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Trabajo

Final La Tercera
Félix Joel Republica
Crucey Crucey La Dictadura de Rafael
Leónidas Trujillo.

Historia El Gobierno de Juan


Bosch.

Dominicana II
La  Guerra de Abril del
1965.
Universidad Abierta Para
Adultos

ASIGNATURA
Historia Dominicana II

TEMA
Trabajo Final

PARTICIPANTE
Felix Joel Crucey Crucey

MATRICULA
15-9044

FACILITADORA
Yomali Jiménez
La Dictadura de Rafael Leónidas Trujillo.
Como la América Latina ha visto numerosas dictaduras durante las décadas recientes,
la Repú blica Dominicana tiene su propia historia en estos tiempos de represió n y de
explotació n del poder. El dictador de la Repú blica Dominicana se llamó  Rafael
Leónidas Trujillo (1891-1961) y gobernó el país durante 31 añ os. Segú n varias
fuentes, su dictadura, conocida como la Era de Trujillo, es considerada como una de las
tiranías má s sangrientas de América Latina.

Rafael Trujillo

ANTES DE LA PRESIDENCIA (1891-1930)


Rafael Trujillo nació el 24 de octubre de 1891 en Santo Domingo en la Repú blica
Dominicana. Su familia tenía once hijos y era bastante pobre. Los hijos recibieron una
educació n rudimental y la mayoría de los hijos resultaron a trabajar como generales y
coroneles de las Fuerzas Armadas. Rafael Trujillo hizo una carrera como oficial,
comandante en jefe y luego general en las Fuerzas Armadas.
En 1930 hubo una crisis en el país y una revuelta contra el presidente Horacio
Vá zquez. Oficialmente Trujillo se mantuvo neutral, pero segú n algunas fuentes Trujillo
empezó a planear un golpe de estado al mismo tiempo. A causa de las revueltas, 
Vá zquez renunció a su cargo y se convocaron elecciones en que Trujillo se presentó
como candidato. Trujillo tenía mucha influencia en las Fuerzas Armadas y la utilizó
para presionar a los opositores a renunciar sus candidaturas. Segú n las fuentes,
Trujillo usó métodos muy brutales, como encarcelamientos, golpeados e incluso
asesinatos para eliminar sus oponentes y para ganar las elecciones. En realidad ganó
porque se quedó como ú nico candidato.

LAS PRESIDENCIAS (1930-1938 Y 1942-1954), LA CULTO A LA PERSONALIDAD Y


LA MASACRE DE LOS HAITIANOS
Al llegar al cargo de presidente, Rafael Trujillo empezó su política represiva con la
prohibició n de los otros partidos políticos y sembrando el terror a través de los
militares para atemorizar a sus opositores. Cada uno de los ciudadanos mayores de
edad eran obligados de pertenecer al Partido Dominicano si querían desarrollar una
vida normal y encontrar trabajo.
En el principio de su presidencia, hubo un huracá n que destruyó la capital Santo
Domingo. El país era en mala condició n, pero Trujillo creó una atmó sfera de esperanza
en el pueblo cuando prometió hacer todo lo que podía para reconstruir la capital. Con
esa esperanza y su figura pú blica de un presidente anticomunista, disfrutó de la
aprobació n del pueblo y empezó a construir un culto a la personalidad.

En 1936 la capital Santo Domingo fue renombrada en honor de Trujillo quien había
salvado la ciudad después del huracá n: el nuevo nombre era la Ciudad de Trujillo.
Ademá s se dice que Trujillo hizo muchos honores a sí mismo, por ejemplo levantaba
numerosos monumentos en su honor alrededor del país y cambiaba los nombres de
calles con su propio nombre. También recibía numerosas condecoraciones de las que
él era el ú nico destinatario. Como varios otros dictadores, Trujillo se veía como un tipo
de santo y por eso ordenó que cada hogar tenía que colocar una foto del presidente al
lado del imagen de Jesú s.

Trujillo desarrolló una cantidad de monopolios estatales y privados que fueron


gobernados por sus familiares. Nombró su familia en varios cargos importantes: su
esposa controlaba las importaciones y exportaciones, sus hermanos controlaban la
radio y la televisió n, la prostitució n y las industrias manufactureras. Trujillo mismo
siguió siendo el jefe de las fuerzas armadas, pero también se dice que nombró su hijo
de diez añ os como general del Ejército.

En 1937 se pasó la conocida Masacre del Perejil donde Trujillo ordenó a asesinar


cada uno de los haitianos en la Repú blica Dominicana. Segú n una fuente, Trujillo había
oído una noticia que unos espías dominicanos habían sido asesinados en Haití y
enfurecido Trujillo ordenó a asesinar todos los haitianos del país. Segú n otras fuentes,
Trujillo impulsó una política de antihaitianismo porque los haitianos eran la causa de
la pérdida de empleos para los campesinos dominicanos. Tampoco hay estimaciones
exactos de los víctimas, pero se dice que entre 1.000 y 20.000 de haitianos fueron
asesinados en la Masacre del Perejil.

Quizá s a causa de la masacre de 1937, Trujillo tuvo que retirarse del puesto de
presidente. Eso no quiere decir que ya no era activo en la política, el contrario:
durante los 31 añ os, Trujillo gobernó el país o como presidente o en las sombras a
través de un títere. En 1938 Trujillo eligió Jacinto Bienvenido Peynado como su
“sucesor”, pero en realidad era Trujillo quien continuó ser el verdadero líder de la
repú blica. En 1942 Trujillo regresó como presidente y gobernó oficialmente hasta
1954 cuando eligió su hermano como “sucesor”. Otra vez, el sucesor era solo un títere
y Trujillo mantuvo el poder completo hasta su muerte en 1961.
Rafael Trujillo era un dictador cruel quien perseguía y torturaba a sus opositores
junto con los militares. El dictador mantuvo el control del cuerpo de oficiales a través
del miedo. Se dice que Trujillo usaba varios métodos brutales de tortura, entre otros la
silla eléctrica y sanguijuelas (en finés iilimato). También se dice que tiraba los cuerpos
de sus opositores en el mar para que desaparecieran fá cilmente. Durante su dictadura,
Trujillo era responsable de la muerte de má s de 50.000 personas.

Trujillo tenía los apodos “El Jefe” y “El Benefactor”

Durante la presidencia de Trujillo, otros países vecinos criticaban la política de


Trujillo y la dictadura. Después de la masacre de 1937, los terrores del dictador eran
aú n má s visibles al mundo exterior. Varios países exigieron que Trujillo renunciara a
su cargo y la Repú blica Dominicana fue aislado de los acuerdos y de las organizaciones
internacionales poco a poco en los añ os 50. Se sabe también que durante las décadas,
había varias conspiraciones entre los dominicanos exiliados y los países vecinos. Hubo
varios intentos de golpes de estado, pero no lograron a llegar hasta la destitució n del
presidente antes del añ o 1961.

El 30 de mayo de 1961 una conspiració n junto con el CIA de los Estados Unidos
consiguió atacar contra Trujillo y asesinarle. Segú n una fuente (el podcast de Yle
Puhe) Trujillo estaba viajando para ver su amante cuando los conspiradores atacaron
y Trujillo murió a las 29 balas tiradas hacia él. Inmediatamente, su hijo Ramfis llegó al
poder para unos meses antes de que los EE.UU. desterraron toda la familia de Trujillo
de la Repú blica Dominicana.

En la Era de Trujillo, las libertades civiles eran inexistentes y los derechos humanos
fueron violados constantemente. Varias fuentes describen la situació n del país como
“un estado de pá nico donde una muerte podía ser encubierta como un accidente y
donde cualquier persona sindicada como desafecta podía ser encarcelada y
torturada”. Sin embargo, si queremos buscar algo positivo de la Era de Trujillo, las
fuentes dicen que Trujillo fundó numerosas escuelas prestando atenció n en la
educació n y en la alfabetizació n del pueblo. Entonces Trujillo no empobreció su país
de la misma manera que su colega vecino, Francois Duvalier en Haití.

El Gobierno de Juan Bosch.


El 27 de febrero de 1963, hace exactamente 54 añ os, Juan Emilio Bosch Gaviñ o asumió
como presidente de la Repú blica Dominicana. De esa manera el reconocido intelectual
quien para la fecha poseía una vasta obra literaria, principalmente en el campo de la
cuentista encarnó la decisió n de la mayoría de su pueblo, que lo escogió el 20 de
diciembre de 1962 como el primer presidente democrá ticamente electo en ese país,
luego de tres décadas de feroz dictadura de Rafael Leó nidas Trujillo.

Como candidato del Partido Revolucionario Dominicano prá cticamente arrasó en esos
comicios, propiciando ademá s que su agrupació n alcanzara 22 de los 31 escañ os del
Senado y 49 de los 74 puestos de la Cá mara.

La llegada de Juan Bosch a la má s alta responsabilidad estatal luego de permanecer


casi 25 añ os en el exilio, 19 de los cuales transcurrieron en Cuba abrió un camino de
esperanza para la sufrida nació n quisqueyana. Ese sendero no cristalizó ,
desafortunadamente, a partir de la oposició n de los sectores má s retró grados de la
oligarquía, en contubernio con la cú pula militar y la alta jerarquía de la iglesia cató lica,
quienes conspiraron aú n antes de su investidura para impedir que se desarrollaran
las transformaciones propuestas por él durante la campañ a electoral.

Apenas siete meses después, el 25 de septiembre, dichas fuerzas, en complicidad con


la embajada yanqui tal como ha sucedido en infinidad de ocasiones mostraron su
verdadero rostro y lograron sacar del poder a Bosch, cercenando así la posibilidad de
consolidar un programa de cará cter nacionalista y democrá tico, cimentado desde una
amplia participació n popular.
En realidad la asonada golpista fue una de las fases de una operació n mucho má s
abarcadora contra la figura del insigne intelectual. La primera consistió en impedir
por todos los medios que éste se impusiera en los sufragios convocados. En ella
desempeñ ó un papel preponderante una parte de la jefatura clerical, la cual formuló
mú ltiples acusaciones en su contra.

La segunda etapa, encaminada a que Bosch no asumiera la presidencia, no se


materializó por diversos motivos, dando paso a la tercera la cual tuvo como aspiració n
cardinal imposibilitar que el destacado intelectual concluyera su mandato. La cuarta,
epílogo del tenebroso plan, se concibió en dos partes: eliminar en lo inmediato las
conquistas sociales alcanzadas por el pueblo en aquellos meses, incluyendo la
Constitució n promulgada, y garantizar, valiéndose de cualquier medio, que su líder no
retornara al gobierno. 
Aquí se insertó la invasió n estadounidense de 1965 para abortar la Revolució n de
Abril, movimiento encabezado por un grupo de militares dignos, entre ellos el coronel
Francisco Caamañ o, que enarboló como uno de sus propó sitos cimeros restablecer a
Bosch en el mandato otorgado antes por el pueblo.
A partir de ese momento el lú cido pensador se consagró por entero a una profunda
labor pedagó gica y social, asentada en la investigació n y divulgació n histó rica,
enfocada en el crecimiento de sus conciudadanos y orientada hacia la lucha política.

Por tales razones, prá cticamente abandonó desde ese instante su producció n literaria
previa. Lo distintivo en su caso es que dicha labor la emprendió desde un arduo
proceso de investigació n y profundizació n en nuestras raíces histó ricas, econó micas y
políticas.

En esas pesquisas, en las que se interrelacionan numerosos saberes, el conocimiento


histó rico es la piedra angular que le da forma y sentido a sus aná lisis, a través de los
cuales adquiere toda su magnitud la lucha de los pueblos caribeñ os ante las
apetencias imperialistas.  Acrisoló , en otras palabras, una visió n profunda de la
historia, en la que concepciones como el Gran Caribe, el imperialismo,  y el Caribe
como frontera imperial, poseen enorme significació n y vigencia. En esta línea sus
libros De Cristóbal Colón a Fidel Castro. El Caribe frontera imperial y El Pentagonismo
sustituto del  imperialismo constituyen obras clá sicas, las cuales son
permanentemente revisitadas por estudiosos de toda la regió n.
 “No basta tener ideas; hay que hacerlas realidad en lo grande y en lo
minúsculo.” Juan Bosch
La vida azarosa de Juan Emilio Bosch Gaviñ o es digna, como la del resto de los
patriotas continentales, de una novela o de ser llevada al celuloide. Hijo del catalá n
José Bosch Subirats y de la puertorriqueñ a Á ngela Gaviñ o, vino al mundo en predios
de La Vega, en la Repú blica Dominicana, el 30 de junio de 1909. Fue un niñ o inquieto,
con marcada inclinació n por la lectura si bien, como el resto de los infantes de la
pequeñ a comunidad rural de Río Verde, donde vivió durante la infancia, estaba en
contacto con la naturaleza y participaba de los juegos predominantes en la época.
Impresiona saber que alguien de su estatura intelectual solo pudiera culminar el
tercer nivel de bachillerato. Sin duda que en el desarrollo de su fértil imaginació n
mucho tuvieron que ver los mú ltiples recorridos que realizó por las má s variadas
latitudes. Ese sería un rasgo, el de viajero impenitente, que lo marcaría, aú n sin
saberlo, desde que en 1924 se trasladara hacia la capital dominicana, como preá mbulo
de su primer acercamiento, cinco añ os después, a tierras españ olas, venezolanas y de
otras islas de las Antillas Menores.
Al regreso a Santo Domingo, en agosto de 1931, encontró que su patria comenzaba a
ser maniatada por el sá trapa Rafael Leó nidas Trujillo, amordazamiento que se
prolongaría hasta el 30 de mayo de 1961 en que un comando ajusticiara al
dictador. Cada día transcurrido desde entonces encontró a Bosch enhiesto, desde
diversas trincheras, en el combate contra el energú meno que sometió a su pueblo a la
má s terrible represió n.
Con apenas veinticuatro añ os publicó el libro de cuentos Camino Real.  Nunca, en lo
adelante, dejaría de compartir con sus semejantes vivencias y reflexiones sobre los
má s inverosímiles acontecimientos histó ricos, políticos y culturales en los que se vio
inmerso. Al extremo que má s de cincuenta obras emergieron de su pluma,
evidenciando la incorporació n de nuevos conceptos que brotaban a la letra impresa
con madurez acrecentada. Bosch, en ese como en otros muchos aspectos, es heredero
de la definició n martiana de que la educació n comienza en la cuna y termina en la
tumba.
Uno de los rasgos que caracterizó su la vida, sobre todo hasta la elecció n como
presidente, fue la capacidad de simultanear las má s variopintas profesiones con su
vocació n incalificable por la escritura. Mientras permaneció en Cuba, hasta que se
marchó por la persecució n a la que lo sometió la no menos sanguinaria dictadura
batistiana, laboró como vendedor de productos farmacéuticos, buscador de anuncios
para la prestigiosa revista Bohemia y editor de libros y perió dicos.

Ganó ademá s concursos literarios y participó en la elaboració n de la Constitució n de


1940, una de la má s progresistas del continente.  Pocos conocen asimismo que Bosch
escribió el guió n de dos programas para la antigua emisora CMQ: Forjadores de
América y Memoria de una dama cubana. Al igual que decenas de creadores estaba
obligado a vender personalmente los libros que redactaba.
En nuestro país encontró hospitalidad y cariñ o hasta que la represió n desatada contra
él lo obligó a marcharse en 1958. Llama la atenció n como los complejos de
personalidad de ambos dictadores, Trujillo y Batista, unido a viejas contradicciones,
hicieron que sá trapas de exacta calañ a, pese a las apariencias, se mantuvieran con
recelos insalvables.
Desde el prisma de organizador de agrupaciones políticas fundó en La Habana en
1939 el Partido Revolucionario Dominicano (PRD), esencialmente concebido para
derrocar a Trujillo y —al igual que hiciera su antecesor cubano creado por Martí, el 10
de abril de 1892 con la intenció n de obtener la independencia de Puerto Rico— pelear
en esta oportunidad por la desaparició n de todos los regímenes de oprobio impuestos
violentamente en el Caribe. Esta organizació n llegó a disponer de varias células en la
regió n, incluyendo los Estados Unidos. Fue precisamente mediante ellas que llevaron
adelante la frustrada expedició n de Cayo Confites.
La  Guerra de Abril del 1965.
La Guerra Civil estalló el 25 de abril de 1965. El líder militar constitucionalista fue el
coronel Francisco Alberto Caamañ o. De inmediato, jó venes pertenecientes a grupos de
izquierda y seguidores del líder del PRD, se unieron al movimiento, organizando en la
capital guerrillas urbanas. Uno de sus objetivos era, ademá s del regreso de Bosch, la
destrucció n del aparato militar trujillista, intacto después de la muerte del dictador y
protegido durante el Consejo de Estado y el Triunvirato.
Los tres primeros días fueron de intenso combate. Las fuerzas constitucionalistas
preparaban el ataque a San Isidro, bastió n del otro grupo militar. Todo quedó en
preparativos, a pesar de que se libraron intensas batallas frente al Puente Duarte,
ú nico punto por el cual la ciudad podía ser atacada por el grupo de san Isidro. El
presidente de los Estados Unidos, Lyndon B. Johnson, envió el 28 de abril de 1965 a
má s de 40,000 marines norteamericanos a tierras dominicanas con el pretexto de
proteger vidas y bienes de los ciudadanos de los Estados Unidos.
El movimiento en contra del Triunvirato y la política de Donald Reid Cabral, que
buscaba perpetrar un golpe de Estado, desembocó en una Guerra Civil de graves
consecuencias. La Intervenció n Norteamericana de 1965 tiene también explicaciones
de orden geopolítico. La Revolució n Cubana se había fortalecido. Existía el peligro de
la internacionalizació n de los focos guerrilleros para expandir la revolució n socialista.
Recordemos que para esa época, estaba también la escalada bélica en Vietnam.
Parecía que la misió n de los Estados Unidos era la de convertirse en el principal
luchador contra las fuerzas comunistas del mundo.
La presencia de los marines norteamericanos fortaleció al grupo militar que
enfrentaba a los constitucionalistas. La ciudad de Santo Domingo quedó virtualmente
dividida en dos mitades. De mayo a septiembre de 1965 el país contó con dos
gobiernos militares: el Gobierno Constitucionalista, cuyo presidente era el coronel
Francisco Alberto Caamañ o, y el Gobierno de Reconstrucció n Nacional, a cuya cabeza
estaba el general Antonio Imbert Barreras, uno de los organizadores del complot que
perpetró la muerte de Trujillo y declarado anticomunista. Los enfrentamientos
prosiguieron a lo largo de esos meses.
La Guerra de Abril no terminó por la acció n militar, sino gracias a la diplomacia
internacional. La Organizació n de Estados Americanos (OEA) jugó un papel estelar. En
agosto de 1965 se iniciaron formalmente las negociaciones. El 3 de septiembre de ese
añ o se firmó el Acta de Reconciliació n Nacional. Ambos Gobiernos acordaron
renunciar y elegir un Gobierno Civil provisional que estaba presidido por Héctor
García Godoy. Otros acuerdos fueron: la celebració n de las elecciones en 1966, la
declaració n de una amnistía general, el desarme de los civiles y el retiro de los
militares norteamericanos.
Ademá s del Acta de Reconciliació n, se firmó el Acto Institucional, especie de
constitució n para elegir el lapso entre el cese de las hostilidades y la toma de posesió n
del nuevo Gobierno Constitucional.
La tarea de organizació n de las elecciones fue cumplida por el presidente García
Godoy. Se abogaba por la instauració n de un gobierno democrá tico, pero existía entre
los sectores de poder de que Bosch pudiese retornar, al resultar ganador de la
contienda electoral. Se asomaba de nuevo el fantasma del comunismo y el peligro de
una nueva Cuba en el Caribe, esta vez instalada por vía democrá tica. Había que hacer
algo. Los sectores de poder apostaron al Partido Reformista, que lideraba Joaquín
Balaguer. El Partido Revolucionario Dominicano. Organizació n política fundada por
Bosch, su candidato presidencial para esas elecciones, debió sufrir las consecuencias
de no haber sido elegido como favorito de los sectores que parecían decidir los
destinos del país.
Durante los meses que duró el proceso, el flujo de masas, la algarabía popular por
participar en la contienda electoral, se vio afectada por la represió n. Se afirma que
durante el proceso má s de 300 dirigentes del PRD fueron asesinados, como una forma
de advertencia. La vida del líder de ese partido peligraba, teniendo que hacer campañ a
política desde su casa y haciendo uso de la radio. Joaquín Balaguer ganó los comicios,
iniciando el periodo conocido como Los Doce Añ os de Balaguer. Una vez má s Bosch
Partió al exilio. Sang Ben, Mu-Kien Adriana. Historia Dominicana: ayer y hoy.-- Santo
Domingo: Susaeta, 1999, P.165-167.
CONCLUSION
La Tercera Repú blica de la Repú blica Dominicana abarca desde el 12 de
julio de 1924 con la salida de las tropas estadounidenses tras el fin de la primera
ocupació n estadounidense, hasta el 28 de abril de 1965 con el desembarco de las
tropas estadounidenses tras el inicio de la Guerra de abril de 1965 y la
posterior segunda ocupació n estadounidense. Este período también es conocido como
la Era de Trujillo, por la fuerte influencia que ejerció en gran parte de estos 31 añ os
el régimen trujillista.

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