equilibrio es particularmente problemática. Concretamente,
estos trabajos no tienen en cuenta la posibilidad de que los electores anticipen los efectos futuros de su
demanda de redistribución hoy sobre la desigualdad y crecimiento futuros.
48 CAPÍTULO 2. ELECCIÓN SOCIAL EN UNA DEMOCRACIA DIRECTA
próximo capı́tulo.
los resultados sugieren una relación significativa y con el signo esperado. Un aumento de
3.1 puntos porcentuales en la proporción del ingreso en manos del tercer quintil conduce
a un aumento de medio punto porcentual en la tasa de crecimiento. Dado que en principio
la teorı́a sugiere la existencia de una relación negativa entre desigualdad y crecimiento
sólo en el caso de paı́ses democráticos, los autores presentan los resultados de los ejercicios
empı́ricos separando a los paı́ses democráticos (aquellos que fueron democráticos durante
más del 75 % del tiempo del periodo analizado) de los no democráticos. El resultado
apunta a la relevancia de los mecanismos teóricos: sólo en los paı́ses democráticos hay
un efecto positivo y significativo de un incremento en la proporción del ingreso en manos
del tercer quintil sobre el crecimiento.
Finalmente, los autores examinan si la única diferencia entre paı́ses democráticos y
no democráticos tiene que ver con el efecto de la desigualdad sobre el crecimiento. Para
hacerlo, vuelven a estimar la regresión con la muestra completa e incluyendo una variable
dicótoma de democracia de manera independiente e interactuada con las demás variables
independientes. Los resultados sugieren que si bien la relación con la desigualdad no es la
única diferencia entre estas dos muestras, ésta constituye la diferencia más importante.
En sı́ntesis, de las diferentes regresiones se pueden establecer las siguientes conclu-
siones. Primero, la igualdad en el ingreso al comienzo del periodo está asociada con
un mayor crecimiento económico. Segundo, dicha relación positiva está presente sólo en
paı́ses democráticos. Y tercero, el tipo de régimen polı́tico no afecta la relación entre el
crecimiento y otras variables económicas.
Las últimas dos conclusiones sugieren que la relación entre desigualdad y crecimiento
proviene fundamentalmente de un mecanismo polı́tico. Este punto es particularmente
importante para establecer si la relación entre estas dos variables tiene la explicación
polı́tica sugerida por el Teorema del Votante Mediano. Además, los autores exploran
la relación entre la desigualdad del ingreso y el tamaño de la polı́tica redistributiva.
Con información para 13 paı́ses de la OCDE encuentran una relación negativa entre
las transferencias como % del PIB (proxy del tamaño de la polı́tica redistributiva) y el
crecimiento. Además, encuentran una relación positiva (aunque débilmente significativa)
entre desigualdad y tamaño de la polı́tica redistributiva.
riqueza. Para cotejar los problemas de endogeneidad, los autores incluyen en sus esti-
maciones las variables al comienzo del periodo y estiman regresiones utilizando variables
instrumentales y para diferentes sub-periodos. También acá los resultados muestran una
relación negativa y significativa entre desigualdad y crecimiento. Los coeficientes esti-
mados sugieren que un aumento en el coeficiente de Gini (de una desviación estándar)
reduce la tasa de crecimiento del PIB per cápita en 0.8 puntos porcentuales.
A diferencia del trabajo de Persson y Tabellini (1994), la interacción de una dummy
de democracia con la desigualdad de la tierra no es estadı́sticamente significativa. Es
decir, la relación entre desigualdad y crecimiento no se presenta únicamente en paı́ses
democráticos.
Esta discrepancia puede provenir de diferencias en la muestra y en la definición de
las variables, o en fallas en la estrategia empı́rica de los autores. Si el resultado de
Persson y Tabellini (1994) es válido, sin embargo, esto podrı́a indicar que las presiones
por una mayor redistribución provenientes de las mayorı́as no ocurren únicamente en
las democracias, pues los dictadores también deben responder a las demandas de las
mayorı́as para no ser derrocados por una insurrección popular. En paı́ses más desiguales,
democráticos o no, las mayorı́as buscan una polı́tica más redistributiva.
A pesar de sus limitaciones, estos dos trabajos aportan evidencia que respalda la
idea según la cual la polı́tica económica responde a los incentivos polı́ticos presentes en
la sociedad, y han sido muy influyentes. Pero es preciso mencionar que en la economı́a
polı́tica no existe un consenso absoluto sobre la relación entre desigualdad, redistribución
y crecimiento. En particular, trabajos como el de Saint Paul y Verdier (1996) cuestionan
el argumento según el cual mayor desigualdad genera mayor redistribución, lo que a su
vez disminuye el crecimiento. Saint Paul y Verdier afirman que mayor desigualdad no
necesariamente implica mayor redistribución, ya que los más pobres de una sociedad son
también los más afectados por una mayor tasa impositiva, debido a que no cuentan con
los mecanismos de evasión que utilizan los más ricos, por lo que un votante medio pobre
prefiere una tasa impositiva menor. Además, afirman que mayor redistribución no nece-
sariamente disminuye el crecimiento económico, pues en una sociedad altamente desigual
una mayor redistribución podrı́a generar mayor inversión por parte de los más pobres y
afectar débilmente la inversión de los ricos, generando un efecto global positivo sobre el
crecimiento. Igualmente se menciona que algunos mecanismos de redistribución como la
educación pública pueden ser benéficos para el crecimiento, citando trabajos empı́ricos
como Perotti (1992) y Sala-i-Martin (1992) que encuentran que las transferencias tienen
un efecto positivo sobre el crecimiento económico.
3 . APLICACIONES DEL TEOREMA DEL VOTANTE MEDIANO 51
ui = ci + αi H(g),
donde H(·) es cóncava y αi es un parámetro intrı́nseco del agente i con distribución acumu-
lativa F (α) y función de densidad f (α).
Normalizamos el tamaño de población a 1. No hay diferencias de ingreso: todos los indi-
viduos tienen un ingreso exógeno igual a 1. Para financiar la producción del bien público, el
gobierno cobra un impuesto τ a cada individuo. La restricción presupuestal del individuo i
es:
ci ≤ 1 − τ.
Por otro lado, la restricción del gobierno indica que el total de los impuestos recaudados se
utiliza para financiar el bien público. Como el tamaño de la población está normalizado a
uno, el recaudo total es igual al recaudo promedio, τ , con lo que se obtiene:
τ = g.
De la condición de primer se obtiene que la cantidad de g óptima para i, que denotamos con
g i , satisface:
αi H 0 (g i ) = 1. (2.8)
Para identificar el nivel de gasto público en una democracia directa, se puede utilizar el
TVM, dado que la función de utilidad indirecta de los individuos con respecto a la polı́tica
es cóncava (condición suficiente para que las preferencias sean de un solo pico) y el espacio
de polı́tica es unidimensional. Ası́, la polı́tica elegida por la sociedad es el gasto g preferido
por el votante mediano, g M .
Recuerde que el votante mediano individuos cuya polı́tica preferida se ubica en la mediana
de la distribución de polı́ticas preferidas dadas por (2.8). En este ejemplo, adicionalmente,
la ecuación (2.8) muestra que hay una relación monótona entre g i y αi . Esto se puede ver
52 CAPÍTULO 2. ELECCIÓN SOCIAL EN UNA DEMOCRACIA DIRECTA
∂g i H 0 (g i )
= − > 0.
∂αi αi H 00 (g i )
El resultado es obvio: individuos que valoran más el bien público, prefieren mayores niveles
de gasto en g. El punto a destacar es que como existe una relación monótona entre αi y g i , el
individuo con el g i mediano es también el individuo con el αi mediano. Es decir, el equilibrio
polı́tico conduce al gasto público g M que satisface:
Cuanto más valioso sea el bien público para el votante mediano, mayor será la provisión de
éste. Note que la provisión polı́tica del bien público bajo democracia directa no coincide, en
general, con la provisión eficiente desde el punto de vista utilitarista. Un planificador central
que maximice la suma de las utilidades de los individuos resolverı́a el siguiente problema:
Z
máx (1 − g) + αi H(g) f (αi )dαi
g
R
Note que αi f (αi )dαi no es más que la valoración promedio del bien público. Denotando
ese αi promedio con α, al resolver el problema anterior encontramos que el gasto socialmente
óptimo, g ? satisface αH 0 (g ? ) = 1. Los gastos g ? y g M son distintos en general, sólo coinciden
cuando la distribución de los αi es tal que αM = α.
Curvas de indiferencia
1000 del polı́tico 2
C Curvas de indiferencia
del polı́tico 1
A
0 1000
Los polı́ticos ahora sólo pueden votar sobre las distribuciones A, B y C que se ilustran
en el gráfico. Si se comienza votando la polı́tica B contra la polı́tica C, B gana por dos votos
contra 1 (es preferida por los polı́ticos 1 y 2). Esta polı́tica es entonces votada contra la
polı́tica A, que gana (dado que es preferida por los polı́ticos 1 y 3). Pero la polı́tica A pierde
en la siguiente ronda contra la polı́tica C, que es preferida por los polı́ticos 2 y 3. Ahora debe
votarse B contra C, comenzando el ciclo otra vez.
Ası́ pues, y como sucedı́a en la Paradoja de Condorcet, incluso si se restringe el número de
propuestas sobre las cuales puede votarse, se puede incurrir en un ciclo infinito de votación
si mantenemos los mismos supuestos de agenda abierta y votación sincera del Teorema del
Votante Mediano.
Si continuamos suponiendo que existe votación sincera, quien controla la agenda puede hacer
elegir su polı́tica preferida determinando las dos alternativas que deben votarse primero.
Esto es lo que se conoce como manipulación estratégica de la agenda. Por ejemplo, si el
polı́tico 1 sabe que sólo habrá dos rondas de votación, y él tiene el poder de establecer la
agenda, entonces sugerir que se voten primero las polı́ticas B y C asegura que en la segunda
y definitiva ronda, gane su polı́tica preferida.
Sin embargo, en este contexto el supuesto de votación sincera (es decir, que los indivi-
duos siempre votan por la polı́tica que maximiza su utilidad indirecta) es muy ingenuo. En
presencia de una agenda restringida (en la cual hay un número limitado de rondas), para
maximizar su utilidad los electores tienen incentivos a votar estratégicamente. En otras pa-
labras, quieren votar en algunas rondas por alternativas que no prefieren, de tal forma que
se llegue finalmente a su polı́tica preferida.
Por ejemplo, en el caso anterior en el cual sólo hay dos rondas y el polı́tico 1 tiene el
poder de establecer la agenda, el polı́tico 2 podrı́a votar en la primera ronda por la polı́tica
C (a pesar de que prefiera la polı́tica B) de tal forma que en la segunda ronda deban votarse
a A contra C y gane C (su preferida).
El problema es que esto supone que los polı́ticos 1 y 3 continúan votando sinceramente. Sin
embargo, también ellos tienen incentivos a calcular estratégicamente su decisión de votación.
¿Cuál es el equilibrio si todos los polı́ticos votan estratégicamente? La respuesta, en general,
es que hay múltiples equilibrios posibles, que dependen crucialmente de las creencias que cada
polı́tico tiene del comportamiento de sus contrincantes. Por lo general, es posible construir
más de un conjunto de creencias y acciones que son mutuamente consistentes; esto es, que
dadas las creencias de los jugadores y sus acciones, ningún polı́tico tiene un incentivo para
desviarse unilateralmente para mejorar su utilidad. En consecuencia, con votación estratégica
se vuelve más difı́cil predecir el equilibrio. Otra implicación evidente es que quien manipula
la agenda pierde parte de su poder si los polı́ticos votan estratégicamente en comparación
con el caso de votación sincera.
5. Conclusiones
Este capı́tulo presentó algunos de los problemas y resultados más importantes que se
presentan tras agregar las preferencias en una democracia directa. Frente a las dificultades
teóricas que existen en la agregación de las preferencias individuales, hay dos alternativas.
La primera, es deprimirse y pensar que la primera pregunta de la economı́a polı́tica positiva
enfrenta obstáculos en apariencia insalvables. La segunda, es reconocer que encontrar solucio-
nes y modelos que funcionen en todas las circunstancias es imposible, pero que al incorporar
56 CAPÍTULO 2. ELECCIÓN SOCIAL EN UNA DEMOCRACIA DIRECTA
más estructura y supuestos que sean razonables en cada contexto, podemos avanzar en la
comprensión de los problemas polı́ticos.
En este libro, por supuesto, adoptamos la segunda alternativa. Este capı́tulo, por ejemplo,
mostró que a pesar de las dificultades para la agregación de las preferencias, bajo ciertos
supuestos podemos encontrar un resultado que parece intuitivo sobre una de las fuerzas
importantes que tienden a presentarse en una democracia: la tendencia a implementar las
polı́ticas preferidas por las mayorı́as o por el “votante mediano.” En el próximo capı́tulo
apelamos a esta intuición para explorar una pregunta fundamental en economı́a polı́tica: el
origen de la democracia.
Capı́tulo 3
En la actualidad, una gran cantidad de paı́ses eligen sus polı́ticas y gobernantes a través
de instituciones democráticas. Sin embargo, éste es un fenómeno relativamente reciente. En el
siglo XIX, los regı́menes polı́ticos más comunes en la mayorı́a de paı́ses eran la monarquı́a –en
donde el poder polı́tico se concentra en la cabeza del rey– y la oligarquı́a, en donde sólo unos
pocos individuos ricos tienen la posibilidad de votar e incidir en la toma de decisiones. Las
restricciones al derecho al voto en la forma de requisitos de riqueza mı́nima y alfabetismo, el
cobro de impuestos para poder votar, o las restricciones por raza o género eran predominantes
y mantenı́an el poder polı́tico en las manos de unos pocos. Dado que este libro se concentra
en el análisis de sociedades democráticas, es importante explorar por qué algunas sociedades
decidieron reformar sus instituciones polı́ticas y hacer una transición hacia la democracia,
extendiendo el poder polı́tico a grupos de la sociedad anteriormente excluidos.
En este capı́tulo presentamos la teorı́a de democratización de Acemoglu y Robinson
(2006), que enfatiza el conflicto distributivo entre las élites y los pobres. Dicha teorı́a nos
permite, además, aplicar el conflicto redistributivo de Meltzer y Richard, y el teorema del
votante mediano que presentamos en el capı́tulo anterior.
57
58 CAPÍTULO 3. LOS ORÍGENES DE LA DEMOCRACIA
democratización.
(1 − θ)y θy
yp = , yr = .
1−δ δ
Para que exista desigualdad necesitamos que θ > δ lo cual asumimos de aquı́ en adelante.
Todos los individuos pagan una tasa impositiva τ sobre su ingreso y reciben a cambio una
transferencia de suma fija T neta de costos de tributación c(τ ) donde asumimos que c00 () > 0.
La utilidad de cada individuo i (para i ∈ {p, r}) es lineal en su nivel de consumo, que en
este caso corresponde simplemente al ingreso disponible:
V (y i |τ ) = (1 − τ )y i + (τ − c(τ ))y.
De las condiciones de primer orden, sabemos que la polı́tica (tasa impositiva) preferida
por los individuos ricos es τ r =0 (dado que estos siempre pierden con la redistribución). La
tasa preferida por los pobres, τ p está definida implı́citamente por la siguiente condición de
primer orden:
0 p θ−δ
c (τ ) = . (3.1)
1−δ
p
Note que, tal y como vimos en el capı́tulo anterior, dτdθ = c00 (τ p1)(1−δ) > 0, lo cual implica que
un aumento en la desigualdad intensifica el conflicto distributivo y genera un aumento en el
nivel de redistribución preferido por lo pobres.
La toma de decisiones en el régimen no-democrático es ilustrada en la figura 3.1 mediante
un juego no-cooperativo –representado en su forma extensiva– que muestra los diferentes
pagos asociados a las diferentes acciones de los agentes. Inicialmente, la naturaleza determina
si el poder de facto de los pobres es alto H o bajo L, lo cual determina a su vez si una amenaza
de revolución por parte de estos es creı́ble. Esto captura la naturaleza aleatoria del poder
60 CAPÍTULO 3. LOS ORÍGENES DE LA DEMOCRACIA
de facto. Para que el poder de facto por parte de un grupo numeroso de individuos (en
este caso, los pobres) sea efectivo, se deben superar muchos problemas de coordinación y de
acción colectiva. Dichos problemas de acción colectiva pueden ser atenuados o acentuados por
elementos aleatorios como el clima (la lluvia puede desestimular la participación individual
en manifestaciones masivas) o por acciones individuales difı́ciles de predecir (como, por
ejemplo, la inmolación de Mohamed Bouazizi, un vendedor ambulante en diciembre de 2010
en Túnez , que desató una revolución en contra del presidente de turno). Una vez la naturaleza
determina el poder de facto de los pobres, los ricos (que tiene el poder en una no-democracia)
eligen la polı́tica redistributiva, que denotamos por τ̂ . Tras observar la polı́tica redistributiva
anunciada por los ricos, los pobres deciden hacer una revolución (R) o permanecer en una
no-democracia y no hacer una revolución (N R).
N aturaleza
L H
Ricos Ricos
P romete P romete
impuesto impuesto
τ̂ τ̂
P obres P obres
R NR R NR
N aturaleza N aturaleza
(V p (R, µL ), (V p (R, µH ),
V r (R, µL )) p 1−p V r (R, µH )) p 1−p
(V p (y p |τ̂ ), (V p (N ), (V p (y p |τ̂ ), (V p (N ),
V r (y r |τ̂ )) V r (N )) V r (y r |τ̂ )) V r (N ))
Suponemos que una revolución iniciada por los pobres siempre es exitosa y, tras ella,
se da por terminado el juego. Las revoluciones, sin embargo, son costosas y destruyen una
fracción µS (para S = L, H) del ingreso total. Tras una revolución los pobres expropian a
los ricos y se reparten el ingreso restante, neto de la destrucción causada por la revolución,
2 . UN MODELO SIMPLE DE NO-DEMOCRACIA 61
Según esta condición, una revolución sólo es atractiva para los pobres si aquello que
expropian a los ricos y se reparten entre si (θ) es superior a lo que la revolución destruye
(µ). De lo contrario, no vale la pena iniciar una revolución en la que se destruye más de lo
que se gana. Por consiguiente, sabemos que siempre que θ < µ los pobres prefieren no hacer
una revolución independientemente de la polı́tica anunciada y –anticipando esto– los ricos
van a elegir su tasa impositiva preferida τ N (µH ) = τ r = 0.
1
Si la revolución no es preferible al peor escenario posible de no-democracia (sin redistribución), tampoco
va a serlo en una no-democracia en que los ricos prometan redistribuir a una tasa positiva.
2 . UN MODELO SIMPLE DE NO-DEMOCRACIA 63
V p (N, τ N = τ p ) ≥ V p (R, µH )
(1 − µ)y
y p + p[τ p (y − y p ) − c(τ p )y] ≥
1−δ
(1 − θ)y (1 − θ)y (1 − µ)y
+ p τp y − − c(τ p )y ≥
1−δ 1−δ 1−δ
(1 − θ) θ−δ (1 − µ)y
y + p τp − c(τ p ) ≥
1−δ 1−δ 1−δ
(1 − θ) + pτ p (θ − δ) − p(1 − δ)c(τ p ) ≥ (1 − µ)
La condición (3.3) sugiere que las promesas de redistribución logran evitar la revolución
siempre que las revoluciones sean lo suficientemente costosas (es decir, siempre que µ sea
lo suficientemente alto). Si µ < µ∗ entonces ni siquiera la mejor promesa de redistribución
logra evitar la revolución y los pobres eligen R (ocurre una revolución en equilibrio). Por el
contrario, si µ ≥ µ∗ los ricos van a prometer redistribución a los pobres con el fin de evitar
la revolución. ¿Qué tasa de redistribución prometen los ricos? Dado que a estos nos les gusta
la redistribución, van a ofrecer la menor tasa posible que evite la revolución. Dicha tasa, τ̃ ,
es aquella que hace a los pobres indiferentes entre iniciar una revolución y permanecer en
no-democracia, y viene definida implı́citamente por:
Con estos elementos, podemos definir plenamente las acciones de equilibrio de ricos y
pobres en el modelo de no-democracia descrito en la figura 3.1:
64 CAPÍTULO 3. LOS ORÍGENES DE LA DEMOCRACIA
Si θ > µ, entonces:
La proposición anterior nos permite hacer análisis de estática comparativa para entender
qué caracterı́sticas de una sociedad aumentan la probabilidad de que ocurra una revolución
en equilibrio.
Un primer elemento es qué tan costosas son las revoluciones. Naturalmente, entre menos
ingreso destruya una revolución (µ relativamente bajo) más atractiva va a ser esta estrategia
para los pobres. Asimismo, aumentos en la desigualdad θ hacen más probable que ocurra
una revolución. Primero, note que a medida que θ aumenta es más probable que se cumpla
la restricción de revolución (3.2). Además, note que:
dµ∗ ∂τ p ∂τ p ∂τ p
=1−p θ p
+ τ + pδ + p(1 − δ)c0 (τ p )
dθ ∂θ ∂θ ∂θ
∗ p
dµ ∂τ
= 1 − pτ p − p [(θ − δ) − (1 − δ)c0 (τ p )] > 0.
dθ ∂θ
Es decir, aumentos en la desigualdad no sólo hacen más probable que se cumpla la res-
tricción de revolución, sino que también hacen más probable que promesas de redistribución
sean insuficientes para frenar la revolución (dado que a valores muy altos de θ los pobres
ganan mucho con la revolución).2
2
Por la condición de primer orden para la tasa de impuestos preferida por los∗ pobres sabemos que
(θ − δ) − (1 − δ)c0 (τ p ) = 0. Por consiguiente, dado que p, τ p , ∈ (0, 1) sabemos que dµ
dθ > 0.
3 . UN MODELO SIMPLE DE DEMOCRATIZACIÓN 65
dµ∗
= −(τ p (θ − δ) − (1 − δ)c(τ p )) < 0.
dp
Un menor valor de p está asociado con una menor capacidad de compromiso de los ricos
para cumplir sus promesas (recuerde que p es la probabilidad de que los ricos cumplan sus
promesas). Por consiguiente, este modelo nos dice que las revoluciones son más probables
entre menor sea la capacidad de compromiso de los ricos, dado que esto hace que promesas
de redistribución sean menos creı́bles y exitosas en evitar una revolución.3
En nuestro modelo de no-democracia hay situaciones en que los pobres deciden hacer
una revolución. Para los ricos, éste es el peor resultado posible pues tras una revolución son
expropiados y terminan con un ingreso igual a cero. Si bien prefieren redistribuir hacia los
pobres y evitar la revolución, no siempre pueden comprometerse de manera creı́ble a hacer
esto. ¿Cómo pueden comprometerse los ricos de manera creı́ble a redistribuir hacia los pobres
y evitar de esta forma la revolución? A continuación introducimos la democratización como
un instrumento adicional que tienen los ricos para resolver su problema de compromiso y
evitar revoluciones en circunstancias en que promesas de redistribución son insuficientes.
Ricos
D N
P obres Ricos
P romete
τp impuesto
τ̂
P obres P obres
R NR R NR
N aturaleza
p p p
(V (R, µ), (V (D), (V (R, µ),
V r (R, µ)) V r (D)) V r (R, µ)) p 1−p
Ricos Ricos
Cumplen Incumplen
promesa promesa
(V p (y p |τ̂ ), (V p (N ),
V r (y r |τ̂ )) V r (N ))
tribución correspondiente, los pobres eligen si iniciar una revolución (R) o permanecer en
el régimen elegido por los ricos (N R). Si los pobres deciden iniciar una revolución, el juego
termina y los pagos son idénticos a los del modelo de no-democracia:
(1 − µ)y
V p (R, µ) = , V r (R, µ) = 0.
1−δ
Si los pobres, por el contrario, deciden no iniciar una revolución los pagos para los ricos y
pobres dependen del régimen polı́tico que hayan elegido los ricos inicialmente. En una demo-
cracia (D), el votante mediano determina la polı́tica a implementar, que en nuestro modelo
corresponde a la polı́tica preferida por un ciudadano pobre τ p , definida implı́citamente por
3.1. Por consiguiente, los pagos para los ciudadanos pobres y ricos bajo una democracia son,
respectivamente:
de no hacer una revolución (N R) y permanecer bajo una no-democracia en la que los ricos
prometen redistribuir a una tasa τ N es:
V p (R, µ) > V p (N ) = y p
θ > µ.
Por consiguiente, siempre que θ > µ los ricos tienen que hacer concesiones y prome-
ter redistribución bajo una no-democracia, o –alternativamente– reformar las instituciones
polı́ticas e introducir la democracia para intentar evitar la revolución.
Primero exploramos las condiciones bajo las cuales promesas de redistribución bajo un
régimen no democrático son suficientes para evitar la revolución. Naturalmente, los ricos
prefieren evitar la revolución sin tener que democratizar y sacrificar de esta forma su poder
de jure. Para esto, basta con explorar si prometer a los pobres redistribución a su tasa
preferida (τ p ) es suficiente. Esto nos lleva a la misma condición 3.3 que hallamos en la
sección anterior:
V p (N, τ N = τ p ) ≥ V p (R, µ)
µ ≥ θ − p(τ p (θ − δ) − (1 − δ)c(τ p )) ≡ µ∗ .
Siempre que µ < µ∗ los ricos no pueden evitar la revolución por medio de promesas de
redistribución. Por consiguiente, debemos analizar si en estas circunstancias la democratiza-
ción logra evitar la revolución, comparando el pago de los pobres bajo la democracia y bajo
revolución:
68 CAPÍTULO 3. LOS ORÍGENES DE LA DEMOCRACIA
V p (D) ≥ V p (R, µH )
(1 − µ)y
y p + [τ p (y − y p ) − c(τ p )y] ≥
1−δ
(1 − θ)y (1 − θ)y (1 − µ)y
+ τp y − − c(τ p )y ≥
1−δ 1−δ 1−δ
(1 − θ) θ−δ (1 − µ)y
y + τp − c(τ p ) ≥
1−δ 1−δ 1−δ
(1 − θ) + τ p (θ − δ) − (1 − δ)c(τ p ) ≥ (1 − µ)
Por consiguiente, siempre que µ ≥ µ∗∗ , la transición hacia la democracia logra evitar la
revolución. Note que µ∗∗ < µ∗ . Esto implica que siempre que µ∗∗ < µ < µ∗ la democratiza-
ción logra evitar revoluciones en circunstancias en las cuales habrı́a sido imposible hacerlo
mediante simples concesiones en una no-democracia.
El equilibrio del modelo de democratización ilustrado en la figura 3.2 se resume en la
siguiente proposición:
Si θ > µ, entonces:
Note que la transición democrática ocurre únicamente para valores de µ superiores a µ∗∗
pero inferiores a µ∗ . Por consiguiente, ceteris paribus, valores superiores de µ∗ están asociados
con una mayor probabilidad de transición hacia la democracia. En particular note que:
dµ∗
= −(τ p (θ − δ) − (1 − δ)c(τ p )) ≡ µ∗ < 0
dp
dµ∗∗
= 0.
dp
Por consiguiente, una disminución en p, que interpretamos como una caı́da en la capacidad
de compromiso de los ricos en una no-democracia, hace menos probable que promesas de
redistribución por parte de los ricos logren evitar la revolución, aumentando la probabilidad
de que los ricos tengan que democratizar para evitar la revolución. Dicho de otra forma, la
democratización es más probable cuanto menor sea la capacidad de compromiso de los ricos
en una no-democracia.
El modelo simple de democratización descrito en la figura 3.2 arroja tres resultados fun-
damentales. Primero, la democratización ocurre como una respuesta de la élite para evitar
la revolución. Segundo, la élite sólo democratiza cuando concesiones o promesas de redis-
tribución hacia los pobres son insuficientes para evitar la revolución debido al problema de
compromiso. Por último, el nivel de redistribución en la sociedad aumenta tras la transición
hacia la democracia puesto que el votante mediano pasa a ser un individuo pobre que de-
manda un nivel de redistribución mayor al que se observa en no-democracia. El recuadro 3.1
motiva la importancia de todos estos factores en el proceso de democratización en el siglo
XIX en el Reino Unido.
Donde sea que miremos - adentro, alrededor - la voz de los grandes eventos
nos está proclamando, “reformen” para poder conservar. Ahora, por lo tanto,
3 . UN MODELO SIMPLE DE DEMOCRATIZACIÓN 71
El principal cambio de las primeras tres décadas del siglo diecinueve fue la
reforma del Parlamento en 1832[. . . ] introducida por los Whigs[. . . ], como una
medida para detener cualquier amenaza futura de revolución, al extender el
derecho al voto a la clase media. (Darvall, 1934, traducción libre)
El descontento social no sólo fue el motor tras la reforma de 1832, que sólo extendió el
derecho al voto al 14.5 por ciento de la población masculina adulta . También motivó las
reformas posteriores en 1867 (que aumentó la población con derecho a votar de 1.4 a 2.52
millones) y en 1885.
72 CAPÍTULO 3. LOS ORÍGENES DE LA DEMOCRACIA
12
10
0
1800
1806
1812
1818
1830
1836
1842
1848
1860
1866
1872
1878
1890
1896
1902
1908
1920
1926
1932
1938
1950
1956
1962
1968
1980
1986
1992
1998
1824
1854
1884
1914
1944
1974
Fuente: Polity IV
0.8
0.7
0.6
0.5
0.4
0.3
0.2 Fuentes:
1759, 1801, 1867: Lindart and Williamson (1982, 1983)
1890 en adelante: Bourguignon and Morrisson (2002)
0.1
0
1759 1801 1867 1890 1910 1929 1950 1960 1970 1980 1992
0.7
0.6
0.5
0.4
0.3
0.2
Fuente: Williamson (1985)
0.1
0
1823 1871 1881 1901
4. ¿Democratización o Represión?
En el modelo simple de democratización ilustrado en la figura 3.2 existen escenarios bajo
los cuales ocurren revoluciones en equilibrio. En particular, siempre que µ < µ∗∗ las re-
74 CAPÍTULO 3. LOS ORÍGENES DE LA DEMOCRACIA
voluciones son lo suficientemente poco costosas y en consecuencia los pobres prefieren una
revolución a una democracia. ¿Por qué puede ser más atractiva para los pobres la revolución
a la democracia? Intuitivamente, tras una revolución los pobres pueden expropiar todo el
ingreso de los ricos y repartı́rselo entre ellos (neto de los costos de la revolución). En una
democracia, los costos tributarios c(τ ) limitan la cantidad de recursos que los pobres pueden
redistribuir de los ricos hacia si mismos.4 Sin embargo, las revoluciones son el peor escenario
posible para los ricos y por consiguiente estos van a utilizar todo el poder a su alcance para
evitarlas. Hasta el momento nos hemos enfocado en el poder de jure que pueden utilizar
los ricos bajo no-democracia para evitar la revolución, ya sea en la forma de promesas de
redistribución o en la forma de cambio institucional (democratización). Sin embargo, fre-
cuentemente los ricos acuden también a su poder de facto para evitar revoluciones mediante
el uso de la represión. En regı́menes no democráticos como Myanmar o China la represión ha
sido utilizada ante la posibilidad de una revolución, como alternativa a la democratización
o a otro tipo de concesiones.
Para concluir nuestra exposición de la teorı́a de Acemoglu y Robinson, en la figura 3.3
presentamos un modelo similar al modelo de democratización de la figura 3.2, pero ahora
permitimos a los ricos utilizar la represión como estrategia adicional a la democratización y
a las promesas de redistribución. Recuerde que ilustramos únicamente el subjuego que sigue
a la rama en que la naturaleza elige S = H. Asumimos que la represión (que denotamos con
O) siempre logra evitar una revolución. Sin embargo, la represión es costosa y destruye una
proporción κ del ingreso total. Por consiguiente, los pagos para los pobres y ricos cuando los
ricos deciden utilizar la represión son, respectivamente:
Para resolver el modelo ilustrado en la figura 3.3 sólo hace falta analizar las circunstancias
en las cuales los ricos prefieren la represión a i) prometer redistribución y permanecer en una
no-democracia y ii) democratizar. La restricción de revolución 3.2 sigue siendo relevante e
ilustra las condiciones bajo las cuales existe una amenaza creı́ble de revolución por parte de
los pobres. Los valores crı́ticos µ∗ y µ∗∗ que hayamos anteriormente determinan, respectiva-
mente, las condiciones bajo las cuales las promesas de redistribución o la democratización
logran evitar una revolución.
Primero analizamos las condiciones bajo las cuales los ricos prefieren reprimir a hacer
4
Naturalmente, si ignoramos los costos de tributación y permitimos una solución de esquina en que los
pobres puedan elegir una polı́tica τ = 1 en la democracia, los pobres siempre prefieren la democracia a la
revolución, dado que la revolución es costosa.
4 . ¿DEMOCRATIZACIÓN O REPRESIÓN? 75
Ricos
D Represión(O)
N
P obres Ricos
P romete V p (O|κ),
τp impuesto V r (O|κ))
τ̂
P obres P obres
R NR R NR
N aturaleza
p p p
(V (R, µ), (V (D), (V (R, µ),
V r (R, µ)) V r (D)) V r (R, µ)) p 1−p
Ricos Ricos
Cumplen Incumplen
promesa promesa
(V p (y p |τ̂ ), (V p (N ),
V r (y r |τ̂ )) V r (N ))
V r (O|κ) ≥ V r (D)
(1 − κ)y r ≥ y r + [τ p (y − y r ) − c(τ p )y]
−κy r ≥ [τ p (y − y r ) − c(τ p )y]
κy r ≤ p[c(τ p )y − τ p (y − y r )]
y y
κ ≤ [c(τ p ) r − τ p ( r − 1)]
y y
1
κ ≤ [δc(τ p ) − τ p (δ − θ)] ≡ κ̃.
θ
Por consiguiente, siempre que κ < κ̃ los ricos prefieren reprimir a democratizar.
Note que κ̂ < κ̃, lo cual implica que siempre que los ricos prefieren reprimir a hacer
concesiones, también prefieren reprimir a democratizar. Esto ocurre porque las concesiones
se hacen a una tasa (débilmente) menor a la que se redistribuye en la democracia y además,
al hacer promesas de redistribución existe la probabilidad de que dichas promesas no se
tengan que cumplir.
Note también que dκ̂
dθ
> 0 y dκ̃
dθ
> 0. Basta demostrar esto para uno de los dos casos:
p
p
dκ̃ 1 p p 1 0 p ∂τ ∂τ p
= − 2 (δc(τ ) − τ (δ − θ)) + δc (τ ) − (δ − θ) − τ
dθ θ θ ∂θ ∂θ
(3.6)
dκ̃ −δ 1 ∂τ p
= 2 (c(τ p ) − τ p ) + [δc0 (τ p ) − δ + θ] > 0.
dθ θ θ ∂θ
Este resultado es intuitivo. Mayor desigualdad hace que tanto la democracia como las
concesiones sean menos atractivas para los ricos (que se ven obligados a redistribuir a una
mayor tasa para evitar la revolución) y por ende sea más factible que elijan la represión para
proteger sus intereses.5
El equilibrio del modelo descrito en la figura 3.3 se resume en la siguiente y última
proposición, que hace uso de los resultados de la proposición 2:
Si θ > µ, entonces:
en equilibrio (área gris). A medida que la desigualdad continúa aumentando, las concesiones
y promesas de redistribución son insuficientes para evitar la revolución y los ricos deben
democratizar o reprimir. En particular, podemos encontrar un valor crı́tico para el nivel
de desigualdad (θ∗ ) tal que los pobres se encuentran indiferentes entre la revolución y la
mejor promesa posible de redistribución (a su tasa preferida τ p ). Dicho valor crı́tico θ∗ viene
definido implı́citamente por:
Siempre que θ > θ∗ , ni siquiera la mejor promesa de redistribución logra evitar la re-
volución y los ricos deben democratizar o reprimir para evitar la revolución. Sin embargo,
los ricos prefieren democratizar siempre que los costos de reprimir sean lo suficientemente
elevados y excedan el valor crı́tico κ̃ hallado anteriormente. Para valores de κ inferiores a κ̃
los ricos prefieren reprimir a democratizar (área con sombreado gris). Note también que au-
mentos en la desigualdad están asociados a aumentos en el valor crı́tico κ̃ y por consiguiente
a una menor probabilidad de que los ricos decidan democratizar.
¿Qué ocurre si la desigualdad (θ) continúa aumentando? Existe un valor crı́tico θ̂ por
encima del cual los pobres prefieren la revolución a la democracia. Dicho valor crı́tico θ̂ viene
definido implı́citamente por:
Para todo θ > θ̂ los pobres prefieren estrictamente la revolución a la democracia por
lo que a los ricos no les queda otra alternativa que reprimir para evitar la revolución (sin
importar el valor de κ puesto que los ricos siempre prefieren la represión a cualquier costo,
que la revolución).
Concluimos que existe una relación no-monotónica entre desigualdad y democratización.
Para valores muy bajos de desigualdad (θ < θ∗ ), no hay democratización ya bien sea por-
que la restricción de revolución no se cumple, o porque concesiones son suficientes para
evitar la revolución. Por otro lado, para valores muy elevados de desigualdad (θ > θ̂) tam-
poco observamos democratización, pues los ricos se ven forzados a reprimir para evitar la
revolución. Por consiguiente, la democratización sólo ocurre para niveles intermedios de de-
sigualdad en donde θ ∈ (θ∗ , θ̂). Sin embargo, note que para el rango de parámetros en los
cuales la democratización es posible, aumentos en la desigualdad hacen menos probable que
la democratización ocurra dado que ésta se vuelve relativamente más costosa para los ricos,
aumentando el beneficio relativo de acudir a la represión.
En el recuadro B ilustramos esta relación no-monotónica entre desigualdad y democracia
4 . ¿DEMOCRATIZACIÓN O REPRESIÓN? 79
V P (N, τ P ) > V P (R) V P (N, τ P ) < V P (R) < V P (D) V P (R) > V P (D)
Pobres
Ricos
Democratización
No Revolución
Represión
No Redistribución κ̃(θ)
Redistribución
No Represión
Represión
κ̂(θ)
Represión
θ
δ µ θ∗ θ̂
a partir de cuatro casos históricos que mencionan Acemoglu y Robinson (2006). Igualmente,
discutimos brevemente la interpretación polı́tica de la curva de Kuznets que sugieren los
autores.
la democracia. El Reino Unido corresponde al caso θ ∈ (θ∗ , θ̂). Con niveles moderados
de desigualdad, el descontento social y la amenaza de revolución motivaron a la élite a
democratizar. Sin embargo, la desigualdad es lo suficientemente baja tal que la élite no se
siente tan amenazada por la democracia y prefiere democratizar a reprimir. El resultado
es una democracia estable. El caso argentino también se encuentra en el rango θ ∈
(θ∗ , θ̂), pero con niveles de desigualdad superiores a los del Reino Unido. La desigualdad
es elevada generando descontento social y amenaza de revolución por lo cual las élites
democratizan para evitar la revolución. Asimismo, dados los altos niveles de desigualdad,
la democracia es lo suficientemente costosa para la élite tal que estos, frecuentemente,
acuden a la represión para evitar polı́ticas redistributivas y retornar a un régimen no-
democrático. En sı́ntesis, Argentina es una democracia inestable que oscila entre las áreas
blanca y gris para valores θ ∈ (θ∗ , θ̂). Si bien hubo una transición hacia la democracia
en el año 1912, ésta fue interrumpida durante 1930-1946, 1955-1973 y 1976-1983 como
consecuencia de golpes de estado. Finalmente, el caso de Sudáfrica - antes de la caı́da
del régimen de Apartheid, que mantuvo el poder en manos de los blancos por medio
de represión y violencia - sirve para ejemplificar el caso donde la desigualdad extrema
conlleva a la perpetuación de un régimen no democrático. En este caso, la élite tiene
mucho que perder y hace todo lo posible por mantenerse en el poder sin tener que
democratizar. Corresponde al caso en que θ > θ̂.
Ante la relación no-monotónica entre desigualdad y democracia, la teorı́a de Acemoglu
y Robinson sugiere una nueva interpretación de la famosa Curva de Kuznets - la idea
según la cual en las etapas tempranas del desarrollo capitalista se incrementa la desigual-
dad del ingreso y posteriormente se reduce. Concretamente, su interpretación sugiere que
el incremento en la desigualdad durante la industrialización genera conflictos sociales que
se constituyen en una presión hacia la democratización. Con la democratización se reduce
la desigualdad como consecuencia de un incremento en la redistribución y en la educación
masiva. De manera consistente con esta interpretación, los autores presentan evidencia
que sugiere que el punto más alto en la Curva de Kuznets coincide para muchos paı́ses
con la extensión del derecho al voto.
terratenientes que para las élites cuya riqueza proviene del capital humano o financiero. La
tierra, por su naturaleza inmóvil, es más fácil de gravar con impuestos en una democracia,
por lo que podemos conjeturar que las élites terratenientes son más reacias a democratizar
que las élites cuya riqueza no proviene de la tierra. De igual forma, note que una revolución (y
la represión) puede resultar más costosa para los dueños del capital fı́sico y el capital humano
que para los dueños de la tierra (la tierra es un activo difı́cil de destruir). Por consiguiente,
es de esperar que en una sociedad agrı́cola, donde la mayorı́a de la riqueza proviene de la
tierra, los ricos sean más proclives a utilizar la represión.
En este capı́tulo presentamos una versión simplificada de la teorı́a de Acemoglu y Ro-
binson (2006). Dicha teorı́a hace énfasis en el conflicto entre la élite y los ciudadanos para
explicar la democratización. Sin embargo, en el recuadro 3.3. mencionamos brevemente al-
gunas teorı́as de democratización alternativas que no se enfocan en el conflicto entre ricos
y pobres. Por ejemplo, las teorı́as de Llavador y Oxoby (2005), y Lizzeri y Persico (2004)
ilustran cómo el conflicto al interior de la élite motiva a alguna facción de dicha élite a
extender el derecho al voto a otros sectores de la sociedad. De igual forma, la teorı́a de la
modernización basada en Lipset (1959) asigna un rol importante al desarrollo económico
como causa importante de la democratización.
Los autores encuentran que, si bien existe una relación positiva entre las dos variables,
no hay evidencia de causalidad entre ellas.
La teorı́a de Lizzeri y Persico (2004) se concentra en el conflicto al interior de la
élite y en el trade-off entre transferencias focalizadas y bienes públicos. En particular,
consideran el caso en el que la élite es el único grupo de la población con derecho al voto.
En algunos contextos la competencia polı́tica conlleva a los partidos a utilizar el recaudo
para hacer transferencias a algunos sub-grupos de la élite a expensas de otros sub-grupos.
Aquellos miembros de la élite que no reciben transferencias directas preferirı́an que los
partidos utilicen el recaudo tributario en bienes públicos (que benefician a todos) y no en
transferencias directas que privilegian sólo a unos miembros de la élite. En consecuencia,
aquellos que no se benefician de las transferencias van a apoyar una extensión del derecho
al voto que incentive a los partidos a proveer más bienes públicos (entre mayor sea el
tamaño del electorado, los bienes públicos que benefician a todos se vuelven relativamente
más atractivos electoralmente para los partidos que las transferencias focalizadas).
Finalmente, la teorı́a de Llavador y Oxoby (2005) se concentra en el conflicto par-
tidista al interior de la élite. La élite se divide entre terratenientes (representados por
el partido conservador) y capitalistas industriales (representados por el partido liberal).
Los trabajadores o ciudadanos pobres, se dividen entre calificados (empleados por los in-
dustriales) y no-calificados (empleados por los terratenientes). En el modelo los autores
asumen que el gasto público sólo beneficia al sector industrial a través de aumentos en
productividad. Por consiguiente, las élites industriales y los trabajadores calificados están
a favor de un nivel positivo de tributación y gasto público. Las élites terratenientes se
oponen a cualquier tipo de tributación puesto que pagan los costos pero no se benefician
del gasto público. Finalmente, los trabajadores no calificados se benefician indirectamen-
te del gasto público (ante mayores salarios industriales, se genera migración del campo
a la ciudad que aumenta también los salarios agrı́colas) pero menos que los trabajadores
calificados. Los autores describen algunas circunstancias en los cuales los dos partidos
de élite pueden tener el incentivo a extender el derecho al voto. En el caso del partido
conservador, si las élites terratenientes son minorı́a en relación con los industriales, éste
prefiere extender el derecho al voto plenamente de tal forma que el votante mediano sea
un trabajador no-calificado, que en algunos casos prefiere menor gasto público que las
élites industriales (que tendrı́an todo el poder en una no-democracia en la que son ma-
yorı́a). Al partido liberal, por el contrario, le interesa una extensión parcial del derecho
al voto, sólo a algunos trabajadores calificados, de tal forma que puedan compensar las
preferencias de la élite terrateniente, y el votante mediano de la sociedad como un todo,
5 . CONCLUSIONES 83
5. Conclusiones
En este capı́tulo utilizamos las predicciones del teorema del votante mediano en el contex-
to de un conflicto redistributivo para explorar las circunstancias bajo las cuales una sociedad
decide elegir la democracia como mecanismo para agregar preferencias y tomar decisiones. En
los siguientes capı́tulos nos ocuparemos de entender la forma en que la democracia resuelve
los conflictos entre los ciudadanos y daremos por sentada su existencia.
En el capı́tulo siguiente damos un paso adicional y analizamos la toma de decisiones
en una democracia representativa, en la cual los ciudadanos no votan directamente por la
polı́tica económica sino que eligen a representantes para que tomen dichas decisiones por
ellos. Esta forma de democracia se asemeja más al proceso mediante el cual se elige la
polı́tica económica en la mayorı́a de democracias modernas.
84 CAPÍTULO 3. LOS ORÍGENES DE LA DEMOCRACIA
Capı́tulo 4
85
86 CAPÍTULO 4. ELECCIÓN SOCIAL EN UNA DEMOCRACIA REPRESENTATIVA
donde pP es la probabilidad de ganar las elecciones para el candidato P ∈ {A, B}. Dicha
probabilidad depende de la polı́tica anunciada por cada candidato. Posteriormente, las elec-
ciones se llevan a cabo y –una vez en el poder– el candidato elegido cumple su compromiso
e implementa la polı́tica anunciada.
Suponga que pA (qA , qB ) es la probabilidad de que el polı́tico A gane la elección cuando
los candidatos anuncian la plataforma (qA , qB ), en tanto que pB (qA , qB ) = 1 − pA (qA , qB ) es
la probabilidad de que el candidato B gane. Naturalmente, pA (qA , qB ) = 1 si la mayorı́a de
la población prefiere qA a qB , y pA (qA , qB ) = 0 si la mayorı́a de la población prefiere qB .
Continuamos suponiendo que las preferencias de los individuos son unimodales y el vector
de polı́tica es unidimensional. Por consiguiente, para establecer la polı́tica preferida por la
mayorı́a de la población basta conocer las preferencias del votante mediano descritas por la
función V M (q). La probabilidad de que el candidato A gane las elecciones viene dada por:
1, si V M (qA ) > V M (qB )
pA (qA , qB ) = 21 , si V M (qA ) = V M (qB ) . (4.1)
0, si V M (qA ) < V M (qB )
El problema de decisión que enfrentan los candidatos está descrito por las siguientes
ecuaciones:
A : máx pA (qA , qB ) · R,
qA
B : máx [1 − pA (qA , qB )] · R.
qB
En equilibrio, los dos candidatos convergen y anuncian la polı́tica preferida por el vo-
∗
tante mediano qM . Para demostrar este resultado utilizamos un argumento análogo al que
utilizamos en el capı́tulo 2 para demostrar el Teorema del Votante Mediano. Procedemos por
∗
contradicción, demostrando que cualquier combinación de polı́ticas distinta a qA = qB = qM
no puede ser un equilibrio. Primero, suponga que los candidatos anuncian polı́ticas tales que
∗
qA < qB ≤ qM . En este caso –como las preferencias son de un solo pico– el votante mediano,
∗
ası́ como todos los electores cuya polı́tica preferida es superior a qM , prefieren la polı́tica
ofrecida por B, con lo cual el candidato B gana la elección. Éste no es un equilibrio, pues el
candidato A puede aumentar su probabilidad de elección anunciando la misma polı́tica que
el candidato B (en cuyo caso su probabilidad de elección aumenta de 0 a 21 ). En términos
88 CAPÍTULO 4. ELECCIÓN SOCIAL EN UNA DEMOCRACIA REPRESENTATIVA
generales, este argumento demuestra que ninguna plataforma de polı́tica en que los candida-
tos anuncien polı́ticas diferentes puede ser un equilibrio, pues en estas circunstancias aquel
que anuncia la polı́tica más alejada a la preferida por el votante mediano pierde con certeza.
Para terminar, demostramos por qué los candidatos no sólo convergen y anuncian la misma
polı́tica, sino que el único equilibrio implica convergencia a la polı́tica preferida por el vo-
tante mediano. Suponga que los candidatos convergen a una polı́tica distinta a la preferida
∗
por el votante mediano, qA = qB 6= qM en cuyo caso pA (qA , qB ) = pB (qA , qB ) = 21 . En este
caso los dos candidatos tiene el incentivo a desviarse y anunciar una polı́tica más cercana a
la preferida por el votante mediano, generando un incremento de 12 a 1 en la probabilidad de
elección. Por lo tanto, el único equilibrio posible es el de convergencia a la polı́tica preferida
∗
por el votante mediano qA = qB = qM . En este punto no existe ninguna desviación que sea
beneficiosa para los candidatos.
deja de ser una estrategia no dominada para i = 1. Votar de manera sincera implicarı́a
para este individuo “desperdiciar” su voto en un perdedor seguro. Esto ilustra cómo en
casos con 3 o más candidatos el análisis es mucho más complejo puesto que ahora se
debe considerar el comportamiento electoral estratégico de los votantes, y no podemos
suponer votación sincera como en el caso de dos candidatos.
En casos más generales, la regla mediante la cual se elige el ganador y la cantidad de
candidatos que compiten en las elecciones determinan la existencia o no de convergencia
en las polı́ticas anunciadas por los candidatos. La formalización y caracterización del
equilibrio en estos casos puede ser compleja. Para una revisión más detallada de elecciones
con múltiples candidatos sugerimos el capı́tulo 8 de Austen-Smith y Banks (2005).
Para ilustrar el resultado anterior y sus implicaciones, consideramos una versión ligera-
mente modificada del modelo de redistribución de Meltzer y Richard. En particular, supone-
mos ahora que el recaudo de los impuestos es utilizado para financiar un bien público en lugar
de una transferencia de suma fija. Esto nos permite comparar la provisión del bien público
que resulta de la competencia polı́tica, con el nivel de gasto público socialmente eficiente.
Sin embargo, la esencia del conflicto redistributivo permanece inalterada: un bien público
que beneficia a todos los individuos por igual es financiado con un impuesto al ingreso, lo
que genera conflicto entre individuos de diferentes ingresos con respecto al nivel deseado de
gasto público.
Considere una sociedad habitada por un número muy grande de individuos. Formalmente,
podemos representar a estos individuos por medio de puntos en el intervalo (0, 1). Es decir,
existe un continuo de individuos y normalizamos el tamaño total de la población a 1. Los
individuos (indexados por la letra i) difieren en su nivel de ingreso, y i . Las preferencias de
cada individuo i están descritas por la función de utilidad ui :
ui = ci + H(g),
donde ci es el nivel de consumo privado, g el gasto en un bien público, y H(·) una función de
utilidad creciente y cóncava. El gobierno financia la provisión del bien público mediante un
impuesto sobre el ingreso individual a una tasa única e igual a τ ∈ [0, 1]. Ası́, la restricción
presupuestal de cada individuo está dada por la siguiente expresión:
2 . UN EJEMPLO DE COMPETENCIA ELECTORAL DOWNSIANA 91
ci = (1 − τ )y i .
Note que en este contexto, el ingreso promedio coincide con el ingreso total, dado que el
número total de habitantes de esta economı́a es igual a 1. El ingreso mediano y M está definido
por F (y M ) = 12 . Es decir, y M corresponde al nivel de ingreso tal que exactamente la mitad
de los individuos tienen un ingreso igual o inferior a dicho nivel. Suponemos que y M < y,
lo cual captura la existencia de desigualdad en la distribución del ingreso de esta sociedad.
Finalmente, la restricción presupuestal del gobierno viene dada por:
Z ∞
g=τ y i f (y i )dy i = τ y.
0
Ignoramos en este caso los costos de la tributación, puesto que la concavidad de la función
H(g) es suficiente para evitar soluciones de esquina. Esta simplificación no tiene ningún efecto
sobre los resultados cualitativos del modelo.
Suponga que dos candidatos oportunistas, A y B, compiten por ganar los votos de la ma-
yorı́a de los ciudadanos. Para esto, anuncian de manera simultánea sus propuestas de polı́tica
qA y qB respectivamente, y el ganador implementa la polı́tica anunciada. ¿Qué combinación
de polı́ticas anuncian los candidatos en equilibrio? Primero, note que de la restricción pre-
supuestal del gobierno podemos reducir la dimensión del espacio de polı́tica a una única
dimensión. De igual forma, es fácil verificar que las preferencias de los agentes son unimoda-
les1 . Por consiguiente, podemos aplicar el Teorema de Convergencia Downsiana y podemos
predecir que los dos candidatos convergen y anuncian la polı́tica preferida por el votante
mediano. Para hallar esta polı́tica, encontramos la condición que describe la polı́tica preferi-
da por cada agente i. Primero sustituimos las restricciones presupuestales del gobierno y el
individuo en la función de utilidad para encontrar sus preferencias en términos de una sola
dimensión de polı́tica (en este caso el nivel de gasto público). Como resultado tenemos la
siguiente función de utilidad indirecta2 :
1
Basta demostrar que la función de utilidad indirecta es cóncava, lo cual se cumple por la concavidad de
H(g)
2
Recuerde que la función de utilidad indirecta corresponde a la máxima utilidad alcanzable por el indi-
viduo. En este caso, dado que el comportamiento óptimo del individuo consiste en consumir todo su ingreso
disponible, para hallar la utilidad indirecta V j en función de la polı́tica, basta reemplazar la restricción
92 CAPÍTULO 4. ELECCIÓN SOCIAL EN UNA DEMOCRACIA REPRESENTATIVA
yi
V j (g) = (y − g) + H(g). (4.2)
y
La condición de primer orden que describe el nivel de gasto público preferido por cada
individuo i es:
yi
= H 0 (g i ).
y
De acuerdo con esta condición, el nivel de gasto público preferido por cada individuo
i es aquel en el cual el costo marginal se iguala al beneficio marginal. El costo marginal
viene dado por y i , ya que un aumento en la tasa tributaria lleva a una reducción en la
utilidad de los individuos (vı́a menor consumo del bien privado) que es proporcional a su
ingreso. El beneficio marginal viene dado por yH 0 (g), pues un aumento en la tasa tributaria
eleva el recaudo en una magnitud proporcional a y, y dicho aumento en el recaudo genera
un beneficio marginal dado por la utilidad marginal del bien público, H 0 (g). Lo interesante
de este resultado es que –manteniendo el ingreso promedio constante– cuanto mayor sea
el ingreso del individuo i menor será su nivel preferido de gasto público e impuestos. Este
resultado es consecuencia de la concavidad de H. En efecto, al tomar la derivada de g i con
respecto a y i en la condición de primer orden encontramos:
∂g i 1
i
= 00 i < 0.
∂y H (g )y
Intuitivamente, esto sucede porque el costo en términos de consumo privado aumenta
de manera proporcional con el ingreso (por el pago de impuestos). Sin embargo, como g
hace referencia a un bien público puro, sus beneficios son iguales para todos los individuos
independientemente del nivel de ingreso. Por este motivo, los individuos más ricos prefieren
menos provisión del bien público y una tasa tributaria más baja que los individuos pobres.
El hecho de que la tasa impositiva y el nivel de gasto público sean iguales para todos los
individuos genera un conflicto entre los ciudadanos en función de su ingreso relativo.
Para encontrar la polı́tica a la cual convergen los dos candidatos A y B encontramos la
polı́tica preferida por el votante mediano, descrita por el valor de g tal que:
yM
= H 0 (gM ). (4.3)
y
Este resultado nos permite realizar ejercicios de estática comparativa con respecto a la
relación entre la desigualdad y el gasto público en democracias representativas. Note que un
aumento en la desigualdad implica una reducción en la razón entre el ingreso mediano y el
presupuestal del individuo en la función de utilidad ui .
3 . LA DISCUSIÓN EN TORNO A LA EFICIENCIA 93
ingreso promedio (y M /y). Esto ocurre, por ejemplo, siempre que para un nivel de y dado,
disminuya y M y aumente la brecha entre el ingreso mediano y el ingreso promedio. Por
consiguiente, un aumento en la desigualdad (asociada con un votante mediano relativamente
más pobre), genera un aumento en el nivel de gasto público que proveen las democracias.
3
En el contexto del modelo redistributivo de Meltzer y Richard con transferencias de suma fija y costos
de la tributación, todo nivel de redistribución positivo es ineficiente puesto que la tributación genera una
pérdida irrecuperable de eficiencia. En ausencia de costos de la tributación, todo nivel de redistribución es
igualmente eficiente puesto que sólo se redistribuye el ingreso pero la suma de utilidades de la sociedad no
cambia.
94 CAPÍTULO 4. ELECCIÓN SOCIAL EN UNA DEMOCRACIA REPRESENTATIVA
∂W
= 0 ⇐⇒ 1 = H 0 (g ∗ ). (4.4)
∂g
¿Cómo se compara (4.3) con (4.4)? Dado que suponemos la existencia de desigualdad
m
( yy< 1), podemos demostrar que la provisión de bien público en el equilibrio polı́tico
excede el nivel socialmente óptimo:
0 ∗ yM
H (gM ) = < 1 = H 0 (g SOC ) ⇐⇒ g M > g SOC .
y
El motivo por el cual la democracia conlleva a una sobreprovisión del bien público es la
convergencia de los candidatos a la polı́tica preferida por el votante mediano. En presencia
de desigualdad, el votante mediano es un individuo relativamente pobre que se beneficia
de una provisión alta del bien público (paga una proporción relativamente baja de un bien
público que beneficia a todos los ciudadanos por igual). De hecho, entre más pobre sea el
votante mediano, más se aleja el equilibrio polı́tico del óptimo benthamita. El equilibrio
polı́tico sólo coincide con el nivel socialmente eficiente cuando la distribución del ingreso es
tal que y M = y, lo cual ocurre, por ejemplo, para distribuciones perfectamente simétricas.
a lo largo del espacio de polı́tica. Los candidatos enfrentan incentivos a modificar sus pla-
taformas de polı́tica para generar cambios discontinuos en su probabilidad de ser elegidos.
Este proceso puede continuar ad infinitum para ciertos tipos de preferencias o caracterı́sticas
del espacio de polı́tica. Frecuentemente, el resultado es la inexistencia de un equilibrio en la
plataformas de polı́tica pues siempre existen desviaciones beneficiosas para algún candidato,
para cualquier combinación de polı́ticas.
La idea del modelo de votación probabilı́stica consiste en “suavizar” estas funciones al-
tamente discontinuas, aún en espacios de polı́tica multidimensionales, para encontrar una
polı́tica de equilibrio. Existen diferentes argumentos para justificar que las decisiones de vota-
ción de los individuos son funciones continuas de las polı́ticas anunciadas por los candidatos.
Por ejemplo, los individuos pueden abstenerse de votar si las diferencias entre las polı́ticas
anunciadas no son muy significativas, o si la variable de polı́tica en consideración no des-
pierta mayor interés en los votantes. En este caso, pequeñas modificaciones en las polı́ticas
anunciadas pueden no generar saltos discontinuos en la probabilidad de que un candidato
sea elegido, pues no todos los individuos cambian de candidato ante estos cambios margina-
les. Otro argumento es que los candidatos no perciben la probabilidad de que un individuo
vote o no por ellos como una función discontinua, sino que consideran que se trata de una
función continua de la distancia entre la plataforma de polı́tica propuesta y la preferida por
el individuo. En esta sección motivamos la “suavización” del comportamiento electoral su-
poniendo que los votantes están motivados por una consideración adicional a la plataforma
de polı́tica propuesta por cada candidato. Esta consideración adicional está asociada a la
“ideologı́a”, aunque bien puede representar cualquier otro elemento, no relacionado con la
polı́tica ofrecida, que haga que un individuo tenga una tendencia a votar por un determinado
candidato. Esto incluye, por ejemplo la afinidad social, regional, o étnica de un votante con
el candidato o simplemente consideraciones distintas a la polı́tica que hagan al candidato
más atractivo para el votante. Esto introduce un elemento de incertidumbre en los candi-
datos con respecto a las preferencias de los votantes, de modo que un cambio marginal en
la polı́tica anunciada genera un cambio marginal, en lugar de un cambio discontinuo, en la
probabilidad de elección.
Para ilustrar el espı́ritu del modelo de votación probabilı́sitica, comenzamos con un caso
general en el cual la sociedad está compuesta por un número J de grupos diferentes. Norma-
lizamos el tamaño de la población total a 1, y suponemos que cada grupo tiene una cantidad
P
o fracción αj de individuos. Por lo tanto, Jj=1 αj = 1. Los individuos al interior de cada
4 . EL MODELO DE VOTACIÓN PROBABILÍSTICA 97
grupo son idénticos con excepción de su preferencia “ideológica” por uno u otro candidato.
Dos candidatos, A y B, compiten por llegar al poder a través de elecciones. El candidato
que obtenga la mayorı́a de los votos es elegido, e implementa una plataforma de polı́tica de-
notada por el vector q. El vector de polı́tica q puede ser multidimensional, lo cual expande
el conjunto de problemas que podemos analizar. La probabilidad de que cierto candidato
sea elegido depende de la fracción total de los votos que reciba. Denotamos a πPj como la
fracción de electores en el grupo j que vota por el candidato P , con P ∈ {A, B}. Por lo
tanto, la proporción total de votos (πP ) que el candidato P recibe viene dada por:
X
J
πP = αj πPj .
j=1
Bajo los supuestos del modelo de competencia Downsiana, en donde los candidatos sólo
afectan la utilidad de los agentes a través de la polı́tica económica ofrecida, la forma de cada
πPj es análoga a (4.5), ya que cada elector elige estrictamente al candidato cuya polı́tica le
genere más utilidad. Ahora suponemos que cada individuo i en el grupo j tiene las siguientes
preferencias dadas por la función de utilidad V ij :
V ij = V j (q) + σ ij (P ).
En este modelo, V j (q) es la utilidad indirecta que obtienen los individuos del grupo j
según la plataforma de polı́tica adoptada, q. Entre tanto, σ ij (P ) captura los beneficios que,
independientemente de la polı́tica elegida, recibe el votante i en el grupo j por el hecho de
que el candidato P acceda al poder. Cada individuo al interior de cada grupo puede diferir
en este aspecto “ideológico”. Esto influye en la decisión de los votantes con respecto a los
dos candidatos, ya que ahora también el elemento ideológico, y no sólo la polı́tica económica,
afecta la utilidad individual. En particular, pij
A (qA , qB ), la probabilidad de que el individuo
i del grupo j vote por A ahora viene dada por:
1 si V j (qA ) + σ ij (A) > V j (qB ) + σ ij (B)
pij
A (qA , qB ) =
1
si V j (qA ) + σ ij (A) = V j (qB ) + σ ij (B) . (4.6)
2
0 si V j (qA ) + σ ij (A) < V j (qB ) + σ ij (B)
1 si V j (qA ) − V j (qB ) > σ ij
pij (qA , qB ) = 1
si V j (qA ) − V j (qB ) = σ ij . (4.7)
2
0 si V j (qA ) − V j (qB ) < σ ij
Esta proporción se ilustra en la figura 4.1 como el área bajo la función de densidad para
valores de σ ij inferiores a V j (qA ) − V j (qB ). Note que existe para cada grupo un individuo
con un valor σ ij crı́tico, σ
ej = V j (qA ) − V j (qB ), que divide a la población entre aquellos que
votan por A y quienes votan por B. Dicho individuo es indiferente entre A y B y es crucial
en el equilibrio de este modelo.
Agregando para cada uno de los grupos de electores, la fracción (o el número) de votos
que recibe el candidato A en toda la sociedad es:
X
J X
J
πA = α j
πAj = αj F j (V j (qA ) − V j (qB )). (4.8)
j=1 j=1
f (σ ij )
ΠjA : Población que vota por A (1 − ΠjA ): Población que vota por B
σ ij crı́tico
La figura muestra la distribución f (σ ij ) de los sesgos ideológicos de los individuos de un grupo j. Para un
par de ofertas de polı́tica existe un valor de sesgo ideológico crı́tico que divide a la distribución entre aquellos
que votan por A y los que votan por B. Los individuos con sesgo ideológico relativo por B más pequeño
votarán por A (a la izquierda del valor crı́tico del sesgo) y los restantes por B.
Pr(πP > 21 ). Sin embargo, para efectos analı́ticos y motivar el espı́ritu general del modelo, en
esta sección suponemos que maximizan πP . Más adelante resolvemos el modelo suponiendo
que la función objetivo es Pr(πP > 12 ).
Los candidatos anuncian de manera simultánea sus propuestas de polı́tica qA y qB . El
candidato A elige qA para maximizar (4.8) mientras que el candidato B maximiza πB =
1 − πA . El problema de los dos candidatos es perfectamente simétrico. Note que ahora la
función objetivo de los candidatos es continua, por lo que podemos calcular las condiciones
de primer orden y hallar la “función de reacción” de cada candidato. Para el candidato A,
la condición de primer orden para la maximización de (4.8), tomando qB como dada es:
hP i
J j j j j
dπA ∂ j=1 α F (V (q A ) − V (q B ))
= 0 ⇐⇒ =0
dqA ∂qA
XJ
∂V j (qA )
0 = αj f j (V j (qA ) − V j (qB )) . (4.9)
j=1
∂q A
hP i
J j j j j
∂πB ∂ j=1 α F (V (qA ) − V (qB ))
= 0 ⇐⇒ =0
∂qB ∂qB
X
J
∂V j (qB )
0 = αj f j (V j (qA ) − V j (qB )) . (4.10)
j=1
∂qB
100 CAPÍTULO 4. ELECCIÓN SOCIAL EN UNA DEMOCRACIA REPRESENTATIVA
Las ecuaciones (4.9) y (4.10) definen implı́citamente a las “funciones de reacción” de cada
candidato. La evidente simetrı́a del problema indica que los dos candidatos convergen a la
misma polı́tica. Sustituyendo qA = qB = q en (4.9) o (4.10) obtenemos una expresión para
la polı́tica de equilibrio:
X
J
∂V j (q)
0= αj f j (0) . (4.11)
j=1
∂q
¿Cuáles son las caracterı́sticas de esta solución y qué nos permite concluir sobre el poder
de los electores en este modelo? Primero, y siguiendo a Acemoglu y Robinson (2006), note
que la solución descrita por (4.11) corresponde a la solución de un problema de maximización
de una función de bienestar social ponderada, de la siguiente forma:
X
J
Ω= ω j V j (q), (4.12)
j=1
en donde la ponderación ω j que recibe cada grupo en la función de bienestar social viene
dado por αj f j (0). Naturalmente, cuanto mayor sea este valor para un grupo de individuos,
mayor será el peso que reciben sus preferencias en la polı́tica de equilibrio. Por ende, el
modelo de votación probabilı́stica se aleja de la premisa de que todos los votos valen lo
mismo, pues algunos grupos reciben una mayor (o menor) ponderación que aquella predicha
simplemente por su tamaño.
La ponderación que recibe cada grupo, y que resume por ende su poder polı́tico, consiste
de dos componentes. Por un lado, grupos más numerosos (αj más grande) reciben una ma-
yor ponderación, lo cual es intuitivo. Grupos más numerosos proveen una mayor cantidad
de votos y por esto el tamaño del grupo influye en la decisión de los candidatos. Esto es
consistente con la función de bienestar utilitarista en la que la ponderación de cada grupo
corresponde, precisamente, al tamaño que dicho grupo representa en la población. Asimis-
mo, el peso de cada grupo depende de f j (0). Este parámetro corresponde a la concentración
relativa de individuos en el grupo j con un sesgo ideológico igual a cero (ideológicamente
neutrales). Para entender este parámetro suponga que hay dos grupos 1 y 2, cuya función
de densidad de los σ ij ilustramos en la figura 4.2. El grupo 1 está compuesto por muchos
individuos con preferencias ideológicas extremas (muchos de sus integrantes tienen una pre-
ferencia muy fuerte por el candidato A o el B). Por lo tanto, la densidad ideológica en el
punto en el cual los candidatos ofrecen la misma polı́tica f 1 (0) es relativamente baja pues
dicho grupo, al tener muchos individuos concentrados en los extremos, exhibe una mayor
dispersión a lo largo del espacio (−∞, ∞) de preferencias ideológicas. En este grupo, muchos
votantes toman su decisiones con base en sus (intensas) preferencias ideológicas y muchos de
4 . EL MODELO DE VOTACIÓN PROBABILÍSTICA 101
Figura 4.2: Distribución de los sesgos ideológicos al interior de cada grupo: el papel de la
densidad de la distribución.
f1
f2
σ ij crı́tico = 0
Con un equilibrio simétrico en el que los partidos ofrecen la misma plataforma , el votante “pendular” tiene
un sesgo ideológico igual a cero. Alrededor de cero, la función con mayor densidad (f 2 ) concentra a un mayor
número de votantes. Por ende, al polı́tico le es más atractivo complacer a ese grupo social.
X
J
Ω = ω j V j (q)
j=1
X
J
Ω = αj κV j (q)
j=1
X
J
Ω = κ αj V j (q). (4.13)
j=1
V ij = V j (q) + σ ij (P ) + δ(P ).
φj
− 2φ1 j 0 1
2φj
1
− 2ψ 0 1
2ψ
h i
1 1
sobre el intervalo − 2ψ , 2ψ .
En este contexto, los candidatos anuncian de manera simultánea sus plataformas elec-
torales, conociendo únicamente las preferencias de los electores y las distribuciones de los
parámetros ideológicos y del choque de popularidad, mas no su valor realizado. Una vez
anunciadas las plataformas, se conoce el valor realizado de δ y se llevan a cabo las elecciones.
Finalmente, el candidato elegido implementa la polı́tica anunciada antes de las elecciones.
ej = V j (qA ) − V j (qB ) − δ.
σ
Los electores con σ ij < σej prefieren votar por el candidato A. Esto nos permite calcular
πAj , la fracción de votantes del grupo j que votan por el candidato A, como el área bajo la
104 CAPÍTULO 4. ELECCIÓN SOCIAL EN UNA DEMOCRACIA REPRESENTATIVA
Figura 4.5: Proporción de los individuos que votan por el partido A en el grupo j
− 2φ1 j σ!j
1
0 2φj
1
πAj = φj σ
ej + .
2
Agregando sobre todos los grupos, la fracción de votos que recibe el candidato A en toda
la sociedad es:
X
j j 1 j
πA = α e +
φσ . (4.14)
j
2
En la sección anterior, para simplificar el análisis, supusimos que los candidatos maximi-
zan πP , la fracción de votos que reciben. En la práctica, sin embargo, basta con recibir una
mayorı́a simple de los votos para ganar la elección. Debemos entonces, resolver el modelo
pero suponiendo que los candidatos eligen la polı́tica para maximizar la probabilidad de
ganar, P r πP ≥ 21 . Para el candidato A podemos calcular pA (qA , qB ), su probabilidad de
ganar, directamente:
( )
1 X 1
1
pA (qA , qB ) = P πA ≥ =P αj φj σej + ≥
2 j
2 2
( )
X 1
1
= P αj φj V j (qA ) − V j (qB ) − δ + ≥
j
2 2
( j
)
X 1 X 1
= P αj φj V j (qA ) − V j (qB ) + − αj φj δ ≥ .
j
2 j=1
2
P
Definimos φ = j αj φj como la densidad promedio del parámetro ideológico. Podemos
5
Note que para el caso de la distribución uniforme, el área bajo la función de densidad se puede calcular
simplemente como el área de un rectángulo (ver área sombreada en la 4.5).
4 . EL MODELO DE VOTACIÓN PROBABILÍSTICA 105
( " #)
1 X j j j
pA (qA , qB ) = P δ≤ α φ V (qA ) − V j (qB )
φ j
Z 1
[
P
j αj φj [V j (qA )−V j (qB )]]
φ
= ψdδ
−1
2ψ
" #
1 ψ X j j j
pA (qA , qB ) = + α φ V (qA ) − V j (qB ) . (4.15)
2 φ j
Note que esta probabilidad es una función continua de la distancia entre las plataformas
de los candidatos. Es precisamente esta “suavización” la función de probabilidad de elección
que nos permitirá caracterizar y encontrar un equilibrio en problemas en los que anterior-
mente esto no era posible. Para resolver el problema, calculamos las condiciones de primer
orden para el problema de optimización de los candidatos. Para el candidato A el problema
de optimización es max(pA (qA , qB )) y la condición de primer orden correspondiente es:
qA
ψ X j j ∂V j (qA )
αφ = 0.
φ j ∂qA
En el caso del candidato B, quien resuelve el problema max(1 − pA (qA , qB )), la condición
qB
de primer orden es:
ψ X j j ∂V j (qB )
αφ = 0.
φ j=1 ∂qB
V j (qA ) ≥ V j (qB ) + σ ij + δ.
Podemos aplicar directamente las condiciones de primer orden que encontramos para
el caso particular con tres grupos, asumiendo la distribución uniforme de los sesgos
ideológicos y del choque de popularidad, y utilizando la forma funcional y restricción de
recursos de nuestro problema de “dividir un dólar”. La solución de equilibrio viene dada
por: R M P
eq φ φ φ
qA = qB = q P = , , , (4.16)
φ φ φ
la cual implica que entre mayor la densidad ideológica del grupo, mayor será la proporción
del presupuesto que le es adjudicada.
Para el caso particular en que u(q) = q j , la polı́tica de equilibrio se caracteriza por
una solución de esquina, en la que todo el presupuesto disponible es asignado al grupo
con mayor densidad ideológica.
Para entender las implicaciones sustantivas más importantes del modelo de votación
4 . EL MODELO DE VOTACIÓN PROBABILÍSTICA 107
α j φj y j
P
donde ye = j φ . Note que en general, este equilibrio no coincide con el óptimo utili-
tarista, salvo en el caso en que la densidad de las preferencias ideológicas de cada grupo es
igual (en cuyo caso ye = y). Quizás más importante, note que el resultado polı́tico en este
contexto no necesariamente implica una sobreprovisión del bien público. En este caso, si la
densidad ideológica del grupo más rico (φR ) es lo suficientemente alta, esto puede compensar
su baja población y hacer que los candidatos le den mucho peso en la elección de la polı́ti-
ca económica (generando, por ejemplo, una subprovisión del bien público con respecto al
óptimo utilitartista). En sı́ntesis, el modelo de votación probabilı́stica permite que en las de-
mocracias algunas minorı́as sean muy poderosas en virtud de su relativa densidad ideológica
(mayor concentración de votantes relativamente neutrales), lo cual obliga a los candidatos a
otorgar peso a sus preferencias para ganar sus votos.
Para entender mejor la manera en que las diferencias en la densidad ideológica de los
grupos afecta el comportamiento de los candidatos y las polı́ticas de equilibrio, consideremos
un ejemplo particular. Supongamos que φR > φM > φP . La figura 4.6 ilustra la distribución
del σ ij de cada grupo. La altura de cada distribución corresponde a la densidad φj de cada
grupo. Por otro lado, la figura 4.7 ilustra las funciones de utilidad indirecta de los miembros
de cada grupo con respecto al nivel de bien público. De manera consistente con el conflicto
redistributivo en el problema, el grupo R prefiere un nivel de bien público relativamente más
bajo que los grupos P y M . Además, suponemos que todos los grupos tienen en el mismo
108 CAPÍTULO 4. ELECCIÓN SOCIAL EN UNA DEMOCRACIA REPRESENTATIVA
φR
φM
φP
1
número de votantes αj = 3
∀ j ∈ J = {P, M, R}.
Para ilustrar cómo se llega al equilibrio, partimos de una situación en la que los dos
candidatos convergen y anuncian un nivel de gasto público gA = gB = g̃ que se encuentra
entre el nivel preferido por los votantes de los grupos M y P (ver figura 4.7). En este caso, el
votante pivotal de cada grupo –que divide al grupo entre aquellos que votan por A y aquellos
que votan por B– es aquel para el cual σ j = −δ. Todos los individuos con un sesgo ideológico
inferior a −δ prefieren estrictamente al candidato A.6
Consideremos ahora qué sucede si uno de los dos candidatos (por ejemplo, el candidato
A) se desvı́a unilateralmente y reduce el gasto público a un nivel gA0 más cercano al preferido
por los miembros del grupo R. Esta desviación afecta el beneficio económico que reciben
los distintos grupos con la nueva polı́tica gA0 en relación con la polı́tica gB . Recuerde que
el votante pivotal en cada grupo está definido por σ ej = V j (qA ) − V j (qB ) − δ. Como los
individuos más ricos prefieren menos impuestos y gasto público, ésta desviación hace que
V R (gA ) − V R (gB ) sea positivo para este grupo y por ende el nuevo valor crı́tico se ubica a
la derecha de −δ en el valor σ̃ R ilustrado en la figura 4.6. El incremento en el número de
votos que recibe A por parte del grupo R, consecuencia de su desviación unilateral, se ilustra
por el área con rayas diagonales en la figura 4.6. Por otro lado, dicha reducción en el gasto
público hace que la polı́tica ofrecida por el candidato A se aleje de la polı́tica preferida por
los grupos P y M en comparación con aquella ofrecida inicialmente por los dos candidatos
(y que continúa ofreciendo el candidato B). Como consecuencia de esto, V j (gA0 ) − V j (gB )
es negativo para j ∈ {P, M }, por lo cual el votante pendular en estos dos grupos, ilustrado
en la figura 4.6, se ubica ahora a la izquierda de −δ en σ̃ P y σ̃ M respectivamente.7 Como
6
Recuerde que el votante pivotal de cada grupo era aquel con σeij = V j (gA ) − V j (gB ) − δ. Con gA = gB ,
ij
lo anterior se reduce a σe = −δ.
7
Note que σ̃ P < σ̃ M dado que a los electores del grupo P los afecta aún más la reducción en el gasto
0 0
público. Es decir V P (gA ) − V P (gB ) < V M (gA ) − V M (gB ).
4 . EL MODELO DE VOTACIÓN PROBABILÍSTICA 109
! g
gA !
g = gA = gB
consecuencia de esta desviación la reducción en votos a favor del candidato A en los grupos
P y M se ilustra en la figura 4.6 por medio de las áreas rayadas vertical y horizontalmente
respectivamente. Note que en este caso, la desviación es beneficiosa para el candidato A pues
el número de votos que gana en el grupo R es superior al número total de votos que pierde
en los grupos P y M . Esto no es sorprendente puesto que el grupo R tiene mayor densidad
ideológica por lo cual una mayor cantidad de votantes cambian su decisión de voto ante
cambios en la polı́tica económica.
¿Cómo se encuentra la polı́tica de equilibrio? Los candidatos optan por una desviación
en la polı́tica como aquella descrita en la figura 4.6, siempre que los votos ganados (en
nuestro ejemplo en el grupo R) excedan a los votos perdidos (en los grupos P y M ). La
polı́tica de equilibrio es aquella en donde no existe ninguna desviación beneficiosa (los votos
ganados por una desviación son iguales a los votos perdidos). Esto implica que, en equilibrio,
los candidatos tienden a acercarse más hacia la polı́tica preferida por el grupo con mayor
densidad ideológica. Desviaciones a favor de este grupo tienden a ganar muchos votos para el
candidato, al tiempo que con desviaciones que se alejen de las polı́ticas preferidas por grupos
menos densos, se pierden relativamente pocos votos. Como en nuestro ejemplo el grupo R de
individuos ricos es el grupo más denso, podemos tener que ye > y y en equilibrio la provisión
de bien público en una democracia sea inferior, y no superior, al óptimo utilitarista (como
habı́amos hallado con la solución del Teorema de Convergencia Downsiana).
El modelo de votación probabilı́stica nos permite desarrollar intuiciones con respecto a las
fuentes de poder polı́tico de distintos grupos de la sociedad. En el contexto del Teorema de
Convergencia Downsiana, el grupo al cual pertenece el votante mediano (que en el contexto de
dos grupos corresponde simplemente al grupo mayoritario) recibe mayor atención por parte
110 CAPÍTULO 4. ELECCIÓN SOCIAL EN UNA DEMOCRACIA REPRESENTATIVA
Sin embargo, otros trabajos muestran que en EE.UU no todas las decisiones polı́ticas
responden a la intuición del modelo de votación probabilı́stica. Por ejemplo, Ansolabehere
y Snyder (2006) encuentran que entre 1957 y 1997 los gobiernos estatales en EE.UU.
destinaron más recursos a áreas donde el partido dominante tiene una fuerte acogida
entre los votantes, y no a los lugares con una mayor cantidad de swing voters. En otras
palabras, las transferencias a gobiernos locales tienen un sesgo partidista. Larcinese,
Snyder, y Testa (2009) utilizan datos de encuestas para determinar la fracción de votantes
que se consideran demócratas, republicanos o independientes en los diferentes condados
de EE.UU. y encuentran que estados con muchos votantes pivotales no reciben más
fondos federales en comparación con los estados que tienen muchos votantes leales a un
partido especı́fico.
112 CAPÍTULO 4. ELECCIÓN SOCIAL EN UNA DEMOCRACIA REPRESENTATIVA
el candidato P es:
X
CP = Oj αj CPj .
j
1 j 2 2
pA (qA , qB )V j (qA ) + (1 − pA (qA , qB ))V j (qB ) − CB + CAj . (4.19)
2
Es decir, cada grupo organizado busca maximizar la utilidad que le genera cada candi-
dato, ponderando por la probabilidad de que cada candidato sea elegido, neta de los costos
asociados a la contribución. Note que la ideologı́a no juega ningún rol al elegir las contri-
buciones CPj , puesto que suponemos que las preferencias ideológicas de cada grupo están
centradas alrededor del cero, por lo que en promedio los favoritismos ideológicos por uno u
otro candidato se cancelan entre individuos de un mismo grupo. El problema del lobby es
114 CAPÍTULO 4. ELECCIÓN SOCIAL EN UNA DEMOCRACIA REPRESENTATIVA
maximizar (4.19) teniendo en cuenta (4.18). Ası́, la condición de primer orden con respecto
a la contribución a favor del candidato A es:
∂pA (qA , qB ) j
j [V (qA ) − V j (qB )] = CAj . (4.20)
∂CA
Es decir, se iguala el beneficio marginal de apoyar al candidato A (el cual se mide por el
aumento en la probabilidad de que A gane gracias al aumento en sus recursos de campaña,
multiplicado por el beneficio relativo que significa para el grupo la plataforma ofrecida por
A) al costo marginal de proveer la contribución, CAj . Note sin embargo, que se puede dar
una solución de esquina con CAj = 0 si el beneficio es inferior a los costos.8 Utilizando (4.18)
para hallar el aumento en la probabilidad de elección de A generado por la contribución, la
contribución óptima del grupo j es:
CAj = máx 0, hψαj [V j (qA ) − V j (qB )] . (4.21)
Note que la simetrı́a del problema indica que sólo una de estas soluciones puede coincidir
con la solución interior, de modo que en equilibrio el lobby sólo contribuye a aquel candi-
dato que le otorgue la mayor utilidad, y cero al contrincante. Esto genera una dificultad al
momento de cotejar el modelo con la realidad, pues en la práctica es común observar que
muchos grupos de interés hacen contribuciones a todos los candidatos. En el recuadro D
presentamos alguna evidencia al respecto. Sin embargo, el modelo se puede modificar para
lograr, en equilibrio, aportes a los dos candidatos. En el capı́tulo 6 sobre polı́ticos partidistas
exponemos algunas ideas al respecto.
Pasando a la decisión óptima de los candidatos, sabemos que éstos tienen en cuenta los
incentivos de los lobbies a la hora de elegir su plataforma, pues ésta afecta qué tantas con-
tribuciones reciben, lo que a su vez incide sobre su probabilidad de ser elegidos. Como el
problema es perfectamente simétrico, los candidatos convergen a la misma plataforma. De lo
contrario, un solo candidato logra atraer toda la contribución de algún lobby en cuyo caso su
contrincante tiene un incentivo a modificar su plataforma para capturar dichas contribucio-
nes. Para encontrar la plataforma de equilibrio, podemos considerar la decisión del candidato
A de maximizar (4.18) sujeto a (4.21) y (4.22) y tomando la plataforma de B como dada.
8
Una solución de esquina con contribuciones infinitas no se puede presentar dada la convexidad de los
costos asociados a las contribuciones.
5 . GRUPOS DE PRESIÓN Y PODER POLÍTICO 115
Para la maximización, podemos ignorar todos los términos constantes ası́ como aquellos
que dependen de qB , ya que A los toma como dados. Esto simplifica la expresión que A debe
maximizar a:
" #
X X
pA (qA , qB ) = K + ψ αj V j (qA ) + h2 ψ Oj αj (αj [V j (qA )])
j j
" #
X
pA (qA , qB ) = K + ψ αj V j (qA ) 1 + h2 ψOj αj , (4.23)
j
donde K recoge los elementos que A toma como dados al momento de hacer la maximización.
La ecuación (4.23), revela que este problema es equivalente a maximizar una función de
bienestar social ponderada, en donde la ponderación de cada grupo viene dada por αj (1 +
h2 ψOj αj ). En este caso, si todos los grupos tienen el mismo tamaño y si todos (o ninguno)
está organizado (αj = α y Oj = 1 o Oj = 0 para todo j), la solución polı́tica coincide con
el óptimo utilitarista. La razón es que si todos los grupos están organizados y dispuestos
a contribuir a los candidatos, éstos últimos internalizan este incentivo y asignan a cada
grupo el peso apropiado (consistente con el criterio utilitarista) en su función objetivo. Como
mencionamos, esto requiere que los grupos sean del mismo tamaño o de lo contrario los grupos
grandes reciben una ponderación superior a la que recibirı́an en una función utilitarista.
Para entender esto, note que el costo marginal de las contribuciones es creciente, mientras
que el beneficio de contribuir es un bien público para todo el grupo. Grupos de presión
grandes pueden distribuir las contribuciones entre un mayor número de miembros y reducir
el costo marginal de la contribución por miembro. Esto los vuelve más proclives a elevar su
116 CAPÍTULO 4. ELECCIÓN SOCIAL EN UNA DEMOCRACIA REPRESENTATIVA
contribución y a recibir una ponderación aún mayor por parte de los candidatos.9
Como en general no todos los grupos están organizados ni tienen el mismo tamaño, vale
la pena caracterizar la solución (condición de primer orden de la maximización de (4.23)
con respecto a qA ), volviendo a nuestro ejemplo unidimensional en el cual la utilidad del
individuo viene dada por (4.2) y cada candidato elige un nivel de provisión de bien público
g:
" #
∂pA (gA , gB ) X ∂V j (gA )
= 0 ⇐⇒ αj 1 + h2 ψOj αj = 0
∂gA j
∂g A
" #
X y j
0 = αj − + H 0 (gA ) 1 + h2 ψOj αj
j
y
" # " #
X X yj
αj H 0 (gA ) 1 + h2 ψOj αj = αj 1 + h2 ψOj αj
j j
y
hP i
j j 2 j j
1 j α y [1 + h ψO α ]
H 0 (gA ) = hP i
y j 2
α [1 + h ψO α ] j j
j
yb
H 0 (gA ) = .
y
[ αj y j [1+h2 ψOj αj ]]
P
j
Donde yb = es un promedio ponderado del ingreso de los grupos, cuyos
[ j αj [1+h2 ψOj αj ]]
P
pesos reflejan: (1) si los grupos están organizados o no y (2) el tamaño de los grupos. Si
todos los grupos tienen el mismo tamaño y todos, o ninguno, se organizan, el resultado es el
socialmente óptimo como ya lo habı́amos advertido:
hP i
j j
0 1 j α y
H (gA ) = · hP i
y j
jα
1 y
= ·
y 1
0
H (gA ) = 1.
Sin embargo, esto no sucede en general, por lo cual los candidatos dan más peso a los
grupos grandes y organizados. Por ejemplo, si sólo los pobres se organizan, su nivel de
ingreso recibe una mayor ponderación por los candidatos al elegir el nivel de gasto público,
y la provisión de bien público puede ser mayor a la del óptimo utilitarista. Si sólo los ricos
9
Sin embargo, también es cierto que los lobbies más grandes son los menos fáciles de crear, pues el
problema del “polizón” (free rider ) es más acentuado.
5 . GRUPOS DE PRESIÓN Y PODER POLÍTICO 117
quera. En particular, señalan que los primeros dos casos contribuyen equitativamente a
candidatos republicanos y demócratas (en las elecciones presidenciales de 2000, AT&T
le dio US$5.2 millones al candidato republicano y US$3.8 al demócrata; la industria de
bienes raı́ces contribuyó el 54 % de sus donaciones al candidato republicano y 45 % al
demócrata) , mientras que la industria de tabaco contribuye mayoritariamente a candi-
datos republicanos (también en el 2000, dieron 83 % de sus contribuciones a la campaña
republicana).
Lo anterior es consistente con las predicciones del modelo desarrollado por los autores,
pues las polı́ticas que benefician a empresas de bienes raı́ces o de telecomunicaciones no
despiertan contraposiciones importantes entre los votantes, mientras que la industria
tabaquera es atacada de manera persistente por la opinión popular, lo que justifica la
necesidad de concentrar todos sus recursos en un único candidato o partido.
6. Conclusiones
En este capı́tulo, encontramos un resultado equivalente al Teorema del Votante Mediano
para el caso de una democracia representativa: el Teorema de Convergencia Downsiana. No
obstante, los supuestos del modelo de competencia electoral “Downsiana” como por ejem-
plo la uni-dimensionalidad del vector de polı́tica, son muy restrictivos para caracterizar la
toma de decisiones en una democracia representativa. El modelo de votación probabilı́stica
que presentamos en este capı́tulo no sólo permite considerar vectores multidimensionales
de polı́tica, sino que permite discutir una amplia gama de aplicaciones de economı́a polı́ti-
ca en contextos menos restrictivos. A manera de ilustración, en este capı́tulo examinamos
qué sucede si reconocemos que los electores tienen la capacidad de hacer lobbying sobre las
polı́ticas a implementarse. Ello nos permite alejarnos de la visión un poco ingenua según la
cual, por el hecho de tener derecho al voto, todos los electores son igualmente poderosos en
una democracia.
Es importante enfatizar algunas de las limitaciones de los modelos considerados en este
capı́tulo. Por una parte, es notable que en la discusión del modelo de votación probabilı́stica
los electores tienen preferencias ideológicas sobre los candidatos, pero éstos últimos no son
ideológicos, pues son indiferentes frente a la polı́tica implementada. Más adelante, conside-
raremos qué sucede cuando los candidatos tienen preferencias con respecto a las polı́ticas a
implementarse. Por otra parte, supusimos a lo largo del capı́tulo que los candidatos cumplen
sus promesas, dejando de lado el problema de agencia que analizamos en el siguiente capı́tulo.
Finalmente, nos concentramos siempre en el caso de dos candidatos. La única justificación
6 . CONCLUSIONES 119
para este supuesto es la simplicidad analı́tica, pues con más candidatos la posibilidad del
comportamiento estratégico dificulta sustancialmente la caracterización del equilibrio.
120 CAPÍTULO 4. ELECCIÓN SOCIAL EN UNA DEMOCRACIA REPRESENTATIVA
Capı́tulo 5
En capı́tulos anteriores nos hemos enfocado en el conflicto de intereses entre los dife-
rentes miembros de una sociedad en torno a la polı́tica económica preferida. En sociedades
democráticas, dicho conflicto se resuelve a través de elecciones en que los ciudadanos votan
por la polı́tica o el candidato de su preferencia. Sin embargo, en democracias representativas
existe otro conflicto de intereses que hasta el momento hemos ignorado: el conflicto entre
el gobernante y los electores. Nuestro análisis se ha limitado a estudiar instrumentos de la
polı́tica económica como los impuestos, el gasto público o las transferencias sobre los cuales
existen preferencias conflictivas entre los electores. En respuesta a dicho conflicto, candida-
tos oportunistas eligen plataformas que benefician más a unos ciudadanos que a otros. En la
práctica, sin embargo, los gobernantes pueden tomar decisiones para su beneficio personal
que perjudican a todos los electores y con respecto a las cuales hay consenso, y no conflicto
entre los electores sobre su inconveniencia. Un ejemplo es la corrupción o la apropiación de
recursos públicos por parte de los polı́ticos. Suponga que un gobernante decide apropiarse
de parte del recaudo tributario para su beneficio privado. Los individuos más pobres pre-
fieren tasas de tributación más altas y mayor gasto público que los individuos más ricos.
Sin embargo, todos los electores, ricos y pobres, coinciden en que la apropiación de recursos
públicos por parte del gobernante es indeseable y les perjudica. Estos son instrumentos de
polı́tica o decisiones con respecto a los cuales los electores atribuyen un valor común.
Este conflicto es usual en situaciones en las cuales un grupo de individuos (que llama-
mos “el principal”) debe delegar la toma de decisiones relevantes para su bienestar a otros
individuos (que llamamos “el agente”), cuyos incentivos no siempre están alineados con los
del principal. Un elemento fundamental en estos problemas de agencia es la asimetrı́a de
121
122 CAPÍTULO 5. AGENCIA: EL CONTROL Y SELECCIÓN DE LOS POLÍTICOS
información entre agente y principal.1 Dicha asimetrı́a de información puede ocurrir con res-
pecto a i) las acciones o decisiones de polı́tica del agente o ii) con respecto a sus atributos o
caracterı́sticas personales.
En el caso de asimetrı́a de información con respecto a las decisiones del agente, el principal
no observa las decisiones que toma el agente o no observa otras caracterı́sticas de la economı́a
que determinan qué tan conveniente es la decisión tomada por el agente. La preocupación
para el principal en este caso es que las decisiones del agente vayan en contra de sus intereses.
Esto está estrechamente relacionado al problema de riesgo moral frecuentemente estudiado
en economı́a. En el contexto polı́tico, los electores –que no siempre pueden observar o verificar
plenamente las decisiones del gobernante– se enfrentan a la posibilidad de que éste tome
decisiones de polı́tica que vayan en contra de sus intereses (como, por ejemplo, la apropiación
de recursos públicos, el gasto en rubros innecesarios o simplemente la falta de esfuerzo y
dedicación para hacer bien su trabajo). Bajo este enfoque, todos los candidatos son –en
esencia– idénticos en cuanto a sus atributos y caracterı́sticas, en cuyo caso los electores deben
preocuparse exclusivamente por sus acciones o decisiones de polı́tica. En este contexto, los
electores deben establecer mecanismos para controlar y disciplinar al gobernante.
Por otro lado, puede haber incertidumbre o asimetrı́a de información con respecto a la
calidad o a los atributos del agente. En este caso la preocupación para el principal radica en
seleccionar al agente más competente y que tenga los atributos (usualmente no observables)
que sean consistentes con sus intereses. Los agentes, a su vez, toman decisiones con el obje-
tivo de convencer al principal de que son deseables y de alta calidad, incluso en situaciones
en que no lo son. Esto está estrechamente relacionado con el problema de selección adversa,
también frecuentemente estudiado en economı́a. En el contexto polı́tico, los electores quieren
asegurarse de elegir al candidato con los mejores atributos (tales como la honestidad o la
competencia) que no siempre son observables, y deben pensar en mecanismos para distinguir
a gobernantes con distintos atributos. En este capı́tulo nos concentramos en diferencias en-
tre los candidatos en atributos con respecto a los cuales hay consenso (y no conflicto) entre
los electores sobre su conveniencia (atributos sobre los cuales existe un valor común). Por
ejemplo, todos los electores coinciden en la importancia de tener un gobernante competente
u honesto. En el siguiente capı́tulo introducimos diferencias entre los candidatos sobre di-
mensiones que generan conflicto entre los electores (como, por ejemplo, su ideologı́a o sus
1
Si bien estos problemas de agente-principal son muy comunes en el contexto de una democracia represen-
tativa, en donde los ciudadanos delegan autoridad sobre la polı́tica en un gobernante, este tipo de relaciones
abundan en la vida diaria. Al acudir al médico, el paciente (principal) está menos informado que el doctor
(su agente). Al acudir al mecánico, el dueño del automóvil (principal) está menos informado que el mecánico
(agente). Al acudir al banco, quien pide plata prestada (agente) conoce mucho más sobre sı́ mismo que lo
que el banco (principal) puede averiguar con un estudio de crédito.
123
que los candidatos tengan atributos diferentes a la polı́tica, como en el modelo de votación
probabilı́stica, la competencia polı́tica no logra eliminar las rentas endógenas del todo, puesto
que no todos los electores castigan a candidatos que incluyan la apropiación de recursos
públicos en sus plataformas.
Finalmente, terminamos con un modelo sencillo en que los candidatos difieren en cuanto a
sus caracterı́sticas o atributos intrı́nsecos (como la honestidad o la competencia). Aquı́ mos-
tramos la medida en la cual la reelección juega un rol importante no sólo en disciplinar el
comportamiento de los gobernantes, sino también en reducir la probabilidad de mantener en
el poder a individuos con atributos no deseables para los votantes.
1 . COMPETENCIA PRE-ELECTORAL 125
1. Competencia Pre-Electoral
τ y = g + r, (5.1)
donde la variable r corresponde a las “rentas endógenas”de las que se apropian los represen-
tantes.
Suponemos que (0 ≤ r ≤ y) (no hay rentas negativas). Note que en el caso más extremo,
el representante puede apropiarse de todo el ingreso de los electores (estableciendo τ = 1 y
apropiándose privadamente de todo el recaudo). Si bien el vector de polı́tica ahora tiene tres
dimensiones q=(g, τ, r), utilizando la restricción presupuestal del gobierno podemos reducir
el espacio de polı́tica a sólo dos dimensiones.
La función objetivo de un candidato depende de dos tipos de rentas que afectan su
utilidad: unas rentas exógenas de ego (R) por estar en el poder, y las rentas endógenas de
las que puede apropiarse (r). Por consiguiente, la función objetivo E(υP ) del candidato P
viene dada por:
gobernante.
La plataforma de polı́tica que anuncia cada candidato, A y B, consiste en un nivel de gasto
público (gP ) y de apropiación de rentas (rP ) que denotamos por el vector qP = (gP , rP ). En
la práctica, es más intuitivo pensar que la plataforma anunciada por los candidatos corres-
ponde a una combinación de impuestos y gasto público (en cuyo caso impuestos mayores a
los necesarios para financiar el nivel de gasto público ofrecido implican un nivel de rentas po-
sitivo). ¡Rara vez observamos que los candidatos anuncien públicamente el nivel de recursos
del cual piensan apropiarse! Sin embargo, para efectos de este capı́tulo es mejor desarrollar
el análisis teniendo en cuenta el nivel de rentas en la plataforma de polı́tica dado que ésta
es la variable que nos interesa analizar. Inicialmente, las plataformas de polı́tica de cada
candidato qA = (gA , rA ) y qB = (gB , rB ) son anunciadas simultáneamente y posteriormente
se realizan las elecciones y la plataforma del candidato ganador es implementada.
Los electores evalúan cada plataforma de polı́tica anunciada según la utilidad que les
genere, de acuerdo con la función de utilidad que utilizamos en el capı́tulo anterior. Reem-
plazando en la función de utilidad la restricción presupuestal del gobierno tenemos:
yi
V i (q) = (y − (g + r)) + H(g). (5.3)
y
i i
Note que ∂V∂r(q) = − yy < 0 para todo i. Todos los individuos, independiente de su nivel de
ingreso, prefieren un nivel de rentas endógenas igual a cero. Es decir, no existe un conflicto,
sino de hecho una coincidencia de intereses entre los electores con respecto a la inconveniencia
de que el gobernante se apropie de rentas. Por consiguiente, si bien el vector de polı́tica no
es unidimensional (la función de utilidad indirecta depende de g y de r), el conflicto entre los
votantes sólo ocurre en torno a la variable g como en capı́tulos anteriores y podemos aplicar
el teorema del votante mediano.2 La probabilidad de que el candidato A gane las elecciones
viene dada por:
0, si V M (qA ) < V M (qB )
pA = 21 , si V M (qA ) = V M (qB ) .
1, si V M (qA ) > V M (qB )
yM
H 0 (gM
∗
)= .
y
A su vez, el nivel de rentas preferido por el votante mediano (ası́ como por todos los
demás votantes) implica que:
∗
rA = rB = rM = 0.
1
(R + γr0 ) < (R + γ(r0 − ε))
2
R + γr0
ε< .
2γ
Para cualquier valor positivo de r0 , siempre existe un ε arbitrariamente pequeño para el
cual la anterior condición se cumple. Es decir, siempre existe una desviación beneficiosa por
lo cual en equilibrio ningún candidato anuncia un nivel de rentas r positivo. En este caso,
las elecciones conllevan a un resultado eficiente y previenen la apropiación de rentas por
parte de los gobernantes. La competencia polı́tica en este contexto opera de manera similar
a la competencia tipo Bertrand en mercados duopólicos, en donde la competencia entre dos
firmas conlleva a una reducción de precios que beneficia a los consumidores. La analogı́a
entre la competencia de mercado (que elimina las rentas monopólicas en beneficio de los
consumidores) y la competencia electoral en una democracia (que elimina la apropiación de
rentas de los polı́ticos en beneficio de los electores) es uno de los elementos principales de la
corriente de pensamiento de la escuela de Chicago y la escuela de Virginia.
de los candidatos, llevando a que el nivel de rentas endógenas anunciado por los dos candida-
tos sea cero. En esta sección estudiamos el rol de las elecciones en el contexto del modelo de
votación probabilı́stica, en el que la probabilidad de elección es una función continua de las
plataformas anunciadas por los candidatos. Partimos del modelo de votación probabilı́stica
con tres grupos sociales desarrollado en el capı́tulo 4. Los candidatos tienen atributos di-
ferentes a la polı́tica y los electores tienen preferencias con respecto a estos atributos. Sin
embargo, para aislar nuestro análisis de otros factores, suponemos que la densidad del “sesgo
ideológico” de los electores es igual en todos los grupos (φj = φ para todo j).
Para calcular la probabilidad de que el candidato A gane, replicamos el procedimiento
del capı́tulo anterior bajo el supuesto de que φj = φ. El número (o fracción) de votos que
obtiene el candidato A en cada grupo viene dado por la expresión:
Agregando para cada uno de los grupos de electores, la fracción de votos que el candidato
A recibe es:
X
j j j 1
πA = α φ V (qA ) − V (qB ) − δ + . (5.4)
j
2φ
( )
1 X 1 1
pA (qA , qB ) = P πA ≥ =P αj φ V j (qA ) − V j (qB ) − δ + ≥ .
2 j
2φ 2
Usando la distribución de δ :
1
pA (qA , qB ) = + ψ [V (qA ) − V (qB )] ,
2
P
donde V = j αj V j y coincide con la función de utilidad social benthamita. Note que los
efectos especı́ficos de la densidad ideológica de cada grupo desaparecen, dado que ahora todos
los grupos son igualmente atractivos en términos de qué tanto responden sus integrantes a
cambios en la polı́tica económica. El candidato B enfrenta un problema análogo y como
resultado los dos candidatos convergen a la misma plataforma de polı́tica. Para encontrar
dicha plataforma de polı́tica, calculamos las condiciones de primer orden para la elección de
gasto público del candidato A:
2 . COMPETENCIA ELECTORAL INEFICIENTE 129
∂[E(υA )] ∂pA 1
= (R + γrA ) + pA γ = −(R + γrA )ψ + γ = 0
∂rA ∂rA 2
1
(R + γrA )ψ = γ. (5.5)
2
La condición anterior indica que en el óptimo, el beneficio esperado por incrementar
marginalmente el nivel de rentas endógenas ( 12 γ) es igual al costo en el que se incurre por
dicha decisión. El costo consiste en la caı́da en la probabilidad de elección (ψ) multiplicado
por lo que recibe el candidato que gana la elección (R + γrA ). En caso de que dicho costo
supere el beneficio para todo valor de r, hay una solución de esquina y los candidatos anuncian
un nivel de rentas igual a cero. De lo contrario, el nivel de rentas toma una solución interior.
Despejando de la ecuación (5.5):
1 R
r = máx 0, − . (5.6)
2ψ γ
Por ende, en el modelo de votación probabilı́stica la competencia polı́tica no necesaria-
mente elimina las rentas. La diferencia fundamental radica en que ahora la probabilidad de
que el candidato A sea elegido disminuye de forma continua (y no discreta) ante un aumento
en el nivel de rentas. En particular:
∂pA ∂V (gA , rA )
=ψ = −ψ.
∂rA ∂rA
Esto se debe a que, desde el punto de vista de los votantes, los candidatos no son sustitutos
perfectos. Dado que ahora atributos de los candidatos distintos a la polı́tica inciden en la
decisión de los votantes, se genera incertidumbre electoral. Sólo los electores pendulares
en cada grupo castigan al candidato que anuncie un nivel positivo de rentas, pero existe
incertidumbre con respecto a la ubicación exacta del votante pendular en cada grupo. Dicha
incertidumbre electoral es capturada precisamente por el parámetro ψ que mide la densidad
130 CAPÍTULO 5. AGENCIA: EL CONTROL Y SELECCIÓN DE LOS POLÍTICOS
3
Note que en este modelo los dos candidatos convergen al mismo nivel de rentas endógenas. Esto se debe
a que el choque de popularidad δ tiene una distribución simétrica (es decir, puede favorecer por igual a los
dos candidatos). Si esto no fuera ası́, entonces podrı́amos esperar un nivel de apropiación de rentas superior
en aquel candidato relativamente más popular.
3 . ETAPA POSELECTORAL, REELECCIÓN Y EL ROL DE LA INFORMACIÓN 131
etc. Banerjee y Pande (2009) consideran el caso de Uttar Pradesh, el estado más grande
de India. La evidencia empı́rica sugiere que en jurisdicciones con una mayor proporción
de votantes pertenecientes a castas desfavorecidas, los polı́ticos elegidos son más corrup-
tos y de menor calidad. Las medidas de corrupción y calidad de los polı́ticos provienen de
percepciones de periodistas locales, que suelen tener un alto conocimiento sobre el com-
portamiento de los polı́ticos, ası́ como del pasado criminal de los candidatos. La intuición
del resultado es que en lugares con una gran proporción de votantes pertenecientes a un
determinado grupo, los electores del grupo mayoritario apoyan a candidatos de su mismo
grupo por razones étnicas/sociales, independientes de la polı́tica. Esto le permite a los
gobernantes en estas jurisdicciones hacer uso del poder polı́tico para acumular rentas
para su beneficio privado.
Todos estos elementos nos llevan naturalmente al estudio del problema de agencia en
la etapa poselectoral, en donde es más relevante. Una vez en el poder, el candidato elegido
enfrenta incentivos para llevar a cabo polı́ticas que le generen mayor beneficio a él y que
no necesariamente le generen la mayor utilidad posible a quienes lo eligieron. Un elemento
fundamental en este contexto es la existencia de información asimétrica entre el gobernante
y los electores. Los gobernantes tienen acceso a información privilegiada con respecto al
estado de la economı́a, que es esencial para establecer la polı́tica económica deseable para los
votantes en diferentes coyunturas. En situaciones en que los votantes no puedan observar o
verificar el estado de la economı́a reportado por el gobernante, éste último puede aprovechar
la asimetrı́a de información y extraer rentas para su propio beneficio.
τ y = θg + r, (5.7)
donde las variables τ , g, y r tienen la misma interpretación que en las secciones anteriores.
Un valor más alto de θ significa que un determinado recaudo tributario (neto de rentas
endógenas) se traduce en una menor cantidad de bienes públicos. Esto puede verificarse
despejando g de la restricción presupuestal anterior:
τy − r
g= ,
θ
∂g
de donde se desprende que para un τ y r dados, ∂θ
< 0.
Siguiendo a Persson y Tabellini (2000), el rol de θ puede interpretarse pensando en un
bien público como la seguridad nacional. Si el ambiente internacional está en paz (θ bajo),
un determinado nivel de recaudo permite generar un nivel de seguridad nacional superior.
Por otro lado, si hay un entorno internacional en guerra (θ alto), entonces el mismo recaudo
permite proveer un nivel de seguridad nacional inferior.
Para estudiar el problema agencia, suponemos que θ, el estado de la economı́a, es una
variable aleatoria cuyo valor sólo se conoce después de las elecciones. Además, suponemos que
sólo el gobernante, una vez en el poder, conoce el verdadero valor de θ pues éste es difı́cil de
3 . ETAPA POSELECTORAL, REELECCIÓN Y EL ROL DE LA INFORMACIÓN 133
observar y de verificar para los electores. Por consiguiente, siempre que el gobernante reporte
un determinado valor de θ resulta imposible para los electores verificar si el gobernante
está reportando el verdadero valor.
Dado que el valor de θ se conoce después de las elecciones y no es verificable, abandonamos
el análisis en la etapa pre-electoral y analizamos las decisiones de un gobernante que ya
está en el poder. Es decir, nuestro análisis se enfoca plenamente en la etapa poselectoral.
Para abstraer el análisis de la heterogeneidad y el conflicto de interés entre los electores,
suponemos que todos los individuos tienen el mismo nivel de ingreso (y i = y). De esta forma
podemos concentrarnos exclusivamente en el conflicto entre electores y el gobernante.
Solución eficiente
X X
j j j θg + r
máx α V (q) = α (1 − )y + H(g) .
g
j j
y
P
∂ jV j (g)
= −θ + H 0 (g SOC ) = 0
∂g
H 0 (g SOC ) = θ. (5.8)
Como es usual, esta condición implica que en el óptimo social el costo marginal de proveer
el bien público (θ) debe ser igual al beneficio marginal que recibe la sociedad por dicho bien
(H 0 (g SOC )). Además, de la condición de primer orden (5.8) se observa que el nivel óptimo
de g es decreciente con respecto θ.
Despejando de la restricción presupuestal del gobierno, encontramos el nivel óptimo de
impuestos τ SOC :
θg SOC (θ)
τ SOC (θ) = .
y
La derivada del nivel socialmente óptimo de impuestos con respecto a θ viene dada por:
Solución Polı́tica
Para caracterizar la solución polı́tica, suponemos inicialmente que θ toma dos posibles
valores: alto (θ) y bajo (θ) donde θ > θ . El verdadero valor de θ sólo es observable por
el gobernante. Suponemos además que existe una institución capaz de garantizar que el
gobernante elija niveles socialmente óptimos del bien público e impuestos consistentes con
el estado de la economı́a reportado (pero que dicha institución tampoco puede verificar).
Recuerde que de los supuestos de la sección anterior tenemos que en el óptimo:
una provisión costosa del bien público. De hecho, si el gobernante reporta θ cuando el verda-
dero estado es θ, no es posible satisfacer la restricción presupuestal del gobierno. El recaudo
al reportar falsamente θ es τ SOC (θ)y=θg SOC (θ). El gasto en el bien público al reportar el
estado falso es θg SOC (θ). Note que en este caso la cantidad provista del bien público corres-
ponde al estado reportado por el polı́tico (θ) pero el costo de proveer dicha cantidad viene
dado por el verdadero estado de la economı́a (θ). De la restricción presupuestal del gobierno
podemos ver que esta decisión genera un déficit presupuestal (asociado a un nivel de rentas
negativo), lo cual no es óptimo para el gobernante. En sı́ntesis, siempre que θ = θ el gober-
nante reporta el verdadero estado de la economı́a, y elige los niveles socialmente óptimos de
gasto e impuestos. En este caso todo el recaudo es utilizado para financiar la provisión de
bien público por lo cual el gobernante no puede apropiarse de rentas:
Este escenario en el cual el gobernante reporta un estado falso no es deseable para los
electores. Como consecuencia de esto, los votantes reciben una cantidad subóptima de bien
público y pagan una cantidad ineficientemente alta de impuestos en circunstancias en las
que, precisamente, la provisión de bienes públicos es relativamente poco costosa.
En este contexto los votantes deben diseñar un sistema de incentivos para que el go-
bernante reporte siempre el verdadero estado de la economı́a y reciban siempre la cantidad
eficiente de gasto público. Para esto, el gobernante tiene que preferir (débilmente) reportar
el estado verdadero a reportar un estado falso. Ya demostramos que siempre que el estado
es θ el gobernante prefiere estrictamente reportar un estado verdadero. Para el estado θ el
136 CAPÍTULO 5. AGENCIA: EL CONTROL Y SELECCIÓN DE LOS POLÍTICOS
gobernante está dispuesto a reportar el estado verdadero siempre y cuando reciba una can-
tidad de rentas equivalente a la que recibirı́a si reporta un estado falso (θ) y se apropia del
excedente. Por consiguiente, lo mejor a lo que pueden aspirar los electores si desean obtener
en cada estado una provisión eficiente de bien público, es a ceder al gobernante un nivel
positivo de rentas de tal forma que el gobernante se encuentre indiferente entre reportar el
estado verdadero o un estado falso. Este nivel de rentas, reportado en la expresión (5.9),
corresponde a las “rentas de información”de las cuales se puede apropiar el gobernante si
toma provecho de la información asimétrica que tiene con respecto a los votantes. A cambio
de recibir dichas rentas, el gobernante reporta el estado verdadero siempre que θ = θ y
provee el nivel de bien público socialmente eficiente para dicho estado. En sı́ntesis:
1
g(θ) = g SOC (θ); τ (θ) = θg SOC (θ) + (θ − θ)g SOC (θ) > τ SOC (θ)
y
Note que si bien la provisión del bien público es socialmente eficiente en los dos estados,
este modelo demuestra que en presencia de asimetrı́as de información y ante la imposibili-
dad de verificar el estado de la economı́a, los electores pierden su capacidad de disciplinar
completamente a los polı́ticos. En algunos estados de la economı́a deben tolerar unas rentas
positivas en equilibrio para otorgar incentivos a los polı́ticos a no abusar de su información
privilegiada. Además, note que los electores deben pagar en el estado θ una cantidad inefi-
cientemente alta de impuestos para pagar por las rentas que deben cederle al gobernante.
Asimismo, la rentas de equilibrio (y el sobrecosto tributario que deben pagar los electores)
son una función positiva de la incertidumbre, que en este caso es capturada por la brecha
entre el costo de proveer el bien público en los dos estados (θ − θ) y que captura la ganancia
potencial del gobernante por reportar un estado falso.
Las implicaciones de este modelo, como mencionan Persson y Tabellini, son muy relevan-
tes para la situación de paı́ses en conflicto. Podemos asociar una situación de guerra o de
inseguridad a un estado costoso de la economı́a (θ). En efecto, en coyunturas de conflicto los
ciudadanos frecuentemente deben aportar al Estado una cantidad creciente de recursos para
enfrentar la guerra. Idealmente, el fin de la guerra deberı́a liberar recursos destinados por la
sociedad al gasto militar, para ser invertidos en otro tipo de rubros prioritarios o en consumo
privado. Sin embargo, este modelo sugiere que estos “dividendos de la paz”pueden no ser tan
altos como se esperarı́a. El gobierno, una vez el paı́s se encuentre en paz (θ) se ve tentado
a reportar un estado costoso o de guerra (θ) para seguir recaudando un nivel elevado de
impuestos y apropiarse del excedente en la forma de rentas. Este ejemplo es particularmente
3 . ETAPA POSELECTORAL, REELECCIÓN Y EL ROL DE LA INFORMACIÓN 137
En esta sección retomamos nuestro análisis de las elecciones como elemento disciplinador,
pero estudiando el rol de la reelección para regular el comportamiento de un gobernante que
ya está en el poder. Para enfocarnos en el rol de la reelección, eliminamos el problema
de información asimétrica y retornamos a nuestro modelo de tributación y bienes públicos
convencional. Continuamos con el supuesto de que y i = y para todos los ciudadanos, para
abstraer el análisis de cualquier conflicto de interés entre electores. Finalmente, suponemos
que las instituciones del Estado son incapaces de restringir o regular la apropiación de rentas
por parte del gobernante, por lo que sólo los electores pueden ejercer control sobre éste.
Para incorporar los incentivos inter-temporales del gobernante, consideramos ahora un
modelo de dos periodos. En el primer periodo partimos con un gobernante ya en el poder.
Los electores establecen un nivel de utilidad de reserva (ω) con base en el cual deciden
si reelegir o no al gobernante para el segundo periodo. Esto supone un comportamiento
electoral muy simple de los votantes: reeligen a un gobernante que les haya generado un
mı́nimo de bienestar sin importar la combinación de polı́ticas utilizadas por el gobernante
para alcanzar tal fin. Tras observar ω, el gobernante elige la combinación de gasto público,
impuestos y rentas endógenas que denotamos por el vector de polı́tica qI . Posteriormente
se realizan elecciones entre el gobernante y otro candidato idéntico. En este sentido, los
candidatos no tienen atributos particulares que influyan en su desempeño una vez en el
poder (tales como la experiencia o competencia) ni que generen utilidad a los electores por
motivos distintos a la polı́tica (como el carisma o la ideologı́a). Por consiguiente, la única
razón para no reelegir a un gobernante es castigarlo por no haber logrado generar el nivel
de utilidad mı́nimo demandado por los electores. En la siguiente sección estudiamos el caso
en el cual los candidatos tienen atributos distintos a la polı́tica en cuyo caso las elecciones
no sólo sirven para castigar el desempeño del gobernante de turno sino también para elegir
a un candidato con caracterı́sticas diferentes.
Para analizar el rol de la reelección en este modelo con dos periodos, modificamos la
función objetivo del gobernante:
que está en juego son las rentas de ego y las rentas endógenas en el segundo periodo que
sólo recibe si es reelegido. Note además que en el segundo y último periodo, en el cual ya
no hay elecciones adicionales que condicionen el comportamiento del gobernante suponemos
que elige el máximo nivel posible de rentas para maximizar su beneficio, r = y.
La probabilidad de que el gobernante sea reelegido (pI ) depende de que logre satisfacer
el nivel de utilidad de reserva (ω) que establecen los electores para reelegirlo:
1, si V (g, r) ≥ ω
pI = .
0, si V (g, r) < ω
ω = y − (g + r) + H(g)
r = y − ω + H(g) − g. (5.10)
Lo ideal para los electores es conceder al gobernante el mı́nimo nivel de rentas posible, tal
que éste prefiera satifacerlos a renunciar a la reelección y apropiarse de todo el ingreso. Dicho
nivel de rentas (r∗ ) es aquel que hace que la ecuación 5.11 se cumpla con igualdad en cuyo
caso el gobernante se encuentra indiferente entre satisfacer a los votantes o expropiarlos:
∗ βR
r = M ax 0, y(1 − β) − (5.12)
γ
140 CAPÍTULO 5. AGENCIA: EL CONTROL Y SELECCIÓN DE LOS POLÍTICOS
Para lograr su objetivo, los electores deben elegir un nivel de utilidad de reserva consis-
tente con dicho nivel mı́nimo de rentas, r∗ . Dicho nivel de utilidad de reserva lo encontramos
despejando para ω en la ecuación (5.10):
ω = y − g + H(g) − r∗ .
Las predicciones del modelo con respecto a la eficiencia en la provisión del bien público
dependen de algunos supuestos sobre los parámetros. Recuerde que en este contexto el nivel
de bien público socialmente óptimo g SOC viene definido implı́citamente por la condición:
H 0 (g SOC ) = 1. Bajo el supuesto de que g SOC ≤ βy + βR
γ
entonces los electores pueden recibir
la cantidad socialmente eficiente del bien público a expensas, por supuesto, de pagar un nivel
de impuestos ineficientemente alto por las rentas que deben ceder al gobernante.
Los resultados de este modelo simple resaltan la importancia de la reelección y confirman
la relevancia de algunos resultados que derivamos en secciones pasadas. La primera implica-
ción es que en ciertas circunstancias los electores deben ceder al gobernante un nivel positivo
de rentas para que éste no se comporte de manera totalmente contraria a sus intereses. En
la sección anterior dicho nivel de rentas surge para que el gobernante reporte el verdadero
estado de la economı́a y provea el nivel de gasto público consistente con dicho estado. En
el modelo de esta sección, los electores deben ceder rentas para que el gobernante prefiera
la reelección a sacrificar su futuro polı́tico, extrayendo la mayor cantidad de rentas posibles.
De la expresión (5.12) vemos que el nivel de rentas endógenas de equilibrio depende posi-
tivamente de y y γ, y negativamente de R y β. Esto es intuitivo pues un mayor valor de y
aumenta el atractivo para el gobernante de apropiarse de todo el ingreso en el primer periodo
y renunciar a la reelección, por lo cual los votantes deben cederle una rentas más altas para
desincentivar esta acción. Un mayor valor de γ (asociado a menores costos de apropiación de
rentas) está asociado a una mayor apropiación de dichas rentas, pues esto también aumenta
el atractivo para el gobernante de renunciar a la reelección y apropiarse de todo el ingreso.
Un mayor valor de R aumenta el atractivo de estar en el poder en el futuro, disminuyendo el
nivel de rentas que debe recibir el gobernante para preferir la reelección. Finalmente, entre
más alto sea el valor que el gobernante asigna a su utilidad futura (capturado por un mayor
valor de β) menores son las rentas que deben ceder los electores al gobernante para que opte
por satisfacer su utilidad de reserva. Esto es intuitivo puesto que gobernantes “miopes”que
den poca importancia al futuro tienden a dar menos peso a las consecuencias futuras de sus
decisiones.
La reelección en este contexto no logra eliminar por completo la apropiación de rentas,
pero sı́ logra reducirlas con respecto a un escenario en el cual los gobernantes no consideren
las consecuencias futuras de sus decisiones. En un escenario sin reelección o sin perspectivas
3 . ETAPA POSELECTORAL, REELECCIÓN Y EL ROL DE LA INFORMACIÓN 141
polı́ticas en el futuro, los gobernantes se preocupan únicamente por maximizar sus beneficios
presentes, apropiándose de la mayor cantidad posible de rentas, en contra de los intereses de
los ciudadanos.5 El deseo de lograr la reelección, logra en este contexto alinear los intereses
del gobernante y los electores. En el capı́tulo 9 veremos que éste no siempre es el caso y
que en algunas circunstancias, las polı́ticas que eligen los gobernantes para maximizar sus
probabilidades de reelección no siempre son consistentes con los intereses de los electores.
Finalmente, note que en el contexto de este modelo los votantes siempre se enfrentan a
gobernantes idénticos que persiguen los mismos objetivos. En circunstancias en que un go-
bernante no cumple el nivel de utilidad de reserva y no es reelecto, los votantes lo reemplazan
por otro candidato idéntico que, siguiendo los mismo incentivos, tampoco va a satisfacer sus
intereses. En la práctica no todos los candidatos son idénticos y algunos tienen caracterı́sticas
más deseables para los electores, tales como la honestidad o la competencia. En la siguiente
sección introducimos esta posibilidad.
5
Esto se observa en la expresión (5.12) para el caso β = 0 en el cual, en equilibrio, el gobernante se
apropia del máximo nivel de rentas en el primer periodo.
142 CAPÍTULO 5. AGENCIA: EL CONTROL Y SELECCIÓN DE LOS POLÍTICOS
el ingreso) y el gasto del gobierno estatal. Besley y Case hallan que gobernadores en
su último periodo y sin posibilidad de reelección, eligen niveles de impuestos y gasto
público superiores en comparación con gobernadores que pueden ser reelegidos. Estos
resultados sugieren que gobernadores en su último periodo y sin posibilidad de reelección
ejercen un menor esfuerzo por mantener disciplina fiscal y mantener el gasto público
y los impuestos bajo control. Por otro lado, gobernadores con capacidad de buscar la
reelección, se preocupan más por su reputación ante los votantes y por la situación de
las finanzas públicas y se esfuerzan por reducir el gasto público y los impuestos.
es π mientras que la probabilidad de que sea disonante es (1 − π). Todos los gobernantes,
independientemente de su tipo, reciben unas rentas de ego R por estar en el poder. La
diferencia de fondo es que los gobernantes congruentes tienen preferencias alineadas con las
de los electores y reciben, además a las rentas de ego, una utilidad ∆ siempre que qt = θt .
Los gobernantes disonantes, por el contrario, no reciben ningún beneficio de tener polı́ticas
consistentes con el estado de la economı́a y de hecho obtienen unas rentas privadas r por
elegir polı́ticas inconsistentes qt 6= θt . Dichas rentas privadas r corresponden una variable
aleatoria distribuida según la función acumulativa G(r) con media µ y dominio definido
sobre el intervalo r ∈ [0, M ]. En el análisis restante, expresamos la polı́tica elegida por el
gobernante en función del estado y del tipo del gobernante qt (θ, k).
Intuitivamente, podemos asociar a los gobernantes congruentes k = c con individuos
independientes u honestos cuyos intereses están alineados con los de los electores. Por con-
siguiente, y al igual que los electores, gobernantes congruentes se benefician siempre que la
polı́tica implementada sea consistente con el estado de la economı́a. Lo único que los dife-
rencia de los votantes es que por ser gobernantes, reciben además las rentas de ego R. A
los gobernantes disonantes k = d por otro lado, podemos asociarlos con individuos cuyos
intereses se encuentran capturados por algún sector económico o grupo de interés que se be-
neficia con la implementación de polı́ticas contrarias al estado de la economı́a. Por ejemplo,
podemos asociar las rentas privadas r con pagos o comisiones que reciben los polı́ticos de los
grupos de interés a los que responden. La naturaleza aleatoria de dichas rentas está asociada,
por ejemplo, a que los pagos realizados por los grupos de interés al polı́tico dependen de sus
utilidades, de lo que ocurre en otros mercados, o cualquier otro elemento aleatorio fuera del
control del gobernante. Sin embargo, existen interpretaciones alternativas para r. Podemos
pensar en r como una variable continua que captura qué tan deshonesto es el polı́tico di-
sonante. Bajo esta interpretación, gobernantes muy deshonestos logran acumular mayores
rentas privadas por implementar polı́ticas contrarias a los intereses de los electores. También
podemos pensar en r como las rentas privadas del gobernante netas de costos de transacción
que deben pagarse a otros funcionarios públicos involucrados en implementar polı́ticas in-
consistentes con el estado de la economı́a. En este caso, el elemento aleatorio de r puede ser
explicado por un comportamiento aleatorio de los costos de transacción. La interpretación
particular de r no es importante para el análisis.
En este modelo el conflicto de intereses entre el gobernante y los electores tiene dos
componentes. El más importante tiene que ver con la polı́tica económica implementada
puesto que a los electores les interesa que el gobernante en el poder, independientemente de su
tipo, implemente la polı́tica consistente con el estado de la economı́a. El segundo componente
tiene que ver con el tipo del gobernante en el poder. Dado que a los electores les interesa que
144 CAPÍTULO 5. AGENCIA: EL CONTROL Y SELECCIÓN DE LOS POLÍTICOS
que un gobernante sea del tipo k ∈ {c, d} dado que observan una utilidad V1 ∈ {0, ∆}.
Los gobernantes congruentes nunca tienen el incentivo a elegir polı́ticas inconsistentes con el
estado de la economı́a (les genera menor beneficio en el primer periodo y no son reelegidos).
Por consiguiente sabemos que ρ(k = c|V1 = 0) = 0 y ρ(k = d|V1 = 0) = 1. Los gobernantes
disonantes se enfrentan a un dilema más complejo. Pueden elegir una polı́tica inconsistente
para recibir las rentas privadas en el primer periodo, pero al costo de no ser reelegidos para un
segundo periodo (sacrificando las rentas de ego y rentas privadas de este periodo). O pueden
elegir una polı́tica consistente en el primer periodo (a costo de no recibir rentas privadas
en este periodo) con el objetivo de garantizar su reelección y acceso a rentas en el segundo
periodo. Intuitivamente, la decisión del gobernante disonante depende de la magnitud de las
rentas privadas en el primer periodo (r1 ). Para establecer la decisión óptima de un gobernante
disonante, debemos primero caracterizar las conjeturas de los electores cuando observan
V1 = ∆. Esto puede ocurrir porque un gobernante congruente está en el poder (estos siempre
eligen polı́ticas consistentes) o porque un gobernante disonante elige una polı́tica consistente
para garantizar su reelección y acceder a las rentas (de ego y privadas) en el segundo periodo.
Supongamos que una fracción λ de los gobernantes disonantes eligen polı́ticas consistentes
en el primer periodo. Este parámetro (cuyo valor de equilibrio caracterizamos más adelante)
es una medida de “disciplina polı́tica”(la medida en la que la reelección logra inducir en
gobernantes disonantes, un comportamiento consistente con los intereses de los electores).
Podemos utilizar la regla de Bayes para encontrar la conjetura de los votantes sobre el tipo
del gobernante que está en el poder cuando observan una utilidad V1 = ∆.
capı́tulo y es menos robusto a condiciones más estrictas (como el criterio de Cho y Kreps (1987)).
146 CAPÍTULO 5. AGENCIA: EL CONTROL Y SELECCIÓN DE LOS POLÍTICOS
una polı́tica consistente con el estado de la economı́a, q1 (θ1 , c) = θ1 , y son reelegidos con
certeza. La decisión de los gobernantes disonantes depende del valor de las rentas privadas
en el primer periodo (r1 ), cuyo valor realizado conocen antes de tomar su decisión. Si un
gobernante disonante elige una polı́tica disonante, obtiene una utilidad de r1 en el primer
periodo pero no obtiene ninguna utilidad en el segundo periodo dado que no es reelegido.
Por el contrario, si decide elegir una polı́tica consistente y garantizar su reelección, no recibe
ninguna utilidad en el primer periodo, pero en el segundo periodo puede elegir la polı́tica
que más lo beneficia (una polı́tica disonante) para apropiarse de unas rentas privadas iguales
a r2 = µ en valor esperado (recuerde que µ es la media de la distribución de r) y recibe
además las rentas de ego R. La utilidad en el segundo periodo se descuenta de acuerdo al
parámetro β. En sı́ntesis, un gobernante disonante elige polı́ticas consistentes en el primer
periodo siempre que:
λ = G (β(µ + R)) .
Este modelo ilustra el rol de las elecciones en resolver parcialmente el problema de agencia.
Primero, la reelección logra disciplinar incluso a gobernantes disonantes que ahora con una
probabilidad λ > 0 eligen la polı́tica preferida por los ciudadanos. En ausencia de reelección
los gobernantes disonantes siempre eligen polı́ticas inconsistentes. Por otro lado, la reelección
también le permite a los electores reducir la probabilidad de seleccionar a un gobernante
disonante para el siguiente periodo. En un mundo sin reelección la probabilidad de elegir a
un gobernante disonante para el segundo periodo es (1 − π). La reelección logra reducir esta
probabilidad a (1−λ)(1−π). Sin embargo, las elecciones son un mecanismo imperfecto puesto
que en equilibrio algunos gobernantes disonantes son reelegidos para el segundo periodo.
Para finalizar analizamos la tensión relativa que existe entre el objetivo de disciplinar a
gobernantes disonantes y seleccionar a gobernantes congruentes. La utilidad esperada de los
votantes en el primer periodo es:
consistentes.
La utilidad de los electores en el segundo periodo, depende de si reeligen o no al gober-
nante, y del tipo del gobernante reelegido:
Para encontrar la expresión anterior, note que el ciudadano obtiene ∆ en los siguientes
casos: si reelige al gobernante de turno y este es congruente, o si no le reelige (escoge a
uno nuevo) y este resulta congruente. La reelección ocurre con probabilidad π + (1 − π)λ
(siempre que V1 = ∆). De la regla de Bayes planteada arriba sabemos que la probabilidad de
π
que sea congruente dado que es reelegido es π+(1−π)λ → Con probabilidad π el gobernante
es reelegido y congruente. Entre tanto, con probabilidad 1 − (π + (1 − π)λ) = (1 − π)(1 − λ)
se elige a un nuevo gobernante, y de estos una fracción π son congruentes.
En este caso ∂V∂λ
2 (λ)
< 0. Mayor disciplina en el primer periodo, aumenta la probabilidad
de que los gobernantes disonantes se comporten y sean reelegidos, lo cual le genera menor
utilidad a los electores en el segundo periodo. Esto ilustra claramente la tensión entre estos
dos objetivos.
Para ver el efecto neto de la disciplina podemos calcular el valor descontado de la utilidad
en los dos periodos:
El efecto neto de mayor disciplina sobre la utilidad descontada de los electores es positivo
( ∂W∂λ(λ)
> 0) puesto que el efecto positivo en el primer periodo es de orden (1 − π) mientras
que el efecto negativo en el segundo periodo es de orden βπ(1 − π) < (1 − π).
Note también que ∂W∂π(λ) > 0. Este resultado es intuitivo y captura la idea de que en una
sociedad con una menor proporción de candidatos disonantes o deshonestos (ya bien sea por
principios, educación o porque las instituciones reducen el número de polı́ticos capturados
por intereses particulares) la democracia conlleva a un mayor bienestar de sus ciudadanos.
En el modelo presentado en esta sección, gobernantes disonantes implementan polı́ticas
deseables para los electores con el objetivo de transmitir una imagen de ser del tipo honesto
o congruente y ser reelegidos. El uso de la polı́tica económica como un instrumento de
señalización sobre el tipo del polı́tico beneficia a los electores. Sin embargo, en el recuadro
C presentamos un ejemplo particular que sugiere que el uso de la polı́tica como señal de
competencia no siempre conlleva a resultados agregados deseables para los electores.
148 CAPÍTULO 5. AGENCIA: EL CONTROL Y SELECCIÓN DE LOS POLÍTICOS
4. Conclusiones
En este capı́tulo estudiamos el conflicto de intereses que existe entre electores y gober-
nantes. Dicho conflicto, al que nos referimos como el problema de agencia, conlleva poten-
cialmente a que gobernantes que persiguen su beneficio individual elijan polı́ticas alejadas
de aquellas preferidas por los electores. Los diversos modelos presentados en este capı́tulo
resaltan las distintas fuentes de este conflicto. En particular, la existencia de información
asimétrica puede llevar a que los gobernantes abusen de su información privilegiada para
apropiarse de rentas de información en algunos contextos. De igual forma, las asimetrı́as de
información dificultan la capacidad que tienen los electores para diferenciar a gobernantes
más o menos honestos o competentes puesto que los gobernantes pueden utilizar la polı́tica
económica de manera estratégica para señalizar ciertos atributos. Los distintos modelos sin
embargo, resaltan la efectividad relativa que tiene la competencia polı́tica, más concreta-
mente las elecciones, para resolver el problema de agencia y disciplinar a los polı́ticos. En un
mundo sin asimetrı́as de información y capacidad de compromiso, la competencia polı́tica
elimina las rentas privadas para los polı́ticos (tal y como la competencia económica elimi-
na las rentas monopólicas). En contextos con información asimétrica las elecciones, o más
concretamente la reelección que determina el acceso a rentas futuras, logran reducir el pro-
blema de agencia durante algunos periodos e inducir en los gobernantes el comportamiento
deseado por los electores. No obstante, y al igual que en el modelo de votación probabilı́stica
discutido en capı́tulos pasados, la existencia de atributos distintos a la polı́tica, tales como
el carisma o la ideologı́a, debilitan el rol de la competencia polı́tica y permiten a candidatos
relativamente populares, implementar polı́ticas que los benefician individualmente y van en
contra de los electores.
Hasta el momento nos hemos enfocado en candidatos netamente oportunistas cuyo único
objetivo es ganar las elecciones y llegar al poder para disfrutar de rentas de ego (capı́tulo 4)
y de rentas endógenas (este capı́tulo). Hemos ignorado hasta el momento la forma en la cual
la elección particular de otras variables de polı́tica como el gasto público o los impuestos
afectan directamente a los gobernantes. En la práctica sin embargo, los gobernantes pueden
tener preferencias directas sobre distintas polı́ticas. Por ejemplo, al igual que los electores,
algunos candidatos son más ricos que otros y tienen preferencias distintas con respecto a
la polı́tica redistributiva. De esto nos ocupamos en el siguiente capı́tulo con el estudio de
polı́ticos partidistas.
150 CAPÍTULO 5. AGENCIA: EL CONTROL Y SELECCIÓN DE LOS POLÍTICOS
Capı́tulo 6
Polı́ticos partidistas
Los candidatos de los capı́tulos anteriores exhiben una propiedad que resulta llamativa.
Aunque los electores los ven como candidatos con atributos ideológicos, ellos no tienen en
realidad ninguna motivación ideológica: sólo los motivan las rentas exógenas de acceder
al poder, o las rentas endógenas asociadas con éste, como las que vimos en los modelos
de agencia. En este capı́tulo, descartamos este supuesto y reconocemos que los polı́ticos
están interesados directamente por las polı́ticas a implementarse. En otras palabras, los
polı́ticos tienen preferencias con respecto al vector de polı́ticas. A este tipo de polı́ticos se
les suele llamar polı́ticos “partidistas” para distinguirlos de los polı́ticos oportunistas que
hemos estudiado hasta el momento.
Como en el modelo downsiano de competencia electoral del capı́tulo de democracia repre-
sentativa, empezaremos por establecer condiciones que lleven a una convergencia en polı́ti-
cas. Sin embargo, argumentaremos que dichas condiciones son poco plausibles con polı́ticos
partidistas. Ası́, la mayorı́a del capı́tulo se concentrará en implicaciones adicionales de la
existencia de intereses partidistas por parte de los polı́ticos.
Un punto clave es que cuando los partidos tienen preferencias con respecto a las polı́ticas,
una vez elegidos tienen incentivos para incumplir sus promesas. Las promesas son escogidas
durante la campaña para satisfacer a los votantes. Ya en el poder, en cambio, el polı́tico
enfrenta la tentación de implementar su polı́tica preferida. Por este motivo, estudiaremos
qué sucede en el equilibrio cuando los partidos pueden incumplir sus promesas.
Además, ilustraremos por primera vez el papel del conflicto entre partidos que compar-
ten el poder. Si los polı́ticos tienen preferencias sobre las polı́ticas, no sólo es importante el
conflicto de intereses existente entre los electores y los polı́ticos, sino aquel que se vive al
interior de un gobierno entre dirigentes con distintas orientaciones partidistas. Introducire-
mos algunas nociones básicas en esta dirección en el contexto de un modelo de negociación
legislativa.
151
152 CAPÍTULO 6. POLÍTICOS PARTIDISTAS
En palabras, los candidatos eligen una polı́tica para maximizar la suma, ponderada por las
respectivas probabilidades, de los niveles de utilidad que obtienen cuando logran acceder al
poder e imponer su polı́tica preferida y cuando su contrincante lo hace.
Como en el modelo de competencia downsiana, los partidos deben proponer un valor
para la polı́tica g de manera simultánea y no cooperativa, y una vez las elecciones se han
llevado a cabo el candidato elegido implementa la polı́tica anunciada. Un supuesto crucial
1 . FUERZAS CENTRÍPETAS Y CENTRÍFUGAS 153
que adoptamos por el momento es que los candidatos cumplen sus compromisos. Por lo tanto,
la probabilidad de elección de cada partido depende de las polı́ticas propuestas en campaña.
Suponiendo que las preferencias de los individuos son de un solo pico, la probabilidad de
que el partido A gane es:
M M
1 si V (gA ) > V (gB )
1
pA (gA , gB ) = si V M (gA ) = V M (gB ) , (6.3)
2
0 si V M (gA ) < V M (gB )
donde M identifica al votante mediano.
Existen diversos equilibrios posibles según los supuestos sobre la ubicación relativa de
los puntos preferidos por los candidatos y la existencia o no de rentas derivadas del poder.
Consideremos inicialmente un caso especial que ilustra tajantemente las fuerzas hacia la
convergencia. Para ello, acudamos nuevamente al ejemplo de la provisión de un bien público,
en el que la restricción presupuestal del gobierno viene dada por g = τ y, y la función de
i
utilidad de los ciudadanos es V i (g) = (y − g) yy + H(g). Empecemos por suponer que los
partidos A y B tienen unas preferencias acordes con individuos cuyo nivel de ingreso es y A
y y B , respectivamente, tal que y A < y M < y B . El partido A es el partido de los pobres, y el
partido B el de los ricos.
Para encontrar el equilibrio en este modelo, examinemos las fuerzas que motivan la elec-
ción óptima de g por parte de cada candidato. Para ello, note que la polı́tica preferida por
cada candidato está definida implı́citamente por las siguientes condiciones de primer orden:
yA
= H 0 (gA∗ ) (6.4)
y
yB
= H 0 (gB∗ ). (6.5)
y
La primera fuerza que enfrenta cada candidato en la maximización de su utilidad esperada
viene dada por estas condiciones de primer orden. Considere por ejemplo el caso del candidato
de los pobres o partido de ‘izquierda’. En la maximización de (6.1) este candidato quiere,
por un lado, acercarse al nivel de g = gA∗ > gM ∗
definido por (6.4), ya que ası́ obtiene una
mayor utilidad en caso de que obtenga el poder. Esta fuerza tiende a generar divergencia en
el equilibrio electoral, puesto que el otro partido quiere imponer g = gB∗ < gM ∗
. En palabras,
se trata del deseo de cada polı́tico de imponer lo que él prefiere, una vez elegido.
La segunda fuerza presente es la de imponer lo que el electorado prefiera para ser elegido.
En (6.3) aparece esta fuerza de convergencia: cada partido puede aumentar su probabilidad
de ganar siempre y cuando lleve su polı́tica anunciada más cerca a la preferida por el votante
154 CAPÍTULO 6. POLÍTICOS PARTIDISTAS
gAeq = gM
∗
= gBeq . (6.6)
Vale la pena preguntarnos qué pasa si levantamos algunos de los supuestos sobre los que
se obtiene este resultado de convergencia. Concretamente, en la especificación de este modelo
hemos dado por sentado que las rentas exógenas derivadas del poder son nulas. Es decir,
incorporamos que a los partidos les da cierta utilidad el poder implementar determinada
polı́tica, pero dejamos de lado la motivación “oportunista” que habı́amos considerado ante-
riormente. Además, se caracterizó el equilibrio únicamente para el caso en el cual los partidos
tienen sesgos ideológicos opuestos (uno se ubica a la derecha de la polı́tica preferida por el
votante mediano y otro a la izquierda). ¿Qué sucede si las rentas exógenas son positivas? ¿Y
si los partidos no tienen sesgos ideológicos opuestos?
Para examinar esta cuestión, suponga que una vez llegan al poder los partidos gozan de
un nivel de rentas exógenas iguales a R. En tal caso, el objetivo del partido A (el caso del
partido B es simétrico) es el siguiente:
Como antes, la probabilidad de elección del partido A viene dada por la expresión (6.3).
Una vez más, los partidos deben establecer proponer un valor para g de manera simultánea
y no cooperativa, y cuando las elecciones se han llevado a cabo el candidato ganador cumple
su compromiso e implementa la polı́tica anunciada. Sean gA∗ , gB∗ y gM
∗
las polı́ticas preferidas
del partido A, del partido B, y del votante mediano, respectivamente. Para analizar una
modificación a la vez, suponga como antes que gA∗ > gM ∗
> gB∗ (o que gB∗ > gM ∗
> gA∗ ). Bajo
cualquiera de estos dos casos, el equilibrio implica que gAeq = gM
∗
= gBeq , tal como con rentas
exógenas iguales a cero.
Para demostrar que gAeq = gM
∗
= gBeq es el único equilibrio posible si gA∗ > gM
∗
> gB∗ ,
1 . FUERZAS CENTRÍPETAS Y CENTRÍFUGAS 155
empecemos con una observación básica ilustrada en la Figura 6.1. Necesariamente, el com-
∗ ∗
portamiento óptimo de los partidos implica que en el equilibrio gA ≥ gM (y gB ≤ gM ). Esto
∗
es ası́, porque si A ofrece una alternativa de polı́tica que esté “a la izquierda” de gM , siempre
∗
podrá encontrar una a la derecha de gM que está más cercana a sus preferencias y le genera
igual utilidad al votante mediano, por lo que no altera sus probabilidades de elección. Por
ejemplo, si el partido A ofrece una polı́tica como la del punto 1 en la figura, podrı́a cambiarla
por una propuesta como la del punto 2 sin reducir la utilidad que recibe el votante mediano,
pero acercándose más a sus propias preferencias.
Imagine ahora que los dos partidos están ofreciendo polı́ticas diferentes, y no necesaria-
∗
mente iguales a las del votante mediano, gA 6= gB 6= gM . Por nuestra observación anterior,
∗
sabemos que gA > gM > gB . Si existe un partido, por ejemplo el partido A, cuya polı́tica
ofrecida está más cercana a la del votante mediano que la que está ofreciendo el partido B,
A gana con certeza y obtiene como utilidad [VA (gA ) + R]. El partido B, en cambio, recibe
VB (gA ). Ahora imagine que B, al darse cuenta de esta situación, encuentra la polı́tica g̃A que
está a la izquierda del votante mediano, pero tal que V M (gA ) = V M (g̃A ). Es decir, para un
punto como el 2 en la Figura 6.1, el candidato B encuentra un punto como el 1. Si B ofrece
ahora g̃A + para un valor de > 0 arbitrariamente pequeño, gana con certeza y aumenta su
utilidad a [VB (g̃A ) + R]. Como gA > g̃A + , VB (g̃A + ) > VB (gA ) y esta desviación es prove-
chosa, incluso si R = 0. Ahora sólo basta observar que estamos ante una situación idéntica
a la postulada inicialmente, pero donde el partido B ofrece una polı́tica más cercana a la
del votante mediano que la del partido A. Ası́, podemos repetir el argumento y las desvia-
∗
ciones provechosas continuarán hasta que gA = gM = gB . Además, como este argumento no
depende de que R > 0, hemos demostrado de paso el equilibrio planteado en (6.6).
Ahora suponga otra distribución ideológica de los partidos. Por ejemplo, tomemos el
caso en el que gB∗ > gA∗ > gM ∗
. Nuevamente, el equilibrio implica que gA = gM ∗
= gB . Para
verlo, supongamos nuevamente que el equilibrio inicial no es de convergencia. En particular,
supongamos que el partido A está ofreciendo su polı́tica preferida gA∗ . Entonces, el partido B
no quiere ofrecer su polı́tica preferida ya que, al estar más alejada de la del votante mediano,
pierde y obtiene como utilidad solamente VB (gA∗ ) mientras que ofrecer la polı́tica preferida
por A le otorga una utilidad mayor e igual a 21 VB (gA∗ ) + 21 [VB (gA∗ ) + R] = VB (gA∗ ) + 21 R. Pero
la cosa no para ahı́. Cualquiera de los partidos tiene el incentivo a acercarse un poco más al
votante mediano, ya que al hacerlo gana con certeza y obtiene mayor utilidad. Por ejemplo,
si el partido B se acerca, su utilidad es igual a VB (gA∗ − ε) + R.
¿Cómo sabemos que esto es preferible a la utilidad anterior, VB (gA∗ ) + 21 R? Simplemente,
debemos comparar bajo qué condiciones VB (gA∗ − ε) + R > VB (gA∗ ) + 21 R. Esto se cum-
plirá siempre que 21 R > VB (gA∗ ) − VB (gA∗ − ε). Es decir, siempre que la ganancia en términos
156 CAPÍTULO 6. POLÍTICOS PARTIDISTAS
∗ ∗ ∗
gB 1 gM 2 gA g
Cuando los partidos tienen preferencias opuestas con respecto al votante mediano, nunca querrán ofrecer
polı́ticas que queden del “otro lado” de la preferida por el votante mediano, ya que siempre podrán encontrar
una más cercana a sus preferencias que sea igualmente predilecta por el votante mediano y por ende signifique
la misma probabilidad de ganar. Por ejemplo, si el partido A ofrece una polı́tica como la del punto 1, podrı́a
cambiarla por una propuesta como la del punto 2, sin reducir la utilidad que recibe el votante mediano pero
acercándose más a sus propias preferencias.
1 . FUERZAS CENTRÍPETAS Y CENTRÍFUGAS 157
de renta R esperada por desviarse supere el costo que genera alejarse del punto preferido.
Pero resulta que para ε suficientemente pequeño esto siempre se cumple, ya que al hacer
dicho parámetro arbitrariamente pequeño la pérdida de alejarse del punto preferido se hace
minúscula mientras que la ganancia en rentas R permanece constante1 . En suma, los par-
tidos tienen un incentivo para alejarse de sus polı́ticas preferidas y sólo se detienen cuando
∗
gA = gB = gM .
Sólo nos falta analizar un caso: el de preferencias de los partidos a un mismo lado del
votante mediano pero con R = 0. ¿Se altera el resultado anterior? Sı́. Como acabamos de
discutir, la existencia de rentas positivas para el argumento de convergencia es clave. De
hecho, retomando dicho argumento, si R = 0 cuando B está ofreciendo la polı́tica preferida
por A no quiere acercarse más a las preferencias del votante mediano pues se aleja de sus
preferencias sin ganancia alguna. Por ello, en este caso el equilibrio es la adopción de la
polı́tica preferida por aquel partido cuyas preferencias están más cercanas al votante mediano,
y los dos partidos convergen a dicha plataforma. No obstante, note que éste es el único caso
en el cual no hemos llegado a un resultado de total convergencia al votante mediano. Más
aún, existe atracción hacia el votante mediano en tanto el equilibrio es la polı́tica preferida
del partido que esté más cercano al votante mediano.
En suma, las fuerzas de convergencia son en general las más fuertes cuando se tiene un
contexto de competencia electoral downsiana con polı́ticos partidistas.
Este resultado es consecuencia de los supuestos restrictivos que adoptamos en esta sección.
Y este caso unidimensional de mundo preelectoral en el cual los partidos pueden compro-
meterse a las polı́ticas anunciadas es de poco interés en el caso de polı́ticos partidistas. En
efecto, si a los partidos les importa la polı́tica que se implementa, es de esperar que la mayor
acción polı́tica se de en el mundo poselectoral, ya que cada partido tiene un incentivo para
no cumplir su compromiso, y acercarse a su polı́tica preferida. Por supuesto, desde la etapa
preelectoral esto puede ser anticipado por los votantes. Ası́ las cosas, es poco convincente que
un modelo como el considerado hasta ahora describa adecuadamente los conflictos electorales
con polı́ticos partidistas.
La existencia de este trade-off implica que la convergencia hacia la polı́tica preferida del
votante mediano no es un equilibrio en general. En efecto, piense que si los dos partidos
están ofreciendo qA = qB = q∗M y el partido A resuelve desviarse marginalmente ofreciendo
un punto más cercano a su polı́tica preferida, q0 > q∗M , observará dos efectos. El primero,
el beneficio, es igual a pA (qA , qB ) ∂V∂qA (qA )
A
[≈ pA (qA , qB ) (VA (q0 ) − VA (q∗M ))] y corresponde
al beneficio por poder implementar una polı́tica más cercana a su preferida. El costo es
igual a − ∂pA (q A ,qB )
∂qA
(VA (qA ) − VA (qB )) [≈ [pA (q0 , q∗M ) − pA (q∗M , q∗M )] (VA (q0 ) − VA (q∗M ))] y
corresponde al sacrificio que significa perder las elecciones por dicha desviación. Si al partido
A le importa lo suficiente la polı́tica implementada, puede suceder que el beneficio supere el
costo y esta desviación sea rentable.
Para Acemoglu y Robinson (2006) este resultado es importante porque muestra la posi-
bilidad de “captura polı́tica”. Recuerde que en
el modelo de lobbies que vimos en el capı́tulo de democracia representativa aparecı́a un
resultado llamativo: en el equilibrio, ningún lobby apoya a ningún candidato porque estos
convergen a la misma polı́tica. Aunque eso no hace a los lobbies irrelevantes en el equilibrio
(la polı́tica a la cual los partidos convergen es más cercana a las preferencias de los grupos
organizados que a los restantes grupos de la sociedad), no coincide con lo que observamos
en la práctica.
En cambio, cuando existe la posibilidad de divergencia en el equilibrio polı́tico como en
este modelo, algunos grupos se pueden volver aún más poderosos en la democracia si logran
controlar la tendencia ideológica de los partidos. Esta idea de “captura polı́tica” puede ser
aplicada a nuestro ejemplo de provisión de bien público. Por ejemplo, puede suceder que los
grupos más ricos de la sociedad controlen la agenda polı́tica mediante esquemas como los
señalados en la sección de lobbying (como contribuciones a las campañas) logrando que todos
los partidos prefieran un nivel bajo de gasto público, por ejemplo gA∗ < gB∗ < gM∗
. Además,
en este contexto los lobbies pueden estar interesados en dar aportes a todos los partidos.
En resumen, esta sección nos mostró un resultado de convergencia análogo al del modelo
downsiano que se apoya en supuestos de dudosa aplicabilidad para el caso de la competencia
partidista. Vimos además que dicho resultado se puede romper si adoptamos una visión del
comportamiento electoral en el espı́ritu del modelo de votación probabilı́stica2 . En tal caso,
no sólo podemos predecir divergencia sino que podemos encontrar una razón adicional para
que, en la democracia, algunos grupos sean polı́ticamente más poderosos que otros: mediante
la captura polı́tica de las agendas de los partidos.
2
Aunque se presentó un modelo de “forma reducida”, recuerde que el modelo de votación probabilı́stica
puede motivarse entre otras cosas por la presencia de atributos “ideológicos” en los partidos. En este capı́tulo,
dado que los partidos en efecto tienen preferencias que los diferencian, dicha motivación cobra mayor sentido.
160 CAPÍTULO 6. POLÍTICOS PARTIDISTAS
No obstante, a lo largo de la sección argumentamos que uno de los aspectos más impor-
tantes a tener en cuenta en el caso de la polı́tica con partidos motivados ideológicamente es
la dificultad para cumplir las polı́ticas anunciadas. Por este motivo, en la sección siguiente
estudiamos algunas de las consecuencias de considerar esta situación.
estabilidad.
A continuación se presenta un modelo desarrollado en Alesina (1988a) que incorpora
estos elementos para generar algunas predicciones sobre la naturaleza del equilibrio polı́tico.
Suponga que hay dos polı́ticos partidistas P ∈ {A, B} que tienen distintas preferencias
sobre cierta polı́tica q. En particular, la función objetivo del candidato A es:
∞
X
VA (q) = β t vA (q)
t=0
∞ (6.11)
X
t1 2
=− β (qt − c) ,
t=0
2
y la del candidato B
∞
X
VB (q) = β t vB (q)
t=0
∞ (6.12)
X 1
=− β t qt2 ,
t=0
2
Para entender las posibles ganancias de una negociación de este tipo, conviene obtener
la frontera eficiente del juego. Para ello, basta con maximizar una suma ponderada de las
utilidades de los dos partidos:
∂pA (·) ∂vA (qA ) ∂pA (·) ∂vB (qA )
λ 4vA + pA + (1 − λ) 4vB + pA = 0,
∂qA ∂qA ∂qA ∂qA
∂pA (·) ∂vA (qA ) ∂pA (·) ∂vB (qA )
λ 4vA + (1 − pA ) + (1 − λ) 4vB + (1 − pA ) = 0,
∂qB ∂qA ∂qB ∂qA
donde 4vA = (vA (qA ) − vA (qB )) y 4vB = (vB (qA ) − vB (qB )). De las funciones de utili-
dad sabemos que ∂v∂q
A (qA )
A
= qA − c y ∂v∂q
B (qA )
A
= qA . Sustituyendo en la primera ecuación y
reorganizando, tenemos:
∂pA (·)
pA qA − λpA c + [λ4vA + (1 − λ)4vB ] = 0.
∂qA
Ahora note que, sustituyendo las funciones utilidad, 4vA = 12 (qB − qA )(qB + qA − 2c) y
4vB = 21 (qB − qA )(qB + qA ). Teniendo esto en cuenta, podemos reescribir la condición de
primer orden para qA como
∂pA (·) 1
pA qA − λpA c + (qB − qA )(qB + qA + 2λc) = 0.
∂qA 2
Por la simetrı́a del problema (con una función de probabilidad de elección pA (qA , qB )
simétrica como las que derivamos, por ejemplo, en el capı́tulo 4 con el modelo de votación
probabilı́stica) qB = qA , por lo que la anterior ecuación se simplifica a:
pA qA − λpA c = 0 → qA = λc
Como hay convergencia, suponemos que en el equilibrio eficiente los dos partidos ganan con
la misma probabilidad, pA (λc, λc) = 21 .
Sabemos que cualquier equilibrio con una polı́tica de este estilo maximiza el tamaño de
la torta. Pero en un proceso de negociación entre los dos partidos, de esta frontera eficiente
es relevante únicamente el segmento que cumple las condiciones de racionalidad individual
de los dos candidatos. Es decir, sólo interesan las polı́ticas que hacen que los dos candidatos
estén igual o mejor que en el equilibrio de divergencia. Por ejemplo, en un equilibrio de diver-
gencia, el partido A espera obtener pA (qA? , qB? )vA (qA? ) + (1 − pA (qA? , qB? ))vA (qB? ). Recordando
que (qA? , qB? ) = (c, 0), podemos calcular esta utilidad esperada:
1 − pA (c, 0) 2
pA (c, 0)vA (c) + (1 − pA (c, 0))vA (0) = − c
2
En cambio, en el equilibrio eficiente A recibe
1
vA (λc) = − (1 − λ)2 c2
2
p
Por lo tanto, A participa de la negociación si λ ≥ 1 − 1 − pA (c, 0). Haciendo el mismo
ejercicio para el partido B, podemos resumir las condiciones de racionalidad individual con
las siguientes dos desigualdades:
q q
1− 1 − pA (qA∗ , qB∗ ) ≤ λ ≤ pA (qA∗ , qB∗ ). (6.14)
En suma, los dos partidos están dispuestos a entrar en un acuerdo que implique una
polı́tica intermedia y constante para evitar los vaivenes en la polı́tica, siempre y cuando esa
polı́tica no sea muy extrema.
Sin embargo, en general hay un desacuerdo sobre el valor de λ durante el proceso de
negociación. Mientras A quiere que λ sea lo más cercano posible a 1, B insiste en que se fije
un λ cercano a cero.
Para predecir el valor de λ que acuerdan los dos partidos, Alesina (1988a) acude al
concepto de equilibrio de negociación de Nash (“Nash-bargaining solution”). Aplicando los
principios de negociación de Nash, resulta un valor de λ = λ? con propiedades intuitivas.
En particular, λ? es función únicamente de la probabilidad de elección del candidato A en el
equilibrio de divergencia, λ? (pA (qA∗ , p∗B )). Esta función es creciente, ya que la probabilidad de
elección en el equilibrio sin acuerdo determina los costos para cada candidato de desviarse
del acuerdo y - consecuentemente - su poder de negociación. Además, λ? (0) = 0, λ? (1) =
1 y λ? (1/2) = 1/2. Por ejemplo, como una aproximación sencilla podemos suponer que
λ? (pA (qA∗ , p∗B )) = pA (qA∗ , p∗B ).
164 CAPÍTULO 6. POLÍTICOS PARTIDISTAS
El anterior resultado deja la primera enseñanza importante del modelo: el partido re-
lativamente más popular puede exigir, en este escenario de negociación sobre la frontera
eficiente, una polı́tica que se acerque más a sus preferencias.
Ahora resulta pertinente preguntarse en qué casos se puede sostener la solución de nego-
ciación como un equilibrio estable del juego repetido. Para esto, imagine que en el periodo t
los partidos estaban cooperando, pero el partido A está en el poder y decide faltar al acuerdo
una vez elegido, escogiendo en cambio su polı́tica preferida. Suponga que, de ese periodo en
adelante, el partido B rompe el acuerdo como castigo, por lo que en los periodos siguientes
cada quien implementa su polı́tica preferida cuando es elegido.
2 P
Como vA (qA? ) = 0 y vA (qB? ) = − c2 , esta expresión es 0 − ∞ s ? ? 2
s=t+1 β (1 − pA (qA , qB ))c . En
P∞ s
cambio, si A continúa con el acuerdo obtiene s=t β vA (λc), que se puede escribir como:
X∞
1 1
−β t (1 − λ? )2 c2 − β s (1 − λ? )2 c2 .
2 s=t+1
2
Es decir, el partido A tiene una ganancia en el periodo t al tener una pérdida de cero en
lugar de 12 (1 − λ? )2 c2 , pero desde t + 1 en adelante enfrenta un costo por el rompimiento del
acuerdo, teniendo una pérdida en cada periodo de (1 − pA (qA? , qB? ))c2 en lugar de (1 − λ? )2 c2 .
Le conviene al partido A honrar el acuerdo siempre y cuando
2 . POLÍTICA PARTIDISTA Y (FALTA DE) COMPROMISO 165
∞
t1 ? 2 2 1 2 X s
β (1 − λ ) c ≤ c β (1 − pA (qA? , qB? )) − (1 − λ? )2 .
2 2 s=t+1
P P∞
Note que esto se puede escribir como (1 − λ? )2 ∞ s ? ?
s=t β ≤ (1 − pA (qA , qB ))
s
s=t+1 β . Sim-
plificando, la condición para que desde el punto de vista de A el acuerdo sea sostenible en el
juego repetido es:
(1 − λ? )2 ≤ β(1 − pA (qA? , qB? )).
Analizando los incentivos de B para desviarse siguiendo los mismos pasos, se obtiene la
segunda condición para que el equilibrio de negociación sea estable:
Con el supuesto λ? (pA (qA∗ , qB∗ )) = pA (qA∗ , qB∗ ), las condiciones anteriores equivalen a:
La figura 6.2 muestra la zona, en el plano pA , β que satisface simultáneamente las dos
condiciones anteriores. Aparece una interesante interacción entre la popularidad relativa de
los partidos (es decir, su probabilidad de elección en ausencia de un acuerdo, cuando proponen
como polı́tica su polı́tica preferida) y el factor β que captura el grado de paciencia de los
partidos. En general, y como ocurre en todo este tipo de modelos de interacción repetida, es
más fácil sostener el equilibrio de interacción cuando β es más grande. Al preocuparse más
por la utilidad futura, es menos probable que los partidos rompan el acuerdo para atrapar
el beneficio de corto plazo de implementar su polı́tica preferida en lugar de λ? c. Pero el
punto más de fondo es que es más fácil lograr la cooperación (se requiere un menor grado
de paciencia) cuando pA (qA? , qB? ) = 1/2. Si un partido tiene una mayor popularidad que otro,
está más tentado a incumplir su promesa. Como espera poder estar en suficientes ocasiones
en el poder, el costo de renunciar al acuerdo no es tan grande.
Esta discusión nos permite apreciar algunas de las caracterı́sticas generales de la polı́tica
económica que pueden verse afectadas con la presencia de polı́ticos partidistas. No obstante,
falta considerar quizás el aspecto más básico que se desprende del hecho de que los polı́ticos
tengan preferencias con respecto a la polı́tica a implementarse, como es la discusión que se
presentarı́a al interior de un gobierno entre representantes con intereses heterogéneos. En la
próxima sección aportamos algunos elementos en esta dirección. No obstante, como veremos,
el proceso de discusión entre diversos representantes es difı́cil de modelar formalmente de
166 CAPÍTULO 6. POLÍTICOS PARTIDISTAS
Figura 6.2
(0, 1)
( 21 , 12 )
(1, 0) pA
3. Negociación legislativa
En esta sección dejamos a un lado el escenario electoral y estudiamos una etapa de gran
importancia cuando los partidos tienen preferencias por las polı́ticas elegidas: la negociación
entre grupos que comparten el poder. Para ello, suponga que existen tres partidos polı́ticos
que conforman el legislativo, P ∈ {I, C, D}, y que deben elegir el nivel de provisión del
bien público. Como antes, cada uno de estos partidos representa o se identifica con las
preferencias de un individuo con cierto nivel de ingreso, y I < y C < y D . Continuando con
nuestro modelo de redistribución y provisión de bienes públicos, la polı́tica preferida por
cada partido está definida implı́citamente por:
0 yP
H (gP∗ ) = ∀P ∈ {I, C, D}.
y
Por la concavidad de H, gI∗ > gC∗ > gD ∗
. Como vimos en el capı́tulo 2 sobre elección
social en una democracia directa, la elección de polı́ticas por regla de la mayorı́a en este
contexto está sujeta a problemas de ciclos e indeterminaciones. En la práctica, sin embargo,
3 . NEGOCIACIÓN LEGISLATIVA 167
∗ ∗
gD gC g2 gI∗ g1 g
La figura considera el caso en el cual el poder de establecer la agenda está en manos de I. Existen diversas
posibilidades según si el nivel de status quo es un punto como g1 , o uno como g2 . Si es g1 entonces el partido
∗
I puede proponer su polı́tica preferida, y obtiene el apoyo del partido C, ya que la distancia de gC a g1 es
∗ ∗ ∗
superior a la distancia de gC a gI . En cambio, si la polı́tica de status quo está a la izquierda de gI , C prefiere
el status quo a gI∗ . Por ende, para capturar su apoyo, el partido I debe ofrecer por lo menos la utilidad
brindada por el status quo alejándose el mı́nimo posible de sus propias preferencias. Eso lo logra ofreciendo
la polı́tica de status quo, g2 .
3 . NEGOCIACIÓN LEGISLATIVA 169
∗ ∗
gD g3 gC g̃ gI∗ g
El gráfico considera nuevamente el caso en el cual el poder de establecer la agenda está en manos de I, pero
la polı́tica de status quo es una como g3 . El partido I ofrece una polı́tica como g̃ con la cual obtiene el apoyo
de C (esta polı́tica es indiferente para C frente a la de status quo) a la vez que se acerca a sus preferencias.
medida; en la medida exacta para obtener el apoyo sacrificando al mı́nimo su utilidad. Si,
por ejemplo, gC∗ ≤ g < gI∗ , el partido de izquierda sólo debe asegurarle a C su nivel de status
quo para obtener su apoyo.
Finalmente, si en el status quo el partido del centro recibe un nivel de gasto público que
es aún menor que su preferido (gC∗ > g) se destacan dos casos, que se ilustran en las figuras
6.4 y 6.5 respectivamente. En el primero, el partido de izquierda ofrece ge, un nivel que hace
indiferente a C frente al status quo pero que se encuentra más cerca a gI∗ . No obstante, como
es obvio en la figura 6.5, si gI∗ < ge, entonces la propuesta será gI∗ , ya que ası́ C está mejor
que en el status quo y da el apoyo a la polı́tica preferida de I. Este último caso revela que
el partido de izquierda está mejor cuanto peor sea para el partido de centro la opción status
quo. En resumen, la propuesta hecha por el partido (gI ) de izquierda viene descrita por las
siguientes condiciones:
gI∗ si gI∗ ≤ g
gI = g si gC∗ ≤ g < gI∗ . (6.15)
mı́n {e
g , gI∗ } si g < gC∗
170 CAPÍTULO 6. POLÍTICOS PARTIDISTAS
∗ ∗
gD g3 gC gI∗ g̃ g
El gráfico considera nuevamente el caso en el cual el poder de establecer la agenda está en manos de I, con
una polı́tica de status quo como g3 , pero donde g̃ está a la derecha de gI∗ . El partido I ofrece la polı́tica
gI∗ , con la cual obtiene el apoyo de C (ésta polı́tica es mejor para C frente a la de status quo) a la vez que
coincide con lo preferido por I.
3 . NEGOCIACIÓN LEGISLATIVA 171
βE V J (g 0 ) ≤ V J (gC∗ ).
En otras palabras, el valor descontado del resultado de la segunda ronda tiene que ser
peor para al menos uno de los otros dos partidos. La razón es sencilla: si el poder de la agenda
lo obtiene de nuevo el partido C, éste querrá proponer gC∗ , que en caso de implementarse
perjudica a los dos partidos ya que es la misma propuesta de la primera etapa con la diferencia
que se entró en la (costosa) segunda ronda. Entre tanto, si quien obtiene el poder de la agenda
en la segunda ronda es uno de los partidos de los extremos, necesariamente el partido del
extremo opuesto saldrá perjudicado pues el partido con poder de la agenda lo utiliza para
conseguir una polı́tica más cercana posible a sus preferencias.
En el caso en que uno de los partidos extremos, por ejemplo el de izquierda, tiene el
poder de agenda en la primera etapa, el equilibrio es más complejo. Para la segunda etapa,
172 CAPÍTULO 6. POLÍTICOS PARTIDISTAS
VC (β, p, gD ) = β pV C (gC∗ ) + (1 − p)V C (gD ) , (6.16)
4. Conclusiones
Este capitulo muestra cómo las diferentes instituciones para la toma de decisiones afectan
el poder de los agentes que colectivamente deben acordar decisiones polı́ticas en la etapa
poselectoral.
La introducción de polı́ticos partidistas nos ha revelado, entre otras cosas, la posibilidad
de divergencia entre las propuestas de los partidos polı́ticos, el papel del compromiso (y la
falta de compromiso) en la determinación de la estabilidad de la polı́tica económica, y el
papel de las instituciones de negociación legislativa para determinar el poder de los diversos
representantes.
No obstante, hasta el momento nuestro análisis ha permanecido en un nivel en extremo
4
Es decir, suponga que I no puede repetir. Si pudiera repetir con probabilidad pI , y la de D es pD (por
ende pC = 1 − pI − pD , tenemos un argumento similar con
∗
V C (β, pD , pI , gD , gI ) = β (1 − pD − pI )V C (gC ) + pD V C (gD ) + pI V C (gI ) .
4 . CONCLUSIONES 173
abstracto. La razón básica es que modelar la toma de decisiones entre más de dos grupos
con intereses disı́miles es técnicamente complicado, pues surgen naturalmente los problemas
de ciclos, indeterminaciones, votación estratégica y coaliciones que discutimos en el capı́tulo
2.
Por ello, resulta informativo también analizar los efectos de la toma de decisiones por
parte de representantes con intereses disı́miles en el contexto más concreto de aplicaciones
especı́ficas a ámbitos de la polı́tica económica. El capı́tulo 7, que presenta algunas teorı́as
polı́ticas sobre la determinación de la polı́tica fiscal, se ocupa de esta tarea.
174 CAPÍTULO 6. POLÍTICOS PARTIDISTAS
Capı́tulo 7
El capı́tulo 6 ilustró algunos aspectos que se derivan del conflicto entre polı́ticos con
motivaciones partidistas. En este capı́tulo, que sigue a Fergusson y Suárez (2010, Capı́tulo
8), presentamos tres modelos polı́ticos del déficit fiscal como ejemplo de este tipo de modelos.
Inicialmente, seguimos la versión de Persson y Tabellini (2000, Capı́tulo 7) del problema
clásico de la “Tragedia de los Comunes” aplicada al caso del gasto público. En su versión
más simple, la tragedia consiste en la sobreexplotación de un recurso común. Tal como la
presentaremos, la Tragedia de los Comunes en el presupuesto público no explica el déficit
fiscal sino únicamente la adopción de un gasto público ineficientemente alto. Sin embargo, es
importante estudiar este modelo, pues es quizás el problema polı́tico más básico que rodea
el presupuesto público. Adicionalmente, considerando que el gobierno enfrenta un lı́mite
con respecto a los impuestos que puede recaudar, es posible argumentar que la Tragedia
de los Comunes en el presupuesto público puede conducir al déficit fiscal y, por ende, a la
acumulación de deuda.
Posteriormente, presentamos un modelo de Alesina y Tabellini (1990) que explora los
determinantes polı́ticos de la polı́tica fiscal. El modelo enfatiza el conflicto entre grupos
sociales o partidos polı́ticos con preferencias distintas sobre el tipo de gasto público. Por
ejemplo, un grupo puede preferir gastar en estadios y otro en museos. El grupo que controla la
polı́tica fiscal en el presente tiene incentivos para endeudarse más allá de lo que es socialmente
deseable. Estos incentivos reflejan que, de perder el control de la polı́tica fiscal, el grupo que
detenta el poder pierde la posibilidad de usar los recursos públicos en el tipo de gasto público
de su preferencia. Adicionalmente, quien tiene el poder no es totalmente responsable por la
deuda pública que emite: cuando pierde el control de la polı́tica fiscal, es el grupo entrante
el que debe preocuparse por pagar la deuda que heredó de su rival.
Finalmente, presentamos un modelo polı́tico de la estabilización macroeconómica pro-
puesto por Alesina y Drazen (1991) en el que el conflicto entre grupos involucrados en las
175
176 CAPÍTULO 7. TEORÍAS POLÍTICAS DEL DÉFICIT FISCAL
periodos, pues hacerlo implica gravar excesivamente al producto en momentos en los que
éste se ha contraı́do o en momentos en los que las necesidades de recaudo son excesivas.
Por consiguiente, la deuda pública es un instrumento clave para el diseño óptimo de la
tributación a lo largo del tiempo. Es decir, en periodos donde el producto está por debajo de
su promedio (como en las recesiones) debe emitirse deuda, ası́ como cuando el gasto público
está transitoriamente por encima de su nivel promedio (como en las guerras).
∆Bt+1 = Gt + rBt − Tt
Bt+1 = Gt + (1 + r)Bt − Tt , t ∈ {0, 1, 2}
G1 G2 T1 T2
G0 + + 2
= T0 + +
1 + r (1 + r) 1 + r (1 + r)2
El ‘problema de tributación óptima’ del gobierno consiste en minimizar P (o maximi-
178 CAPÍTULO 7. TEORÍAS POLÍTICAS DEL DÉFICIT FISCAL
G1 G2
G0 + 1+r
+ (1+r)2
τ̄ = Y1 Y2
.
Y0 + 1+r
+ (1+r)2
B1 = τ̄ Ȳ − Y0 + G0 − Ḡ ,
Estas dos últimas ecuaciones capturan la esencia del modelo de suavización tributaria
de la deuda pública. La ecuación para τ̄ indica que la tasa tributaria debe reflejar la razón
entre el valor presente de los gastos e ingresos del gobierno (en lugar de la relación entre
estas cantidades en cada periodo). La ecuación para B1 nos dice que la deuda debe crecer
en momentos de necesidades inusuales de gasto, o en momentos de inusual reducción del
ingreso. Naturalmente, las dos conclusiones están estrechamente relacionadas, y su causa
es sencilla: evitar los excesivos costos distorsionantes en la tributación que se tendrı́an
si se cobran impuestos muy altos en momentos de gasto inusualmente alto o ingresos
inusualmente bajos.
Una de las extensiones importantes del modelo, la incorporación de riesgo, tiene
implicaciones similares sobre el endeudamiento óptimo (se debe emitir deuda cuando el
gasto supere su valor esperado o el ingreso se encuentre por debajo del esperado). En
el caso de la tasa tributaria, el modelo con riesgo predice que ésta deberı́a seguir una
caminata aleatoria. Es decir, se espera que el cambio en la tasa tributaria se comporte
como un choque aleatorio de media cero. Para un modelo más completo que el presentado
acá, incluı́da esta extensión, consulte Fergusson y Suárez (2010, Capı́tulo 4).
co. Esta aproximación es válida para construir una teorı́a normativa de la deuda públi-
ca, ya que permite encontrar la polı́tica fiscal eficiente. Sin embargo, una teorı́a positiva
de la deuda pública debe reconocer que quienes toman las decisiones en la realidad no
son “planificadores benevolentes”. Por el contrario, suelen ser polı́ticos que tienen ho-
rizontes cortos de planeación y a quienes les preocupan sus propios intereses y los de
los grupos de ciudadanos a quienes representan.
2. Nunca hay cambio de gobierno. De nuevo, aunque válido para encontrar la trayectoria
eficiente de la deuda pública, en la realidad existen cambios de gobierno entre periodos.
En las economı́as democráticas, diferentes partidos –frecuentemente con preferencias
diferentes– compiten en una contienda electoral por obtener el poder.
3. El sector privado está compuesto por un solo agente representativo. En la realidad, exis-
te una gran heterogeneidad en el sector privado, la cual puede engendrar un conflicto
de intereses con respecto a las polı́ticas públicas, entre ellas la polı́tica fiscal.
Alejarse de la visión normativa implica reconocer que no sólo las variables económicas
sino también las variables polı́ticas influyen sobre las decisiones de polı́tica fiscal y monetaria,
en particular sobre la determinación de la deuda pública. Antes de presentar en detalle tres
modelos en esta dirección, listemos algunas de las teorı́as polı́ticas de la deuda catalogadas
por Alesina, Cohen, y Roubini (1997):
1. Las teorı́as de “ilusión fiscal”. Estas teorı́as, propuestas por la escuela de “escogen-
cia colectiva” (J. M. Buchanan y Wagner, 1977), se basan en dos supuestos centrales.
Primero, los “policymakers” o autoridades polı́ticas quieren ser reelegidos y para ello
intentan acelerar el ritmo de la economı́a incurriendo en déficit fiscales antes de las
elecciones. Segundo, el sector privado no internaliza del todo el presupuesto del sector
público y por ende cree que la emisión de deuda genera una expansión. Si adicional-
mente los déficit incurridos antes de las elecciones son difı́ciles de corregir después, esta
teorı́a podrı́a explicar el “sesgo polı́tico” hacia la acumulación de deuda que parece
observarse en la práctica y sobre el cual hablaremos más adelante.
Alesina y cols. (1997) argumentan que las teorı́as de ilusión fiscal no pueden explicar
satisfactoriamente las diferencias entre paı́ses en cuanto a la acumulación de deuda
pública. Para las teorı́as de ilusión fiscal, tales diferencias estarı́an fundadas en dife-
rencias en la habilidad del sector privado para internalizar el presupuesto público, o en
diferencias en el grado de “ilusión fiscal” que buscan generar los polı́ticos. No obstante,
las teorı́as de ilusión fiscal pueden complementarse con el grado de transparencia pre-
supuestal: instituciones presupuestales más transparentes dificultan la ilusión que los
180 CAPÍTULO 7. TEORÍAS POLÍTICAS DEL DÉFICIT FISCAL
polı́ticos desean crear y facilitan la vigilancia por parte del sector privado. Por ende, la
“ilusión fiscal” puede en efecto diferir entre paı́ses por motivos distintos que la mayor
o menor “inteligencia” de sus ciudadanos o “picardı́a” de sus polı́ticos.
4. La deuda como una variable estratégica. Cuando la sociedad está polarizada polı́ti-
camente y las elecciones se repiten periódicamente, la deuda se puede convertir en
una variable estratégica. Si el gobierno vigente no comparte las preferencias de sus
contendores, quienes pueden ser los próximos dirigentes, la deuda pública cumple dos
propósitos. Primero, permite al gobierno vigente gastar más recursos en su tipo prefe-
rido de gasto. Segundo, elimina recursos futuros para que el partido oponente, de salir
elegido, dedique el gasto público al tema de su preferencia.
En este caso, también surge un sesgo polı́tico hacia la acumulación de deuda en cada
periodo. Adicionalmente, la acumulación de deuda es más pronunciada en los paı́ses
con mayor grado de polarización polı́tica, donde es más factible perder el poder ante
un contrincante con preferencias distintas o incluso opuestas a las del partido vigente.
El segundo modelo que estudiamos en este capı́tulo explora esta idea.
2. ¿Por qué existe tanta variabilidad en la relación entre deuda y producto entre paı́ses
con caracterı́sticas económicas semejantes?
Las teorı́as polı́ticas listadas antes, por el contrario, sı́ parecen contener los elementos
necesarios para explicar las diferencias entre paı́ses en los patrones de acumulación de deuda
y la tendencia general hacia una acumulación excesiva. En efecto, diversos trabajos empı́ricos
han encontrado que las variables polı́ticas juegan un papel fundamental en la determinación
de la deuda pública.
Quizás las primeras contribuciones empı́ricas en esta lı́nea se desprendieron del trabajo
seminal de Nordhaus (1975) sobre los Ciclos de Negocios Polı́ticos (Political Business Cycles)
que estudiaremos en el Capı́tulo 9. Actualmente existe una amplia literatura sobre este
tema, que busca mostrar los efectos que las elecciones pueden tener sobre las fluctuaciones
económicas. El mensaje básico es que, en épocas de elecciones, los polı́ticos tienen incentivos
1 . UNA REVISIÓN DE LA LITERATURA 183
para tomar medidas de polı́tica económica que les permitan conservar el poder, lo cual
redunda en el comportamiento de las variables económicas agregadas.
Aunque inicialmente estos modelos se concentraron en el impacto de los factores polı́ticos
sobre la polı́tica monetaria, la tendencia reciente es hacia el análisis de la polı́tica fiscal, al
punto que se ha acuñado el nuevo término Ciclos Polı́ticos Presupuestales (Political Budget
Cycles). La literatura empı́rica sobre los Ciclos Polı́ticos Presupuestales analiza el efecto
sobre los resultados fiscales de variables como el tiempo de permanencia en el poder de los
gobiernos, las temporadas de elecciones, los intereses de los votantes y la afiliación partidista
de los gobernantes.
El análisis empı́rico de Bizer y Durlauf (1990) para el caso de los Estados Unidos es par-
ticularmente relevante en esta discusión. Estos autores rechazan la predicciones de la teorı́a
de suavización tributaria según la cual la tasa de tributación sigue una caminata aleatoria
(ver Recuadro A ). Más importante aún, estos autores rechazan la hipótesis principalmente
porque existe un cambio pronunciado en los impuestos alrededor de un ciclo de ocho años,
lo cual sugiere que los cambios en los impuestos están conectados con los eventos electorales.
El estudio de Alesina, Cohen, y Roubini (1992) sobre los Ciclos de Negocios Polı́ticos en los
paı́ses de la OCDE es consistente con los hallazgos de Bizer y Durlauf (1990): parte de los
aumentos en la deuda pública de las economı́as de la OCDE surgen cuando se acercan las
elecciones2 .
También Roubini y Sachs (1989), para una muestra de paı́ses industrializados desde
1960, encuentran que las variables polı́ticas son fundamentales para explicar la dinámica
de la deuda y los déficit. En consonancia con las teorı́as polı́ticas del déficit, encuentran
que el déficit fiscal está ı́ntimamente ligado a la estructura polı́tica del gobierno. Los paı́ses
más “débiles” y divididos –con menor permanencia esperada en el poder y con una mayor
cantidad de grupos polı́ticos compartiendo el poder– son menos exitosos en la reducción de
los déficit que los gobiernos estables que cuentan con el apoyo de amplias mayorı́as.
Estos hallazgos no se limitan al caso de los paı́ses industrializados. Roubini (1991) rechaza
la teorı́a normativas de la polı́tica fiscal para una muestra amplia de paı́ses en desarrollo.
Además, encuentra que los factores polı́ticos juegan un rol importante. Concretamente, un
mayor grado de inestabilidad polı́tica, en lı́nea con lo sugerido por las teorı́as polı́ticas listadas
2
Drazen y Eslava (2005) estudian los ciclos polı́ticos en Colombia, no sólo a nivel nacional sino también
a nivel regional y municipal. Estos autores concluyen que para la esfera nacional no es clara la relevancia
del ciclo polı́tico, a pesar del aumento en la inversión en periodos anteriores a las elecciones. Sin embargo,
los ciclos polı́ticos sı́ parecen tener un efecto empı́ricamente relevante sobre las variables fiscales a nivel
regional. No obstante, estos autores enfatizan la posibilidad de que los ciclos polı́ticos presupuestales estén
acompañados de conservadurismo fiscal: los polı́ticos alteran la composición del gasto público previo a las
elecciones, pero evitan incrementar el nivel agregado del gasto, pues ello puede conducir a la acumulación
impopular de déficit.
184 CAPÍTULO 7. TEORÍAS POLÍTICAS DEL DÉFICIT FISCAL
en la sección 1 .1, conduce a mayores déficit. Como Roubini (1991), Özler y Tabellini (1991)
encuentran que la deuda externa en los paı́ses en desarrollo en los años setenta aumenta con
el grado de inestabilidad polı́tica.
En esta misma dirección, Edwards y Tabellini (1991) muestran, para una muestra de 21
paı́ses en desarrollo, que las implicaciones empı́ricas de las teorı́as de tributación óptima no
se cumplen y que la polarización e inestabilidad polı́tica están positivamente relacionadas
con el déficit y el endeudamiento.
Otros trabajos muestran que las instituciones presupuestales afectan los resultados fis-
cales, reconociendo que la estructura polı́tica de los estados afecta la forma como se toman
decisiones y, por lo tanto, sus resultados fiscales. La relevancia de las instituciones presu-
puestales –los mecanismos de preparación, aprobación e implementación del presupuesto– es
hoy ampliamente reconocida.
Alesina y Perotti (1999), por ejemplo, estudian las instituciones presupuestales de 12
miembros de la OCDE. Construyendo ı́ndices del poder del primer ministro o del ministro
de finanzas públicas, de los lı́mites sobre el tamaño del presupuesto, del tiempo de votación
presupuestal y de la transparencia y flexibilidad del presupuesto, concluyen que los paı́ses
con sistemas presupuestales más jerárquicos –es decir, aquellos donde el poder de decisión
con respecto al presupuesto público está más concentrado en pocas personas o instituciones–
y más transparentes presentan menores niveles de endeudamiento. Poterba (1994) concuerda
con este resultado al analizar la experiencia de los diferentes estados de los Estados Unidos.
Para América Latina, Stein y cols. (1999) también concluyen que los paı́ses que tienen
instituciones presupuestales más jerárquicas tienen menores niveles de deuda pública y un
superávit fiscal mayor que aquellos paı́ses con instituciones más colegiales –en las cuales
muchos actores sociales pueden influir sobre las decisiones de polı́tica fiscal–. Alesina, Haus-
mann, Hommes, y Stein (1996) llegan a conclusiones similares.
En suma, la idea de que las variables polı́ticas son fundamentales para la explicación del
déficit fiscal recibe un sustento empı́rico amplio. Con el trasfondo de esta evidencia empı́rica,
estudiamos a continuación algunos modelos teóricos que sitúan precisamente la polı́tica en
el centro de la explicación del déficit.
En la expresión anterior H es una función estrictamente creciente y cóncava que parte del
origen: H (0) = 0, H 0 (·) > 0, H 00 (·) < 0. Esta representación cuasi-lineal de las preferencias
interpreta el consumo privado como el dinero que los hogares no gastan en financiar los
bienes de provisión pública.
Como punto de referencia, establecemos primero la asignación eficiente de recursos en
esta economı́a. Con este propósito, consideramos el problema que soluciona un planificador
social benevolente que pondera la utilidad de cada grupo por su número de miembros. Es
decir, el planificador tiene una función de bienestar social benthamita (U ) del siguiente estilo:
X Nj
U= uj . (7.1)
j
N
3
En este modelo, los bienes públicamente provistos no son bienes públicos puros. Los bienes públicos
puros son no rivales y excluyentes: la cantidad que consume un individuo no reduce la cantidad que otros
pueden consumir y una vez provisto el bien es imposible evitar que un individuo lo consuma. Al suponer que
sólo los individuos del grupo j derivan utilidad del gasto per cápita en el grupo j, suponemos que el gasto
público total es rival y que se puede excluir a los individuos de los grupos distintos a j del consumo del bien
gj .
186 CAPÍTULO 7. TEORÍAS POLÍTICAS DEL DÉFICIT FISCAL
Las condiciones necesarias de primer orden para la elección óptima de cada uno de los
bienes g j son:
H 0 g j = 1, j = 1, . . . , J . (7.3)
Para ofrecer la cantidad eficiente del bien g j , el planificador iguala el beneficio marginal
del bien público, H 0 (g j ), con el costo marginal de proveerlo, que es igual a 1. El costo
marginal es la utilidad del bien privado a la que los individuos renuncian con el propósito de
aumentar el consumo del bien públicamente provisto en una unidad. En este caso, el costo
es 1, porque supusimos que la utilidad es una función lineal del consumo privado y que una
unidad de bien privado se puede convertir en una unidad de bien público.
En un primer escenario tributario, consideramos que el gobierno puede financiar los bienes
g con un impuesto de suma fija, τ j , especı́fico a cada grupo. Esto implica que el consumo
j
cj = y − τ j , j = 1, . . . , J . (7.4)
A su vez, el gobierno debe financiar g j con los impuestos que recauda entre los miembros
del grupo j. En consecuencia, las siguientes ecuaciones describen la restricción presupuestal
del gobierno:
g j = τ j , j = 1, . . . , J . (7.5)
Sustituyendo las ecuaciones (7.4) en la función objetivo, podemos escribir el problema como
X Nj
máx y − τ j + H gj
j
N
sujeto a: g j = τ j .
X Nj X Nj j
máx y+ H gj − g .
j
g
j
N j
N
Éste problema es igual al anterior. Por lo tanto, una economı́a descentralizada puede
replicar la asignación óptima desde el punto de vista social, si puede asignarle a cada grupo
el costo de los bienes de provisión pública que consume.
La asignación eficiente también puede ser replicada por una sociedad en la que cada grupo
financia sus bienes de provisión pública con impuestos dentro del mismo grupo. Para ilustrar
esta conclusión, basta considerar el caso en el que cada grupo busca maximizar la utilidad
del individuo representativo, y − τ j + H (g j ), sujeto a la restricción de que los impuestos del
grupo deben financiar N j g j . Las condiciones de primer orden que caracterizan la solución
de este problema coinciden con (7.3).
Las dos formas de replicar la asignación eficiente comparten una caracterı́stica común: el
gobierno le cobra a cada grupo por la provisión de su bien públicamente provisto. Aunque
cada grupo tiene sus propios intereses, la sociedad evita la Tragedia de los Comunes gracias
a la descentralización total de costos y beneficios; cada grupo “internaliza” el costo social de
proveer el bien.
El segundo escenario tributario que consideramos en esta sección se asemeja más a los
sistemas de impuestos de las sociedades democráticas. En particular, suponemos que el go-
bierno no puede cobrar un impuesto distinto sobre cada grupo. Este supuesto es consistente
con el principio de equidad horizontal de la tributación: desde el punto de vista de ingresos,
los individuos son idénticos; sólo los diferencia su pertenencia a un grupo determinado. Para
ilustrar las limitaciones del gobierno, podemos considerar una sociedad compuesta por un
grupo de músicos y un grupo de atletas, con el mismo número de miembros y de ingresos.
Los músicos prefieren que el gobierno gaste en auditorios, mientras que los atletas prefieren el
gasto en estadios. Aunque el gobierno quiere cobrarle el costo de los auditorios a los músicos
y de los estadios a los atletas, es polı́ticamente inviable cobrarle un impuesto distinto a los
músicos por el simple hecho de ser músicos.
188 CAPÍTULO 7. TEORÍAS POLÍTICAS DEL DÉFICIT FISCAL
Si el gobierno debe financiarse con un impuesto per cápita τ igual para todos los grupos,
la nueva restricción de presupuesto fiscal es
X
N j gj = N τ . (7.6)
j
Nj j X Ni i j
máx y − g − g + H g , j = 1, . . . , J .
gj N i6=j
N
La condición necesaria de primer orden que caracteriza la forma como cada grupo elige
j
g es
Nj
H 0 gj = , j = 1, . . . , J .
N
Como N j /N < 1, la concavidad de la función de utilidad H implica que cada uno de los
representantes busca un nivel de gasto que supera el óptimo social. La razón es que cada
grupo recibe la totalidad del beneficio del bien públicamente provisto, pero “internaliza”
solamente una porción N j /N de su financiación. Este es el caso clásico de la Tragedia de
los Comunes. Adicionalmente, los grupos más pequeños, al tener que contribuir menos a la
financiación del bien, prefieren un nivel de gasto público que excede en mayor medida el nivel
que es socialmente eficiente.
La Tragedia de los Comunes surge en este problema como consecuencia de que el gasto
público se financia de manera “centralizada”, en el sentido en que los ingresos del gobierno se
agregan en un fondo común. Sin embargo, el gasto se determina de manera “descentralizada”
en el sentido en que cada grupo elige el nivel g j que prefiere. Por residuo, se fija el nivel de
3 . LA DEUDA COMO UNA VARIABLE ESTRATÉGICA 189
3 .1. El modelo
Considere una economı́a de dos periodos, con elecciones antes de comenzar el periodo 2.
El gobierno puede efectuar dos tipos de gasto en cada periodo: militar y no militar. La
población está conformada por individuos que únicamente difieren en sus preferencias sobre
4
Persson y Svensson (1989) presentan un modelo similar al de Alesina y Tabellini (1990) con la diferencia
que los polı́ticos no tienen un desacuerdo sobre el tipo de gasto que prefieren, sino sobre su monto. En
dicho modelo, un partido más “conservador” prefiere en general tener niveles de gasto público menores a
los preferidos por su contrincante. Los resultados de Persson y Svensson también sugieren que, si sabe teme
perder el poder en el futuro, el polı́tico conservador puede optar por incurrir en un déficit mayor al que
elegirı́a si pudiera continuar en el poder. Los autores sugieren que los déficit de la administración Reagan en
los Estados Unidos pueden interpretarse a la luz de esta teorı́a.
190 CAPÍTULO 7. TEORÍAS POLÍTICAS DEL DÉFICIT FISCAL
vti = αi u(Gm i n
t ) + (1 − α )u(Gt ) ,
Para concentrarnos en el caso más simple, consideramos que los hogares tienen prefe-
rencias extremas sobre los bienes: los individuos “militaristas” únicamente derivan utilidad
del gasto militar (αi = 1), mientras que los individuos “pacifistas” sólo derivan utilidad del
gasto no militar (αi = 0).
Los hogares descuentan la utilidad futura usando una tasa de impaciencia ρ > 0. Por lo
tanto, la utilidad intertemporal del individuo i es
X2 t−1
i 1 i
v = α u(Gm i n
t ) + (1 − α )u(Gt ) . (7.7)
t=1
1+ρ
La economı́a es pequeña, abierta y con perfecta movilidad de capitales. Bajo estas condi-
ciones, las decisiones del gobierno o de los hogares no alteran la tasa de interés internacional,
r. Para simplificar el álgebra, suponemos que la tasa de descuento es igual a la tasa de
interés5 .
En el primer periodo, el gobierno puede financiar su gasto total con impuestos o con
emisión de deuda. En el segundo periodo, el gobierno debe recaudar impuestos para financiar
el gasto total y el pago de la deuda del primer periodo. Como el sector privado sólo deriva
utilidad de los bienes públicos, el gobierno puede “confiscar” la totalidad del ingreso de los
hogares en forma de impuestos. El ingreso agregado de la economı́a en cada periodo, w, es
constante. Por lo tanto, las restricciones presupuestales del sector público en los periodos 1
5
Este supuesto es muy útil porque implica que los consumidores no desean acumular deuda pública
por diferencias entre la tasa de interés y la tasa subjetiva de descuento. Ası́ neutralizamos los incentivos
económicos para acumular deuda y nos concentramos en los motivos polı́ticos. Si ρ = r, el mercado remunera
exactamente la impaciencia de los individuos, por lo que ellos no desean consumir más o menos en distintos
periodos. Para ilustrarlo, recordemos la ecuación de Euler que relaciona consumo presente con consumo
futuro. Según esta ecuación, la elección óptima de consumo (Ct ) entre dos periodos viene dada por u0 (Ct )
= (1 + r) u0 (Ct+1 ) /(1 + ρ). Cuando ρ = r, tenemos que u0 (Ct ) = u0 (Ct+1 ) y por la concavidad de la función
de utilidad Ct = Ct+1 . Como lo anticipaba nuestra discusión, no hay incentivos para alterar los niveles de
consumo a lo largo del tiempo. En cambio cuando ρ > r, la impaciencia (ρ) supera el premio por ahorrar
(r), y los individuos desean incrementar su consumo hoy, lo que en este contexto de ingresos constantes
entre periodos implica endeudarse. Exactamente eso nos indica la ecuación de Euler: cuando ρ > r, u0 (Ct )
< u0 (Ct+1 ) y, por la concavidad de la función de utilidad, Ct > Ct+1 .
3 . LA DEUDA COMO UNA VARIABLE ESTRATÉGICA 191
y 2 son, respectivamente:
w + B = Gm n
1 + G1 , (7.8)
w = Gm n
2 + G2 + (1 + r)B , (7.9)
X2 t−1
1
máx U= [χu(Gm n
t ) + (1 − χ)u(Gt )]
Gm n m n
1 ,G1 ,G2 ,G2
i=1
1 + ρ
sujeto a:
2+r Gm n
2 + G2
w = Gm n
1 + G1 + .
1+r 1+r
Gm m
1 = G2 ,
Gn1 = Gn2 .
Si el gasto en cada bien público es constante a través del tiempo, las restricciones de
presupuesto del gobierno, ecuaciones (7.8) y (7.9), implican que el planificador central no
192 CAPÍTULO 7. TEORÍAS POLÍTICAS DEL DÉFICIT FISCAL
de ganar las elecciones la supusimos exógena, no hay ningún beneficio de destinar recursos
al gasto no militar. La solución polı́tica implica destinar todos los recursos disponibles en el
periodo 1 al gasto militar:
Gm1 = w+B.
Esta condición iguala el beneficio marginal de emitir deuda con su costo marginal. El
beneficio marginal es la utilidad adicional que el partido M obtiene por incrementar en una
unidad el gasto militar del periodo 1. Por otra parte, el costo está asociado con la utilidad
que el partido M sacrifica al reducir el gasto militar en el periodo 2 con el propósito de pagar
la deuda. Sin embargo, el partido M sólo incurre en este sacrificio si puede permanecer en el
poder, lo cual ocurre con probabilidad π. En consecuencia, el riesgo de las elecciones reduce
el costo marginal de emitir deuda para el partido que gobierna. El resultado principal de
esta sección es consecuencia de esta reducción en el costo marginal de la deuda.
Como suponemos que las tasas de descuento y de interés son iguales, la anterior expresión
se simplifica a
u0 (w + B) = πu0 (w − (1 + r)B) . (7.11)
Por lo tanto, el nivel de deuda consistente con el equilibrio polı́tico, B pol , es estrictamente
194 CAPÍTULO 7. TEORÍAS POLÍTICAS DEL DÉFICIT FISCAL
positivo:
B pol > 0 . (7.12)
En suma, el modelo de esta sección puede explicar los motivos detrás de la acumulación
de deuda pública en tiempos de paz. Adicionalmente, esta teorı́a polı́tica de la deuda también
puede explicar la gran variación en niveles de la deuda entre paı́ses. En particular, los periodos
o paı́ses en los cuales existe un mayor grado de desacuerdo polı́tico y/o de riesgo electoral
deben exhibir mayores niveles de deuda pública, aún sin guerras o recesiones que justifiquen
la emisión de deuda como instrumento de suavización de impuestos.
sólo están preocupados por alcanzar el poder y no derivan una utilidad directa de la polı́tica implementada.
En este segundo modelo, es la polarización entre los propios individuos la que lleva a mayores niveles de
deuda pública en equilibrio.
196 CAPÍTULO 7. TEORÍAS POLÍTICAS DEL DÉFICIT FISCAL
Para ilustrar el conflicto de intereses, suponemos que la sociedad está dividida en dos
grupos en desacuerdo sobre quién debe asumir la mayor parte de los impuestos necesarios
para pagar el incremento del gasto público después del ajuste. Mientras los grupos se ponen
de acuerdo, el gobierno sólo puede recaudar en impuestos una fracción γ de los recursos
necesarios para financiar el gasto público y los intereses sobre la deuda. Para cubrir la
fracción 1 − γ restante, el gobierno emite deuda. Antes de la estabilización, cada grupo paga
la mitad de los impuestos que recauda el gobierno.
La estabilización sólo ocurre cuando uno de los dos grupos se “rinde” y acepta pagar
una porción α > 1/2 de los impuestos después del ajuste. Esta distribución desigual de la
carga del ajuste demora la estabilización, incluso cuando en ausencia de conflicto sea óptimo
ajustar lo más pronto posible para evitar las distorsiones del impuesto ineficiente que el
gobierno recauda antes del ajuste. Desde el punto de vista social, es ineficiente esperar;
desde el punto de vista individual, es óptimo participar en una “guerra de espera”.
g0 (1−γ)rt
b (t) = e − 1 , para 0 ≤ t ≤ T. (7.16)
r
La expresión (7.17) muestra que antes del ajuste fiscal, los impuestos crecen exponencial-
mente. En otras palabras, el costo de la tributación es mayor cuanto más tiempo pase sin
un acuerdo entre los dos grupos. Combinando la ecuación (7.16) evaluada en t = T con la
ecuación (7.15), encontramos el valor de los impuestos después de la estabilización:
Por lo tanto, la estabilización detiene tanto la deuda como el crecimiento en los impuestos.
inflacionario, por ejemplo, θi está inversamente relacionado con las alternativas que tiene el
grupo i para evitar mantener dinero en efectivo. El grupo más fuerte –que puede soportar
mejor las distorsiones de la tributación– es aquél que tiene el menor θi .
Suponiendo que la utilidad crece linealmente con el consumo y escalando las preferencias
por el nivel de ingreso per cápita, podemos escribir la utilidad del grupo i en el momento t
como10
Un supuesto fundamental del modelo es que cada grupo conoce su propio costo θi , pero
desconoce el del otro grupo. En lenguaje de la teorı́a de juegos, θi se conoce como el “tipo”
o la información privada del grupo i. A pesar de que el grupo i no conoce el tipo de grupo
j, es información del dominio público que el valor de θj es una variable aleatoria distribuida
sobre el intervalo θ, θ con densidad de probabilidad f (θ) y probabilidad acumulada F (θ).
Si θ fuera observable, el ajuste deberı́a ser inmediato, porque el grupo que más sufre
con la tributación antes del ajuste deberı́a aceptar “rendirse” en t = 0 y pagar una mayor
carga tributaria, porque sabe que su contrincante está en mejores condiciones de soportar el
periodo distorsionante que precede la estabilización.
Con información asimétrica sobre θi , sin embargo, cada grupo se beneficia de demorar la
estabilización para aprender acerca del tipo del otro grupo y, simultáneamente, aparentar ser
un grupo fuerte, que puede soportar las distorsiones que preceden la estabilización. Como los
dos grupos persiguen esta estrategia, el proceso de ajuste fiscal es demorado. Curiosamente,
la estabilización se pospone a pesar de que, como veremos a continuación, el grupo más
débil termina asumiendo, en equilibrio, la mayor parte del costo de la estabilización. Con
información asimétrica, este grupo ignora, en general, que él es el más débil y prefiere esperar,
ya que cree que el otro grupo puede ser todavı́a más débil y, por lo tanto, puede ser forzado
a rendirse.
Como los dos grupos pagan el mismo monto de impuestos antes de la estabilización, el
consumo de cada grupo antes de la estabilización es y − τ (t)
2
. Por lo tanto, podemos escribir
la utilidad antes de la estabilización como
1
ui (t) = − τ (t) − δθi τ (t) , para 0 ≤ t < T. (7.19)
2
10
Al restar el ingreso per cápita, transformamos la función de utilidad monótonamente sin afectar el
ordenamiento de las preferencias y, a la vez, simplificamos el álgebra del modelo.
4 . ¿POR QUÉ SE DEMORAN LAS ESTABILIZACIONES? 199
A partir del momento T , la utilidad para cada grupo depende de si gana o pierde la guerra
de espera. A partir de la estabilización, los impuestos generan menos distorsiones, por lo que
desaparece el término δθi τ (t). El grupo que gana la guerra de espera, los “ganadores” (G),
terminan pagando la menor cantidad de impuestos después de la estabilización, de forma
que su utilidad es
uG (t) = −(1 − α)τ (t) , para t ≥ T. (7.20)
Por otra parte, el grupo que pierde la guerra de espera, los “perdedores” (P ), aceptan
pagar la mayor parte de los impuestos necesarios después de la estabilización con tal de
estabilizar en el instante T . De esta forma, la utilidad del grupo perdedor se reduce a
Para encontrar el mejor momento de rendirse, T , el grupo i compara dos casos: cuando
pierde y cuando gana. En el primer caso, cuando cede antes que su rival, el grupo i recibe
la suma descontada de la utilidad antes de la estabilización más la suma descontada de la
utilidad después de la estabilización, teniendo en cuenta que, cuando se rinde primero, el
grupo i asume el mayor porcentaje de los impuestos después de T . Esta suma descontada
11
Para poder analizar este problema, es necesario usar conceptos de solución de Teorı́a de Juegos que se
discuten en el apéndice, sección ?? En esta sección, la acción de cada grupo es el instante en que se rinde en
la guerra de espera. En la notación del apéndice matemático, Si = [0, ∞).
200 CAPÍTULO 7. TEORÍAS POLÍTICAS DEL DÉFICIT FISCAL
La ecuación anterior tiene en cuenta que hemos supuesto que la tasa de descuento de los
individuos es igual a la tasa de interés. Integrando la ecuación anterior, obtenemos
1 g0 −γrT g0
VP (T ) = + δθi e − 1 − α e−γrT . (7.22)
2 r r
En el segundo caso, cuando se rinde sólo después que su rival –y, por ende, gana la guerra
de espera–, el grupo i recibe la suma descontada de la utilidad antes de la estabilización más
la utilidad después de la estabilización, cuando pagará una menor fracción de los impuestos
que su rival. Esta suma descontada del flujo de utilidad también puede escribirse como una
función de T :
1 g0 −γrT g0
VG (T ) = + δθi e − 1 − (1 − α) e−γrT . (7.23)
2 r r
Cada grupo desconoce el momento óptimo de ceder del otro grupo y por lo tanto des-
conoce con certeza si ganará o perderá la guerra de espera. Con información incompleta,
cada grupo elige la estrategia que maximiza el valor esperado de los flujos de utilidad. Para
formar expectativas, el grupo i debe conocer la probabilidad de las acciones de su rival.
Supongamos que hj (Tj ) denota la función de densidad de la estrategia óptima del rival. Esta
función indica la probabilidad de que el grupo j ceda en Tj . Por lo tanto, la probabilidad de
que el rival ceda antes que el grupo i es
Z Ti
Pr [Tj ≤ Ti ] = hj (Tj ) dTj = Hj (Ti ) ,
0
utilidad puede escribirse como la integral sobre los posibles valores de Tj ponderada por la
densidad de probabilidad de Tj :
Z Ti Z ∞
EVi (Ti ) = VG (Tj )hj (Tj ) dTj + VP (Ti )hj (Tj ) dT j
0 Ti
Z Ti
= VG (Tj )hj (Tj ) dTj + VP (Ti ) [1 − Hj (Ti )] .
0
0 hj (Ti )
− VP (Ti ) = [VG (Ti ) − VP (Ti )] . (7.24)
[1 − Hj (Ti )]
menor valor de θj . Esta conjetura implica que si Tj (θj ) es el máximo tiempo que un rival
con parámetro θj está dispuesto a esperar, todos los posibles rivales con mayores costos se
rendirán antes que θj . Esta lógica implica que Tj es una función decreciente, estableciendo
una relación estrecha entre la distribución del tiempo óptimo de ceder del grupo j y la
distribución (F ) de su costo, θj :
f (θj )
Tj0 (θj ) = − < 0.
hj (Tj (θj ))
Consistente con la conjetura del grupo i, un incremento en θj está asociado con una menor
tolerancia a postergar el ajuste. Excepto por el valor de θ, los dos grupos son idénticos.
Adicionalmente, θ1 y θ2 tienen la misma distribución de probabilidad. Por lo tanto, es ra-
zonable suponer que, en equilibrio, los dos rivales siguen la misma estrategia. Es decir,
cuando tienen el mismo valor de θ, los dos grupos esperan el mismo tiempo para rendirse:
Ti (θ) = Tj (θ) = T (θ). En términos de Teorı́a de Juegos, la solución de esta guerra de espera
es “simétrica”.
En una solución simétrica, la ecuación (7.25) se puede escribir como
1 2α − 1 −f (θ)
γ + δθ − α = . (7.26)
2 r F (θ)T 0 (θ)
supieran de antemano quién sufre más por la espera en la estabilización, dicha estabiliza-
ción serı́a inmediata: aquel que sufre más deberı́a pagar más por la estabilización. Pero sin
certidumbre sobre los costos de espera, cada agente decide esperar una unidad adicional de
tiempo para dar la impresión de que es más fuerte, y ası́ aumentar sus probabilidades de
ganar. Al esperar, cada agente va descubriendo qué tan fuerte es el otro, en la medida en
que su rival se rinda o continúe. Al final, el más débil cederá primero, pero tras una guerra
de espera que posterga la estabilización.
Desde el punto de vista individual, demorar la estabilización es racional, aunque desde
el punto de vista social es ineficiente. Por lo tanto, la acumulación de deuda pública de este
modelo reduce el bienestar social, pero obedece a un conflicto de intereses: cada grupo desea
desviar el costo del ajuste a otros contribuyentes.
Podemos interpretar la condición de primer orden (7.26) a la luz de esta discusión. Por
cada momento adicional de espera, el agente está enfrentando un costo que es proporcional
a la fracción de los impuestos que paga antes de la estabilización ( 21 ), ası́ como los costos
adicionales que tiene este impuesto por ser especialmente distorsionante (δθi ). Por otra parte,
si el agente se rinde, sabe que el costo que pagarı́a es proporcional a α, la porción de los
impuestos que deberı́a pagar después del ajuste. En resumen, el lado izquierdo de la condición
de primer orden es proporcional al costo relativo de esperar. Dicho costo debe multiplicarse
por γ, la porción de los gastos que son financiados con el instrumento distorsionante antes
de la estabilización.
En cada momento, cada grupo compara los costos y los beneficios de esperar. La estrategia
óptima consiste en esperar hasta el punto en que los costos marginales de esperar igualen los
beneficios marginales de esperar. Los beneficios son proporcionales a la diferencia entre los
impuestos que tendrı́a que pagar en cada periodo después de la estabilización si pierde y si
gana la guerra de espera: α−(1−α) = 2α−1. El valor presente de este beneficio a perpetuidad
f (θ)
es 2α−1
r
. Finalmente, el término − (F (θ)T 0 (θ)) representa la probabilidad condicional de que el
rival se rinda durante el siguiente instante de espera, dado que no se ha rendido hasta este
punto.
Para encontrar la estrategia óptima de espera, resolvemos la ecuación diferencial (7.26)
bajo la condición terminal T (θ) = 0. Intuitivamente, esta condición terminal implica que
cuando un grupo sabe que tiene el mayor costo posible, debe rendirse inmediatamente,
porque no podrı́a ganar la guerra de espera.
Con funciones de distribución concretas, podrı́amos encontrar la forma funcional exacta
de T . Sin embargo, para discutir los determinantes de la demora del ajuste en la siguiente
sección, basta saber que gracias a la condición terminal T (θ) = 0, podemos estudiar la
función T (θ), limitándonos a analizar su derivada. Como T es una función decreciente, entre
204 CAPÍTULO 7. TEORÍAS POLÍTICAS DEL DÉFICIT FISCAL
menor sea el valor absoluto de la derivada de T , menor será el tiempo de ajuste que siguen
los dos grupos para cada valor de θ.
En equilibrio, la sociedad espera que la estabilización ocurra en
Z θ
E
T =2 T (θ)[1 − F (θ)]f (θ) dθ .
θ
tomar medidas drásticas para solucionarlos. Entre tanto, largos años de inflación moderada
y persistente, como los observados en Colombia, no se solucionan rápidamente.
Este modelo polı́tico de la deuda pública resulta atractivo para explicar la demora para
ajustar las finanzas públicas en los paı́ses en desarrollo, donde la heterogeneidad –en buena
parte ocasionada por la desigual distribución del ingreso– genera conflictos polı́ticos que
retardan los ajustes económicos. Mientras tanto, estas economı́as acuden a soluciones costosas
–como el impuesto inflacionario o los impuestos al sistema financiero– mientras el juego entre
agentes revela quién es el más débil, quien a la postre asumirá la mayor carga del ajuste.
El impacto de un mayor valor de γ es análogo al impacto de δ. Recordemos que, antes de la
estabilización, una proporción γ del incremento del gasto público se financia con impuestos.
Los impuestos que están disponibles antes del acuerdo polı́tico son, como una monetización
de la deuda del gobierno, especialmente distorsionantes. Por ende, si γ es muy grande, la
demora en la estabilización resulta más costosa para la sociedad. Al igual que un incremento
en δ, un incremento en γ tiende a acelerar la estabilización.
En un trabajo relacionado, Drazen y Grilli (1993) exploran la posibilidad de que las
“crisis”, interpretadas como episodios en los cuales se utiliza un instrumento en extremo dis-
torsionante, puedan tener efectos positivos en el largo plazo sobre el bienestar de la sociedad
al facilitar un tránsito hacia la adopción de polı́ticas económicas más sanas. La crisis puede
ser un mal necesario, una opción de “segundo mejor” cuando el óptimo social no puede ser
adoptado automáticamente15 .
Para Drazen y Grilli (1993), muchos ejemplos históricos sugieren que el acuerdo polı́tico
sobre la adopción de medidas de estabilización sólo puede alcanzarse tras un periodo de crisis
profunda. De hecho, este argumento ha tenido acogida más allá de su aplicación directa a
los casos de estabilización fiscal o monetaria. Una amplia literatura en economı́a polı́tica
sugiere que reformas institucionales –como por ejemplo las llamadas “reformas estructurales”
adoptadas por muchos paı́ses en desarrollo durante los años noventa–, son mucho más viables
polı́ticamente durante periodos de crisis profundas (ver Williamson (1994)).
En el modelo de Alesina y Tabellini (1990), el grado de polarización polı́tica es un deter-
minante importante de la polı́tica fiscal. En este modelo, la polarización polı́tica, capturada
por el parámetro α, también juega un papel importante. Recordemos que α representa la dis-
tribución de los costos de la estabilización entre distintos individuos. De acuerdo con (7.26),
un incremento en α incrementa el beneficio marginal al esperar: dado que al perdedor le co-
rresponde una proporción mayor de los costos, el valor de salir ganador crece. En equilibrio,
15
Esta implicación “normativa” del modelo de Alesina y Drazen (1991) transmite además un mensaje más
general sobre la polı́tica económica: las restricciones polı́ticas –en este caso un conflicto distributivo– impiden
que las polı́ticas óptimas sean adoptadas rápidamente.
206 CAPÍTULO 7. TEORÍAS POLÍTICAS DEL DÉFICIT FISCAL
esto implica que un incremento en α genera una mayor demora en la estabilización y por
ende la adopción de polı́ticas fiscalmente más irresponsables, en el mismo espı́ritu que en
Alesina y Tabellini (1990).
A manera de ilustración, consideremos un caso que puede considerarse como de total
cohesión polı́tica, α = 12 . Este caso implica que ganar la guerra de espera no reporta be-
neficios: todos asumirán por partes iguales los costos del ajuste. Por ende, la estabilización
será inmediata. En otras palabras, tenemos una solución de esquina con T = 0.
En los casos por fuera de la solución de esquina, los ganadores de la guerra de espera son
los grupos con un θi bajo, cuyo tiempo de espera óptimo es mayor. Pensemos, por ejemplo,
en los grupos con mayor riqueza que pueden salir del paı́s ante una crisis. Si es precisamente
este grupo poderoso el que también detenta el poder polı́tico, puede demorar la estabilización
a expensas del sufrimiento de los demás.
Este caso nos permite ahondar más en la interpretación de la guerra de espera, ya que
nos muestra el papel crucial de θ. En cada momento, cada grupo está “soportando” en la
guerra de espera, intentando descubrir cuál es el valor de θ de su oponente. Cuando espera
un instante adicional y el oponente no se rinde, el grupo descubre que su oponente debe
tener un θ menor a un valor crı́tico θ̂, pues de lo contrario ya se habrı́a rendido. Ası́ continúa
esperando cada grupo hasta que la condición de primer orden se cumple con igualdad y es
hora de “tirar la toalla”.
Para terminar, vale la pena preguntarse, como lo hacen Alesina y Drazen (1991), por
los efectos que puede tener la distribución del ingreso sobre el tiempo que se demora una
sociedad en adoptar una estabilización. Teóricamente, el efecto sobre el tiempo de espera de
un aumento en la concentración del ingreso es ambiguo. Por una parte, es de esperar que
si hay más desigualdad del ingreso, entonces exista mayor conflicto social y menor cohesión
polı́tica –por ejemplo un α más grande– y, por ende, la estabilización se demore más porque
“hay más en juego”. Por otra parte, si el grado de fortaleza o debilidad de los grupos sociales
está correlacionado con su tipo θ –por ejemplo, un impuesto inflacionario puede ser más
doloroso para los pobres– entonces el tiempo de espera podrı́a ser menor. La razón es la
siguiente: la concentración del ingreso reduce la incertidumbre con respecto a quién es el
grupo “débil” de la sociedad, y ası́ la estabilización no deberá ser tan demorada. En efecto,
la demora en este modelo surge de la incertidumbre, mientras que si todos sabemos quién es
el débil, no hay razón para incurrir en los costos de la guerra de espera antes de hacer a ese
grupo pagar el mayor costo de la estabilización.
El modelo de Alesina y Drazen (1991) también puede ayudar a entender por qué muchos
paı́ses adoptan polı́ticas que son ineficientes. La gente acude con frecuencia a la irraciona-
lidad de los formuladores de polı́tica como la explicación para este fenómeno. Sin embargo,
5 . CONCLUSIONES 207
dichos argumentos implicarı́an que algunos paı́ses adoptan polı́ticas insostenibles porque sus
dirigentes o ciudadanos son más irracionales que otros. Por supuesto, es muy difı́cil encontrar
evidencia convincente para este tipo de argumento. Una vez se reconoce que los formuladores
de polı́tica no son “planificadores benevolentes” y que la heterogeneidad de intereses juega
un papel crucial en la determinación de la polı́tica económica, podemos explicar paradojas
aparentes como la adopción de polı́ticas previsiblemente insostenibles.
Más aún, el modelo de Alesina y Drazen (1991) es consistente con tres regularidades
empı́ricas importantes sobre las estabilizaciones macroeconómicas:
1. Existe un acuerdo sobre la necesidad de un cambio o ajuste fiscal, pero hay una lucha
polı́tica sobre la manera como se distribuirá la carga de los mayores impuestos o de un
recorte en el gasto público.
2. Las estabilizaciones con frecuencia coinciden con una consolidación polı́tica, en la que
un grupo se vuelve polı́ticamente dominante y suele transferir el peso del ajuste a otros
grupos de la sociedad. Los grupos perjudicados suelen ser las clases más desfavorecidas.
5. Conclusiones
Los modelos polı́ticos de la polı́tica fiscal presentados en este capı́tulo han permitido
ilustrar algunos de los puntos generales más importantes que se han enfatizado hasta el
momento. Concretamente, hemos mostrado cómo en el ámbito de la polı́tica fiscal las va-
riables polı́ticas pueden explicar porqué las sociedades se alejan de la adopción de polı́ticas
económicas óptimas. Adicionalmente, todos estos modelos coinciden en señalar al conflic-
to de intereses como la causa fundamental que subyace a la adopción de dichas polı́ticas.
En el contexto de dicho conflicto polı́tico, las medidas de polı́tica aquı́ descritas resultan
completamente racionales para los objetivos de los dirigentes o grupos especı́ficos, a pesar
de tratarse de polı́ticas perjudiciales para el conjunto de la sociedad. En otras palabras, la
ineficiencia surge de la adopción de medidas que, siendo polı́ticamente racionales, resultan
económicamente ineficientes.
La predicciones de estos modelos son igualmente interesantes, pues destacan el papel que
podrı́an tener las diversas instituciones para resolver los conflictos polı́ticos en acercar o alejar
a las sociedades de las polı́ticas óptimas. Ası́, por ejemplo, los procesos presupuestales que
evitan la concentración de beneficios y dispersión de costos, o las instituciones que intentan
obligar a los gobiernos a acogerse a metas de sostenibilidad fiscal de largo plazo que van más
208 CAPÍTULO 7. TEORÍAS POLÍTICAS DEL DÉFICIT FISCAL
allá de los periodos de gobierno, pueden atenuar el “sesgo polı́tico” hacia el gasto público y
la acumulación excesiva de déficit.
En suma, las teorı́as polı́ticas de la polı́tica fiscal son un excelente ejemplo de las posi-
bilidades para entender el mundo que nos da el enfoque que enfatizamos a lo largo de este
libro.
Capı́tulo 8
El problema de inconsistencia
temporal
209
210 CAPÍTULO 8. EL PROBLEMA DE INCONSISTENCIA TEMPORAL
ejemplo clásico, el sesgo inflacionario en la polı́tica monetaria, este capı́tulo discute algunas
de estas ideas.
Primero llegarás a las Sirenas, las que hechizan a todos los hombres que se acercan
a ellas. Quien acerca su nave sin saberlo y escucha la voz de las Sirenas ya nunca
se verá rodeado de su esposa y tiernos hijos, llenos de alegrı́a porque ha vuelto
a casa; antes bien, lo hechizan éstas con su sonoro canto sentadas en un prado
donde las rodea un gran montón de huesos humanos putrefactos, cubiertos de
piel seca. Haz pasar de largo a la nave y, derritiendo cera agradable como la
miel, unta los oı́dos de tus compañeros para que ninguno de ellos las escuche. En
cambio, tú, si quieres oı́rlas, haz que te amarren de pies y manos, firme junto al
mástil –que sujeten a éste las amarras–, para que escuches complacido, la voz de
las dos Sirenas; y si suplicas a tus compañeros o los ordenas que te desaten, que
ellos te sujeten todavı́a con más cuerdas.
‘Vamos, famoso Odiseo, gran honra de los aqueos, ven aquı́ y haz detener tu
nave para que puedas oı́r nuestra voz. Que nadie ha pasado de largo con su negra
nave sin escuchar la dulce voz de nuestras bocas, sino que ha regresado después de
gozar con ella y saber más cosas. Pues sabemos todo cuanto los argivos y troyanos
trajinaron en la vasta Troya por voluntad de los dioses. Sabemos cuanto sucede
sobre la tierra fecunda.’
Por ejemplo, Blinder (1998) señala que los supuestos incentivos hacia la inconsistencia temporal en la polı́tica
monetaria no se presentan en la práctica. Taylor (1983) sugiere entre tanto que este problema tiene poca
importancia empı́rica porque las sociedades siempre encuentran la manera de manejarlo. No obstante, como
acertadamente señala Drazen (2000a), esto último no implica que para desarrollar ciertas intuiciones claves
y para comprender los mecanismos para resolver el problema no sea importante estudiar la inconsistencia
temporal.
2
En esta sección, seguimos la exposición de Fergusson y Suárez (2010, Capı́tulo 2)
1 . INCONSISTENCIA TEMPORAL: DEFINICIÓN 211
Cuando por fin las habı́an pasado de largo y ya no se oı́a más la voz de las Sirenas
ni su canto, se quitaron la cera mis fieles compañeros, la que yo habı́a untado en
sus oı́dos, y a mı́ me soltaron de las amarras.
El ejemplo de La Odisea sirve para dar una definición formal: existe inconsistencia tem-
poral cuando las decisiones óptimas tomadas en el momento t para un momento t + j en el
futuro (“no acercarse a las sirenas”) es diferente a la decisión óptima al llegar al momento
t + j (“oı́rlas de cerca”). La historia de Ulises también sugiere una solución al problema:
comprometerse de antemano a seguir reglas de comportamiento o “atarse las manos”.
Otro ejemplo menos épicos de inconsistencia temporal, que ilustra algunos puntos adi-
cionales, tiene que ver con otros problemas de autocontrol. Muchos hemos experimentado el
deseo en las mañanas de apagar el despertador y dormir un poco más de tiempo, aún cuando
nuestros planes previos indicaban un deseo firme de madrugar. Muchas personas se quejan
por lo poco que ahorran, a pesar de sus proyecciones o planes para hacerlo. Los fumadores
siempre parecen estar postergando la abstención para el mañana. El sacrificio de madrugar
mañana en la mañana, o de ahorrar cierta parte de nuestros ingresos futuros, no sólo pa-
rece razonable sino que deseamos cumplirlo. Sin embargo, cuando llega la hora de hacerlo
parecemos ser otra persona, que prefiere dormir a madrugar y gastar a ahorrar.
¿Qué soluciones adicionales existen para este problema? Considere el caso de un estudian-
te que está preparándose para un examen. Tarde en la noche concluye que está demasiado
cansado para seguir estudiando y decide acostarse y despertarse más temprano al dı́a siguien-
te para retomar el estudio. Llegado el momento, suena el despertador y el estudiante resuelve
dormir un poco más. Como consecuencia, el estudiante tiene un rendimiento deficiente en su
examen.
Diversas medidas pueden evitar este problema. Una posibilidad es delegar la labor de
despertarlo a alguien más responsable que él (por ejemplo, a su mamá). Otra alternativa,
empleada por muchos y análoga a la de “atarse las manos” aplicada por Ulises, es poner el
despertador lejos del alcance de su mano: ası́ se obligará a pararse para apagarlo y cumplirá su
promesa de despertarse. Finalmente, la “reputación” puede servir como un mecanismo de
compromiso. Suponga que este estudiante siempre estudia con un compañero. Si acuerda
encontrarse temprano para estudiar con su amigo y le incumple, podrá enfrentar el costo de
que ya nunca querrán estudiar con él por incumplido. Ası́, la pérdida de credibilidad puede
212 CAPÍTULO 8. EL PROBLEMA DE INCONSISTENCIA TEMPORAL
donde ρ > 0 es una tasa de descuento que no cambia en el tiempo y la función u es creciente
y cóncava. Vale recordar que esta tasa de descuento define el grado de impaciencia del
1
individuo, y el término 1+ρ ∈ {0, 1} es el factor de descuento, que normalmente denotamos
con β y captura en cambio la paciencia del individuo. En tiempo continuo, la expresión
equivalente corresponde a
Z∞
Vt = e−ρt u(ct )dt,
0
Un ejemplo de tres periodos ilustra el punto. Suponga que el individuo tiene una dotación
exógena ω de riqueza en el periodo 1 y debe elegir cuánto consumo destinar a cada perı́odo.
Si at son sus ahorros en cada periodo y la tasa de interés es r, el problema del individuo
desde el punto de vista del momento t = 1 es:
Por ejemplo, en el caso particular en el cual la impaciencia subjetiva del individuo es exac-
1
tamente igual a la tasa a la cual se remuneran los ahorros δ = 1+r , el individuo consume
0 0
exactamente lo mismo en los dos periodos (u (c2 ) = u (c3 ) ⇒ c2 = c3 ). No obstante, una vez
llega el periodo 2, si puede optimizar de nuevo su problema es:
básico de tributación óptima: los bienes “simétricos” deben ser gravados a tasas semejantes.
Este principio de “suavización tributaria” implica que los impuestos deben distribuirse de
manera uniforme a lo largo del tiempo, pero la tributación sobre el capital es una manera de
gravar la inversión y, por lo tanto, gravar el consumo futuro más fuertemente que el presente.
Estas dos circunstancias generan un problema de inconsistencia temporal. En cada mo-
mento del tiempo, el gobierno puede tomar como dado el stock de capital y tener un incentivo
a gravar los ingresos de capital a una tasa máxima. Pero lo óptimo en el largo plazo serı́a
cumplir su compromiso de no cobrar un impuesto. De hecho, si se confiscaran las rentas de
capital, se eliminarı́a cualquier incentivo a la inversión en la economı́a.
Otro ejemplo es el incentivo que tiene un gobierno a no pagar su deuda o el que tiene uno
que emite deuda pública en términos nominales a generar inflación para reducir su valor real.
Ex ante, esta polı́tica es ineficiente ya que, de ser anticipada por el sector privado, elevarı́a el
costo de endeudarse, pues los acreedores exigirı́an una tasa de interés más alta que incorpore
el riesgo de no pago. No obstante, llegado el momento del pago existe un incentivo a repudiar
la deuda pues ası́ se evita cobrar impuestos que generan un costo de distorsión para el sector
privado (para una discusión de estos ejemplos de inconsistencia dinámica en la polı́tica fiscal,
vea Fergusson y Suárez (2010)).
Estos modelos también son importantes porque ayudan a explicar algunas diferencias
en los resultados económicos entre paı́ses. Por ejemplo, una predicción para el caso del
impuesto al capital es que aquellos paı́ses que tienen instituciones débiles que permiten que
el gobierno se apropie de los rendimientos de las inversiones del sector privado tienen una
tasa de inversión menor a la de aquellos en los cuales el gobierno se puede comprometer
con su polı́tica tributaria. Igualmente, los paı́ses con tasa de inflación más elevadas suelen
contar con mecanismos muy pobres de compromiso de parte de su autoridad monetaria, de
modo que ésta intenta explotar el trade-off entre desempleo e inflación. En el recuadro C
nos referimos a estos temas.
parte del gobierno. En la gráfica 8.A se muestra la relación entre la inversión extranjera
y el ı́ndice de restricciones al poder ejecutivo –construido por el proyecto Polity IV y que
usualmente es interpretado como un indicador de la calidad del sistema de pesos y con-
trapesos en un paı́s– para los paı́ses latinoamericanos en el periodo 1990-2010. La gráfica
es sugestiva, al presentar una clara relación positiva entre la fortaleza institucional de un
paı́s y el nivel de inversión extranjera directa que éste recibe.
10
GUY
Inversión
extranjera
directa
(%PIB)
8
PAN
6
CHL
JAM
4
NIC
CRI
HND
PER
DOM
COL
MEX
ARG
URY
2
BRA
VEN
SLV
ECU
GTM
PRY
HTI
0
CUB
0
1
2
3
4
5
6
7
8
Restricciones
al
Ejecu:vo
(Polity
IV)
1 a
L = (yt − y ∗ )2 + (πt − π ∗ )2 , (8.5)
2 2
donde a es un parámetro positivo que captura la aversión que tienen los agentes frente a las
desviaciones de la inflación. Esta función de pérdida es igual a la función de pérdida social,
dado que todos los agentes son iguales. Además, suponga que las autoridades de polı́tica son
“benevolentes” en el sentido de que su objetivo es elegir πt para minimizar L.
¿Cuál es el nivel de inflación de equilibrio? ¿Es el resultado socialmente óptimo? En
apariencia, esto es lo que deberı́a ocurrir pues el gobierno tiene por objeto maximizar el bie-
nestar social. Sin embargo, depende crucialmente de la manera como se toman las decisiones
de polı́tica.
Suponga para empezar que el gobierno anuncia un nivel de inflación πta antes de que los
individuos fijen sus expectativas de inflación πte . Además, los individuos creen en el anuncio
del gobierno y en una segunda etapa fijan πte = πta (= πt ) como su nivel de expectativas. En
este caso, el problema del gobierno es:
1 a
mı́n L = (yt − y ∗ )2 + (πta )2
a
πt 2 2
sujeto a :
yt − y = b(πt − πte )
πta = πte = πt
Es decir,
1 ∗ 2 a a 2
mı́n L = (y − y ) + (π ) .
πta 2 2 t
La solución es πta = 0. El gobierno anuncia y cumple una inflación igual a cero, y no in-
tenta sacar provecho de la relación positiva entre la brecha del producto y las sorpresas
inflacionarias para llevar a yt más cerca de su óptimo.
No obstante, los encargados de la polı́tica tienen un incentivo a incumplir su promesa.
Para verlo, note que la pérdida social con πt = πta = 0 es:
1
Lreglas = (y − y ∗ )2 .
2
Por motivos que quedarán claros más adelante, llamamos a este nivel de pérdida la pérdida
con “reglas”.
Sin embargo, dicha pérdida podrı́a ser menor si, una vez fijadas las expectativas de los
220 CAPÍTULO 8. EL PROBLEMA DE INCONSISTENCIA TEMPORAL
agentes en el nivel πte = πta = 0, el gobierno aprovecha (8.4) para aumentar el producto,
yt , generando una sorpresa inflacionaria. La intuición es la siguiente: siendo las expectativas
inflacionarias tan bajas (igual a cero) el costo marginal de una unidad adicional de inflación
es muy bajo (recuerde que los costos marginales de la inflación son convexos), mientras que
la ganancia generada por un aumento en el nivel de producción es mayor.
Ası́, pensando en el interés de sus ciudadanos, las autoridades de polı́tica pretenderán
engañarlos. Formalmente, con las expectativas de inflación fijadas en cero, la curva de Lucas
es yt = y + bπt , y el gobierno elige el nivel de inflación πt que minimice L sujeto a esta
restricción. Es decir, resuelve:
1 a
mı́n L = (y + bπt − y ∗ )2 + (πt )2 ,
πt 2 2
cuya solución es:
(y + bπt − y ∗ )b + aπt = 0
y∗ − y
πtincon = b > πta .
a + b2
Esta expresión muestra que cuanto más grande la distorsión inicial que aleja al nivel de
producción con precios flexibles del nivel óptimo y cuanto menor el costo de la inflación para
la sociedad, mayor el incentivo de la autoridad de polı́tica a alejarse de su promesa y elegir, ex
post, un nivel de inflación inconsistente temporalmente mayor al anunciado, πtincon > πta = 0.
Por otra parte, si el producto responde muy fuertemente a los choques inflacionarios, el nivel
de inflación que el gobierno genera ex post es menor.
Si los agentes se dejaran engañar de este modo, la pérdida social serı́a:
1 ∗ a
Linconsistencia = [y − y]2 ,
2 a + b2
que se puede escribir como:
a
Linconsistencia = Lreglas .
a + b2
Es claro que Linconsistencia < Lreglas : si el engaño es efectivo los ciudadanos tienen una pérdida
menor4 .
Esta solución, la solución de inconsistencia temporal, no es un equilibrio. La razón es
que si los agentes son racionales, anticipan los incentivos del gobierno a ser inconsistente
4
Note también que el gobierno puede lograr un resultado aún mejor si anuncia una inflación menor a
la óptima (menor a π ∗ , que es cero en este caso), y luego genera sorpresivamente una inflación π ∗ que
incrementa la producción sin generar costos por desviaciones de la inflación.
2 . UN EJEMPLO CLÁSICO: EL SESGO INFLACIONARIO EN LA POLÍTICA MONETARIA221
1 a
mı́n L = (yt − y ∗ )2 + πt2
πt 2 2
sujeto a :
yt − y = b(πt − πte ),
con πte dado
b ∗ b2
πt = (y − y) + πe. (8.6)
a + b2 a + b2 t
En la etapa (2) del juego, los agentes anticipan los incentivos de los encargados de la
polı́tica monetaria capturados por la anterior ecuación, y fijan sus expectativas con el fin de
no ser engañados, πte = πt . Por lo tanto, tendremos por la Curva de Lucas que yt = y y la
inflación en el equilibrio, utilizando (8.6) es:
b
πtdiscreción = (y ∗ − y). (8.7)
a
En suma, la pérdida social bajo discreción es:
2
discreción 1 ∗ 2 a+b
L = (y − y )
2 a
2
a+b
Ldiscreción = Lreglas
a
Note que Ldiscreción > Lreglas > Linconsistencia . Por buscar una pérdida menor como
Linconsistencia , el gobierno acaba generando una pérdida mayor, Ldiscreción , con una inflación
222 CAPÍTULO 8. EL PROBLEMA DE INCONSISTENCIA TEMPORAL
3. Soluciones
3 .1. Reglas
La solución más obvia al problema de inconsistencia temporal es la adopción de reglas
rı́gidas para la polı́tica economica5 . Si el gobierno pudiera comprometerse a cumplir la polı́tica
anunciada, la pérdida social es menor a la existente bajo discreción. Renunciar a dicha
discreción atándose las manos a la manera de Ulises es por lo tanto una alternativa de solución
al problema. A este tipo de solución se le suele llamar solución de precompromiso porque
puede entenderse según la secuencia en la cual se toman las decisiones en el juego: la solución
de precompromiso o solución con reglas, es aquella en la cual el gobierno “juega primero” y
establece un valor para la variable de polı́tica (por ejemplo, πta = πt ), que posteriormente es
tomado como dado por el agente.
A pesar de la aparente conveniencia de este tipo de solución, existen muchos interrogantes
sobre su implementación práctica. ¿Qué costos tiene comprometerse de antemano a cierta
polı́tica? ¿Qué hace que se cumpla el compromiso? ¿Qué tan frecuentemente se observa este
tipo de solución en la práctica? ¿Existe en realidad la opción de “elegir” entre las reglas y
la discreción?
Un primer elemento importante de la solución con reglas es que, en un modelo más
completo de la realidad con choques imprevistos, contar con cierta flexibilidad para modificar
las acciones a las que las autoridades se han comprometido en el pasado puede ser óptimo.
Una posible respuesta ante este problema es crear reglas contingentes: es decir, com-
prometerse a un curso de acción para cada posible coyuntura o “estado de la naturaleza”.
Sin embargo, esto tiene complicaciones prácticas. La primera es que no todos los posibles
estados de la naturaleza pueden ser previstos de antemano, de modo que en la realidad una
regla de este estilo es virtualmente imposible. En segundo lugar, es difı́cil definir y verificar
si estamos en una u otra coyuntura o estado de la naturaleza. Si existe por ejemplo una
cierta ventaja de parte de las autoridades de polı́tica para conocer el estado de la naturaleza,
éstas pueden verse tentadas a utilizar una asimetrı́a en la información para comportarse de
manera inconsistente (recuerde la discusión del capı́tulo 5).
5
En la discusión de ésta y las siguientes subsecciones, seguimos principalmente a Drazen (2000b).
3 . SOLUCIONES 223
incluyen por lo general las costumbres, los valores morales, y –en general– toda práctica
comúnmente aceptada por la sociedad. El origen de este tipo de leyes es un tema fascinante
cuyo estudio trasciende la economı́a, e incluye elementos de la biologı́a, la psicologı́a evolutiva
y la teorı́a de juegos (para una presentación de este tema, vea Ridley (1996)).
Para las normal informales son cruciales la reciprocidad y coordinación: cada individuo
cumple la regla porque espera que otros hagan lo mismo. Las reglas informales no sólo
juegan un papel importante en sı́ mismas, sino que interactúan con las leyes formales y en
ocasiones determinan su efectividad. Ası́, por ejemplo, existen reglas formales (como por
ejemplo la prohibición para los automóviles a estacionarse en zonas para peatones) que sólo
se cumplen cabalmente cuando existe la expectativa de que los demás las cumplan o cuando
es socialmente inaceptable incumplirlas. De hecho, muchos paı́ses pueden tener unas reglas
formales adecuadas, pero un grave incumplimiento de las mismas si no existe el consenso y
la práctica social de seguirlas.
Aunque hay muchos ejemplos de reglas formales e informales en la sociedad, es menos
claro que dichas reglas tengan por objeto resolver un problema de inconsistencia temporal.
Un ejemplo destacado es estudiado por North y Weingast (1989). Estos autores estudian
la adopción de cambios importantes en reglas constitucionales en Gran Bretaña durante el
siglo XVII. Concluyen que la adquisición de compromisos creı́bles por parte de la Corona de
respetar los derechos de propiedad privados y la eliminación de la expropiación de la riqueza
por parte del gobierno ayudaron a resolver un problema de inconsistencia temporal que
habı́a limitado la capacidad de endeudamiento del Estado. Tras la adopción de instituciones
polı́ticas y mecanismos para su cumplimiento que “ataron las manos” del Estado y eliminaron
la posibilidad de expropiar a los ciudadanos, se consolidó una profundización de los mercados
financieros que en buena parte contribuyó a la posterior expansión y hegemonı́a británica.
3 .2. Delegación
Otra manera de manejar el problema del sesgo inflacionario en la polı́tica saca provecho
de que las autoridades de polı́tica pueden tener preferencias diferentes a las de la sociedad.
Se trata de delegar la toma de decisiones a un individuo o grupo de individuos que tengan
una aversión especialmente fuerte a la inflación. Ésta es la idea detrás de la delegación de la
polı́tica monetaria a un Banco Central conservador e independiente, o la de delegar en otro
la labor de despertarnos temprano. En particular, suponga que la sociedad, consciente del
problema de inconsistencia temporal, resuelve otorgar la facultad de establecer la inflación
a un Banco Central cuya función de pérdida viene dada por la siguiente expresión:
3 . SOLUCIONES 225
1 a0
L = (yt − y ∗ )2 + (πt )2 (8.8)
2 2
donde a0 > a. Aún con plena discreción para desviarse de sus promesas, un Banco Central
con estas caracterı́sticas establece una tasa de inflación que no es tan alta como la solución
de discreción6 . En analogı́a a la ecuación (8.7), en este caso la inflación es:
b ∗
πtdelegación = (y − y). (8.9)
a0
Con a0 > a, el sesgo inflacionario de la polı́tica monetaria se reduce, πtdiscreción > πtdelegación ,
ası́ como la pérdida para la sociedad:
delegación 1 ∗ 2 ab2
L = (y − y ) 1 + 02 .
2 a
Suponga en particular que a0 = ca, donde c > 1 mide el grado de conservadurismo de
la autoridad monetaria. Con esta reparametrización, es fácil ver que la delegación reduce la
pérdida social en comparación con el caso de discreción:
delegación 1 ∗ 2 b2
L = (y − y ) 1 + 2 < Ldiscreción .
2 ca
De esta manera, la delegación de autoridad se convierte en una manera de tratar el
problema de inconsistencia temporal. En capı́tulos anteriores, hemos señalado cómo la dele-
gación de las decisiones hace parte fundamental del proceso de toma de decisiones en una
democracia. Sin embargo, por lo general hemos hecho énfasis en la manera como esto puede
generar ciertas ineficiencias: el problema de agencia en presencia de rentas endógenas deri-
vadas del poder, por ejemplo, es uno en el cual los representantes (a quienes se les delega la
autoridad) tienen un conflicto de intereses con quienes representan.
Este ejemplo muestra que la delegación de la autoridad a veces es beneficiosa. La de-
legación es una manera de atacar el problema de inconsistencia temporal; es una decisión
estratégica del gobierno, semejante a la de atarse las manos para evitar las tentaciones.
No obstante, ésta no es la única razón por la cual la delegación puede ser conveniente: en
un gobierno democrático hay razones adicionales por las cuales vale la pena delegar ciertas
funciones. La complejidad de los temas que deben ser resueltos por un gobierno implica que
puede resultar ventajoso delegar a ciertas agencias algunas tareas para que se especialicen en
ellas. Ası́, los expertos de cada tema toman decisiones con respecto a los mismos. Un motivo
6
Además, algunos han propuesto como solución al problema de inconsistencia temporal en la polı́tica
monetaria el establecimiento de contratos para los directivos de la autoridad monetaria sujetos a los resultados
obtenidos en términos de empleo e inflación.
226 CAPÍTULO 8. EL PROBLEMA DE INCONSISTENCIA TEMPORAL
1 a0
mı́n L = (yt − y ∗ )2 + (πt )2
πt 2 2
sujeto a:
yt − y = πt − πte + εt .
Sustituyendo la restricción,
1 ∗ 2 a0
mı́n L = (y + πt − πt + εt − y ) + (πt )2 .
e
πt 2 2
1 ∗ 1 e 1
πt = (y − y) + π t − εt . (8.10)
a0 + 1 a0 + 1 a0 + 1
Al igual que antes, los agentes anticipan los incentivos del Banco Central y fijan en la
etapa (2) del juego a πt = πte . Por lo tanto, la inflación en el equilibrio, utilizando (8.10) es:
1 ∗ 1
πtdelegación0 = 0
(y − y) − 0 εt .
a a
3 . SOLUCIONES 227
Usando πte = E(πt ) = E[ a10 (y ∗ − y) − a10 εt ] = a10 (y ∗ − y), tenemos que V (πte ) = 0. Además,
note que Cov(πt , εt ) = E a10 (y ∗ − y) − a10 εt − E a10 (y ∗ − y) − a10 εt (εt − E (εt )) = − a10 σ 2 .
Por lo tanto, 0 2
a −1
V (yt ) = V (πt ) + V (εt ) + 2 ∗ Cov(πt , εt ) = σ2.
a0
La varianza del producto es creciente en a0 para cualquier a0 > 1 (es decir, para cualquier
banquero que ponga más peso en la inflación que en el producto). Ası́, un costo de un
banquero central conservador como éste es que, si bien se reduce la inflación, se incrementa
la variabilidad en la actividad económica.
No obstante, la literatura empı́rica con respecto a este tema ha encontrado que la existen-
cia de Bancos Centrales independientes con objetivos explı́citos de reducción de la inflación
está correlacionada con menores niveles de inflación (tal como predice la teorı́a) pero no
con mayor variabilidad del producto7 . Esto ha llevado a algunos a sugerir que una mejor
caracterización del comportamiento del Banco Central es una en la cual dicha institución
tiene una inflación objetivo menor a la de la sociedad.
Otros han planteado unas crı́ticas más de fondo. Blinder (1998) argumenta que el modelo
simplemente no describe el modo en que funciona el Banco Central, para quien el peligro
de “sucumbir” ante tentaciones inflacionarias no suele ser el problema. Otros, afirman que
la correlación entre un Banco Central independiente y una menor inflación puede ser conse-
cuencia de que las sociedades que tienen un especial interés por mantener la estabilidad de
precios crean instituciones para ello, y no al revés, como sugiere el modelo (i.e. un Banco
Central independiente es la consecuencia y no la causa de una mayor estabilidad de precios).
to, los encargados de la polı́tica monetaria no sólo se preocupan por la actividad económica
e inflación hoy, sino de los efectos de la polı́tica mañana. Intuitivamente, esto los hace con-
frontar el beneficio de una sorpresa inflacionaria hoy con los costos futuros de aumentar las
expectativas de inflación de los individuos. Si estos costos de reputación son suficientemente
altos, entonces el sesgo inflacionario puede reducirse significativamente.
El valor presente neto de la pérdida de la sociedad, con un número infinito de periodos
y una tasa de descuento intertemporal ρ, es el siguiente:
X∞ s−t
1
L= Ls .
s=t
1 + ρ
Suponga que la autoridad de polı́tica se encuentra en una solución con reglas, y debe tomar
la decisión de si engañar o no a los agentes. Si no los engaña nunca, la pérdida social es:
X∞ s−t
no engañar 1
L = Lreglas
s .
s=t
1+ρ
Entre tanto, si la autoridad de polı́tica decide renunciar a las reglas para generar un
choque inflacionario (a la manera de la solución inconsistente temporalmente), la pérdida de
la sociedad tiene dos partes. En el periodo t, cuando los agentes son engañados, la pérdida
coincide con Linconsistencia (< Lreglas ). No obstante, de ahı́ en adelante los agentes no creen en
los anuncios del gobierno sino que forman sus expectativas tomando en consideración sus in-
centivos a engañar, por lo que la pérdida es igual a Ldiscreción para cada periodo subsiguiente.
Ası́, cuando el gobierno decide engañar, la pérdida social es:
X∞ s−t
engañar 1
L = Linconsistencia
t + Ldiscreción
s .
s=t+1
1 + ρ
Por lo tanto, los beneficios de engañar a los agentes en el primer periodo, netos de los
costos de reputación en los periodos subsiguientes, son:
X∞ s−t
1
L engañar no engañar
−L = Linconsistencia
t − Lreglas
t + Ldiscreción
s − Lreglas
s .
s=t+1
1 + ρ
Sustituyendo y simplificando,
engañar no engañar 1 ∗ 2 2 1 1
L −L = [y − y] b − .
2 aρ a + b2
a+b2
En suma, el beneficio de engañar crece con ρ y es rentable engañar siempre que ρ > a
(=
4 . A MODO DE CONCLUSIÓN: LA NATURALEZA POLÍTICA DEL PROBLEMA 229
ρ∗ ). Esto nos muestra que cuando la sociedad (o los encargados de la polı́tica monetaria)
son más “impacientes”, la frecuencia de las “sorpresas inflacionarias” es mayor.
Una interesante aplicación de este resultado son los llamados “ciclos de negocios polı́ticos”
que estudiaremos en el capı́tulo 9. Según esta idea, si el gobierno maneja la polı́tica mone-
taria y tiene incertidumbre sobre su permanencia en el poder por la competencia electoral,
puede surgir un ciclo económico alrededor de las elecciones. Antes de las elecciones, ante la
posibilidad de un horizonte más corto, el gobierno se preocupa menos por su reputación, y
más por intentar dar un choque positivo de demanda a la economı́a que eleve su popularidad.
Por lo tanto, pueden observarse expansiones monetarias antes de las elecciones. Al comienzo
de los periodos de gobierno, por el contrario, se cuenta con un horizonte de planeación más
largo, el costo de perder la reputación es mayor, y el sesgo inflacionario es menor.
Diversas instituciones pueden intentar controlar este tipo de problemas, y a veces se
pueden combinar las soluciones al problema de inconsistencia temporal. Por ejemplo, una
alternativa es delegar la polı́tica monetaria a una institución más duradera que los periodos
de gobierno. En muchos casos, por ejemplo, el Banco Central controla la polı́tica monetaria,
el periodo de los miembros de su junta directiva es más amplio que el periodo presidencial y
dichos miembros son elegidos en periodos no electorales
Hay un punto importante que no se ha tocado. Hasta ahora hemos hablado de “repu-
tación” como la expectativa de que la autoridad de polı́tica cumpla sus compromisos. Es
decir, más concretamente nos hemos referido a la credibilidad de la autoridad monetaria. No
obstante, por “reputación” con frecuencia nos referimos a la idea que los demás tienen sobre
la ‘forma de ser’ de cierto actor o jugador. Este tipo de reputación también podrı́a ser impor-
tante. En particular, un Banco Central que logre enviar señales que le permitan generarse
una reputación de conservadurismo (en el sentido de aversión a la inflación) logrará que los
agentes tengan unas menores expectativas de inflación8 .
máx u(πte , πt ),
πt
∂u(πte , πt )
= 0, (8.11)
∂πt
y define una “función de reacción” del gobierno que determina el valor de πt según la elección
4 . A MODO DE CONCLUSIÓN: LA NATURALEZA POLÍTICA DEL PROBLEMA 231
del agente de πte . Sea dicha función πt = Γ(πte ). Teniendo en cuenta esta reacción del gobierno,
el agente toma una decisión óptima en la primera etapa del juego, resolviendo el siguiente
problema:
máx
e
u(πte , Γ(πte )).
πt
∂u(πte , πt )
= 0. (8.12)
∂πte
En suma, bajo este orden del problema, la solución está caracterizada por las ecuaciones
(8.11) y (8.12). Ahora, si se cambia el orden del juego, tenemos que en la segunda etapa el
agente resuelve el problema:
máx
e
u(πte , πt ),
πt
∂u(πte , πt )
=0 (8.13)
∂πte
y define una función de reacción del agente que determina el valor de πte según la elección del
gobierno de πt . Sea dicha función πte = Γ0 (πt ). Teniendo en cuenta esta reacción, el gobierno
resuelve el problema siguiente:
del gobierno depende del valor “promedio” de la variable elegida por los individuos en la
sociedad, π et . Ahora hay un número grande de individuos idénticos, con cada individuo i
e
eligiendo de manera óptima sus expectativas de inflación, πt,i , para maximizar su función
de utilidad ui (πt,i
e
, π et , πt ). Cada individuo, al ser “atomı́stico”, toma como dado el valor de
π et en su problema de maximización. Finalmente, el gobierno maximiza el bienestar social,
que es igual a Σi ui (πt,i e
, π et , πt ). Con todos los individuos idénticos, el problema es igual a
maximizar la función de utilidad de un individuo representativo.
Supongamos que el gobierno elige primero πt como en la solución de precompromiso. En
tal caso, el problema de la segunda etapa para cada agente es:
máx
e
ui (πt,i
e
, π et , πt ),
πt
∂ui (πt,i
e
, π et , πt )
e
= 0, (8.14)
∂πt,i
para todo i. El gobierno tiene en cuenta esta reacción de todo el conjunto de individuos, que
00
le indica el valor de π et según la elección de πt por medio de la función Γ (πt ) = π et . Ası́, el
problema del gobierno es9 :
máx Σi ui (πt,i
e
, Γ00 (πt ), πt , ).
πt
máx Σi ui (πt,i
e
, π et , πt ),
πt
(8.16) define una función de reacción que indica el valor de πt elegido por el gobierno para
cada realización de π et , cada agente no tiene en cuenta el efecto que la elección de πt,i
e
sobre
e e
π t . Ası́, en la primera etapa el agente toma π t como dado y la condición de primer orden
del problema es una vez más (8.14). Claramente, las soluciones no coinciden y aparece un
problema de inconsistencia temporal.
En el centro del asunto está un problema de conflicto de intereses entre los agentes de
la economı́a. En efecto, hay una heterogeneidad ex post entre los agentes, pues mientras
cada uno desea que los demás cometan un error en su predicción de la inflación (pues ası́ se
estimulará el producto) quieren minimizar su propio error de pronóstico. No obstante, cada
individuo desconoce el hecho de que por no dejarse sorprender del gobierno, todos elevan la
tasa de inflación esperada y acaban con más inflación y sin ningún estı́mulo a la producción.
Algo semejante ocurre en el caso de la inconsistencia temporal en la polı́tica tributaria
sobre las rentas de capital. Cada individuo desea que exista una base más amplia para el
impuesto al capital, de modo que, por ejemplo, la provisión de bienes públicos sea mayor.
Sin embargo, cada individuo desea que su propio ahorro no sea gravado a una tasa muy alta.
Ası́, hay un conflicto de intereses ex post por la distribución de la carga tributaria entre los
agentes. Dicha heterogeneidad ex post es lo que lleva al gobierno a comportarse de manera
inconsistente: aunque el gobierno maximiza la utilidad del individuo representativo, cada
individuo no tiene en cuenta en su proceso de maximización el efecto que sus acciones van a
tener sobre la decisión del gobierno.
Es cierto que aunque el conflicto de intereses es la fuente fundamental de la inconsistencia
temporal, esta no es la única condición que debe presentarse para que surja este problema.
Por ejemplo, y como es obvio, para que exista el problema de inconsistencia temporal una
condición necesaria adicional es que la naturaleza de la toma de decisiones sea secuencial;
es decir, que exista la oportunidad de revisar las decisiones hechas con anterioridad. No
obstante, no todas las decisiones secuenciales dan origen a un comportamiento inconsistente,
por lo que algo más (i.e. el conflicto entre agentes) debe ser la causa fundamental de la
inconsistencia temporal.
Un punto menos obvio, pero importante en muchas aplicaciones, es que el problema de
inconsistencia temporal se presenta cuando existe una ausencia de instrumentos suficientes
de parte de la polı́tica económica. Por ejemplo, piense que el incentivo que tiene el gobierno a
sorprender ex-post a los agentes con un choque inflacionario es consecuencia de que el ingreso
de equilibrio es inferior al óptimo. La imposibilidad de llevar el producto a su nivel óptimo
con otros instrumentos (e.g. evitando el cobro de impuestos distorsionantes que generan dicha
ineficiencia o resolviendo problemas de falta de competencia entre empresas) es por ende un
aspecto fundamental que genera un incentivo para que el gobierno intente alcanzarlo de una
234 CAPÍTULO 8. EL PROBLEMA DE INCONSISTENCIA TEMPORAL
manera indirecta. Sin embargo, también en este caso, algo más debe estar presente para
que el gobierno intente “engañar” a los agentes en lugar de adoptar otra polı́tica. Según lo
mostró nuestra discusión adicional, ese “algo más” es el hecho de que los agentes individuales
no maximicen una función de bienestar “social” sino que se preocupen únicamente por su
propio bienestar, sin considerar el efecto agregado de sus decisiones. En términos de Chari
y cols. (1989), los agentes no forman un “equipo” sino que persiguen un interés egoı́sta:
el conflicto resultante entre ellos genera la inconsistencia temporal aún en presencia de un
gobierno benevolente10 .
10
Además, la ausencia de instrumentos puede en muchas ocasiones ser consecuencia de las restricciones
polı́ticas. Por ejemplo, como señala Drazen, si en el modelo de Barro-Gordon la causa de una distorsión inicial
que genera un nivel subóptimo de producción es la imposición de gravámenes por parte de la autoridad fiscal,
allı́ hay un conflicto de intereses entre los encargados de la polı́tica fiscal y la autoridad monetaria: la primera
desea recaudar recursos y la segunda estimular la producción agregada.
Capı́tulo 9
235
236 CAPÍTULO 9. LOS CICLOS DE NEGOCIOS POLÍTICOS
De acuerdo con Drazen (2000b), fluctuaciones en las variables económicas son considera-
das parte de un CNPO siempre que dichas fluctuaciones sean generadas por la elección de
la polı́tica económica que resulta del interés del gobernante de ser reelegido. Esta distinción
es importante en la medida en la cual el término “ciclo de negocios polı́tico”suele utilizarse
indistintamente como sinónimo del CNPO. Sin embargo, como veremos más adelante, los
ciclos de negocios asociados al ciclo polı́tico no se generan únicamente por las motivaciones
oportunistas de los gobernantes, sino también por sus motivaciones partidistas.
La pregunta fundamental que abordamos con el estudio de los CNPO es cómo afecta la
competencia electoral a las variables agregadas de actividad económica. El CNPO establece
1
Citado en Drazen (2000a). Traducción libre.
1 . EL CICLO DE NEGOCIOS POLÍTICO OPORTUNISTA (CNPO) 237
una relación entre el ciclo polı́tico y los resultados económicos que está intermediada por la
elección de la polı́tica económica alrededor del ciclo electoral.
El CNPO se fundamenta en dos premisas:
Dichas premisas son consistentes con la observación casual sobre el comportamiento de los
gobernantes y la decisión de los votantes ası́ como con la evidencia empı́rica. Los trabajos
de Kramer (1971) y Tufte (1975) para Estados Unidos sugieren que el número de votos
que recibe el partido en el poder en las elecciones para el Congreso en EE.UU. depende
positivamente del crecimiento económico en el año de las elecciones y negativamente de la
inflación en ese mismo año. Fair (1978) encuentra un efecto aún mayor para las elecciones
presidenciales. Lewis-Beck (1988) encuentra resultados similares para una muestra de paı́ses
europeos. Más adelante presentamos evidencia empı́rica de la segunda premisa.
A continuación presentamos el trabajo de Nordhaus (1975), contribución seminal a la
teorı́a del CNPO.
de esperar que niveles elevados de desempleo afecten negativamente incluso a las personas
empleadas en la medida en que esto aumente su probabilidad de perder el empleo y genere un
descenso en el salario que reciben. Altas tasas de desempleo tienen también externalidades
negativas sobre todos los miembros de la sociedad en la forma de un aumento de la pobreza
y, por ejemplo, de un aumento en los ı́ndices de criminalidad. En el caso de la inflación, la
incertidumbre generada por una mayor variabilidad en los precios conlleva a una asignación
ineficiente de recursos y la inflación conduce en muchos casos a una redistribución arbitraria
del ingreso pues las personas más ricas cuentan con más instrumentos para cubrirse2 .
Los electores deciden si reelegir o no al gobernante actual con base en el desempeño
pasado del desempleo y de la inflación (es decir con base en el comportamiento de estas
variables bajo el mandato del gobernante cuya reelección está siendo puesta a consideración
de los ciudadanos). Además, los electores tienen “mala memoria” y otorgan mayor peso al
comportamiento reciente de dichas variables que al comportamiento en el pasado más lejano.
Con estos elementos, el objetivo de un gobernante interesado en garantizar su reelección
consiste en explotar la curva de Phillips de tal forma que logre reducir el desempleo justo
antes de las elecciones (a costa de una mayor inflación). Sin embargo, la capacidad del
gobernante de explotar la curva de Phillips depende fundamentalmente de la forma en la
cual los agentes forman sus expectativas con respecto a las variables macroeconómicas. En el
modelo de Nordhaus las expectativas de los agentes son adaptativas; es decir, sus expectativas
de inflación dependen de valores pasados de esta variable.
La manera como los agentes evalúan el desempeño de los gobernantes, ası́ como la forma
en la cual construyen sus expectativas se caracteriza por un comportamiento restrospectivo
o backward looking, en contraste con un comportamiento que mira hacia adelante o for-
ward looking. Este supuesto es discutible desde la perspectiva de los desarrollos recientes
en economı́a que hacen énfasis en las expectativas racionales y en la naturaleza prospectiva
o forward looking de los agentes. Más adelante presentamos un modelo con expectativas
racionales en el contexto del ciclo de negocios polı́tico partidista. Sin embargo, vale la pe-
na discutir brevemente por qué un comportamiento restrospectivo por parte de los agentes
puede ser razonable en este contexto.
Suponga que los electores no entienden nada de economı́a; no saben de la existencia de
una curva de Phillips ni conocen cuáles son los niveles óptimos de las diferentes variables
macroeconómicas. Es decir, no toman sus decisiones con base en plataformas de polı́tica que
anuncian los candidatos, dado que no tienen la capacidad de entender si una plataforma
2
El trabajo de Lewis-Beck (1988) provee evidencia de que el comportamiento electoral de los agentes
depende del comportamiento macroeconómico agregado (sociotropic voting) y no de su situación económica
personal (narrow pocket-book voting).
1 . EL CICLO DE NEGOCIOS POLÍTICO OPORTUNISTA (CNPO) 239
anunciada es óptima o no. Los electores, sin embargo, tienen una idea sobre el desempeño
usual o normal de la economı́a con respecto al cual comparan el desempeño bajo el gobernante
actual. Si el gobernante logra un desempeño de la economı́a mejor con respecto al desempeño
usual o esperado, los individuos reeligen al gobernante, de lo contrario, prefieren elegir a
un candidato diferente. ¿Cómo establecen los electores el desempeño económico usual o
esperado? Si los gobernantes siempre se esfuerzan al máximo por lograr el mejor desempeño
posible, es natural que los electores juzguen la competencia del gobernante de turno con
el desempeño de la economı́a en el pasado. A no ser que el gobierno de turno ofrezca una
explicación muy convincente sobre por qué bajo su gobierno el desempeño de la economı́a
fue peor que en el pasado (por ejemplo por choques externos, desastres naturales u otro tipo
de choques exógenos), entonces los electores culpan al gobierno actual del peor desempeño y
no lo reeligen. En ausencia de un punto de referencia teórico con respecto al cual comparar
el desempeño actual de la economı́a, remitirse a una simple comparación con el desempeño
pasado resulta natural.
Esta forma de modelar el comportamiento de los electores es desde luego una simplifica-
ción que deja de lado muchas sutilezas del proceso electoral. Por ejemplo, suponemos que los
electores sólo toman decisiones teniendo en cuenta el desempeño de la economı́a y no tienen
preferencias ideológicas a favor de un determinado candidato.
A continuación presentamos una versión simplificada del modelo de Nordhaus, basándo-
nos en la exposición de Drazen (2000a).
e) + θ e)2
(πt − π
Lt = (Ut − U , (9.1)
2
donde U e yπ e representan el nivel de desempleo e inflación preferidos por el electorado,
respectivamente y θ es la ponderación relativa que el electorado asigna a desviaciones en la
inflación con respecto a desviaciones en el desempleo.
El número de votos, Nt que obtiene un gobernante interesado en ser reelegido en el año t,
tras gobernar durante cuatro años3 (desde t-3 hasta t), viene dado por la función de votación
3
Suponemos aquı́ que el periodo de un gobernante en el poder consta, por ejemplo, de 4 años, como es el
240 CAPÍTULO 9. LOS CICLOS DE NEGOCIOS POLÍTICOS
retrospectiva N (·):
!
X
3
s
Nt = N β Lt−s + t . (9.2)
s=0
Finalmente, las expectativas de inflación son adaptativas y vienen dadas por la expresión:
∞
X
πte = αJ−1 πt−J .
J=1
caso en democracias como Argentina, Brazil, Colombia y Estados Unidos, entre otras.
1 . EL CICLO DE NEGOCIOS POLÍTICO OPORTUNISTA (CNPO) 241
P
3
basta con encontrar la combinación de polı́ticas que minimizan β s Lt−s . Combinando las
s=0
e=π
ecuaciones (9.1), (9.2), (9.3), y (9.4) y suponiendo, para simplificar el análisis, que U e=
N
U = 0, el problema se reduce a minimizar:
X
3
θ
β s Lt−s = πt2 − (πt − [πt−1 + απt−2 ])
s=0
2
θ 2
+β π − (πt−1 − [πt−2 + απt−3 ])
2 t−1
2 θ 2
+β π − (πt−2 − [πt−3 + απt−4 ])
2 t−2
3 θ 2
+β π − (πt−3 − [πt−4 + απt−5 ]) .
2 t−3
1
πt = .
θ
Dicha secuencia de inflación, óptima desde el punto de vista electoral para el gobernante,
4
Suponemos que el gobernante puede elegir directamente la inflación de la economı́a. Los instrumentos
de polı́tica mediante los cuales el gobernante puede hacerlo no son explı́citos en el modelo pero piense
por ejemplo, que el gobernante puede elegir perfectamente la inflación que desea manipulando la tasa de
crecimiento del dinero.
242 CAPÍTULO 9. LOS CICLOS DE NEGOCIOS POLÍTICOS
πt > πt−1
⇔
1
1>1−
β
1
> 0,
β
Discusión Es importante discutir las predicciones del modelo a la luz de algunos hechos
estilizados que se observan en Estados Unidos y otros paı́ses desarrollados. Tradicionalmente
se observa que la inflación responde con algún rezago a movimientos en la polı́tica moneta-
ria. En este sentido, los efectos inflacionarios de una polı́tica monetaria expansiva en el año
anterior a las elecciones (implementada para explotar la curva de Phillips y maximizar la
probabilidad de reelección) suelen observarse después de las elecciones. Por este motivo, al-
gunas formulaciones alternativas del modelo de Nordhaus (ver por ejemplo, Drazen (2000a))
plantean el modelo en términos de la tasa de crecimiento del dinero µt en lugar de la inflación
πt . La curva de Phillips se expresa en términos del desempleo y la brecha entre la tasa de
crecimiento del dinero y el nivel esperado de ésta variable. Las expectativas de los agentes
para la tasa de crecimiento del dinero son adaptativas y siguen el mismo proceso descrito
para la inflación en el modelo que formulamos. En este caso basta establecer un rezago de
la inflación con respecto a la polı́tica monetaria (πt = µt−1 ) y el ciclo polı́tico en la polı́tica
monetaria implica que los niveles de inflación más elevados se observan en el primer periodo
de cada gobierno (justo después de las elecciones), consecuencia de una polı́tica monetaria
expansiva durante el año electoral. La evidencia empı́rica que presentamos en el recuadro A
se apoya en las predicciones de esta formulación alternativa.
También resulta conveniente mencionar algunas crı́ticas conceptuales al modelo de CN-
PO tradicional de Nordhaus. Una primera crı́tica tiene que ver con el hecho de que el modelo
supone que los gobernantes elegidos democráticamente controlan la polı́tica monetaria. Este
supuesto no es consistente con la existencia en la actualidad de bancos centrales indepen-
dientes cuya continuidad en el poder no está necesariamente asociada al ciclo polı́tico. Sin
embargo, es factible que las autoridades monetarias, incluso en paı́ses con bancos centrales
independientes, estén sujetas a presiones por parte del poder ejecutivo y estén dispuestas a
acomodar la polı́tica monetaria ante presiones del gobierno por estimular la economı́a antes
de las elecciones.
Un problema más profundo está relacionado con el comportamiento de los electores en el
modelo. Estos son ingenuos al formar sus expectativas de manera estrictamente adaptativa
244 CAPÍTULO 9. LOS CICLOS DE NEGOCIOS POLÍTICOS
Es importante resaltar también que las predicciones del modelo no se limitan a casos
en los cuales exista reelección inmediata del gobernante en el poder. Gobernantes pueden
generar CNPO con tal de maximizar la probabilidad de que un miembro de su mismo partido
o coalición sea elegido en las elecciones siguientes.
Para terminar, también es conveniente comparar las implicaciones del CNPO con el rol de
reelección que discutimos en el capı́tulo 5 en el marco del modelo de agencia. En el contexto
del modelo de agencia, el incentivo de reelección disciplina a los gobernantes y los lleva a
extraer menos recursos (en forma de rentas privadas) en comparación con un escenario sin
reelección en el cual los gobernantes se apropian de la mayor cantidad de recursos posible.
En ese contexto, la reelección resuelve parcialmente el problema de agencia y acerca la
polı́tica económica a aquella preferida por los individuos. En el contexto de los CNPO,
los gobernantes eligen la polı́tica económica para satisfacer a los electores y maximizar su
probabilidad de reelección, pero en el proceso generan distorsiones en la polı́tica monetaria
que depende del ciclo electoral y no necesariamente de las condiciones económicas. Las
distorsiones generadas por los CNPO pueden disminuir el bienestar de los electores al generar
una variación innecesaria en el nivel de precios y en las tasas de desempleo. Además, el uso
de la polı́tica monetaria con fines electorales puede conllevar a hiperinflaciones.
1 . EL CICLO DE NEGOCIOS POLÍTICO OPORTUNISTA (CNPO) 245
hay evidencia débil de un CNPO en el crecimiento del dinero sólo en el periodo 1949-1994
(dicho ciclo es más pronunciado en el periodo 1949-1979).
La evidencia empı́rica mencionada anteriormente no arroja evidencia contundente a
favor de un CNPO en los paı́ses de la OECD y en Estados Unidos.
Para el caso colombiano, Escobar (1996) encuentra evidencia de una aceleración en
la actividad económica en el último año de gobierno durante el periodo 1934-1994. Asi-
mismo, la evidencia sugiere que los gobiernos durante este periodo se vieron obligados
a aplicar polı́ticas contraccionistas durante el primer año de gobierno en respuesta a la
expansión provocada por el predecesor en su último año. Lo anterior sugiere la existencia
de un CNPO en la actividad económica durante gran parte del siglo XX en Colombia.
Los resultados para Colombia en relación con los instrumentos de polı́tica no apuntan
hacia la existencia de un CNPO en el comportamiento de la oferta monetaria. Sólo entre
1963-1991(época en que la polı́tica monetaria estaba a cargo de la Junta Monetaria y era
controlada ampliamente por el ejecutivo) se observa un crecimiento de la oferta monetaria
3 % superior al de los otros periodos.
eL ≤ U
U e R,
eL ≥ π
π eR ,
αL ≤ αR .
Para que se generen CNPP, alguna de estas condiciones se debe cumplir con desigualdad
estricta.
248 CAPÍTULO 9. LOS CICLOS DE NEGOCIOS POLÍTICOS
Ut = −πt .
Si sustituimos esta relación en (9.5) podemos calcular la tasa de desempleo que minimiza
la perdida de cada partido:
1 e L − αe
UL = (U π L ),
1+α
1 e R − αe
UR = (U π R ).
1+α
Suponiendo que
eL < U
U e R,
eL > π
π eR ,
αL = αR ,
U L < U R.
Discusión Una vez más, es importante repasar algunas de las crı́ticas que Drazen (2000a)
hace al modelo de Hibbs, algunas similares a las crı́ticas al modelo de Nordhaus. En este
modelo la existencia de un ciclo polı́tico se basa en el hecho de que los gobernantes pueden
moverse a lo largo de una curva de Phillips. Esto, como discutimos, implica en muchos casos
un comportamiento “irracional” por parte de los electores que son sorprendidos repetida-
mente por las autoridades monetarias. A pesar de que en nuestra presentación del modelo
2 . EL CICLO DE NEGOCIOS POLÍTICO PARTIDISTA (CNPP) 249
de Hibbs consideramos una curva de Phillips muy básica, la lógica detrás del trade-off entre
desempleo e inflación es muy simple; los gobernantes sólo pueden explotar la relación nega-
tiva entre inflación y desempleo generando una inflación no anticipada por los agentes. Esto
puede hacerse de manera sistemática si los agentes tienen expectativas adaptativas, como en
efecto propone Hibbs.
La existencia de CNPP bajo expectativas racionales es estudiada por (Alesina, 1987)
cuyo modelo presentamos a continuación.
eL ≤ U
U e R,
eL ≥ π
π eR ,
αL ≤ αR ,
250 CAPÍTULO 9. LOS CICLOS DE NEGOCIOS POLÍTICOS
donde alguna de las condiciones anteriores debe cumplirse con desigualdad estricta para
que surjan CNPP.
El cambio más importante en este modelo consiste en suponer, a diferencia de los modelos
de Nordhaus y Hibbs, que las expectativas son racionales y no adaptativas. Es decir:
Los agentes forman sus expectativas de inflación para el periodo t con base en la in-
formación disponible hasta el periodo t − 1. Conociendo las expectativas de los agentes, el
gobernante elige la tasa de inflación que minimice la función de pérdida (9.6) para los dos
periodos de su mandato (t y t + 1) sujeto a la existencia de la siguiente curva de Phillips que
describe la estructura de la economı́a:
Ut = U N − (πt − πte ).
Las expectativas de inflación para la primera mitad de cada gobierno dependen de las
expectativas que tienen los agentes con respecto a qué partido va a ganar las elecciones (dado
que los agentes saben que gobernantes de diferentes partidos tienen preferencias distintas
con respecto a la inflación y al desempleo). Dado que las expectativas son racionales, las
expectativas de inflación para dicho periodo corresponden a la suma ponderada de la polı́tica
preferida por cada partido, donde la ponderación viene dada por la probabilidad de que cada
partido gane las elecciones. Es decir:
donde q L es la probabilidad de que el partido de izquierda gane las elecciones. πtL y πtR son las
polı́ticas óptimas de los partidos para la primera mitad del periodo y dependen no sólo de sus
preferencias partidistas sino también de la probabilidad de ganar la elección (dado que las
polı́ticas óptimas dependen de πte ). Note que si el resultado electoral es totalmente conocido
(q L = 1 o q L = 0), las expectativas con respecto a la inflación para la primera mitad del
gobierno son perfectas y los gobernantes no pueden explotar la curva de Phillips. Sin embargo,
si existe algún grado de incertidumbre con respecto al resultado electoral (0 < q L < 1), la
inflación esperada para la primera mitad de cada gobierno se encuentra siempre entre la
inflación óptima de los dos partidos. Esto da origen a una sorpresa inflacionaria positiva (y
por ende a un CNPP) si el partido de izquierda gana las elecciones (generando un desempleo
inferior al nivel natural) y una sorpresa inflacionaria negativa si el partido de derecha gana
las elecciones (lo cual implica una tasa de desempleo por encima de la tasa natural).
Por otro lado, las expectativas de inflación para la segunda mitad de gobierno siempre
2 . EL CICLO DE NEGOCIOS POLÍTICO PARTIDISTA (CNPP) 251
son perfectas puesto que en la primera mitad de gobierno (cuando los agentes forman sus
expectativas de inflación para el siguiente periodo) los agentes saben con certeza qué partido
estará en el poder en la segunda mitad. Lo anterior implica que los gobernantes nunca pueden
generar ciclos de negocios polı́ticos en la segunda mitad de sus gobiernos puesto que para este
periodo las expectativas de los agentes son perfectas y los gobernantes no pueden explotar
la curva de Phillips.
En sı́ntesis, el modelo de Alesina predice la existencia de un CNPP en la primera mitad
de los gobiernos asociado a la incertidumbre electoral (sube la inflación y cae el desempleo
cuando gana el partido de izquierda y viceversa cuando gana el partido de derecha). Asimis-
mo, en la segunda mitad del periodo, no se observan fluctuaciones en la actividad económica
real (producción y desempleo) dado que para el segundo periodo ya se conoce el partido que
se encuentra en el poder y los agentes anticipan perfectamente la polı́tica a implementarse.
Esto constituye una diferencia muy importante con el modelo de Hibbs en el cual la actividad
económica es superior en los gobiernos de izquierda durante todo el periodo de gobierno (y
no sólo durante la primera mitad).
Discusión Para evaluar la relevancia del modelo de Alesina es conveniente analizar los
mecanismos microeconómicos a través de los cuales sorpresas inflacionarias generan aumentos
en la producción y caı́das en el desempleo. El mecanismo más común señalado en la literatura
es el de salarios nominales rı́gidos. Por ejemplo, en el marco del modelo de Alesina, los
trabajadores, junto con los empleadores, fijan los salarios nominales para la primera mitad del
periodo de gobierno antes de las elecciones (con base en sus expectativas de inflación). Como
consecuencia, una sorpresa inflacionaria positiva asociada a la subida al poder del partido de
izquierda implica una caı́da en el salario real con respecto al inicialmente negociado, lo cual
incrementa la demanda de trabajo y disminuye el desempleo. Sin embargo, este mecanismo
se enfrenta a una posible crı́tica. Si fijar salarios nominales antes de las elecciones puede
conllevar a cambios tan marcados en la actividad económica y en los salarios reales es de
esperar que los trabajadores, que conocen la fecha de las elecciones, decidan negociar sus
salarios nominales después de las elecciones una vez saben qué partido está en el poder.
Un segundo elemento tiene que ver con la relación entre la incertidumbre electoral y los
ciclos polı́ticos. En particular, el modelo predice una correlación positiva entre la magnitud
de la incertidumbre electoral y las fluctuaciones en la actividad económica. A medida que
q L se aproxima a 1 o a 0, las fluctuaciones deben ser muy leves y deben ser de mayor mag-
nitud cuando q L = 12 . Sin embargo, esta predicción parece no ser consistente con evidencia
anecdótica (por ejemplo, en las elecciones de Estados Unidos de 1964, cuando la victoria de
Lyndon Johnson era anticipada se observó un crecimiento del PNB real cercano al 5.8 % du-
252 CAPÍTULO 9. LOS CICLOS DE NEGOCIOS POLÍTICOS
rante los primeros dos años de la administración – el mayor registrado en una administración
demócrata).
En el recuadro B repasamos la evidencia empı́rica disponible para los CNPP.
a los de los gobiernos republicanos. Sin embargo, la inflación tiende a ser creciente durante
gobiernos demócratas al tiempo que tiende a se decreciente bajo gobiernos republicanos.
Para el caso colombiano, Escobar (1996) explora también la existencia de CNPP,
considerando los partidos liberal y conservador. Los estatutos de cada partido permiten
identificar al partido liberal con lo que en los modelos expuestos anteriormente hemos
denominado el partido de “izquierda” al tiempo que el partido conservador correspon-
derı́a a lo que en nuestros modelos es el partido de “derecha”. De dichos estatutos se
observa que el partido liberal se autoproclama el partido de las clases más bajas y aboga
decididamente por la intervención del gobierno en la economı́a en aras de lograr una
mejor calidad de vida para las clases medias y proletarias. El partido conservador por su
parte, defiende la propiedad privada y señala que el Estado debe garantizar la máxima
libertad para la actividad económica (sugiriendo una menor intervención del gobierno en
el funcionamiento de la economı́a). De lo anterior se esperarı́a que los gobiernos liberales
tiendan a generar un menor desempleo y una mayor inflación mientras que lo contrario
deberı́a observarse para gobiernos conservadores.
Los datos para el caso colombiano no sugieren la existencia de un CNPP en la ac-
tividad económica. De hecho, durante el periodo 1934-1994 la economı́a, en promedio,
ha crecido más durante gobiernos conservadores (4.2 %) que durante gobiernos libera-
les (3.6 %) (contrario a las predicciones de los modelos presentados anteriormente). Sin
embargo, el comportamiento de la inflación y de los instrumentos de polı́tica monetaria
sı́ sugieren un comportamiento en lı́nea con las predicciones de los modelos de CNPP
que discutimos en esta sección. La inflación, al igual que el crecimiento de la oferta mo-
netaria, han sido en promedio mayores durante los gobiernos liberales en comparación
con los gobiernos conservadores.
punto más alto durante el año electoral, como consecuencia de la sorpresa inflacionaria
generada para explotar la curva de Philips y reducir el desempleo.
Las Figuras 9.3 y 9.4 ilustran las predicciones del CNPP de Hibbs. Dicho modelo sugiere la
existencia de un ciclo de negocios polı́tico en el cual el desempleo tiende a ser menor durante
los gobiernos de izquierda que durante los gobiernos de derecha, al tiempo que la inflación
tiende a ser menor durante los gobiernos de derecha en comparación con los gobiernos de
izquierda. Más importante aún, nótese que el modelo de Hibbs predice fluctuaciones en las
diferentes variables macroeconómicas sólo en aquellos casos en los cuales cambie el partido
que está en el poder. Si un sólo partido permanece en el poder indefinidamente, no se observan
fluctuaciones en las variables macroeconómicas y estas permanecen en el nivel preferido por
dicho partido.
Finalmente las Figuras 9.5 y 9.6 ilustran el comportamiento de las variables macro-
económicas predicho por el modelo racional de Alesina. El desempleo sólo se desvı́a de su
nivel natural durante la primera mitad de los gobiernos (se ubica por debajo de la tasa na-
tural si el partido de izquierda gana las elecciones y por encima si el partido de derecha es el
ganador). Durante la segunda mitad de los gobiernos, el desempleo se encuentra en su nivel
natural sin importar qué partido esté en el poder, dado que en este periodo ningún gober-
nante puede explotar la curva de Phillips. La inflación, por otro lado, es sistemáticamente
más elevada durante gobiernos de izquierda que durante gobiernos de derecha.
3 . LOS CICLOS DE NEGOCIOS POLÍTICOS EN UN GRÁFICO 255
Inflación
UR
UL
Inflación
πL
πR
UN
1 1 1 1
t
2 Elecciones 2 Elecciones 2 Elecciones 2 Elecciones
de periodo
4 . CICLOS DE NEGOCIOS POLÍTICOS Y POLÍTICA FISCAL 257
πL
πR
1 1 1 1
t
2 Elecciones 2 Elecciones 2 Elecciones 2 Elecciones
de periodo
uso de la polı́tica fiscal con fines electorales. Tufte (1975) analiza algunas elecciones presi-
denciales en los Estados Unidos y encuentra que los gobiernos manipulan las transferencias
y pagos a los ciudadanos de tal forma que los pagos lleguen a los electores justo antes de
las elecciones. En este contexto, las elecciones de 1972, a partir de las cuales Richard Nixon
fue llamado por Rogoff “el héroe de todos los tiempos de los Ciclos de Negocios Polı́ticos”
son particularmente ilustrativas. Si bien en 1970 el presupuesto se encontraba balanceado,
el déficit presupuestal bajo la administración Nixon ascendió a $10 billones en 1971 y a $12
billones en 1972. En 1971, los beneficios por concepto de Seguridad Social aumentaron al
igual que las exenciones personales de impuestos. En 1972 la manipulación electoral de la
polı́tica fue aún más alarmante pues 2 semanas antes de las elecciones, el presidente Nixon
envió una carta a cerca de 25 millones de receptores de Seguridad Social. Bajo el encabezado
“Mayores pagos de Seguridad Social,” la carta decı́a:
Este no parece ser un episodio aislado; Alesina (1988a) y Alesina y cols. (1992) encuen-
tran evidencia de un ciclo electoral en las transferencias del gobierno (como %del PNB),
particularmente antes de 1980.
Para el caso mexicano, González (2002) analiza el impacto del calendario electoral sobre la
polı́tica fiscal entre 1957 y 1997. La evidencia sugiere que el gobierno aumenta el gasto público
en infraestructura antes de las elecciones de manera sistemática. También hay evidencia de
un ciclo electoral en las transferencias directas a la población aunque dicho ciclo es menos
pronunciado en relación con el observado para el gasto en infraestructura.
Lo anterior apunta hacia la necesidad de desarrollar modelos en los cuales la polı́tica
fiscal juegue un rol mucho más activo en la determinación de los ciclos de negocios polı́ticos.
Los tres modelos clásicos que discutimos anteriormente hacen demasiado énfasis en el uso
activo de la polı́tica monetaria como instrumento de manipulación polı́tica y no incorporan
de manera explı́cita el rol que puede jugar la polı́tica fiscal en dicho proceso. Drazen (2000a)
propone un modelo en el cual los gobernantes generan una polı́tica fiscal expansiva en el año
pre-electoral. Ante dicha polı́tica, la autoridad monetaria independiente responde con una
5
Citado en Drazen (2000a). Traducción libre.
4 . CICLOS DE NEGOCIOS POLÍTICOS Y POLÍTICA FISCAL 259
polı́tica monetaria también expansiva para acomodar el aumento en el gasto público y evitar
movimientos en la tasa de interés6 La diferencia fundamental es que en este caso la polı́tica
fiscal juega un rol activo mientras que la polı́tica monetaria juega un rol pasivo y se limita a
acomodar cambios en la polı́tica fiscal. Este modelo es atractivo pues logra reconciliar alguna
de la evidencia empı́rica con respecto a cambios en la polı́tica monetaria y en la polı́tica fiscal
a lo largo del ciclo electoral.
Sin embargo, algunos de los avances teóricos en esta dirección están sujetos también a
diversos cuestionamientos conceptuales. Los modelo de ciclos de negocios polı́ticos fiscales
sugieren que los gobernantes llevan a cabo polı́ticas fiscales expansivas antes de las elecciones
con el fin de estimular la actividad económica y obtener los votos de electores retrospectivos.
Dichos modelos dependen de electores que “recompensan” electoralmente a gobernantes que
estimulan la economı́a a través de un aumento en el gasto público y como resultado, un
mayor déficit fiscal. En este sentido, los electores son “irracionales” y no perciben los efectos
deficitarios de polı́ticas fiscales expansivas (al igual que no perciben los efectos inflacionarios
de polı́ticas monetarias expansivas en el modelo de Nordhaus). K. Rogoff (1990) justifica la
racionalidad de este comportamiento por parte de los electores, al considerar que cambios en
la polı́tica fiscal generan una señal con respecto a la calidad o competencia del gobernante
(algo que ya discutimos en el capı́tulo 5 en el contexto del modelo de agencia). Sólo gober-
nantes muy competentes están dispuestos o son capaces de administrar un déficit fiscal que
ellos mismos generan.
Drazen y Eslava (2005) contribuyen a esta discusión con un modelo en el cual los electores
son fiscalmente “conservadores” y castigan a gobernantes que implementen polı́ticas que
conlleven a un aumento en el déficit fiscal y en el endeudamiento público. De hecho, la
evidencia empı́rica sugiere que al eliminar de la muestra a las “nuevas democracias”, no hay
evidencia de incrementos pre-electorales en el gasto público o en el déficit fiscal. La evidencia
para Colombia presentada por Escobar (1996) y Drazen y Eslava (2005) tampoco encuentra
evidencia de movimientos en el nivel agregado de gasto público antes de las elecciones.7
¿Cómo reconciliar la existencia de electores fiscalmente conservadores con la idea de que los
gobernantes manipulan la polı́tica fiscal con fines electorales? Drazen y Eslava (2005) apuntan
hacia la recomposición del gasto (más que a cambios en su magnitud) como el instrumento a
través del cual los polı́ticos manipulan la polı́tica fiscal con fines polı́ticos. Ciertos rubros del
6
Citando el contexto de Estados Unidos, Woolley (1984) y Beck (1987) argumentan que la autoridad
monetaria acomoda cambios en la polı́tica fiscal precisamente para evitar movimientos en la tasa de interés
en el año electoral, que generen la percepción de que es la autoridad monetaria quien utiliza la tasa de interés
con fines polı́ticos.
7
Sin embargo, la evidencia para Colombia se concentra en el periodo en el cual la reelección inmediata
del presidente no era posible.
260 CAPÍTULO 9. LOS CICLOS DE NEGOCIOS POLÍTICOS
gasto público son más visibles y pueden ser focalizados hacia grupos de electores pivotales en
el resultado electoral. De esta forma, una recomposición pre-electoral del gasto público que
incremente algunos rubros “populares” entre el electorado al tiempo que reduce otros rubros
de menor visibilidad, logra el objetivo de satisfacer a votantes fiscalmente conservadores (los
electores reciben más bienes públicos pero no aumenta el gasto agregado). Los resultados
econométricos de Drazen y Eslava (2005) para Colombia arrojan evidencia a favor de este
fenómeno. Analizando las elecciones locales de alcalde para el periodo 1987-2005, los autores
encuentran evidencia de un incremento preelectoral en rubros como gasto en infraestructura
(que incluye construcción de carreteras, acueductos y plantas de energı́a) al tiempo que
rubros como el pago de intereses y pagos a empleados temporales tienden a disminuir antes
de las elecciones.
5. Conclusiones
Los ciclos de negocios polı́ticos constituyen uno de los campos más importantes en la
“nueva economı́a polı́tica”. Para su estudio es necesario acudir a muchos de los supuestos y
conceptos que hemos discutido a lo largo del libro. Por un lado, los ciclos de negocios polı́ticos
parten de la existencia de gobernantes cuya función objetivo no necesariamente coincide con
la del resto de la sociedad. De igual forma, los ciclos de negocios polı́ticos pueden ser el
resultado de motivaciones tanto oportunistas como partidistas por parte de los gobernantes.
En este sentido, los ciclos de negocios polı́ticos constituyen un tema ideal para ilustrar el
enfoque del libro al reflejar la manera en la cual la polı́tica puede afectar la determinación de
la polı́tica económica. Si bien las contribuciones seminales en esta dirección apuntan hacia
la polı́tica monetaria como el instrumento de manipulación polı́tica más importante, los
trabajos más recientes se han concentrado en el papel que juega la polı́tica fiscal. Más allá del
instrumento de polı́tica relevante, o de los supuestos de distintos modelos con respecto a la
racionalidad o a las expectativas de los electores, los intereses electorales de los gobernantes
constituyen un tema fundamental que amerita ser tenido en cuenta a la hora de formular
recomendaciones de polı́tica.
El estudio de ciclos de negocios polı́ticos sugiere que el análisis del rol de las elecciones
en la polı́tica económica es complejo. En el contexto del modelo de agencia, las elecciones
disciplinan a los polı́ticos pues generan incentivos para que estos no se apropien de rentas tan
elevadas. En este contexto las elecciones acercan la polı́tica al óptimo social. En el contexto
de los ciclos de negocios polı́ticos, las elecciones llevan a los polı́ticos a manipular la polı́tica
macroeconómica según sus intereses polı́ticos (y no según los fundamentales de la economı́a)
en el año electoral, lo cual genera distorsiones y aleja potencialmente a la polı́tica del óptimo
5 . CONCLUSIONES 261
social.
262 CAPÍTULO 9. LOS CICLOS DE NEGOCIOS POLÍTICOS
Capı́tulo 10
La maldición de recursos
En este capı́tulo argumentamos que los incentivos polı́ticos son cruciales para determinar
si un boom de recursos se convierte en una bendición o una maldición para una sociedad.
Nuestra discusión sirve para dar un ejemplo adicional que ilustra la utilidad de algunas de las
herramientas analı́ticas presentadas en los primeros capı́tulos del libro, ası́ como la validez
del enfoque de la nueva economı́a polı́tica, que ubica a los incentivos e instituciones polı́ticos
en un lugar central para explicar la adopción de polı́ticas económicas ineficientes por parte
de las sociedades.
En este caso concreto, nos ocupamos del caso de la abundancia de recursos naturales.
Aunque a primera vista dicha abundancia puede parecer una bendición para el desarrollo y
funcionamiento económico de un paı́s, existen muchos argumentos que indican exactamente
lo contrario.
El capı́tulo explora inicialmente la “enfermedad holandesa”, un argumento fundamental-
mente económico, según el cual la abundancia de recursos, lejos de ser una bendición, puede
convertirse en una maldición. A pesar de su popularidad, el modelo estrictamente económico
de la maldición de recursos enfrenta un problema fundamental: si las leyes de la economı́a
operan en todos los paı́ses, ¿por qué sólo en algunos la abundancia de recursos se convierte
en una maldición?
Por lo anterior, posteriormente mostramos un par de modelos que consideran el papel de
los incentivos polı́ticos en convertir a la riqueza de recursos en una “enfermedad” para una
sociedad.
263
264 CAPÍTULO 10. LA MALDICIÓN DE RECURSOS
no transables (ver, por ejemplo, Sachs y Larrain (1994, Cap. 21), cuya exposición seguimos
a continuación). La producción de bienes transables (QT ) y de bienes no transables (QN ) es
una función lineal del trabajo empleado en cada sector (LT y LN , respectivamente):
QT = aT LT ,
QN = aN LN .
w w
PT = y PN = .
aT aN
Es decir, los trabajadores en cada sector reciben como remuneración salarial el valor de su
productividad marginal. Note que lo anterior también implica que la pendiente de la frontera
de posibilidades de producción, − aaNT , es equivalente al negativo de la relación entre el precio
de los bienes transables y no transables − PPNT . La relación PPNT es adeḿas una medida del “tipo
de cambio real”, pues indica cuántas unidades de bienes no transables pueden comprarse con
los ingresos provenientes de la venta de una unidad de bien transable.
Suponga que la absorción o demanda total de la economı́a (A) es simplemente la suma
(ponderada por los precios respectivos) del consumo (C) de bienes transables y no transables:
A = PT C T + PN C N .
aN L
∂QN
∂QT
= − aaN
T
= − PPN
T
aT L QT
1
aN L Pendiente= α
Q N = CN Déficit comercial
Q N = CN Equilibrio externo
Q N = CN Superávit comercial
aT L QT
1
Pendiente= α
Equilibrio final
Q N = CN Equilibrio inicial
QT
Aumento en Boom de recursos
producción
de transables
ejemplo, las manufacturas) diferentes a los del sector en boom (por ejemplo, el petróleo) cae
en comparación con el equilibrio inicial.
La razón es que el incremento en la demanda como consecuencia de la mayor riqueza
del paı́s genera un mayor consumo de bienes transables y no transables. Como la demanda
por los bienes no transables sólo puede satisfacerse con oferta interna, para aumentar la
producción de no transables se desplazan recursos del sector transable al no transable. La
mayor demanda por transables se satisface entre tanto con mayores importaciones que se
pueden pagar con la nueva riqueza. Esta contracción a la que hace referencia la “enfermedad
holandesa” puede ser problemática en caso de que el boom resulte transitorio. Un sector
clave en el desarrollo como las manufacturas puede sufrir un estancamiento importante en
paı́ses que son “bendecidos” con un boom de recursos.
A pesar del argumento de la enfermedad holandesa, lo cierto es que no todos los paı́ses
que se ven ”bendecidos” con un auge en sus recursos naturales sufren una debacle en el
resto de su economı́a. En efecto, Sachs y Larrain (1994) mencionan el caso de Noruega y
el descubrimiento de yacimientos de petróleo al presentar el tema de la enfermedad holan-
desa. Difı́cilmente podrı́amos decir que Noruega es una economı́a “enferma”, en tanto que
otras economı́as con grandes reservas de petróleo, como por ejemplo la venezolana, en efecto
enfrentan muchos problemas.
En este capı́tulo argumentamos que lo más importante para determinar la suerte de un
paı́s que se ve favorecido con un boom de recursos es el tipo de incentivos polı́ticos presentes.
Presentamos dos ideas en esta lı́nea: las de Torvik (2002) y Robinson, Torvik, y Verdier
(2006).
de trabajo para producir una unidad del bien; un sector moderno que produce con retornos
crecientes a escala, requiriendo un empresario y un costo fijo F, donde cada unidad adicional
de trabajo produce α > 1 unidades del bien final; y el sector de búsqueda de rentas al que
pueden dedicarse también los empresarios.
Dado que el número de empresarios es igual al número de bienes, hay máximo una firma
con retornos crecientes a escala produciendo cada bien. Cada firma moderna es entonces un
monopolio que cobra el mayor precio posible. Este precio es 1, pues es el precio cobrado por
las firmas competidoras del sector atrasado (que operan en competencia perfecta, y producen
cada bien a un costo unitario). El salario pagado por las firmas modernas es también el menor
necesario para atraer trabajadores. De nuevo, este salario es igual a 1 pues es el pagado por las
firmas atrasadas. Además, las firmas modernas deben pagar una fracción t de su producción
como impuestos (o, si se quiere, como sobornos para obtener permisos de producción).
Ası́, recordando el costo fijo de F y la producción de α bienes por trabajador en este
sector, cuando las ventas son y los beneficios de una firma del sector moderno están dados
por:
y
π = y − − ty − F
α
α−1
=y −t −F (10.1)
α
= y(τ − t) − F.
α−1
donde se define τ = α
, una función creciente de α.
Esta economı́a carece de un contexto institucional y legal fuerte, por lo que quienes se
dedican a la búsqueda de rentas pueden capturar la totalidad del ingreso del sector público,
es decir el recurso natural y los impuestos. El número de empresarios que se involucran en la
búsqueda de rentas es G y el número de empresarios dedicados a la producción en el sector
moderno es (1 − G). El supuesto crucial es que la búsqueda de rentas requiere de talento
empresarial, un insumo escaso en la economı́a.
Las rentas disponibles para ser capturadas son:
Dado que G empresarios se dedican a capturar estas rentas disponibles, cada uno se puede
apropiar (o tiene un ingreso esperado) de:
πT
πG = . (10.3)
G
2 . TEORÍAS DE BÚSQUEDA DE RENTAS 269
Para que esta economı́a se encuentre en equilibrio, se deben cumplir dos condiciones.
La primera es que la asignación de empresarios a cada actividad (producción moderna y
búsqueda de rentas) debe ser tal que no haya incentivos para que los empresarios quieran
cambiar de actividad. Esto implica que el pago esperado de la búsqueda de rentas debe ser
igual al pago recibido en el sector moderno:
π = πG . (10.4)
y + R = L + (1 − G)π + π T . (10.5)
α [L − (1 − G)F ]
y= = y(G). (10.6)
1 + +G(α − 1)
π = (τ − t)y(G) − F = π(G),
π 0 (G) = (τ − t)y 0 (G) < 0, (10.7)
π 00 (G) = (τ − t)y 00 (G) > 0.
Note que a medida que aumenta el número de empresarios dedicado a la búsqueda de rentas
(cuando sube G), cae π(G). La razón es que con una caı́da en el número de firmas modernas,
se reduce el ingreso y la demanda. En consecuencia, hay menores beneficios para las firmas
restantes. Es decir, la pendiente negativa de π(G) es el resultado de una externalidad de la
demanda. Suponemos que π(1) > 0 para que haya beneficios en producción con rendimientos
270 CAPÍTULO 10. LA MALDICIÓN DE RECURSOS
crecientes a escala, inclusive cuando hay una única firma en el sector moderno.
Pasando a los beneficios de buscar rentas, reemplazando los resultados de las ecuaciones
(10.2) y (10.6) en (10.3), se obtiene:
t(1 − G)y(G) + R
πG = = πG (G), (10.8)
G
donde
0 −ty(G)G − t(1 − G)[y(G) − y 0 (G)G] − R
πG (G) = < 0. (10.9)
G2
La curva de beneficios para los buscadores de rentas tiene pendiente negativa por tres mo-
tivos: en primer lugar, un mayor número de empresarios dedicados a buscar rentas significa
que la fracción que le corresponde a cada uno es menor; en segundo lugar, un mayor número
de empresarios buscando rentas significa un menor número de firmas modernas y, conse-
cuentemente, una menor base para cobrar impuestos; finalmente, con menos firmas cae la
producción de cada firma, disminuyendo la cantidad de impuestos pagados individualmen-
te. Ası́, los beneficios de la búsqueda de rentas es creciente en el número de empresarios
dedicados a la producción.
En la figura 10.4 se muestra el caso en que R < (τ − t)L − F , tal que π(1) > πG (1). En
este caso, existe un equilibrio interior estable, representado por el punto A en la figura. Si
π(1) < πG (1), en cambio, la esquina G = 1 es un equilibrio estable, pues es más beneficioso
dedicarse a la búsqueda de rentas, inclusive si éstas deben ser repartidas entre todos los
empresarios y la única fuente de ingresos del sector público es el recurso natural. En este
último caso no hay producción moderna.
La figura 10.4 también ilustra cómo un incremento en la cantidad de recursos naturales
disminuye el ingreso total y el bienestar. El incremento en R desplaza la curva πG hacia la
derecha. El nuevo equilibrio se encuentra en el punto E, que implica un número mayor de
buscadores de rentas (menor de firmas modernas). El ingreso laboral permanece constante,
dado que el salario pagado por los dos sectores es igual, pero los beneficios totales dismi-
nuyen por la reducción de la cantidad de firmas modernas. Además, la producción total,
y, disminuye en mayor proporción que el incremento en el recurso natural R, por lo que el
cambio neto en el ingreso total es negativo.
El movimiento total del equilibrio desde A hasta E se puede entender mejor en varios
pasos. Cuando sube R, para una cantidad fija de G, se incrementa el retorno de participar
en las actividades de búsqueda de rentas. Esta es la brecha que se abre entre los puntos
A y B. Esta brecha motiva a más empresarios a entrar al sector de búsqueda de rentas.
En un punto como C, hay suficientes buscadores de rentas como para que se igualen los
beneficios de búsqueda de rentas con el que se obtenı́a originalmente en la producción, en el
2 . TEORÍAS DE BÚSQUEDA DE RENTAS 271
π, πG
πG
π B
C
A
E
D
1 G
punto A. Pero la cosa no para ahı́. Puesto que creció G y el beneficio en la producción es
decreciente en G como consecuencia de la externalidad en la demanda, ahora el beneficio de
ser un empresario-productor cae hasta un punto como D. Es decir, persisten los incentivos de
seguir trasladándose al sector de búsqueda de rentas, en una especie de efecto multiplicador
del boom de recursos.
Ası́, en la teorı́a de Torvik (2002) la combinación de búsqueda de rentas y la externalidad
de la demanda hace que la abundancia de recursos naturales pueda reducir el ingreso total
y el bienestar en una economı́a. Como los emprendedores son escasos, es perjudicial que se
desvı́en de actividades productivas para buscar rentas. Igualmente, la posibilidad de capturar
rentas es el resultado de la debilidad institucional. Ası́, este modelo puede explicar el que
algunas sociedades con recursos naturales abundantes no sufran de la “maldición de los
recursos naturales”, ya que cuando los empresarios carecen del poder para apoderarse de las
rentas, desviarse de las actividades productivas no resulta interesante.
Vale la pena concluir citando un trabajo similar de Lane y Tornell (1999). Estos autores
suponen que hay dos sectores productivos: uno formal (sujeto a impuestos) y uno informal
(evasor de impuestos). Igual que en Torvik (2002), hay instituciones débiles que permiten
que grupos poderosos se apropien de rentas, pero en este caso lo hacen a través de la tasa
272 CAPÍTULO 10. LA MALDICIÓN DE RECURSOS
para los polı́ticos de permanecer en el poder. Ello los lleva a invertir más recursos para ese fin
y, en equilibrio, incrementar la probabilidad de permanecer en el poder. Por ello, el polı́tico
tiende a preocuparse más por el stock futuro de recursos y la extracción de recursos naturales
se acerca más a la socialmente eficiente. Tercero, los booms permanentes de recursos empeo-
ran la asignación de recursos en el resto de la economı́a. Dado que con un boom el polı́tico
tiene mayor interés en permancer en el poder, el empleo público se incrementa y se desvı́an
más recursos del sector privado hacia el sector público, que se supone menos productivo.
Finalmente, el impacto de los booms de recursos sobre la economı́a depende crucialmente de
las instituciones del paı́s, pues éstas pueden mitigar o exacerbar los incentivos polı́ticos de
los booms de recursos naturales, convirtiéndolos en una bendición o una maldición.
3 .1. El modelo
Considere el siguiente modelo de votación probabilı́stica de dos periodos para estudiar los
efectos de los booms de recursos. Dos polı́ticos, A y B, compiten en la contienda electoral y
tienen como objetivo maximizar su bienestar, el cual depende en parte de su propia utilidad
y en parte de la utilidad del grupo de votantes a quienes representan, que denotaremos
también por A y B. Ası́, los partidos son parcialmente oportunistas (maximizan su propia
utilidad) y en parte “partidistas” (maximizan la utilidad de un agente representativo del
grupo a quien representan). En este sentido, este modelo permite analizar tanto el papel de
las polı́ticas partidistas como el problema de agencia.
Por simplicidad, suponga que la población total de electores se normaliza a 1, y que en
cada grupo de la sociedad (A y B) es de tamaño 21 . En el primer periodo, uno de los polı́ticos
detenta el poder, pero enfrenta una elección al final del periodo, en la que se define quien
tiene el poder en el segundo y último periodo.
Suponga además que existe una dotación de recursos naturales, cuyo precio para cada
periodo (1 y 2) viene dado por el vector (p1 , p2 ). Los precios se determinan en los mercados
internacionales del producto y (suponemos) que son tomados como dados por el paı́s en
consideración1 . Para examinar las consecuencias de booms temporales y permanentes de
recursos, más adelante se considerarán variaciones exógenas en esta senda de precios.
El acervo de recursos con que cuenta esta sociedad puede explotarse antes o después de
las elecciones. Denotaremos por e a la cantidad de recursos extraı́da en el primer periodo y
supondremos que después de las elecciones habrá una cantidad R (e) remanente del recurso,
con R0 < 0 y R00 < 0. Es decir, aumentar la explotación actual reduce la cantidad disponible
1
Evidentemente, éste no es el caso para algunos paı́ses que exportan recursos naturales. No obstante,
nosotros no examinaremos el problema de la fijación monopolı́stica de precios o mediante carteles, por lo
que este supuesto resulta adecuado para facilitar el análisis.
274 CAPÍTULO 10. LA MALDICIÓN DE RECURSOS
Para terminar, y en lı́nea con el modelo de votación probabilı́stica, cada individuo i tiene
un sesgo ideológico σ i hacia el polı́tico que se encuentra en el poder (que supondremos es el
3 . LA MALDICIÓN POLÍTICA DE LOS RECURSOS 275
polı́tico A). Además, como en el capı́tulo 4, existe un sesgo agregado de popularidad θ por
el polı́tico que detenta el poder. En este contexto, y siendo Zti (P ) el ingreso del individuo si
gana el partido P , el individuo i apoya al polı́tico de turno (i.e. A) si:
Segundo periodo
Para empezar, resolvemos el juego descrito por inducción hacia atrás con el fin de encon-
trar las polı́ticas creı́bles. Para ello, estudiamos la decisión del polı́tico que llega al poder en
el segundo periodo y debe establecer despidos, salarios y contrataciones, a la vez que extrae
el remanente del recurso natural.
Considere el beneficio y el costo marginal de contratar nuevas personas para el sector
público. El costo marginal para el polı́tico es igual al pago de salarios que debe hacer por la
nueva contratación, y el beneficio marginal es la mayor utilidad que recibe por el hecho de que
el individuo aumente sus ingresos salariales. No obstante, con α < 1 el costo es mayor que el
beneficio en la decisión de contratar individuos del mismo grupo. Para el caso de individuos
que no pertenecen al mismo grupo del polı́tico desaparece además el beneficio indirecto por
los mayores ingresos de los individuos. Por este motivo, no hay nuevas contrataciones en el
segundo periodo.
276 CAPÍTULO 10. LA MALDICIÓN DE RECURSOS
Robinson y cols. (2006) señalan que el caso más interesante del modelo es aquel en el
cual se cumple la condición F > H, que dice que el costo de ser despedido es mayor que
2
La propuesta de Nash para solucionar este tipo de problemas de negociación consiste en que la solución
de negociación es aquella que maximiza la multiplicatoria de las desviaciones de las utilidades de cada agente
involucrado con respecto a su utilidad de status quo. Siempre y cuando dicha solución deje a las dos partes
mejor que en el status quo, la solución se implementa. Esta solución satisface algunas propiedades deseables
y es comúnmente aplicada para estudiar problemas de negociación.
3 . LA MALDICIÓN POLÍTICA DE LOS RECURSOS 277
(2α − 1)(F − H)
W2∗ = W2i∗ (i) = .
2(1 − α)
Si la condición F > H no se cumple, el polı́tico de turno no puede afectar su probabilidad
de reelección con esta forma de clientelismo, pues la negociación no llegarı́a a un acuerdo en
el segundo periodo.Un supuesto adicional es que α > 1/2, pues sólo ası́ se obtiene un salario
positivo en el segundo periodo del modelo.
En el caso de la renegociación con un miembro del grupo B, el problema es análogo
con la diferencia de que al polı́tico no le importa la utilidad del individuo. Por lo tanto, el
∗
salario óptimo como resultado del proceso de negociación (W2B (A)) es aquel que resuelve el
problema:
Probabilidad de reelección
En resumen, hasta el momento hemos encontrado que, después de la elección, los polı́ticos
renegocian el salario con los individuos de su propio grupo, despiden a los del otro grupo, y no
hacen ninguna nueva contratación. Recuerde que supusimos que el polı́tico que se encuentra
en el poder en el periodo 1 es A. Examinemos entonces ahora la toma de decisiones de los
polı́ticos en el primer periodo. Para ello, empecemos por encontrar la fracción de electores
de cada grupo que votan por A con las técnicas explicadas en el capı́tulo 4.
Sabemos que un individuo i en el grupo B vota por A si Z2i (A) + σ i + θ > Z2i (B) . Es
decir, si σ i < Z2i (A) − Z2i (B) + θ.
Note que el ingreso para un individuo que pertenece al grupo B (es decir, al partido que
no se encuentra en el poder) es independiente del resultado de elección. Sin importar quién
gane (A o B) los individuos del grupo B no son empleados en el sector público, por lo que
Z2i (A) = Z2i (B). Esto simplifica el problema y podemos emplear la función de distribución
278 CAPÍTULO 10. LA MALDICIÓN DE RECURSOS
∗
Π (G1 ) = P [θ < G1 (W2A (A) − (F + H))]
Z G1 (W2A
∗ (A)−(−F +H)
) (10.13)
1 ∗
Π (G1 ) = hdθ = + hG1 (W2A (A) − (F + H)) .
−1
2h
2
Equilibrio
máx V1A + E V2A
{e,G1 ,W1 }
1
máx p1 e − W1 G1 + αG1 W1 + α − G1 H
{e,G1 ,W1 } 2
∗ ∗ 1
+ Π (G1 ) p2 R (e) − W2A G1 + αG1 W2A + α − G1 H
2
1
+ (1 − Π (G1 )) α (−F + H),
2
sujeto a (10.13) y a W1 ≥ H.
Hay que tener en cuenta ademas que para que los individuos del grupo A acepten los
empleos en el sector público trabajar en éste durante los dos periodos debe generar por lo
menos tanta utilidad como hacerlo en el sector privado. Es decir, debe cumplirse que:
∗
W1 + Π(G1 )W2A + (1 − Π(G1 ))(−F + H) ≥ 2H.
Dado que al polı́tico le interesa más su ingreso que el de su grupo (α < 1), siempre
∗
intentará establecer el menor salario posible. Por ende, W1 = H + F − Π(G1 )(W2A + F − H).
Derivando para encontrar las condiciones de primer orden con respecto a e encontramos el
nivel polı́ticamente óptimo de extracción de recursos (que llamaremos epol ):
p1 + Π (G1 ) p2 R0 epol = 0. (10.14)
3 .2. Implicaciones
Quizás la implicación más básica del modelo planteado es que existe una extracción
ineficientemente elevada de los recursos (sobre-explotación) en el primer periodo. En efecto,
los incentivos de los polı́ticos, y fundamentalmente su incertidumbre con respecto al resultado
3 . LA MALDICIÓN POLÍTICA DE LOS RECURSOS 281
electoral, los llevan a extraer demasiados recursos en el primer periodo. Para verlo, note que
la extracción socialmente óptima de recursos serı́a aquella que maximice el valor total de los
recursos extraı́dos en los dos periodos. Es decir, el valor de e que maximice p1 e + p2 R (e) .
Dicho valor, que llamaremos e∗ , debe cumplir la condición de primer orden siguiente:
p1 + p2 R0 (e∗ ) = 0. (10.16)
Al comparar (10.16) con (10.14) vemos que la única diferencia entre las dos expresiones
es el término Π (G1 ) en el segundo término para (10.14). Como Π (G1 ) < 1 esto implica que
epol > e∗ .
Aunque el resultado anterior es importante, pues nos muestra cómo los incentivos de los
polı́ticos ubican a la sociedad en una asignación sub-óptima, la pregunta más fundamente que
quisiéramos contestar en el presente contexto es cómo afectan los “booms de recursos” dicha
asignación. Para verlo, considere primero el efecto sobre la eficiencia de la extracción de un
“boom de recursos” permanente. Dicho auge de recursos puede capturarse por un incremento
en el precio del recurso natural en la misma magnitud en los dos periodos: dp p1
1
= dp
p2
2
= dp
p
.
Las ecuaciones (10.14) y (10.15) conforman un sistema de ecuaciones que determinan la
elección óptima de e y G1 por parte del polı́tico. Diferenciamos dicho sistema para encontrar
los efectos sobre cada variable de un cambio en los precios. Para (10.14) tenemos:
y para (10.15):
Ψ1 de + Ψ2 dG1 = Ψ3 dp1 + Ψ4 dp2 , (10.18)
donde
Φ1 = Π(G1 )p2 R00 < 0, Φ2 = Π0 (G1 )p2 R0 < 0, Φ3 = −1, Φ4 = Π(g1 )R0 < 0,
Ψ1 = p2 Π0 (G1 )R0 < 0, Ψ2 = −2[H − (1 − α)F ]Π0 (G1 ) < 0, Ψ3 = 0, Ψ4 = −RΠ0 (G1 ) < 0.
de Ψ2 (Φ3 + Φ4 ) − Φ2 (Ψ3 + Ψ4 )
= .
dp/p Φ1 Ψ2 − Φ2 Ψ1
3
Note que en este caso, podemos escribir:
de p2 (Π0 )2 R0 R
= < 0.
dp/p D
Al resolver el sistema para encontrar el efecto del auge permanente de recursos sobre el
empleo público obtenemos:
4
En adelante omitimos los argumentos de las funciones para simplificar la notación.
3 . LA MALDICIÓN POLÍTICA DE LOS RECURSOS 283
El mismo fenómeno se observa para otros paı́ses como Algeria, que disminuyó el
volumen de exportaciones en un 11 % durante el mismo periodo. Además, los autores
encuentran que durante los periodos de disminución en el precio del petróleo se observa
la tendencia contraria: se dieron fuertes incrementos en la tasa de extracción en paı́ses
como Algeria, Nigeria e Indonesia. Si bien esta evidencia es anecdótica, estudios más
cuidadosos llegan a la misma conclusión, como lo es el caso de Iledare y Pulsipher (2000)
para Nigeria.
Por supuesto, una objeción que podrı́a hacerse a este análisis es que las variaciones
en las cantidades, más que reflejar una respuesta al cambio en los precios del petróleo,
son el reflejo del cartel de la OPEP intentando elevar los precios mediante una reducción
de la producción. Para resolver esta posible inquietud, se considera el caso de pequeños
exportadores de petróleo, cuyo volumen de producción los convierte en paı́ses precio-
aceptantes sin capacidad de influir el precio del mercado internacional. En particular,
se encuentra que en los casos de Ecuador y Trinidad y Tobago se observan los mismos
comportamientos ante las variaciones en el precio.
Este tipo de comportamiento, aunque consistente con el modelo polı́tico presentado
en el capı́tulo, va en contravı́a con las motivaciones puramente económicas de una em-
presa, que maximizarı́a sus beneficios incrementando su producción cuando se observa
un incremento de los precios. Esto resalta la importancia de considerar los incentivos
polı́ticos en los modelos que buscan explicar el efecto de los booms de recursos sobre el
desempeño de una economı́a.
El modelo de Robinson y cols. (2006) también predice que el boom permanente de
recursos no sólo disminuye la extracción en el primer periodo (haciéndola más eficiente),
sino que desvı́a más recursos del sector privado al sector público, reflejando el esfuerzo
del polı́tico de turno por mantenerse en el poder. En este sentido, los autores presentan
evidencia para paı́ses como Nigeria, Trinidad y Tobago, Venezuela, México, y Zambia,
donde los booms de recursos naturales se ha visto asociada con una disparada expan-
sión del tamaño del Estado, resultado de la debilidad institucional que permite a los
polı́ticos utilizar las rentas generadas por el boom para su beneficio mediante prácticas
clientelistas.
284 CAPÍTULO 10. LA MALDICIÓN DE RECURSOS
de Φ3 Ψ2 − Φ2 Ψ3
=
dp1 D
de 2[H − (1 − α)F ]Π0
= > 0,
dp1 p2 D
dG1 Φ1 Ψ3 − Ψ1 Φ3
=
dp1 D
dG1 Π0 R 0
= < 0.
dp1 D
de∗ 1
=− > 0.
dp1 p2 R00 (e)
Por ende, el boom temporal tiene un efecto ambiguo sobre la eficiencia de la senda de
extracción: el polı́tico tiene un incentivo a extraer más recursos, pero el incremento en la
extracción de recursos por el que opte el polı́tico puede ser superior o inferior al incremento
5
En este caso, podemos escribir:
Φ1 de + Φ2 dG1 = Φ3 dp1 ,
Ψ1 de + Ψ2 dG1 = Ψ3 dp1 .
286 CAPÍTULO 10. LA MALDICIÓN DE RECURSOS
eficiente6 .
En cuanto al empleo público, note que como se incrementa la extracción de recursos
quedando menos recursos para el segundo periodo, el valor de permanecer en el poder cae,
y el polı́tico que se encuentra en el poder tiene menos incentivos para aumentar el empleo
público con miras a mejorar su probabilidad de reelección. Esto, a su vez, en efecto incide
negativamente sobre su probabilidad de reelección lo cual lleva al polı́tico a valorar el futuro
aún menos. La menor valoración del futuro, por supuesto, genera los incentivos para extraer
más recursos en el presente.
En sı́ntesis, para la eficiencia de la economı́a en su conjunto los efectos sobre la senda de
extracción y sobre el empleo público apuntan en direcciones opuestas: una mayor desviación
de recursos del sector privado al sector público en forma de empleo tiende a mejorar la
eficiencia de la extracción de recursos, mientras que una menor eficiencia en la extracción
de recursos tiende a acompañarse de menos desviación de recursos del sector privado para
incrementar el empleo público.
Para terminar, podemos considerar el efecto de un boom de recursos anticipado (dp1 = 0
y dp2 > 0). Resolviendo el sistema de ecuaciones (10.17) y (10.18)7 , encontramos:
de Ψ2 Φ4 − Φ2 Ψ4
=
dp2 D
de 2[H − (1 − α)F ]ΠΠ0 R0 + p2 (Π0 )2 RR0
= <0
dp2 p2 D
y,
dG1 φ1 Ψ4 − Ψ1 Φ4
=
dp2 D
dG1 ΠΠ [(R0 )2 − RR00 ]
0
= > 0.
dp2 D
6
Como señalan Robinson y cols. (2006), y como se puede deducir de las expresiones para el incremento
en la extracción eficiente y la extracción por parte del polı́tico, una condición suficiente para que el polı́tico
opte por incrementar la extracción más que lo socialmente óptimo es R000 ≥ 0, con lo que se obtiene que un
boom transitorio disminuye la eficiencia de la senda de extracción.
7
Para este caso:
Φ1 de + Φ2 dG1 = Φ4 dp2 ,
Ψ1 de + Ψ2 dG1 = Ψ4 dp2 .
3 . LA MALDICIÓN POLÍTICA DE LOS RECURSOS 287
Y = 2(1 − G1 )H + p1 e + p2 R(e).
Para obtener el efecto de un boom de recursos permanente sobre el ingreso total, debe
diferenciarse Y con respecto a p:
dY de dG1
= p1 e + p2 R + (p1 + p2 R0 ) − 2H .
dp/p dp/p dp/p
de dG1
Al reemplazar dp/p
y dp/p
, se obtiene:
dY Π0 (G) Π0 (G)
= −2e[H − (1 − α)F ]R00 − ep2 (R0 )2 + p2 RR0 .
dp/p Π(G) Π(G)
El primer término de la expresión anterior es positivo y los dos siguientes son negativos,
por lo que el efecto del boom de recursos permanente es ambiguo. Sin embargo, note que
entre mayor capacidad tenga el polı́tico de turno de aumentar su probabilidad de reelección
ofreciendo empleo en el sector público –es decir, entre mayor sea Π0 (G)– mayor es la proba-
bilidad de que el ingreso total disminuya con el boom permanente. Ası́, se evidencia el papel
desempeñado por las instituciones, pues en un contexto institucional fuerte, los polı́ticos
tienen menor capacidad de manipular los resultados electorales a través de clientelismo.
4. Discusión final
La abundancia de recursos puede ser una bendición o una maldición para una economı́a.
La evidencia anecdótica ası́ parece confirmarlo. En efecto, si se considera el caso colombiano,
hay quienes afirman que la abundancia de recursos es una bendición. Muchos destacan, por
ejemplo, la ventaja que supone estar “bañado por dos mares”. No obstante, otros reconocen
los costos que supone tener una riqueza en recursos naturales, al punto de afirmar que
Colombia no es un paı́s “bañado por dos mares, sino salado por dos océanos”. El caso
colombiano es interesante, pues hay evidencia (resumida en el recuadro D ) que sugiere una
forma especialmente perversa de la maldición de recursos: el impacto del incremento en las
rentas por recursos naturales sobre el conflicto violento.
Esto parece ser inconsistente con los modelos estrictamente económicos sobre los efectos
de los booms de recursos naturales. En su versión más sencilla, la “enfermedad holandesa”
sugerirı́a que todo paı́s que enfrente un boom de recursos naturales está condenado a observar
una reducción en la producción de sectores de su economı́a potencialmente estratégicos,
290 CAPÍTULO 10. LA MALDICIÓN DE RECURSOS
enfrentando posiblemente efectos nocivos en el largo plazo para su economı́a. Sin embargo,
nuestra discusión precedente y la evidencia de un amplio número de paı́ses sugiere que en
algunos casos los booms de recursos naturales son positivos para las sociedades y en otros
resultan nocivos.
En este capı́tulo hemos presentado dos modelos que sugiere que los incentivos polı́ticos
son cruciales para determinar si un boom de recursos se convierte en una bendición o una
maldición. Aunque no se trata de los únicos modelos propuestos en este sentido8 , este capı́tu-
lo ha servido para la ilustrar, no sólo la utilidad de algunas de las herramientas analı́ticas
presentadas en los primeros capı́tulos del libro, sino la validez del enfoque de la nueva eco-
nomı́a polı́tica, que ubica a los incentivos e instituciones polı́ticas en un lugar central para
explicar la adopción de polı́ticas económicas ineficientes por parte de las sociedades.
Para finalizar, quizás el punto de mayor importancia que se desprende del análisis de este
capı́tulo tiene que ver con la importancia de la calidad de las instituciones en la determinación
de los efectos de los booms de recursos sobre una sociedad. Como se ha visto con la evidencia
empı́rica presentada en los recuadros, este es un factor trascendental al determinar el efecto
que tendrá la abundancia de recursos naturales sobre el destino de la economı́a.
8
Además del trabajo de Lane y Tornell (1999) que mencionamos de paso, Balland y François (2000)
también consideran un modelo donde las actividades de búsqueda de renta o actividades directamente im-
productivas se exacerban ante la presencia de un boom de recursos.
4 . DISCUSIÓN FINAL 291
Los medios de comunicación pueden ser, y en muchas ocasiones han sido, “el cuarto
poder” fundamental de la democracia que, dando información y transparencia, consolidan
la rendición de cuentas polı́ticas. Tal vez no hay ejemplo histórico más claro de la lucha de
los medios de comunicación contra el abuso del poder económico y su coalición con el poder
polı́tico que la era del Progresismo en los Estados Unidos, cuando los grandes barones de los
monopolios fueron desenmascarados por los periodistas independientes o “muckrakers.” Es
precisamente de esta época la frase de Louis Brandeis, para ese entonces aliado de Woodrow
Wilson en su campaña para la presidencia: “El sol es el mejor desinfectante”1 .
Las teorı́as que hemos discutido en este libro nos dan algunas ideas sobre la importan-
cia de los medios de comunicación. Las implicaciones de la información que los medios de
comunicación pueden proveer son especialmente palpables en los modelos de agencia que
discutimos en el capı́tulo 5. En dichos modelos, los polı́ticos pueden apropiarse de rentas
durante el ejercicio del poder, gracias a que poseen información que el público desconoce.
Ası́, los medios de comunicación, al transmitir masivamente información a los electores sobre
el funcionamiento del gobierno en general, y sobre el comportamiento de los polı́ticos en
particular, pueden reducir esta asimetrı́a de información y reducir las rentas que los polı́ticos
pueden desviar para su interés propio y en detrimento de la ciudadanı́a.
Pero el papel de los medios de comunicación no se limita a reducir las asimetrı́as de
información entre gobernantes y gobernados. La economı́a polı́tica de los medios masivos de
comunicación tiene aristas variadas, que han interesado en años recientes a muchos econo-
mistas. Una revisión de esta creciente literatura se encuentra en Prat y Strömberg (2011).
En este capı́tulo, sin pretender hacer una revisión exhaustiva de esta literatura, ofrecemos
1
Ver http://www.law.louisville.edu/library/collections/brandeis/node/191
293
294CAPÍTULO 11. LA ECONOMÍA POLÍTICA DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN
a modo de ilustración dos modelos del papel de los medios de comunicación en la democracia.
Cada uno de ellos ilustra de forma sencilla las dos caras de la moneda de los medios de
comunicación. En efecto, uno de los mensajes clave de las investigaciones sobre la economı́a
polı́tica de los medios es que el poder de los medios es un arma de doble filo. Como en la era
del Progresismo, los medios de comunicación pueden consolidar el buen funcionamiento de
la democracia facilitando la rendición de cuentas polı́ticas. Pero, al mismo tiempo, evidencia
cada vez más sólida nos alerta sobre el otro filo de los medios de comunicación: cuando los
intereses económicos y la presión polı́tica amenazan el ejercicio imparcial de los medios, estos
se convierten en herramientas para evitar el buen funcionamiento de la democracia.
Como en el resto del libro, el énfasis en este capı́tulo será presentar algunos resultados
teóricos básicos sobre cada una de las dos caras de los medios de comunicación. Sin embargo,
en los recuadros referimos a los lectores interesados a un conjunto de trabajos empı́ricos que
ilustran la relevancia de estos resultados teóricos.
manera más sencilla posible, suponemos que la utilidad de los individuos en los grupos s y
t es, respectivamente:
us (s, t) = ln (s) ,
ut (s, t) = 1 − t.
En estas expresiones, t no sólo denota el grupo sino el impuesto que enfrenta la mayorı́a de
la población, y s es la transferencia o beneficio del programa que percibe cada individuo del
grupo s. En cada grupo, hay un continuo nj de electores, con j ∈ {s, t} . Estos supuestos
implican que la restricción presupuestal del gobierno es:
ns s + r = nt t,
donde r son las rentas endógenas del poder de las que se apropia el gobernante.
Suponga finalmente que hay dos partidos polı́ticos, A y B, que anuncian sus propuestas
sobre el nivel de t y s (definiendo, por residuo, r). Los partidos derivan utilidad de estas
rentas endógenas r y también de unas rentas exógenas o de ego de estar en el poder, R.
1 .2. La prensa
Para modelar la demanda por el periódico, suponemos que conocer la plataforma de los
partidos sobre s le permite a los individuos del grupo s tomar una decisión que incrementa
su utilidad en 1, y conocer la polı́tica t le permite a los individuos del grupo t tomar una
decisión que incrementa su utilidad en 1. En otras palabras, cada individuo en cada grupo
le da un valor de 1 a tener información sobre la polı́tica que lo afecta directamente. La
probabilidad de que un lector vea un artı́culo depende del espacio q dedicado al tema, y más
concretamente, es:
√
ρ (qj ) = mı́n qj , 1 .
296CAPÍTULO 11. LA ECONOMÍA POLÍTICA DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN
Otros aspectos del periódico que le dan utilidad al lector i están capturados por γi . Ası́, el
lector i compra el periódico siempre que los beneficios de comprarlo superen su precio, p:
ρ (qj ) + γi ≥ p.
El precio del periódico, p, se toma como dado y suponemos que (p − γi ) se distribuye uni-
formemente sobre [0, 1] . Por lo tanto, en cada grupo j compran el periódico todos aquellos
para quienes ρ (qj ) ≥ p − γi , o una fracción α qj dada por:
Z ρ(q )
j
α qj = f (p − γi ) di = ρ qj .
0
α (qt ) nt + α (qs ) ns .
Costos de producción
1
C (·) = c (qs + qt ) + (α (qt ) nt dt + α (qs ) ns ds ) ,
2
donde c y dj son parámetros del modelo. El primer término captura los costos de investigar,
editar, y escribir las noticias, y el segundo los costos de reproducción y distribución a cada uno
de los grupos, con dj el costo promedio de reproducción y distribución para personas del grupo
j. Una caracterı́stica importante de esta estructura de costos es que exhibe rendimientos
crecientes a escala, aspecto que enfatizaremos más adelante.
Sea pj = p − dj el precio por unidad vendida a cada grupo neto de costos de producción
y distribución. Entonces, los beneficios del periódico son:
1
pt α (qt ) nt + ps α (qs ) ns − c (qs + qt ) .
2
1 . MEDIOS DE COMUNICACIÓN, INFORMACIÓN, Y EMPODERAMIENTO DE LOS VOTANTES297
√
Como α (qj ) = ρ qj = mı́n q, 1 , la mezcla de noticias que maximiza los beneficios viene
dada por las condiciones de primer orden:
1 1 1
pj (qj )− 2 nj = c.
2 2
Finalmente, como una fracción α (qj ) de los electores compran el periódico, y de estos ρ (qj )
ven la noticia sobre el tema j, la proporción de votantes informados en j es:
p n 2
j j
σj = α (qj ) ρ (qj ) = qj =
c
En cambio, los votantes no informados deben tomar la decisión apoyándose en sus expec-
tativas, pues no conocen la polı́tica propuesta por los polı́ticos. Estos votantes apoyan a A
si:
E uj sA , tA − uj sB , tB = ∆ūj ≥ βi + η.
caso de los votantes no informados la proporción es 12 +∆ūj −η. Ası́, A gana con probabilidad:
" #
A 1 X nj 1
P = Pr + (σj (∆uj − η) + (1 − σj ) (∆ūj − η)) > .
2 j
n 2
1 X nj
PA = + (σj ∆uj + (1 − σj ) ∆ūj ) .
2 j
n
Los partidos maximizan el valor esperado de sus rentas, P j (R + r), al elegir sus plataformas,
o, escribiendo la expresión más explı́citamente para el partido A (el caso de B es simétrico),
" #
1
2
+ ns
n
σs ln sA − ln sB + (1 − σs ) ∆ūs A A
R + n t t − n s s .
+ nnt σt tB − tA + (1 − σt ) ∆ūt
ns 1
σs A R + nt tA − ns sA = ns P A ,
n s
nt
σt R + nt tA − ns sA = nt P A .
n
Simplificando, y dividiendo las expresiones, encontramos (eliminando el superı́ndice sobre s
y t dado que la elección de B es idéntica):
2
σs (p − ds )ns
s= = . (11.1)
σt (p − dt )nt
Reemplazando lo anterior en la condición de primer orden para s y dado que hay conver-
gencia de polı́ticas entre los dos partidos por la simetrı́a del problema (y, por ende, P A = 1/2),
encontramos además que las rentas endógenas son:
n
r= − R. (11.2)
2σt
ns σs n R
t= + − . (11.3)
nt σt 2nt σt nt
Es útil comparar el equilibrio polı́tico descrito por las ecuaciones (11.1)-(11.3) con la solu-
ción óptima que encuentra un planificador central benevolente. El problema correspondiente
1 . MEDIOS DE COMUNICACIÓN, INFORMACIÓN, Y EMPODERAMIENTO DE LOS VOTANTES299
es
ns nt
máx ln (s) + (1 − t) ,
{s,t,r} n n
sujeto a:
r + ns s = nt t.
ns
Evidentemente
r = 0 y por ende el problema se puede reescribir como máxs n ln (s) +
nt
n
1 − nnst s , con solución en s = 1. Finalmente, de la restricción presupuestal t = ns /nt .
En suma, la solución polı́tica no es eficiente, por dos motivos. Primero, porque genera
rentas endógenas positivas. Segundo, porque el tamaño óptimo de la transferencia al grupo
s es en general distinto a la razón de los σj que surge en la solución polı́tica. Es decir, en
general,
2
σs (p − ds )ns
= 6= 1.
σt (p − dt )nt
distribuir la noticias, mayor es la atención de los medios a los temas que le preocupan a estos
segmentos de la población.
Teniendo en cuenta que los grupos más informados son más exitosos en atraer gasto del
gobierno, como lo muestra la ecuación (11.1), las anteriores predicciones tienen implicaciones
sobre el papel de los medios al contrarrestar el poder de los grupos de presión particulares.
Por una parte, los medios pueden ser un antı́doto para el poder excesivo de los grupos de
presión, pues tienen incentivos a enfocarse en los temas de interés para la población en su
conjunto. Pero, de otro lado, cuando es más barato transmitir noticias a ciertos grupos de
presión, el modelo predice que estos grupos serán muy exitosos en atraer la atención del
gobierno y obtener transferencias. El Recuadro A discute evidencia empı́rica relacionada
con estas predicciones.
Otro efecto de los medios de comunicación, a través de informar a la población, es reducir
las rentas endógenas del poder. En particular, note de la expresión (11.2) para r que las
rentas son decrecientes en la proporción de contribuyentes informados σt . En cambio, según
la expresión (11.3), el efecto de los medios sobre los impuestos es ambiguo. Si hay más
personas enteradas sobre los beneficios del programa s suben los impuestos, pero con más
personas informadas sobre los impuestos, menor su nivel.
tenı́a radios. Estos resultados se mantienen al controlar por caracterı́sticas del condado
(como el ingreso o la tasa de analfabetismo) y al instrumentar el porcentaje de población
propietaria de radios.
En una lı́nea parecida, Besley y Burgess (2002) consideran la influencia de los me-
dios de comunicación sobre la respuesta del gobierno a las necesidades o demandas de
los votantes. Tras desarrollar un modelo teórico, en el que los medios de comunicación
actúan como una solución al problema de agencia entre los votantes y el gobierno electo,
prueban las implicaciones empı́ricas con datos para India en el periodo de 1958 a 1992.
El caso de India es particularmente apropiado para probar la hipótesis de los autores,
pues dada la vulnerabilidad de la población más pobre a los choques naturales (como
las frecuentes sequı́as e inundaciones que afectan la producción de comida y la vivienda
de la población vulnerable) el gobierno tiene programas de asistencia en situaciones de
emergencia. Dado que la efectividad de la asistencia dada a la población depende de los
gobiernos locales, la prensa –que es relativamente libre si es comparada con paı́ses con
niveles de desarrollo similares a los de India– juega un papel importante al informar a los
votantes, empoderándolos para exigir una respuesta pronta a las calamidades por parte
del gobierno.
Los autores analizan si la mayor circulación de periódicos en un estado implica que
los gobiernos locales responden más activamente a las caı́das en la producción de comida
o las calamidades. Los resultados muestran que una mayor circulación de prensa tiene
un impacto positivo sobre la respuesta de los gobiernos estatales a los problemas de la
población. El efecto es más claro cuando los periódicos son escritos en la lengua local
(distinta a hindi o inglés), lo cual asegura una mayor cobertura de temas que afligen al
estado especı́fico.
Ferraz y Finan (2008) se concentran también en el papel de los medios como herra-
mienta para solucionar o disminuir el problema de agencia entre polı́ticos y votantes. En
particular, consideran el caso de Brasil, en donde tras una iniciativa del gobierno federal
para reducir la corrupción en los gobiernos municipales se han hecho auditorı́as aleatorias
a los gobiernos municipales revisando en detalle el uso que se le da a los fondos federales.
Los resultados de dichas auditorı́as son públicos y diseminados por lo medios de comu-
nicación. Ferraz y Finan utilizan las auditorı́as para construir una medida objetiva de
corrupción y, controlando por el nivel de corrupción, comparan los resultados electorales
de municipios que fueron auditados antes de las elecciones en 2004 con municipios que
fueron auditados después. Los autores encuentran que la información publicada sobre la
corrupción de polı́ticos tiene un efecto negativo sobre el desempeño electoral del polı́ti-
302CAPÍTULO 11. LA ECONOMÍA POLÍTICA DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN
1 X nj
PA = + σj ∆uj + (1 − σj ) h C A − C B .
2 j
n
El lobby s elige contribuciones para maximizar los beneficios netos de los costos, que
suponemos cuadráticos,
2 2
CA CB
P A ns us sA , tA + 1 − P A ns us sB , tB − −
2 2
La solución es:
A ∂P A A A
B B
C = máx 0, ns us s , t − us s , t
∂C A
( ! )
X nj
= máx 0, h (1 − σj ) ns us sA , tA − us sB , tB
j
n
= máx {0, h (1 − σ) ns ∆us } ,
P
nj
donde la última lı́nea define al porcentaje de votantes no informados, (1 − σ) = j n (1 − σj ) .
El problema es simétrico para C B . Por lo tanto los partidos anticipan que:
1 X nj
PA = + σj ∆uj + (1 − σj ) h2 (1 − σ) ns ∆us
2 j
n
1 X nj
= + σj ∆uj + h2 (1 − σ)2 ns ∆us
2 j
n
Como antes, los partidos maximizan P j (R + r) al elegir sus propuestas. En el caso del
304CAPÍTULO 11. LA ECONOMÍA POLÍTICA DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN
σs + nh2 (1 − σ)2
s= (11.4)
σt
n ns σs + nh2 (1 − σ)2 R
t= + − . (11.6)
2σt nt nt σt nt
El equilibrio polı́tico está descrito ahora por las ecuaciones (11.4)-(11.6). Al compararlas
con (11.1)-(11.3) vemos que la diferencia fundamental es que el grupo s, al estar organizado
como un lobby que puede ofrecer dinero durante la campaña a los polı́ticos, consigue obtener
más transferencias. Recuerde además que la provisión óptima de transferencias al grupo s
es s = 1. Comparando con (11.4) vemos que el sesgo de polı́tica que favorece al grupo s es
proporcional a:
σs + nh2 (1 − σ)2
.
σt
¿Cómo pueden ayudar los medios a reducir la influencia de los grupos de presión organi-
zados en un lobby? La expresión anterior destaca dos canales. Primero, como ya lo habı́amos
anotado, la determinación en equilibrio de σj implica que los medios tienden a darle más
importancia a los grupos grandes por la naturaleza de rendimientos crecientes a escala en
la producción de noticias. Es decir, la presencia de medios tiende a incrementar σt en com-
1 . MEDIOS DE COMUNICACIÓN, INFORMACIÓN, Y EMPODERAMIENTO DE LOS VOTANTES305
paración con σs , reduciendo la influencia del lobby a través de las campañas (capturada
por el término nh). Segundo, la presencia de medios reduce el porcentaje de votantes no
informados, (1 − σ), minimizando el impacto de la retórica electoral. En estos dos sentidos,
los medios pueden ayudar a empoderar a los votantes.
Sin embargo, también habrı́a que añadir que cuando los medios son además los mecanis-
mos de transmisión de la retórica de campaña, su presencia también puede incrementar h, la
efectividad para incrementar la popularidad que tiene el dinero invertido en la campaña. Esto
incrementa el poder polı́tico de los grupos de presión. Por esto, resulta importante pensar en
lo que sucede cuando los medios masivos de comunicación no son simplemente transmisores
imparciales de información equilibrada, sino que pueden tener sesgos sistemáticos en la infor-
mación presentada. De esto nos ocupamos a continuación, entrando en el territorio del lado
negativo de los medios. El Recuadro B , sin embargo, da un vistazo a más evidencia sobre
los beneficios de los medios de comunicación. En particular, revisa un artı́culo importante
para los Estados Unidos que encuentra no sólo evidencia sobre el impacto positivo de la
información que entregan los medios, sino de los mecanismos que están en juego.
menta el cubrimiento de aspectos polı́ticos locales (en particular, de las acciones del
representante de la cámara del distrito). En efecto, encuentran que los votantes en áreas
con mayor nivel de congruencia entre el mercado de prensa y el distrito de votación
se ven más expuestos a información sobre su representante a la cámara. Esto se ve en
el diagrama de dispersión (b) de la figura 11.A, donde hay una relación positiva entre
la proporción de lectores que pertenecen a un distrito electoral y la proporción de los
periódicos dedicada a temas sobre dicho distrito.
Una vez han probado que la mayor congruencia tiene un efecto positivo sobre la
calidad de la información sobre polı́tica local disponible en la prensa, los autores buscan
responder si esto a su vez tiene un efecto sobre el nivel de información de los votantes.
Para esto utilizan las encuestas del estudio nacional de elecciones de EE.UU. (“American
National Election Studies”) en el periodo 1984-2004. Especı́ficamente, utilizan preguntas
que indican si los encuestados son capaces de nombrar correctamente a su representante
en la cámara, identificar su ideologı́a, calificarlo y mencionar aspectos que le gustan o le
disgustan. Snyder y Strömberg encuentran que votantes en áreas de mayor congruencia
están mejor informados y tienen un mejor desempeño en las preguntas de la encuesta.
Esta etapa del análisis está capturada en el diagrama (c) de la figura, que registra una
relación positiva entre el nivel de congruencia y la capacidad de los votantes para recordar
el nombre de su representante a la cámara.
Como tercera parte del estudio, Snyder y Strömberg (2010) analizan si el menor
nivel de congruencia en los distritos tiene algún efecto sobre el comportamiento de los
representantes. Para ello, utilizan datos de las votaciones realizadas en la cámara de
representantes, la participación en comités con jurisdicción sobre gasto público, y la
participación como testigos en audiencias del congreso. Se encuentra, como lo muestran
los diagramas (d), (e) y (f ) de la figura 11.A, que representantes de distritos con mayor
congruencia tienden a votar de forma menos partidista, a participar más en comités
encargados de polı́tica local y con jurisdicción sobre la asignación de gasto publico, y a
testificar más frecuentemente en las audiencias del congreso. Todo esto es considerado
como indicador de que la mayor congruencia hace que los representantes se esfuercen
más por beneficiar a su circunscripción con su labor en el congreso.
Finalmente, Snyder y Strömberg revisan si el mejor desempeño de los representantes
incrementa los fondos federales que llegan al distrito electoral. En este caso utilizan
datos del gasto público federal desagregado a nivel de condado, con lo que identifican
exactamente cuánto dinero recibió cada uno de los distritos electorales. Efectivamente,
los distritos con mayor congruencia, y –consecuentemente– con votantes más informados
1 . MEDIOS DE COMUNICACIÓN, INFORMACIÓN, Y EMPODERAMIENTO DE LOS VOTANTES307
High Low
share of coverage
High Low
.8
District share of coverage
.8
.8
1
Congressional
High district
Lowlines
.4
Newspaper A
.8
District
.2
Newspaper A
.2
1
LowNewspaper B High Low
1
Newspaper B Congressional High district lines
1
.6
.4
of coverage
0
District share of coverage
.8
0 .2 .4 .6 .8 1
2.1 Congruence Newspaper A
0 .2 .4 .6 .8 1
.8
Reader share (living inCongressional district lines Reader share (living in district)
2.1 Congruence
.8
.4
district)
.2
.6
(Circulation-weighted average reader share) A
2.2 Newspapers0Newspaper
reader share)
2.2 Newspapers
.6
.2
.6
share
(g) Federal2.1 Congruence Reader share Congressional district lines
.4
Congressional district lines Congressional districtper lines
.4
0
.4
.6
0 .2 .4 .6 .8 1
.6
Name recall (share correct)
(Circulation-weighted average reader share) Reader share (living in district)
Newspaper A 2.1 Congruence 2.2 Newspapers Newspaper A
District
.2
Newspaper A
7.9
.2
7.9
.5
.5
(Circulation-weighted average reader share)
Log(per capita spending)
Newspaper B 2.5 PolicyNewspaper B 2.3 Voters (c) Voter information 2.3 2.5
Voters
Policy
0
7.8
.4
0
0
7.8
.6
Name recall (share correct)
0 .2 .4 .6 .8
.4
0 .2 .4 .6 .8 1
0 .2 .4 .6 .8 1
Reader share (living in district)
ongruence Reader share (living in district)
2.1 Congruence (g) Federal spending per capita Reader share (living in district)
2.1 Congruence
7.9
.3
.6
Name recall (share correct)
7.7
.5
.3
7.7
Pct. votes with party leadersLog(per capita spending)
7.9
n-weighted average reader share)
2.2 Newspapers 2.5 Policy 2.3 Voters
2.2 Newspapers 2.2 Newspapers
.2
.5
7.8
7.6
spending)
(c) Voter information (c) Voter information
.4
.2
2.5 Policy 2.3 Voters
7.6
.1
7.8
.4
5. spending
(g) Federal Polı́ticaper capita 0 .2 .4 .6 .8 1
(g) Federal spending per capita
3. Votantes
7.5
.3
.1
Congruence
7.7
.6
Name recall (share correct)
.6
(share correct)
0 .2 .4 .6 .8 1 0 .2 .4 .6 .8 1
Congruence 2.4 Politicians 7.5 Congruence
.3
7.7
capita
7.9
7.9
0 .2 .4 .6 .8 1
.2
Congruence 2.4 Politicians
.5
.5
7.6
.2
2.5 Policy 2.3 (e)
Voters 2.5 Policy 2.3 Voters 2.5 Policy
.3 Log(per
7.6
(f) Party loyalty Constituency committee work (d) Witness appearances
.1
7.8
7.8
.4
.4
0 .2 .4 .6 .8 1
7.5
.1
Share on constituency comm.'s
Congruence
7
0 .2 .4 .6 .8 1 0 .2 .4 .6 .8 1
95
7.5
2.4 Politicians
recall
.6
Congruence Congruence
.3
7.7
7.7
7
95
90
.6
Name
.4
.2
.2
7.6
6
7.6
(f) Party loyalty (e) Constituency committee work (d) Witness appearances
90
(f) Party loyalty (e) Constituency committee work (d) Witness appearances
.4
.1
.1
Share on constituency comm.'s
Pct. votes with party leaders
5
Appearances per congress
.2
7
0 .2 .4 .6 .8 1
80
0 .2 .4 .6 .8 1
7.5
95
.6
7
95
4
2 .4 .6 .8 1 0 .2 .4 .6 .8 1 0 .2 .4 .6 .8 1
2.4 Politicians 2.4 Politicians
.6
Congruence Congruence 2.4 Politicians Congruence
6
.2
75
2
90
80
0 .2 .4 .6 .8 1 0 .2 .4 .6 .8 1 0 .2 .4 .6 .8 1
6
3
Congruence Congruence Congruence
90
.4
5
(d) Apariciones como testigo (e) Trabajo en comités de su circunscripción (f) Obediencia partidista
.4
5
75
85
2
(f) Party loyalty (e) Constituency committee work (d) Witness appearances
(f) Party loyalty 0 .2 .4 .6 .8 1
(e) Constituency committee work 0 .2 .4 .6 .8 1 0 .2
(d) Witness (f) Party loyalty
Congruenceappearances
.4 .6 .8 1
(e) Constituency committee work
85
4
Congruence Congruence
4
.2
Figure 1: Structure of empirical investigation
Share on constituency comm.'s
Pct. votes with party leaders
80
7
95
95
95
3
.6
.6
.6
75
2
6
6
75
FigureCongruence
1: Structure of empirical investigation
2
0 .2 .4 .6 .8 1 0 .2 .4 .6 .8 1 0 .2 .4 .6 .8 1
90
90
90
Congruence Congruence 0 .2 .4 .6 .8 1 0 .2 .4 .6 .8 1 0 .2 .4 .6 .8 1
Congruence Congruence Congruence
.4
.4
.4
5
5
85
85
85
4
4
.2
.2
.2
Figure 1: Structure of empirical investigation
Figure 1: Structure of empirical investigation
80
80
80
3
3
75
75
75
0
0 .2 .4 .6 .8 1 0 .2 .4 .6 .8 1 0 .2 0 .4 .2 .6 .4 .8 .6 1 .8 1 0 .2 .4 .6 .8 1 0 .2 .4 .6 .8 1
0 .2 .4 .6 .8 1 0 .2 .4 .6 .8 1
Congruence Congruence Congruence
Congruence Congruence Congruence
Congruence Congruence
Figure 1: Structure of empirical investigation Figure 1: Structure of empirical investigation Figure 1: Structure of empirical inve
2 . MEDIOS CAPTURADOS 309
2. Medios capturados
El modelo de la sección anterior, y la evidencia de los recuadros A y B sugieren que,
cuando son libres, activos e independientes, los medios de comunicación pueden ser funda-
mentales para la rendición de cuentas en la polı́tica. Sin embargo, con mucha frecuencia
los medios de comunicación no son activos ni independientes. En lugar de transmitir in-
formación imparcial, transmiten información sesgada, o simplemente suprimen información
importante. En particular, la influencia de intereses polı́ticos y económicos en los medios de
comunicación puede sesgar sus contenidos y entorpecer su labor. Los recuadros C y D citan
algunos trabajos que sustentan este temor. Por lo tanto, parece importante entender también
la posibilidad de captura de los medios de comunicación. En esta sección presentamos un
modelo sencillo en esta dirección, siguiendo a Besley y Prat (2006).
3. Los electores observan las señales reportadas por los medios, y votan por el gobernante
de turno, o por un oponente cuyo tipo es desconocido.
0, si s = b,
Pr (θ = g) =
γ si s = ∅.
d. El polı́tico de turno ofrece a los medios ti = τ a si: (i) los medios observaron s = b; (ii)
mτ a ≤ r. El polı́tico de turno ofrece 0 a todos los medios de lo contrario.
Es fácil verificar que este es un Equilibrio Bayesiano Perfecto del juego. Demostremos que
éste es el único Equilibrio Bayesiano Perfecto en el que los jugadores no juegan estrategias
débilmente dominadas.
Empecemos con la racionalidad del comportamiento de los electores y sus creencias. La
única información que reciben los electores es la señal s. Por lo tanto, su estrategia sólo
puede depender de s. No reelegir al gobernante si s = b es, evidentemente, una estrategia
dominante. En efecto, el gobernante de turno es del tipo malo con certeza, mientras que el
oponente puede ser bueno o malo (bueno con probabilidad γ).
Por ende la única pregunta es si puede haber un equilibrio en el que no se reelija al
gobernante con s = ∅. Pero esto no es posible, pues si ese fuera el caso, el gobernante
no tendrı́a porqué suprimir la información, ya que nunca es reelegido, entonces no tendrı́a
sentido pagar para evitar la información. Note además que si este fuera el caso, la creencia
posterior (Pr(θ = g|s = ∅)) de los electores de que el gobernante es bueno al observar s = ∅
serı́a estrictamente mayor que γ. La razón es la siguiente: si no se suprime información,
entonces s = ∅ porque el gobernante de turno es bueno (con probabilidad γ) o porque el
3
En el Apéndice matemático discutimos este concepto de equilibrio. Ver sección ??
2 . MEDIOS CAPTURADOS 315
gobernante es malo pero los medios no obtuvieron ninguna señal al respecto, con probabilidad
(1 − γ) (1 − q)). Ası́, acabamos de encontrar que:
Pr(s = ∅) = γ + (1 − γ) (1 − q) = 1 − q (1 − γ) .
Pr(θ = g ∩ s = ∅) γ
Pr(θ = g|s = ∅) = = > γ.
Pr(s = ∅) 1 − q (1 − γ)
Sin embargo, si esto es ası́, los votantes deberı́an óptimamente reelegir al gobernante de
turno cuando observan s = ∅, pues la probabilidad de que el gobernante de turno sea bueno
es mayor que la de su oponente. Ası́, en todo Equilibrio Bayesiano Perfecto en el que los
jugadores no juegan estrategias débilmente dominadas el gobernante de turno es reelegido si
y sólo si s = ∅.
Pasemos ahora al otro ingrediente del equilibrio, la negociación entre el gobernante de
turno y los medios. Empecemos por mostrar que en todo EBP en el que los jugadores no
juegan estrategias débilmente dominadas, un medio informado acepta ti /τ > a y rechaza
ti /τ < a. Primero, note que el ingreso comercial, asociado a la audiencia, no puede ser
superior a a. Por lo tanto, en cualquier equilibrio i acepta ofertas superiores a a. Segundo,
dada cualquier función de respuesta de los medios, en equilibrio el gobernante de turno
compra a todos los mercados de medios o a ninguno (recuerde que basta que un medio
publique la información para que todos los electores se informen). Suponga que existe un
equilibrio en el que i acepta una oferta estrictamente menor a a. Por el raciocinio anterior,
este es un equilibrio en que todos los medios son silenciados. Pero, entonces, si i rechaza la
oferta, es el único medio que publica la noticia, y obtiene a. Esto contradice el supuesto de
que i acepta callar por menos que a.
Finalmente, pasando a la decisión del gobernante de turno, recordemos que, si es reelegido,
P
el gobernante de turno obtiene r − i∈I ti . Entonces, el hecho de que los medios acepten si
ti /τ > a y rechacen si ti /τ < a implica que en todo EBP en el que los jugadores no juegan
estrategias débilmente dominadas el gobernante silencia a los medios si nτ a < r y no lo hace
de lo contrario.
1. Si n < r/ (τ a), la industria de medios está capturada. Cada medio suprime la informa-
ción a cambio de un soborno ti = τ a.
316CAPÍTULO 11. LA ECONOMÍA POLÍTICA DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN
Finalmente, sea A la suma de los beneficios de audiencia esperada para todos los medios.
Note que A = qa cuando los medios son libres y A = 0 cuando están capturados. Un
subproducto de la captura de los medios es crear una industria de medios que aliena a los
electores al producir noticias que no dan ninguna información efectiva.
Teniendo en cuenta los dos tipos de equilibrio del modelo, podemos concluir entonces
que la renovación polı́tica, el bienestar de los electores, y los ingresos relacionados con la
audiencia, son no decrecientes en q, n, a, y τ. Estos efectos son el resultado de dos mecanismos
diferentes. Primero, una mayor independencia de los medios respecto al poder polı́tico (τ
alto), una mayor comercialización de los medios (a alto) y más pluralidad en los medios (n
alto) influye en si los medios son capturados o no. Segundo, una mayor transparencia polı́tica
y más eficiente producción de noticias (q alto) son valiosos siempre y cuando los medios no
estén capturados. Pero, en este modelo, estas últimas variables no influyen directamente en
la probabilidad de captura de los medios.
Este modelo sencillo, que nos da algunas ideas sobre las circunstancias más propensas a
la captura de los medios de comunicación, puede ser extendido en varias direcciones. Entre
otras, Besley y Prat (2006) consideran la siguiente, que resulta particularmente relevante. El
modelo planteado sólo considera un problema de ‘selección adversa’: la posibilidad de elegir
gobernantes cuyo tipo, desconocido, no es bueno para los ciudadanos. Es posible incorporar
también consideraciones de ‘riesgo moral’: la posibilidad de que el polı́tico pueda elegir
cuántas rentas extraer al llegar al poder, pero esto no sea observado perfectamente por los
electores. Suponga además que la probabilidad de que el polı́tico sea descubierto es creciente
en la cantidad de rentas extraı́das y en la intensidad de la actividad de los medios. En este
caso, los medios pueden tener un beneficio directo (como en el modelo de la sección anterior)
reduciendo las rentas de las que se puede apropiar el polı́tica. Pero, al mismo tiempo, este
mejor comportamiento de los polı́ticos puede hacer más difı́cil la tarea de distinguir entre los
polı́ticos de tipo bueno y tipo malo. Estos efectos contradictorios implican que la renovación
polı́tica no necesariamente crece con la actividad de los medios, como en el modelo de sólo
selección adversa. Sin embargo, el efecto sobre el bienestar de los votantes no es ambiguo:
mercados de medios más independientes son buenos para los electores.
318CAPÍTULO 11. LA ECONOMÍA POLÍTICA DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN
Como enfatizamos en la primera parte de este capı́tulo, tener medios activos y libres
es reconocido como un factor esencial para la rendición de cuentas polı́ticas. Thomas
Jefferson incluso llegó a afirmar que la prensa libre es suficiente para un buen control
polı́tico: “Donde la prensa es libre y cada hombre puede leer, todo está a salvo”.
En Fergusson, Vargas, y Vela (2013) se argumenta que la afirmación de Jefferson
es incompleta: la prensa libre no garantiza el control polı́tico. En particular, cuando el
contexto institucional en el que operan los medios libres no es lo suficientemente fuerte,
la provisión de información sobre polı́ticos puede no incrementar el control polı́tico, e
inclusive puede tener consecuencias negativas no intencionales.
Para capturar la esencia del argumento, imagine una situación donde dos polı́ticos
compiten en elecciones. Uno de los polı́ticos puede coercionar una fracción de los votantes
para que voten por él. Una prensa libre y activa puede exponer a dicho polı́tico, revelando
sus prácticas antidemocráticas. ¿Qué ocurre con la publicación de dicha información?
Presumiblemente, el polı́tico pierde popularidad ante los votantes libres. Pero también es
posible que el polı́tico incremente su esfuerzo de coerción para contrarrestar el impacto
del escándalo mediático. Por supuesto el incremento de la coerción es ya una consecuencia
negativa y no intencional, pero la situación puede ser inclusive peor si el nuevo esfuerzo
de coerción es lo suficientemente fuerte para que no haya reducción alguna en la cantidad
de votos a favor del polı́tico expuesto.
En el trabajo se muestra que esto no es sólo una posibilidad teórica, pues es exacta-
mente lo que sucedió en Colombia en las elecciones legislativas del 2002 al 2010. Durante
el escándalo de “parapolı́tica” los medios nacionales denunciaron las negociaciones de al-
gunos polı́ticos con grupos armados ilegales paramilitares para obtener votos ejerciendo
coerción violenta. En lı́nea con lo esperado, la investigación documenta que los “para-
polı́ticos” tienen una distribución de los votos distinta a los no parapolı́ticos: candidatos
al Senado involucrados en el escándalo tienen mayor cantidad de votos en áreas donde
hay más presencia paramilitar, menor presencia de instituciones (judiciales) y donde las
instituciones presentes son ineficientes.
Aún más importante es la presentación de un ejercicio adicional que prueba directa-
mente los efectos del escándalo, haciendo más difı́cil explicar los resultados con historias
alternativas. El ejercicio consiste en la comparación de candidatos parapolı́ticos que fue-
3 . CONCLUSIONES 319
ron expuestos después de haber sido elegidos con aquellos que fueron expuestos antes de
haber sido elegidos. De forma consistente con el argumento presentado por los autores, se
encuentra que los parapolı́ticos expuestos antes de las elecciones aumentan su distribu-
ción de votos en áreas en las que la coerción es más fácil de ejercer (es decir, lugares con
mayor presencia paramilitar, menor presencia estatal y mayor ineficiencia institucional).
Además, los parapolı́ticos son relativamente más exitosos que los candidatos honestos,
en términos de la cantidad de votos obtenidos. Esto resulta poco sorprendente, teniendo
en mente que estos polı́ticos ejercen coerción sobre parte de los votantes. Pero inclusive
aquellos involucrados en el escándalo antes de ser elegidos pudieron contrarrestar la
información negativa, y su proporción de votos no difiere significativamente de la de los
candidatos con nexos paramilitares expuestos después de las elecciones.
Es claro que el poder de los medios masivos es un arma de doble filo. Medios libres
e insesgados, del tipo que Jefferson imaginó, mejoran el control polı́tico, pero lo opuesto
ocurre cuando su contenido se ve sesgado por captura polı́tica, por la motivación de ga-
nancias u otras razones. Pero los hallazgos de Fergusson y cols. (2013) van más allá de
esta idea y señalan la complementariedad entre diferentes dimensiones de las institu-
ciones en la democracia: inclusive si los medios masivos proveen información valiosa a
los votantes, incrementando la transparencia polı́tica, puede que no promuevan la rendi-
ción de cuentas y el control polı́tico en un contexto institucional débil, donde no están
garantizadas las elecciones libres.
Para complementar la famosa cita de Brandeis con la que abrimos este capı́tulo, la
luz solar puede ser el mejor de los desinfectantes, pero no cuando los gérmenes pueden
esconderse en la sombra. En Colombia, la exposición mediática de los parapolı́ticos los
envió aún más a la sombra.
3. Conclusiones
Recapitulemos algunas de las enseñanzas de las teorı́as discutidas en este capı́tulo y la
evidencia reseñada en sus recuadros. El mensaje que hemos reiterado es que los medios de
comunicación son un arma de doble filo.
Por el lado positivo, los medios pueden informar a los electores. Esta información es
importante para mejorar la rendición de cuentas polı́ticas, por varias razones. Primero, re-
duce las rentas del poder de las que se pueden apropiar los gobernantes cuando aprovechan
asimetrı́as de información. Segundo, hace a los electores más sensibles frente a las decisio-
nes de polı́tica que toman los gobernantes. Esto, a su turno, incrementa los incentivos de
320CAPÍTULO 11. LA ECONOMÍA POLÍTICA DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN
los polı́ticos a atender las demandas de los ciudadanos, en busca de una retribución en las
urnas. Finalmente, como los medios de comunicación tienen un incentivo natural a proveer
información que interese a sectores amplios de la población, tienden a privilegiar dichos
sectores amplios sobre los grupos de interés particulares. Cuando eso sucede, los polı́ticos
tienen incentivos a atender más las exigencias de sectores amplios de la población que los de
intereses particulares.
Pero los medios también pueden hacerle daño al funcionamiento de la democracia.
Por un lado, pueden proveer información sesgada, por diversas razones. Primero, pueden
ser presa de captura, cuando los gobernantes o grupos de presión a través de la presión
económica o la represión influyen en su contenido. Frente a esta situación, instituciones
fuertes y mercados amplios de medios pueden ser una defensa importante. Las instituciones
fuertes incrementan los costos de la captura. Los mercados amplios hacen que los medios
se preocupen por perder audiencia si presentan información parcializada. Pero una segunda
razón por la cual pueden surgir sesgos en los medios es precisamente comercial: complacer a
los lectores, entregando noticias y análisis que confirman sus creencias.
Por otro lado, inclusive cuando la información es imparcial, la información de los medios
puede tener efectos negativos no intencionados cuando otras instituciones son débiles. Con-
cretamente, en el contexto de coerción electoral, exponer a los polı́ticos que ejercen dicha
coerción no necesariamente impide que sean elegidos. Si ellos responden a la mala publicidad
con más coerción, no sólo se crea un daño directo sobre los votantes coaccionados, sino que
no se mejoran los resultados electorales o de polı́tica.
El tema de la economı́a polı́tica de los medios es fundamental, muy amplio, y su estudio
está en boga. Por eso, hemos dejado muchos temas de lado, incluido por ejemplo el papel
que pueden llegar a jugar los nuevos medios, como la expansión de la Internet y el papel
de las redes sociales. La investigación sobre estos temas está en su infancia pero creciendo
rápido. En pocos años sabremos mucho más sobre las consecuencias polı́ticas que han tenido
en las sociedades actuales.
Capı́tulo 12
1. Definiciones Básicas
Para transmitir algunas ideas claves, debemos empezar dando algunas definiciones e
introduciendo la notación.
Considere la siguiente clase de juegos. Hay un conjunto de jugadores denotado por N .
Para simplificar nos concentramos en el caso en el que N es finito, consistiendo de N juga-
dores. Cada jugador i ∈ N tiene un conjunto de estrategias Ai (k) ⊂ Rni en cada momento,
donde k ∈ K ⊂ Rn es el vector estado, con valor kt en el momento t. Un elemento genérico
de Ai (k) en el momento t se denota ait , y at = (a1t , ..., aN t ) es el vector de acciones en el
321
322 CAPÍTULO 12. JUEGOS DINÁMICOS Y APLICACIONES
momento t, i.e.,
Y
N
at ∈ A (kt ) ≡ Ai (kt ) .
i=1
Además, a−it = (a1t , .ai−1,t , ai+1,t, .., aN t ) es el vector de acción sin la acción del jugador
i, por lo que también podemos escribir at = (ait , a−it ).
Cada jugador tiene un función de utilidad instantánea ui (at , kt ), donde se asume que
ui : A × K → R
es continua y acotada.
La ley de movimiento del vector estado kt está dada por la siguiente función de transición
de Markov:
q (kt+1 | at , kt ) , (12.2)
que denota la densidad de la probabilidad de que el vector estado sea igual a kt+1 en el
siguiente periodo, cuando el perfil de acción del momento t es at ∈ A (kt ) y el vector estado
es kt ∈ K. Esta función es markoviana porque sólo depende del perfil de acción y del estado
actuales. Naturalmente,
Z ∞
q (k | at , kt ) dk = 1 para todo at ∈ A (kt ) y kt ∈ K.
−∞
ht = (a0 , k0 , ..., at , kt )
σit : Ht−1 × K → Ai ,
una estrategia (pura) para el jugador i en el momento t. Note que la estrategia es un mapeo
que determina qué jugar, dada la historia pasada ht−1 y el valor actual de la variable estado
kt ∈ K. Esto es la especificación natural de una estrategia (un plan completo de acción) para
el periodo t, dado que ht−1 y kt determinan completamente el subjuego en el que estamos.
Una estrategia mixta para el jugador i en el periodo t es
Un SPE requiere que las estrategias sean mejor respuesta entre sı́, dadas todas las posi-
324 CAPÍTULO 12. JUEGOS DINÁMICOS Y APLICACIONES
bles historias, lo cual es un requerimiento mı́nimo. Es fundamental que las estrategias son
mapeos a partir de la historia entera. Esto implica que se pueden construir diversos perfiles
de estrategias que son mejor respuesta entre sı́, apoyándose crucialmente en acciones de los
jugadores (piense en ‘castigos’) en historias del juego que no ocurren “en la senda de equi-
librio” (es decir, en la historia que sigue el juego para el perfil de estrategias de equilibrio).
Como resultado, hay múltiples equilibrios perfectos en subjuegos en los juegos repetidos
infinitamente. Esto ha llevado a los teóricos de juegos y economistas a concentrarse en un
subconjunto de equilibrios.
Tal vez el concepto alternativo más utilizado en juegos dinámicos es el de Equilibrio
Perfecto de Markov (MPE). El equilibrio perfecto de Markov difiere del equilibrio perfecto en
subjuegos en que condiciona las estrategias únicamente al estado relevante para los pagos. La
motivación viene de la programación dinámica estándar (también conocida como problemas
de decisión de Markov), donde un plan óptimo es un mapeo del vector de estado al vector
de control. El equilibrio perfecto de Markov puede ser entendido como una extensión de
este razonamiento a situaciones de teorı́a de juegos. La ventaja del equilibrio perfecto de
Markov relativo al equilibrio perfecto en subjuegos es que –en general– la mayorı́a de juegos
infinitos tendrán muchos menos equilibrios perfectos de Markov que equilibrios perfectos en
subjuegos.
En general, podemos definir la historia relevante para los pagos en el momento t como
la partición P t más pequeña de Ht , tal que dos elementos distintos de P t conlleven a pagos
o conjuntos de estrategias distintos para al menos uno de los jugadores cuando el perfil de
acción de los demás se mantiene constante.
En el caso de los juegos que estamos examinamos, dada la función de transición marko-
viana de arriba, el estado relevante para pagos es simplemente kt ∈ K. Entonces, definimos
una estrategia markoviana pura como
σ̂i : K → Ai ,
σ̂i : K → ∆ (Ai ) .
con σ̂i0 (k, ht−1 ) = σ̂i (k) para todo ht−1 ∈ Ht−1 y kt ∈ K. Se define el conjunto de estrategias
Q
de Markov extendidas para el jugador i por Ŝi0 y, naturalmente, Ŝ 0 = N 0
i=1 Ŝi . Además,
como antes, sea σ̂it0 el perfil de estrategias de continuación inducido por σ̂i0 tras el periodo
0∗
t, y sea σ̂−it el perfil de estrategias de continuación para todos los jugadores distintos a i,
∗
inducido por sus estrategias markovianas σ̂−i . Llamaremos a σ̂i y su extensión σ̂i0 “estrategias
markovianas”.
Por eso, la única diferencia entre MPE y SPE es que restringimos la atención a estrategias
markovianas. Es importante notar que, como enfatizado por la extensión de las estrategias
markovianas a σ̂i0∗ ∈ Ŝi0 y el requisito σ̂i0∗ [t] ∈ BR σ̂−i
0∗
[t] | ht−1 , kt , las desviaciones no están
restringidas a ser markovianas. En particular, para un MPE, una estrategia markoviana σ̂i∗
∗
debe ser mejor respuesta a σ̂i−1 entre todas las estrategias σit : Ht−1 ×K → ∆ (Ai ) disponibles
en el momento t, no sólo las markovianas.
Note finalmente que todo MPE es un SPE, ya que la estrategia markoviana extendida
satisface σ̂i0∗ [t] ∈ BR σ̂−i
0∗
[t] | ht−1 , kt , asegurando que σ̂i∗ es mejor respuesta a σ̂−i
∗
en todos
t−1 t−1
los subjuegos, es decir, para todo (h , kt ) ∈ H × K y todo t.
326 CAPÍTULO 12. JUEGOS DINÁMICOS Y APLICACIONES
que sólo difiere de (12.1) porque no hay condicionalidad en la variable de estado k(t). Nos
referiremos al juego {ui (a) , a ∈ A} como el juego de etapa. Defina
como el pago minmax de este juego. Sea V ∈ RN el conjunto de pagos posibles por periodo
para los N jugadores, con vi como el pago del jugador i (con lo que los pagos descontados
vi
corresponden a 1−β ). Entonces:
Teorema 7 (El “Folk Theorem” para juegos repetidos) Suponga que {Ai }i∈N son
compactos. Entonces, para cualquier v ∈ V tal que vi > mi para todo i ∈ N , existe β̄ ∈ [0, 1)
tal que para todo β > β̄, v puede ser sostenido como el perfil de pagos de un SPE.
Este último teorema es natural pero también muy importante. En juegos repetidos, no
hay un vector de estado, ası́ que las estrategias no pueden estar condicionadas en nada.
Consecuentemente, en MPE sólo podemos mirar las estrategias que son mejor respuesta en
el juego de etapa.
Example 9 (Dilema del Prisionero) Considere el siguiente dilema del prisionero estándar,
que tiene muchas aplicaciones en economı́a polı́tica.
D C
D (0, 0) (4, −1)
C (−1, 4) (2, 2)
El juego de etapa tiene un único equilibrio que es (D,D). Ahora imagine que este juego se
repite infinitas veces y que los dos agentes tienen un factor de descuento β. El único MPE
es jugar (D,D) en todos los periodos.
En contraste, cuando β ≥ 12 jugar (C,C) en todos los periodos puede ser sostenido como un
SPE. Para ver esto, recuerde que sólo necesitamos considerar el castigo minmax, que en este
2
caso es (0,0). Jugando (C,C) conlleva a un pago de 1−β , mientras que la mejor desviación
lleva a un pago de 4 ahora y un pago de continuación de 0. En consecuencia, β ≥ 12 es
suficiente para asegurar un perfil de estrategias nos lleve a ese resultado de equilibrio. En
este caso, usted puede verificar que el perfil de la “grim strategy” implementa (C,C) en cada
periodo: para los dos jugadores la estrategia es jugar C si ht está compuesto sólo de (C,C) y
jugar D de lo contrario.
El que el perfil de “grim strategy” no es MPE se puede ver fácilmente. Este perfil asegura
cooperación condicionando en cuanto a la historia pasada, es decir, condicional en si alguien
desvió en algún momento pasado. Esta historia no es relevante para los pagos en el futuro del
juego, dado el perfil de acción del otro jugador —fijando el perfil de acción del otro jugador,
el que alguien haya hecho trampa en el pasado no tiene efectos en los pagos futuros.
donde la segunda igualdad sustituye las transferencias de (12.5), teniendo en cuenta que las
tasas de impuesto pueden variar en el tiempo, por lo que se indexan con t. Sin embargo,
(12.8) sólo aplica cuando no hay revolución en el camino de equilibrio. En general:
∞
X
i
U = E0 β t (1 − ρ̄t ) (1 − τt ) y i + (τt − c (τt )) ȳ + ρ̄t yRi ,
t=0
donde ρ̄t = 1 si ha habido una revolución en cualquier momento antes de t, y ρ̄t = 0 en caso
contrario, y yRi es el ingreso del individuo i después de una revolución.
Si se intenta hacer una revolución, suponemos que siempre es exitosa pero una fracción
µt de la capacidad productiva de la economı́a se destruye para siempre en el proceso. Conse-
cuentemente, si hay una revolución en el momento t, cada ciudadano recibe un retorno por
periodo dado por
(1 − µS )ȳ
(1 − δ)
en todos los periodos futuros. El ingreso total de la economı́a es (1 − µS )ȳ y es repartido
entre 1 − δ agentes. Aquı́, tras una revolución, µS es el valor de µt en el momento en el
que se dio la revolución, y puede tomar dos valores, µH o µL . Esto implica que el estado
no fluctúa una vez ha pasado la revolución. Suponemos además que µH = µ y µL = 1, con
Pr(µt = µ) = q independiente de si µt−1 = µH o µL .
El que µ fluctúe es crucial para modelar la habilidad limitada de la élite para prometer
redistribución futura. Un valor alto de µ significa que una revolución es muy costosa, mientras
que un valor bajo de q implica que la amenaza de revolución es escasa, tal vez porque los
ciudadanos no están organizados. Como en el modelo simple que resolvimos en el capı́tulo 3,
las fluctuaciones en la amenaza de revolución son la fuente de los problemas de compromiso.
Sin embargo, con la estructura dinámica de esta versión, podremos apreciar la naturaleza
del problema más nı́tidamente.
El transcurso de eventos en un periodo t es el siguiente:
1. µt es revelado.
Empecemos con los MPE en estrategias puras para este juego, en los cuales las estrategias
dependen únicamente del estado del mundo actual y no de la historia completa del juego.
4 . APLICACIÓN: EL MODELO BÁSICO DE DEMOCRATIZACIÓN DE ACEMOGLU Y ROBINSON33
Asimismo, dado que la élite pierde todo, V r (R, µS ) = 0. Ahora recuerde que µL = 1,
por lo que los ciudadanos pobres nunca intentan iniciar una revolución cuando µt = µL .
Consecuentemente, el único valor relevante es el que inicia en el estado µH = µ, que es:
(1 − µ)ȳ
V p (R, µH ) = . (12.10)
(1 − δ) (1 − β)
Denotemos los valores para la élite y los ciudadanos en el estado µt = µH con V r (N, µH )
y V p (N, µH ). Esto implica que la ecuación de Bellman relevante que determina los valores
V r (N, µL ) y V p (N, µL ) se puede escribir como:
V r (N, µL ) = y r + β qV r (N, µH ) + (1 − q)V r (N, µL ) (12.11)
V p (N, µL ) = y p + β qV p (N, µH ) + (1 − q)V p (N, µL ) .
Las funciones valor en (12.11) dicen que el valor para un miembro de la élite en una no
democracia y en el estado µt = µL consiste de dos términos: (1) lo que ocurre hoy, el primer
término y r ; y (2) lo que se espera que ocurra mañana, o el valor de continuación, representado
por el segundo término β qV r (N, µH ) + (1 − q)V r (N, µL ) . Hoy no hay redistribución, dada
la decisión τ N = τ r , y un miembro de la élite obtiene y r . El segundo término es traı́do a valor
presente con el factor de descuento β. Mañana hay una nueva asignación del valor de µ, y
con probabilidad 1 − q, el estado µL se mantiene, con lo que se tiene µt+1 = µL . En este caso,
exactamente el mismo razonamiento de hoy implica que el valor para un agente de la élite
de este punto en adelante es V r (N, µL ). El valor V r (N, µL ) recurre porque el mundo futuro
visto desde el estado µt = µL es identico al mundo futuro visto desde el estado µt+1 = µL .
Con la probabilidad restante, q, hay un cambio de estado y tenemos µt+1 = µH , en cuyo caso
tendremos un valor diferente para un miembro de la élite mañana, denotado por V r (N, µH ).
yp
V p (N ) = (12.12)
1−β
Decimos que la restricción de revolución se cumple si los ciudadanos pobres prefieren una
revolución en el estado µt = µH a vivir en una no democracia sin redistribución, es decir si
V p (R, µH ) > V p (N )
cuando V p (R, µH ) está dado por (12.10). Usando las definiciones en (12.4), la restricción de
revolución es equivalente a
θ > µ. (12.13)
En palabras, la desigualdad θ debe ser suficientemente alta para que la restricción de revo-
lución se cumpla. Si la desigualdad no es tan alta, tal que tengamos θ ≤ µ, no hay amenaza
de revolución inclusive en el estado µt = µH y sin redistribución en ningún periodo. En
este caso, la élite siembre escoge su tasa de impuesto preferida, τ N = τ r , y no se enfrenta a
revoluciones a lo largo del sendero de equilibrio.
El caso más interesante es aquel en el cual la restricción de revolución (12.13) se cumple. Si
en este caso la élite elige τ N = τ r en el estado µt = µH , habrá revolución. Como la revolución
es un muy mal resultado para la élite, hará concesiones, eligiendo una tasa de impuestos
τ N = τ̂ > 0. Denotemos con V r (N, µH , τ N = τ̂ ) y V p (N, µH , τ N = τ̂ ) las funciones valor
para la élite y los ciudadanos en el estado µt = µH cuando la élite elige la tasa de impuesto
τ̂ (se espera que haga lo mismo en el futuro) y no hay revolución. Con esta tasa impositiva,
un agente del tipo i tiene un ingreso neto de (1 − τ̂ ) y i más lo que recibe como transferencia
de suma fija T̂ . De la restricción presupuestal del gobierno, esta transferencia de suma fija es
T̂ = (τ̂ − c (τ̂ )) ȳ, donde τ̂ ȳ es el recaudo total, y c (τ̂ ) ȳ es el costo de cobrar los impuestos.
Con el mismo argumento utilizado anteriormente, las funciones valor V r (N, µH , τ N = τ̂ )
y V p (N, µH , τ N = τ̂ ) están dadas por:
V r (N, µH , τ N = τ̂ ) (12.14)
= y r + (τ̂ (ȳ − y r ) − c(τ̂ )ȳ) + β qV r (N, µH , τ N = τ̂ ) + (1 − q)V r (N, µL ) ,
V p (N, µH , τ N = τ̂ )
= y p + (τ̂ (ȳ − y p ) − c(τ̂ )ȳ) + β qV p (N, µH , τ N = τ̂ ) + (1 − q)V p (N, µL ) .
Considere por ejemplo la función valor de un miembro de la élite. Ahora, el primer término es
y r +(τ̂ (ȳ − y r ) − c(τ̂ )ȳ), que es el ingreso neto tras el pago de impuestos a la tasa τ̂ . El segun-
334 CAPÍTULO 12. JUEGOS DINÁMICOS Y APLICACIONES
do término es de nuevo el valor de continuación, β qV r (N, µH , τ N = τ̂ ) + (1 − q)V r (N, µL ) .
Con probabilidad q, el estado µH surge de nuevo mañana, en cuyo caso los ricos continúan
imponiendo una tasa τ N = τ̂ y reciben V r (N, µH , τ N = τ̂ ). Con probabilidad 1 − q, el estado
cambia a µL y la función valor correspondiente es V r (N, µL , τ N = τ̂ ). El término completo
se multiplica por β para traerlo a valor presente.
Un argumento similar está tras la expresión para V p (N, µH , τ N = τ̂ ). Un ciudadano
recibe un ingreso relativamente alto hoy porque hay redistribución a la tasa τ̂ . Pero lo que
ocurrirá en el futuro es incierto. Si el estado se mantiene en µH , la redistribución continua.
Pero nada garantiza que esto ocurra, y de hecho el estado puede cambiar a µL con lo que la
amenaza de revolución desaparece y, como vimos antes, independiente de lo que prometa, la
élite deja de redistribuir y escoge τ N = τ r .
Consecuentemente, la expresión V p (N, µH , τ N = τ̂ ) ya incorpora el problema de falta de
credibilidad de las promesas de redistribución futura hechas en el presente. La redistribución
de hoy surge porque los ciudadanos tienen poder polı́tico de facto: la amenaza de revolución es
relativamente eficaz y si la élite no hace concesiones en forma de redistribución, los ciudadanos
pobres tienen la capacidad de revocar el sistema. Este poder polı́tico les procura mayores
ingresos a los ciudadanos pobres. Sin embargo, esta redistribución puede cesar mañana si lo
que le da poder polı́tico a los ciudadanos, i.e. la amenaza de revolución, desaparece. Esta es
la esencia del problema de compromiso en la sociedad.
Volviendo al análisis del juego, necesitamos determinar la acción de los ciudadanos des-
pués de que la élite decide redistribuir con la tasa impositiva τ̂ en el estado µH . Claramente
tienen que elegir entre hacer revolución, ρ = 1, y no hacerla, ρ = 0. Si deciden hacer una revo-
lución, entonces una vez el juego alcanza este punto, aplican las funciones valor de revolución,
V r (R, µH ) and V p (R, µH ). En caso contrario, se tiene V r (N, µH , τ N = τ̂ ) y V p (N, µH , τ N =
τ̂ ). Además es claro que un ciudadano elige ρ dependiendo de si V p (N, µH , τ N = τ̂ ) o
V p (R, µH ) es mayor. Consecuentemente, podemos escribir:
(
= 0 si V p (R, µH ) ≤ V p (N, µH , τ N = τ̂ )
ρ (12.15)
= 1 si V p (R, µH ) > V p (N, µH , τ N = τ̂ )
Note que el cálculo de esta decisión es igual para todos los ciudadanos. En otras pala-
bras, un ciudadano toma parte en una revolución si tiene mayor retorno con la revolu-
ción que con la redistribución a la tasa τ̂ hoy, que de nuevo puede entenderse como una
“promesa de redistribución semi-creı́ble por parte de la élite-habrá redistribución hoy con
la tasa impositiva τ̂ , y podrı́a haberla mañana si la naturaleza determina que la ame-
naza de revolución continuará siendo creı́ble. Continuamos asumiendo en (12.15) que si
V p (R, µH ) = V p (N, µH , τ N = τ̂ ) entonces ρ = 0, tal que la indiferencia se resuelve con que
4 . APLICACIÓN: EL MODELO BÁSICO DE DEMOCRATIZACIÓN DE ACEMOGLU Y ROBINSON33
no hay revolución.
Con ρ dado por (12.15), también tenemos
La élite quisiera prevenir la revolución siempre que sea posible. La pregunta es si siem-
pre pueden. Para determinar la respuesta, estudiamos el valor máximo que la élite puede
prometerle a los ciudadanos. Este consiste en elegir la tasa impositiva preferida por los ciuda-
danos pobres, τ p , dado por (12.6). Ası́, la comparación relevante es aquella entre V p (R, µH )
y V p (N, µH , τ N = τ p ). Si V p (N, µH , τ N = τ p ) ≥ V p (R, µH ), la revolución puede ser evitada,
pero no de lo contrario.
Note que, como uno esperarı́a, la función valor V p (N, µH , τ N = τ p ) depende crucialmente
de q, la probabilidad de que el estado sea µH en el futuro, pues esta es la frecuencia con que
habrá redistribución en el futuro (en cierto sentido, nos dice qué tan creı́ble es la promesa
de redistribución en el futuro).
Para derivar una expresión para V p (N, µH , τ N = τ p ) sustituimos V p (N, µH , τ N = τ p ) =
V p (N, µH ) en (12.11). Note que (12.11) y (12.14) son dos ecuaciones lineales con dos variables
desconocidas, las funciones valor V p (N, µH , τ N = τ p ) y V p (N, µL ). Resolviendo estas dos
ecuaciones encontramos
o si
y p + (1 − β(1 − q)) (τ p (ȳ − y p ) − c(τ p )ȳ) (1 − µ)ȳ
≥ ,
1−β (1 − δ) (1 − β)
que puede simplificarse a
Proposición 10 Hay un único equilibrio perfecto de Markov {σ̃ r , σ̃ p } del juego G∞ (β). Sean
µ∗ y τ̂ dados por (12.19) y (12.20). Entonces, en este equilibrio:
Si θ > µ, entonces :
• Si µ < µ∗ , las promesas de la élite son insuficientemente creı́bles para evitar una
revolución. En el estado bajo, la élite no redistribuye y no hay revolución, pero en
el estado alto hay revolución sin importar la tasa de impuesto elegida por la élite.
• Si µ ≥ µ∗ , la élite no redistribuye en el estado bajo y elige la tasa de impuesto τ̂
en el estado de amenaza alta, que es justo lo suficiente para evitar la revolución.
Los ciudadanos nunca inician una revolución.
depende de la repartición futura del poder polı́tico. Cuando q es muy bajo, los ciudadanos
pueden tener poder de facto hoy por la amenaza de revolución efectiva, pero es poco probable
que lo tengan de nuevo en el futuro. En este caso, cualquier promesa hecha por la élite no es
creı́ble, y los ciudadanos prefieren usar su poder polı́tico para transformar la sociedad hacia
una que sea más beneficiosa para ellos, tomando una tajada más grande de la torta. Es sólo
cuando q es alto, tal que sea probable que el poder de facto de los ciudadanos se repita en
el futuro, que las promesas hechas por la élite son los suficientemente creı́bles para que se
pueda evitar la revolución.
Hay además una paradoja interesante. Cuando q es alto, tal que el poder de facto de
los ciudadanos es más permanente, es más fácil evitar una revolución. Esto sigue porque µ∗
en (12.19) es decreciente en q. Esto se debe a que cuando el poder de los ciudadanos no es
transitorio, es más fácil para la élite hacer promesas de redistribución futura creı́bles. Esto
puede resultar contra-intuitivo: la intuición simple podrı́a sugerir que cuando los ciudadanos
son más poderosos y están mejor organizados, una revolución es más que una amenaza.
Esto no es el caso porque la amenaza futura de revolución también permite hacer promesas
creı́bles por parte de la élite para eliminar la posibilidad de una revolución.
Note también que el valor crı́tico µ∗ depende de la desigualdad de la sociedad. En parti-
cular, entre más desigual es una sociedad, i.e. entre más alto es theta, más alto es µ∗ y más
probables son las revoluciones. La razón es simple: con mayor desigualdad, la revolución re-
sulta más atractiva y es necesaria una mayor redistribución creı́ble para evitarla. Los efectos
de la desigualdad los estudiamos con detalle en nuestro análisis del capı́tulo 3.
los ciudadanos inician una revolución cuando vuelva a haber una amenaza de revolución
efectiva, dándole un pago muy bajo a la élite. En otras palabras, estas promesas podrı́an
sostenerse con la amenaza de castigos futuros, o por las estrategias de “juegos repetidos”.
Los castigos aquı́ corresponden a las acciones en las que incurrirán los ciudadanos en el fu-
turo (i.e. revolución), una vez la élite se desvı́a de su comportamiento prescrito (incumpla
sus promesas). Cuando dejamos que los jugadores jueguen estrategias no markovianas co-
mo estas, el resultado es la supervivencia de la no democracia para un conjunto mayor de
parámetros.
La diferencia importante entre estrategias markovianas y no markovianas es que las últi-
mas permiten a los jugadores condicionar sus acciones en el momento t no sólo al estado del
momento, sino también a la historia del juego hasta dicho momento. Enfoquemos la atención
en la situación donde, en términos de la Proposición previa, θ > µ and µ < µ∗ , tal que con
la restricción a equilibrios perfectos de Markov, el único equilibrio incluye una revolución.
Veamos si la élite puede evitar la revolución usando promesas compatibles en incentivos, sos-
tenidas por futuros castigos. Para hacer esto, primero encontramos el valor máximo que la
élite puede darle a los ciudadanos, tomando en cuenta las potenciales estrategias de castigo.
Dado que en general los juegos repetidos tienen muchos equilibrios perfectos en subjuegos,
nos concentramos en el equilibrio perfecto en subjuegos que resulta mejor para la élite. Este
SPE previene la revolución para mayor conjunto posible de valores de parámetros, aunque
hay otros equilibrios perfectos en subjuegos que también previenen la revolución para el
mismo conjunto de valores de parámetros pero le dan a los ciudadanos más utilidad. Sin
embargo, el análisis del equilibrio especı́fico dará una idea de los tipos de resultados que
pueden ser soportados en equilibrios no markovianos.
Suponga también que empezamos cuando el estado es µL . Primero calculamos la función
valor de la élite si redistribuyen a una tasa τ N = τ H ≤ τ p en el estado µt = µH y a una
tasa τ N = τ L ≤ τ p en el estado µt = µL (ya que no estamos considerando estrategias de
Markov, τ L > 0 es posible). También suponemos por ahora que los ciudadanos no inician una
revolución (más adelante impondremos esto como una restricción al vector de impuestos).
Por los mismos argumentos utilizados arriba, este valor está dado por
(12.21)
V r (N, µL , τ L , τ H
)
= y r + τ L (ȳ − y r ) − c τ L ȳ + β qV r (N, µH , τ L , τ H ) + (1 − q)V r (N, µL , τ L , τ H ) .
Note que estamos utilizando una notación distinta, V r (N, µL , τ L , τ H ), en lugar de V r (N, µL )
como en la subsección pasada. Esto se debe a que en el MPE la élite siempre elige τ N = 0
4 . APLICACIÓN: EL MODELO BÁSICO DE DEMOCRATIZACIÓN DE ACEMOGLU Y ROBINSON33
En la ecuación (12.21), el primer término y r + τ L (ȳ − y r ) − c τ L ȳ es de nuevo el
retorno presente de la élite, dado que hay un impuesto a la tasa τ L , y el segundo término
es el valor de continuación, teniendo en cuenta que la tasa de impuesto cambiará a τ H si el
estado cambia a µH . Por el mismo argumento,
V r (N, µH , τ L , τ H )
= y r + τ H (ȳ − y r ) − c τ H ȳ + β qV r (N, µH , τ L , τ H ) + (1 − q)V r (N, µL , τ L , τ H )
yr
Vdr (N, µL ) = . (12.23)
1 − β (1 − q)
Este análisis establece que sólo una redistribución a la tasa τ L en el estado µt = µL tal
que
V r (N, µL , τ L , τ H ) ≥ Vdr (N, µL ). (12.24)
sujeto a (12.24) y
V p (N, µH , τ L , τ H ) ≥ V p R, µH , (12.26)
donde V p (N, µH , τ L , τ H ) es la función valor de los ciudadanos empezando en el estado µH
con el vector de impuestos τ L , τ H , y V p R, µH , es el valor de una revolución en el estado
µH para los ciudadanos, dado por (12.10) en la subsección anterior. Mientras que la primera
restricción asegura que la élite no quiera incumplir sus promesas, la segunda requiere que los
ciudadanos no quieran iniciar una revolución en el estado alto.
El valor V p (N, µH , τ L , τ H ) se obtiene de manera análoga a los valores para la élite. En
particular, en el estado bajo:
V p (N, µL , τ L , τ H )
= y p + τ L (ȳ − y p ) − c τ L ȳ + β qV p (N, µH , τ L , τ H ) + (1 − q)V p (N, µL , τ L , τ H ) ,
4 . APLICACIÓN: EL MODELO BÁSICO DE DEMOCRATIZACIÓN DE ACEMOGLU Y ROBINSON34
y en el estado alto,
V p (N, µH , τ L , τ H )
= y p + τ H (ȳ − y p ) − c τ H ȳ + β qV p (N, µH , τ L , τ H ) + (1 − q)V p (N, µL , τ L , τ H ) .
Es sencillo caracterizar el valor mı́nimo de µH tal que la revolución pueda evitarse. Deno-
tamos este valor crı́tico por µ∗∗ con una analogı́a al µ∗ de la subsección anterior. Formalmente,
este valor crı́tico corresponde al valor mı́nimo de µH tal que el conjunto de restricciones del
problema de optimización de arriba sea no vacı́o. Cuando el conjunto de restricciones es
vacı́o, no hay un vector de impuestos τ L , τ H que simultáneamente sea creı́ble y pueda di-
suadir a los ciudadanos de iniciar una revolución, ası́ que en equilibrio tiene que haber una
revolución en el estado µH .
Para calcular este valor crı́tico, note que el valor más alto que puede tomar τ H es τ p .
Intuitivamente, en el estado alto, la élite está dispuesta a dar la máxima redistribución
para evitar una revolución. ¿Qué pasa con τ L ? Una vez τ H = τ p , τ L está dada al imponer
la compatibilidad de incentivos de la élite, (12.24) como igualdad. Consecuentemente, la
mayor cantidad de redistribución que puede ser prometida de forma creı́ble es aquella que
se deriva de recaudar la tasa de impuesto τ̄ 0 en el estado µt = µL tal que: Vdr (N, µL ) =
V r (N, µL , [τ̄ 0 , τ p ]), o
Esta tasa τ̄ 0 es una función creciente en β. Entre más valioso el futuro, es menos atractivo
para la élite desviarse de su comportamiento prometido, tal que pueden prometer una tasa
de redistribución más alta. Esto es intuitivo y es un principio fundamental en el análisis
de juegos repetidos. Para que un jugador no tome las acciones en su interés inmediato, los
342 CAPÍTULO 12. JUEGOS DINÁMICOS Y APLICACIONES
beneficios de esta acción deben ser contrarrestados por otras consideraciones futuras. Aquı́, si
toman dichas acciones, serán castigados en el futuro. Entre más descuente el jugador el futuro
o entre menos severo sea el castigo esperado, más difı́cil será convencerlo de mantenerse fiel
a sus promesas.
El punto importante resaltado por (12.28) es que la élite no tiene poder irrestricto para
hacer promesas: tienen una capacidad limitada, soportada por la amenaza de futuros castigos.
Cualquier promesa que hagan es creı́ble sólo si está en sus intereses mantenerla en el tiempo.
Aquı́, una redistribución positiva inclusive sin amenaza de revolución puede estar en sus
intereses pues de lo contrario saben que tienen que lidiar con una revolución más adelante.
Sin embargo, esta amenaza de castigos futuros puede soportar sólo una cantidad limitada de
redistribución (la élite no puede prometer de forma creı́ble una tasa de impuesto mayor que
τ̄ 0 en el estado bajo).
Este análisis implica que la pregunta de si una revolución puede ser evitada se reduce a si
el valor de la redistribución para los ciudadanos a la tasa τ̄ 0 en el estado µt = µL y a la tasa
τ p en el estado µt = µH (empezando en el estado µt = µH ) es mejor que la revolución para
los ciudadanos. Puesto de otra forma, a si el vector de impuestos [τ̄ 0 , τ p ] está en el conjunto
de restricciones del problema de maximización de arriba, dado por las desigualdades (12.24)
y (12.26).
Por analogı́a con el análisis en la subsección previa, podemos ver que el vector de im-
puestos [τ̄ 0 , τ p ] está en el conjunto de restricciones para todo µ ≥ µ∗∗ , donde µ∗∗ es tal
que V p (N, µH , [τ̄ 0 , τ p ]) = V p (R, µH ) cuando µH = µ∗∗ . Explı́citamente, tenemos que el valor
crı́tico µ∗∗ es la solución a:
µ∗∗ < µ∗ ,
mejor que puede prometer la élite es insuficiente para evitar la revolución. Esto de nuevo
resalta la capacidad limitada de la élite para hacer promesas creı́bles: sólo promesas cuyo
cumplimiento está en su interés son creı́bles.
Esta discusión lleva al resultado principal de esta subsección, que expresamos informal-
mente como:
Ahora, para expresar los resultados de esta subsección de manera más cuidadosa y com-
pletar la caracterización del equilibrio, debemos definir qué es una estrategia en este juego.
La principal diferencia con la subsección anterior es que hemos eliminado la restricción a
estrategias de Markov y ahora una estrategia puede depender no sólo del estado en un mo-
mento t sino también de la historia del juego hasta ese momento. Sea Ht−1 el conjunto de
todas las posibles historias del juego hasta t − 1, donde una historia particular se denota por
ht−1 ∈ Ht−1 . Las acciones de la élite y los ciudadanos se denotan ahora por σ r = {τ N (·, ·)}
y σ p = {ρ(·, ·, ·)} donde τ N (µt , ht−1 ) es la tasa de impuesto elegida por la élite en el mo-
mento t cuando el estado actual es µH o µL . y la historia observada es ht−1 . Entonces, τ N :
{µL , µH } × Ht−1 → [0, 1]. Similarmente, ρ(µt , τ N , ht−1 ) es la decisión de los ciudadanos de
iniciar una revolución condicional al estado actual. las acciones actuales de la élite y la his-
toria. Tenemos que ρ : {µL , µH } × [0, 1] × Ht−1 → {0, 1}. Ası́, un equilibrio perfecto en
subjuegos es una combinación de estrategias {σ̂ r , σ̂ p } tal que σ̂ r y σ̂ p son mejores respuestas
entre si para todas las posibles historias ht−1 ∈ Ht−1 y acciones previas tomadas dentro del
mismo juego de etapa.
Cuando µ < µ∗∗ , el siguiente perfil de estrategias es el único equilibrio perfecto en subjue-
gos: τ N (µt , ht−1 ) = 0 for µt ∈ {µL , µH } y cualquier ht−1 , ρ(µL , ·, ht−1 ) = 0 y ρ(µH , ·, ht−1 ) = 1
para cualquier ht−1 . Para este conjunto de valores de parámetros, una revolución es lo su-
ficientemente atractiva para que las concesiones no funcionen y la primera vez que se dé el
estado alto habrá una revolución sin importar la historia previa del juego o la tasa actual
de impuesto. Dado que la élite sabe esto, simplemente eligen una tasa de impuestos igual a
cero mientras el estado sea µL .
Para entender la naturaleza del equilibrio perfecto en subjuegos cuando µ ≥ µ∗∗ , es
útil notar que en este caso hay una motivación adicional para la élite, la “suavización del
impuesto”. Intuitivamente, la élite quisiera lograr una cierta redistribución a los ciudadanos
asumiendo el menor costo posible. Dado que el costo de los impuestos dado por la función
344 CAPÍTULO 12. JUEGOS DINÁMICOS Y APLICACIONES
c (·) es convexa, esto implica que los impuestos deberı́an exhibir tan poca variación como
sea posible. En otras palabras, deberı́an tener una senda suavizada. Como sabemos por el
análisis del capı́tulo 7, esta idea fue sugerida por Barro (1979) en el contexto de polı́tica
fiscal óptima, pero se puede aplicar aquı́. La suavización del impuesto no era posible antes,
porque la élite nunca podı́a prometer redistribución en el estado µL . Ahora que este tipo de
redistribución es posible, la suavización del impuesto también surge como una posibilidad.
El argumento de suavización del impuesto implica que la forma más barata de proveer
utilidad de V p (R, µH ) es establecer una tasa de impuesto constante, τ S , tal que
V p (N, µH , τ S , τ S ) = V p (R, µH ), (12.30)
Consecuentemente, redistribuir a esta tasa es la mejor estrategia posible para la élite. la pre-
gunta es si el vector de impuestos es compatible en incentivos, es decir, si satisface (12.24).
Los mismos argumentos de arriba implican inmediatamente que el vector τ S , τ S es com-
patible en incentivos siempre que τ S ≤ τ̄ S donde τ̄ S está dado por
S S
βq θ S S
τ̄ (θ − δ) + δc τ̄ = − τ̄ (θ − δ) + δC(τ̄ ) , (12.32)
(1 − βq) 1 − β (1 − q)
que es similar a (12.28) arriba con el vector τ̄ S , τ̄ S reemplazando [τ̄ 0 , τ p ].
tal que cuando µ ≥ µ̄S , una polı́tica de impuesto perfectamente suavizado y creı́ble pre-
vendrá la revolución.
Claramente µ̄S > µ∗∗ (por otro lado, µ̄S puede ser mayor o menor que µ∗ ). Cuando
µ ≥ µ̄S , el mejor equilibrio perfecto en subjuegos posible para la élite es una combinación de
estrategias que corresponde al vector de impuestos τ S , τ S (que, por construcción, previene
la revolución al costo más bajo posible). Explı́citamente, definamos la historia ĥt tal que
ht = ĥt si para todo s ≤ t, τ N (µL , hs ) = τ S donde τ S está dado por (12.30) arriba. Entonces,
el equilibrio perfecto en subjuegos está dado por la siguiente combinación de estrategias.
Para la élite: (
N t−1 τ S if ht−1 = ĥt−1
τ (µt , h ) = (12.34)
0 if ht−1 6= ĥt−1
Note que en este caso, como antes, las estrategias especifican como juega un jugador
inclusive fuera de la senda de equilibrio, que ahora incluye todas las posibles historias hasta
el momento t. En particular, aquı́ ĥt−1 denota la senda de equilibrio. Entonces, mientras
el juego se mantiene en esta senda, la élite elige τ S en los dos estados, y los ciudadanos
nunca hacen revolución. Sin embargo, si la élite elige una tasa de impuesto menor que τ S ,
entonces nos moveremos en una historia ht−1 6= ĥt−1 y las estrategias dicen que la primera
vez que el estado sea alto, los ciudadanos realizan una revolución. ¿Cómo sabemos que en
dicha situación es creı́ble que los ciudadanos realicen una revolución? Esto viene de (12.34),
que expresa que si la élite debe elegir una tasa de impuesto después de una historia distinta a
ĥt−1 , eligen su tasa preferida (cero). Ası́, los pobres entienden que si no inician una revolución
tras la desviación por parte de la élite, nunca recibirán redistribución a partir de ese punto
en el juego. Consecuentemente, mientras se cumpla la restricción de revolución θ > µ, es
óptimo iniciar una revolución tras la desviación de la élite.
Podemos resumir esta discusión con la siguiente proposición:
Proposición 11 Asuma que θ > µ. Sea µ∗∗ y µ̄S > µ∗∗ sea dado por (12.29) y (12.33).
346 CAPÍTULO 12. JUEGOS DINÁMICOS Y APLICACIONES
Entonces, el equilibrio perfecto en subjuegos que es mejor desde el punto de vista de la élite,
{σ̂ r , σ̂ p }, del juego G∞ (β) es tal que:
1. si µ < µ∗∗ , entonces τ N (µt , ht−1 ) = 0 para µt ∈ {µL , µH } y cualquier ht−1 ; y ρ(µL , ·, ht−1 ) =
0 y ρ(µH , ·, ht−1 ) = 1 para cualquier ht−1 ∈ Ht−1 .
2. si µ ≥ µ̄S , τ N (µt , ht−1 ) = τ S para µt ∈ {µL , µH } y ht−1 = ĥt−1 , donde τ S está dado
por (12.31); τ N (µt , ht−1 ) = 0 para µt ∈ {µL , µH } y ht−1 6= ĥt−1 , ρ(µL , τ N , ht−1 ) = 0;
ρ(µH , τ N , ht−1 ) = 0 para ht−1 = ĥt−1 y τ N ≥ τ S ; y ρ(µH , τ L , ht−1 ) = 1 para cualquier
ht−1 6= ĥt−1 o τ N < τ S .
3. si µ ∈ [µ∗∗ , µ̄S ), entonces τ N (µL , ht−1 ) = τ̂ L y τ L (µH , ht−1 ) = τ̂ H para ht−1 = ĥt−1
donde τ̂ L y τ̂ H están dados por (??) y (??); τ N (µt , ht−1 ) = 0 para µt ∈ {µL , µH }
y ht−1 6= ĥt−1 ; ρ(µL , ·, ht−1 ) = 0; ρ(µH , τ N , ht−1 ) = 0 si ht−1 = ĥt−1 y τ N ≥ τ̂ H ; y
ρ(µH , τ N , ht−1 ) = 1 if ht−1 6= ĥt−1 o τ N < τ̂ H .
El punto importante que surge de esta proposición es que ahora hay un conjunto mayor
de valores de parámetros que permitirán a la élite evitar la revolución. En otras palabras, en
sociedades con µ tal que µ∗∗ ≤ µ < µ∗ , hay revoluciones en equilibrio si no permitimos que la
élite haga promesas de redistribución compatibles en incentivos en periodos futuros de baja
amenaza de revolución, pero dichas revoluciones pueden ser prevenidas una vez se permiten
dichas promesas. Además, inclusive cuando µ ≥ µ∗ , la élite puede alcanzar un mejor resultado
para si misma al suavizar los impuestos por la posibilidad de utilizar promesas compatibles
en incentivos.
Sin embargo, es importante enfatizar que la élite continúa teniendo habilidades limi-
tadas para hacer promesas. Sólo promesas de redistribución a la tasa τ L que satisfagan
V r (N, µL , τ L , τ H ) ≥ Vdr (N, µL ) son compatibles en incentivos, y esto implica que en so-
ciedades con µ < µ∗∗ aplican las mimas consideraciones de la proposición de la subsección
pasada y la redistribución creı́ble no es suficiente para convencer a los ciudadanos de vivir
en una no democracia, por lo que ellos preferirán rutas alternativas.
Como analizamos en el capı́tulo 3 en una versión simplificada de este modelo, en este
caso la élite puede tratar de convencer a los ciudadanos de no iniciar una revolución ofre-
ciendo cambios en las instituciones polı́ticas para hacer más creı́ble la redistribución futura:
democratizando. La democratización le da poder polı́tico a los ciudadanos, volviendo creı́bles
niveles mucho más altos de redistribución futura. Aunque no presentaremos los detalles acá,
en Acemoglu y Robinson (2006) se presenta dicho análisis en el contexto de este modelo
propiamente dinámico. Invitamos al lector a estudiar esta extensión en el libro de Acemoglu
5 . APLICACIÓN: JUEGOS DE PROPIEDAD COMÚN 347
y Robinson, para poner en práctica los conceptos y métodos de este capı́tulo. A continua-
ción, presentamos otro ejemplo polı́tico importante donde el análisis dinámico juega un papel
central.
Otro ejemplo de juegos dinámicos son los juegos de propiedad común, donde los individuos
deciden en el tiempo cuánto explotar un recurso común. Este tipo de juegos también tiene
múltiples aplicaciones en la economı́a polı́tica, ya que frecuentemente diferentes individuos
o grupos en situaciones polı́ticas comparten el mismo recurso. Este tipo de juegos también
ilustra caracterı́sticas interesantes de los equilibrios perfectos de Markov y cómo se computan
en la práctica. Concretamente, nos permitirá ver la relación entre este tipo de juegos y los
problemas de programación dinámica.
donde A > 0, K0 está dado y Kt ≥ 0 se debe satisfacer en cada periodo. Esta ecuación es la
función de transición y muestra cómo se acumula el capital. Si A = 1, tenemos un juego de
recurso fijo. Pero A > 1 es posible, permitiendo crecimiento del stock de capital.
El juego de etapa es como sigue: en cada momento todos lo jugadores anuncian si-
P P
multáneamente {cit }i∈N . Si i∈N cit ≤ AKt , cada individuo consume cit . Si i∈N cit > AKt ,
entonces AKt está equitativamente distribuido entre los N + 1 jugadores.
348 CAPÍTULO 12. JUEGOS DINÁMICOS Y APLICACIONES
Por concavidad, este planificador asignará consumo igualitariamente a todos los individuos
en cada periodo. Consecuentemente, sea Ct el consumo en el momento t, entonces cada
Ct
individuo consumirá 1+N . Esto implica que el programa del planificador en el momento
t = 0 es:
∞
X
E0 β t [log (Ct ) − log (1 + N )] (12.35)
t=0
sujeto a
Kt+1 = AKt − Ct . (12.36)
Una solución para este problema es un par de funciones V (K) y h(K), tal que S ∈ h(K) sea
óptimo. Argumentos estándar de programación dinámica implican que:
Dado esto, el plan óptimo S = h(K) debe satisfacer la siguiente condición de primer
orden necesaria y suficiente, cuando S es inferior:
1
= βV 0 (S) . (12.38)
AK − S
Además, dado que V (K) es diferenciable, usando la condición de la envolvente, tenemos
A
V 0 (K) = . (12.39)
AK − S
Para verificar que esto es la condición de la envolvente estándar, note que V 0 (K) = A/ (AK − S)+
(βV 0 (S) − 1/ (AK − S)))dS/dK y el término multiplicando dS/dK es igual a cero por la
condición de primer orden (12.38). Ası́, tenemos la siguiente condición de primer orden
1 βA
= ,
AK − h (K) Ah (K) − h (h (K))
que define h(·) como la función de polı́tica óptima.
El problema ahora es encontrar la función h (·) que resuelve la anterior ecuación. De
hecho, la forma más fácil de hacer progreso es usar el método de “adivinar y verificar”. Este
método es poderoso en el contexto de programación dinámica, ya que sabemos que V (·)
y h(·) son únicas. Entonces, si podemos encontrar un par de funciones que satisfagan las
condiciones necesarias, completamos la solución.
Con un poco de experiencia y previsión, adivinemos que:
A
δ1 = .
A − γ1
2
Esto resulta de la concavidad estricta de la función de pago instantánea.
350 CAPÍTULO 12. JUEGOS DINÁMICOS Y APLICACIONES
1 δ1
=β ,
AK − γ1 K γ1 K
o
1 βA
= ,
A − γ1 γ1 (A − γ1 )
lo que implica que
γ1 = βA
A A 1
δ1 = = = .
A − γ1 A − βA 1−β
Finalmente, para encontrar δ0 (que de hecho es un parámetro poco interesante), note que
tal que
cN (K) .
c = AK − N cN (K) − S,
donde la solución es un trı́o de funciones V N (K), cN (K) y hN (K), tal que S ∈ hN (K)
es mejor respuesta, donde condicionar en N denota que esto se refiere al juego con N + 1
jugadores.
El método de solución es el mismo que antes, aunque ya que ahora se trata de la solución
a un juego, V N (·) depende de la función cN (·), y no podemos establecer que V N (KN ) tenga
definición única, o que sea continua, cóncava o diferenciable sin saber más sobre cN (·). Sin
embargo, asumamos que tiene dichas caracterı́sticas (esto será verificado por la solución).
Asumiendo diferenciabilidad, la condición de primer odern del problema de maximización
en (12.41) es
1 0
= β V N (S) . (12.42)
AK − N c (K) − S
N
La condición de la envolvente es
0
N 0 A − cN (K)
V (K) = .
AK − N cN (K) − S
0
Note el término cN (K) en el numerador. Esto está ahı́ porque los individuos se dan
cuenta de que su propia acción afectará la variable estado, y al afectarla influenciarán la
decisión de consumo de los demás. Aquı́ es donde se evidencia la sutileza de los juegos
dinámicos. Sin embargo, en algunas aplicaciones de economı́a polı́tica, este efecto se ignora
u olvida con frecuencia, por lo que lo enfatizamos aquı́.
352 CAPÍTULO 12. JUEGOS DINÁMICOS Y APLICACIONES
donde hubiéramos podido incluir una constante en el ahorro y el consumo, pero con el mismo
argumento que en el problema de decisión individual, estas constantes se iguaları́an a cero.
γ1N K = AK − (1 + N ) cN
0 K,
0 A − N cN0
V N (K) =
AK − N c0 K − γ1N K
N
A−γ N
A − N 1+N1
= ,
A−γ N
AK − N 1+N1 K − γ1N K
0 δN
V N (K) = 1 ,
K
con lo que
(1 + N ) A − A − γ1N
δ1N =
(1 + N ) A − N (A − γ1N ) − γ1N
A + N γ1N
= .
A + (N − 1) γ1N
5 . APLICACIÓN: JUEGOS DE PROPIEDAD COMÚN 353
Esto captura el problema del colinchado (free-rider problem) o tragedia de los comunes
que estudiamos en el capı́tulo 7 sobre los determinantes polı́ticos del déficit fiscal. La inha-
bilidad de coordinación de los jugadores conlleva a mucho consumo y muy poco ahorro. Por
ejemplo, es perfectamente posible que
βA
βA > 1 > ,
1 + N − βN
tal que la solución del planificador social implicarı́a crecimiento, mientras que el equilibrio
perfecto de Markov incluye disminución de los recursos en el tiempo.
Es útil notar que hay muchos equilibrios perfectos de Markov en este juego. Ya mostramos
uno al comienzo, que implicaba consumir todo el stock de capital de la economı́a en el
primer periodo. Tal vez de manera poco sorprendente, también existen equilibrios perfectos
de Markov no simétricos. Más interesante resulta la existencia de equilibrios perfectos de
Markov discontinuos que implementan el resultado del planificador social. Volveremos estos
a estos una vez hayamos cubierto los equilibrios perfectos en subjuegos.
354 CAPÍTULO 12. JUEGOS DINÁMICOS Y APLICACIONES
El problema de propiedad común también se puede usar para ilustrar la diferencia entre
SPE y MPE. Recuerde que para SPE, podemos restringir la atención al castigo más severo,
es decir, el minmax. Ya vimos que existe un equilibrio en el que todos los individuos reciben
utilidad infinita negativa (cuando todos juegan ci0 = AK0 en t = 0). Esto implica inmedia-
tamente que para cualquier factor de descuento β, cualquier asignación puede ser sostenida
como un SPE. En particular, la solución del planificador social de ahorrar los recursos de la
sociedad a una tasa γ1 = βA es un SPE.
Sea ĥt la historia en el periodo t, tal que en todos los periodos anteriores cada individuo
haya consumido
(1 − β) AK
ci (K) = .
1+N
Un perfil de estrategias (‘grim’) que sostiene este SPE es:
(
(1−β)AK
t
1+N
if ht = ĥt
ci h , K = ,
AK if ht =
6 ĥt
para todo t, K > 0 y i ∈ N . Entonces, este perfil de estrategia sigue la asignación del plani-
ficador social hasta que algún agente desvı́e de él, y tan pronto hay una desviación, todos los
agentes cambian a demandar la totalidad del stock de capital de la sociedad, lo que conlleva
a utilidad infinita para todos. Y, crucialmente, como se vio arriba este comportamiento o
castigo es ‘creı́ble’ porque es perfecto en subjuegos (es decir, cada uno está jugando la mejor
respuesta a las estrategias de los demás).
Finalmente, volvamos a la pregunta de si existen equilibrios perfectos de Markov que
logren la misma asignación que el mejor equilibrio perfecto en subjuegos. En el caso especial
donde βA = 1 la respuesta es sı́. Suponga que el juego empieza con el stock de capital K0 y
considere el siguiente perfil de estrategia discontinuo:
(
βAK
1+N
if K ≥ K0
ci (K) =
K if K < K0
Se puede verificar que cuando todos los jugadores distintos a i0 siguen esta estrategia, la
mejor respuesta para el jugador i0 es jugar esta estrategia, y en la senda de equilibrio se
implementa la asignación del planificador social. Esencialmente, cuando alguien desvı́a y
consume demasiado, el stock de capital de la economı́a cae por debajo de K0 y todos los
individuos entran en la fase de castigo perfecto en subjuegos. Lo destacable es que esto puede
realizarse con estrategias markovianas, que sólo dependen del estado actual. Sin embargo,
6 . CONCLUSIONES 355
este equilibrio particular se sostiene en el hecho de que hay un número finito de jugadores (y
que no hay ruido). Además se puede verificar que cuando βA 6= 1, no se puede construir tal
equilibrio markoviano porque el nivel de stock de capital consistente con la “cooperación”
dependerá de niveles pasados de stock de capital, que no son parte del estado relevante para
los pagos. Consecuentemente, este tipo especial de equilibrio perfecto de Markov sólo puede
sostenerse cuando βA = 1.
6. Conclusiones
356 CAPÍTULO 12. JUEGOS DINÁMICOS Y APLICACIONES
Demostración. (Idea Básica) Fije el peril de estrategias de los otros jugadores. Entonces
el problema del individuo i es equivalente a un problema de optimización dinámica. Ya que
P
lı́mT →∞ Ts=0 β s ui (at+s , kt+s ) = 0 para todo {at+s , kt+s }Ts=0 y todo t, dado el acotamiento
uniforme de la función de pago instantánea y β < 1, podemos aplicar el principio de op-
timalizad de programación dinámica para obtener el principio de desviación de una etapa.
0∗
Lemma 13 Suponga que σ̂−i es markoviana (es decir, es una extensión de una estrategia
∗ 0∗
markoviana σ̂−i ) y que para ht−1 ∈ Ht−1 y kt ∈ K, BR σ̂−i | kt , ht−1 6= ∅. Entonces existe
σ̂i0∗ ∈ BR σ̂−i
0∗
| kt , ht−1 que es de Markov.
0∗
Demostración. (Esbozo) Suponga que σ̂−i es markoviana. Suponga, para obtener una
contradicción, que existe una estrategia no markoviana σi∗ cuyo desempeño contra σ̂−i 0∗
es
estrictamente mejor que el de todas las estrategias markovianas. Entonces, por el teorema
12, existe t, t̃ > t, k ∈ K, ht−1 ∈ H t−1 y h̃t̃−1 ∈ H t̃−1 tal que el juego de continuación que sigue
∗ t−1 0∗ t−1
estas dos
historias,
dado
k ∈, no es
el mismo, es decir, σ i [t](k, h )
∈ BR σ̂−i | k, h ,
σi∗ t̃ k, h̃t̃−1 ∈ BR σ̂−i 0∗
| k, h̃t̃−1 y σi∗ [t] (k, ht−1 ) 6= σi∗ t̃ k, h̃t̃−1 , donde σi∗ [t] (k, ht−1 )
deonota una estrategia de continuación para el jugador i empezando en el momento t con
A . APÉNDICE: DEMOSTRACIONES PARA ALGUNOS RESULTADOS BÁSICOS357
t−1 0∗
el vector estado k y la
historia h . Ahora construya la estrategia de continuación σ̂i t̃
tal que σ̂i0∗ t̃ k, h̃t̃−1 = σi∗ [t] (k, ht−1 ). Ya que σ̂−i
0∗
es markoviana, σ̂−i 0∗
[t] es independiente
deht−1 , h̃t−1 , y, consecuentemente, σ̂i0∗ [t] (k, ht−1 ) = σ̂i0∗ [t] k, h̃t̃−1 ∈ BR σ̂−i 0∗
| k, ht−1 ∩
0∗
BR σ̂−i | k, h̃t̃−1 . Repitiendo este argumento para todas las instancias en las que σi∗ no es
de Markov se establece que una estrategia markoviana σ̂i0∗ también es mejor respuesta a σ̂−i 0∗
.
Teorema 14 Sean K y Ai (k) para todo k ∈ K conjuntos finitos, entonces existe un MPE
σ̂ ∗ = (σ̂1∗ , ..., σ̂N
∗
).
Resultados similares de existencia pueden ser probados para conjuntos infinitos contables
K y Ai (k), y también para conjuros incontables, pero en este último caso son necesarios
requisitos adicionales de naturaleza técnica. Ya que no desempeñarán ningún papel en lo
que sigue, no necesitamos profundizar en n este sentido. o
Para el próximo resultado, sea Σ̂ = σ̂ ∗ ∈ Ŝ: σ̂ ∗ es un MPE el conjunto de estrategias
MPE y Σ∗ = {σ ∈ S: σ ∗ es un SPE} el conjunto de estrategias SPE. Sea Σ̂0 la extensión de Σ̂0
para incluir acondicionamiento en las historias. En particular, como se definió anteriormente,
recuerde que σ̂i0 : K × H t−1 → ∆ (Ai ) es tal que σ̂i0 (k, ht−1 ) = σ̂i (k) para todo ht−1 ∈ H t−1
y k (t) ∈ K, y sea
( )
σ̂ 0 ∈ S: σ̂i0 (k, ht−1 ) = σ̂i (k) para todo ht−1 ∈ H t−1 , k (t) ∈ K
Σ̂0 = .
y i ∈ N y σ̂ es un MPE
358 CAPÍTULO 12. JUEGOS DINÁMICOS Y APLICACIONES
Demostración. Este teorema surge al notar que dado que σ̂ ∗ es un perfil de estrategias
MPE, el perfil de estrategias extendido, σ̂ 0∗ , es tal que σ̂i0∗ es mejor respuesta a σ̂−i
∗
para todo
t−1 t−1
h ∈ H , k (t) ∈ K y para todo i ∈ N , por lo que es perfecto en subjuegos.
empezando con kt = k y con kt+s dado por (12.2) el pago minmax para el jugador i empe-
zando con el estado k. Además, sea
∞
X
UiN (k) = mı́n E β s ui (kt+s , at+s ) , (12.45)
σ∈Σ
s=0
∗
donde ui ait , a−i σ−i | kt , ht−1 es el pago instantáneo del individual i cuando elige la
acción ait en el estado kt siguiendo la historia ht−1 y otros jugadores están jugando los
∗ ∗
perfiles de acciones (potencialmente mixtas) inducidas por σ−i , denotados por a−i σ−i .
d t−1 ∗
Ui [t + 1] (kt , h | σ ) es el pago de continuación consecuente de esta desviación, con kt+1
∗
que sigue de la función de transición q kt+1 | kt , ait , a−i σ−i y ht incorporando las acciones
∗
ait , a−i σ−i . Note que por construcción, el juego de continuación que sigue la desviación
∗
corresponderá a un SPE, ya que σ−i especifica una acción de SPE para todos los jugadores
distintos a i en todos los subjuegos, y en respuesta, lo mejor que pude hacer el jugador i es
jugar la estrategia de equilibrio.
Por definición de un SPE y por el pago mı́nimo de equilibrio del jugador i definido en
(12.45),
Uid [t + 1] kt+1 , ht | σ ∗ ≥ UiN (kt+1 ) .
Demostración. La prueba es idéntica a la del teorema 17, excepto que usa UiM (k) en lugar
de UiN (k). Cuando β es lo suficientemente alto, el pago minmax para el jugador i, UiM (k),
puede ser sostenido como parte de un SPE. Los detalles de esta prueba pueden encontrarse
en Abreu (1988) y una discusión adicional está contenida en Fudenberg and Tirole (1994).
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