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El Aprendizaje
El Aprendizaje
PSICOLOGÍA GENERAL
HENRY GARZÓN
EVELYN MALDONADO
DANIEL NAVARRETE
MISHELL YAR
CURSO: PRIMERO
Definiciones
En cuanto a definir el aprendizaje como tal Zapata-Ros (2015) dice que es “(…) el
conjunto de procesos a través (…) de los cuales, se adquieren o se modifican ideas, habilidades,
destrezas, conductas o valores, como resultado o con el concurso del estudio, la experiencia, la
instrucción, el razonamiento o la observación”.
En la perspectiva de Morris & Maisto (2005) se define el aprendizaje como “el proceso
por el cual la experiencia o la práctica producen un cambio relativamente permanente en la
conducta o potencial conductual” (p. 145).
En la psicología como tal, el aprendizaje tomó una elevada relevancia de estudio debido
al interés marcado por conocer y comprender como el ser humano aprende. De este interés
surgieron dos corrientes que intentaban explicar cómo ocurre el aprendizaje: la visión empirista
– atomista, y la visión organicista (Flórez et al., 2016).
La visión empirista - atomista según Flórez et al. (2016) “se caracterizó por entender el
aprendizaje como la suma o acumulación de actos, comportamientos y reacciones simples,
hasta convertirse, esta acumulación, en actos más complejos” (p. 49), mientras que para la
visión organicista entiende el aprendizaje “(…) – al igual que otros procesos psicológicos –
como actividades desde el inicio complejas y que articulan múltiples elementos” (Flórez et al.,
2016, p. 49).
Para Köhler (como se citó en Flórez et al., 2016) “el aprendizaje está ligado a la
consolidación de acervos en la memoria, por la articulación de las nuevas acciones con otras
previas, a través de un doble proceso de ejecución de la actividad y de orientación de la misma
desde la dirección que la persona le da” (p. 51).
Otra de las características del aprendizaje según Bajo, Fuentes, & Lupiáñez (2016)
“permitir la adaptación de nuestra conducta a la «textura causal» del medio ambiente en que
vivimos y nos desarrollamos” (p. 265).
Con la irrupción de la tecnología en la vida del ser humano, el estudio del cerebro a
través de la imagenología ha permitido comprender muchos de sus procesos que hasta hace
unos cuantos años atrás eran desconocidos, muchas de las funciones del mismo han sido
develadas, y pese a que se han planteado diversas teorías del aprendizaje que se basaban en la
observación de la conducta de los individuos como el conductismo, el constructivismo el
cognoscitivismo, también se han desarrollado teorías neurocientíficas del aprendizaje que
abordan desde la parte biológica la manera en que el cerebro aprende, estas teorías son la del
cerebro triuno, el cerebro total y la teoría de las inteligencias múltiples.
Como menciona Luria (como se citó en Arias, 2013) “toda actividad psíquica humana
es un sistema funcional complejo que se efectúa a través de la combinación de estructuras
cerebrales que trabajan concertadamente y que cada una de las cuales aporta su propia
contribución al sistema funcional como un todo”.
Asimismo, Kolb y Whishaw (como se citó en Arias, 2013) manifiestan que si las
conexiones no son reforzadas estas conllevan un carácter temporal por lo que se debilitan y
pueden llegar a extinguirse. Por lo tanto, el proceso de aprendizaje depende de que una
respuesta a un estímulo se vea reforzada varias veces para que las conexiones neuronales se
fijen y perduren, cabe resaltar que a palabras de Arias (2013) “aunque nunca dejamos de
aprender, existen periodos del desarrollo humano que favorecen la formación de conexiones
nerviosas. Así, durante los primeros años de vida, los seres humanos son capaces de aprender
más que en ningún otro periodo”.
Para comprender cómo aprendemos según Dios, Loro, & Cazzanelli (2016) se debe
“entender el proceso de aprendizaje como un proceso influido por cinco niveles, independientes
pero interrelacionados entre sí” (p. 14).
En primer lugar se halla el entorno en donde se ubica la persona que aprende, este nivel
es muy importante en el sentido de que si se desea que el individuo aprenda algo, el ambiente
debe ser el preciso y adecuado (Dios, Loro, & Cazzanelli, 2016).
El tercer nivel hace referencia a las capacidades del sujeto que aprende, estas
capacidades de orden superior pueden ser explicadas por la Psicología Cognitiva ya que la
participación de diversas áreas cerebrales es coordinada desde ahí (Dios, Loro, & Cazzanelli,
2016).
El cuarto nivel de aprendizaje esta en relación con las creencias y valores del individuo,
ya que de esas ideas del individuo se define el significado del aprendizaje y si este tiene
importancia o no para quien aprende, en otras palabras según sus creencias el individuo puede
determinar si algo que va a aprender tiene relevancia o no para su vida (Dios, Loro, &
Cazzanelli, 2016).
Hablando desde el nivel biológico de supervivencia Pellón, Vásquez, Orgaz, Ortega, &
Pérez (2015) mencionan que “si un organismo aprende, será capaz de modificar su conducta
en relación al ambiente y potencialmente aumentar su probabilidad de supervivencia” (p. 42),
por lo que se podría responder a la interrogante que los organismos aprenden con la finalidad
de supervivencia y adaptación al medio en el que se desenvuelven.
Argumentación
Según la teoría de Anojín, el aprendizaje, como todo proceso psicológico debe ser
entendido como un sistema funcional. De hecho, en el aprendizaje intervienen diversos
procesos volitivos como la motivación, procesos afectivos como las emociones y
procesos cognitivos, como la memoria y el pensamiento. Estos procesos convocan a
nivel neurobiológico, la participación de diversas estructuras cerebrales. Así, el trabajo
conjunto de estas estructuras da lugar a la conformación de un sistema funcional (Arias,
2013).
Cajal (1852-1934), que intuyó la función a partir de la forma, fue el primero en proponer
la plasticidad en el número y fuerza de las conexiones neuronales como la base física
del aprendizaje y el soporte de la memoria. En 1949, el psicobiólogo canadiense Donald
Hebb propuso la plasticidad asociativa como el mecanismo por el que la coincidencia
de actividad pre y postsináptica podría modificar las conexiones neurales en
determinadas estructuras del cerebro. En 1966, en el laboratorio de PerAndersen, en
Oslo, el noruego Terje Lomo observó por primera vez que breves trenes de estímulos
incrementaban la eficacia de la transmisión en las sinapsis entre la vía perforante y las
células granulares de la circunvolución dentada del hipocampo, en conejos
anestesiados. Algo más tarde, en 1973 y en el mismo laboratorio, Lomo y el británico
Timothy Bliss descubrieron que una estimulación de frecuencia moderadamente alta en
la misma vía producía incrementos estables y duraderos de la respuesta postsináptica,
lo que se denominó potenciación sináptica a largo plazo (PLP). Estudios posteriores in
vitro confirmaron que se trataba de un fenómeno no sólo duradero, sino también de
inducción rápida y con características asociativas y de especificidad de estímulos, lo
que convertía a la PLP en un buen candidato a mecanismo celular del aprendizaje y la
memoria (Morgado, 2005).
En este sentido, el aprendizaje depende de que las áreas cerebrales necesarias sean
capaces de crear redes neuronales fuertes. Es así que visto el aprendizaje como proceso
y no como un espacio curricular, deja claro que el cerebro constituye la materia prima
del mismo, ya que procesos como la atención, tan necesaria para aprender, depende de
los lóbulos frontales y que cuando hay una dificultad en el mantenimiento de la misma
como en el caso de los llamados niños hiperactivos, puede deberse a que las áreas de
corteza prefontal derecha el núcleo caudado y el globo pálido y algunas zonas del
cuerpo calloso que vinculan las regiones frontales y parietales son más pequeños
comparadas con niños que no presentan disfunciones en la atención. Pero la atención
es un proceso complejo, que requiere de casi todo las áreas cerebrales, es por ello que
algunos estudios señalan que el desarrollo anormal del cerebelo se relaciona con
dificultades en la atención visual, espacial y la orientación. Si se habla de tareas que
requieren mayor procesamiento cognitivo como la combinación conceptual, que
implica diversas tareas de aprendizaje, particularmente aquellas que tienen un sustrato
semántico y que requieren de análisis de información y memoria, es necesaria la acción
del lóbulo temporal izquierdo anterolateral.
Lo descrito deja entrever que, mientras más conocimientos son acumulados por el
cerebro, mayor es la inteligencia; el proceso de aprender, en suma, está supeditado a las
conexiones sinápticas entre las células cerebrales, esto es, mientras más conexiones hay
entre las neuronas, se incrementa el aprendizaje; lo cual depende del hemisferio
interviniente, pues cada uno de ellos, aunque funciona de una manera especializada, no
es independiente respecto del otro.
Por otra parte, las emociones también inciden en el aprendizaje, afectan la conducta del
estudiante porque crean estados mente-cuerpo distintos. Las emociones desencadenan
los cambios químicos que alteran nuestros estados de ánimo, conductas y, finalmente,
nuestras vidas; éstas nos ayudan a tomar decisiones con más rapidez y mejor calidad;
todo lo que experimentamos tiene un tono emocional, desde la calma a la ira, desde el
dolor al placer, y desde estar relajado a sentirse amenazado. Dado que éstas median en
nuestro significado, son de hecho la estructura para nuestro día (Velásquez, Remolina,
& Calle, 2009).
Aprender es la mejor facultad que el ser humano posee, desde sus inicios como gatear
hablar, controlar esfínteres, leer, hasta resolver un ejercicio de matemáticas, haciendo que todos
los días estemos dispuestos a aprender. El campo del aprendizaje es muy amplio y a ciencia
cierta nunca se puede a llegar a la sabiduría perfecta, cada día existen más cosas que aprender,
una vida no es suficiente para colmarnos de todos los conocimientos.