Está en la página 1de 1

02-008-092 - 1 copia

Nicolás de Cusa, DE BERYLLO


Es conveniente que tú, en primer lugar, tengas en cuenta que uno es el primer principio y
tal es llamado, según Anaxágoras, intelecto, del cual proviene todo en el orden del ser, a fin
de que muestren al mismo ser. Pues el entendimiento se complace en mostrar y comunicar
la luz de su inteligencia. Por lo tanto el intelecto hacedor, por cuanto se constituye fin de
sus obras, es decir para, manifestar su grandeza, crea las sustancias cognoscitivas, que
pueden ver su verdad, y a ellas se brinda el mismo hacedor según el modo en el que pueden
captar al que se hace visible. Saber esto es lo primero, en ello está todo contenido
complicadamente.
En segundo lugar has de saber cómo aquello que no es verdadero ni tampoco verosímil, no
es. Ahora bien, todo lo que es diversamente es en otro antes que en sí. Pues es “en sí” en
cuanto en su ser verdadero, en cambio “en otro” en cuanto en su ser similar al verdadero,
como lo cálido es en sí como en su ser verdadero y en lo calefaccionado es según una
similitud de su calidez. Ahora bien hay tres modos cognoscitivos, es decir, sensible,
intelectual o inteligencial, los cuales son llamados, según Agustín, cielos. Lo sensible está
en el sentido por su especie sensible o similitud, y el sentido en lo sensible por su especie
sensitiva. Así lo inteligible está en el intelecto por su similitud inteligible y el intelecto en el
inteligible por su similitud intelectiva. De la misma manera, lo inteligencial en la
inteligencia, y a la inversa. Que estos términos no te turben, porque en alguna ocasión lo
inteligencial es llamado intelectible. Yo, en realidad, lo denomino así a causa de las
inteligencias.
En tercer lugar, tomarás nota del dicho de Protágoras que el hombre es “medida de todas
las cosas”. Pues con el sentido mide lo sensible, con el intelecto, lo inteligible y lo que está
por sobre lo inteligible lo alcanza en el exceso. Y esto lo hace a raíz de lo dicho
anteriormente. Pues en tanto sabe que el alma cognoscitiva es el fin de lo cognoscible,
sabe, a partir de la potencia sensitiva, que lo sensible debe ser de manera tal que pueda ser
sentido; de la misma manera respecto de lo inteligible de modo que pueda ser entendido, y
lo que está por sobre nuestro inteligir, en cambio, de tal manera que en cuanto es excedente
se sitúa por sobre nuestro inteligir. De donde el hombre encuentra en sí como en una razón
mensurante todo lo creado.
En cuarto lugar, advierte que Hermes Trismegisto dice que el hombre es un “segundo dios”.
Pues así como Dios es creador de los entes reales y de las formas naturales, de la misma
manera lo es el hombre de los entes racionales y de las formas artificiales, los cuales no son
sino semejanzas de su propio intelecto, de la misma forma como las creaturas de Dios son
semejanzas del intelecto divino. Por esto el hombre posee intelecto, el cual es semejanza
del intelecto divino en el crear. De ahí que cree las semejanzas de las semejanzas del
intelecto divino, a la manera como las figuras extrínsecas artificiales son semejanzas
intrínsecas de la forma natural. De donde mide a su intelecto por medio de la potencia de
sus obras y a partir de esto mide al intelecto divino, a la manera cómo la verdad es medida
por medio de la imagen. Además tiene una vista sutilísima por medio de la cual ve que el
enigma es el enigma de la verdad, para que sepa que ésta es la verdad, la cual no es
expresable en figura en cualquier enigma.

1/1

También podría gustarte