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GUILLERMO FERNÁNDEZ, CANTANTE

Album bien porteño

Guillermito incluyó en su repertorio un ojo de bife que, entre cortes y


quebradas, marchó con una colorida guarnición de verduras grillé. Como
para pedirle un bis.

El cantante Guillermo Fernández acaba de presentar en el Teatro Maipo su nuevo álbum


doble, Gitanos y Tangueros, una historia de gitanos reales que conoció en San Telmo, el
barrio donde nació hace 50 años. El periplo seguirá por todo el interior. Poco antes de
partir en gira, hace una pausa para hablar con el Ollas de sus preferencias
gastronómicas, que tiene que ver con la recordada infancia en la casona familiar. "Mi
abuela era una gran cocinera. Se casó por fotografía, su prometido vivía en Calabria y
ella en Dolores, Argentina. Pero cuando se encontraron todo fue muy bien, al casarse
ella tenía 14 años y mi abuelo 18, pero fundaron una familia donde poco a poco se fue
acrecentando el amor."

Linda historia. ¿Qué más recuerda de aquellos años?

La casa de mis abuelos estaba en Wilde; era una enorme casona. En aquella cocina se
preparaban comidas sustanciosas. Además estaba la quinta, un terreno donde plantaban,
entre otras verduras, tomate y radicheta. Me quedó la locura por esa ensalada. Cuando
vivía en Burbank, California, la plantaba en el balcón y mis amigos argentinos venían
por más.

A pesar de ser joven, tiene cumplida ya una larga carrera.

Con 6 años canté por primera vez en Canal 7. Empecé con un bolero, seguí con Milonga
Sentimental y, cuando me escuchó Héctor Ricardo García, en esa época director de
programas del Canal, me metió en el tango.

Usted no se resistió.
Para nada. Mi mamá siempre me decía que yo había cantado antes de hablar. Era
extraño, me querían llevar al fonoaudiólogo porque pensaban que tenía algún trastorno
de lenguaje.

No era así.

Ahora que pasó el tiempo pienso que debe haber sucedido porque la vocación de cantar
era demasiado fuerte, tanto que anulaba lo demás. Estoy contento con los resultados,
anduve por todo el mundo y probé cosas ricas. Me gusta comer y cocinar.

Vemos que es de los nuestros. ¿Qué tipo de platos prefiere?

Los lugares en que más disfruto la comida son Buenos Aires, Tokio, México, Madrid y
París.

¿Usted qué cocina?

Un poco de todo. Pero me sale mejor la parrilla, no me llevo demasiado bien con los
hornos y las cacerolas.

¿Qué piensa preparar hoy?

Con Roberto Sommi, responsable de Mala Cara, vamos a hacer un

Ojo de bife al malbec.


Lo que lleva (para 2)

ojo de bife en un trozo. 700 GRAMOS

panceta ahumada. 150 GRAMOS

aceite. 2 CUCHARADAS Y EXTRA

vino malbec. 2 VASOS

azúcar. 10 CUCHARADAS

cebolla. 1

morrón rojo. 1
papa grande. 1

aceite de oliva. 2 POCILLOS

sal y pimienta negra. A GUSTO

Guillermo salpimentó la carne, le enrolló alrededor la panceta, sujetó con un hilo de


algodón y selló en una sartén con el aceite caliente. En una cacerolita aparte, redujo a
fuego lento el vino malbec con el azúcar y reservó. Aparte, condimentó las verduras con
aceite, sal y pimienta y las puso a cocinar en la parrilla previamente aceitada durante 15
minutos, a la vez que terminaba de dorar la carne en el horno 15 minutos más. Por
último, colocó el ojo de bife en el plato, lo roció con la reducción de Malbec y completó
con las verduras grilladas. Claro que no tardamos en hacerle los honores
correspondientes, mientras Roberto Sommi se preocupaba por mantener bien nivelado
el malbec que centelleaba en las copas.

Diana Castelar

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