La desigualdad social es también desigualdad política. Las actitudes, las preferencias y el
comportamiento de los jóvenes hacia la política están determinado por su situación económica y social, y considero que es particularmente por el hecho de estar desempleados. A menudo escuchamos frases como “Los jóvenes son ingenuos” o “Los jóvenes de ahora no son como los de antes”. Dejémoslo claro desde el principio: Los jóvenes, de todas las épocas se han interesado menos y han sabido menos de política que las generaciones más mayores. También han tendido a votar en menor medida, y a participar más en actos que podemos denominar “de protesta”. Cuando uno está en la fase de vida en la que no hemos adquirido responsabilidades familiares o laborales, la sensación de que las crisis políticas afectan en nuestro día a día es mucho menor y, en consecuencia, también lo es interés que se tiene por la misma, la inquietud por informarse, o la sensación de que se pueda cambiar algo yendo a votar. Aunque la socialización política, es decir, la adquisición de actitudes y el desarrollo de afectos hacia la política, tienen lugar desde épocas muy tempranas, normalmente se considera que este proceso es más intenso y sus efectos más duraderos cuando uno como joven alcanza la edad en la que adquiere el derecho a votar. Sera cuando por primera vez pensemos si queremos influir, aunque consideremos que un voto cuente muy poco, eso no es así. Propongo que como jóvenes empecemos a pensar si queremos influir o no en este domingo 7 de octubre, este pronto será nuestro futuro y aunque ahora no nos afecta porque no tenemos responsabilidades, pronto lo hará y no queremos que cuando lo haga estemos viviendo en un tiempo de crisis.