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El Amor, tan cerca y tan lejos

EL AMOR, TAN CERCA Y TAN LEJOS

Mucho se ha hablado y se ha escrito y mucho se hablará y escribirá sobre el


amor, todos, según nuestro nivel de conciencia, tenemos uno o muchos conceptos
sobre el amor y, sin embargo, pienso que nadie puede dar o explicar el verdadero
sentido y significado de lo que es el verdadero AMOR. Mi pensamiento u opinión al
respecto está basada en el hecho de que el ser humano está evolucionando y,
precisamente por eso, cada cual tiene su propia escala de valores y conceptos sobre
lo bueno y lo malo y sobre el amor desde cualquier punto de vista. Sabiendo que
nuestro origen está en un SER de inconmensurable Amor y Sabiduría por cuya
Voluntad fuimos diferenciados temporalmente de Él Mismo, está claro que, aunque
sea de forma latente, debemos tener sus mismos aspectos y virtudes. Así es que no
nos queda más remedio que admitir que somos dioses en desarrollo y que, a imagen y
semejanza del Creador, la evolución nos llevará a convertir esos aspectos latentes en
poderes dinámicos.

Si bien, la voluntad es la base imprescindible para que el hombre pueda


experimentar vida tras vida para así alcanzar progresivos grados de sabiduría, gracias
a ambos aspectos, el amor se va desarrollando igualmente en nosotros pasando, a
través del renacimiento, por muchas formas de manifestación hasta que, en su
momento, podamos hablar del “Amor Divino en nosotros”. La diferenciación (como
Espíritus) que Dios hizo de nosotros hace que todos evolucionemos dentro de un Plan
Divino y, aunque el renacimiento se efectúa cada cierta cantidad de años, lo cierto es
que todos estamos unidos como Almas gemelas y todos tenemos el principio
unificador del Amor, estemos en cuerpo físico o en los mundos superiores como
Almas.

A lo largo de estas líneas podremos analizar los diferentes aspectos que el


amor tiene según en qué clase o nivel de consciencia se encuentren las personas,
pero podríamos decir que quien quiera que ame (según su grado de desarrollo) está
manifestando el principio unificador del amor que, por muy bajo que sea, favorecerá el
florecimiento futuro del amor en un más elevado grado. Esto significa que está
colaborando de alguna manera en la unificación y con la evolución ya que Dios es
Amor y, el Amor, como Dios, es Uno, y nosotros estamos caminando hacia esa unidad
gracias también al Amor. Es cierto que la humanidad actual, todavía y normalmente,
manifiesta un amor egoísta y emocional pero, queramos o no, es una actitud que,
gracias al intelecto y al propio karma individual y colectivo, está encaminada hacia una
unión armónica.

El amor es uno de los tres Poderes Divinos que a lo largo de nuestro plan
evolutivo debemos manifestar y perfeccionar, es un poder tan grande e importante que
afecta a todos los individuos y personas sean de la nación, cultura y sexo que sean; en
realidad, como poder unificador y armónico, casi podríamos decir que sin él nada se
construye. El Amor Divino se diferencia del personal en que en el personal, una
primera o importante experiencia positiva queda grabada y la mantenemos viva
durante el tiempo que dura ese amor. En el amor divino, los resultados de una
experiencia positiva (servicio amoroso y altruista, actos fraternales con el prójimo, etc.)
hecha con amor y consciencia queda grabada para siempre en nuestro Ser y no se
borra ni olvida. En el hecho de dar amor personal puede entrar la imaginación
fantasiosa respecto a la otra persona, mientras que en el divino sólo entran los
sentimientos profundos del corazón que están relacionados con los aspectos más
elevados de la conciencia. En el primero podemos imaginar toda una serie de
actitudes y deseos personales y en el segundo no se trata nada más que de
exteriorizar el amor hacia todo lo que nos rodea; en el personal creamos karma que

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afecta a lo terrenal y material y en el amor divino solo se produce un efecto que nos
trae felicidad y progreso espiritual.

Para desarrollar y valorar el verdadero Amor y rechazar el falso y egoísta


tenemos que comenzar por respetarnos a nosotros mismos para no caer en las más
bajas actitudes en pensamiento, palabra y obra; debemos cuidar y mantener el cuerpo
físico como el templo del Espíritu y como un don de Dios que es; debemos centrar
nuestros deseos y sentimientos en hacer el bien al prójimo; debemos tener la mente
controlada para que no busque lo personal sino la forma de ser útil al mundo; hay que
sintonizar armónicamente con todo lo que nos rodea y con el universo puesto que todo
es una creación amorosa de Dios; la consciencia debe estar en la relación Ser-Dios y
no en relaciones de pareja o hechos interesados, pues de lo que se trata es de facilitar
la expresión del verdadero Yo o Alma para que, como conciencia, nos aconseje; hay
que, en definitiva, llevar la vibración de nuestro Ser para así estar centrados en lo
espiritual y fraternal.

Estos son algunos de los primeros pasos que hay que dar para que el amor
personal se transforme y para que los resultados sean el rechazo (por falta de interés
y atracción) de fiestas, de relaciones sexuales y otros actos donde se consume de
todo y se facilitan toda clase de actuaciones interesadas y personales que nada tienen
que ver con el amor. El verdadero Amor no pone a prueba ni se vale del sexo opuesto
para sus propios intereses, sino que busca una identificación mutua y una sintonía
vibracional en lo interno como base para vivir una vida fraternal y espiritual. Es más, el
Amor se puede manifestar y sentir solo puesto que es un sentimiento interno
relacionado con un poder divino y es para exteriorizarlo hacia todo ser viviente, hecho
o circunstancia. El amor personal, además de no facilitar la espiritualidad, hace que
experimentemos y la soledad, la tristeza, entre otros, cuando no tenemos pareja,
mientras que el Amor lo podemos dar impersonal y desinteresadamente a cualquier
persona.

Tenemos la mala costumbre de buscar el amor fuera de nosotros cuando


resulta que lo tenemos dentro como lo podemos comprobar, por ejemplo, cuando
damos algo a alguien que lo necesita y lo hacemos con amor sincero y solidaridad.
Nosotros solos lo podemos manifestar por el simple hecho de pensar amorosa y
compasivamente en alguien que necesita ayuda, es más, dando amor verdadero
hacemos que las personas que lo reciben también manifiesten sentimientos similares.
Como ya he dicho, procedemos de una Fuente de Amor y tenemos ese Poder Divino
transformador dentro de nosotros, por tanto, somos Amor potencial y solo tenemos
que intentar desarrollarlo por medio de la voluntad y de una manera razonada y sabia.
Nuestras actuaciones basadas en el pasado, las circunstancias presentes, los hábitos
egoístas y personales, y la escala de valores que cada uno de nosotros tenemos como
resultado evolutivo son los motivos principales por los que no hemos sido capaces de
demostrar el verdadero amor en nuestras vidas cotidianas, sin embargo, lo tenemos a
nuestras disposición para manifestarlo en cualquier momento que queramos. Es
necesario aborrecer todos esos aspectos personales y obstáculos que impiden que
nos centremos en cada momento en dar Amor allá donde nos encontremos.

El amor de pareja no es verdadero amor es atracción personal y, por tanto, es


inestable, ya que tarde o temprano se desvanece y el supuesto amor se transforma
en sentimientos y emociones negativas; sin embargo, cuando una pareja cumple los
requisitos mencionados (entre otros) considerando a la pareja digna de respecto y de
Amor puro, entonces ambos pueden vivir en el Amor de una forma duradera y estable.
El Amor tampoco es interés egoísta para hacer nuestra a la otra persona para que nos
sirva ni para satisfacerla en lo que quiera con tal de que esté a nuestro lado porque
cuando esa actitud cesa dejamos de “amar”; por consiguiente, el Amor es

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incondicional. El Amor, por ejemplo, por el prójimo, es hacer que se sienta amado,
comprendido, auxiliado, valorado, respetado y feliz internamente por medio de
nuestras palabras, sentimientos y actos.

En el amor no caben palabras como: “no puedo vivir sin ti” porque eso es
apego o sentido de posesividad. El Amor ve a todas las personas por igual desde el
punto de vista de la hermandad y de la fraternidad, y siente el mismo dolor y la misma
compasión por unos que por otros. Dos personas se pueden necesitar mutuamente
por muy variadas circunstancias (económicas, social, conveniencia…) para hacer
frente a su destino pero en ellos está el hecho de que su vida esté llena de intereses
egoístas y posesividad o vivir una vida llena de elevados sentimientos mutuos donde
una se sacrifique por el otro con amor y compasión. Cuando dos personas viven así y
se sirven como si sirvieran a Dios y ven mutuamente la belleza interna y los valores
espirituales, están viviendo en el Amor. También se vive en el Amor cuando una pareja
comparte su destino kármico para que la convivencia en el amor y en la humildad les
ayude a evolucionar más en esa vida, esto es, que cuando uno se desvíe del sendero
espiritual el otro esté ahí para vibrar juntos de nuevo en los valores elevados que
ayudan a superar las pruebas del destino.

Como ejemplo de esto último podríamos poner a las parejas que, teniendo
alguno de ellos alguna enfermedad grave o invalidez, les cuidan y están a su lado
dándoles todo su amor. Qué decir tiene el hecho de que, en el hogar, los padres den
ejemplo de respeto, armonía, comprensión, servicio desinteresado, etc., ya que, esa
frecuencia vibratoria hace que los hijos crezcan en ese ambiente de felicidad libre de
egoísmos y deseos personales. El Amor mantiene unidos a quienes lo manifiestan y
vibran en él; les hace más sensibles hacia todo ser viviente; no miente, no traiciona, es
cariñoso y servicial y nada le parece mal.

Una vez expuesto todo lo anterior, veamos algunas de las formas más
comunes de amor entre las personas:

Amor instintivo: Esta clase de amor o de atracción resulta de toda una serie de
combinaciones mecánicas o químicas (atracciones, repulsiones, simpatías, cortejos,
sexo…) pero este amor solo dura mientras existe dicha química o afinidad.

Amor sentimental o emocional: Es el que se impone incluso sobre las


incompatibilidades físicas o mentales aunque si no hay química suele tener poco
futuro, de hecho, pronto surge la indiferencia y los problemas que en muchos casos,
llevan al odio y la separación.

Amor consciente: Que también podríamos llamar intencionado, es aquel que puede
manifestarse interesadamente por cualquier ser viviente o hacia cualquier reino con tal
de perfeccionarlo. Entre las personas es el que dice “daría mi vida por él/ella”; de
cualquier forma, esta clase de amor engendra amor y perfección. En este amor entra
en juego la humildad y la tolerancia hacia la otra persona o ser. Este amor si no va
acompañado de humildad y de una correcta guía, puede fracasar.

Amor creativo: Es el que crea y origina cosas nuevas y procrea la descendencia. El


Amor creó el mundo, y todas las cosas bellas existen gracias al Amor, pero cuando no
hay amor todo eso puede fallar y no salir como se desea. En las personas, este amor
creativo y consciente se hace notar tanto cuando la persona ama como cuando es
amada. En este caso hay que hablar de la castidad. La persona que ha desarrollado
un grado elevado del verdadero Amor, no se deja dominar por los sentidos ni por la
pasión y crea a sus hijos a modo de sacrificio; es más, ni siquiera emite pensamientos
de los que tendrían relación con la lujuria. El fin de este amor es hacer todo con Amor,

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como si fuera para Dios y para que las creaciones lleven el mensaje y la vibración del
Amor Divino.

El amor mutuo: Es el que hace que uno se preocupe tanto por el otro que vive más
para él/ella que para sí mismo. Esto se consigue con la práctica voluntaria y sabia
intención de elevar al otro por encima incluso de uno mismo. Sin embargo, tiene el
riesgo de que si hay posibilidad de ruptura, se pase al lado opuesto y negativo para
toda la vida.

Estas son algunas formas comunes de manifestar amor, pero el Amor


verdadero es otra cosa que trataremos más adelante.

Son muchos los pecados contra el amor y la humanidad actual todavía suele
practicarlos mucho. Evidentemente, la maldad o la crueldad intencionada es el más
opuesto de los pecados al Amor y, de hecho, hasta la propia iglesia la ha utilizado para
conseguir sus fines. Hoy todavía podemos ver en la televisión como matan a personas
enterrándolas vivas o a pedradas por hechos que los mismos ejecutores hacen. Tanto
en el pasado como ahora, estos ejecutores justifican sus actos con costumbres o
enseñanzas religiosas y no quieren ver que ese pecado contra el Amor no puede ser
justificado. Naturalmente que esto es fruto de su propia evolución y de su escala de
valores pero la ignorancia del amor al prójimo no impide que la Ley de Consecuencia
haga su deber. No obstante, y aunque en menor grado kármico, todos pecamos contra
el amor a diario por falta de razonamiento y de buena voluntad. Si nos analizáramos y
auto-observáramos a menudo veríamos que cuando no pecamos de palabra lo
hacemos de hecho o de pensamiento. Es fácil caer en este tipo de crítica, codicia,
envidia, rencor, maldad no intencionada, etc., pero aunque nuestra escala de valores
lo permita por no darle importancia, lo cierto es que actúa en contra del Amor como
cualquier otro mal que afecte al prójimo.

Aunque se peca contra el Amor por instinto o hábito muchas veces, la realidad
es que casi todo el mal procede de la mente puesto que es ahí de donde parte la
acción y la palabra, no obstante, deberíamos estar atentos a las emociones y deseos
que manifestamos porque son culpables en gran parte de que la mente cree
pensamientos opuestos al amor. Un simple mal pensamiento afecta a las personas
que estén en sintonía con él, al ambiente donde nos encontremos y a nosotros
mismos; pero aun es peor si pensamos y juzgamos a alguien por un mal que no ha
hecho, ese pensamiento se dirigirá a esa persona y le tentará para que haga ese
mismo mal. Cuando hablamos mal de alguien inducimos a otros a que también creen
pensamientos de maldad contra el “presunto” malhechor, no nos damos cuenta de que
al Amor acelera nuestro desarrollo y de que lo contrario a él lo impide. Pero al igual
que la maldad intencionada es quizás el peor enemigo del amor, el servicio
desinteresado puede ser la mejor manera de acercarnos al mismo. El servicio altruista
con buena voluntad hecho a todo ser viviente y aun en las más pequeñas cosas es
uno de los caminos más directos para llegar a Dios.

No podemos culpar a nadie del mal que hacemos contra el Amor porque ese
mal lo creamos nosotros por medio de nuestros diferentes cuerpos, sea
intencionadamente o no ¿quién no se ha dado cuenta del cambio que se produce en él
cuando se enamora de otra persona o cuando descubre y pone en práctica una serie
de verdades espirituales? Cuando nos ocurre algo así vivimos en las nubes y nos
hacemos simpáticos, agradables, generosos y serviciales entre otros conceptos, lo
que trae consigo una respuesta similar de quienes nos rodean o de las personas con
las que tratamos esos temas. Por el contrario, cuando algo no sale como deseamos y
estamos de mal humor nos mostramos irascibles, ruines, molestos con todo, etc. y, por
tanto, reaccionan de forma similar con nosotros. Por consiguiente, está claro que tanto

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el bien que lleva al Amor como el mal que tanto daño hace y nos perjudica, tiene su
origen en nosotros mismos y en nadie más.

Pongamos un ejemplo para entenderlo mejor. Si cuando pensamos en


determinada persona que conocemos nos ponemos de mal humor, puede ser porque:

1º.- No responde a nuestras expectativas que egoístamente teníamos programadas


sobre ella o porque no podemos utilizarla como queremos, por tanto, nuestro enfado,
lejos de ayudar, lo empeora.
2º.- La otra persona está descubriendo de alguna manera algo de nuestra vida y
carácter que no vemos o no queremos ver.
3º.- Nos molestan sus defectos y no nos damos cuenta de que los tenemos nosotros
pero los reprimimos y los proyectamos sobre ellos.
4º.- Aunque comprendamos que esa persona es deficiente, no llevamos a la práctica
aquello de que “comprender todo es como perdonar todo”.

Está claro, pues, que si queremos eliminar los obstáculos que impiden el
desarrollo del Amor en nosotros tenemos que aprender a mirar en nuestro interior. No
deberíamos preguntarnos ¿qué le pasa a este individuo que se comporta así? sino
¿qué me pasa que estoy tan enfadado? Si cuando nos ocurre esto nos observáramos
no necesitaríamos preguntarnos nada porque descubriríamos que el enfado que hace
que actuemos contra el Amor está en nosotros. Si, al contrario, vamos por la vida con
simpatía, siendo generosos, fraternales, compasivos y serviciales, estaremos
colaborando para que el Amor se desarrolle en nosotros y en el mundo.

Son muchas las cosas que podemos hacer a diario para desarrollar el Amor
pero el espíritu de sacrificio y de servicio hacia el prójimo junto a la bondad y a la
fraternidad pueden ser la base de todo lo demás. El hecho de ser comprensivos,
amables, tolerantes y cariñosos con los demás ya es un paso importante hacia el
desarrollo del Amor porque estamos admitiendo el derecho de que los demás sean
diferentes a nosotros y admitiendo la posibilidad de que exista el bien o el mal en
aquello que no comprendemos. Esta tolerancia y comprensión tiene que evitar que
despreciemos al prójimo por el simple hecho de no comprender que algo del prójimo
hace reaccionar algo en nuestro interior. Ya es hora de grabar de una vez por todas en
la memoria que el odio y el desprecio producen separación mientras que la simpatía y
el amor hace que nos reflejemos en él. Todo lo opuesto al amor que existe en el
mundo es parte de nosotros y es la causa de que suframos o de que tengamos éxito y
seamos felices. Nunca deberíamos tener sentimientos ni pensamientos de odio o
separación, más bien deberíamos luchar contra ello a través del Amor.

Todo mal cometido por la humanidad ha estado o está latente en nosotros


como potencial y mientras no aprendamos a ver a la humanidad reflejada en nosotros
y no comprendamos que el Amor está también potencialmente latente en nosotros, no
nos podremos unir al Espíritu del Amor. En realidad ninguno de nosotros se puede
separar de sus hermanos en el Amor o en el mal que se opone a él, porque lo que
demos repercutirá en el mundo por medio de los planos internos y de las leyes divinas.
No se trata de pedir egoístamente o guardar celosamente el amor, sino de irradiarlo
hacia los demás allá donde nos encontremos. Si trabajamos y actuamos con Amor al
prójimo y a Dios solo podemos esperar Amor y otros beneficios porque Dios y Sus
Leyes son Amor. Cada cual debe aprender a resolver sus problemas y males, a
distinguir entre pecador y pecado, a considerar al malvado como un Alma que lucha
pero que a la vez sufre, y a tener compasión y misericordia porque, si no tenemos
éstas, tampoco podemos esperarlas. El camino del Amor es el camino del sacrificio y
el sacrificio es el que nos lleva a la redención.

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El desarrollo emocional que actualmente tiene el común de la humanidad no le


permite conocer exactamente lo que es el Amor. El egocentrismo, en cierto modo
narcisista, demuestra que estamos dando los primeros pasos en el desarrollo del
Amor, de hecho, pensamos que el Amor es un sentimiento de atracción por medio del
cual obtenemos satisfacción y sin el cual no estamos contentos. Es necesaria una
ampliación de la conciencia y una transformación de los patrones de conducta de la
personalidad para poder crecer y comenzar a manifestar Amor en nuestras vidas. No
obstante, nadie es culpable del apego y de su interés egoísta y personal puesto que la
humanidad está evolucionando desde el amor a sí mismo hasta el amor universal
pasando por el amor a la familia y a otras personas de la sociedad. Cada individuo
tiene una escala de valores fruto de su evolución a lo largo de muchísimos
renacimientos, y eso hace que justifique sus actuaciones de desamor. Pero cada alma
en evolución tiene infinidad de oportunidades en cada renacimiento para pensar y
actuar más y mejor respecto al prójimo que respecto a sí mismo. Es cierto que, a
veces, nos sacrificamos por los demás pero también lo es que nos gusta dar la imagen
de benefactores y auxiliadores del prójimo, lo que hace que ya no sea verdadero
Amor. El hecho de hacer algo por los demás con amor para que nos valoren o para
obtener alguna compensación satisfactoria impide el desarrollo del verdadero Amor.
Es necesaria una pureza de corazón y compasivo amor desinteresado para
acercarnos al Amor. Cuando nuestra actitud en la vida nace de lo profundo y va
acompañada de una elevada conciencia y buena voluntad es cuando estamos bien
encaminados.

Quienes confunden el Amor con un sentimiento que crea pasiones y que no


piensa en las consecuencias que le puede traer, termina sufriendo y con rupturas que
le llevan a la soledad y a la frustración, pero aquel que, lejos de dejarse dominar por
ciertos sentimientos, sólo actúa según su razonamiento, tendrá una vida llena de
cálculos e intereses que le asfixiarán y evitarán que desarrolle la sensibilidad del Alma.
Tan mala es una posición como otra puesto que para acercarnos al Amor hay que
conseguir que la personalidad se adentre en lo más profundo del Ser. Tanto la mente
como el corazón son necesarios para el desarrollo del Alma, pero ambos deben
experimentar la vida interna que lleva a la fraternidad, a la compasión y, por tanto, al
Amor.

Cuando en nuestra vida falta el Amor es como si sólo viviéramos para nuestros
propios intereses y placeres, o lo que es lo mismo, nuestra vida es una lucha con
quienes nos rodean en vez de una convivencia armónica y solidaria. El poco interés
por dar amor hace deambular intentando mostrar todo lo que somos sin darnos cuenta
de que todo eso apenas sirve para nada. La vida sin amor transcurre entre el miedo, el
deseo, la superación de obstáculos y pruebas y una huída hacia adelante, y todo hasta
que llegue el momento de escuchar al corazón. El Amor da seguridad pero ésta no es
la seguridad que muchos buscan en el dinero, en la salud o en el trabajo; las personas
que buscan esa seguridad terminan siendo infelices o sufriendo frustraciones como
cualquier otro. La seguridad es un estado de conciencia que se adquiere cuando
nuestra vida se basa en la justicia y en el servicio amoroso y desinteresado a los
demás, que es lo que trae paz al Alma. El amor es una forma de vida que debe ser
cultivada allá donde nos encontremos; es la atención sostenida que en cada instante
crea belleza, compasión, solidaridad y verdad; es la manera de eliminar de nuestra
vida el egoísmo y el interés por vivir la vida de placer y materialista; en definitiva, se
trata de adaptar la personalidad a los ideales elevados del Yo superior.

Amar, aun desde el punto de vista normal, debería ser respetar, admirar,
valorar positivamente, estar fraternalmente unidos hasta en los peores momentos y
ante cualquier circunstancia, resaltar las virtudes del otro y, por supuesto, ver a los
demás como una creación de Dios y tratarlos como tal. Cuando en una relación hay

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dudas, miedo a la separación o un simple mal pensamiento, no hay amor de corazón


ni Amor divino. El verdadero Amor es algo parecido al enamorado que vive y suspira
por su pareja y está deseoso de verla para decirla y demostrarla cuánto la ama; es un
sentimiento de admiración que nace de lo interno y no de lo físico; es algo que hace
que no demos importancia nada más que al motivo por el que se ama. Para entender
lo que es amor tenemos que saber lo que no es amor, es más, ¿por qué buscar en
alguien un complemento del amor si nosotros somos un completo amor? Deberíamos
comenzar a intentar ver el amor y la belleza de Dios en la naturaleza y en el prójimo
antes que buscarlo en las relaciones sentimentales. El Amor hacia la pareja no debería
ser deseo de posesión o pasión sexual ni nada parecido, sino una manera de ver la
belleza y toda una serie de virtudes para luego admirarla, servirla como tal y
esforzarse y sacrificarse por ella.

El amor es no responder a las ofensas, injurias y circunstancias negativas que


nos puedan afectar, sino que es perdonar, olvidar y tener sentimientos compasivos y
fraternales como respuesta. El amor es un estado del Ser que debemos manifestar a
todo ser viviente cuando estamos en su presencia o por la vinculación que sea. El
amor no debe amar por poseer o por necesidad de que le amen, sino que debe amar
porque es un don de Dios y, como tal, es inagotable y le debemos compartir. Algunos
ejemplos de nuestra vida podrían ser: los misioneros que arriesgan su salud y su vida
sirviendo a los necesitados y enfermos durante tantos años; o la madre cuyo amor es
tal que desde el propio embarazo se entrega y se desvive en cuerpo y Alma por el bien
de su hijo; o el que ayuda anónima y desinteresadamente a los pobres y desvalidos;
etc., etc. No obstante, aunque aparentemente sea menos importante, el hecho de
saludar, dar un consejo o un abrazo con un verdadero sentimiento de fraternidad y
amistad, también nos lleva al Amor. Eso es crecer en el Amor, o sea, olvidarse de uno
mismo y aceptar a los demás tal como son y, sobre todo, como hermanos en Dios.

Podemos vivir una vida mejor por el simple hecho de pensar con el corazón, se
dice que según pensamos así somos y así puede ser nuestra vida, así es que,
nosotros podemos crear y vivir una vida elevada si pensamos y obramos a través del
amor o como si todo lo que hiciéramos fuera hecho para Dios. Hay que tener en
cuenta que el Amor (Dios) ilumina la oscuridad de nuestras vidas, de hecho, cuando
pensamos con Amor estamos creando y dando amor, cuando actuamos con amor las
cosas van mejor en nuestras vidas porque, aun desinteresadamente, estamos
atrayendo las bendiciones de Dios. La práctica del Amor en la vida diaria nos tiene que
llevar a darnos a nosotros mismos en cada actitud sin esperar nada a cambio puesto
que el Amor es y existe para ser dado incondicional y desinteresadamente. De aquí
que se diga que el Amor no se puede transformar sino solamente expandirse sin
límites. El Amor no se contrae ni limita sino que siempre está dispuesto para que
nosotros lo extendamos hasta abarcar a todo el mundo. Cuando, ante los problemas y
las circunstancias, nos olvidamos de todo y llevamos el Amor como estandarte,
estamos dando prioridad al Poder de Dios, por tanto, Dios resolverá en su momento
dichos problemas; responder al mal con Amor es actuar con el Poder de Dios y como
Él lo haría. Tengamos presente que el Amor nos trae paz y confianza en Dios, el Amor
cura la enfermedad, disipa el miedo y las tinieblas, el Amor perdona y está siempre
presente para que le utilicemos; el Amor puede cambiar nuestra vida y nuestro destino
porque es la respuesta a todo.

Dios no tiene preferencias ni es indiscriminado o personal, por eso el Amor es


de esa misma naturaleza y por eso se nos dice que seamos como Dios para que
nuestro amor llegue a todo ser viviente sin ninguna clase de distinción. El Sol alumbra
y calienta a todos por igual; los pájaros cantan sin hacer distinciones en si cantar para
las personas buenas o malas y la lluvia beneficia a todos los seres por igual. Por
consiguiente, ¿por qué tenemos que hacer nosotros distinciones en cuanto a

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manifestar amor allá donde nos encontremos o hacia unos u otros? Y, aún más ¿por
qué la mayoría de las veces damos algo que decimos que es amor y lo hacemos,
directa o indirectamente, para recoger algo a cambio? El amor es gratuito y lo
debemos dar de igual forma, sin embargo, aunque queramos hacer que nazca por la
fuerza en los demás, no podemos porque nada se debe imponer sobre ellos aunque
sea con las mejores intenciones. La solución al problema de que se quiera cambiar a
alguna persona que consideramos “mala” no está en ellos sino en nosotros. Esto es,
sólo hay que verlos como ignorantes, inconscientes o con una baja escala de valores
en vez de verlos como malvados o pecadores; de ahí la famosa y autentica frase de
“Padre, perdónales porque no saben lo que hacen”. Hay que disfrutar dando Amor
como da una flor su perfume sin saber quién se va a beneficiar de él y sin tener en
cuenta si eso tiene mucho o poco mérito.

El Amor se manifiesta libre y plenamente sin tener en cuenta nada que pueda
causar separación, por eso, cuando nos damos a nosotros mismos sin límites ni
distinciones, es cuando manifestamos Amor. En el Amor no cabe la dualidad, es un
estado elevado de conciencia que causa felicidad y paz en nosotros cuando tenemos
afinidad con el Alma; es un gozo profundo en la comprensión de que Amor es Dios; es
un bien inagotable que ilumina y despierta a la vida de Dios; y es lo mejor que
podemos manifestar puesto que lo tenemos en nuestro interior y procede de Dios. El
Amor es eterno o infinito porque no nace ni tiene fin, de hecho, sabemos cuál es su
concepto pero no le podemos coger ni encerrar en ningún sitio; solamente podemos
conocerlo, sentirlo y manifestarlo. Nuestra actitud debería ser siempre la de amar sin
límites porque cuando se hace todo con Amor sabemos que estamos haciendo algo
puro y natural que entra en los planes de Dios. El amor no mengua, por eso
deberíamos expresar el Amor de Dios en nuestros pensamientos, sentimientos,
palabras y obras; de esa forma sabemos que ni engañamos a nadie ni a nosotros
mismos.

Dios es Amor y entre los planes de Dios está el que seamos a imagen y
semejanza de Él y que volvamos con Sus poderes latentes desarrollados en nosotros,
por eso la vida es una búsqueda de Dios y de Su Amor, sin embargo, en esa
búsqueda, unos lo ven claro y lo abrazan y otros creen que es más interesante lo
personal y que dicho Amor ya les llegará tarde o temprano. El Amor está latente en
todos los hombres pero sólo los que le reconocen pueden decir que han encontrado
un atajo para llegar a Dios. Cada uno de nosotros, al igual que un diamante en bruto,
necesita tallarse y pulirse para poder se refractarios del Amor, por tato, cuando más
trabajos elevados sobre nosotros mismos más capaces seremos de reflejar la luz
como un diamante. Cada uno de nosotros somos un mundo donde nos movemos
hacia el bien o hacia el mal según podamos ver la luz que nos rodea pero, sabiendo
que el odio y el mal en general solo causan oscuridad ¿no es lógico que intentemos
manifestar el Amor? Hay quien pasa del Amor al odio como del calor al frío, pero el
Amor no tiene opuesto porque lo abarca todo y se realimenta solo, de hecho, es el
agarre más seguro donde poder echar mano ante cualquier situación de necesidad. Lo
único que da sentido a la vida y ante cualquier oposición es el Amor porque ¿Quién se
atrevería a hacernos mal si le decimos y le demostramos que le amamos?, ¿haríamos
mal a la persona que sabemos que nos ama? El Amor debilita al mal y a los que
empuñan lar armas del mal, puesto que el Amor es centrífugo y eterno.

Estamos tan lejos del verdadero Amor que nos afecta muy poco el hecho de
saber que infinidad de hermanos nuestros sufren y no conocen la felicidad, por tanto,
no nos engañemos, es que no conocemos el Amor. El Amor es un Poder de Dios
capaz de alcanzar cualquier meta pero hasta que no le desarrollemos como se
desarrolla un músculo y lo ejerzamos de corazón no dejará de ser un concepto. No
basta con ser capaz de amar sino que hay que hacerlo correctamente; si somos

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amados por Dios y por sus jerarquías, debemos amar, no queda otro camino. Lo único
que aumenta a la vez que se da es el Amor, y lo único que nos hace felices tanto si
amamos como si nos aman también es el amor; además, cuando damos Amor
siempre recibimos alguna contra-prestación divina y hace que el mismo Amor que
damos vuelva a nosotros. Lo mismo que la actividad de nuestro cuerpo físico produce
calor, así la actividad del Amor produce calor del Alma en nosotros para que vibre allá
donde vayamos. Está bien sentir compasión por quienes necesitan ayuda y sufren,
pero más importante es ponerse en su lugar y sentir su dolor sin buscar culpables, eso
es caridad y la caridad es Amor. Por consiguiente, ¿cómo se puede dejar de amar a
nuestro prójimo si ―como debería ser― somos conscientes de que nosotros mismos
necesitamos Amor?, ¿qué derecho creemos tener para querer que nos amen si
nosotros no amamos?

Uno de los errores que más cometemos a diario y que actúa en contra del
Amor es la crítica o enjuiciamiento al prójimo, y es que, por lo general, no pensamos
en que esas personas que actúan así por naturaleza lo hacen por su ignorancia de las
leyes divinas y porque su estado de conciencia o evolución (escala de valores
particular) no les permite ver más allá de sus conceptos. La escala de valores en la
que se basa la personalidad para actuar es el resultado de:

1º.- La evolución alcanzada a través del renacimiento


2º.- La experiencia, enseñanzas, educación, etc., que desde la infancia hasta el
momento presente haya memorizado e interiorizado.

La actitud de las personas, por tanto, está relacionada con lo dicho


anteriormente pero, principalmente, en si esa educación, enseñanzas o experiencias le
han servido como aliciente para hacer el bien o, por el contrario, para no tener ninguna
consideración con el prójimo. Por otro lado y dependiendo de lo anterior, el
comportamiento también está basado en si conoce y lleva a la práctica (además de las
leyes terrenales) las leyes divinas o de la naturaleza. Esto es importante tenerlo
presente porque, como sabemos, lo que quizás sea bueno o normal para uno puede
representar el mal para otro. La comprensión y la tolerancia son virtudes que se
desarrollan en la vida y éstas son caminos que llevan al Amor como el Amor lleva a
Dios, por eso, además de otras virtudes, deberíamos tener estas siempre presente.

Podríamos definir al Amor como la virtud divina que contiene a todas las demás
virtudes ya que, cuando alguien lo vive y manifiesta se siente estimulado para
practicarlas todas. Hay quien define al Amor como un deseo intenso para unirse a Dios
y para elevarse a los mundos espirituales, sin embargo y aunque suena bien, ese
concepto es algo egoísta porque, además, el Amor debe ir unido a la voluntad y a la
sabiduría. La unión con Dios se debe desear para fortalecernos en el Amor y para ser
mejor instrumento en Su Obra y no para nada personal. Es más, no se puede llegar a
Dios si no se ha desarrollado en cierto modo el Amor, y para desarrollar el Amor hay
que ser servidor de la humanidad y saber estar alerta para no hacer mal a nadie y para
aprovechar cualquier oportunidad de auxiliar al prójimo. El aspirante espiritual que está
activo en el “Sendero de Perfección” no vive para él sino que él se entrega a la
humanidad, se debe considerar una herramienta de Dios y no mostrar nunca lo
contrario al Amor.

No quisiera terminar este artículo sin antes exponer una pequeña parte del
maravilloso “Servicio Devocional del Templo” de la Fraternidad Rosacruz Max Heindel
donde podemos leer:

El amor es paciente y amable; no es envidioso; no se jacta ni se engríe;


no es indecente ni egoísta; no es susceptible ni mal pensado; no simpatiza con

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El Amor, tan cerca y tan lejos

la injusticia sino con la verdad. Siempre disculpa; siempre confía; siempre


espera; todo lo soporta. El amor es inagotable.”

La lectura de este Servicio Rosacruz tiene un efecto espiritual muy grande


cuando el aspirante espiritual lo lee y medita de corazón, pero quien sólo desee
comenzar a caminar hacia el Amor, no tiene que hacer nada más que llevar a la
práctica las anteriores líneas.
Francisco Nieto

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