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Desde el nacimiento el bebé trae consigo una serie de comportamientos que lo van
a ligar al adulto, necesita de éste, pues él no puede comer por sí solo, expresar
verbalmente sus deseos, necesidades o desplazarse en forma autónoma. Así, a través de la
sonrisa, de los gestos, de la mirada, del atrapar, del aferrarse, de llamar, o gritar, él puede
tener un adulto que le posibilita satisfacer sus necesidades en forma progresiva.
Además, este adulto que lo apoya y sostiene en este proceso, tiene una función
esencial: a medida que el niño va aumentando la exploración, por la curiosidad que le
provoca, también crecerá la excitación, la alerta, la tensión o el miedo. Es entonces
cuando llama al adulto que viene y lo apacigua, lo relaja, le posibilita neutralizar ese
exceso de ansiedad, de miedo, de tensión, ese exceso de alerta en un vínculo que van
construyendo ambos.
Una relación íntima afectuosa y de mutua satisfacción ejerce un efecto protector, para
enfrentar la adversidad o el estrés en la vida del niño, y una influencia significativa sobre el
desarrollo socio-emocional posterior.
DEFINICIÓN DE APEGO
El concepto de apego alude a la relación que se establece entre infante y un
pequeño grupo de personas, que por lo común son las personas que los cuidan, estimulan,
alimentan, quienes les hablan y juegan con ellos.
También, esas personas calman y tranquilizan al niño con mayor facilidad que
cualquier otra.
Por último, el niño no muestra miedo cuando se encuentra con esos adultos y es mucho
menos probable que sienta angustia si se enfrenta a acontecimientos desacostumbrados
cuando esas personas están cerca de él. (Mussen, 1965).
ETAPAS DEL APEGO
Es relevante explicitar que el apego es un proceso que comienza con la gestación y
que dura toda la vida, por lo que no constituye un período específico del ciclo vital.
“El feto humano se desarrolla con una velocidad extraordinaria, entre la segunda y
la vigésimo cuarta semana de gestación. Ya en esta etapa el bebé está implicado en un
sistema relacional bastante elaborado. Antes de la semana vigésima, (…) puede estar
sensorialmente consciente de las posiciones que puede tomar su madre, así como de todas
las informaciones respeto al modo singular en que ella se mueve. Después aparece una gran
sensibilidad olfativa, y es capaz de percibir el olor de las moléculas químicas disueltas en el
líquido amniótico. (…) La audición tiene también un rol fundamental en la construcción de
esta historia relacional. Esta comunicación auditiva empieza hacia la semana vigésimo
séptima. (…) el bebé establece una relación privilegiada con la voz de su madre.” (Barudy,
1998)
Por lo tanto, ya en el útero, el bebé organiza el mundo que percibe, es decir que los
afectos maternos transmitidos por el canal sensorial son percibidos e interpretados por él. El
feto, que pasa gran parte de su tiempo soñando, alimenta estos sueños con informaciones
sensoriales que fueron percibidas durante las pocas horas de vigilia. Esta prueba
intrauterina, alimentada por lo sensorial e interpretada biológicamente por el sueño, nos
permite asistir al nacimiento de la vida psíquica intrauterina. (Cyrulnik, 1994)
La vida mental prenatal consistiría, entonces, en una lenta germinación a partir del
encuentro entre un aparato biológico y la alimentación sensorial que proporciona la madre,
su cuerpo y sus emociones.
El día del nacimiento, cuando el bebé desembarca en la Tierra, ya está equipado con
un aparato neurológico que percibe, filtra y organiza su nuevo mundo. Así, “Cuando viene
al mundo, el recién nacido posee ya una historia relacional sensorial muy rica. El contenido
de esta relación influirá en el proceso de apego desde el nacimiento”
Buen Apego
Una pauta de apego seguro se da cuando quienes cuidan al niño están disponibles y son
sensibles a sus necesidades. Lo que le garantiza la seguridad que él requiere. En estas
circunstancias el niño puede recurrir a sus padres en busca de apoyo y cuidado (Feeney
& Kirkpatrick,1996).
Esta pauta favorece la exploración del entorno, permitiendo el desarrollo del juego, el
contacto con los pares y las actividades sociales, sin presentarse la necesidad de
proximidad continua, con su “blanco de apego”.
En el dominio interpersonal, los niños con un buen apego tenderán a ser personas
seguras, cálidas, estables y con relaciones íntimas satisfactorias. Y en el dominio
intrapersonal, tenderán a ser más positivas, integradas y con perspectivas coherentes de
sí mismo (Mikulincer,1998).
Estas personas logran tener expectativas positivas acerca de las relaciones con los otros,
a confiar más y a intimar más. Tienden a percibirse como amistosos, afables y capaces;
y a los demás como bien intencionados y confiables. Las personas con estilo de apego
seguro muestran tener gran confianza hacia sí mismos y los demás. Estas personas
tienen personalidad positiva, mayor sociabilidad, dominio, empatía y alta autoestima,
son socialmente activos y presentan bajo nivel de soledad.
Mal Apego
La pauta de apego evasivo se da cuando quienes cuidan al niño no están pendientes de
sus necesidades y no le otorgan el cariño y estimulación necesarios para un adecuado
desarrollo de sus capacidades.
Estas personas poseen inseguridad hacia los demás y miedo a la intimidad, mostrando
tener dificultades para depender de las personas. Esto puede generar dificultades en el
desarrollo de la personalidad, propiciado por los constantes rechazos de la madre hacia
el niño, en situaciones de necesidad y desvalimiento por parte de éste. (Mikulincer,
1998)
Como consecuencia de un mal apego, estas personas muestran tener una menor
accesibilidad a los recuerdos positivos y mayor accesibilidad a esquemas negativos, lo
que las lleva a mantenerse recelosos a la cercanía con los otros (Baldwin, 1996). Se ven
a sí mismos como suspicaces, escépticos y retraídos, y de los otros como desconfiables
o demasiado ansiosos para comprometerse en relaciones íntimas.
Estas personas están definidas por un fuerte deseo de intimidad, junto con una
inseguridad respecto de los otros. (Mikulincer,1998). Los sentimientos y amenaza de
abandono favorecen este tipo de relaciones, generando fuerte ansiedad e irritación por
quien la padece y obstaculizando la posibilidad de exploración del entorno.
Las personas con estilos ansiosos se perciben como poco inteligentes, inseguros, y a los
otros como poco confiables y reacios a comprometerse en relaciones íntimas.
Frecuentemente se preocupan de que sus parejas no los quieran y sienten temor al
abandono. Tienden a presentar baja autoestima, ser pasivos y a presentar soledad.
(Bourbeau, 1998). En situaciones dolorosas, tienen una baja tolerancia al dolor y
tienden a responder con miedo y ansiedad frente a las rupturas en su ambiente.
Referencias
- Ainsworth, M. D. (1979) Infant-mother attachment. American Psychologist
- Baldwin, M., Keelan, J., Fehr, B., Enns, V. & Koh-Rangarajoo, E. (1996). Social-
cognitive conceptualization of attachment working models: Availability and
accessibility effects. Journal of personality and social psychology 71,1.
- Barudy, J. (1998). El Dolor Invisible de la Infancia: Una lectura ecosistémica del
maltrato infantil. Barcelona: Paidós.
- Bourbeau, L., Diehl, M., Elnick, A. & Labouvie-Vief, G. (1998). Adult attachment
styles: Their relations to family context and personality. Journal of personality and
social psychology, 74,6.
- Bowlby, J. (1958). The nature of the child’s tie to his mother. International Journal
of Psychoanalysis, 39.
- Cyrulnik, B. (1993) Los alimentos afectivos. Buenos Aires: Ediciones Nueva
Visión.
- Feeney, B. & Kirkpatrick, L. (1996). Effects of adult attachment and presence of
romantic partners on physiological responses to stress. Journal of personality and
social psychology, 70, 2.
- Hoffman, Paris, Hall (1995) Psicología del Desarrollo Hoy Madrid: Mc. Graw-Hill.
- Klaus, M.& Kennell, J. (1976) Maternal infant bonding. London: The C.V. Mosby
Company.
- Lopez, S & Nieves, M. (1993) Maternidad y postparto en mujeres de sectores
populares. Santiago: Colomba Consultoras.
- Mikulincer, M. (1998). Adult attachment style and individual differences in
functional versus dysfunctional experiences of anger. Journal of personality and
social psychology, 74, 2.
- Mussen, J. (1989) El desarrollo psicológico del niño. Madrid: Mc. Graw- Hill.
- Simpson, J. (1990) Influence of attachment styles on romantic relationships. Journal
of personality and social psychology, 59.
Entrevistas
Dr. Andrés Morales, Psiquiatra CEDIUC (19 Noviembre 2001)
Dr. José Luis Martínez, Jefe Unidad Neonatología Clínica Las Condes (25 Octubre
2001)
Eliana Arias, Psicóloga-Matrona Universidad Bolivariana (28 Noviembre 2001)