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Introducción Al Cuerpo Humano
Introducción Al Cuerpo Humano
El cuerpo humano es una estructura compleja y altamente organizada, formada por células
que trabajan juntas para realizar funciones específicas necesarias para mantener la vida.
La anatomía está organizada por niveles, desde los componentes más pequeños de las
células hasta los órganos más grandes, así como su relación con otros órganos.
La anatomía general estudia los órganos tal como aparecen a simple vista o en una
disección del cuerpo.
La anatomía celular es el estudio de las células y sus componentes, los cuales pueden
observarse solo con la ayuda de técnicas e instrumentos especiales como los microscopios.
La anatomía molecular (a menudo llamada biología molecular) estudia los componentes
más pequeños de las células al nivel bioquímico.
La anatomía y la fisiología varían notablemente desde la fecundación hasta el nacimiento.
Después del nacimiento, el ritmo de los cambios anatómicos y fisiológicos se hace más
lento, pero la infancia es aún una edad de crecimiento y desarrollo notables (ver Crecimiento
físico de lactantes y niños ). Algunos cambios anatómicos se producen una vez alcanzada la
edad adulta, pero son los cambios fisiológicos en las células y en los órganos los que más
contribuyen al envejecimiento como tal (ver Cambios corporales relacionados con el
envejecimiento).
LAS CELULAS
El citoplasma
El núcleo
Son muchos y muy diversos los tipos de células que constituyen el organismo, y cada uno
está dotado de una estructura y una función propias. Algunos tipos de células incluyen
Células sanguíneas
Células musculares
Células cutáneas
Células nerviosas
Células glandulares
Algunas células, como las células sanguíneas, se desplazan libremente en la sangre y no
están unidas unas a otras. Otras, como las células musculares, están firmemente unidas
entre sí.
Algunas células, como las células de la piel, se dividen y se reproducen con rapidez. Otras,
como ciertas células nerviosas, no se dividen ni se reproducen, salvo en circunstancias
excepcionales.
Tejidos y órganos
Aunque cada órgano del cuerpo realiza sus funciones específicas, los órganos también
funcionan juntos por grupos, a los que se denomina sistemas orgánicos (ver Principales
sistemas orgánicos ). Los médicos clasifican las enfermedades y sus propias especialidades
médicas de acuerdo a los diferentes sistemas orgánicos.
Algunos ejemplos de sistemas orgánicos y sus funciones son el aparato digestivo, el sistema
cardiovascular y el sistema musculoesquelético.
Por extraño que parezca, no es fácil definir qué está dentro y qué está fuera del cuerpo, ya
que este tiene muchas superficies. La piel, que es en realidad un sistema orgánico, está,
obviamente, en la parte externa del cuerpo. La piel forma una barrera que impide la entrada
de sustancias nocivas en el organismo. El aparato digestivo es un largo tubo que comienza
en la boca, discurre por el cuerpo en tramos distintos, a veces serpenteantes, y desemboca
en el ano. En el recorrido que realizan a lo largo de este tubo, los alimentos ¿están dentro o
fuera del cuerpo? De hecho, los nutrientes y líquidos no están realmente en el interior del
organismo hasta el momento en que son absorbidos por el torrente sanguíneo.
El aire llega, por la nariz y la boca, hasta la garganta y, pasando por la tráquea, hasta las
extensas ramificaciones de las vías respiratorias pulmonares (bronquios). ¿En qué momento
esta entrada de aire pasa al interior del organismo? El oxígeno en los pulmones
(ver Introducción al aparato respiratorio ) no es útil para el cuerpo hasta que se incorpora al
torrente sanguíneo. Para ello, el oxígeno debe atravesar una fina capa de células que
recubren los pulmones. Esta capa actúa como una barrera contra los virus y las bacterias,
como por ejemplo, el bacilo de la tuberculosis, que pueden penetrar en los pulmones con el
aire inspirado. Sin embargo, estos microorganismos no suelen causar enfermedades a
menos que penetren en las células o que pasen al torrente sanguíneo. La mayoría de los
organismos infecciosos transportados por el aire nunca causan enfermedades, gracias a
que los pulmones están provistos de muchos mecanismos de protección, como los
anticuerpos que combaten las infecciones y las células ciliadas que expulsan los desechos
de las vías respiratorias.
Las superficies corporales, además de separar el exterior del interior, mantienen las
sustancias y las estructuras orgánicas en su lugar, haciendo que funcionen correctamente.
Por ejemplo, los órganos internos no flotan en un charco de sangre porque la sangre, en
condiciones normales, está dentro de los vasos sanguíneos. Si hay una pérdida de sangre
de los vasos sanguíneos hacia otras partes del cuerpo (hemorragia), la sangre no solo deja
de llevar oxígeno y nutrientes a los tejidos, sino que puede también causar lesiones graves.
Por ejemplo, una pequeña hemorragia en el cerebro puede destruir tejido cerebral, ya que
en el interior del cráneo no hay espacio para expandirse. Por el contrario, una pérdida de
sangre similar en el abdomen no destruye tejido porque el abdomen tiene espacio para que
esta pueda extenderse.
La saliva, tan importante en la boca, puede causar daños graves si es aspirada a los
pulmones, porque contiene bacterias que podrían causar una infección pulmonar. El ácido
clorhídrico producido por el estómago rara vez produce daños en este órgano, pero puede
quemar y lesionar el esófago si fluye en dirección contraria. También puede dañar otros
órganos si se escapa a través de la pared del estómago. Las heces fecales, la parte no
digerida de los alimentos que es expulsada por el ano, pueden causar infecciones
potencialmente mortales si penetran en la cavidad abdominal, algo que puede suceder si se
perfora la pared del intestino.
La mente y el cuerpo interaccionan de una manera tan poderosa que ambos pueden afectar
a la salud de una persona. El aparato digestivo está profundamente controlado por la mente
(cerebro), y la ansiedad, la depresión y el miedo afectan radicalmente el funcionamiento de
dicho sistema. El estrés social y psicológico puede desencadenar o agravar una amplia
variedad de enfermedades y trastornos, como la diabetes mellitus , la hipertensión arterial y
la migraña. Sin embargo, la importancia relativa de los factores psicológicos varía
ampliamente entre personas diferentes con el mismo trastorno.
La mayoría de la gente, basándose en su intuición o en su experiencia personal, cree que el
estrés emocional puede incluso precipitar o alterar el curso de enfermedades físicas graves.
Sin embargo, no está claro cómo tales factores estresantes pueden producir ese efecto. Es
obvio que las emociones pueden afectar ciertas funciones corporales, como la frecuencia
cardíaca, la presión arterial, la sudoración, los patrones del sueño, la secreción de ácidos
estomacales y las evacuaciones intestinales. Pero el establecimiento de otras relaciones
parece menos obvio. Por ejemplo, apenas se han empezado a identificar las vías de
comunicación y los mecanismos responsables de la interacción entre el cerebro y el sistema
inmunitario. Es sorprendente que el cerebro pueda alterar la actividad de los glóbulos
blancos (leucocitos) y con ello la respuesta inmunitaria, porque los glóbulos blancos recorren
el cuerpo por los vasos sanguíneos o por los vasos linfáticos y no están adheridos a los
nervios. Sin embargo, los estudios científicos han demostrado que, efectivamente, el
cerebro se comunica con los glóbulos blancos (leucocitos). Por ejemplo, la depresión puede
inhibir el sistema inmunitario y provocar que una persona sea más propensa a ciertas
infecciones como el resfriado común.
El estrés puede causar síntomas físicos aunque no exista una enfermedad orgánica, debido
a que el cuerpo responde fisiológicamente al estrés emocional. Por ejemplo, el estrés puede
causar ansiedad , que a su vez activa el sistema nervioso autónomo y hormonas como
la epinefrina para que se acelere la frecuencia cardíaca y aumenten la presión arterial y la
cantidad de sudor. Así mismo, el estrés puede causar contractura muscular, que producirá
dolores en el cuello, la espalda, la cabeza u otras zonas.
La interacción entre la mente y el cuerpo es una vía de doble sentido. No tan solo los
factores psicológicos pueden contribuir al inicio o al agravamiento de una amplia variedad de
trastornos físicos, sino que también las enfermedades orgánicas pueden afectar a la forma
de pensar o al estado anímico. La depresión es habitual en las personas con enfermedades
mortales, reincidentes o crónicas. El estado depresivo puede empeorar los efectos de la
enfermedad orgánica y se añade a los padecimientos de la persona.
ANATOMIA Y ENFERMEDAD