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MISCELÁNEA

EL CAPITAL SÓLO PONE LA MITAD

por Eduard Ibáñez Jofre

1 lo que se sirve para conseguirlo, las capacidades pro-


ductivas humanas; no, por consiguiente, cualquier
Parece que siempre llegamos tarde. Cuando conse- capacidad o una capacidad especial, sino las capaci-
guimos comprender los mecanismos de explotación, dades productivas en general, las ingentes y protei-
dominación o normalización, aceptamos también cas capacidades productivas genéricas, las capacida-
que ya están implantados. Y al dotarnos de los instru- des productivas de la especie humana.
mentos adecuados para combatirlos, asumimos que La propiedad privada se presenta como la forma
el sistema ha ya desplegado su potencia y se muestra adecuada de control y aprovechamiento de estas
sólido y de una sola pieza. Incluso en las manifesta- capacidades. Por un lado, en tanto que propiedad pri-
ciones tempranas de oposición y crítica, cuando se vada desnuda, seca, carente de oropeles sociales, no
considera que el sistema está todavía en sus inicios, ligada a ningún objeto en concreto (la tierra, por
la sensación es de enfrentarse a algo que ha adquiri- ejemplo), ni a ninguna cualidad especial (la habili-
do vida propia y que demuestra un buen potencial dad artesana, por ejemplo), abarca la generalidad
de crecimiento. Se reconoce ciertamente que todas las productiva; y, por otro, en tanto que propiedad pri-
acciones contra el sistema dejan su impronta en él y vada, lo hace desde la exclusividad de clase, para su
alteran su fisonomía, y que, por tanto, es perfecta- privilegiado uso y disfrute. En su abstracción, la
mente posible modificarlo. Pero todo ello se hace a propiedad privada abraza la inmensidad producti-
posteriori, desde el presupuesto de su previa constitu- va y la persigue en todas derivaciones y evolucio-
ción: son intervenciones contra lo que existe, contra nes, mientras que en su vertiente exclusiva las vier-
lo que está ya funcionando y ante lo cual solo queda te en la particularidad de clase. Esta admirable
“corregirlo”, “reformarlo”, “destruirlo”… Hemos capacidad de integración de la propiedad privada
llegado tarde porque a lo que nos enfrentamos es a lo constituye el rasgo característico de la economía
constituido, lo dado, lo existente. moderna (y por ende marca el tono de la capacidad
También las fuerzas oponentes que creemos de integración del conjunto del sistema) y de ahí su
haber situado fuera del radio de acción del sistema, a carácter innegociable y central en la sociedad
base de concederles autonomía, capacidad de inicia- moderna. Pero el poder excluyente de la propiedad
tiva, primacía ontológica (resistencia, plano de inma- privada no se apoya sin problemas sobre la genera-
nencia, común…), siguen teniendo como referencia lidad productiva.
lo instituido, frente al cual y contra el cual deben página 27
medirse para producir un cambio. No podemos evi-
tar la sospecha de que el sistema ya estaba allí porque
siempre ha estado aquí. Nuestro punto de llegada es
el punto de partida del sistema: el hombre explotado,
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normalizado, endeudado…

Esta sensación de que cuando llegamos ya ha sido


todo construido y decidido, de que vamos un paso
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por detrás y solo nos cabe responder a lo dado, no es


una falsa impresión. Responde a un hecho cierto, a la
imagen de voracidad que transmite el sistema capita-
lista, un sistema que pretende acapararlo todo (tie-
rras, bienes, personas, relaciones, conocimientos,
afectos…) y, en primer lugar, lógicamente, aquello de
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3 una nueva tecnología) les plantean todo tipo de pro-


blemas, tanto metafísicos (qué sentido a la vida)
En realidad, a la propiedad privada la generalidad como prácticos (a quién beneficia), provocando acti-
productiva siempre le ha venido grande, siempre le tudes encontradas, desde las más esperanzadas (más
resulta excesiva. Acepta su cualidad de “abundan- tiempo libre) a las más sombrías (más sometimiento).
cia”, de excedente, por cuanto le garantiza el princi- Para la conciencia burguesa, en cambio, este desbor-
pio de “crecimiento ilimitado”, que es su razón de damiento no es un obstáculo insalvable o un acertijo,
ser, pero a la hora de la verdad debe responder de la sino un problema de desajuste, una falta de ajuste
conversión de la capacidad productiva en mercancía, entre sujeto y objeto, propiedad privada y capacida-
dinero, capital…, esto es, en objeto privado, bien des productivas, que al inicio del ciclo económico se
valorizado y monetizado. Y entonces la abundancia presenta como “insuficiente apropiación” o “dificul-
la desborda, pues no todo ni en el mismo momento tades para gobernar la fuerza de trabajo” y al final
puede ser objetivado, monetizado, capitalizado, sino como “deficiente gestión productiva” o “crisis econó-
que debe ser filtrado y encauzado, como le ocurre mica”. Objeto que no es debidamente poseído o suje-
con el potencial científico-técnico que regularmente to que realiza una mala gestión, en cualquier caso
sacude las capacidades productivas y con las oleadas son problemas solucionable, reconducibles a una
sociales que puntualmente las agitan. Aquello que le cuestión de equilibrio (contención de excesos, regula-
aúpa al poder (desarrollo tecnológico, alternativas ción de excedentes, eliminación de sobrantes…), tri-
sociales) es lo que le supera, como también le sobre- butarios de una dialéctica sujeto/objeto en la que la
pasan aquellas capacidades productivas a las que exuberancia del objeto es motivo de apropiación por
todavía no llega por falta de fuerza (espacios no mer- el sujeto y la apertura del sujeto es condición de apre-
cantilizados) o que ha abandonado, porque ya es tie- samiento del objeto, una dialéctica en la que no hay
rra devastada, como las capacidades productivas so- otro sujeto (la propiedad privada) que el “sujeto que
brantes tras crisis de sobreproducción (de mercancías, posee”, ni otro objeto (las capacidades productivas)
de capital, de crédito…), reestructuraciones industria- que el “objeto poseído”, ni otro hombre que el hom-
les, “destrucciones creativas”… Del flujo productivo, bre explotado, normalizado, endeudado…
la propiedad privada solamente aprovecha una parte, De algún modo, los revolucionarios comparten el
la que es valorizada y capitalizada, y el resto lo deja mismo diagnóstico: las capacidades productivas han
fuera y lo mantiene a raya, pues el desecho amenaza sido apropiadas por la propiedad privada y, en conse-
con desestabilizarlo. cuencia, expropiadas a los trabajadores. Para liberarse,
La generalidad productiva también le viene gran- los trabajadores no tienen más remedio que pasar
de a los trabajadores. Al igual que le sucede a la pro- por la “sumisión total”, por el mundo normalizado,
piedad privada, aquello que constituye una oportuni- explotado, endeudado…, y desde ahí, en un audaz
dad para los trabajadores de conseguir más poder es golpe, un salto heroico, un acto de voluntad, reapro-
lo que igualmente les supera: una mejora técnica, una piarse de las capacidades productivas.
innovación tecnológica, una creación cultural, son Pero estos problemas de desbordamiento no
oportunidades para alcanzar mayores niveles de in- hacen más que evidenciar que el proceso de apro-
dependencia, autonomía, emancipación…, pero tam- piación no es nunca completo. Solo se controla una
bién medios de intensificación de la explotación, pa- parte, una posición, allí donde se convierten las
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lancas de acumulación de capital. capacidades productivas en poder para sí. Si la pro-


Y es en los extremos, en los márgenes de la gene- piedad privada no puede dominar más que la parte
ralidad productiva donde tienen lugar los hechos capitalizada de la generalidad productiva, los traba-
desbordantes. Pues es en las alas donde los comba- jadores solamente pueden asegurar aquella posi-
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tientes, trabajadores y propiedad privada, apoyándo- ción en la que transforman las capacidades produc-
se en los quiebros científicos y tecnológicos y en la tivas en leyes favorables, seguridad, derechos, inde-
radicalidad social, pugnan por desbordar las líneas pendencia…
oponentes y arrastrar al centro, que si bien suele mos-
trar una admirable capacidad de resistencia (y esa es 5
una de sus virtudes), normalmente se encuentra
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colapsado. Y, sin embargo, a pesar de apoyarse en una parte,


tanto la propiedad privada como los trabajadores
4 contemplan y abarcan la totalidad de las capacidades
productivas. Pues es del consumo de esa totalidad,
A los trabajadores, estos desbordamientos (como la de ese esforzarse en la totalidad, que se alimentan; es
mayor productividad derivada de la aparición de de ese comprender y rodear la totalidad que la pro-
como base de operaciones, la generalidad productiva

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convertida en poder propio, en fuerza para sí. Desde
la posición, la generalidad productiva se presenta
ciertamente como algo objetivo, y a veces como la
personificación de una entidad con vida propia, una
bestia desbocada a la que hay que domar y someter
o sobre la que se puede cabalgar para alcanzar la
libertad. Pero la generalidad productiva no está en
pugna con las posiciones; ni las apoya, ni las deja de
apoyar. Y las posiciones, ni confían ni dejan de con-
fiar en la generalidad productiva. Simplemente, la
asimilan a capacidad de combate, como lugar desde
el que pueden encarar mejor el conflicto, apuntar con
más precisión sus objetivos (acumulación de riqueza
o satisfacción de deseos y necesidades), optimizar
mejor los recursos, abarcar una mirada más amplia
piedad privada extrae su poder (aunque luego lo
del conjunto, afirmar sólidamente su poder…
despilfarre o se le indigeste) y los trabajadores cons-
truyen nuevas relaciones sociales.
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Es la paradoja de la posición, que siendo parcial,
abarca la totalidad, y que incluyendo la totalidad,
En el choque, la posición adopta unas formas o dis-
permanece confinada en una parte. Pero no es una
posiciones que definen su perímetro y que sirven
contradicción; en la posición no hay contradicciones.
tanto para el ataque como para la defensa, para aco-
Ambos aspectos no se oponen, no se niegan, sino que
meter y para cobijarse. Son el conjunto de prácticas y
se refuerzan mutuamente, pues cuanto más arraiga-
organizaciones que el combatiente lanza contra su
da está una posición, más dominio ejerce sobre el
oponente y con las que consolida su posición,
campo de conflicto, y viceversa, cuanto más extiende
adquiere poder, arranca fuerza para sí. En el caso de
el control sobre el campo, más segura se encuentra.
la propiedad privada, son formas de dependencia y
La libertad de acción es así consustancial a la posi-
explotación (forma-dinero que crea dinero, forma-
ción. Para los combatientes es tan necesaria como el
capital, forma-precarización, forma-deuda…); en los
aire que respiran, pues en ella les va su propia super-
trabajadores, son de independencia y autonomía
vivencia. Si tienen que abarcar y controlar la genera-
(forma-derechos, forma-seguridad, forma-dinero de
lidad productiva, deben gozar de la adecuada liber-
uso, forma-renta ciudadana…).
tad de movimientos, de la imprescindible movilidad
Si la posición es la cara más objetiva del comba-
para recorrer la generalidad productiva. No se trata
tiente, las formas son la más subjetiva. La posición es
de una libertad indeterminada, de una movilidad en
un emplazamiento, poder acumulado, poder consti-
un espacio vacío, sino de la libertad que corresponde
tuido; las formas son una construcción, son produc-
al poder de la posición. Pues cuanto más arraigada
ción, constitución de poder. Entre formas y posición
está una posición, más capacidad de movimientos
se darían pues las lógicas tensiones, e incluso contra- página 29
despliega y más autoridad exhibe para reconocer y
dicciones, entre la creación y el producto, lo constitu-
hacer suyo el espacio de las capacidades productivas.
yente y lo constituido, la subjetividad y la objetivi-
Firmeza de la posición equivale a libertad de acción.
dad. Y ciertamente, en las formas reina la subjetivi-
Es suficiente con disponer de un mínimo punto de
dad, que fuerza a la posición a avanzar y a desplegar
arraigo para asegurar el combate y asaltar el espacio
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prácticas y organizaciones de conquista de poder,


productivo. No hay que lamentarse porque solo se
buscando la efectividad de los golpes y la mayor
vean resistencias o las acciones parezcan meramente
potencia de fuego, mientras que en la posición domi-
defensivas. La resistencia no se opone a la acción, ni
na la objetividad, que somete estas prácticas y orga-
es una reacción, sino un momento de la acción. El
nizaciones a la conservación y mantenimiento del
combate no conoce saltos, ni vacíos; es un continuum.
poder conquistado, preocupándose sobre todo por
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los equilibrios entre poderes. Pero objetividad y sub-


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jetividad no son propiedades del combatiente, sino
relaciones con el oponente y el campo de lucha, vec-
La posición se diferencia, por tanto, de la generalidad
tores que atraviesan posiciones y formas, y que se
productiva, pero no se le opone, no entra en conflic-
reproducen siempre y en cada situación, pues rinden
to con ella, no la contradice. La posición es la genera-
cuentas al mismo campo de lucha. Lo que les diferen-
lidad productiva que cada agente ha hecho suya
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cia es la mirada. En la posición prevalece la objetivi-


dad porque el combatiente tiene el campo de lucha
“detrás” y lo considera punto de apoyo y de partida.
En las formas predomina la subjetividad porque tie-
nen el campo de lucha “delante” y lo ven como obje-
tivo y punto de llegada.
Y por esta razón, porque asumen directamente el
choque y deben responder con eficacia a su oponen-
te, las formas adoptadas por un combatiente serán
variadas: en unas ocasiones, vendrán determinadas
por las formas del oponente, serán tomadas del ene-
migo, copiadas, aunque se conviertan en propias; en
otras, vencerá la inercia, la tradición; en unas terce-
ras, llegarán a ser innovaciones, creaciones origina-
les. Pero en todos los casos, las formas tendrán que
amoldarse a las características del campo de lucha como en los trabajadores y revolucionarios, que
que deben ocupar, a la generalidad productiva que impiden calibrar el potencial combativo propio o del
deben conquistar. contrario. Y tampoco son despreciables la arrogancia
y los prejuicios. Pero cuesta aceptar que tras la acu-
8 mulación de tantas experiencias y la puesta a punto
de sofisticados análisis del conflicto, unos y otros
Ahora bien, ¿cómo apropiarse de las capacidades sigan mostrando perplejidad e incredulidad ante
productivas? O, lo que es lo mismo, ¿cómo apropiar- acontecimientos combativos. Más allá de estos facto-
se de un espacio de lucha, cómo ocupar un campo en res de deficiencia o falta de rigor, habrá que conside-
llamas? No se puede ocupar una generalidad pro- rar otros motivos que expliquen estas limitaciones.
ductiva, un espacio de lucha, un campo en llamas, Pues sin duda se trata de limitaciones, impedi-
más que a través del combate. No es posible, por mentos que abocan a los agentes a vivir de ilusio-
tanto, entrar en la generalidad productiva como si nes: ilusiones de un sujeto que cree haber completa-
fuera algo dado e inmediatamente aprovechable, y do sustancialmente la apropiación de las capacida-
sobre el cual bastaría con inclinarse para tomarlo. des productivas y cerrado el proceso, dando lugar a
Como tampoco es posible distanciarse y darlo por un mundo acabado y unificado, normalizado, explo-
acabado como mundo explotado, dominado, endeuda- tado, endeudado…; ilusiones de autocomplacencia de
do… para luego volver atrás, recuperar los procesos un sujeto que, como tal, se cree soberano y autosu-
que lo han formado y reconstruirlo. No se puede ficiente, y puede proclamar que “mi clase, la de los
reconstruir el mundo, porque no se puede volver a ricos, está haciendo la guerra y la estamos ganan-
los combates que lo han constituido. Las capacidades do” (según Warren Buffet); ilusiones también de
productivas pueden quedar desechadas y sus resul- unos revolucionarios que asumen este mundo aca-
tados destruidos o sepultados, pero como capacida- bado, aceptan la derrota y cultivan el desánimo y el
des combativas, como acciones combativas, son irre- pesimismo. Ilusiones y limitaciones que no son
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versibles. El combate siempre empuja hacia delante y resultado de manipulaciones, ni se deben a la mio-
prohíbe mirar atrás. Y proscribe especialmente las pía de los agentes, ni es un velo que disimula y pro-
suposiciones, los condicionales, lo que “se tendría duce efectos ficticios; o mejor dicho, sí que es un
que hacer”, “se habría tenido que hacer” o “se hubie- velo, pero de efectos reales, es la “niebla de la gue-
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ra podido hacer”. rra”, la dificultad de los combatientes de percibir el


conjunto del conflicto desde sus respectivas posicio-
9 nes, debido a veces a la propia polvareda que levan-
tan. El conocimiento no logra disipar la “niebla” de
Con todo, sin embargo, muchas veces las acciones la confusión y la ignorancia, pues las ilusiones, de
combativas no se ven y las consecuencias no se per- las que no se libra ningún combatiente, están bien
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ciben. Resulta extraño que combatientes experimen- fundadas, arraigadas en las posiciones: el mismo
tados a menudo no consigan apreciar o distinguir las lugar desde el que se aspira a engullir la totalidad
acciones combativas y lleguen a dar por buena la de las capacidades productivas es el que entorpece
extinción o el adormecimiento de la lucha. Sin duda, la visión y comprensión de esa totalidad. Es otra vez
entran aquí factores como la falta o el exceso de con- la ambigüedad de la posición: precisa captar la
fianza, presentes tanto en los propietarios privados generalidad productiva como garantía de supervi-
vencia, pero tiene dificultades para ver todo lo que cia) no se niegan y por tanto no tienen que negarse a

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sucede. sí mismos, negar su condición anulada, para existir.
Pero de nuevo también no son aspectos que se No se anulan, no quedan encerrados, no desapare-
niegan dialécticamente, no se oponen o restan; uno cen, no se esconden unos detrás de otros. Ni tampo-
no anula al otro, la verdad no liquida las ilusiones, ni co se relevan, se pasan entre sí poderes o se delegan
las ilusiones acaban con la verdad. Las ilusiones no fuerzas. Por el contrario, todos muestran su consis-
aplacan la furia de los combatientes, ni restringen la tencia, exhiben su corporeidad, pugnan por hacerse
intensidad del conflicto. Pueden confundir al comba- un hueco en el combate.
tiente y despistarle sobre la posición propia o enga- Se insiste en que el capital es una relación y que
ñarle sobre la posición contraria. Pero el conflicto no dentro de ella se ventila el conflicto. Pero es una rela-
se calma, al contrario, se recrudece, pues la falta de ción que debe proyectar y con la que se lanza para
visión, las deficiencias de comprensión, la pérdida de abarcar la generalidad productiva. De hecho, lo que
referencias de un combatiente son un acicate para su necesita ser explicado es cómo la propiedad privada
contrincante, una oportunidad para sorprenderlo. se ensambla a las inmensas capacidades productivas
Las ilusiones propician los acontecimientos inespera- humanas, cómo debe verter ingentes toneladas de
dos, las acciones imprevistas, las sorpresas. capital, dinero, paro, “realidad”… para acoplarse a
esta generalidad. Pues al abrirse a la inmensidad pro-
10 ductiva, la propiedad privada se expone al espacio en
el que los trabajadores viven y luchan. Del mismo
El conflicto nunca se apaga o sublima, porque sus modo que en la producción la propiedad privada
elementos constitutivos (combatiente y espacio de solo aporta medios de producción o dinero, en el
conflicto, posición y formas, conocimiento e ignoran- combate también pone solo la mitad.

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