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“AÑO DE LA UNIVERSALIZACIÓN DE LA SALUD”.

ALUMNOS:

CHAVEZ ESPINOZA ANGIE

GUILLEN TORO MARLITH LISALINA

SILVA FLORES HIKARI

VEGA CORREA WILMAN

CURSO:

ACTIVIDAD FORMATIVA I IVU Y DP.

DOCENTE:

CRUZ PASTOR JESUS

TEMA:

UNA HISTORIA DE ADICCION

2020
“A MI MANERA…”

“Soy Lorena, y soy adicta a las drogas”…. Apenas las palabras abandonaron mis labios supe que era el primer
paso para poder tomar acción contra mi adicción.

Sí, soy adicta, después de todo este tiempo por fin lo acepto, después de dañar mi vida, mi familia, mi trabajo
y mi salud… acepto mi problema.

No empecé esto cuando era joven, es lo gracioso, de hecho fue hasta después de los 35 que me ofrecieron mi
primer cigarro de marihuana, algo que acepté porque quería socializar con la gente de mi nuevo trabajo que
era mucho más joven que yo, no quería que pensaran que era una aburrida o una vieja.

Para ser sincera en ese momento me sentí bastante relajada, pasé un momento agradable con mis colegas y
luego de un rato me convencí a mí misma que no era algo de qué preocuparse.

“No sabes lo que sucedió hoy…” Si, al llegar a casa se lo conté a mi esposo, el me miró extrañado y exhalo una
risa, no me creyó al principio pero al ver la seriedad en mi rostro y que no cedí a la gracia que reflejaba su
mirada terminó sorprendido.

“Eso es una estupidez… ¿Por qué ahora?” a Raúl le parecía una tontería que a estas alturas haya empezado a
experimentar con las drogas, la verdad yo pensé lo mismo, pero ya estaba hecho, además, no pensaba volver
a hacerlo.

No pensaba… pero mi nuevo trabajo… mis ganas de socializar y encajar pudieron más.

Yo siempre había sido una persona solitaria y sin habilidades para hacer amigos, esto tenía una ligera
explicación, mis papás nunca me dejaban hacer nada, no podía salir y esto limitaba mi vida social porque
aunque me invitaran a fiestas o salidas, no me daban permiso, Mi mamá era sobreprotectora conmigo y mis
hermanos, Mi padre lo era aún más.

Conocer a Raúl, encajar con él y que me aceptara tal cual… siempre lo he considerado un milagro…

En la universidad, por más que me esforzaba en pertenecer a un grupo, nunca me salía, me consideraban la
"rara y callada" y aunque no me rechazaban abiertamente, nunca me incluían en planes, salidas ni nada. Y
ahora, a mis más de treinta años, era la primera vez que me pasaba, se sentía genial.

En ese tiempo cuando empecé a consumir marihuana, me sentía como una adolescente tratando de hacer
"amigos", sentía que esta vez sí me tomaban en cuenta, me llamaban e incluían en todo los planes que hacían,
aunque todo estaba relacionado con el consumo no pensé que sería un problema, al fin de cuentas empezaba
encajar con ellos, lo había logrado, por fin tenía amigos…

Tan solo pasaron dos meses cuando pasé de la marihuana, que debo aceptar no me encantaba, a la cocaína.
Fue increíble lo que me provocó desde la primera vez, me sentía poderosa, capaz de hacer cualquier cosa.
Creía tener una claridad mental como nunca antes y, claro, me sentía ansiosa.

El día siguiente fue un infierno, tenía una especie de cruda, me dolía la cabeza, la nariz y tenía un gusto amargo
en la boca. Me juré a mí misma no volver a consumir jamás. No lo cumplí ni de lejos, todo lo contrario.

En el inicio de mi adicción era consumidora "social", solo me metía coca en las fiestas o reuniones. Pasados
seis meses empecé a necesitar de esta casi todos los días porque los efectos se pasaban cada vez más rápido.
Luego me pasé al “speed", porque, al tratarse de anfetaminas puras, me duraba más tiempo la sensación.

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Las primeras consecuencias las viví en mi casa. Al principio mi esposo no se dio cuenta, pero me reclamaba el
hecho de que todos los fines de semana saliera de fiesta y ya no hiciera cosas con el como era costumbre…
Mis papás también se quejaron de que ya no iba a comer con ellos los domingos.

La verdad es que me sentía tan "mal" que me era imposible moverme de la cama.

Aunque físicamente no se me notaban los efectos de tantos meses consumiendo coca y "speed", lo cierto es
que estaba con un humor de los mil demonios cuando no consumía y mi entorno lo notaba, pero no me decía
nada porque no tenían idea de lo que pasaba en realidad.

Luego vinieron los problemas de dinero. Mi esposo, que trabajaba, se dio cuenta de que me acababa mi sueldo
muy rápido y no veía que comprara nada. Entonces se empezó a preocupar. Un día, cuando volvía de trabajar,
me estaba esperando en el sillón para hablar. Me preguntó qué es lo que estaba pasando y yo le mentí, le dije
que cuando salía con mis compañeros de trabajo íbamos a lugares carísimos y ahí conocí a alguien… más joven,
con altas ganas de disfrutar el mundo.

“Lo siento Raúl… Mis sentimientos no están claros ahora…” El me miro incrédulo, no me dijo nada, solo se
paró y se fue.

La verdad es que mi explicación resultaba ridícula, no tenía nada que ver con la realidad.

Raúl aguantó muchísimo antes de decidirse a dejarme, mis malos humores, mis ataques de ira, mi carácter
explosivo, sobre todo porque nunca antes me había comportado así. Antes de que se fuera de la casa me
preguntó si me estaba metiendo algo, nunca lo acepté y le cerré la puerta en la cara, No soportaba las quejas,
ni que estuviera entrometiéndose siempre, me convencí a mí misma que no lo necesitaba, encontrará a
alguien mejor, eso es seguro.

Las repercusiones de mi excesivo consumo de drogas empezaron a reflejarse en mi trabajo. Ya no era la


persona creativa y responsable del principio, me convertí en alguien malhumorada y que aprovechaba el
menor descuido para evitar cumplir con sus obligaciones. Mi jefe se hartó y me corrió.

Como ya no tenía ingresos empecé a vender cosas de mi casa, no había de otra, yo no podía estar sin consumir
ni un solo día.

Un sábado, al volver de una juerga en la madrugada encontré unos papeles en la puerta de mi casa y con la
cabeza palpitando a mil decidí leer o intentar leer el contenido.

Embargo de la casa en menos de una semana… espera… ¿Qué?..

En ese momento empecé a sentir una presión en el pecho y mi respiración se dificultaba más con el pasar de
los segundos.

Lo último que recuerdo es ver como Raúl corría desde su auto hacia mí intentando atraparme antes de caer
de impacto contra el suelo… luego de ello, todo es oscuridad.

Me había dado un pre infarto, ¡a mis treinta y siete años!

Raúl llego a urgencias del hospital y fue cuando le confirmaron su terrible sospecha, Se “ex esposa” tenía un
grave problema de adicción.

…. Cuando desperté y me confrontó, yo aún lo seguía negando.

En este punto me di cuenta lo que me había estado pasando en los últimos 2 años, todo era horrible. No voy
a decir que acabé con los indigentes, ni que me enfrenté a una situación de riesgo, no hizo falta, sin llegar a
tanto había destruido mi vida.

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Fue cuando toqué fondo.

Raúl, que a pesar de haberlo tratado como lo hice, siempre estuvo conmigo, nunca me dejó a pesar de haberse
ido de la casa, fue él quien me trajo a este a centro de desintoxicación donde espero poder recuperarme y,
sobre todo, no recaer en este infierno de las drogas.

No vale la pena sacrificar tu vida por el consumo. Yo creo que no.

Y si esperan abrir su camino a nuevas amistades y experiencias, háganlo… pero no a mi manera.

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