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¿Qué nos ha enseñado la pandemia?

Tras días, semanas, meses, tiempo, vida, dolor y melancolía, hambre y sed,
desesperación y frustración, incertidumbre por el mañana (pues otra cosa no
puede, efectivamente, sentirse en estos momentos); tras todo esto hemos
aprendido algo: quienes se apoderan de todas esas cosas antes dichas siempre
son los mismos, a saber: los desposeídos.
La respuesta categórica a nuestra interrogante es que hemos mirado de manera
más matizada aún la diferencia que existe entre los que poseen (una clase
siempre privilegiada) y los desposeídos (que son siempre los marginados del
sistema). Esta pandemia también nos ha enseñado que por mucho que se diga y
se diga, se repita y se argumente, nunca enfrentarán de la misma manera
cualquier crisis quienes tienen que como la encaran quienes no tienen. Y no me
refiero a la actitud, que si bien importa, en términos sustantivos pasa a segundo
término; me refiero a los que tienen y no tienen condiciones económicas
favorables. Siempre son los de abajo, los pobres, los vilipendiados y vituperados,
los que construyen verdaderamente la riqueza (basta ya de ese sofisma que
concibe a los empresarios como los creadores de ésta), siempre son éstos los que
más sufren ante cualquier situación adversa que enfrenta la sociedad. Y la actual
catástrofe mundial, que se da principalmente en las estructuras económicas y de
salud, vino a dejarlo de manifiesto. Y esto no significa que en tiempos en los que
<<todo marcha bien>> no se hagan sentir estas desigualdades estructurales que
existen a nivel mundial entre quienes poseen y los desposeídos, sino que en esos
momentos todo se encuentra tan paliado, tan maquillado que, como diría Rosa
Luxemburgo, es muy difícil que los esclavos muevan sus cadenas y que, por tanto,
las sientan; mas en situaciones de crisis todos esos fármacos que impiden que las
y los individuos vean su situación de opresión se vienen abajo. Y eso ayuda.
Ayuda porque permite que los explotados se den cuenta que están siendo
explotados. Ayuda porque, como diría Marx: Vuelve a la ignominia ignominiosa.
Ayuda porque permite darnos cuenta que quienes crean la riqueza somos
nosotros, los explotados, los pobres, los campesinos y obreros, los que con su
fuerza sacan adelante, efectivamente, a la sociedad, y que, sin embargo, somos
los marginados…
La pandemia también nos ha enseñado que este sistema económico rapaz y
rampante está oxidado, degradado, corrompido, y que claramente se necesita una
economía que piense no en unos pocos, sino en todos. Una economía que
pertenezca a quienes crean la riqueza.

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