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Carbón Activado (Teoría)

 ¿Qué es el carbón activado?


 ¿Qué es el número de yodo del carbón activado?
 ¿Qué rango de tamaño de partícula es el más adecuado para cada
aplicación?
 Actividad microbiana en el carbón activado
 Carbón activado de estructura modificada
 Carbón poroso – ¿Cómo purifica el carbón activado?
 Diferencia entre carbón activado lignítico y bituminoso
 Reactivación de carbón activado granular

¿Qué es el carbón activado?


El carbón activado o carbón activo es carbón poroso que atrapa compuestos,
principalmente orgánicos, presentes en un gas o en un líquido. Lo hace con tal
efectividad, que es el purificante más utilizado por el ser humano.
Los compuestos orgánicos se derivan del metabolismo de los seres vivos, y su
estructura básica consiste en cadenas de átomos de carbono e hidrógeno. Entre
ellos se encuentran todos los derivados del mundo vegetal y animal, incluyendo
el petróleo y los compuestos que se obtienen de él.
A la propiedad que tiene un sólido de adherir a su paredes una molécula que
fluye, se le llama “adsorción”. Al sólido se le llama “adsorbente” y a la molécula,
“adsorbato”.
Después de la filtración -que tiene por objeto retener sólidos presentes en un
fluido-, no existe un sólo proceso de purificación con más aplicaciones que el
carbón activado. Entre ellas están:
 Potabilización de agua (el carbón retiene plaguicidas, grasas, aceites,
detergentes, subproductos de la desinfección, toxinas, compuestos que
producen color, compuestos originados por la descomposición de algas y
vegetales o por el metabolismo de animales…)
 Deodorización y purificación de aire (por ejemplo, en respiradores de
cartucho, sistemas de recirculación de aire en espacios públicos, venteos de
drenajes y plantas de tratamiento de agua, casetas de aplicación de pinturas,
espacios que almacenan o aplican solventes orgánicos…)
 Tratamiento de personas con intoxicación aguda (el carbón activado se
considera el “antídoto mas universal”, y se aplica en salas de urgencias y
hospitales)
 Refinación de azúcar (el carbón retiene las proteínas que dan color al jugo
de caña; el objetivo fundamental de este proceso es evitar que el azúcar
fermente y se eche a perder)
 Decoloración de aceites vegetales (como el de coco), glucosa de maíz y
otros líquidos destinados a la alimentación
 Decoloración y deodorización de bebidas alcohólicas (como vinos de uva
y destilados de cualquier origen)
 Recuperación de oro (el oro que no se puede separar de los minerales por
los procesos de flotación, se disuelve en cianuro de sodio y se adsorbe en
carbón activado)
¿Qué le da al carbón activado la propiedad
de adsorber, principalmente moléculas
orgánicas?
Cualquier partícula de carbón tiene la capacidad de adsorber. Es por ello que
algunas personas colocan carbón de leña en el refrigerador para eliminar los
olores. Lo mismo sucede si se coloca carbón en un recipiente con agua: elimina
color, sabor y olor. O bien, en el campo, las personas queman tortilla y la
ingieren para aliviarse de problemas digestivos (como infecciones ligeras,
indigestión o flatulencia).
Activar un carbón consiste en hacerlo poroso para ampliar su capacidad de
adsorción. Un gramo de carbón de leña tiene un área superficial de alrededor de
50 m2. Con la activación, ésta llega a 600 u 800 m2. Es decir, aumenta entre 12 y
16 veces.
Los átomos de carbono que forman un sólido al que llamamos “carbón”, se ligan
entre sí mediante uniones de tipo covalente. Cada átomo comparte un electrón
con otros cuatro átomos de carbono (hay que recordar que en las uniones iónicas,
el átomo más electronegativo le roba uno o más electrones al otro).
Los átomos que no están en la superficie, distribuyen sus cuatro uniones en todas
las direcciones. Pero los átomos superficiales, aunque están ligados con otros
cuatro, se ven obligados a hacerlo en menor espacio, y queda en ellos un
desequilibrio de fuerzas. Ese desequilibrio es el que los lleva a atrapar una
molécula del fluido que rodea al carbón.
La fuerza con la que el átomo superficial de carbono atrapa a la otra, se llama
“Fuerza de London”, que es uno de los siete tipos de “fuerzas de Van der Waals”.
Se considera una unión fisicoquímica, suficientemente fuerte para retener al
adsorbato, pero no tan fuerte como para considerarla una unión química
irreversible que forma una nueva estructura molecular. Por ello, la adsorción es
reversible y el carbón activado puede reactivarse para utilizarse de nuevo.
Como dijimos, las moléculas que adsorbe el carbón tienden a ser covalentes; no
iónicas, pues estas últimas tratarían de robar o de donar electrones a los átomos
de carbono. Las uniones entre átomos de carbono e hidrógeno son covalentes, y
es por ello que el carbón es un buen adsorbente de moléculas orgánicas.
No todas las moléculas orgánicas tiendan a ser covalentes. Suelen contener
átomos de oxígeno, azufre y otros de alta electronegatividad, que dan tendencia
iónica a la parte de la molécula que los contiene. Por otro lado, no todas las
moléculas inorgánicas tienden a ser iónicas; también las hay de tendencia
covalente. Tal es el caso del dicianuro de oro, que hace del carbón activado una
parte esencial del proceso de extracción de este metal precioso.

¿A partir de qué materias primas puede


obtenerse un carbón activado?
En teoría, podría activarse cualquier partícula de carbón. No obstante, si el
carbón está muy ordenado (como es el caso del diamante o el grafito), es difícil
eliminar algunos átomos de carbono para generar poros.
Una manera de clasificar carbones, se basa en el grado de “coquización” u
ordenamiento de sus átomos de carbono. Mientras menos ordenados, el carbón es
menos duro y puede activarse con mayor facilidad.
Las materias primas más utilizadas para fabricar carbón activado son: maderas
poco duras (como la de pino), carbones minerales (ligníticos, bituminosos y de
antracita) y cáscaras o huesos de vegetales (concha de coco, hueso de aceituna o
de durazno, cáscara de nuez).
Los carbones activados fabricados a partir de maderas poco duras, forman poros
de diámetro grande, y son particularmente adecuados para decolorar líquidos.
Los que se fabrican a partir de carbones minerales, tienden a formar una amplia
gama de poros; suelen ser más adecuados para aplicaciones en las que los
compuestos que buscan retenerse son de distintos tamaños moleculares.
Los que parten de cáscaras o huesos duros, forman poros pequeños, y se aplican
en el tratamiento de gases o en la potabilización de aguas que provienen de
pozos.

¿Qué forma física tiene un carbón activado?

El carbón puede producirse en forma de polvo, de gránulos o de pelets


cilíndricos.
El polvo sólo se aplica en la purificación de líquidos; el carbón se dosifica en un
tanque con agitación y luego se separa del líquido por medio de un filtro
adecuado para retener partículas pequeñas (como es el filtro prensa).
En el caso del carbón granular, se produce en diferentes rangos de partícula, que
se especifican con base en la granulometría o número de malla. Una malla 4, por
ejemplo, es la que tiene cuatro orificios en cada pulgada lineal. Se aplican, tanto
en la purificación de líquidos como de gases.
Los pelets se aplican normalmente en el tratamiento de gases, ya que su forma
cilíndrica produce una menor caída de presión.
Para el caso de que se desea un carbón granular o pelet, si la materia prima no es
suficientemente dura, se puede reaglomerar con un agente ligante que le imparte
dureza para evitar que se rompa al paso del fluido.

¿Cómo se activa un carbón?


El carbón puede activarse mediante procesos térmicos o químicos. Los procesos
térmicos consisten en provocar una oxidación parcial del carbón, para lograr que
se formen los poros, pero evitando que se gasifique y se pierda más carbón del
necesario. Esto ocurre a temperaturas que están entre los 600 y los 1100 °C, y en
una atmósfera controlada (que se logra mediante la inyección de una cantidad
adecuada de vapor de agua o de nitrógeno).
Los procesos químicos parten de la materia prima antes de carbonizarse. Los
reactivos son agentes deshidratantes (como ácido fosfórico) que rompen las
uniones que ligan entre sí a las cadenas de celulosa. Después de esta etapa, el
material se carboniza a una temperatura relativamente baja (de unos 550 °C) y
luego se lava para eliminar los restos de reactivo y de otros subproductos.
Los hornos en los que se activa un carbón térmicamente o en los que se carboniza
un carbón previamente tratado con un químico, pueden ser rotatorios o verticales
(de etapas).

¿Cuál es la capacidad de adsorción del


carbón activado?
La capacidad de un carbón activado para retener una sustancia determinada no
sólo está dada por su área superficial, sino por la proporción de poros cuyo
tamaño sea el adecuado, es decir, un poco adecuado tiene un diámetro de entre
una y cinco veces la molécula de que se va a adsorber.
Si se cumple esta condición, la capacidad de un carbón activado puede ser de
entre el 20% y el 50% de su propio peso.

¿Cómo elimina el carbón activado el cloro


libre presente en el agua?
La decloración consiste en un mecanismo complicado que puede seguir distintos
caminos de reacción en los que el CA puede intervenir como reactivo o como
catalizador.
El cloro libre puede adicionarse al agua en forma de cloro gas, solución de
hipoclorito de sodio, o tabletas -gránulos- de hipoclorito de calcio.
En cualquiera de estos casos, el cloro queda disuelto en forma de ácido
hipocloroso (HOCl), un ácido débil que tiende a disociarse parcialmente.
Las distribución entre ácido hipocloroso y ión hipoclorito depende del pH y de la
concentración de estas especies. A ambas formas moleculares se les define como
cloro libre.
Las dos son fuertes oxidantes que al ser adicionados al agua reaccionan de
manera casi inmediata con impurezas orgánicas e inorgánicas, y ejercen un efecto
biocida en los microorganismos.
El cloro que reacciona y el que interviene en esta etapa de desinfección, deja de
ser libre y queda combinado y deja de ser libre. Una vez terminada esta etapa, es
necesario eliminar el cloro libre residual, mediante carbón activado granular.
Cuando el carbón se expone al cloro libre, se llevan a cabo reacciones en las que
el HOCl o el OCl- se reducen a ión cloruro. Dicha reducción es el resultado de
distintos caminos de reacción posibles.
En dos de los más comunes, el CAG actúa de acuerdo con las siguientes
reacciones:
 
En donde C* representa al carbón activado. C*O y C*O2 son óxidos
superficiales, que poco a poco van ocupando espacios que, al quedar bloqueados,
ya no participan en la reacción. Algunos de estos óxidos se liberan hacia la
solución como CO y CO2. Esto vuelve a dejar espacios disponibles que por lo
tanto aumentan la capacidad del CAG para esta reacción.
 
En cuanto al Cl-, también se acumula en la superficie del carbón durante los
primeros momentos de operación. Al seguir llegando HOCl o OCl- a la
superficie del carbón, la reacción se hace un poco más lenta, y entonces se
empieza a liberar el Cl-. Esta disminución de velocidad se debe al
envenenamiento del carbón con los óxidos superficiales. Dicho envenenamiento
continúa de manera gradual, mientras disminuye la capacidad, tanto de adsorción
como de decloración del CA.
 
En las reacciones anteriores puede intervenir en lugar de HOCl, con la diferencia
que no se produce H+. Puede observarse que el CA reacciona y por lo tanto
desaparece. Si no hubiera acumulación de óxidos superficiales, la reacción
continuaría hasta la desaparición completa del carbón.

¿Qué tipo de carbón es el más adecuado para


decolorar?
Los colores que se manifiestan en líquidos suelen ser moléculas de tamaño
relativamente grande. Por lo tanto, se adsorben en poros grandes, lo que hace que
los carbones más adecuados para retenerlos sean los de mayor macroporosidad.
Los carbones de madera, particularmente los de maderas no muy duras (como
pino) que se activan químicamente, son los más macroporosos y, por lo tanto, son
los más adecuados para decolorar.
El problema de estos carbones es que son poco duros y poco resistentes a la
abrasión, lo que obliga a aplicarlos en forma de polvo. Cuando se requiere que el
carbón decolorante sea granular, la mejor alternativa suele ser un carbón de
lignita. Es el carbón mineral de mayor macroporosidad.

¿Qué tipo de carbón activado es el más


adecuado para potabilizar agua?
Los contaminantes típicamente presentes en aguas de pozo suelen ser de bajo
peso molecular y, para estos casos, el carbón más adecuado es uno de alta
microporosidad.
Los carbones que mejor cumplen con esta condición son, en primer lugar, los de
concha de coco y, posteriormente, los minerales bituminosos.

¿Por qué varía el pH del agua cuando se


instala un carbón virgen?
Cuando un carbón se activa químicamente, es impráctico e innecesario que el
fabricante elimine del producto final todo el químico utilizado. Por lo tanto, si el
químico fue un ácido, disminuirá el pH de los primeros litros de agua que entran
en contacto con el carbón. Ocurrirá lo contrario si el químico utilizado fue un
álcali.
En el caso de un carbón activado térmicamente (sin la presencia de otros
químicos que no sean vapor de agua y gases de combustión), aumenta el pH de
los primeros litros de agua que se trata con el mismo.
Esto se debe a que todos los vegetales tienen cantidades importantes de sodio,
potasio, calcio y otros catiónes que, en el proceso de carbonización, permanecen
en el carbón en forma de óxidos. Estos óxidos se convierten en hidróxidos al
entrar en contacto con el agua, se disuelven en la misma y aumentan su pH.
Cuando no varía el pH de los primeros litros de agua que entran en contacto con
un carbón, puede tratarse de un carbón de pH ajustado o de un carbón ultrapuro
(libre de solubles).

¿Qué tipo de carbón activado es el más


adecuado para purificar aire y gases?
Todos los contaminantes en estado gaseoso tienen diámetros moleculares
menores a 2 nm. Esto significa que se adsorben preferentemente en microporos.
Los carbones de concha de coco son los de mayor microporosidad y, por lo tanto,
son los más usados en la purificación de aire y gases.
Existen los carbones activados de estructura modificada, carbón activado
especial, que se utilizan cuando un carbón activado estándar no puede retener
otros compuestos no orgánicos.
El número de yodo como variable para evaluar la
capacidad operativa de los carbones activados
granulares (o peletizadodos).

En la mayoría de sus aplicaciones, el carbón activado se utiliza para adsorber


moléculas formadas por una alta proporción de uniones covalentes: tal es el caso
de las uniones carbono-carbono o carbono-hidrógeno de los compuestos
orgánicos. El carbón activado también se utiliza como reactivo o como
catalizador, como ocurre en la decloración de agua, que es una de las
aplicaciones más comunes del carbón activado en México. La reacción de
decloración (eliminación de cloro libre, para convertirlo en ion cloruro) es:

HOCl    +   C   ➜ CO +    H +    Cl


(l) (s)
*    +
(l)   

(l)

en donde HOCl  es el ácido hipocloroso, C  es el carbón activado, y


(l) (s)

CO  representa un óxido de carbono que puede quedar ligado a la superficie del


*

carbón activado, o que puede disolverse en la solución, como ácido carbónico.


La reacción anterior no es la única que ocurre cuando se declora agua con carbón
activado; existen otras en las que el carbón participa como reactivo o como
catalizador.
Digamos que la “capacidad operativa” de un carbón activado es la cantidad de
fluido (gas o líquido) que puede tratar para lograr una calidad determinada. Esta
calidad se puede medir en términos de DQO, color, aroma, cloro libre o de algún
compuesto o familia de compuestos  específicos. El “punto de ruptura” ocurre en
el momento en el que el efluente del equipo que contiene al carbón activado
presenta una calidad inadmisible. En dicho momento, hay que cambiar el carbón,
por lo que ha terminado su tiempo de vida útil. El carbón utilizado debe
desecharse o reactivarse.
La única manera con la que puede valorarse con precisión la capacidad operativa
de un carbón activado granular, es en campo.
Productores y usuarios de carbones activados granulares han buscado variables
fisicoquímicas sencillas de medir y que reflejen la capacidad operativa del
carbón. Entre dichas variables, se encuentran la capacidad de adsorción de yodo,
fenol, azul de metileno, melazas, tetracloruro de carbono, butano y otras.
La variable que ha resultado más aceptada comercialmente es el número de yodo
(índice de yodo), que corresponde a los miligramos de yodo que adsorbe un
gramo de carbón (en base seca), cuando la concentración residual de yodo en la
solución es 0.02N.
El número de yodo ha sido tan bien aceptado, que el precio de la mayoría de los
carbones activados estándar que se comercializan, depende en gran medida de su
valor. Existen dos razones por las que el número de yodo ha sido bien acogido
como variable para evaluar carbones: (a) En cierto tipo de carbones que se
activan bajo determinadas condiciones, el número de yodo ha mostrado ser
relativamente proporcional al área superficial del carbón (área que se determina
por adsorción de nitrógeno); y (b) El material y los reactivos para medir el
número de yodo son baratos, y el tiempo requerido para llevar a cabo el análisis
es relativamente corto.
 
Desafortunadamente, la realidad es que el número de yodo está muy lejos de
reflejar, tanto el área superficial de un carbón activado, como su capacidad
operativa. Tan es así, que en el área de las ciencias,  no se utiliza el número de
yodo como variable de valoración de carbones.
 

¿El número de yodo determina la capacidad de


adsorción del carbón activado?
1. El número de yodo solo es proporcional al área
superficial de pocos carbones activados.
En la determinación del número de yodo, la molécula que se adsorbe en el carbón
es el ion triyoduro: I . Ya que es se trata de un anión, los óxidos superficiales que
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se encuentran en el carbón activado lo repelen. Por lo tanto, mientras más óxidos
superficiales contiene un carbón activado, su número de yodo será menor,
aunque su área superficial no cambie.

2. Aunque el número de yodo fuese proporcional al área


superficial de cualquier carbón activado, la capacidad de
adsorción de yodo no es proporcional a la capacidad de
adsorción de otras moléculas.
Esto es así por dos razones:
2.1 La capacidad de adsorción de un carbón activado depende de la relación entre
el tamaño-forma de la molécula que se desea retener, y la distribución del tamaño
de los poros del carbón.
Moléculas de mayor tamaño que el diámetro de un poro, no entran en el mismo.
Y moléculas mucho menores que el diámetro de un poro, se adsorben con menor
fuerza y, por lo tanto, con menor eficacia.
2.2 La capacidad de adsorción de un carbón activado depende de la estructura
química de la molécula que se desea retener y la química superficial del carbón.
Debido a lo anterior, no forzosamente un mayor número de yodo corresponde a
una mayor capacidad de adsorción de la molécula (o familia de moléculas) que
deseamos adsorber. Es común encontrar gráficas como la siguiente en la
bibliografía:
3. En la mayoría de las aplicaciones de carbones activados
granulares, su capacidad operativa depende no solo de su
capacidad de adsorción (que más propiamente hablando,
se denomina “capacidad de adsorción en el equilibrio” o
“capacidad de adsorción cuando se alcanza el equilibrio”),
sino de la cinética (velocidad) con la que trabajan).
La cinética con la que trabaja un carbón activado granular depende de:
3.1 La distribución del tamaño de sus poros, así como del diámetro de poro
predominante. A mayor diámetro de poros, la cinética con la que trabaja el
carbón activado es mayor.
3.2 La distribución del tamaño de partícula del carbón activado granular. A
menor tamaño de partícula, el carbón activado granular presenta mayor cinética.
 
Una manera de mostrar esto último es a través del siguiente esquema, en el que
se alimentan dos columnas de carbón activado granular, con la misma solución,
el mismo flujo instantáneo, el mismo tipo y cantidad de carbón activado. La
única diferencia entre ambas columnas, es que, en la de la derecha, el tamaño
promedio de las partículas de carbón es menor. Si se mide la profundidad de la
cama de carbón en la que se lleva a cabo el proceso de adsorción (profundidad
que se denomina “zona de transferencia de masa”, ZTM), se encuentra que
mientras menor es el tamaño de partícula, menor será la altura de la ZTM. Y ya
que la ZTM es menor para el carbón de menor tamaño de partícula, el punto de
ruptura se presentará más tarde, y este carbón tendrá una mayor capacidad
operativa.

Gráfico: El efecto del tamaño de partícula en el carbón activado granular en la


longitud de la zona de tranferencia de masa ZTM.
Conclusión:
De todo lo anterior se puede concluir que el número de yodo no es una variable
con la que pueda medirse de manera directa la capacidad de un carbón para
adsorber una molécula que no sea el ion triyoduro. Y, mucho menos, puede ser
una variable con la que pueda predecirse la capacidad operativa de un carbón
activado granular.
Lo que sí podría ser de cierta utilidad para predecir la capacidad operativa
restante de un carbón activado que se encuentra en uso, es medir el número de
yodo cuando ocurra el punto de ruptura, y utilizar este dato para intentar predecir
el momento aproximado del punto de ruptura para futuros ciclos de operación,
siempre y cuando se utilice el mismo carbón activado granular comercial y
siempre y cuando no cambie sustancialmente la composición de la solución que
se trata con el carbón activado.

Carbón activado: ¿Qué rango de tamaño de


partícula es el más adecuado para cada
aplicación?
En contra de lo que suele creerse, la capacidad de un carbón activado no aumenta
por más pequeño que sea su tamaño de partícula. Esto se debe a que, por más
fino que se muela un carbón, su área superficial prácticamente no aumenta (el
área superficial se da a un nivel molecular inafectable por métodos mecánicos).
No obstante, la cinética (velocidad de adsorción) sí aumenta sustancialmente al
disminuir el tamaño de partícula del carbón. Esto se traduce en que, mientras
menor es el tamaño de partícula de un carbón, se requieren camas más pequeñas
para lograr un determinado desempeño.
¿Cuándo elegir un carbón activado de menor tamaño de
partícula?
Por otro lado, mientras menor es el tamaño de partícula de un carbón granular,
mayor es la caída de presión y, por lo tanto, aumenta el costo para lograr el flujo
a través del mismo. De lo anterior se concluye que en todos los casos debe usarse
el menor tamaño de carbón siempre y cuando, sea mayor el beneficio de requerir
una cama pequeña que el costo de hacer circular el fluido a través de la misma.
El aumento en la cinética de adsorción puede estimarse con la siguiente ecuación:

En donde:
D = diámetro promedio de partícula del carbón de mayor tamaño
V = velocidad de adsorción del carbón de mayor tamaño
d = diámetro promedio de partícula del carbón de menor tamaño
v = velocidad de adsorción del carbón de menor tamaño
Las bacterias en el carbón activado.

Estudios realizados en lechos empacados con carbón activado en equipos


adsorbedores de plantas de tratamiento de agua y en columnas piloto, han
mostrado un rápido crecimiento de la población de bacterias. Este veloz
desarrollo es el resultado de varios factores: Por un lado, el carbón destruye el
cloro libre por reacción química en la que lo convierte en ion cloruro que es
inocuo. Dicha reacción es muy rápida, por lo que el cloro libre desaparece en los
primeros centímetros de la cama. Esto significa que, en el resto de la cama, y en
la tubería de descarga, el agua queda desprotegida del cloro libre que es el agente
bactericida.
Por otro, el carbón atrapa materia orgánica a lo largo de toda la cama de carbón.
Esto significa que el carbón va concentrando materia que es alimento para los
microorganismos.
Por otro, el carbón proporciona una superficie rugosa y agrietada, que es muy
adecuada para la fijación y proliferación bacteriana. Por lo tanto, el crecimiento
bacteriano es una consecuencia inevitable en la operación de equipos
adsorbedores de carbón activado. Tarde o temprano, inciden bacterias en la cama
de carbón, que generalmente provienen de la tubería de descarga, entre el
adsorbedor de carbón activado y el primer equipo esterilizador (lámpara de UV u
ozonizador), en caso de que éste exista.
Es típico, por ejemplo, que las bacterias incidan por las tomas para muestreo de
agua.
Existen varios procedimientos de sanitización para el control bacteriano en camas
de carbón activado, mismos que deben efectuarse periódicamente. La
periodicidad dependerá de la eficacia en la sanitización, de las condiciones de los
equipos y de las condiciones bacteriológicas del área en la que se localiza el
proceso.
Se puede lograr una sanitización completa, y cada método tiene sus limitaciones
y sus efectos indeseables, tanto para el carbón como para el equipo. Por lo tanto,
el personal que opera las plantas que utilizan carbón activado, requiere
experiencia y destreza.
En el siguiente artículo puede ver el método de sanitización por medio de dióxido
de cloro.
Para los casos del carbón que se aplica en hogares y en comercios, la sanitización
no es práctica. Una mejor solución es la aplicación de carbones bacteriostáticos.
Consisten en carbones activados impregnados con plata metálica. La plata evita
el desarrollo microbiano y evita la necesidad de sanitizar.

Fuente: Microbial Activity on Filter-Adsorber. AWWA Research Foundation,


USA1992.

¿Qué es un carbón activado de estructura


modificada?
Existen dos tipos de carbones activados especiales:
A) Carbones ultra-puros para industria farmacéutica y
semiconductores.
Estos carbones son:
Megapol LS
 Carbón activado que cumple con las especificaciones de la farmacopea y
que proveemos como materia prima a laboratorios farmacéuticos para
tratamiento de intoxicaciones agudas.
 Pure-Carb
 Carbones ingeribles para la elaboración de alimentos, como quesos de
cabra “con cenizas”

Carbones libres de cenizas.


Estos carbones, por su contenido muy bajo de cenizas, presentan una temperatura
de ignición muy superior a la de un carbón estándar lo que permite utilizarlos en
recuperación de solventes (en ciclos de desorción in-situ con vapor de agua).
Carbones libres finos Para aplicaciones en las que éstos deben evitarse, como
purificadores de agua domésticos, respiradores de cartucho químico o procesos
de recuperación de oro.

B) Carbones de superficie modificada.


Son carbones impregnados que se destinan a la retención de sustancias que no
adsorbe un carbón activado estándar.
Estos carbones son:
Biostat :Impregnado con plata metálica como agente bacteriostático.
Vapacid Para quimisorber gases ácidos.
Carvacid Para retener vapores orgánicos y gases ácidos.
Carvapox Para quimisorber moléculas orgánicas oxidables (alcoholes, aldehídos,
alquenos) de bajo peso molecular.
Vapamón Para quimisorber amoniaco y aminas de bajo peso molecular.
Vapomer Para quimisorber vapores de mercurio.
¿Qué significa la palabra Activado en el
carbón?
El carbón activado no es más que carbón poroso. Activar el carbón es
simplemente crear más poros en el carbón, para incrementar su área superficial y
así mismo su capacidad natural de adsorción. Con esa simpleza lo menciona toda
publicación que define o explica en qué consiste este material. A continuación
presentamos referencias de tres libros de entre la amplia bibliografía al respecto.
El carbón activado es un material con un alto grado de porosidad y un área
superficial extendida. Más del 90% de la masa del carbón activado consiste en el
elemento atómico conocido como carbono. El carbón activado es un adsorbente
versátil que encuentra un amplio uso en la ecología, las industrias y otros
campos, para la retención, recuperación, separación y modificación de una
variedad de especies en aplicaciones en fase líquida o gas.
 
Kirk-Othmer Encyclopedia of Chemical Terminology, Wiley online Library
El carbón activado, como cualquier otro tipo de carbón, puede contener algunos
elementos ajenos al átomo de carbono. Estos elementos proceden desde la
materia orgánica utilizada como materia prima para su fabricación y se
consideran contaminantes naturales del carbón.
Son, por ejemplo, los minerales que se encuentran en todas las plantas. Dichos
elementos son los responsables de las cenizas que quedan cuando termina de
arder el carbón utilizado para asar carne.
Desde el punto de vista de la composición química, el carbón activado es carbón
prácticamente puro, igual que el diamante, el grafito, el negro de humo y los
diversos carbones minerales o de leña.
 
Germán Groso C. El carbón activado granular en el tratamiento del agua,
Aconcagua, México, 1997.
Carbón activado es el nombre colectivo para un grupo de carbones porosos,
fabricados por tratamiento de un material carbonizado mediante gases, o bien,
por carbonización y activación simultánea de materiales carbonosos mediante
activación química. Todos estos carbones se preparan para exhibir un alto grado
de porosidad y una extendida área superficial interna.
 
Marsh, H., E. Heintz y F. Rodríguez Reynoso INTRODUCTION TO
CARBON TECHNOLOGIES, Universidad de Alicante, Alicante, 1997.
Leyendo con detenimiento la descripción anterior, el carbón activado es carbón
poroso. Ahora bien, la porosidad puede obtenerse por dos métodos:
(a) Tratando un material carbonizado mediante gases (aunque no se mencionan,
básicamente son: vapor de agua, aire y dióxido de carbono. Este último se
obtiene de la combustión de gas natural, gas LP u otro combustible).
(b) Por activación química, en la que se carboniza y activa simultáneamente un
material carbonoso.
Material carbonoso es el que se constituye de cadenas de carbono, hidrógeno y
oxígeno. Tal es el caso de los materiales orgánicos naturales, como la madera, las
semillas de las frutas, las cáscaras de las nueces, los olotes, etc. La activación
química más común se hace con ácido fosfórico, que actúa como agente
deshidratante. Después del paso de carbonización y activación, el carbón se lava
para que quede libre del agente químico activante.

En caso de que se desee profundizar en el tema, vale la pena la siguiente sección


de la Enciclopedia Kirk-Othmer que describe los procesos de producción del
carbón activado.

Podrá observarse que aún con el método de activación química, el carbón se lava
al final y se pretende que quede lo más puro posible porque lo que le da las
propiedades al carbón activado es la porosidad y no otro compuesto.
La producción de carbón activado básicamente comprende dos etapas:
carbonización y activación. Dependiendo del tipo de materia prima rica en
orgánicos, y de las condiciones en las que esta se carboniza y activa, varían las
propiedades del producto final.
 

¿Qué es la carbonización?
La carbonización se define como el calentamiento o la descomposición pirolítica
de un material precursor heterogéneo, como carbón mineral o madera, en
ausencia de oxígeno a temperaturas inferiores a los 1000 o C, usualmente en el
rango de 400–600 o C. En la etapa de carbonización para la producción de
carbón activado, la materia prima puede tener forma de gránulos, material pre-
cribado, briquetas o pelets. La carbonización se lleva a cabo en hornos como son
los rotatorios, los de múltiple etapa y, en menor grado, los de lecho fluidizado.
Junto con breas, aceites y gases (combustibles que pueden requerirse para
alcanzar la temperatura de carbonización en el horno), la carbonización produce
un “material carbonizado”, simplemente llamado “carbón”. De este material se
han eliminado la mayoría de las impurezas, que no son átomos de carbono, como
son: oxígeno, hidrógeno, nitrógeno y azufre. Estos se eliminan convirtiéndose en
productos volátiles gaseosos. Por lo tanto, el elemento carbono predomina en el
carbón resultante. El carbón exhibe un desorden considerable ya que los átomos
de carbono han formado placas aromáticas planas que se colocan entre sí de
manera aleatoria. Los intersticios entre estas placas aromáticas irregulares forman
la porosidad de la que más dependen las propiedades del carbón activado.
 

Oxidación / Activación.
El carbón que se obtiene de la carbonización aún no tiene una capacidad de
adsorción alta, ya que su estructura porosa no es completamente pronunciada.
Por lo tanto, para la mayoría de las aplicaciones, esta estructura porosa necesita
aumentarse por un tratamiento oxidante llamado activación. La idea de este
proceso se basa en la destrucción de parte de la estructura de carbón por medio
de oxidación del material carbonizado, para desarrollar una estructura altamente
porosa que consiste principalmente en microporos.
Considerando la mayoría de los usos, en la producción de carbón activado, la
meta crucial es desarrollar poros con un diámetro menor a 2 nm (microporos). La
activación lleva a la obtención de un producto con un área superficial extendida y
extremadamente alta, que brinda una excelente capacidad de adsorción. Los
carbones activados se dividen en dos tipos, dependiendo del procedimiento de
activación utilizado para obtenerlos: activación térmica o activación química.
 

Carbones activados térmicamente.


Este tipo de activación, también llamada activación física o con gases, se
compone básicamente de dos pasos, uno después del otro:
(a) Carbonización: la materia prima con un contenido relativamente alto de
carbono se piroliza a temperaturas que tienen un rango de 600–900 o C, en
ausencia de oxígeno y la presencia de gases inertes.
(b) Activación térmica: en este paso, el material en su estado natural o
previamente carbonizado se expone a una atmósfera oxidante que consiste en
gases como vapor de agua, aire, dióxido de carbono o la combinación de ellos en
un amplio rango de temperatura, de 500 a 1000 o C.
Las reacciones del carbón con el dióxido de carbono y el vapor de agua llevan al
desarrollo de una estructura altamente porosa. Generalmente, la activación
térmica se lleva a cabo con materiales previamente carbonizados, como coque de
lignita de baja temperatura, carbón bituminoso y antracita; todos ellos se conocen
como combustibles fósiles. Sin embargo, también pueden usarse fuentes de
biomasa como turba y madera. Fuentes de coque de lignita de baja temperatura
pueden activarse directamente, sin necesidad de pasar por el paso de
carbonización. No obstante, para otras materias primas, el paso de la
carbonización normalmente es inevitable ya que facilita mucho la activación
subsecuente.
 

Carbones activados químicamente.


La activación química generalmente se aplica a materias primas que contienen
celulosa, como madera, aserrín o cáscaras de nueces. Estos materiales también se
conocen como fuentes de biomasa. Para la activación química, se inicia
impregnando la materia prima con compuestos químicos fuertemente
deshidratantes y oxidantes. Los compuestos químicos típicos que se utilizan
actualmente son el ácido fosfórico y el cloruro de zinc, aunque anteriormente se
usaban también hidróxido de potasio, hidróxido de sodio y cloruro de calcio.
Después de la impregnación, el material se calienta pirolíticamente a
temperaturas de alrededor de 400–800 o C con el objeto de degradar la celulosa.
La temperatura puede variar, dependiendo del tipo de agente activante.
Finalmente, el carbón activado como producto final se obtiene lavando de
manera repetida la mezcla resultante. Otro objetivo en este paso suele ser la
recuperación del compuesto químico activante. A diferencia de la activación
térmica, en la activación química la carbonización y la activación ocurren de
manera simultánea. Por lo tanto, en contraste con la activación térmica en la que
la carbonización y la activación normalmente se logran en dos hornos distintos,
en la activación química se llevan a cabo en un solo horno. Las ventajas de la
activación química respecto a la activación física son la operación a menores
temperaturas y tiempos de activación más cortos. La activación química
normalmente produce carbón activado en polvo. Usualmente se prefiere madera
y aserrín para la fabricación de carbón activado en polvo con ácido fosfórico. Sin
embargo, también puede producirse carbón activado granular por activación
química. Para este propósito, se impregnan materias primas granulares con
agentes activantes de la misma manera en que se hace esto para producir carbón
activado en polvo.
¿Cuál es la diferencia entre un carbón activado
mineral bituminoso y un lignítico?
PROPIEDADES FÍSICAS:
El carbón activado de origen bituminoso suele tener una área superficial mayor
que el de origen lignítico, pero el lignítico tiene una mayor proporción de
macroporos -diámetro mayor a 500 A-. El carbón bituminoso tiene una densidad
mayor que la del lignítico.
Los contaminantes de aguas residuales son por lo regular una mezcla de
moléculas grandes, medianas y chicas. En refinerías petroleras, empresas textiles,
papeleras y de colorantes, predominan las moléculas grandes.
Por lo tanto, ya que el carbón lignítico tiene una mayor proporción de
macroporos, es más eficiente que el bituminoso – comparando volúmenes iguales
de cama-.
El carbón bituminoso tiene la mayor parte de su área superficial en el rango de
microporos -diámetro menor a
20 A- en donde una molécula grande, como un colorante, no puede entrar, y por
lo tanto no se adsorbe.
PROPIEDADES TÍPICAS  LIGNÍTICO  BITUMINOSO
Área superficial total (m2 /g) 600 – 650 700 – 1000
Número de Yodo (mg/g) 550 – 600 700 – 950
Densidad aparente (g/cm3 )  0.35 – 0.42 0.42 – 0.50
Volumen del poro (cm3 /g) 1.0 0.85
Tamaño efectivo de partícula (mm)0.75 – 0.90 0.80 – 0.90
Humedad al empacar (% máx) 12 4
Número de melazas (RE) 100 – 120 40 – 60
Contenido de cenizas (%) 12 – 18 5–8
Radio medio del poro (A) 33 14

REACTIVACIÓN O REGENERACIÓN TÉRMICA:


En la reactivación térmica de los carbones bituminosos se pierde una parte del
área superficial total. Esta pérdida se provoca por la ruptura de microporos,
produciendo entre varios de éstos un macroporo, el cual es capaz de retener una
macromolécula y con esto adquiere características semejantes a las de un carbón
de origen lignítico. Entre más reactivaciones sufra un carbón bituminoso se
parecerá más a un carbón lignítico (aunque no llega a ser igual).
Por otro lado, cuando se reactiva térmicamente un carbón lignítico, sus poros
tienden a mantener su tamaño original. Es decir, las propiedades de un carbón
lignítico son muy parecidas entre uno virgen y uno reactivado. Asimismo, hay
que mencionar que el fabricante de un carbón bituminoso virgen, puede lograr
que éste adquiera poros grandes, a través de un incremento en la temperatura, del
tiempo de residencia o del oxígeno en el horno de activación.
Durante la reactivación se generan mayor cantidad de pérdidas de material en el
caso del carbón bituminoso que en el lignítico. Además, el carbón lignítico se
reactiva más fácil y rápidamente bajo las mismas condiciones. Esto se atribuye
tanto al tamaño de los poros, que son más grandes, como al mayor contenido de
cenizas, las cuales catalizan la activación o reactivación de carbones.

PROPIEDADES HIDRÁULICAS:
Ambos tipos de carbones, ya sean vírgenes o reactivados, ocasionan una caída de
presión parecida en el líquido y la expansión de cama de ambos también es
similar.
En conclución, para aplicaciones en donde predominan macromoléculas, el
carbón lignítico es más eficiente que el bituminoso, siempre y cuando el
bituminoso no sea reactivado, o no haya sido fabricado de exprofeso para
formarle poros grandes.
Un carbón bituminoso reactivado, tiene propiedades similares a las de un carbón
lignítico. Este último no cambia sus propiedades al reactivarse.
En los casos en donde predominen las micromoléculas -olores, sabores,
orgánicos de bajo peso molecular, compuestos volátiles y otros- el carbón
bituminoso es mucho mejor que el lignítico.

Reactivación de carbón activado granular.


El principal mecanismo por medio del cual se retienen contaminantes orgánicos
en la superficie del CAG (Carbón activado granular) es el de adsorción física, y
como tal, es reversible. La teoría de adsorción señala que cambiando las
condiciones en las que se encuentra el carbón, se podrá lograr la desorción o
desprendimiento de los adsorbatos retenidos, dejando libre su superficie.
Sin embargo, la desorción puede ser muy lenta y puede no llegarse a restablecer
toda o casi toda la capacidad original del carbón. Por otro lado, la quimisorción
no es reversible, por lo que las moléculas retenidas por este otro mecanismo no
se desprenderán. Y finalmente, existen moléculas inorgánicas que no han sido
adsorbidas pero que sí se depositan en la superficie del carbón, y cuya
eliminación tampoco responderá a los métodos de desorción de moléculas
adsorbidas físicamente.
Afortunadamente, la estructura grafítica del carbón activado hace de este sólido
muy estable bajo condiciones muy distintas. Resiste temperaturas elevadas, así
como cambios bruscos de la misma,  es duro y resistente a la abrasión, no se ve
afectado por ácidos, álcalis ni muy diversos solventes, aunque reacciona con
oxidantes fuertes.  Basados en estas propiedades, existen métodos llamados de
“reactivación” o de “regeneración”, con los que  pueden eliminarse adsorbatos de
diversa naturaleza y sustancias orgánicas e inorgánicas depositadas en la
superficie del carbón. Dependiendo del adsorbato o del contaminante en cuestión,
habrá que elegir el método adecuado.
A un carbón activado que se retira del proceso en el que se utilizó, se le
denomina “carbón agotado”, independientemente de que se deseche o de que se
vaya a reactivar.
Cuando va a reactivarse un CAG, es conveniente que el sistema de soporte del
mismo sea de toberas y no de camas de grava o arena, para evitar que el carbón
se mezcle con cierta cantidad de partículas de dichos materiales.

Tipos de reactivación del carbón.


Reactivación con vapor de agua.
Consiste en hacer circular vapor de agua a través de la cama de carbón, sin
permitir que éste se condense, como en el caso de la sanitización con vapor. De
esta manera se desorben moléculas orgánicas con una volatilidad menor o
aproximadamente igual a la del agua -es decir, con temperatura de ebullición
menor a 100ºC a nivel del mar-, y que habían sido retenidas por adsorción física.
Es un método muy utilizado para recuperar solventes en corrientes de aire, ya que
las moléculas desprendidas mantienen su estructura original. Como se menciona
en la sección 1.7,  el carbón se somete a ciclos alternativos de adsorción-
desorción. En el primero, se retiene el solvente hasta que el carbón se satura. En
el segundo, se desorbe el solvente, y la mezcla de éste y del vapor de agua se
separa por decantación o destilación.
En el caso de tratamiento de agua, la reactivación con vapor puede ser práctica en
el caso de que el contaminante consista básicamente en olor o en compuestos de
bajo peso molecular, y por lo tanto volátil. No es un método eficaz para el caso
de carbón que se ha utilizado para declorar, ya que los óxidos superficiales
generados en dicho proceso están fuertemente ligados.
Mientras mayor sea la presión del vapor utilizado, mayor será su temperatura, y
por lo tanto será capaz de desorber compuestos más pesados. La máxima presión
a la que se maneja el vapor de una manera práctica es de  6 Kg/cm2 (abs.), a la
que le corresponde una temperatura de 160ºC.

Reactivación con gases calientes.


Es igual a la anterior, pero se utilizan gases de combustión. En el caso de algunos
estudios científicos a nivel laboratorio, en los que se requiere reactivar sin la
interferencia de algún gas oxidante, la desorción se lleva a cabo mediante un gas
inerte que se calienta de manera indirecta. También puede lograrse un resultado
más rápido o eficiente mediante vacío.

Reactivación térmica.
Es el método más utilizado, ya que elimina prácticamente todos los
contaminantes orgánicos retenidos por adsorción física o química. También
remueve  algunos compuestos inorgánicos, y destruye óxidos y grupos
superficiales. Por lo tanto, reactiva carbones utilizados en decloración o en la
eliminación de cloraminas, permanganato de potasio, ozono y otros agentes
oxidantes. Este método merece una sección especial, por lo que se describe con
detalle en la sección 5.2

Reactivación con ácido.


Cuando las partículas de un carbón presentan un color entre blanco y gris claro,
lo más probable es que se encuentran envenenadas o bloqueadas con carbonato o
con hidróxido de calcio. En estos casos, la reactivación térmica no logra eliminar
dichos compuestos. En cambio, un lavado en una solución ácida sí lo hace.
Se puede utilizar cualquier tipo de ácido fuerte, pero el clorhídrico es el más
común. Se prepara la solución de alrededor de 5% en peso, y el carbón se inunda
en ésta. El proceso de disolución de las sales de calcio es lento. El tiempo exacto
varía dependiendo de qué tan envenenado se encuentra el carbón, pero puede
estar entre 10 y 40 horas. Para lograr mayor rapidez en el proceso,  se calienta la
solución a 60 – 70ºC. Con esto el tiempo puede reducirse a un par de horas.
Una vez terminada la reactivación, el carbón debe haber recobrado su color
negro. Esto no se nota mientras el carbón se encuentra húmedo, por lo que debe
tomarse  una  pequeña muestra y ponerse a secar al mechero -o con un
encendedor.

Reactivación mediante la modificación del pH en solución


acuosa.
Cuando la capacidad de retención de un adsorbato específico depende del valor
del pH, puede aprovecharse esta condición para desorberlo, regenerando así al
carbón. Por ejemplo, el fenol se adsorbe en cantidades relativamente altas a
valores de pH bajos, y todo lo contrario a valores de pH altos. Por lo tanto, si  el
CAG saturado con este compuesto se lava con una solución al 4% de sosa, es
posible disolver un buen porcentaje del mismo.
Este método no tiene aplicación en el ramo del tratamiento de agua, ya que no es
aplicable para la mayoría de los contaminantes que normalmente retiene el CAG.
Su uso se reduce a procesos muy específicos en los que el carbón se adsorbe un
solo compuesto, como lo es el fenol.

Reactivación biológica.
La reactivación biológica del CA sucede en el tratamiento de agua, ya que como
se ha descrito, las bacterias que se desarrollan en la superficie del carbón se
alimentan de la materia biodegradable adsorbida. Este beneficio también puede
lograrse en el CA una vez que éste se ha retirado del proceso de adsorción. Para
ello, el carbón se coloca en una columna por la que se recircula una solución
aereada y rica en nutrientes, a modo de cama expandida. Este método ha
encontrado aplicación en el ramo del tratamiento de aguas residuales, logrando
un 80% de regeneración en 96 horas. Sin embargo, hasta el momento su uso no
es frecuente.

 Reactivación térmica y condiciones para que sea rentable.


La reactivación térmica consiste en la eliminación de los adsorbatos de un carbón
agotado mediante un horno igual al utilizado para la activación térmica de CA,
pero a una menor temperatura y con una concentración más baja de vapor de
agua. Mientras menos se acerque el proceso a las condiciones en las que se activa
un carbón fabricado con la misma materia prima, menor será la cantidad de
carbón que se pierda por oxidación.
Los gases que resultan del proceso de reactivación pueden contener
contaminantes del aire. La tecnología más común para evitarlo consiste en un
postquemador seguido de un lavador de gases -scrubber-. El postquemador oxida
los compuestos orgánicos, y el lavador de gases retiene partículas sólidas y
compuestos químicos solubles. Normalmente se utiliza agua en el lavador, pero
si se espera que se liberen vapores ácidos, se utiliza una solución diluida  de sosa.
La reactivación térmica de un carbón que no tenga la suficiente dureza, no resulta
rentable ya que el proceso somete al carbón a una serie de movimientos y de
acciones erosionantes -flujo de gases calientes y golpeteos- que  lo rompen y
disminuyen su tamaño. Por otro lado, los carbones menos duros son los más
reactivos en presencia de gases oxidantes, y por lo tanto se convierten en CO  con
2

mayor facilidad.
En el horno de reactivación, suceden los siguientes fenómenos  de manera
secuencial:
 En una primera etapa, aumenta la temperatura del carbón hasta llegar a
aquella que corresponde a la de ebullición del agua. Los adsorbatos más
volátiles se desprenden y el agua se evapora. Mientras más húmedo entra el
carbón a reactivarse, mayor cantidad de energía,  de espacio de horno y de
tiempo se destinan a la evaporación del agua. Es por esto que resulta
conveniente decantar el carbón, y si es posible, pre-secarlo,  antes de
reactivarlo.
 
 El carbón continúa calentándose hasta alcanzar una temperatura de entre
300 y 450ºC. En ese lapso, se desorben otras moléculas orgánicas menos
volátiles que el agua.
 
 Los compuestos orgánicos que no se han desorbido, se empiezan a
descomponer. A esta descomposición se le llama pirólisis, y como resultado
se forma carbón amorfo que sigue depositado sobre la superficie grafítica del
CA.
 
 La temperatura sigue aumentando y al superar aproximadamente los
500ºC, el carbón amorfo que resultó de la etapa anterior, empieza a
reaccionar con el vapor de agua, el oxígeno, el monóxido y el dióxido de
carbono de la corriente de gases. Como resultado, se forman otras moléculas
gaseosas de vapor de agua y de monóxido y dióxido de carbono. Las placas
grafíticas que forman la estructura del CA son menos reactivas que los
átomos de carbón amorfo, y es por ello que no reaccionan, o que no lo hacen
de manera importante.
Hay que hacer notar que es fundamental mantener la proporción adecuada de
vapor de agua en la mezcla de gases reactivantes, así como una concentración
limitada de oxígeno. De no ser así, las altas temperaturas provocan que también
se gasifique el carbón grafítico. La experiencia con carbón activado granular
bituminoso y de concha de coco utilizado en el tratamiento de aguas residuales
industriales y municipales indica que se pierde entre 8 y 15% de carbón por ciclo
de reactivación. Estas pérdidas incluyen las que se deben a rompimientos durante
el manejo y transporte. Mientras más duro es el carbón, menores son las pérdidas.
Comúnmente los quemadores de gas natural o gas LP se operan con un 10 a 20% 
en volumen de exceso de aire, buscando que los gases que salen del horno tengan
un 1 a 2% de oxígeno. En relación al vapor de agua, la atmósfera en el horno de
reactivación no requiere más de un 30% en mol de dicho elemento. Por razón de
costos, se debe buscar la mínima relación vapor inyectado/carbón reactivado.
La acción del vapor de agua en el proceso de reactivación únicamente es efectiva
a temperaturas mayores de 600ºC. Por lo tanto, si se alimenta carbón húmedo al
horno, el vapor generado por calentamiento del mismo no tiene efecto en la
reactivación -éste  termina de formarse cuando el carbón no ha alcanzado los
150ºC.
Para restablecer la capacidad de adsorción de un carbón, se busca que a la salida
del horno tenga la misma densidad aparente que tenía cuando era virgen. Un
carbón reactivado puede tener un área superficial de entre 90 y 110% respecto a
la del carbón virgen. En el segundo caso, esto se debe a que las condiciones del
proceso fueron más allá de la reactivación, y produjeron poros nuevos.
Cuando  va a reactivarse térmicamente un CAG envenenado con carbonato de
calcio, es importante empezar por lavar el carbón con ácido clorhídrico al 5% y a
60ºC, para eliminar este compuesto. En otras palabras, hay que empezar por una
reactivación con ácido. La razón de ello es que el carbonato de calcio depositado
en el carbón que entre al horno junto con éste, actuará como un catalizador de la
reacción de gasificación del carbón grafítico. Esto deriva no solo en mayores
pérdidas de CA, sino en que sus poros se hacen más grandes. Es decir, al
reaccionar algunas de las placas grafíticas, quedan espacios mayores entre las que
quedan, y por lo tanto los poros resultantes son de mayor tamaño. Como
consecuencia, el CAG reactivado tendrá preferencia por moléculas de mayor
tamaño.
Si un carbón tiene un exceso de sales de cloruro de sodio en sus poros, es
conveniente lavarlo antes de meterlo al horno. Esto se debe a que dicho
compuesto forma un eutéctico con la alúmina del refractario, mismo que funde a
760ºC. En otras palabras, el tiempo de vida del refractario disminuye. Para evitar
este problema, se recomienda lavar el carbón en agua antes de alimentarlo al
horno.
Otro problema típico en los hornos de reactivación es la formación de
incrustaciones, que se deben a la presencia de sales de sodio y potasio y a los
cambios bruscos de temperatura en el horno. Una de las razones más comunes de
dichos cambios es la variación en el flujo de alimentación de carbón al horno.
Cuando se forma la incrustación, ésta va creciendo hasta que se requiere parar el
horno para retirarla manualmente. Si el horno es de tipo continuo, el paro tiene
un costo muy alto.
En relación a la rentabilidad del proceso de reactivación térmica, la tecnología
actual puede hacer atractivo al usuario  la instalación de un horno propio cuando
su consumo de carbón es superior a 250 – 500 Kg/día, siempre y cuando no
exista cerca un fabricante de CAG que brinde el servicio de activación.
Aunque muchos productores de CAG ofrecen el servicio de reactivación, este
último representa una especialidad, ya que se requiere:
 Ajuste de las variables de operación del horno que es distinto respecto al
proceso de activación.
 Posibilidad de variar sustancialmente el tiempo de residencia en el horno.
Esto se debe a que el tiempo necesario para reactivar carbones es muy
distinto dependiendo de la aplicación que tuvieron. Por ejemplo, un CAG
utilizado en el tratamiento de aguas residuales industriales requiere 4 veces
más tiempo que uno utilizado en la potabilización de agua.
 Controles de producción con los que se evite el mezclado entre carbones
de distintos usuarios.  Si el horno es de tipo continuo, como el rotatorio o el
de etapas múltiples, hay que tener un especial cuidado puesto que el tiempo
de residencia en el mismo es largo y es difícil separar un lote de otro.
 Contar con el servicio de reactivación con ácido para eliminar carbonato
de calcio en caso de que éste exista.
 Posibilidad de cribar para obtener el tamaño de partícula especificado por
el proceso del usuario.
 
Los fabricantes de carbón cobran por el servicio de reactivación con base en el
peso de producto que sale del horno, y el precio suele ser de entre un 30 y un
50% del precio de un carbón virgen. Existe una cantidad mínima aceptada, que
suele ser superior a 3 – 10 Ton. Los fletes no se incluyen, por lo que la distancia
entre la planta del usuario y la de reactivación puede ser el factor que haga o no
rentable la operación.
 
Actualmente, las normas ambientales de muchos países no permiten desechar un
carbón agotado junto con los residuos sólidos municipales. Normalmente hay que
pagar un precio mayor a las empresas que recolectan y reciben residuos sólidos
industriales no peligrosos, por lo que hay que considerar este factor para realizar
el análisis de costos.

Requerimientos técnicos y legales para reactivar


térmicamente un carbón activado granular (CAG) cuando
se considera  residuo peligroso.
En  aquellos países que cuentan con una legislación avanzada en materia
ambiental, existen normas con las que se determina qué materiales se consideran
residuos peligrosos. Éstos deben tratarse de una manera especial, o deben
enviarse a confinamientos que cuenten con los elementos técnicos que aseguren
que no contaminarán el medio ambiente.
Un residuo puede considerarse peligroso de acuerdo a diversos criterios, como
son : corrosividad, reactividad, explosividad, toxicidad, inflamabilidad o
actividad biológica. Un carbón agotado se definirá como peligroso, dependiendo
de la cantidad y el tipo de contaminantes que haya retenido.
Existen pruebas normalizadas con las que se analizan las diversas características
de peligrosidad. En caso de que alguna de ellas diera como resultado el que un
carbón deba considerarse como residuo peligroso, éste no podrá reactivarse o
enviarse a reactivar a menos de que la empresa que vaya a realizar el tratamiento
cuente con los permisos para llevarlo a cabo.
Estos permisos se otorgan cuando se demuestra que se cuenta con las
instalaciones y personal técnico, así como con la metodología que aseguren un
tratamiento apropiado del residuo.
En el caso del carbón agotado considerado como peligroso, y para el cuál deba
aplicarse el método de reactivación térmica, en E.U. se requiere que el
postquemador opere a una temperatura de entre 1000 y 1,100ºC y  que los gases
tengan un tiempo de residencia en el mismo de 2 seg como mínimo.
También se requiere de la torre lavadora  así como del reporte de análisis con el
que se pueda demostrar que no se generan emisiones peligrosas durante la
reactivación. Finalmente, hay que demostrar que el carbón queda libre de aquello
que lo hacía peligroso antes del tratamiento.
La normatividad para el caso de residuos peligrosos suele ser estricta en cuanto a
informes y permisos que se requieren tanto al usuario o generador del residuo,
como a las empresas que lo transportan, las que lo procesan o las que lo confinan.
Entre otras cosas, las autoridades son escrupulosas en cuanto al destino final del
material procesado. En el caso del CAG, habrá que informar el destino final que
éste tendrá, y que en la mayoría de los casos estará limitado a la misma
aplicación que tenía originalmente.

¿Cuándo cambiar el carbón activado?


El carbón activado granular que se utiliza en los procesos de tratamiento de agua
potable, tiene dos funciones: retener contaminantes orgánicos y eliminar el cloro
libre residual que proviene de la etapa de desinfección previa.
Aunque ambas funciones son importantes, suele perderse de vista la primera, ya
que, si el carbón activado falla en ella, no se notan a corto plazo los efectos
negativos.
En cambio, si el carbón activado no declora bien el agua, ésta queda con el olor y
el sabor que produce el cloro, y que es muy perceptible y desagradable. Por lo
tanto, el criterio con el que suele evaluarse el  desempeño del carbón activado, es
la ausencia de cloro libre en el agua tratada por éste.
Desafortunadamente, es mucho mayor la capacidad del carbón activado para
eliminar cloro libre que para adsorber materia orgánica. Esto se debe a que la
eliminación del cloro ocurre por una reacción química en la que el carbón es muy
eficiente. Por lo tanto, cuando se espera hasta detectar cloro libre en el agua
tratada, como criterio para cambiar el carbón activado, lo más probable es que
mucho tiempo antes el carbón ha dejado de retener contaminantes orgánicos.
Dichos contaminantes orgánicos se encuentran presentes en todo cuerpo de agua
natural: pozos, ríos, lagos, agua de deshielo… Muchos de ellos son sintéticos (no
existían antes de la era industrial) y dañan al hombre ya que éste no se encuentra
adaptado a ellos, pues no estuvieron presentes en el ambiente durante el largo
periodo evolutivo de la especie humana. Las normas de agua potable establecen
para ellos, niveles máximos permisibles que son del orden de partes por billón.
Entre estos contaminantes están: benceno, tolueno, hexaclorobenceno,
trihalometanos totales, todos los plaguicidas, Etc.
Supongamos que se clora agua de pozo hasta 1 mg/l de cloro residual, y que
dicha agua tiene una DQO de 20 mg/l. Después de clorar, el agua se trata en un
tanque con carbón activado granular, con un tiempo de contacto en cama vacía de
5 min, durante ocho horas por día, y seis días por semana. Dicha cama de carbón
retendrá con eficacia los contaminantes orgánicos durante 12 meses. No obstante,
eliminará completamente el cloro libre durante más de dos o tres años. Por lo
tanto, no es correcto cambiar la cama de carbón hasta que el agua tratada por éste
contenga un residual perceptible de cloro libre.

¿Cada cuanto se recomienda cambiar el carbón


activado?
Como criterio práctico, se recomienda cambiar el carbón activado cada año. Y
esto, desde el punto de vista económico, no tiene gran incidencia en el costo del
agua tratada. Para el ejemplo mencionado, si el precio del carbón activado es de $
35.00/kg, y éste se cambia al año, su costo por litro de agua tratada es de $
0.0006 (es decir, 0.6 centavos por metro cúbico de agua).

¿Cuáles son las ventajas de cambiar el carbón


activado cada año?
Otra ventaja de cambiar el carbón activado al año, es que el cambio se hace de
manera planeada, y se evita así que un día inesperado el agua tratada contenga
cloro que vaya a dar al producto final o que obligue a parar el proceso en un
momento inoportuno. El cambio del carbón, también permite inspeccionar
interiormente el equipo que lo contiene y realizar las labores de mantenimiento
originadas por las observaciones realizadas en dicha inspección (eliminar fugas
en válvulas, renovar el recubrimiento epóxico de la superficie interna del tanque,
retrolavar correctamente para evitar la petrificación de la cama de carbón, etc.).
Lo escrito en este artículo es la razón por la que todas las empresas
internacionales que purifican agua potable, cambian el carbón activado una vez al
año.
¿Qué es el retrolavado?
El retrolavado es la operación de mantenimiento más importante para el correcto
desempeño una cama con un medio granular, que puede ser de carbón activado,
arena, zeolita, resina de intercambio iónico… o lechos multimedia. Existen
razones importantes, y no siempre detectables a simple vista, por las que es
necesario retrolavar las camas granulares. Entre ellas, las principales pueden ser:
1.  Eliminar los sólidos retenidos entre los gránulos del medio. La cantidad
de estos sólidos dependerá de la concentración de sólidos suspendidos en
el agua que se trata, de la distribución de tamaño de los mismos (las camas
de medios granulares retienen sólidos a partir de cierto tamaño) y del
volumen de agua tratada desde el último retrolavado.
2.  Eliminar biomasa excesiva. Ésta se genera en todas las camas de carbón
activado. Conforme las bacterias se reproducen, van tapando la cama, al
igual que lo hacen los sólidos retenidos.
3.  Eliminar burbujas que se forman debido a cambios de temperatura, o por
atrapamiento de aire, y que se atoran en la cama cuando el adsorbedor opera
con flujo descendente. Las burbujas obstruyen la parte de la cama en la que
se encuentran, y causan la canalización del flujo.
4. Evitar la cementación o petrificación de la cama. Ésta se debe a la
presencia en el agua de ciertas sustancias que pegan unas partículas con
otras. Ejemplo de algunas de ellas son el carbonato de calcio, la biomasa y
cierta materia orgánica natural. Este fenómeno ocurre en casi todos los
adsorbedores, especialmente en los de flujo descendente, en los que este
problema se acentúa debido a la presión que ejerce agua en la cama.
Si no se descompacta la cama con cierta frecuencia, llega el momento en el que
ésta se petrifica y después se quiebra, provocando así, la canalización del flujo a
través de las grietas. Cuando esto sucede, en el efluente aparece de pronto el
contaminante que se estaba reteniendo, aparentando una saturación prematura de
la cama.
 
 

El concepto básico de un retrolavado.


En esencia, un buen retrolavado es aquel en el que se logran dos cosas: expandir
la cama un 30 a 40%, y estratificar las partículas de carbón al finalizar la
operación. Para lograr lo primero, es necesario cerciorarse de que la cama se
expanda, y no confiar simplemente en las gráficas reportadas por el fabricante.
Dichas gráficas dan una idea aproximada de los flujos con los que se logran
distintos porcentajes de expansión, pero debe hacerse un ajuste final para cada
caso particular.
Si no se hace la verificación mencionada, se corre el riesgo de no lograr expandir
la cama, o de que el carbón sea arrastrado hacia afuera del adsorbedor.
Cuando el retrolavado se efectúa correctamente, al expandirse la cama, las
partículas se mueven hacia arriba y hacia abajo, restregándose entre sí, y
logrando de esta manera una mejor y más rápida limpieza de su superficie.
Para evitar posibles pérdidas del medio granular en caso de un retrolavado
excesivamente fuerte, se coloca una malla que lo capte a la descarga de la línea
por la que sale el agua de esta operación y se vigila que no salga. También hay
que observar el agua que sale del retrolavado ya que, cuando ésta sale libre de
partículas y de turbiedad, el medio filtrante ha quedado limpio (libre de las
partículas que estaban suspendidas en el agua y que quedaron atrapadas en la
cama de carbón) y el retrolavado ha hecho su función.En cuanto a la
estratificación, ésta consiste en que al terminar de retrolavar, las partículas más
grandes o más densas queden en la parte inferior de la cama, y las más pequeñas
o menos densas queden en la parte superior. La estratificación es conveniente ya
que al mantener el nivel relativo de las partículas de carbón dentro de la cama,
ésta se va saturando de manera ordenada. Con esto, la ZTM se mantiene y avanza
poco a poco. Si no se estratifican las partículas en el caso de un carbón activado,
se alcanza más pronto el punto de ruptura (punto en el que hay que cambiar el
carbón). Para lograr la estratificación, hay que disminuir poco a poco el flujo de
retrolavado.

La ventaja de carbones activados de mayor densidad


en el retrolavado.
Aunque un carbón de mayor densidad requiere de un mayor flujo para
expandirse, presenta la ventaja de que queda limpio en menos tiempo. Como
resultado, aunque el flujo es relativamente alto, hay un ahorro de agua. Por
ejemplo, un carbón activado de densidad aparente de 0.55 g/cm3 , cuyo rango de
tamaño de partícula es 8×30, típicamente no requiere más de dos minutos para
quedar listo si se retrolava expandiéndolo un 30%. Por otro lado, un carbón del
mismo tamaño, pero con una densidad de 0.45 g/cm3 , puede requerir hasta diez
minutos.

¿Con qué frecuencia debo retrolavar mis sistemas de


tratamiento de agua?
La frecuencia con la que se retrolavan los adsorbedores se determina con base en
uno de los dos siguientes parámetros: una máxima caída de presión permisible o
un intervalo de tiempo definido.
El primer caso corresponde a equipos cuya cama se obstruye con relativa rapidez.
Por ejemplo: Filtros-adsorbedores. Son adsorbedores que no se encuentran
precedidos por un filtro y que tratan agua con una cantidad relevante de sólidos
suspendidos. Esto es típico en plantas municipales de potabilización que cambian
las camas de arena de filtros existentes, por camas de CAG. De esta manera,
además de filtrar el agua, se retiene algún contaminante adicional como olor y
sabor, y sin la necesidad de cambiar el equipo. El tamaño de partícula del carbón
no se escoge buscando minimizar el requerimiento de retrolavados, sino el
obtener un efluente cuya turbidez o contenido de sólidos suspendidos totales
cumpla con una especificación. adsorbedores con una fuerte actividad biológica,
y que por lo tanto generan una gran cantidad de biomasa.
En los casos anteriores, mientras menor es el tamaño de partícula del carbón,
mayor es la rapidez con la que se obstruye la cama. Si se trata de adsorbedores de
flujo a presión, el retrolavado suele llevarse a cabo cuando la caída de presión
alcanza 0.5 a 0.7 Kg/cm2.
En adsorbedores de flujo por gravedad, el retrolavado se realiza cuando el nivel
del agua sobre la superficie de la cama aumenta alrededor de 1.0 a 1.5 m respecto
al nivel que tenía cuando la cama estaba limpia y este último normalmente es de
1.0 a 1.5 m sobre la superficie de la misma. Este aumento de nivel es una medida
del aumento en la caída de presión.
Cuando un adsorbedor se obstruye con relativa lentitud, la caída de presión deja
de ser la señal más adecuada para realizar el siguiente retrolavado. Entonces se
hace necesario definir un período de tiempo entre uno y otro retrolavado, tal que
se evite la cementación de la cama o el atrapamiento excesivo de burbujas. Esto
se realiza con base en la observación y en la experiencia. Sin embargo, como
mínimo, hay que retrolavar una vez por semana.

Procedimiento para verificar la correcta expansión de


la cama en adsorbedores de flujo a presión que
cuentan con registro superior.
Esto se realiza, sólo al poner en operación una cama nueva de carbón o en los
cambios de estación en lugares en los que la temperatura varía sensiblemente a lo
largo del año.
Cuando se trata de un carbón que se acaba de instalar, es necesario haberlo
dejado inundado el tiempo suficiente (mínimo 24 horas) para que haya
desprendido la mayor parte del aire de los poros. De lo contrario, el carbón será
arrastrado hacia arriba aún con un pequeño flujo de retrolavado. El flujo de
retrolavado debe iniciarse poco a poco, hasta llegar al requerido para lograr la
expansión de 30 a 40%. En equipos de flujo a presión, que cuentan con registro
en la tapa superior, la verificación de que se está logrando lo anterior se hace
retrolavando con el registro superior abierto.
 

Retrolavado con el registro superior abierto.


El agua saldrá por dicho registro, y aunque ello parezca algo fuera de orden, sólo
por ahí se puede observar y tocar la cama. Al meter el brazo dentro del equipo y
tocar la cama, el momento en el que empieza la expansión es aquel en el que se
pierde el apoyo. Posteriormente se sienten las partículas de carbón fluidizadas
que chocan con la piel, y por lo tanto se detecta hasta qué nivel se ha expandido
la cama.
Cuando se logra expandir la cama correctamente, el agua del retrolavado sale al
principio muy concentrada en sólidos suspendidos, pero en poco tiempo vuelve a
salir tan cristalina y transparente como aquella del influente. En ese momento se
ha logrado una buena limpieza de la cama. Cuando no se logra expandir la cama,
el agua del retrolavado también sale concentrada en sólidos, aunque en menor
grado que en el caso de una operación correcta, pero tarda mucho tiempo
-algunas decenas de minutos- en volver a salir transparente. Sin embargo, en este
último caso la cama no se ha limpiado adecuadamente, y en un tiempo
relativamente corto volverá a requerir del retrolavado. Por otro lado, no se
logrará la descompactación, por lo que terminará fracturandose y el flujo se
canalizará. Una vez que se ha encontrado el flujo correcto, los siguientes
retrolavados se hacen sin necesidad de observar lo que sucede dentro del
adsorbedor.
Procedimiento para verificar la correcta expansión de la cama en adsorbedores de
flujo a presión que no cuentan con registro superior (como es el caso de la
mayoría de los tanques de fibra de vidrio). Ya que no es posible verificar lo que
ocurre dentro de estos equipos mientras se operan, hay que determinar el flujo
correcto de retrolavado de manera estimada.
Para empezar, no es conveniente que cuenten con toberas superiores a las que se
les denominan “distribuidores”, y que se instalan para evitar que el carbón sea
arrastrado durante el retrolavado. No lo es, ya que dichas toberas se tapan con
mucha facilidad, tanto durante la operación en flujo descendente como en el
retrolavado (se tapan con un número mínimo de partículas, que en el caso de los
retrolavados, es normal que sean arrastradas por el agua: pueden ser pedazos
fracturados del mismo carbón o partículas de carbón que han perdido densidad al
reaccionar con el cloro). Además, no permiten verificar que se expanda la cama
correctamente.
No teniendo las mencionadas toberas superiores, en el primer retrolavado, se va
aumentando el flujo poco a poco, hasta que se observe que las partículas de
carbón salen arrastradas con el agua de retrolavado.
En ese momento se sabe que a dicho flujo, la cama se ha expandido el porcentaje
que corresponde a la altura que se dejó libre dentro del equipo. Comparando
estos valores con la gráfica proporcionada por el fabricante, se puede estimar la
forma de la curva real de expansión de cama, para inferir de esta manera el flujo
aproximado que se requiere para expandir 30 a 40%.

¿Cómo saber cuándo el flujo es insuficiente para


expandir la cama de medios granulares?
El flujo de retrolavado suele ser 4 a 15 veces mayor que el del ciclo de adsorción,
dependiendo de la densidad aparente y del tamaño de partícula del medio
granular. En ocasiones no se cuenta con la bomba necesaria para desplazar el
flujo requerido para expandir la cama por ejemplo de carbón activado. También
puede suceder que el abastecimiento de agua sea insuficiente. En estos casos, una
alternativa que permite efectuar un retrolavado efectivo sin la necesidad de
expandir al carbón, consiste en alimentar aire comprimido a través de un
distribuidor que se instala para este fin a nivel de la parte inferior de la cama,
pero sobre las camas de grava en caso de que éstas existan. Se alimenta al mismo
tiempo el flujo de retrolavado y el aire. El flujo de aire debe ser tal que su
velocidad superficial respecto al área de sección transversal del adsorbedor sea
de entre 60 y 80 m/h.
El agua de retrolavado es insuficiente para expandir la cama, ya que suele ser
igual que el flujo del ciclo de adsorción. El aire promueve una turbulencia tal que
remueve las partículas de carbón, y el agua acarrea los sólidos suspendidos.
Diseño de adsorbedores para evitar la necesidad de mayor flujo de retrolavado
respecto al flujo de operación. Esto puede lograrse instalando, en lugar del
equipo requerido, dos o más equipos de menor tamaño, conectados en paralelo.
Cuando se va a retrolavar, todo el flujo de operación normal se dirige a cada
equipo, uno por uno. Hay que calcular que dicho flujo total sea suficiente para
expandir la cama de cada equipo.
Sanitización de camas de carbón activado
granular mediante la aplicación de dióxido de
cloro.
Cuando se trata agua clorada en un equipo con carbón activado granular (CAG),
el cloro impide que esta contenga microorganismos al ingresar. No obstante, casi
siempre, tarde o temprano, el agua que sale declorada del equipo presentará
actividad bacteriana. En esta metodología explicamos las razones de este
fenómeno y el método de sanitización del carbón activado mediante dióxido de
cloro.
El CAG que se utiliza en tratamiento de agua es un medio muy propicio para el
desarrollo bacteriano. Por un lado, atrapa moléculas orgánicas, muchas de las
cuales son biodegradables y pueden ser alimento de estos microorganismos. Por
otro lado, tiene una  superficie rugosa que permite a las bacterias una buena
fijación, lo que evita que las arrastre el agua que se trata. Cuando el agua clorada
entra en contacto con la parte superior de la cama, el carbón reacciona con el
cloro libre y su efecto desinfectante desaparece. Ya que esta reacción es más
rápida que el proceso de adsorción, no llega cloro libre a la parte baja de la cama
de carbón, aunque sí llegan moléculas orgánicas.
Al detener el proceso de tratamiento de agua, los equipos se despresurizan e
incluso puede ocurrir un contraflujo (por ejemplo, al apagar la bomba que hace
fluir el agua desde una cisterna que se encuentra en un nivel más bajo). Al ocurrir
esto, pueden ingresar microorganismos al interior. Lo pueden hacer desde las
tomas de salida, las válvulas de muestreo o desde cualquier gotera. Si estos
microorganismos llegan al carbón, se fijan en sus grietas y se alimentan de la
materia orgánica adsorbida.
Al arrancar el proceso nuevamente, el cloro libre no incide en ellos y se
empiezan a reproducir y a formar una biomasa que el agua termina por arrastrar.
El agua empieza a salir del equipo con un conteo bacteriano. Cuando el agua que
sale del equipo pasa por una etapa de desinfección con UV u ozono, los análisis
bacteriológicos posteriores no mostrarán actividad bacteriana, pero llegará el
momento en el que el agua presenta olor a anaerobiosis; es el olor típico a
drenaje.
Es por esto que en un tren de tratamiento de agua destinada al consumo humano,
debe incluirse en el protocolo de control de calidad, análisis bacteriológicos del
efluente del equipo con CAG. Cuando dichos análisis no cumplan con las normas
de potabilidad, es necesario sanitizar la cama de carbón.

¿En qué consiste la sanitización del carbón activado?


Consiste en destruir los microorganismos que se encuentran en él, con la mayor
eficacia posible. Aún en caso de que se logre la eliminación total de ellos, la
cama volverá a infectarse tarde o temprano. La ausencia de goteras, las colas de
cochino en los puntos de muestreo, la lejanía de las tomas de agua tratada
respecto al equipo con CAG, válvulas bien cerradas y sin fugas, así como las
barreras microbiológicas (como UV) disminuyen la frecuencia con la que será
necesario sanitizar.

¿Se puede sanitizar el carbón de los purificadores de


agua caseros?
En los que no es práctica la aplicación de ninguno de los métodos anteriores
(como en los purificadores de agua caseros), se utiliza el CAG impregnado con
plata, que es bacteriostático. Este no se recomienda en procesos industriales
porque es más costoso que un carbón estándar, y la plata se pierde mucho antes
de que se agote la capacidad del CAG. Hay que recordar que el carbón de un
purificador casero opera unos cuantos minutos al día, mientras que el de un
proceso industrial opera durante horas. Por lo tanto, en el caso de procesos
industriales, lo indicado es sanitizar adecuadamente.
No se puede lograr una sanitización efectiva de un CAG por medio de oxidantes
como cloro, ozono o peróxido de hidrógeno. El CAG los destruye con rapidez y
no alcanzan todos los puntos de la cama. Por lo tanto, parte de los
microorganismos quedan activos.
Un compuesto apropiado para sanitizar camas de CAG es el dióxido de cloro.
6 pasos del procedimiento para sanitizar el
carbón activado con dióxido de cloro:
1. Calcular el volumen de solución requerida.
Este es el necesario para asegurar que se inunda completamente la cama de
carbón activado granular (CAG). Las camas de CAG suelen tener una porosidad
de alrededor del 40%. Es decir, el 40% del volumen de la cama es espacio vacío
(formado por el espacio entre las partículas de carbón y por el espacio que hay
dentro de los poros).  El 60% del espacio restante está ocupado por el sólido.
Ejemplo de cálculo: el volumen del equipo que contiene el CAG es de 1800 L; la
mitad del mismo está ocupado por una cama de CAG, y se desea inundar la
totalidad del recipiente con la solución de dióxido de cloro. Calcular el volumen
de solución requerido:
Espacio vacío en la cama de CAG:              1800 L x 0.5 x 0.4 =  360 L
Espacio vacío sobre la cama de CAG:                1800 L  x 0.5  =  900 L
———————————————————————————————–
Volumen de solución requerido para inundar todo el recipiente: 1260 L

2. Preparación de la solución sanitizante.


En un tanque a parte, preparar la solución sanitizante con una concentración de
35 mg/L de dióxido de cloro. Para ello, agregar 3 ml de solución comercial de
dióxido de cloro al 10% por cada 10 litros de agua. Agitar bien para que la
solución quede homogénea.

3. Retrolavar la cama de carbón activado.


Con el objeto de descompactar la cama. Es importante que se logre la expansión
de la misma, para que la solución de dióxido de cloro tenga acceso a toda ella.

4. Inundar el carbón activado con la solución


sanitizante.
Hacer fluir la solución sanitizante hacia el interior del recipiente que se va a
sanitizar, de manera que quede totalmente inundado con ella.
5.- Dejar reposar durante 8 horas.
Como mínimo es el tiempo que recomendamos para hacer efecto en las bacterias
que la cama de carbón activado, el máximo de tiempo son 24 horas.

6.- Retrolavar y enjuagar


Hasta que un análisis de cloro libre resulte negativo.

¿Para qué sirve el carbón activado?


Como vimos en el post de ¿Qué es el carbón activado? este material adsorbe en
su superficie materia orgánica de cierto peso molecular, por lo que su uso es muy
variado.

Algunas de las aplicaciones más comunes del


carbón activo son:
 Remoción de impurezas que le dan color, olor y sabor al agua potable
 Destrucción del cloro, ozono y otros oxidantes del agua potable.
 Proceso de descafeinado del café
 Decoloración de azúcar (azucar refinada), mieles, caramelos…
 Decoloración de licores, jugos, vinagres…
 Purificante de bebidas destiladas (tequila, mezcal..) para eliminar ciertas
moléculas indeseables en un perfil organoleptico.
 Tratamiento de agua en procesos industriales.
 Tratamiento terciario de aguas residuales
 Purificación de aire y gases industriales
 Respiradores de cartucho (Mascarillas para gases)
 Eliminación de olores en lugares cerrados: cocinas, bodegas,
refrigeradores, etc
 Purificación de aire comprimido (tanques de buceo y hospitales)
 Tratamiento contra intoxicaciones agudas
 Tratamiento de llagas, quemaduras, o heridas, con apósitos de carbón
activado impregnado con plata
 Recuperación de oro, plata y otros metales
 Preparación de alimentos.
 Purificante en el proceso de fabricación de medicamentos.

¿Cómo funciona el carbón activado


bacteriostático?
Una de las principales aplicaciones del carbón activado granular es la
potabilización de agua. Su función es la retención de contaminantes orgánicos y
la eliminación, por reacción química, del cloro libre residual que permanece en el
agua después de la etapa de desinfección.
La eliminación del cloro libre se lleva a cabo en los primeros centímetros de la
cama de carbón, por lo que en el resto de ésta, ya no existe protección contra el
desarrollo bacteriano. Tarde o temprano, pueden incidir bacterias que provienen
de un influente mal desinfectado, o de algún punto de la tubería del efluente.
Esto sucede, principalmente cuando no circula el agua, mientras el equipo está
fuera de servicio. Las bacterias se reproducen, y convierten la cama de carbón en
un foco de contaminación.
Con el objeto de inhibir el desarrollo bacteriano, se impregna la superficie del
carbón con plata metálica. Al carbón resultante se le denomina bacteriostático.

Efectos de la plata en la salud humana.


La plata tiene efectos negativos en el hombre, únicamente en muy altas dosis. En
casos de ingestión crónica de este metal (dosis de ingestión promedio diarias de
0.14 g por Kg. de peso corporal, durante 70 años) puede provocar argiria, que
consiste en una coloración, irreversible, azul grisácea de la piel. Este efecto no
altera ningún órgano funcional, y por lo tanto se considera como un defecto
cosmético.
No se han encontrado efectos mutagénicos o carcinogénicos, y por lo tanto, la
plata no se ha clasificado como carcinógeno.
Originalmente, la Organización Mundial de la Salud recomendó que el agua
potable no contuviera
más de 0.05 partes por millón de este elemento. La legislación de diversos países,
en materia de salud, fijó este valor como el máximo permisible para el agua
potable. Actualmente, debido a las evidencias de su relativa inocuidad, los límites
máximos permisibles se han hecho más laxos, y por ejemplo, en los Estados
Unidos y en México, dicho valor es de 0.1 mg/litro.
Con el objeto de cumplir con las normas de agua potable, es importante que la
plata impregnada en carbón activado se encuentre suficientemente bien ligada a
éste, para evitar su desprendimiento hacia el agua. Dicho desprendimiento,
además de provocar el incumplimiento de la norma, significa que el carbón
perderá su protección bacteriostática en menor tiempo.

Métodos de impregnación con plata en el


carbón activado.
No todos los métodos de impregnación de plata en carbón activado logran una
buena fijación de este metal. Básicamente se conocen tres métodos: el de plata
coloidal, el químico y el electroquímico.
El método de plata coloidal, consiste en preparar una solución en la que la plata
se encuentra como un coloide. Un coloide es un estado físico que se encuentra en
el límite entre un sólido suspendido y uno disuelto. La solución de plata coloidal
tiene la apariencia de una pintura plateada. Con ésta se baña el carbón activado,
de manera que la plata se aplica como una capa de pintura. Desafortunadamente,
la plata no queda suficientemente fija, y por lo tanto se desprende con facilidad
hacia el agua.
Por lo anterior, en los Estados Unidos se ha declarado inaceptable el método de
impregnación con plata coloidal.
El método de impregnación química, consiste en una reacción entre plata iónica
disuelta en una solución acuosa, y carbón sometido a una pre-oxidación. Es una
reacción de reducción a alta temperatura, en la que la plata se liga químicamente
con el carbón.
Con el método de impregnación química se logra una buena fijación, por lo que
está permitido tanto en los Estados Unidos como en Europa y Japón. Sin
embargo, siempre existe una pequeña proporción de plata que se desprende hacia
el agua tratada. Por lo tanto, el carbón permanece como bacteriostático durante
un período de tiempo relativamente corto. Finalmente, el método electroquímico,
consiste en la depositación de la plata en la superficie del carbón por medio de
una corriente eléctrica que provoca la reducción de la plata. Este método logra
una
mucho mejor fijación metal-carbón, por lo que se considera el método más
aceptable.

Método de prueba:
1. Se utilizó agua de ósmosis inversa.
2. La prueba se realizó en una columna de 5 cm. de diámetro. La cama de
carbón tuvo una altura de 20 cm. El volumen de la cama fue de 0.393 dm3, y
la cantidad de carbón fue de 216 gramos. El flujo de agua fue de 1.57
litros/min.
3. El carbón utilizado fue BIOSTAT 20×50, impregnado con 0.1 % de plata
metálica

Diferencia entre un agente bactericida y uno


bacteriostático.
Un agente bactericida es aquel que se aplica en un fluido con el objeto de
aniquilar las bacterias contenidas en el mismo. Ejemplos de agentes bactericidas
para la potabilización de agua son el cloro, el yodo, el ozono, el dióxido de cloro,
las cloraminas y los iones de plata. Estos últimos se dosifican por electrólisis, a
partir de un ánodo de plata, en el que una corriente eléctrica provoca la oxidación
del metal, el cuál se desprende hacia el agua en su estado iónico (Ag+).
Por el contrario, un agente bacteriostático no se dosifica hacia el fluido, sino que
queda fijo en el sólido. Por lo tanto, el carbón impregnado con plata, es
bacteriostático pero no es bactericida. Es decir, cumple la función de inhibir el
desarrollo bacteriano en su superficie, pero no garantiza la aniquilación de
microorganismos en caso de que éstos sean acarreados por el agua en
concentraciones relativamente altas.

Método para el análisis cuantitativo del


contenido de plata impregnada en el carbón
activado.
Para lograr un buen análisis es necesario una doble extracción: en primer lugar,
con una solución de ácido nítrico, a reflujo. En segundo lugar, con solución de
hidróxido de amonio, también a reflujo.

Eliminar cloro con carbón activado granular


(Decloración).
Una de las principales aplicaciones del carbón activado es la decloración, o
eliminación de cloro libre del agua.
Dicho compuesto no procede de las fuentes naturales de abastecimiento, tales
como pozos, ríos o lagos. Tampoco es un contaminante, sino que es un químico
que se agrega al agua, principalmente como desinfectante, y en ocasiones para
controlar olor y sabor, controlar el crecimiento biológico o eliminar amoniaco.
La decloración consiste en un mecanismo complicado que puede seguir distintos
caminos de reacción en los que el CA puede intervenir como reactivo o como
catalizador. El cloro libre puede adicionarse al agua en forma de cloro líquido,
solución de hipoclorito de sodio, o tabletas o gránulos de hipoclorito de calcio.
En cualquiera de estos casos, el resultado es el mismo, quedando el cloro disuelto
en forma de ácido hipocloroso (HOCl), un ácido débil que tiende a disociarse
parcialmente, como sigue:
HOCl         H  OCl
+ –

Las distribución entre ácido hipocloroso y ion hipoclorito (OCl ) depende del pH

y de la concentración de estas especies. Ambas formas moleculares se les define


como cloro libre. Las dos son fuertes oxidantes que al ser adicionados al agua
empiezan por reaccionar de manera casi inmediata con impurezas orgánicas e
inorgánicas y susceptibles de oxidarse. El cloro que reacciona en esta etapa deja
de ser libre y pasa a ser combinado. El restante, requiere de algún tiempo, que
puede ir de unos cuantos segundos a varias decenas de minutos, según su
concentración, para ejercer un efecto biocida en los microorganismos. Se cree
que la toxicidad del cloro libre radica en la reacción de éste con el sistema
enzimático de las células.
El cloro que interviene en esta etapa de desinfección, también se combina y deja
de ser libre. Una vez terminada esta etapa, es necesario eliminar el cloro libre
residual, no sólo porque es tóxico para el ser humano, sino porque imparte un
mal sabor y olor al agua, interfiere con procesos industriales, daña a la mayoría
de las resinas de intercambio iónico utilizadas en los suavizadores y en los
desmineralizadores, y afecta a las membranas de ósmosis inversa.
Aunque se han desarrollado varios procesos para disminuir los niveles de cloro
libre en agua, la decloración en un lecho fijo de carbón activado granular (CAG)
ha sido el más rentable, y por lo tanto el más común. Se trata de un tanque
cilíndrico vertical con una cama de CAG por la que se hace circular el agua.
Cuando el carbón se expone al cloro libre, se llevan a cabo reacciones en las que
el HOCl o el OCl  se reducen a Ion cloruro (Cl  ). Dicha reducción es el resultado
– –

de distintos caminos de reacción posibles. En dos de los más comunes, el CAG


actúa como un agente reductor, de acuerdo con las siguientes reacciones:
HOCl + C*    C*O + H  Cl + –

2 HOCl + C*   C*O  + 2 H + 2 Cl
2

en donde C* representa al carbón activado. C*O y C*O  son óxidos superficiales,
2

que poco a poco van ocupando espacios, que al quedar bloqueados, ya no


participan en la reacción. Algunos de estos óxidos se liberan hacia la solución.
Esto vuelve a dejar espacios disponibles que por lo tanto aumentan la capacidad
del CAG para esta reacción de reducción. En cuanto al Cl , también se acumula

en la superficie del carbón durante los primeros momentos de operación. Al


seguir llegando HOCl o OCl  a la superficie del carbón, la reacción se  hace un

poco más lenta, y entonces se empieza a liberar el Cl . Esta disminución de


velocidad se debe a la ocupación de espacios por los óxidos superficiales. Dicha


ocupación continúa de manera gradual, mientras disminuye la capacidad, tanto de
adsorción como de decloración del CA.
En las reacciones anteriores, puede intervenir el OCl  , en lugar del HOCl, con la

diferencia de que no se produce H . Puede observarse que el carbón activado


+

reacciona y por lo tanto desaparece. Si no hubiera acumulación de óxidos


superficiales, la reacción continuaría hasta la desaparición completa del carbón.
Otro camino de reacción, en el que el carbón actúa solamente como catalizador,
es el siguiente:
3 HOCl  C   HClO  + 2 H  + 2 Cl
3 + –

Éste se favorece cuando un porcentaje importante de la superficie del CAG ya


está saturada. Por otro lado, existen muchas otras posibles reacciones, algunas de
las cuáles se llevan a cabo entre el cloro libre y los óxidos superficiales que
estaban presentes en el carbón desde antes de su aplicación. Cada una de ellas
puede formar otros grupos más complejos, con la subsecuente liberación de H  y +

Cl  . Un ejemplo de éstas es:


C*OH + OCl          C*OO  + H  + Cl


– – + –

Con todo lo anterior, se observa que la decloración es una operación compleja, en


la que el CAG actúa como quimiadsorbente. Se han desarrollados varias
expresiones matemáticas que intentan describir la decloración en camas de
carbón, pero ninguna de ellas ha sido suficientemente precisa.
Hay que aclarar que al mismo tiempo que el CAG actúa como declorador,
adsorbe la materia orgánica presente en el agua. Por lo tanto, a mayor
contaminación orgánica, disminuye su tiempo de vida como declorador, y
viceversa. También hay que mencionar que aún cuando el carbón siga
eliminando todo el cloro libre, puede ya no estar reteniendo materia orgánica. Es
decir, termina antes su capacidad de adsorción física de moléculas orgánicas que
su capacidad para declorar. Muchas empresas potabilizadoras cuya agua contiene
algunos contaminantes orgánicos, erróneamente deciden cambiar el carbón hasta
que encuentran trazas de cloro libre en el efluente del declorador.
En las plantas de tratamiento de agua proveniente de pozo, el agua se clora a un
concentración de entre 1 y 6 mg/l como cloro libre. Después del declorador, la
máxima permisible suele ser menor a 0.1 mg/l. La capacidad mínima esperada
para un CAG en los casos más difíciles de decloración es decir, en aquellos 3 en
los que existe materia orgánica presente en el agua es de 400 m de agua tratada
por kilogramo de carbón.

Condiciones que afectan la decloración.


1. Al disminuir el tamaño de partícula del CAG, aumenta considerablemente
la velocidad de difusión, y por lo tanto la velocidad de decloración. Como
consecuencia, aumenta el tiempo de vida útil. El uso del menor tamaño de
partícula posible, es la manera más sencilla y eficaz de lograr el mayor
aprovechamiento del CAG.
2. El pH del influente controla la forma del cloro libre en el agua. Cuando su
valor es de 7.6, la mitad del cloro libre está presente como HOCl y la otra
mitad como OCl  . La reacción del HOCl con el carbón activado es mucho

más rápida que la del OCl  . Aun pH de 4, casi todo es HOCl y a un pH de


10, casi todo es OCl  . Por lo tanto, mientras menor es el pH, la reacción es

más rápida, y el resultado es un mayor tiempo de operación antes de detectar


cloro libre en el efluente
3. La velocidad de decloración aumenta al aumentar la temperatura, debido a
que la viscosidad del agua disminuye, haciendo más rápida la difusión del
cloro libre hacia la superficie del CAG. Como resultado, también se alarga la
vida útil del carbón.
4. Al aumentar la concentración de cloro libre en el influente, se satura el
CAG en menor tiempo.
5. Independientemente del valor que puedan tener las distintas condiciones
anteriores, el CAG tiene una alta capacidad de decloración en relación con la
de adsorción de contaminantes orgánicos. Por lo tanto, para el caso de los
decloradores no se justifica la operación en múltiples columnas en serie, y la
optimización debe concentrarse en la búsqueda de las condiciones de
operación más apropiadas para un solo equipo.

¿Cómo funciona el carbón activado en el


tratamiento de intoxicaciones?
Razones por las que el carbón activado adsorbe moléculas, principalmente de
tipo orgánico. Existen en la naturaleza muy diversas formas de carbón puro.
Algunos ejemplos son el diamante, el grafito, el negro de  humo, los carbones
minerales o el simple carbón que se utiliza para asar carne. La diferencia entre
cada uno de ellos está en la estructura que forman sus átomos de carbono.
Una de las principales características de todas las formas de carbón es su avidez
por retener moléculas de líquidos, gases o vapores. A este fenómeno se le llama
adsorción: el sólido, que en este caso es el carbón, es el adsorbente, y la molécula
retenida es el adsorbato.

La adsorción del carbón activado.


La adsorción en el carbón se debe a un desequilibrio de fuerzas que se genera en
toda superficie formada por átomos de carbono. Este desequilibrio se debe a que
los átomos de carbono tienden a formar sus cuatro enlaces perfectamente
distribuidos en las tres coordenadas en el espacio. Ya que esto no sucede en los
átomos de carbono que forman parte de la superficie sólida, éstos tienden a
formar enlaces del tipo de Van der Waals, con las moléculas del fluido
adyacente. De manera más específica, los enlaces entre el carbón y el adsorbato
se llaman Fuerzas de London, que son las más comunes entre las seis fuerzas de
Van der Waals que existen en la naturaleza.
Buscando aprovechar la propiedad adsorbente del carbón, el hombre ha
encontrado la manera de producir carbones porosos con una enorme área
superficial. Ya que la capacidad de adsorción depende de la superficie del sólido,
al activar un carbón, aumenta su capacidad de adsorción.
A manera de comparación, un carbón de leña o un carbón mineral, tienen un área
superficial de alrededor de 10 m2 por gramo; por otro lado, un carbón activado
tiene un área superior a 500 m2 por gramo.
Como se mencionó anteriormente, el carbón tiende a atrapar todo tipo de
moléculas. Sin embargo, presenta cierta selectividad ya que prefiere:
a) A las menos polares.
b) A las de mayor peso molecular.
c) A las menos solubles en agua.
e) A las de moléculas más ramificadas.
Por lo tanto, si el carbón se encuentra con una mezcla de moléculas, preferirá a
aquellas que mejor cumplan con las características anteriores. Las moléculas
orgánicas generalmente cumplen mejor que las inorgánicas con estas
características. Por lo tanto, se considera que el carbón, activado o no, es un
ADSORBENTE CASI UNIVERSAL DE MOLÉCULAS ORGÁNICAS. Un
carbón activado adsorbe eficazmente moléculas cuyo peso molecular sea mayor
que 55.
Lo anterior no significa que el carbón no adsorba sustancias inorgánicas. De
hecho, el carbón adsorbe bien sustancias inorgánicas que no se disocian en medio
acuoso. Esto se debe a que son las menos polares y las que, al no estar presentes
como electrolitos cargados, son susceptibles de ligarse al carbón por medio de
fuerzas de Van der Waals.
El proceso de adsorción es la razón por la que un pedazo de carbón de leña
elimina los olores que desprenden los alimentos dentro de un refrigerador.
También es la razón por la que, en la antigüedad, se colocaban pedazos de carbón
en los barriles en los que almacenaban el agua potable, con el objeto de
mantenerla libre del sabor que le impartía la madera. Y también es la razón por la
que los campesinos ingieren tortilla carbonizada cuando se enferman del
estómago (el carbón evita que el alimento en exceso o que el alimento intoxicado
siga adsorbiéndose).
El carbón activado es un medio de purificación mucho más eficaz que un carbón
sin activar. La capacidad de adsorción de un carbón activado está entre un 20 y
un 90 por ciento de su propio peso. Es decir, 100 gramos de carbón activado
retendrán entre 20 y 90 gramos de adsorbatos.

El origen de la materia prima del carbón activado.


El carbón activado puede producirse a partir de cualquier material de origen
vegetal o animal: madera, conchas de coco, bagazo de caña, carne, olotes, sangre,
entre miles. También puede producirse a partir de carbones minerales, puesto que
estos provienen a su vez de árboles y plantas.
Existen dos métodos de activación: el térmico y el químico. En el primero, se
logra la formación de los poros o sometiendo el material previamente
carbonizado a una temperatura cercana a los 1000 C y en una atmósfera saturada
de  vapor de agua.
En el método químico, se inunda la materia prima en una solución de un
compuesto deshidratante, tal como el cloruro de zinc o el ácido fosfórico. La
deshidratación provoca que se separen entre sí las cadenas moleculares.
Posteriormente se calcina el material deshidratado a una temperatura
relativamente baja, obteniéndose así un carbón que ya es poroso. Como último
paso en este método, se requiere lavar el carbón para eliminar el compuesto
químico activante; de esta manera, por un lado se recupera el químico, y por otra,
se purifica el carbón dentro de lo posible.
El carbón activado en el tratamiento de intoxicaciones Cuando una persona se
intoxica debido a la ingestión de algún producto orgánico, el carbón activado
puede salvarle la vida. Sin embargo, no cualquier carbón activado es el más
eficaz para esta aplicación.
El carbón debe cumplir con lo siguiente:
a) Ser microporoso
b) Ser, de preferencia, de origen vegetal
c) Ser, de preferencia, activado térmicamente

En cuanto a necesidad de que sea microporoso, se debe a que las moléculas


tóxicas que se absorben en el cuerpo tienen un diámetro molecular menor a 2
nanómetros. En cambio, las moléculas no dañinas como las proteínas y la
mayoría de las grasas suelen ser de mayor tamaño. Por lo tanto, si se utiliza un
carbón de poro mayor, adsorberá estas moléculas no dañinas.
El carbón de concha de coco es el más microporoso de entre los que se
encuentran en el mercado más del 95% de sus poros tienen un diámetro menor a
2 nm, y por lo tanto, es el que mejor cumple con la condición de microporosidad.
En cuanto al origen vegetal, es una recomendación que se debe a que la materia
prima no contiene contaminantes dañinos. Deben evitarse los carbones de origen
mineral, ya que la mayoría de ellos contienen metales pesados, sulfuros y otros
elementos peligrosos que se pueden disolver en los jugos gástricos.

El método de activación del carbón activado.


La activación térmica se prefiere, ya que en la activación química siempre
quedan restos del químico en el carbón resultante. En la actualidad, los
principales químicos utilizados son el cloruro de zinc y el ácido fosfórico. El
primero está formado por zinc que es un metal tóxico en bajas dosis; el segundo,
proviene de la roca fosfórica que es un mineral y que como tal, contiene una gran
gama de impurezas.
¿Cómo es que el carbón activado actúa en el
envenenamiento o intoxicación del cuerpo?
Con el objeto de dar una guía a los usuarios de carbón activado, como método de
desintoxicación, las farmacopeas de distintos países, entre ellas la mexicana, han
emitido especificaciones técnicas que debe cumplir el carbón.
El carbón activado puede tener diversas presentaciones, como son gránulos,
pelets o polvo. Para su aplicación en pacientes con intoxicación grave, el carbón
debe ser un polvo menor a la malla 200 es decir, menor a 74 micras. Esto se debe
a que mientras menores son las partículas del carbón, éste actúa con mayor
rapidez, y por lo tanto se aumentan las posibilidades de éxito del tratamiento. El
aumento de la rapidez en la adsorción se debe a que se disminuye la longitud de
los poros, mismos que se van llenando por un efecto de capilaridad.
El efecto de aumento de la velocidad de adsorción al disminuir el tamaño de
partícula del carbón, es inversamente proporcional al cuadrado del tamaño de
partícula del mismo. Es decir:
v                D2
———- = ——–
V                 d2
En donde:
v = velocidad de adsorción del carbón activado de tamaño de partícula menor
V = velocidad de adsorción del carbón activado de tamaño de partícula mayor
d = diámetro promedio del carbón activado de tamaño de partícula menor
D = diámetro promedio del carbón activado de tamaño de partícula mayor
A manera de ejemplo, un carbón activado entre las mallas 200 y 325 (diámetro
promedio de 0.059 mm) adsorbe 3.57 veces más rápido que uno entre las mallas
100 y 200 (diámetro promedio de 0.1115 mm).
Por otro lado, el carbón en polvo es el indicado para fluir con facilidad en una
suspensión a lo largo de las mangueras por las que se administra cuando se intuba
a la persona.
La dosis de carbón activado recomendada para un paciente con intoxicación
aguda es de un gramo por kilogramo de peso corporal. Si esta dosis no logra una
disminución aceptable de los niveles séricos del tóxico o de los signos y
síntomas, debe repetirse cada cuatro horas, y hasta un máximo de 36 horas.
Con el objeto de evitar constipación intestinal, es importante administrar junto
con la primera dosis de carbón, un catártico de sulfato de sodio o de magnesio, en
una dosis de 0.25 g de esta sal por Kg. de peso corporal. En caso de multidosis de
carbón, hay que repetir la dosis del catártico cada 12 horas.
Existe literatura, laboratorios y médicos que recomiendan y utilizan sorbitol o
manitol como catárticos. Sin embargo, la experiencia ha mostrado que con éstos
existe un mayor riesgo de hipernatremia (deshidratación).
La efectividad del carbón a lo largo de mucho más tiempo de aquel en el que se
encuentra presente el tóxico en el tracto gastrointestinal, se debe a que retiene
metabolitos de aquellos tóxicos que siguen ciclo entero-hepático y que, poco a
poco, y durante muchas horas, llegan al duodeno (intestino delgado) en el flujo
biliar. Asimismo, el carbón lleva a cabo una diálisis intestinal al provocar
circulación entero-entérica de los tóxicos que circulan en la sangre y que pasan
por las vellosidades intestinales hacia el carbón.
El carbón no causa efectos bioquímicos colaterales, ya que es un material
insoluble, no reactivo, inerte y no absorbible en el organismo. Hasta el momento,
no existen reportes que indiquen una dosis, más allá de la cuál, el carbón sea
causa de problemas graves de irritación gastrointestinal o de constipación aguda,
mientras se administre el catártico de manera adecuada.
El carbón activado ha sido ampliamente utilizado en el tratamiento de pacientes
intoxicados. Existe una gran cantidad de referencias al respecto (consultar las
referencias listadas al final de este documento). En los Estados Unidos de
Norteamérica, una suspensión de carbón activado forma parte del botiquín de
todo paramédico. El carbón activado está indicado aún en casos de pacientes
comatosos a quienes, por razones obvias, se les administra por medio de sonda
nasogástrica. En casos de convulsiones o de bloqueo del tracto gastrointestinal,
hay que resolver dicho problema y proceder con la administración del carbón.
Al administrar carbón, hay que tomar las debidas precauciones para evitar
broncoaspiración ya que, en el 10% de los casos, se induce el vómito
involuntariamente.
El carbón activado se contraindica en caso de intoxicación con solventes
orgánicos alifáticos (entre estos se encuentran los solventes orgánicos que
normalmente utiliza la sociedad, fuera de las empresas), no porque no los
adsorba, sino porque éstos se absorben muy poco en el tracto gastrointestinal,
resultando así, poco tóxicos. En cambio, si se presenta vómito, la
broncoaspiración sería causa de una lesión que puede ser grave o fatal.
Es obvio que también se contraindica la administración de carbón activado en
casos de ingestión de sustancias corrosivas (ácido muriático, líquido de baterías)
y cáusticas (sosa, amoniaco). No sólo por el hecho de que son sustancias poco
adsorbibles (inorgánicas, iónicas en medio acuoso y de bajo peso molecular),
sino porque el carbón dificultaría la endoscopía y la limpieza en la intervención
post-traumática.C Agosto 2007 Carbotecnia S.A. De C.V.

Otras aplicaciones del carbón en el área médica y


farmacéutica
En el caso de intoxicaciones leves, y de otros problemas gastrointestinales, tales
como indigestión, flatulencia y meteorismo, se administran pequeñas cantidades
de carbón en cápsulas o en forma de comprimidos. Aunque no existen estudios
serios que los justifiquen, también se indican estos productos para el caso de
infecciones bacterianas o virales, ya que el carbón adsorbe microorganismos, los
arrastra y expulsa del tracto intestinal.Otra aplicación del carbón consiste en
apósitos que se aplican directamente sobre la piel en caso de mordedura o piquete
de animales ponzoñosos (incluyendo abejas y avispas) o en caso de irritación
dérmica causada por plantas.
Para esto se prepara una mezcla de carbón en polvo con agua. El agua desempeña
el vehículo por el que circula el tóxico hacia el carbón. El único riesgo que existe
consiste en que el carbón puede tatuar la piel. Para evitar esto, se coloca un
lienzo de un tejido suficientemente cerrado, entre la piel y el apósito.

Método de aplicación en casos de intoxicación aguda.


La intoxicación aguda es uno de los casos que se presentan en las salas de
urgencias de los hospitales. Esta puede causar la muerte, que en muchos casos
corresponde a niños que ingieren accidentalmente una cantidad excesiva de
alguno de los medicamentos que típicamente tiene cualquier familia en su
botiquín.
Existen otras causas de intoxicación. Algunos ejemplos son: sobredosis de alguna
droga; ingestión de plaguicidas, solventes, hongos venenosos o de ciertas plantas
ornamentales.
El carbón activado tiene la propiedad de adsorber moléculas orgánicas, entre las
que se incluyen las que forman los compuestos tóxicos mencionados.
Los compuestos tóxicos que ingresan al cuerpo por la vía oral, y que son
absorbidos en el estómago y en los intestinos, pueden seguir diversos
mecanismos antes de dañar a las células de órganos y tejidos.
Entre estos mecanismos están:
a) Los compuestos lipofílicos tenderán a depositarse en los tejidos grasos.
b) Los compuestos hidrofílicos permanecerán en la sangre, hasta que lleguen a
una célula en la que puedan metabolizarse dañando así a la célula.
c) Los compuestos que sufren de ciclo enterohepático, se biotransforman en el
hígado, para formar metabolitos activos que son transportados por la bilis hacia
el intestino delgado.
Al llegar ahí, son reabsorbidos y transportados por la sangre hacia las células que
dañarán.
En los tres casos anteriores, el tóxico requiere de cierto tiempo para llegar a la
célula a la que dañará. Mientras mayor es la cantidad del tóxico, mayor será el
tiempo que tardarán en metabolizarse aquellas moléculas que están en exceso,
respecto a la capacidad de metabólisis del cuerpo. Y dicho tiempo, que suele ser
de varias horas, permitirá que el carbón activado realice una depuración que
aumente las posibilidades de que el paciente sea sanado.
En el tratamiento de un paciente con intoxicación aguda, el objetivo es
administrar carbón activado en polvo, en la cantidad y con la frecuencia que
permita formar un flujo continuo de carbón a lo largo del tracto intestinal. En la
luz intestinal, el carbón ejercerá una atracción sobre los compuestos orgánicos
que circulan en la sangre. Estos compuestos pasarán a través de las membranas,
desde la sangre hacia el carbón.
Al disminuir la concentración de compuestos lipofílicos en la sangre, de acuerdo
con las leyes de la termodinámica, se generará un potencial que hará que los
compuestos tóxicos depositados en los tejidos grasos, pasen al torrente
sanguíneo. Yde nueva cuenta, dichos compuestos serán atraídos y adsorbidos por
el carbón activado.
En cuanto a los compuestos que sufren ciclo enterohepático, cuando éstos llegan
al duodeno, transportados desde el hígado por medio de la bilis, el carbón
activado los adsorbe e impide su reabsorción.
Todo este proceso de depuración que realiza el carbón es una diálisis intestinal.
Es importante señalar que el tratamiento con carbón activado, de ninguna manera
sustituye las medidas generales de sostén y sintomática que se deben llevar a
cabo simultáneamente.
También debe señalarse que el carbón activado no sólo es indicado para
intoxicaciones por vía oral. De acuerdo con la explicación que se ha hecho acerca
del mecanismo por medio del cual actúa, puede preverse que provocará diálisis
intestinal aún cuando la intoxicación proceda de absorción parenteral (inyección,
picadura o mordedura de un insecto). De hecho, el carbón activado está
indicando para el caso de picaduras y mordeduras, aunque en dicho caso, el
problema suele radicar en que, la rapidez con la que el veneno afecta al paciente,
hace necesario un antídoto específico.

Tratamiento y dosis
El tratamiento está indicado para intoxicaciones por: compuestos orgánicos cuyo
peso molecular sea mayor a 55, y que hayan ingresado al cuerpo por vía oral o
parenteral.
1. En caso de convulsiones o de un bloqueo del tracto intestinal, hay que resolver
el problema y proceder con el tratamiento.
2. Se prepara una suspensión de carbón activado. La dosis de carbón debe ser de
1 g por Kg de peso corporal del paciente.
3. Se intuba al paciente con sonda nasogástrica, asegurándose que ésta llegue al
estómago y no a los pulmones, y se procede a administrar la suspensión. Hay que
estar atento para evitar broncoaspiración en caso de vómito. El procedimiento se
repite cada cuatro horas durante un periodo de entre 24 y 36 horas. El tratamiento
se da por terminado, cuando la sintomatología se ha resuelto, o mejor aún,
cuando los niveles de concentración del tóxico en la sangre, hayan disminuido y
alcanzado un nivel considerado como no dañino.
4. Debe administrarse un catártico salino al inicio, a la mitad y al final del
tratamiento. El catártico se prepara con sulfato de sodio o de magnesio en una
cantidad de 0.25 g por Kg de peso corporal. El objetivo de éste es el mantener
una peristalsis adecuada y evitar constipación acentuada. Algunos autores han
recomendado la mezcla de carbón activado con soluciones hiperosmolares
(sorbitol o manitol) como catárticos. Sin embargo, la catarsis acentuada que
resulta de esta mezcla, ha dado lugar a hipernatremia (deshidratación grave),
motivo por el cual esta práctica no es recomendable.
Como puede observarse, la ejecución del método anterior es sencilla, segura, no
invasiva, de bajo costo y sólo excepcionalmente causa efectos secundarios
indeseables. Existen variaciones en el método, sin embargo, todas ellas coinciden
en los principios básicos.
El tratamiento NO está indicado para intoxicaciones por:
 Agentes corrosivos, como ácidos fuertes (clorhídrico, sulfúrico, nítrico) o
álcalis (sosa). El carbón no adsorbe preferencialmente a estos compuestos,
debido a su polaridad y a su bajo peso molecular. Por otro lado, al ser
ingeridos, provocan quemaduras y perforaciones en el esófago y el
estómago, y el carbón activado sólo complicaría el problema y dificultaría la
evaluación endoscópica.
 Derivados del petróleo (diesel, aceites, keroseno, gasolina, petróleo
diáfano, etc.). Aunque el carbón los adsorbe, estos compuestos no causan
daños importantes y es mejor no tomar en el riesgo de provocar vómito con
la administración del carbón (ocurre en el 10% de los casos), ya que puede
ocurrir la broncoaspiración que sí tendría efectos dañinos importantes.
 Compuestos orgánicos cuyo peso molecular es menor a 55 (metanol,
etanol, formaldehído, acroleína, etc.), ya que el carbón no los adsorbe con
eficacia.
 Compuestos que ionizan en solución acuosa, tales como la mayoría de los
metales, y los compuestos inorgánicos en general.

¿Qué moléculas adsorbe el carbón activado en


los alimentos?
El carbón activado adsorbe casi cualquier molécula que esté a su alrededor y que
quepa dentro de sus poros, aunque prefiere a las más covalentes y a las menos
volátiles. Las moléculas más covalentes son las menos iónicas y menos polares.
La moléculas menos volátiles suelen ser de mayor peso molecular. De hecho,
cuando abrimos un saco con carbón activado, ya se encuentra saturado con
oxígeno del aire.
No obstante, la adsorción con la que atrapa moléculas el carbón activado suele
ser reversible. Al aplicarlo, dejará ir al oxígeno, que, aunque es muy covalente, es
muy volátil, y retendrá otras moléculas de menor volatilidad.
De lo anterior, cuando un carbón activado forma parte de un alimento (Comida
Negra), ya se encuentra saturado con moléculas que conforman dicho alimento.
Al ingerirlo, durante su paso por el tracto gastrointestinal, si el carbón encuentra
moléculas por las que presenta mayor afinidad, dejará libres a las que tiene
adsorbidas, y adsorberá a las más afines.  Si el carbón se produjo a partir de una
madera blanda, como es el pino, y se activó con ácido fosfórico, tendrá un
porcentaje importante de poros grandes y adsorberá una cantidad considerable de
moléculas grandes, como son las proteínas o las grasas. Si el carbón se produjo a
partir de una madera dura, como es la concha de coco, y se activó térmicamente,
preferirá moléculas volátiles y pequeñas.
Si el carbón ingerido deja ir una proporción importante de moléculas que tenía
adsorbidas en el alimento del que formaba parte, y las intercambia por otras,
habrá un efecto en la persona que lo ingirió. Dicho efecto podrá ser perceptible o
no; y podrá ser benéfico o no. Todo depende de lo que retenga el carbón en su
paso por el cuerpo de la persona.
Las personas y empresas que nos dedicamos al mundo del carbón activado y que
preferimos la prudencia y un abordaje científico, solemos esperar menos de lo
que el carbón suele aportar.
Ahora bien, no hay que olvidar que hay aplicaciones en las que en el ámbito
comercial se prometen beneficios, y que no tienen ningún sustento científico del
ramo de la química: es el caso de muchas mascarillas, shampoos y dentífricos
con carbón activado. Estas solo generan expectativas e ilusiones y que, por
pertenecer al plano emocional, pero solo por eso,  ¡a veces también funcionan!

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