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En donde:
D = diámetro promedio de partícula del carbón de mayor tamaño
V = velocidad de adsorción del carbón de mayor tamaño
d = diámetro promedio de partícula del carbón de menor tamaño
v = velocidad de adsorción del carbón de menor tamaño
Las bacterias en el carbón activado.
Podrá observarse que aún con el método de activación química, el carbón se lava
al final y se pretende que quede lo más puro posible porque lo que le da las
propiedades al carbón activado es la porosidad y no otro compuesto.
La producción de carbón activado básicamente comprende dos etapas:
carbonización y activación. Dependiendo del tipo de materia prima rica en
orgánicos, y de las condiciones en las que esta se carboniza y activa, varían las
propiedades del producto final.
¿Qué es la carbonización?
La carbonización se define como el calentamiento o la descomposición pirolítica
de un material precursor heterogéneo, como carbón mineral o madera, en
ausencia de oxígeno a temperaturas inferiores a los 1000 o C, usualmente en el
rango de 400–600 o C. En la etapa de carbonización para la producción de
carbón activado, la materia prima puede tener forma de gránulos, material pre-
cribado, briquetas o pelets. La carbonización se lleva a cabo en hornos como son
los rotatorios, los de múltiple etapa y, en menor grado, los de lecho fluidizado.
Junto con breas, aceites y gases (combustibles que pueden requerirse para
alcanzar la temperatura de carbonización en el horno), la carbonización produce
un “material carbonizado”, simplemente llamado “carbón”. De este material se
han eliminado la mayoría de las impurezas, que no son átomos de carbono, como
son: oxígeno, hidrógeno, nitrógeno y azufre. Estos se eliminan convirtiéndose en
productos volátiles gaseosos. Por lo tanto, el elemento carbono predomina en el
carbón resultante. El carbón exhibe un desorden considerable ya que los átomos
de carbono han formado placas aromáticas planas que se colocan entre sí de
manera aleatoria. Los intersticios entre estas placas aromáticas irregulares forman
la porosidad de la que más dependen las propiedades del carbón activado.
Oxidación / Activación.
El carbón que se obtiene de la carbonización aún no tiene una capacidad de
adsorción alta, ya que su estructura porosa no es completamente pronunciada.
Por lo tanto, para la mayoría de las aplicaciones, esta estructura porosa necesita
aumentarse por un tratamiento oxidante llamado activación. La idea de este
proceso se basa en la destrucción de parte de la estructura de carbón por medio
de oxidación del material carbonizado, para desarrollar una estructura altamente
porosa que consiste principalmente en microporos.
Considerando la mayoría de los usos, en la producción de carbón activado, la
meta crucial es desarrollar poros con un diámetro menor a 2 nm (microporos). La
activación lleva a la obtención de un producto con un área superficial extendida y
extremadamente alta, que brinda una excelente capacidad de adsorción. Los
carbones activados se dividen en dos tipos, dependiendo del procedimiento de
activación utilizado para obtenerlos: activación térmica o activación química.
PROPIEDADES HIDRÁULICAS:
Ambos tipos de carbones, ya sean vírgenes o reactivados, ocasionan una caída de
presión parecida en el líquido y la expansión de cama de ambos también es
similar.
En conclución, para aplicaciones en donde predominan macromoléculas, el
carbón lignítico es más eficiente que el bituminoso, siempre y cuando el
bituminoso no sea reactivado, o no haya sido fabricado de exprofeso para
formarle poros grandes.
Un carbón bituminoso reactivado, tiene propiedades similares a las de un carbón
lignítico. Este último no cambia sus propiedades al reactivarse.
En los casos en donde predominen las micromoléculas -olores, sabores,
orgánicos de bajo peso molecular, compuestos volátiles y otros- el carbón
bituminoso es mucho mejor que el lignítico.
Reactivación térmica.
Es el método más utilizado, ya que elimina prácticamente todos los
contaminantes orgánicos retenidos por adsorción física o química. También
remueve algunos compuestos inorgánicos, y destruye óxidos y grupos
superficiales. Por lo tanto, reactiva carbones utilizados en decloración o en la
eliminación de cloraminas, permanganato de potasio, ozono y otros agentes
oxidantes. Este método merece una sección especial, por lo que se describe con
detalle en la sección 5.2
Reactivación biológica.
La reactivación biológica del CA sucede en el tratamiento de agua, ya que como
se ha descrito, las bacterias que se desarrollan en la superficie del carbón se
alimentan de la materia biodegradable adsorbida. Este beneficio también puede
lograrse en el CA una vez que éste se ha retirado del proceso de adsorción. Para
ello, el carbón se coloca en una columna por la que se recircula una solución
aereada y rica en nutrientes, a modo de cama expandida. Este método ha
encontrado aplicación en el ramo del tratamiento de aguas residuales, logrando
un 80% de regeneración en 96 horas. Sin embargo, hasta el momento su uso no
es frecuente.
mayor facilidad.
En el horno de reactivación, suceden los siguientes fenómenos de manera
secuencial:
En una primera etapa, aumenta la temperatura del carbón hasta llegar a
aquella que corresponde a la de ebullición del agua. Los adsorbatos más
volátiles se desprenden y el agua se evapora. Mientras más húmedo entra el
carbón a reactivarse, mayor cantidad de energía, de espacio de horno y de
tiempo se destinan a la evaporación del agua. Es por esto que resulta
conveniente decantar el carbón, y si es posible, pre-secarlo, antes de
reactivarlo.
El carbón continúa calentándose hasta alcanzar una temperatura de entre
300 y 450ºC. En ese lapso, se desorben otras moléculas orgánicas menos
volátiles que el agua.
Los compuestos orgánicos que no se han desorbido, se empiezan a
descomponer. A esta descomposición se le llama pirólisis, y como resultado
se forma carbón amorfo que sigue depositado sobre la superficie grafítica del
CA.
La temperatura sigue aumentando y al superar aproximadamente los
500ºC, el carbón amorfo que resultó de la etapa anterior, empieza a
reaccionar con el vapor de agua, el oxígeno, el monóxido y el dióxido de
carbono de la corriente de gases. Como resultado, se forman otras moléculas
gaseosas de vapor de agua y de monóxido y dióxido de carbono. Las placas
grafíticas que forman la estructura del CA son menos reactivas que los
átomos de carbón amorfo, y es por ello que no reaccionan, o que no lo hacen
de manera importante.
Hay que hacer notar que es fundamental mantener la proporción adecuada de
vapor de agua en la mezcla de gases reactivantes, así como una concentración
limitada de oxígeno. De no ser así, las altas temperaturas provocan que también
se gasifique el carbón grafítico. La experiencia con carbón activado granular
bituminoso y de concha de coco utilizado en el tratamiento de aguas residuales
industriales y municipales indica que se pierde entre 8 y 15% de carbón por ciclo
de reactivación. Estas pérdidas incluyen las que se deben a rompimientos durante
el manejo y transporte. Mientras más duro es el carbón, menores son las pérdidas.
Comúnmente los quemadores de gas natural o gas LP se operan con un 10 a 20%
en volumen de exceso de aire, buscando que los gases que salen del horno tengan
un 1 a 2% de oxígeno. En relación al vapor de agua, la atmósfera en el horno de
reactivación no requiere más de un 30% en mol de dicho elemento. Por razón de
costos, se debe buscar la mínima relación vapor inyectado/carbón reactivado.
La acción del vapor de agua en el proceso de reactivación únicamente es efectiva
a temperaturas mayores de 600ºC. Por lo tanto, si se alimenta carbón húmedo al
horno, el vapor generado por calentamiento del mismo no tiene efecto en la
reactivación -éste termina de formarse cuando el carbón no ha alcanzado los
150ºC.
Para restablecer la capacidad de adsorción de un carbón, se busca que a la salida
del horno tenga la misma densidad aparente que tenía cuando era virgen. Un
carbón reactivado puede tener un área superficial de entre 90 y 110% respecto a
la del carbón virgen. En el segundo caso, esto se debe a que las condiciones del
proceso fueron más allá de la reactivación, y produjeron poros nuevos.
Cuando va a reactivarse térmicamente un CAG envenenado con carbonato de
calcio, es importante empezar por lavar el carbón con ácido clorhídrico al 5% y a
60ºC, para eliminar este compuesto. En otras palabras, hay que empezar por una
reactivación con ácido. La razón de ello es que el carbonato de calcio depositado
en el carbón que entre al horno junto con éste, actuará como un catalizador de la
reacción de gasificación del carbón grafítico. Esto deriva no solo en mayores
pérdidas de CA, sino en que sus poros se hacen más grandes. Es decir, al
reaccionar algunas de las placas grafíticas, quedan espacios mayores entre las que
quedan, y por lo tanto los poros resultantes son de mayor tamaño. Como
consecuencia, el CAG reactivado tendrá preferencia por moléculas de mayor
tamaño.
Si un carbón tiene un exceso de sales de cloruro de sodio en sus poros, es
conveniente lavarlo antes de meterlo al horno. Esto se debe a que dicho
compuesto forma un eutéctico con la alúmina del refractario, mismo que funde a
760ºC. En otras palabras, el tiempo de vida del refractario disminuye. Para evitar
este problema, se recomienda lavar el carbón en agua antes de alimentarlo al
horno.
Otro problema típico en los hornos de reactivación es la formación de
incrustaciones, que se deben a la presencia de sales de sodio y potasio y a los
cambios bruscos de temperatura en el horno. Una de las razones más comunes de
dichos cambios es la variación en el flujo de alimentación de carbón al horno.
Cuando se forma la incrustación, ésta va creciendo hasta que se requiere parar el
horno para retirarla manualmente. Si el horno es de tipo continuo, el paro tiene
un costo muy alto.
En relación a la rentabilidad del proceso de reactivación térmica, la tecnología
actual puede hacer atractivo al usuario la instalación de un horno propio cuando
su consumo de carbón es superior a 250 – 500 Kg/día, siempre y cuando no
exista cerca un fabricante de CAG que brinde el servicio de activación.
Aunque muchos productores de CAG ofrecen el servicio de reactivación, este
último representa una especialidad, ya que se requiere:
Ajuste de las variables de operación del horno que es distinto respecto al
proceso de activación.
Posibilidad de variar sustancialmente el tiempo de residencia en el horno.
Esto se debe a que el tiempo necesario para reactivar carbones es muy
distinto dependiendo de la aplicación que tuvieron. Por ejemplo, un CAG
utilizado en el tratamiento de aguas residuales industriales requiere 4 veces
más tiempo que uno utilizado en la potabilización de agua.
Controles de producción con los que se evite el mezclado entre carbones
de distintos usuarios. Si el horno es de tipo continuo, como el rotatorio o el
de etapas múltiples, hay que tener un especial cuidado puesto que el tiempo
de residencia en el mismo es largo y es difícil separar un lote de otro.
Contar con el servicio de reactivación con ácido para eliminar carbonato
de calcio en caso de que éste exista.
Posibilidad de cribar para obtener el tamaño de partícula especificado por
el proceso del usuario.
Los fabricantes de carbón cobran por el servicio de reactivación con base en el
peso de producto que sale del horno, y el precio suele ser de entre un 30 y un
50% del precio de un carbón virgen. Existe una cantidad mínima aceptada, que
suele ser superior a 3 – 10 Ton. Los fletes no se incluyen, por lo que la distancia
entre la planta del usuario y la de reactivación puede ser el factor que haga o no
rentable la operación.
Actualmente, las normas ambientales de muchos países no permiten desechar un
carbón agotado junto con los residuos sólidos municipales. Normalmente hay que
pagar un precio mayor a las empresas que recolectan y reciben residuos sólidos
industriales no peligrosos, por lo que hay que considerar este factor para realizar
el análisis de costos.
Método de prueba:
1. Se utilizó agua de ósmosis inversa.
2. La prueba se realizó en una columna de 5 cm. de diámetro. La cama de
carbón tuvo una altura de 20 cm. El volumen de la cama fue de 0.393 dm3, y
la cantidad de carbón fue de 216 gramos. El flujo de agua fue de 1.57
litros/min.
3. El carbón utilizado fue BIOSTAT 20×50, impregnado con 0.1 % de plata
metálica
Las distribución entre ácido hipocloroso y ion hipoclorito (OCl ) depende del pH
–
2 HOCl + C* C*O + 2 H + 2 Cl
2
–
en donde C* representa al carbón activado. C*O y C*O son óxidos superficiales,
2
10, casi todo es OCl . Por lo tanto, mientras menor es el pH, la reacción es
–
Tratamiento y dosis
El tratamiento está indicado para intoxicaciones por: compuestos orgánicos cuyo
peso molecular sea mayor a 55, y que hayan ingresado al cuerpo por vía oral o
parenteral.
1. En caso de convulsiones o de un bloqueo del tracto intestinal, hay que resolver
el problema y proceder con el tratamiento.
2. Se prepara una suspensión de carbón activado. La dosis de carbón debe ser de
1 g por Kg de peso corporal del paciente.
3. Se intuba al paciente con sonda nasogástrica, asegurándose que ésta llegue al
estómago y no a los pulmones, y se procede a administrar la suspensión. Hay que
estar atento para evitar broncoaspiración en caso de vómito. El procedimiento se
repite cada cuatro horas durante un periodo de entre 24 y 36 horas. El tratamiento
se da por terminado, cuando la sintomatología se ha resuelto, o mejor aún,
cuando los niveles de concentración del tóxico en la sangre, hayan disminuido y
alcanzado un nivel considerado como no dañino.
4. Debe administrarse un catártico salino al inicio, a la mitad y al final del
tratamiento. El catártico se prepara con sulfato de sodio o de magnesio en una
cantidad de 0.25 g por Kg de peso corporal. El objetivo de éste es el mantener
una peristalsis adecuada y evitar constipación acentuada. Algunos autores han
recomendado la mezcla de carbón activado con soluciones hiperosmolares
(sorbitol o manitol) como catárticos. Sin embargo, la catarsis acentuada que
resulta de esta mezcla, ha dado lugar a hipernatremia (deshidratación grave),
motivo por el cual esta práctica no es recomendable.
Como puede observarse, la ejecución del método anterior es sencilla, segura, no
invasiva, de bajo costo y sólo excepcionalmente causa efectos secundarios
indeseables. Existen variaciones en el método, sin embargo, todas ellas coinciden
en los principios básicos.
El tratamiento NO está indicado para intoxicaciones por:
Agentes corrosivos, como ácidos fuertes (clorhídrico, sulfúrico, nítrico) o
álcalis (sosa). El carbón no adsorbe preferencialmente a estos compuestos,
debido a su polaridad y a su bajo peso molecular. Por otro lado, al ser
ingeridos, provocan quemaduras y perforaciones en el esófago y el
estómago, y el carbón activado sólo complicaría el problema y dificultaría la
evaluación endoscópica.
Derivados del petróleo (diesel, aceites, keroseno, gasolina, petróleo
diáfano, etc.). Aunque el carbón los adsorbe, estos compuestos no causan
daños importantes y es mejor no tomar en el riesgo de provocar vómito con
la administración del carbón (ocurre en el 10% de los casos), ya que puede
ocurrir la broncoaspiración que sí tendría efectos dañinos importantes.
Compuestos orgánicos cuyo peso molecular es menor a 55 (metanol,
etanol, formaldehído, acroleína, etc.), ya que el carbón no los adsorbe con
eficacia.
Compuestos que ionizan en solución acuosa, tales como la mayoría de los
metales, y los compuestos inorgánicos en general.