Está en la página 1de 3

LOS LÍMITES DE LA CIENCIA

El desarrollo acelerado de la ciencia ha significado un cambio radical en nuestra forma


de vivir. Para bien o para mal, estamos sumergidos en una ola inmensa de innovaciones
que ha derivado en múltiples beneficios, ello proveniente de los alcances tecnológicos
que nos han facilitado diversos aspectos de la vida cotidiana. Lo que antes fue un
extraordinario descubrimiento, hoy nos parece común. Lo que hoy nos deja atónitos, en
el futuro será ordinario y pan de cada día. Sucede pues, que la ciencia nos supera cada
vez más. Incluso algunas antañas clásicas películas, las cuales vaticinaban cómo sería la
vida en el porvenir, se han quedado cortas, respondiendo a la conocida frase de “la
realidad supera la ficción”.

En este sentido, podría parecer razonable sostener que la ciencia no tiene límites, en
parte por la realidad del universo (¿infinito?) que estudia; sin embargo, sí se le
presentan algunos límites (o restricciones) y son varios. No obstante, cabe aclarar que
los límites que se expondrán no forman parte de la ciencia misma, vista desde dentro.
En realidad, en base al documental llamado “los límites de la ciencia”, se identifican
ciertos límites que se perciben si miramos a la ciencia desde fuera, es decir, desde un
enfoque general en relación con la civilización. Teniendo en cuenta que, en palabras de
Evandro Agazzi, “la ciencia es tan solo un subsistema dentro del sistema más global que
es la vida humana”. (citado por Marcos, 2014, p. 46).

A pesar de que muchos consideran que la ciencia es éticamente neutral, lo cierto es que
un aspecto integral del quehacer de la ciencia y sus investigaciones es atenerse a valores
y principios éticos. Resulta que, por muy imparcial y objetiva que busque ser la ciencia,
al ser seguida como una meta o fin, no es ajena a la subjetividad o incluso a las
tradiciones culturales de la sociedad, las cuales fungen, sea de forma temporal o
permanente, como límites. De esta manera, la ciencia se ve restringida dentro de un
marco que “permite garantizar el respeto a la dignidad humana, la protección de los
animales y del medio ambiente”. (Puigdomènech, 2015).

Ahora bien, debe señalarse que aquel no es el único modo a través del cual la sociedad
retiene la aplicación de la ciencia. De hecho, la sociedad también impone una serie de
limitaciones en las finalidades por las cuales se llevan a cabo las investigaciones. Se
trata del pragmatismo con el cual se pretende guiar a la ciencia hacia una utilidad
directa para la civilización. Así, partiendo de una visión utilitarista y comercial de la
actividad científica se busca solo obtener beneficios rápidos, en forma de retornos
tecnológicos. A este respecto, de acuerdo con Bunge, tales proyectos de investigación,
al no buscar leyes y poseer fines estrechamente utilitarios, son ridículos y muy
parecidos a la pseudociencia. (2002, p. 212)

Siendo las cosas así, se logra explicar el enlazamiento de dicho pragmatismo para las
investigaciones científicas con el plano político. De acuerdo con Alfonso (2016), “la
toma de decisiones depende cada vez más de una legitimación científica”. (p. 239).
Resulta claro, entonces, que la ciencia ha modificado nuestra política, a tal punto que es
clave al marcar diferencia en el equilibrio de esta. Así, se constituye otro límite para la
ciencia, pues son los estados y las autoridades quienes deciden qué se va a investigar.
De manera que, en algunas ocasiones, los organismos subvencionadores, obedeciendo a
la funcionalidad y utilidad, impulsan las investigaciones desde una posición ajena a todo
lo teorético.

Dentro de este orden de ideas, se va vislumbrando otro límite para la ciencia, el límite
económico. Evidentemente, la actividad científica puede producir significativos
beneficios económicos para los países, pero a medida que el fortalecimiento de los
Estados depende de los descubrimientos científicos, la ciencia necesita del
financiamiento de estos. Sucede que, debido a los sofisticados instrumentos requeridos,
las investigaciones implican inmensos costes que, si no son asumidos por la empresa
privada al estar fuera de su alcance, son asumidos con el dinero público. En este
aspecto, al no poder ejecutarse todos los proyectos, “se deben definir prioridades que
determinan las direcciones principales de las investigaciones”. (Puigdomènech, 2015).

Como consecuencia de los aspectos expuestos y de la interrelación entre ciencia,


política y economía, surge otro factor que restringe el avance de la ciencia, el secretismo
científico. Esto se refiere a la división de la ciencia, pero no de forma cooperativista ni
dirigida a obtener un mayor alcance, sino una división separatista. Una división errónea,
causada por los altos costos y la búsqueda de conocimiento de forma egoísta con fines
lucrativos, que se lleva a cabo mediante la patente con el propósito de cuidar el
prometedor negocio a cambio de convertir al conocimiento en algo inaccesible.

Visto de esta forma, el desarrollo de la ciencia, evidentemente, trae consigo diversos


aspectos a tener en cuenta. Respecto al el marco ético dentro del cual se desarrolla toda
actividad de la ciencia, es necesario acotar que este marco no es inamovible, pues el
mismo desarrollo de la ciencia nutre y reformula los límites éticos de tal modo que
puede continuar, pero sin arriesgar la supervivencia de nuestra especie. Aunque, por
supuesto, como se menciona en el documental, “el consenso moral requiere tiempo y
exige mucha discusión, debate e información”. Por otra parte, sin duda, “ciencia,
tecnología y política se encuentran definitivamente ligados”, ya que los intereses que
poseen entre sí producen límites para la ciencia que podrán restringirla a veces, podrán
no hacerlo otras tantas, pero están allí, rozándola constantemente. En efecto, “si hay
aplicaciones que nuestra sociedad no quiere que se hagan, la investigación sobre ellas se
encontrará con limitaciones”. (Puigdomènech, 2015).

Referencias bibliográficas

Alfonso, I. (2016). La sociedad de la información, sociedad del conocimiento y


sociedad del aprendizaje. Referentes en torno a su formación. Reflexiones, 12(2),
235-243. https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/5766698.pdf

Bunge, M. (2002). Crisis y reconstrucción de la Filosofía. GEDISA.


https://www.academia.edu/4265397/28725735_Crisis_y_reconstruccion_de_la_f
ilosofia_Mario_Bunge

Di Gregori, M., Rueda, L., Mattarollo, L. (2014). El conocimiento como práctica.


Investigación, valoración, ciencia y difusión. Universidad Nacional de La Plata.
https://libros.fahce.unlp.edu.ar/index.php/libros/catalog/book/4

New Atlantis Full Documentaries. (2015). Los límites de la ciencia. [archivo de video].
YouTube. https://www.youtube.com/watch?v=jKyt63cpZ2U

Puigdomènech, P. (2015). Los límites de la ciencia. El Periódico.


https://www.elperiodico.com/es/opinion/20151023/los-limites-de-la-ciencia-
4613295#:~:text=Nuestra%20ciencia%20parece%20no%20tener,la%20curiosid
ad%20humana%20es%20ilimitada.&text=Pero%20en%20su%20pr%C3%A1cti
ca%20diaria%20la%20ciencia%20se%20encuentra%20con%20muchos%20l%C
3%ADmites

También podría gustarte