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SEMINARIO MAYOR “SAN JOSÉ”

JAVIER MAURICIO GARZÓN LÓPEZ


II de Teología
Cristología

EL DIOS CRUCIFICADO1

Jürgen Moltman2, se propone en el capítulo sexto, de su libro “el Dios


crucificado”, dar un concepto de Dios, desde el “abandono” que sufre Jesús en
la cruz, es pues una Cristología comprendida a partir de un momento histórico
como lo fue la muerte de Cristo en la cruz.

A lo largo de la presentación de la temática, se encontrara la síntesis de lo


que nos presenta el texto, y al final de cada título, en letra cursiva aparecerá el
aporte personal, basados todos ellos en la temática que se ha seguido en la
clase.

1. ¿LA “MUERTE DE DIOS” COMO ORIGEN DE LA TEOLOGÍA


CRISTIANA?

En los últimos años, la discusión acerca de la existencia de Dios, ha hecho


sentir inseguros a muchos cristianaos, pues ¿quién no se va a desubicar con
frases como: “Dios ha muerto” y “Dios es una ilusión del hombre”? pero es
precisamente este el punto de partida que el autor nos plantea en su escrito,
pues la teología de la muerte de Dios, ha hecho pensar una teología que parta
desde el grito de muerte de Jesús en la cruz, vista de esta manera, será una
oportunidad y un punto de encuentro entre los católicos y los protestantes.

Un grave peligro de la teología antigua fue el no haber interpretado la cruz


a partir ya de la relación del Hijo con el Padre, pues la muerte de Jesús,
pertenece a la autorevelación del Padre, el Dios invisible, manifiesta su

1
Cf. MOLTMANN, Jürgen. El Dios Crucificado. Ediciones Sígueme. Salamanca. 1977.
Págs. 275-358.
2
Nace en Hamburgo en 1926. Doctor en teología desde 1952. Es un Teólogo protestante,
primero hablo de la teología de la esperanza, pero se ha decidido, apoyado en Martín
Lutero, hablar de una teología de la Cruz.
1
divinidad en el abajamiento. El acontecimiento de la cruz hay que entenderlo
en su sentido trinitario, y por ello se debe tener en cuenta, que el Hijo, sufre y
muere en la cruz. El Padre, sufre con él pero no de la misma manera. La cruz
se puso en medio del ser trinitario, se hizo dimensión teológica en donde surge
el acontecimiento de entrega y abandono de Jesús y el Padre en el Espíritu,
“no es la muerte de Dios, sino la muerte en Dios”.

Es de resaltar, en el autor, la unión de las dos naturalezas en la única


persona de Jesucristo, que se hizo hombre para mostrarnos el rostro de Dios.
Y por este motivo, a partir del himno cristológico de Filipenses 2 se entiende
que: la humanización es el camino a la humillación, su encarnación se
completa en la cruz, su envío se completa en el abandono en la cruz. Por este
motivo no se puede hablar de la humanización de Dios sin tener en cuenta el
final, no puede haber teología de la encarnación que no se convierta en
teología de la cruz. Como gran conclusión de esta parte podemos decir que, si
a Jesús el crucificado, se le llama “imagen viviente del Dios invisible” esto
significa: ése es Dios y así es Dios.

Según los contenidos vistos en clase, cuando dábamos respuesta a la


pregunta: ¿de dónde tiene que partir la cristología?, considerábamos que: la
encarnación, la vida terrena, la pasión, la cruz, la resurrección y la
glorificación de Jesús; se encuentran íntimamente entrelazados, y según el
credo niceno-constantinopolitano, la estructura va, desde la navidad hasta la
pascua no al revés. Por ello me parece un atrevimiento del autor, cuando dice
que el único camino para hacer una teología cristológica sea desde la cruz,
cuando este es un elemento que hace parte de una unidad interna y por ello
no lo puedo tomar en sí mismo como punto nuclear de la cristología.

2. TEÍSMO Y TEOLOGÍA DE LA CRUZ

La teología de la cruz en la tardía edad media, fue expresión de la mística


del dolor, pero es Lutero quien la emplea como nuevo principio de
conocimiento, para él la cruz no es símbolo de la comunión hacia la unión con

2
Dios, sino que, como cruz del Cristo rechazado y abandonado, es la revelación
visible del ser de Dios para el hombre en la realidad de su mundo.

Partiendo de esta aclaración el autor, se dirige ahora a dar respuesta a una


serie de interrogantes, tales son: ¿a quién se le puede decir teólogo?, ¿Teología
filosófica (teísmo) o teología de la cruz?, ¿Qué es mejor mirar: las obras de
Dios (tal como lo hace Santo Tomas), o la muerte de Dios en la cruz?, ¿gloria
o sufrimiento?... estas preguntas, las quiere abordar, a partir de las tesis (19,
20 y 21) de Martín Lutero.

Tesis 19: Lutero llama aquí teólogo, no aquel que descubre y comprende la
esencia verdadera de Dios mediante sus obras, pues estos son llamados necios
(Rom 1,22). Pues si el concepto de Dios, lo obtengo desde las cosas, Dios se
convierte para mí en: Divinidad, justicia, verdad… y estas nociones no hacen
sabio y digno a nadie. Para Lutero, todo cristiano es teólogo, es decir uno que
conoce a Dios, Lo que el critica es la manera como se le conoce, pues por las
cosas naturales, Dios es omnipotente, sabio… y según santo Tomás de
Aquino, se conoce a Dios por la percepción del movimiento, el efecto, el ser
posible, el finito el ordenado. A dios no se le piensa por sí mismo sino a causa
de otro, por razón del ser infinito.

Tesis 20: Lutero llama teólogo a aquel que entiende como representado en
el sufrimiento y la cruz lo visible de la esencia de Dios y lo que está vuelto al
mundo, puesto que los hombres malusan el conocimiento de Dios basado en
sus obras, quiso Dios por su parte que se le conozca por los sufrimientos
(1Cor 1, 21). En esta tesis, el autor puede descubrir que el verdadero teólogo,
es aquel que encuentra en el crucificado el conocimiento de Dios, aquí Dios
no está en el cielo sino que quiere algo sobre la tierra, conocer a Dios,
significa padecerlo, si la teología de la naturaleza se fija en las manos, la de la
cruz tiene su mirada puesta en el corazón.

Tesis 21: El teólogo de la gloria, llama a lo malo bueno y a lo bueno, malo;


el teólogo de la cruz, llama las cosas por su verdadero nombre. Esta
afirmación la hace Lutero, teniendo en cuenta que el teólogo de la gloria, no
puede aceptar el sufrimiento, más el teólogo de la cruz, es capaz de reconocer
3
a Dios en su humanidad despreciada, pues los pecadores son bellos porque son
amados, y son amados, porque son bellos.

Cuando el autor tiene la respuesta a sus interrogantes, ve que el concepto


teísta de Dios no es aplicable al concepto del Dios crucificado. Puesto que en
el concepto teísta, muerte, sufrimiento y condición mortal, tienen que
excluirse del ser Divino, pues Dios por definición, no puede sufrir ni morir.
Por tanto, si la teología no quiere perder su identidad más profunda tiene que
volver a pensar el ser de Dios en la pasión, agonía y por último en la muerte
de Jesús.

Cuando analizamos la personalidad de Lutero, descubrimos que es


demasiado pesimista, para él, el hombre no tiene nada que hacer y además es
difícil rescatar en su pensamiento una virtud como lo es la esperanza. Por
consiguiente cuando habla de Cristología, desde mi punto de vista, tiene que
partir desde la Cruz, puesto que ésta, de alguna manera empata con su
personalidad; se ve claro en sus argumentos, el rechazo a la tradición, pues
Santo Tomás ha dado un aporte grande en el conocimiento de Dios a partir
de sus obras, pues el amor de Dios lo encontramos expresado en todo lo que
nos rodea y a lo cual Cristo, también quiso unirse, pues tomando la condición
humana vivió rodeado de todo lo que el Padre ya nos había dado.
Tomando el pensamiento de San Anselmo de Canterbury, traigo a colación
la manera que él interpreta el universo, como un todo ordenado, que dirige el
comportamiento de todas las criaturas y el pecado precisamente es dañar este
orden, en la cual Dios no pierde su honor sino que la naturaleza es la que
pierde su orden. Según Lutero, el llegar a Dios por la naturaleza no es
posible, pero si lo vemos desde otro punto de vista, la primera manifestación
de Dios está en la creación, creo que tener un concepto de Dios, solo desde
la cruz, es demasiado reducido, cuando el hombre se puede maravillar de las
cosas que hay a su alrededor y descubrir la grandeza del creador.

En los dichos populares decimos que: “después de la tormenta bien la


clama” “Ánimo que cristo ha resucitado” pero claro en Lutero, el hombre es
como una mosca dentro del frasco, o como el mugre bajo el tapete, según él,

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Dios me perdona pero yo sigo siendo el mismo miserable, así es difícil
comprender a un Dios contrario a la Ira, tal como él lo interpreta.

3. TEOLOGÍA DE LA CRUZ Y ATEÍSMO

Ante el teísmo metafísico, anteriormente abordado, se descubre de manera


clara, su fundamentación en la filosofía, esto se constata con la citación de
algunos autores, entre ellos Santo Tomas de Aquino, encontramos también
conceptos que son propios de la filosofía. Pero esta no es la única vía de hacer
teología, existieron otros que buscaron, que naciera un hombre físico que no
creyera en Dios, no por los postulados, sino por su obra: un infierno.

Este ateísmo, quiere tomar los postulados teístas y con ellos crear una
especie de protesta; pues bien, al tomar las vías de Santo Tomas, el ateo
descubre, no el orden y la perfección, sino el espejo roto de un mundo injusto,
los girones del absurdo y de la nada. También el ateísmo concluye del ser y
del ser así del mundo finito hasta llegar a causa y meta, pero allí no encuentra
ningún Dios bueno y justo, sino a lo más, un demonio caprichoso. Tal como el
mundo realmente está hecho, es más fácil creer en el diablo que en Dios.

Iván Karamasov, cuenta en su obra Dostoyevski, la historia de un pobre


Joven, que jugando, pegó con una piedra al perro de casa del amo. El señor lo
hace apresar y a la mañana siguiente, ante los ojos de la madre, hace que su
jauría le de caza y lo despedace. Iván se encuentra por un lado dispuesto a
perdonar y por otro no quiere que el verdugo y la madre se abracen. Pero si no
se perdonan, no hay armonía, por eso dice, a Dios lo acepto, pero al mundo
que creó, al mundo de Dios, no lo reconozco, no puedo decidirme a admitirlo.

Se descubre que este ateísmo esta propuesto desde un Dios omnipotente,


soberano y trascendente, que nada tiene que ver con el mundo de dolor y
sufrimiento. El Dios que no es capaz de sufrir, ¿qué tiene que ver con el
hombre que sufre? Y mucho menos ¿Qué va a poder amar, aquel que no es
capaz de sufrir? Dios es un desdichado, porque no es capaz de experimentar el
dolor como límite de la existencia.

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Cuando observo el planteamiento del ateísmo, recuerdo las palabras del
Judío Moisés Nachmanides, cuando hablaba que Jesús no podía ser el Mesías
porque supuestamente traería paz y hoy estamos en un mundo de guerra, en
la misma línea creo que el ateísmo, tiene que hablar de Dios no desde un
punto externo, porque solo llegaremos a decir que no existe porque las cosas
contradicen lo que él es; sino que Dios lo tenemos que mirar desde un punto
interno, ¿cómo he acogido su palabra?, la paz nace por cada hombre y en
cada corazón. Esta protesta ateísta según lo que hemos visto en las clases, se
contradice al separar Dios y sufrimiento, pues ellos no se contradicen, sino
que Dios es amor y el amor no se puede separar del dolor, y solo desde la
cruz podemos comprender esto, es Dios que comparte el dolor humano desde
la cruz.

4. LA DOCTRINA DE LAS DOS NATURALEZAS Y LA PASIÓN DE


CRISTO

En la iglesia antigua se puede constatar una no aceptación del abandono del


Padre al Hijo, y de toda la teología de la cruz; a duras penas en la liturgia se
contemplaba el sufrimiento de Cristo de manera especial el viernes santo, pero
incluso había una leve inspiración doceta, según la cual Jesús había sufrido
aparentemente y platónica por la cual era inconcebible pensar en un Dios
sufriente.

De la teología antigua, el libro, presenta en tres numerales, la respuesta de


los concilios a las diferentes Herejía, de la siguiente manera:

 Nicea contra Arrio: Dios no se muda al modo como lo hacen las


criaturas.
 Contra los monofisitas: Dios no es pasible en sentido de la creatura,
expuesta a la enfermedad, dolor y muerte.
 Dios es eterno, inmortal e inmutable.

Algunos teólogos protestantes van a profundizar en la communicatio


idiomatum, según la cual no se puede decir que la naturaleza divina es pasible
y mortal, porque por consiguiente, la persona de Cristo es mortal. Al respecto
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Zwinglio, consideró que en la persona de Cristo, ambas naturalezas siguen
siendo lo que antes eran. Por el contrario para Lutero, la persona de Cristo,
está determinada por la persona Divina y por esta razón sufre y muere también
la persona divina en la pasión y muerte de Cristo.

Con toda esta tradición lo que se propone Moltmann es:

 El descubrimiento de Dios total en la cruz.


 La reafirmación de que la persona divina de Cristo, Dios y hombre,
verdaderamente padeció y murió en la cruz.
 Marcar una distinción entre Dios trino y la segunda persona de la
Trinidad.
 Presentar la doctrina de Lutero en concordancia con la tradición de la
iglesia antigua.

Me parece oportuno, hacer referencia en este numeral a algunas


precisiones que realizábamos en clase para no caer en herejías, por tanto,
vale la pena recordar que:

 Con San Atanasio decimos: “Lo que no se asume no se redime”


 El concilio de Calcedonia, responde a cómo es posible una unidad en
dos naturalezas, con una fórmula que a primera vista parece
paradójica: Sin confusión (es decir sin mezcla, hasta en lo más
profundo de su encarnación sigue siendo trascendente), Sin cambio
(Cristo o deja de ser Dios cuando empieza a ser hombre), sin división y
sin separación.
 En Jesucristo hay una persona con dos naturalezas

5. MÁS ALLÁ DEL TEÍSMO Y DEL ATEÍSMO

Teísmo y ateísmo parten de su lucha el uno contra el otro de que Dios y


Hombre son en definitiva, de una esencia. Lo que se atribuye a Dios, tiene que
ser tomado del hombre, y, viceversa, lo que se dice del hombre se ha tenido
que haber tomado de Dios.

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El teísmo piensa a Dios, a costa del hombre, como un ser supra-poderoso,
perfecto e infinito y como consecuencia el hombre queda aquí como un ser
infinito e imperfecto. Por otro lado, hay que recordar que el tiempo en que
surgen la teología y la filosofía teísta, fue pensada en tres sentidos:

 Dios es la imagen del dominador imperial.


 Dios como personificación de la energía moral.
 Dios como último principio filosófico.

Pero estas tres imágenes son ídolos si se les compara con el origen de la fe
cristiana en el crucificado, porque un Dios pensado en la omnipotencia,
perfección e infinitud a costa del hombre, no puede ser el Dios que es amor en
la cruz de Jesús.

Pero el ateísmo que se revela contra ese teísmo político, moral y filosófico
representa, en la edad moderna, no otra cosa con los distintivos cambiados,
Piensa al hombre a costa de Dios como un ser infinito, perfecto y creador.
Hace al hombre el ser supremo para el hombre. Pero esta concepción, ateísta
ha comprobado en los últimos años que el hombre-dios, se convierte en lobo
para el hombre.

Gracias a la teología trinitaria de la cruz, la fe escapa a la alternativa de


teísmo y ateísmo: Dios no es solo del más allá, sino también de aquí, es no
solamente Dios, sino también hombre, no es dominio, autoridad y ley, sino el
acontecimiento del amor sufriente y liberador. Y viceversa, la muerte del Hijo,
no es la muerte de Dios, sino el comienzo de ese suceso divino, en el que de la
muerte del Hijo y del dolor del padre procede el espíritu vivificante del amor.

Considero que para encontrar un concepto de Dios, no tenemos que ir a


los extremos, por un lado verlo tan inalcanzable, cuando él se da a conocer
en su hijo, que se hizo hombre como nosotros, igual en todo menos en el
pecado. Y por otro, querer, sacarlo de nuestras vidas, para darle cabida al
hombre, tal como lo hacen los ateístas. Esto me permite, recordar las tres

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columnas de la Cristología, la Escritura, la tradición y la experiencia.
Cuando quitamos alguna de ellas, dejamos nuestra reflexión sin fundamentos.

CONCLUSIÓN

“…Jesús murió gritando su abandono por parte de Dios. Toda teología y


toda existencia cristiana responden en realidad a la pregunta del Jesús
moribundo. También el ateísmo de las propuestas y rebeliones contra Dios
responde a esta pregunta. El Jesús abandonado de Dios, o es el fin de toda
teología, o marca el principio de una teología y de una existencia
específicamente cristianas y, por tanto, críticas y liberadoras…” (J. Moltmann)

Si bien el autor tiene en frente la mirada del crucificado, y a partir de ella


plantea el inicio de una teología, en la que descubre el actuar de Dios a favor
del hombre por amor, Creo que no es necesario, para ello, tener que despreciar
los aportes que la misma creación nos regala, puesto que ella es obra de Dios,
por esto, rechazar la visión escolástica, es rechazar las maravillas que Dios
coloca ante nuestros ojos, y que según San Atanasio, son el reflejo de la
sabiduría eterna3.

No quisiera, volver a retomar los comentarios ya hechos, pero si valorar el


aporte de la obra, desde su visión protestante, Moltmann, apoyado en Martin
Lutero, realiza un gran esfuerzo para que nosotros volvamos la mirada al
crucificado, y reconozcamos que en la cruz que se nos manifestó al Hijo
abandonado por el Padre de lo cual brota el Espíritu, también es una
exhortación al cristiano a vivir tal don en su vida; es la invitación a vivir el
amor, aunque traiga persecución, y muy probablemente crucifixión; Cristo
también cargó con la oposición del hombre que quería salvar, y así dio a
conocer que el amor incondicional incluso abarca la incomprensión del que no
lo quiere aceptar.

3
Cf. Liturgia de las horas (Tomo IV), Oficio de lectura, Jueves XXX, p. 451.
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