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Facultad de Medicina
Escuela de Psicología
Presentado por:
Ana Bustamante, María José Calderara y José Catalán
Profesora responsable:
Yasna Roldán V.
En general bien la redacción, aunque hay fragmentos confusos o contradictorios que hay que
revisar y que menciono al margen.
44 puntos de 49
Nota: 6,3
Los test de inteligencia se han ido consolidando a través del tiempo como evaluaciones infalibles
respecto a la estandarización de las capacidades humanas, pero a pesar de que cada vez existen
más herramientas que permiten a la comunidad científica afinar la comprensión acerca del
intelecto humano, estos aún no han sido capaces de formular algo más que hipótesis
interpretativas en cuanto a la existencia de una estrecha correlación entre las capacidades
cognitivas de un individuo y su rendimiento laboral o académico. Una medición por sí sola no
significa que unas personas sean más inteligentes que otras, sino que tan solo son más aptas en
algo específico. Así como hay personas que poseen una mejor memoria de trabajo, existen otras
que presentan mejor capacidad de planificación o de predicción. Entonces la gran interrogante
aquí es ¿Qué nos hace inteligentes? y ¿Cómo es que las pretensiones de la ciencia han logrado
localizar a este concepto dentro de una evaluación?
El concepto de inteligencia y su construcción sociohistórica
El interés por el estudio de las habilidades intelectuales del ser humano encontró sus primeros
intentos formales a principios del siglo XX con el psicólogo Alfred Binet (1857-1911) quien, a
través de una serie de resolución de problemas dio medición a las capacidades cognitivas de
algunos estudiantes en Francia, motivado por identificar a niños con retraso mental. Impuso el
término de edad mental, afirmando que la inteligencia se incrementa con el desarrollo personal y
de la mano con sus trabajos en el año 1905 junto a su colega Theodore Simon, introdujo un gran
determinante para la psicología de la evaluación que fue la publicación de la escala Binet - Simon
(Gonzáles, 2007). El concepto de inteligencia a partir de este hecho se ha rodeado de
contradicciones y de diversas interpretaciones, logrando pretensiones de ser un término impreciso
y abstracto. Sin embargo, la gran valoración que encontró en la ciencia y la sociedad han
permitido que en vez de convertirse en un concepto abandonado se posicione lejos como un
constructo dominante en las investigaciones científicas.
La palabra inteligencia se encuentra presente hoy en día, no solo en los círculos científicos, sino
que además en la vida cotidiana de las personas. Así, a pesar de la complejidad conceptual que
hace que esta palabra no pueda ser reducida a una simple definición, en lenguaje cotidiano y
precisando de manera formal este concepto, tal como declara Ardilla (2011) inteligencia es un
conjunto de habilidades cognitivas y conductuales que permiten a un individuo una eficiente
adaptación al medio, incluyendo la capacidad resolutiva de problemas, de planificación y
abstracción, la comprensión de ideas complejas y la capacidad de aprender de las experiencias
previas. Poniendo énfasis en que se trata de una habilidad cognitiva general más que particular o
específica, y refiriéndose a que la inteligencia no es un estándar fijo en la vida de una persona,
sino que tendría tendencias al desarrollo y a la evolución.
En épocas recientes, llama la atención cómo es que históricamente las estandarizaciones de los
test de inteligencia han servido para defender científicamente posiciones ideológicas, como
afirma Ovejero (2004) específicamente “en tres momentos cruciales: en los años veinte, en los
años sesenta y en los años noventa” (p. 160). En primer lugar, el nacionalismo instaurado en la
sociedad estadounidense en los años veinte tras la primera guerra mundial, fomentó un gran
rechazo a la población europea que huyendo de las miserias de la guerra buscaban refugio en este
país. En consecuencia, una de las soluciones que presentó este país para el freno a la entrada de
inmigrantes, fue la de impedir el ingreso a aquellos que obtuvieran bajo puntuación en los test de
inteligencia (Destacando que las preguntas establecidas en estas pruebas trataban sobre cultura
estadounidense); De la misma manera sucedió en los sesenta con los negros, probando mediante
estos test su inferioridad con relación a la raza blanca; y en los noventa con la población pobre,
que se afirmó que vivía de dicha manera por su baja calidad intelectual. (Ovejero, 2004).
El concepto “test”, como afirma Lotito (2015) “se utiliza en psicología para designar [a] todas
aquellas pruebas que tienen como objetivo examinar las cualidades, rasgos, características
psíquicas y competencias en los individuos” (p. 80). Estos test para ser aplicados deben presentar
una gran validez y por sobre todo fiabilidad para considerarse un medidor objetivo, viéndose por
fiabilidad a aquella prueba que se precise estable en cuanto a la puntación que establece, y
afirmando por validez al grado en que el test está midiendo aquello que pretende medir
(Gonzales, 2007). Pero dicha validez y fiabilidad depende de diversos factores contextuales que
afectarían los resultados presentes en las pruebas establecidas. En la evaluación de la inteligencia,
los test e incluso el mismo examinador ejercen diversos tipos de influencia sobre los resultados
obtenidos por el sujeto evaluado.
Algunos de los efectos que pueden influir en los resultados de los test de inteligencia son
descritos por Gonzáles (2007), el cual sostiene que estos efectos pueden ser fundamentalmente
tres: Los efectos de la situación, refiriéndose a todo lo que contenga el entorno del sujeto
evaluado. Los efectos del examinador, que hace alusión a aquella influencia que ejerce este sobre
el individuo a examinar. Y, por último, las distorsiones o estilos de respuesta, en donde destacan
otras dos variables; la simulación y la deseabilidad social. La simulación, por un lado, es aquel
intento que por tras el objetivo de una baja laboral, se tiende a falsear respuestas o intentarlo. Por
último, la deseabilidad social es aquella que infiere que existe una tendencia por obtener
respuestas de acuerdo con los estándares sociales impuestos con anterioridad en el sujeto. Cabe
destacar que estas variables expuestas no se tienen en cuenta en la mayoría de los casos por estos
test, poniendo en duda su fiabilidad y valoración. La importancia del contexto social en el cual se
desenvuelve el individuo no radica solamente en un pequeño porcentaje a influir sobre la
inteligencia. Por ejemplo, la rapidez para resolver problemas puede ser mejor evaluada
dependiendo de la cultura a la cual pertenece el individuo.
¿Inteligencia o inteligencias?
Ardilla, R. (2011). Inteligencia. ¿Qué sabemos y que nos falta por investigar? Revista de la
academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales 35 (134). 98-103.
Gonzáles, F. (2007). Desarrollo histórico y los fundamentos teóricos y metodológicos que dan
origen a la aparición de los test. En Gonzáles, Instrumentos de evaluación psicológica
(pp: 3-20). Habana: Ciencias médicas.