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Ontología
Curso 2017/18
Cuestionario sobre el
de George Berkeley
“Todo el mundo está de acuerdo en que las cualidades o modalidades de las cosas nunca
existen cada una de ellas por sí mismas, separadas de todas las demás, sino que están
mezcladas o, por así decirlo, fundidas en un mismo objeto”1.
Berkeley explica que cuando nuestra mente examina con detenimiento un cuerpo ve las
distintas cualidades que lo componen, es decir, la forma, el color, el movimiento que
describe ese cuerpo o el olor que desprende. Estas cualidades aparecen intrínsecas al
cuerpo, pero nuestra mente es capaz de abstraer y separar las distintas partes que lo
componen. Continúa señalando que:
“No es que sea posible que el color o el movimiento existan sin la extensión; solo se
dice que la mente puede formarse para sí, por la abstracción, la idea de color,
excluyendo la extensión, y la idea de movimiento, excluyendo el color y la extensión”2.
Sin embargo, Berkeley atacará esta idea de abstracción porque la considera imposible
en la práctica. Es decir: no se puede imaginar la idea de color sin atribuirle a esta idea
un color determinado. Tampoco se puede imaginar un cuerpo sin atribuirle al instante
una forma determinada. Por ejemplo, la idea abstracta de triángulo deberá ser tal que
esté desprovista de color, de tamaño y de forma determinada. No podrá ser ni
equilátero, ni isósceles ni escaleno y no contendrá ángulos obtusos, rectos o agudos,
1
Berkeley, G. Tratado sobre los principios del conocimiento humano, Alianza, Madrid, 1992, p. 34.
2
Ibíd. , p. 35.
Jorge Manzanero Rodríguez
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pues debe ser todos los triángulos y ninguno a la vez, lo que es evidentemente
imposible.
Berkeley explica que nos formamos una idea general del cuerpo en cuestión a partir de
un ejemplo particular que imaginamos, pero al que se le aplican todas las cosas de igual
manera que se pudiera aplicar a cualquier otro ejemplo particular de la misma idea. Es
decir, cuando imaginamos un ojo humano aislado del resto de elementos que forman el
cuerpo humano, lo imaginamos con un tamaño determinado y con un color de iris
determinado, con más o menos dioptrías o incluso daltónico, pero en todos los casos
sigue siendo un ejemplo concreto de la misma idea general, a saber: un ojo humano.
2. ¿Qué funciones tiene el lenguaje para este autor?, ¿qué relación existe entre
pensamiento y lenguaje?
Se suele pensar que el lenguaje tiene como función principal la de comunicar ideas, ya
que cada nombre tiene asociado unas ideas determinadas. Pero, además, Berkeley
sostiene que el lenguaje sirve para suscitar pasiones, animar o desanimar, convencer y
poner a la mente receptiva en una disposición particular que nos interese. El lenguaje no
es solo una herramienta dialógica para la exposición de argumentos y la toma de
decisiones, sino que tiene ante todo un interés socioafectivo porque es capaz de
manipular las disposiciones mentales de los espectadores en beneficio de quien hace
buen uso de él.
Por ello, el lenguaje ha contribuido en gran medida al error de que son posibles las ideas
abstractas, ya que al determinar los objetos similares con el mismo nombre se induce
que ese nombre está asociado a una idea abstracta, a una definición y a unas
características que engloban al objeto nombrado. Pero, como ya hemos visto antes, para
Berkeley las ideas abstractas no son posibles. Cuando nombramos algo, nos remitimos a
una definición de características generales que posee el objeto, pero el nombre no
nombra un objeto particular con características particulares (como el tamaño o el color).
En el ejemplo del triángulo del propio Berkeley encontramos que el nombre triángulo
remite a la definición de: superficie plana limitada por tres líneas rectas; pero no habla
del grosor de las líneas, del color que tenga la figura o la longitud de los lados. Por ello,
señala que:
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“Una cosa es conservar siempre un mismo nombre para una misma definición, y otra es
hacer que represente en todas partes la misma idea: lo primero es necesario; lo segundo
es inútil e impracticable”3.
El conocimiento humano puede categorizarse en ideas y espíritus. Las ideas son cosas
no pensantes y los espíritus son entidades con mente pensante. La existencia de las
primeras está condicionada por las segundas, puesto que las ideas sólo tienen existencia
al ser percibidas por los espíritus. Berkeley señala que:
Ser es ser percibido: este es el gran postulado de Berkeley con el que pretende
desbancar la anticuada idea de que hay una existencia de los objetos inteligible, en la
mente, y otra existencia real, fuera de la mente. Nos encontramos entonces con que no
hay dos ideas distintas, la mental y la real de los objetos, sino una idea única del objeto,
que tiene una existencia externa a nuestra mente en el sentido de que no se origina en
ella, pero que necesita de la percepción de ésta para existir:
“Las ideas impresas en los sentidos son cosas reales, es decir, existen realmente. Es esto
algo que no negamos. Pero negamos que puedan subsistir fuera de las mentes que las
perciben, o que sean réplicas de arquetipos existentes fuera de la mente”5.
4. ¿En qué se diferencian las cosas reales de las ideas o imágenes?, ¿de qué
depende la realidad para Berkeley?, ¿el asumir sus postulados convierte al
3
Ibíd. , p. 48.
4
Ibíd. , p. 111.
5
Ibídem.
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Cuando las cosas reales no son percibidas podemos recordarlas y formarnos ideas e
imágenes en nuestras mentes de cómo son las cosas, es decir, podemos imaginar la
forma, el color, el sonido, el tacto y el gusto que tienen las cosas, e incluso podemos
transmitir estas ideas mediante el lenguaje. Pero no podemos reproducir las mismas
sensaciones que tuvimos al percibir los objetos que al recordarlos porque las ideas no se
originan en la mente, sino que se originan fuera de ella. Por ello, cabría preguntarnos
cómo son posibles las ideas si, por un lado, sólo hay espíritus y, por otro lado, no son
los espíritus los que las generan. A este interrogante responde Berkeley añadiendo a
Dios a la ecuación. Para Berkeley, Dios es el espíritu más poderoso de todos. De hecho,
es tanto su poder que, si bien nosotros podemos recordar sensaciones y transmitir ideas,
Dios es capaz de generar las sensaciones que acompañan al objeto (su forma, su color,
su olor, etc) para que nosotros podamos percibirlas.
Podría argumentarse que las cosas solo existen en la imaginación o en tanto que las
imaginamos, es decir, que el mundo solo está ahí cuando nos acordamos de él. Pero esta
es precisamente la trampa de Berkeley: si queremos constatar que el mundo es, que
existe nuestra casa, nuestra habitación y nuestra mesa, es necesario que estemos en la
predisposición mental de percibir estas cosas y de imaginarnos que están y que existen,
ya que es imposible imaginar que algo no está y luego ir a comprobar si de hecho está o
no. El acto mismo de ir a comprobarlo, de percibirlo, ya provoca que imaginemos que
así es, que el mundo existe.
6
Ibídem.
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percibir, pero aún así la propuesta funcionaría. En la práctica sería imposible negar esto
o encontrar un ejemplo en el que esto no se aplique, pues el mero hecho de ir a la
experiencia a intentar percibir lo que no está o lo que no existe es lo que le otorga
existencia. El mundo, por desgracia, no corre ningún peligro de desaparecer.
Existir es ser percibido. Todo lo que es existe, existe en tanto que es percibido por un
espíritu. Ahora bien, las cosas no desaparecen a nuestro alrededor cuando cerramos los
ojos, no nos quedamos flotando en el aire al dormirnos en nuestra cama, ni nuestra
habitación desaparece hasta que volvemos a despertar, ya que todo está siendo percibido
por otro espíritu. En última instancia, todo lo existente estaría siendo constantemente
percibido por Dios, el espíritu más poderoso de todos.
Los filósofos han determinado que la realidad tal y como se nos muestra posee una
faceta oculta que es la verdadera realidad, cada cosa posee una esencia que es su
verdadero ser y esto es imperceptible para el ojo y el entendimiento humano. Berkeley
criticará esta opinión, ya que las cosas son de hecho lo que parecen ser. Para él no existe
una voluntad engañadora. En esto consiste la vieja idea de los dos tipos de existencia de
los objetos, la existencia mental y la existencia real, de lo que ya hemos hablado. Para
Berkeley, esta doctrina lleva al escepticismo y, con ello, al ateísmo, respecto de lo cual
se declara enemigo.
Señala que: “después de lo que ha quedado dicho, creo que podemos establecer las
siguientes conclusiones. En primer lugar, que es evidente que los filósofos están
esforzándose en vano cuando tratan de encontrar una causa natural eficiente, distinta de
Jorge Manzanero Rodríguez
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una mente o espíritu. En segundo lugar, considerando que toda la creación es obra de un
agente sabio y bueno, parecería que la labor del filósofo es la de emplear sus
pensamientos (contrariamente a lo que algunos mantienen) en investigar acerca de las
causas finales de las cosas”7. Los filósofos, cree Berkley, deberían dedicarse al estudio
de la naturaleza y de las causas de ésta, pero dejar de profundizar en el pensamiento de
las ideas abstractas que solo ha llevado a razonamientos falsos
“Al no ser la filosofía otra cosa que el estudio del saber y de la verdad, podría con razón
esperarse que quienes han dedicado a ella más tiempo y esfuerzo disfrutaran de una
mayor calma y serenidad de espíritu y de una mayor claridad y evidencia de
conocimientos que la que poseen los demás hombres, y que se vieran asaltados por
menos dudas y dificultades que estos. Sin embargo, vemos que la gran masa inculta de
la humanidad que transita por el ancho camino del simple sentido común y que se
gobierna por los dictados de la naturaleza, vive generalmente sosegada y tranquila” 8
Parece claro que la postura de Berkeley sobre lo que aporta la filosofía con respecto a la
felicidad, la crítica que plantea sobre los filósofos no queda restringida al ámbito de la
propia actividad filosófica, sino que también a como se percibe y lo que supone para el
resto de integrantes de la sociedad que conviven con la especie conocida como
filósofos. lejos de como se describen los propios filósofos, aquellos consagrados al
estudio del saber, Berkeley los muestra tal descritos en realidad, como un grupo de
gente que habla de áreas muy oscuras del pensamiento que producen dolor de cabeza y
que no sirven para nada.
“Siempre que intento formarme una idea simple de tiempo c omo algo abstraído de esa
sucesión de ideas que tiene lugar en mi mente y que fluye uniformemente y de la que
participan todos los seres, me pierdo y quedo enredado en dificultades inextricables. De
ese tiempo no tengo yo la menor noción; sólo oigo a otros decir que es infinitamente
divisible, y hablar de él de una manera que me lleva a tener pensamientos raros acerca
de mi existencia”9
7. ¿Qué opinión le merece este Tratado sobre los principios del conocimiento
humano?
7
Ibíd., p. 122.
8
Ibíd. , p. 31
9
Ibíd. , p. 116.
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Berkeley y Pratchett, cada uno a su manera, plantean otra forma de pensar este caso. En
las novelas de Pratchett los personajes actúan como si el conocimiento que ellos
tuvieran sobre el mundo fuese la manera que tiene el mundo de comportarse, esté de
acuerdo la realidad con esto o no. Sin embargo, no son los protagonistas los que se
descubren con una idea errada de su entorno, sino es la misma realidad la que se adapta
a la idea que se tenga sobre ella. El mundo es como todos sabemos que es, no como de
hecho sea. Los personajes incluso conocen esta regla no escrita y se comportan
conforme a ella, la aplican continuamente para poder sacar partido de la situación. Un
10
Hume,D. Investigación Sobre el Conocimiento Humano. Alianza. Madrid. (1986)
Jorge Manzanero Rodríguez
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ejemplo es el caso de las brujas11. Las brujas visten de la forma que se espera que se
vista una bruja siempre que la gente del pueblo las ve: con un largo vestido negro hasta
los tobillos, una escoba y un puntiagudo sombrero negro de ala. Sin embargo, cuando
están en su casa, preparando la comida, recolectando hierbas o haciendo cualquier
trabajo manual utilizan una indumentaria más cómoda y útil para esto, como unos
pantalones abiertos, una camisa blanca y un sombrero de paja ligero que protege del
calor. Esto ocurre porque las brujas solo son brujas en tanto que llevan ropa de bruja, de
igual manera que la ropa solo es ropa de bruja en tanto que una bruja la usa; por
separado solo se trataría de una señora mayor y una escoba vieja. Que la gente sepa que
con quién habla es una bruja es lo que la convierte en ello, no lo que sea realmente.
Me parece que estas son las consecuencias de llevar el pensamiento de Berkeley a los
extremos. Si ser es ser percibido, se puede argumentar que solo se percibe lo que se
espera percibir. Tenemos una idea completa de cómo es un unicornio, pero en esa idea
también se encuentra el apartado de que no se encuentran en la realidad, por tanto,
nunca esperamos percibir uno y esta es la razón de hecho de que no se perciban. No es
una entrada abierta a que si creemos en las cosas estas cosas existan. El sistema de
Berkeley se blinda contra esa posibilidad porque ya sabemos que es hacer trampas.
Cuando pretendemos hacer pasar algo falso por real no lo logramos percibir porque
sabemos que es falso. Sin embargo, no nos cuesta ningún trabajo imaginar el suelo
debajo del océano y cuando pretendemos ir a percibirlo allí está esperándonos.
11
Pratchett,T. Ritos Iguales. De Bolsillo. Barcelona. (2011) pág 56-57