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1 Karl Heinrich Marx fue un filósofo, economista, sociólogo, periodista, intelectual y

militante comunista alemán de origen judío. El filósofo alemán revolucionó


modelos políticos, económicos y sociales con la crítica al capitalismo y su
concepción del comunismo. A pesar del fracaso de este sistema en el mundo,
algunos de sus postulados todavía se pueden comprobar en la actualidad. ¿Es
Karl Marx, el ideólogo de la Revolución Rusa, relevante hoy en día, al cumplirse
200 años de su nacimiento?

Aunque el filósofo alemán vivió y escribió en el siglo XIX, una época muy diferente
a la nuestra, es indiscutible que dos de sus escritos, "El manifiesto comunista"
(éste junto a Federico Engels) y "El capital", tuvieron en un momento determinado
de la historia una gran influencia política y económica en muchos países y en
millones de personas.

El surgimiento de la Unión Soviética tras la Revolución Rusa fue un ejemplo de


ello. Nadie niega que el bloque socialista marcó buena parte de la historia del siglo
XX.

Sin embargo, también es cierto que el comunismo no se materializó tal cual lo


plantearon Marx y Engels, y terminó convirtiéndose en un proyecto fallido. Al final,
el bloque soviético se desmoronó y el capitalismo se impuso en casi todo el
planeta.

¿Pero puede decirse que el pensamiento de Marx quedó obsoleto? ¿O acaso


pueden rescatarse algunas de sus ideas que se volvieron realidad y siguen
vigentes hasta nuestros días?
. El activismo político: En el "Manifiesto comunista" y otros trabajos, Marx describe
la lucha de clases en la sociedad capitalista y cómo el proletariado acabará
arrebatándoles el poder a las élites dominantes en todo el mundo.

"El capital", su obra cumbre, es un intento de apuntalar esas ideas con hechos
verificables y análisis científico.

Fue un mensaje poderoso en un mundo en el que abundaba la opresión y la


inequidad.
"La experiencia personal de alienación de Marx, quien vivió en la pobreza, le dio
una gran intensidad a su análisis, el cual cobró la estatura de filosofía contra el
monstruo capitalista que esclavizaba a los seres humanos", le explica a la BBC
uno de sus más reconocidos biógrafos, el británico Francis Wheen.

Durante el siglo XX, las ideas de Marx inspirarían revoluciones en Rusia, China,
Cuba y muchos otros países donde el grupo dominante fue derrocado y los
trabajadores se apoderaron de la propiedad privada y los medios de producción.

El marxismo fue incluso más allá y se convirtió en una manera de interpretar el


mundo en general: la simple idea de que la historia es una lucha de clases
antagónicas también influyó en la literatura, el arte y la educación.

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cruce la Línea Negra

"Hoy en día Marx sigue siendo relevante como filósofo político. Generación tras
generación, muchos buscan inspiración en él para sus propias luchas", le dice a
BBC Mundo Albrecht Ritschl, historiador alemán especializado en marxismo y jefe
del Departamento de Historia Económica de la London School of Economics, en
Reino Unido.

"Se sigue hablando de los temas que habló Marx -añade el experto-. Por ejemplo,
la globalización. Marx fue uno de los primeros críticos de la internacionalización de
los mercados. También se refirió a la inequidad, al advertir sobre la creciente
desigualdad en el mundo".

"Podría decirse que Marx continúa siendo atractivo y forma parte del discurso
político actual", concluye Ritschl.

Si bien la caída de la Unión Soviética en diciembre de 1991 significó un fuerte


golpe para la teoría marxista (por un tiempo los partidos de izquierda y las
universidades le dieron menos importancia), la crisis financiera global de 2007-8
volvió a darle relevancia.
Ese colapso fue un ejemplo clásico de las recurrentes crisis del capitalismo que
había pronosticado el pensador alemán. Desde entonces las ventas de "El
manifiesto comunista" y "El capital" no han dejado de crecer en todo el mundo.

La recurrencia de las crisis económicas: Marx cuestionó la idea de que el


capitalismo se autorregulaba.

Para él no había una "mano invisible" que ponía en orden las fuerzas del mercado,
como había postulado Adam Smith -el "padre" del capitalismo- en "La riqueza de
las naciones".

En cambio, Marx sostenía que el sistema estaba condenado a periodos de crisis


recurrentes (hoy los economistas hablarían de recesiones) que eran inherentes a
él.

"Si bien él no fue el único que hablaba de ello, su idea original era que cada
turbulencia llevaría a otra peor, y así sucesivamente hasta la destrucción del
capitalismo", le explica a BBC Mundo Albrecht Ritschl, de la London School of
Economics.

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El crash bursátil de 1929 y las subsecuentes crisis alcanzaron su punto culminante


en 2007-8, cuando el mundo vivió un colapso financiero nunca antes visto en
cuanto a su gravedad, impacto y persistencia.

"Es cierto que los aspectos no resueltos del capitalismo llevan a nuevas crisis,
pero la idea determinista de Marx de que el sistema se derrumbaría por sus
defectos intrínsecos ha sido desacreditada", advierte Ritschl.

"No obstante, hoy estamos más alertas que nunca ante las turbulencias y somos
más cuidadosos frente a ellas, en parte gracias a él".

Aunque, al contrario de lo que predijo él, las crisis no han ocurrido en la industria
pesada, sino en el sector financiero, aclara el experto.

La globalización y la inequidad: Biógrafos de Marx como Francis Wheen y otros


estudiosos de su obra coinciden en que el filósofo se equivocó con su idea
determinista de que el capitalismo se sepultaría a sí mismo al crear sus propios
enterradores.

Más bien ocurrió lo contrario: con la caída del comunismo, el capitalismo no sólo
se fortaleció sino que además se extendió por todo el mundo.
Nadie expresa mejor esta ironía de la historia que el pensador marxista Jacques
Rancière, profesor de filosofía de la Universidad de París VIII.

"El proletariado, lejos de enterrar el capitalismo, lo mantiene con vida -escribe-.


Trabajadores explotados y mal pagados, liberados de la mayor revolución
socialista de la historia (China), son llevados al borde del suicidio para que
Occidente pueda seguir jugando con sus iPads. Mientras tanto, el dinero chino
financia a un Estados Unidos, que de otra manera estaría en bancarrota".

Pero si Marx falló en esta predicción, no erró en sus agudas críticas a la


internacionalización del capitalismo.

En el "Manifiesto comunista" plantea que la expansión global del capitalismo se


convertirá en la principal fuente de inestabilidad del sistema internacional, como lo
demostrarían una serie de crisis financieras en el siglo XX y XXI.

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tierra que una vaca

"La necesidad de constantemente expandir mercados para sus productos persigue


a la burguesía sobre toda la superficie del globo -sostienen Marx y Engels-. Debe
anidar en todas partes, establecerse en todas partes, establecer conexiones en
todas partes. Obliga a todas las naciones, so pena de extinción, a adoptar el modo
burgués de producción".

Por eso, el marxismo ha sido rescatado -y reivindicado- en el actual debate sobre


los problemas de la globalización.

"Hoy hay en el mundo mucha gente preocupada por la destrucción de mercados


locales, la inseguridad laboral y la pérdida de empleos", le comenta a BBC Mundo
Albrecht Ritschl, de la London School of Economics.

"La globalización, por ejemplo, fue uno de los grandes temas en las últimas
elecciones en Estados Unidos, en las que dominó una pregunta que podría
haberse planteado en muchas otras partes del planeta: ¿qué hacemos con los que
han perdido con ella?".

Está claro que a pesar de sus vaticinios fallidos y sus ideas caducas, Marx planteó
en el siglo XIX varios temas de debate sobre política y economía que siguen
vigentes más de un siglo después.

QUIÉN ERA KARL MARX


Carlos Enrique Marx nació el 5 de mayo de 1818 en la ciudad de Tréveris, en el
oeste de Alemania. Era hijo de un exitoso abogado de origen judío.
Estudió leyes en Bonn y Berlín y en aquel momento se interesó en la filosofía de
Georg Wilhelm Friedrich Hegel y Ludwig Andreas von Feuerbach, quienes con su
dialéctica y materialismo histórico, respectivamente, tendrían una gran influencia
en el marxismo.
En 1841 recibió el doctorado en filosofía de la Universidad de Jena, en el este de
Alemania.
En 1843 se casó con Jenny von Westphalen y se mudó a París, en aquel
momento un semillero del pensamiento radical. Allí se volvió un revolucionario y
trabó amistad con quien sería su colaborador toda la vida: Federico Engels.
Tras ser expulsado de Francia por su activismo, Marx residió dos años en
Bruselas (Bélgica), donde profundizó su amistad con Engels.
En 1848 ambos publicaron "El manifiesto comunista", en el que plantean que la
historia de la humanidad es una historia de lucha de clases y que los estratos
sociales acabarán despareciendo con la victoria del proletariado.
En 1849, Marx se mudó a Londres, donde residiría hasta su muerte. Allí vivió
durante muchos años en la pobreza. Pudo subsistir gracias a la ayuda económica
del adinerado Engels.
En la capital británica, Marx produjo su trabajo más importante, "El capital",
considerado "la Biblia de las clases trabajadoras". Esta obra es, básicamente, una
descripción de cómo funciona el sistema capitalista y cómo, según él, se destruirá
a sí mismo por causa de sus defectos. El primer volumen lo publicó en vida. Los
otros dos tomos los hizo imprimir Engels tras la muerte de su amigo.
Marx y Jenny von Westphalen tuvieron siete hijos (cuatro mujeres y tres varones),
pero debido a las condiciones en las que vivió la familia en Londres sólo tres de
ellos llegaron a la vida adulta.
El filósofo pasó sus últimos años aquejado por problemas de salud y el dolor por
las muertes de su esposa y sus hijos.
Falleció el 14 de marzo de 1883 y fue enterrado en el Cementerio de Highgate, en
Londres, donde hoy se puede visitar su tumba. El epitafio dice: "Trabajadores del
mundo, uníos".
2 Jean-Paul Charles Aymard Sartre, conocido comúnmente como Jean-Paul
Sartre, fue un filósofo, escritor, novelista, dramaturgo, activista político, biógrafo y
crítico literario francés, exponente del existencialismo y del marxismo humanista.
Sartre afirmaba que el hombre está habitado desde el principio por la nada, de
manera que la condición humana está compuesta, a la vez, de ser y, sobre todo,
de no-ser. “El hombre no es otra cosa que lo que él hace de sí mismo”. En ese
sentido, el ser humano está condenado a la libertad, piensa el filósofo francés.
La Mala Fe (Del francés: «mauvaise foi») es un concepto filosófico, acuñado por
los filósofos existencialistas Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir, para
describir el fenómeno en el cual el ser humano se niega su libertad absoluta, y en
cambio elige comportarse como un objeto inerte ("cosificarse").
Sartre era un desconocido hasta 1938 cuando Gallimard decidió publicar La
náusea. Había cumplido 26 años y había pasado un año y medio en Berlín,
coincidiendo con la llegada de Hitler al poder. Durante esa etapa, Sartre dedicó su
tiempo a leer a Husserl y a Heidegger, los dos pensadores sin los cuales no se
puede entender su obra.

El filósofo francés sentía fascinación por la fenomenología de Husserl, basada en


un intento de aprehender y describir los fenómenos tal y como son percibidos. A
Husserl no le importaba tanto la esencia de las cosas como la forma en la que
nuestra mente capta las impresiones que recibe desde el exterior. Nuestra
conciencia es intencional, siempre apunta hacia algo, subrayaba el intelectual de
origen moravo.

La visión fenomenológica impregna La náusea desde la primera a la última línea


porque la novela de Sartre es una indagación, inspirada en su experiencia como
profesor en un liceo de Le Havre, sobre la falta de sentido de la existencia y la
opacidad del mundo que le rodea.

El protagonista del relato es Antoine Roquentin, un rentista de unos 30 años que


ha vivido en Indochina y que se instala en Bouville, una imaginaria ciudad de
provincias, para escribir una biografía sobre el marqués de Rollebon, un
aristócrata del siglo XVIII. Roquentin vive en un hotel, se acuesta rutinariamente
con la dueña y pasa casi todo su tiempo estudiando documentos sobre Rollebon,
por el que sufre un creciente desinterés. Su única afición es el jazz y apenas se
relaciona con sus semejantes salvo con el llamado Autodidacto, un ser extraño
que devora los libros para adquirir conocimientos.
No hace falta ser muy perspicaz para darse cuenta de que Roquentin es un alter
ego del propio Sartre, que utilizó a su personaje para formular las bases del
existencialismo a partir de la influencia de Husserl. El título de la novela hacia
referencia a la mezcla de asco e incomprensión, a la náusea física que le
producen los seres y las cosas que le rodean en su vida cotidiana.

«Lo esencial es la contingencia. Quiero decir que la existencia no es la necesidad.


Existir es estar ahí simplemente. Los existentes aparecen, se dejan encontrar,
pero nunca es posible deducirlos. Ningún ser necesario puede explicar la
existencia, la contingencia no es una máscara, es lo absoluto», escribe Roquentin
en su diario.

La vida le parece al protagonista de la narración no sólo pura contingencia porque


todo está sometido al azar y la finitud sino, sobre todo, un absurdo que gravita
sobre las cosas. La única actitud posible al toparnos con lo cotidiano es el horror,
el vómito que provoca esa náusea de existir.

No se puede ignorar que el libro está escrito en el período entre 1936 y 1938 tras
la etapa en la que Sartre había visto con sus propios ojos la ascensión del
nazismo en Alemania y la crisis moral de una sociedad francesa, ciega a las
amenazas del totalitarismo y a la cercanía de una guerra que destruiría el
continente.

Como un personaje de Dostoievski, Roquentin es un nihilista que no espera nada


de la vida ni alberga ninguna esperanza sobre el futuro. Pero a la vez es
perfectamente consciente de que es un ser libre, condenado a decidir por su falta
de esencia. No hay duda de que las páginas de La náusearezuman pesimismo y
desesperación, pero también son un alegato en favor de la libertad en unos
tiempos en los que los fascismos ganaban adeptos y creaban las condiciones para
la terrible masacre que se desencadenó después. Es el propio absurdo, la
contingencia de lo real, lo que constituye el fundamento de la libertad, ya que la
voluntad no está sometida a nadie. El hombre puede rebelarse contra la tiranía y
elegir su propio camino, una vez aceptado el hecho irremediable de que nada
tiene sentido.
Las reflexiones de Sartre en esta obra no son cínicas ni impostadas porque él
siempre ejerció su libertad tanto para pensar como para vivir. Era un ser
desprendido, generoso, sin propiedades ni apego a lo material, que mantenía una
relación abierta con Simone de Beauvoir y defendía con vehemencia la autonomía
de su pensamiento. Se equivocó en algunas cuestiones importantes, pero jamás
abdicó de su independencia.
Para quien quiera entender a Sartre y acercarse al existencialismo, La náuseano
es un libro contingente sino necesario porque, más allá de su calidad literaria,
marca un cambio de época y una nueva forma de entender el mundo.

3 Louis Althusser fue un filósofo marxista. Es además habitualmente considerado


estructuralista, aunque su relación con las otras variantes del estructuralismo
francés es bastante compleja. La vida de Althusser estuvo marcada por períodos
de enfermedad mental intensa
QUE ES LA IDEOLOGIA PARA ALTUSSER: Es bajo la influencia de Lacan que
define la ideología como la representación de una relación imaginaria con las
condiciones reales de existencia. ... Es decir, siempre habrá ideología. Para
Althusser ésta no es una forma de "engañar" o de "conciencia falsa" sino más bien
una relación normal de individuos con la sociedad.
LA DIFERENCIA DE IDEOLOGIA QUE TIENE ALTHUSSER: Las ideologías son,
en última instancia, voluntad de poder. En contra de la visión según la cual, las
ideologías son fenómenos de conciencia (falsa o verdadera), Althusser afirma
que se trata de una estructura inconsciente.
QUE DICE: Althusser decía que la dialéctica hegeliana tenía una estructura
teleológica, según la cual, la conciencia lleva siempre de forma implícita la
solución de sus contradicciones “interiores”, de modo que en los elementos de
cada contradicción están implícitos el resultado de su “síntesis”.

Con la obra colectiva Para leer "El capital" (Lire le capital, 1965), escrita en


colaboración con Balibar, Rancière y Macheray, se convirtió en el portavoz de una
particular "lectura" del pensamiento de Marx, claramente antihistoricista o
antihumanista y que tiende a mostrar que el análisis de El capital, cuando se
realiza a través de un modelo de tipo estructural que ve en el modo de producción
capitalista un sistema totalizador de relaciones, es científico. De este modo se
involucraba, desde un tono polémico, en el debate del marxismo occidental
contemporáneo, reivindicando la prioridad de las obras maduras de Marx sobre
sus escritos juveniles, a su juicio todavía escasamente científicos y poco
conscientes del método estructural, y oponiéndose a una amplia corriente del
pensamiento que basaba su interpretación precisamente en sus obras juveniles.
A partir de esta obra, su línea de investigación filosófica siguió orientada hacia la
demostración de que la producción marxista era superadora del humanismo,
asumiendo la dimensión de una auténtica "teoría científica" que abarcaba todas
las facetas del devenir. En esa tendencia se inscribieron sus últimas producciones
de peso: Lenin y la filosofía (1969), Respuesta a John Lewis (1973) y Elementos
de autocrítica (1974). En Elementos de autocrítica pone en cuestión su anterior
teoricismo, aproximándose a la temática de Antonio Gramsci, y revalorizando,
como ya se advierte en Respuesta a John Lewis, la noción de práctica política.
Aunque él mismo se había erigido en el principal crítico de las tendencias
economicistas, humanistas y eurocomunistas que afloraban en el ámbito del
comunismo internacional de aquellos momentos, en todas estas obras se puede
advertir una total identificación con el leninismo más radical, lo que le creó serias
dificultades con la ortodoxia estalinista imperante dentro del PCF. Su radicalismo
impregnó a gran parte de las juventudes revolucionarias de la década de 1960,
bastante críticas con los revisionismos e incluso con las teorías que abogaban por
la coexistencia pacífica entre el capitalismo y el comunismo. Uno de los discípulos
suyos más aventajados fue el estudiante universitario camboyano Saloth Sar,
tristemente conocido después, a partir de 1973, con el nombre de Pol Pot, primer
ministro de su país entre los años 1976 y 1979, y promotor de brutales cambios
sociales que causaron la muerte de centenares de miles de personas en la
llamada Revolución de los Jemeres Rojos.
El cambio en la dinámica de las relaciones internacionales en el último tercio de la
década de 1970 y la progresiva disminución de las tensiones generadas por la
Guerra Fría desde el final de la Segunda Guerra Mundial condicionó
considerablemente la influencia de Louis Althusser en los medios universitarios.
En su última obra, Lo que no puede durar en el PCF (1978), Althusser trató la
grave crisis de identidad que padecía el partido, junto con el PCI (Partido
Comunista de Italia), uno de los más influyentes en Europa.

En noviembre de 1980, tras un período de inactividad de tres años alejado de la


primera plana política y social de su país, su nombre apareció en los titulares de la
prensa de todo el mundo por haber matado a su mujer durante un ataque de
enajenación mental. Considerado por las autoridades médicas que le trataron
como un enfermo mental, Althusser fue recluido en varios establecimientos
psiquiátricos, donde permaneció hasta su muerte, ocurrida como consecuencia de
una embolia cerebral irreversible.

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