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La curtiembre es una industria muy antigua que juega un papel importante en el

crecimiento socioeconómico de un País. Se estima que cerca de 6,5 millones de toneladas


de cueros anualmente son procesadas a nivel mundial y por ello se emplean cerca de 3,5
millones de toneladas de diferentes productos químicos en el proceso de curtido de pieles
(Rao et. al., 2003).

El proceso de curtido se caracteriza fundamentalmente por el empleo de pieles de ganado


ovinos, vacunos, debido a que es un material inmune al ataque bacteriano, flexible y muy
empleado en la industria del calzado, tapicería, vestuario, entre otros (Ortiz, 2015). El
curtido de pieles básicamente es la transformación de la piel del ganado vacuno en cuero.
Para ello, las pieles deben ser sometidas a diversos procesos químicos y mecánicos para
lograr el curtido de las pieles. Las etapas para la producción de cuero se agrupan en cuatro
como son: ribera, curtido, recurtido y acabado (Tayupanda, 2010).

En la mayoría de las curtiembres, el Cr(OH)SO es el agente curtiente muy empleado en el


curtido de pieles, debido a su bajo costo, gran estabilidad hidrotérmica y mayor rapidez en
el proceso curtido. Además, el curtido empleando el cromo brinda muchas propiedades
mecánicas-físicas al cuero que lo hace adecuado a diversos productos como calzados,
ropa, entre otros. (Abass, et al; 2013). 

A nivel mundial, la industria del cuero es reconocido por ser una de las industrias que
generan un severo impacto ambiental en la calidad del suelo, agua y aire. Uno de los
mayores impactos ambientales es la gran cantidad de agua empleada en las diferentes
etapas de la misma, por ello las descargas de aguas residuales son elevadas y contienen
altas concentraciones de químicos, como cloruros, ácidos grasos, sulfatos, sales,
proteínas, sulfuro, iones de metales pesados, colorantes, materia en suspensión y
compuestos oxidables (Feng et al., 2007; Crites, 2000). 

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