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AGUNAS REFLEXIONES EN TORNO A LA PRUEBA ILÍCITA

Ángel Fernando Ugaz Zegarra1

1.- La prueba prohibida y las reglas de exclusión

Ahora bien, es de advertir que tanto en el art. VIII del T.P. del nuevo Código
Procesal Penal, como en el art. 159° del mismo, se aborda el tema de la prueba
ilícita. De obtenerse o incorporarse pruebas sin respeto a un debido proceso,
éstas no deberán ser utilizadas ni valoradas por el juzgador. En el mismo
sentido carecen de efecto legal las que hayan sido obtenidas directa o
indirectamente con violación del contenido esencial de los derechos
fundamentales de la persona. Estas pruebas no pueden ser utilizadas por el Juez
ni directa ni indirectamente.

El Tribunal Constitucional del Perú se ha ocupado del asunto y ha definido a la


prueba prohibida como aquella en cuya obtención o actuación se lesionan
derechos fundamentales o se viola la legalidad procesal, de modo que la misma
deviene procesalmente inefectiva e inutilizable.2

Por su parte, la Corte Constitucional colombiana ha desarrollado cuatro


consideraciones para determinar cuándo existe violación al debido proceso3:

1) Que la irregularidad sea suficiente para comprometer el debido proceso. La


regla general de exclusión cumple diversas funciones, además de desalentar a
los investigadores de vulnerar el debido proceso, “como garantizar la
integridad de la administración de justicia, la realización de la justicia en el caso
concreto, el ejercicio del derecho de defensa, el respeto al Estado de Derecho y
el goce efectivo de los derechos constitucionales fundamentales. Por lo tanto, las
irregularidades menores o los errores inofensivos que no tienen el potencial de
sacrificar estos principios y derechos constitucionales no han de provocar la
exclusión de las pruebas”.

2) Tener bien en claro cuál es el alcance del debido proceso, establecido por la
Constitución (art. 139°. 3 de la Const. peruana). En nuestro sistema, las normas
al respecto se entienden ampliamente, alcanzando, incluso, la sede
administrativa4.

1
Abogado por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Socio del Estudio Larrieu & Larrieu
Abogados, Miembro del INCIPP.
2 Sentencia del Tribunal Constitucional del 15 de septiembre de 2003, Exp. 2053-2003-HC,

Fundamento Jurídico 4.
3 Sentencia SU-159 del 2002.
4 Ver el caso CHIRINOS (EXP. N.° 2730-2006-PA/TC), donde el Tribunal Constitucional declaró

haber nulidad en una sentencia del JNE, principalmente, y entre otras cosas, por violación del
derecho al debido proceso del ciudadano, aun en sede administrativa.

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3) Deben considerarse los fines del Derecho penal. No solamente existen las
garantías a los procesados, sino también está “el goce efectivo de otros derechos
constitucionales tales como la vida, la integridad y la libertad, protegidos por el
legislador mediante la sanción de quienes violen el Código Penal”.

4) No se considera sobreentendida la exclusión del material probatorio por la


simple redacción legal o constitucional, es imprescindible que la autoridad
judicial lo declare así. Por eso, se le exige a ella la declaración en este sentido.

El contenido esencial de los derechos fundamentales de la persona, es un


concepto nuevo en nuestra legislación procesal penal, pero, de primera
importancia para una lectura constitucional del mismo. El contenido esencial es
el núcleo duro de los derechos fundamentales, que restringe su disponibilidad
frente a otros derechos fundamentales, dependiendo del caso concreto,
teniendo como referencia a los principios de proporcionalidad y razonabilidad.

Abad Yupanqui nos dice que: “El contenido esencial de un derecho


fundamental es un ‘concepto jurídico indeterminado’, cuyo alcance y
significado no puede fijarse de manera general, sino que ha de ser precisado en
relación a cada derecho fundamental”5. Para permitir el adecuado
funcionamiento de la sociedad, las limitaciones del contenido esencial, expresa
Pietro Sanchiz, no solamente se las deben hacer determinar de los derechos
fundamentales, sino también de otros bienes amparados por la Constitución 6;
por lo tanto, para la delimitación del contenido esencial, se debe valorar
sistemáticamente la Constitución.

Existen varias teorías sobre el concepto del contenido esencial, la teoría


absoluta, relativa y la institucional: a) La teoría absoluta predica la existencia de
un núcleo resistente que debe ser preservado en todo caso. El contenido
esencial sería así una parte del contenido del derecho al margen de cualquier
negociado o debate. La teoría pone un límite respecto al derecho fundamental
analizado en el caso concreto, y es que no se puede exceder de la disposición
mínima que sería el núcleo duro. Esta posición es adoptada por Prieto Sanchiz,
quien afirma que “solo la teoría absoluta ofrece las bases para una
interpretación satisfactoria de los contenidos esenciales como garantía
autónoma del derecho (…), aun cuando una disposición limitadora cuenta a su
favor con buenas razones, resultará ilegítima si llega a dañar el contenido
mínimo esencial de un derecho”7. b) La teoría relativa concibe que el contenido
esencial es aquella parte de un derecho que todavía queda en pie, una vez
operada una limitación justificada o legitima. Se podría conducir a un sacrificio

5 Abad Yupanqui, Samuel B., “Límites respecto al contenido esencial de los derechos fundaméntales:
estudio prelimar”, Themis, 21, segunda época, T. II, Lima, 1992, pág. 10.
6 Prieto Sanchiz, Luís: “La limitación de los derechos fundamentales y la norma de clausura del sistema

de libertades”. En Pensamiento constitucional, PUCP, Fondo Editorial, 2002, año VIII, Nº 8, pág. 86.
7 Prieto Sanchiz, Luís, op. cit., p. 71.

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completo del derecho si la protección de un bien constitucional así lo
recomendara, por ello, es indispensable entender la operatividad del principio
de proporcionalidad. Por último, c) La teoría institucional entiende que ante
una pugna de derechos fundamentales, el que, en el caso concreto, nos
decidamos por uno de ellos no significa una perdida de otro de los mismos, ya
que, conforme afirma Peter Häberle,: “el contenido y los límites de los derechos
fundamentales deben determinarse partiendo de la totalidad del sistema
constitucional de los valores al que hace en su esencia, referencia todo derecho
fundamental”8.

En el límite de los derechos fundamentales, también la ley puede determinar el


contenido esencial. Landa Arroyo, magistrado del Tribunal Constitucional,
enseña que la ley se presenta como la función legislativa de promoción y la
realización de la dignidad instituida; esto permite asumir un concepto de ley
que también pueda conformar y determinar el contenido esencial de la
dignidad, cuando la Constitución no lo haya previsto jurídicamente, pero
respetando del contenido institucional de la dignidad9. Esto se aprecia cuando
el artículo 2°, numeral 24, literal f, de la Constitución dispone que no está
permitida forma alguna de restricción a libertad personal, salvo los casos
previstos por ella misma10.

De tal manera que, cuando en la obtención de fuentes y medios de prueba se ha


violado –directa o indirectamente– el contenido esencial, la prueba es ineficaz, y
no podrá ser utilizado por el Juez, ni directa ni indirectamente (art. 159°).

Bastarán algunos ejemplos para comprender mejor la clasificación de la prueba


ilícita en directa o indirecta. Se habla de prueba ilícita directa cuando en una
confesión ésta se ha obtenido bajo tortura o coacción y se llama indirecta o fruto
del árbol envenenado (doctrina desarrollada desde la primera mitad del s. XX por
la jurisprudencia constitucional estadounidense), en los casos en que la droga es
localizada en la maleta de una persona durante el registro de aduana, empero el
conocimiento de que en dicha maleta se llevaba droga se ha obtenido como
consecuencia de una interceptación telefónica practicada sin autorización
judicial.

La etapa de investigación, encargada al Ministerio Público, ha sido diseñada


para la búsqueda de la verdad material, de entrada se debe comprender que
ésta ya no se entiende como fin absoluto, sino, antes bien, es un ideal genérico
de alcanzar, como valor positivo de la sentencia final, que se relaciona y
coexiste con otras funciones del procedimiento –en especial: La protección de la

8 Häberle, Peter, “La libertad fundamental en el estado constitucional”, ed. PUCP, Lima, 1997, pág.
109.
9 Landa Arroyo, César, “Constitución y fuentes del derecho”, ed. Palestra, Lima, 2006, págs. 33 y 34.

También Abad Yupanqui, op. cit., pág. 11.


10 De la misma manera, el art. 2°, num. 24, lit. g, tratándose del derecho a no ser incomunicado,

precisa que sólo puede privarse a una persona de este derecho en caso de ser indispensable para
el esclarecimiento de un delito, en la forma y tiempo previsto por la ley.

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dignidad individual y los valores reconocidos a la persona–, y que, retrocede
frente a valores que, para su orden jurídico, resultan superiores en rango11. Por
ello Claus Roxin, manifiesta que no es un principio de la ordenanza procesal
penal que la verdad deba ser averiguada a cualquier precio12.

Sin embargo, no hay que perder de vista que tal como está normado en el
artículo VIII. 2 del Título Preliminar del nuevo Código Procesal Penal, cualquier
violación al derecho fundamental de la persona no hace que la prueba sea
ilícita, esta afectación debe ser a su contenido esencial, de lo contrario la prueba
tendrá utilidad y eficacia legal, siempre y cuando, claro, ésta se haya obtenido e
incorporado respetando el debido proceso, porque de ello depende su validez.

En la doctrina jurisprudencial se han resaltado un buen número de teorías que


se muestran como excepciones a la regla de exclusión de la prueba ilícita, tales
como la teoría del descubrimiento inevitable, fuente independiente, buena fe,
ámbito jurídico, charola de plata, tinte indeleble (o del vínculo atenuado),
supresión del nexo causal, entre otros. Todos con el fin de evitar que las
pruebas ilícitas que demuestren la responsabilidad del imputado sean excluidas
del proceso.

Reseñamos brevemente las principales teorías, para luego explicar con mayor
detenimiento las excepciones que se aplican al caso:

a) Teoría de la fuente independiente. Se puede llegar a la fuente de prueba por


medios probatorios legales presentes. Aun suprimiendo hipotéticamente el acto
viciado (digamos, la confesión bajo tormentos del lugar donde se encuentra el
arma homicida), se puede igualmente llegar a sus consecuencias (en el ejemplo,
obtención del arma) por vías legales (testigo que declare haber visto el lugar de
ocultación)13.

11 Maier, Julio B. J., "Derecho Procesal Penal", t. I (Fundamentos), 2ª ed. Editores Del Puerto S.R.L.
1996, Buenos Aires, p. 869 y ss. Fabricio Guariglia, por su parte, expresa que, desde hace ya
tiempo, la reconstrucción de la verdad histórica o, simplemente, la búsqueda de la verdad, no es
concebida como un valor absoluto dentro del procedimiento penal, sino que por el contrario, se
erigen frente a ella determinadas barreras que el Estado no puede franquear. De este modo,
existen ciertos hechos que sustraen a la investigación de los órganos del Estado, y que escapan a
la valoración de los tribunales: ellos constituyen las llamadas prohibiciones probatorias. ("Las
Prohibiciones Probatorias”, en: “El nuevo Código procesal penal de la Nación (Análisis Crítico)”,
Pról. de Julio B. J. Maier, Editores Del Puerto S.R.L. Buenos Aires, 1993. pp.15 y ss.). César San
Martín Castro, al hablarnos de la prueba ilegalmente obtenida, nos hace referencia a dos puntos
importantes: La prohibición de practicar la prueba (por ejemplo: prohibición de temas
probatorios como el secreto oficial; la prohibición de medios de prueba como el testimonio
secreto o, como los facultativos; la prohibición de métodos probatorios como la coerción y la
prohibición condicional de la prueba como el allanamiento domiciliario) y, la prohibición de
utilizar la prueba (por ejemplo: cuando el acto de prueba es desfavorable para el titular de la
garantía, la autoridad judicial debe declarar su ineficacia procesal, más aun, cuando esta viole
derechos fundamentales).
12 Maier, ibídem.
13 Hairabedián, Maximiliano, “Eficacia de la prueba ilícita y sus derivados en el proceso penal”, Had-

hoc Editor, Buenos Aires, 2002, p. 67.

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b) Teoría del descubrimiento inevitable. Es derivada de la fuente independiente.
Se aplica cuando las consecuencias del acto irregular se hubieran obtenido por
otros caminos que indefectiblemente se hubiesen presentado14. En la
jurisprudencia de los Estados Unidos de América, tenemos el caso NIX vs.
WILLIAMS15, en el que se admitió la evidencia, el cuerpo de la víctima,
obtenida mediante una confesión ilícita (no obstante haberse excluido la
confesión misma), ya que se estaba haciendo una exhaustiva búsqueda, la que
hubiera hallado el cadáver con toda seguridad.

c) Teoría del vínculo atenuado o de la tinta indeleble. Las posteriores


actuaciones, derivadas de las ilícita, van perdiendo relación con aquélla, la
propagación del vicio se atenúa o diluye por completo. Nuevamente revisando
la jurisprudencia estadounidense, encontramos los casos WONG vs. U.S16. y
U.S. vs. CECCOLINI17. En el primero vemos cómo una persona arrestada
ilegalmente es puesta en libertad, luego de lo cual se presenta voluntariamente
a confesar los hechos. En el otro caso (U.S. vs. CECCOLINI), es tomada la
declaración de un testigo, pese a que la información que lo relaciona con los
hechos investigados había sido obtenida mediante un allanamiento ilegal,
porque es brindada libre y espontáneamente por él.

d) Teoría de la Buena fe. Esta excepción consiste en valorar las pruebas


obtenidas ilícitamente cuando, si es que tales hechos estuvieron recubiertos de
apariencia de legalidad. Esta excepción pretende salvar aquellas pruebas ilícitas
que fueron obtenidas de buena fe. Implica que el medio de prueba ilícito ha
sido obtenido sin intención dolosa de acometerlo, y al creerse que se ha actuado
en derecho puede ser valorado ya que el efecto disuasivo que contiene la regla
de exclusiones probatorias (convencer a las agencias policiales de no violar
derechos fundamentales), no puede reputarse a alguien que actúa de buena fe,
debido a que su intención no fue esa, no pudiéndose persuadir a abstenerse de
vulnerar garantías constitucionales a alguien que no ha querido hacerlo.

El artículo VIII. 3 del Título Preliminar, ha incorporado una excepción a la regla


de exclusión, esto es de existir inobservancia a una garantía constitucional en la
búsqueda de pruebas por un particular, si ésta es a su favor, la garantía no
puede aplicarse en su perjuicio, por cuanto la garantía se ha creado a su favor
no en su contra, más aun cuando no existe nulidad por la nulidad misma.

De entrada en nuestra legislación se ha delimitado cuáles son los casos donde


no se permiten excepciones a esta exclusión, esto es, cuando la prueba se haya
obtenido con violación al contenido esencial de los derechos fundamentales de
la persona.

14 Hairebedián, op. cit., p. 73.


15 467 U.S. 431 (1984).
16 371 U.S. 471 (1983).
17 435 U. S. 268 (1978).

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2.- Jurisprudencia Nacional en materia de Prueba ilícita y excepciones
a las reglas de exclusión de pruebas obtenidas en violación de Derechos
Fundamentales

Un primer caso nacional sobre a materia, los constituye la decisión de la Sala


Penal Especial de la Corte Suprema, Exp. 11-2001, que mediante Sentencia de
fecha 18 de febrero de 2003, Caso Ernesto Ramón Gamarra Olivares. En este
caso la defensa del encausado adujo que la prueba en que se sustentan los
cargos formulados en su contra, esto es un video titulado “Entrevista Polo
Gamarra y amigo Lucho”, procedían de un hecho ilícito e irregular, al haber
sido obtenido contra la ley, por lo que carecía de valor probatorio; ya que, dicho
video fue obtenido como producto de una incautación llevada a cabo sin
autorización judicial. Ante estos argumentos la Sala Penal Especial de la Corte
Suprema, el considerando Décimo Primero pondero que: “sin embargo, teniendo
en consideración que la realidad de esta reunión filmada en dicha prueba videográfica,
ha sido reconocida por todos los participantes, tanto en la fecha, circunstancias y
secuencias en que ha desarrollado (...) dicha prueba ha sido valorada como medio
indiciario, confirmado por las demás declaraciones y testimoniales ya referidas, todas las
que merituadas en su conjunto, han llevado a la convicción de los integrantes de esta
Sala Penal Especial que lo juzga, respecto a que ha quedado probada la comisión de los
delitos materia de la acusación, así como la responsabilidad penal del encausado,
resultando por lo tanto irrelevante para el presente caso el origen y modo de obtención
de esta prueba (...)”.

En suma, la Sala Penal Especial de la Corte Suprema, aunque no aplica


abiertamente la teoría de la fuente independiente para dar validez a la prueba
videográfica cuestionada, acepta que ese cuestionamiento es irrelevante porque
la participación en la reunión captada en el video y la responsabilidad penal del
encausado han sido probados por otros medios de prueba actuados durante el
juicio, como son las testimoniales y declaraciones.

En otro caso, Sala Penal Especial de la Corte Suprema, Expediente 21 – 2001,


sentencia del 3 de julio de 2003, Caso José Ramos García Marcelo, también se
discute la incautación de un video sin autorización judicial previa, por lo que la
defensa del encausado en aplicación del criterio jurisprudencial del “fruto del
árbol envenenado” pretende se declare la invalidez del video incriminatorio. En
ese caso, la Sala Penal Especial de la Corte Suprema precisó que: “(...) a) el video
no se encontraba en poder del encausado (...), b) que la pertenencia y secreta custodia le
correspondía a Vladimiro Montesinos Torres (...), c) que el requerimiento del video se
hizo en domicilio distinto, y d) que la supuesta indefensión de sus derechos , provino
más bien de su actuación ilícita, por lo tanto, la incautación por parte del Estado del
video y su ofrecimiento como medio de prueba en la presente causa, no resulta
atentatorio a los derechos constitucionales del citado acusado, menos de la teoría “de la
bandeja de plata” (arresto de una persona con violación de domicilio y obtención de
pruebas que lo incriminan), a la de la jurisprudencia norteamericana denominada

6
“doctrina del fruto del árbol envenenado” (The fruti of the tree poisons doctrine), y a la
teoría “del efecto reflejo de la prueba ilícita o efecto expansivo”; deviene improcedente lo
sostenido por García Marcelo (...)”.

En buena cuenta la Sala Penal Especial de la Corte Suprema aduce que la


presunta violación a la inviolabilidad de domicilio que es la base para la
alegación de incautación de pruebas sin orden judicial, no afecto al encausado
porque la posesión del video lo tenía otra persona, y al no ser el titular del bien
jurídico presuntamente violentado no puede ampararse la regla de exclusión de
la prueba así obtenida.

Con todo más interesante resulta la argumentación de la Sala Penal Especial de


la Corte Suprema ante la alegación de vulneración del derecho a la intimidad y
privacidad, formulada por el encausado García Marcelo. Así el tribunal
consideró que: “ (...) en el presente caso el tema del conflicto entre los derechos a la
intimidad y privacidad y, la tranquilidad pública, en estricta pertinencia de la “teoría de
la ponderación de los intereses involucrados”, máxime si como se deja anotado, fue el
propio acusado quien permitió tal estado de indefensión al ser filmado cuando delinquía.
Que siendo así, el derecho del Ministerio Público a probar mediante el citado video (...)”.

En consecuencia, para la Sala Penal Especial de la Corte Suprema ante la


colisión del derecho a la intimidad y la privacidad del sujeto y el principio de
tranquilidad pública se prefiere el último cuando el individuo al participar en
un hecho delictivo permite el estado de indefensión de esos derechos que alega
se vulneraron. Este caso entonces, se constituye en un interesante caso de
aplicación de la teoría de la proporcionalidad por un tribunal peruano, donde
ponderó el intereses de la sociedad en la tranquilidad pública por encima del
derecho a la privacidad y a la intimidad de un individuo.

Las excepciones a la regla de exclusión probatoria, que revisaremos más


adelante consienten la admisión de prueba ilícitamente obtenida utilizando el
criterio de proporcionalidad (Verthaltnismassigkeitsprinzip), razonamiento que
es aplicado por los tribunales de Alemania Federal siempre con carácter
excepcional y en casos extremadamente graves.18 Equilibrando la
contraposición de valores fundamentales que se encuentren en tensión, la
eficiencia y éxito de la administración de justicia por un lado, la garantía del
acusado a no ser condenado en base a pruebas ilícitas, por el otro. La aplicación
del principio de proporcionalidad, pese a dar admisibilidad a un medio de
prueba inconstitucional, es el camino a seguir como medio de evitar peores
desastres proporcionalmente mayores.

En Suiza se aplicó este principio en el caso de Pierre Schenk a quien se acusó de


contratar a una persona para dar muerte a su esposa y mediante intercepción de
llamada telefónica sin orden judicial, se obtuvo prueba contra él. El Tribunal

18PELLEGRINI GRINOVER, Ada, “Pruebas ilícitas”, en Revista Peruana de Doctrina y


Jurisprudencia Penal, Nro. 1, Lima, 2000, p. 288

7
que lo juzgó estimo que “el interés público en que la verdad fuese establecida
respecto de un delito en que esta implicada la muerte violenta de una persona,
prevalecía frente al interés del señor Schenk al secreto de una conversación telefónica
que no conllevaba de ninguna manera un ataque a la esfera intima”19

De otro lado, Sala Penal Nacional, Expediente 634-03 sentencia del 5 de agosto
de 2005, Caso Wilbert Elki Meza Majino y otros. Examina un caso de
juzgamiento por delito de Terrorismo, donde se resto valor probatorio a las
pruebas obtenidas en un allanamiento sin orden judicial. En principio el
Tribunal verificó que los agentes policiales que allanaron la viviendo de la
procesada no contaban con una orden judicial, más aún cuando en el momento
de los hechos la ciudad de Lima no se encontraba bajo Estado de Excepción, los
agentes policiales tuvieron tiempo para solicitar una orden judicial de
allanamiento, no existió consentimiento del titular de la vivienda para el
allanamiento policial. En ese estadio la Sala Penal Nacional paso a valorar la
prueba ilícita a la luz del principio de ponderación o de excepciones por razón
de seguridad pública, magnitud de la imputación o gravedad del delito en el
caso concreto, precisando que al violarse el debido proceso “no cabe más que
declarar que toda la documentación, diskettes y material encontrados en dicho
registro constituyen prueba ilícita, la cual no puede valorarse ni se puede sobre
la misma fundamentarse una condena, es radicalmente nula”.

En consecuencia, la Sala Penal Nacional al advertir la violación de derechos


fundamentales en la obtención de pruebas, declaró éstas ilícitas y por tanto las
inutilizó, restándoles cualquier valor probatorio.

La Segunda Sala Penal Transitoria de la Corte Suprema, mediante Recurso de


Nulidad N° 4824-2005, de fecha 24 de mayo de 2006, confirmó la decisión de la
Sala Penal Nacional de no valorar pruebas obtenidas en violación de derechos
fundamentales.

Un caso similar al anterior lo constituye la Sentencia de fecha 1 de septiembre


de 2005, caso Lucy Margarita Romero Acosta y otros, resuelto por la Sala Penal
Nacional, donde se discutió la validez de medios probatorios obtenidos en un
allanamiento ilegal de domicilio por parte de agentes policiales. Lo interesante
de esta decisión es que luego de advertir la vulneración del derecho a la
inviolabilidad del domicilio producido por el allanamiento ilegal analiza si es
posible aplicar las excepciones a las reglas de exclusión de las pruebas
obtenidas en violación de derechos fundamentales, haciendo para el efecto una
reseña de las principales excepciones.

En principio la Sala pondera que no es posible la aplicación de la teoría de la


fuente independiente porque no existen testigos que atestigüen sobre las
pruebas halladas. Tampoco es de aplicación la teoría del descubrimiento
inevitable porque no existía actividad de investigación o búsqueda de fuente de

19 PARRA QUIJANO, Jairo, “Pruebas Ilícitas”, Ius et Veritas, Año VIII, Nro. 14, Lima, 1997, p. 37.

8
prueba que inevitablemente hubieran dado lugar al descubrimiento de las
evidencias obtenidas con el allanamiento ilegal. Tampoco es de aplicación la
excepción de buena fe, ya que los efectivos policiales carecían de una orden
judicial, y sabían que requerían de la misma para allanar un domicilio, precisa
la Sala que esta excepción sólo es aplicable cuando los agentes policiales
realizan una allanamiento contando con una orden judicial, aunque después se
sepa que esta carecía de fundamente. Finalmente, la Sala analiza la excepción de
proporcionalidad, precisando que para que sea atendible su aplicación la
ponderación no puede ser arbitraria, ni siempre en atención de la gravedad de
los hechos investigados la ponderación debe inclinarse a favor de la sociedad,
sin que, se hace indispensable la verificación de cierta razonabilidad, lo que se
logra a través de una explicación de criterios o factores. Sala explica esos
factores de la siguiente manera: “En primer lugar, la gravedad o entidad objetiva de
la infracción, se trata de un allanamiento ilegal de domicilio (...). En segundo lugar, la
intencionalidad del infractor, los efectivos policiales actuaron bajo el conocimiento cierto
de que para poder ingresar a un domicilio requerían de una orden judicial (...). En tercer
lugar, el allanamiento ilegal de domicilio no estuvo orientado a evitar un mal grave o
que las fuentes de prueba hubieran sido obtenidas por una situación de estado de
necesidad. Por las razones anteriormente expuestas, al no de ser aplicable ninguna de
las excepciones a la prueba ilícitamente obtenida, deben de ser excluidos del acervo
probatorio (no pueden ser valoradas) las fuentes de prueba recogidas en el acta de
registro domicilio (...)”.

En el caso analizado por la Sala Penal Nacional, entonces, luego de verificarse la


vulneración del derecho a la inviolabilidad de domicilio y al no aplicarse
ninguna de las excepciones a las reglas de excepción, declaró que las fuentes de
prueba incautadas irregularmente carecían de valor probatorio y las inutilizó.

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