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INTELIGENCIA EMOCIONAL: DESARROLLO DE HABILIDADES

¿¿BLANDAS??

En los años 70, Daniel Goleman revolucionó el mundo de la Psicología y la Empresa


con su concepto de Inteligencia Emocional

A partir de entonces, se comenzó a configurar un escenario donde el éxito, tanto personal


como profesional, no estaba asociado a los conocimientos ni al coeficiente de
Inteligencia, sino que tenía una relación directa con la Inteligencia Emocional de la
persona.

Tal como la define en su libro, la Inteligencia Emocional es una manera de interactuar


con el mundo que tiene en cuenta los sentimientos, y engloba habilidades como el control
de los impulsos, la autoconciencia, la motivación, el entusiasmo, la perseverancia, la
empatía y la agilidad mental.

Fue en este nuevo paradigma donde surgió el concepto de habilidades blandas (o soft
skills) como aquellas capacidades y atributos fundamentales que debían tener las personas
para tener éxito profesional. Las empresas comenzaron a valorar perfiles que puntuaban
alto en estas habilidades, fundamentales para el trabajo en equipo y un liderazgo eficaz.
Se comenzaron a crear programas de capacitación para su desarrollo y a día de hoy es
habitual ver listas y recomendaciones de aquellas más necesarias para la época que
estamos viviendo, para un futuro incierto (como todos los futuros).

En una de las últimas listas publicada por el Foro Económico mundial como las 10
habilidades más demandadas aparecen 5 de estas soft skills asociadas a otras, llamadas
duras o competencias de conocimientos:

Habilidades Blandas Habilidades Duras

Creatividad Computación en la nube

Persuasión IA (Inteligencia Artificial)

Colaboración Razonamiento analítico


Adaptabilidad Gestión de personas

Gestión del tiempo Diseño de UX

Sin duda, dentro de las soft skills, todas ellas son de vital importancia, no solo para el
ámbito laboral, sino para el personal. Dentro de los Programas de Gestión del Cambio.
Sino comienzas por lo importante, tus cambios no serán los que buscas.

Deberíamos llegar a la conclusión que somos nosotros mismos los que debemos definir
en función de nuestro propósito y objetivos, cuáles son las habilidades que necesitamos
desarrollar en mayor medida.

Las empresas y organizaciones son entidades dinámicas y con carácter propio. Las
empresas cambian porque cambian las personas que las componen y del mismo modo las
empresas evolucionan porque son las personas quienes lo hacen posible.

Igual sucede con los valores y los propósitos. Cambian a lo largo de la vida, si bien cuando
somos jóvenes tenemos una mayor ambición, cuando maduramos tenemos un mayor
sentido de trascendencia.

Cuando oímos hablar de Habilidades blandas y duras de los perfiles más buscados, veo
con estupor que en estas listas no aparecen conceptos tan importantes y fundamentales
como la pasión, la motivación, el compromiso, la confianza o la comprensión, sin las
cuales se hace complicado entender el trabajo y mucho más el trabajo en equipo.

Cuando una organización tiene un propósito claro es responsabilidad de los líderes que el
resto de empleados lo entiendan, lo integren y lo interioricen. Solo de esa manera lograrán
una coherencia, tener sentido de pertenencia, unos valores alineados a la organización y
podrán desarrollar las habilidades de todo tipo, necesarias para realizar con éxito su
trabajo. Y así cada empresa tendrá su propia medida de Inteligencia Emocional.

¿Te imaginas que el próximo ranking de empresas se elabore en función de su índice de


Inteligencia Emocional laboral? Todo un reto…. sin duda…

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