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RESEÑA DE EL FANTASMA DE CANTERVILLE DE OSCAR WILDE

El fantasma de Canterville es la historia de la familia Otis, encabezada por el ministro y


empresario estadounidense Hiram Otis quien adquiere el castillo de la familia Canterville
ubicado cerca de Ascot, Inglaterra. A los pocos días de cerrar el trato, Lord Canterville,
heredero de la familia a la que ha pertenecido el castillo durante varias generaciones, le
advierte a su comprador que este está embrujado y que el fantasma de un antiguo familiar
asusta en la propiedad desde hace más de tres siglos. La noticia no significa nada
desagradable para el señor Otis que decide adquirir al fantasma bajo contrato e
inmediatamente se muda al castillo con su familia.
Desde los primeros días el fantasma de Simón de Canterville saca a relucir sus más efectivos
trucos para poder espantar a los yanquis residentes. Su propósito en el mismo de años
anteriores: llevar a sus víctimas al borde de la locura para que estas terminen por matarse o
irse del castillo. Sin embargo, sus intentos tienen resultados estériles. Los Otis no ven en sus
apariciones ningún tipo de amenaza y en vez de eso le prestan la misma atención que le
prestarían a un adorno o mueble antiguo perteneciente a la casa. Y para rematar la situación,
la familia termina por discutir con el fantasma debido a lo molestos que son los ruidos que
provocan sus cadenas al recorrer la casa en las noches.
Finalmente, con el paso de los días, los intentos fallidos y las bromas que le hacen los gemelos
Otis, la frustración se apodera del añejo fantasma que se resigna a un destino fracasado para
luego encontrar la expiación de su eterno vagar por medio del amor de la joven y bella
Virginia Otis, única hija mujer del señor Otis.
Este entretenido cuento que ha sido adaptado y difundido en muchos otros formatos (cine,
teatro, radio, etc.) tuvo su primera aparición en el año 1887 en la revista británica The Court
and Society Review y posteriormente sería editado y distribuido en forma de libro junto a
otros de los cuentos de su autor Oscar Wilde. Tiene una división en siete capítulos cortos que
son la razón por la cual ha sido considerado un cuento largo y también una novela muy corta,
sin embargo, hay discrepancias con esta concepción dado que su brevedad imposibilita que
se ahonde en la vida y en la psiquis de cada uno de los personajes, leerlo como una novela
deja mal sabor de boca. Por el otro lado, el relato funciona mucho mejor cuando se lee en
una sentada como se hace con un cuento ya que la experiencia es mucho más significativa y
se disfruta más la hilarante historia.
El autor del cuento, Oscar Wilde, es uno de los escritores más importantes de la literatura
universal. Nació en Dublín en el año 1854 y tanto su carrera de escritor como su vida y su
ingenioso estilo literario son recordadas con gran admiración por el público alrededor del
mundo. Su legado es el de un escritor cuya pluma era precisa con las palabras y que además
sentó precedentes para el stand-up actual. Tanto la historia de vida de Oscar Wilde como
muchas de sus obras han sido adaptadas a obras audiovisuales en el cine, la televisión, el
teatro y la radio.
Desde el inicio en el que Lord Canterville advierte a Hiram Otis de la maldición del castillo
hasta el final en el que el fantasma es liberado por Virginia, el cuento demuestra ser algo que
podría llamarse un cuento de “horror inofensivo”, incluso este género tentativo podría
describirse con una frase a la que diera origen el propio cuento de Wilde; “tan inofensivo
como el espíritu de Simón de Canterville”. Con la particularidad de este cuento Oscar Wilde
entretiene e innova una vez más siendo lo absurdo lo más hilarante y entretenido dada la
manera en que sus personajes reaccionan al fenómeno paranormal. Se pone toda lógica de
cabeza y el autor sorprende con este giro en la trama.
Oscar Wilde replantea la isotopía del fantasma que se apodera de una propiedad y lo revierte
al punto de ridiculizar las historias de fantasmas con una premisa ingeniosa: el fantasma se
indigna debido a su incapacidad para asustar a una familia, luego se deprime y alguien lo
libera de su tormento por compasión. Es posible que esta no haya sido la primera vez que
algo así hubiese sucedido en el mundo literario, sin embargo, se tiene evidencia de que esta
es y será una de las ocasiones más recordadas.
A pesar de su sencillez, la historia de este cuento oculta una labor de estudio superficial del
comportamiento humano y lo que la cultura significa para cada persona. El fantasma de
Canterville plantea un escenario de dialogo cultural entre dos culturas que tiene similitudes
muy marcadas como el idioma, pero a las que la historia las ha llevado por rumbos muy
distintos. Cuando las dos culturas intentan convivir una de las dos termina por sucumbir de
manera simbólica ante la otra que se impone. Se trata de una conquista. Por un lado, está el
espíritu Simón de Canterville que es el representante de la cultura inglesa tradicionalista y
anticuada y por el otro la familia Otis, que representa los valores yanquis de la Norteamérica
moderna y despreocupada. La segunda es mucho más joven que la primera, es decir, es un
enfrentamiento entre lo novedoso que viene en bonanza y lo antiguo que ha decidido abrazar
las tradiciones.
Cada cultura tiene un “carácter” distinto compuesto por unas costumbres y una cosmovisión
y esa es la definición de cultura. Casi todas las personas están regidas por las normas, leyes
o protocolos que su cultura ha construido con el pasar de los años, por ende, su manera de
pensar está muy ligada a un imaginario colectivo que comparte con la gente que hace parte
de su cultura: elementos como los mitos, leyendas, creencias y demás llegan a
complementarse con la realidad de las personas y estas las adoptan y defienden con nostalgia
pues hacen parte de su propia personalidad.
Hablar de cultura es también hablar de división, la línea que separa a una cultura de otra
puede ser tajante al punto de provocar guerras y demás catástrofes. Históricamente la
convivencia entre diferentes culturas ha significado desafíos para la civilización y aunque ha
habido casos en los que se han conciliado las diferencia y el respeto mutuo ha prevalecido,
casi siempre se convive con extrañeza frente a las tradiciones ajenas.
Lo anterior explica el meollo del asunto que se narra en El fantasma de Canterville, también
es la razón por la cual el cuento es tan cómico. Quizá no sería posible pensar en este mismo
cuento si las dos familias pertenecieran a la misma cultura inglesa de donde son comunes los
castillos y los valores monárquicos. El espíritu de Simón de Canterville espera una reacción
común a los parámetros de su cultura. Las historias de fantasmas enriquecen en gran medida
la cosmovisión de los ingleses cuyo país es famoso por sus enormes castillos góticos en los
que es fácil especular sobre la presencia de algún endriago o presencia paranormal.
La familia del ministro Hiram Otis no solo hace parte de la cultura estadounidense
materialista y arrogante, sino que además está ubicada en la cúspide de la pirámide capitalista
de ese país donde se piensa que no hay nada que el dinero no pueda comprar. El respeto y el
honor son elementos de canjeo que se pueden conseguir si se tiene el dinero suficiente. La
vida se la soluciona consiguiendo lo último en tecnología y en productos para el hogar; la
idea es consumir lo que más se pueda y con eso se es feliz. La vida estadounidense no da
tiempo para preocuparse realmente por fantasmas como lo hacen los ingleses. Es por eso que
la reacción de la familia Otis es totalmente distinta a cualquier reacción previa al fantasma.
Podría decirse que el poder del espíritu de Simón yace en que la gente cree en él como sucede
con la magia de Peter Pan, y de la misma manera en la que este personaje infantil pierde sus
poderes, Simón pierde los suyos cuando es incapaz de completar su tarea en el castillo. Por
otro lado, existe un elemento paradójico en esa pérdida que sufre el fantasma y es que
Virginia Otis que es quien libera a Simón con la fuerza de su amor y de su inocencia, pero el
misterio puede ser fácilmente resuelto si pensamos en él como un guiño cómico más por
parte del autor.

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