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Universidad Nacional de La Matanza

Departamento de Ciencias de la Salud

Licenciatura en Nutrición

Curso de actualización: Soberanía alimentaria, derechos humanos


y género

Unidad 1: Seguridad y Soberanía Alimentaria

Estudiantes:

Merlo, Elizabeth

Torres, Camila

Presentación: ​2 de Noviembre 2020


A partir del video “La agroecología como práctica revolucionaria” de Walter Pengue
se desarrollarán los siguientes puntos de reflexión:
- ¿Cómo se explica la importancia del enfoque pluridisciplinar de la
Agroecología tomando en consideración lo expuesto por Pengue?
- ¿De qué modo el actual sistema agroindustrial ha permeado en los territorios
modificando las vidas, cuerpos y patrones alimentarios de la comunidad?
¿Cómo ha atravesado este modelo nuestro propio discurso como
profesionales de la salud?
- ¿Cómo pensar el rol profesional a partir de una práctica revolucionaria?
En la actualidad los problemas derivados de la consolidación y desarrollo del
modelo agroindustrial son discutidos y analizados desde varios frentes:
asociaciones campesinas, activismo ambiental, alimentario, disciplinas como la
sociología, economía, política, e instituciones como la Organización de las Naciones
Unidas para la Alimentación y la Agricultura así como la sociedad en general se
encargan de poner el tema sobre la mesa, generando un espacio de debate donde
se plantean las desventajas de este modelo frente al agroecológico y se visibilizan
las demandas y reclamos populares, que tienen la capacidad de motorizar
transformaciones.
En nuestra profesión, al pensar el impacto del modelo agroindustrial el primer
aspecto que consideramos es el alimentario pero no podemos olvidar que abarca
numerosas aristas. Con la instauración de este modelo se produce la imposición de
un sistema extraño que busca la practicidad capitalista (no sólo en la obtención del
producto, desde la semilla a su crecimiento, transporte, venta en góndola, sino
también en su consumo o uso - al paso, acelerando la cadena productiva-). Esto
trae aparejado el reemplazo y desarraigo de productos y valores, modificaciones
culturales, impactos a nivel ambiental, económico-político, desplazamiento de
poblaciones, reemplazo de mano de obra por maquinarias más eficientes en
términos de productividad y la naturalización de las destrucciones de la naturaleza.

Destrucciones que pasan a ser el eje central en la producción industrial, y dejan de


ser sólo aniquilación de la naturaleza para convertirse en pilar fundamental de la
dinámica social, económica y política. Así, la naturaleza queda despojada de sus
funciones y significados, y pasa a ser sólo (otra) empleada explotada del sistema
agroindustrial. El modelo amenaza y destruye las condiciones naturales de la
naturaleza, al tiempo que permea y manipula la subjetividad, imponiendo una cultura
del descarte a partir de identificaciones sociales, condicionando elecciones y valores
en el consumidor y la comunidad. Lo que es más, los valores y las desigualdades
promovidas por este sistema son seleccionadas e institucionalizadas por el mismo.
Otro ingrediente es la concentración de los medios (de producción, de
comunicación, etc.), esta monopolización sirve como sostén a la uniformidad
ideológica planteada y configura un obstáculo en la pluralidad de voces y en la
participación colectiva en la toma de decisiones.
Siguiendo a Pengue, el impacto de la agroecología no pasa inadvertido para estos
monopolios que tienen su poder consolidado en el modelo agrícola industrial y en
prácticas basadas en la utilización de insumos sintéticos. Cotizan en bolsa los
fertilizantes y agroquímicos agregados, pero no los nutrientes de los suelos y de los
alimentos; es decir, los que quedan tras el paso del monocultivo y del exterminio de
la biodiversidad.
La productividad no es el único parámetro a medir, debemos tener en cuenta la
integralidad de los sistemas, en este punto, la agroecología irrumpe, ​basada en
principios que, más allá de producir sin agroquímicos, buscan promover todas las
manifestaciones de vida en los sistemas productivos, la biodiversidad natural y
cultivada junto con la fertilidad de los suelos, de manera que se expresen los
mecanismos de interacciones entre los componentes de esos sistemas y los
servicios ecosistémicos.

La agroecología es revolucionaria en cuanto a la posibilidad de cambio de


paradigma en el sistema alimentario, revolucionaria en la búsqueda de que el
pueblo, desplazado por el modelo actual, vuelva al campo.
El modelo agroindustrial no sólo ha modificado territorios, vidas, cuerpos y patrones
alimentarios sino que trae consigo un problema relacional con la naturaleza: ¿Qué
es la naturaleza? ¿Cuál es la representación social que se consolida junto con la
cultura del descarte y el sistema industrial? ¿Existe una forma de relacionarse con
ella que no lo haga desde lo objetual? ¿Cómo se asocia la relación objetual
sociedad-naturaleza con el discurso de las relaciones patriarcales? ¿Quién decide
qué tipo de relaciones se naturalizan?.
A la hora de abordar la propuesta del modelo agroecológico es necesario hacerlo
desde un punto pluridisciplinar, formando puentes, redes, para construir un espacio
de reflexión y puesta en marcha compartido. Lo revolucionario de la agroecología es
también la posibilidad de transformación. El modelo agroindustrial sigue una lógica
capitalista fundada en el individualismo y promueve discursos patriarcales y
hegemónicos de los cuales no estamos exentos. Romper con esta lógica desde la
labor profesional es en sí un acto revolucionario.

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