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Ética
En países como Canadá, Estados Unidos, Uruguay, India, los países de la antigua
órbita soviética y la mayoría de los países de Europa, el aborto es legal a petición
o demanda de la mujer durante cierto período de gestación. Por otro lado, en la
mayoría de los países de Latinoamérica, África, Medio Oriente, Oceanía y el
Sudeste Asiático el aborto es ilegal y está penalizado en alguno de los supuestos.
Cinco naciones del mundo prohíben la interrupción del embarazo bajo cualquier
circunstancia y tipifican penas de cárcel para toda mujer y persona que realice,
intente realizar o facilite la realización de un aborto: Ciudad del Vaticano, El
Salvador, Nicaragua, Honduras, y República Dominicana. En Malta son permitidos
los abortos de facto para salvar la vida de la madre.
La noción de aborto varió a lo largo de la historia, así como las actitudes ante esta
práctica, desde la tolerancia a la prohibición. Ya en el llamado Papiro de Ebers
redactado cerca del año 1500 a.C. se mencionan recetas para detener el
embarazo en el Antiguo Egipto. Una de ellas incluía la fruta inmadura de la acacia,
dátiles y cebollas trituradas con miel. Mientras que en el Papiro de Kahun se
sugiere el excremento de cocodrilo para prevenir el embarazo y como abortivo. En
excavaciones arqueológicas se han hallado instrumentos para practicar abortos en
China, Persia e India.
Hasta principios del siglo III, cuando empezó a imponerse una moral
precristiana, en el mundo grecorromano el aborto no fue considerado ni crimen ni
delito. De hecho, como señala la historiadora italiana Giulia Galeotti, era una
cuestión exclusivamente de mujeres. Sócrates lo consideraba un derecho
materno: los hombres no tenían voz en estos asuntos. El aborto se encontraba
ampliamente difundido en todas las clases sociales. Era moralmente aceptado y
no era considerado delito.
"Es equivocado llamar estatua al cobre en estado de fusión y hombre al feto",
escribió el filósofo estoico Epicteto en el siglo II. Para filósofos como Aristóteles, el
feto comenzaba a vivir recién a 40 días de la concepción si era masculino y a los
80 si era femenino. En antiguos textos romanos como Historia Natural, de Plinio el
Viejo, se habla de plantas con funciones abortivas como la ajedrea, ya conocida
en la antigua Grecia, y una especia llamada silfio que crecía en la colonia de
Cirene, en lo que hoy es Libia. En otros casos, se sometían a procedimientos
quirúrgicos. Como cuenta el historiador griego Konstantinos Kapparis en su libro
Abortion in the ancient world, el aborto por lo general era realizado por una
comadrona y a veces por la propia mujer embarazada. Pero casi nunca por
médicos. En el siglo I a.C. el poeta Ovidio llegó a comparar los peligros y heridas
de la guerra para hombres con los peligros del aborto para mujeres.
Durante siglos, la mujer fue valorada exclusivamente en tanto que era fecunda,
un campo seminal. Los romanos culpaban a las mujeres cuando una pareja no
conseguía tener hijos, y este era el motivo de divorcio más habitual. Su función
social era ser madre. Aquellos que condenaban el aborto a menudo lo hacían para
proteger los derechos de propiedad del padre, avasallados por la decisión de la
mujer.
"Si una mujer era violada —señala el historiador inglés Jerry Toner en el libro El
mundo antiguo— llevaba la vergüenza de por vida. Una historia cuenta que una
joven romana violada murió después de realizarse un aborto. Mientras su cuerpo
era llevado al funeral, la gente gritaba «¡obtuvo lo que se merecía!»".
En el siglo II, el médico griego Sorano de Efeso ya hablaba de aborto
terapéutico en caso que la gestación pusiera en peligro la vida de la madre: en
esos casos se privilegiaba la vida de la gestante porque al nonato no se lo
consideraba un ser formado.
Inaceptable
Con el tiempo, el aborto fue considerado como manifestación de una inaceptable
autonomía femenina. En el mundo hebreo, donde dominaba el deseo de poblar la
tierra para defender la propia supervivencia y la presencia divina, se consideraba a
la fecundidad como una bendición del Señor y constituía un horror el
derramamiento de semen y de sangre.
El documento cristiano más antiguo de condena al aborto que se conoce es la
Doctrina de los Doce Apóstoles, de alrededor del año 100. El aborto era
equiparado como pecado a la inmoralidad sexual. En el siglo VIII, los Capitula
Theodori, un manual de penitencias atribuido a Teodoro, arzobispo de Canterbury,
imponía que "las mujeres que aborten antes de que el feto tenga alma, hagan
penitencia por un años, tres cuaresmas o cuarenta días".
Hasta mediados del siglo XVIII, aquello que crecía en el útero materno fue
considerado solo como un apéndice del cuerpo de la madre, parte de sus vísceras
y recién se animaba — es decir, alma y cuerpo se unían — en el momento del
nacimiento. "Mientras aún se encuentra en el árbol, el fruto forma parte del mismo
— indicó en 1745 el teólogo y jurista Francesco Emanuele Cangimila — como el
niño que está en el útero forma parte de la madre".
Los vaivenes históricos de la percepción sobre el aborto resuenan en el siglo
XX. La legislación que criminaliza la interrupción voluntaria del embarazo se
convirtió en el emblema de la expropiación del cuerpo y de la identidad femenina.
Derecho a la vida
Las restricciones legales al aborto tienen un impacto devastador en el derecho a la
vida de las mujeres. La evidencia sugiere no solamente que las leyes que
restringen el aborto empujan a las mujeres a someterse a abortos inseguros, sino
que además ellas mueren a consecuencia de dichos abortos. Un estimado 13 por
ciento de las muertes maternas a nivel mundial se atribuyen al aborto inseguro-
entre 68.000 y 78.000 muertes anuales. En su mayoría, estas muertes podrían
haber sido evitadas.
El Comité de Derechos Humanos y el Comité para la Eliminación de la
Discriminación contra la Mujer han repetidamente hecho notar con preocupación la
relación entre las leyes que restringen el aborto, el aborto clandestino y los riesgos
para las vidas de las mujeres. Estos comités han recomendado la revisión o
enmienda de las leyes que penalizan o restringen el aborto.
Algunos de los que se oponen al aborto seguro y legal argumentan que "el
derecho a la vida" del feto debe ponerse por encima de los derechos humanos de
las mujeres, en particular los derechos a la no discriminación y a la salud. Es más,
algunos opositores se refieren al supuesto "derecho a la vida" del feto en los
argumentos en contra del uso de anticonceptivos que actúan después de la
fertilización, pero antes de que el óvulo fertilizado se implante en la pared uterina
(la implantación siendo la definición médicamente aceptada del inicio del
embarazo).
Algunos gobiernos buscan defender la negación del acceso al aborto desde una
perspectiva de recursos. Este argumento no es justificable. La atención
adecuada a las complicaciones producto de abortos inseguros es mucho más cara
que la provisión de abortos médicamente seguros. Mientras que el aborto es un
procedimiento de bajo costo, especialmente en las etapas tempranas del
embarazo cuando se pueden usar técnicas de aspiración o farmacéuticas, el costo
del cuidado de mujeres con complicaciones por abortos inseguros puede ser
significativo.
Las leyes que restringen el aborto también afectan la salud de las mujeres de
otras maneras, no sólo limitando su acceso a servicios de aborto seguros. Por
ejemplo, el derecho a la salud es violado cuando se le niega a la mujer
arbitrariamente el tratamiento necesario en caso de abortos incompletos o cuando
se le otorga tratamiento sin entregársele paliativos para el dolor cuando estos
medicamentos están disponibles.
Derecho a la libertad
Las sentencias carcelarias a mujeres que se han sometido a un aborto ilegal
constituyen un ataque adicional a los derechos de la mujer, al encarcelarse
arbitrariamente a mujeres que buscan satisfacer sus necesidades de salud.
El derecho a la libertad también se ve amenazado cuando las mujeres son
disuadidas de solicitar ayuda médica a causa del temor a ser denunciadas a las
autoridades policiales por doctores u otros profesionales de la salud, si éstos
llegan a sospechar la acción ilícita de la mujer.
En varias ocasiones, el Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la
Mujer ha exhortado a los gobiernos a revisar sus leyes para que suspendan los
castigos y encarcelamientos de los que voluntariamente se someten a abortos.
Derecho a la privacidad
Las decisiones sobre embarazos y maternidad son sumamente personales y son
precisamente el tipo de interés que el derecho a la privacidad debe proteger. El
derecho a la privacidad de la mujer embarazada le empodera a decidir si quiere
tener un aborto. Ninguna mujer debe tomar esta decisión bajo la amenaza de una
prosecución legal.
El derecho a la privacidad también está amenazado cuando el personal de salud
divulga información confidencial sobre mujeres que buscan tener un aborto o que
necesitan atención post-aborto.
El Comité para la Eliminación de Discriminación contra la Mujer de la ONU ha
clarificado que la divulgación de información confidencial de salud afecta a las
mujeres de manera diferente que a los varones porque puede desalentar la mujer
de buscar atención médica por un aborto incompleto. Esta atención es esencial,
pues puede salvarle la vida. Del mismo modo, la mujer puede morir si no obtiene
atención post-aborto.
Derecho a la información
En el derecho internacional de los derechos humanos, los Estados tienen una
obligación de proveer la información completa, correcta y necesaria para proteger
y promover el derecho a la salud, incluyendo la salud reproductiva. Donde el
aborto no está prohibido, esta información completa y correcta debe incluir
información sobre las opciones disponibles de aborto seguro.
Derecho a gozar de los beneficios del progreso científicoEl derecho a gozar de los
beneficios del progreso científico aplica a la salud reproductiva y a los derechos
reproductivos. Este derecho puede estar amenazado cuando a la mujer se le
niega acceso a tecnología y medicinas nuevas que son afectivas para el aborto
seguro o para la atención humanizada post-aborto.
Este derecho también puede estar en riesgo cuando se le somete a las mujeres a
atención post-aborto dolorosa-como por ejemplo curretaje, el raspado del útero de
una mujer con un instrumento afilado-sin entregarle paliativos para el dolor cuando
estos medicamentos están disponibles.