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Mira yo no
creo que le haya pasado a nadie, pero a ella sí.
Resulta que una mañana estamos tan tranquilos desayunando y de repente
se empiezan a mover las servilletas de papel y mi madre Guillermo hijo
respiras como una abuela rusa a ver si vas a tener algo de bronquios trae el
vivaporub.
Y yo mamá que yo no soy y ella pues yo tampoco así que tú me dirás a ver
si vamos a tener espíritus.
Y ella espíritu muéstrate y me dice mira como la gupi golber de ghost. Es
que ella es fan de esa película.
Y estamos en el salón investigando de dónde viene el aire y de repente “uy
el poto se mueve” y ya miro de reojo y veo un hueco que no existía antes.
Y le digo a mi madre “mamá mira hacia la luz” y ella “ay virgen del
Carmen, ¡qué luz, qué luz, yo no veo ninguna luz!”
Y yo “¡coño! Que no hacía la luz del portal” y ya se gira y dice “¿cómo es
posible que veamos la luz desde aquí?” Y yo, “hija, de verdad, ¡qué papo
tienes! Pues no ves que no hay puerta.”
Y ella, “ay, por dios mi puerta. Mi puerta. Mi puerta. ¿Dónde está mi
puerta?” Y efectivamente donde tenía que estar la puerta solo había un
hueco.
Que yo en ese momento pensé “¿qué ganará la gente robando puertas? Ya
me dirás tú qué salida tiene si eso no te lo compran ni en wallapop”. Y me
fui de nuevo a la cocina porque me había dejado una tostada con
mantequilla y mermelada y yo en ayunas no soy persona. Me entendéis.
Total que dice: “llamo a la policía” y llama y vamos a la policía y llegamos
allí y coge a uno y le dice “mire, agente quiero denunciar una desaparición”
y el agente, “deme la descripción”.
Y ella, “pues es grande como de 2 metros y bastante maciza, es cuadrada y
lleva una placa que pone Ignacio y Rogelia”
Y el policía “señora, pero ¿quién ha desaparecido?” Ya yo intervine ahí y
la dije “mamá, déjame que tú le lías al señor. Es que ha desaparecido la
puerta.