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Juan escribe una carta a su madre contándole que las cosas le van bien desde que llegó a San Juan, Puerto Rico. Encuentra trabajo ganando 8 pesos a la semana, igual que el administrador de la central azucarera de su pueblo. Le pide a su madre que le escriba y le cuente las noticias. Después de firmar la carta, Juan camina hasta la oficina de correos y finge ser manco para recaudar los cinco centavos necesarios para enviar la carta.
Juan escribe una carta a su madre contándole que las cosas le van bien desde que llegó a San Juan, Puerto Rico. Encuentra trabajo ganando 8 pesos a la semana, igual que el administrador de la central azucarera de su pueblo. Le pide a su madre que le escriba y le cuente las noticias. Después de firmar la carta, Juan camina hasta la oficina de correos y finge ser manco para recaudar los cinco centavos necesarios para enviar la carta.
Juan escribe una carta a su madre contándole que las cosas le van bien desde que llegó a San Juan, Puerto Rico. Encuentra trabajo ganando 8 pesos a la semana, igual que el administrador de la central azucarera de su pueblo. Le pide a su madre que le escriba y le cuente las noticias. Después de firmar la carta, Juan camina hasta la oficina de correos y finge ser manco para recaudar los cinco centavos necesarios para enviar la carta.
8 de marzo de 1947 Querida vieja: Como yo le decía antes de venirme, aquí las cosas van bien. Desde que llegué enseguida encontré trabajo. Me pagan 8 pesos a la semana y con eso vivo, igual que el administrador de la central allá. La ropa aquella que quedé de mandarle, no la he podido comprar pues quiero buscarla en una de las mejores tiendas. Dígale a Petra que cuando valla por la casa le voy a llevar un regalito al nene de ella. Voy a ver si me saco un retrato un día de estos para mandárselo a usted, mamá. El otro día vi a Felo el hijo de la comadre María. Él también está trabajando, pero gana menos que yo. Es que yo he tenido suerte. Bueno, recuerde de escribirme y contarme todo lo que pasa por allá. Su hijo que la quiere y le pide su bendición. Juan
Después de firmar, dobló cuidadosamente el papel arrugado y lleno de borrones y
se lo guardó en un bolsillo del pantalón. Caminó hasta la estación de correos más cercana, y al llegar se echó la gorra raída sobre la frente y se acuclilló en el umbral de una de las puertas. Contrajo la mano izquierda, fingiéndose manco, y extendió la derecha abierta. Cuando reunió los cinco centavos necesarios, compró el sobre y la estampilla y despachó la carta.