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Almond:

Propone que la fascinación por el Islam en Borges es heredado de sus lecturas de


académicos, escritores e historiadores occidentales. Es decir, que la cultura árabe-
islámica le llega traducida. En un primer momento enuncia una de sus tesis: la
producción orientalista de Borges no es exactamente igual a la de Byron, Voltaire y
Carlyle.
Luego menciona Djelal Kadir para proponer una lectura que vincula a Borges con el
islamismo mediante una tradición mística y neoplatónica. En este sentido, acuerda con
la visión de Said de que, al igual que el de cualquier otro occidental, el Este de Borges
es “el Este de un montón de viajeros y académicos europeos –Sykes, Müller, Burton y
Renan–, una mezcla de lo exótico y lo esotérico, lo culto y lo fantástico, lo ortodoxo y
arcano” (437-438). Tras esta introducción analiza fragmentos de “El espejo de tinta” e
“Historia de los dos que soñaron”. Propone que los universos de estos dos textos es
fundamentalmente moral: “son ejemplos de cómo la Divinidad manipula la coincidencia
y las contingencias para producir Justicia” (439). Para Almond, esta manera de construir
sus textos concuerda con la tradición occidental.
Luego analiza “Un doble de Mahoma”, y nuevamente menciona los vínculos de este
texto con la tradición occidental (Swedenborg). Sin embargo, señala que en el final de
este cuento “bordea lo bizarro, lo ridículo e incluso lo grotesco” (442) por la imagen que
brinda de Mahoma.
Después pasa a analizar “El tintorero enmascarado Hákim de Merv” y “El enigma de
Edward Fitzgerald”. Plantea que en estos dos textos no se presentan tanto como “una
fuente de entretenimiento [sino como] un objeto de conocimiento” (445). Nuevamente
creo que esta es una operación borgesiana (¿/borgeana/borgiana?) y que se cumple sobre
todo en textos que toman elementos de las religiones. Señala que el Islam funciona en
Borges como “catalizador” para construir textos que toman elementos y motivos de
distintas culturas orientales.
Hacia el final, propone un punto interesante: el Islam está asociado al fracaso más que
cualquier otro elemento en la obra de Borges; da ejemplos de ello.
Cierra retomando la pregunta inicial, respecto de si Borges retoma –o hasta qué punto
retoma– la herencia literaria occidental decimonónica. Sostiene que efectivamente
construye sus textos orientalistas más de esta manera, pero que lo hace de un modo
menos fijo, permitiendo variaciones de carácter que denotan una valoración del Islam
como “radicalmente plural” (454).

Elia:
Nuevamente se enuncia como central para pensar la relación de Borges con el Islam la
propia relación del autor con su lectura –mediada, traducida– de Las Mil y Una Noches.
Tras esto, pasa a analizar “El Zahir”, brindando una lectura pormenorizada del cuento
de Borges en relación con el Corán. Propone que el cuento trabaja la idea de lo evidente
y lo oculto, “dos caras inseparables de una moneda” (131). Esto es relevante ya que
tanto este cuento como “El Aleph” (el otro cuento que analiza) son considerados
“místicos”. De ahí que pueda enunciar una “incomunicabilidad” de la experiencia
visionaria propia del islamismo.
Con relación al Corán, señala la diferencia que supone para el autor –y para Occidente
en general– la no familiaridad con él, ya que, a diferencia de la Biblia, no se repone en
otros textos occidentales.
Señala el modo en que aparece “la rasgadura del velo” en “El Zahir” (135), en relación,
justamente, con la posibilidad de ver simultáneamente las dos caras de la moneda.
Luego analiza pasajes de “El Aleph” en relación con el islamismo y, en particular, con
Alá. Nuevamente tiene en cuenta la posibilidad que brinda de ver y ver de manera
simultánea.

Punto a considerar: Nada Elia (y otros académicos) trabaja las relaciones de Borges con
el Islam también con traducciones. Por ejemplo, se puede ver el problema que
representa la traducción que toma para trabajar “El Aleph”: “Formidable. Sí,
formidable...” → “one hell of a– yes, one hell of a–” (136). Además de inexacto en
cuanto al registro (elevado/coloquial), plantea el problema de uso lingüístico de lo que
hay detrás de la expresión “hell of a... (algo)”. Digo, pensando en “Borges y las
religiones”.

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