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ISAIAS 53:1-12
“Despreciado y rechazado por los hombres, varón de dolores, hecho para el sufrimiento.
Todos evitaban mirarlo; fue despreciado, y no lo estimamos. Ciertamente él cargó con nuestras
enfermedades y soportó nuestros dolores, pero nosotros lo consideramos herido, golpeado por Dios, y
humillado. 5 Él fue traspasado por nuestras rebeliones, y molido por nuestras iniquidades; sobre él recayó el
castigo, precio de nuestra paz, y gracias a sus heridas fuimos sanados.” ISAIAS 53:3-6
Los vv. 2 y 3 nos muestran a esta persona, el siervo de Jehovah, como surgiendo en la escena de la
historia como yonéq. Esta palabra ha sido tradicionalmente traducida como retoño debido a su
paralelismo con el segundo hemistiquio: y como una raíz. Pero no se trata solamente de la analogía de
una planta, pues la palabra yonéq básicamente significa bebé y deriva del verbo yanáq 3243, que
significa “mamar”. A continuación se lo presenta como un hombre sin atractivo fí-sico especial y como
experimentado en lo que es el sufrimiento humano. Cuando el profeta dice: escondimos de él el rostro,
indica que su pueblo se avergonzaría de él. Sin embargo, aunque su pueblo lo menosprecie y no lo
estime (v. 3), él es el siervo de Jehovah. Su aparición en la escena humana concede carácter literal a
muchas otras profecías que pudieron haber pasado como simples figuras poéticas. Ahora hay la
posibilidad de verle cara a cara (comp. 52:8).
1- Misterio de humillación.
La humillación más profunda era hacerse hombre. (Filipenses. 2:7).
Dejó su gloria, para venir al mundo (Filipenses 2:6).
Se hizo pobre, siendo rico (2 Corintios. 8:9).
Siendo rey, se hizo siervo (Filipenses.2:7).
Conclusión: "En el monte Calvario, una áspera cruz, emblema de afrenta y dolor. Más yo amo esa
cruz, do murió mi Jesús por salvar al más vil pecador."