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La definición más usual para el término metadato es “datos sobre los datos”; sin
embargo, esta afirmación puede ser ambigua. De acuerdo con esta visión, los
datos se capturan mediante alguna instrumentación y no adquieren sentido hasta
que se convierten en información, considerada como datos que han adquirido
significado por medio de conexiones que los relacionan entre sí; el conocimiento
es una colección útil de información; el entendimiento es interpolativo,
posibilitando la generación de una nueva comprensión a partir del conocimiento
previo; y finalmente, la sabiduría consiste en saber aplicar el entendimiento en el
contexto de la existencia humana.
En la frase “datos sobre los datos”, el término “sobre” se refiere a una descripción
que nos dice algo sobre la cosa que se describe y por lo regular esta “cosa” será
algún tipo de recurso como un libro, un mapa, una película, una pintura, entre
otros. Así, una mejor definición de metadatos puede ser la siguiente:
Una declaración por lo regular está constituida por tres partes: un sujeto de la
descripción, es decir, el recurso; una relación, llamada predicado, entre el sujeto y
alguna otra cosa; y finalmente, tenemos un objeto con quien se establece la
relación del predicado (la otra cosa). Por ejemplo, si deseamos describir el libro
Cien años de soledad, podríamos comenzar esquematizando una aseveración
como en la siguiente figura:
El metadato se debe construir de manera que pueda ser utilizado no tan solo por
el individuo u organización que lo creó, sino que sirva como un recurso que pueda
ser utilizado por un público amplio para descubrir recursos de información que le
puedan ser de utilidad. Claro está que la utilidad que pueda tener un recurso es
subjetiva. Es por eso que existen organizaciones a nivel mundial que establecen
estándares producto del consenso y que establecen el conjunto de aseveraciones
(también llamadas elementos) que debe contener un metadato para describir
recursos determinados. Así por ejemplo, la iniciativa Dublin Core, soporta la
innovación compartida en el diseño de metadatos, fomenta la adopción de
estándares y permite el desarrollo de vocabularios especializados de metadatos
para describir recursos de manera que se permita su descubrimiento. Dublín, una
ciudad en el estado de Ohio en Estados Unidos, albergó una reunión mundial de
especialistas en metadatos y la Web en 1995 (de ahí el nombre de la iniciativa).
el título;
el creador;
el tema;
la descripción;
la fuente;
la fecha;
el identificador;
el idioma;
el formato;
los derechos y;
la cobertura, entre otros.
Para que tengas una idea de cómo se ven estos elementos en un archivo XML, a
continuación se muestra un fragmento proveniente de los metadatos de una capa
de información geográfica.
Por fortuna, no estás obligado a saber XML para poder codificar los metadatos en
un archivo o para leerlos, ya que distintas aplicaciones de software y sobre todo,
las de Sistemas de Información Geográfica, ofrecen herramientas que a través de
una interface amigable nos permiten crear, editar y visualizar los metadatos de
acuerdo a los estándares.
Las consultas de catálogo se dan a través del protocolo HTTP (Hypertext Transfer
Protocol), que es el mismo que utiliza tu navegador para acceder a una página
Web. Claro está que a menudo estos servicios se dan mediante una interface
amigable en una página web o una aplicación de escritorio como QGIS y el
usuario no tiene que preocuparse conocer directamente estos protocolos.