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Libro primero

EL PROCESO DE PRODUCCIÓN
DEL CAPITAL
S E C C IÓ N P R IM E R A

MERCANCIA Y DINERO

C A P ÍT U L O I

L A M ERCA NCIA

1. Los dos factores de la mercancía: valor de uso


y valor (sustancia del valor, magnitud del valor)

La riqueza de las sociedades en las que domina el modo


de producción capitalista se presenta como un “enorme
cúmulo de mercancías”,1 y la mercancía individual como
la forma elemental de esa riqueza. Nuestra investigación,
por consiguiente, se inicia con el análisis de la mercancía.
La mercancía es, en primer lugar, un objeto exterior,
una cosa que merced a sus propiedades satisface necesi­
dades humanas del tipo que fueran. La naturaleza de esas
necesidades, el que se originen, por ejemplo, en el estó­
mago o en la fantasía, en nada modifica el problema.2
Tampoco se trata aquí de cómo esa cosa satisface la
necesidad humana: de si lo hace directamente, como
medio de subsistencia, es decir, como objeto de disfrute,
o a través de un rodeo, como medio de producción.
Toda cosa útil, como el hierro, el papel, etc., ha de
considerarse desde un punto de vista doble: según su

1 K a rl M arx, Z u r K ritik der politischen O ko n o m ie, B erlín,


1859, p. 3.
2 “ E l deseo im plica necesidad; es el a p etito del espíritu, y ta n
n a tu ra l com o e l h a m b re al cu erp o . . . L a m ay o r p a rte (de las cosas)
d e riv a n su v alo r del hech o d e satisfacer las necesidades d e l espí-
ritu .” (N icholas B arbón, A D iscourse on C oining the N e w M o n e y
L ig h ter. In A n sw e r to M r. L o c k e ’s C onsiderations . . . , L ondres,
1696, pp. 2, 3.)

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que hemos de examinar, son a la vez los portadores
i-™ 1 ^ COD ,arre^ ° 3 su cantidad. C ada una de esas
„ ,a s es UI} J-^Junto de muchas propiedades y puede, por materiales del valor d e cambio.
E n prim er lugar, el valor de cam bio se presenta como
e ’ .s er en diversos aspectos. E l descubrimiento de relación cuantitativa, proporción en que se intercam bian
lvf rsos asPectos y, en consecuencia, de los múltiples valores de uso de una clase por valores de uso de otra
Driii-05 f US3r ^as cosas’ constituye un hecho histórico.'1 clase,6 una relación que se modifica constantem ente según
• .. re P ro tanto con el hallazgo de medidas sociales para el tiempo y el lugar. E l valor de cambio, pues, parece ser
•, ,'Par a cantidad de las cosas útiles. E n parte, la diver- algo contingente y puram ente relativo, y un valor de cambio
en as medidas de las mercancías se debe a la dife- inmanente, intrínseco a la m ercancía ( valeur intrinsèque) , 7
e na ura e2a de los objetos que hay que medir, y en pues, sería una contradictio in adiecto [contradicción entre
parte a la convención. un término y su atributo]. Examinemos ¡a cosa más de
p utilidad de una cosa hace de ella un valor de uso.4 cerca.
ro esa utilidad no flota por los aires. E stá condicionada Una mercancía individual, por ejem plo un quarter3 de
Üvict as ( propiedades del cuerpo de la m ercancía, y no trigo, se intercambia por otros artículos en las proporcio­
e margen de ellas. El cuerpo m ism o d e la mer- nes m ás diversas. N o obstante su valor de cam bio se m an­
Cla¡ , c°m o el hierro, trigo, diam ante, etc., es pues tiene inalterado, ya sea que se exprese en x betún, y seda,
Hp n° ° \ US° ° PP bien- Este carácter suyo no depende z oro, etc. Debe, por tanto, poseer un contenido diferen-
, Ve apropiación de sus propiedades útiles cueste al ciable de estos diversos m odos de expresión.b
m re m ucho o poco trabajo. Al considerar los valores Tomemos otras dos mercancías, por ejemplo el trigo
•se PresuPone siempre su carácter determ inado y el hierro. Sea cual fuere su relación de cambio, ésta se
cu n i ativo, tal como docena de relojes, vara de lienzo, podrá representar siempre por una ecuación en la que
o n e a a de hierro, etc. Los valores de uso de las mer- determinada cantidad de trigo se equipara a una cantidad
c ncias proporcionan la m ateria para una disciplina espe­ cualquiera de hierro, por ejemplo: 1 quarter de trigo = a
cial, la merceología/1 El valor de uso se efectiviza única-
men e en el uso o en el consumo. Los valores de uso 6 “E l v a lo r consiste e n la relació n d e in te rc a m b io q u e m ed ia
e n tre ta l cosa y cu al o tra , e n tre tal m e d id a d e u n p ro d u c to y cu al
coas i uyen el contenido material de la riqueza, sea cual m ed id a d e o tr o .” (Le T ro sn e , D e l’in té rê t social, e n P hysiocrates,
uere a forma social de ésta. E n la form a de sociedad ed. p o r D a ire, P a rís, 1846, p . 889.)
7 “N in g u n a cosa p u e d e te n e r u n v a lo r in trín se c o ” (N. B arbon,
cosas tienen u n a v irtu d in trín se c a ” (es éste [vertue], e n o p . cit., p . ó), o , c o m o dice B utler:
. ’ e term in o específico p a ra d e sig n ar el v a lo r de uso); “ en “E l v a lo r d e u n a cosa,
es ex ac ta m en te ta n to c o m o lo q u e h a b r á de re n d ir.” f27]
i m á n A Í ,eS í,e" e,n ia m ism a virtud, tal co m o la d e la p ied ra
a tra e r „ 1 a, ra e r h*erro.” (Jb íd em , p . 6.) L a p ro p ie d a d del im á n de
rie « riik r" 1 fr<í .° se volvió útil cu an d o , p o r m ed io d e e lla , se ‘ M e d id a de c ap a cid a d e quivalente a 2 9 0 ,7 9 litros.
d escu b rió la p o larid ad m agnética. 11 E l texto d e este p á rra fo es c o m o sigue e n la 3? y 4? edicio­
[valor] n a tu ra l de cu alq u ier cosa consiste e n su nes: “D e te rm in a d a m erc an c ía, p o r eje m p lo un q u a rte r de trig o , se
1 . . ” e satisfacer las necesidades o de servir a la com o d id ad de c am b ia p o r x b e tú n o p o r y seda o p o r z o ro , e tc ., e n sum a, p o r
a u m an a. (Jo h n L o ck e, S o m e C onsiderations o n th e Con- o tra s m ercancías, e n las p ro p o rcio n es m á s diversas. E l trigo, pues,
¡jjj e¡ e L o w e rin g o f Interesl, 1691, e n W o rk s, L o n d res, tiene m últiples valo res d e cam b io , e n vez de u n o solo. P e ro c o m o x
?' i ° s escritores ingleses d el siglo x v n suele betún, y del m ism o m o d o y se d a o z o ro , e tc ., e s e l v a lo r d e cam ­
arse a u n la p a la b ra “ w orlh" p o r v a lo r d e uso y “valué” bio d e u n quarter d e trigo, fo rzo sam e n te x b etú n , y seda, z oro ,
nn» cam b io , lo cu al se ajusta, e n un to d o , a l genio de e tc é te ra , tie n e n q u e ser valores d e c am b io su stitu ib le s e n tre sí o de
/- p e a ” gU,a qUe * m c' in a a e x p resa r e n vocablos germ ánicos la igual m agnitud. D e d o n d e se d e sp ren d e , p rim e ro , q u e los valores
c o sa directa, y e n latin o s la refleja. de cam bio vigentes de la m ism a m e rc a n c ía e x p resa n u n algo q u e
S0c‘ep a d b urguesa prevalece la fic tio iuris [ficción ju- es igual. P ero, segundo, q u e el v a lo r d e c am b io únicam ente puede
se r e l m o d o d e expresión, o « fo rm a de m an ifestarse » , de un con­
■ .q a e } ° ? ° c o m p ra d o r de m ercancías tien e un co n o ci­
m iento enciclopédico a c e rca de las m ism as. ten id o diferen ciab le d e é l”.
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quintales de hierro. ¿Qué denota esta ecuación? Que existe bién el producto del trabajo se nos ha transformado entre
algo común, de la misma magnitud, en dos cosas distintas, las manos. Si hacemos abstracción de su valor de uso, abs­
tanto en 1 quarter de trigo como en a quintales de hierro. traemos también los componentes y formas corpóreas que
Ambas, por consiguiente, son iguales a una tercera, que hacen de él un valor de uso. Ese producto ya no es una
en sí y para sí no es ni la una ni la otra. Cada una de ellas, mesa o casa o hilo o cualquier otra cosa útil. Todas sus
pues, en tanto es valor de cambio, tiene que ser reducible propiedades sensibles se han esfumado. Ya tampoco es
a esa tercera. producto del trabajo del ebanista o del albañil o del hilan­
Un sencillo ejemplo geométrico nos ilustrará el punto. dero o de cualquier otro trabajo productivo determinado.
Para determinar y com parar la superficie de todos los Con el carácter útil de los productos del trabajo se desva­
polígonos se los descompone en triángulos. Se reduce el nece el carácter útil de los trabajos representados en ellos
triángulo, a su vez, a una expresión totalmente distinta y, por ende, se desvanecen también las diversas formas
de su figura visible: el semiproducto de la base por la concretas de esos trabajos; éstos dejan de distinguirse,
altura. De igual suerte, es preciso reducir los valores de reduciéndose en su totalidad a trabajo hum ano indiferen-
cambio de las mercancías a algo que les sea común, con ciado, a trabajo abstractamente humano.
respecto a lo cual representen un más o un menos. Examinemos ahora el residuo de los productos del
Ese algo común no puede ser una propiedad natural trabajo. Nada ha quedado de ellos salvo una misma objeti­
— geométrica, física, química o de otra índole— de las vidad espectral, una mera gelatina de trabajo humano
mercancías. Sus propiedades corpóreas entran en consi­ indiferenciado, esto es, _de gasto de fuerza de trabajo
deración, única y exclusivamente, en la medida en que ellas
humana sin consideración a la forma en que se gastó la
hacen útiles a las mercancías, en que las hacen ser, pues,
misma. Esas cosas tan sólo nos hacen presente que en su
valores de uso. Pero, por otra parte, salta a la vista que
producción se empleó fuerza humana de trabajo, se acu­
es precisamente la abstracción de sus valores de uso lo
muló trabajo humano. En cuanto cristalizaciones de esa
que caracteriza la relación de intercambio entre las mer­
cancías. Dentro de tal relación, un valor de uso vale exacta­ sustancia social común a ellas, son valores.3
mente lo mismo que cualquier otro, siempre que esté En la relación misma de intercambio entre las mercan­
presente en la proporción que corresponda. O, como dice cías, su valor de cambio se nos puso de manifiesto como
el viejo Barbón: “Una clase de mercancías es tan buena algo por entero independiente de sus valores de uso. Si
como otra, si su valor de cambio es igual. No existe dife­ luego se hace efectivamente abstracción del valor de uso que
rencia o distinción entre cosas de igual valor de cambio” .8 tienen los productos del trabajo, se obtiene su valor, tal
En cuanto valores de uso, las mercancías son, ante todo, como acaba de determinarse. Ese algo común que se mani­
diferentes en cuanto a la cualidad; como valores de cambio fiesta en la relación de intercambio o en el valor de cambio
sólo pueden diferir por su cantidad, y no contienen, por de las mercancías es, pues, su valor. El desenvolvimiento
consiguiente, ni un solo átomo de valor de uso. de la investigación volverá a conducirnos al valor de
Ahora bien, si ponemos a un lado el valor de uso del cambio como modo de expresión o forma de manifes­
cuerpo de las mercancías, únicamente les restará una pro­ tación necesaria del valor,b al que por de pronto, sin
piedad: la de ser productos del trabajo. No obstante, tam ­ embargo, se ha de considerar independientemente de
esa forma.
8 “O ne sort o f w ares a re as good as a n o th e r, if the valué be Un valor de uso o un bien, por ende, sólo tiene valor
eq u al. T h ere is n o d ifference o r distinction in things o f eq u al
valué . . . O ne h u n d re d pou n d s w o rth of lead o r iron, is o f as great
porque en él está objetivado o materializado trabajo abs­
a valué as one h u n d re d pounds w orth o f silver and gold. [Cien tractamente humano. ¿Cómo medir, entonces, la magnitud
lib ras esterlin as de cu ero o de h ierro tienen un valor de cam bio
e x actam en te igual al de cien lib ra s esterlin as de p lata y o ro .l (N. " E n la 3? y 4? ediciones se agrega: “valores m ercan tiles” .
B arbón, op. cit., pp. 53 y 7.) 1 3- y 4 a ediciones: “ valor m erc an til”.

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de su valor? Por la cantidad de “ sustancia generadora de en general, como ejemplar medio de su clase.10 Por tanto,
valor” — por la cantidad de trabajo— contenida en ese las mercancías que contienen cantidades iguales de trabajo,
valor de uso. L a cantidad de trabajo misma se mide por o que se pueden producir en el mismo tiempo de trabajo,
su duración, y el tiempo de trabajo, a su vez, reconoce tienen la misma magnitud de valor. El valor de una mer­
su patrón de medida en determinadas fracciones tempo­ cancía es al valor de cualquier otra, como el tiempo de
rales, tales como hora, día, etcétera. trabajo necesario para la producción de la una es al tiempo
Podría parecer que si el valor de una mercancía se de trabajo necesario para la producción de la otra. “En
determina por la cantidad de trabajo gastada en su pro­ cuanto valores, todas las mercancías son, únicamente, deter­
ducción, cuanto más perezoso o torpe fuera un hombre minada medida de tiempo de trabajo solidificado.” 11
tanto más valiosa sería su mercancía, porque aquél necesi­ La magnitud de valor de una mercancía se mantendría
taría tanto más tiempo para fabricarla. Sin embargo, el constante, por consiguiente, si también fuera constante el
trabajo qiie genera la sustancia de los valores es trabajo tiempo de trabajo requerido para su producción. Pero éste
humano indiferenciado, gasto de la misma fuerza humana varía con todo cambio en la fuerza productiva del trabajo.
de trabajo. El conjunto de la fuerza de trabajo de la La fuerza productiva del trabajo está determinada por
sociedad, representado en los valores del mundo de las múltiples circunstancias, entre otras por el nivel medio de
mercancías, hace las veces aquí de una y la misma fuerza destreza del obrero, el estadio de desarrollo en que se
humana de trabajo, por más que se componga de innume­ hallan la ciencia y sus aplicaciones tecnológicas, la coordi­
rables fuerzas de trabajo individuales. Cada una de esas nación social del proceso de producción, la escala y la
fuerzas de trabajo individuales es la misma fuerza de tra­ eficacia de los medios de producción, las condiciones natu­
bajo hum ana que las demás, en cuanto posee el carácter rales. L a misma cantidad de trabajo, por ejemplo, produce
de fuerza de trabajo social media y opera como tal fuerza 8 bushelsa de trigo en un buen año, 4 en un mal año. La
de trabajo social media, es decir, en cuanto, en la produc­ misma calidad de trabajo produce más metal en las minas
ción de una mercancía, sólo utiliza el tiempo de trabajo ricas que en las pobres, etc. Los diamantes rara vez afloran
promedialmente necesario, o tiempo de trabajo socialmente en la corteza terrestre, y de ahí que el hallarlos insuma,
necesario. El tiempo de trabajo socialmente necesario es término medio, mucho tiempo de trabajo. Por consiguiente,
el requerido para producir un valor de uso cualquiera, en en poco volumen representan mucho trabajo. Jacob pone
las condiciones normales de producción vigentes en una en duda que el oro haya saldado nunca su valor íntegro.1281
sociedad y con el grado social medio de destreza e inten­ Aun más cierto es esto en el caso de los diamantes. Según
sidad de trabajo. Tras la adopción en Inglaterra del telar de Eschw ege,1291 el total de lo extraído durante ochenta años
vapor, por ejemplo, bastó más o menos la mitad de trabajo
que antes para convertir en tela determinada cantidad de by the q u a n tity o f lab o u r necessarily required, and com m only
tak en in pro d u cin g th em .” “ E l valor de los objetos p a ra el uso,
hilo. Para efectuar esa conversión, el tejedor manual inglés cuan d o se los in tercam b ia, se regula p o r la can tid ad de trab ajo
necesitaba emplear ahora exactamente el mismo tiempo re q u erid a de m a n e ra n ecesaria y e m p le ad a p o r lo com ún p a ra
de trabajo que antes, pero el producto de su hora indivi­ p ro d u c irlo s.” (Som e T h o u g h ts on the Interest o f M o n e y in G e n e ­
dual de trabajo representaba únicamente media hora de ral, a n d P articularly in the P ublic F u n d s . . . , L ondres, pp. 36, 37.)
E ste n o tab le escrito a n ó n im o d el p asa d o siglo carece de fecha. D e
trabajo social, y su valor disminuyó, por consiguiente, a la su co ntenido se infiere, sin em b arg o , q u e se p u b licó en el reinado
mitad del que antes tenía. de Jorge II, h a cia 1739 ó 1740.
Es sólo la cantidad de trabajo socialmente necesario, 10 “T o d o s los p ro d u c to s de un m ism o género n o fo rm an , en
pues, o el tiempo de trabajo socialmente necesario para realid ad , m ás q u e u n a m asa, cuyo p recio se d e te rm in a de m an e ra
g eneral y hacien d o caso om iso de las circunstancias p a rtic u la re s.”
la producción de un valor de uso, lo que determina su (Le T ro sn e, op. cit., p. 893.)
magnitud de valor." Cada mercancía es considerada aquí, 11 K . M arx, Z a r K ritik . . . , p. 6 .

9 N o ta a la 2? edición. — “T h e valué o f them (the necessaries


o f life) w hen they are exchanged the one fo r an o th e r, is regulated " 291 litros, a p ro x im ad am en te.

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de los yacimientos diamantíferos brasileños todavía no puede ser valor si no es un objeto para el uso. Si es inútil,
había alcanzado, en 1823, a igualar el precio del producto también será inútil el trabajo contenido en ella; no se con­
medio obtenido durante 18 meses en las plantaciones bra­ tará como trabajo y no constituirá valor alguno.
sileñas de caña o de café, aun cuando representaba mucho
más trabajo y por consiguiente más valor. Disponiendo
de minas más productivas, la misma cantidad de trabajo
se representaría en más diamantes, y el valor de los mis­
2 . Dualidad del trabajo representado en las mercancías
mos disminuiría. Y si con poco trabajo se lograra trans­
formar carbón en diamantes, éstos podrían llegar a valer
menos que ladrillos. En términos generales: cuanto mayor
sea la fuerza productiva del trabajo, tanto menor será el En un comienzo, la mercancía se nos puso de mani­
tiempo de trabajo requerido para la producción de un fiesto como algo bifacético, como valor de uso y valor de
artículo, tanto menor la masa de trabajo cristalizada en él, cambio. Vimos a continuación que el trabajo, al estar expre­
tanto menor su valor. A la inversa, cuanto menor sea la sado en el valor, no poseía ya los mismos rasgos caracte­
fuerza productiva del trabajo, tanto mayor será el tiempo rísticos que lo distinguían como generador de valores de
de trabajo necesario para la producción de un artículo, uso. He sido el prim ero en exponer críticamente esa natu­
tanto mayor su valor. Por ende, la magnitud de valor de raleza bifacética del trabajo contenido en la mercancía.12
una mercancía varía en razón directa a la cantidad de Como este punto es el eje en torno al cual gira la com­
trabajo efectivizado en ella e inversa a la fuerza productiva prensión de la economía política, hemos de dilucidarlo
de ese trabajo. aquí con más detenimiento.
Una cosa puede ser valor de uso y no ser valor. Es Tomemos dos mercancías, por ejemplo una chaqueta
éste el caso cuando su utilidad para el hombre no ha sido y 10 varas de lienzo. La primera vale el doble que la
mediada por el trabajo. Ocurre ello con el aire, la tierra segunda, de m odo que si 10 varas de lienzo = V, la cha­
virgen, las praderas y bosques naturales, etc. Una cosa queta = 2 V.
puede ser útil, y además producto del trabajo humano, y La chaqueta es un valor de uso que satisface una
no ser mercancía. Quien, con su producto, satisface su necesidad específica. Para producirla, se requiere deter­
propia necesidad, indudablemente crea un valor de uso, minado tipo de actividad productiva. Ésta se halla deter­
pero no una mercancía. Para producir una mercancía, no minada por su finalidad, modo de operar, objeto, medio y
sólo debe producir valor de uso, sino valores de uso para resultado. Llamamos, sucintamente, trabajo útil al trabajo
otros, valores de uso sociales. {F. E. — Y no sólo, en cuya utilidad se representa así en el valor de uso de su
rigor, para otros. El campesino medieval producía para producto, o en que su producto sea un valor de uso. Desde
el señor feudal el trigo del tributo, y para el cura el del este punto de vista, el trabajo siempre se considera con
diezmo. Pero ni el trigo del tributo ni el del diezmo se relación a su efecto útil.
convertían en mercancías por el hecho de ser producidos Así como la chaqueta y el lienzo son valores de uso
para otros. Para transformarse en mercancía, el producto cualitativamente diferentes, son cualitativamente diferentes
ha de transferirse a través del intercambio a quien se sirve los trabajos por medio de los cuales llegan a existir: el del
de él como valor de uso.} " bis Por último, ninguna cosa sastre y el del tejedor. Si aquellas cosas no fueran valores
de uso cualitativamente diferentes, y por tanto productos
u b is {f . E . — N o ta a la 4? edición. — H e in sertad o el texto de trabajos útiles cualitativamente diferentes, en modo al­
en tre p a ré n te s is " po rq u e su om isión m otiva el frecuentísim o e rro r
guno podrían contraponerse como mercancías. N o se cam­
de creer que, p a ra M arx, es m ercancía todo pro d u cto consum ido
por quien n o sea su p ro d u c to r.) bia una chaqueta por una chaqueta, un valor de uso por
el mismo valor de uso.
“ E n tre llaves en la presente edición. 12 K . M arx , op. cit., pp. 12, 13 y ss.

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A través del cúmulo de los diversos valores de uso o riales naturales particulares. Como creador de valores de
cuerpos de las mercancías se pone de manifiesto un con­ uso, como trabajo útil, pues, el trabajo es, independien­
junto de trabajos útiles igualmente disímiles, diferenciados temente de todas las formaciones sociales, condición de la
por su tipo, género, familia, especie, variedad: una divi­ existencia humana, necesidad natural y eterna de mediar
sión social del trabajo. Ésta constituye una condición para el metabolismo que se da entre el hombre y la naturaleza,
la existencia misma de la producción de mercancías, si y, por consiguiente, de mediar la vida humana.
bien la producción de mercancías no es, a la inversa, Los valores de uso — chaqueta, lienzo, etc., en suma,
condición para la existencia misma de la división social los cuerpos de las mercancías— son combinaciones de dos
del trabajo. En la comunidad paleoíndica el trabajo está elem entos: material natural y trabajo. Si se hace abstrac­
dividido socialmente, sin que por ello sus productos se ción, en su totalidad, de los diversos trabajos útiles incor­
transformen en mercancías. O bien, para poner un ejemplo porados a la chaqueta, al lienzo, etc., quedará siempre un
más cercano: en todas las fábricas el trabajo está dividido sustrato material, cuya existencia se debe a la naturaleza
sistemáticamente, pero esa división no se halla mediada y no al concurso humano. E n su producción, el hombre
por el hecho de que los obreros intercambien sus productos sólo puede proceder como la naturaleza misma, vale decir,
individuales. Sólo los productos de trabajos privados autó­ cambiando, simplemente, la forma de los materiales.13 Y
nomos, recíprocamente independientes, se enfrentan entre es más: incluso en ese trabajo de transformación se ve
sí como mercancías. constantemente apoyado por fuerzas naturales. El trabajo,
Se ha visto, pues, que el valor de uso de toda mercancía por tanto, no es la fuente única de los valores de uso que
encierra determinada actividad productiva — o trabajo produce, de la riqueza material. El trabajo es el padre
útil— orientada a un fin. Los valores de uso no pueden de ésta, como dice William Petty, y la tierra, su m ad re.1301
enfrentarse como mercancías si no encierran en sí trabajos De la mercancía en cuanto objeto para el uso pasemos
útiles cualitativamente diferentes. En una sociedad cuyos ahora al valor de la mercancía.
productos adoptan en general la forma de mercancía, esto Supusimos que la chaqueta valía el doble que el lienzo.
es, en una sociedad de productores de mercancías, esa Pero ésta no es más que una diferencia cuantitativa, y
diferencia cualitativa entre los trabajos útiles — los cuales por el momento no nos interesa. Recordemos, pues, que
se ejercen independientemente unos de otros, como ocupa­ si una chaqueta vale el doble que 10 varas de lienzo, la
ciones privadas de productores autónomos— se desenvuel­ magnitud de valor de 20 varas de lienzo será igual a la de
ve hasta constituir un sistema multimembre, una división una chaqueta. En su calidad de valores, la chaqueta y el
social del trabajo. lienzo son cosas de igual sustancia, expresiones objetivas
A la chaqueta, por lo demás, tanto le da que quien del mismo tipo de trabajo. Pero el trabajo del sastre y el
la vista sea el sastre o su cliente. En ambos casos oficia de
13 “T o d o s los fen ó m en o s d el universo, los h a y a p ro d u cid o la
valor de uso. La relación entre la chaqueta y el trabajo m ano del h o m b re o las leyes u niversales de la física, n o d a n idea
que la produce tam poco se modifica, en sí y para sí, por de u n a creación real, sino ú n icam en te de u n a m odifica ció n de la
el hecho de que la ocupación sastreril se vuelva profesión m ateria. Juntar y separar son los únicos elem en to s que e n cu e n tra el
especial, miembro autónomo de la división social del ingenio h u m a n o c u an d o an aliza la idea d e la re p ro d u cció n , y
lan to estam os an te u n a re p ro d u c c ió n de v a lo r” (valor de uso,
trabajo. El hombre hizo su vestimenta durante milenios, aunque a q u í el pro p io V e rri, e n su polém ica c o n tra los fisiócratas,
allí donde lo forzaba a ello la necesidad de vestirse, antes no sepa a ciencia c ie rta de q u é valor e stá h a b la n d o ) “y de riqueza
de que nadie llegara a convertirse en sastre. Pero la si la tie rra , el aire y el agua de los cam pos se tra n sfo rm a n en
existencia de la chaqueta, del lienzo, de todo elemento de cereales, com o si, m ed ian te la m a n o del h o m b re, la pegajosa secre­
ción de un insecto se tra n s m u ta en terciopelo o bien algunos
riqueza material que no sea producto espontáneo de la Irocitos de m etal se org an izan p a ra fo rm a r u n reloj de repetición.”
naturaleza, necesariamente estará m ediada siempre por (P ietro V e rri, M e d ita zio n i sulla econom ía política — la edición p rín ­
una actividad productiva especial, orientada a un fin, la cipe es de 1771— , col. “S c ritto ri classici italiani di econom ía poli-
cual asimila a necesidades particulares del hombre mate­ lica", d ir por C ustodi, p a rte m o d ern a , t. xv, pp. 21, 22.)

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del tejedor difieren cualitativamente. Existen condiciones de suerte que una pequeña cantidad de trabajo complejo
sociales, no obstante, en que el m ismo hombre trabaja equivale a una cantidad mayor de trabajo simple. L a expe­
alternativamente de sastre y de tejedor: en ellas estos dos riencia muestra que constantemente se opera esa reducción.
modos diferentes de trabajo, pues, no son más que modi­ Por más que una mercancía sea el producto del trabajo más
ficaciones del trabajo que efectúa el m ismo individuo', no complejo su valor la equipara al producto del trabajo sim­
han llegado a ser funciones especiales, fijas, de individuos ple y, por consiguiente, no representa más que determinada
diferentes, del mismo modo, exactamente, que la chaqueta cantidad de trabajo simple.15 Las diversas proporciones en
que nuestro sastre confecciona hoy y los pantalones que que los distintos tipos de trabajo son reducidos al trabajo
hará m añana sólo suponen variedades del mismo trabajo simple como a su unidad de medida, se establecen a través
individual. Una simple mirada nos revela, además, que en de un proceso social que se desenvuelve a espaldas de los
nuestra sociedad capitalista, y con arreglo a la orientación productores, y que por eso a éstos les parece resultado de
variable que muestra la demanda de trabajo, una porción la tradición. Para simplificar, en lo sucesivo considerare­
dada de trabajo humano se ofrece alternativamente en mos directamente toda clase de fuerza de trabajo como
forma de trabajo de sastrería o como trabajo textil. Este fuerza de trabajo simple, no ahorrándonos con ello más
cambio de forma del trabajo posiblemente no se efectúe que la molestia de la reducción.
sin que se produzcan fricciones, pero se opera necesaria­ Por consiguiente, así como en los valores chaqueta y
mente. Si se prescinde del carácter determinado de la activi­ lienzo se hace abstracción de la diferencia entre sus valores
dad productiva y por tanto del carácter útil del trabajo, lo de uso, otro tanto ocurre, en el caso de los trabajos que
que subsiste de éste es el ser un gasto de fuerza de tra­ están representados en esos valores, con la diferencia entre
bajo humana. Aunque actividades productivas cualitativa­ las formas útiles de esos trabajos: el del sastre y el del
mente diferentes, el trabajo del sastre y el del tejedor son tejedor. Así como los valores de uso chaqueta y lienzo son
ambos gasto productivo del cerebro, músculo, nervio, combinaciones de actividades productivas orientadas a un
mano, etc., humanos, y en este sentido uno y otro son tra­ fin que se efectúan con paño e hilado, y en cambio los va­
bajo humano. Son nada más que dos formas distintas de lores chaqueta y lienzo sólo son mera gelatina homogénea
gastar la fuerza hum ana de trabajo. Es preciso, por cierto, de trabajo, también los trabajos contenidos en dichos valo­
que la fuerza de trabajo humana, para que se la gaste res no tienen validez por su relación productiva con el
de esta o aquella forma, haya alcanzado un mayor o me­ paño y el hilado sino sólo como gastos de fuerza humana de
nor desarrollo. Pero el valor de la mercancía representa trabajo. El trabajo sastreril y el textil son elementos cons­
trabajo humano puro y simple, gasto de trabajo humano titutivos de los valores de uso chaqueta y lienzo merced
en general. Así como en la sociedad burguesa un general precisamente a sus cualidades diferentes', son sustancia del
o un banquero desempeñan un papel preeminente, y el valor chaqueta y del valor lienzo sólo en tanto se hace
hombre sin más ni más un papel muy deslucido,14 otro abstracción de su cualidad específica, en tanto ambos
tanto ocurre aquí con el trabajo humano. Éste es gasto de poseen la misma cualidad, la de trabajo humano.
la fuerza de trabajo simple que, término medio, todo
hombre común, sin necesidad de un desarrollo especial, La chaqueta y el lienzo, empero, no son sólo valores
posee en su organismo corporal. El carácter del trabajo en general, sino valores de una magnitud determinada, y
medio simple varía, por cierto, según los diversos países y con arreglo a nuestra hipótesis la chaqueta valía el doble
épocas culturales, pero está dado para una sociedad deter­ que 10 varas de lienzo. ¿A qué se debe tal disparidad
minada. Se considera que el trabajo más complejo es igual
sólo a trabajo simple potenciado o más bien multiplicado, lr' H a de a d v ertir el lector que aquí no se tra ta del salario o
valor que percibe e l o b rero p o r una jo rn ad a lab o ral, sino del
valor de la m ercancía en que su jo rn a d a lab o ra l se objetiva. E n
14 C fr. H egel, P hilosophie des R ec h ts, B erlín, 1840, § 190, la p resente fase de nu e stra exposición, la categoría del salario aún
pág in a 250. no existe, en m odo alguno.

54 55
entre sus magnitudes de valor? Al hecho de que el lienzo exigua. Por el contrario, en sí y para sí, un cambio en la
sólo contiene la mitad de trabajo que la chaqueta, de tal fuerza productiva del trabajo en nada afecta el trabajo
m anera que para la producción de la última será nece­ representado en el valor. Como la fuerza productiva del
sario gastar fuerza de trabajo durante el doble de tiempo trabajo es algo que corresponde a la forma útil adoptada
que para la producción del primero. concretamente por el trabajo, es natural que, no bien hace­
Por ello, si en lo que se refiere al valor de uso el mos abstracción de dicha forma útil concreta, aquélla ya
trabajo contenido en la mercancía sólo cuenta cualitativa­ no pueda ejercer influjo alguno sobre el trabajo. El mismo
mente, en lo que tiene que ver con la magnitud de valor, trabajo, pues, por más que cambie la fuerza productiva,
cuenta sólo cuantitativamente, una vez que ese trabajo se rinde siempre la misma magnitud de valor en los mismos
halla reducido a la condición de trabajo humano sin más espacios de tiempo. Pero en el mismo espacio de tiempo
cualidad que ésa. Allí, se trataba del cómo y del qué del suministra valores de uso en diferentes cantidades: más,
trabajo; aquí del cuánto, de su duración. Como la magni­ cuando aumenta la fuerza productiva, y menos cuando
tud de valor de una mercancía sólo representa la cantidad disminuye. Es así como el mismo cambio que tiene lugar
del trabajo en ella contenida, las mercancías, en cierta en la fuerza productiva y por obra del cual el trabajo se
proporción, serán siempre, necesariamente, valores iguales. vuelve más fecundo, haciendo que aumente, por ende, la
Si se mantiene inalterada la fuerza productiva de todos m asa de los valores de uso proporcionados por éste, reduce
los trabajos útiles requeridos para la producción, digamos, la magnitud de valor de esa masa total acrecentada, siempre
de una chaqueta, la magnitud de valor de las chaquetas que abrevie la suma del tiempo de trabajo necesario para
aumentará en razón de su cantidad. Si una chaqueta repre­ la producción de dicha masa. Y viceversa.
senta x días de trabajo, 2 chaquetas representarán 2 x, etc. Todo trabajo es, por un lado, gasto de fuerza humana
Pero supongamos que el trabajo necesario para la produc­ de trabajo en un sentido fisiológico, y es en esta condi­
ción de una chaqueta se duplica, o bien que disminuye a ción de trabajo hum ano igual, o de trabajo abstractamente
la mitad. En el primero de los casos una chaqueta valdrá humano, como constituye el valor de la mercancía. Todo
tanto como antes dos; en el segundo, dos de esas prendas trabajo, por otra parte, es gasto de fuerza humana de tra­
sólo valdrán lo que antes una, por más que en ambos casos bajo en una forma particular y orientada a un fin, y en esta
la chaqueta preste los mismos servicios que antes y el condición de trabajo útil concreto produce valores de uso.18
trabajo útil contenido en ella sea también ejecutado como
siempre. Pero se ha alterado la cantidad de trabajo em­ "* N o ta a la 2^ edición. — P a ra d e m o stra r “q u e sólo el tra b a ­
pleada para producirlo. jo [ .. .] es la m edida definitiva y real con arreg lo a la cu al en
todos los tiem pos puede estim arse y co m p a rarse el v a lo r de todas
En sí y para sí, una cantidad mayor de valor de uso las m ercan cías” , dice A dam Sm ith: “C a n tid a d es iguales de trab a jo
constituirá una riqueza material mayor; dos chaquetas, en todo tiem p o y lu g ar h a n de ten er el m ism o v alo r p a ra el tra b a ­
más riqueza que una. Con dos chaquetas puede vestirse jad o r. E n su e stad o n o rm al de salud, fu erza y dinam ism o, y con
a dos hombres, mientras que con una sólo a uno, etc. No el grado m edio de d estreza que posea, el tra b a ja d o r debe siem pre
re n u n c ia r a la m ism a p o rc ió n de su descanso, lib e rtad y felicidad” .
obstante, a la masa creciente de la riqueza material puede (W ealth o f N atio n s, lib. i, cap. v [ed. p o r E. G . W ak efield , L ondres,
corresponder una reducción simultánea de su magnitud 1836, vol. i, pp. 104-105].) D e u n a p a rte , A dam Sm ith confunde
de valor. Este movimiento antitético deriva del carácter a q u í (no en todos los casos) la determ in ació n del v alo r p o r la
bifacético del trabajo. L a fuerza productiva, naturalmente, cantidad de trabajo gastada en la p roducción de la m ercancía, con
la d eterm in ació n de los valores m ercantiles p o r el valor del trabajo,
es siempre fuerza productiva de trabajo útil, concre­
y por eso p ro c u ra d e m o stra r que c an tid ad es iguales de trab a jo
to, y de hecho sólo determina, en un espacio dado de tienen siem pre el m ism o valor. D e o tra p arte, en tre v é que el tra ­
tiempo, el grado de eficacia de una actividad productiva bajo, en la m edida en que se re p resen ta en el v alo r de las m e r­
orientada a un fin. Por consiguiente, es en razón directa cancías, sólo cuenta com o gasto de fu erza de trabajo, p ero sólo
al aumento o reducción de su fuerza productiva que el concibe ese gasto co m o sacrificio del descanso, la lib e rtad y la
felicidad, no com o actividad n o rm al de la vida. Sin duda, tiene
trabajo útil deviene fuente productiva más abundante o e n vista aquí al a sa la ria d o m oderno. M ucho m ás certero es el

56 57
3. La forma de valor o el valor de cambio menester, ahora, que volvamos a esa forma en que se
manifiesta el valor.
Las mercancías vienen al mundo revistiendo la forma No hay quien no sepa, aunque su conocimiento se
de valores de uso o cuerpos de mercancías: hierro, lienzo, reduzca a eso, que las mercancías poseen una forma común
trigo, etc. Es ésta su prosaica forma natural. Sin embargo, de valor que contrasta, de manera superlativa, con las
sólo son mercancías debido a su dualidad, a que son obje­ abigarradas formas naturales propias de sus valores de uso:
tos de uso y, simultáneamente, portadoras de valor. Sólo la forma de dinero. De lo que aquí se trata, sin embargo,
se presentan como mercancías, por ende, o sólo poseen la es de llevar a cabo una tarea que la economía burguesa
forma de mercancías, en la medida en que tienen una for­ ni siquiera intentó, a saber, la de dilucidar la génesis de esa
ma doble: la forma natural y la forma de valor. forma dineraria, siguiendo, para ello, el desarrollo de la
La objetividad de las mercancías en cuanto valores expresión del valor contenida en la relación de valor exis­
se diferencia de mistress Quickly en que no se sabe por tente entre las mercancías: desde su forma más simple y
dónde agarrarla.[31] En contradicción directa con la obje­ opaca hasta la deslumbrante forma de dinero. Con lo cual,
tividad sensorialmente grosera del cuerpo de las mercan­ al mismo tiempo, el enigma del dinero se desvanece.
cías, ni un solo átomo de sustancia natural forma parte La más simple relación de valor es, obviamente, la que
de su objetividad en cuanto valores. De ahí que por más existe entre una mercancía y otra mercancía determinada
que se dé vuelta y se manipule una mercancía cualquiera, de especie diferente, sea cual fuere. La relación de valor
resultará inasequible en cuanto cosa que es valor. Si recor­ entre dos mercancías, pues, proporciona la expresión más
damos, empero, que las mercancías sólo poseen objetivi­ simple del valor de una mercancía.
dad como valores en la medida en que son expresiones
de la misma unidad social, del trabajo humano; que su
objetividad en cuanto valores, por tanto, es de naturaleza
puramente social, se comprenderá de suyo, asimismo, que A. F O R M A S IM P L E O SIN G U LA R DE V A L O R 3
dicha objetividad como valores sólo puede ponerse de m a­
nifiesto en la relación social entre diversas mercancías.
Habíamos partido, en realidad, del valor de cambio o de x mercancía A = y mercancía B, o bien:
la relación de intercambio entre las mercancías, para des­ x mercancía A vale y mercancía B
cubrir el valor de las mismas, oculto en esa relación. Es (2 0 v a ras de lienzo = 1 ch aq u eta, o bien:
2 0 v aras de lienzo valen I ch aqueta)

a n ó n im o p re cu rso r de A d a m Sm ith citado en la n o ta 9, cuando


dice: “ U n h o m b re se h a o cu p ad o d u ra n te u n a sem ana en pro d u cir
este a rtíc u lo n e c e s a rio . . . y quien le d é a cam bio de él algún 1. LOS DOS PO LOS DE LA E X P R E S IO N DEL VALOR:
otro objeto, n o p o d rá e fec tu a r m ejor evaluación de lo que es su F O R M A R E L A T IV A D E V A L O R Y F O R M A D E E Q U IV A L E N T E
e q u ivalente adecuado, que calcu lan d o que le cuesta a el e x ac ta ­
m ente el m ism o labour [trabajo] y tiem po; lo cual, en realidad, El secreto de toda forma de valor yace oculto bajo
no es sino el cam bio e n tre el labour que u n h o m b re em pleó e n una esta forma simple de valor. Es su análisis, pues, el que
cosa d u ra n te d e term in ad o tiem po, y el tra b a jo gastado en o tra cosa, presenta la verdadera dificultad.
por o tro ho m b re, d u ra n te el m ism o tie m p o ” . (So m e T h o u g h ts . . . ,
página 39.) .
Las dos mercancías heterogéneas A y B, en nuestro
{ F . E . — A gregado a la 4? edición. — L a lengua inglesa tiene ejemplo el lienzo y la chaqueta, desempeñan aquí, obvia­
la ventaja de poseer dos p a la b ras d istintas p a ra esos dos diferentes mente, dos papeles diferentes. El lienzo expresa su valor
aspectos del trab a jo . E l tra b a jo que crea valores de uso y que está en la chaqueta; la chaqueta hace las veces de material para
d e te rm in a d o cualitativ am en te se den o m in a w ork, por oposición a
lab o u r; el que crea valor, y al que sólo se m ide cuantitativ am en te,
es labour, por oposición a w ork. V éase n o ta a la trad u cció n inglesa, “ E n la 3 3 y 4 11 ediciones: “F o rm a sim ple, singular o contin­
p ágina 14.} gente de v a lo r”.

58 59
dicha expresión del valor. A la primera mercancía le co­ 2. LA FO RM A R E L A T IV A D E V A LO R

rresponde un papel activo; a la segunda, uno pasivo. El


valor de la primera mercancía queda representado como
a) Contenido de la forma relativa de valor
valor relativo, o sea, reviste una forma relativa de valor.
La segunda mercancía funciona como equivalente, esto es,
Para averiguar de qué manera la expresión simple del
adopta una forma de equivalente.
valor de una m ercancía'se encierra en la relación de valor
L a forma relativa de valor y la forma de equivalente
son aspectos interconectados e inseparables, que se condi­ entre dos mercancías, es necesario, en un principio, consi­
derar esa relación con total prescindencia de su aspecto
cionan de manera recíproca, pero constituyen a la vez
cuantitativo. Por regla general se procede precisamente a
extremos excluyentes o contrapuestos, esto es, polos de la
misma expresión de valor', se reparten siempre entre las la inversa, viéndose en la relación de valor tan sólo la
proporción en que se equiparan determinadas cantidades
distintas mercancías que la expresión del valor pone en in-
de dos clases distintas de mercancías. Se pasa por alto, de
terrelación. No me es posible, por ejemplo, expresar en
esta suerte, que las magnitudes de cosas diferentes no
lienzo el valor del lienzo. 20 varas de lienzo = 20 varas
llegan a ser comparables cuantitativamente sino después de
de lienzo no constituye expresión alguna de valor. La igual­
su reducción a la misma unidad. Sólo en cuanto expresio­
dad, por el contrario, dice más bien: 20 varas de lienzo no
nes de la misma unidad son magnitudes de la misma deno­
son otra cosa que 20 varas de lienzo, que una cantidad
minación, y por tanto conmensurables.17
determinada de ese objeto para el uso que es el lienzo. El
Ya sea que 20 varas de lienzo = 1 chaqueta, ó = 20
valor del lienzo, como vemos, sólo se puede expresar
ó = x chaquetas, es decir, ya sea que una cantidad deter­
relativamente, es decir, en otra mercancía. L a forma rela­
minada de lienzo valga muchas o pocas chaquetas, en
tiva de valor del lienzo supone, pues, que otra mercancía
todas esas proporciones siempre está implícito que el lienzo
cualquiera se le contraponga bajo la forma de equivalente.
y las chaquetas, en cuanto magnitudes de valor son expre­
Por lo demás, esa otra mercancía que hace las veces de
siones de la misma unidad, cosas de igual naturaleza.
equivalente, no puede revestir al mismo tiempo la forma
Lienzo = chaqueta es el fundamento de la ecuación.
relativa de valor. Ella no expresa su propio valor. Se
reduce a proporcionar el material para la expresión del Pero las dos mercancías cualitativamente equiparadas
no desempeñan el mismo papel. Sólo se expresa el valor
valor de otra mercancía.
del lienzo. ¿Y cómo? Relacionándolo con la chaqueta en
Sin duda, la expresión 20 varas de lienzo = 1 chaque­
calidad de “equivalente” suyo u objeto “intercambiable”
ta, o 20 varas de lienzo valen 1 chaqueta, implica la
por ella. En esta relación, la chaqueta cuenta como forma
relación inversa: 1 chaqueta = 2 0 varas de lienzo, o
de existencia del valor, como cosa que es valor, pues sólo
1 chaqueta vale 20 varas de lienzo. Pero lo cierto es que
en cuanto tal es ella lo mismo que el lienzo. Por otra
para expresar en términos relativos el valor de la chaqueta
debo invertir la ecuación, y al hacerlo es el lienzo, en vez parte, sale a luz o adquiere una expresión autónoma el
propio carácter de ser valor del lienzo, ya que sólo en
de la chaqueta, el que pasa a ser el equivalente. Por tanto,
la misma mercancía no puede, en la misma expresión del cuanto valor se puede relacionar con la chaqueta como
valor, presentarse simultáneamente bajo ambas formas.
17 L os ra ro s econom istas que, co m o Sam uel B ailey, se dedica­
Éstas, por el contrario, se excluyen entre sí de manera polar.
ro n al análisis de la fo rm a de valor, n o p odían a lc an z a r resultado
El que una mercancía adopte la forma relativa de a lguno, p rim eram en te porque co n fu n d en la fo rm a de valor y el
valor o la forma contrapuesta, la de equivalente, depende valor m ism o, y en segundo térm in o p orque, som etidos al tosco
de manera exclusiva de la posición que en ese momento influjo del burgués práctico, desde un prim er m o m en to tenían
presente exclusivam ente la determ in ació n c u an tita tiv a . “La posibi­
ocupe en la expresión del valor, esto es, de que sea la mer­ lidad de disponer de la c a n tid a d . . . es lo que constituye el valor."
cancía cuyo valor se expresa o bien, en cambio, la (M oney a n d its V icissitudes, L ondres, 1837, p. 11. E l a u to r es
mercancía en la que se expresa el valor. Sam uel B ailey.)

60 61
equivalente o intercambiable por ella. El ácido butírico, Sin embargo, no basta con enunciar el carácter especí­
por ejemplo, es un cuerpo diferente del formiato de pro­ fico del trabajo del cual se compone el valor del lienzo.
pilo. Ambos, sin embargo, se componen de las mismas sus­ La fuerza de trabajo humana en estado líquido, o el trabajo
tancias químicas: carbono (C ), hidrógeno (H ) y oxígeno humano, crea valor, pero no es valor. Se convierte en
(O ), y justamente en proporciones iguales, a saber: valor al solidificarse, al pasar a la forma objetiva. Para
C4H 80 2. Ahora bien, si se igualara el ácido butírico al expresar el valor de la tela como una gelatina de trabajo
formiato de propilo, tendríamos lo siguiente: primero, que humano, es menester expresarlo en cuanto “objetividad”
en esa igualdad el formiato de propilo sólo contaría como que, como cosa, sea distinta del lienzo mismo, y a la vez
forma de existencia de C 4H 80 2, y en segundo lugar, con la común a él y a otra mercancía. El problema ya está
igualdad diríamos que el ácido butírico se compone de resuelto.
C4H 80 2. Al igualar el formiato de propilo con el ácido Si en la relación de valor del lienzo se considera la
butírico, pues, se expresaría la sustancia química de ambos chaqueta como algo que es cualitativamente igual a él,
por contraposición a su forma corpórea. como cosa de la misma naturaleza, ello se debe a que ésta
Si decimos que las mercancías, en cuanto valores, no es un valor. Se la considera aquí, por tanto, como cosa
son más que mera gelatina de trabajo humano, nuestro en la que se manifiesta el valor, o que en su forma natural
análisis las reduce a la abstracción del valor, pero no les y tangible representa al valor. Ahora bien: la chaqueta, el
confiere forma alguna de valor que difiera de sus formas cuerpo de la mercancía chaqueta, es un simple valor de
naturales. Otra cosa ocurre en la relación de valor entre uso. Una chaqueta expresa tan inadecuadamente el valor
una mercancía y otra. Lo que pone de relieve su carácter como cualquier pieza de lienzo. Esto demuestra, simple­
de valor es su propia relación con la otra mercancía. mente, que la chaqueta, puesta en el marco de la relación de
Por ejemplo: al igualar la chaqueta, en cuanto cosa valor con el lienzo, importa más que fuera de tal relación,
que es valor, al lienzo se equipara el trabajo que se encierra así como no pocos hombres importan más si están embu­
en la primera al trabajo encerrado en el segundo. Ahora tidos en una chaqueta con galones que fuera de la misma.
bien: el trabajo que confecciona la chaqueta, el del sastre, En la producción de la chaqueta se ha empleado, de
es un trabajo concreto que difiere por su especie del tra­ m anera efectiva, fuerza de trabajo hum ana bajo la forma
bajo que produce el lienzo, o sea, de tejer. Pero la equipa­ de trabajo sastreril. Se ha acumulado en ella, pues, trabajo
ración con éste reduce el trabajo del sastre, en realidad, humano. Desde este punto de vista, la chaqueta es “porta­
a lo que en ambos trabajos es efectivamente igual, a su dora de valor”, aunque esa propiedad suya no se trasluzca
carácter común de trabajo humano. Dando este rodeo, ni siquiera cuando de puro gastada se vuelve transparente.
pues, .lo que decimos es que tampoco el trabajo del tejedor, Y en la relación de valor del lienzo, la chaqueta sólo
en la medida en que teje valor, posee rasgo distintivo cuenta en ese aspecto, esto es, como valor corporificado,
alguno con respecto al trabajo del sastre; es, por ende, como cuerpo que es valor. Su apariencia abotonada no es
trabajo abstractamente humano. Sólo la expresión de equi­ obstáculo para que el lienzo reconozca en ella un alma
valencia de mercancías heterogéneas saca a luz el carácter gemela, afín: el alma del valor. Frente al lienzo, sin em-
específico del trabajo en cuanto formador de valor, redu­
ciendo de hecho a lo que les es común, a trabajo humano
jo, l32! de la m an e ra en que se m ed irá m ejor el v alor de todas
en general, los trabajos heterogéneos que se encierran en las cosas . . . es en tra b a jo ” . (T h e W o rk s o f B . F ranklin . . . , ed. por
las mercancías heterogéneas.17b,s Sparks, B oston, 1836, vol. ii, p. 267.) F ra n k lin n o es consciente de
que al e stim ar “en tra b a jo ” el valor de todas las cosas, hace abs­
17 bis N o ta a la 2? edición. — U n o de los p rim eros econom is­ trac ció n de la diferen cia e n tre los trab ajo s intercam b iad o s, re d u ­
tas que, después de W illiam Petty, som etió a e xam en la n a tu ra le z a ciéndolos así a tra b a jo h u m an o igual. N o lo sabe, pero lo dice.
del v alor, el célebre F ra n k lin , dice: “C o m o el com ercio, en general, Se re fie re p rim e ro a “u n tra b a jo ”, luego al “o tro tra b a jo ” y por
no es o tra cosa que el in tercam b io de un trab a jo por o tro traba- ú ltim o al “ tra b a jo ”, sin m ás especificación, com o sustancia del
v alor de todas las cosas.

62
63
bargo, la chaqueta no puede representar el valor sin es la propia expresión del valor de A. París vaut bien une
que el valor, simultáneamente, adopte para él la forma messe! [¡París bien vale una m isa!][331
de chaqueta. Del mismo modo que el individuo A no Por intermedio de la relación de valor, pues, la forma
puede conducirse ante el individuo B como ante el titular natural de la mercancía B deviene la forma de valor de la
de la majestad sin que para A, al mismo tiempo, la mercancía A, o el cuerpo de la mercancía B se convierte,
majestad adopte la figura corporal de B y, por consi­ para la mercancía A, en espejo de su valor.18 Al referirse
guiente, cambie de fisonomía, color del cabello y muchos a la mercancía B como cuerpo del valor, como concreción
otros rasgos más cada vez que accede al trono un nuevo material del trabajo humano, la mercancía A transforma al
padre de la patria. valor de uso B en el material de su propia expresión de va­
En la relación de valor, pues, en que la chaqueta lor. El valor de la mercancía A, expresado así en el valor de
constituye el equivalente del lienzo, la forma de chaqueta uso de la mercancía B, adopta la forma del valor relativo.
hace las veces de forma del valor. Por tanto, el valor
de la mercancía lienzo queda expresado en el cuerpo de
la mercancía chaqueta, el valor de una mercancía en el
b) Carácter determinado cuantitativo
valor de uso de la otra. En cuanto valor de uso el lienzo es
una cosa sensorialmente distinta de la chaqueta; en cuanto de la form a relativa de valor
valor es igual a la chaqueta, y, en consecuencia, tiene
el mismo aspecto que ésta. Adopta así una forma de valor, Toda mercancía cuyo valor debamos expresar es un
diferente de su forma natural. En su igualdad con la objeto para el uso que se presenta en una cantidad deter­
chaqueta se manifiesta su carácter de ser valor, tal como m inada: 15 fanegas de trigo, 100 libras de café, etc. Esta
el carácter ovejuno del cristiano se revela en su igualdad cantidad dada de una mercancía contiene determinada can­
con el cordero de Dios. tidad de trabajo humano. La forma de valor, pues, no
Como vemos, todo lo que antes nos había dicho el sólo tiene que expresar valor en general, sino valor, o
análisis del valor mercantil nos lo dice ahora el propio magnitud de valor, cuantitativamente determinado. Por
lienzo, no bien entabla relación con otra mercancía, la consiguiente, en la relación de valor de la mercancía A
chaqueta. Sólo que el lienzo revela sus pensamientos en el con la mercancía B, del lienzo con la chaqueta, no sólo se
único idioma que domina, el lenguaje de las mercancías. equipara cualitativamente la clase de mercancía chaqueta,
Para decir que su propio valor lo crea el trabajo, el trabajo como corporización del valor en general, con el lienzo,
en su condición abstracta de trabajo humano, dice que la sino que a una cantidad determinada de lienzo, por ejem­
chaqueta, en la medida en que vale lo mismo que él y, plo a 20 varas de lienzo, se le iguala una cantidad determi­
por tanto, en cuanto es valor, está constituida por el nada del cuerpo que es valor o del equivalente, por ejemplo
mismo trabajo que el lienzo. Para decir que su sublime 1 chaqueta.
objetividad del valor difiere de su tieso cuerpo de lienzo, La igualdad: “20 varas de lienzo = 1 chaqueta”, o
dice que el valor posee el aspecto de una chaqueta y que “20 varas de lienzo valen 1 chaqueta”, presupone que en
por tanto él mismo, en cuanto cosa que es valor, se
parece a la chaqueta como una gota de agua a otra. Obsér­ 18 E n cierto m odo, con el hom bre sucede lo m ism o que con
vese, incidentalmente, que el lenguaje de las mercancías, la m ercancía. C o m o no viene al m undo con un espejo e n la m ano,
aparte del hebreo, dispone de otros muchos dialectos más ni tam p o c o a firm an d o , com o el filósofo fich tian o , “yo soy y o ”, el
hom bre se ve reflejad o p rim e ro sólo en o tro hom bre. T a n sólo a
o menos precisos. La palabra alemana “Wertsein”, a trav é s de la re la ció n con el hom bre P ablo com o igual suyo, el
modo de ejemplo, expresa con menos vigor que el verbo h o m b re P e d ro se re la cio n a consigo m ism o com o hom bre. P ero con
románico “valere”, “valer”, “valoir” , la circunstancia de ello tam b ién el hom bre P ab lo , de pies a cabeza, e n su corp o reid ad
que la igualación de la mercancía B con la mercancía A pau lin a, c u e n ta p a ra P e d ro com o la fo rm a en que se m anifiesta
el gen u s [género] hom bre.

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1 chaqueta se encierra exactamente tanta sustancia de
Si comparamos los diversos casos comprendidos en
valor como en 20 varas de lienzo; por ende, que ambas I y II, tendremos que el mismo cambio de magnitud expe­
cantidades de mercancías insumen el mismo trabajo o un rimentado por el valor relativo puede obedecer a causas
tiempo de trabajo igual. El tiempo de trabajo necesario absolutamente contrapuestas. Así, de que 20 varas de lien­
p ara la producción de 20 varas de lienzo o de una cha­ zo = 1 chaqueta, se pasa a: 1) la ecuación 20 varas de
queta, empero, varía cada vez que varía la fuerza produc­ lienzo = 2 chaquetas, o porque aumentó al doble el valor
tiva en el trabajo textil o en el de los sastres. Hemos del lienzo o porque el de la chaqueta se redujo a la mitad,
de investigar con más detenimiento, ahora, el influjo que y 2) a la ecuación 20 varas de lienzo = ¥2 chaqueta, sea
ese cambio ejerce sobre la expresión relativa de la magni­ porque el valor del lienzo disminuyó a la mitad, sea porque
tud del valor. se duplicó el de la chaqueta.
I. El valor del lienzo varía,19 manteniéndose constante III. Las cantidades de trabajo necesarias para producir
el valor de la chaqueta. Si se duplicara el tiempo de trabajo el lienzo y la chaqueta pueden variar al propio tiempo,
necesario para la producción del lienzo, debido, por ejem­ en el mismo sentido y en idéntica proporción. En tal caso
plo, a un progresivo agotamiento de los suelos destinados 20 varas de lienzo seguirán siendo = 1 chaqueta, por mu­
a cultivar el lino, se duplicaría su valor. En lugar de 20 cho que varíen sus valores. Se descubre el cambio de sus
varas de lienzo = 1 chaqueta, tendríamos 20 varas de valores al compararlas con una tercera mercancía cuyo
lienzo = 2 chaquetas, ya que ahora 1 chaqueta sólo con­ valor se haya m antenido constante. Si los valores de todas
tiene la mitad de tiempo de trabajo que 20 varas de lienzo. las mercancías aumentaran o disminuyeran simultánea­
Si, por el contrario, decreciera a la mitad el tiempo de mente y en la misma proporción, sus valores relativos se
trabajo necesario para la producción del lienzo, digamos m antendrían inalterados. El cambio efectivo de sus valores
que a causa de haberse perfeccionado los telares, el valor lo advertiríamos por el hecho generalizado de que en el
del lienzo se reduciría a la mitad. En consecuencia, ahora, mismo tiempo de trabajo se suministraría ahora una canti­
20 varas de lienzo = ¥2 chaqueta. Si se mantiene invaria­ dad mayor o menor de mercancías que antes.
ble el valor de la mercancía B, pues, el valor relativo de la IV. Los tiempos de trabajo necesarios para la produc­
mercancía A, es decir, su valor expresado en la mercancía ción del lienzo y la chaqueta, respectivamente, y por ende
B, aum enta y disminuye en razón directa al valor de la sus valores, podrían variar en el mismo sentido, pero en
mercancía A. grado desigual, o en sentido opuesto, etc. L a influencia
II. El valor del lienzo permanece constante, pero que ejercen todas las combinaciones posibles de este tipo
varía el de la chaqueta. En estas circunstancias, si el tiem­ sobre el valor relativo de una mercancía se desprende,
po de trabajo necesario para la producción de la chaqueta sencillamente, de la aplicación de los casos I, II y III.
se duplica, por ejemplo debido a una m ala zafra lanera, Los cambios efectivos en las magnitudes de valor, pues,
en vez de 20 varas de lienzo = 1 chaqueta, tendremos: 20 no se reflejan de un modo inequívoco ni exhaustivo en su
varas de lienzo = ¥2 chaqueta. Si en cambio el valor de expresión relativa o en la magnitud del valor relativo. El
la chaqueta baja a la mitad, entonces 20 varas de lienzo — valor relativo de una mercancía puede variar aunque su va­
= 2 chaquetas. Por consiguiente, manteniéndose inaltera­ lor se m antenga constante. Su valor relativo puede m an­
do el valor de la mercancía A, su valor relativo, expresado tenerse constante, aunque su valor varíe, y, por último, en
en la m ercancía B, aumenta o disminuye en razón inversa m odo alguno es inevitable que coincidan en volumen las
al cambio de valor de B. variaciones que se operan, simultáneamente, en las mag­
nitudes del valor de las mercancías y en la expresión rela­
ln El térm in o “v a lo r” se em p lea a q u í — com o, dicho sea de tiva de esas magnitudes del valor.20
paso, ya lo hem os hech o antes en algunos p asajes— p a ra designar
20 N o ta a la 2? edición. — C o n su trad icio n a l perspicacia, la
el v a lo r c u an tita tiv a m e n te determ in ad o , y por ta n to la m agnitud
econom ía v ulgar h a sacado p a rtid o de esa incongruencia entre
del valor.
la m agnitud del valor y su expresión relativa. A m odo de ejem -

66 67
3. LA FO RM A DE E Q U IV A L E N T E
dependerá de la magnitud del valor de la chaqueta. Ya
sea que la chaqueta se exprese como equivalente y el lienzo
Como hemos visto, cuando la mercancía A (el lienzo) como valor relativo o, a la inversa, el lienzo como equiva­
expresa su valor en el valor de uso de la mercancía hete­ lente y la chaqueta como valor relativo, la magnitud del
rogénea B (la chaqueta), imprime a esta última una forma valor de la chaqueta quedará determinada, como siempre,
peculiar de valor, la del equivalente. L a mercancía lienzo por el tiempo de trabajo necesario para su producción,
pone a la luz su propio carácter de ser valor por el hecho independientemente, pues, de la forma de valor que re­
de que la chaqueta, sin adoptar una forma de valor distin­ vista. Pero no bien la clase de mercancías chaqueta ocu­
ta de su forma corpórea, le sea equivalente. El lienzo, pa, en la expresión del valor, el puesto de equivalente, su
pues, expresa efectivamente su propio carácter de ser magnitud de valor en modo alguno se expresa en cuanto
valor en el hecho de que la chaqueta sea intercambiable tal. En la ecuación de valor dicha magnitud sólo figura,
directamente por él. L a forma de equivalente que adopta por el contrario, como determinada cantidad de una cosa.
una mercancía, pues, es la forma en que es directamente Por ejemplo: 40 varas de lienzo “valen” . . . ¿qué?
intercambiable por otra mercancía. 2 chaquetas. Como la clase de mercancías chaqueta desem­
El hecho de que una clase de mercancías, como las peña aquí el papel de equivalente; como el valor de uso
chaquetas, sirva de equivalente a otra clase de mercancías, chaqueta frente al lienzo hace las veces de cuerpo del
por ejemplo el lienzo — con lo cual las chaquetas adquie­ valor, basta con determ inada cantidad de chaquetas para
ren la propiedad característica de encontrarse bajo la expresar una cantidad determinada de lienzo. Dos chaque­
forma de intercambiabilidad directa con el lienzo— , en tas, por ende, pueden expresar la magnitud de valor de
modo alguno significa que esté dada la proporción según 40 varas de lienzo, pero nunca podrán expresar su propia
la cual se pueden intercambiar chaquetas y lienzos. Como magnitud de valor, la magnitud del valor de las chaquetas.
está dada la magnitud del valor del lienzo, esa proporción La concepción superficial de este hecho, o sea que en la
ecuación de valor el equivalente revista siempre, única­
pío: “U n a vez que se reconoce que A b aja p o rq u e B, con la cual mente, la forma de una cantidad simple de una cosa, de
se cam bia, a u m en ta, a unque e n e l ínterin n o se h a y a em pleado un valor de uso, ha inducido a Bailey, así como a muchos
m enos tra b a jo en A , e l prin cip io general del valor, p ro p u esto de sus precursores y continuadores, a ver en la expresión
por ustedes, se desm o ro n a . . . Si él [R icardo] reconoce que cuando del valor una relación puramente cuantitativa. La forma
a u m e n ta el v a lo r de A con respecto a B, m engua el v alo r de B
en relació n con A , queda m inado el fu n d a m e n to sobre e l que de equivalente de una mercancía, por el contrario, no
ase n tó su g ra n tesis, a saber, que e l valor de una m ercancía e stá contiene ninguna determinación cuantitativa del valor.
d e te rm in a d o siem pre p o r e l trab a jo in co rp o ra d o a ella; en efecto, L a primera peculiaridad que salta a la vista cuando
si un cam bio en el costo de A no sólo a ltera su p ropio valor
con resp ecto a B, a la m ercancía p o r la cual se cam bia, sino ta m ­
se analiza la forma de equivalente es que el valor de uso
bién el valor de B en relación con A , aun c u an d o no h a y a ocu rrid o se convierte en la forma en que se manifiesta su contrario,
cam bio alguno e n la can tid ad de trab a jo re q u erid a p a ra pro d u cir el valor.
a B, en tal caso n o só lo se viene al suelo la do ctrin a según la La forma natural de la mercancía se convierte en forma
cual la c an tid ad de trab a jo em pleada en un artícu lo regula el valor
del m ism o, sino tam bién la que sostiene que es el costo de p ro d u c ­
de valor. Pero obsérvese que ese quid pro quo [tomar una
ción de u n artícu lo lo que re g u la su v alo r” . (J. B roadhurst, P olitical cosa por otra] sólo ocurre, con respecto a una mercancía
E co n o m y, L ondres, 1842, pp. 11, 14.) B (chaqueta o trigo o hierro, etc.), en el marco de la rela­
C o n el m ism o derecho, el señor B ro ad h u rst p odría decir: E x a­ ción de valor que la enfrenta con otra mercancía A cual­
m inem os las fraccio n es 10/20, 10/50, 10/100, etc. E l guarism o 10
perm anece inalterado, y sin e m bargo su m ag n itu d proporcional,
quiera (lienzo, etc.); únicamente dentro de los límites de
su m ag n itu d con resp ecto a los d e n o m in ad o res 20, 50, 100, decrece esa relación. Como ninguna mercancía puede referirse a sí
de m an e ra constante. Se desm orona, por consiguiente, la gran tesis misma como equivalente, y por tanto tampoco puede con­
según la cual la m agnitud de un n ú m ero en tero , com o por ejem plo vertir a su propia corteza natural en expresión de su propio
el 1 0 , se “ regula” por el n ú m ero de las unidades que contiene.
valor, tiene que referirse a otra mercancía como equiva­
68 69
lente, o sea, hacer de la corteza natural de otra mercancía igual a una chaqueta, esta expresión denota, por sí misma,
su propia forma de valor. que en ella se oculta una relación social. Ocurre a la in­
El ejemplo de una medida que se aplica a los cuerpos versa con la forma de equivalente. Consiste ésta, precisa­
de las mercancías en cuanto tales cuerpos de mercancías, mente, en que el cuerpo de una m ercancía como la cha­
esto es, en cuanto valores de uso, nos dará una idea clara queta, tal cual es, exprese valor y posea entonces por
sobre el particular. Por ser un cuerpo, un pan de azúcar naturaleza forma de valor. Esto, sin duda, sólo tiene vigen­
gravita y por tanto tiene determinado peso, pero no es cia dentro de la relación de valor en la cual la mercancía
posible ver o tocar el peso de ningún pan de azúcar. lienzo se refiere a la mercancía chaqueta como equiva­
Tomemos diversos trozos de hierro cuyo peso haya sido lente.21 Pero como las propiedades de una cosa no surgen
previamente determinado. La forma corpórea del hierro, de su relación con otras cosas sino que, antes bien, simple­
considerada en sí, de ningún modo es forma de manifesta­ mente se activan en esa relación, la chaqueta parece poseer
ción de la pesantez, como tampoco lo es la forma del pan también por naturaleza su forma de equivalente, su calidad
de azúcar. No obstante, para expresar el pan de azúcar en de ser directamente intercambiable, así como posee su
cuanto peso, lo insertamos en una relación ponderal con el propiedad de tener peso o de retener el calor. De ahí lo
hierro. En esta relación el hierro cuenta como cuerpo que enigmático de la forma de equivalente, que sólo hiere la
no representa nada más que peso. Las cantidades de hierro, vista burguesamente obtusa del economista cuando lo en­
por consiguiente, sirven como medida ponderal del azúcar frenta, ya consumada, en el dinero. Procura él, entonces,
y, en su contraposición con el cuerpo azúcar, repre­ encontrar la explicación que desvanezca el carácter místico
sentan una mera figura de la pesantez, una forma de mani­ del oro y la plata, para lo cual los sustituye por mercan­
festación de la pesantez■ El hierro desempeña ese papel cías no tan deslumbrantes y recita, con regocijo siempre
tan sólo dentro de esa relación en la cual se le enfrenta renovado, el catálogo de todo el populacho de mercancías
el azúcar, o cualquier otro cuerpo cuyo peso se trate de que otrora desempeñaron el papel de equivalente m ercan­
hallar. Si esas dos cosas no tuvieran peso, no podrían til. No vislumbra siquiera que la más simple expresión del
entrar en dicha relación y una de ellas, por ende, no estaría valor, como 20 varas de lienzo = 1 chaqueta, ya nos
en condiciones de servir como expresión ponderal de la plantea, para que le demos solución, el enigma de la
otra. Si las echamos en la balanza, veremos que efectiva­ form a de equivalente.
mente ambas en cuanto pesos son lo mismo, y por tanto
que, en determinadas proporciones, son también equipon­ E l cuerpo de la mercancía que presta servicios de
equivalente, cuenta siempre como encarnación de trabajo
derantes. Así como el cuerpo férreo, al estar opuesto en
abstractamente humano y en todos los casos es el produc­
cuanto medida ponderal al pan de azúcar, sólo representa
to de un trabajo determinado útil, concreto. Este trabajo
pesantez, en nuestra expresión de valor el cuerpo de la
concreto, pues, se convierte en expresión de trabajo abs­
chaqueta no representa frente al lienzo más que valor.
tractam ente humano. Si a la chaqueta, por ejemplo, se la
No obstante, la analogía se interrumpe aquí. En la ex­
considera como simple efectivización, al trabajo de sastre­
presión ponderal del pan de azúcar, el hierro asume la
ría que de hecho se efectiviza en él se lo tiene por mera
representación de una propiedad natural común a ambos
forma de efectivización de trabajo abstractamente humano.
cuerpos: su pesantez, mientras que la chaqueta, en la
expresión del valor del lienzo, simboliza una propiedad Dentro de la expresión del valor del lienzo, la utilidad del
trabajo sastreril no consiste en que produzca ropa, y por
supranatural de ambas cosas: su valor, algo que es pura­
tanto también seres humanos, sino en que confeccione un
mente social.
Cuando la forma relativa del valor de una mercancía,
por ejemplo el lienzo, expresa su carácter de ser valor 21 C o n estas d e term in acio n es reflejas oc u rre algo peculiar. E ste
como algo absolutamente distinto de su cuerpo y de las h o m b re, p o r ejem plo, es rey p o rq u e los o tro s h o m b res se co m p o rtan
a n te é l c o m o súbditos; éstos c reen , a l revés, que son súbditos p o rq u e
propiedades de éste, por ejemplo como su carácter de ser él es rey.

70 71
cuerpo que se advierte que es valor, y por consiguiente ulteriormente desarrollada de. la forma simple del valor,
una gelatina de trabajo humano, absolutamente indistin­ esto es, de la expresión que adopta el valor de una mer­
guible del trabajo objetivado en el valor del lienzo. Para cancía en otra mercancía cualquiera. Dice, en efecto:
crear tal espejo del valor, el propio trabajo de los sastres
“5 lechos = una casa”
no debe reflejar nada más que su propiedad abstracta de
(“KXívai jtévTE chal olxíag”)
ser trabajo humano.
Tanto bajo la forma del trabajo sastreril Como bajo “ no difiere” de
la del trabajo textil, se gasta fuerza de trabajo humana. “5 lechos = tanto o cuanto dinero”
Uno y otro trabajo, pues, poseen la propiedad general de (“KXívai jtéviE á v ri. . . oaou ai j i e v t e xXívai”).
ser trabajo humano y por consiguiente, en casos determi­
nados como por ejemplo el de la producción de valores, Aristóteles advierte además que la relación de valor
sólo entran en consideración desde ese punto de vista. en la que se encierra esta expresión de valor, implica a
N ada de esto es misterioso. Pero en la expresión de va­ su vez el hecho de que la casa se equipare cualitativa­
lor de la mercancía, la cosa se invierte. Por ejemplo, para mente al lecho, y que sin tal igualdad de esencias no se
expresar que no es en su forma concreta como tejer que podría establecer una relación recíproca, como magnitudes
el tejer produce el valor del lienzo, sino en su condición conmensurables, entre esas cosas que para nuestros sen­
general de trabajo humano, se le contrapone el trabajo tidos son diferentes. “El intercambio”, dice, “no podría
sastreril, el trabajo concreto que produce el equivalente darse sin la igualdad, la igualdad, a su vez, sin la con­
del lienzo, como la forma de efectivización tangible del mensurabilidad” ( “ o u t ’ ia()TT|5 (ir) ovar); auppEtoíac").
trabajo abstractamente humano. Pero aquí se detiene perplejo, y desiste de seguir analizan­
Es, pues, una segunda peculiaridad de la forma de do la forma del valor. “En verdad es imposible” (“rf) uév
equivalente, el hecho de que el trabajo concreto se con­ oüu aXqOeía á h ú v a to v ” ) “que cosas tan heterogéneas
vierta en la forma en que se manifiesta su contrario, el sean conmensurables”, esto es, cualitativamente iguales.
trabajo abstractamente humano. E sta igualación no puede ser sino algo extraño a la verda­
Pero en tanto ese trabajo concreto, el de los sastres, dera naturaleza de las cosas, y por consiguiente un mero
oficia de simple expresión de trabajo humano indiferen- “arbitrio para satisfacer la necesidad práctica” .!341
ciado, posee la forma de la igualdad con respecto a otro El propio Aristóteles nos dice, pues, por falta de qué
trabajo, al que se encierra en el lienzo, y es por tanto, se m alogra su análisis ulterior: por carecer del concepto
aunque trabajo privado — como todos aquellos que pro­ de valor. ¿Qué es lo igual, es decir, cuál es la sustancia
ducen mercancías— , trabajo en forma directamente social. común que la casa representa para el lecho, en la expresión
Precisamente por eso se representa en un producto directa­ del valor de éste? Algo así “en verdad no puede existir”,
mente intercambiable por otra mercancía. Por ende, una afirma Aristóteles. ¿Por qué? Contrapuesta al lecho, la
tercera peculiaridad de la forma de equivalente es que el casa representa un algo igual, en la medida en que esto
trabajo privado adopta la forma de su contrario, del trabajo representa en ambos — casa y lecho— algo que es efectiva­
bajo la forma directamente social. mente igual. Y eso es el trabajo humano.
Las dos peculiaridades de la forma de equivalente Pero que bajo la forma de los valores mercantiles todos
analizadas en último lugar se vuelven aun más inteligibles los trabajos se expresan como trabajo humano igual, y por
si nos remitimos al gran investigador que analizó por vez tanto como equivalentes, era un resultado que no podía
primera la forma de valor, como tantas otras formas del alcanzar Aristóteles partiendo de la forma misma del valor,
pensar, de la sociedad y de la naturaleza. Nos referimos porque la sociedad griega se fundaba en el trabajo esclavo
a Aristóteles. y por consiguiente su base natural era la desigualdad de
Por de pronto, Aristóteles enuncia con claridad que la los hombres y de sus fuerzas de trabajo. El secreto de. la
forma dineraria de la mercancía no es más que la figura expresión de valor, la igualdad y la validez igual de todos

72 73
los trabajos por ser trabajo humano en general, y en la sión en cuanto valor de cambio. Es ésta, sin embargo, la
medida en que lo son, sólo podía ser descifrado cuando ilusión no sólo de los mercantilistas y de quienes en nues­
el concepto de la igualdad humana poseyera ya la firmeza tros días quieren revivirlos, como Ferrier, Ganilh, etc.,22
de un prejuicio popular. Mas esto sólo es posible en una so­ sino también de sus antípodas, los modernos commis-voya-
ciedad donde la forma de mercancía es la forma general geurs [agentes viajeros] librecambistas del tipo de Bastiat
que adopta el producto del trabajo, y donde, por consi­ y consortes. Los mercantilistas otorgan el papel decisivo
guiente, la relación entre unos y otros hombres como po­ al aspecto cualitativo de la expresión del valor, y por ende
seedores de mercancías se ha convertido, asimismo, en la a la forma de equivalente adoptada por la mercancía, forma
relación social dominante. El genio de Aristóteles brilla que alcanza en el dinero su figura consumada; los modernos
precisamente por descubrir en la expresión del valor de las buhoneros del librecambio, obligados a desembarazarse
mercancías una relación de igualdad. Sólo la limitación de su mercancía al precio que fuere, subrayan por el con­
histórica de la sociedad en que vivía le impidió averiguar trario el aspecto cuantitativo de la forma relativa del valor.
en qué consistía, “en verdad”, esa relación de igualdad. P ara ellos, por consiguiente, no existe el valor ni la mag­
nitud del valor de la mercancía si no es en la expresión
que adopta en la relación de intercambio, o sea: solamente
4. LA FO RM A S IM P L E DE VALOR, EN SU C O N JU N T O en el boletín diario de la lista de precios. El escocés Mac-
leod, quien ha asumido el papel de engalanar con la mayor
La forma simple de valor de una mercancía está con­ erudición posible las caóticas ideas de Lom bard Street, [36¡
tenida en su relación de valor con otra mercancía de dife­ constituye la lograda síntesis entre los supersticiosos mer­
rente clase o en la relación de intercambio con la misma. cantilistas y los ilustrados m rcachifles del librecambio.
El valor de la mercancía A se expresa cualitativamente Al examinar más en detalle la expresión de valor de la
en que la mercancía B es directamente intercambiable por mercancía A, expresión contenida en su relación de valor
la mercancía A. Cuantitativamente, se expresa en el hecho con la mercancía B, vimos que dentro de la misma la forma
de que una determinada cantidad de la mercancía B es natural de la mercancía A sólo cuenta como figura del
intercambiable por la cantidad dada de la mercancía A. valor de uso, y la forma natural de la mercancía B sólo
En otras palabras: el valor de una mercancía se expresa de como forma o figura del valor. L a antítesis interna entre
manera autónoma mediante su presentación como “valor valor de uso y valor, oculta en la mercancía, se manifiesta
de cambio” . Si bien al comienzo de este capítulo dijimos, pues a través de una antítesis externa, es decir a través
recurriendo a la terminología en boga, que la mercancía de la relación entre dos mercancías, en la cuál una de
es valor de uso y valor de cambio, esto, hablando con éstas, aquella cuyo valor ha de ser expresado, cuenta úni­
precisión, era falso. La mercancía es valor de uso u objeto ca y directamente como valor de uso, mientras que la otra
para el uso y “valor” . Se presenta como ese ente dual que mercancía, aquella en la que se expresa valor., cuenta única
es cuando su valor posee una forma de manifestación y directamente como valor de cambio. L a forma simple
propia — la del valor de cambio— , distinta de su forma de valor de una mercancía es, pues, la form a simple en que
natural, pero considerada aisladamente nunca posee aque­ se manifiesta la antítesis, contenida en ella, entre el valor
lla forma: únicamente lo hace en la relación de valor o de de uso y el valor.
intercambio con una segunda mercancía, de diferente clase. Bajo todas las condiciones sociales el producto del
Si se tiene esto en cuenta, ese modo de expresión no hace trabajo es objeto para el uso, pero sólo una época de desa­
daño y sirve para abreviar. rrollo históricamente determinada — aquella que presenta
Nuestro análisis ha demostrado que la forma de valor
22 N o ta a la 2* edición. — F . L. A . F e rrie r (sous-inspecteur
o la expresión del valor de la mercancía surge de la natu­ des d o u a n es [subinspector de a duanas]), D u gouvernem ent considéré
raleza del valor mercantil, y que, por el contrario, el valor dans ses rapports avec le com m erce, P aris, 1805, y C h a rle s G a n ilh ,
y la magnitud del valor no derivan de su forma de expre­ D es systèm es d économ ie politique, 2? é d ., P aris, 1821.

74 75
el trabajo gastado en la producción de un objeto útil como B. FORM A TOTAL O DESPLEGADA DE VALOR
atributo “objetivo” de este último, o sea como su valor—
transform a el producto del trabajo en mercancía. Se des­
prende de esto que la forma simple de valor de la mercancía z mercancía A — u mercancía B, o = v mercancía C.
es a la vez la forma mercantil simple adoptada por el pro­ o = vv mercancía D, o = x mercancía E, o = etcétera
ducto del trabajo, y que, por tanto, el desarrollo de la
forma de mercancía coincide también con el desarrollo de (2 0 varas de lienzo = I c h aq u e ta , o = 10 libras de té.
o = 40 lib ras de café, o = I quarter de trigo, o —
la forma de valor. = 2 o n z as de o ro , o = Vz tonelada de hierro,
Se advierte a primera vista la insuficiencia de la forma o = etcétera)
simple de valor, de esa forma embrionaria que tiene que
padecer una serie de metamorfosis antes de llegar a su
madurez en la forma de precio.
I. LA FORMA RELATIVA 1)E VALOR DESPLEGADA
La expresión del valor de la mercancía A en una
mercancía cualquiera B no hace más que distinguir el
valor de esa mercancía A de su propio valor de uso y, El valor de una mercancía, por ejemplo el lienzo, queda
por consiguiente, sólo la incluye en una relación de inter­ expresado ahora en otros innumerables elementos del
cambio con alguna clase singular de mercancías diferentes mundo de las mercancías. Todo cuerpo de una mercancía
de ella misma, en vez de presentar su igualdad cualitativa se convierte en espejo del valor del lienzo.22 Por primera
y su proporcionalidad cuantitativa con todas las demás vez este mismo valor se manifiesta auténticamente como
mercancías. A la forma relativa simple de valor adoptada una gelatina de trabajo humano indiferenciado. El trabajo
por una mercancía, corresponde la forma singular de que lo constituye, en efecto, se ve presentado ahora expre­
equivalente de otra mercancía. La chaqueta, por ejemplo, samente como trabajo equivalente a cualquier otro trabajo
en la expresión relativa del valor del lienzo, sólo posee humano, sea cual fuere la forma natural que éste posea,
forma de equivalente o forma de intercambiabilidad directa ya se objetive en chaqueta o trigo o hierro u oro, etc.
con respecto a esa clase singular de mercancía, el lienzo.
La forma singular de valor, no obstante, pasa por sí D e ahí que c u an d o el valor del lienzo se representa en
sola a una forma más plena. Es cierto que por intermedio c h aq u etas, se hable de su valor en chaquetas; de su valor en trigo,
de ésta, el valor de una mercancía A sólo puede ser expre­ c u an d o se lo representa en trigo, etc. C ad a u n a de esas expresiones
sado en una mercancía de otra clase. Sin embargo, para indica q u e su valor es el que se pone de m anifiesto en los valores
de uso c h aq u e ta , trigo, etc. “C o m o el valor de toda m ercancía
nada importa la clase a que pertenezca esa segunda mer­
d e n o ta su relació n en el intercam bio, podem os h ab lar de él co­
cancía: chaqueta, hierro, trigo, etc. Por tanto, según aquella m o . . . valor en trigo, valor en paño, según la m ercancía con que
mercancía entre en una relación de valor con esta o aquella se lo com pare, y de a h í que existan m il distintos tipos de valor
clase de mercancías, surgirán diversas expresiones simples tan to s tipos de valor co m o m ercancías hay en existencia, y lodos
del valor de una y la misma mercancía.22bis El número de son igualm ente reales e igualm ente nom inales." (A CriticaI ü isser-
tation on the N alttre, M easure, a n d C auses o f V alué; C h iefly in
sus posibles expresiones de valor no queda limitado más R eferen c e to the W ritings o f M r. R icardo a n d liis F ollow ers. By
que por el número de clases de mercancías que difieren the A u lh o r o f E ssays on the F o r m a l i o n ... o f O pinions, L ondres.
de ella. Su expresión singular aislada del valor se trans­ 1825, p. 39.) Sam uel Baíley, a u to r de esta o b ra an ó n im a, que en
forma, por consiguiente, en la serie, siempre prolongable, su época provocó g ran revuelo en In g laterra , se im agina haber-
de sus diversas expresiones simples de valor. destru id o , m ediante esa referen cia a las m últiples y diversas e xpre­
siones relativas del valor de una m ism a m ercancía, toda d efini­
ción del valor. Q ue Bailey, por lo dem ás, y pese a su estrechez,
22 bis N o ta a la 2? edición. — A m odo de ejem plo: en H o m e ro a ce rtó a e n co n trar diversos puntos débiles de la teoría de R icardo,
el v alor de u n a cosa se ve expresado en u n a serie de objetos lo d em u estra el encono con que la escuela ricard ian a lo hizo
diferentes. objeto de sus ataques, por ejem plo en la W estm inster R eview ,

76 77
Mediante su forma del valor, ahora el lienzo ya no se ecuación de valor se eslabona con la siguiente, puede pro­
halla únicamente en relación social con una clase singular longarse indefinidamente mediante la inserción de cualquier
de mercancías, sino con el mundo de las mercancías. £n nuevo tipo de mercancías que proporcione la m ateria para
cuanto mercancía, el lienzo es ciudadano de ese mundo. una nueva expresión de valor. En segundo lugar, constituye
Al propio tiempo, en la serie infinita de sus expresiones un mosaico abigarrado de expresiones de valor divergentes
está implícito que el valor de las mercancías sea indiferente y heterogéneas. Y a la postre, si el valor relativo de
con respecto a la forma particular del valor de uso en que toda mercancía se debe expresar en esa forma desplegada
se manifiesta. — como efectivamente tiene que ocurrir— , tenemos que la
En la primera forma, 20 varas de lienzo — i chaqueta, forma relativa de valor de toda mercancía será una serie
puede ser un hecho fortuito el que esas dos mercancías infinita de expresiones de valor, diferente de la forma
sean intercambiables en determinada proporción cuanti­ relativa de valor que adopta cualquier otra mercancía. Las
tativa. En la segunda forma, por el contrario, salta ense­ deficiencias de la forma relativa desplegada de valor se
guida a la vista un trasfondo esencialmente diferente de reflejan en la forma de equivalente que a ella corresponde.
la manifestación fortuita, a la que determina. El valor del Como la forma natural de cada clase singular de mercan­
lienzo se mantiene invariable, ya se exprese en chaqueta cías es aquí una forma particular de equivalente al lado
o café o hierro, etc., en innumerables y distintas mercan­ de otras innumerables formas particulares de equivalente,
cías, pertenecientes a los poseedores más diversos. Caduca únicamente existen formas restringidas de equivalente, cada
la relación fortuita entre dos poseedores individuales de una de las cuales excluye a las otras. De igual manera, el
mercancías. Se vuelve obvio que no es el intercambio el tipo de trabajo útil, concreto, determinado, contenido en
que regula la magnitud de valor de la mercancía, sino a la cada equivalente particular de mercancías, no es más que
inversa la magnitud de valor de la mercancía la que rige una forma particular, y por tanto no exhaustiva, de mani­
sus relaciones de intercambio. festación del trabajo humano. Éste posee su forma plena
o total de manifestación, es cierto, en el conjunto global
de esas formas particulares de manifestarse. Pero carece,
2. LA KORMA PARTICULAR DE EQUIVALENTE así, de una forma unitaria de manifestación.
La forma relativa desplegada del valor sólo se compone,
En la expresión de valor del lienzo, toda mercancía sin embargo, de una suma de expresiones de valor relativas
— chaqueta, té, trigo, hierro, etc.— oficia de equivalente simples o ecuaciones de la primera forma, como:
y, por lo tanto, de cuerpo de valor. La forma natural deter­
minada de cada una de esas mercancías es ahora una 20 varas de lienzo = 1 chaqueta
forma particular de equivalente, junto a otras muchas. De 20 varas de lienzo = 10 libras de té, etcétera.
igual modo, las múltiples clases de trabajos útiles, concre­
Pero cada una de esas igualdades también implica,
tos, determinados, contenidos en los diversos cuerpos de
recíprocamente, la ecuación idéntica:
las mercancías, hacen ahora las veces de otras tantas formas
particulares de efectivización o de manifestación de trabajo 1 chaqueta = 20 varas de lienzo
humano puro y simple. 10 libras de té = 20 varas de lienzo, etcétera.

Efectivamente, cuando un hombre cambia su lienzo


3. DEFICIENCIAS DE LA FORMA TOTAL O DESPLEGADA DE VALOR por otras muchas mercancías, y por ende expresa el valor
de aquél en una serie de otras mercancías, necesariamente
En primer lugar, la expresión relativa del valor de la los otros muchos poseedores de mercancías también inter­
mercancía es incompleta, porque la serie en que se repre­ cambian éstas por lienzo y, con ello, expresan los valores
senta no reconoce término. El encadenamiento en que una de sus diversas mercancías en la misma tercera mercancía.

78 19
en lienzo. Si invertimos, pues, la serie: 20 varas de lien­ posibles: como igual al lienzo, al hierro, al té, etc.; como
zo = 1 chaqueta, o 10 libras de té, o = etc., es decir, si igual a todas las otras, pero nunca la chaqueta misma.
expresamos la relación inversa, que conforme a la natu­ Por otra parte, queda aquí directamente excluida toda
raleza de la cosa ya estaba contenida en la serie, tendremos: expresión de valor común a las mercancías, puesto que
en la expresión del valor de cada mercancía todas las de­
más sólo aparecen bajo la forma de equivalentes. La forma
C. FORM A G EN ER A L DE VALOR desplegada de valor ocurre de m anera efectiva, por pri­
mera vez, cuando un producto del trabajo, por ejemplo
1 chaqueta ~ las reses, ya no se intercambia excepcionalmente, sino de
lü libras de té ~ modo habitual, por otras mercancías diversas.
40 libras de café = La última forma que se ha agregado expresa los valores
1 quarterdc trigo = V 2Q varas dg 1¡enzo del mundo mercantil en una y la misma especie de m er­
2 onzas de oro = cancías, separada de las demás, por ejemplo en el lienzo,
Vi tonelada de hierro = y representa así los valores de todas las mercancías por
x mercancía A — medio de su igualdad con aquél. En cuanto igual al lienzo,
etc. mercancía = el valor de cada mercancía no sólo difiere ahora de su
propio valor de uso, sino de todo valor de uso, y precisa­
mente por ello se lo expresa como lo que es común a ella
1. CARÁCTER MODIFICADO DE LA FORMA DE VALOR
y a todas las demás mercancías. Tan sólo esta forma, pues,
Las mercancías representan ahora su valor 1) de ma­ relaciona efectivamente las mercancías entre sí en cuanto
nera simple, porque lo representan en una sola mercancía, valores, o hace que aparezcan recíprocamente como valores
y 2 ) de manera unitaria, porque lo representan en la misma de cambio.
mercancía. Su forma de valor es simple y común a todas Las dos formas precedentes expresan el valor de cada
y, por consiguiente, general. mercancía, ora en una sola mercancía de diferente clase
Las formas 1 y 11 únicamente lograban expresar el con respecto a aquélla, ora en una serie de muchas mer­
valor de una mercancía como un algo diferente de su cancías que difieren de la primera. E n ambos casos es, por
propio valor de uso o de su cuerpo. así decirlo, un asunto privado de cada mercancía singular
La primera forma sólo daba lugar a ecuaciones de va­ la tarea de darse una forma de valor, y cumple ese come­
lor como, por ejemplo: 1 chaqueta = 20 varas de lienzo, tido sin contar con el concurso de las demás mercancías.
10 libras de té = Vi tonelada de hierro, etc. El valor de la Éstas desempeñan, con respecto a ella, el papel meramente
chaqueta se expresa como algo igual al lienzo; el valor pasivo de equivalentes. La forma general del valor, por el
del té como algo igual al hierro, etc., pero lo que es igual al contrario, surge tan sólo como obra común del mundo
lienzo y lo igual al hierro — esas expresiones del valor de de las mercancías. Una mercancía sólo alcanza la expresión
la chaqueta y del té— difieren tanto entre sí como el lienzo general de valor porque, simultáneamente, todas las demás
y el hierro. Es obvio que esta forma, en la práctica, sólo mercancías expresan su valor en el mismo equivalente,
se da en los más tempranos comienzos, cuando los pro­ y cada nueva clase de mercancías que aparece en escena
ductos del trabajo se convierten en mercancías a través de debe hacer otro tanto. Se vuelve así visible que la objeti­
un intercambio fortuito y ocasional. vidad del valor de las mercancías, por ser la mera “exis­
La segunda forma distingue más cabalmente que la tencia social” de tales cosas, únicamente puede quedar
primera entre el valor de una mercancía y su propio valor expresada por la relación social omnilateral entre las mis­
de uso, ya que el valor de la chaqueta, por ejemplo, se mas; la forma de valor de las mercancías, por consiguiente,
contrapone aquí a su forma natural en todas las formas tiene que ser una forma socialmente vigente.

80 81
Bajo la forma de lo igual al lienzo, todas las mercancías 2. R E L A C IÓ N D E D E S A R R O L L O E N T R E LA F O R M A R E L A T IV A
se manifiestan ahora no sólo como cualitativamente igua­ DE V A LO R Y LA F O R M A D E E Q U IV A L E N T E

les, como valores en general, sino, a la vez, como magni­


tudes de valor comparables cuantitativamente. Como aqué­ Al grado de desarrollo de la forma relativa del valor
llas ven reflejadas sus magnitudes de valor en un único corresponde el grado de desarrollo de la forma de equiva­
material, en lienzo, dichas magnitudes de valor se reflejan lente. Pero conviene tener en cuenta que el desarrollo de la
recíprocamente, unas a otras. A modo de ejemplo: 10 li­ segunda no es más que expresión y resultado del desarrollo
bras de té = 20 varas de lienzo, y 40 libras de café = 20 alcanzado por la primera.
varas de lienzo. Por tanto, 10 libras de té = 40 libras de La forma relativa simple, o aislada, del valor de una
café. O sea: en 1 libra de café sólo está encerrado Vá m ercancía convierte a otra mercancía en un equivalente
de la sustancia de valor, del trabajo, que en 1 libra de té. singular. L a forma desplegada del valor relativo, esa
expresión del valor de una mercancía en todas las demás
L a forma de valor relativa general vigente en el mundo mercancías, imprime a éstas la forma de equivalentes
de las mercancías confiere a la mercancía equivalente se­ particulares de diferentes clases. Finalmente, una clase
gregada por él, al lienzo, el carácter de equivalente general. particular de mercancías adopta la forma de equivalente
Su propia forma natural es la figura de valor común a ese general, porque todas las demás mercancías la convierten
mundo, o sea, el lienzo, intercambiable directamente por en el m aterial de su forma de valor general y unitaria.
todas las demás mercancías. Su form a corpórea cuenta Pero en el mismo grado en que se desarrolla la forma
como encarnación visible, como crisálida social general de valor en general, se desarrolla también la antítesis entre
de todo trabajo humano. Tejer, el trabajo particular que sus dos polos: la forma relativa de valor y la forma de
produce la tela, reviste a la vez una forma social general, equivalente.
la de la igualdad con todos los demás trabajos. Las ecua­ Y a la prim era forma — 20 varas de lienzo = 1 cha­
ciones innumerables de las que se compone la forma queta— contiene esa antítesis, pero no la establece como
general de valor, igualan sucesivamente el trabajo efecti- algo fijo. Según se lea esa ecuación de adelante hacia atrás
vizado en el lienzo al trabajo contenido en otra mercancía, o de atrás hacia adelante, cada una de las mercancías que
convirtiendo así el tejer en forma general de manifestación ofician de términos, el lienzo y la chaqueta, se encuentra
del trabajo humano, sea cual fuere. De esta suerte, el igualmente ora en la forma relativa de valor, ora en la
trabajo objetivado en el valor de las mercancías no sólo forma de equivalente. Aquí todavía cuesta trabajo fijar la
se representa negativamente, como trabajo en el que se antítesis polar.
hace abstracción de todas las formas concretas y propie­ En la forma II, sólo una clase de mercancía puede
dades útiles de los trabajos reales: su propia naturaleza desplegar plenamente su valor relativo, o, en otras palabras,
positiva se pone expresamente de relieve. Él es la reducción sólo ella misma posee una forma relativa de valor desple­
de todos los trabajos reales al carácter, que les es común, gada, porque, y en cuanto, todas las demás mercancías
de trabajo hum ano; al de gasto de fuerza humana de se le contraponen bajo la forma de equivalente. Ya no es
trabajo. factible aquí invertir los términos de la ecuación de valor
— como 20 varas de lienzo = 1 chaqueta, o = 10 libras
L a forma general de valor, la cual presenta a los
de té, o = l quarter de trigo, etc.— sin modificar su
productos del trabajo como simple gelatina de trabajo
carácter de conjunto, convirtiéndola de forma total del
hum ano indiferenciado, deja ver en su propia estructura valor en forma general del mismo.
que es la expresión social del mundo de las mercancías.
La última forma, la III, ofrece finalmente al mundo
Hace visible, de este modo, que dentro de ese mundo
de las mercancías la forma relativa social-general de va­
el carácter humano general del trabajo constituye su carác­ lor porque, y en cuanto, todas las mercancías pertene­
ter específicamente social. cientes a ese mundo, con una sola excepción, se ven ex­

82 83
cluidas de la forma general de equivalente. U na mercancía, 3. T R A N S IC IÓ N D E LA F O R M A G E N E R A L D E V A LO R
el lienzo, reviste pues la forma de intercambiabilidad di­ A LA F O R M A D E D IN E R O

recta por todas las demás mercancías, o la forma directa­


mente social, porque, y en cuanto, todas las demás no L a forma de equivalente general es una forma de valor
revisten dicha form a.24 en general. Puede adoptarla, por consiguiente, cualquier
A la inversa, la mercancía que figura como equivalente mercancía. Por otra parte, una mercancía sólo se encuentra
general queda excluida de la forma de valor relativa uni­ en la forma de equivalente general (forma III) porque
taria, y por tanto general, propia del m undo de las mer­ todas las demás mercancías la han separado de sí mismas,
cancías. Si el lienzo, esto es, cualquier m ercancía que se en calidad de equivalente, y en la medida en que ello haya
encuentre en la forma general de equivalente, hubiera ocurrido. Y tan sólo a partir del instante en que esa separa­
de participar a la vez en la forma relativa general de ción se circunscribe definitivamente a una clase específica
valor, tendría que servir ella misma de equivalente. Ten­ de mercancías, la forma relativa unitaria de valor propia
dríamos entonces que 20 varas de lienzo = 20 varas de del mundo de las mercancías adquiere consistencia obje­
lienzo, una tautología que no expresa valor ni magnitud tiva y vigencia social general.
de valor. P ara expresar el valor relativo del equivalente La clase específica de mercancías con cuya forma
general, antes bien, hemos de invertir la forma III. Dicho natural se fusiona socialmente la forma de equivalente,
equivalente general no comparte con las demás mercancías deviene mercancía dineraria o funciona como dinero. Llega
la form a relativa de valor, sino que su valor se expresa a ser su función social específica, y por lo tanto su mono­
relativamente en la serie infinita de todos los demás cuerpos polio social, desempeñar dentro del mundo de las mercan­
de mercancías. De este modo, la forma relativa desplegada cías el papel de equivalente general. Históricamente, ese
de valor, o forma II, se presenta ahora como la forma sitial privilegiado lo conquistó una mercancía determinada,
relativa y específica de valor que es propia de la mercancía una de las que en la forma II figuran como equivalente
equivalente. particular del lienzo y en la forma III expresan conjunta­
mente su valor relativo en el lienzo: el oro. Por consi­
24 E n re alid a d , la fo rm a de intercam b iab ilid ad d irecta general guiente, si en la forma III remplazamos la mercancía
de nin g ú n m o d o revela a sim ple vista que se tra te de u n a fo rm a lienzo por la mercancía oro, tendremos lo siguiente:
m ercan til a n titética, ta n inseparable de la fo rm a de in te rca m b ia ­
bilidad n o d ire c ta co m o el c a rá c te r positivo d e u n p o lo m agnético
lo es del c a rá c te r negativo del o tro polo. C a b ría im aginarse, por
consiguiente, q u e se p o d ría g ra b a r en to d as las m ercan cías, a la D. FO R M A D E D IN E R O
vez, la im p ro n ta de ser directam en te intercam biables, tal com o
c ab ría c o n je tu ra r que es posible co n v ertir a to d o católico en el
papa. P a ra el p equeño b u rgués, que ve e n la p ro d u cció n de m e r­ 20 varas de lienzo = \
cancías el nec plus ultra [extrem o insuperable] l36l de la lib ertad
h u m an a y de la independencia individual, sería m u y apetecible,
1 chaqueta = I
n a tu ra lm e n te , que se su b san a ran los a busos ligados a esa fo rm a, y 10 libras de té = (
e n tre ellos tam b ién el hecho de que las m ercan cías no sean direc­ 40 libras de café = ^ 2 onzas de oro
ta m en te intercam biables. L a lu cu b ració n de esta u to p ía de filisteos 1 quarter de trigo = í
constituye el socialism o de P ro u d h o n , a quien, com o he dem os­
tra d o en o tra p arte, t37l ni siquiera cabe el m érito d e la originalidad,
Vi tonelada de hierro = \
ya que dicho socialism o fu e d esarro llad o m u ch o antes que él, y x mercancía A = J
h a rto m ejo r, p o r G ra y , B ray y o tro s. L o cu al n o im pide q u e esa
sab id u ría, bajo el no m b re de “ scienc.e” [ciencia], h aga estragos en
c ierto s círculos. N in g u n a escuela h a hecho m ás ala rd es con la E n el tránsito de la forma I a la II, de la forma II a la
p a la b ra “science” que la p ru d o n ian a , pues III tienen lugar variaciones esenciales. La forma IV, por
“c u an d o fa lta n las ideas, el contrario, no se distingue en nada de la III, si no es en
acude justo a tiem po una p a la b ra ” . l38l que ahora, en vez del lienzo, es el oro el que reviste la

84 85
forma de equivalente general. En la forma IV el oro es 4. El carácter fetichista de la mercancía y su secreto
lo que en la III era el lienzo: equivalente general. El pro­
greso consiste tan sólo en que ahora la forma de inter- A primera vista, una mercancía parece ser una cosa
cambiabilidad general directa, o la forma de equivalente trivial, de comprensión inmediata. Su análisis demuestra
general, se ha soldado de m odo definitivo, por la costumbre que es un objeto endemoniado, rico en sutilezas metafísi­
social, con la específica forma natural de la mercancía oro. cas y reticencias teológicas. En cuanto valor de uso, nada
Si el oro se enfrenta a las otras mercancías sólo como de misterioso se oculta en ella, ya la consideremos desde el
dinero, ello se debe a que anteriormente se contraponía a punto de vista de que merced a sus propiedades satisface
ellas com o mercancía. Al igual que todas las demás mer­ necesidades humanas, o de que no adquiere esas propiedades
cancías, el oro funcionó también com o equivalente, sea sino en cuanto producto del trabajo humano. Es de claridad
como equivalente singular en actos de intercambio aisla­ meridiana que el hombre, mediante su actividad, altera las
dos, sea como equivalente particular junto a otras mercan­ formas de las materias naturales de manera que le sean
cías que también desempeñaban ese papel. Poco a poco, útiles. Se modifica la forma de la madera, por ejemplo,
en ámbitos más restringidos o más amplios, comenzó a cuando con ella se hace una mesa. No obstante, la mesa
funcionar como equivalente general. No bien conquista el sigue siendo madera, una cosa ordinaria, sensible. Pero
monopolio de este sitial en la expresión del valor corres­ no bien entra en escena como mercancía, se trasm uta en
pondiente al m undo de las mercancías, se transforma en cosa sensorialmente suprasensible. No sólo se mantiene
mercancía dinerada, y sólo a partir del momento en que tiesa apoyando sus patas en el suelo, sino que se pone de
ya se ha convertido en tal mercancía dinerada, la forma cabeza frente a todas las demás mercancías y de su testa
IV se distingue de la III, o bien la forma general de valor de palo brotan quimeras mucho más caprichosas que si,
llega a convertirse en la forma de dinero. por libre determinación, se lanzara a bailar.25
El carácter místico de la mercancía no deriva, por
La expresión relativa simple del valor de una mercan­
tanto, de su valor de uso. Tampoco proviene del conte­
cía, por ejemplo del lienzo, en la mercancía que ya funcio­
nido de las determinaciones de valor. En primer término,
na como mercancía dinerada, por ejemplo en el oro, es la
porque por diferentes que sean los trabajos útiles o acti­
forma de precio. La “forma de precio” , en el caso del
vidades productivas, constituye una verdad, desde el punto
lienzo será, por consiguiente:
de vista fisiológico, que se trata de funciones del organismo
20 varas de lienzo = 2 onzas de oro humano, y que todas esas funciones, sean cuales fueren
su contenido y su forma, son en esencia gasto de cerebro,
o bien, si la denominación monetaria de dos onzas de oro nervio, músculo, órgano sensorio, etc., humanos. En se­
es dos libras esterlinas, gundo lugar, y en lo tocante a lo que sirve de fundamento
para determinar las magnitudes de valor, esto es, a la
20 varas de lienzo = 2 libras esterlinas. duración de aquel gasto o a la cantidad del trabajo, es
posible distinguir hasta sensorialmente la cantidad del
La dificultad que presenta el concepto de la forma de trabajo de su calidad. En todos los tipos de sociedad nece­
dinero se reduce a comprender la forma de equivalente sariamente hubo de interesar al hombre el tiempo de traba­
general, o sea la forma general de valor, la forma III. Ésta jo que insume la producción de los medios de subsistencia,
se resuelve a su vez en la II, la forma desplegada del valor, aunque ese interés no fuera uniforme en los diversos esta-
y su elemento constitutivo es la forma I: 20 varas de lien­
zo = 1 chaqueta, o x mercancía A — y mercancía B. La
25 R ecuérdese que C h in a y las m esas co m en zaro n a d a n z a r
forma simple de la mercancía es, por consiguiente, el ger­ c u an d o to d o e l re sto d e l m u n d o p a rec ía e sta r sum ido en el re p o ­
men de la forma de dinero. s o . . . p o u r e n co u ra g er les a u tre s [p ara a le n tar a los de m á s ] .! 391

86 87
se representa, no tienen absolutamente nada que ver con
dios del desarrollo.26 Finalmente, tan pronto como los la naturaleza física de los mismos ni con las relaciones,
hombres trabajan unos para otros, su trabajo adquiere
propias de cosas, que se derivan de tal naturaleza. Lo que
también una forma social. aquí adopta, para los hombres, la forma fantasmagórica
¿De dónde brota, entonces, el carácter enigmático que
de una relación entre cosas, es sólo la relación social
distingue al producto del trabajo no bien asume la forma
determinada existente entre aquéllos. De ahí que para
de mercancía? Obviamente, de esa forma misma. La igual­
hallar una analogía pertinente debamos buscar amparo en
dad de los trabajos humanos adopta la forma material de
las neblinosas comarcas del mundo religioso. En éste los
la igual objetividad de valor de los productos del trabajo;
productos de la mente hum ana parecen figuras autónomas,
la medida del gasto de fuerza de trabajo hum ano por su
dotadas de vida propia, en relación unas con otras y con
duración, cobra la form a de la magnitud del valor que
los hombres. O tro tanto ocurre en el m undo de las mer­
alcanzan los productos del trabajo; por último, las relacio­
cancías con los productos de la mano humana. A esto
nes entre los productores, en las cuales se hacen efectivas
llamo el fetichismo que se adhiere a los productos del tra­
las determinaciones sociales de sus trabajos, revisten la for­
bajo no bien se los produce como mercancías, y que es
m a de una relación social entre los productos del trabajo.
inseparable de la producción mercantil.
L o misterioso de la form a mercantil consiste sencilla­
Ese carácter fetichista del mundo de las mercancías
mente, pues, en que la misma refleja ante los hombres el
se origina, como el análisis precedente lo ha dem ostra­
carácter social de su propio trabajo como caracteres obje­
do, en la peculiar índole social del trabajo que produce
tivos inherentes a los productos del trabajo, como propie­
mercancías.
dades sociales naturales de dichas cosas, y, por ende, en
Si los objetos para el uso se convierten en mercancías,
que también refleja la relación social que media entre los
ello se debe únicamente a que son productos de trabajos
productores y el trabajo global, como una relación social
privados ejercidos independientemente los unos de los
entre los objetos, existente al margen de los productores.
otros. E l complejo de estos trabajos privados es lo que
Es por medio de este quid pro quo [tomar una cosa por
constituye el trabajo social global. Como los productores
otra] como los productos del trabajo se convierten en
no entran en contacto social hasta que intercambian los
mercancías, en cosas sensorialmente suprasensibles o so­
productos de su trabajo, los atributos específicamente so­
ciales. De modo análogo, la impresión luminosa de una
ciales de esos trabajos privados no se manifiestan sino en
cosa sobre el nervio óptico no se presenta como excitación
el marco de dicho intercambio. O en otras palabras: de
subjetiva de ese nervio, sino como form a objetiva de una
hecho, los trabajos privados no alcanzan realidad como
cosa situada fuera del ojo. Pero en el acto de ver se pro­
partes del trabajo social en su conjunto, sino por medio
yecta efectivamente luz desde una cosa, el objeto exterior,
de las relaciones que el intercambio establece entre los pro­
en otra, el ojo. Es una relación física entre cosas físicas.
ductos del trabajo y, a través de los mismos, entre los
Por el contrario, la forma de mercancía y la relación de
productores. A éstos, por ende, las relaciones sociales entre
valor entre los productos del trabajo en que dicha forma
sus trabajos privados se les ponen de manifiesto como lo
26 N o ta a la 2“ edición. — E n tre ios an tig u o s g erm an o s la que son, vale decir, no como relaciones directamente socia­
extensión de un M orgen ” de tie rra se c alcu la b a p o r el tra b a jo de les trabadas entre las personas mismas, en sus trabajos, sino
u n a jo rn ad a , y por eso al M orgen se lo d e n o m in a b a T agw erk [tra­ por el contrario como relaciones propias de cosas entre las
bajo de un día] (tam bién T agw anne [av en tar u n día]) (jurnale o
jurnalis, térra jurnalis, jornalis o diurnalis), M a n n w e rk [trabajo de personas y relaciones sociales entre las cosas.
un h om bre], M a n n sk ra ft [fuerza de u n ho m b re], M a n n sm a a d [siega Es sólo en su intercambio donde los productos del
de u n h om bre], M a n n sh a u e t [ta la de un h o m b re], etc. V éase G eorg trabajo adquieren una objetividad de valor, socialmente
Ludw ig von M a u rer, E in leitu n g zu r G eschichte der M ark-, H o f-, uniforme, separada de su objetividad de uso, sensorial­
usw. V erfassung, M unich, 1854, p. 129 y s.
mente diversa. T al escisión del producto laboral en cosa
útil y cosa de valor sólo se efectiviza, en la práctica, cuando
" De 25 a 30 áreas.
89
88
el intercambio ya ha alcanzado la extensión y relevancia en la frente lo que es. Por el contrario, transforma a todo
suficientes como para que se produzcan cosas útiles desti­ producto del trabajo en un jeroglífico social. M ás adelante
nadas al intercambio, con lo cual, pues, ya en su pro­ los hombres procuran descifrar el sentido del jeroglífico,
ducción misma se tiene en cuenta el carácter de valor de desentrañar el misterio de su propio producto social, ya
las cosas. A partir de ese momento los trabajos privados que la determinación de los objetos para el uso como
de los productores adoptan de manera efectiva un doble valores es producto social suyo a igual título que el lenguaje.
carácter social. Por una parte, en cuanto trabajos útiles El descubrimiento científico ulterior de que los productos
determinados, tienen que satisfacer una necesidad social del trabajo, en la medida en que son valores, constitu­
determinada y con ello probar su eficacia como partes del yen meras expresiones, con el carácter de cosas, del tra­
trabajo global, del sistema natural caracterizado por la bajo hum ano empleado en su producción, inaugura una
división social del trabajo. De otra parte, sólo satisfacen época en la historia de la evolución humana, pero en modo
las variadas necesidades de sus propios productores, en la alguno desvanece la apariencia de objetividad que envuel­
medida en que todo trabajo privado particular, dotado de ve a los atributos sociales del trabajo. Un hecho que sólo
utilidad, es pasible de intercambio por otra clase de trabajo tiene vigencia para esa forma particular de producción,
privado útil, y por tanto le es equivalente. L a igualdad de para la producción de mercancías — a saber, que el carác­
trabajos toto ccelo [totalmente] diversos sólo puede con­ ter específicamente social de los trabajos privados in­
sistir en una abstracción de su desigualdad real, en la re­ dependientes consiste en su igualdad en cuanto trabajo
ducción al carácter común que poseen en cuanto gasto de humano y asume la forma del carácter de valor de los
fuerza humana de trabajo, trabajo abstractamente humano. productos del trabajo— , tanto antes como después de
El cerebro de los productores privados refleja ese doble aquel descubrimiento se presenta como igualmente defini­
carácter social de sus trabajos privados solamente en las tivo ante quienes están inmersos en las relaciones de la
formas que se manifiestan en el movimiento práctico, en producción de mercancías, así como la descomposición del
el intercambio de productos: el carácter socialmente útil aire en sus elementos, por parte de la ciencia, deja incam-
de sus trabajos privados, pues, sólo lo refleja bajo la forma biada la forma del aire en cuanto forma de un cuerpo
de que el producto del trabajo tiene que ser útil, y precisa­ físico.
mente serlo para otros; el carácter social de la igualdad Lo que interesa ante todo, en la práctica, a quienes
entre los diversos trabajos, sólo bajo la forma del carácter intercambian mercancías es saber cuánto producto ajeno
de valor que es común a esas cosas materialmente diferen­ obtendrán por el producto propio; en qué proporciones,
tes, los productos del trabajo. pues, se intercambiarán los productos. No bien esas pro­
Por consiguiente, el que los hombres relacionen entre porciones, al m adurar, llegan a adquirir cierta fijeza consa­
sí como valores los productos de su trabajo no se debe grada por el uso, parecen deber su origen a la naturaleza
al hecho de que tales cosas cuenten para ellos como meras de los productos del trabajo, de m anera que por ejemplo
envolturas materiales de trabajo homogéneamente humano. una tonelada de hierro y dos onzas de oro valen lo mismo,
A la inversa. Al equiparar entre sí en el cambio como va­ tal como una libra de oro y una libra de hierro pesan
lores sus productos heterogéneos, equiparan recíprocamen­ igual por más que difieran sus propiedades físicas y quí­
te sus diversos trabajos como trabajo humano. No lo saben, micas. E n realidad, el carácter de valor que presentan los
pero lo hacen.21 El valor, en consecuencia, no lleva escrito productos del trabajo, no se consolida sino por hacerse
efectivos en la práctica como magnitudes de valor. Estas
magnitudes cambian de manera constante, independiente­
27 N o ta a la 2? edición. — P o r eso, c u an d o G a lia n i dice: el
mente de la voluntad, las previsiones o los actos de los
v alo r es u n a re la ció n e n tre p e rso n as — “la rich ezza é u n a ragione
tra d u e p erso n e”— h a b ría d ebido agregar: u n a re la ció n o c u lta bajo sujetos del intercambio. Su propio movimiento social posee
un a e n v o ltu ra de cosa. (G alian i, D ella m o n eta , col. C ustodi cit., para ellos la form a de un movimiento de cosas bajo cuyo
M ilán, 1803, p a rte m o d ern a, t m , p. 221.) control se encuentran, en lugar de controlarlas. Se requiere

90 91
una producción de mercancías desarrollada de manera — la forma de dinero—- la que vela de hecho, en vez de
plena antes que brote, a partir de la experiencia misma, revelar, el carácter social de los trabajos privados, y por
la comprensión científica de que los trabajos privados tanto las relaciones sociales entre los trabajadores indivi­
— ejercidos independientemente los unos de los otros pero duales. Si digo que la chaqueta, los botines, etc., se vincu­
sujetos a una interdependencia multilateral en cuanto ra­ lan con el lienzo como con la encarnación general de
mas de la división social del trabajo que se originan natu­ trabajo humano abstracto, salta a la vista la insensatez
ralmente— son reducidos en todo momento a su medida de tal modo de expresarse. Pero cuando los productores de
de proporción social porque en las relaciones.de intercam­ chaquetas, botines, etc., refieren esas mercancías al lienzo
bio entre sus productos, fortuitas y siempre fluctuantes, el — o al oro y la plata, lo que en nada modifica la cosa—
tiempo de trabajo socialmente necesario para la producción como equivalente general, la relación entre sus trabajos
de los mismos se impone de modo irresistible como ley privados y el trabajo social en su conjunto se les presenta
natural reguladora, tal como por ejemplo se impone la ley exactamente bajo esa forma insensata.
de la gravedad cuando a uno se le cae la casa encima.28 Formas semejantes constituyen precisamente las cate­
La determinación de las magnitudes de valor por el gorías de la economía burguesa. Se trata de formas del
tiempo de trabajo, pues, es un misterio oculto bajo los pensar socialmente válidas, y por tanto objetivas, para las
movimientos manifiestos que afectan a los valores relativos relaciones de producción que caracterizan ese modo de
de las mercancías. Su desciframiento borra la apariencia producción social históricamente determinado: la produc­
de que la determinación de las magnitudes de valor alcan­ ción de mercancías. Todo el misticismo del mundo de las
zadas por los productos del trabajo es meramente fortuita, mercancías, toda la magia y la fantasmagoría que nimban
pero en modo alguno elimina su forma de cosa. los productos del trabajo fundados en la producción de
La reflexión en torno a las formas de la vida humana, y mercancías, se esfuma de inmediato cuando emprendemos
por consiguiente el análisis científico de las mismas, toma camino hacia otras formas de producción.
un camino opuesto al seguido por el desarrollo real. Como la economía política es afecta a las robinsona-
Comienza post festum [después de los acontecimientos] y, das,29 hagamos primeramente que Robinsón comparezca
por ende, disponiendo ya de los resultados últimos del en su isla. Frugal, como lo es ya de condición, tiene sin
proceso de desarrollo. Las formas que ponen la impronta embargo que satisfacer diversas necesidades y, por tanto,
de mercancías a los productos del trabajo y por tanto están ejecutar trabajos útiles de variada índole: fabricar herra­
presupuestas a la circulación de mercancías, poseen ya la mientas, hacer muebles, domesticar llamas, pescar, cazar,
fijeza propia de formas naturales de la vida social, antes etcétera. De rezos y otras cosas por el estilo no hablemos
de que los hombres procuren dilucidar no el carácter his­ aquí, porque a nuestro Robinsón esas actividades le causan
tórico de esas formas — que, más bien, ya cuentan para placer y las incluye en sus esparcimientos. Pese a la diversi­
ellos como algo inmutable— sino su contenido. De esta dad de sus funciones productivas sabe que no son más que
suerte, fue sólo el análisis de los precios de las mercancías distintas formas de actuación del mismo Robinsón, es
lo que llevó a la determinación de las magnitudes del valor;
sólo la expresión colectiva de las mercancías en dinero, 29 N o ta a la 29 edición. — T am p o co R icardo e stá exento de
lo que indujo a fijar su carácter de valor. Pero es precisa­ rob in so n ad as. “H ace que de inm ediato el pescador y el cazador
prim itivos cam bien la pesca y la caza com o si fu eran poseedores
mente esa forma acabada del mundo de las mercancías de m ercancías, en p roporción al tiem po de tra b a jo objetivado en
esos valores de cam bio. En esta ocasión in cu rre en el anacronism o
28 “¿Q ué p en sar de u n a ley que sólo puede im ponerse a de que el pescador y el c az ad o r prim itivos, p a ra calcu lar la inci­
trav és de revoluciones periódicas? N o es sino una ley natural, dencia de sus instrum entos de trab a jo , echen m ano a las tablas de
fu n d a d a en la inconciencia de quienes están sujetos a ella.” (F ried­ a n u alid ad e s que solían usarse en la Bolsa de L o n d res en 1817. Al
rich E ngels, U m risse zu einer K ritik der N a tio n a lö k o n o m ie, en parecer, la única fo rm a de sociedad que fu e ra de la burguesa
D eutsch-F ranzösische Jahrbücher, ed. por A rn o ld Ruge y K arl conoce R icardo son los « p aralelogram os del señor O w en».” l40l
M a rx , P aris, 1844.) (K. M arx. Z u r K ritik . . . . pp. 38. 39.)

92 93
decir, nada más que diferentes modos del trabajo humano. desempeñar sus respectivos papeles, el caso es que las
La necesidad misma lo fuerza a distribuir concienzuda­ relaciones sociales existentes entre las personas en sus tra­
mente su tiempo entre sus diversas funciones. Que una ecupe bajos se ponen de manifiesto como sus propias relaciones
más espacio de su actividad global y la otra menos, depen­ personales y no aparecen disfrazadas de relaciones sociales
de de la mayor o menor dificultad que haya que superar entre las cosas, entre los productos del trabajo.
para obtener el efecto útil propuesto. La éxperiencia se Para investigar el trabajo colectivo, vale decir, direc­
lo inculca, y nuestro Robinsón, que del naufragio ha sal­ tamente socializado, no es necesario que nos remontemos
vado el reloj, libro mayor, tinta y pluma, se pone, como a esa forma natural y originaria del mismo que se encuen­
buen inglés, a llevar la contabilidad de sí mismo. Su inven­ tra en los umbrales históricos de todos los pueblos civi­
tario incluye una nómina de los objetos útiles que él lizados.40 Un ejemplo más accesible nos lo ofrece la
posee, de las diversas operaciones requeridas para su pro­ industria patriarcal, rural, de una familia campesina que
ducción y por último del tiempo de trabajo que, término para su propia subsistencia produce cereales, ganado, hilo,
medio, le insume elaborar determinadas cantidades de esos lienzo, prendas de vestir, etc. Estas cosas diversas se hacen
diversos productos. Todas las relaciones entre Robinsón y presentes enfrentándose a la familia en cuanto productos
las cosas que configuran su riqueza, creada por él, son tan varios de su trabajo familiar, pero no enfrentándose recí­
sencillas y transparentes que hasta el mismo señor Max procamente como mercancías. Los diversos trabajos en
W irth,1411 sin esforzar mucho el magín, podría comprender­ que son generados esos productos — cultivar la tierra, criar
las. Y, sin embargo, quedan contenidas en ellas todas las ganado, hilar, tejer, confeccionar prendas— en su forma
determinaciones esenciales del valor. natural son funciones sociales, ya que son funciones de la
Trasladémonos ahora de la radiante ínsula de Robin­ familia y ésta practica su propia división natural del tra­
són a la tenebrosa Edad Media europea. En lugar del bajo, al igual que se hace en la producción de mercancías.
hombre independiente nos encontramos con que aquí todos Las diferencias de sexo y edad, así como las condiciones
están ligados por lazos de dependencia: siervos de la gleba naturales del trabajo, cambiante con la sucesión de las
y terratenientes, vasallos y grandes señores, seglares y estaciones, regulan la distribución de éste dentro de la fa­
clérigos. La dependencia personal caracteriza tanto las milia y el tiempo de trabajo de los diversos miembros
relaciones sociales en que tiene lugar la producción mate­ de la misma. Pero aquí el gasto de fuerzas individuales de
rial como las otras esferas de la vida estructuradas sobre trabajo, medido por la duración, se pone de manifiesto
dicha producción. Pero precisamente porque las relaciones desde un primer momento como determinación social de
personales de dependencia constituyen la base social dada, los trabajos mismos, puesto que las fuerzas individuales
los trabajos y productos no tienen por qué asumir una de trabajo sólo actúan, desde su origen, como órganos de
forma fantástica diferente de su realidad. Ingresan al me­ la fuerza de trabajo colectiva de la familia.
canismo social en calidad de servicios directos y presta­
ciones en especie. La forma natural del trabajo, su parti­ :,° N o ta a la 2? edición. — "E s un p reconcepto ridículo, de
cularidad, y no, como sobre la base de la producción de m uy reciente difusión, el de que la fo rm a de la p ro p ied ad com ún
n a tu ra lm e n te originada sea específicam ente eslava, y h a sta rusa en
mercancías, su generalidad, es lo que aquí constituye la e xclusividad. Es la fo rm a prim itiva cuya existencia podem os veri­
forma directamente social de aquél. La prestación perso­ fica r e n tre los ro m an o s, g erm anos, celtas, y de la cual e n co n tra ­
nal servil se mide por el tiempo, tal cual se hace con el m os aun hoy, e n tre los indios, un m uestrario com pleto con los
trabajo que produce mercancías, pero ningún siervo ignora especím enes m ás variados, a u n q u e p arte de ellos en ruinas. Un
estu d io m ás concienzudo de las fo rm a s de prop ied ad com ún asiá­
que se trata de determinada cantidad de su fuerza de ticas, y especialm ente de las índicas, d em o stra ría cóm o de las form as
trabajo personal, gastada por él al servicio de su señor. diversas de la p ro p ied a d com ún n a tu ra l resultan d iferen tes form as
El diezmo que le entrega al cura es más diáfano que la de disolución de ésta. Así, por ejem plo, los diversos tipos o rig in a ­
bendición del clérigo. Sea cual fuere el juicio que nos rios de la pro p ied ad priv ad a ro m a n a y g erm ánica pueden ser d e d u ­
cidos de las diversas fo rm a s de la p ropiedad com ún en la India."
merezcan las máscaras que aquí se ponen los hombres al (Ib íd e m , p. 10 .)

94 95
Imaginémonos finalmente, para variar, una asociación mercancías, desempeña un papel subordinado, que empero
de hombres libres que trabajen con medios de producción se vuelve tanto más relevante cuanto más entran las enti­
colectivos y empleen, conscientemente, sus muchas. fuerzas dades comunitarias en la fase de su decadencia. Verdade­
de trabajo individuales como una fuerza de trabajo social. ros pueblos mercantiles sólo existían en los intermundos
Todas las determinaciones del trabajo de Robinsón se rei­ del orbe antiguo, cual los dioses de E picuro,1421 o como
teran aquí, sólo que de manera social, en vez de individual. los judíos en los poros de la sociedad polaca. Esos anti­
Todos los productos de Robinsón constituían su producto guos organismos sociales de producción son muchísimo más
exclusivamente personal y, por tanto, directamente objetos sencillos y trasparentes que los burgueses, pero o se fun­
de uso para sí mismo. El producto todo de la asociación es dan en la inmadurez del hombre individual, aún no liberado
un producto social. Una parte de éste presta servicios de del cordón umbilical de su conexión natural con otros inte­
nuevo como medios de producción. No deja de ser social. grantes del género, o en relaciones directas de dominación
Pero los miembros de la asociación consumen otra parte y servidumbre. Están condicionados por un bajo nivel de
en calidad de medios de subsistencia. Es necesario, pues, desarrollo de las fuerzas productivas del trabajo y por las
distribuirla entre los mismos. El tipo de esa distribución relaciones correspondientemente restringidas de los hom­
variará con el tipo particular del propio organismo social bres dentro del proceso material de producción de su vida,
de producción y según el correspondiente nivel histórico y por tanto entre sí y con la naturaleza. Esta restricción
de desarrollo de los productores. A los meros efectos de real se refleja de un modo ideal en el culto a la naturaleza
mantener el paralelo con la producción de mercancías, y en las religiones populares de la Antigüedad. El reflejo
supongamos que la participación de cada productor en religioso del mundo real únicamente podrá desvanecerse
los medios de subsistencia esté determinada por su tiempo cuando las circunstancias de la vida práctica, cotidiana,
de trabajo. Por consiguiente, el tiempo de trabajo desem­ representen para los hombres, día a día, relacipnes diáfa­
peñaría un papel doble. Su distribución, socialmente plani­ namente racionales, entre ellos y con la naturaleza. La
ficada, regulará la proporción adecuada entre las varias figura del proceso social de vida, esto es, del proceso mate­
funciones laborales y las diversas necesidades. Por otra rial de producción, sólo perderá su místico velo neblinoso
parte, el tiempo de trabajo servirá a la vez como medida cuando, como producto de hombres libremente asociados,
de la participación individual del productor en el tra­ éstos la hayan sometido a su control planificado y cons­
bajo común, y también, por ende, de la parte individual­ ciente. Para ello, sin embargo, se requiere una base mate­
mente consumible del producto común. Las relaciones rial de la sociedad o una serie de condiciones materiales
sociales de los hombres con sus trabajos y con los pro­ de existencia, que son a su vez, ellas mismas, el producto
ductos de éstos, siguen siendo aquí diáfanamente sencillas, natural de una prolongada y penosa historia evolutiva.
tanto en lo que respecta a la producción como en lo que Ahora bien, es indudable que la economía política ha
atañe a la distribución. analizado, aunque de manera incompleta,31 el valor y
P ara una sociedad de productores de mercancías, cuya
relación social general de producción consiste en compor­
31 L as insuficiencias en el análisis que de la m a g n itu d del valor
tarse frente a sus productos como ante mercancías, o sea e fec tú a R ica rd o — y el suyo es el m ejor— las hem os d e ver en
valores, y en relacionar entre sí sus trabajos privados, bajo los libros terc ero y c u a rto de e sta o b ra. E n lo q u e se refiere al va­
esta forma de cosas, como trabajo humano indiferenciado, lor en general, la e co n o m ía p o lítica clásica e n ningún lu g ar distingue
la forma de religión más adecuada es el cristianismo, con e x p líc itam e n te y con c la ra conciencia e n tre el trab a jo , ta l com o se
re p re se n ta e n el valor, y ese m ism o trab a jo , tal co m o se representa
su culto del hombre abstracto, y sobre todo en su desen­ en el valor de uso de su p ro d u c to . E n realid ad , u tiliza esa dis­
volvimiento burgués, en el protestantismo, deísmo, etc. En tinción de m an e ra n a tu ra l, ya q u e en un m o m en to d ad o considera
los modos de producción p aleo a siátic o , antiguo, etc., el tra b a jo desde el p u n to de vista cuantitativo, en o tro cu alita tiv a ­
la transformación de los productos en mercancía y por m ente. P e ro no tiene idea de q u e la sim ple diferencia cuantitativa
tanto la existencia de los hombres como productores de de los trab a jo s p resupone su unid a d o igualdad cualitativa, y p o r
ta n to su red u cció n a trabajo abstractam ente h u m a n o . R icardo, p o r

96 97
la magnitud de valor y descubierto el contenido oculto en frente su pertenencia a una formación social donde el pro­
esas formas. Sólo que nunca llegó siquiera a plantear ceso de producción domina al hombre, en vez de domi­
la pregunta de por qué ese contenido adopta dicha forma; nar el hombre a ese proceso, la conciencia burguesa de esa
de por qué, pues, el trabajo se representa en el valor, de a economía las tiene por una necesidad natural tan manifies­
qué se debe que la medida del trabajo conforme a su dura­ tam ente evidente como el trabajo productivo mismo. De
ción se represente en la magnitud del valor alcanzada por ahí que, poco más o menos, trate a las formas preburgue-
el producto del trabajo.32 A formas que llevan escrita en la sas del organismo social de producción como los Padres
de la Iglesia a las religiones precristianas.33
ejem plo, se d e clara de a c u e rd o con D e stu tt d e T ra c y c u a n d o éste
a firm a: “P u esto que es innegable que n u e stras ú nicas riquezas
orig in arias son n u estras fa cu lta d e s físicas y m orales, que el em pleo esto, a la vez, c o m o alg o h istó ric o . Si n o s c o n fu n d im o s y la to m a ­
d e dichas facultades, e l tra b a jo d e alg u n a índole, es n u e stro tesoro m os p o r la fo rm a n a tu ra l e te rn a de la pro d u cció n social, p a sa re ­
prim igenio, y que es siem pre a p a rtir de su em pleo co m o se crean m os tam b ién p o r alto, n ecesariam en te, lo que h a y de específico
to d as esas cosas que d en o m in am o s riquezas [ . . . ] . E s indudable, en la fo rm a de v a lo r, y p o r ta n to e n la fo rm a de la m ercancía,
asim ism o, q u e to d as esas cosas só lo representan el trabajo q u e las d e sa rro lla d a luego en la fo rm a de dinero, la de c ap ital, etc. P o r
ha creado, y si tienen un valor, y hasta dos valores d iferentes, sólo eso, en e co n o m istas que coinciden p o r e n te ro en c u a n to a m edir
p ued en deberlos al del" (al v a lo r del) “ trabajo del que e m a n a n ” . la m ag n itu d del v a lo r p o r e l tie m p o de tra b a jo , se e n c u e n tra n las
(R icardo, O n the P rincipies o f P olitical E c o n o m y , 3? ed., L ondres, ideas m á s a b ig a rra d a s y c o n tra d ic to ria s a ce rca del dinero, e sto
1821, p. 334.) L im itém on os a o b serv ar que R icard o atribuye e rró ­ es, de la fig u ra c o n su m a d a que reviste e l equivalente general. E sto
neam en te a D e stu tt su pro p ia concepción, m ás p ro fu n d a. Sin duda, p o r ejem p lo se pone de relieve, de m a n e ra co n tu n d e n te, en los
D e stu tt dice p o r u n a p a rte , e n efecto, que to d as las cosas que análisis sobre la b an ca, d o n d e y a n o se puede salir del p a so con
fo rm a n la riq u eza “representan el trabajo que las h a crea d o ” , pero definiciones del d in ero c o m p u estas de lugares com unes. A ello se
p o r o tra p a rte asegura q u e h a n o b ten id o del “ valor d el trabajo" debe que, com o antítesis, su rg iera un m ercan tilism o re sta u ra d o
sus “dos valores diferen tes" (valor de uso y v a lo r de cam bio). In c u ­ (G anilh, etc.) que no ve en el v a lo r m ás que la fo rm a social o,
rre de este m o d o en la su p erficialidad de la eco n o m ía vulgar, que m ás bien, su m e ra ap arien cia, h u e r a de sustancia.
presupone el v a lo r de u n a m ercan cía (en este caso del trabajo), P a ra d e ja rlo e n c la ro de u n a vez p o r todas, d igam os que
p a ra d e te rm in a r p o r m edio de él, posteriorm ente, el v a lo r de las e n tien d o p o r eco n o m ía p o lítica c lásica to d a la e co n o m ía que, desde
dem ás. R ica rd o lo lee co m o si h u b iera dich o que el trabajo (no W illiam P e tty , h a in vestigado la co n ex ió n in te rn a de las relaciones
el valor del trab ajo ) e stá rep re se n tad o ta n to en el v alo r de uso de p ro d u c ció n burguesas, p o r oposición a la e co n o m ía vulgar, que
co m o e n e l d e cam b io . P e ro él m ism o distingue ta n p o brem ente n o hace m ás que d e am b u lar estérilm en te en to rn o de la conexión
e l c a rá c te r bifa cético d el trabajo, re p re se n ta d o d e m an e ra dual, a p are n te , preo cu p án d o se sólo de o frecer u n a ex p licación obvia
que e n todo el c ap ítu lo “V alué a n d Riches, T h eir D istinctive Pro- de lo s fe n ó m e n o s q u e p o d ría m o s lla m a r m á s b a sto s y ru m ia n d o
p erties” [V alor y riq u eza, sus p ropiedades distintivas] se ve reduci­ un a y o tra vez, p a ra el uso dom éstico de la burguesía, el m ate ria l
d o a d a r vu eltas fa tig o sa m en te en to rn o a la s triv ia lid ad e s de un su m in istrad o hace y a tie m p o p o r la e co n o m ía científica. P ero, por
lean -B ap tiste Say. D e a h í que al final se m uestre to ta lm e n te p e r­ lo dem ás, e n esa ta re a la e co n o m ía v u lg ar se lim ita a sistem atizar
plejo ante la coincidencia de D estu tt, por u n lado, con la propia de m a n e ra p e d an te las ideas m ás triviales y fa tu a s que se fo rm an
concepción ric a rd iá n a a cerca del trabajo c o m o fu e n te del valor, y, los m iem b ro s de la bu rg u esía a c e rca de su p ro p io m undo, el m ejor
por el o tro , c o n Say respecto a l con cep to de valor. de los posibles, y a p ro c la m a rla s com o v erdades eternas.
32 U n a de las fallas fu n d a m e n ta les de la econom ía política
33 “L o s econom istas tie n e n u n a singular m a n e ra de proceder.
clásica es que n u n c a lo g ró desen trañ ar, p a rtien d o del análisis de N o h a y p a r a ellos m ás q u e dos tipos de instituciones: las a rtifi­
la m ercan cía y m ás específicam ente del v alo r de la m ism a, la ciales y las natu rales. L as instituciones del feu d alism o son institu­
fo rm a del valo r, la fo rm a m ism a que hace de él u n v alo r de cam ­ ciones artificiales; las de la burguesía, n a tu ra le s. Se p a re c e n e n e sto
bio. P recisam en te e n el caso de sus m ejores expositores, com o
a los teólogos, que distinguen tam b ién e n tre dos clases de religio­
A d a m S m ith y R icard o , tra ta la fo rm a del v alo r com o cosa com ­
nes. T o d a religión q u e no sea la suya es invención de los h o m ­
pleta m e n te indiferente, o incluso exterior a la n a tu ra le z a de la
bres, m ie n tras que la suya p ro p ia es, e n cam bio, e m a n ac ió n de
m ercancía. E llo n o sólo se debe a que el análisis c en trad o e n la
D io s . . . H e n o s aqui, entonces, c o n q u e h u b o h isto ria , p e ro a h o ra
m ag n itu d d el v a lo r a b so rb a p o r e n tero su aten ció n . O bedece a u n a
y a n o la h a y .” (K arl M a rx , M isère de la philosophie. R ép o n se à la
ra zó n m ás p ro fu n d a. L a fo rm a de v alo r asum ida p o r el p ro d u cto
P hilosophie de la m isère de M .- P ro u d h o n , 1847, p. 113.) R ealm en ­
del tra b a jo es la fo rm a m ás a b strac ta , p e ro tam b ién la m ás
te cóm ico e s el señor B astíat, qu ien se im agina q u e los griegos y
general, del m odo de p ro d u cció n burgués, q u e d e ta l m a n e ra queda
ro m an o s antig u o s no vivían m ás que d el robo. P e ro si d u ran te
c ara cte riz ad o co m o tip o p a rtic u la r de pro d u cció n social y con
m uchos siglos sólo se vive del ro b o , es necesario q u e constante-

98 99
H asta qué punto una parte de los economistas se deja Como la forma de mercancía es la más general y la
encandilar por el fetichismo adherido al m undo de las menos evolucionada de la producción burguesa — a lo cual
mercancías, o por la apariencia objetiva de las determina­ se debe que aparezca tempranamente, aun cuando no de
ciones sociales del trabajo, nos lo muestra, entre otras la misma manera dominante y por tanto característica que
cosas, la tediosa e insulsa controversia en torno al papel adopta en nuestros días— todavía parece relativamente
que desempeñaría la naturaleza en la formación del valor fácil penetrarla revelando su carácter de fetiche. Pero en
de cambio. Como el valor de cambio es determinada mane­ las formas más concretas se desvanece hasta esa apariencia
ra social de expresar el trabajo empleado en una cosa, no de sencillez. ¿De dónde proceden, entonces, las ilusiones
puede contener más m ateria natural que, por ejemplo, el del sistema monetarista? 1431 Éste no veía al oro y la plata,
curso cambiarlo. en cuanto dinero, como representantes de una relación
social de producción, sino bajo la forma de objetos natu­
rales adornados de insólitos atributos sociales. Y cuando
m ente ex ista algo que ro b á r, o que el objeto d e l ro b o se re p ro d u z ­
c a de m a n e ra co n tin u a. P arece, p o r consiguiente, q u e tam bién los trata del capital, ¿no se vuelve palpable el fetichismo de la
griegos y ro m a n o s ten d rían u n p roceso de p ro d u c ció n , y p o r tan to economía moderna, de esa misma economía que, dándose
u n a e co n o m ía que c o n stitu iría la base m ate ria l de su m undo, importancia, mira con engreimiento y desdén al m ercanti­
ex actam en te de la m ism a m a n e ra en que la e co n o m ía b urguesa lismo? ¿Hace acaso m ucho tiempo que se disipó la ilusión
es el fu n d a m e n to del m u n d o actu al. ¿O acaso B astiat q u iere decir
q u e u n m o d o de p ro d u cció n fu n d a d o en el trabajo esclavo consti­ fisiocrática de que la renta del suelo surgía de la tierra, no
tuye u n sistem a basado en el r o b o t E n tal caso, p isa terre n o p e ­ de la sociedad?
ligroso. Si un gigante del p e n sam ien to co m o A ristó teles se equi­
vo cab a en su ap reciació n d e l trabajo esclavo, ¿ por q u é h a b ía de
Sin embargo, para no anticiparnos, baste aquí con un
a c e rta r un eco n o m ista pigm eo com o B astiat al ju zg ar el trabajo ejemplo referente a la propia forma de mercancía. Si las
asalariadot mercancías pudieran hablar, lo harían de esta manera:
A p ro v e ch o la o p o rtu n id a d p a ra re sp o n d er brev em en te a u n a Puede ser que a los hombres les interese nuestro valor de
objeción que, a l a p are ce r m i o b ra Z u r K ritik der politischen Ö ko ­
n o m ie (1859), m e fo rm u ló u n periódico g erm an o -n o rteam erican o .
uso. No nos incumbe en cuanto cosas. L o que nos con­
M i e n fo q u e — sostuvo éste— según el c u al e l m o d o de p ro d u c ­ cierne en cuanto cosas es nuestro valor. Nuestro propio
ción d a d o y las relacio n es de p ro d u cció n c o rresp o n d ien tes al m ism o, movimiento como cosas mercantiles lo demuestra. Única­
en sum a, “la e stru c tu ra e co n ó m ica de la sociedad es la base real mente nos vinculamos entre nosotras en cuanto valores de
sobre la que se alza u n a su p e restru c tu ra ju ríd ica y p o lítica, y a la
que co rresp o n d en d e te rm in a d as fo rm a s sociales de conciencia” , cambio. Oigamos ahora cómo el economista habla desde el
ese e n fo q u e p a ra el c u al “e l m odo d e p ro d u cció n de la vida alma de la mercancía: “E l valor” (valor de cambio) “es
m a te ria l con d icio n a en g e n era l e l proceso de la vida social, política un atributo de las cosas; las riquezas” (valor de uso), “ un
y e sp iritu a l” , sería in d u d ab le m e n te v erd ad ero p a ra el m u n d o actual, atributo del hombre. El valor, en este sentido, implica
e n el que im peran los intereses m ateriales, p e ro n o p a ra la E d ad
M edia, en la que p re v alec ía el catolicism o, n i p a ra A te n a s y R om a, necesariamente el intercambio; la riqueza no”.34 “L a ri­
donde e ra la política la que dom inaba. E n prim er térm in o , es queza” (valor de uso) “es un atributo del hombre, el valor
sorp ren d en te que h a y a quien guste suponer que a lg u n a p erso n a un atributo de las mercancías. Un hombre o una comuni­
ig n o ra esos a rchiconocidos lu g ares com unes sobre la E d a d M edia
y el m u n d o antiguo. L o indiscutible e s que ni la E d a d M ed ía pudo
dad son ricos-, una perla o un diamante son valiosos . . .
vivir de cato licism o ni el m u n d o a ntiguo d e política. Es, a la Una perla o un diamante son valiosos en cuanto tales perla
inversa, el m odo y m a n e ra e n que la p rim e ra y el segundo se o diamante”.35 Hasta el presente, todavía no hay químico
g a n a b a n la vida, lo q u e explica p o r q u é en u n caso la p o lítica y
en o tro el catolicism o d esem p eñ aro n el pap el p ro tag ó n ico . P o r lo
d em ás, b a sta con co n o cer som eram ente la h isto ria d e la rep ú b lica 34 "V a lu é is a pro p e rty o f things, riches o f m an. V alué in this
ro m a n a , p o r ejem plo, p a ra saber q u e la h isto ria d e la p ro p ied ad sense, necessarily im plies exchanges, riches d o n o t.” (O bservations
de la tie rra constituye su h isto ria secreta. Y a D o n Q uijote, por on S o m e V erbal D isp u tes on P olitical E co n o m y, P articularly R elat-
o tra p a rte , h u b o de e x p ia r el e rro r de im aginar que la cab allería ing to V alué, and to S u p p ly and D e m a n d , L ondres, 1821, p. 16.)
an d an te e ra igualm ente c o m p atib le con todas las fo rm a s econó­ 35 “ R iches a re th e a ttrib u te o f m an, valué is the a ttrib u te o f
m icas de la sociedad. com m odities. A m an o r a c o m m u n ity is rich, a p e a rl o r a d iam o n d

100 101
que haya descubierto en la perla o el diamante el valor de
cambio. Los descubridores económicos de esa sustancia
química, alardeando ante todo de su profundidad crítica,
llegan a la conclusión de que el valor de uso de las cosas
no depende de sus propiedades como cosas, mientras que
por el contrario su valor les es inherente en cuanto cosas.
L o que los reafirma en esta concepción es la curiosa cir­
cunstancia de que el valor de uso de las cosas se realiza
para el hombre sin intercambio, o sea en la relación di­
recta entre la cosa y el hombre, mientras que su valor,
por el contrario, sólo en el intercambio, o sea en el proceso CAPÍTULO n
social. Como para no acordarse aquí del buen Dogberry,
cuando ilustra al sereno Seacoal: “Ser hombre bien pareci­ E L PROCESO D E L INTERCAM BIO
do es un don de las circunstancias, pero saber leer y escri­
bir lo es de la naturaleza,” .361441
Las mercancías no pueden ir por sí solas al mercado
ni intercambiarse ellas mismas. Tenemos, pues, que volver
la mirada hacia sus custodios, los poseedores de mercan­
cías. Las mercancías son cosas y, por tanto, no oponen
resistencia al hombre. Si ellas se niegan a que las tome,
éste puede recurrir a la violencia o, en otras palabras,
apoderarse de ellas.37 Para vincular esas cosas entre sí
como mercancías, los custodios de las mismas deben rela­
cionarse mutuamente como personas cuya voluntad reside
en dichos objetos, de tal suerte que el uno, sólo con acuer­
do de la voluntad del otro, o sea mediante un acto volun-
rio común a ambos, va a apropiarse de la mercancía ajena
al enajenar la propia. Los dos, por consiguiente, deben
reconocerse uno al otro como propietarios privados. Esta
relación jurídica, cuya forma es el contrato — legalmente
formulado o no— , es una relación entre voluntades en la
que se refleja la relación económica. El contenido de tal
is v a lu a b le . . . A p e arl o r a d iam o n d is valuable as a pearl or relación jurídica o entre voluntades queda dado por la re­
d ia m o n d .” (S. Bailey, A C ritical D issertation . . . , p. 165 y s.)
36 E l a u to r de la s O bservations y S am uel B ailey incu lp an a
lación económica misma.38 Aquí, las personas sólo existen
R ica rd o el h a b er hech o del v alor de cam bio, q u e es algo m e ra ­
m e n te relativo, algo absoluto. P o r e l c o n tra rio , R icard o h a re d u ­ 37 E n e l siglo x i i , tan re n o m b ra d o p o r su religiosidad, suelen
cido la relatividad aparente que esas cosas — por ejem p lo , el d ia­ a p are ce r e n tre e sas m ercan cías objetos de sum a exquisitez. U n
m an te , las perlas, etc.— poseen e n cu an to valores de cam bio, a p o eta fran c é s de aquellos tiem pos incluye así, en tre las m ercancías
la v e rd ad e ra relación o c u lta tra s la apariencia, a su re la tiv id ad expuestas e n el m ercad o de L an d it, ju n to a telas, cuero, aperos
co m o m era s expresiones de tra b a jo h u m an o . Si las réplicas de de la b ra n z a , pieles, etc., tam b ién a las “fe m m e s fo lie s d e leur
los ric a rd ia n o s a B ailey son groseras p e ro no convincentes, e llo corps” [m ujeres de fogosos cuerpos].
se debe sólo a que e l pro p io R ica rd o n o les b rin d a explicación 38 P ro u d h o n com ienza p o r e x tra e r su ideal d e justicia, la “jus-
alg u n a a cerca de la conexión in te rn a e n tre el valor y la fo rm a del tice éternelle” [justicia e te rn a ], de las relaciones jurídicas co rre s­
valor o valor de cam bio. pondientes a la pro d u cció n de m ercancías, con lo cual, digám oslo
in ciden talm ente, a p o rta la c o n so lad o ra p ru e b a p a ra to d o burgués

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