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UNIVERSIDAD DE LA FRONTERA

DEBATE
"NUEVA CONSTITUCIÓN".

Asignatura
Taller de Debate

Docente
Fernanda Carrillo Suárez

Integrantes

Félix Martínez
Pedagogía en ciencias mención física

Eduardo Oñate
Biotecnología

TEMUCO-CHILE
2020
Introducción

La Constitución es la norma jurídica de más alto rango en el orden jurídico de una


sociedad que regula la estructura política del estado, los derechos y garantías de
las personas y cuerpos intermedios de la sociedad.

El Estado de Chile ha tenido diversas constituciones desde 1811, siendo la


constitución promulgada en 1833 en el gobierno de José Joaquín Prieto, la de mayor
duración hasta el golpe de estado de 1924 marcando un hito inédito en la historia
de Latinoamérica. En 1925 mediante un plebiscito durante el gobierno de Arturo
Alessandri Palma se promulga una nueva constitución que otorga al estado un rol
importante en el desarrollo económico y social del país, la que pierde vigencia en el
golpe de estado de 1973 y es reemplazada en 1980, durante la dictadura de Augusto
Pinochet, por la actual constitución de Chile. En el plebiscito del 11 de septiembre
de 1980 un 65,71% de los votantes se pronunció a favor de la nueva Constitución.
Sin embargo, la ausencia de registros electorales y la restricción de las libertades
públicas imperante en ese periodo pusieron en cuestión la legitimidad de los
resultados, poniendo en entredicho hasta el día de hoy la legitimidad de la
constitución. Desde entonces se han realizado numerosas reformas siendo la más
importante el año 2005, cuando un nuevo acuerdo político logró los dos tercios de
quórum necesario para introducir 54 reformas a la Carta Fundamental mediante la
Ley N.º 20.050. Siendo promulgado el texto refundido el mismo año, poniendo fin al
periodo de transición tras la dictadura militar.

A pesar de las reformas realizadas, la carga ideológica que arrastra nuestra


constitución por el contexto en que fue promulgada, genera incomodidad en un gran
sector político de nuestro país, el que por años ha propuesto un cambio
constitucional por medio de una asamblea constituyente. Durante el primer
gobierno de Michelle Bachelet ya se debatía acerca de la viabilidad de realizar una
asamblea constituyente, concretizando durante su segundo periodo en el año 2018
la firma de un proyecto que buscaba generar un nuevo proceso constituyente para
nuestro país. Un nuevo gobierno llegó y el proyecto durmió en el congreso.

Los movimientos sociales que exigen un cambio constitucional no son nuevos, pero
han sido cada vez más fructíferos durante la última década, considerando las
numerosas manifestaciones sociales que hemos vivido en este milenio, marcando
un hito la revolución pingüina del 2006. En las elecciones presidenciales del año
2013 el movimiento constituyente invitaba a marcar el voto con AC para hacer
presente la necesidad de una “asamblea constituyente”. Cada año el movimiento ha
cobrado más fuerza y ha generado cada vez más ruido en el mundo político.

La disconformidad social y la polarización política se han hecho presente derivando


en el estallido social el 14 de octubre de 2019, cuando un alza en los pasajes del
transantiago iniciaron saqueos y protestas a lo largo de nuestro país. El movimiento
social generó la voluntad de diálogo de los principales dirigentes políticos derivando
en un acuerdo que pretendía restaurar la paz y generar un organismo constituyente
mediante un plebiscito a realizarse durante el año 2020 mediante dos preguntas
“¿Quiere usted una nueva Constitución?” Apruebo o Rechazo “¿Qué órgano
debería redactar la nueva Constitución?”. Convención Mixta o Convención
constitucional.
Argumentos a favor

Bajo una lógica neoliberal importada por los “Chicago Boys” la actual constitución
promueve la privatización de servicios esenciales. La Constitución asegura el
derecho de los privados a crear las AFP, obligando a todos los trabajadores a confiar
sus fondos de pensión a privados, sistema que ha demostrado ser incapaz de
asegurar pensiones dignas. Al igual que el derecho a un sistema de salud de calidad
el cual no se ve como un objetivo social del país, sino que se limita al “derecho a la
protección de la salud” y que promueve la privatización de esta. Así mismo sucede
con el derecho a la educación ya que es el Estado quien debe “fomentar el desarrollo
de la educación en todos sus niveles”, pero aquí también su prioridad es el fomento
de la educación privada: “La libertad de enseñanza incluye el derecho de abrir,
organizar y mantener establecimientos educacionales”. La educación está normada
por la Ley Orgánica Constitucional de muy difícil modificación, para asegurar ahí el
lucro en la educación y limitar el rol de la educación pública. No existe el derecho a
la vivienda, a diferencia de otras constituciones en el mundo. Existe el derecho de
propiedad sobre una vivienda, pero eso no nos protege de los abusos o
especulaciones de las inmobiliarias. La actual Constitución asegura el mercado del
agua, no el derecho al agua. No garantiza el agua para el consumo humano y
tampoco asegura el agua para todas las actividades económicas, sino que solo para
quienes pueden pagar los derechos de agua. La Constitución actual no reconoce ni
valora la diversidad cultural ni étnica de nuestro país. Una constitución escrita por
todos y para todos permitirá un país mas fraterno y menos polarizado.

Argumentos en contra

El sistema electoral asegura una conformación política y no técnica de la


convención. Este proceso usa el mismo sistema electoral vigente que prioriza a los
partidos políticos por sobre los independientes, por lo tanto, va a ser escrita por los
mismos políticos que han perdido la confianza de la ciudadanía. Una carta en blanco
permitirá que los poderes políticos actuales defiendan sólo sus intereses.

Nuestra Constitución protege la propiedad privada, tus ahorros previsionales y tu


trabajo. Protege la dignidad de las personas entendiendo a la familia como el núcleo
central de la sociedad. Asegura el desarrollo económico al tener un carácter
subsidiario que promueve el emprendimiento y atrae fuentes de inversión del
extranjero, otorgándonos un sólido sistema económico que nos protegió durante la
crisis económica del 2008 y nos ha entregado un crecimiento económico único en
Latinoamérica permitiéndonos entrar a la OCDE.

Un cambio constitucional generará incertidumbre, poniendo en duda los amplios


derechos ya asegurados en nuestra constitución. Desmotivando la inversión al no
tener claridad en el resultado de un cambio constitucional.

La actual constitución permite reformas, asegurando que sean consensuadas


mediante un quórum de 3/5 del parlamento, llegando a 2/3 en cambios significativos.
Lo que asegura estabilidad política y económica. Los cambios sociales que
necesitamos pueden ser realizados mediante reformas a la actual constitución y no
es necesario iniciar un proceso constituyente que derive que inestabilidad
económica. El mundo político solo quiere carta blanca para generar una constitución
que defienda sus intereses y no los del pueblo.
Conclusiones

La Constitución política actual a sido modificada y solo mediante la voluntad de los


parlamentarios electos puede seguir siendo reformada en búsqueda de los cambios
que el pueblo ha venido exigiendo durante años. Sin embargo, su carga ideológica
debido al contexto en que fue redactada y la intención de instaurar un modelo
neoliberal en nuestro país, a generado desconfianza en el documento más
importante para nuestra legislación, lo que trae como consecuencia una enorme
polarización de nuestro país, herencia de la guerra fría y la dictadura militar que
asoló la nación y que sigue generando estragos en la actualidad.

Una nueva constitución que tome en cuenta, no solo a los clásicos bandos que
vienen batallando desde el siglo pasado, sino que también a las nuevas
generaciones, las minorías, la diversidad cultural y las etnias presentes en nuestro
país, puede poner fin a la polarización política que nos asecha como un fantasma
dispuesto a irrumpir en nuestra vida cotidiana. Reforzará nuestro sentido de
identidad nacional, hará que todos se sientan parte del crecimiento del país
asegurando los derechos fundamentales que se necesitan y que representen a
todos los ciudadanos de Chile.

Compartimos los miedos con respecto al cambio, la desconfianza en el mundo


político y en quienes ostentan el puesto de redactores de la constitución al no existir
claridad ni en los mecanismos que se utilizarán para elegirlos ni en la injerencia que
tendrán los partidos en la elección de los participantes, los mismos partidos que se
han encargados del desencanto de la ciudadanía por la política y su desconfianza
por esta. A pesar de la desconfianza existente en el actual plebiscito y su posterior
proceder, estamos convencidos de que una nueva constitución es necesaria para
nuestro país y sus beneficios superarán con creces las posibles desventajas del
proceso.

Por todo lo anterior mencionado, es fundamental que el proceso se lleve a cabo de


la forma más democrática posible, convocando a la mayor cantidad de ciudadanos
a las urnas, rompiendo con los sucesos de las elecciones pasadas donde no se
logró convocar al 50% de los votantes. Para otorgar la mayor validez posible a los
resultados.

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