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En este informe hablaremos de la obra Cicatrices de Juan José Saer.

El tono de esta obra es similar a “Palo y Hueso” ya que la estaticidad del tiempo, la descripción minuciosa
de las situaciones y los personajes y la vida monótona que rige incansablemente una zona son los puntos
clave.
Los títulos que le otorga Saer a cada historia son ciertos meses del año, por lo tanto, están asociados
con un tiempo particular que va descreciendo hasta finalizar en Mayo.
La inspiración de esta obra tiene su fuente en un episodio que relata en el primer relato: Luis Fiore
mata a su mujer la noche del primero de mayo. Esto servirá como base para realizar sus cuatro historias.
La primer historia es acerca de Ángel, un adolescente que comenzó a trabajar por la pérdida de su
padre. Vive con su madre, una mujer muy joven y hermosa, según la visión de su hijo. Esta mujer sale todas
las noches con distintos hombres, se pasea en ropa interior por la casa, es muy desordenada y se emborracha
con frecuencia, al igual que el protagonista.
Las situaciones siempre se dan en los mismos lugares: la casa de ángel, la redacción, la casa de su
amigo Tomatis, los tribunales, etc. Lo esencial de este relato radica en la falta de contención y desamparo
que sufren todos los personajes. En un momento determinado, no soportando más las absurdas exigencias
de su madre, le da una golpiza. Esto es signo de que los finos lazos filiales se rompen para vivir cada uno en
un mundo solitario y sin salida. Sin ir más lejos, el final de esta historia tiene lugar en la casa de su amigo
Tomatis. Cuando él llega, se encuentra con Gloria, una amiga íntima del dueño de casa. Ella le comunica
que Carlitos no estaba, pero guiado por un sexto sentido, Ángel entra en la habitación y ve que su madre
estaba manteniendo relaciones con él.
El final de la historia es abierto pero nos deja un claro mensaje: un mundo grotesco e incluso
carnavalesco se abre paso ante este personaje que ya comienza a abrir los ojos y a entender cómo será su
vida a partir de entonces. Las traiciones, los engaños, la desilusión se abre paso y no hay manera de
detenerlos.
El segundo relato que compone Cicatrices tiene como protagonista a un jugador compulsivo. Este
hombre es un abogado que dejó su profesión para dedicarse de lleno al vicio que lo consumía.
Por esta obsesión, perdió a su mujer y además tenía su casa hipotecada. Trajo a trabajar a Delicia,
una chica de catorce años con la que no dialogaba demasiado porque era muy reservada.
Lo más degradante de este personaje no es su adicción si no de dónde sacaba dinero para llevarla a
cabo. Cuando ya no tenía más recursos, le pidió a Delicia todos sus ahorros para jugárselos.
Sergio cree que en el juego del punto y banca existe una lógica, pero es la misma lógica caótica que
emplea en su vida. La misma que lo lleva a creer que lo único importante es un vicio incontrolable y que
nada más tiene sentido.

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Lo que nos atrae poderosamente la atención es la extraña y degradante relación que existe entre
Delicia y Sergio: se abusa de una niña tanto económicamente como sexualmente sin que ella se queje y sin
recibir dinero. A través de la prosa de Saer no distinguimos esta situación como anormal o amoral, ya que
lo cuenta de una manera natural y despojada pero si nos detenemos en los detalles, nos damos cuenta de la
triste realidad de ambos.
La voz de la conciencia del personaje se presenta con Marquitos, un fiel amigo de Sergio que no
está de acuerdo con su estilo de vida. Una vez más podemos ver que hay un círculo vicioso que se hace más
patente gracias a la magistral descripción de los mecanismos del juego dentro del relato. El juego no se
acaba nunca, está siempre presente, Sergio no es capaz de medirse porque no quiere hacerlo. Es otro
personaje sin salida.
El tercer relato subyace dentro del escenario de tribunales. Hay una zona muy marcada que
determina el movimiento del juez quien será el protagonista. Este hombre llamará curiosamente “gorilas”
recordándonos la Teoría de la evolución
Sólo a algunos personajes les dará un nombre y, por lo tanto, una identidad.
Él está haciendo una traducción de El retrato de Dorian Gray y anota minuciosamente las
acepciones de cada palabra.
El eje central del relato se plantea a través de este argumento que sostiene el juez ante Ángel y que
se presentará bajo la forma de un pensamiento filosófico: Los hombres no tienen alma Ángel. No tienen
más que cuerpo. Un cuerpo que comienza en la punta de los dedos y termina dentro del cráneo, en una
explosión. Los hombres son un rebaño de gorilas salidos de la nada. (...) Gorilas que buscan alimentos y se
devoran unos a otros de mil maneras. La única bendición que los hombres han recibido es la muerte. 1
Hay una clara intertextualidad entre este relato y el de Oscar Wilde. En ambos se plantea el tema
del alma perdida por determinadas circunstancias.
El último relato que compone esta obra es Mayo que se plantea dentro de la esfera rural.
Tiene como protagonistas a un matrimonio y su hija. En este relato se evidencia una atmósfera
premonitoria, una sentencia de muerte dictada desde el comienzo. El hombre, cansado de los reproches y de
los malos tratos que recibe de su esposa, la mata en el campo. Llega a su casa y hace lo mismo con su
pequeña hija que estaba durmiendo plácidamente.
En todos los relatos de Saer aparece una fina llovizna que empaña las escenas de cada una de las
vidas plagadas de deseos frustrados y desasosiegos. Cada uno desde su zona, desde su situación particular
deja el desesperado mensaje de una vida sin sentido.

1
Saer, Juan José, 2001, Cicatrices, Buenos Aires, Ed. Planeta (pag. 190)

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